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autoprotección
La autoprotección y el mantenimiento de las instalaciones Una BIE situada en la planta +2 de un hospital. La última revisión de mantenimiento fue en diciembre del 2012 y se observó que el sistema de apertura de la caja estaba roto. La próxima revisión debería ser en marzo de 2013. La situación actual de esa BIE es que en el mes de abril de 2013 continúa con el sistema de cierre roto. ¿De quién es la responsabilidad de este fallo de mantenimiento? ¿De la empresa mantenedora por no realizar correctamente las operaciones de mantenimiento? ¿Del titular de la actividad por no tener en cuenta los mantenimientos correctivos? No lo sabemos, pero lo que sí está muy claro es que los principales afectados de esta mala práctica son los pacientes que se encuentran en las habitaciones de esa planta y los trabajadores que los atienden. A primera vista puede parecer algo extraño que en una sección dedicada a la autoprotección se vaya a hablar de mantenimiento. Cuando se habla de seguridad contra incendios casi siempre se habla de, por un lado, todo lo que tiene que ver con el proyecto y, una vez que están en marcha las instalaciones, del mantenimiento de las mismas. Pero rara vez se relaciona lo anterior con los Planes de Autoprotección. Realmente, el proyecto, la ejecución y el mantenimiento de las instalaciones y el Plan de Autoprotección están íntimamente relacionados: las especificaciones del proyecto que definen qué tipo de sistemas se van a instalar condicionan las operaciones de mantenimiento que serán necesarias realizar y, en última instancia, la infor-
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mación incluida en la documentación de los Planes de Autoprotección (tanto la descriptiva como la de procedimientos de actuación ante emergencias). Por tanto, una de las bases de la autoprotección es el mantenimiento de instalaciones, tanto preventivo como correctivo que, a su vez, constituye uno de los pilares fundamentales de la prevención de accidentes. El asunto del mantenimiento de las instalaciones de seguridad contra incendios es muy complejo. En primera instancia, y, dada la importancia que tiene para poder garantizar un nivel de seguridad aceptable para los ocupantes de las instalaciones, es difícil de entender cómo año tras año, mes tras mes, se sigan escuchando los mismos debates sin, aparentemente, conseguir llegar a una solución. El mantenimiento tiene problemas muy definidos, empezando por el hecho de que se continúa aplicando una normativa elaborada hace demasiados años, y que, salvo algunas modificaciones puntuales, no se ha actualizado a las necesidades actuales de la sociedad. Por otro lado, la aprobación de la Ley Omnibus hace unos años no ha contribuido en absoluto a solucionar los proble-
Número 58 – 2º Trimestre de 2013
mas de malas prácticas del mantenimiento de las instalaciones, aumentados en estos últimos años por la crisis económica que estamos viviendo. Por último, se continúa sin realizar las inspecciones con el rigor necesario, amparándose los responsables de las mismas en la falta de recursos humanos para abarcar todos los sistemas de protección contra incendios que están instalados en España. Además, en ocasiones, las organizaciones encargadas de realizarlas demuestran un nivel de conocimientos técnicos insuficiente. La respuesta a estos problemas por parte de los colectivos que están implicados es siempre la misma: el mantenimiento es algo demasiado complicado para llegar a una solución. Efectivamente, la situación hacia la que ha derivado el mantenimiento es muy compleja, pero se convertirá en un problema sin solución si no se toman medidas inmediatas. Es necesario dar un paso adelante y olvidarse de la excusa de la complejidad de todo este asunto. Y, en nuestra opinión, lo primero que hay que hacer es detener la dinámica que existe actualmente de traspasar las responsabilidades de un colectivo a otro. La única forma de que el mantenimiento de instalaciones de seguridad contra incendios avance es que las Administraciones implicadas, las empresas fabricantes, instaladoras y mantenedoras, asociaciones y usuarios caminen en la misma dirección y que su principal objetivo sea que el mantenimiento de instalaciones se realice con el rigor que merece este asunto. Para ello creemos que las asociaciones que existen en la seguridad contra incendios tienen un papel importantísimo puesto que cada una de ellas debería velar por los intereses generales
de sus asociados por encima de cualquier interés particular. Y por supuesto, sería muy conveniente que las Administraciones dieran una imagen de unidad ante un problema que todos los días pone la seguridad de la sociedad en entredicho. Por último, y como una propuesta de solución al problema de la falta de recursos humanos para realizar correctamente las inspecciones exigidas por la normativa, convendría recordar que, afortunadamente, España dispone de un muy buen servicio de extinción de incendios, con personas tremendamente capacitadas tanto para revisar las instalaciones como para proponer mejoras a las normativas existentes. Evidentemente la implicación de los servicios de extinción de incendios no es un asunto sencillo, habría que discutir quién, cómo y cuándo se realizan las inspecciones, y lo primero que habría que considerar es otorgar una capacidad sancionadora a los servicios, pero si no se consideran diferentes alternativas nunca se podrá avanzar en la resolución del problema. El principal problema de las malas prácticas en el mantenimiento de las instalaciones de protección contra incendios es que es algo que afecta a toda la sociedad y que diariamente pone vidas en peligro, y eso es algo que los profesionales de la seguridad contra incendios no deberíamos consentir. Fundación Fuego apoyará cualquier iniciativa de cualquier organización, ya sea Administración, empresa privada o asociación que tenga como objetivo solucionar los problemas, cada vez más graves, que tiene el mantenimiento de las instalaciones de seguridad contra incendios en España. Luis Carmena Servert. Director. Fundación Fuego.
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