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autoprotección

DEBERES PARA EL 2011 El desarrollo de la SCI depende, en gran medida, de que todas las partes implicadas asuman sus responsabilidades entre las que se encuentra la autoprotección, de forma que el usuario conozca la importancia que tiene en la prevención y tratamiento de accidentes. Es una práctica bastante generalizada, utilizando una expresión coloquial, escurrir el bulto e intentar desviar la responsabilidad de solucionar un problema a otra u otras personas. La SCI no podía ser menos y continuamente se está escuchando que la responsabilidad de algunas situaciones que se están repitiendo con demasiada frecuencia (como, por ejemplo, la falta de adecuación de los sistemas de seguridad contra incendios a la normativa, tanto de instalación como de mantenimiento) es de los “otros”: administración, empresas instaladoras y/o mantenedoras, fabricantes, ingenierías… han creado un círculo vicioso del que no parece que se pueda o no se quiera salir y en cuyo centro se encuentra el usuario final, que es el principal afectado por esta situación y que, en ocasiones, también opta por mirar hacia otro lado. Como parte importante de la SCI, la autoprotección también está incluida en este círculo, lo que no está contribuyendo a su desarrollo y de su principal elemento de difusión, que son los planes de autoprotección. La principal consecuencia de esta situación es que la distancia entre los legisladores, los técnicos y el usuario final está aumentando, lo que puede llegar a provocar una situación de cierto rechazo a la autoprotección por parte de los titulares de las actividades. Para solucionar este problema sería necesario que todos los implicados asumiéramos nuestra parte de responsabilidad. Por ello, el equipo técnico de la Fundación Fuego tiene la convicción de que todos debemos ponernos deberes para que, al final de año, podamos hacer un balance y lleguemos a la conclusión de que el desarrollo de la autoprotección, y de la seguridad contra incendios en general, va por buen camino. Desde el punto de vista de la Fundación Fuego, sería conveniente seguir dos líneas de actuación: por un lado estudiar la normativa vigente y analizar si es conveniente una modificación, tanto de la Norma Básica de Autoprotección como la normativa autonómica. Por otro lado, hacer un esfuerzo de difusión de lo que realmente representa la autoprotección. Para desarrollar la normativa vigente de autoprotección sería conveniente dar un giro de 180º a la situación actual en la que se habla continuamente de normativa y muy poco de los planes

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de autoprotección. Actualmente, tal y como está planteada la normativa, hay una diferencia entre la redacción y la aplicación de la misma. Los planes, que son el instrumento principal de aplicación de las normas, están muy poco desarrollados, dificultando su elaboración por parte de los técnicos y de los titulares de las actividades, su revisión por parte de la administración y su consulta en caso de que se produzca una emergencia. Se deberían revisar algunos conceptos básicos de los planes de autoprotección, los cuales han sido heredados por las normativas actuales: el concepto de plan de autoprotección, asociación de la obtención de la licencia con la elaboración del plan, estructura e información mínima de la documentación… son conceptos que, si se revisan, pueden ayudar a comprender lo que es la autoprotección y su alcance. Es fundamental que todo este trabajo se difunda lo máximo posible, de forma que el usuario final entienda que: • La autoprotección es parte de la SCI, e igual de importante es instalar y mantener los medios de protección de acuerdo a la normativa, como asegurarse de que se dispone de una estructura capaz de responder ante una situación de emergencia. • La autoprotección es una labor que deberíamos desarrollar todos; no hay que olvidar que uno de los objetivos de la autoprotección es la prevención de accidentes. • El plan de autoprotección debe incluir la documentación, la formación, la realización de simulacros y el mantenimiento del plan, y debe ayudar a solucionar una situación de emergencia. Este concepto de plan de autoprotección, que en general no se termina de entender correctamente, es la base para el desarrollo de la autoprotección, y una de las modificaciones de la normativa debería ir en esta línea. Por tanto, no es válido considerar que el desarrollo de la autoprotección es de “otros”. Todos debemos esforzarnos para conseguir, al menos, tres objetivos en este año: hacer que los planes de autoprotección se conviertan en un instrumento útil, difundir al máximo la autoprotección, haciendo hincapié en la prevención de accidentes y modificar la normativa para que refleje estos cambios. Luis Carmena. Director Técnico Fundación Fuego

Número 49 – 1er Trimestre de 2011


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