2013 CUENTOS Y FÁBULAS
Willam Toledo ESFA “MUA” 16/07/2013
2013 CUENTOS Y FÁBULAS
Willam Toledo ESFA “MUA” 16/07/2013 1
Presentación Cuentos y Fábulas es una compilación de 36 historias cortas con un mensaje para la transformación de la conciencia humana hacia la Luz. Enseña por ejemplo, por el uso de metáforas, como el Divino Jesús enseñó a su gente. Seguimos Su Camino.
Investigación y compilación hecha por Willam Toledo Chilón. Es ésta una labor de amor hecha con profunda pasión y con amor por la humanidad y para contribuir a la iluminación humana. 2
Índice 1. La princesa y el guisante ………………………………………………. 2. Bambi ………………………………………………….. 3. El flautista de hamelin ………………………………………………. 4. El príncipe y el mendigo ………………………………………………. 5. El traje del emperador ………………………………………………. 6. El bosque encantado ………………………………………………. 7. Los siete cabritillos ………………………………………………………. 8. El honrado leñador ………………………………………………………. 9. El granjero bondadoso…………………………………………………… 10. El campesino y el diablo…………………………………………………. 11. La liebre y la tortuga……...………………………………………………. 12. El caballo y el asno ………………………………………………………. 13. La zorra y las uvas……………………………………………………….. 14. La lechera…………………………………………………………………. 15. Los hijos del labrador…………………………………………………….. 16. La zorra y el leñador……………………………………………………… 17. El león y el ratón………………………………………………………….. 18. El hombre y la culebra…………………………………………………… 19. El avariento………………………………………………………………... 20. El león y la zorra………………………………………………………….. 21. El peso de la nada………………………………………………………... 22. Los dos lobos……………………………………………………………… 23. Aguanta un poco más........................................................................... 24. Asamblea En La Carpintería…………………………………..……….... 25. La Abeja Haragana……………………………………………………....... 26. La casa encantada………………………………………………………… 27. El asno y el perrito………………………………………………………… 28. Las dos ranas……………………………………………………………… 29. El loco………………………………………………………………………. 30. El pez y la tortuga…………………………………………………………. 31. El zorro que aprovechó el poder del tigre……………………………… 32. El ciempiés bailarín……………………………………………………….. 33. El árbol que hablaba ……………………………………………………… 34. Doña Tomasa y Pedrito………………………………………………….. 35. La flor más bonita…………………………………………………………. 36. El viento y el sol…………………………………………………………… 37. Agradecimiento…………………………………………………………... 38. Bibliografía…………………………………………………………………
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1) La princesa y el guisant guisante Érase una vez un príncipe que quería casarse, pero tenía que ser con una princesa de verdad. De modo que dio la vuelta al mundo para encontrar una que lo fuera; pero aunque en todas partes encontró no pocas princesas, que lo fueran de verdad era imposible de saber, porque siempre había algo en ellas que no terminaba de convencerle. Así es que regresó muy desconsolado, por su gran deseo de casarse con una princesa auténtica. Una noche estalló una tempestad horrible, con rayos y truenos y lluvia a cántaros; era una noche, en verdad, espan espantosa. tosa. De pronto golpearon a la puerta del castillo, y el viejo rey fue a abrir. Afuera había una princesa. Pero, Dios mío, ¡qué aspecto presentaba con la lluvia y el mal tiempo! El agua le goteaba del pelo y de las ropas, le corría por la punta de los zapatos tos y le salía por el tacón y, sin embargo, decía que era una princesa auténtica. «Bueno, eso ya lo veremos», pensó la vieja reina. Y sin decir palabra, fue a la alcoba, apartó toda la ropa de la cama y puso un guisante en el fondo. Después cogió veinte colchones lchones y los puso sobre el guisante, y además colocó veinte edredones sobre los colchones. La que decía ser princesa dormiría allí aquella noche. A la mañana siguiente le preguntaron qué tal había dormido. -¡Oh, terriblemente mal! -dijo dijo la princesa princesa-. Apenas as si he pegado ojo en toda la noche. ¡Sabe Dios lo que habría en la cama! He dormido sobre algo tan duro que tengo todo el cuerpo lleno de magulladuras. ¡Ha sido horrible! Así pudieron ver que era una princesa de verdad, porque a través de veinte colchoness y de veinte edredones había notado el guisante. Sólo una auténtica princesa podía haber tenido una piel tan delicada. El príncipe la tomó por esposa, porque ahora pudo estar seguro de que se casaba con una princesa auténtica, y el guisante entró a formar parte de las joyas de la corona, donde todavía puede verse, a no ser que alguien se lo haya comido. ¡Como veréis, éste sí que fue un auténtico cuento! FIN
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2) Bambi Érase una vez un bosque donde vivían muchos animales y donde todos eran muy amiguitos. Una mañana un pequeño conejo llamado Tambor fue a despertar al búho para ir a ver un pequeño cervatillo que acababa de nacer. Se reunieron todos los animalitos del bosque y fueron a conocer a Bambi, que así se llamaba el nuevo cervatillo. Todos se hicieron muy amigos de él y le fueron enseñando todo lo que había en el bosque: las flores, los ríos y los nombres de los distintos animales, pues para Bambi todo era desconocido. Todos los días se juntaban en un claro del bosque para jugar. Una mañana, la mamá de Bambi lo llevó a ver a su padre que era el jefe de la manada de todos los ciervos y el encargado de vigilar y de cuidar de ellos. Cuando estaban los dos dando un paseo, oyeron ladridos de un perro. "¡Corre, corre Bambi! -dijo dijo el padrepadre ponte a salvo". "¿Por or qué, papi?", preguntó Bambi. Son los hombres y cada vez que vienen al bosque intentan cazarnos, cortan árboles,, por eso cuando los oigas debes de huir y buscar refugio.Pasaron los días y su padre le fue enseñando todo lo que debía de saber pues el día q que ue él fuera muy mayor, Bambi sería el encargado de cuidar a la man manada. Más tarde, Bambi conoció a una pequeña cervatilla que era muy muy guapa llamada Farina y de la que se enamoró enseguida. Un día que estaban jugando las dos oyeron los ladridos de un perro per y Bambi pensó: "¡Son los hombres!", e intentó huir, pero cuando se dio cuenta el perro estaba tan cerca que no le quedó más remedio que enfrentarse a él para defender a Farina. Cuando ésta estuvo a salvo, trató de correr pero se encontró con un precipicio io que tuvo que saltar, y al saltar, los cazadores le dispararon y Bambi quedó herido. Pronto acudió su papá y todos sus amigos y le ayudaron a pasar el río, pues sólo una vez que lo cruzaran estarían a salvo de los hombres, cuando lo lograron le curaron las as heridas y se puso bien muy pronto. Pasado el tiempo, nuestro protagonista había crecido mucho. Ya era un adulto. Fue a ver a sus amigos y les costó trabajo reconocerlo pues había cambiado bastante y tenía unos cuernos preciosos. El búho ya estaba viejec viejecito ito y Tambor se había casado con una conejita y tenían tres conejitos. Bambi se casó con Farina y tuvieron un pequeño cervatillo al que fueron a conocer todos los animalitos del bosque, igual que pasó cuando él nació. Vivieron todos muy felices y Bambi era ahora el encargado de cuidar de todos ellos, igual que antes lo hizo su papá, que ya era muy mayor para hacerlo. FIN
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3) El flautista de Hamelin Hace mucho, muchísimo tiempo, en la próspera ciudad de Hamelín, sucedió algo muy extraño: una mañana, cuando sus gordos y satisfechos habitantes salieron de sus casas, encontraron las calles invadidas por miles de ratones que merodeaban por todas partes, devorando, insaciables, el grano de sus repletos graneros y la comida de sus bien provistas despensas. Nadie acertaba a comprender la causa de tal invasión, y lo que era aún peor, nadie sabía qué hacer para acabar con tan inquietante plaga. Por más que pretendían exterminarlos o, al menos, ahuyentarlos, tal parecía que cada vez acudían más y más ratones a lla a ciudad. Tal era la cantidad de ratones que, día tras día, se enseñoreaba de las calles y de las casas, que hasta los mismos gatos huían asustados. Ante la gravedad de la situación, los prohombres de la ciudad, que veían peligrar sus riquezas por la voracidad idad de los ratones, convocaron al Consejo y dijeron: "Daremos cien monedas de oro a quien nos libre de los ratones". Al poco se presentó ante ellos un flautista taciturno, alto y desgarbado, a quien nadie había visto antes, y les dijo: "La recompensa será mía. Esta noche no quedará ni un sólo ratón en Hamelín". Dicho esto, comenzó a pasear por las calles y, mientras paseaba, tocaba con su flauta una maravillosa melodía que encantaba a los ratones, quienes saliendo de sus escondrijos seguían embelesados los pasos del flautista que tocaba incansable su flauta. Y así, caminando y tocando, los llevó a un lugar muy lejano, tanto que desde allí ni siquiera se veían las murallas de la ciudad. Por aquel lugar pasaba un caudaloso río donde, al intentar cruzarlo para seguir al flautista, todos los ratones perecieron ahogados. Los hamelineses, al verse al fin libre de las voraces tropas de ratones, respiraron aliviados. Ya tranquilos y satisfechos, volvieron a sus prósperos negocios, negocios y tan contentos estaban que organiz organizaron aron una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace, comiendo excelentes viandas y bailando hasta muy entrada la noche. A la mañana siguiente, el flautista se presentó ante el Consejo y reclamó a los prohombres de la ciudad las cien monedas de oro promet prometidas idas como recompensa. Pero éstos, liberados ya de su problema y cegados por su avaricia, le contestaron: "¡Vete de nuestra ciudad!, ¿o acaso crees que te pagaremos tanto oro por tan poca cosa como tocar la flauta?". Y dicho esto, los orondos prohombres del Consejo de Hamelín le volvieron la espalda profiriendo grandes carcajadas. Furioso por la avaricia y la ingratitud de los hamelineses, el flautista, al igual que hiciera el día anterior, tocó una dulcísima melodía una y otra vez, insistentemente. Pero esta a vez no eran los ratones quienes le seguían, sino los niños de la ciudad quienes, arrebatados por aquel sonido maravilloso, iban tras los pasos del extraño músico.
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Cogidos de la mano y sonrientes, formaban una gran hilera, sorda a los ruegos y gritos de sus us padres que en vano, entre sollozos de desesperación, intentaban impedir que siguieran al flautista. Nada lograron y el flautista se los llevó lejos, muy lejos, tan lejos que nadie supo adónde, y los niños, al igual que los ratones, nunca jamás volvieron volvieron.. En la ciudad sólo quedaron sus opulentos habitantes y sus bien repletos graneros y bien provistas despensas, protegidas por sus sólidas murallas y un inmenso manto de silencio y tristeza. Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta desier y vacía ciudad de Hamelín, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño. FIN
4) El Príncipe Y El Mendigo Erase un principito curioso que quiso un día salir a pasear sin escolta. Caminando por un barrio miserable de su ciudad, descubrió a un muchacho de su estatura que era en todo exacto a él. -¡Sí ¡Sí que es casualidad! - dijo el príncipe-.. Nos parecemos como dos gotas de agua. -Es Es cierto - reconoció el mendigo-.. Pero yo voy vestido de andrajos y tú te cubres de sedas y terciopelo. Sería feliz si pudiera vestir durante un instante la ropa que llevas tú. Entonces el príncipe,, avergonzado de su riqueza, se despojó de su traje, calzado y el collar de la Orden de la Serpiente, cuajado de piedras preciosas. -Eres exacto a mí - repitió el príncipe, que se había vestido, en tanto, las ropas del mendigo. Pero en aquel momento llegó la guardia buscando al personaje y se llevaron al mendigo vestido en aquellos momentos con los ropajes de príncipe. El príncipe corría detrás querien queriendo do convencerles de su error, pero fue inútil. Contó en la ciudad quién era y le tomaron por loco. Cansado de proclamar inútilmente su identidad,, recorrió la ciudad en busca de trabajo. Realizó las faenas más duras, por un miserable jornal. Era ya mayor, cu cuando estalló la guerra con el país vecino. El príncipe, llevado del amor a su patria, se alistó en el ejército, mientras el mendigo que ocupaba el trono continuaba entregado a los placeres. Un día, en lo más arduo de la batalla, el soldadito fue en busca del general. Con increíble audacia le hizo saber que había dispuesto mal sus tropas y que el difunto rey, con su gran estrategia estrategia,, hubiera planeado de otro modo la batalla. - ¿Cómo sabes tú que nuestro llorado monarca lo hubiera hecho así? Porque se ocupó de enseñarme cuanto sabía. Era mi padre. Aquella noche moría el anciano rey y el mendigo ocupó el trono. Lleno su corazón de rencor por la miseria en que su vida había transcurrido, empezó a oprimir al pueblo, ansioso de riquezas. Y mientras tanto, el ver verdadero dadero príncipe, tras las verjas del palacio, esperaba que le arrojasen un pedazo de pan. 7
El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una na herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas. -Es Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó exclamó el general. Comprendió entonces que la persona que ocupaba el trono no era el verdadero rey y, con su au autoridad,, ciñó la corona en las sienes de su auténtico dueño. El príncipe había sufrido demasiado y sabía perdonar. El usurpador no recibió más castigo que el de trabajar a diario. Cuando el pueblo alababa el arte de su rey para gobernar y su gran generosidad generosid él respondía: Es gracias a haber vivido y sufrido con el pueblo por lo que hoy puedo ser un buen rey. FIN
5) El traje del Emperador Hubo una vez un emperador que era muy presumido, sólo pensaba en comprarse vestidos. Tenía un grupo muy numeroso de sastres que constantemente le hacían nuevos ropajes, porque deseaba ser el emperador mejor vestido de todos los reinos del mundo. Cierto día llegaron al palacio imperial dos pícaros muchachos, pidiendo ser recibidos por su majestad. Decían que eran unos af afamados amados sastres que venían de lejanas tierras. El emperador, al conocer la noticia, les hizo pasar inmediatamente. - Majestad, hemos traído una tela que es una maravilla -dijo dijo uno de los pícaros. les s gusta mucho - No la pueden ver los ignorantes, pero a los inteligentes le dijo el otro. El emperador se entusiasmó con lo que decían y pidió a los falsos sastres que le comenzaran inmediatamente un vestido con aquella tela, que enseñaría a todo el mundo. Los pícaros pidieron para los gastos grandes sumas de dinero y joyas valiosísimas. Hacían creer que cortaban y cosían el vestido, cuando, en realidad, no cosían nada. Y aquellos que lo veían, para que no les llamaran ignorantes, decían que era un vestido muy original. Llegó el día en que el emperador fue a probarse el famoso vestido. Cuando se lo presentaron quedó admirado. ¡No veía el vestido! Y para que sus súbitos no pensaran que no era inteligente, decidió disimular. Todo el pueblo esperaba que pasara el emperador, ya que tenía gran curiosidad sobre cómo sería e ell majestuoso ropaje. Entonces apareció el emperador. Iba caminando desnudo ante el asombro de todos. Un gran silencio se hizo en la calle, pero nadie dijo nada para que no se le llamara ignorante. Sólo un niño, con su inocencia, dijo: - ¡Mirad, mirad, el emperador mperador va desnudo!
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Ante esto, todo el mundo dijo lo mismo y el emperador sintió mucha vergüenza. Fue un día triste para él, Aprendió una gran lección: LO IMPORTANTE IMPOR EN ESTA VIDA NO SON LOS RO ROPAJES, PAJES, SINO SER SINCERO EN TODO LO QUE HACES. FIN
6) El Bosque Encantado Había una vez, un bosque bellísimo, con muchos árboles y flores de todos colores que alegraban la vista a todos los chicos que pasaban por ahí. Todas las tardes, los animalitos del bosque se reunían para jugar. Los conejos, hacían una carrera entre ellos para ver quién llegaba a la meta.. Las hormiguitas hacían una enorme fila para ir a su hormiguero. Los coloridos pájaros y las brillantes mariposas se posaban en los arbustos. Todo era paz y tranquilidad. Hasta que... Un día, los animalitos escucharon escu ruidos, pasos extraños y se asustaron muchísimo, porque la tierra empezaba a temblar.De pronto, en el bosque apareció un brujo muy feo y malo, encorvado y viejo, que vivía en una casa abandonada, era muy solitario, por eso no tenía ni familiares ni amigos, tenía la cara triste y angustiada, no quería que nadie fuera feliz, por eso... Cuando escuchó la risa de los niños y el canto de los pájaros, se enfureció de tal manera que grito muy fuerte y fue corriendo en busca de ellos.Rápidamente, tocó con su varita mágica al árbol, y este, después de varios minutos, empezó a dejar caer sus hojas y luego a perder su color verde pino. Lo mismo hizo con las flores, el césped, los animales y los niños. Después de hacer su gran y terrible maldad, se fue riendo, y mientras lo hacía repetía: ¡Nadie tendrá vida mientras yo viva!Pasaron varios años desde que nadie pisaba ese oscuro y espantoso lugar, hasta que una paloma llegó volando y cantando alegremente, pero se asombró muchísimo al ver ese bosque, que alguna vez había sido hermoso, lleno de niños que iban y venían, convertido en un espeluznante bosque. - ¿Qué pasó aquí?... Todos perdieron su color y movimiento... movimiento Está muy tenebroso ¡Cómo si fuera de noche!... Tengo que hacer algo para que éste bosque vuelva a hacer er el de antes, con su color, brillo y vida... A ver, ¿Qué puedo hacer? y después de meditar un rato dijo: ¡Ya sé!La paloma se posó en la rama seca de un árbol, que como por arte de magia, empezó a recobrar su color natural y a moverse muy lentamente. Desp Después ués se apoyó en el lomo del conejo y empezaron a levantarse sus suaves orejas y, poco a poco, pudo notarse su brillante color gris claro. Y así fue como a todos los habitantes del bosque les fue devolviendo la vida. Los chicos volvieron a jugar y a reír ot otra ra vez, ellos junto a los animalitos le dieron las gracias a la paloma, pues, fue por ella que volvieron a la vida. La 9
palomita, estaba muy feliz y se fue cantando.¡Y vino el viento y se llevó al brujo y al cuento! FIN
7) Los Siete Cabritillos En una bonita casa del bosque vivía mamá cabra con sus siete cabritillos. Una mañana mamá cabra le dijo a sus hijos que tenía que ir a la ciudad a comprar y de forma insistente les dijo: "Queridos hijitos, ya sabéis que no tenéis que abrirle la puerta a nadie. V Vosotros osotros jugad y no le abráis a nadie". "¡Sí mamá. No le abriremos a nadie la puerta." La mamá de los cabritillos temía que el lobo la viera salir y fuera a casa a comerse a sus hijitos. Ella, preocupada, al salir por la puerta volvió a decir: "Hijitos, cerrar cer la puerta con llave y no le abráis la puerta a nadie, puede venir el lobo." El mayor de los cabritillos cerró la puerta con llave. Al ratito llaman a la puerta. "¿Quién es?", dijo un cabritillo. "Soy yo, vuestra mamá", dijo el lobo, que intentaba imit imitar ar la voz de la mamá cabra. "No, no, tú no eres nuestra mamá, nuestra mamá tiene la voz fina y tú la tienes ronca." El lobo se marchó y fue en busca del huevero y le dijo: "Dame cinco huevos para que mi voz se aclare." El lobo tras comerse los huevos tuvo una voz más clara. De nuevo llaman a la puerta de las casa de los cabritillos. "¿Quién es?". "Soy yo, vuestra mamá." "Asoma la patita por debajo de la puerta." Entonces el lobo metió su oscura y peluda pata por debajo de la puerta y los cabritillos dijeron dijeron:: "¡No, no! tú no eres nuestra mamá, nuestra mamá tiene la pata blanquita." El lobo enfadado pensó: "Qué listos son estos cabritillos, pero se van a enterar, voy a ir al molino a pedirle al molinero harina para poner mi para muy blanquita." Así lo hizo el lobo y de nuevo fue a casa de los cabritillos. "¿Quién es?", dice un cabritillo. "Soy yo, vuestra mamá." "Enseña la patita por debajo de la puerta." El lobo metió su pata, ahora blanquita, por debajo de la puerta y todos los cabritillos dijeron: "¡Sí, sí! Es nuestra mamá, abrid la puerta." Entonces el lobo entró en la casa y se comió a seis de los cabritillos, menos a uno, el más pequeño, que se había escondido en la cajita del reloj. El lobo con una barriga muy gorda salió de la casa hacia el río, bebió agua a y se quedó dormido al lado del río. Mientras tanto mamá cabra llegó a casa. Al ver la puerta abierta entró muy nerviosa gritando: "¡Hijitos, dónde estáis! ¡Hijitos, dónde estáis!". Una voz muy lejana decía: "¡Mamá, mamá!". "¿Dónde estás, hijo mío?". "Estoy stoy aquí, en la cajita del reloj." La mamá cabra sacó al menor de sus hijos de la cajita del reloj, y el cabritillo le contó que el lobo había venido y se había comido a sus seis hermanitos. La mamá cabra le dijo a su hijito que cogiera hilo y una aguja, y juntos salieron a buscar al lobo. Le encontraron durmiendo
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profundamente. La mamá cabra abrió la barriga del lobo, sacó a sus hijitos, la llenó de piedras, luego la cosió y todos se fueron contentos. Al rato el lobo se despertó: "¡Oh ¡ ¡Qué sed me ha dad dado o comerme a estos cabritillos!". Se arrastró por la tierra para acercarse al río a beber agua, pero al intentar beber, cayó al río y se ahogó, pues no podía moverse, ya que su barriga estaba llena de muchas y pesadas piedras. Al legar a casa, la mamá regañ regañó ó a los cabritillos diciéndoles que no debieron desobedecerla, pues mira lo que había pasado. FIN.
8) El Honrado Leñador Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el rio, se le cayó el hacha al agua. Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Cómo me ganare el sustento ahora que no tengo hacha? Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador: Espera, buen hombre: traeré tu hacha. Se hundió ndió en la corriente y poco después reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se sumergió la ninfa, para reaparecer después con otra hacha de plata. Tampoco es la mía dijo el afligido leñado leñador. Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro. ¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía! Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y te mereces un premio. FIN.
9) El Granjero Bondadoso Un anciano rey tuvo que huir de su país asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado y hambriento, llegó a una granja solitaria, en medio del país enemigo, donde solicitó asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el granjer granjero o se lo concedió de la mejor gana. No contento con ofrecer una opípara cena al caminante, le proporcionó un baño y ropa limpia, además de una confortable habitación para pasar la noche. Y sucedió que, en medio de la oscuridad, el granjero escuchó una plegaria plega musitada en la habitación del desconocido y pudo distinguir sus palabras:
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-Gracias, Gracias, Señor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme ay ayudado. El generoso granjero preparó un espléndido desayuno para su huésped y cuando éste se marchaba, hasta le entregó una bolsa con monedas de oro para sus gastos. Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se pro-metió recompensar al hombre si algún día recobraba el trono. Algunos meses después estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo labriego, al que concedió un título de nobleza y colmó de honores. Además, fiando en la nobleza de sus sentimientos, le con consultó sultó en todos los asuntos delicados del reino. FIN
10)El Campesino Y El Diablo Érase una vez un campesino ingenioso y muy socarrón, de cuyas picardías mucho habría que contar. Pero la historia más divertida es, sin duda, cómo en cierta ocasión consiguió jugársela al diablo y hacerle pasar por tonto. El campesinito, un buen día en que había estado labrando sus tierras y, habiendo ya oscurecido, se disponía a regresar a su casa, descubrió en medio de su campo un montón de brasas encendidos. Cuando, asombrado, se acercó a ellas, se encontró sentado sobre las ascuas a un diablillo negro. -¡De ¡De modo que estás sentado sobre un tesoro! -dijo el campesinito. -Pues sí -respondió respondió el diablo diablo-,, sobre un tesoro en el que hay más oro y plata de lo que hayas podido ver en toda tu vida. -Pues Pues entonces el tesoro me pertenece, porque está en mis tierras -dijo el campesinito. -Tuyo será -repuso repuso el diablo diablo-,, si me das la mitad de lo que produzcan tus campos durante dos años. Bienes y dinero tengo de sobra, pero ahora me apetecen a los frutos de la tierra. El campesino aceptó el trato. -Pero Pero para que no haya discusiones a la hora del reparto -dijo-,, a ti te tocará lo que crezca de la tierra hacia arriba y a mí lo que crezca de la tierra hacia abajo. Al diablo le pareció bien esta propuesta, pero resultó que el avispado campesino había sembrado remolachas. Cuando llegó el tiempo de la cosecha apareció el diablo a recoger sus frutos, pero sólo encontró unas cuantas hojas amarillentas y mustias, en tanto que el campesinito, con g gran ran satisfacción, sacaba de la tierra sus remolachas.
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-Esta Esta vez tú has salido ganando -dijo el diablo-,, pero la próxima no será así de ningún modo. Tú te quedarás con lo que crezca de la tierra hacia arriba, y yo recogeré lo que crezca de la tierra hacia a abajo. -Pues Pues también estoy de acuerdo -contestó el campesinito. Pero cuando llegó el tiempo de la siembra, el campesino no plantó remolachas, sino trigo. Cuando maduraron los granos, el campesino fue a sus tierras y cortó las repletas espigas a ras de tierr tierra. a. Y cuando llegó el diablo no encontró más que los rastrojos y, furioso, se precipitó en las entrañas de la tierra. -Así Así es como hay que tratar a los pícaros -dijo dijo el campesinito; y se fue a recoger su tesoro. FIN
11)La Liebre Y La Tortuga En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga. - ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándos burlándose e de la tortuga. Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre: - Estoy segura de poder ganarte una carrera - ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre. - Sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera. La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes. Confiada en su ligereza, eza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar. Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso ispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse. Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta. Salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había ganado la carrera! Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza confianz es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
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Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos. FIN.
12)El Caballo Y El Asno Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo: - Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida. El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo: - ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la p piel del asno encima! "Cada vez que no tienes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo".
13)La Zorra Y Las Uvas En una mañana de otoño, mientras una zorra descansaba scansaba debajo de una plantación de uvas, vio unos hermosos racimos de uvas ya maduras, delante de sus ojos. Deseosa de comer algo refrescante y distinto de lo que estaba acostumbrado, la zorra se levantó, se remangó y se puso manos a la obra para comer llas uvas. Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para alcanzarlos. Saltó, saltó, pero sus dedos no conseguían ni tocarlos. Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aun así, la zorra no se dio por vencida Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían estar cada vez más altas y lejanas. Cansada por el esfuerzo y sintiéndose imposibilitada de conseguir alcanzar las uvas, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Las uvas estaban demasiado altas y la zorra sintió una profunda frustración. Agotada y resignada, la zorra decidió dió renunciar a las uvas.
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Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir alcanzar las uvas, uv la zorra se dirigió al pájaro y le dijo: - Yo hubiera conseguido alcanzar las uvas si ellas estuvieran maduras. Me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, he preferido desistir de alcanzar alcanzarlas. las. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío. Y fue así que la zorra siguió su camino, intentando convencerse de que no fue por su falta de esfuerzo que ella no había comido aquellas riquísimas uvas. uv Y sí porque estaban verdes.
14)La Lechera La hija de un granjero llevaba un recipiente lleno de leche a vender al pueblo, y empezó a hacer planes futuros: - Cuando venda esta leche, compraré trescientos huevos. Los huevos, descartando los que no nazcan, me darán al menos doscientos pollos. Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el mejor vestido para asistir a las fiestas. Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno a uno. Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche al suelo,, regando su contenido. Y así todos sus planes acabaron en un instante. Moraleja: No seas ambiciosa de mej mejor or y más próspera fortuna, que vivirás ansiosa sin que pueda saciarte cosa alguna. No anheles impaciente el bien futuro, mira que ni el presente está seguro.
15)Los Hijos Del Labrador Los dos hijos de un labrador vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada vez que había una riña, ellos dejaban de hablarse. La concordia parecía algo imposible entre entr los dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una dificultad mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.
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Para poner un fin a esta situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y les trajeran ajeran un manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leños. Y otra pelea se armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que les dijo: - Ahora, junten todos las var varas, as, las amarren muy fuerte con una cuerda y veamos quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas al mismo tiempo. Y así lo intentaron los dos chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron fácilmente. - ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como el haz de varas, será invencibles ante la adversidad; pero si están divididos serán vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño daño. Y los tres se abrazaron. "La unión hace la fuerza"
16)La Zorra Y El Leñador Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra. El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba lla a cabaña donde se había escondido. Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra. La zorra al verlos marcharse, salió sin decir nada. Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no lle e daba las gracias, a lo que la zorra respondió: --Te Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo. No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
17)El León Y El Ratón Después de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando se estaba quedando dormido, unos ratones se atrevieron a salir de su madriguera y se pusieron a jugar a su alrededor. De pronto, el más travieso tuvo la ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo despertó. Muy malhumorado por ver su
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siesta interrumpida, el león atrapó al ratón entre sus garras y dijo dando un rugido: -¿Cómo ¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte para que aprendáis la lección!El ratón, tón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando: - Por favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me dejas te estaré eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me necesites. - ¡Ja, ja, ja! – Se rió el león mirándole - Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma va a ayudarme? e? ¡No me hagas reír! Pero el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y su valentía, le dejó marchar. Unos días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles. Rápidamente corrió hacia lugar de donde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que había quedado atrapado en una robusta red.. El ratón, decidido a pagar su deuda, le dijo: - No te preocupes, yo te salvaré. Y el león, sin pensarlo le contestó: - Pero cómo, si eres tan pequeño para tanto esfuerzo. El ratón empezó entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león, y el león pudo salvarse. El ratón le di dijo: - Días atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos. El león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos fueron amigos para siempre.
18)El Hombre Y La Culebra Un hombre, pasando por un monte, encontró una culebra que ciertos pastores habían atado al tronco de un árbol, y, compadeciéndose de ella, la soltó y calentó. Recobrada su fuerza y libertad, la culebra se volvió contra el hombre y se enroscó fuertemente en su cuello. El hombre, sorprendido, le dijo: - ¿Qué haces? ¿Por qué me pagas tan mal? Y ella respondió: - No hago sino obedecer las leyes de mi instinto. Entretanto pasó una raposa, a la que los litigan litigantes tes eligieron por juez de la contienda. - Mal podría juzgar - exclamó la zorra -,, lo que mis ojos no vieron desde el comienzo. Hay que reconstruir los hechos. Entonces el hombre ató a la serpiente, y la zorra, después de comprobar lo sucedido, pronunció su fallo. Ahora tú - dirigiéndose al hombre, le dijo -:: no te dejes llevar por corazonadas, y tú - añadió, dirigiéndose a la serpiente -, si puedes escapar, vete. MORALEJA: Atajar al principio el mal, procura; si llllega ega a echar raíz, tarde se cura. cur
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El avariento
Cierto hombre ávaro vendió cuanto poseía y convirtió su precio en oro, el cual enterró en un lugar oculto; y teniendo todo su ánimo y su pensamiento puesto en el tesoro, iba diariamente a visitarlo, lo que observado por otro hombre fue a aquel sitio, desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el ávaro vino según costumbre a visitar su tesoro, vio desenvuelta la tierra, y que lo habían robado, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo los extremos que hacía aquel hombre, se llegó a él, y después de informarse de la causa de su dolor, le dijo: ¿Por qué te entristeces tanto por haber perdido un oro que tenías como si no lo poseyeras? Toma una piedra y entiérrala, figurándote que es oro, una vez que tanto te servirá ella como te e servía ese oro que nunca hacías uso. MORALEJA: De nada sirve poseer una cosa, si no se disfruta.
20)El León Y La Zorra Un león, en otro tiempo poderoso, ya viejo y achacoso, en vano perseguía hambriento y fiero al mamón becerrillo y al cordero, que, trepando por la áspera montaña, huían libremente de su saña. Afligido del hambre a par de muerte, discurrió su remedio de est esta a suerte: Hace correr la voz de que se hallaba enfermo en su palacio y deseaba ser de los animales visitado. Acudieron algunos de contado: mas como el grave mal que le postraba era un hambre voraz, tan sólo usaba la receta exquisita de engullirse al Monsieur Monsie de la visita. Acércase la zorra, de callada, y a la puerta asomada atisba muy despacio la entrada de aquel cóncavo palacio. El león la divisa, y al momento le dice: "¡Ven acá; pues que me siento en el último instante de mi vida! Visítame, como otros, mi querida." "¿Cómo otro? ¡Ah, señor! He conocido que entraron sí, pero que no han salido. ¡Mirad, mirad la huella, bien claro lo dice ella! Y no es bien el entrar do no se sale." MORALEJA: La prudente cautela mucho vale.
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El Peso De La Nada
Dime: ¿cuánto pesa un copo de nieve? , preguntó un gorrión a una paloma. Nada de nada, le contestó. Entonces debo contarte algo maravilloso, dijo el gorrión: Estaba yo posado en la rama de un abeto, cerca de su tronco, cuando empezó a nevar. No era una fuerte nevada nii una ventisca furibunda. Nada de eso. Nevaba como si fuera un sueño, sin nada de violencia. Y como yo no tenía nada mejor que hacer, me puse a contar los copos de nieve que se iban asentando sobre los tallitos de la rama en la que yo estaba. Los ccopos opos fueron exactamente 3.741.952. Al caer el siguiente copo de nieve sobre la rama que, como tú dices, pesaba nada de nada, la rama se quebró. Dicho esto, el gorrión se alejó volando. Y la paloma, toda una autoridad en la materia desde la época de Noé, quedó qu cavilando sobre lo que el gorrión le contara y al final se dijo: Tal vez esté faltando la voz de una sola persona para que en este mundo tenga lugar la paz.
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Los Dos Lobos
Un anciano Cherokee contaba a su nieto acerca de la lucha que se desarrollaba dentro ntro de sí mismo. Ésta era entre dos lobos... "Uno es diabólico: iracundo, lujurioso, arrogante, mentiroso, falso predicador, vanidoso, resentido, ladrón, abusador y asesino. El otro es bueno: pacífico, amoroso, sereno, humilde, generoso, compasivo, fiel, bondadoso, benevolente y honesto". El nieto, después de unos minutos de reflexión, preguntó a su abuelo: "¿Y qué lobo ganará?" El anciano Cherokee simplemente respondió: "El que yo alimente".
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Aguanta un poco más... (Anónimo)
Se cuenta que una vez en Inglaterra, existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de esas tiendas era una en donde vendían vajillas antiguas. En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita. “¿Me permite ver esa taza?” Preguntó la señora, “¡nunca he visto nada tan fino como eso!” En cuanto tuvo en sus manos la taza, escuchó que la tacita comenzó a hablar. - Usted no entiende – Yo no siempre he sido esta tasa que usted está sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era solo un montón de barro. Mi creador me tomo entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente. Luego llegó el momento en que me desesperé y le grité: “Por favor”... Ya déjame en paz... Pero mi amo sólo me sonrió y me dijo: ...”Aguanta un poco más, todavía no es tiempo.” Después me puso en un horno. Yo nunca había sentido tanto calor... Me pregunté por qué mi amo querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi amo que me decían: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...” Finalmente se abrió la puerta, mi amo me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. “Así está mucho mejor”...Me dije a mi misma, pero apenas me había refrescado, cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintando. El olor a la pintura era horrible...”Sentía que me ahogaría”.....”Por favor detente...”le gritaba yo a mi amo; pero él solo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...” Al fin mi amo dejó de pintarme; pero, esta vez me tomó y me metió nuevamente en otro horno... No era un horno como el primero; sino que era mucho más caliente... Ahora sí estaba segura que me sofocaría... Le rogué, y le imploré a mi amo que me sacara... Grité, lloré; pero mi creador sólo me miraba diciendo “Aguanta un poco más, todavía no es tiempo” En ese momento me di cuenta que no había esperanza... Nunca lograría sobrevivirá ese horno... Justo cuando estaba a punto de darme por vencida se abrió la puerta y mi amo me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta quela primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara. Después de una hora de haber salido del segundo horno, mi amo me dio un espejo y me dijo: “Mírate” “¡Esta eres tú!” ¡Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! Lo que veía era hermoso. Mi amo nuevamente me dijo:
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“Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos; pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado. Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente te hubieras estrellado. También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado tu vida no tendría color. Y si no te hubiera puesto en el segundo horno, no hubieras sobrevivido sobrevivid mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras. ¡”Ahora tú eres un producto terminado!” “¡Eres lo que imaginé cuando te comencé a formar!”.
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Asamblea En La Carpintería (Anónimo)
Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y además se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto. En eso entró el carpintero, sse e puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente la tosca madera inicial se convirtió en un lindo mueble. Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el Carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad ilidad de nuestros puntos buenos La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo ca capaz paz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. No Ocurre lo mismo con los seres humanos?
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Observa y lo comprobarás. Cuando el ser humano busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, cuando tratamos con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es ahí donde florecen los mejores logros humanos. Es fácil encontrar defectos. Cualquier tonto puede hacerlo, Pero encontrar cualidades, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
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La Abeja Haragana
Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo. Era, pues, una abeja haragana. Todas las mañanas apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir, y así se lo pasaba todo el día mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas. Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas, con gran experiencia de la vida y tienen el lomo pelado porque han perdido todos los pelos al rozar contra la puerta de la colmena. Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole: -Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar. La abejita contestó: -Yo ando todo el día volando, y me canso mucho. -No es cuestión de que te canses mucho -respondieron-, sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos. Y diciendo así la dejaron pasar. Pero la abeja haragana no se corregía. De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia le dijeron: -Hay que trabajar, hermana. Y ella respondió en seguida: -¡Uno de estos días lo voy a hacer! -No es cuestión de que lo hagas uno de estos días -le respondieron-, sino mañana mismo. Acuérdate de esto. Y la dejaron pasar.
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Al anochecer siguiente se repitió la misma cosa. Antes de que le dijeran nada, la abejita exclamó: -¡Si, sí, hermanas! ¡Ya me acuerdo de lo que he prometido! -No es cuestión de que te acuerdes de lo prometido -le respondieron-, sino de que trabajes. Hoy es diecinueve de abril. Pues bien: trata de que mañana veinte, hayas traído una gota siquiera de miel. Y ahora, pasa. Y diciendo esto, se apartaron para dejarla entrar. Pero el veinte de abril pasó en vano como todos los demás. Con la diferencia de que al caer el sol el tiempo se descompuso y comenzó a soplar un viento frío. La abejita haragana voló apresurada hacia su colmena, pensando en lo calentito que estaría allá adentro. Pero cuando quiso entrar, las abejas que estaban de guardia se lo impidieron. -¡No se entra! -le dijeron fríamente. -¡Yo quiero entrar! -clamó la abejita-. Esta es mi colmena. -Esta es la colmena de unas pobres abejas trabajadoras le contestaron las otras-. No hay entrada para las haraganas. -¡Mañana sin falta voy a trabajar! -insistió la abejita. -No hay mañana para las que no trabajan- respondieron las abejas, que saben mucha filosofía. Y diciendo esto la empujaron afuera. La abejita, sin saber qué hacer, voló un rato aún; pero ya la noche caía y se veía apenas. Quiso cogerse de una hoja, y cayó al suelo. Tenía el cuerpo entumecido por el aire frío, y no podía volar más. Arrastrándose entonces por el suelo, trepando y bajando de los palitos y piedritas, que le parecían montañas, llegó a la puerta de la colmena, a tiempo que comenzaban a caer frías gotas de lluvia. -¡Ay, mi Dios! -clamó la desamparada-. Va a llover, y me voy a morir de frío. Y tentó entrar en la colmena. Pero de nuevo le cerraron el paso. -¡Perdón! -gimió la abeja-. ¡Déjenme entrar! -Ya es tarde -le respondieron. -¡Por favor, hermanas! ¡Tengo sueño! -Es más tarde aún. -¡Compañeras, por piedad! ¡Tengo frío! -Imposible. -¡Por última vez! ¡Me voy a morir! Entonces le dijeron: -No, no morirás. Aprenderás en una sola noche lo que es el descanso ganado con el trabajo. Vete. Y la echaron. Entonces, temblando de frío, con las alas mojadas y tropezando, la abeja se arrastró, se arrastró hasta que de pronto rodó por un agujero; cayó rodando, mejor dicho, al fondo de una caverna. Creyó que no iba a concluir nunca de bajar. Al fin llegó al fondo, y se halló bruscamente ante una víbora, una culebra verde de lomo color ladrillo, que la miraba enroscada y presta a lanzarse sobre ella. En verdad, aquella caverna era el hueco de un árbol que habían trasplantado hacía tiempo, y que la culebra había elegido de guarida. 23
Las culebras comen abejas, que les gustan mucho. Por eso la abejita, al encontrarse ante su enemiga, murmuró cerrando los ojos: -¡Adiós mi vida! Esta es la última hora que yo veo la luz. Pero con gran sorpresa suya, la culebra no solamente no la devoró sino que le dijo: -¿qué tal, abejita? No has de ser muy trabajadora para estar aquí a estas horas. -Es cierto -murmuró la abeja-. No trabajo, y yo tengo la culpa. -Siendo así -agregó la culebra, burlona-, voy a quitar del mundo a un mal bicho como tú. Te voy a comer, abeja. La abeja, temblando, exclamo entonces: -¡No es justo eso, no es justo! No es justo que usted me coma porque es más fuerte que yo. Los hombres saben lo que es justicia. -¡Ah, ah! -exclamó la culebra, enroscándose ligero -. ¿Tú crees que los hombres que les quitan la miel a ustedes son más justos, grandísima tonta? -No, no es por eso que nos quitan la miel -respondió la abeja. -¿Y por qué, entonces? -Porque son más inteligentes. Así dijo la abejita. Pero la culebra se echó a reír, exclamando: -¡Bueno! Con justicia o sin ella, te voy a comer, apróntate. Y se echó atrás, para lanzarse sobre la abeja. Pero ésta exclamó: -Usted hace eso porque es menos inteligente que yo. -¿Yo menos inteligente que tú, mocosa? -se rió la culebra. -Así es -afirmó la abeja. -Pues bien -dijo la culebra-, vamos a verlo. Vamos a hacer dos pruebas. La que haga la prueba más rara, ésa gana. Si gano yo, te como. -¿Y si gano yo? -preguntó la abejita. -Si ganas tú -repuso su enemiga-, tienes el derecho de pasar la noche aquí, hasta que sea de día. ¿Te conviene? -Aceptado -contestó la abeja. La culebra se echó a reír de nuevo, porque se le había ocurrido una cosa que jamás podría hacer una abeja. Y he aquí lo que hizo: Salió un instante afuera, tan velozmente que la abeja no tuvo tiempo de nada. Y volvió trayendo una cápsula de semillas de eucalipto, de un eucalipto que estaba al lado de la colmena y que le daba sombra. Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto. -Esto es lo que voy a hacer -dijo la culebra-. ¡Fíjate bien, atención! Y arrollando vivamente la cola alrededor del trompito como un piolín la desenvolvió a toda velocidad, con tanta rapidez que el trompito quedó bailando y zumbando como un loco. La culebra se reía, y con mucha razón, porque jamás una abeja ha hecho ni podrá hacer bailar a un trompito. Pero cuando el trompito, que se había quedado dormido zumbando, como les pasa a los trompos de naranjo, cayó por fin al suelo, la abeja dijo: -Esa prueba es muy linda, y yo nunca podré hacer eso. -Entonces, te como -exclamó la culebra. -¡Un momento! Yo no puedo hacer eso: pero hago una cosa que nadie hace. 24
-¿Qué es eso? -Desaparecer. -¿Cómo? -exclamó la culebra, dando un salto de sorpresa-. ¿Desaparecer sin salir de aquí? -Sin salir de aquí. -¿Y sin esconderte en la tierra? -Sin esconderme en la tierra. -Pues bien, ¡hazlo! Y si no lo haces, te como en seguida - dijo la culebra. El caso es que mientras el trompito bailaba, la abeja había tenido tiempo de examinar la caverna y había visto una plantita que crecía allí. Era un arbustillo, casi un yuyito, con grandes hojas del tamaño de una moneda de dos centavos. La abeja se arrimó a la plantita, teniendo cuidado de no tocarla, y dijo así: -Ahora me toca a mí, señora culebra. Me va a hacer el favor de darse vuelta, y contar hasta tres. Cuando diga "tres", búsqueme por todas partes, ¡ya no estaré más! Y así pasó, en efecto. La culebra dijo rápidamente:"uno..., dos..., tres", y se volvió y abrió la boca cuán grande era, de sorpresa: allí no había nadie. Miró arriba, abajo, a todos lados, recorrió los rincones, la plantita, tanteó todo con la lengua. Inútil: la abeja había desaparecido. La culebra comprendió entonces que si su prueba del trompito era muy buena, la prueba de la abeja era simplemente extraordinaria. ¿Qué se había hecho?, ¿dónde estaba? No había modo de hallarla. -¡Bueno! -exclamó por fin-. Me doy por vencida. ¿Dónde estás? Una voz que apenas se oía -la voz de la abejita- salió del medio de la cueva. -¿No me vas a hacer nada? -dijo la voz-. ¿Puedo contar con tu juramento? -Sí -respondió la culebra-. Te lo juro. ¿Dónde estás? -Aquí -respondió la abejita, apareciendo súbitamente de entre una hoja cerrada de la plantita. ¿Qué había pasado? Una cosa muy sencilla: la plantita en cuestión era una sensitiva, muy común también aquí en Buenos Aires, y que tiene la particularidad de que sus hojas se cierran al menor contacto. Solamente que esta aventura pasaba en Misiones, donde la vegetación es muy rica, y por lo tanto muy grandes las hojas de las sensitivas. De aquí que al contacto de la abeja, las hojas se cerraran, ocultando completamente al insecto. La inteligencia de la culebra no había alcanzado nunca a darse cuenta de este fenómeno; pero la abeja lo había observado, y se aprovechaba de él para salvar su vida. La culebra no dijo nada, pero quedó muy irritada con su derrota, tanto que la abeja pasó toda la noche recordando a su enemiga la promesa que había hecho de respetarla. Fue una noche larga, interminable, que las dos pasaron arrimadas contra la pared más alta de la caverna, porque la tormenta se había desencadenado, y el agua entraba como un río adentro. Hacía mucho frío, además, y adentro reinaba la oscuridad más completa. De cuando en cuando la culebra sentía impulsos de lanzarse sobre la abeja, y ésta creía entonces llegado el término de su vida. 25
Nunca, jamás, creyó la abejita que una noche podría ser tan fría, tan larga, tan horrible. Recordaba su vida anterior, durmiendo noche tras noche en la colmena, bien calentita, y lloraba entonces en silencio. Cuando llegó el día, y salió el sol, porque el tiempo se había compuesto, la abejita voló y lloró otra vez en silencio ante la puerta de la colmena hecha por el esfuerzo de la familia. Las abejas de guardia la dejaron pasar sin decirle nada, porque comprendieron que la que volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un duro aprendizaje de la vida. Así fue, en efecto. En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban: -No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola vez de mi inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, sí hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos -la felicidad de todos- es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja. Horacio Quiroga.
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La Casa Encantada (Anónimo)
Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Inca-paz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensaren otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a tener su conversación con el anciano. Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una fiesta de fin de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño. -Espéreme un momento –Suplicó-, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. 26
Ya no se sintió sorprendida cuando el ca caminito minito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamada. -Dígame –dijo ella-,, ¿se vende esta casa? -Sí –respondió respondió el hombre hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma! -Un fantasma –repitió repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿y quién es? -Usted –dijo dijo el anciano y cerró suavemente la puerta.
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El Asno Y El Perrito (Relato Popular)
Un hombre poseía un perrito y un asno. El perrito era muy inteligente y juguetón; el asno, muy trabajador, aunque un tanto torpe. El perrito era, en verdad, sumamente gracioso y gran compañero de su amo, que le adoraba. Cuando el hombre salía de la casa, siempre, al regresar, le traía alguna golosina, pues le alegraba ver cómo el animalito daba grandes saltos para sacarle de las manos. Celoso de tal predilección, el simple del burro díjose un dí día,, sin disimular su envidia. - ¡Le Le premia por verle mover la cola, y por unos cuantos saltos le colma de caricias! ¡Pues yo haré lo mismo mismo!! Se acercó saltando y, sin querer, le dio una tremenda coz a su dueño, quien, furioso, le condujo para atarle al pesebre. peseb Moraleja Asume tu papel con optimismo: No todos sirven para hacer lo mismo.
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Las Dos Ranas (Anónimo hindú)
He aquí una rana que había vivido siempre en un mísero y estrecho pozo, donde había nacido y habría de morir. Pasó cerca de allí otra rana que había vivido siempre en el mar. Tropezó y se cayó en el pozo. -¿De dónde vienes? -preguntó preguntó la rana del pozo. -Del mar. -¿Es grande el mar? -Extraordinariamente Extraordinariamente grande, inmenso. La rana del pozo se quedó unos momentos muy pensativa y luego preguntó: -¿Es ¿Es el mar tan grande como mi pozo? -¡Cómo ¡Cómo puedes comparar tu pozo co con el mar! Te digo que el mar es excepcionalmente grande, descomunal. Pero la rana del pozo, fuera de sí por la ira, aseveró: -Mentira, Mentira, no puede haber nada más grande que mi pozo; ¡nada! ¡Eres una mentirosa y ahora mismo te echaré de aquí!
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El Loco
En el jardín de un hospicio conocí a un joven de rostro pálido y hermoso, allí internado. Y sentándome junto a él sobre el banco, le pregunté -¿Por ¿Por qué estás aquí? Me miró asombrado y respondió: -Es Es una pregunta inadecuada; sin emba embargo, rgo, contestaré. Mi padre quiso hacer de mí una reproducción de sí mismo; también mi tío. Mi madre deseaba que fuera la imagen de su ilustre padre. Mi hermana mostraba asu esposo navegante como el ejempl ejemplo perfecto fecto a seguir. Mi hermano pensaba que debía ser como él, un excelente exce atleta. Y mis profesores, como el doctor de filosofía, el de música a y el de lógica, ellos también fueron terminantes, y cada uno quiso que fuera el reflejo de sus propios rostros en un espejo. Por eso vine a este lugar. Lo encontré más sano. Al menos puedo ser yo mismo. 28
Enseguida se volvió hacia mí y dijo: -Pero dime, ¿te condujeron a este lugar la educación y el buen consejo? -No, soy un visitante -respondí. -Oh -añadió el- tú eres uno de los que vive en el hospicio del otro lado de la pared. Gibrán Jalil Gibrán.
30)
El pez y la tortuga (Anónimo hindú)
Amanecía. Los primeros rayos del sol se reflejaban en las aguas azules del mar de Arabia. Una tortuga salía de su sueño profundo y se desperezaba en la playa. Abrió los ojillos y, de repente, vio un pez que sacaba la cabeza del agua. Cuando el pez se percató de la presencia de la tortuga, le preguntó: -Amiga tortuga, presiento que hay sabiduría en tu corazón y quiero hacerte una pregunta: ¿qué es el agua? La tortuga no repuso al instante. No podía creer lo que le estaba preguntando aquel pez que estaba cerca de ella. Cuando se dio cuenta de que no estaba durmiendo y el suceso no era parte de un sueño, repuso: -Amigo pez, has nacido en el agua, en el agua estás viviendo y en el agua hallarás la muerte. Alrededor de tu cuerpo hay agua y agua hay dentro de tu cuerpo. Te alimentas de lo que en el agua encuentras y en el agua te reproduces. ¡Y tú, pez necio, me preguntas qué es el agua!
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El zorro que aprovechó el poder del tigre (Anónimo chino)
Un tigre apresó a un zorro. -A mí no me puedes comer -dijo el zorro-. El Emperador del Cielo me designó rey de todos los animales. Si me comes, el Emperador te castigará por desobedecer sus órdenes. Y si no me crees, ven conmigo. Verás cómo todos los animales huyen apenas me ven y nadie se acerca. El tigre accedió a acompañarlo y apenas los otros animales los veían llegar, escapaban. El tigre creyó que temían al zorro y no se daba cuenta que escapaban por él.
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El Ciempiés Bailarín
Jimmy el ciempiés, vivía cerca de un hormiguero. Su gran afición era bailar. Tenía unas patitas ágiles como las plumas. Le encantaba subirse encima del hormiguero y empezar a taconear. Jimmy cantaba: ¡Ya está aquí, el mejor, el más grande bailaor! Era muy molesto oír tantos pies, retumbando y retumbando sobre el techo del hormiguero. Las hormigas asustadas salían para ver lo que ocurría. El ciempiés seguía cantando: ¡Ya está aquí, e ell mejor, el más grande bailaor! ¡Otra vez Jimmy! decía: la hormiga jefe. ¡No No podemos trabajar, ni dormir! ¡No puedes des irte a otro sitio a bailar! La hormiga jefe ordenó a su tropa de hormigas que llevaran a Jimmy a otro lugar. ¡No, hormiga jefe! ¡Ya me voy! Dijo Jimmy. Jimmy se acercó a la casa asa del señor topo. Se puso al lado de la topera y vuelta a taconear. Seguía con su canción: ¡Ya está aquí, e ell mejor, el más grande bailaor! El señor topo enfadado, salió y le dijo: ¡Ji ¡Jimmy, mmy, estoy ciego pero no sordo! ¿No puedes ir a otro sitio a bailar bailar? Jimmy estaba un poco triste, porque en todas partes molestaba. Cogió sus maletas y se marchó de allí. Empezó a caminar y caminar, hasta que estaba tan cansado que no tuvo más remedio que descansar. Se quedó dormido bajo un árbol. Cuando despertó al día siguiente, uiente, estaba en un campo lleno de flores. ¡Este será mi nuevo hogar! : dijo el ciempiés. Tanto se entusiasmó Jimmy, que no se dio cuenta que un gran cuervo estaba justo encima de él, en el árbol. Jimmy se puso a taconear con tanta alegría que llamó la at atención ención del cuervo. El cuervo inclinó el cuello y vio a Jimmy taconeando. ¡Pobre Jimmy! El pájaro se lanzó sobre él, con gran rapidez. Abrió su bocaza y cogió al ciempiés. El ciempiés gritaba: ¡Socorro, socorro!. Un cazador, que andaba por allí, observo, al cuervo volando. No le gustaban mucho los cuervos, pues él creía que le daban mala suerte. Hizo un disparo al aire para asustarlo. El cuervo soltó al ciempiés. Al caer, el ciempiés se dio un gran batacazo.
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Esto le sirvió de lección. Aprendió a ser más resp responsable onsable y fijarse bien dónde se ponía a bailar. Buscó un lugar seguro y allí danzaba y bailaba. No molestaba a nadie ni a él, le molestaban. Así fue como el ciempiés empezó a ser respetado por todos. Marisa Moreno
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El Árbol Que Hablaba (Anónimo africano)
Había un lobo en la selva. Un día, cuando estaba afuera paseando, encontró a un árbol que tenía unas hojas que parecían caras de personas. Escuchó atentamente y pudo oír al árbol hablar. El lobo se asustó y dijo: -Hasta Hasta el día de hoy nunca me había enco encontrado ntrado con algo tan raro como un árbol hablante. Tan pronto como hubo dicho estas palabras, alguna cosa que no pudo ver lo golpeó y lo dejó inconsciente. No sabía durante cuánto tiempo había estado allí tendido en el suelo, pero cuando despertó estaba demasiado siado asustado para hablar. Se levantó inmediatamente y empezó a correr. El lobo estuvo pensando acerca de lo que le había ocurrido y se dio cuenta de que podía usar el árbol para su provecho. Se fue paseando de nuevo y se encontró a un antílope. Le contó lo del árbol que hablaba, pero el antílope no le creyó. -Ven y lo verás tú mismo -dijo el lobo- pero cuando llegues delante del árbol asegúrate de decir estas palabras: "Hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante". Si no las dices, morirás. El lobo y el antílope se acercaron hasta el árbol que hablaba. El antílope dijo: -Has Has dicho la verdad, lobo, hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante. Tan pronto como dijo e esto sto alguna cosa lo golpeó y lo dejó inconsciente. El lobo cargó con él a su espalda y se lo llevó a casa para comérselo. "Este árbol que habla solucionará todos mis problemas", pensó el lobo. "Si soy inteligente nunca más volveré a pasar hambre." Al día siguiente guiente el lobo estaba paseando como de costumbre. Al cabo de un rato se encontró con una tortuga. Le contó la misma historia que le había contado al antílope, y la llevó hasta el lugar. La tortuga se sorprendió cuando vio al árbol hablante.
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-No creía que esto fuera posible -dijo- hasta el día de hoy nunca me había encontrado con algo tan raro como un árbol hablante. Inmediatamente fue golpeada por algo que no pudo ver y cayó inconsciente. El lobo la arrastró hasta su casa y la puso en una olla. Pensó en hacer una estupenda sopa. El lobo estaba orgulloso de sí mismo. Después del antílope y la tortuga cazó un ave, un jabalí, y un ciervo. Nunca antes había comido mejor. Siempre usaba la misma estrategia. Contaba a sus presas que debían decir que nunca antes habían visto a un árbol hablar y que si no lo decían morirían. Todos ellos hicieron lo que el lobo les dijo y todos ellos quedaron inconscientes. Luego el lobo cargaba con ellos hasta su casa. Era un plan perfecto, él lo creía simple e infalible, y agradecía a las estrellas el hecho de haber encontrado a ese árbol. Esperaba comer como un rey durante el resto de su vida. Un día, que se sentía con algo de hambre, el lobo fue a pasear de nuevo. Esta vez se encontró con una liebre. El lobo le dijo: -Hermana liebre, he visto algo que tú no has visto desde el tiempo de tus antepasados. -Hermano mayor, ¿qué puede ser? -preguntó la liebre. -He visto un árbol que habla en la selva -dijo el lobo. Contó la misma historia de siempre a la liebre y se ofreció para llevarla a ver ese árbol hablante. Fueron juntos hasta el lugar. Cuando se acercaban al árbol el lobo le dijo: -No olvides lo que te he contado. -¿Qué me contaste? -preguntó la liebre. -Lo que debes decir cuando llegues junto al árbol, o si no , morirás -dijo el lobo. -¡Oh!, sí -dijo la liebre-. Y empezó a hablar con el árbol. -¡Oh!, árbol, ¡oh!, árbol -dijo-. Eres un árbol precioso. .No, esto no -dijo el lobo. -Perdona -dijo la liebre. Entonces habló de nuevo-. Árbol, ¡oh!, árbol, nunca pensé que pudieras ser tan maravilloso. -¡No, no! -dijo el lobo- no un árbol precioso, un árbol hablante. Te dije que tenías que decir que nunca habías visto antes a un árbol hablante. Tan pronto como hubo dicho estas palabras, el lobo cayó inconsciente. La liebre se fue andando y mirando hacia el árbol y el lobo. Luego sonrió: -Entonces, este era el plan del señor Lobo -dijo-. Se pensaba que este lugar era un comedero y yo su comida. La liebre se marchó y contó a todos los animales de la selva el secreto del árbol que hablaba. El plan del lobo fue descubierto, y el árbol, sin herir a nadie, continuó hablando solo.
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Doña Tomasa Y Pedrito
El primer día de clase que Doña Tomasa se enfrentó a sus alumnos de quinto grado, les dijo que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera fila sentado estaba Pedrito, un niño antisocial, con una actitud intolerable, que siempre andaba sucio y todo despeinado. El año anterior, Doña Tomasa había tenido a Pedrito en una de sus clases. Doña Tomasa veía a Pedrito como un niño muy antipático. A ella siempre le daba mucho gusto poder marcar con lápiz rojo todo el trabajo que Pedrito entregaba, con una "F". En la escuela donde Doña Tomasa enseñaba se requería revisar el archivo de historia de cada alumno y el de Pedrito fue el último que ella revisó. Cuando ella empezó a leer el archivo de Pedrito, se encontró con varias sorpresas. La maestra de Pedrito de primer grado había escrito: "Pedrito es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios". Él hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. “Es un placer tenerlo en mi clase". La maestra de segundo grado: "Pedrito es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros, pero últimamente muestra tristeza porque su mamá padece de una enfermedad incurable". La maestra de tercer grado: "La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él" Pedrito trata de hacer lo mejor que puede pero sin interés”. Tampoco el papá demuestra ningún interés en la educación de Pedrito. “Si no se toman pasos serios, estova afectar la vida de Pedrito". La maestra del cuarto grado: "Pedrito no demuestra interés en la clase”. Después de leer todo esto, Doña Tomasa sintió vergüenza por haber juzgado a Pedrito sin saber las razones de su actitud. Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de Navidad envueltos en fino papel, con excepción del regalo de Pedrito, que estaba envuelto con un cartón de la tienda. Doña Tomasa abrió todos los regalos y cuando abrió el de Pedrito, todos los alumnos se rieron al ver lo que se encontraba dentro. En el cartón había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al que le faltaban algunas de las piedras preciosas. Para suprimir las risas de sus alumnos, ella se puso inmediatamente aquel brazalete y se puso un poco del perfume en cada muñeca. Ese día Pedrito se quedó después de clases y le dijo a la maestra: "Doña Tomasa, hoy usted huele como mi mamá”. Después que todos se marcharon, Doña Tomasa se quedó llorando por una hora. Desde ese día ella cambió su método. En vez de enseñar solo lectura, escritura y aritmética, escogió enseñar a los niños. Doña Tomasa empezó a ponerle más atención a Pedrito. Ella notaba que mientras más ánimos le daban a Pedrito, con más entusiasmo reaccionaba él. Al final del año, Pedrito se convirtió en él más aplicado de la clase, y a pesar de que Doña Tomasa había dicho el primer día declase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Pedrito era su preferido.
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Pasaron seis años y Doña Tomasa recibió una nota de Pedrito, la cual decía que se había graduado de la secundaria y que había terminado en tercer lugar. También le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido. De ahí pasaron tres años cuando Doña Tomasa volvió a recibir noticias de Pedrito. Esta vez, él le escribió que se le había hecho muy difícil pero que muy pronto se graduaría de la universidad con honores, y le aseguro a Doña Tomasa que todavía ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida. Pasaron tres años más cuando Doña Tomasa vuelve a saber de Pedrito. En esta carta él le explicaba que había adquirido su título y que había decidido seguir su educación. En esta carta Pedrito también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida. Esta vez la carta estaba firmada con "Dr. Pedro Altamira". Bueno, la historia no termina ahí. En la primavera, Doña Tomasa volvió a recibir una carta de Pedrito donde le explicaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si Doña Tomasa podría asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio. También le explicaba que su papá había fallecido varios años atrás. Claro que Doña Tomasa acepto con mucha alegría, ¿y saben que hizo? El día de la boda, ella se puso aquel brazalete sin brillantes que Pedrito le había regalado y también el perfume que la mamá de Pedrito usaba. Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: “Doña Tomasa, gracias por haber creído en mí”. “Gracias por haberme hecho sentir que yo era importante y que podía salir adelante con éxito”. Doña Tomasa, con lágrimas en los ojos, le respondió: "Pedro, estás equivocado. Tú fuiste el que me enseño que yo podía hacer algo especial, solo con interesarme genuinamente. “¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti!". Anónimo
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La Flor Más Bonita
Se cuenta que allá para el año 250 A.C., en la China antigua, un príncipe de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una competencia entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su propuesta. Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su
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joven hija tenía un sentimiento profundo de amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó: "¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura" Y la hija respondió: "No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz" Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el desafío: "Daré a cada una de ustedes una semilla. Aquella que me traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz de China" La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean: costumbres, amistades, relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no tendría que preocuparse con el resultado. Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su amor era más profundo. Por fin, pasaron los seis meses y nada había brotado. Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y hora acordadas sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos. En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una escena tan bella. Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas, una a una, anunció su resultado: Aquella bella joven con su vaso vacío sería su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó: "Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles.”
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El Viento Y El Sol
El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte El viento decía: ¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú. Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento, cada vez con más fuerza, hasta ser casi un ciclón, pero cuanto más soplaba tanto más se envolvía el hombre en la capa. Por fin el viento se calmó y se declaró vencido. Y entonces salió el sol y sonrió benignamente sobre el anciano. No pasó mucho tiempo hasta que el anciano, acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa. El sol demostró entonces al viento que la suavidad y el amor de los abrazos son más poderosos que la furia y la fuerza.
Esopo (600 AC).
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Espero que hayan disfrutado la lectura de esta esta maravillosa colecci贸n. Expreso Expreso mis profundos anhelos que esta colecci贸n hay haya aya sido iluminadora y que ella haya contribuido a su desarrollo espiritual. espiritual. Dios Los Bendiga, Queridos amigos. amigos.
Tu amigo: Willam Toledo.
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BibliografĂa: Cuentos y fabulas infantiles - Monografias.com http://www.doslourdes.net/cuentos-en-la-red.htm (cuentos infantiles)
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