No eres bienvenido la pastilla roja extracto

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NO ERES BIENVENIDO Coodinador: David Rozas


Primera edición: Junio, 2013 Título: No eres bienvenido. © 2013 La Pastilla Roja. © Miguel Aguerralde con Un lugar llamado Medianoche © Raelana Dsagan con Honeybrook © Alberto Guerrero Corral con Louis T. Clark, Investigador Paranormal: Picket Falls © A.M. Caliani con Los niños del molino © Daniel P. Espinosa con Inns Town © So Blonde con Widow’s Island © David Pardo con Siempre vuelven para el juicio © Uriska Serrano con Bleedy Hills © Macu Marrero con El Abono © Francis Cuevas con Familia © David Rozas Genzor con Holy Moon © Alicia Pérez Gil con Alimañas © Santiago Sánchez Pérez con Bienvenido a Hafra © De la portada Néstor Allende © Del prólogo Raúl Ansola © Diseño y maquetación: James Crawford Publishing

Queda prohibido, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual. Todos los demás derechos están reservados.




Este libro está dedicado a aquellos que creyeron que los sueños se cumplen y que de un modo u otro, con sus palabras y sus actos, me convencieron de ello… A Anika Lillo, por haber despertado al monstruo. Al foro Somos Leyenda, por una vida llena de aventuras y buenos momentos. A Fernando Martínez Gimeno, por mostrarnos el camino a seguir. A Macu Marrero, hermana de batalla, por luchar a nuestro lado y no dar su brazo a torcer. A Carmen Cabello, por sus sabios consejos y su apoyo incondicional. A Daniel Y Silvia, por ser los mejores padres adoptivos del mundo. A Mónica Mateo Manzano, por estar siempre ahí, sin esperar nada a cambio. Y por supuesto a ti, querido lector, por confiar en nosotros… Athman M Charles, Editor de La Pastilla Roja



ÍNDICE Prólogo por Raúl Ansola .................................... 13 Miguel Aguerralde Un lugar llamado Medianoche ....................... 17 Raelana Dsagan Honeybrook ...................................................... 47 Alberto Guerrero Corral Louis T. Clark, Investigador Paranormal: Picket Falls ..................................................................... 65 A.M. Caliani Los niños del molino ....................................... 93 Daniel P. Espinosa Inns Town ....................................................... 121 So Blonde Widow’s Island................................................ 139


David Pardo Siempre vuelven para el juicio ...................... 163 Uriska Serrano Bleedy Hills ...................................................... 187 Macu Marrero El Abono ......................................................... 211 Francis Cuevas Familia .............................................................. 227 David Rozas Genzor Holy Moon ...................................................... 249 Alicia Pérez Gil Alimañas ........................................................... 311 Santiago Sánchez Pérez Bienvenidos a Hafra ....................................... 337 Biografías ............................................................. 357




Prólogo Bienvenido, número catorce. Sí, no hace falta que lo leas dos veces, no se trata de un error. Bienvenido. No te dejes engañar por el cartel que has visto en la entrada, que no te sugestione su aureola de advertencia. En verdad estamos deseando acogerte en nuestras calles, cuya sempiterna neblina, lejos de abrumarte, debería convencerte del encanto que se esconde tras cada esquina, los misterios y secretos que habitan esperándote tras cada grito ahogado bajo el manto de nuestra silenciosa calma. Son muchos los caminos que conducen a nuestra humilde población. Algunos se inician en autopistas de tráfico constante, viajeros que transitan de aquí para allá refugiados en el anonimato de la multitud. Otros parten de carreteras secundarias que abandonan la vía principal para adentrarse en recorridos solitarios, paisajes áridos de nulo interés para el ojo que no sabe mirar con atención. No importa la ubicación de los primeros pasos de tu itinerario, sea cual sea tu punto de partida, necesariamente habrás tenido que avanzar por el único sendero que acaba, ya que nunca comienza, aquí. Habrás visto, a tu paso, restos de huesos, algún que otro coche abandonado, animales carroñeros que te habrán seguido con una mirada ansiosa. Corrígeme si me equivoco, aunque lo dudo. No eres el primero que ha llegado explicándonos lo que ha visto. No serás el último. Que no te intimide el impresionante historial de este comité de bienvenida que aguarda expectante tu llegada. Que las páginas que configuran las biografías de nuestros trece habitantes estén plagadas de nombres propios cuyos finales se produjeron de maneras terribles, en no pocos casos inimaginables, no debería privarte del placer de su compañía. Pronto descubrirás que, aunque cada uno tiene un estilo diferente, una personalidad única, 13 La Pastilla Roja


a todos les une un único deseo, que no es otro que el de hacer que tu estancia entre nosotros sea inolvidable. Es probable que hayas escuchado muchas historias sobre esta comunidad que formamos. No negaremos que somos conscientes de la gran cantidad de leyendas que circulan sobre hechos que se supone que sucedieron aquí, en el mismo lugar, nunca el mismo, nunca distinto, en el que te estamos esperando. Sabes tan bien como nosotros que estas narraciones moteadas de sangre y miedo beben más de leyendas transmitidas al amparo de la luz de las velas que de hechos acontecidos bajo el yugo de la verdad. Siempre hay una arista de realidad en cada historia, no negaremos tal efecto, pero siempre hay una parte de inventiva originada por la evidente alteración de una historia narrada por gente que no estuvo allí. A fin de cuentas, ¿acaso pueden hablar los muertos? No podemos garantizar que despejes incógnitas sobre la veracidad de las historias que han llegado a tus oídos, no es tal nuestro cometido. Lo que te ofrecemos es nuestra versión de los hechos, tan válida como cualquier otra, tampoco es nuestra intención confirmar o desmentir habladurías. Así, los relatos que parecen ciertos seguirán sin serlo del todo, como aquellas narraciones increíbles se ajustarán con una precisión endemoniada a los hechos que las inspiraron. Despójate de equipajes y supersticiones numéricas baldías, no te van a hacer falta, y disfruta de nuestra hospitalidad. Acomódate, siéntete como en casa, ya que aunque estés lejos de ella, permítenos el atrevimiento de considerar esta morada como tu nuevo hogar. No te preocupes por venir sin compañía, pronto la encontrarás aquí, de lo más especial y diversa, el tedio o la monotonía serán dos palabras que pronto desaparecerán de tu vocabulario. Para siempre. Si la candidez de este recibimiento no es suficiente, si tu exigencia reclama más pruebas de la motivación de nuestras 14 La Pastilla Roja


palabras, que este gesto nimio pero significativo decline la balanza de tu incertidumbre. Verás que te hemos reservado un lugar en el que podrás descansar del viaje que te ha traído hasta nosotros. Es un espacio cómodo, tranquilo y habilitado para que te instales en él tan pronto como creas conveniente. El trámite es bien sencillo. Inscribe tu nombre justo aquí, en el mármol, a modo de rúbrica, encima de la fecha de hoy. De lo demás, ya nos encargaremos nosotros. Ahí. Así. Muy bien. Perfecto, ya eres uno de nosotros, uno de los nuestros. Bienvenido. Ahora escucha lo que te tenemos que explicar. Raúl Ansola

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Miguel Aguerralde

Miguel Aguerralde

Un lugar llamado Medianoche 1 Existe un pueblo en la 517 llamado Midnight. Es apenas una pequeña ciudad enclavada entre los bosques y los lagos del norte, un lugar silencioso, pero no en el sentido de tranquilo o calmo, sino en el de callado, quedo. Las lechuzas y las coníferas parecen guardar secretos impenetrables, pero es ahí donde he conseguido adentrarme. He encontrado el misterio que oculta el silencio de Midnight, he dado con la manera de abrir la puerta al Diablo. Esta enigmática estupidez es el primer párrafo, el comienzo del libro “Un lugar llamado Midnight”; el manuscrito de mi hermano Mike, el afamado escritor Michael Cunnhill, que llegó por correo a mi casa la semana pasada. Llevo desde entonces intentando descifrar qué significa, y por qué me llega ahora, ya que mi hermano Mike despareció sin dejar huella hace ya cinco años. Bueno, perdón, las presentaciones. Mi nombre es Jack, Jack Cunnhill, y acabo de salir de cierto tiempo de reclusión en un instituto psiquiátrico. Sí, nadie es perfecto, yo me dedicaba al transporte de mercancías, nada demasiado estimulante, por cierto. Tuve un accidente, abusé de las pastillas... En fin, no recuerdo demasiado porque esta temporada a la sombra ha confundido un poco más mis impresiones del pasado. Los doctores dicen que estoy preparado para afrontar el futuro, al menos es un voto de aliento, pero de cómo he llegado aquí... También dicen que es mejor que no me esfuerce por recordar. Ahora vuelvo a casa y recibo este manuscrito mal encuadernado que me ofrece la primera pista de lo que le sucedió 17 La Pastilla Roja


Un lugar llamado Medianoche

a mi hermano. No me queda otra decisión que tomar que ir a buscarle. 2 Los mapas del estado que he podido consultar dibujan Midnight como una mota entre Bright Falls y Silent Hill, no es una región que me guste visitar. El espejo retrovisor del Dodge refleja mi gorra de los Cubs demasiado ajada y a la vez demasiado indispensable, la necesito para ocultar las consecuencias físicas del accidente, las calvas en el cuero cabelludo, la piel quemada del lado izquierdo de la cara. Sé que mi aspecto resulta fiero y desagradable, y no soporto que la gente se me quede mirando o que cuchicheen tras reconocer mis cicatrices. Un simple gorra, sí, mientras los médicos deciden si es posible injertarme tanta piel como para volver a parecer una persona. El cielo azul se oscurece mientras conduzco hacia el norte, quizá demasiado pronto, no lo sé, hace mucho tiempo que no salgo de viaje. Las montañas se recortan contra el velo trufado de estrellas y las ramas de coníferas se cierran anudando los bosques como madejas de sombras retorcidas. El ulular del viento entre las hojas me saluda cuando paso el letrero que anuncia mi llegada al pueblo de Midnight. Una carretera empinada bordea la colina bajo los cables de teléfono y los postes de luz, aunque sólo algunas de las farolas funcionan, y me lleva hasta un puente elevado de refuerzos de acero que cruza el Pleasant River. Al otro lado desemboco en una avenida silenciosa y amplia, que como tantas otras arterias principales de pueblos de Estados Unidos recibe el nombre de Main Street. Bajo el letrero que la define encuentro un lugar llamado Elegance Barber Shop. Detengo el Dodge y entro. Un hombre

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Miguel Aguerralde

cano y de avanzada edad que barre un hatillo de cabello cortado me mira por encima de sus gafas redondas y sin montura. ─¿Qué se le ofrece, viajero? Estaba a punto de cerrar. ─¿Cómo ha sabido que voy de paso? ─Bueno, usted no es de por aquí. Conozco a todo el mundo en Midnight, llevo rasurando caballeros desde antes de que usted naciera. ─Bien, en ese caso es más que probable que sepa usted algo de mi hermano. El barbero deja de barrer y me mira sonriente. ─Vaya, eso depende de quién sea usted. Acto seguido deja el cepillo a un lado y se acerca a la puerta, baja a la mitad la verja de metal y se enciende un cigarrillo de los que guarda en un arrugado paquete en el bolsillo de su camisa. ─Intuyo que no va a cortarse el pelo. ─No ─sonrío─. Busco a mi hermano, Michael Cunnhill. Tengo razones para pensar que haya estado por aquí. El hombre emite un tosido. Cuando se recupera señala al cigarrillo. ─Esto me matará, lo sé. ─Por eso yo fumo. ─Mucho mejor ─se lleva la mano a la cabeza y se rasca la coronilla─. A ver… Cunnhill, debió ser hace bastante tiempo, porque, la verdad, no lo recuerdo. ─Hará cosa de cinco años. ─Cinco años... Bueno, quizá su hermano no era de los que se cortan mucho el pelo, ¿eh? El barbero me guiña un ojo y yo sonrío, su comentario me hace recordar que antes de salir de casa había cogido algo. ─Vea, tengo una fotografía ─le digo, sacando de mi cartera una imagen de mi hermano. Se la tiendo y él la coge con dedos curiosos. 19 La Pastilla Roja


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