Adviento ver

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La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hasta llegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote. Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres precristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.


Nueva realidad:

Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte." En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo. Las ramas de verde perenne recuerdan Jesús es la luz eterna. En los países fríos se escogen ramas de los árboles que no pierden sus hojas en el invierno, para simbolizar que Dios no cambia. El círculo nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno. Recordamos la larga espera de la Humanidad que, cayendo en pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió de Dios la promesa y los profetas la mantenían viva en los corazones. Nosotros, por el bautismo, estamos llamados a ser profetas y anunciar el reino de Dios. Es así que nosotros, en Cristo, somos luz.


CORONA DE ADVIENTO


ADVIENTO es una palabra latina. Quiere decir VENIDA, LLEGADA. Tiempo de preparaci贸n para la venida de Jesucristo. Abarca cuatro semanas antes de Navidad. Tiene su origen en una tradici贸n pagana europea que consist铆a en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios Sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno.


Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. En este Adviento prepara la “Corona de Adviento”, pero no sólo en tu casa como un signo externo, sino más bien en lo más profundo de tu ser. Sólo así tiene sentido.


La corona está formada por una gran variedad de símbolos: La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.

Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.


Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas de la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.


Se acostumbra usar diferentes colores: una morada, una roja, una rosa y una blanca. blanca Hay quienes acostumbran poner tres velas moradas y una rosa o blanca. Se prenden primero las moradas que nos recuerdan que es tiempo de penitencia, de conversión. La blanca o rosa significa la alegría de la llegada de Jesucristo. Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal. El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.


Oración para bendecir la Corona: Señor Dios, bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos al Reino de los Cielos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén. La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús. Amén.


Oraciones para encender las velas de la corona PRIMER DOMINGO: La primera vela será la luz de mi alegría y mi sonrisa. La ofreceré a todos, sin distinción, generosamente y por propia iniciativa. Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primera semana del Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú nos traes la luz más clara, la paz más profunda, y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús! ¡Ven, Señor Jesús!


SEGUNDO DOMINGO: La segunda vela será la luz de mi plegaria sencilla y sincera. Ofreceré mi oración al Señor. Miraré el mundo, el país, mi barrio, mi familia con afecto y comprensión. Miraré al Señor llevándole el vistazo que he echado al mundo y le rogaré con mi oración que mire Él con su bondad al mundo entero. La súplica de una bendición de Dios. Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto... La humanidad entera se estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne. Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas, y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!


TERCER DOMINGO: La tercera vela será la luz de mi perdón. Tenderé mi mano a todos para que me perdonen. He faltado de pensamiento, palabra, obra y omisión. Tenderé mi mano para ofrecer reconciliación y perdón. Me dice Jesús: “Si tú quieres que Dios te perdone, debes ser capaz de perdonar”... Y en estas situaciones es más grande el que da que el que recibe. En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! Preparad sus caminos, porque ya se acerca. Adornad vuestra alma como una novia que se engalana el día de su boda. Ya llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos con tu luz, caliéntanos en tu amor.


CUARTO DOMINGO: La cuarta vela será la luz de mi cariño. Repartiré buenas palabras, gestos amables como pan sabroso, como la pizca de sal que le dan buen sabor a la vida. Que mi intención sea amar, porque Dios nos amó primero. Que mi actitud sea amar, porque donde hay verdadero amor, allí está Dios, porque Dios es amor. Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en Ella, como el grano de trigo se siembra en el surco. Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!


PLEGARIA BREVE PARA REPETIR CADA DOMINGO: Jesús, ven entre nosotros. Nosotros queremos compartir tu venida. Nosotros queremos recibirte. Nosotros esperamos que nos traigas tu luz, tu paz, tu amor. Amén. Y cuando llegue la Navidad habrá luz en las casas y en los corazones, se habrán transformado mentes y voluntades. Y después... ¡Seguirá siendo Navidad!


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