Texto completo de la Misa católica y meditaciones diarias Adviento 2017
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¿Ves tú lo que yo veo?
En este ejemplar: Volumen 37, Número 1, Adviento 2017
¿Ves tú lo que yo veo? ¿Ves tú lo que Dios ve? Dijo la brisa nocturna al corderito...
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¿Ves tú lo que María ve? Qué hacer para ver los planes de Dios
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Oremos con María y el ángel
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¿Qué ves tú? Lo que nos muestra el Espíritu Santo
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Meditaciones diarias Del 3 al 31 de diciembre
página 23 Artículos especiales Sorprendido por la fraternidad Un ministro bautista me ayudó a ser un mejor sacerdote en la Marina Por el padre Lucas Dundon
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¡Nuestros capellanes necesitan ayuda!
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¿Puede usted ayudarnos, querido lector? El escándalo de ser católico Una reflexión para el Adviento Por Mons. Peter Magee Estados Unidos y Puerto Rico Tel 1 (800) 638-8539 Tel (301) 874-1700 Fax (301) 874-2190
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Queridos hermanos en Cristo:
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ienvenidos al Adviento 2017, y a un nuevo Año Litúrgico, durante el cual la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la vida, obra, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, el Salvador del mundo. Nuestro Padre celestial, en su divina sabiduría y amor eterno, sabe que somos olvidadizos y que, muchas En esta época de preparación para el gran acontecimiento de la Natividad del Señor hay muchas cosas buenas que vemos y oímos, como nos lo enseñan los artículos que publicamos en esta edición.
veces, nos dejamos llevar por lo que vemos, oímos y sentimos más que por lo que sabemos o creemos. ¡Este es precisamente uno de los graves problemas del ser humano en los últimos siglos! Las imágenes que vemos y escuchamos en la televisión, o la internet o el celular (muchos de los cuales son medias verdades o tienen abiertamente tonalidades anticristianas y antirreligiosas) ejercen un gran efecto en nuestro entendimiento de la sociedad actual y, por qué no decirlo, de nosotros mismos. Lo inmediatamente visible y palpable adquiere un 2 | La Palabra Entre Nosotros
mayor peso que las creencias o las verdades que hemos atesorado por mucho tiempo en aspectos de moral y espiritualidad. Pero, no seamos pesimistas. No todo lo que se ve es malo. De hecho, en esta época de preparación para el gran acontecimiento de la Natividad del Señor hay muchas cosas buenas que vemos y oímos, como nos lo enseñan los artículos que publicamos en esta edición. Si lo que vemos y oímos está dirigido a la profundización de la fe y el entendimiento cristiano, ¡es buenísimo!
Un testimonio y una reflexión. Aun cuando la Iglesia ha enseñado claramente acerca del llamado ecumenismo, es decir, la tendencia que procura lograr la unidad de las diversas confesiones cristianas, según el deseo del Señor (Juan 17, 23), muchos católicos y no católicos aún se miran con desconfianza. Con todo, allí donde hay un verdadero espíritu cristiano de fraternidad surge la paz, la solidaridad y la confianza, aun entre cristianos de distintas confesiones. El testimonio que figura en la página 52 nos habla de esto. Finalmente, concluimos la edición con una reflexión y exhortación dirigida a los católicos en general a ser
valientes, reafirmar y defender nuestra fe ante la fuerte corriente anticristiana y anticatólica que ha hecho su aparición ya hace tiempo en el escenario mundial. En esta época del año, el Adviento, es cuando las agrupaciones ateas y anticristianas se dedican más a contradecir, enlodar y anular (si fuera posible) la verdad de Jesucristo, Salvador del mundo. ¡No lo permitamos!
Unamos nuestras plegarias a nuestro Señor, con la intercesión de la Virgen María, para que esta Navidad y el Año nuevo que pronto comenzará sean llenos de bendiciones para todos los fieles, y especialmente para nuestros lectores. Luis E. Quezada Director Editorial editor@la-palabra.com
La Palabra Entre Nosotros • The Word Among Us
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“¿Ves tú lo que Dios ve?” 4 | La Palabra Entre Nosotros
Dijo la brisa nocturna al corderito . . .
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sí comienza el villancico de Navidad titulado Do you hear what I hear (¿Oyes tú lo que yo oigo?), muy conocido en países de habla inglesa. Cuando escuchamos este villancico cada mes de diciembre, generalmente se nos ocurre que se trata de oír, ver y saber lo que pasó aquella gloriosa noche en que nació el Niño Jesús. Pero no fue esa la intención principal de la pareja que compuso la canción. Noel Regney y su esposa, Gloria, compusieron este villancico en octubre de 1962, en medio de la crisis de los misiles en Cuba. Noel iba caminando por una calle en la ciudad de Nueva York pensando en el nuevo villancico que le habían encargado componer. Con la Unión Soviética y los Estados Unidos al borde de una guerra nuclear, todos los transeúntes se veían preocupados y nerviosos. Pero entonces, Noel vio que dos mamás iban paseando a sus bebés en cochecitos y luego recordó haber pensado: “Los angelitos se miraban el uno al otro y sonreían…De repente, algo extraordinario pasó, me sentí alegre y feliz.” Noel vio que los pequeñitos le recordaban a los corderitos, y ellos fueron la inspiración para el nuevo villancico. Así fue como, usando las imágenes navideñas de un corderito, un pastorcillo y un rey poderoso, él y su esposa pusieron música y vida a la súplica de paz, que vino en medio de la crisis de
los misiles en Cuba, y la situaron en la escena del pesebre de Belén. Gloria y Noel tenían razón. El tema de su composición —ver, oír y saber algo nuevo— puede ser una ayuda perfecta para encontrar la paz en esta temporada de Adviento. Y eso es precisamente lo que vamos a hacer. Pensemos que hay tres personas diferentes que nos preguntan: “¿Ves tú lo que yo veo?” Esas tres personas son Dios Padre, la Virgen María y el Espíritu Santo. ¿Qué fue lo que Dios vio cuando miró a su pueblo que estaba hundido en el pecado? ¿Qué fue lo que María vio cuando contempló a su hijito recién nacido? ¿Y qué ve el Espíritu Santo hoy, tanto en el corazón de los fieles como en el mundo que nos rodea? Mientras reflexionamos en esto, pidámosle al Señor que nos “ilumine la mente” (Efesios 1, 18) con una nueva luz, para que nos llenemos de su alegría y su paz. Adviento 2017| 5
Con los ojos de nuestro Padre. Cuándo Dios nos pregunta “¿Ves tú lo que yo veo?”, nos pide que procuremos observar el mundo con sus ojos de amor y piedad. Cuando él mira el mundo, ve una hermosa creación, que para él sigue siendo “muy buena” (Génesis 1, 31). El Padre disfruta contemplando el amanecer y escuchando el canto del oleaje en los océanos; se deleita admirando el colorido de las flores del campo y escuchando el trinar de las aves del cielo. Incluso paisajes que nos parecen tan inhóspitos, como la tundra congelada del Ártico o las arenas ardientes del Sahara, para él son fuente de un regocijo indescriptible. Pero no hay nada que le inspire mayor gozo y satisfacción al Padre que nosotros mismos, sus hijos. Como Padre amantísimo que es, se regocija en extremo cuando ve que nos tratamos bien unos a otros y trabajamos para construir un mundo mejor. Cuando ve cada uno de nuestros éxitos personales, los celebra y se enorgullece de nuestras nuevas conquistas. Él ve lo bueno que llevamos dentro, aunque nosotros mismos no lo veamos. Y cuando sufrimos por heridas o males, lo que más quiere hacer es consolarnos y ayudarnos a ponernos de pie una vez más. ¿Qué más ve el Padre? También ve todo el dolor y la violencia que azotan 6 | La Palabra Entre Nosotros
el mundo, y llora por eso. Las guerras que matan a miles de personas y desplazan a millones son una gran angustia para su corazón, y se llena de congoja cuando ve a cada persona solitaria, que vive en la pobreza, que pasa hambre o que padece alguna enfermedad dolorosa. Incluso percibe todas las pequeñas ofensas y heridas que cada cual experimenta en la vida. El Padre ve todo esto; lo percibe claramente y anhela tender la mano, a través de su amada Iglesia, a todos los que sufren.
Una estrategia inesperada. Es cierto que Dios disfruta de todo el bien que ve, pero también sufre por el mal, el dolor y la soledad que observa. Precisamente, el hecho de ver que sus hijos se debatían bajo el peso del pecado y de todos sus efectos fue lo que le movió a enviar a su Hijo unigénito al mundo. Pero al parecer Dios siguió una estrategia inesperada en la realización de su plan. Bien pudo él haber enviado a su Hijo para que naciera en una familia pudiente, o bien haberle dado su Hijo al sumo sacerdote de Israel y su esposa, o incluso al rey Herodes. ¡Esto parecería una buena idea! Así habría podido conseguir la atención de la gente más influyente de Israel, aquellos que pudieran difundir la noticia de un modo mucho más eficiente que cualquier ciudadano corriente.
Pidámosle a Dios que ilumine “los ojos de nuestro corazón” para que nos llenemos de su gozo y su paz. Esta estrategia sin duda nos parecería muy acertada a nosotros, pero no tenía cabida en los designios de Dios. El Padre decidió más bien enviar a su Hijo a una familia pobre de Nazareth, y no a una familia aristocrática de Jerusalén, y en lugar de un colchón de seda en una cama mullida, decidió poner heno en un comedero de animales. Además, en vez de cortesanos y criados que lo atendieran, llamó a humildes pastores y animales de ganado. Entonces, nos dijo: “Miren el comedero. ¿Ven ustedes lo que yo veo? Quise que mi Hijo naciera en la pobreza de un pesebre
para demostrar que estoy conectado con todos ustedes, sean ricos o pobres, sanos o enfermos, fuertes o débiles, porque los amo con amor eterno, y quiero que todos ustedes imiten la humildad de esta Sagrada Familia.”
Todos somos dignos. Al principio de su ministerio público, Jesús nos dijo exactamente lo mismo que había dicho su Padre: Que había venido a traer alivio a los pobres, libertad a los presos, vista a los ciegos y consuelo a los oprimidos (Lucas 4, 18). Los presos no son sólo aquellos que están tras las rejas de una cárcel, porque los razonamientos egoístas y Adviento 2017| 7
prepotentes, como los celos y los resentimientos, también nos encarcelan. Los ciegos no son sólo aquellos que han perdido la vista física, porque cualquiera de nosotros puede ser ciego frente al amor de Dios o a las necesidades de nuestros prójimos. Y los pobres no son siempre los que carecen de recursos monetarios, porque muchos hay que sufren heridas emocionales, que se sienten abandonados o espiritualmente áridos; es decir, carecen de los recursos necesarios para llevar una vida plena y sana. Jesús nos ve a todos, y se conduele de nuestros padecimientos. ¡Por eso quiso venir a salvarnos! Aquellos que se consideran “ricos” en sí mismos, atribuyen más valor a sus propios razonamientos que a la voluntad de Dios; atesoran sus prioridades más que las prioridades de Dios y no se consideran humildes ni necesitados del Señor. Pero lo más grave es que tienden a ser inconscientes de las necesidades de aquellos que son realmente humildes. Es como si en la posada de su corazón “no hubiera lugar” para Jesús. Pero Dios tiene un lugar especial en su corazón para cuantos se saben humildes y necesitados; tiene un lugar especial para quienes son realmente pobres y se debaten en las periferias. Y tiene una preocupación especial por aquellos que son económicamente 8 | La Palabra Entre Nosotros
pobres y los que se sienten emocionalmente o espiritualmente pobres. Así que no te descalifiques, hermano, si apenas puedes ver los aspectos de tu vida que te parecen sumidos en alguna especie de “pobreza”. Dios te ve y te conoce, incluso ve todos los atributos buenos y positivos que tú tienes y que le agradan, y también cada herida y pecado tuyo que le entristecen. El Señor está siempre cerca de ti; te conoce y siente cariño por ti. El Padre nunca te rechazará ni te despreciará. Por eso, si te parece que eres indigno de su amor, recuerda que no lo eres, pues él nos ama a todos con amor y misericordia. Dios nos dice: “¿Ves tú lo que yo veo? Toda persona es digna. Yo enaltecí tanto a los humildes pastores como a los poderosos reyes magos, y eso es exactamente lo que también hizo mi Hijo Jesús. Enalteció a la gente humilde, como la pecadora pública y los recaudadores de impuestos, y también a la gente influyente, como Jairo, el jefe de la sinagoga, o Juana, la esposa de Chuza, mayordomo de Herodes.”
Una visión provechosa. Cuando los pastores escucharon que los ángeles anunciaban la buena noticia del nacimiento de Cristo, inmediatamente dejaron sus ovejas y fueron corriendo a Belén. Cuando llegaron a donde estaba
Los pastores pudieron ver el mundo con el mismo sentido de amor, esperanza y compasión con que Dios lo ve. la Sagrada Familia, todo lo que vieron fue un pequeño bebé recostado en el pesebre. Externamente, no parecía tener nada especial ni diferente de otros recién nacidos. Pero el esfuerzo de los pastores fue recompensado, porque se les abrieron los ojos espirituales y pudieron ver que en este Bebé se cumplían el amor de Dios y su promesa de salvación. El Evangelio nos dice que los pastores respondieron con alegres alabanzas, con expresiones de asombro y con el ansia de contar a otros lo que habían visto (Lucas 2, 17-20). Así fue porque Dios les permitió ver el mundo con sus propios ojos, y ellos pudieron mirar el mundo con el mismo sentido
de amor, esperanza y compasión con que Dios lo ve. El Señor quiere agraciarnos del mismo modo, para que también podamos entender mejor su visión y su voluntad. En esta temporada de preparativos navideños, a veces nos encontramos tan atareados que apenas tenemos tiempo para sentarnos a pensar y mucho menos para hablar con el Señor. Pero el esfuerzo bien vale la recompensa. Si podemos dedicar apenas un momento cada día para dedicarlo al Señor, seremos bendecidos y comenzaremos a ver lo que Dios ve. Y esa visión cambiará nuestros razonamientos cuando celebremos la Natividad del Señor. ¢ Adviento 2017| 9
MEDITACIONES DICIEMBRE 3-9
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de diciembre, domingo Primer Domingo de Adviento Marcos 13, 33-37 Hoy es el Primer Domingo de Adviento y acabas de recibir una invitación que dice: “El Dios Altísimo solicita el honor de tu presencia con motivo de la entrada de su Hijo en este mundo. Este gran acontecimiento sin precedentes será seguido por una gozosa celebración en dos lugares: el cielo y la tierra. El evento tendrá lugar el 25 de diciembre, y se te exhorta a dedicar las próximas cuatro semanas a prepararte para las festividades.” ¡Bienvenido al Adviento, tiempo de esperanza y expectativa! Durante este mes, probablemente participarás en varias reuniones familiares, y seguramente volverás a repetir las tradiciones: comprar regalos, decorar el hogar, preparar cenas especiales, etc. Y para coronar todas estas celebraciones, el propio Jesucristo vendrá y te visitará. Tal vez no sepamos cuándo va a venir, pero sabemos que sin duda vendrá, pues él lo prometió. Ahora mismo está preparando dones especiales de gracia y bendición que te concederá a medida que abras tu corazón.
¿Qué tipo de regalos traerá? Principalmente, cosas que te harán recordar el amor del Padre; un nuevo sentido de esperanza cuando te toque enfrentar dificultades; un nuevo entendimiento y sabiduría, que puedes compartir con tus seres queridos; una sensación de libertad de la culpa, mientras depositas tus pecados y fallas a sus pies. Y, sobre todo, la paz y el gozo cuando él te asegura que te tiene grabado en la palma de su mano. ¡Así pues, acepta la invitación hoy día! Haz todo lo que tengas que hacer para mantenerte despierto y preparado para recibir a Jesús y sus regalos. Trata de dedicar un poco de tiempo a la oración diaria y leer la Escritura. Anda a confesarte de manera que puedas librarte de todo lo que obstaculice tu camino, para que recibas el amor y los dones del Señor. Jesús quiere celebrar contigo. Y te da todo un mes para prepararte. Paso a paso, día a día, puedes acercarte más al Señor, y sentir que él se acerca a ti también. “Amado Jesús, acepto con gusto tu invitación. Por tu Santo Espíritu y tu gracia, ayúdame a estar listo para recibirte cuando vengas el día de Navidad.” !
Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7 Salmo 80(79), 2-3. 15-16. 18-19 1 Corintios 1, 3-9
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de diciembre, lunes San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia Isaías 2, 1-5 En la forja, las chispas centellean al golpe del martillo; el horno arroja un calor abrasador; el choque de metal contra metal retumba en el aire. El herrero toma una espada y lentamente, con gran esfuerzo, la va fundiendo y martillándola en el yunque hasta formar la hoja de un arado. ¿Te recuerda esto el Adviento? Es la imagen que Isaías usó cuando profetizó acerca de la venida del Mesías, una profecía que habla de un Reino en el que ya no se necesitarán más espadas, porque esos instrumentos de guerra y armas de muerte se transformarían instrumentos de vida y paz. Todos tenemos ciertas espadas en la vida, “armas” que usamos para dañar a otros. Por ejemplo, el mal genio, que nos empuja a enojarnos y guardar rencores, o bien insultar o condenar sin pensarlo bien. El Señor quiere sacar de nosotros esas palabras dañinas y enseñarnos a pronunciar palabras de compasión y comprensión; quiere extirpar el mal genio de nosotros y transformar esa energía en actitudes de misericordia. Quiere ayudarnos a dar pasos firmes para hacer la paz en nuestras relaciones personales. Esta imagen de las espadas que se convierten en arados es una manera de 24 | La Palabra Entre Nosotros
explicar exactamente por qué Jesús se hizo hombre: para que abandonemos el afán destructivo del pecado, y cada cual llegue a ser una útil herramienta de paz. Pero la experiencia nos dice que esta transformación, de las espadas en arados, no se produce en forma automática. Es preciso cooperar con el Herrero divino, y empezar por entregarle nuestras espadas, para que él nos ayude a darles nueva forma. Esta es la razón por la cual el Sacramento de la Reconciliación es realmente vital. Así pues, hazte un examen de conciencia sin miedo de observar las “armas” que llevas en tu interior; por ejemplo, aquello que te ha herido a ti mismo o dañado a otras personas. Luego, anda a la Confesión. Dios desea perdonarte, sanarte y renovarte, para hacer de ti un experto en el arte de la paz, no de la guerra, y él puede tomar cualquier acto de arrepentimiento, el tiempo dedicado a la oración, cualquier sacrificio o acto de generosidad que hagas, y llenarlo de su gracia. “Padre amado, te entrego todas las armas ofensivas que tenga en mi interior para que me ayudes a transformarlas en instrumentos de paz.” !
Salmo 122(212), 1-9 Mateo 8, 5-11
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de diciembre, martes Isaías 11, 1-10 Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, conocimiento y temor del Señor: seguramente esta lista te resultará conocida, y es probable que la hayas memorizado en tu Confirmación. Los dones del Espíritu Santo son en realidad virtudes concretas que tú puedes esperar que se materialicen en tu vida. Son herramientas prácticas que Dios te ha dado para ayudarte a llevar una vida victoriosa y llena del Espíritu Santo. Están en tu mochila espiritual, esperando que las saques y aprendas a usarlas. Algo que vas a descubrir es que cuando saques una de estas herramientas o trates de aplicar un don espiritual, Dios vendrá y te ayudará; te dará la fortaleza necesaria para alejarte de la tentación; llevará a tu mente una “palabra de sabiduría” para usarla cuando algún amigo o ser querido se encuentre en una encrucijada y no sepa cómo actuar. Te dará fortaleza para no ceder a la tentación. Lejos de ser virtudes abstractas, los dones del Espíritu Santo se nos han dado como herramientas muy prácticas, como parte de nuestro equipo de trabajo. Procura quitarles el polvo y usarlos de diferentes maneras para que te ayuden en la vida cotidiana. Por ejemplo, de la siguiente manera: digamos que tu hijo está pasando
por una etapa de rebeldía y desorientación en su vida, y te está haciendo sentir como que quieres explotar. Saca de tu mochila la herramienta del entendimiento, haz oración para saber cómo actuar para ayudar a tu hijo en este momento, trata de anticipar una situación que tal vez es difícil para los dos y decide por anticipado cómo vas a encararla. Pídele al Espíritu Santo que te ayude encontrar el equilibrio correcto entre la corrección y las palabras de aliento. Al final del día, analiza la situación y ve cómo Dios te fue ayudando a usar este don. Quizá sorprenderás a tu hijo al hacer contacto con él de una manera nueva. Quizás necesitas pedirle perdón a tu hijo por algo que dijiste o no hiciste para él. Pídele al Espíritu Santo que te muestre qué es lo que conviene construir o perfeccionar mañana. Mientras más lo practiques, mejor encontrarás a Aquel que prodiga los dones y que trabaja junto contigo. “Gracias, Espíritu Santo, por los dones que me has concedido. Ayúdame a aprender a ponerlos en práctica para ayudar a construir tu Reino.” !
Salmo 72(71), 1-2. 7-8. 12-13. 17 Lucas 10, 21-24
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de diciembre, miércoles San Nicolás, obispo Mateo 15, 29-37 El Evangelio de hoy narra un milagro asombroso (la multiplicación de los panes y los peces), pero también muestra que los fieles no somos receptores pasivos en el banquete de la vida. Sí, Jesús realizó el milagro; fue él quien alimentó a toda una multitud a partir de un poquito de comida, y nadie jamás pudo haberlo hecho. Pero todos los que allí había ese día tenían un papel que desempeñar. La gente de la multitud hizo su parte, porque buscaron decididamente a Jesús, incluso le trajeron a sus familiares y amigos enfermos. Entonces, cuando vieron que los curaba, dieron “gloria” a Dios (Mateo 15, 31). Cuando sintieron hambre, en lugar irse de prisa a buscar comida o de convertirse en una turba exasperada, escucharon con calma a los discípulos, les obedecieron, se sentaron tranquilamente y esperaron a ver qué hacía Jesús, para luego contemplar, azorados, el milagro que el Señor realizaba ante sus ojos y comer hasta saciarse. Los Doce también tuvieron un papel básico que desempeñar en este milagro. Primero, Jesús les dio a conocer lo que le preocupaba: “Me da lástima esta gente” (Mateo 15, 32). Entonces, ellos buscaron lo que había disponible y se lo trajeron. Una vez que Jesús dio 26 | La Palabra Entre Nosotros
gracias por estos dones, y se produjo la multiplicación, ellos fueron quienes distribuyeron el alimento ante el asombro de todos. La gente del Evangelio de hoy no fueron espectadores y Dios no quiere que nosotros lo seamos, especialmente en la Misa. Nosotros también podemos venir a la Eucaristía con ansias de recibir su palabra, con sed de experimentar su presencia y su bendición y podemos participar activamente ofreciéndole nuestros dones y necesidades durante el ofertorio y luego, una vez que Jesús los ha transformado, podemos acercarnos al altar y recibir una gracia más que suficiente para saciar todos nuestros anhelos. El Señor es un Dios generoso, que nos da mucho más de lo que pedimos. Por eso, nos pregunta “cuántos panes” tenemos, aunque ya sabe la respuesta. Luego, toma lo poco que le ofrecemos y lo multiplica cien veces o más, hasta que nos saciemos de su gracia. El Señor nunca deja de darnos, más y más, cada vez que celebramos la Santa Misa. “Señor Jesús, Salvador mío, te ofrezco mi corazón, mi mente, mi voluntad. Toma, Señor, todos mis deseos, bendícelos y multiplícalos para el bien de tu Reino.” !
Isaías 25, 6-10 Salmo 23(22), 1-6
Suplemento de las Lecturas de la Misa US $10 por año
Lecturas Diarias
3 al 31 de diciembre de 2017
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Domingo 3 de diciembre I Domingo de Adviento
Antífona de A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío, no quede yo Entrada defraudado. Que no se burlen de mí mis enemigos; pues los que esperan en ti, no quedan defraudados. Sal 24, 1-3 Oración Señor, despierta en nosotros el deseo de prepararnos a la venida Colecta de Cristo con la práctica de las obras de misericordia para que,
puestos a su derecha el día del juicio, podamos entrar al Reino de los cielos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Primera Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7 Lectura Tú, Señor, eres nuestro padre y nuestro redentor;
ése es tu nombre desde siempre. ¿Por qué, Señor, nos has permitido alejarnos de tus mandamientos y dejas endurecer nuestro corazón hasta el punto de no temerte? Vuélvete, por amor a tus siervos, a las tribus que son tu heredad. Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia. Descendiste y los montes se estremecieron con tu presencia. Jamás se oyó decir, ni nadie vio jamás que otro Dios, fuera de ti, hiciera tales cosas en favor de los que esperan en él. Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos. Estabas airado porque nosotros pecábamos y te éramos siempre rebeldes. Todos éramos impuros y nuestra justicia era como trapo asqueroso; todos estábamos marchitos, como las hojas, ADVIENTO 2017 | M1
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Domingo 3 de diciembre y nuestras culpas nos arrebataban, como el viento. Nadie invocaba tu nombre, nadie se levantaba para refugiarse en ti, porque nos ocultabas tu rostro y nos dejabas a merced de nuestras culpas. Sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos. Salmo Salmo 79 Responsorial R. Oh Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve. Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos. R. Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. R. Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre. R. Segunda 1 Corintios 1, 3-9 Lectura Hermanos: Les deseo la gracia y la paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor. Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.
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CON LAS
LECTURAS
DE LA
MISA
DIARIA
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Lunes 4 de diciembre Aclamación Aleluya, aleluya. antes del Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Evangelio Sal 85, 8
Aleluya, aleluya. Evangelio Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta”. Profesión (Ver Liturgia, página L3) de Fe Oración Acepta, Señor, estas ofrendas que hemos tomado de tus sobre las mismos dones, y concédenos que esta Eucaristía que estamos Ofrendas celebrando, nos alcance la salvación eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén. Antífona de El Señor nos mostrará su misericordia y nuestra tierra producirá la Comunión su fruto. Sal 84, 13 Oración Por nuestra participación en esta Eucaristía, enséñanos, Señor, después de a no poner nuestro corazón en las cosas pasajeras, sino en los la Comunión bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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Lunes 4 de diciembre San Juan Damasceno, Presbítero y Doctor de la Iglesia (Memoria opcional)
Antífona de El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para Entrada llevar la Buena Nueva a los pobres y anunciar su liberación a los cautivos. Lc 4, 18
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Lunes 4 de diciembre Oración Concédenos, Señor, por intercesión de san Juan Damasceno, Colecta que las verdades de la fe, tan sabiamente expuestas por él,
sean siempre nuestra luz y nuestra fortaleza. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Primera Isaías 2, 1-5 Lectura Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén:
En días futuros, el monte de la casa del Señor será elevado en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas, y hacia él confluirán todas las naciones. Acudirán pueblos numerosos, que dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, para que él nos instruya en sus caminos y podamos marchar por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor”. Él será el árbitro de las naciones y el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas; ya no alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. ¡Casa de Jacob, en marcha! Caminemos a la luz del Señor. Salmo Salmo 121 Responsorial R. “Vamos alegres a la casa del Señor.”
Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la casa del Señor.” Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R. Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor. R. Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. M4 | SUPLEMENTO
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CON LAS
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Lunes 4 de diciembre En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R. Desead la paz a Jerusalén: “Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios.” R. Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: “La paz contigo.” Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien. R. Aclamación Aleluya, aleluya. antes del Señor y Dios nuestro, ven a salvarnos; míranos con bondad y Evangelio estaremos a salvo. Cfr. Sal 79, 4
Aleluya, aleluya. Evangelio Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un oficial romano y le dijo: “Señor, tengo en mi casa un criado que está en cama, paralítico, y sufre mucho”. Él le contestó: “Voy a curarlo”. Pero el oficial le replicó: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando le digo a uno: ‘¡Ve!’, él va; al otro: ‘¡Ven!’, y viene; a mi criado: ‘¡Haz esto!’, y lo hace”. Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que lo seguían: “Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y de occidente y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos”. Oración Que estos dones, Señor, que te presentamos en honor de tus sobre las santos y que van a dar testimonio de tu poder y de tu gloria, Ofrendas nos alcancen de ti la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro
Señor. Amén. Antífona de Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo, la Comunión dice el Señor. Cfr. Mt 28, 20 ADVIENTO 2017 | M5
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Martes 5 de diciembre Oración Te rogamos, Señor, que el sacramento que hemos recibido nos después de encamine al cielo que ya mereció obtener san Juan Damasceno la Comunión sirviéndote con fidelidad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
O bien: Fortalecidos con el pan de la vida, te pedimos, Señor, que a ejemplo de san Juan Damasceno, podamos servirte con entrega absoluta y amar a nuestros hermanos con amor incansable. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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Martes 5 de diciembre I Semana de Adviento
Antífona de Vendrá el Señor, mi Dios, y con él, todos sus santos; y brillará Entrada en aquel día una gran luz. Cfr. Zac 14, 5. 7 Oración Señor, Dios nuestro, acoge favorablemente nuestras súplicas y Colecta concédenos tu ayuda en las tribulaciones para que, reanimados
con la venida de tu Hijo, ya cercana, no volvamos a mancharnos con el pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Primera Isaías 11, 1-10 Lectura En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé,
un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor, espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de piedad y temor de Dios. No juzgará por apariencias, ni sentenciará de oídas; defenderá con justicia al desamparado y con equidad dará sentencia al pobre; herirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío. Será la justicia su ceñidor, la fidelidad apretará su cintura. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se echará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos M6 | SUPLEMENTO
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CON LAS
LECTURAS
DE LA
MISA
DIARIA
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ORDINARIO DE LA MISA
RITOS INICIALES Antífona de (Ver cada día.) Entrada Saludo En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes. Y con tu espíritu. (Pueden utilizarse otras formas de Saludo.) Acto Hermanos: Penitencial para celebrar dignamente estos sagrados misterios,
reconozcamos nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. (Llevando la mano al pecho dicen:) Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, ADVIENTO 2017 | L1
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perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén. (Pueden utilizarse otras formas del Acto Penitencial.) (Se omite el Señor ten piedad si ya se ha utilizado otra de las diferentes formas del Acto Penitencial.) Señor Ten V. Señor, ten piedad. Piedad V. Cristo, ten piedad.
V. Señor, ten piedad.
R. Señor, ten piedad. R. Cristo, ten piedad. R. Señor, ten piedad.
(Cuando se requiera, este himno puede recitarse o cantarse:) Gloria Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, L2 | LITURGIA
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con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén. Oración (Ver cada día.) Colecta
LITURGIA DE LA PALABRA Lecturas (Ver cada día.) Profesión Credo Niceno de Fe Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, ADVIENTO 2017 | L3
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que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén. Oración de (Puede utilizarse el Credo de los Apóstoles, en vez del los Fieles Credo Niceno.)
LITURGIA EUCARÍSTICA Presentación y Preparación de las Ofrendas
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida. Bendito seas por siempre, Señor. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación. Bendito seas por siempre, Señor.
Invitación a la Oren, hermanos, Oración para que este sacrificio, mío y de ustedes,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. L4 | LITURGIA
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Sorprendido por la fraternidad
Un ministro bautista me ayudรณ a ser un mejor sacerdote en la Marina
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uando yo estaba en el seminario, mis profesores solían decirme que yo aprendería valiosas lecciones de otros sacerdotes durante toda mi vida. Yo suponía que eso era verdad, y en efecto lo era. Pero lo que no esperaba era que serían ministros de otras confesiones cristianas quienes me enseñarían muchas lecciones. Cuando ingresé al Cuerpo de Capellanes de la Marina de los Estados Unidos ya no seguí trabajando junto a otros sacerdotes. Me encontré en un barco donde había marineros y Por el padre Lucas Dundon capellanes de varias otras religiones. Algunos amigos me habían advertido que probablemente yo tendría que defender mi fe católica ante los demás capellanes, pero lo que descubrí fue justamente lo contrario. Mis lecciones comenzaron con la primera misión a la que fui asignado, la de ser subalterno de dos capellanes en un barco fondeado frente a la costa de Japón. Mi capellán superior era un ministro de la Iglesia Bautista del Sur de nombre Curtis Price, y su testimonio, su calidez y su sabiduría me ayudaron mucho a ser un mejor católico y un mejor sacerdote. Desde el principio mismo de nuestro ministerio juntos, el Capellán Price me trató como un hermano en Cristo y un aliado en el servicio a los marineros e infantes de marina de nuestro barco. Adviento 2017| 53
Aprender a escuchar. A lo largo de sus 32 años de servicio en las fuerzas armadas, el Capellán Price había recibido a miles de jóvenes marineros en su despacho para darles orientación, rezar con ellos y ofrecerles amistad. Pronto descubrí que él también estaba bien dispuesto a escucharme a mí, un colega capellán, cada vez que yo le pedía algún consejo. Una vez, le conté que yo había tratado de aconsejar a un marinero que tenía frecuentes pesadillas después del fallecimiento de su padre. Cuando le fui contando acerca de las conversaciones que había tenido con el joven, vi obviamente que yo me había precipitado a interponer mis propios comentarios procurando imponer mi fe y sin darle al joven la posibilidad de terminar sus frases. “A mí me gusta escuchar sin ideas preconcebidas,” me aclaró el Capellán Price. Conforme este principio fue echando raíces en mi conciencia, cambié mi táctica. Así, en lugar de tratar de ayudar a un marinero en seguida, me concentré en tratar de entender lo que él me decía. ¡Este método de tener una mente abierta resultó mucho mejor! Pronto comencé a aplicarlo a mi propia vida de oración. Le pedí al Señor que me ayudar a ser más receptivo ante Dios, como la Virgen María había sido receptiva a lo 54 | La Palabra Entre Nosotros
que le dijo el ángel Gabriel. María dejó que el plan de Dios se desplegara, y yo podía hacer lo mismo. En vez de decir “Esto es lo que yo pienso, Señor,” fui aprendiendo a rezar “Que se haga en mí según tu palabra.” ¿Cuál es tu palabra, Señor? Elevando mi atención hacia Dios y hacia otras personas sin condiciones ni prejuicios, como me había enseñado el Capellán Price, aprendí a atender a los marineros más personalmente, con amor cristiano.
La paciencia en los encuentros. Mi creciente apertura a la voluntad de Dios también me tenía reservadas algunas sorpresas. Se me ocurrió que Dios quería que yo pasara la hora de almuerzo con los marineros regulares en los comedores y lugares de estar, en lugar de hacerlo con los oficiales. Un par de marineros se mostraron bastante indiferentes, y al menos uno me dio a entender claramente que yo no era bienvenido allí. Me asaltó la tentación de desistir de la idea, pero el Capellán Price me animó a seguir y no frustrar la posibilidad de entablar amistad con los marineros. Yo había observado cómo él recibía a quienes venían a consultarlo, incluso aquellos que habían pasado a su lado cien veces antes sin siquiera saludarlo. Pero cuando ellos tenían interés en hablar con él,
¡Nuestros capellanes necesitan ayuda! ¿Puede usted ayudarnos, querido lector?
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uando el padre Dundon estuvo destacado en Japón dependía de los ejemplares gratuitos de La Palabra Entre Nosotros que le enviábamos para ofrecer el muy necesario consejo espiritual a los marineros e infantes de marina de su barco. Este es un servicio que nuestro ministerio Partners provee a capellanes y personal militar en servicio activo, tanto en el país como en el extranjero, gracias al generoso apoyo de nuestros lectores. La revista llega ahora cada mes a casi 30.000 militares, hombres y mujeres, y sus familias, ¡pero esperamos llegar a muchos más!
Por favor, piense en ser uno de nuestros Partners, es decir, compañeros. Nosotros rezamos por los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas armadas. Mediante La Palabra Entre Nosotros, también les ofrecemos instrumentos para su oración. Usted puede hacer una donación en línea deducible de impuestos en nuestro sitio web seguro, waupartners.org. También puede hacer su donación llamando al 1-800-638-8539, o enviando un cheque por correo:
EN LOS ESTADOS UNIDOS A: La Palabra Entre Nosotros PARTNERS 7115 Guilford Drive, Suite 100 Frederick, Maryland 21704
EN CANADÁ A: Metanoia Outreach Attn: The Word Among Us PARTNERS n Hay 1,8 millón de hombres y mujeBox 1107, Station F res católicos que sirven en las fuerzas Toronto, Ontario M4Y 2T8 armadas n Una donación de $100 permite darSu donación es deducible de impuestos les a seis de ellos una suscripción y también contribuirá a los ministerios por todo un año a La Palabra Entre que Partners cumple en los campus Nosotros universitarios y en las cárceles. Adviento 2017| 55
el entusiasmo del Capellán Price en cuanto a lo que Dios podría hacer era siempre palpable. La paciente esperanza —como la misma anticipación con que Dios esperaba el regreso del hijo pródigo— me ayudó a no desistir de hacerme presente en los comedores y lugares de estar. Yo sabía, con lo difícil que era, que Dios quería que yo estuviera allí con los marineros. Un par de meses más tarde, el plan de Dios se aclaró un poco. El mismo marinero al que una vez le había molestado mi presencia, apareció en la puerta de mi oficina. “Capellán —dijo— usted está siempre fastidiándonos en las cubiertas de comedores y supuse que no habría problema en venir a hablar con usted. ¿Puedo entrar?” Traté de ocultar mi gran sorpresa y recordé que el Capellán Price me había dicho que fuera receptivo ante las posibilidades que se presentaran, ¡pero nunca pensé que este marinero sería una de ellas!
No tengas miedo. Un día, me pidieron que hiciera una oración en una ceremonia de apreciación a la tripulación femenina del barco. Angustiado ante la posibilidad de decir algo incorrecto en un entorno de tanta diversidad, le consulté al Capellán Price. Se sonrió, se encogió de hombros, y dijo: “¿Por qué no citas a la 56 | La Palabra Entre Nosotros
Madre Teresa?” Era una sugerencia magnífica, y aquella cita fue decisiva para que un par de católicos volvieran a la Misa. Pero todavía tenía yo que aprender más. Cada día, al atardecer, a uno de los capellanes le tocaba hacer una breve oración por el sistema de altavoces para todo el barco. Cuando me tocó a mí, lo que hice fue imitar los estilos de otros capellanes que había escuchado, incluso de un sacerdote que había venido de visita; pero no me pareció que quedó bien, y de hecho creo que no causó mucho efecto. El Capellán Price me aconsejó que hablara con mi propio estilo. Le pedí ayuda al Espíritu Santo, y recordé que algunas de mis oraciones favoritas estaban escritas en forma de himno, como la oración de Santo Tomás de Aquino delante del Santísimo Sacramento denominada Pangue Lingua. Ya que las cosas sagradas podían expresarse en forma de poema o himno, ¿por qué no podrían —pensé yo— elevarse al Señor las tareas diarias como sagradas? Decidí tomar aquello que eran las tareas de los marineros en un día cualquiera y ofrecí su trabajo en la oración de la tarde en la forma de un poema. Fue un éxito inmediato. Mis oraciones vespertinas suscitaron numerosas
Decidí tomar aquello que eran las tareas de los marineros en un día cualquiera y ofrecí su trabajo en la oración de la tarde. conversaciones y preguntas acerca del discipulado católico con los marineros y los infantes de marina. Y gracias al Capellán Price, encontré una vez más el coraje que necesitaba para usar mi propia tradición católica en mi ministerio en el barco.
El regalo de la fraternidad. Ahora ya no estoy más en el barco frente a
Japón, y en realidad nunca me habría imaginado que iba a aprender tanto sobre mi fe católica de un capellán bautista. Ahora sirvo con la Tercera Ala de Aviación de Infantería de Marina en California. Mi capellán superior es un rabino judío ortodoxo, que ya me ha enseñado bastante. ¡Hasta ahora, sólo hay otro rabino que me ha enseñado más a ser un sacerdote santo, y ese es mi Señor Jesucristo! n El Teniente Lucas Dundon es un sacerdote católico que sirve como capellán del personal del Grupo 16 de Aviación de Infantes de Marina. Adviento 2017| 57