http://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/torre-babel-peruana-hugo-otero-noticia1788889 La Torre de Babel peruana, por Hugo Otero Se ha hecho evidente que ya no hablamos el mismo idioma y que existe una confusión de lenguajes que se acrecienta. El masivo rechazo de la juventud y la ciudadanía a la ley del empleo juvenil, conocida popularmente como ‘ley pulpín’, puso al descubierto el desentendimiento generalizado que existe en el país. Como en el recurrente mito bíblico de la Torre de Babel, se ha hecho evidente que los peruanos ya no hablamos el mismo idioma y que existe entre nosotros una confusión de lenguajes que se acrecienta cada vez más. Los argumentos y las confrontaciones, que se han dado antes y después de la derogatoria de la mencionada ley, se repiten en medio del ruido infernal que producen las diatribas y los enconos. En este ambiente es muy difícil comprender razones o explicaciones, si realmente existen. La Babel peruana es acaso el castigo a un gobierno y a una clase política que ha pecado de incapacidad. La inmensa mayoría siente a esos dirigentes muy lejos de sus intereses y no ve en ellos a los representantes de sus anhelos e ilusiones. Por el contrario, los percibe moralmente descalificados. Ni siquiera se da la posibilidad de un diálogo fructífero, porque en esta Babel no existe confianza y se ha perdido respeto entre todos los actores, que parecen sordos gesticulando entre ellos su enojo. Basta mirarlos en las imágenes de la televisión y quitarles el sonido para darnos cuenta de esta tragicómica realidad. Algunos piensan que llegar al 2016 y elegir ese año un nuevo presidente será el fin de esta increíble historia. Que la ansiedad popular en aumento se calmará y que, después de las elecciones, recuperaremos las condiciones necesarias para atraer las urgentes inversiones que nos permitan crecer. Que todo se habrá tranquilizado y la Babel peruana solo será el recuerdo de una pesadilla pasajera. Vana ilusión, porque la situación no cambiará con un nuevo presidente salvador. Tampoco con las absurdas campañas de márketing que venden candidatos como si fueran marcas comerciales. El Perú no es un mercado, es un país con una sociedad rica en diferencias culturales y más de diez mil años de alucinante historia. El próximo presidente tiene que ser la expresión de un acuerdo amplio, que constituya un gobierno y un equipo de trabajo capaz de escuchar y conectarse con los principales problemas del país. Que una al Perú en medio del desorden actual. Los peruanos necesitamos votar por políticas y propuestas que sirvan al progreso en los nuevos tiempos de velocidad y tecnología y no por un caudillo providencial. La campaña planteada en estos términos puede ser un primer paso para ir aclarando la inmensa confusión en que vivimos. Si algo debemos agradecer a la protesta de los ‘pulpines’ es que los jóvenes han marcado el inicio de un cambio que exigirá al próximo presidente no ser un mandamás, sino el líder capaz de compartir decisiones y buscar puntos de encuentro en nuestra sociedad.
Un gobierno de ancha base con programas concertados puede ser el punto de partida del proceso que reinvente la repĂşblica, integre a los peruanos y dĂŠ a nuestro paĂs el lugar que merece en el mundo.