Liderazgo y Talento Personal

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REFLEXIONES PARA FUTUROS Lテ好ERES 10 DICIEMBRE, 2014 / LIDERAZGO


Por Ángel Castiñeira, director de la Cátedra de Liderazgo(S) y Gobernanza Democrática de ESADE. Me han pedido que dirija unas palabras a unos jóvenes directivos con motivo de un encuentro con ellos. En lugar de las alabanzas de rigor, por lo demás merecidas, me ha parecido mejor que, justamente ahora que se están formulando nuevos propósitos en sus carreras y sueñan con su ascenso profesional, podría ser conveniente plantearles algunas cuestiones que calificó como “inquietantes”, por una razón muy sencilla: porque han sido motivo de inquietud personal y profesional de generaciones anteriores de directivos. Son las siguientes. IDEAMERICAS-reflexiones-futuroslideres ¿Qué significa para ti desarrollar el liderazgo: adquirir y acumular competencias, o bien crecer en calidad humana, madurez y valores? ¿El objetivo de tu inversión formativa era tan solo añadir más software a tu CV o bien deberías haber renovado también a fondo tu sistema operativo vital? Por supuesto, esta cuestión incluye otras de la misma índole, como estas: ¿Qué es para ti lo realmente importante: la vida de los negocios o el negocio de


tu vida? ¿Las decisiones que tomarás estarán relacionadas con tu estricto progreso individual y material, o también con tu felicidad? ¿Cuáles serán tu actitud y tu respuesta ante la gestión de los cambios, sin duda disruptivos, que afectarán las organizaciones en el futuro? ¿Sabrás dirigir gradualmente esta adaptación? ¿Aceptarás crear y aplicar nuevos hábitos de conducta? ¿Comprenderás y te atreverás a orientar la direccionalidad de este cambio? Conocemos a líderes actuales que han negado las crisis, se han resistido a la nueva realidad o bien han postergado las soluciones. ¿Qué tipo de implicación y compromiso estarás dispuesto tú a asumir en tu nuevo liderazgo? André Gide afirmaba que nadie descubre nuevas tierras si no tiene el coraje de perder de vista la playa. ¿Te atreverás a correr esta aventura, a formular nuevas visiones y proyectos, a pesar de la inseguridad del destino y la incertidumbre del trayecto? ¿O te contentarás con transitar por caminos trillados y senderos conocidos, para repetir aquel gran tópico que te recordaban tus jefes: “Aquí las cosas siempre se han hecho así“?


Según el Aspen Institute, el líder del futuro deberá conocer tan bien su trabajo como a sí mismo. No te extrañe, pues, que te formule esta pregunta: ¿Cómo de bien te conoces? ¿Cuáles son tus propósitos? El liderazgo es fundamentalmente una cuestión de cómo ser y no solo de cómo hacer. ¿Conoces tu condición interior, o bien temes explorar tu estado interior y sus fantasmas? Como le pasó a Darth Vader, muchos directivos se dejan arrastrar por el lado oscuro de la fuerza. Cuando detentes un alto cargo, ¿en qué te convertirás? ¿Cómo te transformará la posesión del poder? ¿Acabarás siendo, como tantos otros, un malnacido? ¿Cómo gestionarás tus fracasos y, sobre todo, tus logros? Jim Collins señala, rompiendo de manera provocativa con un tópico, que las personas no son el activo más importante de las organizaciones. Las personas adecuadas sí lo son, pero solo estas. Pues bien, en el momento de conformar a tu equipo, ¿a quién subirás o bajarás del autobús? ¿Cómo los conservarás? ¿Qué asientos les asignarás? Crear un equipo directivo superior no es fácil. Hay que ofrecer a los mejores las mejores oportunidades y, a veces, mucho antes de decidir hacia dónde ir, hay que atreverse a apear


del autobús a la gente inadecuada. ¿Lo harás? He dejado para el final la cuestión más importante, la de los valores. La pregunta es: ¿Qué nivel de integridad estás dispuesto a asumir? Los valores son como las huellas dactilares: nadie tiene los mismos, pero los dejarás marcados en todo lo que hagas. Los conocimientos se adquieren y se transfieren, pero los valores y las actitudes deben cultivarse y exigen trabajar continuamente la calidad humana. ¿Estás preparado para sumar, a tu talento profesional (conocimientos y competencias), tu talento personal (actitudes y valores)? Mi mensaje, en definitiva, es este: la obtención de un título académico que nos acredita como directivos no es nunca un punto de llegada, sino el punto de partida para una aventura interior que nos pondrá a prueba, de manera inquietante, en aquellos registros que van a marcar, en el futuro, la diferencia entre el buen y el mal liderazgo.—


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