INTRODUCCIÓN
¿Ocurrirme Eso a Mí? ¡Nunca!
E
s una de las peores pesadillas. Infunde tal temor que hasta nega mos toda posibilidad de que pueda ocurrir. Nos decimos que es sencillamente imposible que algo así nos ocurra a nosotros y le damos la espalda. No queremos ni pensar en eso. Y aun así, tal vez recemos y pidamos que nunca nos toque pasar por eso—o que desaparezca ya mismo si por casualidad la vida de alguien a quien amamos se ve irrevocablemente afectada por un accidente cerebrovascular. Sean cuales sean las emociones, la ira, el dolor, la desesperación y la angustia, cuando un miembro de nuestra familia sufre un acci dente cerebrovascular, una cosa se impone como absolutamente cierta: nuestras vidas nunca serán las mismas.
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