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PRÓLOGO LA FOTOGRAFÍA, UNA EVOCACIÓN PERPETUA
Con estas fotografías y estas páginas mantengo vivos los recuerdos; ellos son mi asidero a una verdad fugitiva, pero verdad de todos modos, ellos prueban que estos eventos sucedieron y estos personajes pasaron por mi destino.
Isabel Allende (Retrato en Sepia)
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A través del tiempo, la facultad de recordar condujo a los hombres a preguntarse qué es la memoria. Cómo preservar ante el olvido ciertos acontecimientos y situaciones vividas desde pequeños. La fotografía nace el año 1839. Desde ese momento, nos encontramos ante la posibilidad de registrar los hechos que no deseamos olvidar; como lo son el bautizo, la primera comunión, las graduaciones, el matrimonio, los viajes, las amistades, etcétera. Tantas historias que se pueden desglosar frente a una imagen en blanco y negro o color. Si no existiera un registro de esos ojos de parientes y amigos que observaron cada instante, nada quedarían documentado de la vida cotidiana.
El registro fotográfico nos hace consiente de nuestro pasado, porque nos permite visualizar y proyectar un posible futuro, nos impulsa a imaginar y valorar lo que hemos vivido. Nos ayuda a mirar de otra manera esos recuerdos. Por eso la memoria es emotiva, sentimental, sensorial, política y social, que a través de una imagen nos invita a develar junto a la escritura, esos instantes, que se transforman en un presente permanente. Se produce cierta certeza de lo ocurrido, casi exacta, porque la escritura inspirada desde la imagen nos enfrenta a una verdad subjetiva, pero no olvidada.
Susan Sontag, en su ensayo sobre la fotografía, nos dice que: «Mediante la fotografía cada familia construye una crónica-retrato de sí misma, un estuche de imágenes portátiles que rinde testimonio de la firmeza de sus lazos». Qué sucedería si no contamos con ese registro familiar. Cómo podríamos imaginar el pasado de nuestros ancestros, su entorno y sus rostros. Qué pasaría con nuestra niñez y juventud. Sabemos que la memoria es frágil, todo se desvanece y sólo queda una sensación vaga del pasado.
En el libro “Retrato en Sepia” de Isabel Allende, encontramos la siguiente reflexión: «Mediante la fotografía y la palabra escrita intento desesperadamente, vencer la condición fugaz de la existencia, atrapar los momentos antes que se desvanezcan; despejar la confusión de mi pasado. Cada Instante desaparece en un soplo y el evento se convierte en pasado, la realidad es efímera y migratoria, pura añoranza».
El nexo entre Fotografía y Memoria fue la propuesta que se plantearon los integrantes del taller Memoria Viva. Un libro que consta con un conjunto de imágenes rescatadas del baúl de los recuerdos. Retratos obtenidos por cámaras análogas del abuelo, del padre, de esos parientes lejanos que dejaron una instantánea para impedir el olvido. Una fotografía que daría cuenta de un retazo de vida.
Las fotografías incorporadas en este libro “Retratos de la Memoria”, nos entregan testimonios de un pasado; que, acompañados de un breve texto, reviven esos instantes fugaces, de gestos, abrazos, costumbres, lugares, reliquias transmitidas de generación en generación. Gracias a la imagen, nuestra imaginación puede reconstruir esa historia parcialmente velada.
Felicito al participante de esta antología por mantener viva la memoria a través de éstas imágenes. Así mismo, por reconocer la importancia de la fotografía, y atesorarlas.
María de la Luz Ortega H. Editora