Educación en la fe · Proyecto “Grupos Somalo joven”
>> Metodología del Proyecto La palabra “método” nos habla del camino para llegar a unos objetivos propuestos. “Metodología” es el conjunto de herramientas que utilizaremos, en este caso, para proponer y educar la fe con nuestros niños y jóvenes. Imaginemos, pues, que detrás de la palabra “metodología” visualizamos una caja de herramientas. En esa caja de herramientas no hay solo destornilladores; tiene que haber herramientas diversas que nos permitan completar bien nuestro trabajo. ¿Qué herramientas vamos a utilizar en nuestro ámbito educativo religioso? Aquí van algunas de ellas.
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La herramienta del grupo Hacer y vivir en grupo es toda una opción. De hecho, se podría optar por una educación personal de tú a tú, en donde no existiera el grupo. Pero, ¿por qué la opción por el grupo?
Un primer argumento de carácter social Las personas necesitamos a los demás, para crecer. No podemos vivir solos. Desde que nacemos comenzamos a pertenecer a diferentes comunidades. Unas son comunidades “primarias”, la más importante es la familia. Ella nos aporta la seguridad y las condiciones de vida suficientes para vivir y desarrollar nuestra personalidad incipiente. Otros grupos son “comunidades secundarias”; esas en donde nos vamos enrolando por necesidad o por elección. La escuela, el grupo parroquial o de catequesis, los amigos del barrio son agrupaciones de este tipo.
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Una necesidad para la propia Fe Cristiana Si repasamos la vida de Jesús nos damos cuenta de que fue un hombre de grupo. Sus doce amigos inseparables con los que recorre Palestina, con los que vive, a los que enseña son el modelo de cualquier grupo cristiano. Es más, después de la muerte de Jesús, esos amigos siguen unidos, y gracias a la acción del Espíritu de Jesús Resucitado, otros muchos se irán agregando al grupo de los creyentes. A esos creyentes se les va a denominar IGLESIA (Ecclesia: grupo, comunidad). En definitiva, nuestra opción por el grupo es porque no hay otra forma de aprender a ser cristiano y de vivir como tal, sino por medio de un grupo que se reúne en el nombre de Jesús.
El grupo cristiano Nuestros Grupos “Somalo Joven” son más que un grupo de conocidos o de amigos. No los podemos confundir. Al grupo de amigos se llega por elección: yo elijo a mis amigos/as. Con ellos se comparten muchas cosas; pero otras no, necesariamente. Nuestros grupos quieren ser unos grupos de jóvenes convocados por el mismo Jesús. Ya sé que esto resulta un poco misterioso; pero en definitiva así es. Jesús siempre lleva la iniciativa, aunque no parezca tan claro. Por eso, cuando nos reunimos en grupo debemos cultivar la conciencia de ser los Amigos/Discípulos de Jesús. El Grupo de fe nos debe aportar cosas que tal vez no aporten otros grupos; tales como: - Una comunicación sincera sobre asuntos personales. - La capacidad de preguntarnos por los asuntos más profundos de la vida. - Conocer quién es Jesús y valorar la fe cristiana. - La ayuda personal y el acompañamiento del animador de grupo. - Aprender a hacer silencio y orar. - Capacidad de celebrar y expresar mis sentimientos y mi fe. Una oportunidad maravillosa, ¿no crees?
Educación en la fe · Proyecto “Grupos Somalo joven”
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La experiencia, como medio educativo De la caja de herramientas en esta ocasión sacamos un mapa. Es el mapa de la vida, con sus múltiples posibilidades. ¿Para qué queremos este mapa? El mapa de la vida sirve para poder hacer experiencias reales. La educación en la fe no consiste en impartir unos contenidos abstractos, sino más bien vivir e interpretar la vida. Quiere esto decir, que a Dios se le encuentra en la vida que vivimos, no en teorías abstractas ni mucho menos en libros. En nuestro proyecto vamos a optar por hacer EXPERIENCIAS, para después interpretarlas y al final celebrar la vida y a Dios que vive en medio de ellas. Hacer experiencia no significa hacer cosas. El hacer no nos da la garantía de haber tenido una experiencia verdadera. Para que se dé una verdadera experiencia será necesario hacer este recorrido:
a) Vivir una realidad o una situación de vida Es decir haber tocado en primera persona un asunto de la realidad. No se trata de imaginar cómo son los pobres o los enfermos, por poner un ejemplo, sino de hablar y de ver cómo vive un marginado o un enfermo concreto. Además, lo importante de una experiencia es vivirla intensamente, de modo que la hayamos comprendido a nivel intelectual y emotivo.
b) Someter la realidad a reflexión e interpretación Es la dimensión de la profundidad. Solamente las cosas que se interpretan después de ser vividas se convierten en experiencia; es decir, llegan a ser lección de vida para nosotros. El papel del animador aquí resulta importantísimo, porque él va a ser el que ayude a llegar hasta el fondo de los asuntos. En esta fase, el evangelio se convierte en una clave de interpretación fundamental, para ver dónde está Dios y qué nos quiere decir a través de esta realidad. Como se puede ver, la realidad es la que nos lleva hacia el “misterio” de la vida y al “misterio” de Dios.
Educación en la fe · Proyecto “Grupos Somalo joven” c) Expresar la realidad Una vez que se han vivido y se ha dado la valoración necesaria a los asuntos llega el momento de expresarlo. Es muy conveniente que las personas logremos formular con nuestras propias palabras o gestos lo que ha supuesto una determinada vivencia. Aquí el lenguaje nos ayudará a buscar la forma más adecuada para hacerlo. En unos casos será la palabra, en otros el gesto, otras veces el rito etc.. El lugar para la expresión podrá darse en el ámbito natural en donde se reúne el grupo, en un espacio informal o en una celebración.
d) Trasformación personal A medida que las experiencias son profundas, las personas cambiamos. Es difícil no cambiar cuando se viven experiencias reales y significativas. Por ello, que será muy importante seleccionar qué experiencias ponemos en juego en cada una de las edades. A ellas nos referiremos cuando tratemos el asunto de las Etapas Educativas.
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La herramienta del Acompañamiento Personal Una tercera herramienta a la que daremos mucha importancias es a la persona del Animador de Grupo, en cuanto acompañante. El animador de grupo, más que un docente o un experto, es un amigo y compañero. Esto quiere decir que su principal competencia es la capacidad de RELACIÓN. Don Bosco decía que “quien ama lo consigue todo de los jóvenes”. Por eso el primer cometido de un buen animador es querer de verdad a sus chavales, porque son el regalo que Dios le pone en sus manos. No podemos defraudar la confianza que Dios ha puesto en nuestras manos, al confiarnos a estos chicos/as. Del interés por los niños y jóvenes surge espontáneamente el deseo de cuidarles, de velar por ellos, de preocuparnos por todo lo que les afecte. Cuidando la distancia necesaria para no invadir la vida de los niños o jóvenes, el animador se convierte en un educador-acompañante, que está presente en el día a día. Acompañar pastoralmente no es fácil, por lo que el animador deberá formarse adecuadamente en el arte de la escucha activa, la empatía, el saber aconsejar o el remitir a otras personas más competentes o especializadas, cuando la ocasión lo requiera. De esta forma, el animador se convierte en un referente muy importante en la vida de los chicos/as a quienes acompaña; que normalmente tienen muy escasos referentes adultos en sus vidas.
Educación en la fe · Proyecto “Grupos Somalo joven” Aún hay algo más. El animador cristiano antes que nada es un TESTIGO de JESÚS. Su principal cometido es precisamente el de decir y expresar aquello que de verdad siente y vive por ser una persona creyente. No podría darse el caso de un animador de grupos de fe, sin fe personal. Sería un total contrasentido. Ello no quita para que el propio animador sienta el deseo de crecer en la fe, e identificarse cada vez más con la persona y el proyecto de Jesús. En este sentido, el animador es también un cristiano en camino, que se deja acompañar a su vez por otros creyentes con más experiencia que él.
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La herramienta de la Palabra de Dios Esta herramienta resulta fundamental. Cuando hablamos de la “Palabra de Dios”, nos referimos a la necesidad de ponernos a su escucha y de remitir constantemente a EL. Las formas de acercarnos a la Palabra de Dios pueden ser variadas.
La lectura del Evangelio Leer el evangelio es entrar en relación directa con Jesús mismo, cosa imprescindible para un animador. En su lectura podemos identificar cómo se acercaba Jesús a la gente, cómo hablaba de Dios y con Dios. Podemos identificarnos poco a poco con su estilo, sus conductas, su lenguaje. Es decir, el evangelio debe ser un referente permanente en la vida del animador de Grupos; para alimentar su propia fe, y para ponerla sabiamente al alcance de sus chavales en tantos momentos.
La Oración personal es otra manera de poner a Dios en el centro El Proyecto “Grupos Somalo Joven” va a dar mucha importancia a este aspecto. Enseñar a Orar es privilegiar la Experiencia Religiosa sobre los Contenidos de la fe. No queremos decir que estos no sean importantes; pero dado el enfoque “Misionero” de todo el proyecto, creemos sumamente importante priorizar el aprendizaje del silencio y la oración personal. Orar es situarse en relación personal con Dios. Aquí ya no cuenta lo que otros dicen de Dios; es uno mismo el que lo busca y lo encuentra. La oración permitirá a cada niño-adolescente-joven sentir y hablar con Dios de una manera única y original; puesto que Dios habla a cada uno de manera distinta. Cuando esto se experimenta surge un gran gozo y repercute directamente en la alegría, y en la serenidad con la que comenzamos a vivir.
La Celebración de la vida y de la fe Por último, sentiremos la Palabra de Dios en los momentos en que juntos celebremos nuestra fe como grupo. Será importante también utilizar otros lenguajes para expresar todo lo que es nuestra vida joven; como la danza, la música, la poesía, u otros recursos expresivos como el teatro o el guiñol. Pero todas expresiones deben beber de la única fuente que es la Palabra de Dios.