Opciones básicas - Somalo Joven

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Educación en la fe · Proyecto “Grupos Somalo joven”

>> Finalidad y Opciones Básicas

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La educación en la fe La trasmisión de la fe vive en nuestros días una gran complejidad. Cuantos tenemos en nuestra mano la labor de anunciar el Evangelio y proponerlo a las generaciones jóvenes nos vemos interpelados por una serie de factores que condicionan nuestra tarea. Por una parte, la difícil convocatoria. Convocar para “grupos de fe” o “catequesis” es desde hace tiempo una labor fatigosa. Los niños y adolescentes tienen tal cantidad de ofertas lúdicas, deportivas o formativas, que la educación en la fe se pospone y llega a convertirse en la última opción, y esto si queda algo de tiempo. Las familias, de otro lado, incluso las que han hecho opción por educar a sus hijos en un colegio cristiano dan poco valor a la educación en la fe de sus hijos. Crecer como cristianos es un paradigma ignorado. Esto de lo cristiano, sigue reduciéndose a la catequesis sacramental o de temporada. Más allá de la Primera comunión o de la Confirmación –cuando hay hay– el crecimiento en la fe no encuentra ecos y no se valora. Dicho esto, no es tampoco indistinta la fe residual de la hacemos gala todos. Las familias han dejado hace tiempo de vivir la fe al interior de los hogares. Los niños tienen una socialización religiosa inexistente. Cabe valorar aún la labor de tantos abuelos cristianos que se esfuerzan por ello. Los educadores de nuestros centros cristianos apenas se significan por su testimonio creyente. Es más, la formación y vivencia creyente –que se les supone– apenas se da y lo más grave, no entra siquiera entre los objetivos de mejora de nuestras Comunidades educativo-pastorales. En medio de estas consideraciones seguimos creyendo en Jesús de Nazaret, al que vemos y confesamos como único Señor de la historia y de las vidas de nuestros niños y jóvenes. Por eso queremos seguir haciendo de la Educación en la fe nuestra principal apuesta en donde invirtamos los mejores medios humanos y materiales.


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El proyecto “Somalo Joven” Desde hace veinte años los grupos de nuestras casas han tomado Somalo como una referencia válida. Hace veinte años comenzó, por iniciativa de algunos salesianos, la experiencia de los campamentos de verano. Con el paso de los años, Somalo se ha convertido en una de las referencias más claras de lo que significa para nosotros salesianos, educar y vivir la fe. El proyecto que iniciamos toma el nombre de Somalo como “marca” o referencia principal. Somalo es un nuevo Emaús, puesto que aquí venimos con la vida en las mochilas, exprimimos al lado de los chicos/as la vida que traemos, con sus ilusiones y sus desánimos, y de paso notamos cómo el Resucitado nos habla al corazón y nos da la fuerza para regresar de nuevo a la vida. Somalo, aún con todo, es sólo una mediación para poner a cada chico-a en relación con Jesús. Es, por tanto, un camino que puede conducir a muchos de los nuestros hasta el Señor Resucitado. Este es el deseo íntimo y más verdadero de nuestro proyecto.

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Opciones básicas Cuando nos hemos preguntado por la novedad del proyecto, hemos coincidido en una cuestión fundamental. No queremos “enseñar” cosas religiosas, ni desarrollar temas de catequesis. En este sentido, creemos prioritario diseñar una nueva forma de ESTAR junto a nuestros niños, adolescentes y jóvenes como educadores cristianos, y PROPONER como Grupo/Comunidad la Buena Noticia del Evangelio. Dicho esto, éstas serían las cuatro opciones desde donde diseñar la organización y formación para los grupos de fe.


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Enfoque misionero El encuadre de todo el proyecto no puede eludir la situación de increencia, o mejor, de desarraigo de la fe que se da en la mayoría de las familias de los niños y jóvenes con los que trabajamos. Nuestros chavales no han vivido en un contexto familiar cristiano, y por lo tanto la socialización religiosa o es inexistente o es muy débil. El elemento principal de nuestro proyecto queremos que sea el del testimonio creyente. El testimonio personal debe ser uno de los cometidos principales que tengan que aportar los animadores/as; ineludible junto a los mensajes verbales o experiencias educativas que desarrollemos. Igualmente, queremos poner a nuestros grupos en contacto directo con grupos cristianos adultos, tanto al interior de nuestras Comunidades educativo-pastorales como afuera. La referencia que puedan aportar los grupos cristianos existentes debe ser uno de los mejores estímulos para hacer la opción por vivir una fe madura. Nuestro proyecto queda definido, por consiguiente, por este enfoque misionero, como opción de base. No estamos hablando, por tanto, de una etapa superficial o esporádica. Creemos, que por el contexto referido, la etapa misionera, que prioriza el testimonio y el primer anuncio, debe ser consistente hasta que el joven pueda hacer opción por Jesús, y dar comienzo así a una etapa catecumenal más explícita.

Proceso educativo El modelo pastoral salesiano tiene en la Evangelización su principal cometido. Nuestro empeño más grande consiste en trasmitir a todos el gozo de la fe. Pero entendemos que la evangelización debe ir muy enhebrada a los procesos educativos. Efectivamente, nuestra opción por evangelizar estableciendo procesos educativos es ineludible. Evangelizar, por tanto, consistirá en atender al desarrollo físico y psico-afectivo de los chicos/as y experimentarlo como buena noticia. Igualmente, evangelizar será socializar, conocer y juzgar las claves culturales, y ensayar actitudes alternativas a la luz del evangelio y del testimonio de otros creyentes. En este sentido, queremos atender a las diversas etapas evolutivas y acompañarlas educativamente. Por esto, vamos a proponer en cada etapa una metodología que sepa conjugar el anuncio del mensaje cristiano en la vida concreta y necesidades reales de los niños y jóvenes. Aún más: que el anuncio de Jesús sea la clave desde la que dar sentido a lo que ellos viven y hacen.


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Matriz comunitaria La vivencia de la fe sólo se produce en un grupo-comunidad. Tampoco puede haber transmisión sin que exista un grupo visible y reconocible de cristianos, que sean los protagonistas de la educación en la fe. En este sentido, el Proyecto “Somalo Joven” asume el reto por constituir sin más dilación en cada casa, grupos comunitarios de adultos (jóvenes adultos, padres-madres, educadores, religiosos) que vivan y compartan su fe, y la transmitan a los más jóvenes como compromiso comunitario-eclesial. Este ámbito comunitario para nosotros toma forma en cada una de las Comunidades educativopastorales de nuestros colegios y centros juveniles, y en cada Comunidad parroquial que se nos ha confiado. La CEP (comunidad educativo-pastoral) tiene vocación de comunidad cristiana de referencia.

Una espiritualidad juvenil, encarnada y comprometida Suele comentarse que muchos procesos catequéticos adolecen de falta de experiencia religiosa. Abundan los contenidos y las dinámicas pero faltan cauces para iniciar en el silencio y la oración. El proyecto “Somalo Joven” quiere hacer opción por una espiritualidad sencilla que vaya integrándose en la persona de los chicos/as. Nuestra apuesta quiere ayudar a vivenciar el poder humanizador y sanador de la persona de Jesús Resucitado. No queremos enseñar oraciones, sino a que nuestros jóvenes se sientan habitados por dentro, tengan capacidad de escucha y de interiorizar el silencio; aprendan a invocar desde su vida concreta la fuerza y la compasión de Dios. Trabajar las actitudes espirituales –en una amplia gama gama– supone aprender a vivir desde dentro de uno mismo, y a sintonizar con las energías interiores que emergen de la propia conciencia. La espiritualidad deberá capacitar al adolescente y al joven a ver el mundo de manera compasiva, a conmoverse ante las situaciones de mal y de injusticia, a empatizar con las personas más vulnerables, y a salir al paso de las mismas. Es por esto por lo que no queremos disociar el compromiso real de esta clave espiritual. Solamente desde la espiritualidad, el compromiso deja de ser una moda, y comienza a formar parte del ser personal de cada uno y expresión del Reino de Dios, que está llegando ya entre nosotros. La Alegría y la Fiesta, más allá de sentimientos fugaces, asociados al consumo y a la diversión, se convierten de esta forma en la expresión más auténtica de Vida Cristiana.


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