Renfe expedientó a Talgo por las averías en trenes como el del 23-J
Los problemas se redujeron tras unas semanas de funcionamiento X.V. Gago/ R. Santamarta [La Voz de Galicia]
El estreno del Alvia 730, el del siniestro del 24 de julio, en las vías férreas españolas fue convulso. Los nuevos ferrocarriles sufrieron numerosas incidencias, todas menores, que se saldaron con retrasos y el pago de indemnizaciones a pasajeros. Los problemas fueron tan reiterados que Renfe abrió un expediente a la empresa fabricante, Talgo, que debió asumir el coste de las compensaciones.
El desarrollo de los trenes comenzó en diciembre del 2009 a cargo del consorcio Talgo-Bombardier, que se adjudicó un contrato por valor de 78 millones para modificar 15 ferrocarriles de la serie Alvia 130. Las primeras pruebas se desarrollaron en verano del 2011 e incluyeron análisis del sistema de impulsión diésel, fiabilidad, dinámica y frenado. A finales de aquel año un prototipo recorrió por primera vez las vías gallegas. En uno de aquellos recorridos, el 10 de diciembre del 2011, al llegar a la curva del accidente del miércoles, A Grandeira, el tren pegó un bandazo que hizo tambalearse a los usuarios. En abril del 2012 se realizó una simulación para los viajes comerciales a Galicia, que arrancaron en junio de ese mismo año. El día del estreno, 17 de junio, ya hubo dificultades. Los trenes híbridos registraron retrasos de hasta 56 minutos por una combinación de «complicaciones técnicas» y «problemas de tracción», explicó Renfe. Lejos de solucionarse, las incidencias continuaron y los retrasos fueron continuos durante dos semanas. Al fin, el 5 de julio la paciencia de Renfe se acabó. Uno de los trenes dejó de funcionar en San Pedro de las Herrerías (Zamora) por un problema electrónico en el motor diésel. Más de 500 pasajeros tuvieron que llegar a Galicia en buses fletados por la empresa y con tres horas de retraso sobre el horario previsto. A todos los viajeros se les devolvió el importe íntegro del billete y Renfe anunció la apertura del expediente a Talgo.
El 20 de julio se supo que el fabricante debía asumir 130.972 euros en compensaciones a pasajeros. Los afectados por los retrasos en un mes de servicio fueron 6.870, uno de cada cuatro del total de 29.901 usuarios. «Problemas de infancia» Talgo explicó en aquel entonces que las averías se debían a lo que en el argot técnico se conoce como «problemas de infancia», las incidencias que no se pueden detectar en las pruebas previas y que son muy habituales cuando se utilizan nuevas tecnologías. Los Alvia 730 eran el primer tren híbrido español. La mayoría, explicó Talgo, eran «pequeños fallos, muchos de tipo electrónico, con sistema sofisticados que al menor desajuste paran el tren». Se habilitó un plan de fiabilidad con Renfe y se establecieron medidas con ADIF para evitar retrasos por errores en los sistemas de señalización. Renfe señaló ayer que el número de incidencias en los Alvia 730 es en la actualidad similar al de los demás tipos de trenes que están más rodados. La compañía coincidió en que los problemas del verano pasado estaban vinculados al estreno de las nuevas tecnologías.