Culturas del peru

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CULTURAS DEL PERÚ

Nazca


CULTURA NAZCA Nazca es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló básicamente en los valles del actual departamento de Ica, alrededor del siglo I y entró en decadencia en el siglo VII. Su centro estaba ubicado en Cahuachi, en el margen izquierdo del Río Grande, en la actual provincia de Nazca. Su territorio llegó a abarcar desde Chincha por el norte, hasta Arequipa por el sur y por el este hasta Ayacucho. Hasta el siglo VI d. C., aumentaron sus contactos con la zona andina, llegando inclusive hasta las zonas altas de Ayacucho. Este contacto tuvo especial importancia en la formación de la cultura Huari

Un aspecto distintivo de Nazca es su cerámica policromada, con figuras de hombres, animales, plantas, etc. En muchas de estas cerámicas, se representan a hombres mutilados. El arte textil floreció tanto como en la época de los Paracas. Tuvieron un estilo propio de trabajo de los metales, aunque de menor calidad al de la época de Chavín. Lo más impresionante de esta civilización son los trazos efectuados en las Pampas de Nazca, conocidos como las Líneas de Nazca, que representan figuras gigantescas de animales, seres humanos y diseños geométricos, hechos a una escala extraordinariamente grande y con mucha precisión. Se ignora su fin, aunque se ha teorizado que fuera un gigantesco calendario, resultado de observaciones astronómicas. Según los últimos hallazgos y estudios presentados en mayo de 2015 por parte de la Universidad Japonesa de Yamagata, se postula que las líneas servían como epicentros de la actividad ritualista tanto de los Nazca como de otra cultura circundante. Se ha desvelado que las líneas fueron hechas por más de una cultura y en momentos históricos distintos. De esta manera cumplían una función integradora para todas las culturas que yacían entre la costa y sierra Iqueña. Se concluye también que servían para adornar el camino del peregrino hacia la ciudad de Cahuachi, centro sociopolítico de la cultura Nazca, ya que las líneas están hechas para verse desde cierta altura.


Los nazcas utilizaron como principal técnica el uso del adobe. Destaca el complejo arqueológico de Cahuachi, a orillas del Río Grande, con más de 150 hectáreas de superficie. Tiene un templo de corte piramidal, de terrazas superpuestas, y un palacio de los jefes guerreros, en medio de seis barrios o complejos arquitectónicos bien definidos. Se puede detectar dos técnicas de construcción: una con adobes de forma cónica y otra con paredes de quincha.12 Son, sin embargo, pocas las construcciones masivas y sólidas de adobe; la mayoría de las estructuras fue levantada sobre suelos elevados y montículos, encima y alrededor de los cuales se erigieron estructuras artificiales. Más que un centro urbano, Cahuachi debió ser más principalmente un centro ceremonial, el más importante de los nazca, según todos los indicios. El carácter sagrado de este sitio lo evidencia el hecho de que, antes de su construcción, fue un sitio de huacas, es decir, de lugares sagrados según la cosmovisión andina (como podría ser un cerro de formación peculiar). Lo que hicieron los arquitectos nazcas fue elaborar y exagerar el aspecto truncado de esos cerros. Cahuachi floreció de principios del siglo I hasta el 750, aproximadamente.14 En su última fase, hay indicios de que muchas de sus estructuras fueron destruidas, mientras que otras fueron sepultadas con gruesas capas de arcilla. Se convirtió principalmente en un gran cementerio, lo que coincide con un periodo de enfrentamientos bélicos dentro de la sociedad nazca. A 4 km de Cahuachi se halla La Estaquería, que sería el sitio que le sucedió como centro ceremonial. Allí se halla los restos de una plataforma artificial de adobe donde originalmente se hallaban 240 postes de huarango, distribuidos en 12 hileras de 20 estacas cada una. Cada estaca se halla separada una de otra por una distancia de dos metros y parecen ser columnas que soportaban un techo. Desgraciadamente, estas estacas han ido desapareciendo paulatinamente y actualmente quedan pocas en pie.15 Las investigaciones han determinado que La Estaquería se mantuvo vigente hasta el año 1000 (época wari) cuando fue sepultado por un aluvión de barro y arena.



Estudiada por Max Uhle, John Rowe, Alfred Kroeber, Dorothy Menzel y Donald Proulx, la cerámica nazca es considerada como la mejor lograda del antiguo Perú, por su alta calidad y variedad. Una técnica peculiar usada fue que antes de la cocción del ceramio se pintaba o decoraba toda su superficie. Esta decoración destaca por su policromía y su complejidad. Usaban hasta once gradaciones de color en una sola pieza, y manejaban unos 190 matices diferentes. La forma más típica de las vasijas es el cántaro globular con dos picos o vertederos y con asa-puente, esquema básico que adopta una infinidad de variantes, sea en el cuerpo, que adopta diferentes formas, sea en los caños, cuya extensión es muy variable. También fabricaron ollas esféricas, tazas y vasos. Otra característica notable es el llamado «horror al vacío», es decir, que los ceramistas no dejaron en ninguna de sus cerámicas algún espacio sin pintar o decorar. En estas piezas se presentan elementos de la vida cotidiana, tales como flores, frutos, aves, animales e insectos, como también personajes mitológicos o que combinan atributos humanos y animales. Los motivos Nazca se dividen en tres categorías:   

Naturalistas: ilustran el medio ambiente. Míticos o religiosos: nos revelan la percepción que tenían los Nazcas del mundo espiritual. Geométricos: destacan círculos, semicírculos, rombos, líneas, espirales, escalones, etc.

Dorothy Menzel dividió la cerámica nazca en nueve fases:  

Fase 1, cerámica policroma, con una técnica especial de cocción que le da un acabado lustroso, con motivos naturalistas. Fases 2, 3 y 4 (Nazca Monumental), que desarrolla los temas y formas de la fase anterior.


Fase 5, es una fase de transición, con mayores cuidados en el acabado y la pintura, primordialmente sobre fondo blanco. Fases 6 y 7 (Nazca Prolífero), en la que aparecen una proliferación de diseños locales. Desplaza totalmente a Nazca Monumental. Fase 8 (Disyuntivo), continúa la fase anterior, pero con influencias foráneas, posiblemente huari y de la costa central. Fase 9, corresponde palmariamente a una fase cerámica huari.

Engobe bruñido. 450-650 d. C. (Intermedio temprano (Fase 6)


Detalle de textil Nazca proveniente de uno de los fardos descubiertos por Julio C. Tello. Colección Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Los nazca fueron herederos de cultura topará (llamada antes Paracas-Necrópolis) en lo que se refiere a la elaboración de finísimos mantos o telas, aunque no lograron la misma calidad y suntuosidad en los acabados. De todos modos, destaca por la variedad de técnicas empleadas y la complejidad de los diseños. Para elaborar los tejidos, utilizaron algodón y lana de camélidos. Dominaron las técnicas de embrocado, tapicería, gasa, telas pintadas, tejido tridimensional y bordados. Estos últimos son particularmente notables. Sobre la tela llana de algodón bordaban con la lana de camélidos teñida con variados colores.


CULTURA MOCHICA La cultura Moche es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre los siglos II y VII en el valle del río Moche (actual provincia de Trujillo, en el departamento de La Libertad). Esta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Las sociedades moches hicieron grandes obras de ingeniería hidráulica: canales de riego y represas, lo que les permitió ampliar su frontera agrícola a gran escala. Fueron grandes arquitectos; su materia prima fue el adobe. Construyeron complejos religiosos-administrativos de carácter monumental, conformados por palacios y templos o huacas (en forma de pirámide trunca), las cuales los recubrían de grandes murales en alto y bajo relieve, pintados con colores extraídos de la naturaleza, donde plasmaron sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión cultural. Las más notables de estas construcciones son las llamadas Huacas del Sol y de la Luna, en el valle de Moche. Fueron los mejores metalurgistas de su época; doraron el cobre mucho antes que en Europa; y conocieron una variedad de técnicas (laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc.), fabricando herramientas, armas, atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual. Son considerados los mejores ceramistas del Perú antiguo, gracias al fino y elaborado trabajo que realizaron en sus ceramios. En ellas representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa expresividad, perfección y realismo con que los dotaban. De este arte sobresalen los huacos retratos y los huacos eróticos. Fueron grandes navegantes: construyeron caballitos de totora, los que hacían más pequeños para la pesca y más grandes para sus viajes hasta las costas ecuatoriales, desde donde traían la concha Spondyllus, sagrada para los moches, y en general, para el resto de las culturas costeñas del Antiguo Perú.


El más conocido legado cultural mochica es su cerámica, generalmente depositada como preciosa ofrenda para los muertos. Los mochicas plasmaron en sus cerámicas el entorno de su mundo cultural y religioso, bajo la forma de imágenes escultóricas o bien decorando a pincel la superficie de la vasija. Su cerámica constituye por ello el mejor documento y testimonio de su cultura. Características de la cerámica mochica: escultórica, realista, documental y pictográfica. 

Escultórica: porque representaban en bulto las figuras de los hombres, animales y plantas. Destacan los huacos retratos.

Realista: puesto que todo era reproducción exacta de la realidad. No inventaban ni imaginaban en su obra ceramista, que era expresión de las actividades.

Documental: porque era realismo y su representación sirven como elementos para conocer la vida de los habitantes moches como si se estuviese leyendo un verdadero documento o fuente escrita.

Pictográfica: ya que algunos huacos representan figuras pintadas y ornamentadas.


Huaco retrato. Representa de manera muy realista a un personaje sonriente. Su realismo es característica resaltante en sus huaco retratos, su famosa plástica asombra por la expresividad y perfección de verdaderos retratos de arcilla. Los cánones clásicos de perfección y realismo se reconocen aún en seres mitológicos, animales humanizados, hombres con atributos zoomorfos o partes combinadas de varios animales. Sin embargo, también realizaron cerámica con gran contenido simbólico de pensamiento e ideas donde las imágenes se vuelven más abstractas y conceptuales; ambas tradiciones, tanto la simbólica como la realista se encuentran sumamente vinculadas. Incluso hay piezas cerámicas donde conviven estas dos tendencias sin el más mínimo problema. Analizando la iconografía de la cerámica, los investigadores actuales también pueden conocer interesante información sobre la vida de los moches: ceremonias funerarias, ceremonias rituales, paisajes, viviendas, guerras, enfermedades, etc., proporcionando así un vínculo entre los vivos y los muertos. Sus pictografías derrochan vida y movimiento en las complejas escenas de ceremonias, combates, cacerías rituales y probables relatos míticos. Sin embargo, la vajilla para uso diario, utensilios domésticos y vasijas para agua fueron funcionales, sencillos y escasamente decorados. También destacan los huacos de representaciones de carácter sexual, mostrándose de forma explícita escenas de onanismo, coito en grupo e incluso reproducción animal. Se cree que estas manifestaciones artísticas podrían tener unas connotaciones culturales y religiosas de simbolismo de la fertilidad. La cerámica mochica generalmente se propicia en masa, mediante el uso de moldes, sobre ellas el especialista aplicaba técnicas como: modelado, grabado, pintura. El asa estribo era confeccionado aparte. Por último, la pieza era llevada al horno; es bícroma resaltando el rojo y la crema.


Maqueta de la Huaca de la Luna. Como base para sus construcciones emplearon el adobe, puesto que era la materia prima que tenían a la mano. Construyeron grandes palacios, urbes y templos, los cuales los recubrían de murales en alto y bajo relieve, pintados de colores extraídos de la naturaleza a los cuales les agregaban colágeno extraído de la cocción de las patas de las aves, que actuaba como una especie de látex; decoraban con representaciones de sus dioses, mitos, leyendas y toda su cosmovisión. En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra adelante; esto se puede apreciar en todas las huacas. En su arquitectura monumental destacan las Huacas del Sol y de la Luna, en Moche. La Huaca del Sol es un inmenso edificio que mide más de 40 m de altura y tiene 5 terrazas superpuestas: los expertos calculan que se necesitaron más de 140 millones de adobes para su construcción. A 500 m de esta huaca se alza la Huaca de la Luna, de 21 m de altura y de tres terrazas; esta destaca por sus bellas pinturas murales, una de las cuales representa el rostro fiero de un dios, posiblemente Ai apaec. Se cree que la Huaca del Sol fue un centro administrativo, mientras que la Huaca de la Luna era un centro religioso. Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades. Los materiales que usaban ellos eran los mismos que se empleaban para las huacas a excepción de las pinturas. Las casas tenían patio propio y techo de dos aguas para las lluvias.


Orejera mochica de oro con incrustaciones de piedras preciosas. Los mochicas fueron los mejores metalurgistas de su época. Utilizaron el oro, la plata, el cobre y sus aleaciones. La aleación más característica fue la tumbaga (mezcla de oro y cobre). Doraron el cobre mucho antes que en Europa y conocieron una variedad de técnicas, como el laminado, martillado, alambrado, soldadura, etc. Fabricaron herramientas, armas, atuendos, emblemas, ornamentos y toda su variada y rica parafernalia ritual. Es de destacar su pericia para construir figurinas de poco más de 2 cm con partes móviles, unidas con pequeñísimas grapas.


CULTURA CHIMÚ Chimú es una cultura preincaica que se desarrolló en la costa norte tras el decaimiento del Imperio huari entre los años 1000 y 1200. Ocuparon los territorios que antes habitaron los mochicas y los lambayeques, llegando a expandir sus dominios, en su etapa de mayor desarrollo, por toda una extensa franja costera del norte del Perú de unos 800 km de longitud, desde Tumbes hasta el valle de Huarmey. En su desarrollo se distinguen dos etapas; en la primera se trataba de un reducido grupo localizado en el antiguo valle Moche y zonas aledañas (900-1300); y en la segunda ya habían conquistado un vasto territorio y eran un reino en constante expansión (13001470). Diversos historiadores sostienen que, hacia mediados del siglo XV, los chimúes fueron derrotados por los incas. Los chimúes se destacaron en el plano urbanístico gracias a sus formidables construcciones. Muestra de ello son Chan Chan, la fortaleza de Paramonga, entre otras. Así también se destacaron en metalurgia, en los que utilizaron una diversidad de técnicas y metales para su elaboración; y en textilería (tejidos de algodón, lana de llama, alpaca y vicuña).


Vasija erótica. La tradición de la cerámica de motivos eróticos estuvo presente en la cultura Moche y Vicus con anterioridad a Chimú. Museo de América (Madrid) Las cerámicas chimúes cumplieron dos funciones, como recipientes para uso diario o doméstico y las cerámicas de uso ceremonial o para ofrendas de los entierro. Los primeros fueron elaborados sin mayor acabado mientras los funerarios muestran bastante dedicación. Las principales características de las vasijas chimúes son una pequeña escultura en la unión del gollete con el arco, su fabricación moldeada para la cerámica ceremonial y modelada para uso diario, su coloración generalmente negro metálico con algunas variantes, su brillo característico se obtenía humeando la vasija que previamente había sido pulida. También se elaboraron cerámicos de colores claros en pequeñas cantidades. En la cerámica se han plasmado muchas representaciones realistas como animales, frutos y personajes, así como, escenas místicas y eróticas.


Textil de estilo chimú El hilado consiste en la práctica manual y elemental de unir un conjunto de hilos pequeños para poder lograr un hilo largo y continuo, en esta labor inicial de la textilería se utilizaron diversos instrumentos como el huso. El huso es un instrumento manual confeccionado de una varita pequeña y delgada que generalmente se va adelgazando a ambos extremos; se lo emplea junto a un tortero o piruro que se inserta en la parte inferior para que haga contrapeso. Se empieza a hilar tomando de la rueca (donde se ha fijado la fibra que se va a hilar) algunas fibras que son fijadas en el huso que se lo hará girar rápidamente entre el pulgar, el cordial y el índice para lograr enrollar y torcer las fibras ininterrumpidas. Cuando ya se había obtenido los hilos necesarios se empezaba el tejido o sea el entrecruzamiento o combinación de los hilos para hacer las telas. Los chimúes confeccionaron telas, gasas, brocados, bordados, telas dobles, telas pintadas, etc. Algunas veces los textiles fueron adornados con plumas y placas de oro y plata; los colorantes se obtuvieron de ciertas plantas que contenían tanino, del molle y del nogal; de minerales como la arcilla ferruginosa y el mordiente de aluminio y de animales como la cochinilla. Las prendas se confeccionaron de la lana de cuatro animales; el guanaco, la llama, la alpaca, y la vicuña y de la planta de algodón nativo que crece en forma natural en siete colores diferentes. La vestimenta de los chimúes consistió en taparrabos, camisas sin mangas con o sin flecos, pequeños ponchos, túnicas, etc.


CULTURA TIAHUANACO La cultura Tiahuanaco es una cultura arqueológica que se desarrolló en los actuales países de Bolivia, Perú y Chile entre los años 200 a. C. y 1100 d. C. Su área de influencia, visible en objetos con una peculiar iconografía, comprende la cuenca del Lago Titicaca como región nuclear, desde donde se distribuye hacia los valles y costa del océano Pacífico por el oeste, la región del Chapare por el este y el altiplano boliviano meridional y el oasis de San Pedro de Atacama por el sur. Su capital y principal centro religioso fue la ciudad de Tiwanaku, ubicada en las riberas del río homónimo, pocos kilómetros al sur del lago Titicaca, en el actual departamento boliviano de La Paz. Se cree que Tiwanaku obtuvo una serie de bienes y recursos de ecosistemas diferentes al del Titicaca a través del intercambio con diversas sociedades locales de regiones altiplánicas y vallunas, aunque también manejaron enclaves poblacionales en zonas como Moquegua (sur del Perú) y, posiblemente, Cochabamba en los valles orientales bolivianos. El sitio de Tiwanaku se caracteriza por una amplia infraestructura ceremonial que atestigua prácticas religiosas muy complejas. Su arquitectura y escultura presentan una iconografía muy estandarizada que sugiere el desarrollo de depurados sistemas de pensamiento, difundidos a través de objetos más ligeros como cerámica y textiles. Precisamente estas dos formas de expresión material son las que encuentran mayor perfección técnica, siempre sujeta a cambios cronológicos y sobre todo a variación espacial. SI bien inicialmente se pensó que la cerámica más tosca de Tiwanaku sería la más tardía o "decadente", el hallazgo en el año 2006 de más de cuatro centenas de piezas cerámicas de gran perfección y colorido en la isla de Pariti, en la porción menor del Titicaca, datadas por radiocarbono en el 1000 d.C., permite discutir esta idea. Así, todavía se discute el significado de la variedad cerámica de Tiwanaku. Existe una notable variedad entre zonas de la propia cuenca del Titicaca, por no mencionar los estilos derivados de Tiwanaku en zonas como Azapa (Chile) o Cochabamba (Bolivia). Tiwanaku también destacó en el arte textil, con predominio del uso de lana de camélidos andinos, generando tapices polícromos sumamente complejos observables en zonas secas como el norte de Chile o el altiplano boliviano meridional.


Monolito Ponce, denominado así en homenaje al arqueólogo boliviano Carlos Ponce Sanginés, uno de los principales estudiosos de la cultura tiahuanacota. Tiahuanaco fue la cultura más longeva del área andina; por tanto, la periodización evolutiva tuvo distintas teorías y postulados que han ido variando a lo largo de la historia. En un principio Wendell Bennett dividió Tiahuanaco en tres periodos: temprano, clásico y decadente. Esta división cronológica fue replanteada con estudios posteriores. Basándose en la división de Benett, Wallace definió al periodo tiahuanacota temprano como cultura Keya o Qeya.2

Posteriormente Ponce Sanginés propuso una cronología en cinco fases; las dos primeras anteceden al periodo temprano que había planteado Benett y corresponden al periodo formativo tardío de América, posteriormente denominado periodo aldeano.2

La ciudad de Tiahuanaco fue fundada aproximadamente en 1580 a. C., como una pequeña villa, y creció a proporciones urbanas entre el 300 y el 500, consiguiendo un importante poder regional en los Andes centrales. En su máxima extensión, la ciudad cubría aproximadamente 6 km², y tuvo un máximo de 40 000 habitantes.

Colapsó repentinamente aproximadamente en el año 1187. La ciudad fue abandonada y su estilo artístico se desvaneció (se perdió o desapareció).


En el siglo VIII, Tiahuanaco se expande sobre la base de los enclaves preexistentes, tanto en la costa como en los valles interandinos; así mismo, extiende su poderío sobre el altiplano y la sierra. Esta expansión fue posible gracias al dominio del bronce que le permitió una gran superioridad militar. La expansión se evidencia por la difusión de los símbolos y elementos tiwanakotas, que aparece en la cerámica y los textiles de todo el ámbito conquistado. Esta expansión llega hasta el norte de Chile (San Pedro de Atacama) y muestra relaciones con la cultura de la Aguada de Argentina, deja su huella en los valles de Cochabamba y avanza por el oeste hasta Cerro Baúl, en la moderna Moquegua, donde entran en contacto con el imperio huari, con el que se relaciona económicamente e ideológicamente. Ante la caída del imperio huari en el siglo X, Tiahuanaco también entra en crisis. En el siglo XII el colapso es inevitable y en la región donde floreció Tiahuanaco surgen nuevos estados aimaras entre los que se destacan el reino colla y el reino lupaca.


CULTURA CHAVÍN La cultura chavín o cultura de Chavín es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló durante el Horizonte Temprano.12 Tuvo su centro de desarrollo en la ciudad de Chavín de Huántar, que está ubicada a 2 km de la confluencia de los ríos Huacheksa y Mosna, en la cuenca alta del río Marañón (en el actual departamento de Áncash). Oro chavín. Tradicionalmente, el desarrollo histórico de Chavín se considera como un «horizonte cultural» debido a sus influencias artísticas y religiosas presentes en otras culturas contemporáneas a ella. Gran parte de aquel desarrollo histórico corresponde al Periodo Formativo específicamente al Formativo Medio y al Formativo Superior que tiene como características la intensificación del culto religioso, la aparición de la cerámica estrechamente relacionada a los centros ceremoniales, la intensificación del cultivo del maíz y la papa, el perfeccionamiento de las técnicas agrícolas y el desarrollo de la metalurgia y la textilería.

Collar chavín de oro. Fue el arqueólogo Julio César Tello (conocido como el «padre de la arqueología peruana») quien la descubrió y consideró como la «cultura matriz» o «madre de las civilizaciones andinas»,4 sin embargo descubrimientos recientes sugieren que la civilización de Caral ―del periodo Precerámico Tardío― es más antigua que Chavín. Tello planteó que la cultura chavín2 fue de origen amazónico debido a las múltiples representaciones de la iconografía selvática en sus manifestaciones artísticas, especialmente en la cerámica. En su máximo apogeo Chavín de Huántar, centro principal chavín, actual Patrimonio Cultural de la Humanidad,5 fue un importante centro ceremonial y centro de irradiación cultural cuya influencia se extendió por gran parte de la costa y sierra de los andes peruanos.


Los chavines cultivaron diversos productos entre ellos diferentes variedades de papa. Desarrollaron la agricultura cultivando diversos productos entre los que figuran el maíz y la papa, otros productos agrícolas fueron: 

Tubérculos: camote, mashua, oca, olluco

Leguminosas: frijoles, pallares

Oleaginosas: maní

Condimentos: achote, ajíes

Granos: kañiwa, quinua

Hortalizas: palta, pepino, tomate

Entre las técnicas agrícolas destaca el uso de los canales; también se inició la construcción de los primeros andenes y el uso de la chaquitaclla (arado de pie), que acrecentó la productividad agríco


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