Verónica Uribe es una artista que no ha sido seducida por las prácticas neovanguadistas y que sigue aferrada a la pintura poniendo de presente, no sólo su ación por las imágenes y una gran
fe en su poder expresivo, sino su convicción de que no hay actividades humanas más creativas que otras, y de que la creatividad no depende de los medios sino de la manera como son
confrontados, abordados o ejercitados. Su pintura poco tiene que ver con los parámetros vanguardistas o puristas de la modernidad, sino que, por el contrario, pone de relieve una libertad
sin cortapisas ni limitaciones racionalistas, la cual podría equipararse con la libertad de que hace gala la poesía.