Revista Micronación Fantasía

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Micronación Fantasía Noviembre 2021

El Reto de ser

Creativo

VICTORIA FERRI La Viuda de Oro

Porque es Mexicano

GUILLERMO

DEL

TORO image: Freepik.com



“La cultura es un ejercicio profundo de la identidad”. Julio Cortázar En la actualidad observamos una mayor interacción entre los individuos por medio de las redes sociales, incrementada bajo el contexto de la pandemia y el confinamiento. Desde el inicio del Internet se ha abierto una brecha especial para el intercambio de ideas, diálogos y debates respecto a temas sociales por medio de foros, dándose paso a la polarización y al crecimiento de las tribus virtuales, generando un pensamiento tribal que se conforma respecto a una identificación de ideologías. Sin embargo, aunque llevamos desde el origen de la humanidad relacionándonos con los símbolos de identidad y subjetividades, la virtualidad ha fomentado especialmente las maneras en que elegimos presentarnos: roles, arquetipos, pseudónimos, alter egos, avatares entre otros personajes ficticios que las personas utilizan para representarse a sí mismos. El objetivo de Micronación Fantasía es crear un evento creativo y cultural, esta siendo su presentación editorial, donde puedan confluir las diferentes identidades en un ambiente de sana convivencia, tolerancia y respeto. El reto especial para los usuariosparticipantes de este evento es que ellos mismos creen su diseño de personaje, lo personalicen o modifiquen basados en su intención de como presentarse o auto representarse ante los demás; incentivando así el factor de la originalidad y unicidad.

Yadira Noble

Contenido Carta Editorial La forma del monstruo Carta abierta a Guillermo

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Del Toro

Atrévete a Ser Creativo

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Pasos para Ser Creativos

Colaboración del Mes

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Victoria Ferri

Editora

Micronación Fantasía

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La forma del monstruo

Por Rodrigo Fresán

Carta abierta a

2 abril 2018

Estimado Guillermo del Toro: le escribo para decirle tantas cosas y por alguna hay que empezar. Por qué no entonces por ese momento tan celebrado –en la rueda de prensa, luego de que ganase el Globo de Oro a mejor director por La forma del agua– en que una periodista de nombre caucásico pero a sueldo de una agencia de noticias china

(detalle muy suyo) le preguntó, entre maravillada y confundida, cómo se las arreglaba usted para hacer comulgar la oscuridad y el terror de sus películas rebosantes de monstruos a los que ha jurado fidelidad eterna con ese aire de persona feliz y adorable que parecía ser usted en la vida real, a este lado de la cámara y pantalla. Su respuesta, Del Toro (repuesta ocurrente y sincera y en el acto, con un impecable sentido del timing, y que enseguida corrió como pólvora virtual y digitaliza-

da y más rápido que Speedy González por las redes sociales), fue “Soy mexicano”. A partir de entonces, claro, alud y tsunami de tuits de patrióticos patriotas de su país de origen. Y –siendo yo un más bien desencantado argentino al que, además, no le interesa el fútbol y por lo tanto se pierde la que acaso es la única oportunidad de dar saltos en masa con sus connacionales– lo cierto es que a mí siempre me impresionó el patriotismo mexicano. Eso

Imagen: El Universal Querétaro

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Guillermodel de lanzar un grito casi primal el Día de la Independencia y, al mismo tiempo, el depender tanto no de la amabilidad de los extraños a la que se refería Blanche DuBois sino del cambiante humor de los bipolares al norte del Río Grande. En cualquier caso, su “Soy mexica- no” –que a poco estuvo de provocar el desenfunde colectivo de pistolas a disparar al aire por narcos, el trompeteo frenético de mariachis, y las lágrimas en esas abuelas desde niñas y los aleluyas en esas monjas de fe invulnerable pero también tan enamoradizas en vuestras telenovelas– a mí me pareció que había sido completamente malinterpretado por sus connacionales. Porque me parece que ese “soy mexicano” trasciende lo meramente geográfico y me alcanza a mí, argentino de nacimiento, pero también mexicano por (de)formación en más de un sentido y destino. Y es que el “soy mexicano” suyo es, me parece, una mexicanitud intoxicante y contagiosa y diferente y universal. Que es la que también incluye a tantos mexicanos por opción y afición como yo quien, nada es casual, está casado con una mexicana de Guadalajara y tiene un hijo nacido en Barcelona pero con una de sus dos nacionalidades siendo la que usted ya imagina. Ese “soy mexicano” de usted es el que parte y llega al México

Toro Imagen: Espinof

sincrético y mutante y aztecatólico. El México de los demenciales giros argumentales en las telenovelas ya mencionadas. El México de la revolución vertiginosa y de la cámara lenta cotidiana. El México de las momias de Guanajuato en aquel cuento otoñal de Ray Bradbury o el de las esqueléticas caricaturas del sensacional sensacionalista José Guadalupe Posada. El México de los luchadores enmascarados. El México de la propaganda/cupón de los Sea Monkeys y del curso de Charles Atlas en las espaldas de las revistas traducidas por Editorial Novaro a ese español esperántico que es el de los cómics y el del doblaje de series de tv y de

dibujos animados. El México de pirámides con escalones encerados en sangre. El México como sitio donde dejar de ser (como Ambrose Bierce, como B. Traven, como Arthur Cravan) al que huyen tantos epifánicos “bandidos yanquis” al final de sus correrías (el México donde se opera y cambia su rostro el triste y solitario y final Terry Lennox de El largo adiós de Raymond Chandler). El México que al otro lado del océano limita con el Japón de Godzilla y su pandilla de kaijus radiactivos. El México que contiene a esa metrópoli cthulhuiana y tentacular y gelatinosa alguna vez conocida como df (y nada me extraña más que uno de los proyectos

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suyos más queridos y hasta ahora frustrados sea En las montañas de la locura de H. P. Lovecraft). El México de todas esas grandes novelas mexicanas escritas por extranjeros que pasaron por allí como Lowry & Greene & Kerouac & Burroughs & Bolaño & etc., y el México en el que todos filmaron y pintaron y cantaron (en este sentido, México es el país que más se parece a la portada de Sgt. Pepper’s lonely hearts club band). El México que, antes y después de todo, acaba configurando una de las formas tan nobles como bestiales de lo monstruoso y cuyos mejores artistas siempre son, de un modo u otro, monstruicanos como usted. Más allá de dónde transcurran y del idioma que hablen esos mecanismos inmortalizantes y adictivos, esas cucarachas XXL, esas bombas durmientes, esos laberintos como puntos de fuga, esos negros vampiros mestizos y ese avión lleno de muertos a revivir con un nosferatu como exceso de equipaje, ese demonio rojo, esos robots gigantes y esos pequeños caza-trolls, esa mansión embrujada. Y ahora ese sudaca y exitoso pariente más o menos cercano del monstruo de la Laguna Negra a la que, estoy seguro, usted y yo viajamos en nuestras infancias. Fascinados por el disfraz de la criatura (cuyo maquillaje estudiábamos a fondo en algún ocasional y atesorado ejemplar de la revista Famous Monsters of Filmland que llegaba a nuestras zarpas y pupilas y leo por ahí con cierta envidia que es usted el orgulloso poseedor de varias casas/ depósito donde cobija reliquias fantásticas à la Forrest J. Ackerman), pero también encandilados por la blancura del traje de baño de Julie Adams. Una infancia, sí,

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en la que nos tapábamos los ojos pero con ojos en las palmas de las manos. Sin fronteras, porque los monstruos clásicos no son solo de la Universal: lo monstruos también te hacen universal. Escribo estas líneas luego de salir del cine de ver La forma del agua junto a mi hijo de once años (fan suyo que apenas le reprocha el ser responsable de la única película que le dio miedo y pesadilla, Mimic; siendo mi hijo un curtido y valiente disfrutador de Aliens, Predators y engendros de toda índole) y de haber sido muy feliz por un par de horas. Feliz de que usted se haya salido con la suya y que eso no le haya evitado premios y candidaturas y respeto y afecto y acaso lo más trascendente: poner a un monster sanador en lo más alto, junto a esas biopics con enfermos siempre oscarizables o a cualquier cosa que haga Meryl Streep este año. En lo suyo, Del Toro, el monstruo es Dios. Y algo me dice (le llevo a usted poco más de un año) que nuestras respectivas infancias fueron irradiadas por un mismo rayo invasor y extraterrestre; usted hizo lo suyo bajo su influjo y yo hice lo

mío. Y supongo que mi novela más mas deltoroesca se llama El fondo del cielo (y no se prive de filmarla cuando tenga un tiempo libre, ja, ¿ja?); pero antes que nada hago votos y cruzo los dedos y toco madera para que él éxito obtenido con esta versión suya de la no tan Bella y la no tan Bestia le financie finalmente la expedición tan deseada por todos a la necronómica Antártida donde Los Antiguos Primordiales llevan años esperando ponerse a sus órdenes con un luz y sombras y cámara y acción y tekeli-lis. Sin más –y con saludos de mi hijo Daniel– gracias por todo lo que vino y lo que vendrá; y hasta la próxima vez que volvamos a encontrarnos en la luminosa oscuridad. Que sea pronto, por favor. R. F. Rodrigo Fresán es escritor. En 2019 publicó La parte recordada (Literatura Random House). Publicado en Letras libres, ISSN 1578-4312, No. 199, 2018, págs. 52-53



“ Atrevete a ser Por Francisco Menchén Bellón

Creativo

“Yo no soy pintor, ni músico, pero soy creativo” Osho

T

odos somos creativos sin excepción. Ser creativo es un acto sublime, es un don asociado a la inspiración, a la iluminación, y al éxtasis que exige estar abierto a lo nuevo. Para ser creativo hay que habituarse a avanzar desde la penumbra a la luz, como la

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aurora; hay que empezar a pensar otras realidades, sentir otras emociones y actuar de forma diferente. Ser creativo supone transgredir lo conocido, traspasar los límites, romper las reglas y luchar contra la rutina, la apatía y el aburrimien-

to. Es un acto de rebeldía que consiste. Es un acto de rebeldía que consiste en buscar signos visibles en espa cios invisibles y en buscar palabras e ideas donde parece que ya no las hay. Ser creativo es como una danza de transformación don-


de algo que estaba en el reino de la imaginación pasa a la vida real. Cualquier persona puede aumentar su creatividad si sabe activar sus “Órganos creativos”. Atreverse a ser creativo requiere tener una gran curiosidad como Leonardo da Vinci que disponía de un cuaderno donde apuntaba todo; exige también tener una gran paciencia y fe como el pescador, en este caso se encuentra Edison que para fabricar la lámpara eléctrica tuvo que pasar por 999 experiencias que fracasaron y otro atrevimiento sería: saber mirar la realidad como si estuviera aprendiendo a ver el mundo, como lo hizo Picasso. La creatividad no puede heredarse, ni puede guardarse en una caja y sacarla cuando sea necesaria; es como la electricidad que siempre está ahí, está oculta, sólo necesita conectarla, dar al interruptor para que se ilumine. Tú eres creativo y no eres consciente. El acto creativo no es producto de una improvisación, es fruto de un esfuerzo contenido, un descubrimiento de algo nuevo que antes era

desconocido. Crear algo nuevo es forzar los límites de lo perceptible. Pero el límite no debe ser algo que nos impida avanzar. En opinión del prestigioso filósofo Eugenio Trillas (2010): “Un límite es puente y puerta, comienzo y fin”. Se trata de destruir la gestalt propia a favor de una mejor, de no quedar fascinados por lo que se ve y ser capaz de llegar más lejos y ver aquello que está oculto. Dar vida a algo que no existe es traspasar los límites de lo real y de las propias palabras y acceder a “pasadizos subterráneos” y

explorar la hermosura de lo desconocido. La labor creadora se debe entender como especie de aventura en las que las palabras, las imágenes o las emociones te pueden sorprender. La creatividad es la magia más poderosa contra la oscuridad del mundo. Atrévete a ser creativo requiere genio, valentía y audacia. Es un error actuar guiados por el miedo que paraliza. Si el ser humano hubiera actuado con miedo no habríamos progresado. Empieza a ser consciente de este poder interior y deja que la luz salga desde lo más íntimo y se difunda para que todo tu ser se llene de luz y puedas explorar los espacios oscuros de la realidad y bucear en búsqueda de ideas que sorprendan e impacten. (...).

Introducción del documento publicado en Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación (2012) - Volumen 10, Número 2.

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Colaboración del Mes

Victoria Ferri

Por Francis Gutiérrez Foto y Edición por Yadira Noble

“No hay problema en que te refieras a mi como Señora, lo que no tolero es que me llames por mi apellido…” “...¿Qué caso tiene haberse casado cinco veces si me llamaras por mi apellido de soltera? Vamos escoge cualquiera de esos apellidos, cada uno guarda un girón de mi piel y el esfuerzo que me costó mantener a todos esos hombres enamorados. Aunque si prefieres, puedes llamarme Victoria viuda de Ferri o Victoria Ferri, después de todo, le debo mi fortuna a el Señor Ferri. Desde que lo vi supe que sería mi marido, le gustaba desayunar con Champagne y viajar en primera clase. Mi amor es caro y no hay nada más sexual que el poder y Él era oro ante mis ojos. El Señor Ferri tuvo una trágica muerte, imagína con-

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fundir Cianuro con un Fernet (ríe cínicamente, mientras se acomoda el cabello) y ser asaltado en su propia cocina. Afortunadamente fue diligente y antes de abandonar este espantoso mundo, me dejó todo. Jamás me hizo sentir un orgasmo, pero me hizo la mujer más feliz. Me enseñó a arriesgarme en la bolsa e invertir en los bitcoins. No me malinterpretes, no soy frívola, estoy dejando de romantizar el exceso de telenovelas mediocres de baja producción. Una mujer sólo se casa por tres razones: por amor, por dinero o por Ser. Mírame, estás viendo a una mujer que se parió así misma, las contracciones fueron el hambre y la ambición de estar en el lugar en donde ahora estoy. Es sencillo ver pasar la vida, ser espectador de la tragedia o los triunfos de otros ¿Qué hay de malo en reinventarse? No pensaba asesinar mis sueños en una casa hipotecada o lactando, conformarme con besos de aniversario o comida de lata, paseando en un Malibú del 2010 sin antes haberlo intentado“.




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