De lo bello, lo arrogante y humilde

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De lo bello: Lo humilde y arrogante Introducción: Consideraciones del ensayo El ensayo que pasare a desarrollar, se construirá desde un aspecto subjetivo sobre algunas ideas que han estado rondando en mi cabeza con respecto a la belleza y su situación en las sociedades de todo el mundo. Comienzo con un pequeño diálogo ficticio para exponer una de las ideas principales del ensayo “la belleza y su ligadura a la arrogancia en nuestros tiempos”. Digo “en nuestros tiempos” porque este no es un ensayo histórico sobre la belleza, sino una interpretación -como ya dije antes- subjetiva de lo que significa ser bello(a) en la actualidad, aunque esto no esté exento de historia dado que la belleza nace con la naturaleza; o sea con el mundo. Usaré para designar la belleza, “bello” que englobará términos como, simpático o bonito, que son palabras que usamos muy a menudo para designar que alguien es bello; digo “alguien” porque el ensayo está basado en seres humanos en general, aunque hablaré mucho más del género femenino que del masculino. Según la RAE (Real Academia Española), el primer significado de belleza es “Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas”. El segundo, “Mujer notable por su hermosura”. En cuanto a bello significa “Bueno, excelente”. Algunos se preguntarán por qué uso la palabra bello en lugar de usar simpático o bonito. En primer término, lo que es simpático es relativo al carácter. Se puede decir de un bello o no bello, que es simpático porque es un persona, graciosa, amable, bondadosa, etc. Llamémosle adjetivos positivos de un ser humano. Segundo, lo bonito, es un escalón previo a la belleza, como la RAE describe es lo “Lindo, agraciado de cierta proporción y belleza”. En nuestros días es raro oír que alguien o algo son bellos, simplemente porque le tememos a esa palabra creyendo que esta fuera de nuestro alcance, es decir la dotamos de cierto misticismo, como Dios. Sin embargo, los antiguos griegos, sobre todo los filósofos, usaban la palabra belleza con mayor familiaridad que nosotros. Podríamos especular por qué los griegos utilizaban cotidianamente bello en vez de bonito, quizás sea porque no existía la palabra o nunca tuvo traducción en los idiomas actuales, hasta podríamos decir que la palabra es más poética que otros sinónimos. Por otro lado, el término “no bello” lo usaré para nombrar a lo que comúnmente llamamos “normal” y también para lo que creemos “feo”. Sobre lo “normal”, en nuestros tiempos es usado para describir un intermedio entre lo bello y lo feo, es decir que una persona según como la vean, puede ser un poco de bello a veces o un poco de feo, sin llegar a ninguno de los extremos. También se aplica desde una perspectiva que lo dota de sencillez y humildad. Alguien de quien se dice “es normal” tiene el beneficio de la duda de su parte, porque quizás tenga un poco de ventaja en estar más cerca de lo bello que de lo feo. Lo “normal” es carente de una esencia “especial” a comparación de la belleza. “Normal”, para hacer una analogía espiritual vendría a ser un simple hombre, mientras que lo bello sería lo bueno y lo feo lo malo. Como sabemos lo feo es todo lo contrario a lo bello. Lo feo es todo lo “desagradable y aberrante” que podamos conocer por nuestra propia experiencia a través de los sentidos; por ejemplo cuando vemos excremento, olemos basura, oímos ruidos, tocamos una herida o masticamos la pepa de un limón.


Entenderse bello En el concurso de belleza Miss Universo (2014)1 que se realiza cada año y es transmitido a nivel mundial, le preguntaron a una de las candidatas lo siguiente: Presentador. Candidata Número uno, la pregunta para usted es -una de las más sencillas de la noche por cierto- ¿Cree que es bella? Candidata. (Se toma unos segundos antes de contestar). Creo que soy “normal”. Presentador (Con sorna). Entonces creo que no debería estar en un concurso de belleza sino de humildad. Algunos de los concurrentes abuchearon al presentador, y otros rieron. La respuesta de la candidata trataba de denotar sencillez y humildad, trató de esquivar la relación estrecha entre la arrogancia y la belleza. Unos aplaudieron esta salida salomónica, otros -entre los que me encuentro y los que se rieron-, lo percibieron como hipócrita y ridícula, que lejos de cumplir su cometido envilece mucho más el concepto de belleza falseando el tono de humildad a conveniencia. Bello o no bello El mundo está regido por leyes universales como los valores. Podemos decir en cualquier parte del planeta que matar es malo; y que el respeto es la base de cualquier sociedad civilizada, por ende, es bueno. En el caso de la belleza, algunos defienden con total libertad - cosa que es muy válida - que no hay un parámetro específico que diga que es lo bello o que es lo feo. Así podemos encontrar en la historia, específicamente en el caso del renacentismo, que el canon de belleza de una mujer era un cuerpo rollizo, sinónimo de salud y fuerza; en la actualidad es todo lo opuesto, lo hermoso en el cuerpo está ligado a la esbeltez. Esta apreciación, de que todo es bello o nada es bello (según como se quiera ver), es propia del individuo que trata de rebelarse, a su manera, a lo que el mundo le impone como una ley universal, marcando su distancia con esta cosmovisión llamada frivolidad. Sin desmerecer este argumento tan abstracto sobre la belleza, desde la antípoda, dentro de las sociedades, la mayoría de individuos están convencidos de alguna forma que, por ejemplo, una reina de belleza, es bella o por lo menos es “agradable a la vista”, dado que las reglas de este tipo de concursos son dictadas teniendo en cuenta ciertos parámetros (rasgos físicos) de lo que se considera bello dentro de un ambiente territorial por lo que las participantes son escogidas por jueces que pertenecen a ese espacio geográfico y que son considerados conocedores de la belleza. Hace poco descubrí en el rubro del modelaje a la sudafricana Thando Hopa (24), que no sólo es fiscal de profesión en su país, sino modelo de grandes pasarelas y revistas. Thando Hopa, es una negra albina, o como dice ella misma en una entrevista en el blog África no es un país, del diario español El País, “soy una persona con albinismo, no albina” 2 . Thando es la imagen de una campaña, que ella misma encabeza, contra la discriminación racial hacia los albinos en su país. Supe de esto por una nota que incluía un video de la sesión de fotos para la campaña. Es posible que al ver a Thando algunos nos hayamos impresionado simplemente porque en América Latina es difícil -por no decir casi imposible- ver a un negro albino, quiere decir que no estamos familiarizados con la raza. El albinismo es una enfermedad congénita que decolora casi por completo la piel, ojos y pelos. En la cultura sudafricana este mal es atribuido a una maldición ancestral caída en algún miembro 1 2

La fecha y personajes de ficción, sólo se tomó el nombre del evento como referencia. http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2014/01/cuando-el-albinismo-sube-a-la-pasarela.html


de la familia que a su vez condena a toda su descendencia. A causa de esta superstición cultural, los albinos son discriminados en su sociedad, manteniéndose en la ignorancia dado que esta enfermedad no es exclusiva de los sudafricanos sino de cualquier raza alrededor del globo. Independiente de si nos parece bella o no, el diseñador sudafricano que la descubrió, Gert Johan Coetzee, la convenció de que modelará, con el argumento de valorar la belleza albina como una forma de promover la lucha contra el racismo, aunque consciente o inconscientemente se está proponiendo un nuevo canon de belleza a nivel mundial. Lo loable del caso de Thando es que siendo bella o no (según como se le vea), es que ha generado empatía a través de su trabajo, es decir, no puedo percibir en Thando arrogancia, a pesar de formar parte de un ambiente que siempre ha estado enlazado a la frivolidad e ignorancia, sino que se siente una empatía por lo emblemático que puede resultar para todos su nuevo oficio, sumándole un atributo a su belleza. Coexistencia del bien y el mal En la vida coexisten dos antípodas universales y ordinarias entre los atributos del hombre; el bien y el mal. Entre aquellos dos puntos existe un contraste insuperable que nunca podría permitirles igualarse; sabemos que lo que está bien, es ayudar a alguien, por ejemplo, a cruzar la calle; y lo malo es matar. Estos dos puntos, a través de la historia se han hecho un lugar en la estética del ser humano, no se podría poner fecha exacta desde que punto histórico del ser humano la belleza se convirtió en todo lo bueno y lo feo en todo lo malo. Miremos un poco dentro de la religión católica, proyectemos la imagen que tenemos de Jesucristo en nuestra mente; para describirlo rápidamente se podría decir, que Jesús era un joven guapo, de ojos claros, cabello castaño y de tez clara. Esa es la imagen que por medio de la pintura nos han dado del hijo de Dios. La pasión de Cristo, película de Mel Gibson (2004), nos mostró a un mesías con similares características a la descripción antes dada, sin embargo “lo horrendo” de su calvario que culminaría en la crucifixión nos mostró una belleza deformada, una belleza trasformada en fealdad, y por supuesto, crueldad (lo malo). Sabemos que se extendió una polémica por “lo grotesco” de las imágenes; un Jesús tan deformado, sangrante, maltratado vilmente, nunca se había presentado al mundo de manera tan realista como en este filme. Así es como todo lo malo ha sido ligado a la fealdad en el mundo, por eso el diablo –otra imagen que nadie ha visto, como la de Cristo-, ha sido pintado con cuernos, patas de cabra, rojo, con colmillos, con todos los temores del mundo para “asustarnos”, para temer sus perversiones y el destino oscuro por el que quiere que vivamos eternamente. Ver a un loco en la calle, con andrajoso, mal oliente, comiendo de la basura, nos hace temer, huimos sólo por la imagen que nos proyecta sin siquiera saber quién es y por qué vive en esa condición, simplemente se convierte en mal, por ende, hay que alejarnos de él. Quizás por esto, los no bellos, se forman con dos posibilidades en la vida, o ser indiferentes (atributo que es difícil de considerar en soledad), proyectando una imagen fuerte, arrogante para de alguna forma “defenderse” o simplemente ser un reprimido, sentirse feo, culparse por su destino y buscar soluciones o no buscarlas. Al decir “buscar soluciones”, hablo sobre los tiempos modernos, la cirugía estética o ayudas adicionales (productos de belleza). A propósito de la cirugía estética, ahora que lo pienso bien, hace poco me formulé una pregunta dado el caso que conozco a varias personas con “retoques” sobre todo en el rostro. Un amigo de la infancia que es afroperuano se operó la nariz hace un año atrás, la primera vez que lo vi no pude evitar impresionarme, pero contuve toda pregunta posible para no incomodar; en esta sociedad es difícil conversar temas sensibles con hombres por el machismo, es posible que termines peleado o burlándote. Un rasgo esencial de los afrodescendientes es su nariz ancha; mi amigo la convirtió en una puntiaguda, un modelo más bien de razas blancas ¿no? No deseo introducirme a las especificaciones de las razones que llevan a alguien a operarse, de este asunto


los psicólogos se han ocupado ampliamente, lo que me lleva al campo de la cirugía estética más bien es una pregunta un poco filosofal, si alguien después de la operación donde te cambiaste algo en el rostro, para estar bello, te dice, “que bonita(o) estas” ¿Cómo se siente esa persona que sabe que no fue bendecida por afrodita, sino que tuvo que esforzarse para granjearse esa admiración? Desde el punto de vista moral, creemos entender que esta persona estará en desventaja con alguien que nació naturalmente bello. Porque y cuando, la belleza es natural, es más digna de admiración. Si la belleza es distribuida en una especie de sorteo, donde algunos son favorecidos y otros no, entonces ¿Por qué rendirle pleitesía a la belleza si no representa algún logro en el mundo? Fijémonos un momento en un objeto precioso como el que se convierte un gran diamante por los cuales se gasta considerables sumas de dinero y no cumplen ninguna función vital para el ser humano más que ser un adorno que nos hace presumir de una privilegiada situación económica. Este mineral en su estado bruto no representa el valor que posteriormente tendrá, por lo que, son pulidos y refinados (o sea no son conservados en su estado original) para la venta. No podríamos adivinar por qué o en qué momento este objeto ha sido tan valorizado, pero sabemos que se usan para resaltar la belleza, y además porque es un objeto propiamente bello, alguien dijo –no recuerdo quien- que por las luces que es capaz de reflejar el diamante, suposición que nos haría regresar al principio de las cavernas, donde el hombre se sorprendía por todo lo desconocido y sobre todo por lo que brillara, por eso las estrellas son bellas, sin siquiera saber su verdadera forma, sino sorprendiéndonos por su brillo y misticismo. Los jueces de la belleza Sabemos que es difícil definir quién es bello y quién no, porque el gusto es subjetivo aunque concordemos con otras personas en al dar nuestra apreciación. Entonces nos preguntaremos cómo es que podemos definir que una persona es bella o no. Para responder la pregunta tenemos las siguiente alternativas: los medios de comunicación especializados en belleza como las revistas, programas, concursos o la profesión de diseño de modas; y los no especializados en belleza (medios cotidianos disponibles para las masas), como la televisión, cine, publicidad, medios informativos (periódicos o revistas.), entre otros. Lo que nos regresa al punto subjetivo, pero que desde ahora se llamará subjetivo colectivo, porque individualmente (subjetivo) escogemos lo que designamos como bello coincidiendo con un grupo (Colectivo) de personas que creen lo mismo. Partamos de lo subjetivo colectivo. Si hago la afirmación que la estrella de Hollywood, Liv Tyler 3 es bella, los que la conozcan estarán de acuerdo con mi afirmación, sea hombres o mujeres; ello no pasaría si digo lo mismo de otra estrella como Uma Thurman, porque habrá mucho más controversia en esta última afirmación. La belleza de Liv Tyler se hace más global, mientras que la de Uma Thurman se hace más exótica. Respecto a la belleza de Uma Thurman se puede iniciar un debate, mientras que la belleza de Liv Tyler ya estará asegurada de cierta manera. No podemos asegurar que a todos les guste Liv Tyler, es cierto, mas podemos decir que a la gran mayoría le parece bella. Lo difícil de definir, como sabemos, es por qué a una se le puede aceptar inmediatamente y a la otra no tanto. Con esto no quiero decir que Uma Thurman no sea bella, sino que tiene un distinto nivel de belleza que la distancia de la otra persona. Lo que vemos aquí es una elección individual multiplicada, lo que nos arroja un modelo de belleza poco discutible (Liv Tyler).

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Actriz y modelo. Hija del cantante de Aerosmith Steven Tyler.


La frontera del misterio Hasta aquí estamos llegando a un punto donde se hace necesario esclarecer qué es la belleza. Para esto seguiré usando a Liv Tyler como ejemplo, pero antes debemos poner un precedente a este examen con otra pregunta ¿Qué tipo de belleza podemos validar, la natural (sin maquillaje) o la artificial (con maquillaje)? Hemos dicho que la belleza natural es con la que se nace, aunque nunca se está exento de cualquier arreglo que pueda dársele, así podemos hablar de cortes de cabello, artículos de belleza u otros adornos que ayuden a resaltar la belleza natural. Podemos decir que una chica puede ir sin maquillaje por la calle pero luce unos costosos aretes de diamante, o un vestido de un color que resalta su rostro u ojos, lo que ocasionalmente ayudaría a que su belleza natural se encienda un poco más. Por otro lado la belleza artificial (con maquillaje) es la que se vuelve más común en las calles y en las pantallas. Son pocas las personas, y en esto me refiero específicamente a las mujeres, que se olvidan de su vanidad un momento y prefieren disfrutar de su naturalidad aceptándose tal y como son, sin pretensiones de realzar su belleza ni escondiéndose de su realidad cotidiana u hogareña (aquí es donde se ve el verdadero estado natural de las personas). Si hablamos de las estrellas de cine, así como las de televisión o publicidad, estamos hablando de personas que requieren del maquillaje para estar más presentables ante el público, ya que tienen el deber de representar un determinado objetivo o producto con su imagen; y tienen que verse bellas para llamar la atención de la gente “común”. Seguimos con el problema de definir que es la belleza y qué tipo de belleza validar, porque se van expandiendo categorías sobre las que se debe trabajar previamente para llegar a un tipo de acuerdo sensato, aunque desde un punto de vista objetivo debemos concentrarnos en lo que a diario vemos en la calle, más no dentro de las casas, porque esto supondría otro tipo de relación con la belleza, una relación más íntima y en estado “bruto”, lo que nos aleja un poco del cometido de este ensayo. Entonces volvamos a visualizar a Liv Tyler ¿por qué creemos que es bella? Un atributo que debemos separar porque ya lo hemos tratado en otro momento es el carácter de la persona, aunque para muchos es importante este aspecto para dar una calificación positiva o negativa según se crea conveniente. Sin embargo eso no cambia la opinión que se pueda tener de su aspecto físico ya que es lo más material que se puede hallar en un ser humano. Podemos decir que Liv tiene un bello rostro, porque sus ojos son bellos, su nariz respingada, sus labios son carnosos de un rojo provocativo, orejas simétricas, cejas pobladas a medida, pestañas ondeadas, dientes blancos, mentón delicado, pómulos suaves, color de ojos celestes, tez clara. Estos son elementos que constituyen cualquier rostro, pero ese tipo de belleza no es universal, podemos refutar todo lo anterior con otro tipo de belleza que le haga contraste. No importa el color de tez, porque tenemos todo tipo de colores igual que en los ojos; lo respingado de la nariz tampoco es universal, hay quienes la tienen en poco en punta (lo que se suele llamar aguileña), otras un poco ancha (en el caso de los afrodescendientes); las cejas, las pestañas y las orejas también es una cuestión relativa, pueden ser en el primer caso poco pobladas, en el segundo un poco más cortas, y en el tercero un poco más anchas o pequeñas (las llamadas orejas de muñeca). No expuse el tema del cabello porque es más cambiante que cualquier otra parte del cuerpo y prácticamente se vuelve un accesorio (aunque más importante que otros). Volvemos nuevamente al punto de partida sin resolver absolutamente nada y es más, hay quienes estén más confusos que claros en este tema. Sin embargo lo que podemos concluir aquí es que hay tipos de bellezas; aunque no los podamos categorizar correctamente. Liv Tyler pertenece a un tipo de belleza que tiene las características mencionadas, en las que otras mujeres también entrarían, sólo que vararían un poco en cada aspecto, digamos, otro color de ojos, el rostro un poco más delgado y ancho (según los huesos), la nariz un poco más respingada


o menos, etc. Serían variantes poco extremas de esa belleza. Con esto no busco encumbrar a Tyler como la modelo principal de dicha categoría descrita, sólo he continuado con el ejemplo que di inicialmente para no confundir. La belleza y la arrogancia Hay un problema con el que está dotada la belleza, y que la candidata número uno del concurso reconoce que puede afectar su valor como ser humano frente a los demás, la arrogancia. He aquí porque decide escapar delicadamente a la pregunta del entrevistador sobre su belleza. Pero ¿Cuál es el motivo de que la belleza este ligada a la arrogancia? ¿Por qué la belleza tiene que ser frívola? ¿Todos tenemos algo de culpa en esta asociación? La arrogancia es la actitud y sentimiento de una persona frente a otra que considera de un nivel inferior en algún aspecto en el cual el arrogante se siente superior a pesar de que alguien argumente lo contrario. Para que el bello se sienta superior a otros por su aspecto físico sólo le falta reconocerse en un espejo y que la gente le confirme su apreciación; así podemos pasar desde que los padres y familiares de un niño viven diciéndole lo bello que es, hasta los amigos o pretendientes de que se haga. Por ejemplo, en el caso de una mujer, que vive acosada y adulada por su belleza para captar su atención. Desde esta arista podemos deducir que el pensamiento de un bello es emparejarse con otro de su misma condición. Una niña bella, digamos que de unos 12 años, vive asediada tanto por niños bellos como no bellos, de su edad o hasta mayores que ella. Llama la atención de todos por igual por su fisionomía, lo que le hace asumir que puede alcanzar a su pareja ideal, mientras que el no bello se queda sin opción de acceder a esa belleza preciada, sin embargo no deja de admirarla sin saber exactamente por qué, en una edad donde la inmadurez no nos deja discernir los logros intelectuales como justificación de la admiración. Llegado a este punto, nos ponemos a pensar en cuestiones como ¿En qué momento la belleza te da cierto poder sobre los demás? O ¿por qué decimos que es más válido admirar la inteligencia que la belleza? Esa niña bella crecerá y se hará una mujer. Durante todos los años que pasará en el colegio, universidad, o trabajo siempre se encontrará en un punto donde la situación le permitirá hacer una elección de entre todos los pretendientes, los que a su vez disputarán su atención; cuando se tiene atención se tiene poder. Es un convencionalismo de toda sociedad cortejar a una mujer para poder agradarle más. Les regalamos flores, chocolates, nos esforzamos por ganarnos su simpatía por medio de chistes o salidas al cine, escribiéndole canciones o poemas, por darle momentos agradables que nos hagan “especial” a sus ojos y nos permitan tener la oportunidad de poseerla. Esto hace que el bello cortejado vaya ganando cosas materiales, no sólo de los pretendientes “oficiales”; pongamos un ejemplo: que dicha mujer llegué a la puerta de un banco y enseguida alguien se ofrezca a ayudarla con alguna gestión, o que cruzando la calle los autos se detengan para que pase. Estos gestos pueden pasar desapercibidos camuflados con la etiqueta: educación, sin embargo en el fondo esa preferencia no se le tiene con un no bello, o por lo menos no habrá la misma atención que con un bello. Poco a poco se va dilucidando el poderío que va acumulando un bello para relacionarse con su entorno y así ganar espacios que otros se les dificultaría. Otro estigma de la belleza natural es la percepción de que la belleza física siempre está distante de la inteligencia mental. Es posible que encontremos algunas respuestas en lo previamente dicho: El poder que da la belleza le permite al bello hacerse de favores que lo ayudarán a avanzar más rápido en la vida por lo que no tendrá mucha preocupación por alimentar su intelectualidad, gracias a que la belleza es signo de admiración sin exigencia de una retribución, es decir, que la belleza es sólo contemplativa, quizás aquí también se hallé otra posible respuesta, de el por qué la belleza se ve cosificada por su propia naturaleza. Los avances y retrocesos del mundo han sido ejecutados de la mano de intelectuales positivos y negativos,


quiero decir que algunos han aportado a los avances, como lo puede ser Einstein o han aportado a masacres como Hitler. En estas antípodas podemos ver que la intelectualidad no necesariamente va de la mano de la belleza, ni exenta de ésta. Sin embargo los trabajadores intelectuales han logrado destacarse por sus trabajos, no por su aspecto físico. Para ilustrar mejor la idea comparemos el trabajo de los intelectuales con el de los bellos: el intelectual en diversas ramas, como por ejemplo el campo científico o literario ha hecho aportes a la sociedad, no necesariamente por su fisionomía; en el lado opuesto el aporte de los bellos a la sociedad ha sido de mero entretenimiento, ahí tenemos a los modelos de desfiles que se dedican sólo a trabajar con su aspecto físico y que pocos son los que se atreven a incursionar en el ámbito intelectual, sin embargo emprenden negocios prácticos. No trato de universalizar la propuesta ya sabemos que no hay nada que podamos afirmar universalmente, mas lo que nos toca verificar es que la intelectualidad supone un progreso a la humanidad mientras la belleza sólo se remite a su aspecto contemplativo por la que queda tipificada. La propia belleza quiere disfrutar de sus similares, por lo que si encuentra un no bello cruzarse con su mirada lo descarta amable o maliciosamente. Esto nos lleva a colegir que la belleza es considerada como una especie en sí misma o mejor dicho: una raza y como tal hay una preferencia por los de su propio tipo. Este hecho nos evoca el mito griego de Narciso, donde este bello joven es castigado por la diosa de la venganza, Némesis, al rechazar el amor de la bella ninfa Eco que termina sus días consumiéndose en la soledad de una cueva hasta desaparecer a causa de esta desazón amorosa. Narciso es condenado por Némesis a adorar el propio reflejo de su rostro en un río donde él se contemplará absorto hasta caer al agua para ahogarse y dar paso al nacimiento de una bella flor bautizada con su nombre. Podemos ver a través del propio mito que Eco no era bella, lo que a Narciso le bastó para no corresponder su amor. Atrevernos a deducir un mito es sólo especular sobre un suceso del que nadie tiene rastro, aunque nos deja claro que hasta la misma belleza puede enaltecerse por sí misma juzgando que será difícil que alguien más alcance un nivel similar a ella. Párrafos más arriba hablé sobre que “el pensamiento de un bello es emparejarse con otro de su misma condición”, cuestión que queda afirmada por los propios miembros del grupo de los bellos y como de los que están afuera. Se forma como una raza que sólo debe mezclarse con los de su misma especie, algo así como en la Arca de Noé. Hay una serie de comentarios que se disparan en las calles que se vuelven radiografías de una sociedad poco equilibrada en el sentido de los méritos propios por los que puedas llegar a tener a una belleza como pareja, por ejemplo, mucha gente al ver pasar una pareja de una mujer bella con un hombre sin gracia dicen cosa como “cómo es posible que ese feo este con esa mujer tan bella” o “Seguramente es por la plata” o inclusive dirán “Seguro está por lastima”. Estos son sólo algunos comentarios con lo que podemos ver que el concepto general de la gente es que mejor queda un bello con un bello (un equilibrio) que un bello con un no bello (desequilibrio). Lo malsano de estas asociaciones es que se le atribuye a la belleza una propiedad antinatural, casi una rebeldía, un buen corazón en vez de interponer la consigna de que la belleza es subjetiva. Aunque muchas veces en estos casos puede estar mimetizada con la personalidad y la educación de la belleza, lo que nos lleva al siguiente punto. La belleza y la humildad La belleza en un primer plano es meramente contemplativa como ya he dicho líneas antes, sin embargo esta primera impresión – como el amor a primera vista-, esta seguida de un examen de la personalidad de la que está dotada dicha belleza; si, por ejemplo, la mujer bella, es una persona de carácter afable su belleza se engrandecerá doblemente por su naturaleza; por otro lado, si la belleza de la mujer está sujeta a una actitud déspota, habrá contribuido a mermar todo lo naturalmente bueno que se pueda hallar en ella; aunque algunos, contemplativos, trataran de


convencerse de que este tipo de carácter pueda superarse buscando diversas excusas para difuminar un poco su mala postura. Retomemos la imagen de la joven belleza que pasea de la mano con el no bello por la calle y que la gente que se percata de ellos va figurándose una idea sobre su relación, comentando que el no bello se ha ganado esa belleza sin ningún mérito físico. Para analizar esta situación debemos tratar de interpretar en primer lugar las observaciones de la propia gente. Algunos tienen la idea que el no bello no puede “ganarse” una belleza sólo por su intelecto, -este atributo que como hemos visto es siempre un buen aporte al mundo, viéndolo en gran magnitud: movilizando a la gente por sus ideas, o en menor escala: por hacer pequeños aportes en la sociedad, en la familia o en la gente que lo rodea-, porque no es suficiente la sapiencia para atraer la atención de una belleza. Esta fórmula mancha de cierta manera el doble atributo del que hablábamos antes: la afabilidad, de la que puede ir acompañada la belleza, por lo que la gente concluye quizá sin darse cuenta que la belleza debe ser discriminatoria (El tema de raza nos redunda en la cara). Sin conocer a la persona unos atribuyen que esa unión es a conveniencia o que hay un motivo secreto; el cuál desconocen; que ha hecho realidad ese “pacto” con lo que volvemos a darle una propiedad de frivolidad, materialismo y cosificación a la belleza, tal vez sea esto que lo divorcia cada vez más de la inteligencia. ¿Por qué el bello debe encontrar un incentivo mucho más fuerte como el dinero para poder fijarse en un no bello? ¿A caso, el qué sea bello le da un atributo necesariamente afable? Por un momento reemplacemos al no bello por un bello. De la mano están dos bellos con ropa a la moda, exposición en la televisión y otros medios de comunicación, con "carreras" exitosas, entonces éstos despertarán la admiración y envidia de la gente. Mujer y hombres pensarán al verlos, que desearían alcanzar este prototipos de belleza para sí mismos, pero algunos se declararán en una obvia desventaja. En estos casos no es siempre un dúo indisoluble la pareja belleza-afabilidad, no necesariamente lo bello es bueno, como lo feo es malo. Todo dependerá de las propiedades con las que esté constituida la belleza. Por lo tanto no habría nada de malo que una belleza se fije en un hombre sencillo sin muchos atributos físicos. Si la mujer bella de la que hablábamos está acompañada de un no bello, quiere decir que a este tipo de belleza se le atribuye una sensibilidad especial que posiblemente fue construida gracias a su entorno (educación), que fue lo que se ocupó de inculcar todas las virtudes posibles para que su belleza física no opaque su sentimentalismo. Este tipo de belleza tiene una personalidad sencilla, seguramente gracias a sus padres o a la gente de la que se rodeó ,que se encargó de enseñarle a involucrase en la sociedad y a respetar a todos por igual, y sobre todo a respetarlos por sus logros intelectuales más que por su naturaleza física porque como ya sabemos que la belleza es una adquisición fortuita o casual para cualquier ser humano, nadie sabe si va a nacer bello o feo, sin embargo la intelectualidad, la espiritualidad o cualquier valor del ser humano, se forma en el mundo según nuestros propios propósitos de vida y esto supone un esfuerzo, y el esfuerzo tiene un valor significativo para todos, la lucha que se hace por ganarse algo, por merecerlo, es mucho más gratificante que obtenerlo gratis. La doble belleza Finalmente recordemos a la participante del concurso de belleza que dijo con humildad “me considero normal”, es una persona que encaja entre la belleza –físicamente- y la humildad –espiritualmente-. Sin embargo no hay que olvidar que hay cosas que son obvias a la vista, como que está mujer es belleza físicamente, como puede serlo Liv Tylor, pero no pierde su humildad, y esa humildad debe darle la fuerza de asumir su posición como debe. El hecho de que la mujer


diga “Sí me considero bella”, sería una salida perfectamente aceptable a comparación de una respuesta que como la que tomó que genera una cierta polémica. El problema de aceptar su belleza y de alejar ese atributo natural de la arrogancia, radica en como lo comunica y cuanto sabe la gente que la ve desde afuera sobre su vida. Desde el momento que emita las palabras será juzgada desde la postura que adoptó hasta el tono de voz que usó. Si decimos que el ejemplo del que hablamos es una ex reina de belleza llamada Maju Mantilla 4 , entonces podremos sentir mucho más simpatía por su respuesta a comparación con otras mujeres, porque sabemos que ella ha logrado avanzar por méritos propios y no ha sido cuestionada ni por su vida privada ni la pública, además ha tenido mucha conexión con la gente, y ellos han ido labrándole una imagen bienhechora, lo que ayuda a resaltar su belleza natural. Yadir G. Abril-Julio 2014

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Miss Mundo 2004


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