Contenido CONSEJO EDITORIAL ITORIAL ED Editores Ana Isabel Alvea Sánchez Juan Barroso Lourdes Bueno Judy García Allende Puerto Gómez Corredera Ángel González González José Gutiérrez-Llama Pedro Herrero Carlos Hidalgo Villalba Elisa Luengo Emilia Oliva Christian Peytavy Enrique Sánchez Sotelo J. Seafree
Especiales
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0.- Introducción – José Gutiérrez-Llama (5) 1.- Conversación con Martha Canfield – José Gutiérrez-Llama (7) - 4 poemas: Mira llega a casa, De regreso, El viento constante del Monte Ventoux y Vietri sul mare – Martha Canfield (19) 2.- César Cantoni: sus respuestas y sus poemas – Rolando Revagliatti (26) - 6 poemas: Traicioné a mis padres, ¿Dónde está la verdad?, Es así como mueren, 1976, La edad de la inocencia, Un arte invisible – César Cantoni (38) 3.- Conversación con Fernando J. López – Lourdes Bueno (43) 4.- Un soñador en tierra firme: Conversación con el puertorriqueño José Rabelo – Judy García Allende (54) 5.- El despistado – Pedro Serazzi (62) 6.- Fallo del I Concurso de poesía y relato convocado por la Asociación Cultural Letras Cascabeleras – Fdo. Víctor M. Jiménez Andrada (66)
Asistencia Editorial
En pocas palabras
Juan Pablo Varela Víctor Cáceres A.
7.- Algo – Pedro Herrero (69) 8.- Cálculo mental – José Gutiérrez-Llama (71)
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PORTADA
Entre cuentos
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9.- El rostro. La leyenda de la visión maldita – Fabiana Iglesias (73) 10.- El santuario de las puniciones – María Luisa Deles (78) 11.- Psiquiátrico – Eva María Medina Moreno (82) 12.- Fantasía Medieval 3: La hoguera – José Gutiérrez-Llama (86)
Palabra en verso “Abstracción 2014 1” Juan Barroso EDITADA EN Alemania - Andorra Argentina - España EEUU - Francia México - Puerto Rico
13.- Introducción – Emilia Oliva (91) 14.- Balcón de agua – Lola Herrera (92) 15.- Susurros de la noche – Gustavo Marcelo Galliano (93) 16.- Ansiedad – Jesús Cárdenas Sánchez (95) 17.- Feliz agosto – Mónica Gabriel y Galán (96) 18.- El video de dos minutos de tu teléfono móvil se perderá en algún disco duro – Ángel González González (97)
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EN SENTIDO FIGURADO Año 7 Número 2 Enero/Febrero 2014 Es una publicación de: José Gutiérrez-Llama Es una revista literaria de publicación bimestral de difusión vía red de cómputo. Blvd. Adolfo López Mateos 314, Colonia Tlacopac. C.P. 01049 México, D. F. MEXICO. Tel: (52.55) 54.81.55.61. www.ensentidofigurado.com Reservas de Derechos al Uso Exclusivo No. 04– 2011–082909412300203. ISSN: 2007-0071. Esta publicación se terminó de editar el 13 de enero de 2014. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. El contenido de los textos es responsabilidad del autor. EN SENTIDO FIGURADO los incluye en apoyo a la libertad de expresión y el respeto a la pluralidad. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de EN SENTIDO FIGURADO. Publicación sin fines de lucro que no admite patrocinios y es sufragada con recursos propios. PROHIBIDA SU VENTA.
Entremés
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19.- Librería – José Gutiérrez-Llama (99) 20.- Letras pequeñas – Emilia Oliva - Poemas de Carlos Iglesias (101) 21.- Teatro – Lourdes Bueno (111) - Tres formas del lenguaje – Fernando J. López (113) - Melibea – Fernando J. López (134) 22.- Reseñas literarias – José Gutiérrez-Llama - Cifras de una fracción periódica, de Emilia Oliva (154) - Made in China, de José María Cumbreño (156) - Esta luz sin contorno, de Santiago Castelo (158) - Todas las razones para la huida, de Teresa Guzmán (160)
Galerías 23.- Fotografía: - Muestra de JiCé y Yannick Lecoq (162) 24.- Poesía Visual: - Muestra de J. Seafree (166) 25.- Artes Plásticas - Muestra de Juan Barroso (169) 26.- Contraportada: - Galería de artistas extremeños: Cartel de Luis Canelo – Juan Barroso (170)
Nota: Por problemas técnicos fuera de nuestro control, en este número no aparecen las secciones de “Entre ensayos y tanteos” y “Cine desde el diván”. Ofrecemos a nuestros lectores una disculpa por ello y sin lugar a duda estarán de regreso para nuestra siguiente edición.
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DIRECTORIO Suscripciones Suscripciones: pciones: suscripciones@ensentidofigurado.com
Contacto: José Gutiérrez-Llama en-corto@ensentidofigurado.com
PARA ENVIAR ENVIAR COLABORACIONES Micros: Pedro Herrero y Valeria Tittarelli micros@ensentidofigurado.com
Teatro: Lourdes Bueno teatro@ensentidofigurado.com
Cuentos: Montserrat Tomás y Peytavy cuentos@ensentidofigurado.com
Traducciones: Elisa Luengo elisa-luengo@ensentidofigurado.com
Christian
Ensayos: Judy García Allende y Susana Báez ensayos@ensentidofigurado.com Poesía: Puerto Gómez, Emilia Oliva, Ana Alvea y Ángel González. poesia@ensentidofigurado.com Poesía visual: visual: Emilia Oliva emilia-oliva@ensentidofigurado.com
Fotografía: Josep Vilaplana fotografia@ensentidofigurado.com Ilustraciones: Ángel González González angel-gonzalez@ensentidofigurado.com Video: María Jesús Manzanares video@ensentidofigurado.com Artes plásticas/audio: ESF jgllama@ensentidofigurado.com
Letras pequeñas: Vilma Reyes vilma-reyes@ensentidofigurado.com FACEBOOK: Anabel Cornago y Montserrat Tomás
BLOG: BLOG: Valeria Tittarelli
josé gutiérrez-llama
INTRODUCCIÓN José Gutiérrez-Llama Editor
Que mi recuerdo se quema. ¡Avisad a los jazmines con su blancura pequeña! –Federico García Lorca–
a Tomás Llama† mi gratitud y cariño entero Ante todo desear que este año haya comenzado feliz para todos ustedes y que así transcurra hasta el final. Y bueno, en este número una vez más los especiales vuelven a ser vastos pero, más aún, llenos de matices y miradas atractivas. Comenzamos con cuatro entrevistas que se presentan en orden alfabético y se complementan, casi en todos los casos y a lo largo del número, con obras de la autoría de cada una de las personalidades involucradas y que gentilmente han puesto a disposición de nuestra revista. La poeta uruguaya Martha Canfield y cuatro de sus poemas inéditos; el poeta argentino César Cantoni y seis de sus poemas, tres de ellos inéditos; el dramaturgo catalán Fernando J. López y sus obras de teatro “Tres formas de lenguaje” y “Melibea” y, finalmente, el escritor puertorriqueño ganador del Certamen “El Barco de vapor”. Seguimos, gracias a la generosidad del poeta y narrador chileno, Pedro Serazzi, con el cuento “El despistado”, ganador, entre 220 participantes, del primer lugar en el Concurso de Cuento Breve en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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en Argentina, hacia finales del 2013. Ya entrados en “concursos”, transcribimos el fallo del 1er. Concurso de relatos y de poesía, convocado por la Asociación Cultural Letras Cascabeleras, de Cáceres en España. Adicionalmente comentar que en este número encontrarás, de manera excepcional, aunque esperamos que se vuelva recurrente a medida de lo posible, algunos textos que se acompañan con obras de Juan Barroso, quien amablemente las ha puesto a disposición nuestra. Esto que tradicionalmente ha sucedido en la sección de poesía, gracias a la colaboración de fantásticos artistas plásticos y al talento de Ángel González, pareciera dar señales de querer trasminar a otras secciones. En fin, ya veremos qué sucede en el futuro, pero por lo pronto disfrutemos el momento con el optimismo que iniciamos el año.
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CONVERSACIÓN CON MARTHA CANFIELD José Gutiérrez-Llama FlorenciaMéxico Noviembre 2013
Esta vez no haré un preámbulo largo para introducir esta entrevista, entiendo que los lectores podrán dar cuenta del prestigio y talento de Martha por medio del muy breve currículum que presentamos al final de la entrevista. Así, simplemente diré que hace un par de meses tuve la ocasión de conocer y compartir un encuentro literario con Martha y más allá de su don literario (admirable desde cualquier punto de vista), me ha sorprendido su maravilloso don de gente. Acceder a participar en nuestra revista ha sido el gesto más sencillo de cordialidad que ha tenido para conmigo. En tal caso espero que disfruten de esta conversación tanto como yo. 1.- Durante mucho tiempo he leído una gran cantidad de respuestas a la pregunta de ¿qué es la poesía? Siendo pragmáticos, la conclusión a todo ello es que no hay una respuesta absoluta, sino que existen tantas como poetas y poemas existen. Ahora, si hacemos un brevísimo recorrido por el proceso de escrituración encontramos que la etapa ágrafa concluye con la aparición de los sistemas iconográficos. Es decir, imágenes que representan y simbolizan la realidad. Posteriormente se codifican los
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símbolos y nace la escritura tal y como la conocemos en la actualidad. Pero bueno, me llama singularmente la atención esa capacidad de abstraer y aludir la realidad a través de una imagen. Si caminamos por ahí, la poesía pareciera volver al origen; la conformación de imágenes (literarias) que aíslan los hechos del contexto en que existen y los transforman y simbolizan en un plano distinto, referenciados a través de la sensación y la idea. Por otra parte, Carl Jung nos habla acerca de la propensión del hombre a crear símbolos como una vía de trocar inconscientemente los objetos o formas para dotarlas de importancia psicológica. En fin, ¿es la poesía una manifestación subliminal de ese estado primitivo del hombre?, ¿es el resultado de una inclinación natural que lo empuja a simbolizar y darle mayor significado a los hechos desde el punto de vista psíquico? R: Desde que leí un librito de Jung llamado Psicología y poesía, me pareció haber encontrado la razón más profunda del ser y del hacer poesía. Jung asociaba la creación poética a la expresión del inconsciente y por eso la consideraba tan importante para el equilibrio de la psiquis como el sueño. O sea que la poesía – la creación literaria, o la creación en general – no es un lujo, como el materialismo y el utilitarismo de nuestra época tratan de hacernos creer, sino que es algo indispensable para nuestro “equilibrio”, es decir para nuestra salud mental, es decir para nuestro bienestar. En ese mismo libro Jung distingue dos maneras de crear: una que nace deliberadamente en la mente del escritor, y otra que se impone a su voluntad sin que el autor pueda oponerse. La primera forma de creación es típica del tipo psicológico que Jung define como “extrovertido” y presupone reflexión y corrección de la página producida. La segunda está asociada al tipo “extrovertido” y no presupone ninguna corrección, como surge así se queda. Naturalmente estos dos
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tipos de escritura, como los dos tipos psicológicos correspondientes, no son exclusivos y se pueden dar combinados en una misma persona, con mayor o menor presencia de uno y de otro. Pero a mí me ha parecido siempre que, en efecto, uno nace con una tendencia definida hacia un tipo u otro de creación y me ha sorprendido descubrir en dos autores que he conocido muy bien, que he admirado, leído, estudiado y traducido al italiano (y traducir es una forma de penetrar en la creación del otro) los ejemplos perfectos de estas dos tipologías junguianas. El primer caso es el de Mario Benedetti, tímido e introvertido, que escribía muchísimo, horas y horas por día, y luego releía, corregía, eliminaba sin piedad, reescribía y no aceptaba una producción suya hasta que conscientemente no la había controlado y construido. El segundo caso es el de Álvaro Mutis, extrovertido, comunicativo, alegre y muy culto, o sea capaz de dar juicios literarios muy precisos: y bien, Álvaro no era capaz de controlar su propia escritura. Él escribía siguiendo el dictado de una voz interior con la que no era capaz de discutir; por lo tanto no corregía, o corregía apenas cosas mínimas, y sobre todo no sabía cuándo iba a escribir. De hecho pasó períodos de su vida sin escribir nada. Asimismo cuando retomaba textos viejos, escritos mucho tiempo antes, era incapaz de modificarlos. Creo entonces sí que la poesía es una manifestación subliminal de algo que llevamos adentro y que expresarlo sirve para ayudarnos a configurar nuestro equilibrio y para ayudar al lector a configurar el proprio equilibrio, al reconocerse en lo que lee. 2.- Algunos teóricos que apoyan el carácter ficticio de la poesía sostienen que el autor no se identifica con el “yo” del poema y se oculta y cede la voz al poeta. En tal caso, nos dice Carlos Yusti, “el poeta puede ser considerado como un mediador, como un escriba dotado, un sensible fingidor que trata de transcribir en palabras las emociones en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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más hondas (o superficiales)”. Y agrega Pessoa: “El poeta es fingidor./ Finge tan completamente,/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que de verdad siente”. ¿Es el poeta un simulador de emociones?, ¿qué tanto es posible arrinconar al subconsciente y separase de él, a la hora de codificar la realidad en lenguaje poético?, ¿será el uso de la metáfora una forma de encubrirse tras el idioma? R: Creo que el poeta es un simulador de emociones en cuanto es capaz de recrear sentimientos y exaltarlos hasta que la expresión los vuelve mucho más que una confesión personal, y así resultan emblemáticos de algo universal. Por eso las metáforas y los símbolos resultan aplicables a mucho más de lo que el propio poeta puede haber pensado. Pero tienen origen en algo que está en su interioridad, no cabe duda. El poeta recoge y externa lo que yace en su profundidad. No todos son capaces de transformar esos sentimientos en expresiones que puedan tocar el corazón de los demás: ésta es la tarea del poeta. Por eso su obra no es solamente “hermosa” o “estimulante” sino que es indispensable (para volver a citar a Jung).
3.- Dice Yusti, en otro pasaje que “la poesía es un acto de insubordinación. El poeta va contracorriente, no piensa en la caída de la bolsa, sino en el aroma de las flores”. Esta aseveración complementa lo expresado por Paz cuando afirma (sobre el arte poético) que “el objeto de nuestra reflexión no es distinto al que desvela a otros hombres y a otros pueblos: cómo crear una sociedad, una cultura, que no niegue nuestra humanidad pero tampoco nos convierta en una vana abstracción”. Desde su punto de vista, ¿cómo encajar hoy día a la poesía, cuando las sociedades (en teoría) caminan con decisión hacia un materialismo rampante?, ¿qué es la poesía, un grito al vacío o un refugio
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seguro? En este último caso, y si fuera así, me parece que el poeta no está demasiado interesado en ampliar la guarida para dar cabida a más gente, ya que no sale de su guión y crea poesía con lenguajes cada vez más sofisticados y poco asequibles a una multitud que, en contraposición, busca simplificar su lengua. R: Si tengo que elegir entre dos definiciones de poesía, “un grito al vacío” o “un refugio seguro”, elegiría la segunda. Aunque no es exactamente esto lo que creo. Me parece que la poesía ilumina, abre caminos interiores y por tanto también – por qué no? – existenciales. Creo que la poesía puede dar ánimo y coraje, puede unir y mejorar a la gente. No es solamente un “refugio” donde aislarse de la realidad. No: creo que la poesía puede enseñar el camino para cambiar la realidad. Se me ocurre come ejemplo maravilloso el de los laboratorios de poesía de Solentiname, creados por Ernesto Cardenal. Y ese ejemplo no fue el único. Pero lo que se logró en Nicaragua es realmente extraordinario. La gente logró tomar conciencia de lo que podía ser trabajar juntos, construir, mejorar, cada uno y en grupo. Yo misma he visto en Nicaragua a la gente más humilde demostrar amor por la poesía, el placer de oír versos y la lucidez de considerar la poesía como un lenguaje superior y formativo. Naturalmente la poesía de Cardenal – como la de Mario Benedetti – es una poesía pensada para la comunicación inmediata, que recurre al lenguaje coloquial, que tiene una intención militante. Sé muy bien que hay otro tipo de poesía que no es inmediata, que reconstruye el lenguaje, a veces descomponiéndolo, a veces reinventándolo, a veces oscureciendo la expresión hasta llegar a proponer verdaderos mensajes cifrados... La poesía hermética en Italia lo hizo adrede, y había razones explícitas para ello. En Hispanoamérica podríamos remontarnos a Vicente Huidobro y creo que cualquier lector estará de acuerdo en que Altazor no es un libro para leer en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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distraídamente o para “entretenerse”. Y sin embargo, si el lector tiene la paciencia de dejarse llevar por la magia de esos versos y aunque no entienda no importa, leer, dejarse llenar el alma por esos “mensajes cifrados”, seguro llegará un momento en que sentirá que ha recibido un don precioso y él mismo podría decir si es un don convertible en lógica o – aún permaneciendo en el reino de lo misterioso – es un don inexplicable pero igualmente entusiasmante. Creo que la poesía da, sobre todo da, porque siembra, abre, germina. Dejemos que cada poeta se exprese con el lenguaje que le resulte más afín y dejemos al lector que se asocie al poeta que le resulte más congenial. Pero no obstruyamos el camino de la poesía o perderemos nuestro equilibrio fundamental (para volver a citar a Jung).
4.- Es un hecho (al menos para mí) que los actos de contrición siempre nos llevan a las mismas culpas. Casi por naturaleza nuestras conductas se vuelven hábitos. Es decir, nos repetimos en forma constante. No obstante, señala Heráclito que ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, haciendo alusión a que el hombre y/o el río cambian en forma permanente. A su vez, la teoría del caos menciona que “pequeñas diferencias crean universos totalmente distintos”. Ante esto, ¿le parece posible repetirse en concordancia con nuestro comportamiento habitual o siempre hay matices que hacen la diferencia?, ¿es la poesía una forma literaria con mayor “blindaje” contra este tipo de “vicios literarios”, por nombrarlos de algún modo? R: No sabría qué decir. Creo que, en efecto, es posible repetirse. Es más creo que hay elementos muy radicados en cada uno de nosotros, que por más que “el río corra” y que sus aguas cambien ciertos rasgos se mantienen
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imperecederos. Son esas marcas de estilo o de temática, de visión del mundo o de emotividad que podemos reconocer en un autor a lo largo de toda su obra. Luego hay matices que dan riqueza y novedad a cada momento específico. Pero creo que nos repetimos; no como acto de contrición o como culpa, sino como expresión de nuestra identidad más profunda. He citado a Álvaro Mutis y volveré a citarlo para decir que no es casual que su personaje Maqroll el Gaviero lo haya acompañado toda la vida; y cuando lo excluyó de la poesía (porque su otra voz interior se sobrepuso) se sintió tan mal que empezó a escribir novelas para recrearlo y poder seguir contándolo. Naturalmente hay otro tipo de repeticiones que podríamos definir “vicios formales”, amaneramientos, con los que se cae en la trampa de lo fácil repitiendo imágenes o fórmulas estilísticas no necesarias sino ornamentales, ripios. Éstas son debilidades en las que puede incurrir un escritor, por cierto; pero no sería justo hacer responsable de ello a la poesía. Si hay una culpa en ello, la responsabilidad es de quien cae en la tentación de lo fácil.
5.- Pasando a otra cosa. Aunque a estas alturas todo el mundo (con festejado optimismo) creemos que las diferencias de género han sido superadas, la realidad (al menos en una gran parte de los ámbitos sociales) nos muestra otra cosa. Así, te dejo un texto de Francisco Arias Solís. “Han cambiado muchas cosas desde que Baudelaire escribiera: “En toda mujer de letras hay un hombre fracasado”, tantas, que la admonición realizada en 1992 por el poeta y crítico español Francisco Bejarano (“Poetisas mías, atiendan vuestras mercedes a sus maridos y a sus hijos, mantengan la casa en orden y déjense de versos malos y cochambrosos, que ya hay demasiados poetas que se dedican a ello con terca dedicación”), parece hoy en día, una ingenua lección de humor negro. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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A lo largo del análisis de la poesía escrita por mujeres desde las románticas hasta nuestros días, el problema de base que subsiste es cómo dar voz a un sujeto que siempre fue objeto de esa poesía -musa, madre, amada, naturaleza-. O mejor, cómo las poetas logran decirse en una lengua lírica heredada e inscribirse en una tradición en la cual la mujer aparece representada según el punto de vista del otro, el varón que escribe. Las poetas de hoy están abiertas al mundo, a las realidades del día a día; hablan de las diferencias de clase y de los más desfavorecidos y marginales, con quienes algunas se identifican. Casi sin excepciones, dicen el malestar entre los sexos y proponen nuevas maneras de encarar las relaciones mediante la eliminación de los roles y las jerarquías y la creación de nuevas identidades, fluidas y porosas. Enfocan la soledad de forma positiva y la reclaman para su desarrollo personal y espacio de su creación. Las poetas de hoy se entregan a la comprensión de todos los mortales, y sin duda que las anima el afán de ayudarles en su camino”. ¿Cómo ves la participación y preponderancia de la mujer en la poesía?, ¿desde tu punto de vista subsiste discriminación de género o comparten las mismas oportunidades y espacios? R: Me he quedado muy sorprendida leyendo las declaraciones que tú citas de Francisco Arias Solís (Málaga, 1941) y de Francisco Bejarano (Jerez de la Frontera, 1945), o sea de dos personas de nuestra época que tienen criterios tan antiguos y tan superados. Ya Virginia Woolf (1882-1941), que moría el mismo año en que nació Arias Solís, había abierto un camino muy claro sobre lo que era la escritura femenina y sobre la necesidad de modificar ciertos estilemas creados por los hombres a partir de una visión del mundo masculina y en
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contraposición con la visión femenina. Para citar sólo uno de sus trabajos más célebres, A room of one’s one, en español Una habitación propia, publicado en 1929, recuerdo que ella declaraba la necesidad imperiosa de que cada mujer tuviera su “propio cuarto” para poder aislarse y dar rienda suelta a sus pensamientos y a su creatividad y por lo tanto para poder escribir sin estar obstaculada por las famosas “tareas femeninas” que los españoles que tú citas parecen considerar las únicas admisibles. La gran escritora inglesa llegó incluso más allá, declarando que ella consideraba que este momento de necesidad de crear instrumentos expresivos específicamente femeninos correspondía a un momento histórico de lucha por la emancipación, pero que estaba convencida de que con el tiempo eso iba a superarse y se habría de llegar a lo que ella llamaba una “escritura andrógina”. Y ese momento era sin duda una meta deseable. Personalmente creo que ya hemos llegado. Creo que escritoras como Rosario Castellanos y Elena Garro en México, Alfonsina Storni en Argentina, Idea Vilariño en Uruguay y tantas otras dieron su contribución extraordinaria y eficaz para crear esa independización de las voces femeninas. Y todas ellas son ya escritoras históricas. Hoy día no es necesario escribir como ellas lo hacían y de hecho no se escribe más así. Puedo contar esta anécdota: hace unos diez años fui nombrada miembro de un concurso de poesía para jóvenes de la provincia de Roma de edad comprendida entre los 15 y los 25 años. Naturalmente los textos que nos llegaban eran anónimos. Y he aquí mi sorpresa cuando empecé a notar que en la gran mayoría de los textos era muy difícil cuando no imposible saber si se trataba de un chico o de una chica. “Hemos llegado a la escritura andrógina”, me dije. Y a partir de ahí empecé a hacer una antología de poesía joven en la que este aspecto resulta preponderante. Los protagonistas los encuentro en todas partes del mundo, no sólo en la poesía de lengua española. El trabajo es tan en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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grande que todavía no lo he publicado. Pero lo haré muy pronto. Y en esa antología hay por cierto también jóvenes mexicanos. Estimada Martha, créeme que ha sido un verdadero placer conversar contigo y aprecio mucho que me haya obsequiado tu valioso tiempo. También aprecio, desde luego, estos maravillosos cuatro poemas inéditos que nos regalas para esta edición, estoy cierto que nuestros lectores lo valorarán ambos gestos tanto como yo. Gracias y hasta siempre. ©Derechos reservados Martha Canfield nació en Montevideo-Uruguay en 1949. Estudió en la Universidad Javeriana y en el Instituto Caro y Cuervo de BogotáColombia (1969-1976) y vive en Florencia desde 1977. Actualmente es catedrática de Lengua y Literatura Hispanoamericana en la Universidad de esa ciudad. Desde 1997 es asimismo académica correspondiente de la Academia Nacional de Letras del Uruguay. De 1998 a 2001 fue vicepresidente de la Asociación de Hispanistas Italianos (AISPI). Ha creado y dirige en Florencia el Centro de Estudios Jorge Eielson, dedicado a la difusión de la cultura latinoamericana en Italia. Ha publicado los siguientes libros: La provincia inmutable. Estudios sobre la poesía de Ramón López Velarde (Firenze 1981); El "patriarca" de García Márquez, arquetipo literario del dictador hispanoamericano (Firenze 1984); Configuración del arquetipo (Firenze 1988); Gabriel García Márquez (antología comentada, "Clásicos colombianos", Bogotá 1991); El diálogo infinito: una conversación con Jorge Eduardo Eielson (México 1995; 2ª ed. ampliada, Sibila, Sevilla 2011); Jorge Eduardo Eielson: nudos y asedios críticos (Iberoamericana, Madrid 2002); Perú frontera del mundo: Eielson y Vargas Llosa de las raíces al compromiso cosmopolita, Firenze University Press, Florencia 2013). En italiano ha preparado antologías poéticas (edición bilingüe y aparato crítico) de Idea Vilariño, Jorge Eduardo Eielson, Carlos Germán Belli, Márgara Russotto, Álvaro Mutis, Mario Benedetti,
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Eugenio Montejo, Juana Rosa Pita, Carmen Boullosa. En colaboración con Franca Bacchiega ha preparado una antología de poetas chicanos, Sotto il quinto sole (Firenze 1990). Es autora de una antología de cuentos sobre la imagen femenina en la narrativa hispanoamericana, Donne allo specchio (Firenze 1997), de una antología de poetas contemporáneos, Voces y luces (Milano 1998) y de una antología histórica desde la Edad Media y el mundo precolombino hasta nuestros días (Poesia spagnola e ispanoamericana, 2004). Ha preparado la edición italiana de Ariel de José Enrique Rodó (Firenze 2000). Dirige la colección “Latinoamericana” de la editorial florentina Le Lettere, dedicada a narrativa, ensayo y poesía latinoamericana; y la colección “Doppiofondo” de la editorial romana Ponte Sisto, dedicada a la poesía española e hispanoamericana. Desde hace cuatro años tiene a su cargo las ediciones italianas de los libros de ensayos de Mario Vargas Llosa con la editorial Scheiwiller de Milán (v. M. Vargas Llosa, Israele Palestina. Pace o guerra santa, 2009; Tra Sartre e Camus, 2010; La logica del terrore. Contro vento e marea, vol. 4, 2012). Es autora de una Literatura hispanoamericana: historia y antología, desde sus orígenes hasta nuestros días, en tres tomos, de los cuales ha salido el primero (Tomo 1: Literatura prehispánica y colonial, Hoepli, Milano, 2009) y se prevé la salida de los otros dos entre el 2014 y el 2015. Ha traducido al español varios autores italianos: Pier Paolo Pasolini, Edoardo Sanguineti, Gesualdo Bufalino, Valerio Magrelli, Paolo Ruffilli, Alessio Brandolini. Como poeta ha publicado seis poemarios en español: Anunciaciones (Bogotá, 1977), El viaje de Orfeo (Montevideo, 1990), Caza de altura (Bogotá, 1994), Orillas como mares (Bogotá, 2005), El cuerpo de los sueños (Lima, 2008) y Corazón abismo (México, 2013): y cuatro en italiano, Mar/Mare (Roldanillo, Colombia, 1989), Nero cuore dell'alba (Salerno, 1998), Capriccio di un colore (Firenze, 2004) y Per abissi d’amore (Como, 2006); además de una pequeña antología, Poemas (Pequeña Venecia, Caracas, 1997). De Orillas como mares existe una edición rumana bilingüe: Ţǎrmuri precum mǎrile, traducción de Carolina Ilica, Edición de la Academia Internacional Orient-Occident, Bucarest, 2006. También han salido dos antologías de su poesía, una preparada y presentada por la escritora venezolana Márgara Russotto: Sonriendo en el camino. Poesía reunida 2009-1969, Linardi & Risso, Montevideo, 2011; y otra bajo el cuidado de Coral García, Flamante
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geografía, Editorial Nido de Cuervos, Lima, 2012.. Está presente en la Antología. La poesía del siglo XX en Uruguay, a cargo de Rafael Courtoisie (Visor, Madrid, 2011). En julio del 2000 recibió el Premio Especial de Poesía de parte de la Asociación italiana «La Cultura del Mare»; en octubre del 2001 el Premio de Traducción «Circe-Sabaudia»; y en octubre del 2002, por sus versiones poéticas de Mario Benedetti, el premio de traducción otorgado por los Institutos Cervantes de Italia.
En la foto: Martha Canfield en Ansedonia, Toscana.
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4 POEMAS DE MARTHA CANFIELD
MIRA LLEGA A CASA* Para Mira, mi inseparable perdiguera
Quisieras cruzar el umbral tal vez pero todavía no te atreves me miras con temor pasar de aquí a allí y no saber lo que vas a encontrar y luego – a lo mejor estás pensando – tampoco es éste sitio conocido Entonces permaneces quieta con la cola en alto vigilante ojos de incertidumbre Dónde me han traído, pareces preguntarte y yo ruego que tú puedas entender que desde ahora ésta es tu casa y tú aprenderás de mí y yo aprenderé de ti
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y juntas vamos a construir un dúo solidario hecho de mujer y de perra Mira y Martha Martha y Mira y correr será hermoso en la mañana y dormir será hermoso por la noche y saberte cerca será dicha de vida y armónica ternura y sentimiento puro Espera no atravieses ese umbral Voy yo hacia ti para después cruzarlo juntas y dar por fin inicio hoy mismo ahora y enseguida a esa unidad perfecta que decía Neruda: «seis patas y una cola con rocío». Del libro inédito: Seis patas y una cola: armonías nerudianas
DE REGRESO* A Blake, el pastor belga que me está esperando en Ciudad de México
Descubrir tu mirada que espera no pretende ni pide ni lamenta sólo espera Descubrir tu cuerpo que sabiendo correr, arrojarse, saltar imponer su calor en dulces cercanías ahora permanece inmóvil
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diciendo sí comunicando la espera pura de lo que será con la conciencia clara de que no serás tú quien lo decida pero esperar se puede porque tus ojos limpios también saben soñar y tu inmovilidad serena sabe comunicar que lo que espera soy yo es mi presencia, mi mano, mi voz mi compañía para que otra vez de nuevo como antes de mi ausencia podamos finalmente formar esa unidad armoniosa que describió el poeta: seis patas y una cola. *Del libro inédito: Seis patas y una cola: armonías nerudianas Imagen: Portada del libro “Sonriendo en el camino. Poesía reunida (20091969)”. La ilustración en la portada corrió a cargo de la fallecida pintora uruguaya Lily Salvo.
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EL VIENTO CONSTANTE DEL MONTE VENTOUX En rêvent un paysage de la Provence...
El intenso perfume de la tarde con un lento vuelo se difunde sobre la tierra inmóvil, acaso suspirado por el monte, acaso convertido en caricia por el aire que ya se va agitando. Caricia que promete y se suspende a lo mejor por mejorarse ante la altiva silueta de ese monte ventoso y blanco hecho de piedra que no se sabe si invita o si amenaza o si subyuga el alma y la adormece con la esperanza de un vuelo poderoso todo en horizontal o en vertical hacia el agua del mar
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o hacia los cielos La transparencia de la noche va derramando nueva luz sobre los días venideros. El monte ventoso espera. El viento montañoso ya se mueve mientras con un suspiro va diciendo que ha recorrido tierras infinitas y que trae un perfume con la huella de imágenes fugaces de un pasado vivido sólo en sueños. Sobre la tierra despaciosa mecida por el viento se cierne una ilusión y la distancia entre el cielo y la cumbre parece inexistente para el alma arrobada en el perfume. El viento pasa como si volviera el tiempo vuelve como si inventara y todo recomienza como fue anunciado. Noche profunda de caminos tan sólo verticales. Del monte se desprende una esperanza que define la aurora ya inminente. Del libro inédito: Otras orillas
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VIETRI SUL MARE Tu sonrisa y tu cielo Tu sonrisa en el mar y el mar de tu sonrisa Tu sonrisa en el cielo y el cielo abierto despejado prometiendo lo que tu sonreír anuncia a mi insegura y tímida esperanza El mar de Vietri, el cielo de Salerno la espuma blanca y una dulce nube viajando lentamente hacia mi sueño una avenida abierta un árbol que se inclina un pájaro que canta en mi recuerdo y en su gorjear agudo mi dice dulcemente que la costa marina ha sabido acoger a la ciudad pequeña y armoniosa la ha rodeado de brisas y perfumes para que en ella viva eternamente mi recuerdo y tu amor mi amor y tu recuerdo el recuerdo amoroso de tu abrazo y el calor de tu abrazo inagotable que la brisa difunde de la ola a la nube de una costa a la otra de Vietri sobre el mar y el mar de Vietri. Del libro inédito: Otras orillas
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Imagen: Portada del libro “Sonriendo en el camino. Poesía reunida (20091969)”. La ilustración en la portada corrió a cargo del artista uruguayo Miguel Fabruccini.
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CÉSAR CANTONI: SUS RESPUESTAS Y SUS POEMAS (Entre-vista en tramos-e) Rolando Revagliatti Argentina Noviembre 2013
César Cantoni nació el 23 de febrero de 1951 en la ciudad de La Plata -donde reside-, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Allí han sido publicados sus diez poemarios: “Confluencias”, 1978; “Los días habitados”, 1982; “Linaje humano”, 1984; “La experiencia concreta”, 1990; “Continuidad de la noche”, 1993; “Cuaderno de fin de siglo”, 1996; “Triunfo de lo real”, 2001; “La salud de los condenados”, 2004; “Diario de paso”, 2008; “El fin ya tuvo lugar”, 2012. Ha sido incluido en más de quince antologías (...“Antología de la nueva poesía argentina”, “Poesía entre dos épocas (Argentina 1976-1983 / Inglaterra 19301939)”,“70 poetas argentinos, 1970-1994”, “Entre la utopía y el compromiso. 16 poetas argentinos”,“Poesía hacia el nuevo milenio. Antología de poetas argentinos”, “Naranjos de fascinante música. Poesía de amor en La Plata”...). Además de poemas, se difunden sus artículos y críticas en diarios y revistas en soporte papel de diversos países. También en numerosas plataformas de la Red. Ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués y catalán.
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En tres ocasiones le fue concedida la Faja de Honor de la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires, así como en 1996 por la sede central de la Sociedad Argentina de Escritores. Integró dos grupos literarios: “Latencia” entre 1977 y 1979 y “Tuerto Rey” durante 2006 y 2007. Formó parte en 2005 y 2006 de la redacción de la revista de poesía “El Espiniyo” y de Jurados en certámenes organizados por instituciones públicas y privadas. Es el responsable de www.lospoetasnovanalcielo.blogspot.com.ar (Stand de Poesía Platense). 1.- En una entrevista concedida a Carina Velo hiciste referencia a tu timidez durante la pubertad, al menos en lo que concierne a compartir con alguna persona los poemas que comenzabas a intentar, imitando a los que reproducían los libros de lectura escolar. ¿Tu timidez se denotaba en otras áreas? ¿A qué tipo de poemas “arroja” la timidez? ¿Y qué factor que nunca hayas mencionado te insta a tu modo de indagar la realidad? Con el amor y la desesperación desplegados por el joven Pablo Neruda, sobreentendí que afirmabas en aquella entrevista, te identificabas. ¿Y ahora? R.- Cuando era chico, escondía todo lo que escribía en la parte inferior de un diván. Nadie conocía mi secreto, ni familiares ni amigos. Mi timidez tenía que ver, entonces, con el pudor de mostrar los sentimientos (siempre he sido poco expresivo en este sentido). Pero también me atemorizaba la reacción que pudieran experimentar los otros al conocer mi afición por un arte tan singular y misterioso como la poesía. Aunque parezca absurdo, aquel temor no era en extremo descabellado: actualmente, cuando confieso que soy poeta, muchos me miran como si fuera tonto o estuviera loco. La timidez, por otra parte, no me “arrojó” a ningún tipo de poemas en especial. A la hora de escribir, carezco de en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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prejuicios e inhibiciones y sólo procuro ser fiel conmigo mismo. La poesía constituye, en mi caso, una forma de sinceramiento que está por encima de todo. En cuanto a Neruda, su libro “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, que leí entre los 18 y los 19 años, me produjo un deslumbramiento tan grande que llegué a escribir un poemario completo (“Las estaciones del amor”) imitando su estilo. Como ya dije en otras entrevistas, Neruda era, a fines de los años 60, un poeta emblemático en muchos aspectos. La sintonía amorosa y el compromiso político de su poesía tenían, en aquella época de fervor revolucionario, un fuerte atractivo para quienes empezábamos a deletrear versos y sueños. Si bien sigo admirando a Neruda, su influencia, como es natural, ya no gravita en mi creación. La realidad y el lenguaje cambian continuamente y el desafío del poeta consiste en acompañar esos cambios para no repetir ad infinitum a sus queridos maestros.
2.- Manifestabas también que no te considerabas escritor, claramente cuando escribís, corregís, trabajás un poema (posible). Convengamos que cuando incursionás en la crónica, en la semblanza –en la prosa--, te posicionás como escritor (acabo de leer tu “Latencia: poesía y dictadura”, artículo ya difundido en Internet y que pronto habrá de editarse en soporte papel). ¿Diferencias entre el “hablado por la poesía” (según el poeta argentino Ricardo Zelarayán: “No existe el poeta, sino el hablado por la poesía”) y el ensayista, el hacedor de artículos y críticas literarias? R.- En la entrevista que mencionás, digo también que nunca escribí un poema con el propósito de hacer literatura, y en esto radica, a mi juicio, la diferencia entre el poeta y el escritor. Para mí la poesía es mucho más que un género
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literario; es un acto de vida, algo imponderable que me sucede cuando escribo, una experiencia que trasciende la mera retórica de la escritura. Es cierto que, además de poemas, escribo prólogos, contratapas, artículos, críticas, reseñas de libros, etc., pero este quehacer literario no deja de ser circunstancial; podría desentenderme del mismo sin angustiarme demasiado. En cambio, la creación poética forma parte de mi respiración, es mi modo de ser y estar en el mundo, la única cosa capaz de ofrecerme algún argumento existencial. Desde otra perspectiva, coincido con Zelarayán en que el poeta no es más que un instrumento de la poesía, el “hablado” por ella. Borges solía decir al respecto que su función se limitaba a escribir lo que “alguien” le dictaba.
3.- Sé que tus primeros seis poemarios los destruiste sin llegar a publicarlos (a diferencia de tantos escritores que pueden llegar a padecer ataques de escarlatina, energumenismo y surtidas alteraciones psicosomáticas o conductuales si se les menciona en público –ha sucedido con Borges- y aun en privado (los más paranoides), el título de alguno de sus primeros libros publicados). ¿Recordarías para nosotros los títulos de aquellos seis poemarios? Seis son un montón: ¿No merecerían ellos un poema del Cantoni actual? R.- En una etapa de aprendizaje, uno cree que los últimos poemas que escribe son siempre los mejores. Por eso, cuando publiqué “Confluencias”, mi primer libro, en 1978, destruí todo lo que había escrito anteriormente. Vi en ese acto una especie de depuración. Al fuego purificador fueron a dar seis poemarios, la mayoría de los cuales habían recibido el primer premio en diversos certámenes de poesía inédita. Más adelante, descubrí un aforismo de Antonio en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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Porchia que dice: “Te depuras, te depuras... ¡Cuidado! Podría no quedar nada”. Pero ya era demasiado tarde. Todavía recuerdo los títulos de esos libros incinerados: “Las estaciones del amor”, “Poemas en blanco y negro”, “Habitante solo”, “Eco de poemas” (este título nunca me gustó, pero no encontré otro mejor en su momento), “Invasión de los días” y “Tentativas y deslices”. De ellos, sólo se salvaron unos pocos poemas, que habían sido publicados en diarios y revistas.
4.- Quiero contarte que aunque no se lo demuestro –y en esto de no demostrar he sido precoz-, quiero mucho a tu ciudad (¿siempre viviste en ella?). Hace dos décadas que no voy. Jamás participé allí en una mesa de lectura. Pero me une a La Plata (y a Banfield, donde ha residido mi padre de pibe y de muchacho, y a City Bell, donde en mi adolescencia él hizo construir un chalecito de fin de semana –como ves, todo al sur de mi atroz megalopolismo-) un “lazo de consanguineidad”: no sólo mi madre –pariente bastante directo- ha nacido allí en 1914, sino que algunos de sus hermanos y primos. Primos míos con los que lamentablemente –te juro que lo sufro- no tengo el menor contacto y aún otros parientes, sus hijos, viven, deben seguir viviendo en La Plata. Ruiz, Mugione, Naya, sus apellidos. Quiero contarte que siempre me ha producido una diferenciada satisfacción invitar a poetas platenses (y de los aledaños de tu ciudad) a mis Ciclos de Poesía, a mis segmentos de poesía en el marco de Cafés Literarios. Por lo que tu Stand de Poesía Platense y el cuidado formal, la dedicación y el rigor con el que lo sostenés, me resulta encomiable. Esto que digo promoverá que nuestros más curiosos lectores de países diversos pinchen en el enlace www.lospoetasnovanalcielo.blogspot.com.ar y se encuentren con testimonios fotográficos, muestras
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poéticas, informaciones, rememoraciones y se impregnen, con la sobriedad que le imprimís a la propuesta, de la impronta de la Capital de la Provincia más densamente poblada de nuestro país: la ciudad de las diagonales, la que entre 1952 y 1955 se llamara Eva Perón, la ciudad de los tilos, la primera de Sudamérica en tener el servicio de tranvía eléctrico. Expresado todo esto, César, ¿qué añadirías sobre La Plata, la así llamada por el Río de la Plata, que todavía no hayas, acaso, públicamente declarado? R.- Siempre viví en La Plata, ciudad cuyo nombre, como bien decís, fue tomado del río homónimo y aprobado en la legislatura bonaerense a instancias de José Hernández, que lo propuso cuando era senador. Desde su origen hasta su diseño urbano (un cuadrado perfecto, que incluye simetrías y malabares aritméticos), La Plata es una ciudad con características singulares. Fue concebida políticamente para ser Capital de la Provincia de Buenos Aires y fundada por Dardo Rocha en 1882 en medio del desierto. Se trata, pues, de una ciudad joven, nacida de una idea y, por lo tanto, más pensada que soñada. Su fundación significó, de alguna manera, la coronación del pensamiento liberal de la generación del 80 (algo que muchos no le perdonan).El propio Sarmiento sostuvo por entonces: “La Plata es el pensamiento argentino, tal como viene formándose e ilustrándose hace tiempo, sin que nadie se dé cuenta de ello”. Sin embargo, hay que decir también que esta ciudad sufrió con singular ensañamiento la represión castrense de la última dictadura y que en ella se gestaron no pocos movimientos políticos y sociales que reivindicaban y reivindican los derechos humanos (son mujeres platenses las que hoy presiden organismos como Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo). Lo cierto es que La Plata creció en sus comienzos más que cualquier ciudad del en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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mundo, hasta que la crisis económica que afectó a la Argentina a fines de la primera década del siglo XX detuvo su pujanza inicial. A propósito de ese crecimiento, un viajero francés, P. M. de Corvetto, escribió un artículo titulado “La Plata o el poder creador de la Argentina”, publicado en 1885, en el que expresa: "en ningún lugar del mundo el presente se transforma tan rápido en pasado; ayer el desierto, hoy un plano y jalones, mañana una ciudad". Paradójicamente, La Plata era, al mismo tiempo, una ciudad silenciosa y apacible. Sus plazas y paseos, sus anchas avenidas arboladas, el bosque con su lago, invitaban a la ensoñación y a la melancolía. Esa mansedumbre provinciana está muy bien reflejada en la poesía de López Merino y dio origen a la llamada “Escuela de La Plata”. Pero el progreso irracional y descontrolado no iba a eludir su realidad. Ya a principios de la década del 50, advertía el poeta y editor Marcos Fingerit: “La nerviosidad de la vida contemporánea ha llegado hasta ella trastornándola, mejor dicho, trastocándola. El silencio, la soledad, la quietud que la individualizaran, por lo menos para los viajeros, casi han desaparecido por completo, hasta de sus zonas en donde lo campestre ceñía lo ciudadano”. Hoy, por lo demás, no se diferencia mucho de otras ciudades del país. A los rótulos con que suele señalársela y que vos mencionás en tu pregunta, cabe añadir “Ciudad Universitaria” y “Ciudad de los Poetas”, este último discutido por algunos, aunque es bien conocida su fuerte tradición poética.
5.- Tu madre, fallecida en 2005, según informabas en un reportaje que te hicieran en “El Día”, ese periódico más que centenario de tu ciudad, llegó a leer tus primeros nueve libros. ¿Qué te trasmitía a propósito de ellos? Y, por extensión, otros familiares no vinculados con la escritura poética: ¿han leído poemarios tuyos? ¿Qué opinaron (los
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que opinaron)? ¿Y qué te parece que les pasó (o no les pasó)? ¿Qué hace un pariente de uno, no lector de poesía, con el ejemplar que le regalamos? R.- La poesía no es un arte demasiado convencional. Tampoco es común que en las familias haya un poeta, de modo que cualquier reacción que el asunto suscite en el ámbito hogareño resulta entendible. Como dije al comienzo, yo escribía poemas que escondía en la parte inferior de un diván, hasta que un día mi madre, haciendo la limpieza de la casa, encontró el cuaderno que los contenía. No sé si fue el hecho de escribir poemas o el de esconderlos lo que más le llamó la atención, pero me consta que vivió preocupada durante un tiempo, temerosa, quizá, de que yo sufriera algún trastorno psicológico. Mi padre, por su parte, no supo que yo escribía hasta que obtuve la Faja de Honor de la SEP (Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires) y mi nombre apareció en el diario “El Día”. Tanto mi madre como mi padre confiaban en mis facultades líricas, pero no tenían parámetros para emitir un juicio equitativo. El resto de mis familiares me ponderaban y guardaban con cariño los ejemplares que yo les regalaba. Sin embargo, como siempre he sido bastante descreído y despreocupado, no me inquietó saber qué les pasaba o dejaba de pasarles con la lectura de mis libros. Por lo demás, he comprobado que aun el lenguaje poético más sencillo es de difícil comprensión para los no iniciados en poesía.
6.- He ido sabiendo de tu encendida admiración por Pound, Masters, Eliot, Pessoa, Williams, Cavafis, Stevens, Seferis, Montale, Ritsos, Quasimodo. Lo que me ha promovido interesarme por saber cómo te llegan, por ejemplo, las poéticas de Nicanor Parra, Enrique Blanchard, Charles Bukowski, Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Antonin en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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Artaud, Manrique Fernández Moreno, Pablo de Rokha, Néstor Perlongher, Monique Wittig, Emeterio Cerro, Francois Villon. R.- Siempre sentí admiración por las vanguardias de comienzos del siglo XX, que produjeron una transformación profunda en la poesía y fijaron un punto de no regresión. Obviamente, algunas me importan y me atraen más que otras. Fuera de ellas, de mi entusiasmo inicial por Neruda y de leer con enorme placer a los poetas griegos e italianos, mis preferencias líricas apuntaron, durante mucho tiempo, a la poesía anglosajona, sobre todo, a la norteamericana. En general, me seducen las poéticas conceptuales y realistas; o sea, aquellas capaces de expresar una intuición o una idea que puedan hacer reflexionar, sin perder de vista la circunstancia y el clima de la época. Con respecto a tu curiosidad acerca de los autores que enumerás al final de la pregunta, debo decirte que estimo, en particular, a Villon, Artaud y de Rokha. A Bukowski, asimismo, le dediqué un poema (“Bukowski o le mal de vivre”) que, por ser breve, aprovecho para transcribirlo: “No escribía al dictado del corazón,/ sino del hígado cirroso./ No escribía para los hombres satisfechos,/ sino para aquellos que sufren/ la quemadura de la vida./ No escribía porque la poesía/ fuera capaz de redimir al mundo,/ sino porque estaba seguro/ de que no existe salvación”. Por último, quiero agregar que, en cuanto a la concepción del arte en todas sus formas, comparto la visión de Ingmar Bergman cuando afirma: “Sólo con luz se puede iluminar la oscuridad, no con más oscuridad”.
7.- Desde luego, es satisfacción la que produce hallarse incluido en una buena o muy buena antología (o libro
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colectivo) y otra sensación es la que produce hallarse incluido en una mediocre o mala. ¿Qué nos podrías comentar sobre esto, César?, inquiero mientras releo el par de poemas de tu “Cuaderno de fin de siglo” incorporados en el volumen “El cine y la poesía argentina” (Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2011, con selección y ensayo de Héctor Freire). En efecto, el cine, ese mundo, y algunas películas te han inspirado poemas. ¿Qué trayectorias de realizadores te resultan impecables (o casi)? ¿A qué actrices y actores les creés todo? ¿Qué personajes te fascinan? R.- Ciertamente, resulta satisfactorio hallarse incluido en una buena selección poética porque evidencia algún reconocimiento. Sé que dos poemas míos integran la antología de Freire, pero todavía no tengo el libro. Conozco, además, la lista de los autores seleccionados y puedo decir que todos cuentan con una trayectoria aquilatada. El cine me apasiona desde chico, si bien mis conocimientos acerca del mismo no son académicos y, por lo tanto, sólo me cabe hablar como aficionado. Vi muchas películas en las décadas del 80 y del 90, cuando apareció el video y el llamado séptimo arte era una de las expresiones que, a mi juicio, mejor reflejaba la realidad. Es asombroso comprobar cómo en dos horas, aproximadamente, puede resumirse una novela de 500 páginas o, más aún, una vida completa sin que se adviertan saltos o fisuras. Claro, esa idea de totalidad no siempre está lograda. Sería demasiado largo enumerar las películas que más me gustaron. Otro tanto ocurre con los actores y las actrices que me parecen más convincentes. A título ilustrativo, sólo voy a mencionar algunos directores por los que siento singular estima: Serguei Eisenstein, Charles Chaplin, Alfred Hitchcock, Orson Wells, Ingmar Bergman, Vittorio De Sica, Federico Fellini, Ettore Scola, Claude Chabrol, Win Wenders, Werner Herzog, Martin en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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Scorsese, Francis Ford Coppola, Woody Allen, Clint Eastwood... Los personajes que más me fascinan son los antihéroes, los perdedores... Los héroes hollywoodenses y los “happy end” se me antojan bastante huecos.
8.- ¿Qué lujos no podés, no podrías darte?... ¿Qué cosas no son tus favoritas?... ¿Qué asuntos no son tus favoritos?... ¿Qué apreciaciones no apreciás?... ¿Qué imprecisiones preferís?... ¿Qué preferís no preferir?... Algunas cosas, descuento, te llegan al corazón: ¿a dónde te llegan otras cosas?... R.- Para que la exposición sea más clara voy a responder estas preguntas escalonadamente, una por una. ¿Qué lujos no podés, no podrías darte?... Me gustaría poder leer y escribir sin premura, sin presiones, sin sobresaltos, pero no estoy seguro de que la vida me permita alguna vez este lujo. ¿Qué cosas no son tus favoritas?... En principio, las que tienen una finalidad exclusivamente material. ¿Qué asuntos no son tus favoritos?... Los ajenos a la cultura, las artes y el periodismo. ¿Qué apreciaciones no apreciás?... Las de los políticos en época de elecciones, las de los economistas que fueron funcionarios y fundieron el país, las de los comerciantes cualquiera sea el producto que quieran venderme... ¿Qué imprecisiones preferís?... Las del simbolismo en literatura y las del impresionismo en pintura.
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¿Qué preferís no preferir?... Prefiero no tener que preferir entre el olvido y el perdón. Algunas cosas, descuento, te llegan al corazón: ¿a dónde te llegan otras cosas?... Otras me pegan en la entrepierna, pero hago flexiones y sigo... César Cantoni seleccionó para esta entrevista, en octubre de 2013, seis poemas de su autoría: Ciudades de La Plata y Buenos Aires, distantes entre sí unos 60 kilómetros, C. C. y R. R., noviembre 2013. ©Derechos reservados En la fotografía: César Cantoni
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6 POEAMAS DE CÉSAR CANTONI
TRAICIONÉ A MIS PADRES* Traicioné a mis padres: no acaté su legado ni recorrí el camino trazado por su índice. Defraudé a la ciudad: no tuve oficio ni empleo y mi voto sólo llevó inquietud a los burgueses. Menosprecié a los dioses: no veneré sus máscaras ni me hinqué ante sus nuncios terrenales. Desoí a la razón: cuando hube de callar, solté la lengua; cuando hube de ser cauto, puse el dedo en la llaga. A una edad en que ya debería preparar mi alma, alivianarla para su despegue, no puedo hablar siquiera de arrepentimiento. Condenado por todos los discursos, sigo escuchando la impenitente voz de la poesía, su incitación a la desobediencia. *Del libro: “El fin ya tuvo lugar”.
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¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?* ¿Dónde está la verdad?, le pregunté a mi madre. Y mi madre me dijo que no sabía. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al filósofo. Y el filósofo adujo que sólo cobijaba dudas. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al científico. Y el científico apenas esbozó una hipótesis. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al artista. Y el artista puso el acento en la belleza. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al político. Y el político tuvo palabras engañosas. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al gendarme. Y el gendarme empezó a disparar su arma. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté al obispo. Y el obispo me amenazó con el infierno. ¿Dónde está la verdad?, le pregunté a los dioses. Y los dioses permanecieron mudos. *Del libro: “El fin ya tuvo lugar”.
ES ASÍ COMO MUEREN* no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo Alejandra Pizarnik
Sá Carneiro se envenena tomando estricnina, Esenin se corta las venas en un hotel ruinoso, Maiakovski se mete una bala en la sien con un revólver, Crane se tira al mar por la borda de un buque, József espera el paso del tren sobre los rieles, Lugones bebe alcohol con cianuro en un recreo del Tigre, Tsvetáieva se ahorca colgándose de un árbol, en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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Pavese ingiere una sobredosis de narcóticos, Thomas se emborracha hasta entrar en coma etílico, Plath inhala el gas que sale de su cocina, Celan se arroja a las aguas del Sena en una crisis, Ferrater se asfixia con una bolsa en la cabeza, Pizarnik echa mano a 50 grageas de barbitúricos, Sexton aspira las emanaciones del motor de su auto, Goytisolo se lanza al vacío desde un edificio de departamentos, en la calle Mariano Cubí, en Barcelona, una mañana más negra que la noche... Es así como mueren estos poetas: yendo hasta el fondo de su desventura. *Del libro: “El fin ya tuvo lugar”.
1976** Ese año enterramos las armas y las municiones: el viejo revólver de papá, y las dos escopetas de papá, y la escopeta rota del abuelo, y mi rifle de caza, y las balas de plomo y los cartuchos. Todo lo enterramos prolijamente en un baldío para que la dictadura de turno no se sintiera amenazada. **Inédito
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LA EDAD DE LA INOCENCIA** Mi perro, que apenas tiene un año, acaba de romper las lilas que planté esta mañana y mueve la cola con euforia cuando compruebo lo que hizo. También yo, siendo pequeño, rompía alegremente los juguetes ante la desazón de mis progenitores. A veces, me pregunto si Dios no será un niño inocente todavía, que, haciendo alarde de sus travesuras, se pone a jugar con las estrellas. **Inédito
UN ARTE INVISIBLE El poeta camina desnudo por la calle, pero la gente no lo ve. El poeta va al cine, sale de putas, viaja en colectivo, siempre desnudo, pero la gente mira para otro lado. El poeta no tiene modo de llamar la atención, en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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porque la poesía es un arte invisible. La poesía se escribe sin palabras. **Inédito Imagen: Portada del libro “Diario de paso”, de César Cantoni.
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CONVERSACIÓN CON FERNANDO J. LÓPEZ Lourdes Bueno EE.UU. 2013
Fernando J. López Foto: Miguel Ángel Fernández
Fernando J. López (Barcelona, 1977) es, sin lugar a dudas, una de las «catorce voces emergentes del teatro español actual», como lo calificó John P. Gabriele al incluirlo, en su estudio sobre la dramaturgia contemporánea, dentro del grupo de jóvenes autores que aportan novedad y, al mismo tiempo, solidez a nuestro panorama teatral. Licenciado en Filosofía y Letras (rama: Filología Hispánica) por la Universidad Complutense y actualmente profesor de literatura en el IES San Juan Bautista de Madrid, Fernando J. López también ha jugueteado dentro del mundo editorial. Sin embargo, su presencia en este número se debe a su faceta artística como novelista, dramaturgo y director teatral. Su trayectoria narrativa está marcada por el éxito: In(h)armónicos, su primera novela, ganó en 1997 el Premio Nacional Joven & Brillante de Narrativa (¡atención! en el en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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jurado se encontraban, entre otros, Camilo José Cela y Carlos Bousoño). Su segunda incursión en este género, La inmortalidad del cangrejo, le valió quedar finalista en los certámenes Premio Río Manzanares y Premio Ciudad de Badajoz. Una tercera novela, La edad de la ira, fue también finalista, esta vez del Premio Nadal 2010. En este mismo año de 2013 ha visto publicadas tres de sus obras: Las vidas que inventamos (Espasa), La inmortalidad del cangrejo (Baile del Sol) y su primera obra juvenil, El reino de las Tres Lunas (Alfaguara). Todas ellas han tenido una buena acogida por parte de la crítica y del público. Como dramaturgo, ha escrito algo más de una veintena de obras; todas ellas publicadas y/o llevadas a escena. Entre los textos publicados cabe destacar El sexo que sucede (AAT, 2006), Tour de force (Antígona, 2011) y Cuando fuimos dos (Ñaque, 2012); entre los estrenados figuran, además de los tres mencionados, piezas como Saltar sin red, dirigida por Ainhoa Amestoy, Tres formas de lenguaje, estrenada bajo la dirección de Aitana Galán y Darwin dice, con puesta en escena de Simon Breden. En su faceta de director teatral, ha dirigido más de una decena de títulos escritos por él mismo; señalaremos, entre otros, Pareja de des-hecho, MalasArtes, Zapping mileurista o su última representación hasta el momento, El año que cumplí treinta y algo. Según propia confesión, acaba de ultimar dos nuevos textos teatrales: una “comedia ácida” titulada De mutuo desacuerdo y “el drama romántico” Dos noches de septiembre. En estos momentos está en pleno desarrollo de la que será su próxima novela.
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1.-. Fernando, ¿cómo te definirías a ti mismo (como persona y como escritor)? R.- Como persona, me definiría como alguien inquieto. Como escritor, como alguien que traduce esa inquietud en búsqueda y en necesidad de compromiso con la realidad que le rodea. 2.- Tu trayectoria, como autor, se bifurca en dos vertientes: la novela y el teatro. Curiosamente, es en el género novelístico (en el que has publicado menos títulos) en el que has recibido más galardones. ¿Qué supone para ti cada uno de esos premios? R.- Los premios han sido, en mi caso, un importante apoyo a la hora de publicar y dar a conocer esos títulos. El mundo literario –y, en particular, el novelístico– puede llegar a ser muy cerrado para un autor novel, de modo que cuando empecé a luchar por publicar mi primer texto pensé que esos certámenes podrían ser un buen modo de conseguirlo. Por lo demás, creo que no hay que concederles mayor importancia. El mejor impulso no lo he obtenido gracias a ellos, sino a las reacciones de los lectores de esos libros que, gracias a las redes sociales, hoy tienen un contacto cada vez más cercano y directo con el autor. 3.- Tu segunda novela, La edad de la ira, que quedó finalista del Premio Nadal en 2010 y que ha recibido reseñas muy positivas en diversos medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, trata de la homosexualidad en la adolescencia y se sitúa, además, en un ámbito docente. Siendo profesor de literatura en un centro de enseñanza secundaria, lo que nos induce a pensar que conocías bien el terreno que pisabas, ¿qué tratabas de comunicar con esta obra? en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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R.- Quería hacer una reflexión sobre la educación y sus problemas en la actualidad. Cuando la escribí me planteé elaborar un texto que se alejara de tópicos y estereotipos, donde se retratase de modo veraz cómo es la vida en las aulas: todo aquello que no se dice y que, sin embargo, sucede. Por otro lado, estaba convencido de que era necesario que ese mensaje no se transmitiese de modo dogmático, sino a partir de una novela que tuviese, por un lado, un narrador colectivo y plural –de modo que la perspectiva múltiple abra también sus posibles significados– y, por otro lado, una trama lo suficientemente atractiva como para llevar al lector a lo largo de sus páginas. Por ese motivo elegí uno de mis subgéneros predilectos, la novela negra. Por último, también quería transmitir a través de la historia de Marcos, el adolescente que desencadena los hechos, la sensación de desorientación propia de esa edad y creí que abordar el tema de la homosexualidad y de la definición de la identidad era un modo directo y, a la vez, emocional de plantear ese tema. 4.- El reino de las Tres Lunas (Alfaguara, 2013) es tu primera incursión en la literatura juvenil: ¿qué te empujó a escribir esta obra? A la hora de escribirla, ¿pusiste en funcionamiento alguna nueva estrategia, distinta a las de otras obras, o, por el contrario, crees que hay que dirigirse a niños y jóvenes como si fueran adultos? R.- La escribí porque quería adentrarme en un género que, hasta entonces, no había probado (las aventuras y la fantasía) y descubrí que era un modelo que me permitía abordar muchos de los temas que me preocupan –como la tolerancia o el valor de la palabra y de la literatura– desde una perspectiva más simbólica. En ese sentido, cuando escribo novela juvenil –y ya estoy con la siguiente– no sigo una estrategia diferente, pues considero que es un error
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infantilizar a los lectores y, más aún, subestimarlos. Básicamente, pienso en qué me gustaría a mí leer si fuera uno de ellos y, a partir de ahí, si me siento cómodo con lo que estoy contando, la trama fluye con facilidad. En mi caso es esencial sentir esa conexión –esa coherencia– con los personajes y lo que les sucede. 5.- En el género dramático también tienes dos facetas: la de autor y la de director. ¿Cómo compaginas ambas? ¿Crees que son complementarias o cada una de ellas te exige “renunciar”, de algún modo, a la otra? R.- Cuando dirijo un texto mío he de olvidar que fui yo quien lo escribió pues, de otro modo, adoptaría una posición mucho más conservadora y apegada al texto. De todos modos, me considero más autor que director, aunque en ambos casos se lleva a cabo una creación directa de la obra teatral: un mismo texto puede convertirse en obras radicalmente distintas entre sí según el punto de vista que se adopte desde la dirección. En mi caso, me siento más cómodo escribiendo y me gusta ver qué aporta la puesta en escena de una mirada ajena. Además, hasta la fecha he tenido una enorme suerte con quienes me han dirigido – Quino Falero, Ainhoa Amestoy, Aitana Galán...–, pues todos ellos han sabido entender perfectamente lo que quería contar. 6.- En tus años de universidad, participaste en varios montajes teatrales. Háblanos un poco de esa época. R.- Para mí aquellos años fueron esenciales, pues comencé a sentir el teatro como una forma necesaria de expresión a la que ya no renunciaría en el futuro. Puse en marcha proyectos propios como autor y director, pues en nuestro grupo –que aún sigue en activo– queríamos dar voz a temas en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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muy concretos y esa necesidad fue la que acabó convirtiéndome, casi sin pretenderlo, en dramaturgo. Cuando llegaron las primeras publicaciones y los primeros estrenos profesionales lo viví como una consecuencia de aquella etapa sin la que, sin duda, no habría llegado hasta aquí. 7.- Ya que mencionas Armando no me llama, el “grupo” en el que participaste como fundador y del cual sigues siendo director, me pregunto, con ingenua curiosidad, por qué tantos dramaturgos jóvenes, tanto femeninos como masculinos, tienen una conexión tan fuerte con compañías teatrales de las que son, ellos mismos, fundadores o cofundadores. Cuéntanos un poco tu caso particular. R.- En mi caso fue, como ya he dicho, lo que me motivó a seguir escribiendo, a seguir buscando y, en definitiva, a superarme. El contacto directo con el público, el montaje en salas de todo tipo y condición –y no siempre ante públicos especialmente receptivos– y, en definitiva, el trabajo duro y desde la base son esenciales para desarrollar un lenguaje propio. En mi teatro –y en mi forma de concebir el arte dramático– hay un fuerte poso de aquellos años y, sin duda, mi compañía ha tenido una enorme influencia en mi modo de escribir y de crear. 8.- Como director, nos gustaría que valoraras la diferencia entre la primera obra que dirigiste en 1997, Mañana me caso, y la última que acabas de dirigir en 2012, El año que cumplí treinta y algo: ¿Qué ha cambiado en ti, como director teatral, durante esos años? ¿Qué variarías de esa primera obra si volvieras a dirigirla en el momento actual? R.- Básicamente, ha cambiado un elemento esencial: la
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depuración. El aprendizaje y la experiencia me han llevado a abandonar el naturalismo y a preferir lo minimalista y esencial. Tiendo a la creación de espacios más abstractos y, a ser posible, múltiples, donde el espectador juegue con el texto y con la puesta en escena, convirtiéndose en un personaje activo más. En mi primera obra, aunque ese realismo se rompía en ocasiones, predominaba la influencia de un teatro mucho más cotidiano y la dirección se ajustaba a ello. Con el tiempo, en obras como El sexo que sucede o Tour de force, que son dos de los montajes de los que me siento más satisfecho, el espacio sería un elemento casi lúdico, lleno de elementos simbólicos y con una visión mucho más desnuda y, a la vez, más dinámica. 9.- Volviendo a tu faceta de dramaturgo, ¿qué autores, clásicos o modernos, han influido más en tus obras? ¿Qué particularidad de estos autores te atrae más? R.- Es difícil valorar en uno mismo las influencias que más nos marcan. No solo porque son muchos autores..., sino porque a menudo, desde dentro, no lo apreciamos con claridad. Si tuviera que elegir algunos nombres debería combinar tanto dramaturgos como directores de cine, pues en mi caso –como en el de todos los autores de mi generación– ha influido mucho no solo el teatro que hemos visto y leído, sino también el cine que nos ha acompañado. En mi forma de escribir me han dicho más de una vez que hay ecos de la dureza ácida y urbana de Neil LaBute, del distanciamiento y el compromiso que defendía Brecht, de la reivindicación de los clásicos desde su deconstrucción, que practica Ernesto Caballero. Además de esos autores, a quienes admiro, creo que me han influido contemporáneos como Yasmina Reza o Juan Mayorga, clásicos como Lorca o Strindberg y, por supuesto, los grandes trágicos tanto griegos –soy un lector apasionado de Eurípides– como del en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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XVI y XVII –me fascinan, aunque sea casi obvio, Shakespeare y Calderón. En cuanto a mi cinefilia, creo que han dejado huellas en mí autores como Billy Wilder, Woody Allen o Lars von Triers, entre otros muchos, ya sea en la preocupación por el ritmo (Wilder), la importancia del diálogo (Allen) o la búsqueda en la intimidad de los personajes (Von Triers). 10.- ¿Participas o has participado en algún proyecto común con otros escritores? ¿Te interesa la dramaturgia de otros autores contemporáneos? R.- Me interesa mucho la dramaturgia de mis contemporáneos y trato de leer y ver cuánto escriben y publican. Entre los nombres que me interesan destacaría autores como Borja Ortiz de Gondra, Pablo Iglesias, José Padilla, Juan Pablo Heras, Alberto Conejero o Juan Carlos Rubio. De momento no he participado en ningún proyecto colectivo, pero no descarto hacerlo en un futuro. Es más, me parecería muy interesante y enriquecedor. 11.- Dirigiendo en estos momentos la mirada hacia una de las piezas dramáticas que publicamos en este número, Tres formas de lenguaje, notamos que esta obra responde a los rasgos que la crítica resalta de tu dramaturgia: “Sus textos se caracterizan por desarrollar una temática urbana en la que se abordan, a menudo, problemas de tipo emocional, llevando a cabo una continua introspección -a través de un cierto distanciamiento brechtiano- en la psicología de los personajes” (Wikipedia) ¿Por qué ese interés en el personaje y su psicología? R.- Porque creo que la literatura nos permite conocernos mejor en toda nuestra complejidad. No se trata de ofrecer respuestas –no las tengo–, sino de ofrecer preguntas de modo que la función sirva como un catalizador de
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realidades y el público –o los lectores– puedan verse reflejados en las situaciones que se plantean. Además, como autor y como lector, no creo que la literatura pueda prescindir de personajes con una construcción sólida: cuando son esquemas o estereotipos, salvo que se trate de una apuesta consciente y estéticamente razonada, el teatro nace muerto y prefabricado. Tampoco pretendo hacer una indagación naturalista, ni mucho menos, pero sí una aproximación –en este caso, la estructura es parte de ese proceso– que dote de una psicología contradictoria y, a la vez, humana a los personajes. 12.- ¿Nos podrías comentar por qué elegiste al personaje de Fernando de Rojas como protagonista de tu segunda pieza, Melibea? ¿Por qué un monólogo? ¿Crees que las mujeres aún, a comienzos del siglo XXI, siguen arrastrando algunos de los lastres que le impedían VIVIR (con mayúsculas) a la protagonista de Rojas? R.- Precisamente por ese motivo escribí Melibea, porque quería hacer un homenaje a la mujer –y a su mundo– a partir de uno de los personajes que considero más habitualmente malinterpretados de la Literatura Universal. Se nos suele hablar de Melibea como una adolescente engañada y víctima de los demás y, sin embargo, en el texto de Rojas es la única que decide –con dignidad– su propia muerte y reivindica, tal y como se insiste en este monólogo, su sexualidad y su capacidad de amar. Lamentablemente, el espejismo de la igualdad nos ha cegado y durante un tiempo hemos creído que podíamos bajar la guardia en este tema. Ahora, ante leyes tan retrógradas como la del aborto –por no hablar de la realidad de la mujer en ciertos países y culturas–, hemos caído en la cuenta de que aún queda mucho por lo que luchar. Y que avanzar. Ese VIVIR con mayúsculas sigue estando lejos de la realidad y hay en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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demasiadas mujeres olvidadas, las mismas que reivindica Melibea en sus palabras. 13.- ¿Crees que el escritor debe mostrar, de forma general, los problemas de nuestra sociedad moderna o que es preferible circunscribirse a las experiencias personales de cada uno? R.- Creo que el escritor debe, ante todo, afrontar retos. No me interesan los autores que se posicionan en un único punto de vista y que no intentan arriesgar o experimentar enriqueciendo así tanto su obra como la naturaleza de sus historias y personajes. Y, por otro lado, la experiencia claro que juega un papel esencial, pero dicha experiencia no es solo lo que vivimos, sino también lo que observamos, lo que oímos, lo que nos llega desde otras fuentes y hacemos como propios. En cierto modo, todo autor es un ladrón de vidas y palabras, un peligroso don que –al menos, en mi caso– nos hace padecer una empatía a veces complicada de manejar y, a la vez, nos permite adentrarnos en esas aristas de la sociedad que no son necesariamente las de nuestro día a día. 14.- ¿Qué opinas de la situación actual del teatro y qué le auguras para el futuro? R.- El teatro vive, desde su origen, en una eterna crisis. No es nada nueva la incertidumbre y la duda en este particular mundo, pero –sin embargo– su fuerza y su capacidad de magnetismo son también innegables. Está claro que es preciso buscar nuevas fórmulas y que, debido a la crisis global que nos tiene al borde de la asfixia desde hace unos años, hay que apostar por otras estrategias que lo hagan viable y, más aún, rentable. Sin embargo, a pesar del desinterés de ciertas entidades públicas de las que se
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debería esperar un compromiso mucho mayor, la iniciativa privada está tomando las riendas de modo que las salas alternativas y las pequeñas compañías han consolidado su importancia y su papel como las auténticas generadoras de nuevas voces y de un nuevo y necesario teatro. 15.- Una última pregunta: ¿podrías adelantarnos algún detalle de la novela en la que estás trabajando últimamente o… eres supersticioso? R.- No lo soy, pero me gusta mantener siempre el misterio para que el lector no tenga demasiada información antes de abordar sus páginas. Sí te puedo decir que es una novela con dos protagonistas adolescentes femeninas, dos mujeres que sirven como nexo en una historia compleja y que abarca muchos de los temas esenciales en mi literatura. También estoy acabando dos nuevos textos teatrales y ya me ronda el tema de la que será mi próxima novela adulta... Pero todo eso, de momento, solo son proyectos. Queda mucho trabajo por delante hasta que se hagan realidad. Pues mientras esperamos que “se hagan realidad” todos esos interesantes proyectos que nos promete y anticipa Fernando, nos despedimos de él, alegrándonos de haber podido compartir unos minutos con esta “voz emergente del teatro español actual”. Sus obras, tanto en el género novelístico como en el dramático, nos seguirán descubriendo mundos y personajes tan reales como la vida misma.
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UN SOÑADOR EN TIERRA FIRME: CONVERSACIÓN CON EL PUERTORRIQUEÑO JOSÉ RABELO Judy García Allende Puerto Rico 2013
1.- ¿Quién es José Rabelo? R.- José Rabelo es un científico puertorriqueño a quien le gusta experimentar con las palabras. También pudiera definirse como un amante de la literatura en busca de arte dentro de la ciencia. Ese señor es un niño encerrado en el cuerpo de un adulto con un afán de escapar varias veces al año para crear relatos adultos cuando la musa infantil descansa. Hay quien describe a Rabelo como un escritor con un guionista enclaustrado en su imaginación y por eso genera imágenes literarias con cierto colorido cinematográfico. Un vez se atrevió a decir: "empecé todo esto de las letras con guiones de cine y como nunca pude convertirlos en películas, me dedicaré a escribir libros por si a alguien le interesa, los adapte para la pantalla grande..."
2.- ¿Cuándo supiste que la literatura era una ruta inequívoca que habrías de transitar? R.- Siempre me gustó la literatura y te puedo decir que desde los ocho años comencé a escribir, pero en mis tiempos nos metían en la mente, "los escritores no viven de sus letras, los escritores se mueren de hambre", nos
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hipnotizaron con esas palabras y terminé como médico. En el fondo, en la clandestinidad, siempre agarraba el lápiz o el bolígrafo para irme en un viaje de letras. Un gran amigo, quien también estudió medicina, muy secretamente completó un doctorado en letras. Se hizo profesor de literatura y cuando daba sus clases me enviaba los prontuarios. En mi casa, yo hacía las lecturas y las discutíamos por Internet. Todo esto fue a finales del siglo XX y con el asunto del nuevo milenio me dio por cambiar de especialidad; de pediatra a dermatólogo, con el propósito de dedicar más tiempo a mis hijos y con la agenda oculta de formalizar mis estudios literarios. Por eso, en el 2002, publiqué mis primeros libros como un experimento fase 1 para ver cuán factible era esto del mundo de las letras. Demás está decir lo agradable de esta experiencia. En el 2005 inicié la segunda fase de esta investigación apalabrada: una maestría en creación literaria. Me sentía como un músico de oído, tenía la necesidad de leer las notas musicales de la materia literaria para transitar esta vía, la cual nutre mi espíritu.
3.- ¿Cómo comparas la literatura que se escribe para adultos con la que va dirigida al mundo infantil y juvenil? R.- En mi caso, trato de convertirme en dos personas opuestas, como si en realidad fueran dos escritores antagónicos. El escritor de adultos (mi otro yo) toca temas crudos, sociales y sin autocensura. A veces me imagino que si un padre o una madre lee uno de mis libros para lectores más maduros, pudiera tener cierto temor al exponer a sus hijos a mis letras infantiles. Padres, no teman. Por eso digo que son dos escritores distintos. En mi fase juvenil no abandono el aspecto social del tema, pero lo hago de acuerdo a la edad. No me gusta entregar un trabajo literario en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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con el único propósito de entretener, me interesa enriquecer la experiencia con un subtexto que se preste a interpretaciones diversas por parte del receptor de la obra. El denominador común en mi trabajo literario tanto para niños, jóvenes y adultos ha sido la imaginación. Como escritores no tenemos presupuesto para desarrollar los escenarios de nuestras obras, ¿por qué limitarnos con la realidad? Si queremos realismo, leamos el periódico o sintonicemos los programas de noticias. En mis libros me he divertido muchísimo al crear países (Datovia, una tierra en donde los libros son la industria impulsadora de la economía), especies nuevas de animales (semirotes, ózales y gaznápiros), bestias colosales (El monstruo más divertido del Caribe es una criatura que se ríe demasiado) y hasta idiomas (el datovi y otros en futuras historias).
4.- ¿De todos los géneros en los que has incursionado, cuál te gusta más, y por qué? R.- Como te dije, me gusta experimentar con la palabra y cada incursión en géneros es un nuevo reto. Uno de los más atesorados es mi experiencia con los cómics. Hace algunos años me comisionaron tres trabajos biográficos en este formato: Simón Bolívar, Alejandro Magno y El pirata Cofresí. Desde la investigación, el desarrollo de la historia, los diálogos, los bosquejos para las imágenes hasta las ilustraciones finales, me cautivó todo el proceso y me sorprendió mucho el producto terminado. Me gustó mucho esta experiencia porque de chico pude leer este tipo de historias y siempre me pregunté cómo se haría. Ahora estaba del otro lado del espejo, desde la perspectiva del escritor. Al escribir describimos con detalle para que quien nos lea se pueda imaginar el mundo que presentamos, pero con los cómics tenemos la ayuda de la imagen para
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completar este viaje. Creo que adentramos al lector y lo acercamos bastante a ese lugar que nunca habían llegado o a esa situación que, de otra forma, les hubiera sido imposible vivir.
5.- ¿Es cierto que has ilustrado algunas de tus obras? Eres también pintor? Cuéntanos un poco sobre ello. R.- Sí, he ilustrado dos de mis libros, el primero, Cuentos de la fauna puertorriqueña, el segundo, Cielo, mar y tierra. El tercero, Un cuadrado que quiso ser círculo de Orlando Planchart. Han sido tres libros, pero en total son 14 cuentos. No tengo educación formal en arte, tampoco soy pintor, pero las circunstancias me han llevado a intentar ser ilustrador. Al iniciarme en el campo de la literatura infantil no conocía a ningún ilustrador, tampoco tenía presupuesto para contratar a un artista, por eso me vi obligado a ilustrar mis historias. Al finalizar de crear los dibujos de cada uno de mis cuentos terminaba con un dolor de cabeza tremendo y abandonaba esa tarea por un mes para retomar el próximo relato. Al ver el texto y los dibujos acoplados me sentía satisfecho al decirme: "parece un libro..." En cada uno de mis proyectos traté de usar medios distintos, lápices de colores, pasteles y acuarelas, para, de esa manera, también experimentar.
6.- ¿Cómo compaginas el campo científico laboral en el que te desempeñas con el campo literario? R.- No he querido que mi vida se convierta en una madeja de ficciones y realidades. En mi trabajo diario, como dermatólogo, me concentro en los problemas de los pacientes y muchos de ellos apenas empiezan a descubrir en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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mi faceta de escritor. Con muchos de ellos tertuliamos, entre queja y queja, acerca de libros y de sus intereses en crear, así que me he convertido, a veces, en un consejero literario. Recuerdo el caso de una paciente de ciencias naturales con una gran inclinación literaria. En sus visitas, parte de la consulta era un coloquio acerca de libros, de los míos y de lo que ella planeaba escribir. Un día me comunica una noticia: "doctor, me voy a transferir a un programa de literatura". Sin planificarlo había influenciado en el futuro de uno de mis pacientes. En otras ocasiones soy yo el impactado. Una vez, la impactante historia de una señora que me visitaba por primera vez me llevó a crear una de mis novelas acerca de un paciente en coma, Los sueños ajenos (Isla Negra, 2011). Cuando salgo de la oficina tengo el automóvil y el segundo piso de mi casa como centros de meditación para desarrollar mis tramas. Me preguntan mucho, ¿cuándo escribe? Pues a cualquier hora, de día o de noche, dormido o despierto. Un escritor tiene unas antenas o un radar invisible que siempre está activado. Un escritor cuenta con unos espejuelos o visores únicos los cuales alcanzan a ver fisuras por las cuales nos escapamos a otros mundos. Por tal motivo hay que aprovechar cada momento.
7.- Recientemente, diciembre 2013, obtuviste el primer lugar del renombrado certamen literario El Barco de Vapor. ¿Qué ha significado para ti ostentar este galardón? ¿Qué obra te permitió alcanzarlo? R.- Con la novela juvenil Club de calamidades obtuve el premio El Barco de Vapor 2013 de la Fundación SM. Este es un premio muy importante y para mí ha significado un nuevo respiro para mi obra literaria dirigida al público juvenil. Este era un sector al cual me interesaba llegar porque considero necesario desarrollar más historias en
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español para estas edades. Hay mucho para chicos más pequeños y demasiados de nuestros lectores adolescentes buscan libros en otros idiomas o traducciones para satisfacer sus intereses. Podemos llenar esta curiosidad por entretenida y buena literatura con nuestros escritores. Club de calamidades es una historia acerca de cinco adolescentes excluidos de los grupos escolares por no tener piscina en sus casas. Estos chicos se inventan un club para contar historias a diez manos. Tienen varios días para escribir su primer cuento para ser evaluado y decidir si pueden formar su organización escolar, pero para lograrlo experimentarán muchas calamidades.
8.- ¿Cómo defines la labor del artista en Puerto Rico? ¿En un mercado pequeño, como el de Puerto Rico, qué le recomendarías a los jóvenes que sueñan con escribir? R.- Algunas personas usan el dicho, "esto es cuesta arriba", yo diría, "pared arriba" o "muro arriba". Para hacer arte en Puerto Rico, y creo que en varios lugares del mundo, primero hay que tener paciencia y creer en su obra. Puede tomar años el darte a conocer, pero lo importante es no darse por vencido. En nuestro país nos convertimos en gestores culturales de nuestra obra, muchas veces empezamos como editores, distribuidores y hasta hemos sido cobradores. En fin, somos soñadores y de alguna manera tenemos el derecho a obligar a ese sueño a ser una realidad. Por eso le recomiendo a los nuevos escritores a utilizar sus reservas de gratificación diferida hasta la saciedad. Puede que al principio no se vea el efecto de la obra. Más adelante llegarán los testimonios del resultado de ese trabajo, cuando se estudie en escuelas o universidades, cuando una persona en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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te detenga para decirte la consecuencia que una obra tuya ha tenido en ella, cuando los niños realizan manualidades con ideas de tus textos, cuando te invitan a ver la representación teatral de uno de tus cuentos, cuando recibes un correo electrónico contándote el deseo de hacer lo mismo que haces hoy en día, cuando un maestro te cuenta que uno de sus estudiantes lloró porque uno de tus relatos le recordó a su padre, cuando una señora se te acerca para decirte que lo presentado en uno de tus cuentos infantiles era algo que ella se imaginaba de niña, cuando ves a un estudiante de tu pueblo natal vestido como si fueras tú y decir, "Soy José Rabelo y voy en busca de mi sueño". Ese sueño será real en la medida que en él creamos. No se desanimen, nuevos creadores. Soné como un motivador, pero es verdad.
9.- La revista En sentido figurado, ha publicado en el pasado algunas de tus piezas literarias, ¿Qué opinas sobre nuestra revista? R.- En sentido figurado me ha dado la oportunidad de publicar desde sus principios que casi coinciden con los míos. Es un medio para dar a conocer nuestros escritos de manera internacional por el alcance que tiene. Muchas personas me han invitado a sus escuelas o universidades por algunos de esos trabajos publicados en su revista. Cada número posee una variedad muy rica de géneros y de escritores con diferentes estilos de los cuales podemos aprender mucho. Me gustan muchísimo las fotografías que publican porque una de mis aficiones son las cámaras. El trabajo de sus editores es una labor ardua que siempre nos recompensa con un producto de gran calidad. ¡Adelante con su proyecto en pro del arte!
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Agradecemos a José Rabelo su gentileza y el acompañamiento durante todos estos años con nuestra revista En sentido figurado. Nos unimos a la alegría que sabemos experimenta por obtener el primer lugar en el premio literario El Barco de Vapor 2013 de la Fundación SM, celebrado el pasado 13 de diciembre en Puerto Rico. Fotografía: José Rabelo.
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EL DESPISTADO* Pedro Serazzi Chile 2013
*Cuento Premiado con el Primer Lugar en el Concurso Internacional de Cuentos Breves. Argentina, 2013. Participantes: 220 escritores
Bienvenido Carrera, pianista de la boite “Susurros”, todavía ebrio, trataría de cruzar la Alameda Bernardo O’Higgins, la principal de Santiago de Chile, desde su modesta habitación hasta el almacén de Doña Pepita. Le urgía agua mineral y un tarro de chancho chino, que su “casera” le guardaba. Recordaba las 6 A.M., tocando efusivamente “New York, New York”, mientras la bella Manón cerraba con un strip-tease sensacional el show. Pudo caminar siete cuadras, a pesar que tomó dos botellas de gin. En su cuarto, “se le apagó la tele”. A las 2 P.M, semi-ebrio, valientemente esquivaría micros, taxis, autos y citronetas, que convertían en pista de carrera la
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Alameda. –¡Chucha, ojalá no haya una protesta, porque ahí no paso! –exclamó. Salió a la vereda…ni un solo transeúnte, las tiendas, oficinas, kioscos y el Metro cerrados. Desolación, silencio sepulcral... Ni una modesta citrola corcoveaba. –¿Y la gente, las micros, donde están? ¡Si alguien está vivo, que por favor me hable! No hubo respuesta. Apenas se equilibraba. En sus 50 años jamás había visto Santiago desolado. Teorizó de la llegada de marcianos en un OVNI gigante donde se los llevaron a todos, incluyendo citrolas. Reflexionó: “Y yo me salvé de puro curado. Hasta mijita la Manón, debe ir rumbo a Marte”. –Sacó una petaca de coñac y encendió un cigarrillo. –“Por último me tomo otro copete y fumo un Hilton antes que me rapten los marcianos». –El coñac le hizo cerrar los ojos. Sintió ruido y corrieron hombres de verde. Lo encañonaron. Pensó: “Dios mío, si son de láser o rayos que no me partan por la mitad”. –Y vo’ extremista “patu’o”, manos arriba! ¿Soy de los cordones industriales? –Le pegaron eroz patada. Analizó que no eran marcianos, “son milicos. Tienen pintas de nazis”. –Eran diez militares. Rebobinó, definitivamente eran humanos y preguntó al teniente al mando: –¿¡Qué pasa acá, donde se fueron los habitantes!? ¿Alguien que me explique? –Se rieron a carcajadas del despistado, menos el oficial. Calificado de subversivo lo lanzaron como bulto a un camión. Una inocente cortaplumas lo incriminó. Tres días de interrogatorios y torturas. Recién escuchó, pues tenía vendado los ojos, que habían en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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bombardeado y atacado por tierra y aire el palacio de gobierno, que ahí murió el Presidente Allende, que había Estado de Sitio, grandes balaceras, toque de queda y caos. Ahora mandaba una Junta Militar. Más tarde fue llevado al Estadio Nacional, junto a miles de prisioneros, que dentro de la inmensa tristeza le daban ánimo. Luego, desde Valparaíso, hacinado en un buque los trasladaron al Campo de Concentración de Chacabuco. Allí compartió más penurias con los demás prisioneros, con el triste destino de guardias duros, barracones, torretas y alambradas. Al cabo de cuatro meses fue condenado como extremista por un Consejo de Guerra, con relegación de tres años y un día en Inca de Oro, pueblito minero, casi desaparecido en el mapa. Sólo lo esperaba el párroco, una habitación paupérrima y una modesta ayuda económica. Comenzó a trabajar de obrero en una Planta Minera. Reíanse de él, porque, aun vestía el revolcado saco de terciopelo de las bohemias noches santiaguinas. Cuando menos lo esperaba recibió una carta de Manón, quien lo buscó infatigablemente y se enteró por casualidad que le habían apresado. Muchas noches de boite significaron más que cariño por el pianista. –¡Vendría a estar con él en Inca de Oro!–. Derramó más de una lágrima, las que rodaron por su rostro endurecido por el dolor y el abrazador sol del desierto. Estaba feliz. Creía que había perdido ese don: Volvió a reír. –¡Y pensar que yo le echaba la culpa a los marcianos!
Pedro Serazzi Ahumada, escritor y periodista chileno. Ha publicado varios libros, novelas, cuentos, ensayos, historia (14). Dos editados
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en Lima, Perú, los demás en Chile. En poesía ha participado en antologías de India, Estados Unidos, México, Ecuador, Bolivia, Argentina, Chile. Es director de una Editorial de la India y es el único chileno en la directiva de Lima de la Casa del Poeta Peruano, Lima, como miembro de honor. Tiene numerosos premios en poesía y cuento, tanto en Chile como en el extranjero. Sus cuentos, principalmente abordan temas sociales-cristianos, siendo una de sus pasiones la minería. Está considerado, uno de los 40 mejores escritores género cuento minero del Siglo XX en su país (Antología del Cuento Minero Chileno, Editorial Universitaria, material de estudio en la educación chilena). “La Mariposita” –que sigue a este cuento– es su última creación en cuento, noviembre de 2013.
Imagen: “Cuando sales de casa”, cortesía de Juan Barroso.
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FALLO DEL I CONCURSO DE POESÍA Y RELATO CONVOCADO POR LA ASOCIACIÓN CULTURAL LETRAS CASCABELERAS Fdo. Víctor M. Jiménez Andrada España 2013
I CONCURSO LITERARIO DE RELATOS Y POESÍA “LETRAS CASCABELERAS” La Asociación Cultural Letras Cascabeleras, de Cáceres, ha fallado su I Concurso de Relatos y Poesía. Tal y como se indica en las bases, se otorgan tres premios en narrativa y otros tres en poesía, que consisten en la publicación independiente de cada una de las obras. El concurso ha tenido un carácter internacional, dado que se han recibido originales de diferentes países. El jurado, formado por miembros de la Asociación, destacó la gran calidad de las obras recibidas. Se acordó por unanimidad, después de las deliberaciones oportunas y tras una minuciosa selección entre las obras presentadas (92 poemarios y 107 libros de relatos), otorgar los siguientes premios:
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MODALIDAD POESÍA. Primer premio: Dotado con la publicación y un lote de productos editoriales, al poemario titulado “Cincuenta por ciento”, presentado bajo el lema “Litoral”. Abierta la plica correspondiente, el ganador fue D. Manuel Ramón Moya Bascuñana, de Orihuela-Alicante (España). Segundo premio: Dotado con la publicación, al poemario titulado “Fugas”, presentado bajo el lema “Lilium”. Abierta la plica correspondiente, el ganador fue D. José Luis Frasinetti, de General Belgrano-Provincia de Buenos Aires (Argentina). Tercer premio: Dotado con la publicación, al poemario titulado “Al norte de tanto olvido”, presentado bajo el lema “Roca”. Abierta la plica correspondiente, el ganador fue D. Salvador Chaila, de San Miguel de Tucumán-Provincia de Tucumán (Argentina). MODALIDAD RELATO. Primer premio: Dotado con la publicación y un lote de productos editoriales, al libro titulado “Disparos de emoción”, presentado bajo el lema “Alhazred”. Abierta la plica correspondiente, el ganador fue D. Juan Miguel Gutiérrez de la Solana Sánchez, de Manzanares-Ciudad Real (España). Segundo premio: Dotado con la publicación, al libro titulado “Epistolario de un soñador”, presentado bajo el lema “Tulio”. Abierta la plica correspondiente, el ganador fue D. Ramón Zarragoitia Mezo, de Plentzia-Vizcaya (España).
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Tercer premio: Dotado con la publicación, al libro titulado “Calles suspendidas en el tiempo”, presentado bajo el lema “Belmonte”. Abierta la plica correspondiente, la ganadora fue Dª. María del Mar Narganes Robas, de Cáceres (España). La idea es que el Concurso tenga una periodicidad bianual y que vaya creciendo en cada convocatoria. El interés de Letras Cascabeleras, como asociación cultural sin ánimo de lucro, es organizar este tipo de iniciativas para apoyar la creación literaria y para fomentar la lectura. Con estos libros se iniciará una colección a la que se podrán suscribir todas las personas que estén interesadas. Los suscriptores se asegurarán todos los títulos, tendrán un 10% de descuento y se les hará llegar a su domicilio sin gastos. Letras Cascabeleras pretende, de esta forma, difundir la mejor literatura a un precio lo más ajustado posible. Se puede obtener más información en: letrascascabeleras@gmail.com. Imagen: Asociación Cultural Letras Cascabeleras. Cáceres - España
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pedro herrero
ALGO Pedro Herrero Barcelona 2014
Aunque su familia y amigos le decían que tenía que rendirse a la evidencia, la joven casada se negaba a aceptar que su marido hubiera muerto en la violenta explosión del pozo de petróleo. Aunque había visto esa misma situación en las películas, y sabía que en la vida real las cosas también se tuercen de un día para otro, la madre de dos hijos en edad escolar no estaba dispuesta a enfrentarse a un futuro estéril, carente de sentido. Aunque una voz interna la animaba a ser fuerte para poder salir adelante, superando la adversidad, ella se veía incapaz de dar un paso en ninguna dirección. Pero cuando, al cabo de unos días, llamaron a la puerta y apareció su marido, sano y
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salvo, hubo algo más que un abrazo apasionado, humedecido por lágrimas histéricas. Algo que buscaba respuestas antes de formular las preguntas adecuadas, acerca de cómo había sobrevivido a la catástrofe, acerca de cómo no habían dado con él los equipos de salvamento. Algo quizás irracional, causado por la súbita liberación de un estado nervioso prolongado, acerca de dónde había estado desde entonces, y acerca de dónde estaba en realidad (y con quién) cuando todo ocurrió. Algo extraño, en definitiva, oculto en una atmósfera irrespirable de felicidad espontánea, que dio paso a otro tipo de preguntas, formuladas de noche junto al cuerpo yerto de su marido, más frío que de costumbre. Algo acerca de quién era él en realidad, y por qué había regresado. Imagen: www.google.com
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CÁLCULO MENTAL José Gutiérrez-Llama México 2013
«El propósito del cálculo es lograr intuiciones, no números» –Richard Wesley Hamming–
Tres más cinco, menos dos, por tres, entre nueve… y la entonación destemplada de la profesora que alentaba el cálculo mental en los niños le parecía un trabalenguas recitado en algún idioma extravagante, las instrucciones en clave secreta señaladas en el mapa del pirata sin barco ni bandera, al que nunca pudo acompañar por más de dos pasos seguidos en busca del preciado tesoro que se hallaba soterrado en la imaginación del filibustero ficticio. La aritmética siempre se movió con la agilidad que doblaba y desdoblaba los dedos para enumerarlos o en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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darlos por muertos, según requería el examen. De cinco en cinco la cadencia es lenta como el andar del viejo corsario al que de pronto le nació una pierna de palo el día que sus compañeros comenzaron a burlarse de su torpeza para apilar cifras mayores al conjunto de sus uñas. Era idiota, pensaba, si la naturaleza había estimado cuotas pequeñas para lo importante; ojos, orejas, nariz, boca, cabeza, y un corazón que pulsa sin llevar la cuenta de sus sacudidas. En efecto, no había por qué dudar de la sabiduría universal y esta, desde luego, compensó su artritis mental con la velocidad de piernas. Pronto se volvió una estrella del atletismo y llenó de galardones las vitrinas del colegio, sin que a nadie le importara si contaba con fluidez cuántos trofeos había ganado. El destino está guiado por el azar pero las convicciones permanecen ajenas a los juegos de naipes, y pronto se volvió, también, un tipo altamente competitivo y un adicto a la victoria. Esa noche, durante la primera reunión de ex-alumnos y mientras se vanagloriaba de su fama, alguien le recordó que así como todos perseguimos nuestro futuro, es imposible dejar atrás al pasado. La alusión dio en su tímpano ataviada de acertijo, y recordó a la fantasmal profesora de primaria, mientras machacaba una goma de mascar entre la mandíbula. Rumió un poco más. En realidad le pareció un desafío. Así, enceguecido por sus afanes de triunfo y de demostrarle a aquel imbécil su verdadera valía, decidió terminar de una vez por todas con la insípida carrera y de dos trancos largos se adelantó y llegó con rapidez a la meta. Imagen: “Boceto portal de casa” cortesía de Juan Barroso
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christian peytiavy puerto gómez corredera
EL ROSTRO. LA LEYENDA DE LA VISIÓN MALDITA Fabiana Iglesias 2013
A lo largo de generaciones en su familia había nacido alguien con aquella extraña peculiaridad. Para él aquello no era una cualidad, sino todo lo contrario. Consistía en ver la verdad que se ocultaba tras la piel de los rostros que tenía ante sí. Esta visión le mostraba, como
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a través de una placa radiográfica, los cráneos desnudos de carne, tendones y músculos. Mirar a alguien a la cara era contemplar una calavera. Por eso pensaba que su visión se anticipaba al futuro: mostraba aquello en lo que se convertirían todos. Incluido él mismo. Esa era la razón de su semblante triste y ausente, incapaz de esbozar una sonrisa. No había espejos en su casa. Prefería pasar las horas en completa soledad, dedicándose al oficio que había heredado de su padre: era perfumista, y uno muy bueno. En el pueblo todos conocían su aflicción; por esa razón habían aceptado con naturalidad el hecho de ser atendidos en su tienda a través de un torno de madera oscura, como solían hacerlo las monjas de clausura, quienes habían renunciado voluntariamente al contacto con el mundo exterior. Él se había ganado la fama de ser todo un «mago» de las esencias: su olfato exquisito las combinaba siguiendo fórmulas únicas aprendidas de memoria, imposibles de imitar. Además había desarrollado un oído sensitivo y agudo como pocos, que distinguía en las voces las personalidades y los estados de ánimo de los que acudían a él. Una mañana, atendiendo su negocio al otro lado del
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tabique del torno, escuchó una voz capaz de conmover su alma atormentada por primera vez. Era una mujer, y buscaba esencia de jazmín. Él cerró los ojos para absorber sin distracciones aquel sonido ultraterreno. Le entregó lo que pedía, y escuchó las palabras que lo llenaron de un doloroso anhelo: la mujer quería conocerlo en persona. Se hallaba allí de paso, y deseaba estrechar la mano al perfumero más famoso de aquellas tierras. « ¿Acaso ignora mi visión maldita?» pensaba él en su interior. Sin embargo aceptó encontrarse esa misma tarde con la forastera cuya voz lo transportaba a otro mundo. Transcurrió el día y llegó por fin la hora. Oyó entrar a alguien a la tienda al sonar la campanilla de la entrada. Supo que era la mujer. Sus manos temblaban; todo su ser temblaba. Sabía que vería un cráneo desnudo y se resistía a asociar aquella voz divina con una visión macabra. Debía abrir la puerta de la trastienda y cruzar el umbral. Lo hizo con un nudo en la garganta. Al principio creyó que estaba soñando: sus atormentados ojos contemplaban por primera vez un rostro humano. Tenía miedo de pestañear para no perder aquella imagen y grabarla así en sus retinas. Le pareció lo más hermoso, lo más dulce, lo más sublime que existía en este mundo. El amor que sintió le dolió en el pecho. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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La mujer sonrió y extendió la mano. Estaba completamente atrapado. Estaba enamorado. A partir de ese momento, el tiempo desapareció. Las horas dejaron de existir. Con ella a su lado era capaz de afrontar cualquier visión, incluso los rostros descarnados que a diario se cruzaban en su camino. Prepararon una boda casi inmediata. Sus hermanos y su madre lloraban de alegría. Por fin lo veían sonreír. Se casaron. La capilla se hallaba literalmente cubierta de jazmines. La novia llevaba un tupido velo cubriendo aquel adorado rostro, y él, esperándola junto al altar, sentía que estaba tocando el cielo con sus dedos por primera vez. Si aquello era un sueño, prefería continuar durmiendo; si era verdad, no le cabía más alegría en el pecho. Su vida por fin estaba completa. Por la noche, en la alcoba nupcial, la novia, ataviada con un largo camisón blanco le tomó las manos y reveló un secreto escondido hasta entonces. Al día siguiente solo lo hallaron a él, tendido en la cama, como dormido, con el semblante plácido y su boca curvada en una sonrisa. De la novia nunca más se supo nada. En el pueblo comenzó a correr un curioso rumor.
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Decían que la Muerte se había desposado con el único hombre que había visto su verdadero rostro. Y era un hijo de aquella tierra, añadían con orgullo los habitantes del pueblo. Imagen: www.google.com
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EL SANTUARIO DE LAS PUNICIONES María Luisa Deles 2013
En la escuela me decían “la zapatitos”. Entonces el bullying no era un delito tipificado. En mis épocas de pupila el matonaje era privilegio de hampones, las monjas del colegio y del sociópata de la colonia que merodeaba al caer la tarde para sacarse el pito frente a las chavitas. A los primeros y al último esperabas no topártelos nunca. A veces se te cumplía. Con las hijas del verbo encarnado, en cambio, te llevaban de la mano tus papás. El sótano era por antonomasia el lugar de los castigos. Le decían así por darse su taco, en realidad, no era más que un pozo estéril al que se descendía por una escalera de caracol del tipo doña Macabra. A lo que sí no puedo restarle importancia, es a las esmirriadas ratas que se introducían al percibir el olor de la carne fresca. El ruido de sus patitas en bandada en medio de la oscuridad es algo inolvidable. No quiero decir con esto que el agujero fuera el único santuario de las puniciones; estaban además los retretes para lavar, la coladera en el ombligo del patio, donde te hincabas con una biblia de pasta dura en cada mano, el jardín de niños con niñas que cuidar y así... Lo que sucedía con el sótano era que su poder de
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intimidación era ostentoso. Después de haber pisado la insalubre estancia no te reponías del espanto. La reputación de la celda cobró fuero principalmente a través de la publicidad de boca en boca, recurso por demás efectivo si se toma en cuenta el dominio de las chamaquitas en el manejo de la hipérbole. Cuando te llevaban abajo te cagabas de miedo, pero cuando subías en estado de expiación, ibas envuelta en ese halo misterioso que sólo los verdaderos héroes conocen. Y los verdaderos héroes – ya lo dijo Umberto Eco- son cobardes honestos como todos, con la salvedad de haberse encontrado -casi siempre por error- en el momento y lugar más inoportunos. Quienes lograban salir del calabozo sin daño psicológico, eran consideradas entes tocados por la mano de Dios en persona. Nadie en lo sucesivo se atrevía a molestarlas siquiera para pedir la hora. Mi primera bajada al sótano tuvo las características habituales de cualquier rito de iniciación: inocencia, ignorancia e ignominia. Un pecado gravísimo: blasfemar en voz alta, me condenó a purgar tres horas de sentencia inconmutable en la húmeda mazmorra. Fue la madre superiora, quien haciendo un alto en las actividades propias de su investidura, me condujo a la ergástula cual impetuoso Virgilio. Por el camino me fue soltando una serie de recomendaciones con el fin exacerbar los efectos de mi acto de contrición, acotaciones bien inútiles por cierto, lo que más me apuraba era contener el reclamo de mis esfínteres. La odiosa mujer hizo conmigo –lámpara de aceite en mano- el recorrido hasta la misteriosa oquedad donde me depositó de un empellón que, clarito vi en sus ojos, la invadió de alivio. Con su avance por los peldaños haciendo en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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el regreso, la luz se diluía en silenciosos bamboleos dejándome cada vez más desprovista de esperanza. Haciendo hueco con los brazos me aferré a mis rodillas, el único asidero conocido, caliente y seco de ese espantoso subterráneo. Las ratas brotaron de sus escondites. Varios pares de brillantes ojillos rojos pulularon de un lado a otro durante los primeros minutos, hasta que se dieron por vencidas y retornaron a sus cuchitriles tan hambrientas como salieran. Las pobres tenían más miedo que yo. El tiempo se me figuró una gotera marcando con incesante parsimonia un espacio del que nunca podría volver. Ese día me oriné del susto y de las ganas que ya traía. Por primera vez creí en la existencia del infierno y deseé con todas mis fuerzas que unos ángeles de alas emplumadas bajaran a rescatarme sin cuestionar mi comportamiento. De un hilo me aventé el padrenuestro, el yopecador y una quinta parte del rosario; la correspondiente a los misterios dolorosos, por supuesto. Lloré. Juré ser buena y obediente el resto de mi vida, que por momentos sospeché sería muy corta. El cansancio me venció. Aguardé quietecita a que se apiadaran de mí, abrieran el candado de la reja y me dejaran volver a clase para emprender mi camino al noviciado en señal de arrepentimiento. No hubo indulto. Cuando al final de la jornada escuché los gritos que me pedían subir, había un abundante charco bajo mis pies. Tenía los zapatos anegados en lágrimas y orines. Me los quité. Los dejé abandonados para que las ratas royeran algo de consistencia. Hice el ascenso a trompicones, maldiciendo mi estampa y más enfadada que nunca. Descalza, con las tripas clamando alimento, humillada y muina, emergí de la cloaca como una Venus pachona y ojigacha, a reinsertarme a la sociedad escolar envuelta en una fortaleza desconocida.
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En casa me preguntaron por el paradero de los choclos. Conté la historia sin omitir detalle. Mi madre dijo que tenía una imaginación desbordada y me exhortó a hacer carrera en las letras en vez de meterme a monja. La superiora no permitió el rescate del calzado. Para no dejar evidencia, supongo. Al sótano bajé con mucha regularidad. Gané fama de temeraria y me convertí en guía espiritual de mis compañeras, a quienes de paso convencí de desestimar los dos grandes mitos del colegio: la bondad de las monjas y la efectividad de la ignominia. En la escuela me decían “la zapatitos”. Los lunes me ponía los rojos de charol, los martes los negros con moño. Los otros días iba de tenis. Imagen: www.google.com
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PSIQUIATRICO Eva María Medina Moreno 2013
Abrí los ojos. Todo blanco. El blanco se extendía del techo a las paredes y llegaba hasta la cama a través de las sábanas. Noté un picor en uno de los brazos. La vía, que trataba de ocultarse tras los esparadrapos. Cerré los ojos; quería encontrar las imágenes, pero solo había negrura. La puerta de la habitación se abrió. Una enfermera, me traía pastillas. Me preguntó qué tal estaba y le contesté con un «estupendamente» raro. «Es-tu-pen-da-men-te». El ritmo, la aceleración de las sílabas, que se repitieron decelerándose con un tono de burla. «Es-tu-pen-da-mente». Luego resonaba en mi cabeza en un modo interrogativo que producía risa y el acento cambiaba de
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una a otra sílaba y con cada cambio el significado variaba. Y yo frente a la palabra dicha, como si la hubiera pronunciado otra persona, sacada de una conversación de la calle o de una escena de alguna película en blanco y negro. Necesitaba ir al baño. ¡Qué coñazo! Con el suero a cuestas. Era un castigo, ese trozo de plástico que se agarraba al brazo. Parecía succionarme; quitar en vez de dar. Me levanté de la cama. Los músculos como si hubieran sido apaleados; me costaba moverlos sin que doliesen. Con la mano derecha agarré el suero por la barra de metal que lo sujetaba y fui arrastrando los pies hasta llegar al baño. Me bajé los pantalones con lentitud. Una imagen me vino a la mente. Una mujer se acercaba, parecía decirme algo al oído. Debía de ser gracioso porque no paraba de reírme. Sentí dolor, bajé los ojos y vi su mano enroscada en mi pene. Me echaba hacia atrás, dolía pero me reía; me hacía tanta gracia. Yo, contra la pared, sin calzoncillos, los pantalones en el suelo. De la mujer solo recordaba su pelo negro alborotado y unos labios carnosos de un rojo fuerte que se extendía por toda la cara. Seguía en el váter. Antes de subirme los pantalones del pijama, me fijé en el pene; estaba morado. Tiré de la cadena y cogí el suero. Al pasar por el espejo, el reflejo de mi cara me inmovilizó. Unos ojos saturados, como si lo visto se fuera derramando por los bordes y ya no pudieran o no quisieran ver más. Las cuencas de los ojos muy hundidas, las ojeras casi negras y unos pómulos hacia dentro, que resaltaban la mandíbula. Me alejé, arrastrando unos pies que parecían ir sobre raíles en una vía de tren abandonada. Fui hacia el otro lado de la cama. Dejé el suero a la derecha y me senté en el sillón negro. Miré el líquido incoloro. Me asaltó la imagen de una lavadora y mi cuerpo, diminuto, acurrucado, dentro. Y la lavadora daba vueltas y vueltas, y yo repetía los mismos en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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movimientos, veía la misma ropa y un exterior tan irreal, tan alejado. En esta imagen alargaba la mano, como si quisiera tocar algo de ese exterior. ¿Saldré de aquí?, me preguntaba. Y una voz me contestaba que no, pero otra me decía, cuando te recuperes. Cerré los ojos apretando los párpados con fuerza; intentaba acallar las voces. Las voces se fueron alejando, pero ese «¿saldré?» zumbaba en mi mente. Llevaba un rato en el comedor. Miraba la comida. Trozos de carne grisácea, con grasa, y unas patatas fritas que parecían de cera; rígidas como cadáveres. Me fijé en los demás; tampoco comían. Las caras, nunca olvidaría esas caras. Los ojos, como si los hubiesen vaciado, recubriéndolos con una capa de cemento transparente; ya estaban seguros, allí nada podían temer. Y esas muecas histriónicas que simulaban sonrisas. Esas muecas me producían ganas de vomitar, como si en la pared de enfrente hubiera un espejo y constatase que yo también participaba en ese juego diabólico. Un toque en mi hombro derecho me recordó que estaba allí para comer. Contesté con un movimiento de cabeza y el tenedor se introdujo en la carne escarchada de una patata. Me vi trepando una pared. Después, mi cuerpo en el suelo. Encima del tejado un gato. Me daba rabia no acordarme bien de lo ocurrido, tener huecos. El plato de carne y patatas seguía allí, como si se burlara de mi suerte. Tengo que irme, me dije, pero ¿adónde? Salí al pasillo. Lo recorrí de arriba abajo. Luego entré en una sala pequeña, al lado de los servicios. Había un hombre con barba sentado al borde de una silla, balanceándose como si acunase a un bebé. No hablaba. Ya me había fijado en él. Todas las tardes, a la misma hora en la misma silla. Si alguien se había sentado allí, pataleaba
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hasta que le dejasen su sitio. Me acordé de la mujer del mango de paraguas y el marco sin foto. Los llevaba siempre. En el comedor trataban en vano de guardárselos; comía con ellos sobre la falda. Me fui de la sala. Pasé al lado de la escalera y un grupo de hombres y mujeres me pidieron tabaco. «Un cigarrillo, un cigarrillo». Manos, muchas manos. Grandes, pequeñas, oscuras, más claras. Ese agarrar y soltar. Las marcas del pasado. Lo que estaba escrito en esas manos. Me apoyé en la pared, cerré los ojos. Cuánta necesidad había allí de que les diesen; que les dieran y, cuánto más, mejor. ¿Soy yo así? Preferí no contestar y seguir caminando como si nada hubiese ocurrido. Me alejé, yendo hacia el otro extremo del pasillo. Al volver, algunos de ellos se apoyaban en las paredes con desesperación. Los veía como si fueran bolos esperando la inercia de una esfera que les hiciera caer; que la caída de uno provocase la del otro, y, aunque supieran lo que iba a ocurrirles, esperasen con indiferencia ese final. Fui a mi cuarto, cerré la puerta y me senté en el sillón. Mi cabeza giraba. Las ideas iban y venían. Las imágenes, diapositivas de un viaje diabólico; un viaje en el que nunca pensé que participaría. «¡Dios mío, qué hago aquí!», dije mientras me cogía la cabeza entre las manos, apretando para que todo aquello muriera. Pero ahora los dementes daban vueltas alrededor, como perros sabuesos en busca de su presa. Unos ojos vacíos me miraban. Un hombre gritaba, «mi silla, mi silla». Manos, muchas manos intentando agarrarme. Y yo, apretaba con fuerza para que esas imágenes desaparecieran. Fuerte, cada vez más fuerte. Imagen: www.google.com
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FANTASÍA MEDIEVAL 3 La hoguera José Gutiérrez-Llama México 2013
«Y de ahí para adelante se quiebran las voces, al hombre que habla gutural le sale voz de pito.» –Héctor Aguilar Camín–
Cuentan los aldeanos de lengua amorfa como el temor que anida en los cobertizos de sus pajares o la térrea saliva que craquea en su garganta, que por las noches las fuerzas del mal se apoderan del brillo lunar y de la sangre de sus animales de cría —cada día más escuálidos—, para ofrendarlos al amo de las tinieblas que visita a la mujer de cabello rojo como el fuego infernal, que vive a la orilla del bosque. Tan cerca de ellos, que los pensamientos perversos irrumpen en sus sueños junto con sudores pestilentes que manchan las mantas con insignias diabólicas que las lugareñas deben quitar al próximo día
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con la mixtura de ceniza y agua caliente y, desde luego, con una sucesión de plegarias vaciadas al aire para que el viento las arrastre hasta el oído del que habita por encima de las nubes, donde el azul extenso hace que los ojos se llenen de esperanza. Esperanza —por cierto—, que cede cuando las sombras pringan los ánimos y el firmamento, y las aves enmudecen para no ser pilladas en su escondite. Saben que todo maleficio requiere de algún plumífero para resultar efectivo. No hay valiente en la comarca que se atreva a enfrentar a la hechicera pero no todo está perdido, una denuncia anónima de herejía —como si el diablo no tuviera sino orejas—, pone en camino al cura más notable de la inquisición. Un tipo pequeñín y mofletudo con rostro bonachón pero con los ojos flamígeros de la espada angelical elaborada especialmente para combatir a las fuerzas tenebrosas. La fama que lo precede señala que bajo su yugo han sido enviadas a la hoguera treinta y cuatro mujeres que confesaron practicar la magia negra o venerar a Satanás. Más aún, algunos rumores afirman que al menos en tres ocasiones ha debido luchar con demonios encarnados a los que sometió con el poder de su fe. Luego de esas batallas el clérigo salió con la cabeza de la arpía en la mano y la ofreció a los cuervos que picotearon sus ojos antes de despreciar el funesto manjar. Así, la esperanza azulina ha tomado el color marrón de la sotana que llega en su cabalgadura, acompañado por dos guardias del obispo. Los aldeanos lo rodean como hormigas a un terrón de azúcar. Van y vienen alegres, inquietos, ilusionados, seguros de que el fin de la bruja ha llegado. «No hay tiempo que perder, siempre es mejor tomar al mal por sorpresa», apunta el abate en tanto toma sus armas para en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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enfrentar al maligno y desoye los relatos que le cuentan sobre la mujer pelirroja. «¡Qué pueden importar!», masculla con la certeza de que son las mismas habladurías de costumbre, y decidido se encamina a la cabaña con los guardias a la espalda. Los pobladores lo ven alejarse como la palabra de amor que regresará en caricia o como el ruego que será milagro. Lo pierden de vista pero lo sujetan con el pensamiento. Anochece pero —esta vez—, las sombras se mantienen alejadas de sus huesos recalcificados por la confianza. … El círculo lunar deja caer sus gotas brumosas sobre la covacha de tablas carcomidas como las almas que vagan por entre las ramas desnudas y marchitas. El olor a sulfuro salta de la tierra y trepa en las sandalias del hombrecillo, bajo sus uñas. No detiene su andar. Sus ojos apuntan a la puerta tras la que se haya el enemigo. Frente al portón pide a uno de los guardias lo derribe y, este, de una coz enfurecida, clarea el paso al cura que se adentra con pisada decidida. No hay gatos negros que aúllen encrespados ni pócimas que lancen vapores mortíferos en la chimenea. Solo la luz de la vela parece inquieta ante la presencia de los intrusos, y tiembla como un ojo parpadeante. Al fondo del cuartucho, de espaldas, la ensortijada cabellera larga y rojiza cae por el dorso de la mujer y la cubre como un broquel en llamas. Con agilidad felina los guardianes la sujetan y amagan su garganta con el filo de la espada, al tiempo que el vicario recita de memoria: «…y maldecidos sean ante Satanás y Lucifer y todos los diablos del infierno, y que sean éstos sus señores, y los acompañen de noche y de día. Amén1». Luego la orden de atarla y de sacarla del maldito sitio.
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La tarea está concluida, lo sabe, así ha sido siempre, y sus rechonchas mejillas dibujan la sonrisa que relame las orejas. La mira con desprecio y la imagina arder en la hoguera. «Habrá que raparla», se dice para que la pira luzca esplendorosa y sin competencia. Suspira. Se forma delante de ella para iniciar la piadosa procesión en que pedirá por el alma de los fieles y, por qué no —y se siente bondadoso—, por la de esa infeliz que torció el camino. «Te esperaba», y una voz corpulenta interrumpe las oraciones del abate que se gira confundido, al tiempo que la mujer se transforma en un espeluznante engendro, enorme, que convierte a los guardias en ceniza. «Sabía que vendrías», y ahora el rugido solemne de la bestia paraliza al hombrecillo. «Demuéstrame esas artes que tanto presumes y corta mi cabeza», y le entrega una espada junto con una sonrisa de dientes exuberantes y filosos. Un fuerte vendaval azota y cierra la puerta. … Amanece. La luz es turbia y los rostros aún despliegan las huellas de las sombras renuentes debajo de los párpados. En los albores el aire es frío y se encaja en las vértebras de los ancianos y en los pezones que endurecen su gesto. La luna todavía no retira su silueta y el sol apenas la bosqueja. Por un instante reinan las tinieblas como al inicio, como si alguien pactara un instante con ellas para que demuestren su poderío. Al alba todos debieran guarecerse con la respiración sostenida pero hoy no, al menos no, mientras el cura entibia el esqueleto al calor de la fogata, recobra el color y cuenta a los aldeanos que esa mujer —a la que acusan de hereje—, es un espíritu noble cuyos actos no comprenden, y suena convincente. Luego advierte que no deben quejarse sin motivo, a riesgo de ser enviados a la en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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hoguera. «¡Por mí mismo, si fuera preciso!», aclara con un énfasis mayúsculo. Así, una incierta felicidad circula el ambiente y cuando lo ven marcharse con las monturas vacías, nadie osa preguntarle por sus escoltas. Referencia. 1.- Edicto de fe promulgado en Valencia en 1519. Fragmento.
Imagen: Dama con bolso, cortesía de Juan Barroso
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emilia oliva ángel gonzález g. ana isabel alvea enrique sánchez sotelo
DE LO VIEJO A LO NUEVO, EL DURO TRÁNSITO Emilia Oliva Editora
Se abre el año y con la apertura se hinchan las velas de lo nuevo por venir, de lo remediable posible, de la corporeidad de los proyectos que aún espejean entre la neblina del sueño no hecho realidad. Se espera tanto y tan fuerte como si fuera posible renacer de la ceniza, como si se pudiera dejar la vieja piel atrás o nacer mariposas o elevarse sobre los propios hombros. Se ha acabado un año y de aquella espera tan alta, tan fuerte apenas un resto de humo, un poco de polvo queda ahora en este nuevo inicio. Entre esos dos hitos la vida pasa con leves destellos que el amor provoca. De amor y fugacidad tratan los poemas que vienen a abrigarnos en este frío tránsito de lo viejo a lo nuevo que disfrazamos de fiesta y algarada para poder transitarlo.
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BALCÓN DE AGUA Lola Herrera España 2013
Vendrás desde tierra adentro hasta este pastizal salobre, donde te esperan ansiosos mis corales. Sólo para ti he reservado la luna más alta del océano en cada mordedura de mis pechos. Ven, y apacigüemos juntas entre bancales de peces a las flautas sinuosas de la carne. Porque sólo por ti mi vientre se hace eco de la tempestad que se origina en tu balcón de agua, donde coses sentada al lado de tu madre, mientras sueñas con volver a verme. Imagen: Ángel González González
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SUSURROS DE LA NOCHE Gustavo Marcelo Galliano Rosario, Argentina 2013
Cae dulce la tarde en este mayo. Paremos a soñar junto al arroyo. Ya te dije corazón que descansaras, que al final del camino ya nadie nos espera. Párate aquí junto al olivo, ya es primavera y siento fatigados tus latidos. Tantos años golpeando en oleaje en las ciegas marejadas de mi pecho, siempre corazón, reloj infatigable de acompasado y lento eco. Musculado titán, fibrado acero, fiel a las demandas de tu dueño.
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Agradezco tu pasión en mis esfuerzos. Ya no preciso que me empujes, hasta aquí hemos llegado, lo que dejé de hacer lo doy por hecho. Párate ahora para morir conmigo no cargues más con este muerto vivo. Si te encuentras cansado siéntate un rato junto al río, no te sientas obligado, no te batas por mí, yo también estoy cansado. Cuando tú quieras lo dejamos. Cae dulce la tarde de este mayo. Párate a soñar junto al arroyo, ya te dije corazón que descansaras. Lo que pudimos hacer ya lo hemos hecho.
Imagen: Ángel González González
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ANSIEDAD Jesús Cárdenas Sánchez España 2013
Tratas de que el escrito acabe pronto. Tratas de envolver todo tu mundo. Pero en él sólo corren fantasmas, gentes de otros tiempos. Quieres grabar ese otro instante, aquella otra noche… Romper el tiempo en dos mitades hasta dejarlo sin dominio.
Imagen: Ángel González González
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FELIZ AGOSTO Mónica Gabriel y Galán España 2013
La ruta del mar, la ola y el vals azulan tus caderas luminosas –y tu boca–
Imagen: Ángel González González
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EL VIDEO DE DOS MINUTOS DE TU TELÉFONO MÓVIL SE PERDERÁ EN ALGÚN DISCO DURO Ángel González González España 2013
Nuestro tiempo es prisa. Uno baña los niños mientras otro se afeita mientras otro salpica los ritmos de las palabras sobre las otras cabezas... Y todos, al unísono, nos ponemos de acuerdo para escenificar la partida hacia alguna parte. Atrás quedaron, atrás, las ingentes cantidades de precisos instantes, las minúsculas amalgamas de pequeñas imágenes neutras: las pocas cosas que poco duran en la importancia de nuestras delimitadas consciencias. Si rebobinásemos la cinta, se nos antoja, no hallaríamos materia memorable para escribir ni una sola página. Y sin embargo, hay muestras que evidencian que deberíamos enmarcar, aglutinados, nuestros segundos de tú haz esto mientras yo hago lo otro porque, a pesar de lo aparenteen sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2013
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mente inútil del esfuerzo, hemos hecho lo que hemos podido... Tal vez menos se esperaba de nosotros.
Imagen: Ángel González González
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josé gutiérrez-llama
espacio diseñado para la exposición de libros que no tiene fin comercial ni de lucro
1.- Cifras de una fracción periódica Emilia Oliva Ediciones De la Luna Libros
2.- Muñeca Rusa Ángel González González Planeta Clandestino
3.- El sueño de la muerte Manuel Juliá Editorial Hiperión
4.- Hallarme yo en el mundo Ana Isabel Alvea Sánchez Ediciones en Huída
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5.- Mínimos desvíos José Gutiérrez-Llama Ediciones ENdORA
6.- La vida por delante Ana Alvea Sánchez y Jorge Díaz Martínez Ediciones en Huída
7.- Cuentos del sótano IV Antología Ediciones ENdORA
8.- Sol (antología poética de Michel Seuphor) Elisa Luengo Albuquerque Universidad de Extremadura
9.- Como piedra puntiaguda en el zapato Antonio Gómez Ediciones Rumorvisual
10.-Cronopoética Rafael de Cozar Editorial Casablanca
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emilia oliva
POEMAS DE CARLOS IGLESIAS Emilia Oliva
"Carlos Iglesias (Cáceres, 1997) es un estudiante de 1º de Bachillerato que empezó a escribir poesía con quince años. Estos poemas, escritos cuando él estaba en 4º de ESO, surgieron a raíz de la ruptura con una persona importante de su entorno, siendo la poesía una vía de escape para la tristeza que sentía en ese momento. A la hora de escribir nunca faltó Chopin de fondo, siendo una forma de hallar la inspiración"
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Las lágrimas caen sobre las blancas teclas, Tiñendo la melodía de tristeza. Dolor y sangre en forma de negras Notas en la partitura del corazón. La soledad Es la mejor compañera Para tristes borracheras. La soledad Baila contigo Siempre que quieras. El amor que palpita En mi pecho acalorado, En mi corazón desordenado No es más que otra afortunada rima. El amor es un juego extraño, Un crescendo, un adagio y un moderato. Un vals a ritmo descompasado, Como versos de un enamorado. La melancolía, En frías noches, mi compañía, Mi alegría, Y la pena que en mí habita. Soñar, ¿para qué soñar Si los sueños van al mar? Amar, ¿para qué amar Si tú nunca me querrás? Todas las historias Mezclan un poco De verdad y mentira, Como la vida misma. La vida no es más Que una triste comedia
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De ojalás y quizás De las bocas de ellas. Versos de otro verano, Tristeza de otro otoño, Lágrimas de otro invierno. Calor de otros amores, Viento de otras relaciones, Frío de otros dolores. Nostalgia de otras estaciones, Amargura de amargas pasiones, Dolor de aquellas canciones, Intento cantar a la alegría, Mas solo me salen epitafios y elegías. El corazón late con armonía Mientras la razón niega su melodía. Mis versos, mis versos, Versos del tres al cuarto Apuntados en un cutre libreto Que sus cenizas lleva el viento. Gris como el chaparrón Que no deja ver el sol. Gris como el dolor En el amor no llevado a buen puerto. Gris como mis encierros Aquellas tardes escribiendo versos. Como el pensar en sus labios y los besos Secretos que escondió el tiempo. Gris como el hombre Sin patria ni bandera, Vagando de puerto a puerto Buscando donde dejarse caer muerto. Gris y gritarle al cielo, en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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Que azul se mofa del tormento De los hombres lastimeros Que buscan la alegría entre lamentos. Bienvenidos A los días tristes, Aquellos días En los que tanto me viste. Bienvenidos Al lastimero compás De mi corazón aquejado Por las puñaladas de antaño. Bienvenidos A la sala del viento, Donde el tiempo pasa despacio, Y el amor no duele tanto. Bienvenidos A los solitarios días de invierno, Aquellos días donde estoy más inspirado, Días que no añoran el verano. Rojo el cielo. Rojo el amor. Rojo el corazón Que de rojo pintas tú. Rojos los labios. Rojo el fuego. Rojo el beso Rojo el cielo. Roja la pasión Que de fuego avivas tú. Roja la vida, Rojo el amor. -
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Las ramas ancianas Del viento a merced. Las hojas amarillas Vuelven a caer. El tronco quebrado Al son del viento se mece. El invierno llega, La muerte concede. La nieve desciende Con el frío latente, Calando los huesos, La vida perece. La marcha, Marcha fúnebre. Camino del cadalso, Lágrimas negras. EL verano acabó, Y el otoño… El otoño nada deja Salvo tristeza. Tras tan largo invierno, De la primavera nada espera, Solo acabar, Acabar consumido por la pena. La lluvia no molesta. La lluvia, canto a la tristeza. Caminar en silencio, En compañía de la pena. La lluvia De tantos sentimientos mensajera. El amor fatídico, La soledad pasajera. Si tú la vieras, Resplandecer bajo la luna llena, en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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Las lágrimas eternas Del corazón del poeta. Yo te amo. Tú le amas Él la ama. Ella me ama. Un último vals En su última noche Bajo la luna de verano. ¿Qué nos queda En esta orilla ajena? ¿Qué fue de la pasión? ¿Dónde está el amor? Solo queda Dolor y tristeza, Melancolía y pena Que el alma llenan. El amor se desvanece Como un papel que prende, Cayendo en el olvido En esta tragedia. Era un poeta que escribía versos a una bailarina y por la noche en sus sueños bailaba con ella. Rosas le traía, Mis versos son el lazo, decía. Un vinilo con Si Tu Vois Ma Mère para soñar, soñar...
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Era una bailarina que bailaba con un poeta para apaciguar su alma y hacerle soñar. Bailaba con él para hacerle sonreír, decía Le escuchaba cantar para soñar, soñar... El poeta lloraba a escondidas, mas al pensar en ella sonreía, y versos para ella escribía cuando apaciguar su alma quería. La bailarina sufría, sufría y veía las rosas que él le tría. Al verlos sonreía, una sonrisa bañada en la melancolía. Y él se sentaba a cantar, cantar a su alma. En silencio lloraba acabando con una bonita y tímida filigrana. Y ella se sentaba a pensar en sus promesas de vino, Jazz y rosas, y tímidamente sonreía. He renunciado a mis sueños He renunciado a mis planes He olvidado mis esperanzas He renunciado a mi corazón.
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He quemado los poemas en los que tú eras la musa. He enterrado los recuerdos que duelen de forma tempestuosa. He arrojado tu tacto al vacío del olvido. He despreciado tus labios, labios que tanto he amado. He llorado al mar de tus ojos grises como la piedra, aquellos ojos en los que me perdía aquellos ojos en los que solía navegar. El río de oro, los árboles vivos, sobre el delicado marfil la luna de marzo. El mar, el mar... Un viento de plata y navegar sobre las pinceladas donde surcar las olas a ritmo de Jazz. Me pisoteaste. Me partiste. Me hendiste con un hacha Y me quemaste vivo. Y mírame ahora, Pisoteado, partido, herido...
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Y mírame ahora, Pasto de las llamas Y con la suela de sus botas marcada en mi cara. Tranquilo caminaba en su mundo absorto, inexpresivo contemplando de las Luces la ciudad. De Jazz una triste melodía su pulso marcaba, de esta al ritmo meciéndose paso a paso. La lluvia parisina caía incesante. Tiritaba, Mas no era frío lo que sentía. Bajo un portal cobijo busca, saca un cigarro y calada torpe junto al Senna. De dolor un amasijo con tristeza y melancolía. Sustituida en momentos punteros por venganza e ira. Otra función suspendida bajo la luna llena, por avatares del destino o la suerte perra.
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Hablas de héroes, pero héroes ya no quedan. Hablas de caballerosidad, pero la caballerosidad está muerta. Hablas de soñadores, pero soñadores ya no quedan. Hablas del amor, pero el amor está en venta. Hablas de justicia, pero la justicia está corrompida y ciega. Hablas de verdad, pero la verdad en su mentira se ahoga. Hablas de honradez, pero la honradez es ajena, hablas de vestigios, vestigios de otra era. Ella está allí, La veo resplandecer A diario bajo el sol, reposar bajo los árboles y en el arrollo saciar su sed. Ella está allí, para otro son su ojos... Imagen: www.google.com
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INTRODUCCIÓN Lourdes Bueno Editora
Queridos lectores: ¡Qué mejor manera de comenzar el año que disfrutando de la buena literatura! Por ello, en este número, queremos ofrecerles dos interesantes piezas teatrales de un joven aunque sólido autor, Fernando J. López. Una de ellas, Tres formas de lenguaje, nos ofrece una historia aparentemente cotidiana: tres amigos de la infancia (Sara, Mario y Ángel) van a pasar sus vacaciones de septiembre, como cada año, al apartamento que tienen los padres de Sara en la playa. Sin embargo, lo que en principio se muestra como una situación normal, poco a
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poco nos irá desvelando unas profundas e inquietantes relaciones que, palpitando bajo la terrible sombra del 11-S, no dejarán a nadie indiferente. La segunda pieza, Melibea (el duende del loco amor), tiene como única protagonista al famoso personaje de Rojas. En un intenso y profundo monólogo, la heroína despliega ante nosotros un asombroso mundo interior en el que la pasión, de antes y de ahora, se desborda y los sentimientos quedan al desnudo para descubrirnos la realidad de un personaje mucho más rico y complejo de lo que pudiéramos imaginar. Fernando J. López es capaz de delinear los sentimientos más recónditos de sus personajes con trazos seguros y precisos, de manera que el receptor se siente impelido dentro de un torbellino de sensaciones y emociones no previstas. Dejemos, pues, que sean los personajes mismos quienes nos cuenten sus historias y… que ustedes las disfruten.
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TRES FORMAS DE LENGUAJE Fernando J. López
FORMA I EL LENGUAJE DE SARA. LA GRAMÁTICA. SARA: El lenguaje es gramática. Mejor dicho, es el resultado de procesar gramaticalmente el pensamiento. En realidad, no creo que lengua y pensamiento sean lo mismo. Ni siquiera creo que sean una causa y su consecuencia natural. Si lo fueran, podríamos decir siempre lo que pensamos, sin cambiar matices, sin perder palabras, sin provocar silencios. Tampoco seríamos capaces de frenar las palabras, porque la creación perfecta de una idea nos exigiría comunicarla. Y compartirla. Pero eso no es así. Nos trabamos. Nos confundimos. Y, cuando más necesitamos las palabras, nos callamos. Hace dos años que empecé la carrera de Filología, y sigo teniendo los mismos problemas de comunicación que antes. Ahora conozco los mecanismos gramaticales, pero eso no me ayuda a desentrañar mis ideas. O, peor aún, mis sentimientos. Así que, ante determinadas situaciones, sigo callándome sobria durante el día y ebria durante la noche. Hay preguntas que nunca me hago. Que tampoco le hago. Aunque lleve años sumando sinónimos para acercarme a él y oponiendo antónimos para provocarle. Pero o me equivoco en las palabras o me enredo con torpeza en la estructura, y al final, agotada, acabo siempre presa del monosílabo. Un sí. Un no. Vacilantes y seguidos de puntos suspensivos. Porque él me pone nerviosa y yo no soy capaz de construir la oración. De colocarme bien junto al sujeto. O de lanzarle con fuerza el predicado. Por eso ahora ensayo mis palabras cuando no estamos juntos, antes de que llegue septiembre y la semana en la playa, antes de repetir el ritual de cada uno de estos últimos veranos, convencida de que un buen diccionario me servirá de ayuda. Luego, siempre acabo callando. Aunque el
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pensamiento, que es un auténtico cabrón, nunca deje de hablarme. Un apartamento de veraneo. El piso está medio vacío, la decoración es mínima y estrictamente funcional: un sofá, una mesa, algunas sillas. En el suelo, un televisor. En el apartamento, tres amigos de recién cumplidos veinte años. Los tres, universitarios, atractivos, sensuales, entre una adolescencia que se niegan a dejar atrás y una madurez de la que comienzan a ser conscientes. MARIO: (Recién levantado. En ropa interior.) ¿Mejor? SARA: No sé qué decirte, la cabeza creo que me va a estallar… Demasiado vodka. MARIO: Había que celebrarlo. SARA: Y lo hicimos. MARIO: Mi primer cumpleaños del siglo XXI. ÁNGEL: (También se acaba de despertar. Con el torso descubierto.) Segundo. SARA: No iréis a empezar con eso otra vez, ¿verdad? MARIO: Primero. El del 2000 no cuenta. Ese fue el último del siglo XX. El XXI lo estrenamos ahora. SARA: Me temo que mi resaca me impide participar en una discusión tan trascendente. Seguro que la ducha es más compasiva con mi estado que vosotros. (Sale) MARIO: El de ayer fue el primero. Diez de septiembre de
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dos mil uno. ¿No ves que suena a estreno? El anterior tenía que ser un cierre. Los siglos también necesitan su punto y final. ÁNGEL: (Burlón). Cuánto lirismo de bolsillo para un estudiante de INEF. Yo pensaba que todo tu tiempo se te iba entre las pesas y la lucha libre. MARIO: ¿Eso es un desafío? ÁNGEL: Eso es que llevo razón. MARIO: ¿No tuviste bastante con lo del otro día? ÁNGEL: A lo mejor merezco la revancha. MARIO: No sigas provocándome... ÁNGEL: Vaya, ¿ahora te doy miedo? MARIO: Tú lo has querido... Mario, sin demasiada dificultad, tumba e Ángel.
inmoviliza a
ÁNGEL: Mierda. MARIO: (Riendo.) ¿Qué os hacen en Teleco? Antes eras más ágil. ÁNGEL: Ya no practico tanto. MARIO: Solo hace dos años que dejaste el equipo. ÁNGEL: Dos años sin entrenar son mucho tiempo. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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MARIO: ¿No lo echas de menos? ÁNGEL: A veces. MARIO: Nunca entenderé por qué te fuiste. Eras bueno. Aún podrías… ÁNGEL: (Sin poder apartar la vista de Mario.) No, Mario. No podría. Hice bien dejándolo. Te lo aseguro… Sara entra en el cuarto. Mario sigue echado sobre Ángel, ambos se aguantan la mirada. SARA: Veo que habéis cambiado la dialéctica por la fuerza bruta. Enhorabuena. Poder compartir con vosotros este momento tribal me hace sentir especialmente afortunada. ÁNGEL: (Desde el suelo.) Había que llegar a un acuerdo. SARA: Lógico. Y donde se ponga una llave grecorromana para acordar algo no se pone un debate. Eso desde luego… MARIO: (Violento. Incorporándose.) ¿Nadie tiene intención de bajar hoy a la playa? SARA: Eso mismo me preguntaba yo. Pero como estabais tan ocupados filosofando, no quería interrumpir. ÁNGEL: (Decepcionado por el desenlace del episodio con Mario.) Está nublado. MARIO: ¿Y eso es un problema? Total, para dormir la resaca te da igual quedarte aquí o tumbarte en la arena. ÁNGEL: Si llueve, en la arena es mucho más incómodo.
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SARA: Estás de un alegre esta mañana... MARIO: Venga, tío, no seas muermo. ÁNGEL: Podríamos ir a dar una vuelta. SARA: Nos conocemos este sitio de memoria. ÁNGEL: Pues alquilamos un coche y nos vamos a visitar los alrededores SARA: Los alrededores también los conocemos de memoria. ÁNGEL: Tú tampoco estás hecha la reina del optimismo. SARA: Es que no sé a qué viene tanta gilipollez. ¿Por qué no quieres bajar hoy a la playa? Eso es lo único que se puede hacer en este lugar. Ir a la playa por la mañana y ponerse pedo por la noche. Para eso hemos venido aquí, ¿no? MARIO: Bueno, yo voy a cambiarme. Vosotros veréis. (Sale.) SARA: Ángel. ÁNGEL: (Hosco.) ¿Qué? SARA: ¿Seguro que estás bien? ÁNGEL: Sí, claro. Solo un poco cansado. SARA: Lo de antes…
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ÁNGEL: Da igual. Solo tengo que ponerme en forma de nuevo. Se va a enterar Mario cuando esté al cien por cien. SARA: No hablaba de eso. ÁNGEL: ¿Entonces? SARA: Mira, Ángel, yo ÁNGEL: ¿Ocurre algo? SARA: No sé, yo creo que sí. Creo que te ocurre algo. Que te lleva ocurriendo algo y que tú no ÁNGEL: Tranquila. Todo está bien, ¿de acuerdo? SARA: No, Ángel, no lo está. Sé que tú ÁNGEL: ¿Si? SARA: No me presiones. No puedo hablar con claridad si me presionan. ÁNGEL: No lo hago. Solo intento ayudarte a que te expliques. SARA: Puedo explicarme sola. Lo único que quiero que me digas ÁNGEL: Quieres que te diga algo que no puedo decirte, Sara. SARA: ¿A qué juegas? ¿A qué viene tanto trabalenguas? ÁNGEL: Solo intento no herirte.
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SARA: Tu intento es una mierda, Ángel. Una mierda de intento. MARIO: (Sale ya en bañador.) ¡Listo! ¿Nos vamos o no?
FORMA II EL LENGUAJE DE ÁNGEL. LA TECNOLOGÍA ÁNGEL: El lenguaje depende del canal. Del vehículo que se emplee para su transmisión. Todo varía según el modo en el que se diga. Y hoy ya no se trata solo del tono de voz. De mirar de una u otra manera. Hoy se trata de qué palabras pueden abreviarse en un sms. De qué foto es la mejor para presentarnos en un chat. De cómo expresar emociones en el messenger. Ya no sirve el lenguaje de siempre. Las palabras de siempre. Ahora hay que ser rápido, ingenioso, eficaz. La economía lingüística se ha impuesto a la literatura. Es necesario que sea así. Que se aprovechen los caracteres del móvil o la pantalla del ordenador. En los chats se puede hallar de todo. Respuestas a preguntas absurdas y hasta a preguntas íntimas. Preguntas como qué hago esta noche, con quién duermo esta noche, o con quién quiero dormir el resto de mi vida. No creo que en el amor virtual, pero sí en el sexo cibernético. En el amor, en realidad, no creo casi nada. Quizá porque me tortura en exceso pensarlo, porque creo que estoy más obsesionado que enamorado, porque sigo teniendo una cuenta pendiente y así no hay modo de centrarse en la siguiente ventana del chat. De todos modos, voy perfeccionando la técnica. Sofisticando los nicks. Haciendo más morbosas las imágenes de mi fotolog. Y apurando mejor los minutos. Ahora tardo menos en llevarme a alguien a la cama. Basta con elegir las palabras exactas y conectar la webcam en el momento justo. A en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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veces en dos líneas, ya tengo asegurada la próxima cama. El lenguaje ha cambiado. Tanto como nosotros mismos. O tal vez sea el lenguaje quien, sin darnos cuenta, ha acabado cambiándonos a todos. MARIO: (Suena un sms. Mario coge su móvil y lee el mensaje. Habla mientras contesta.) Es Raúl. Os manda recuerdos. SARA: ¿Qué tal está? MARIO: Asqueado y currando. Y encima, en Madrid, con un calor asfixiante. ÁNGEL: Podríamos haberlo pasado bien los cuatro juntos. No sé por qué no se ha querido apuntar. SARA: Necesita esas prácticas. ÁNGEL: Unas prácticas de mierda. Le están explotando por cuatro duros. SARA: Eso ya lo sabe. Igual que todos. ÁNGEL: ¿Lo dices por mí? MARIO: Eso parece. ÁNGEL: Lo mío es diferente. Yo echo un cable en el departamento de Sistemas durante el curso. Pero nada más. Y no me joden las vacaciones. SARA: No, a ti solo te joden el curso completo. Tarde sí y tarde también. Y todo para hacer méritos para no sé bien qué. Eso sí, becado por la universidad, que tiene más
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glamour. Eso será. Justo lo que al trabajo de Raúl le falta. Glamour científico y glamour tecnológico. Ya ves, una editorial, un diccionario y un sótano. Porque es un sótano donde les tienen definiendo palabras como cobayas. Y sí, por cuatro duros, que lo de Raúl –que también es lo mío, por si ya no te acuerdas-, cotiza poco. Y, para colmo, no tiene caché. Por eso en la facultad de Filología estamos solo cuatro locos. Nosotros –o sea, los cuatro locos- y otros cuatrocientos que querían ser veterinarios o ingenieros o médicos o publicistas y no pudieron. Esos también se han venido con Raúl y conmigo a hacer Filología. Así que cuando a Raúl le dijeron lo del diccionario, el verano y el sótano le pareció de puta madre. Nada apetecible para un futuro ingeniero de éxito, ¿a que no? ÁNGEL: ¿Pero se puede saber qué coño te pasa? SARA: A mí, nada. Voy a nadar un rato. (Se va). ÁNGEL: Me rindo. MARIO: Últimamente te rindes enseguida. ÁNGEL: ¿Y qué quieres que haga? MARIO: ¿Luchar? ÁNGEL: Esa es tu especialidad. MARIO: Ángel, no jodas. ÁNGEL: ¿Pero se puede saber qué os ha dado conmigo? MARIO: Tal vez deberías hablar con Sara. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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ÁNGEL: Cada vez que lo intento, pasa esto. Mejor le mando un e-mail… MARIO: No seas capullo. ÁNGEL: Sara lleva once días insufribles. Del primero al último. No sé por qué se ha empeñado en estropearnos las vacaciones. MARIO: Pregúntaselo a ella. ÁNGEL: No se me da bien preguntarle nada. Estos días, no. MARIO: Tampoco te hemos visto mucho este año. Tal vez sea eso. Falta de comunicación. ÁNGEL: Mi carrera no es como la vuestra. Tengo menos tiempo. MARIO: Claro, lo olvidaba. Los demás nos limitamos a pasar el rato durante el curso. ÁNGEL: Es diferente. MARIO: Tú lo haces diferente. Lo estás haciendo diferente. Te has empeñado en serlo. A Sara creo que le cuesta reconocerte. ÁNGEL: ¿Y qué tiene eso de malo? Nada es igual que antes. Cuando empezamos a venir aquí solo teníamos, ¿cuántos? ¿Quince? ¿Dieciséis? MARIO: Más o menos. Fue en el 97. Septiembre de 1997. Me sorprende que también olvides eso.
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ÁNGEL: Desde entonces nos han pasado cosas. Me han ocurrido cosas. Y ella no se da cuenta. MARIO: Sí se da cuenta, Ángel. Ahí está su problema. ÁNGEL: No puedo ser tan plano, ni tan predecible. La vida no es tan plana. Los veranos no pueden ser tan planos. No pueden ser idénticos. No estamos en ese 97 que tú y ella idealizáis. ¿Por qué parece que soy el único que se da cuenta? MARIO: Este verano está siendo de todo menos plano. ÁNGEL: Tú no lo entiendes. Vosotros dos no MARIO: ¿No qué? ¿No hemos cambiado tanto? Quizá. Quizá tengas razón. Y no porque no lo hayamos intentado. Yo lo he intentado. Y más de lo que crees. No cambiar como tú lo concibes. Como esa carrera extraña hacia no sé dónde en la que parece que estás compitiendo contra ti mismo. No, nada de eso. Yo lo que he intentado era cambiar con alguien. Cambiar con Sara. Pero es inútil. Y es que puede que los veranos no sean planos. Ni idénticos. Pero los sentimientos que nacen en ellos, está claro que sí. SARA: (Regresando de su baño.) ¿Ninguno se anima? ÁNGEL: Parece que el baño te ha relajado un poco. MARIO: Déjalo estar. SARA: ¿Os metéis o no? ÁNGEL: (Huraño. Apartado) Yo no. Va a llover.
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SARA: Tú mismo... ¿Alguien tiene un reloj? MARIO: Según mi móvil, la una y media. SARA: Gracias. (Comienza a secarse. Breve silencio.) Se me hace raro. MARIO: ¿El qué? SARA: Volver mañana. Cambiar esto otra vez por Madrid. Sobre todo esta luz. La luz del verano no es igual en la ciudad. No es como aquí. MARIO: El curso pasará deprisa. Y el septiembre que viene… SARA: Ya no. MARIO: ¿Cómo? SARA: Me temo que habrá que cambiar de planes para el año que viene. Mis padres han vendido el apartamento. Nos quedamos sin casa que gorronear. MARIO: No me habías dicho nada. SARA: Tampoco ellos me avisaron a mí. Me enteré ayer, como de casi todo. Y por sms. Mis padres, comunicándose son estupendos. Usan las nuevas tecnologías que da gusto… MARIO: Ya pensaremos algo. SARA: Sí, claro, pensaremos... Pero, ¿cuántos años llevo viniendo aquí? No sé. Supongo que todos los que tengo. Y
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con vosotros, ¿cuántos veranos hemos pasado en este sitio? Aquí han pasado cosas. Aquí siguen pasando a veces esas cosas. Y ahora se esfuma, se va, se acaba. Se acaban estos veranos y esta luz, justo hoy, este once de septiembre, porque no creo que quiera volver aquí si ya no tengo este rincón, este que es nuestro. Y ahora ya nada, según su sms, porque mis padres escriben sms y mails de puta madre. No saben sentarse a dialogar, no saben mirarme a la cara, no saben decirme nada cuando de verdad hay que decírmelo, pero son los amos de la informática. Tiene gracia, creo que yo he heredado su torpeza para hablar... Así que llega su sms y se acaba el verano, así, de repente... (Para sí, casi sin darse cuenta de que pronuncia las palabras en voz alta.) Como una colisión. Como si me empujaran a una puerta que no quiero cruzar. ÁNGEL: Esa puerta debiste cruzarla hace ya tiempo. SARA: Así te habría facilitado mucho las cosas, ¿verdad? ÁNGEL: Yo no tengo la culpa de SARA: No verbalices la obviedad. Me duele que lo hagas. MARIO: Entre nosotros, esas obviedades no se han verbalizado nunca. Ninguna de ellas. ÁNGEL: Quizá ese sea el problema. No estás de acuerdo, ¿Mario? SARA: Mejor nos volvemos. Parece que antes tenías razón… Amenaza tormenta.
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FORMA III EL LENGUAJE DE MARIO. LA EXPRESIÓN CORPORAL MARIO: El lenguaje no es más que un escudo para protegernos. Una suma de mentiras, o de verdades a medias, para evitar que nuestros cuerpos acaben por decir todo lo que realmente piensan o sienten. Normalmente, cuando me hablan, no escucho con demasiada atención. Sin embargo, sí me fijo en el movimiento de las manos, de los brazos, de las piernas. En la distancia que guardan con respecto a mí. Si se acercan, o si se alejan, o si buscan un espacio contiguo o claramente delimitado. Todo eso es real, es inconsciente. Y como no admite la manipulación se convierte en la única forma de sinceridad en la que creo. Luego, más allá de eso, están las caricias, los abrazos, los roces y hasta las miradas. Y justo ahí, en medio de todo eso, el sexo. Y la sensualidad. Porque es difícil controlar lo sexual cuando la comunicación fluye de manera real. De manera íntima. Quizá por eso me gusta luchar. Porque me gusta imponerme. Someter. Delimitar mi espacio y hasta mi ego en el tapiz. Puede ser. No me considero vanidoso, hasta puedo llegar a resultar muy tímido cuando no me conocen. Por eso cuando lucho dejo que mi cuerpo apabulle al contrario, que se exprese con rotundidad, marcando sus formas y sus músculos como si acentuara las palabras de un discurso, así consigo que mi cuerpo se olvide de la vergüenza que me obliga a callarme en tantas ocasiones. No soy un seductor, ni el alma de la fiesta, ni un buen relaciones públicas. Solo cuando estoy cerca de alguien me expreso sin miedos. Porque entonces sé que tengo el cuerpo para decir lo que necesite. Y por eso lo cuido. Lo mimo. Lo cultivo. Porque el cuerpo es toda mi gramática. Y el sexo, mi semántica. Ángel, abstraído y echado en el sofá, haciendo zapping con
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el televisor. Al otro lado del cuarto, hablan Mario y Sara. Él la rodea continuamente en un juego de seducción física. Ella se mantiene firme, aunque su seguridad decrece y la tensión sexual entre ambos aumenta. Ángel, poco a poco, entra en el juego como voyeur. MARIO: Elegiste mal. SARA: ¿Cómo? MARIO: Ya me has oído. SARA: Sí, es cierto. Te he oído. MARIO: Nunca has cambiado esa elección. SARA: No se trata de MARIO: ¿Voluntad? SARA: Supongo que no. MARIO: Desde aquel verano. El primero de todos. SARA: Entonces no parecía nada importante. MARIO: A esas edades nada lo parece. Pero todo te marca. Yo me siento más cerca de esos dieciséis que de estos veinte. SARA: Se supone que deberíamos estar empezando a ser adultos. MARIO: Sí, seguramente. Pero hay veranos que siguen pesando demasiado. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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SARA: Pudo haber ocurrido al revés. MARIO: Pude haber sido yo. SARA: Pero no fuiste. MARIO: ¿Por qué, Sara? ¿Por qué nunca dejas que sea yo? SARA: No es una elección, Mario. MARIO: Será eso. ÁNGEL: (Acercándose.) Todo puede elegirse. MARIO: Ángel tiene razón. ÁNGEL: ¿Estás seguro? MARIO: Claro. No soy determinista. Creo en la libertad. En las opciones. ÁNGEL: A lo mejor te arrepientes si elijo yo. SARA: Nunca has tenido claras tus opciones. ÁNGEL: Más de lo que imaginas. MARIO: Sorpréndenos. ÁNGEL: Si seguimos esta conversación, esta vez puede que no me rinda. MARIO: Eso me cuesta creerlo. SARA: ¿Y el septiembre que viene, qué elegimos?
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ÁNGEL: A veces no me rindo. MARIO: Aún tienes más opciones. SARA: Las tengo aunque no pueda aprovecharlas. MARIO: Inténtalo. Intenta elegir bien esta vez. SARA: Mejor me rindo. ÁNGEL: Septiembre 2002. El tercero del siglo. MARIO: Segundo. SARA: Sí, me rindo. ÁNGEL: No puedes. No es tan simple. Hay que luchar primero. MARIO: ¿Y eso lo dices tú? SARA: No sé si luchar es lo mío. ÁNGEL: Tercero. De siglo y de milenio. SARA: ¿Y? ÁNGEL: ¿El septiembre que viene? MARIO: Ya se nos ocurrirá algo. ÁNGEL: Puede que yo no venga… Necesito cambiar de SARA: ¿Amigos?
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ÁNGEL: Aires. MARIO: ¿Por? ÁNGEL: (Intenta responder. No se atreve y calla. Se aparta y rompe bruscamente el juego tácito establecido hasta este momento.) Esta conversación no me apetece. Me vuelvo a ver la tele. MARIO: (Cerrándole el paso. Ángel intenta esquivarle.) ¿Por qué, Ángel? ¿Por qué estás tan huidizo? ÁNGEL: No sigas por ahí… MARIO: Primero dejaste el equipo, luego te borraste del gimnasio, después comenzaste a llamar menos y ahora, de repente, te descuelgas de las vacaciones. No se puede pasar página así. Y tú lo sabes. ÁNGEL: Antes hablabas de lo obvio. No me fuerces a serlo. SARA: ¿Tantos años y todavía nos asustan las palabras? ÁNGEL: Es el signo de los tiempos. Este nuevo siglo es el del miedo. MARIO: Yo no lo tengo. ÁNGEL: ¿Miedo a qué? MARIO: A nada. ÁNGEL: ¿Estás seguro? SARA: También yo.
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ÁNGEL: El miedo nos protege. MARIO: Nos paraliza. Eso no es protección. Solo es silencio. ÁNGEL: El silencio evita los errores. Callar y omitir es más sensato. SARA: Callar no es necesario. ÁNGEL: Sí, Sara, sí lo es. Sí es necesario. Es mejor silenciar ciertas cosas. Ciertos lugares. MARIO: ¿Cómo qué? ÁNGEL: Dejadlo ya. MARIO: ¿Hay algo que no podamos decirnos, Ángel? SARA: Mario tiene razón. ÁNGEL: He dicho que lo dejéis. MARIO: ¿Realmente piensas que tienes que censurarte ante nosotros? ÁNGEL: (Estallando.) Sí, joder, sí. Lo pienso. Pienso que llevo dos años buscándome en sitios que ni tú ni Sara aprobaríais. Pienso que estos últimos meses he pasado por cuartos oscuros, por saunas, por bares cutres y pisos compartidos de gente de la que jamás supe su nombre antes ni después del polvo. Gentes con las que lo he probado todo, de lo más turbio a lo más humillante, de lo más ingenuo a lo más complejo, de lo más sofisticado a lo más torpe. Y pienso que bajo a cada uno de esos infiernos en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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buscando el mismo hombre, el mismo nombre, el mismo cuerpo. Pero allí nunca está. Allí nunca lo veo. Aunque me torture el recuerdo cada maldita noche, aunque me haya obsesionado y eso no me impida querer a nadie más, aunque tenga que vomitar este rollo lejos, en camas que ni me interesan ni me aportan nada. Así que me dejo caer en ellas con fuerza, cada vez más, como un suicida. Al principio buscaba una identidad, buscaba lo que soy. Lo que sabéis que soy aunque finjáis que no. Joder, sí lo fingimos. Lo fingimos porque si no se finge se rompe el equilibrio. Aquí no hay equilibrio. Ninguno de los tres estamos en el vértice correcto del triángulo. Por eso sigo allí, en los mismos catres, en los mismos guetos, porque si me dejo llevar por la rabia hasta consigo disfrutar del sexo. Solo así. Solo si no busco el deseo con nombre propio que no encontraré allí. Que está lejos. Que no sabe que recorro esos antros para poder olvidarle de una jodida vez. Porque no me imagina abrazando a aquellos hombres. Ni sudando entre aquellas sábanas. Porque no sabe que me alejo para no hacerme más daño. Para que no me odie. Para que no sepa que hasta que no lo olvide no podré salir del infierno. No hasta que él se haya ido. Hasta que yo consiga echarlo. Sin palabras. Sin decir su nombre. Y de una puta vez. Incómodo silencio. Sara se acerca lentamente a Ángel. Ella le coge delicadamente la cabeza y lo besa con una pasión triste, seca, desabrida. Ángel responde pasivo mientras Mario se aproxima hacia ambos y comienza a acariciar el cuerpo de Sara. Ella, al sentir sus manos sobre su espalda, las acerca hacia el cuerpo de Ángel. Mario se deja llevar hasta él, ella se hace un lado y, con suavidad, junta las cabezas de ambos hasta que los labios de Ángel devoran a los de Mario. Los tres, enlazados, comienzan a desnudarse hasta caer juntos en el sofá. Se confunden los cuerpos, las miradas, los deseos, todo se diluye en la voracidad del
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instante. De este último verano… Baja la intensidad de la luz mientras sube el volumen del televisor. Se escucha con claridad la sintonía de las noticias. Y, de repente, un terrible estallido: el primer avión ha colisionado con las Torres Gemelas. El mundo ya no volverá a ser el mismo. Nunca más.
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MELIBEA (EL DUENDE DEL LOCO AMOR) Fernando J. López
Silvia López-Ortega como Melibea. Foto: Lydia López Sánchez
PROEMIO En un autobús camino de ninguna parte. El escenario, cubierto de sábanas. Melibea nos mira anhelante. Con ganas de contarnos. MELIBEA. Lo peor de la muerte es que deja demasiadas pistas tras de sí. No resulta sencillo huir cuando no hay lugar donde olvidar lo ocurrido, morada donde reposar el cansancio, hogar
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donde llorar la tragedia. Tragicomedia, querido Fernando. Así llamaste mi mal con ese sarcasmo propio de los bachilleres, de los astutos conversos, de la sabiduría que te hace acreedor de mi nombre y de mi nacimiento. Triste llanto el que de mí contaste. El que con mis amores y mis duelos provocas. Triste destino el de aquel que acaba con su vida y se ve condenado a vagar en su muerte. Tanto tiempo deambulando por caminos desiertos. Tantos lugares yertos contemplados tras las ventanillas de autobuses como éste que no conducen a ninguna parte. Un lugar donde tú –a quien no conozco- ni siquiera me ves. Tú, que ahora me escuchas, no sabes que me siento junto a ti más de una vez. Que me acomodo sensual en tu regazo. Que busco tus labios, seas hombre, seas mujer, como el sediento busca el manantial que saciará sus cuitas. No me ves. No me oyes. No me ofreces el cuerpo que reclama mi soledad de tanto tiempo, de tantas palabras, de tantas páginas de las que sólo queda el rastro débil de su ausencia. Porque nada queda de Calisto en este valle de sombras que es mi muerte. Este autobús fantasma que vaga por los círculos donde ni siquiera Dante osó atreverse. Donde nadie más que mi soledad se atrevería. Hoy necesito que me veas. Que me mires. Hoy necesito que entiendas mi dolor para que me prometas un presente. Un lugar en algún rincón de tu memoria, en alguna de las sombras de tu huerto. Usaré la misma escala que fue la perdición de mi bien, mi amor y mi todo. Hoy te pido, a ti que ni siquiera sé cómo te llamas, que seas joven, y caballero, y gentil. Hoy te rogaré que en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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escuches mis lágrimas y seques mi voz hasta hacerme sentir otra vez viva. Por un instante, al menos. Que me ayudes a subir al torreón para comenzar otra vez antes de tomar el próximo autobús. Antes de rogarte que me digas que te llamas Calisto y que nada de lo vivido ha sido en vano. Por ti, si me dejas, volveré a derrumbar torres, a quebrar palacios. Por ti quemaré barcos y derrocharé la fortuna de mi padre. Por ti… Si me escuchas, si me ayudas a recordar, si te bajas en la próxima parada de este autobús que sólo conduce a mi memoria. Por ti, si te llamas Calisto, volveré a vivir. Melibea abandona el autobús y compone –con la ayuda de unas sábanas y unas sillas- el espacio donde se desarrollará la acción del primer acto. El movimiento sobre el escenario – coreografiado- tiene lugar sobre una música de inspiración flamenca. I En el salón principal de casa de Pleberio y Alisa, padres de Melibea. MELIBEA. Mal galardón tendrás si perseveras, te amenacé. Y algo en mí me dice que habrás de perseverar y yo habré de premiarte. No puedo confesarte que caeré en tus redes. Eso no estaría bien en una doncella como yo. Tú no lo
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sabes. Ni siquiera imaginas que rezaré por tu dolor de muelas si eso es lo que tú quieres. Si es lo que la vieja que contratas me pide. Por eso, triste y obcecado, desesperas en soledad con tu laúd. Por eso cantas mi nombre y buscas mi remedio. No sabes nada de mujeres, Calisto. No te culpo. No te lo permitieron. ¿O acaso no te interesamos lo bastante? Aprendiste lo que de nosotras mintió el Corbacho, lo que contra nuestro sexo clamó el Arcipreste, los pecados de que nos acusó la Biblia y las lágrimas que nos atribuyó Ovidio. Nada salvo literatura sabes de mí, Calisto. Nada salvo cuentos de viejas junto al fuego. Nada ha cambiado en exceso desde entonces. Ahora son otras las escalas, otras las señas, otras las Lucrecias que custodian y las Celestinas que facilitan. Pero lo demás no cambió demasiado. ¿Acaso no conocías las reglas de tu propio juego cuando intentaste seducirme? ¿Acaso no sabías que ser desdeñosa me era imprescindible en aquella ocasión? Memoria te falta para retener las normas del amor cortés, Calisto. La misma memoria que se nos ha concedido a las mujeres para saber nuestras obligaciones. Memoria para retener la culpa desde Eva hasta hoy. Te sorprendería la cantidad de galardones y perseverancias de los que he tenido noticia en este vagar. En este camino por autobuses y carreteras de lugares que no son como creí recordarlos. Galardones que aparecen en pliegos donde se cuentan muertes, golpes, puñaladas y palizas. Galardones brutales contra mujeres que también son memoria. Memoria de sus obligaciones, de su debilidad, de su entrega a quien las convierte en tinta de esos en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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pliegos, en palabra de esas tragedias. Tragicomedia, querido Fernando, como tú bautizaste mi empecinamiento. O mi pasión. Mal galardón tendrás, te dije aquel día. Y luego fingí olvidarte. Fingí no saberte. Fingí no desear tu cuerpo ni tus manos ni tu aliento. Fingí no ser tan ingenua como la futura Julieta. Ni tan confiada como la dulce Beatriz. Ni tan apasionada como la provocativa Scherehezade. Fingí no conocer más mujer que la bíblica ni más cuerpo que el que debía ofrecer virgen a quien mis padres quisieran entregarme. ¿Cómo piensas que sabe ella qué cosa sean hombres, si se casan o qué es casar, o que del ayuntamiento de marido y mujer se procreen hijos? ¿Piensas que su virginidad simple le acarrea torpe deseo de lo que no conoce ni ha entendido jamás? No lo creas, señor Pleberio, que si alto o bajo de sangre, o feo o gentil de gesto le mandaremos tomar, aquello será su plazer, aquello avrá por bueno. Que yo sé bien lo que tengo criado en mi guardada hija. ¡Cierra la puerta, Lucrecia! ¡Cierra la puerta para que no les oiga! Que me indigna su ignorancia y me enfada su estupidez. ¿No fueron jóvenes? Cierra la puerta, Lucrecia. Ciérrala. Que nada provechoso puede venirme de sus palabras. Del no saber decirme. Del guardar un cuerpo que yo deseo entregar para sentirlo vivo. Por eso dejé que pasara. Por eso escuché sus palabras mientras me enredaba en el hilado. Porque sabía mucho más de lo que mis padres intuían. A veces me sonroja su ignorancia. No sé si les culpo. Tal vez un buen consejo. Unas palabras a tiempo. Pero en estas historias los padres no suelen jugar bien sus cartas. Los Capuleto. Los
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Montesco. Demasiados padres equivocados. Demasiadas adolescentes mal escuchadas. No me gustaba serlo. Ni ser mujer ni ser adolescente. En estos autobuses y en estos años me pregunto a menudo si ser adolescente y ser mujer en este tiempo nuevo es más sencillo. Si las nuevas Melibeas saben explicarse mejor. Si no se ponen nerviosas cuando aparece el hombre que les gusta. Si no se enamoran de caballeros inconvenientes. Si no fijan los ojos en hombres mayores que ellas. En jóvenes comprometidos. En juglares mentirosos de los que nada pueden esperar. Me recuerdo tan ingenua como ellas. Todavía no estaba muerta y no podía saber todo lo que aprendí después. Aun así, cuando Celestina vino con su hilado, fingí sólo lo justo. Y, admirada de su talento y de sus maneras de vieja diabólica, me impresionaron todas y cada una de sus palabras sobre la edad. La vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de renzillas, congoxa continua, llaga incurable, manzilla de lo passado, pena de lo presente, cuydado triste de lo por venir, vezina de la muerte. Era divertido verla gesticular. Tuve que contener la risa cuando se esforzó ante mí por doblar sus años y sus arrugas para convencerme los dones de una juventud de la que ya había empezado a ser consciente. Me enredé en el hilado de la vieja porque quise y le rogué -cómo se lo rogué- que le diera el cordón con mis palabras a Calisto para sanar su mal. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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Volví a contener la risa mientras le entregaba aquel simple remedio. Imaginé a Calisto anudándose el cordón en la muñeca. O en un tobillo. O en lugares mucho más indecorosos. Me sonrojé. Me divertía imaginar a Calisto desnudo con el cordón atado a su cuerpo. Nunca he podido dejar de imaginar. Había oído demasiadas historias de hombres que hacían cosas sorprendentes con su cuerpo. Árabes de Las mil y una noches. Apuestos italianos del Decamerón. Arlequines huidizos en busca de lunas y de Colombinas. Había oído amores que ni siquiera habían sucedido todavía. En mí existían demasiada vida como para contenerla en tan sólo un tiempo. Era necesaria una eternidad para revivir todo el sexo de las historias que me contaban. Que yo adivinaba. Que llegaban hasta mis sueños de adolescente enamoradiza. Celestina seguía hablando. No estaba dispuesta a cejar en su empeño y yo, consciente de mi papel, la escuchaba con displicencia. Siempre he sido consciente de cuál era mi lugar, de cuál era mi sitio. Sólo una vez decidí cambiar la perspectiva y situarme al final del torreón cuando todos me esperaban en su base. Sólo una vez. Sólo cuando no me fue posible otra salida. Intenté concentrarme en lo que me decía. La hallé vieja. Horriblemente vieja. Demacrada. Ojerosa. Todos los vicios habían dejado huellas en su rostro. No había duda. Señora, ten tú el tiempo que no ande; terné yo mi forma, que no se mude. ¿No has leydo que dizen: verná el día que en el espejo no te conozcas? Pero también yo encanecí
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temprano e parezco de doblada edad. Que assí goze desta alma pecadora e tu desse cuerpo gracioso. Vendrá el día en que en el espejo no te conozcas… En mala hora le oí aquella sentencia. En mal día me hizo volverme al espejo para temer que perdería todo cuanto creía ser. La juventud es un don tan breve. Una suerte tan escasa. Los años, al oír a aquella vieja puta, se me sumaron de repente, los días cayeron sobre mí con la certeza de su deterioro. La vida corría, galopaba, se amontonaba en mi pesadilla y aquel cordón para sanar dolores dejaba de ser un juego erótico y se convertía en una soga que me ataba sin remedio a la rueda pérfida de la Fortuna. Me vi desnuda, tumbada sobre una de sus aspas, buscando la forma de dejar de girar en medio del tiempo y de sus horas. Pero las horas volaban y mi fantasía destrozaba espejos mientras Celestina seguía hablando. Puta vieja. Puta y astuta vieja. La encontré tan mayor como al diablo, pero no pensé que fuera tan sagaz como él. Olvidé los refranes y sus encomiendas. Olvidé que el placer era dolor y que el dolor era sacrificio y que el sacrificio era muerte segura. Entonces no dudé. Entonces quise rogarle que le diera noticias a Calisto. Dile que venga. Dile que lo espero. Dile que su nombre me provoca un dolor tan dulce que no lo puedo soportar. Pero nada de eso pronunciaron mis labios. Fingí desinterés y jugué a las profecías con el mal hado de quien no sabe de hechizos ni de brujerías.
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Ve con Dios, que ni tu mensaje me ha traydo prouecho ni de tu yda me puede venir daño. Nunca pude decir sentencia más desatinada, nunca se rió Fortuna de nadie con mayores ganas. El daño fue tal que aún hoy sigo pagándolo… El daño fue este que hoy ves. Tú que no eres Calisto, que no te pareces a él, que no me darás refugio entre tus brazos. Tú que me imaginas encerrada en el tiempo, en las páginas de un ayer que sigue latiendo ante tu puerta, entre tus sábanas. Tú que ríes cuando imaginas a la vieja puta Celestina engañando a una pobre e indefensa adolescente. Tú que sabes que jamás habrías dejado que una hechicera te persuadiese. Tú que jamás habrías entregado tus favores a Calisto si supieras que en ello iba tu perdición. Pero olvidas que si bien fue Calisto quien buscó a la puta Celestina, fui yo quien sació con sus recados su sed de hombre. Fui yo quien dispuso los encuentros. Fui yo quien permitió que la escala trepara por los muros del huerto donde me di entera. Fui yo quien quiso ser su mujer, su amante, su concubina, su prostituta. ¿Para qué culpar al mensajero? ¿Para qué condenar la codicia de quien sacaba provecho de nuestro capricho? Aquí, en este autobús, también suben mujeres que se entregan, que se ofrecen, que buscan. Mujeres dispuestas a serlo todo. ¿Quieres que lo sea todo para ti esta noche? ¿Quieres tender tu escala sobre mi huerto?
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Si me dices que sí me desnudaré y bailaré para ti. Si me compras con bastante dinero te ofreceré mis caderas de Salomé y mis cuentos de princesa árabe. Te daré hasta romperme en dos entre tus manos, hasta que el placer te obligue a caerte rendido sobre la cama, hasta que el orgasmo te haga gritar y te olvides de que existe nada que no sea yo. Déjame ser hoy tu Elicia, tu Areúsa, tu Melibea. Deja que te demuestre todas las mujeres que viven en mí, todas las que puedo llegar a ser. Olvidarás lo que has aprendido, lo que te han contado de nosotras. Olvidarás porque nada de eso es comparable al grito que te arrancaré. Y ellos me miran –nos miran- con curiosidad. O con morbo. En este autobús hay tantos Sempronios. Sempronios cínicos. Escépticos. Hombres que han visto de todo y a los que la vida se les ha vuelto mezquina de puro gris. Entonces Sempronio agarra su anillo de casado y le da vueltas mientras me acodo en una esquina. Pido una cantidad simbólica, sólo juego a ser una más de ellas. Otro delito que sumar en mi cuenta, me digo. Y entonces sé que el limbo será mi castigo por otra eternidad. Ellos guardan su anillo en el pantalón mientras se palpan el sexo y comprueban que está endurecido, deseoso, lascivo. Entonces Sempronio susurra algo a mi oído y yo avanzo mientras oigo llorar a su mujer, ladrar a la policía, vomitar a los bienpensantes y criticar a la Iglesia. Oigo las campanas que me acusan y que desean emplumarme por hechicera. No soy bruja, me defiendo, y cuando dejo caer al suelo sus en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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pantalones oigo cómo tintinea su anillo contra el suelo. Sempronio se deja hacer hasta que grita, hasta que se olvida de su vida de mierda y yo, que ya no tengo nada que perder, me sumo a esas mujeres que viven en mí y que los bienpensantes barren de cada esquina para luego buscarnos en la siguiente oscuridad. ¿Gentil es Melibea? Aquella hermosura por vna moneda se compra de la tienda. Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella viue quatro donzellas, en quien Dios más repartió su gracia, que no en Melibea. Que si algo tiene de hermosura, es por buenos atauíos, que trae. Poneldos a vn palo, también direys que es gentil. Por mi vida, que no lo digo por alabarme; mas creo que soy tan hermosa como vuestra Melibea. Por eso Sempronio vuelve a casa. Porque sabe que su mujer vale más que cualquier Melibea. Así que Sempronio sube sus pantalones, se coloca su anillo y le concede a su esposa el beneficio de la duda y la mentira del halago. ¿Gentil Melibea? Jamás dijera él semejante atrocidad. Jamás admitiera él semejante juicio. Jamás albergara semejante imagen cuando se acuesta con su mujer y finge que siente el mismo placer que sintió con Melibea. Por eso a veces te busco, aunque sepa que no voy a encontrarte, cuando me bajo del último autobús, porque necesito no sentirme sola en este lugar indefinido de mi muerte. Y cuando no te encuentro, amor mío, te llamo en los labios de cualquiera, te miro en los ojos de cualquiera, te grito en el silencio de cualquiera. Y hoy te pido que seas tú quien recuerde conmigo. Tú que no eres él. Que hoy podría serlo. Te pido que me dejes llamarte con su nombre porque recordar tanto amor, tanto sexo, tanta locura duele
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si no hay un tú con el que compartirlo… Música. Melibea dispone el escenario del segundo acto: un lecho conyugal en el huerto de la casa de sus padres. II En el huerto. MELIBEA. No supe contenerme. Yo no nací para prohibirme, sino para aceptarme. Nací para ser libre. Así pues, quebróse mi honestidad, quebróse mi empacho, afloxó mi mucha vergüenza... Muchos e muchos días son passados desde que esse noble cauallero me habló de amor. Tanto me fue entonces su habla enojosa, quanto después alegre. En mi cordón, vieja Celestina, le lleuaste embuelta mi libertad. Y la libertad se la entregué a él. Para que usara su escala y llegara hasta mí. Aquí fue donde comencé a esperarle. Lucrecia, presto, ayúdame. Lucrecia, vigila la puerta. Lucrecia, dime si mis padres duermen ya. Lucrecia, ¿lo ves llegar a lo lejos? Le esperaba impaciente. Le esperaba porque no quería en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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llegar a ese mesón de enfermedades, no quería caer en los horrores que describió aquella vieja puta. Sólo pensaba en la profecía del espejo, el espejo que se rompería en mil pedazos cuando ya no hubiera horas para mirarme en él… La primera vez temblé como una niña. Le vi llegar con el porte del más hermoso de los caballeros. Era un Lançelot, era un Tirant, era un Rodrigo. Era un mito que provocaba mi idolatría. «Melibeo soy», me dijo. Y me reí. Me hacían gracia sus blasfemias. «Melibeo, soy», juraba. Y yo le sonreía. Después se acercó a mí. Lucrecia, vigila. Me rozó con su mano. Lucrecia, no te ausentes. Me apretó entre sus brazos. Lucrecia, quédate conmigo. Me tentó el pecho con sus manos y trató de de que olvidara cuanto creía recordar sobre mí misma. Sentí tanto miedo que sólo estas palabras aprendidas acudieron presurosas a mi boca: Goza de lo que yo gozo, que es ver e llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano boluer. Guarte, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se restaura. ¿Tesoro era? No estaba segura… Tesoro era. Así se me enseñó y así me educaron. Luego, con el tiempo, descubrí
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que el tesoro eran sus caricias, eran mis gemidos, eran las noches que rompía aquel sol inoportuno y egoísta. Ahora, en este autobús, sé que hay quien sigue viendo tesoros en esa entrega primera, quien ritualiza nuestra primera noche y la convierte en tabú. En esta carretera confusa de la muerte he visto mujeres a las que han lapidado por no ser vírgenes. Mujeres a las que han arrancado el clítoris por ser doncellas. Mujeres a las que han negado la sexualidad por ser costumbre. Ritos, los llaman. Religiones, las que los cobijan. Y entonces pienso en aquel tesoro, en todo lo que había leído sobre él, en cómo se lo entregué a Calisto… Pienso en eso y me siento orgullosa de lo que hice. De no haber temido nada más que a mi propio corazón. A mi propio instinto. Lucrecia, puedes irte. Ya solos, comenzaste a desnudarme. Despacio. Sin prisas. El tiempo todavía no era una amenaza. Aún quedaba la noche. Más allá de la tapia de este huerto el mundo no existe. Sueltas mi pelo. Desenredas mi cabello y lo dejas caer mientras me hablas del oro que refleja. Me cantas versos de Petrarca al oído con tu mano pegada a mi cuerpo. Primero recorres la espalda. Me abrazas. Siento cómo me abrazas. Tiemblo. No puedo controlarlo. Hace tanto frío en este jardín. Más allá de la tapia la noche cae cerrada. Dentro, lucen tus ojos. Tus manos se acercan a mis pechos. Los palpas por encima del vestido. Tiemblo y siento que ardo. Ardo y me abraso mientras acaricias los pezones que te apuntan en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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erectos. Bajas un poco más. Aprietas mi cintura. Tiemblo y me quemo en una humedad que desconozco. Tus manos se internan, despacio, entre mis piernas. Acaricias mi sexo. Un ritmo suave, acompasado. Ya no escucho a Petrarca. Ya no sé si mis cabellos son de oro. Si mis labios, rubíes. Ya no soy imagen angélica, ya no soy idea, ya no soy nada más que lo que tú quieras hacerme. Desatas el lazo del vestido. Más allá de esta tapia la luna se oscurece. Se aparta. Noche cerrada y cómplice de nuestro crimen. Música. Melibea dispone el escenario del tercer acto: la casa de Celestina. III En casa de la vieja Celestina. MELIBEA. Siempre quise entrar aquí y conocer los secretos que esconde la vieja alcahueta en su casa... Nunca te lo confesé, Calisto, pero me gustaba imaginar cómo se comportarían allí Pármeno y Sempronio. Cómo seducirían a las pupilas de la vieja puta. ¿Qué diferencia habría entre su forma de hacerlo y la nuestra? ¿Serían más animales? ¿Susurrarían también versos de Petrarca mientras las llevaban al catre? La muerte me dejó holgarme entre ellos. Espiándoles… La vieja sirvió el vino. Assentaos vosotros, mis hijos, que hay lugar para todos, a Dios gracias: tanto nos diessen en el parayso, quando allá vamos. Poneos cada vno junto a la suya; yo, que estoy sola, pondré junto a mí este jarro de
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vino. Todos bebían como animales, mientras manoseadas por los criados, se quejaban.
las
putas,
Las riquezas las hazen a estas hermosas e ser alabadas; que no las gracias de su cuerpo. Que Melibea tiene vnas tetas, para ser donzella, como si tres vezes houiesse parido: no parecen sino dos grandes calabaças. El vientre no se le he visto; pero, juzgando por lo otro, creo que le tiene tan floxo, como vieja de cincuenta años. No me ofendí cuando Areúsa habló así de mí. Pude entender su envidia. También yo sentía celos. También yo hubiera querido estar allí, sentada en la misma mesa, revolcándome con Calisto como ellas se revolcaban con sus criados. Pármeno me pareció mucho más fuerte y menos niño. Sempronio mucho más diestro y menos simple. Celestina seguía bebiendo. Borracha de tanto mirar. De tanto desear ser una de sus pupilas. Encendida de morbo, también yo sentí ganas de encerrarme en algún cuarto y dar rienda suelta a instintos que ni siquiera tú, Calisto, aprobarías. ¡O género femíneo, encogido e frágile! ¿Por qué no fue también a las hembras concedido poder descobrir su congoxoso e ardiente amor, como a los varones? Que ni Calisto biuiera quexoso ni yo penada. Por eso, supongo, acabó todo del modo en que acabó. Porque a mí sólo me habían enseñado a sujetar las riendas y, cuando el caballo se desbocó, la amazona no supo retenerlo. Sólo supe dejarme arrastrar por él... hasta las mismas puertas de la muerte. en sentido figurado. revista literaria. año 7 num. 2. ene/feb. 2014
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Música. Melibea dispone el escenario del cuarto y último acto: el torreón. IV En el torreón de casa de Alicia y Pleberio. MELIBEA. En este viaje nunca he sabido si hubo culpables. Y hoy, volver a esta torre después de tanto tiempo, me fuerza a regresar con demasiada dureza a mi propia memoria. ¡O mi amor e señor Calisto! Espérame, ya voy; contentarte he en la muerte ya que no pude en vida. Qué ingenuidad la de tu Melibea, Calisto. Tan ingenua que no supo que tu muerte y la suya no recibirían el mismo trato. Tuyo, Calisto, fue el infierno y mío, este limbo –este autobús- donde sigo atravesando las vidas de mujeres que no soy y que, a su modo, creo que llego a ser yo. Mujer de tantos rostros como heridas. Melibea, para serviros a vos y a quien sea menester. A vos también, padre. A vos que no supisteis ver a la mujer que latía debajo de la niña. A vos que comprasteis mi tiempo con el dinero que no tuve días para gastar. ¿Qué se hizo de todo aquello? ¿En cuál de los círculos de Dante acabaron las telas, los tocados, los vestidos? Mi vida fue también río y este suelo, el mar donde morir. Mi fin es llegado, llegado es mi descanso e tu passión,
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llegado es mi aliuio e tu pena, llegada es mi acompañada hora e tu tiempo de soledad. Y tu mirada, padre, me recuerda el horror de todas las madres las que he visto llorar en estos caminos. Las madres que me han contado con lágrimas cómo perdieron a sus propios hijos. Madres de hombres torturados en cárceles políticas. Madres de náufragos atrapados en verjas para que no crucen el mar. Madres de vidas rotas en un cercanías que no conduce a ninguna parte… Entonces pienso en la rueda de una Fortuna estúpida y cobarde. Pienso en Calisto estrellado contra el suelo. Pienso en Celestina asesinada por sus pupilos. Pienso en los criados ahorcados por la falsa justicia. Pienso en mi muerte y en tu soledad, padre. Pienso en los vagones que arden, en las torres que caen, en los rascacielos atravesados por el odio... Y siento que la rueda nunca gira como debiera, que la suerte es certeza de la tragedia y que la comedia, querido Fernando, no es más que el remedio amargo para una enfermedad contra la que jamás hubo ni habrá medicina. Tampoco la hubo para nuestro amor, Calisto. Porque el amor, cuando lo es, y el nuestro sé que lo fue, arde hasta consumirse y, cuando se consume, sólo quedan cenizas. Lucrecia, cierra la puerta. Subo los escalones. Lucrecia, se fue mi bien, y mi vida, y mi todo. Un piso más. Y otro. Y otro. Y otro más.
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Lucrecia, dile a mi padre que aguarde al pie de la torre. Al fin. Lucrecia, silencio. Todo se ve tan pequeño desde aquí. Tan insignificante. Y enumero las muertes por mi culpa causadas. Y te pido que calles, padre, que no hables. Y me miras y me lloras sin soltar una lágrima. Y tratas de frenar mi caída con tus manos de anciano. De todo esto fui yo la causa. Culpable de amar, de querer ser, de moverme con la libertad que mi sexo me negaba. Que aún les niega a las Melibeas que recorren este mismo autobús. Melibeas vendidas. Humilladas. Melibeas esclavizadas en lugares de los que no se habla. Melibeas que agotan los catres de hoteles de lujo en países miserables. Melibeas que no pueden hablar porque su lengua está sellada por un libro sagrado, por un velo sagrado. Melibeas que ven morir a sus hijos en países donde no hay más amores que el hambre y el Sida. Melibeas que mueren a golpes en países civilizados y sensatos. Melibeas que soy yo, que viven en mí, que batallan conmigo desde este torreón. Melibeas que caen conmigo en el túnel sin tiempo de la Historia. Melibeas que ayudan a otras Melibeas. Que nos dan consuelo. Que crean mundos y esperanzas para que este autobús donde hoy me hallo acabe llegando a algún lugar. Melibeas que no abandonaremos jamás los caminos y que seguiremos ofreciendo agua al sediento y sexo al fugitivo.
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Melibeas que avanzamos hacia ese lugar lejano que es el futuro. Melibea es nuestro nombre. Vivir, nuestro destino. TELÓN
Silvia López-Ortega como Melibea. Foto: Lydia López Sánchez
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CIFRAS DE UNA FRACCIÓN PERIÓDICA Emilia Oliva 2013
Título: Cifras de una fracción periódica Autor: Emilia Oliva Editorial: De la luna libros SINÓPSIS La fracción periódica no es más que una analogía para investigar la repetición de los ciclos a través de los cuales
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late la vida. Igual que las estaciones del año, todo muere y vuelve a renacer. Por medio de la repetición de fonemas, de palabras, de temas, acontecimientos, vivencias y sentimientos, utilizados no como duplicación pura, sino como unidad singular, como un reflejo o un eco de algo pasado o futuro, Emilia Oliva se lanza en una travesía interior, explorando de forma exhaustiva sus propias experiencias para extraer la esencia que une a todos los seres humanos. Valiente y audaz, la poeta extremeña consigue construir de poema en poema un ritmo que por su repetición y variación alcanzan la tan buscada eternidad.
NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA Emilia Oliva García (Malpartida de Plasencia, 1957). Filóloga y profesora de Francés de profesión. Editora en la revista literaria En Sentido Figurado, avanza por el camino de la poesía sin prisas. Algunas de sus obras publicadas lo han sido tras merecer distinción o premio. (re)fracciones (Premio de Poesía Ciudad de Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, 1997), Los Ecos y las sombras. Música para un instante antes de morir (Alcancía, 2006), Quien habita el fondo, IX Premio de Poesía “León Felipe” (Ceyla, 2011) constituyen una trilogía de sucesivos despojamientos y un progresivo desvío del camino experimental transitado en las obras anteriores al año 2000. Cifras de una fracción periódica abre un nuevo camino en su trayectoria.
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MADE IN CHINA José María Cumbreño 2013
Título: Made in China Autor: José María Cumbreño Editorial: De la luna libros SINÓPSIS Made in China es un poemario que intenta reflexionar sobre la condición de extranjero que, a la postre, padece todo ser humano. En él se usa como hilo conductor la relación entre una anciana española (Emilia) y su cuidadora ecuatoriana (Gladys), quienes, poco a poco, como don Quijote y Sancho, van conociéndose y dándose cuenta de que, en el fondo, no son tan distintas. Porque ambas llevan una vida diferente de la que les hubiese gustado tener. Porque ambas esperan del futuro algo que nunca termina de llegar. Porque ambas arrastran los mismos miedos. También se asoman a este libro otros personajes, aunque todos tienen en común el hecho de sentirse desplazados,
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sin raíces, fuera de lugar. La migración representa, de esa manera, el estado natural del hombre. Y es que, en definitiva, puede que eso seamos todos: extranjeros dentro de nuestra propia piel. Eso sí, como telón de fondo consolador se alzan los bazares chinos, donde, a pesar de que todo es falso, barato y malo, entramos para ver si hallamos en ellos cualquier cosa que, siquiera durante un momento, nos permita sentir algo parecido a la felicidad.
NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA José María Cumbreño (Cáceres, 1972). Ha publicado los poemarios Las ciudades de la llanura (ERE, 2000), Árbol sin sombra (Algaida, 2003, Premio de poesía Ciudad de Badajoz), Estrategias y métodos para la composición de rompecabezas (El Bardo, 2008), Diccionario de dudas (Calambur, 2009), Breve biografía apócrifa de Walt Disney (Algaida, 2009, Premio de poesía Alegría/José Hierro), Genealogías (Luces de Gálibo, 2011) y las antologías La parte por el todo (La Isla de Siltolá, 2011) y Curso práctico de invisibilidad (Costa Rica, Ed. Germinal, 2013). Es también autor del libro de relatos De los espacios cerrados (Fundación José Manuel Lara, 2006, Premio de narrativa breve Generación del 27), del ensayo literario Retórica para zurdos (ERE, 2010) y de los diarios Límites y progresiones (Baile del Sol, 2010) y La temperatura de las palabras (La Isla de Siltolá, 2013). En la actualidad dirige la colección La biblioteca de Gulliver, dedicada a la poesía latinoamericana contemporánea.
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ESTA LUZ SIN CONTORNO Santiago Castelo 2013
Título: Esta luz sin contorno Autor: Santiago Castelo Editorial: De la luna libros SINÓPSIS Esta luz sin contorno es el libro de una esperanza y una melancolía. Cuando el autor tras pasar unos años de amarguras y soledades se enfrenta, de nuevo, a la realidad diaria y quiere vivirla apasionadamente; pero ya ni la edad ni los sentimientos se lo permiten. Desea que renazca la esperanza, aunque sea al conjuro de la presencia de sus muertos en las quietas noches de agosto y va luchando contra la melancolía que rodea a todo lo que toca y que marca la inexorable fugacidad del tiempo. Poemario agridulce de un escritor vitalista que sigue teniendo la
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ilusión de viajar y contar aunque ya sienta que la visión de todo está empañada por la presencia, cada día más cercana, del desaparecer.
NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA Santiago Castelo (Granja de Torrehermosa, 1948). Director de la Real Academia de Extremadura, presidente del Consejo Asesor Editorial de ABC y presidente fundador del Centro Unesco de Extremadura. Es autor, entre otros, de los libros de poesía Tierra en la carne, Memorial de ausencias (premio Fastenrath de la Real Academia Española), Monólogo de Lisboa, La sierra desvelada (premio nacional “Gredos”), Cuaderno del verano, Como disponga el olvido, Siurell (edición bilingüe, castellana y catalana), Al aire de su vuelo, Diario de a bordo, Antología extremeña (1970-1995), Hojas cubanas, Cuerpo cierto, La huella del aire. (Poesía 1976-2001), Quilombo (premio Extremadura a la Creación) y La hermana muerta. En 2006 recibió la Medalla de Extremadura.
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TODAS LAS RAZONES PARA LA HUIDA Teresa Guzmán Carmona 2013
Título: Todas las razones para la huida Autor: Teresa Guzmán Carmona Editorial: De la luna libros SINÓPSIS En Todas las Razones para la Huida un viaje siempre es una forma de escapar y quien parte nunca es quien regresa. Habitamos la piel de las ciudades porque en el fondo somos un elemento más de su paisaje, de las calles donde se acumulan sueños y fracasos en igual medida, de todas esas vidas pequeñas que vivimos como si la eternidad nos fuera algo revelado. Tenemos deudas pendientes con el destino, desde la prostituta que anhela un despertar distinto, hasta el hombre que contempla desde la frialdad de la ventana de un hotel los neones intermitentes que prometen lo que después no cumplen. Un viaje es siempre una promesa y en cada huida todos
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queremos volver al principio.
NOTA BIO-BIBLIOGRÁFICA Teresa Guzmán Carmona (Don Benito, 1972). Estudia Filología Inglesa y posteriormente Magisterio, profesión a la que se dedica. Ha publicado Poemas (1993), Diputación de Cáceres, Institución Cultural El Brocense; Amantes, (Julio-Diciembre, 1993) Boletín de la Real Academia de Extremadura; Poemas para un Collage (1995), Trilogía Poética Colectivo Vbéritas, Fondo Editorial del Ayuntamiento de Don Benito; Correspondencia de Punto y Aparte, Núm. 3. Invierno 1999/2000; En las Márgenes del Fuego (2002), Los Visillos del Viento (2004) Cuadernos Literarios Porticvs; Ciudad Hotel (2009) Los Cuadernillos de Intramuros. Miembro del colectivo Vbéritas desde sus inicios, su nombre aparece recogido en la antología llevada a cabo por Miguel Ángel Lama Diez años de poesía en Extremadura.1985-1994. Ha merecido entre otros los premios Valbón, Certamen de poesía de Valverde de la Vera, Porticvs, Elvira Castañón, García de la Huerta. En el 2003 le fue concedida una beca de Creación Literaria por la Junta de Extremadura, fruto del que nació un trabajo titulado Intenso. En el 2007 la Diputación de Cáceres publica su libro Soledades de Cadaqués en la Colección AbeZetario, y la Junta de Extremadura le concede una beca de Creación Literaria por su trabajo Ángeles contra la Altura. En 2010 recibió una beca para la realización del trabajo Todas las razones para la huida. Ha colaborado con algunos colectivos como Alcandoria de Mérida o Porticvs de Villanueva de la Serena y en diversas revistas entre las que se encuentran Ventana Abierta o Ala de Mosca entre otras y artículos en El Periódico Extremadura.
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emilia oliva
GALERIA FOTOGRAFÍA
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Exposición Bancos púdicos de: JiCé y Yannick Lecoq ©Derechos Reservados
1.- Sin título
2.- Sin título
3.- Sin título
4.- Cita Nocturna
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5.- Con los a単os
6.- De compras en familia
7.- En su burbuja
8.- Incertidumbre
9.- Indiferente proximidad
10. Intercambio de miradas
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EXPOSICIÓN BANCOS PÚDICOS DE JICÉ Y YANNICK LECOQ Del 8 al 29 Noviembre 2013 en el Centro Cultural Vincent Malandrin de Ponts de Cé (Francia) Tengo 43 años, y empiezan ¡a pesar! Mi primera película fotográfica en blanco y negro la hice a los 15 años con la cámara de mi hermana mayor, una Zénit completamente manual y aunque la experiencia me gustó no hice aún en aquella época el revelado de los negativos ni hice impresiones en papel. El gran salto lo daría más tarde. En 1996 me ofrecieron un puesto de profesor de Física en el instituto Sainte Marie, en Cholet (Francia). Tenía a mi cargo las secciones de letras. La óptica, la imagen y el principio de la fotografía formaban parte del programa educativo. Fue entonces cuando descubrí que el instituto disponía de laboratorio de fotografía pero nadie para ayudarme a poner el pie en el estribo. Esta fue la razón que me condujo al laboratorio de fotografía de Saint-Sylvain de Anjou (Francia), donde encontré a Bernard Beucher. Cada uno colocaba su ladrillo para el edificio de una aventura hecha de innovaciones y de desafíos: cada vez más, cada vez mejor. Tenía conocimientos teóricos, él compartió su experiencia y me animó a ir más allá de los objetivos pedagógicos. Juntos descubrimos las impresiones en papel baritado, juntos superamos el desafío de participar en los concursos de fotografía de los clubs de la región, juntos intentamos nuevos procedimientos, nuevos productos, nuevos formatos… El club de fotografía se transformó pronto en un club de amigos. En cada una de las etapas de esta evolución he abordado diferentes temas: de la naturaleza muerta a la macrofotografía, después el
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retrato, la arquitectura, pero faltaba siempre algo en mis fotos: lo humano en su cotidianeidad, la vida de cada día. Me gusta bastante la definición de Jean-Lou Sieff que considera al fotógrafo como un gato al acecho. Me encanta Edouard Bouba, por su poesía, su personalidad, su discreción: olvidarse de sí mismo para fotografiar a la gente en su vida cotidiana, con naturalidad. Me gusta todavía mucho más Elliot Erwitt, mi maestro. No es casual que mi hijo se llame Eliott. Entre los encuentros, algunos iban a cambiar radicalmente mi acercamiento: osar una práctica más artística, más expresiva. OSAR! Ir por delante, ¡afirmarse! Fue el encuentro con Yannick Lecoq. Un proyecto de exposición de fotografías sobre coreografías de danza contemporánea con alumnos. La impresión desestabilizadora de poseer la misma sensibilidad, el mismo punto de vista y ser complementarios. La dificultad de saber quién hacía qué durante el revelado de los negativos. La misma interpretación en el momento de la impresión de las copias… una aventura completamente nueva comenzaba… Actualmente, el alejamiento del club de fotografía de Saint Sylvain (Francia), me ha llevado a practicar la fotografía en condiciones diferentes pero siempre con las mismas ganas: innovar, ir por delante… Expresar mi visión de lo humano a través del lenguaje del blanco y negro de plata. JiCé. Francia, 2013. http://www.ipernity.com/home/jice
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en sentido figurado
POESÍA VISUAL
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Muestra de Poesía Visual J. Seafree ©Derechos Reservados
1.- La libertad es el infinito Junio 1992
2.- Geometría limitada 1993
3.- Stop Febrero 2000
4.- Capítulos 2003
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5.- Redes, las columnas de la conciencia Noviembre 2010
6.- La codicia (hiPOcrESĂ?A) Enero 2011
7.- De lo sagrado Noviembre 2013
8.- La voz blanca Noviembre 2013
9.- El colador Diciembre 2013
10. La justicia Diciembre 2013
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josé gutiérrez-llama
ARTES PLÁSTICAS
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Muestra de Artes Plásticas Juan Barroso ©Derechos Reservados
1.- Untitled 4
2.- Alucinados con el más allá
3.- Bazar 2
4.- Composición para un poema
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5.- Cruz tinta
6.- El paseo
7.- Meditando en el agua
8.- Mujer brasil
9.- Paisaje cuántico
10. Abstracción
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contraportada: juan barroso