EL QUINTO REINO

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Quinto Reino Un mensaje de esperanza renovada Mauricio Ozaeta

“Jesús, que os ha enseñado la oración, cotidiana oración para invocar la venida sobre la tierra de su Reino, finalmente verá cumplida esta su oración. Reinará, instaurará su Reino, y esta creación se convertirá en un jardín donde Cristo será glorificado, su realeza acogida y exaltada como un Reino Universal de gracia y de belleza, de armonía, de comunión, de santidad, de justicia y de paz.” Virgen María, del libro: “A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen”, P. S. Gobbi

Iglesia Santiago Apóstol, Medjugorje, Bosnia-Herzegovina

Foto: Mauricio Ozaeta, enero 2017


1. Introducción Deseo compartir el resultado de mi investigación sobre las principales profecías de las Sagradas Escrituras, apoyándome en Santos y Doctores de la Iglesia Católica, y en algunos autores reconocidos y expertos en estos temas. Comparto un gran tesoro de absoluta relevancia para toda la humanidad, tema urgente pues el Quinto Reino del sueño de Nabucodonosor II, interpretado por el profeta Daniel (Dn 2,1-44), está a la vuelta de la esquina. Se trata de un maravilloso rompecabezas dado por Dios en la Biblia (profecías) y en el cielo (estrellas y planetas), para ser descubierto por quien lo desee. Para eso contamos con: 1. La Sagrada Biblia. 2. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), “La hierba se seca, la flor se marchita, libros de Santos, Beatos, y Doctores de la mas la palabra de nuestro Dios Iglesia, así como también el Código de permanece por siempre.” Derecho Canónico y la Constitución Is 40,8 Apostólica Universi Dominici Gregis de San Juan Pablo II. 3. Conocimiento del calendario hebreo (Nisán, Iyar, Siván, Tamuz, Av, Elul, Tishri, Jeshván, Kislev, Tevet, Shevat, Adar; año embolismal o “preñado”). 4. Conocimiento sobre la cultura hebrea y sus costumbres, con énfasis en los ritos sagrados (templo, sacerdote, levita, sacrificio, ofrenda, primicias,…), en las fiestas mosaicas (Pascua, Ázimos, Pentecostés, Trompetas, Expiación, Tabernáculos) y la fiesta de la Dedicación, y en los matrimonios los cuales comprendían dos fases: los esponsales (donde se lleva a promesa y el pago de la dote) y la boda luego de preparada la morada nupcial. En cuanto a las fiestas mosaicas es muy importante conocer sobre sus fechas y tiempos, y la relevancia de los distintos tipos de “semanas” para la determinación del momento de las mismas: semanas de días que terminan en el sábado o sabbat, de meses que terminan en las fiestas mosaicas de otoño, de años que terminan en el año sabático, semanas de semanas de años que terminan en el jubileo, y semanas de milenios que terminan con el Reino de Cristo en la Tierra. Vital el concepto de “semana de años” definido en Lv 25,8 (shavúa simbólica). 5. Conocimiento sobre astronomía sagrada, incluyendo el nombre y significado de planetas, estrellas y constelaciones, esto usado por los Reyes Magos para determinar el momento exacto del nacimiento del Niño Dios. Importante diferenciar bien entre astronomía sagrada que viene de Dios (profecía), y astrología que procede del maligno (adivinación). La primera nos lleva a Dios, la segunda nos aparta pues es un engaño. Dios bendice la astronomía sagrada (Lc 21,25; Mt 2,1-10; Pr 3,19; Sal 19,2-5; Sal 104,19; Ap 22,16) y condena la astrología (Dt 4,19; Dt 18,10). 6. Conocimiento de algunos conceptos básicos astronómicos como lunación, eclipse solar (por la luna o por otro astro), constelaciones, eclíptica, conjunciones astronómicas, etc. 7. Conocimiento de los distintos tipos de calendarios: juliano, gregoriano, lunisolar, lunar, y de la matemática de fechas. Consideraciones como que el año cero no existe, que en los calendarios juliano y gregoriano se suma un día a los años bisiestos, o que en los calendarios lunisolares como el hebreo y el helénico, cada cierto número de años se agrega un décimo tercer mes (año embolismal), año que los hebreos llaman “preñado” en el que duplican el mes Adar. 8. Conocimiento de los tipos de años: solar (365 días), profético (360 días), lunisolar y lunar (354 días o doce lunaciones), pues diversos son utilizados en las profecías de la Biblia. Curiosamente un año profético es llamado en la Biblia “un tiempo”. Esto es muy relevante, porque en las profecías de los hechos que preceden a la Segunda Venida de Jesucristo, tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, se establecen importantísimos plazos previos en “tiempos” (en 2


años proféticos de 360 días dividido en 12 meses de 30 días, lo que no corresponde a ningún calendario conocido en aquellas épocas, y tampoco a los calendarios juliano ni gregoriano). 9. Conocimiento de historia de la humanidad en relación a todo lo que enmarcó al pueblo de Dios en todos sus momentos, reinos, reyes, invasiones, cautiverios, decretos importantes, las fechas exactas de las destrucciones de los Templos y de las órdenes de reconstrucción de la Ciudad Santa, Jerusalén. En especial muy relevante estudiar el Éxodo, pues el mismo es figura de nuestro peregrinar en esta vida y de cómo será la liberación final del pueblo de Dios, según lo reveló el Apóstol San Pablo (1 Co 10,11). 10. Una aplicación de análisis estelar, que permita ver la configuración de estrellas y planetas en cualquier tiempo pasado y futuro, como por ejemplo: Stellarium, SkyMap, MobileObservatory, SkyPortal, StarWalk. Esto para hacer lo mismo que hicieron Ilustración 1 - “Los cielos pregonan la gloria de Dios, el firmamento anuncia las los Reyes Magos obras de sus manos” (Sal 19,2) pero sin enfrentar la noche y la intemperie, y con la ventaja de poder retroceder y adelantar en el tiempo; ellos sólo podían ver su momento presente y comparar con algunos registros del pasado. 11. Conocimiento de revelaciones proféticas de la Virgen María y otros santos, que han proporcionado mayor detalle o precisión sobre las profecías bíblicas las cuales constituyen siempre el fundamento y base de todo lo profetizado. Importante destacar que esas revelaciones proféticas no son ni pueden ser la base de las profecías sino un complemento, deben por lo tanto estar siempre en línea con la Sagradas Escrituras, jamás cambiándola o contradiciéndola, de lo contrario serían falsas y no provendrían de Dios. En el Catecismo de la Iglesia Católica, en la sección titulada: Dios ha dicho todo en su Verbo, podemos leer lo siguiente: “Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre” (CIC numerales 65, 66 y 67); la revelación privada no puede superar la Biblia, pero sí puede ayudar a vivir más plenamente una profecía bíblica en una cierta época de la historia. 12. Tiempo para armar el rompecabezas y tiempo para orar. No todo entra por la vista o el oído. La sabiduría es un don de Dios y la da a quien quiere, a quien la busca y la anhela (Pr 8,11; Pr 16,16; Sb 6,12-16; Sb 7,7-14; Sb 7,25-30; Sb 8,7-8; Sb 8,21; Sb 9,11; St 1,5). La asistencia del Espíritu Santo es fundamental e indispensable, pues la Sabiduría “es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla. Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad” (Sb 7,25-26). Ella “conoce el pasado y prevé el futuro, sabe de los dichos ingeniosos y la solución de los enigmas, conoce de antemano las señales y prodigios y los desenlaces de las circunstancias y los tiempos” (Sb 8,8). Sin la oración y la asistencia del Espíritu Santo, este trabajo se reduciría a una simple investigación y terminaría siendo un montón de palabras con poco valor.

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2. Contexto Comenzaré por unas importantes citas bíblicas que demuestran que esta tarea debe hacerse: armar este rompecabezas es necesario para todos los que anhelan el retorno de Nuestro Señor. Otras sirven de base para entender las profecías que están escritas en la Biblia y pregonadas en los cielos. 1. Ap 3,3: “Porque si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” Al que no esté en vela todo le caerá encima sin prevenirlo. Por eso dice también en Ap 22,7: “Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”. Estas profecías son para tenerlas verdaderamente en cuenta, con seriedad. 2. Lc 21,34: “Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros”. Las muchas preocupaciones de la vida es una de las razones por las que muchos no verán venir los sucesos más relevantes de la historia de la humanidad. 3. Am 3,7: “No, no hace nada el Señor Yahveh sin revelar su secreto a sus siervos los profetas”. Lo más relevante hasta ahora sucedido fue predicho. Lo que falta por acontecer ya ha sido profetizado. Nada hace Dios sin primero anunciarlo a través de sus profetas para que no nos tome por sorpresa, buscando nuestra salvación como objetivo final. 4. Is 46,9-10: “Pues yo soy Dios y no hay ningún otro, yo soy Dios, no hay otro como yo. Yo anuncio desde el principio lo que viene después y desde el comienzo lo que aún no ha sucedido. Yo digo: mis planes se realizarán y todos mis deseos llevaré a cabo”. Dios nos demuestra que sólo Él es Dios anunciando lo que ocurrirá miles de años más tarde. Sólo Él es dueño de la historia y siempre ha tenido y tendrá el control. Así como los plazos de la Primera Venida se cumplieron con precisión, no hay por qué dudar que los tiempos para la Segunda Venida están fijados y se cumplirán. 5. Qo 1,9: “Lo que fue es lo que será. Lo que se hizo es lo que se hará. Nada nuevo hay bajo el sol”. En la Biblia todo sucede primero en figura, a modo de preparación y anuncio de un segundo caso en que ocurre lo mismo en plenitud. Este patrón profético de doble ocurrencia lo explica bien el P. Leonardo Castellani en sus escritos (teoría del typo y anti-typo), en el libro referido al final en la bibliografía. A continuación, varios pasajes de la Biblia sobre esto. 1 Co 10,11: “Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos” (refiriéndose el Apóstol San Pablo a lo acontecido en el Éxodo). Lo acontecido en tiempos de Moisés ocurrió para indicarnos a nosotros cómo ha de suceder todo y cómo debemos comportarnos, qué debemos hacer y qué evitar. Mt 5,17: “No he venido a abolir la Ley y los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud”. Jesús nos dice que lo prescrito por la Ley fue figura o antesala de lo que luego en plenitud Él representará y realizará en sí mismo. Jn 3,14-15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna”. La elevación de la serpiente en el desierto por Moisés para que los mordidos por culebras no murieran, fue figura de Jesús levantado en la cruz para que los picados por el pecado original no perecieran eternamente, sino que tuvieran vida a través del Redentor. El maná fue figura del verdadero pan del cielo que es Jesucristo, es decir, la Eucaristía (Jn 6,48-58). Jonás estuvo tres días en el estómago del cetáceo como figura de los tres días que Jesús estuvo en los infiernos (Mt 12,40). Abraham sacrificando a Isaac es figura de Dios Padre entregando a la muerte a su Unigénito. Como bien explicó San Luis María Grignion de Montfort, Génesis 25 a 27 es preludio del plan de salvación de Dios, con Isaac como figura de Dios Padre, Rebeca de María, Jacob de los elegidos y Esaú de los réprobos. Por eso dijo Yahveh a Rebeca cuando estaba embarazada de esos mellizos: 4


“Dos pueblos hay en tu vientre, dos naciones que, al salir de tus entrañas, se dividirán. La una oprimirá a la otra; el mayor servirá al pequeño” (Gn 25,23). Esaú representa a todos los que están dispuestos a vender su primogenitura por un plato de lentejas, los que menosprecian el cielo y las promesas eternas, y prefieren los placeres y bienes temporales. Estos oprimirán a los elegidos, pero terminarán a sus pies. La reina Ester es figura de la Virgen María; aquella intercede por su pueblo ante el rey Asuero representando a Dios Padre, anticipándonos el gran poder de intercesión que tendrá la Santísima Madre de Dios. Según San Ireneo, Ananías, Azarías y Misael en las llamas por no haber adorado la estatua de sesenta codos de alto que ordenó construir Nabucodonosor II, es figura de la prueba de fuego que afrontaremos en los días del Anticristo, cuando nos neguemos a adorarle. De modo que muchas historias bíblicas son a la vez profecías. David es figura de Jesucristo, quien vence de un solo golpe de piedra a Goliat, quien representa a todos los enemigos de Dios; sus detalles están totalmente relacionados con lo escrito en dos profecías por Daniel siglos más tarde (Dn 2,31-45 y Dn 7,2-14). David hace en figura lo que hará el Mesías, por lo que su victoria nos anticipa cómo vencerá Cristo a todos sus enemigos: un único golpe de piedra lanzado por su honda, como la piedra que baja del monte y derriba de un solo impacto a la estatua de cuatro metales (oro, plata, bronce y hierro) del sueño de Nabucodonosor II, metales que representan y están relacionados con los cuatro reinos que se hicieron enemigos de Dios, mismos representados por las cuatro bestias que subían del mar según la visión de Daniel (león, oso, leopardo y una cuarta espantosa y terrible). Los reinos representados por tal sueño y tal visión son: Babilonia, Persia, Grecia y el Imperio Romano, es decir, los poderosos imperios del pasado, constituyéndose estas ternas: Babilonia-oro-león, Persia-plata-oso, Grecia-bronce-leopardo y Roma-hierro-bestia (Imperio Romano). Como todo en la Biblia se da en figura y luego en plenitud, llegada la “plenitud de los tiempos” estos representan los poderes mundiales actuales: China, Rusia, Estados Unidos y Europa (Libro de la Verdad - LdV, mensaje 924, del 24 de septiembre de 2013). Nótese que doy a este aspecto una importancia mayúscula. Se trata de un patrón profético en el que todo sucede dos veces; lo primero anuncia lo segundo y le sirve de ejemplo de cómo será. Y le dedico mucho espacio y citas bíblicas, pues esto es el fundamento para todo lo que se concluye en este texto. Gracias a este patrón de doble ocurrencia, sabemos que Jr 29,10: “Pues así dice Yahveh: «Al filo de cumplírsele a Babilonia setenta años, yo os visitaré»” se refiere tanto al fin del cautiverio babilónico en el siglo VI a.C. como al final del período de apostasía en Europa que es la Babilonia de nuestros tiempos; que Dn 9,25: “desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén…” se refiere tanto al decreto de Artajerjes como al decreto de Guadalupe; y que Mt24,34: ”no pasará esta generación hasta que todo esto suceda” se refiere tanto a la generación de Jesús que vivió la destrucción de Jerusalén como a la de la parábola de la higuera (nuestra generación) que vivirá la gran tribulación. Estas tres citas bíblicas anteriores están estrechamente relacionadas entre sí, y son la base profética del plan de Salvación y Redención, junto con Gn 3,15, Is 7,14 y Ap 12,1-17. La relación entre Jr 25,11-12, Jr 29,10-14 y Dn 9,24-25 se muestra claramente al inicio del mismo capítulo 9 de Daniel: “yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras sobre el número de años que, según la palabra de Yahveh dirigida al profeta Jeremías, debían pasar sobre las ruinas de Jerusalén, a saber, setenta años” (Dn 9,2). Daniel quiere entender esta profecía de Jeremías, y para lograrlo vuelve su “rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y súplicas, en ayuno, sayal y ceniza” (Dn 9,3). En respuesta el Arcángel Gabriel le da una de las más importantes revelaciones del antiguo testamento: “Desde el comienzo de tu súplica, una palabra se emitió y yo he venido a revelártela”. Pasé mucho tiempo intentando entender la relación entre estas profecías. ¿Por qué dice Jeremías que Dios hará beber la copa de vino de su furia a “todos los reinos que hay 5


sobre la haz de la Tierra” (Jr 25,26)? ¿Por qué parece que Daniel recibe una respuesta no asociada a su pregunta? Seguí el método de oración y ayuno de Daniel y el cielo salió en mi ayuda: la relación entre el cautiverio de 70 años de Jeremías y las 70 semanas de Daniel está en Lv 25,8 y Lv 26,18: 70 años de Jeremías x 7 veces incrementado el castigo = 70 semanas de años de Daniel. Lv 25,8 define “semana de años” y Lv 26,18 dice que el castigo se septuplica si el pueblo no se enmienda. El primer cautiverio (físico) en la antigua Babilonia, en el siglo VI a.C., debido a la idolatría de los judíos en tiempo de los reyes Joaquim, Jeconías y Sedecías; el segundo (espiritual) en la actual Babilonia, posiblemente iniciado por la apostasía que parte del cisma protestante de Martín Lutero en el siglo XVI d.C. La profecía de Jeremías sobre los 70 años de cautiverio (Jr 25,11-12; Jr 29,10) se cumple dos veces. La primera son exactamente 70 años en la Babilonia antigua. Como el pueblo no aprendió la lección, el castigo se multiplica por 7, de lo que resultan 490 años o 70 semanas de años. De modo que Daniel pide entendimiento sobre la profecía de 70 años de Jeremías, y recibe una explicación con base a 70 semanas de años. Por eso la profecía de Jeremías, que habla sobre los antiguos caldeos, también dice que es “tocante a la generalidad de las naciones” (Jr 25,13) y haciendo claras referencias al final de los tiempos. Así se comprende también su similitud con el Apocalipsis en cuanto a símbolos como las copas, y a sucesos, como por ejemplo cuando dice: “Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste” (Jr 29,18), mismos caballos rojo, negro y amarillo-verdoso de Apocalipsis 6 a los que “Se les dio poder sobre la cuarta parte de la Tierra, para matar con la espada, con el hambre, con la peste” (Ap 6,8). Acá nos referimos a años proféticos, de 360 días cada uno.

Ilustración 2 – La Ley representa sólo “la sombra de los bienes futuros” (Hb 10,1)

Comparto una importantísima ocurrencia adicional que demuestra que este patrón es fijado por Dios y muy a propósito. En la Carta a los Hebreos leemos: “No conteniendo, en efecto, la Ley más que la sombra de los bienes futuros, no la realidad de las cosas…” (Hb 10,1). Por esto se puede entender hoy que las fiestas de la Ley mosaica no eran sino una sombra o figura de lo que llevaría a cabo Jesús en su propia persona; todas se han ido ejecutando en plenitud por Cristo y en Cristo como protagonista (Ilustración 2). Esto es muy importante comprenderlo para entender bien tanto los tres sucesos principales de la Primera Venida, como los que van a ocurrir en la Segunda. En la víspera de la fiesta de Pascua (14 de Nisán), mientras los sacerdotes de Jerusalén mataban el cordero del sacrificio, el verdadero Cordero del Sacrificio era ejecutado en el mismo día y hora en el Calvario. En la fiesta de los Ázimos (15 de Nisán) en horas de la mañana se presentaban las primicias de cebada, el primer día de la semana. Cristo 6


es justamente la ofrenda presentada como Primicia a Dios Padre, y como prueba nos quedó lo dicho por Jesús a María Magdalena ese día domingo en la madrugada: “No me toques, que todavía no he subido al Padre” (Jn 20,17). Hasta el día y hora en que el sacerdote judío no había presentado las primicias, Jesús no deja que le toquen; luego sí lo permite a sus discípulos a quienes se aparece resucitado (Jn 20,26-28). En la fiesta de Pentecostés (7 de Siván) Jesús envió el Espíritu Santo, el mismo día y hora en que en el templo de Jerusalén el sacerdote hacía la ofrenda de las primicias de trigo (en horas de la mañana, al igual que en la fiesta de los Ázimos). Estos tres fueron los principales sucesos de la primera venida, todos coincidiendo en día y hora con las tres fiestas mosaicas de la primavera boreal. Siguiendo este mismo patrón profético se puede deducir que los hechos de la Segunda Venida seguramente estarán enmarcados en las fiestas mosaicas de otoño (Trompetas, Expiación y Tabernáculos), que suceden todas en el mes de Tishri, y que culminan con la más importante de todas las fiestas, que es la Fiesta de Tabernáculos o de las Tiendas. En la Biblia hay pasajes que confirman esta hipótesis. Al acercarse esta fiesta le increpan a Jesús por qué no sube con ellos; Él responde: “Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque aún no se ha cumplido mi tiempo” (Jn 7,8). Sin embargo sí sube luego, y se presenta de improviso hacia mitad de la semana: “Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar” (Jn 7,14). No se sabe el día ni la hora de la Segunda Venida, así dice el Evangelio. Pero eso no significa que no se pueda saber el mes y la semana. Seguramente vendrá en el mes de Tishri y en la semana de Tabernáculos, y dentro de esa semana llegaría de incógnito como lo hizo en Jn 7,14. El año tampoco se sabe, aunque sí podemos saber un rango gracias a la parábola de la higuera, como luego explicaré. Dice el Padre Leonardo Castellani: “La Segunda Venida es imprevisible y es previsible a la vez” (se hace inminente a medida que se aproxima). La parábola del trigo y la cizaña (Mt 13,24-43) se cumple en la siega final: “Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura” (Ap 14,15). En la fiesta de Tabernáculos se hacía la ofrenda de la cosecha recogida en otoño; es lo que ejecutan los Ángeles en el Apocalipsis, siendo la ofrenda “los de Cristo” (1 Co 15,23). Tabernáculos representa el fin del caminar por el desierto donde se vivió en tiendas (representando nuestro cuerpo mortal) y el ingreso a la Tierra Prometida (Nueva Jerusalén) donde viviremos en casas definitivas (nuevo cuerpo glorioso e inmortal). Por eso esta fiesta se celebrará por siempre (Lv 23,39-43; Za 14,9-19), simbolizando la Redención, y el hecho de que Dios morará en nosotros. 6. Mt 24,21: “Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla”. Así como la pasión y muerte de Jesús precedieron su resurrección, el triunfo final con su Segunda Venida será precedido por una gran tribulación (Lc 17,22-25; CIC numerales 675, 676 y 677). Será mayor al diluvio, y de hecho aquél fue figura de la tribulación por venir: “Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mt 24,38-39). Otra vez la gente no creerá hasta que sea tarde. San Pedro predice que se burlarán de los apóstoles de los últimos tiempos por anunciar estas cosas (2 P 3,3-7). 7. Lc 21,28: “Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación”. Se refiere Jesús a la gran tribulación que precede a su Segunda Venida. Hay acá una contradicción aparente: ¿Cómo podemos cobrar ánimo si se acerca una tribulación cual no la hubo antes ni la habrá después? ¿Cómo se puede comprender la espera alegre de la prometida enamorada que anhela la llegada del Esposo en los momentos más difíciles de la historia de la humanidad? Sobre esto comentaré en la sección: “Consideración Final”. 7


8. 2 P 1,19: “Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacéis bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana”. Dios nos dio las profecías para que las conozcamos, entendamos y meditemos, con lo cual “velamos” esperando la venida de Nuestro Señor. No hacerlo es caer en insensatez y ser imprudentes como las cinco vírgenes que se quedaron sin aceite en sus lámparas (Mt 25,1-13). Este mensaje divino de que debemos estudiar y conocer las profecías es tan importante que aparece muchas veces en la Biblia. Dice el apóstol San Pablo: “No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías” (1 Ts 5,19-20). Jesucristo mismo reclama con fuerza a los jefes de los judíos, capaces de predecir el clima pero que no se preocuparon por entender las profecías que anunciaban la Primera Venida del Mesías: “Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla del sur decís que viene bochorno y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?” (Lc 12,54-56). También Ap 19,10: “El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” y Ap 22,7: “Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro”. Conocer las profecías es por lo tanto necesario, indispensable. “Perece mi pueblo por falta de conocimiento” (Os 4,6). 9. Pr 3,19: “Consolidó los cielos con inteligencia”. Sal 19,2-5: “Los cielos pregonan la gloria de Dios, el firmamento anuncia las obras de sus manos; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia. No es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; mas por toda la Tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo”. Las estrellas son creación de Dios y fueron por Él dispuestas para varios fines. Según la Biblia Dios le puso nombre (y por tanto significado) a cada una. Hombres de todos los tiempos han entendido las estrellas y constelaciones que por milenios han guiado a viajeros, navegantes y agricultores. Pero pocos han sabido, como los Reyes Magos, que los planetas, estrellas y constelaciones, mencionados en la Biblia, forman parte de los designios divinos, y son usadas por Dios para fijar tiempos y anunciar profecías. Su relación con la astrología y los horóscopos es obra del maligno. De modo que el plan salvífico de Dios está escrito tanto en el cielo como en la Biblia. Las dos Venidas de nuestro Señor Jesucristo, como Redentor Misericordioso y como Justo Juez, fueron marcadas y fijadas en los astros visibles y luego anunciadas por los profetas. Una prueba de esto es Mt 2,2: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarle” (pregunta de los Reyes Magos, la cual además nos indica que nadie más se percataba, no era algo evidente lo que ellos veían). La Sabiduría que es conocimiento de Dios y de sus cosas, incluye saber de las estrellas y sus posiciones: “Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres, para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos, el principio, el fin y el medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones, los ciclos del año y la posición de las estrellas” (Sb 7,17-19). Importantes trabajos investigativos sobre los nombres de las estrellas, hechos entre los siglos XIX y XX (Rolleston - 1862, Seiss - 1882, Maunder - 1904 y otros), concluyeron que los nombres de las mismas tienen un significado común en distintas civilizaciones antiguas, y que las figuras de las constelaciones y su orden se mantienen casi invariables desde las primeras culturas. Como resultado de estos hallazgos hoy sabemos que el mensaje que transmiten las estrellas y las constelaciones proviene de hace miles de años, casi desde los orígenes del hombre (posiblemente incluso de antes de haber escritura). Esto corrobora lo que dice la Biblia en el Sal 147,4: “Él cuenta el número de estrellas, y llama a cada una por su nombre” y también en Is 40,26: “Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? Él hace salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su nombre llama”. No solamente puso Dios un nombre a cada estrella (nombre que hizo que llegara a todos los hombres), incluso dice Isaías que las hace 8


salir en cierto orden. Nada que ver con el aparente caos del universo. Dios todo lo dispone perfectamente, con su Poder y Sabiduría infinita (Sb 11,20). El Libro de Henoc, el cual no forma parte de la Biblia, pero sí está referido en la misma en la Epístola de Judas (Judas 1,6; Judas 1,14-15) y también en la Segunda de Pedro (2 P 2,4), nos hace una revelación sorprendente: “Después vi otros relámpagos y estrellas del cielo y vi cómo Él las llamaba por sus nombres y ellas le ponían atención. Y vi cómo ellas eran pesadas en balanzas justas, de acuerdo con su luminosidad, sus dimensiones y el día de su aparición y cómo su movimiento genera relámpagos; y vi su curso de acuerdo con el número de los ángeles y cómo se guardan fidelidad entre ellas” (Henoc 43,1-2). Acá se ve a las estrellas con atributos humanos, como poner atención a Dios y guardarse fidelidad entre ellas. Luego un ángel le explica la visión: “Le pregunté al ángel que iba conmigo y me mostró lo que estaba oculto: «¿Qué es eso?». Me dijo: «El Señor de los espíritus te ha mostrado su parábola; estos son los nombres de los santos que viven sobre la Tierra y creen en el Señor de los espíritus por los siglos de los siglos»” (Henoc 43,3-4). De modo que cuando Isaías nos dice que Dios llama a cada estrella por su nombre y hace salir por orden al ejército celeste, se refiere tanto a los astros visibles en el cielo como a los santos que creen en el Señor. Esto podría implicar que cada santo tiene una estrella en el cielo con su nombre. Podría ser el nombre que Jesús dará a cada vencedor y sólo Él conoce (Ap 2,17). El ejército de santos que luchan por Dios está también representado por el ejército celeste que Dios llama para su victoria, soldados convocados para su triunfo final. Flp 2,15 y Mt 13,43 también confirman esto. Parte del resultado del estudio de la astronomía sagrada es ver cómo el cielo anuncia en constelaciones el plan de Redención. La mitad del cielo anuncia la Primera Venida, con las constelaciones que anuncian el nacimiento del Mesías (Leo que representa a Dios, con su estrella Régulus o Pequeño Rey que representa a Jesucristo, Virgo que representa a la Virgen María, Boyero a San José, la Cruz del Sur que representa la Crucifixión, Acuario que representa al Espíritu Santo que derrama ríos de agua viva en Pentecostés, etc). La otra mitad tiene los actores del Ilustración 3 - La constelación Acuario representa al Espíritu Santo Apocalipsis anunciando la batalla final contra el maligno y cómo se completa la Redención (Ofiuco que representa al Hijo de Dios y éste luchando con la Serpiente antigua o Satanás la cual intenta obtener la Corona Boreal sin lograrlo, Escorpio a quien Ofiuco pisa la cabeza mientras este “acecha su calcañar”, la constelación del Dragón del Apocalipsis que lucha contra la Mujer Vestida de Sol, etc). Para corroborar el hecho de que estrellas y constelaciones salen en un orden puesto por Dios, basta mirar los cielos situándose en Jerusalén, en el transcurso de todo el día 8 de septiembre del año 2 a.C. fecha en la que muy posiblemente nació Jesús según los expertos del tema, lo cual se puede hacer con cualquiera de las aplicaciones estelares que existen hoy, muchas gratuitas. La fecha exacta no está en la Biblia, pero el año sí se puede deducir del evangelio de Lucas: se indica que Jesús tenía 30 años cuando comenzó su vida pública (Lc 3,23), y que esto ocurrió en el año décimo quinto del reinado de Tiberio César (Lc 3,1), quien fue Emperador del Imperio Romano desde el 18 de septiembre del año 14 hasta su muerte en el año 37. 9


Esto confirma que Jesús nació en el año 2 a.C., y a partir de ahí los historiadores llegan al día 8 de septiembre. Es impresionante ver como ese día van saliendo las constelaciones, narrando todo el plan de salvación en 24 horas, incluyendo la Primera Venida de Jesucristo y su Victoria Final (Ilustración 4). Ilustración 4 - Configuración astral del día en que nació Jesús (se destaca la Cruz del Sur) Además, el sol y los planetas muestran lo que vieron los reyes magos ese día. Es sorprendente: durante esa “primera Navidad” el sol avanza siempre con Virgo, es decir, Dios representado por el sol no se separa de María durante todo ese día. Y lo más impresionante de todo: a las 10:33am estando arriba el sol (Dios Padre), aparece debajo de Él, justo sobre la Tierra, la Cruz del Sur, anticipando la Crucifixión. Y por si esto fuera poco, si repetimos esto mismo el día de hoy desde el mismo punto, es decir, situándose nuevamente en Jerusalén con la aplicación estelar pero en nuestros tiempos, resulta que al mediodía el sol está arriba, pero no aparece abajo la Cruz del Sur, pues en estos tiempos no se ve, queda por debajo del horizonte, como indicando que la crucifixión fue una sola vez. Cada quien puede pensar si esto es o no pura casualidad. Yo no creo que lo sea, el poder de Dios y su sabiduría son infinitos; el plan de Redención o “nueva creación”, que es tan importante como la primera creación, no podía quedar a expensas del azar. 10. Importante entender quiénes eran los Reyes Magos, cómo supieron entender en los astros el momento del nacimiento del Mesías, por qué era esto importante, por qué llevaron oro, incienso y mirra, y de dónde sacaron esos costosos regalos para adorar al Niño Dios. La historia profetizada en Is 60,1-6 y narrada en Mt 2,1-12 no es suficiente para entender todo esto. La respuesta está en la misma Biblia, en el Libro de Daniel, quien fue un importante profeta y gran sabio del antiguo testamento, y quien vivió cautivo en Babilonia la mayor parte de su vida. Era brillante, un genio intelectual que conocía la sabiduría de Dios (Dn 1,17). Era diez veces más inteligente y sabio que los magos y los astrólogos del imperio (Dn 1,20). Llegó a ser designado gobernador de la provincia de Babilonia y fue nombrado por el rey como jefe de todos los sabios: “En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas” (Dn 5,11-12).

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Muchos de esos magos y adivinos allí mencionados eran jóvenes judíos cautivos en Babilonia y se quedaron allí por siglos. Estos recibieron la instrucción de Daniel, a quien seguramente respetaron y admiraron por su sabiduría. Además fue Daniel quien les salvó la vida (Dn 2,1-24). Con el tiempo Daniel adquirió mucha más sabiduría y revelación de Dios; seguramente él enseñó a los “magos” todo lo relativo a la Venida del Mesías y a la señal de su nacimiento (y estos a sus descendientes). Alcanzó a ser el Ilustración 55- Conjunciones primera venida (señal Reyes Magos) - A. Yagüe segundo hombre más poderoso de Babilonia, por lo que se enriqueció bastante, y no tuvo descendencia pues era eunuco (Dn 1,3-6). Muy posiblemente de ahí salieron las riquezas que llevaron a Belén, dejando tanto los presentes como todas las instrucciones bien claras. Eso explicaría también el motivo mismo de los dones ofrecidos: “mirra, porque Él era quien debía morir y ser sepultado por la raza humana mortal; oro, porque es el Rey cuyo reino no tiene fin; incienso, porque es Dios que se dio a conocer en Judá, se hizo hombre y «se manifestó a quienes no lo buscaban» (Is 65,1)” (San Ireneo – Contra los herejes). ¡Qué interesante manera de obrar de Dios!, que de Babilonia, reino que tuvo cautivo por 70 años a los israelitas, habría salido el dinero que luego necesitarían José y María para hospedarse por cuatro años en Egipto hasta la muerte de Herodes, quien quería matar al anunciado Rey siendo todavía niño, para impedir el cumplimiento de la profecía. De muchas maneras Dios nos demuestra que es Dios. Así también inspiró a San Pedro a fundar su Santa Iglesia en Roma, en el corazón del imperio que crucificó a su Hijo, demostrando que la victoria del poder de Roma sobre Él fue sólo aparente. 11. Vital entender que los “últimos tiempos” según la nomenclatura bíblica (véase Hb 1,2; 1 P 1,20; 1 Tm 4,1), inician con la Primera Venida de Jesús. El “final de los últimos tiempos” o “final de los tiempos” (Dt 4,30) comienza con las señales dadas por Jesús en Mt 24, Mc 13 y Lc 21, asociadas por Él mismo a los “brotes de la higuera” (Mt 24,32; Mc 13,28 y Lc 21,29-30), y terminan con la Segunda Venida o Parusía (llamada “Venida Intermedia” por San Bernardo de Claraval, pues no se trata de la Ilustración 66- Conjunciones primera venida Última Venida para el Juicio Final). Nótese que A. Yagüe “últimos tiempos” se dice en plural; son todos los tiempos de la historia que tienen en común la presencia de la muerte. Con su segundo advenimiento glorioso se terminan de golpe los cuatro primeros reinos del sueño de Nabucodonosor II y se instaura el quinto que es el Reino de Cristo (Dn 2,31-45), mismo predicho en el Apocalipsis, que durará mil años, y no será sucedido ni vencido por ningún otro (Ap 20,1-4). 11


En este Quinto Reino también llamado el Milenio, la muerte ya no está presente, pues fue vencida por Jesucristo como el último de sus enemigos (1 Co 15,26; Ap 21,4). Este Reino de Jesús en la Tierra está anunciado en numerosas profecías (por ejemplo: Is 11,4-12; Is 60,13-22; Is 65,17-25; Za 14,9-16; Mt 25,34; Hb 4,1-11; Ap 21,1-7). Es vital no confundir “final de los últimos tiempos” con “fin del mundo” (esto último dicho en singular) pues están separados por al menos mil años (Ap 20,5-7). En la Biblia el “final de los tiempos” se refiere al final de una era, para dar inicio a otra. Se ve por lo tanto que se quiere hacer énfasis en la división entre el antes y el después, entre nuestra dura realidad presente en destierro y cautiverio, y otra futura que será mucho mejor. En este texto yo no hablo del fin del mundo, ni de la Última Venida de Jesús para juzgar a vivos y muertos en el Juicio Final. El milenarismo material (quiliasmo) está condenado como herejía; este plantea un reinado de Cristo en la Tierra por mil años, en medio de los hombres, llevando una vida basada en fiestas: un reino carnal. Está también el milenarismo mitigado sobre el cual la Sagrada Congregación del Santo Oficio emitió un decreto de carácter disciplinar firmado por Pío XII, con fecha 21 de julio de 1944, en el que dictaminó lo siguiente: "No puede enseñarse con seguridad que Cristo vendrá a reinar visiblemente en la Tierra". Lo que no está condenado por la Iglesia, y más bien apoyado por numerosos teólogos y santos, es el milenarismo espiritual, según el cual el reinado de Cristo será mediante una presencia espiritual de poder y gracia (Reinado Eucarístico) donde se hará su “voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mt 6,10). 12. Ap 16,2-3: “El primero vertió sobre la Tierra su copa, y sobrevino una úlcera maligna y perniciosa a los hombres que tenían la marca de la bestia y a los que habían adorado su imagen. El segundo vertió su copa en el mar, que se convirtió en sangre como de muerto, y todos los seres vivos del mar murieron”. San Agustín y Santo Tomás de Aquino dejaron una regla de oro para la interpretación de las escrituras en general, y es que todo lo que en ellas se puede entender en sentido literal, debe ser así comprendido. En relación a esto nos explica el Padre Castellani que literal no se contrapone a simbólico. Debe primero verse si cabe la interpretación literal cruda; la “úlcera maligna y perniciosa” (Ap 16,2) es justamente eso, una enfermedad que produce terribles úlceras. Si no puede ser literal crudo por imposible, será literal simbólico; “el mar que se convirtió en sangre” (Ap 8,8; Ap 16,3) y se envenena no puede ser literal crudo: es el envenenamiento y ensangrentamiento de las relaciones internacionales. Es lo que el Papa Pío XII llamó la primacía del sentido literal, en su encíclica Divino Afflante Spiritu, guía de exégesis crucial en libros cargados de simbolismo como el Apocalipsis. Otros ejemplos de profecías basadas en el sentido literal crudo en el Apocalipsis son las siguientes: reino de mil años de Cristo (Ap 20,4; Ap 20,6); un violento terremoto (Ap 6,12); el poder de cerrar el cielo para que no llueva (Ap 11,6); la exterminación de la tercera parte de los hombres (Ap 9,15; Ap 9,18); y la tropa de 200.000.000 de hombres (Ap 9,16). Todo esto se debe interpretar como literal crudo, por tratarse de cosas posibles en este sentido. Otros ejemplos de sentido literal simbólico en el mismo libro profético, son la bestia negra con siete cabezas y diez cuernos, que representa la masonería como se lo explicó la Santísima Virgen al Padre Gobbi (Ap 13,1); estrellas que caen sobre la tierra, que representa apostasía (Ap 9,1; Ap 12,4); y el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas causan daño, lo cual representa armamento militar terrestre con misiles (Ap 9,19). Sobre la bestia negra, la Virgen explicó que las siete cabezas representan las siete principales logias masónicas del mundo, y los diez cuernos representan los poderosos medios de comunicación que pertenecen a la masonería.

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3. Profecías centrales Finalizado el contexto o preámbulo doy paso a las profecías que son la base de este estudio y sus conclusiones: 1. Gn 3,15: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. Esto está asociado al Triunfo del Inmaculado Corazón de María y a completar la Redención por parte de Jesucristo. 2. Lv 26,18: “Si ni aun con esto me obedecéis, volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados”. Como veremos, el cálculo del primer brote se basa en la septuplicación del castigo. 3. Is 7,14: “Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: he aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”. Como se explicará más adelante, esta señal fijará dos momentos proféticos cruciales, anunciando las dos Vendas de Jesucristo. 4. Jr 29,10: “Pues así dice Yahveh: «Al filo de cumplírsele a Babilonia setenta años, yo os visitaré»”. Junto con Jr 25,11-12, estas profecías fijan el primer castigo de 70 años, el exilio en Babilonia. 5. Ez 4,3-6 “Es una señal para la casa de Israel. Acuéstate del lado izquierdo y pon sobre ti la culpa de la casa de Israel. Todo el tiempo que estés acostado así, llevarás su culpa. Yo te he impuesto los años de su culpa en una duración de trescientos noventa días, durante los cuales cargarás con la culpa de la casa de Israel. Cuando hayas terminado estos últimos, te acostarás otra vez del lado derecho, y llevarás la culpa de la casa de Judá durante cuarenta días. Yo te he impuesto un día por año”. Esta vital profecía permite determinar la fecha del primer brote de la higuera. 6. Dn 2,38-44: “Tú eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará la Tierra entera. Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y machaca: como el hierro que aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros. (…) En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y este reino no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá eternamente”. Este último es el Quinto Reino, título de este texto, también conocido como el Milenio, o Glorioso Reino de Cristo en la tierra. 7. Dn 8,14: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas: después será reivindicado el santuario”. Esta profecía permite llegar a la fecha del segundo brote de la higuera, como luego se explicará. 8. Dn 9,24-27: “Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa para poner fin a la rebeldía, para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y profecía, para ungir el santo de los santos. «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén hasta un Príncipe Mesías [Cristo], siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos, pero en la angustia de los tiempos. Y después de las sesenta y dos semanas un Mesías [Cristo] será suprimido, no habiendo falta alguna en él. Destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá [Anticristo]. Su fin será en un cataclismo y, hasta el final, la guerra y los desastres decretados. Él concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación [la Santa Misa], y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación, hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador [Anticristo]»”. Esta importante profecía da el plazo para cumplir y completar la Redención, enunciada en seis aspectos. De ella se deduce el tiempo de las dos Venidas de Jesucristo, según el patrón de doble cumplimiento profético explicado en este estudio bíblico. 9. Dn 12,6-12: “Uno de ellos dijo al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: «¿Cuándo será el cumplimiento de estas maravillas?» Yo oí al hombre vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, jurar, levantando al cielo la mano derecha y la izquierda, por Aquél que vive eternamente: «Un tiempo, tiempos y medio tiempo, y todas estas cosas se cumplirán cuando 13


termine el quebrantamiento de la fuerza del Pueblo Santo». Yo oí, pero no comprendí. Luego dije: «Señor mío, ¿cuál será la última de estas cosas?» Dijo: «Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el final de los tiempos. Muchos serán lavados, blanqueados y purgados [el Gran Aviso], los impíos seguirán haciendo el mal; ningún impío comprenderá nada, sólo los doctos comprenderán. Contando desde el momento en que sea abolido el sacrificio perpetuo e instalada la abominación de la desolación, mil doscientos noventa días. Dichoso aquel que sepa esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días.»” 10. Mt 24. Énfasis en Mt 24,15: “Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo -el que lea, que entienda-, entonces...” La abominación profetizada por Daniel es por lo tanto un crucial desencadenante de sucesos. 11. Mc 13, Lc 17,20-36, Lc 18,8 y Lc 21, que junto con Mt 24 conforman los discursos escatológicos de Jesús, donde narra los sucesos que anteceden a su Segunda Venida. 12. Ap 12,1: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Esta importantísima profecía, junto con Gn 3,15, Is 7,14 y Dn 9,24-27, forman la columna vertebral de profecías bíblicas sobre el plan salvífico de Dios, como se puede ver en la sección “Resumen y conclusión”. A continuación, otras importantísimas citas bíblicas que complementan las profecías centrales: Gn 25,23; Dt 4,27-30; Dt 7,19; Lv 25 y 26; Sal 98,7-9; Is 2; Is 5; Is 11; Is 13; Is 14; Is 24; Is 19,4-6; Is 24; Is 41; Is 60; Is 61; Is 65; Is 66,8; Ba 4; Ez 26,3-18; Ez 27,34; Ez 36; Ez 37; Ez 38; Ez 39; Jl 2; Jl 3; Jl 4; Am 5,7-8; Am 8,9; Am 9,1-6; Jr 1; Jr 4; Jr 25,8-38; Jr 29,10-19; Jr 51,24-43; Dn 7; Dn 8; Dn 10,21; Os 6,1-2; Na 1,4-6; Ha 3,6-10; So 2,3-10; Ag 2,6-7; Za 4; Za 5; Za 9,3-4; Za 11,15-17; Za 12; Za 13; Za 14; Ml 3; Mt 17,11; Lc 18,8; Lc 19,43-44; Jn 5,43; Jn 10,1-19; Jn 14,2; Rm 11; 1 Co 2,9; 1 Co 4,5; 1 Co 10,11; 1 Co 13,12; 1 Co 14,25; 1 Co 15,20-26; 1 Co 15,51-58; 2 Ts 2,1-12; Ap 3; Ap 6; Ap 9; Ap 10; Ap 11; Ap 13; Ap 14; Ap 15; Ap 16; Ap 17; Ap 18; Ap 19; Ap 20; Ap 21.

4. Momentos clave Cuatro son los momentos clave a ocurrir: Aviso, Milagro, Abominación, y Restauración. Pero antes de pasar a describir esos cuatro momentos, voy a destacar un importante acontecimiento previo en el cielo, algo que pocos percibieron y constituye el anuncio de todo lo que se viene a continuación. Se trata de la “señal de la Mujer”, uno de los hitos más importante del Apocalipsis, marcando el inicio de hechos cruciales de ese libro profético: “Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto” (Ap 12,1-2). Acá se cumple otra vez la profecía de Is 7,14: “… el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una virgen está encinta y va a dar a luz…”. La primera vez que se cumplió esta profecía fue en Belén, con la Virgen María encinta y a punto de dar a luz. La segunda vez se da cuando aparece esta señal en los cielos: Virgo (la Virgen María representada en la constelación Virgo) encinta a punto de dar a luz a Júpiter (representando a Jesús), señal que además fue impresa en el manto de Guadalupe, como veremos. Esta señal es muy importante, y fue precedida por ocho conjunciones, como las que indicaron a los Reyes Magos que debían partir hacia Judea pues estaba próximo el nacimiento del Mesías (Ilustración 10 – Ilustración 12). Estas ocho conjunciones que se dan con tres astros y dos constelaciones como protagonistas: Júpiter (Jesucristo) y Venus (su Madre) con la estrella Régulus (Pequeño Rey) la cual pertenece a la constelación de Leo (Dios Padre), siendo la última de las ocho conjunciones en Virgo (la Virgen). 14


Esta “señal de la Mujer” fue milagrosamente impresa en la tilma de San Juan Diego, el 22 de diciembre de 1531 (calendario gregoriano) o bien el 12 de diciembre de 1531 (calendario juliano, que era el que se usaba en ese momento en todo el mundo). El 22 de diciembre de 1981 el padre Mario Rojas descubre en el Observatorio Laplace, en colaboración con el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional de México, que las estrellas del manto corresponden a la disposición estelar del solsticio de invierno del día 12 de diciembre de 1531 a las 10:26 am, hora a la que se imprimió la imagen (Ilustración 7).

Ilustración 7 - Descubrimiento estrellas reales en manto Guadalupe

Al superponer esa imagen sobre el mapa estelar de aquel día y hora, queda en el vientre de la virgen la estrella Régulus, justo sobre la única flor Nahui-Ollin del manto, flor de cuatro pétalos que para los aztecas representaba la presencia de la divinidad. En la cabeza de la virgen coincide la constelación Corona Boreal, como coronando la Virgen, confirmándose con esto que esa imagen se corresponde con la mujer del Apocalipsis. Al comprobarse científicamente que la imagen de Guadalupe no pudo ser hecha por manos humanas, que las estrellas de su manto coinciden exactamente con la distribución estelar de aquel día, y que todas las características se corresponden con la mujer del Apocalipsis capítulo 12, se nos da la información que faltaba en las profecías de Isaías, Daniel y Juan evangelista. Una prueba adicional tenemos por el hecho de que son justamente 46 estrellas en el manto, y esto quizá en relación con lo que se lee en Jn 2,19-20: “Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré». Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»”. También son 46 los libros del antiguo testamento. Es decir que el cielo nos dio la pieza de rompecabezas que faltaba para completar Gn 3,15, Is 7,14, Dn 9,24-27 y Ap 12,1-17, así como otras asociadas a las venidas de Jesús, como las del profeta Jeremías (Jr 25,11-12; Jr 29,10). Y así podemos saber cuándo se da inicio a todo lo que está indicado en el Apocalipsis como sucesos que anteceden a la Segunda Venida de Cristo. La señal de la Mujer-Virgen-Madre de Isaías 7,14 es María encinta en Nazaret, y es también la Mujer del Apocalipsis 12,1-2: encinta, vestida de sol, con una corona de estrellas, y con la luna a los pies de la imagen de la Virgen de Guadalupe, según la configuración estelar de la tilma milagrosamente grabada sin intervención humana. Esta señal de la Mujer, impresa en el manto de San Juan Diego como Nuestra Señora de Guadalupe, ocurrió astronómicamente en el cielo en 2017, año del centenario de las apariciones en Fátima, como se explica a continuación.

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La “señal de la Mujer” ocurrió en el cielo el sábado 23 de septiembre de 2017. Sucedió como sigue. El día 20 de noviembre de 2016, día de la Solemnidad de Cristo Rey y día en que finalizó el Jubileo de la Misericordia, Júpiter entró en el vientre de Virgo, y pasó allí 42 semanas (en situaciones normales la gestación humana toma de 37 a 42 semanas). Luego de Ilustración 8 - Mujer vestida de sol con la luna a sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza esto se produjo el parto, que pudiera ser el expuesto en Ap 12,2-5, el cual se completó el 23 de septiembre de 2017, día en se dio en el cielo la “señal de la Mujer” del Apocalipsis, y ésta “vestida de sol”, pues el sol acompañó a Virgo durante todo el día, como en el día en que nació Jesús. Y esto teniendo también la luna a sus pies y una corona de 12 estrellas sobre su cabeza, que son las nueve estrellas de la constelación de Leo, más los siguientes tres planetas: Mercurio, Marte y Venus (Ilustración 8). Nótese que se han mencionado dos presuntas coronas para completar la “señal de la Mujer”. La primera que se expuso como posible es la constelación Corona Boreal, de doce estrellas. La segunda consistiría en una configuración conformada por las nueve estrellas de la constelación Leo más tres planetas. Independientemente de cuál sea la verdadera corona celestial anunciada, lo que sí es un hecho es que lo anticipado como imagen de Guadalupe, se produjo en el cielo el 23 de septiembre de 2017, cumpliéndose así Ap 12,1-2. El inicio de batalla final, anticipada en Gn 3,15 y predicha en Ap 12, comenzó en 1917, año de las apariciones de Fátima y de la revolución bolchevique, la cual marca el inicio del reinado del gran Dragón rojo (ateísmo marxista). El año 2017 fue muy singular, no sólo por el centenario de las apariciones de Fátima y por el inicio del comunismo. También correspondió al tricentenario de la creación de la primera gran logia masónica mundial (Gran Logia Unida de Inglaterra), y a los 500 años de las 95 tesis de Lutero clavadas sobre las puertas de la iglesia del Palacio Wittenberg. 2017 también coincidió con el año hebreo 5777, muy esperado y lleno de significado para el pueblo judío, relacionado con su espera mesiánica, con su añorada construcción del Tercer Templo, y con el reinicio de los ritos sagrados inmolando una vaca roja, sin manchas y que no haya llevado yugo (Nm 19,2-9), la cual ya ha sido identificada y seleccionada. Por eso los preparativos para la construcción de ese nuevo deseado templo, los nuevos objetos sagrados ya elaborados, y el nombramiento de nuevo sumo sacerdote. A continuación el detalle de los cuatro momentos clave: Aviso, Milagro, Abominación y Restauración, presentados con fechas hipotéticas.

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I. Aviso. El Aviso fue anunciado por la Virgen María a Conchita en Garabandal. En la Biblia hay muchas referencias sobre este milagro, producto del infinito amor que Jesús nos tiene (Is 2,5-22; Dn 12,10; Jl 3,4-5; Za 12,8-14; Lc 21,25-26; Lc 23,27-30; Mt 24,30; 1 Co 4,5; 1 Co 13,12; 1 Co 14,25; Ap 1,7; Ap 3,2-3; Ap 6,12-17; Ap 9,1-6). Destaco acá una de ellas, del Apóstol San Pablo: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda” (1 Co 4,5). Veremos el estado de nuestra alma frente a Dios, a modo de juicio particular, pero sin condenarnos. Este Aviso o iluminación de las conciencias fue resumido por Jesús con estas palabras a Sta. Faustina Kowalska: “Antes de venir como Justo Juez, vendré como Rey de Misericordia”; Jesús le dio la Devoción a la Divina Ilustración 9 - Devoción Divina Misericordia Misericordia, con un rayo rojo y otro blanco saliendo del Corazón de Jesús (que representan los Sacramentos que Jesús da al mundo, brotando de su sagrado costado abierto por la lanza) y la inscripción: “Jesús, en Ti confío” (Ilustración 9). Antes del Aviso “aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la Tierra”(Mt 24,30), como también lo narró Santa Faustina (Diario, 83). La Virgen María reveló que será precedido por el choque de dos astros en el cielo y por una gran invasión comunista, como se puede leer el Diario de Conchita. Y Jesús nos dio el tiempo histórico de su ocurrencia, fijándolo en la época del aborto y la contracepción: “Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos!” (Lc 23,29-30). Este patrón de arrepentimiento se repite en Is 2,5-22 y Ap 6,12-17. La fecha que doy como hipótesis para el Aviso es el 15 de diciembre de 2021, basándome en la profecía de Daniel: “Setenta semanas están fijadas sobre tu pueblo y tu ciudad santa…“ (Dn 9,24). El plazo dado es 70 semanas de años (Lv 25,8), que son 490 años proféticos. El punto de partida lo da en Dn 9,25: “Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén [decreto de Artajerjes], hasta un Príncipe Mesías [Jesucristo]…” Así como la profecía de Is 7,14 indica la señal que se producirá dos veces (anunciando Primera y Segunda Venida), del mismo modo la profecía de Dn 9,24-27 establece dos momentos dando información sobre las dos Venidas de Jesús. La Primera Venida se calcula desde el decreto de Artajerjes, momento en que ese rey persa emitió el decreto para la reconstrucción de Jerusalén, el 14 de marzo del año 445 a.C., la cual todavía estaba en ruinas (Ne 2,1-8). Transcurren 173.880 días hasta el domingo 6 de abril del año 32 d.C., día en que Jesús entra en Jerusalén sobre un asno, en la semana de su ejecución. Ese día se cumple la profecía de Zacarías: “He aquí que viene a ti tu Rey: justo Él y victorioso, humilde y montado en un asno” (Za 9,9). Entrando a Jerusalén es proclamado como Príncipe “Hijo de David” (Mt 21,9) y como el Mesías “que viene en nombre del Señor” (Jn 12,13), cumpliéndose Dn 9,25 (“ …hasta un Príncipe Mesías”). A partir de ese decreto se reconstruye la Jerusalén terrenal y su Santuario, lo cual toma 49 años (primeras 7 semanas de años de la profecía), y luego desde ahí los restantes 434 años hasta la muerte de Jesús (siguientes 62 semanas). 17


Son 49 años + 434 años = 483 años, y estos de 360 días por tratarse de años proféticos, para un total de 173.880 días cumpliéndose la profecía con total precisión. Era tan clara la profecía de Daniel con respecto al tiempo de la Primera Venida del Mesías, que los judíos tuvieron que condenar lo siguiente en el Talmud: “Maldito sea el que calcule los años de Daniel”, pues de hacerlo caerían en cuenta que el Mesías ya vino, y por tanto tendrían que aceptar que no lo recibieron y que lo mataron (deicidio). Talmud es el libro que complementa el Tanaj (Biblia hebrea). Para determinar el momento de la Segunda Venida se requería otra fecha, otra “orden de volver a construir Jerusalén”. Como todo sucede primero en figura y luego en plenitud, la segunda orden debería referirse a la orden de reconstruir la Nueva Jerusalén, donde habitará en plenitud en la Tierra el pueblo de Dios en el Milenio (Quinto Reino), según Ap 21,2: “Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo”. María es figura de Jerusalén, como se lee en el Cantar de los Cantares: “Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá, encantadora, como Jerusalén, imponente como batallones” (Ct 6,4), y también es figura de la Iglesia, como se puede observar desde la teología temprana de San Ireneo, quien explica que con el Magnificat María profetiza por la Iglesia. Como del cielo llegó la orden de construir el templo de Guadalupe, podría tratarse de la fecha que faltaba para completar la profecía. Con una calculadora de fechas llegamos a cuando terminan las 70 semanas: partiendo del 12 de diciembre de 1531 (calendario juliano), día de la impresión del manto de Guadalupe, se llega al 15 de diciembre de 2021 (calendario gregoriano). Ese día se cumplen 490 años proféticos de 360 días. Son 176.400 días desde la orden de reconstrucción de la nueva Jerusalén, dada a través de San Juan Diego al Obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, como orden de hacer el templo de Guadalupe. Planteo esta hipótesis con base en la Biblia donde se revela que con el Aviso se reconocerá a Jesús como Hijo de Dios (Príncipe) y Cristo (Mesías), día en que “postrado rostro en tierra” cada hombre confesará a Jesús como Dios, luego de que queden al descubierto “los secretos de su corazón” (1 Co 14,25). De este modo se cumpliría dos veces la profecía de Daniel: “…hasta un Príncipe Mesías” (Dn 9,25); la primera vez con el primer Domingo de Ramos (69 semanas o 483 años proféticos), y la segunda con el Aviso (70 semanas o 490 años proféticos). II. Milagro. La Virgen María indicó que el Milagro ocurrirá dentro de un año a partir del Aviso (es decir, doce meses o menos), y añadió que será un día jueves, entre los días 8 y 16, de marzo, abril o mayo, coincidiendo con la fiesta de un joven mártir de la Eucaristía y con un hecho venturoso para la Iglesia. Partiendo de la fecha hipotética del Aviso antes dada, y con base a las premisas profetizadas, una posible fecha del Milagro sería el 12 de mayo de 2022, festividad de San Pancracio, mártir asesinado con sólo 14 años de edad en la ciudad de Roma, en el año 304 d.C. Fue en San Sebastián de Garabandal, España, donde la Virgen María se apareció entre 1961 y 1965 a cuatro niñas: Conchita, Mari Loli y Jacinta de 12 años, y Mari Cruz de 10. Allá hizo importantes revelaciones sobre el Aviso, el Milagro y el Castigo. No se sabe exactamente en qué consiste el Milagro, pues Conchita, que lo conoce, dijo que no se le permite revelarlo. Pero dijo que todos lo verán, que podrá ser filmado y fotografiado, y que en los pinos de Garabandal quedará una señal permanente, que podrá ser vista, fotografiada y televisada, pero no tocada. También dijo que serán sanados todos los que ese día acudan al pueblo, que habrá conversiones masivas, y que ocurrirán cosas asombrosas, algunas ya profetizadas sobre varias personas (resurrección, regeneración de ojos, incorrupción). “El Milagro viene para convertir al mundo entero”, según reveló Conchita, y que tanto el Milagro como el Aviso ocurrirán en momentos muy difíciles para la humanidad. 18


Incluso el Milagro tendrá un gran impacto en la predicha conversión de Rusia, según reveló Nuestro Señor a Conchita en una locución el 20 de julio de 1963, mensaje que reforzó en una entrevista en octubre de 1968: “Rusia se convertirá como consecuencia del Milagro”. Según lo revelado en Garabandal, el punto de partida será la visita de un Papa a Rusia. El orden de los eventos sería como sigue: luego de la visita papal a Moscú se desencadenan hostilidades en distintos lugares de Europa, se desatará de modo inesperado una guerra relámpago (blitzkrieg), seguida por la invasión, y luego, cuando las cosas estén en su peor momento, Dios enviará el Aviso a toda la humanidad, y después el Milagro en el transcurso de a lo sumo un año, lo cual junto con la consagración a Rusia traerá su conversión al catolicismo, nación que comenzará a luchar por Cristo y por el establecimiento de su Glorioso Reino de Paz; este sería el “tiempo de paz” predicho por María en Fátima. Es por lo tanto vital lo del viaje de un Papa a Rusia (ya hay preparativos al respecto). III. Abominación en el Lugar Santo. El Santo Sacrificio de la Misa cumple con esta profecía del Antiguo Testamento: “Pues desde el sol levante hasta poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot” (Ml 1,11). El sacrificio de la Misa se celebra todos los días en todo el mundo, y en cada Misa es ofrecida la única y verdadera “oblación pura”, es decir, Cristo mismo. La Santa Misa es el cumplimiento perfecto de esta profecía. Este es el sacrificio perpetuo y la oblación, mencionados en las profecías de Daniel, el cual al ser abolido se instaura la abominación de la desolación. Dn 9 termina con la última semana de la profecía, la semana 70 (septenio del Anticristo): “Él [Anticristo] concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación”. Según nos explica el mismo Jesús, este hecho significa el gran desencadenante, el mega-detonante, como se ve en Mt 24,15: “Cuando veáis, pues, la abominación de la desolación, anunciada por el profeta Daniel, erigida en el Lugar Santo -el que lea, que entienda-, entonces...” Recordemos que Jesús nos dijo en Jn 2,19: “Destruid este Templo y en tres días lo levantaré” y luego en Jn 2,21 se aclara: “Pero Él hablaba del Templo de su Cuerpo”. Desde que Jesús vino al mundo el Templo ya no es una estructura hecha por el hombre. La destrucción del Tercer Templo tiene que ser algo directamente contra Jesús: primero su asesinato, el deicidio en el Calvario, y luego la abolición del sacrificio perpetuo y la destrucción de su Iglesia que es su Cuerpo Místico, lo cual equivale a matarlo por segunda vez, ya no como el Dios-Hombre, sino en su “Prolongación”, que es como muchos santos han llamado a su Santa Iglesia. Como la destrucción de los dos primeros Templos (el de Salomón por los babilonios en el año 586 a.C. y el de Zorobabel-Herodes por los romanos en el 70 d.C.) ocurrió un 9 de Av, es posible que la destrucción del tercer Templo, el Cuerpo Místico de Cristo que es su Iglesia, ocurra también un 9 de Av. Podría ser el 5 de agosto de 2022 después de la 6pm, o bien el día siguiente, dos meses luego del Milagro. También podría significar la destrucción de la Basílica de San Pedro en Vaticano. Nótese que ambos hechos, la abolición del sacrificio perpetuo y la destrucción de la Iglesia, están estrechamente relacionados, hasta el punto que casi podríamos decir que se trata del mismo acto. Esto, pues la Eucaristía es la base y el fundamento de la Iglesia: “El Sacrificio Eucarístico es fuente y cima de toda la vida cristiana” (Lumen Gentium, 11, Concilio Vaticano II). El Cardenal A. Vanhoye escribió: “recibir el Cuerpo de Cristo significa ser recibidos por él” (La Misa, vida ofrecida). La Eucaristía nos une a la Iglesia, pues en la Eucaristía Cristo nos recibe en Él, nos hace Uno con Él. De modo que sin Eucaristía no hay Iglesia, y sin Iglesia no hay Eucaristía. Eliminar lo uno es eliminar lo otro. 19


Esta horrible profecía sobre la destrucción de la Iglesia y la Eucaristía se llevará a cabo de dos formas, relacionadas ambas entre sí. Por una parte, la instauración de una falsa iglesia: una religión universal que unifique cristianos, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas y brahmanistas, lo cual ha venido siendo preparado por el falso profeta y su famoso video que tiene como mensaje principal que todas las religiones llevan a Dios, contradiciendo claramente al mismo Jesús quien afirmó en Jn 14,6: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Por otra parte, la supresión del sacrificio perpetuo, que como acotamos antes es la única “oblación pura” que aplaca la santa ira divina y quita el pecado del mundo. Cuando el Arcángel Gabriel nos dice a través de Daniel: “…hará cesar el sacrificio y la oblación”, significa que la Santa Misa será cambiada, reemplazada por otro rito, lo cual es parte de la abominación de la desolación, y lo cual será perpetrado por la nueva falsa iglesia, que es la Gran Ramera de Na 3,4 y Ap 17,1, la cual cabalga sobre el Dragón rojo (ateísmo marxista). La eliminación de la Santa Misa tradicional y la destrucción de la Iglesia verdadera ocasionará el vuelco del eje de la Tierra, de tal modo que el sol saldrá por occidente y se pondrá por el oriente (giro en sentido inverso), lo que ocasionará el vuelco de los mares sobre la tierra. Esto está predicho en la Biblia en varios lugares. Amós dijo: “¡Ay de los que cambian en ajenjo el juicio y tiran por tierra la justicia! El hace las Pléyades y Orión, trueca en mañana las sombras, y hace oscurecer el día en noche. Él llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la Tierra las derrama, Yahveh es su nombre; él desencadena ruina sobre el fuerte y sobre la ciudadela viene la devastación” (Am 5,7-9). Aparece primero el vuelco del eje la Tierra, trocando las mañanas en sombras y haciendo oscurecer el día en noche, y luego como consecuencia el vuelco de los mares sobre las costas, llamando a las aguas del mar y derramándolas sobre la tierra. La ciudadela mencionada a ser devastada podría referirse al Vaticano, que deja de ser sede de la Iglesia Católica y pasa a serlo de la nueva falsa iglesia. También dice: “Sucederá aquel día oráculo del Señor Yahveh - que yo haré ponerse el sol a mediodía, y en plena luz del día cubriré la Tierra de tinieblas” (Am 8,9). Esto ya no es un eclipse, pues dice claramente “ponerse el sol a mediodía”, es decir, ponerse el sol a lo que según nuestros relojes sería 12m. En otras palabras, cambiará el día en noche; tocará adelantar los relojes (será un día corto). Este tipo de rotaciones, que afectan el tiempo (adelantar o retrasar la hora) ya han sucedido en la historia. Lo demuestran hallazgos como el Disco de Nebra. En la Biblia están registrados dos hechos de este tipo. Uno está en 2 R 20,1-11, donde Dios retrasó la sombra 10 grados (40 minutos) para demostrar al rey Ezequías lo que le había profetizado por boca de Isaías, que viviría 15 años más y lo libraría del rey de Asiria. El otro fue el día que Dios entregó a los amorreos en mano de los israelitas (fue un día largo). Para terminar de derrotar al enemigo, Josué dijo: “Detente, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayyalón” (Jos 10,12), y el sol se detuvo hasta que vencieron: “El sol se paró en medio del cielo y no tuvo prisa en ponerse como un día entero” (Jos 10,13). En Génesis leemos: “Mientras dure la Tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no cesarán” (Gn 8,22). Como las estaciones permanecen, el giro debe ser media vuelta o vuelta entera (pues las estaciones dependen de una inclinación del eje terrestre similar a la actual, que es de 23,5°). Pero sabemos por Isaías que será media vuelta: “Estalla, estalla la Tierra, se hace pedazos la Tierra, sacudida se bambolea la Tierra, vacila, vacila la Tierra como un beodo, se balancea como una cabaña; pesa sobre ella su rebeldía, cae y no volverá a levantarse” (Is 24,19-20). La Tierra como tal no puede caer, pero su eje de rotación sí. En el Libro de la Verdad se lee: “La mano de Mi intervención volteará al mundo sobre su eje (…) Ningún hombre será capaz de ignorar mi intervención” (LdV, mensaje 874, del 7 de agosto de 2013). La Virgen María nos habló de esto en La Salette: “Marsella será engullida”, y en Santa Montaña: “Los Valles de Puerto Rico, pastos de los peces serán. Las aguas del mar inundarán a Yabucoa”. Santa Rosa de Lima profetizó que el mar llegaría a la Plaza de Armas, la cual está a 20


160 msnm (parte de Lima quedará bajo el agua). Todo esto como consecuencia de instaurar la falsa iglesia y eliminar el Sacrificio Perpetuo: cambiará el curso de la historia. En el LdV, mensaje 823 del 15 de junio de 2013, dice que será como cuando la muerte de Jesús en el Calvario, que el sol se oscureció por varias horas (eclipse solar no producido por la luna sino por otro astro) y se produjo un fuerte terremoto. Luego el vuelco del eje de la Tierra y su consecuente vuelco de los mares sobre las costas. Muchos santos hablaron sobre esto. No lo transcribo acá por su longitud, pero invito a leer lo dicho por San Juan Pablo II sobre esto, en Fulda, en 1980. En el numeral 1357 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) se lee: “Cristo se hace real y misteriosamente presente” en la Celebración Eucarística (Santa Misa). Y en el numeral 1364: "Cuantas veces se renueva en el altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo, nuestra Pascua, fue inmolado, se realiza la obra de nuestra redención". Eliminar la Misa equivale a sacar a Cristo del mundo e intentar detener la Redención. El Cardenal A. Vanhoye dice en su libro titulado La Misa, vida ofrecida: “En la Eucaristía (Jesús) habla a través de los siglos, a través de todos los países; y no sólo habla, sino que también reúne a todos los pueblos en su Cuerpo para ponerlos en unión con Dios y en unión entre ellos. La Eucaristía, que hace presente el sacrificio de Cristo, es el foco de luz que ilumina todo”. Sin Eucaristía se rompe la unión con Dios y se saca la Luz del mundo (Jn 1,4; Jn 1,9; Jn 3,19; Jn 8,12; Jn 9,5; Jn 12,46). Por eso la gravedad de su supresión y las terribles consecuencias de llevar a cabo esta abominación (Ag 2,6-7; Na 1,4-6; Sal 29,3; Sal 98,7-9; Is 5,30; Am 9,5-6; Lc 21,25-26). Esto comenzó con la Misa Novus Ordo de Pablo VI, que destruyó el Rito Romano (tridentina) e introdujo elementos protestantes. Luego con: “Del Conflicto a la Comunión: Conmemoración Conjunta Luterano - Católico Romana”, texto elaborado en el marco de la celebración del quinto centenario del protestantismo y de las 95 Tesis de Martín Lutero (todo esto condenado por el Concilio de Trento, con lo cual no se entiende por qué celebrar). El mismo sienta las bases para negar la transubstanciación y convertir la Misa en un simple memorial rechazando que se trata de la renovación y perpetuación del sacrificio del Calvario (numerales 140 a 161). Este documento es traición a la Iglesia Católica, busca protestantizarnos, y fue aprobado y firmado por el Papa Francisco en octubre de 2013, año que fue nombrado Papa. Tiene entre sus autores al Cardenal Walter Kasper, quien junto con el Cardenal Godfried Danneels y otros prelados formaron la autoproclamada mafia de San Galo, que forzó la salida de BXVI y la fraudulenta elección de Francisco, cumpliendo sin saberlo la profecía de Jesús en Jn 10,1: “el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas [elección canónica], sino que escala por otro lado [elección no canónica], ése es un ladrón y un Salteador”, dándose otra vez lo expuesto en Hch 13,27. El golpe final viene con la anulación de la Liturgiam Authenticam, y con la Carta Apostólica Motu Proprio “Magnum Principium” del Papa Francisco, con la que se modifica el canon 838 del Código de Derecho Canónico, dando autoridad a las Conferencias Episcopales sobre las traducciones litúrgicas, lo que permite cambiar cualquier parte de la Misa, incluyendo la epíclesis. La horrible profecía de la abominación en el Lugar Santo está a punto de cumplirse, junto con el gran anhelo de Martín Lutero: “Cuando hayamos aniquilado la Misa, habremos aniquilado el Papado en su totalidad. Porque es sobre la Misa, como sobre una Roca que el Papado se apoya con sus monasterios, sus obispados, sus colegios, sus altares, sus ministros y sus doctrinas. Todos estos caerán cuando su sacrílega y abominable Misa haya sido reducida a polvo“. IV. Restauración. Así termina la profecía de las 70 semanas: “… hasta que la ruina decretada se derrame sobre el desolador” (Dn 9,27). El plazo lo da en el capítulo 12: “Un tiempo, tiempos y medio tiempo, y todas estas cosas se cumplirán cuando termine el quebrantamiento de la fuerza del Pueblo santo” (Dn 12,7). Un “tiempo” en la Biblia es un año profético de 360 días, como se puede evidenciar confrontando Ap 12,6 con Ap 12,14. Por lo que 3,5 tiempos son 42 meses proféticos o 1260 días. Ni la profecía de Daniel ni la del apóstol San Juan dice tres años y medio, 21


pues no se refería a años solares de 365 días ni a años lunares de 354 días. Partiendo de la fecha hipotética de la abominación en el Lugar Santo, 5 de agosto de 2022, y sumando 1260 días, resulta el 16 de enero de 2026. Esto concuerda con los plazos del Apocalipsis: “Pero se le dieron a la Mujer las dos alas del águila grande para que volase al desierto, a su lugar, lejos del Dragón, donde tiene que ser alimentada un tiempo, tiempos y medio tiempo” (Ap 12,14). Y también: “Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses” (Ap 13,5). Y Daniel añade: “Yo oí, pero no comprendí. Luego dije: «Señor mío, ¿cuál será la última de estas cosas?»” (Dn 12,8). Gracias a esta pregunta adicional se nos da otro plazo: “Dijo: «Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el final de los tiempos. Muchos serán lavados, blanqueados y purgados [el Aviso], los impíos seguirán haciendo el mal; ningún impío comprenderá nada, sólo los doctos comprenderán. Contando desde el momento en que sea abolido el sacrificio perpetuo e instalada la abominación de la desolación, mil doscientos noventa días. Dichoso aquel que sepa esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días»” (Dn 12,9-12). Partiendo de la misma fecha 5 de agosto de 2022 de la abominación en el Lugar Santo, 1290 días se cumplen el 15 de febrero de 2026, y 1335 días terminan el 1° de abril de 2026. De modo que llegamos a tres fechas hipotéticas, todas a inicios de 2026. No se sabe qué ocurrirá en cada uno de estos momentos, pero algunas cosas sabemos: el quebrantamiento del Pueblo Santo se cumple a los 1260 días, cuando la ruina decretada se derrama sobre “el desolador” [Anticristo]; a los 1290 días se restablece el sacrificio perpetuo; y “la última de estas cosas” se da a los 1335 días. Esto último es un misterio, pero podría ser el día en que inicia un cielo nuevo y una tierra nueva (Is 65,17-25; 2 P 3,13; Ap 21,1), momento a partir del cual reina Cristo con los que le amaron y dieron testimonio de Él, en la Nueva Jerusalén, ciudad preparada por Dios, donde no habrá muerte ni tristeza: “Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y el Dios-con-ellos será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado»” (Ap 21,3-4). Pasaremos a vivir en el Reino de Cristo, gobernado por el Gran Monarca, el ángel poderoso de Ap 10, quien como Josué será protegido por Dios (Jos 1,5) y entregará la Tierra Prometida al Pueblo de Dios (Jos 1,6), y quien junto con el Papa Pedro Romano regirá el mundo entero, al servicio de Cristo. Según las profecías, este sería “el verdadero descendiente de San Luis [IX]” (Beata Taigi, Padre Pío de Pietrelcina, etc). Podría ser Aimón de Saboya-Aosta. La Redención se realiza en dos fases, como los matrimonios judíos. Los esponsales implican la promesa y el pago de la dote; y el hombre se va a preparar la nueva casa. Luego viene la boda y se van a convivir. Por eso dice Jesús: “En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros”(Jn 14,2-3). Ilustración 10 - Conjunciones que anticipan la segunda venida - A. Yagüe 22


Con su sacrificio en el Calvario hizo la promesa y con su Preciosísima Sangre derramada pagó la dote, el precio de nuestra salvación eterna. En su Segunda Venida viene a culminar la boda con nuestra alma (la cual es asexual) para hacernos Uno con Él. Por eso las analogías que hace Jesús sobre la novia esperando al esposo, y por eso el Apocalipsis llama a ese momento de unión banquete de bodas: “Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero” (Ap 19,9). El Apóstol San Pablo explica esta unión nupcial entre Cristo y su esposa la Iglesia de una manera sorprendente: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia” (Ef 5,31-32). Cristo y su Iglesia, es decir Cristo y nosotros, seremos una sola carne. Es tan fuerte esta unión, que seremos Uno con Dios. “Para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Jn 17,21). No podemos aspirar a una mayor dignidad y alegría que ser UNO con Dios y en Dios. Eso es el cielo, la unión total con Él. Venimos de Dios, nuestro Creador. Con nuestra unión con Jesús, culminada en el banquete de bodas, regresamos a Dios, y así se cumple Ap 21,6: “yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin”. Dios es así para nosotros, principio y fin, nuestro punto de partida y nuestro destino. Él nos dará a comer del árbol de la vida (Ap 2,7), mismo que estaba en el Jardín del Edén junto al árbol de la ciencia del bien y del mal, y que por haber desobedecido comiendo de este último, perdimos el acceso a aquél, quedando custodiado por Querubines (Gn 3,24). Sobre la Restauración San Pablo nos dice: “¡Mirad! Os revelo un misterio: No moriremos todos, mas todos seremos transformados. En un instante, en un pestañear de ojos, al toque de la trompeta final, pues sonará la trompeta, los muertos resucitarán incorruptibles y nosotros seremos transformados (…). Y cuando este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada en la victoria” (1 Co 15,51-54). Muchas personas vivas ahora no experimentarán la muerte, si esto hacen: “Así pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor” (1 Co 15,58). Así dice el LdV en el mensaje 614 del 11 de noviembre de 2012: “A esta generación se está obsequiando un regalo, del cual ninguna otra generación se ha visto beneficiada. Muchos simplemente efectuarán la transición de esta vida instantáneamente, sin tener que experimentar la muerte, así como vosotros la conocéis. Mi Segunda Venida traerá consigo este regalo extraordinario (…) Después, cuando vosotros seáis testigos de la Nueva Jerusalén, que desciende sobre la Nueva Tierra, el Nuevo Paraíso, seréis colmados de éxtasis”. Viviremos la prueba más dura pero también la mayor dicha, ¡somos una generación privilegiada!

5. Resumen y conclusión Una gran parte de la Biblia son profecías. Una buena parte de estas profecías no se ha cumplido aún, y somos nosotros quienes estábamos llamados para vivirlas. Esto último se demuestra como parte de las conclusiones de este estudio bíblico profético, el cual está complementado con el análisis a fondo de varias profecías marianas, dadas a través de siervos escogidos desde 1830 hasta nuestros días. Si bien todas las profecías bíblicas son importantes, cuatro son la base de este estudio y sus conclusiones. También son importantes todas las apariciones marianas y todo lo profetizado por la Santísima Virgen, pero cuatro son las que me permitieron armar mi rompecabezas. Al final se llega a cuatro momentos muy importantes para toda la humanidad: I. Aviso, II. Milagro, III. Abominación y IV. Restauración, presentados en este texto con fechas hipotéticas.

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Ilustración 11 - 4 profecías, 4 advocaciones marianas, 4 momentos clave: Aviso, Milagro, Abominación y Restauración

Así podría resumir todo. La Biblia inicia y termina con una fuerte disputa entre el linaje de Eva (Jesús y María) y la serpiente antigua (Satanás), lo cual va desde la primera profecía en el Génesis, hasta su desenlace en el libro del Apocalipsis con la victoria del Cordero y de la Mujer vestida de sol. Esto es la Redención: el plan de Dios para restaurar el Paraíso Terrenal y nuestra naturaleza caída por el pecado. Isaías nos dice que Dios nos dará la señal para la ejecución de ese plan: una Virgen encinta, que dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel (Dios-con-nosotros), quedando así desvelados los dos protagonistas de la victoria final. Es lo que llamamos la señal de la mujer, y se da dos veces, de acuerdo al patrón profético de doble cumplimiento, y siguiendo también la analogía que hace Jesús de la Redención con el matrimonio hebreo, el cual consta de dos etapas: esponsales y boda. La primera señal de la mujer es María encinta de Jesús. Es la única virgen de la historia que concibe un hijo. Esta primera ocurrencia está acompañada de una señal en los cielos, usada por los Reyes Magos para determinar el momento de la Primera Venida: siete conjunciones entre Júpiter, Venus y Régulus sobre Leo, seguida de una octava conjunción entre Júpiter y Venus sobre Virgo (Ilustración 5 – Ilustración 6). Con la Primera Venida se cumple la primera fase de la Redención. La segunda señal de la mujer es María encinta de la Iglesia, Cuerpo Místico de Jesús, señal que está en Ap 12 como la “Mujer vestida de sol”. El hallazgo del padre Mario Rojas confirma que Guadalupe es esa Mujer, pues superponiendo la imagen sobre el cielo de aquel día 12 de diciembre de 1531 a las 10:26 am se comprueba que Régulus queda sobre la única flor Nahui-Ollin del manto y que la constelación Aurora Boreal es la “corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Esta milagrosa impresión en la tilma de San Juan Diego predice una configuración astral que se dio el 23 de septiembre de 2017, indicando la inminencia de la Segunda Venida y la llegada de lo anunciado en 24


Ap 12. Todo esto precedido por una señal celestial de ocho conjunciones, como la que llevó a los Reyes Magos a conocer la venida del Niño Dios (Ilustración 10 - Ilustración 12). Con su Segunda Venida Jesucristo completa la Redención. El tiempo de las dos Venidas es dado al profeta Daniel, partiendo cada una desde una “orden de volver a construir Jerusalén”. La primera orden para reconstruir Jerusalén (decreto de Artajerjes) predice el momento de la Primera Venida. La segunda fija el inicio de construir la Nueva Jerusalén, dada como orden del cielo al Obispo de México de hacer un templo (decreto de Guadalupe), lo cual permite determinar el tiempo de la Segunda Venida, al finalizar las 70 semanas de Daniel (490 años). La orden de construir un templo para Nuestra Señora de Guadalupe, podría haber parecido al principio como una simple solicitud de construir una iglesia, tal y como San Francisco de Asís al principio entendió la instrucción divina: “reconstruye mi Iglesia” como la orden de rehacer San Damián (fue luego de madurar interiormente que el santo de Asís comprendió que Dios se refería a la Iglesia Católica, la cual requería restauración espiritual). María dijo en Fátima que su Corazón triunfará, tal y como está establecido en las profecías del Génesis y del Apocalipsis. En Medjugorje dijo que allí completaría lo que inició en Fátima, que su triunfo esta próximo, que asistiremos al final del poder de Satanás, y que cuando los (diez) secretos sean revelados y cumplidos recuperaremos la fe de nuestros padres. Y en Garabandal nos da importante información sobre el momento y circunstancias en que ocurren el Aviso y el Milagro. Podría pensarse que estos mensajes de María en Medjugorje son insuficientes para asegurar la proximidad de lo anunciado. Pero María ha revelado que seremos nosotros quienes viviremos su triunfo. En la Consagración al Inmaculado Corazón de María de 33 días dada por la Virgen en Medjugorje, en la meditación del día 27 María nos revela algo sorprendente sobre un pasaje del evangelio: “Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos” (Lc 23,28); esto responde Jesús a las mujeres que encuentra camino al Calvario. María explica que cuando Jesús allí dijo “vuestros hijos” se refirió a nosotros, a esta generación. En el mensaje de locución al P. Gobbi de fecha 18 de octubre de 1975, María explica la batalla final entre ella, “Mujer vestida de sol”, y el Dragón rojo, y nos confirma su completa victoria indicándonos una vez más que es nuestra generación la que estaba destinada a vivir estos acontecimientos (del libro: A los Sacerdotes Hijos predilectos de la Santísima Virgen). Más aún, el mismo Jesús lo reveló en Dozulé a Madeleine Aumont, en su mensaje del 4 de julio de 1975: “Yo os digo, esta joven generación no pasará antes que esto suceda” (esto afirmó luego de repetir parte de su discurso escatológico de Mt 24). Por otra parte, María pidió a la vidente Mirjana que escogiera a un sacerdote a quien se le daría cada secreto diez días antes, y que tendría que revelarlos al mundo tres días antes. Seleccionó al Padre Petar Ljubicic, quien nació en 1946, por lo que tiene más de 70 años. Como él estará vivo durante la revelación y ocurrencia de los diez secretos, se deduce que pocos años quedan para que todo se cumpla. También tienen más de 70 años otros dos importantes protagonistas de los sucesos profetizados que anteceden la Segunda Venida: el Papa Francisco (uno de los actores del Apocalipsis) y el Papa Benedicto XVI (Katéjon). En Garabandal la Virgen reveló que sólo quedaban tres Papas luego de Juan XXIII, más uno que no lo tomaba en cuenta pues gobernaría la Iglesia por muy poco tiempo. Pocos prestaron atención a esta importante profecía, hasta el momento en que murió (o fue asesinado) Juan Pablo I, quien rigió la Iglesia de Cristo por sólo 33 días. Los Papas luego de Juan XXIII son: Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Benedicto XVI (BXVI) sería el último Papa según las revelaciones de Garabandal, lo cual queda también en línea con la famosa profecía sobre Papas de San Malaquías, según la cual luego de Benedicto XVI (Gloria Olivæ) las llaves de la Iglesia serán devueltas al primer Papa (Petrus Romanus). En el LdV (Libro de la Verdad) está bien explicado esto, en los mensajes: 399 del 12 de abril de 2012, 855 del 22 de julio de 2013 y 897 del 30 de agosto de 2013. 25


En la Ilustración 11 están los cuatro momentos claves (I, II, III y IV), presentados con fechas dadas como hipotéticas en este texto, no como certezas. Está también la fecha de la “señal de la Mujer” de Ap 12,1 lo cual ocurrió el 23 de septiembre de 2017. Y también una fecha inicial, que es el 27 de agosto de 2016: ese día se completó la octava conjunción, que es Júpiter-Venus sobre Virgo, (luego de haberse dado las otras siete conjunciones previas sobre Leo, entre Júpiter, Venus y Régulus (Ilustración 10 – Ilustración 12). Esto marcaría el inicio del segundo período de gestación de la Virgen, como resultado de lo cual da a luz la Nueva Iglesia. En la Primera Venida esto correspondería al momento en que los Reyes Magos partieron hacia Jerusalén, pues faltaba poco para el nacimiento del Pequeño Rey. Todo esto se podría resumir así: en la obra de teatro de la Segunda Venida para completar la Redención, ese hito ocurrido el 27 de agosto de 2016 significaría los timbres que anuncian el inicio de la función; la “señal de la Mujer” de Ap 12 ocurrida el 23 de septiembre de 2017 sería como la apertura del telón, y los cuatro momentos clave serían como el desenvolvimiento de la obra. Siguiendo esta misma analogía también se podría decir que hubo un preanuncio de la función, con la gran tétrada de lunas rojas, ocurridas justo en fiestas judías: dos en Pascua y dos en Tabernáculos, llevadas a cabo dos en 2014 y dos en 2015. Algunas de las señales astronómicas descritas en este texto se repiten cada cierto tiempo. Cabe entonces preguntarse: ¿Contamos con la certeza bíblica de que todo sucederá ahora y no dentro de cien años, o mil, o incluso más tarde? Esta pregunta es muy importante, sobre todo para los que no creen en las revelaciones privadas, bien sean marianas, o de santos u otros videntes. La respuesta es afirmativa. En Mt 24, Mc 13 y Lc 21 los Ilustración 12 - Conjunciones segunda venida A. Yagüe discípulos le preguntan a Jesús cuando ocurrirán estas cosas, como por ejemplo en Mt 24,3: “Dinos cuándo sucederá esto, y cuál será la señal de tu venida”. Jesús responde en dos partes. Primero nos da su más corta parábola en Mt 24,32: “De la higuera aprended esta semejanza, cuando ya sus ramas se ponen tiernas y sus hojas brotan, conocéis que está cerca el verano”. Luego nos indica, en Mt 24,33-34, que todo sucederá en la misma generación de cuando la higuera comience a brotar: “Así también vosotros, cuando veáis todo esto, sabed que está cerca, a las puertas. En verdad os digo, que no pasará la generación ésta hasta que todo esto suceda”. Para determinar bíblicamente cuánto dura una generación sale a nuestra ayuda el Sal 90,10: “Los años de nuestra vida son unos setenta, u ochenta si hay vigor”. De modo que todo sucederá hasta un máximo de 70 a 80 años desde el primer brote. La siguiente pregunta es: ¿Qué representa la higuera y cuándo comenzó a brotar para saber que ya estamos en el final de los últimos tiempos y que Él está cerca? En la Biblia la higuera representa a Israel (1 R 5,5; Jr 24,1-10; Jr 29,17; Os 9,10), pueblo que por no dar frutos recibió de Jesús la maldición de no volver a darlos (Mt 21,19; Mc 11,21), según lo había predicho Jeremías (Jr 8,13). Este pueblo, del cual en el pasado salieron rectos sacerdotes, jueces, reyes, patriarcas y profetas, no volvió a dar esos frutos de santidad desde el tiempo de la Primera Venida de Jesús.

Ilustración 13 – “Es dado a luz un país en un solo día” (Is 66,8)

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Sobre los primeros brotes de la higuera se profetizó en el antiguo testamento. Dios da al pueblo elegido unas tierras, delimitadas en Ezequiel capítulo 47. Estaba también escrito en Deuteronomio (Dt 28,15-65), que por su pecado y desobediencia iban a ser dispersados por todo el mundo e iban a perder la tierra que Dios les dio, y que más tarde la recuperarían: “Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo” (Ez 36,24). Además, el profeta Isaías predice que la fundación de ese nuevo estado de Israel se llevaría a cabo de manera milagrosa en un solo día: “¿Quién oyó tal? ¿Quién vio cosa semejante? ¿Es dado a luz un país en un solo día? ¿O nace un pueblo todo de una vez? Pues bien: tuvo dolores y dio a luz Sión a sus hijos” (Is 66,8). La creación de un país en un solo día ocurrió el 14 de mayo de 1948 (Ilustración 13). Ese día parte en dos el calendario escatológico bíblico y señala el inicio del final de los últimos tiempos, siguiendo la terminología dada en la misma Biblia y a la luz de la parábola de la higuera. Esto ocurrió gracias a la partición por parte de la ONU del Mandato Británico de Palestina, permitiendo la creación del estado de Israel, y recuperando la primera mitad del territorio dado en Ez 47 y que Dios mismo llama “vuestro suelo”. Se lleva a cabo la proclamación de independencia de Israel bajo el gobierno de David Ben-Gurion, seguida por la guerra árabe-israelí de 1948 en la que Israel salió victorioso, poniendo fin a casi 19 siglos de ocupación y éxodo judío. Las bases para ello se habían sentado en 1917 con la Declaración de Balfour, lo cual se dio gracias a la caída del Ilustración 14 – “Señal para la casa de Israel” (Ez 4,3) Imperio Otomano en la primera guerra mundial (las ramas tiernas). Este primer brote de la higuera fue profetizado por Ezequiel dando la “señal para la casa de Israel” (Ez 4,3), contando 2.520 años desde el fin del cautiverio en Babilonia (Ilustración 14). Para entender esta profecía hay que completar la información con Jr 25,11 y Lv 26,18-28. La profecía habla de días (390+40), pero se aclara que cada día de exilio sería equivalente a un año: “Yo te he impuesto un día por año” (Ez 4,6; Nm 14,34). En Lv 26,18 se indica que si con el primer castigo no obedecían, el castigo se multiplicaría por “Acuéstate del lado izquierdo y pon siete. El cálculo en resumen es como sigue: sobre ti la culpa de la casa de Israel. 390+40=430 años proféticos de castigo, menos 70 Todo el tiempo que estés acostado así, años de cautiverio en Babilonia, restan 360 años, que llevarás su culpa. Yo te he impuesto los multiplicados por 7 veces por no haber obedecido años de su culpa en una duración de dan 2.520 años proféticos de 360 días, o bien 2.485 trescientos noventa días, durante los años solares del calendario gregoriano, de lo cual cuales cargarás con la culpa de la casa restamos 537 a.C. en que terminó el exilio en de Israel. Cuando hayas terminado estos Babilonia dando como resultado 1.948 d.C. El fin del exilio se debió a que Ciro II el Grande, rey persa que últimos, te acostarás otra vez del lado tomó Babilonia en el 539 a.C., emitió al año siguiente derecho, y llevarás la culpa de la casa de un edicto con su consentimiento de que los judíos Judá durante cuarenta días. Yo te he Ez 4,4-6 retornaran a su tierra (Esd 1,1-4), lo cual se concretó impuesto un día por año.” en el 537 a.C. bajo la conducción de Zorobabel (Esd 2,1-2). Sin embargo sólo una parte regresó, los “Si ni aun con esto me obedecéis, demás decidieron quedarse (Esd 2,64). Haciendo cálculos exactos se llega incluso al día preciso en el volveré a castigaros siete veces más por Lv 26,18 que se declaró la independencia del estado de Israel. vuestros pecados.” 27


Es impresionante pues se cumple la profecía con precisión absoluta: 2.520 años proféticos de 360 días son 907.200 días, contados desde el día en que el pueblo deportado regresa a Judea, los cuáles terminan el 14 de mayo de 1948. Por eso la creación del estado de Israel “en un solo día” no podía ser ni un día antes ni un día después. Dios tiene maneras impresionantes de demostrarnos que es Dios, y como tal, único Dueño y Señor de la historia. Isaías había predicho la toma de Babilonia por Ciro, llamándolo Dios por su nombre, y el fin del cautiverio judío (Is 44,26-28; Is 45,1-13). Según el historiador Flavio Josefo en su libro Antigüedades judías, Tomo XI, los cautivos judíos (seguramente el Profeta Daniel entre ellos) le mostraron a Ciro cómo su nombre estaba escrito en el libro de Isaías desde hacía más de 140 años, cómo tomaría Babilonia y cómo los iba a liberar, lo cual le causó un gran impacto y lo llevó a emitir su edicto pro-judío, poniendo fin a los 70 años de cautiverio. En profecías bíblicas es crucial el concepto de “día simbólico”, el cual representa un año según Ez 4,6 y Nm 14,34. Así, un castigo de 430 días simbólicos, se refiere en realidad a 430 años proféticos. Como se vio antes, un tiempo en la biblia equivale a un año profético de 360 días, por lo que siete tiempos equivalen a 2.520 días, sentencia que recibió Nabucodonosor por su soberbia: “ …comparta la suerte con las bestias del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos” (Dn 4,20). La sentencia equivale a 2.520 años proféticos o siete tiempos simbólicos, “…para que sepa todo ser viviente que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres” (Dn 4,14). Nótese que la Gran Tribulación justamente durará 2.520 días; son siete tiempos que debemos vivir por nuestra soberbia, “…para que sepa todo ser viviente…” (Dn 4,14). Y equivale también a la sentencia a Baltasar: “Mené, mené, tequel y Dn 5,25 ‫ עברית‬Hebreo Español Minas Siclos Óbolos ufarsín” (Dn 5,25), que corresponde a Mené ‫מנא‬ Mina Mina 1 50 1.000 2.520 óbolos, con lo que fue hallado Mené ‫מנא‬ Mina Mina 1 50 1.000 “falto de peso” (Dn 5,27), fue Tequel ‫ שקל‬Shekel Siclo 0,02 1 20 asesinado, y perdió su reino (Dn Ufarsín ‫ פרסין‬Persyn Parsín 0,5 25 500 5,28). El número 2.520 se repite "Mené, mené 5,25) 2,52 126 2.520 siempre, bien sea como castigo medido en tiempo (días o años), o en peso (óbolos). Por esto yo lo llamo: el castigo perfecto de Dios. El segundo brote de la higuera se dio con la recuperación de Jerusalén, la Ciudad Santa, el 10 de junio de 1967, al finalizar la guerra de los seis días. Fue profetizado por Daniel: “… dos mil trescientas tardes y mañanas; después será reivindicado el santuario”(Dn 8,14). Estos 2.300 días simbólicos se cuentan a partir de otro hecho profetizado en ese mismo capítulo (Dn 8,1-7). Se trata de la batalla de Issos del año 333 a.C., entre Darío III Codomano rey de Persia (carnero) y Alejandro Magno rey de Macedonia (macho cabrío). Considerando una sentencia “ …día por año” se llega al año 1.967. Acá termina lo que Jesús llamó “el tiempo de los gentiles” (Lc 21,24), a quienes Dios ofreció la Redención rechazada por los judíos. Siguiendo la misma precisión profética, transcurren 839.500 días que son los 2.300 años profetizados, y van del 5 de noviembre del año -333 al 10 de junio de 1.967, por lo cual ese día, y sólo ese día, Jerusalén sería recuperada. Esta es la única profecía en la Biblia con plazos en “tardes y mañanas”, seguramente para hacer ver que en este caso, sólo en este caso, se trata de años solares de 365 días, y no en “tiempos” o años proféticos como las demás. Ahora bien, el cálculo central es éste: según Mt 24,27-39 (énfasis en vers. 34), según lo establecido en el Salmo 90,10, y partiendo de 1948 año del primer brote de la higuera, resulta que todo lo escrito se cumplirá a más tardar entre 2018 y 2028. El Glorioso Reino será en el tercer milenio contado desde la Primera Venida de Jesús, como revela el profeta Oseas: “Andad, volvamos al Señor, porque Él nos desgarró y Él nos sanará, Él nos hirió y Él nos curará. En dos días nos hará revivir, y al tercero nos hará resurgir y en su presencia viviremos” (Os 6,1-2). Este texto cobra sentido gracias a este texto de Pedro: “Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día” (2 P 3,8). La Redención es pues una obra de tres mil años que para Dios son como tres días: dos mil años desde su inicio en 28


el Calvario y hasta que sea completada al final de los últimos tiempos, y luego “en su presencia viviremos” por mil años. El Glorioso Reino será también en el séptimo milenio de la historia contada desde Adán. La creación ocurrió en seis días (Gn 1,3-31), luego de lo cual Dios descansó en el séptimo día y lo santificó (Gn 2,3). Jesucristo es el nuevo Adán que hará “un mundo nuevo” (Ap 21,5). Como todo ocurre primero en figura y luego en plenitud, y dado que para Dios mil años son como un día, los primeros seis días del Génesis equivalen a los seis milenios que anteceden a la nueva creación, dando paso al séptimo milenio en el que Dios establecerá su Reino en la Tierra. Por eso dice el padrenuestro: “Venga tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo” (Mt 6,10). Jesús nos invita a pedir su glorioso Reino (Is 11; Is 60; Is 61; Is 65; Ap 21), el que San Pablo refiere así: “Mas bien, como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman” (1 Co 2,9), cita que refiere al libro del Apocalipsis de Elías. Este Glorioso Reino no es otra cosa que la Tierra Prometida a todos los hijos de Dios a través de Abraham: “Alza tus ojos y mira desde el lugar en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente. Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia por siempre” (Gn 13,14-15). San Ireneo nos explica que Abraham no recibió en herencia ni siquiera un pie de aquella tierra (Hch 7,5), sino que siempre fue extranjero y peregrino (Gn 23,4). Y que cuando Sara su esposa murió, no quiso recibir gratuitamente el terreno para sepultarla, aunque los heteos se lo ofrecían, sino que por 400 denarios compró de Efrón hijo de Sójar el heteo, el lugar para la tumba (Gn 23,2-20). Lo hizo por fidelidad a la promesa divina, pues no quiso recibir de los hombres lo que Dios le había prometido cuando le dijo: “A tu descendencia daré esta tierra, desde Egipto hasta el gran río Éufrates” (Gn 15,18). Mas si no recibió durante su vida la prometida herencia de la tierra, es preciso que la reciba en su descendencia, que es la Iglesia según nos explica San Ireneo de Lyon (Contra los Herejes, Libro V, Cap. 4, Sec. 4.2), cuando los justos resuciten. Por ello el Señor proclamó: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5,4). Según San Ireneo esa es la razón por la cual, en el momento de afrontar la Pasión, a fin de anunciar la Buena Nueva a Abraham y a quienes con él esperan la entrega de la herencia, habiendo dado gracias sobre el cáliz y bebido de él, lo dio a sus discípulos diciendo: “Bebed todos de él: éste es mi cáliz de la Nueva Alianza, que será derramado por muchos para el perdón de los pecados. Os digo que dentro de poco ya no beberé del producto de la vid, hasta el día en que lo beba de nuevo con vosotros en el Reino de mi Padre” (Mt 26,27-29). Prometió beber con sus discípulos el fruto de la vid en la tierra que recibiría en herencia, la que él mismo renovará y reintegrará (a su primer estado) para servir a la gloria de los hijos de Dios, como canta David: “renovará la faz de la Tierra” (Sal 104,30). En esta acción reveló a sus discípulos dos cosas: la herencia de la tierra en la que se beberá el vino nuevo, y la resurrección de la carne. Pues la carne que de nuevo resucita es la misma que bebe el cáliz nuevo. Porque, ni es inteligible que él beba el fruto de la vid con sus discípulos en un lugar diferente a la Tierra, ni que él y ellos lo beban sino en la carne; pues propio es de la carne y no del espíritu beber vino. Por eso el Señor decía: “Cuando hagas una comida o una cena, no invites a los ricos, vecinos y parientes, para que no te vayan a invitar a su vez, y así te den tu recompensa. Invita más bien a los cojos y mendigos, y serás dichoso, porque ellos no te lo pueden pagar, sino que recibirás tu paga en la resurrección de los justos” (Lc 14,12-14). Y decía también: “Quienquiera dejare campos o casa o parientes o hermanos o hijos por mí, recibirá cien veces más en este mundo, y en el futuro heredará la vida eterna” (Mt 19,29; Lc 18,29-30). ¿Qué significa cien veces más en este mundo, las comidas ofrecidas a los pobres que tendrán una recompensa? Son aquellas que tendrán lugar al llegar el Reino, donde no llevarán a cabo las obras de la tierra, sino que hallarán preparada la mesa del Señor, que los alimentará con toda suerte de manjares. 29


También está pendiente de cumplimiento la bendición de Isaac a Jacob, su hijo menor: “El olor de mi hijo es como el olor de un campo que el Señor bendijo” (Gn 27,27). El campo es el mundo (Mt 13,38). Por eso añadió: “El Señor te dé el rocío del cielo y mucho trigo y vino de la tierra fértil. Que las naciones te sirvan y los príncipes te adoren, y sé para tu hermano un señor, y te veneren los hijos de tu padre. Sea maldito quien te maldiga y bendito quien te bendiga” (Gn 27,28-29). Esto sólo puede referirse al tiempo del Reino antes mencionado, pues no sólo las naciones no sirvieron a Jacob en esta vida, sino que, aun después de la bendición, él siguió sirviendo a su tío Labán el sirio durante veinte años (Gn 28-Gén31). No sólo no fue señor de su hermano, sino que, cuando regresó de Mesopotamia a la casa paterna, se postró ante Esaú y le ofreció muchos dones (Gn 32; Gn 33). Y no recibió en herencia abundancia de trigo y vino, sino que por la terrible hambruna de la tierra en que vivía, tuvo que emigrar a Egipto y someterse al faraón. Por consiguiente, dicha bendición sin duda alguna tiene cumplimiento en el tiempo del Reino, cuando reinarán los justos que resucitarán de entre los muertos, el día en que toda la creación renovada y liberada producirá todo tipo de manjares, el rocío del cielo y la fertilidad de la tierra. Con estas sabias reflexiones San Ireneo deja bien claro que todas las promesas divinas están por cumplirse, y se cumplirán cuando Jesús complete la Redención y haga “un mundo nuevo”, y así entremos en el “descanso” del Señor. Hb 4,1 nos dice que permanece “aún en vigor la promesa de entrar en su descanso”, y para lograrlo nos repite lo dicho por David: “no endurezcáis vuestros corazones” (Hb 4,7). A continuación aclara que Josué no les proporcionó ese descanso, sino que refería a una promesa futura, y termina así: “Por lo tanto es claro que queda un descanso sabático para el pueblo de Dios” (Hb 4,9). Hb 11 nos habla de la fe de Abel, Henoc, Noé, Abraham, Sara, Isaac, Jacob, José, Moisés, Josué, Rajab, Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Y concluye afirmando: “Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron el objeto de las promesas” (Hb 11,39). Esto confirma que las promesas hechas a los patriarcas están todavía por cumplirse, y nos da la esperanza de ser contados entre los que heredarán la tierra y las promesas veterotestamentarias.

6. Consideración final En el punto 7 de las citas bíblicas de la sección “Contexto”, dejé pendiente el análisis de una crucial aparente contradicción. Jesús nos invita a erguirnos y cobrar ánimo cuando comiencen a suceder los cataclismos predichos que anteceden a su Segunda Venida. ¿Cómo podemos cobrar ánimo si nos dice en Mt 24,21 que “habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente, ni volverá a haberla”? La respuesta está en la Biblia. Como todo sucede primero en figura y luego en plenitud, podemos saber que la liberación del pueblo de Dios será milagrosa y grandiosa como en el Éxodo con la separación de las aguas, engullendo al ejercito completo de la nación más poderosa de entonces que era Egipto (de hecho ese faraón es figura del Anticristo, y la marca de sangre que los israelitas pusieron en las jambas de sus casas es figura del sello con la Sangre del Cordero que reciben los siervos de Jesús en el Apocalipsis, antes de causar “daño ni a la tierra ni al mar”, Ap 7,3). La mano fuerte de Dios se desplegará con enorme fuerza, a la vista de todos, más impresionante que en aquella ocasión. Será de golpe como Dios nos librará de la opresión de todos los reinos que se constituyeron enemigos suyos, como el impacto de esa gran piedra que baja de un monte (Dn 2,34-35). El cómo sucederá está narrado en Ezequiel 38, y termina así: “Le castigaré con la peste y la sangre, haré caer lluvia torrencial, granizos, fuego y azufre, sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que van con él. Manifestaré mi grandeza y mi santidad, me daré a conocer a los ojos de numerosas naciones y sabrán que yo soy Yahveh” (Ez 38,22-23). El pueblo hebreo vio el gran poder de Dios contra sus opresores. Así mismo presenciaremos cómo el Anticristo, y los ejércitos que comande en la gran tribulación, serán exterminados a nuestra vista. El comunismo resurgirá con mucha fuerza, más rudo y cruel que en el siglo XX, y arremeterá con fuerza contra el cristianismo, así como también el 30


islam. Ez 38 y 39 explica cómo una coalición ruso-árabe se levantará contra el pueblo de Dios, sobre todo contra Europa (también Jr 1, Jr 4, Is 48, Ap 9). Is 5, 13 y 41, Dt 28 y Jl 2, anuncian la arremetida de las tropas chinas para arrasar toda la Tierra, con un ejército de 200.000.000 como se lee en Ap 9,16, el mayor de todos los tiempos, incomparablemente mayor al del faraón del Éxodo. Por eso la derrota final de las tropas ruso-árabes y chinas será mucho más espectacular. Rusia será clave en la instauración del cristianismo en el mundo entero. María reveló en Fátima que la victoria de su Corazón Inmaculado está asociada a la conversión de Rusia, y esta a su vez condicionada a la consagración de ese país. Esto se anunció en Fátima, el 13 de julio de 1917, donde profetizó: “Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os digo se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra terminará [primera guerra mundial] pero si no dejan de ofender a Dios en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando viereis una noche alumbrada por una luz desconocida [una ocurrencia fue la aurora boreal vista en toda Europa antes de la segunda guerra mundial; Mt 24,30 podría ser otra] sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre, de la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir eso vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia: los buenos serán martirizados; el Santo Padre tendrá que sufrir mucho; varias naciones serán aniquiladas. Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”. La Hermana Lucía recibió la orden en el noviciado de las Hermanas Doroteas, en Tuy, España, el 13 de junio de 1929: “Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la Consagración de Rusia a Mi Inmaculado Corazón; prometiendo salvarla por este medio”. Como la consagración se retrasaba, Jesús dijo en 1931 en Rianjo a Lucía: “No han querido atender Mi petición. Al igual que el Rey de Francia se arrepentirán, y lo harán, pero ya será tarde. Rusia habrá ya esparcido sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia. ¡El Santo Padre tendrá que sufrir mucho!”. Ya se hizo la consagración del mundo a María, pero sin mencionar a Rusia y sin todos los Obispos del mundo, por lo que la Virgen reveló al P. Gobbi en Fátima el 13 de mayo de 1990 que la petición no se ha llevado a cabo como fue solicitada. Sigue pendiente, y según reveló Jesús, sí que se hará, pero tarde. A partir de ahí se cumplirá la profecía: Rusia se convertirá, y pasará a luchar por el cristianismo, como cruzados contra los pueblos paganos. La misma Rusia que invada Europa ayudará a rescatarla y a convertir el mundo entero, según el Padre Paul Kramer. También lo afirma Fr. Dominik María: “Si nosotros creemos que tenemos que convertir a Rusia y al Este estamos equivocados… ¡Serán Rusia y el Este los que nos conviertan a nosotros!; solamente necesitamos ayudar a convertir a Rusia y en esos esfuerzos seremos nosotros los que encontraremos conversión”. La descristianización de occidente ha ido en paralelo con la recristianización del Este y en especial de Rusia, país en el que se han creado más de 22.000 iglesias cristianas en dos décadas, muchas con financiación estatal. Mientras la agenda NOM arrastra a occidente al aborto, contracepción, ideología de género y leyes LGBT, Putin hace fuerte oposición a todo esto. Ni el islam ni el comunismo pudieron tomar occidente por la fuerza. El primero lo logró con la conquista silenciosa; es impresionante el crecimiento de la población musulmana en Europa y Norteamérica. El segundo lo hizo con el marxismo cultural, partiendo de Antonio Gramsci y la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt (M. Horkheimer, J. Habermas, H. Marcuse, T. Adorno), empleando la crítica destructiva de los pilares de la civilización occidental. Según las profecías Dios va a castigar al mundo con el comunismo, el cual muchos piensan que casi desapareció. Podría tratarse de la bestia apocalíptica herida de muerte, que revive como comunismo occidental (Ap 13,3), cumplida 31


la profecía de expansión de los errores rusos por el mundo, y esto impuesto por el Anticristo a través de la ONU y sus muchos tentáculos, así como a través de otras organizaciones, combatiendo a Dios y todos sus mandamientos. Ahora bien, en estas luchas venideras no se trata sólo de enemigos visibles. Como dice San Pablo en Ef 6,12 la mayor lucha es contra Principados, Potestades y Espíritus del Mal. La principal batalla ocurrirá por lo tanto dentro de nuestra propia mente, con el enemigo intentando, desesperarnos, agobiarnos y buscando siempre que caigamos en tentación y pequemos, para que seamos fácil presa. El Apocalipsis es un final y un inicio. Marca el final de los tiempos de Satanás, de la muerte y del pecado, vencidos por el “Hijo de Dios”. Es el tiempo de nuestra liberación. Llega el Justo Juez para “instaurar justicia eterna” sellando la profecía de Dn 9,24. Es el inicio de “un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21,1). Quien debe temer lo profetizado en Ezequiel 38 y 39 y en el libro del Apocalipsis es el malvado, el opresor, el ladrón, el mentiroso, el libertino, el que defiende el aborto y la ideología de género, el comunista, el embriagado en su poder, el rico que ignoró al pobre Lázaro a su puerta, el que no teme a Dios, el que no cree en Jesucristo, el que vive en pecado y se jacta de ello, el que incumple los mandamientos como una moda, el que no se ocupa de mantener su lámpara encendida, el que no está en vela anhelando la llegada del Esposo para vivir en unión con Él. Esto no significa que todos los elegidos y los que velan sobrevivirán a los cataclismos anunciados. Significa que aun los que mueran durante esos tiempos difíciles habrán triunfado si “murieron en Cristo” (1 Ts 4,16) como dicen Pablo y el Apocalipsis; son justamente los mártires allí nombrados, que han “lavado sus vestiduras” (Ap 7,14) con la Sangre del Cordero, y pasarán a heredar la verdadera Tierra Prometida, la Nueva Jerusalén, el Nuevo Paraíso Terrenal. Como está en Ap 20,5: “Es la primera resurrección”, que antecede al Milenio. Así dice Ap 21,7: “Esta será la herencia del vencedor”. Vencedor no es el que sobreviva. Vencedor será el que no adore a la bestia ni acepte su marca, el que rechace al falso profeta, el que crea en Cristo y persevere hasta el fin permaneciendo en su palabra (Jn 8,31), el que cumpla los mandamientos demostrando a Dios su amor incondicional, el que dé testimonio de la Luz sin aceptar jamás la oscuridad. Jesús nos dice cómo debemos afrontar esto: “La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora, pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto, por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo” (Jn 16,21). No nos promete que no sufriremos. Deja claro que serán días difíciles, pero dice esto para que nos concentremos en la inmensa alegría de su Gloriosa Venida. Está predicho que muchas ayudas tendremos durante ese tiempo. En el Libro de Joel está escrito: “Sucederá después que yo derramaré mi Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Hasta en los siervos y en las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y realizaré grandes prodigios en el cielo y en la tierra” (Jl 3,1-3). Así como los discípulos de Jesús, encerrados y atemorizados por miedo a los judíos, salieron tan valientemente a convertir al mundo luego de recibir al Espíritu Santo en Pentecostés, del mismo modo sucederá al final de los últimos tiempos, pero de manera masiva y universal, en un segundo Pentecostés. Venceremos el miedo, cobraremos nuevas fuerzas y saldremos a evangelizar a todas las naciones. María dijo en Ámsterdam, donde se presentó bajo la advocación Nuestra Señora de Todos los Pueblos, que este derramamiento del Espíritu Santo se dará después de que ella sea proclamada Corredentora, Medianera y Abogada, y que esto traerá la verdadera paz al mundo. También está prometida una gran ayuda para esos tiempos difíciles: el envío de los espíritus de Elías y de Henoc, quienes proporcionarán luz en la oscuridad (Ml 3,19-24; Za 4,1-14; Mt 17,11; Ap 11,3-12, también anunciado por la Virgen María en La Salette). Sus espíritus se infundirán sobre los dos testigos del Apocalipsis: los cristianos y los judíos, que son los dos únicos pueblos que han sido testigos del único Dios vivo y verdadero. Los cristianos del resto fiel con el espíritu de Elías impulsarán la última ola de gentiles que se convertirán a Cristo. Los judíos convertidos y con el 32


espíritu de Henoc llevarán a muchísimos judíos a bautizarse y convertirse al cristianismo. Todo esto ocurrirá durante el reinado de terror del Anticristo. Así dice el Apocalipsis: “Pero haré que mis dos testigos profeticen durante 1260 días, cubiertos de sayal. Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de la Tierra” (Ap 11,3-4). No dice que son dos personas, sino: dos testigos, dos olivos, dos candeleros. Romanos 11 nos explica quiénes son los dos olivos y predice el reinjerto del pueblo judío: “En cuanto a ellos, si no se obstinan en la incredulidad, serán injertados; que poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. Porque si tú fuiste cortado del olivo silvestre [gentiles] que eras por naturaleza, para ser injertado contra tu natural en un olivo cultivado [judíos], ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán injertados en su propio olivo!” (Rm 11,23-24). Los judíos son el olivo que Dios cultivó con amor por siglos, el cual cortó por no dar fruto; pero la raíz permaneció y sobre esta raíz fue injertado el olivo silvestre (Rm 11,17). Pablo aclara que esa raíz del olivo cultivado es la que proporciona savia y sostén al olivo silvestre injertado, que son los gentiles (Rm 11,17-18). Sobre los dos testigos y su relación con Henoc y Elías, el Libro de la Verdad (LdV) aporta información vital en los mensajes 401 del 15 de abril de 2012 y 1325 del 29 de enero de 2015. Otra referencia la encontramos en el libro del Apocalipsis de Elías, libro que no forma parte de la Biblia, pero que sí está referido en la misma, en la Carta a los Corintios (1 Co 2,9) y en la Carta a los Efesios (Ef 5,14). Esto se puede leer en este libro: “Juzgará a los pastores del pueblo; los interrogará acerca de las ovejas y ellos serán entregados sin obstáculos de maldades y mentiras. Entonces Elías y Henoc descenderán y dejarán a un lado su carne mundana y tomarán un cuerpo espiritual” (Apocalipsis de Elías 5,31-32). De modo que vendrán, pero en cuerpo espiritual y no en su propio cuerpo. Nos atañe a nosotros, quienes recibiremos ese espíritu para ser testigos de Dios y colaborar con la ola final de evangelización del mundo entero. Jesús universalizó la Redención, la ofrece a todos los pueblos (Is 49,6; Mt 28,19; Hch 10,34-43). Por eso la Iglesia es Católica, universal. Otra gran ayuda ofrecida a nosotros por Dios es refugiarse en María (Ilustración 15), cuya poderosa protección maternal constituye una coraza real e impenetrable para Satanás y sus huestes. Quien entre a esta Arca, de la cual la de Noé fue sólo figura, flotará sobre las calamidades que se avecinan; esto se logra con la Consagración al Inmaculado Corazón de María, según esa maravillosa labor iniciada en Fátima y por culminarse en Medjugorje, donde ella forma a sus apóstoles y los prepara para ser luz y testigos de la Verdad en los tiempos de mayor oscuridad. Es justamente en los corazones de los que se consagren donde comenzará el predicho Triunfo de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, lo cual antecede al Reino anunciado en Mt 25,34. El Triunfo predicho inicia en nuestros corazones, en la unión mística con los de Jesús y María. Y jamás debemos olvidar que Dios no nos da una gran Ilustración 15 - Arca de María misión sin asegurarnos su presencia y ayuda. “Yo estaré contigo”, dice Dios a Moisés a quien ordenó presentarse ante el faraón (Ex 3,10-12), a Josué a quien designó para enfrentar a todos los pueblos que habitaban la Tierra Prometida (Jos 1,1-9), y también a Jeremías cuando recibe su misión (Jr 1,6-8). Nos dice Dios de manera solemne: “Así os dice Yahveh: «No temáis ni os asustéis ante esa gran muchedumbre, porque esta guerra no es vuestra, sino de Dios»” (2 Cro 20,15). Y también: “Es fácil que una multitud caiga en manos de unos pocos. Al Cielo le da lo mismo salvar con muchos que con pocos; en la guerra no depende la victoria de la muchedumbre del ejército, sino de la fuerza que viene del Cielo” (1 M 3,18-19).

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La Iglesia de Cristo, que es su Cuerpo Místico, debe padecer, tal y como Él sufrió su pasión y muerte, para luego resucitar (Lm completo; Lc 17,22-25; CIC numerales 675, 676 y 677), pues “no está el discípulo por encima del maestro” (Mt 10,24; Lc 6,40). Será entonces, cuando parezca que su Iglesia ha desaparecido en manos de sus opresores, luego de haber sido traicionada, condenada, perseguida y martirizada, que vendrá su triunfo final, total y definitivo, tal y como está profetizado.

7. Redención y Corredención En su infinito amor y sabiduría Dios, dispuso apoyarse en su Madre para llevar a cabo su perfecto plan de Redención: una Corredentora. Dios podía salvarnos sin participación de ninguna criatura, pero decidió venir al mundo encarnándose en una Mujer, a través de quien se da tanto su Primera como su Segunda Venida; por eso como Guadalupe y en el Apocalipsis aparece nuevamente encinta. Primero da a luz a Cristo, Cabeza de la Iglesia, y luego da a luz al hombre nuevo, nacido del Espíritu; de modo que es también Madre de la Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesús. De esta manera la Nueva Eva completa el dar a luz al Cristo Total (según la expresión de San Agustín), Cabeza y Cuerpo. Por eso la Medalla Milagrosa tiene la “M” de María entrelazada con la Cruz, sobre los Sagrados Corazones de Ilustración 16 - Medalla Milagrosa Jesús y María, que juntos encierran el plan de Dios de Redención y Corredención. El quinto dogma mariano a ser proclamado es justamente Corredentora, Medianera y Abogada, destacando su crucial papel en la obra Redentora de su Hijo. María no sólo es Madre de Dios por haber dado a luz a Cristo, sino por haber aceptado y cumplido la voluntad de Dios (Mc 3,32-35). A los pies de la Cruz, María vivió místicamente en su Corazón todas las Santas Llagas de Jesús, participando de manera íntima en todo su sufrir. Y aunque allí no derramó su sangre, sí lo hizo en 1909 en San Lorenzo, Puerto Rico (en lo que desde entonces se llamó Santa Montaña), en el momento de su partida, luego de 10 años conviviendo con los portorriqueños, partida que ella denominó su “cambio”; única aparición mariana de la historia donde no sólo se le vio, sino que convivió con los lugareños. El relato de Santa Montaña es realmente impresionante.

8. Libro de la Verdad El Libro de la Verdad, referido muchas veces en este texto, fue predicho inicialmente en Dn 10,21. Constituye el libro de los siete sellos del Apocalipsis, los cuales sólo pueden ser abiertos por Jesucristo (Ap 5,1-9). Fue relevado a la irlandesa María de la Divina Misericordia (seudónimo), entre 2010 y 2015. No se trata de un simple libro, viene de Dios igual que la Biblia y está protegido de ser alterado. Así lo establece Jesús en el mensaje 523 del 15 de agosto de 2012: “El Libro de la Verdad no es tan solo un libro. El Libro de la Verdad es Mi Sagrada Palabra, la primera parte de muchas revelaciones, para convertir al mundo”. Este es dado por Jesús al mundo como preparación para su Segunda Venida. Es vital tenerlo, leerlo, compartirlo. Su contenido está en línea con la Biblia.

9. San Francisco de Asís y Ana Catalina Emmerick San Francisco de Asís (1181-1126), famoso santo y fundador de tres órdenes religiosas, justo antes de su muerte profetizó que en tiempos de la gran apostasía “un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al pontificado, y con su astucia se esforzará por llevar a muchos al error y a la muerte” y lo llamó “un destructor”, en línea con las profecías de Dn 8,9-12, Za 11,15-17 y Jn 10,1. Predijo que “habrá muy pocos cristianos que obedecerán al verdadero Sumo Pontífice”. 34


La beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824) fue una monja agustina alemana con asombrosos dones. Sus revelaciones permitieron el descubrimiento de la casa de la Virgen María en Éfeso, el sitio exacto de la antigua Ur en la Mesopotamia asiática, y los pasadizos bajo el templo de Jerusalén, sin haber ido nunca a esos lugares. Dio detalles sobre el viaje de los Reyes Magos, lo que permite determinar la distancia de partida, llegándose a que posiblemente habitaban en la misma región donde vivió Daniel en la antigua Babilonia. Predijo la actual crisis en la Iglesia, la traición a un Papa y la imposición de otro que la entregaría a sus enemigos (“Habrá un falso papa y un verdadero papa reinantes al mismo tiempo”). Jesús le reveló un dato cronológico que se hizo vital para calcular edades y fechas: “Jesucristo nació antes de cumplirse el año 3.997 del mundo”. Narró la muerte de Jesucristo con un nivel de detalle sin precedentes, lo cual quedó documentado en el libro titulado La Dolorosa Pasión, base de Mel Gibson para su extraordinaria película La Pasión de Cristo. Dios le reveló que el planeta Tierra reúne las mejores propiedades de todos los planetas del universo, lo cual refleja el inmenso amor que el Creador nos tiene y el don tan maravilloso que es este planeta.

10. Fuentes Al final de este texto están todas las fuentes sobre las que basé este trabajo. Lo expuesto es el resultado de armar mi propio rompecabezas. Todo lo analicé y validé al detalle: citas bíblicas, libros y entrevistas, configuraciones de los astros, tanto las asociadas a la Primera Venida como a la Segunda. Este trabajo lo puede hacer cualquier persona. Aprendí mucho haciéndolo, fue apasionante. Es cuestión de tiempo y dedicación. No he hecho mías opiniones de terceros.

11. El cisma y la gran apostasía También aclaro que no concluí nada sobre el Papa Francisco sin antes haberme comprado y leído sus encíclicas, y sin haber analizado cuidadosamente sus declaraciones y homilías. Amoris Lætitia contradice la Biblia en temas serios, y también choca con la encíclica Veritatis Splendor de San Juan Pablo II. La página Denzinger-Bergoglio.com compara de manera detallada y responsable lo dicho o escrito por el Papa Francisco vs la Biblia y el Magisterio de la Iglesia (van unos 160 entre errores doctrinales, peligrosas ambigüedades y herejías confirmadas). ¿Quién es este Papa que dijo que Jesús se “ha hecho Diablo por nosotros”, que niega milagros de Cristo, nos habla de su fracaso, que Jesús “se manchó”, que “por la sangre de Jesús corre sangre pagana”, que fingió ante sus discípulos (fingir es una forma de mentir), que Jesús “hizo un poco el idiota”, que “Dios no puede ser Dios sin el hombre”, y que Dios fue injusto con su Hijo? ¿Quién es este prelado que condena el proselitismo, compara el cristianismo con el comunismo, nos dice “Creo en el hombre”, habla de la “Madre Tierra” que nos dio la vida (panteísmo), acoge a los homosexuales sin moverlos a la conversión e invita a los adúlteros no arrepentidos a la Comunión? ¿Por qué se negó a responder a la “Dubia” con las 5 preguntas de 4 Cardenales sobre Amoris Lætitia? ¿Por qué arremetió contra la Orden de Malta y contra los Franciscanos de la Inmaculada? ¿Cómo puede reconocer como “reformador” y “testigo del Evangelio” a Lutero, quien maldijo al Papado y a la Santa Misa? Francisco escribió en Amoris Lætitia: “Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio”, afirmación que contradice las muchas y claras enseñanzas de Jesús sobre la condenación eterna. En su video ecuménico declaró: “Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera”, lo cual contradice Jn 14,6: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”; y también dijo allí: “En esta multitud, en este abanico de religiones hay una sola certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios”, cuando tanto la Biblia como el Catecismo de la Iglesia Católica nos indican claramente las condiciones para llegar a ser hijos adoptivos de Dios: bautizarse y creer en Jesucristo, único mediador y salvador de la humanidad (Jn 1,9-12; Jn 1,18; Jn 3,16-18; Jn 15,8; Mc 3,32-35; Jn 17,21; Lc 10,22; Col 1,15-20; 1 Jn 4,2-3; Ap 21,6). Sólo Jesucristo es “Imagen de Dios invisible” (Col 1,15). 35


El video ecuménico del Papa es una traición a Cristo; su mensaje central es que todas las religiones llevan a Dios, lo cual contradice la Biblia entera, pues toda ella anuncia y testifica a Jesucristo, único Salvador, pues “… no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros podamos salvarnos” (Hch 4,12). No hay salvación en Alá, Maitreya o Krishna. Ni Buda ni Mahoma están sentados a la derecha del Padre. Todo esto es extremadamente delicado y trascendente como para ser tomado a la ligera, o para hacerse simple eco de las opiniones ajenas. Fijar un criterio poco informado sería inapropiado. En el Libro de la Verdad se deja claro que el actual Papa es Benedicto XVI; su salida del Vaticano estaba predicha en éste un año antes, según consta en el mensaje de Jesús: “Mi pobre Santo Vicario, el Papa Benedicto XVI, será expulsado de la Santa Sede de Roma” (LdV, mens. 342, 11 de feb. de 2012). Este libro nos invita a orar mucho por el Papa Benedicto XVI. Él es el Katéjon, palabra griega que significa “obstáculo”, quien todavía impide la manifestación del Anticristo, según San Pablo: “Tan sólo con que sea quitado de en medio el que ahora le retiene [Katéjon], entonces se manifestará el Impío [Anticristo]” (2 Ts 2,7-8). Con su martirio será retirado ese “obstáculo”. Según el P. Castellani el Katéjon también está representado por el Orden Romano, que pasó del Imperio Romano al Cristianismo: Familia, Propiedad Privada, Ejército y Religión, columnas hoy minadas incluso en occidente. Todo esto en línea con la visión de San Pío X en 1909, con la profecía de San Francisco de Asís de 1226, con el tercer secreto de Fátima, y con lo revelado en Garabandal. También se cumple de manera asombrosa en el Papa Francisco la novela profética Juana Tabor - 666, de Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría), escrita en 1942. En su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium Bergoglio afirma: “Una mirada muy especial se dirige al pueblo judío, cuya Alianza con Dios jamás ha sido revocada, porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables”. Según la Biblia la primera alianza sí fue revocada: “Pero ahora, Cristo ha recibido un ministerio muy superior, porque es el mediador de una Alianza más excelente, fundada sobre promesas mejores. Porque si esta primera Alianza hubiera sido perfecta no habría sido necesario sustituirla por otra (…). Ya que ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, yo me despreocupé de ellos’ –dice el Señor– (…) Al hablar de una Nueva Alianza, Dios declara anticuada la primera, y lo que es viejo y anticuado está a punto de desaparecer.” (Hb 8,6-13). Y también: “‘Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios’, a pesar de que están prescritos por la Ley. Y luego añade: ‘Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad’. Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo.” (Hb 10, 8-9). Esto lo afirma para hacer creer a los judíos que sin aceptar la Nueva Alianza en Jesús lograrán la salvación. Herejía. En entrevista con Eugenio Scalfari el 29 de diciembre de 2013, publicada por el diario italiano La Repubblica, referida también por Antonio Socci en su libro Non È Francesco, Bergoglio afirmó: “Dios no es católico. Dios es el Espíritu del mundo. Hay muchas lecturas de Dios, tantas cuantas almas de quien piensa en él, para aceptarlo cada una a su manera o a su modo para refutar su existencia”. En esta afirmación herética se propone como aceptable una concepción relativista y subjetivista de la teología, excluyendo que el catolicismo contenga en sí la idea exacta de Dios. Se pone la visión católica de Dios (única plenamente verdadera y completa) a la par con las innumerables variedades de herejías, proponiéndose una nueva teología que no está conforme al catolicismo, sino una “universal” que busca poner de acuerdo todas las religiones y teologías existentes, sobre el supuesto que Dios está por encima de todas esas “lecturas” (seguramente como parte del proceso de sentar las bases para la nueva religión única mundial). Afirma que Dios es el espíritu del mundo renovando una antigua concepción gnóstica, pues según la Gnosis (antigua filosofía madre de todas las herejías y fundamento de la masonería) el espíritu divino es el alma del mundo (anima mundi), un Dios que es parte integrante del universo, no diferenciando al Creador de la criatura. En su discurso al Movimiento de la Renovación en el Espíritu Santo, el 3 de julio de 2015, el Papa Francisco dijo: “Debes rezar con herejes, apóstatas y cismáticos”. En la Iglesia Católica son gravísimas en las penas canónicas infligidas en este sentido: “El apóstata de la fe, el hereje o el cismático 36


incurren en excomunión latæ sententiæ” (c. 1364,1). En la segunda carta de Juan leemos: “Todo el que se sale de la doctrina de Cristo, y no permanece en ella, no posee a Dios” (2 Jn 9), es decir: apóstatas, herejes y cismáticos no poseen a Dios. Y también: “Si alguno viene a vosotros y no transmite esta doctrina no lo recibáis en casa ni le saludéis” (2 Jn 19), por lo que no podemos rezar con herejes, apóstatas y cismáticos, ni siquiera recibirlos. Debemos obedecer a Dios, no a Bergoglio. En el libro del Padre Gobbi, María reveló esto el 13 de junio de 1989 en Dongo, Italia: “La bestia negra semejante a una pantera indica la Masonería Eclesiástica, que se ha difundido sobre todo entre los miembros de la Jerarquía. Esta infiltración masónica dentro de la Iglesia, ya os ha sido predicha por Mí en Fátima, cuando os anuncié que Satanás se introduciría hasta el vértice de la Iglesia”. El Cardenal Mario Luigi Ciappi, teólogo personal de 5 papas, de Pío XII a Juan Pablo II (1955-1989), en un comunicado al Profesor Baumgartner, en Salzburgo, le reveló que: “En el Tercer Secreto se predice, entre otras cosas, que la gran apostasía en la Iglesia comenzará por el tope”. El vértice y el tope es el Papa, por eso tanto misterio con el tercer secreto. Estamos sin duda viviendo la época profetizada por la Santísima Virgen María en Akita, Japón, cuando dijo de estos tiempos: “La obra del demonio se infiltrará hasta dentro de la Iglesia de tal manera que se verán cardenales contra cardenales, obispos contra obispos”. Amoris Lætitia y el Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia han sido importantes factores que nos han dejado ver esta fuerte confrontación interna en la Iglesia, definiéndose claramente dos bandos. Sin embargo, esta confrontación tuvo inicio hace medio siglo, lo que llevó al Papa Pablo VI a exclamar, en una homilía el 29 de junio de 1972, su famosa y muy citada frase: “A través de alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. Se refería a la infiltración del modernismo en el clero, pero principalmente en la jerarquía eclesial. Recordemos que San Pío X ya había declarado antes: “El modernismo es la suma de todas las herejías”. Y el Beato Pío IX, no sabemos si por pura precaución o a manera de profecía, nos dijo: “Si un futuro Papa enseñare algo contrario a la fe católica, no le sigan”. Vital leer la más extensa y detallada profecía de la Madre de Dios, dada en La Salette, denominada la “Reina de las profecías” por San Juan Pablo II, en la cual se afirma: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo”. La actual crisis de la Iglesia estaba predicha, junto con el cisma y la gran apostasía (Lc 17,25; Lc 18,8; 2 Ts 2,3). En respuesta a la invasión del cruel Antíoco Epífanes, Judas Macabeo organizó a parte del pueblo para hacerle resistencia, negándose a obedecer las malvadas órdenes contra la ley divina, pues se había prohibido el culto a Dios y los ritos sagrados. En la crisis arriana del siglo IV la mayor parte del clero llegó a estar separado de la Verdad; fueron los laicos quienes salieron a defender con fuerza la Iglesia Católica. Esto mismo es lo que ahora tenemos que hacer, en respuesta a la horrorosa crisis por la que estamos pasando. Es tiempo de despertar y luchar por nuestra amada Iglesia Católica y en defensa de la única Verdad. Es hora de gritar con Elías: “Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot” (1 R 19,10), con Samuel: “¡Habla Señor, que tu siervo escucha!” (1 S 3,10), y con Isaías: “Heme aquí: envíame” (Is 6,8). ¡Que Dios nos conceda el valor de Matatías, de los Macabeos y de San Atanasio!

12. Plazo tope y búsqueda de la Verdad Este texto plantea algunas fechas sólo como hipótesis. Lo que sí es seguro es que todo ocurrirá a más tardar en el plazo dado por Jesús: el año tope para el cumplimiento de la Parusía es 2028, en que se cumplen 80 años de la generación de 1948. Sin embargo, conocer fechas exactas no es lo importante, sino conocer el momento presente, permanecer en vela y tener las lámparas con aceite. No estoy buscando conocimiento. Mi objetivo es alcanzar a Dios y compartir este enorme tesoro. Me mantengo en espera activa, anhelando la llegada del amado Esposo de mi alma. No me considero dueño de la verdad, conocedor de misterios, sabio o iluminado. Sólo busco la Verdad, que es Jesús, y comparto una realidad patente: la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo está muy próxima. Nos toca vivirlo. Debemos prepararnos, esforzarnos mucho, y sacar el mayor provecho posible para la honra del Santo Nombre de Jesucristo, la gloria de Dios Padre y la salvación de las almas. 37


Bibliografía: • • • • • • • •

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Biblia de Jerusalén, Biblia Navarra, Biblia Straubinguer, Biblia Vulgata (Biblias Católicas) Catecismo de la Iglesia Católica, Nueva edición conforme al texto latino oficial de 1997 Código de Derecho Canónico, Sexta edición revisada y actualizada: septiembre 2001 Universi Dominici Gregis, Constitución apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, 1996 Libro de la Verdad, de María de la Divina Misericordia (pseudónimo), mensajes de los años 2010 a 2015 El Libro I de Henoc, Federico Corriente y Antonio Piñero, 1984, traducción del etiópico y griego El Apocalipsis de Elías, G. Steindorff, 1899, traducción copta hallada por Máspero, 1893, en un monasterio, Egipto Contra los herejes - Exposición y refutación de la falsa gnosis, de San Ireneo de Lyon, escrita entre los años 180 y 190 Suma Teológica, Santo Tomás de Aquino, 1274. El Apocalipsis según Leonardo Castellani, de R.P. Alfredo Sáenz, 2005 Les secrets de Dozulé, le changement universel (Los secretos de Dozulé, el cambio universal), J. Stiegler, 1999 The Gospel in the Stars, de Joseph Seiss, 1882 Mazzaroth – The Constellations, de Frances Rolleston, 1862 Profecías del Fin, del Dr. Rafael Arango, 2010 La Astronomía Sagrada y el Fin de los Tiempos, de Antonio Yagüe, 2014 Las estrellas del manto de la Virgen de Guadalupe, de J. H. Hernández Illescas y M. Rojas Sánchez, 1983 Huei Tlamahuiçoltica (El Gran Suceso, sobre las apariciones de Guadalupe), de Luis Lasso de la Vega, 1649 La verdad sobre las apariciones de Garabandal, de Francisco Sánchez-Ventura y Pascual, 1998 Garabandal – Der Zeigefinger Gottes (El dedo índice de Dios), de Albrecht Weber, 1993 Diario de Conchita, de María Concepción González, de Garabandal, 1963 Diario: La Divina Misericordia en Mi Alma, de Santa Faustina Kowalska, 1931 Ana Catalina Emmerick – Visiones y Revelaciones Completas, de C. Brentano, B. Overberg, G. Wesener, 1980 Historia de los tres pastorcitos que vieron a la Virgen y las apariciones de Fátima, del P. Eliecer Salesman, 2007 Um Caminho Sob o Olhar de Maria (biografía de Sor Lucía), publicación oficial del Carmelo de Coímbra, 2013 La Santa Montaña de Puerto Rico y el misterio de Elenita de Jesús, del Padre Jaime Reyes, 1992 Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen, de San Luis María Grignion de Montfort, 1712 Consagración al Inmaculado Corazón de María, dado por la Virgen de Medjugorje, por Fr. Dominik Maria, 2013 Mi Corazón Triunfará, de Mirjana Soldo, 2016 A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen, Locuciones de María al P. Stefano Gobbi, 2000 Antigüedades judías, de Flavio Josefo, Tomo XI, 1963 (escrita originalmente en griego antiguo en el año 94) Entrevistas al Padre Paul Kramer, por The Fatima Crusader, #82 de 2006, y #92 de 2009 La Misa, vida ofrecida, del Cardenal Albert Vanhoye, 2011 La Ciudad de Dios, de San Agustín de Hipona, 426 Juana Tabor, de Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría), 1942 Del Conflicto a la Comunión: Conmemoración Conjunta Luterano - Católico Romana, FLM & PCPUC, 2013 Divino Afflante Spiritu, Encíclica del Sumo Pontífice Pio XII, 1943. Veritatis Splendor, Carta Encíclica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, 1993 Amoris Lætitia, Exhortación Apostólica Postsinodal del Sumo Pontífice Francisco, 2016

Profecías marianas referidas: •

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, París, Francia, 1830

Nuestra Señora de La Salette, La Salette-Fallavaux, Francia, 1846

Nuestra Señora de Santa Montaña, Puerto Rico, 1899-1909

Nuestra Señora de Fátima, Portugal, 1917

Nuestra Señora de Todos los Pueblos, Ámsterdam, Holanda, 1945-1959

Nuestra Señora de Garabandal, España, 1961-1965

Nuestra Señora de Akita, Japón, 1973

Nuestra Señora de Medjugorje, Bosnia-Herzegovina, 1981 al presente

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Consagraciones vitales: o Consagración a Dios Padre o Consagración al Sagrado Corazón de Jesús o Consagración a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo o Consagración al Inmaculado Corazón de María

Jesucristo Luz del cielo y de la tierra 38


“Como Noé, en nombre del Señor, invitaba a subir en el arca a los que debían salvarse del diluvio, así ahora tú, Mi pequeño, en nombre de tu Madre Celestial debes invitar a entrar en el refugio de Mi Corazón Inmaculado a aquellos que deben ser protegidos, defendidos y salvados de la gran prueba que ya ha llegado para la Iglesia y para toda la humanidad.”

Santísima Virgen María, del libro: A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen, P. Stefano Gobbi “Hijos míos, no tengáis miedo de abrirme vuestros corazones. Con amor materno os enseñaré lo que espero de cada uno de vosotros, lo que espero de mis apóstoles. Venid conmigo.”

Santísima Virgen María, mensaje del 18 de marzo 2011, Medjugorje “Los cristianos en este mundo son como la luz en la oscuridad. Nuestra fuerza está en nuestras rodillas, en nuestras manos unidas en oración, en nuestro cargar la cruz. Nuestra fuerza viene de Dios, Nuestro Señor. No hay otra fuerza, otra sabiduría, otra victoria, sino la victoria sobre la absurdidad de este mundo a través de la humildad, el amor y el sacrificio.”

Fr. Jozo Zovko, homilía el 11 de julio de 1981, Medjugorje “Se va constituyendo una dictadura del relativismo, que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos. Nosotros, en cambio, tenemos otra medida; el Hijo de Dios, el verdadero hombre, Él es la medida del verdadero humanismo. «Adulta» no es una fe que sigue las olas de la moda y la última novedad. Adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo.”

Cardenal Joseph Ratzinger, homilía el 18 de abril de 2005 en la víspera de su elección como Papa “… el sentido de la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como «Corazón palpitante» de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades. El Sacramento de la caridad de Cristo [Eucaristía] debe permear toda la vida cotidiana.”

Papa Benedicto XVI, homilía, Corpus Domini, el 7 de junio de 2012 “La misión que la Misa nos confía, para la que nos capacita, es la de ir a los demás «con la plenitud de la bendición de Cristo» (Rm 15,29) y transformar el mundo con el amor que viene de Dios”. “«Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6,56). No se puede imaginar una relación más estrecha, más pacificadora y más nutritiva que esta”. “En definitiva, recibir el Cuerpo de Cristo significa ser recibidos por él. «Dichosos los invitados a la cena del Señor». Dichosos nosotros, que nos encontramos insertos en una historia de salvación que nos supera por todas partes.”

Cardenal Albert Vanhoye, La Misa, vida ofrecida

Agradecimientos: o A la Santísima Virgen María por su llamado y por darle a mi vida su verdadero propósito: vivir únicamente para la honra del Santo Nombre de Jesucristo, la gloria de Dios Padre y la salvación de las almas. o Al Dr. Rafael Arango y al Padre Leonardo Castellani por la gran luz aportada con sus trabajos sobre profecías bíblicas y marianas. o Al Dr. José Galat, a Alejandro Pedraza y a todo el equipo de Teleamiga. o Al Dr. Hugo Verdera y a todo el equipo de Toda la Verdad Primero (TLV1). o A mi mamá por tanto que oró por mi entrega total a Dios y por inducirme a mi consagración al Inmaculado Corazón de María. o A mi hermano Pablo, a Rosa y a la dulce Jimena, por haberme llevado a Garabandal. o A las personas que me ayudaron en este proyecto, con las correcciones, mejoras, y aportando buenos libros. o A todos los sacerdotes que me han transmitido la única verdadera Luz, que es Cristo mismo, Camino, Verdad y Vida o A mi fiel Ángel Custodio, inseparable amigo y defensor.

“La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.”

Ap 21,23


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