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la se ta poesĂa nuestra de todos los dĂas
Jacqueline Goldberg
El que puede sentir la poesía más allá de sus sentidos siempre se amieda, se le estruja una tesitura macabra cuando le preguntan por la poesía, su razón de Ser. Siente miedo porque sabe que, diga lo que diga, su respuesta será un animal incompleto. Desde hace mucho renuncié a mi casi insobornable curiosidad, a mi necesidad de definir, y renuncié porque comprendí que sólo es posible escucharla realmente en el silencio más hondo del que seamos capaces, en el quinto cielo interior. Ese Silencio, angustioso para algunos, jubiloso para otros, es un espacio. Allí converge todo. Allí la poesía Es. Allí contemplación, allí el Milagro, la Palabra Creadora y no recreadora. Pero ese camino, para quienes saben de qué hablo, o para quienes creen saber de qué hablo, es tan común como el de una mujer que debe limpiar las calles todos los días. Común, la poesía es común y está sobrevaloradas la inteligencia y la sensibilidad. La poesía Es, y definitivamente no nos necesita. Nosotros, al contrario, somos un ahogo constante sin ella Susan Urich.
INAPETENCIA COMPARTIDA JACQUELINE GOLDBERG
El problema de las emociones es esencialmente de drenaje. Susan Sontag 23/4/61 Arduo bañarse. Susan Sontag lo apunta en su diario. Tarea, promesa, esquivo deber. Repite: «1- Ducharse cada dos noches» (p. 137). «6- Bañarme todos los días, y lavarme el cabello cada diez días» (p. 281) Aconseja en la crianza de los hijos: «No asumas que lo que no te gusta hacer (bañarse, lavarse el pelo) a él tampoco le gustará». No siempre apetece desnudarme, enjabonarme, secarme. Herencia francesa de mi padre, de la tía que susurraba: mucha agua desgasta la piel. Indican que la ducha no es el mejor método.
[Un estudio realizado por científicos estadounidenses concluyó que los niveles de la bacteria Mycobacterium Avium, causante de enfermedades pulmonares, es cien veces mayor en los cabezales de las duchas, que en cualquier otro entorno de agua potable] Todo es desgano. Pasan horas. Ya voy, luego, más tarde. Quizá. Llega la noche. Y uno se baña por el marido. O no. Bañarse es higiénico y placentero, dicen. Necesidad biológica, instancia de goce. Pero no. Se sabe, hay consecuencias si no te aseas: [1° Se forma seborrea en el cuero cabelludo. 2° Anidan piojos que provocan tifo. 3° Se tapan los poros de la piel por la mugre. 4° No puedes transpirar y se irrita e infecta la piel. 5° Por tu apariencia desaliñada das asco. 6° En las costras de mugre anidan ácaros. 6° Apestas.]
Quisimos ser viejas, hacernos de contraindicaciones. Que nos lavaran en la cama, acostadas, con gasas, jeringas, esponjas. Simpleza absoluta. Pero hay exigencias. El encierro tiene límites. No se trata de bañarse muchas veces. [Nuestra piel está recubierta por un manto graso dedicado a protegerla de las influencias de agentes externos que pueden resultar perjudiciales para ella, como bacterias o la contaminación medioambiental. Si atentas contra este manto graso tu piel quedará indefensa y a merced de los agentes que pueden atacarla]. Rehusarse es síntoma de depresión. Sontag y yo hemos estado deprimidas. Sontag y yo hemos apestado ciertos domingos. Sontag y yo escribimos, pese a todo.
[En un intento por explicar el incremento en la tasa de depresión en la población madura, la Universidad de Emory, en Estados Unidos, realizó un estudio en el que se demuestra que la higiene excesiva elimina una bacteria crucial para el estado anímico. Al parecer, la ausencia de la bacteria, que contribuye a una respuesta antiinflamatoria del cerebro, siendo la inflamación cerebral uno de los mayores síntomas de la depresión. Además, los investigadores aseguran que la erradicación de la relación con los microorganismos del suelo, de la comida y de los intestinos podría afectar el sistema inmunológico logrando que éste se encuentre menos preparado para afrontar a los microorganismos nocivos]. A nadie importa si vegetas entre viernes y lunes, si orinas de pie, si el espejo apuñala los ojos. El agua es mordida suelta, silogismo invertebrado. El cuerpo se hace membrana distinta, rotura sin lámpara ni filiación.
Sontag y yo, tal vez, entonces, pues, quizĂĄ, hemos estado deprimidas. No nos baĂąamos. Y escribimos, pese a todo.
Susan Sontag
(Nueva York, 16 de enero de 1933 - 28 de diciembre de 2004)
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la se ta poesía nuestra de todos los días
Jacqueline Goldberg
Tomo I Volumen II
Licenciada en Letras (LUZ, 1990), Doctora en Ciencias Sociales (UCV,1998). Poeta, narradora, ensayista, autora de libros infantiles y testimoniales, comunicadora gastronómica y editora
Texto de presentación
Susan Urich Textos de:
Jacqueline Goldberg
Fotografía
Autorretrato
Diseño / Concepto
Yholfran Ochoa
Corrección Gráfica
Faride Mereb
Contacto de poeta
Contacto de publicación
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