La nochentera

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LA NOCHENTERA NO QUIERO DECIR ADIÓS A L A PATAGONIA


Cuando se pone el sol LLEGA EL MOMENTO DE REÍR Y RECORDAR LO VIVIDO

EN EL REFUGIO DE LA PIEDRA DEL FRAILE, EN LA LAGUNA DE LOS 14, EN EL REFU DEL GORRA BLANCA, EN EL CAMPO DE HIELO, EN LAS PLAYITAS, EN EL CHALTÉN Van pasando los días y baja un poco esta fiebre, pero llegan fotos y vídeos que nos devuelven a La Patagonia, al Paso Marconi, a Sonia con la pulca en un paso difícil, a las Pelayas ascendiendo, a Rocío con sus ánimos en la subida al cerro, al campo de hielo y a toda su inmensidad y su grandeza.

MAÑANA SERÁ UN DÍA LARGO

Y REÍR Y NO PODER PARAR DE REÍR

Y recuerdo aquellas noches, porque después del “sufrí” venía el “disfrute” y ni siquiera el liofilizado nos quitaba la sonrisa por la noche mientras nos metíamos en los sacos y nos reíamos. ¿De qué nos reíamos tanto? No quiero olvidarlo, quiero recordar cada detalle, pero van pasando los días y necesito buscar a fondo en mi memoria cuál era el chiste de Kica, su despiste o el mío, la historia de Anna o el comentario de Laura a gritos desde la tienda de al lado. Sé que las sensaciones nunca las vamos a olvidar, porque hemos vivido algo “único y mágico” (adjetivos que le robo a Emilio, que sé que me deja) pero no quiero olvidar ni una sola de las conversaciones y de las risas, las carcajadas. ¡¡¡¡Lo quiero todo!!!!

Y REÍR NOS HIZO INVENCIBLES. NO COMO LOS QUE SIEMPRE GANAN, SINO COMO AQUELLOS QUE NO SE RINDEN. TAN FRIDA, TAN KICA…(O TAN SALMA SEGÚN JOSU) Si a este grupo le ha caracterizado algo, ha sido la risa. Una risa tan contagiosa que solo de recordarla, me da de nuevo por reír…o por llorar. Somos intensas, muy intensas. Cada una a su manera, pero cómo olvidar esas carcajadas nocturnas. Y es que el cáncer nos ha debido regalar el don de reírnos por todo, con todxs y de todo. Porque “vamos con todo” y se dispara la risa, “sí a todo” y no podemos parar de reír, historias de Anna y se nos rompen las patillas de las gafas de la risa, “no tengo miedo a nada” y seguimos riéndonos, “Gandía es un pueblo de Valencia” y no hay quien pare nuestras carcajadas, “saca la perra

que llevas dentro” y te da la risa floja, “estoy en volumen” y a ver quién se ríe más alto, te meten en la sala a menos ciento diez grados y en vez de tiritar, te ríes. “Perdón, ¿para la Patagonia por aquí?” Y se escucha la risa hasta en la última planta de la quinta torre. Volvemos a ver el vídeo de MARCA y la cara de Kica, su “mátame, camión” y ya nos duele la cara, de ser tan guapas, y de reír sin parar. Y es por eso que mi madre se pregunta si somos así todo el rato, porque reírse sin parar durante casi un mes debería considerarse Guinness World


La noche no nos confunde PORQUE HAY QUE QUEDARSE SIEMPRE HASTA EL FINAL

HUBO UNA NOCHE MUY ESPECIAL. NO QUERÍAMOS DECIR ADIÓS Y VARIOS “TIRARON LA DE HUMO” PERO ALLÍ SEGUIMOS ALGUNOS, ESTIRANDO LAS HORAS COMO UN CHICLE BOOMER. Fue una noche de despedidas, de regalos Pelayos, de leernos mensajes llenos de amor, de comer bife de chorizo e incluso chinchulín. Una cena en la que sentí que no puede haber mejor gente de la que rodearse. Aunque algún periodista se nos quejara de sentirse segundo plato, ellos saben que son mejor que cualquier postre para nosotras, incluso entendiendo que no se puede dejar escapar así de pronto a las deidades argentinas. Y después de cenar, hubo que bailar…la nochentera, de principio a fin, que ya dormiríamos en el autobús. Y de camino a bailar se improvisó una cabalgata de Reyes Magos adelantada, repartiendo caramelos imaginados que estaban rellenos de cariño. Y nos dieron las diez y las once, las doce, la una y las dos y las tres, y le cambiamos la letra a Sabina para que nos dieran las cuatro…Y de allí salimos cantando, embriagados de felicidad y deseando éxitos a todo el que se nos cruzaba en el camino o en el pasillo del hotel. Y si hay que bailar en la mesa, se baila también, que sabemos que podemos saltar con confianza, que podemos desplegar las alas o confiar en que habrá sostén. Y allí, en el Chaltén, dejamos un pedacito de cada una de nosotras, para que nos los guardaran Rafa y Vale que aguantaron hasta el final. Porque no queríamos decir adiós y porque ya os echábamos de menos. Que las noches hay que exprimirlas hasta el final (o hasta que llega el bostezo de oso cavernoso), igual que los días y que hay que vivir el presente, cuando es un presente bonito y digno de ser vivido y revivido. Y no fue esa la única noche, que aún quedaban Calafate y Buenos Aires, pero sí fue la más mágica y en la que el tiempo parecía pasar acelerado mientras nosotras lo queríamos parar.

Y NO LLORAMOS PORQUE ALGO HAYA TERMINADO, SONREÍMOS PORQUE HA SUCEDIDO. SEUSS GEISEL. PORQUE ES BIEN SABIDO QUE SIEMPRE REÍAMOS Y SONREÍAMOS.



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