TEORÍA, TÉCNICA Y PRÁCTICA DE LA ORATORIA Recopilación por:
Douglas Yonander Pérez M.
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INTRODUCCIÓN
El dominio de la palabra hablada ha sido a través de la historia de la humanidad un factor de influencia decisiva en el destino y la grandeza o decadencia de los pueblos, los ejemplos más notorios pueden evidenciarse en hombres como: Demóstenes o Cicerón en la Antigüedad; Robespier o Marat en la época moderna y Hitler o Mussolini en la era contemporánea. Expresarse mediante la palabra, verbal o escrita, es utilizar este tipo concreto de lenguaje para exteriorizar lo que se siente y lo que se piensa. No quiere esto decir, que sea la palabra el único instrumento de expresión, pero para nuestros efectos hemos de referirnos siempre al lenguaje como su único vehículo normal y como el más universal que existe, sobre todo después que los avances tecnológicos nos han traído medios de interrelación con las masas, como son la radio y la televisión. La expresión, incluso la expresión correcta, no se agota en sí misma, es decir, no es necesario expresarse bien por el sólo placer que ello nos proporcione, sino que lo queremos y necesitamos para comunicarnos mejor con lo demás. Como ya tendremos ocasión de advertir en el curso de esta obra, comunicarse es más complejo que expresarse. De ahí que una expresión correcta puede no producir una comunicación correcta, o dicho de otro modo, es necesaria una correcta expresión para una buena comunicación, pero no es suficiente.
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Sobre la teoría, técnicas y práctica de la oratoria no existe mucha bibliografía específica, pero la encontrada es de muy buena calidad y suficiente para lograr la elaboración de este manual, que será una recopilación de todas ellas, reconociéndole además, todo el crédito que merecen y le corresponden a los autores y la necesidad de consulta por parte de todos aquellos que deseen ampliar sus conocimientos sobre la materia.
Douglas Pérez
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Capítulo I
LA TEORÍA DE LA ORATORIA
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¿QUÉ Es LA ORATORIA?
Existen muchas definiciones de la oratoria. Algunas modernas y otras clásicas, escogeremos una de cada tipo: 1.- Definición “clásica” de la oratoria. “Arte de hablar con propiedad y belleza capaz de deleitar, conmover o persuadir a un auditorio”; es decir: la oratoria es el arte de embellecer la expresión oral de las ideas y conceptos; los buenos oradores son aquellos que saben hablar bonito. En esta definición se hace más énfasis en la forma como se dice el mensaje, que en las ideas contenidas en el mensaje mismo. 2.- Definición “moderna” de la oratoria. “La oratoria es el arte de utilizar la palabra hablada ante un público con la finalidad de convencerlo (persuadirlo) para que actúe a favor o en contra de un hecho o de una idea determinada”. Del análisis de ambas definiciones, deducimos que: la oratoria es un arte, es decir, es esencialmente una actividad que requiere creatividad, aún cuando para ello, tenga que basarse en la aplicación de determinadas normas y procedimientos (técnicas) que es necesario conocer y manejar.
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Sin negar la importancia que tiene “el bien decir” debe considerarse que: “no basta hacerse comprender, sino que hay que usar cada palabra en el lugar que le corresponde y cuando le corresponde”.
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La oratoria es sobre todo la convicción, la veracidad y la justicia de las ideas contenidas en el discurso. El orador es sobre todo una vida activa que actualiza vidas pasivas y estancadas. El orador sólo es tal, cuando le anima el odio a la mentira y a la hipocresía y ama la sinceridad y la verdad. En conclusión puede decirse que en la oratoria cuenta tanto lo que se dice como la forma en que se dice. Siempre que se diga algo, debe dejarse algo. El orador debe hablar en forma clara, precisa, concisa y convincente… y si puede, debe embellecer los conceptos. La oratoria es, pues, el arte de hablar con propiedad y belleza, para persuadir, conmover y deleitar a un auditorio determinado.
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Cicerón, De Oratoria
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Capítulo II
LA VOZ
GENERALIDADEs
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La oratoria es esencialmente el arte de hablar en público, es la utilización de la palabra hablada en forma directa. La palabra oral como forma de expresión es según los expertos, la manera más eficaz y eficiente de hacer comprender el mensaje. Contraria a la idea clásica que sostiene que la voz se produce por la vibración de las cuerdas vocales, al pasar por ellas, el aire que expelen los pulmones, algunos autores exponen una nueva teoría que afirma que la vibración de las cuerdas vocales, no se produce por un movimiento pasivo de una simple expulsión de aire que procede de los pulmones, sino que
el
movimiento
es
activo,
regido
por
el
sistema
nervioso
neumogástrico. Es la formación nerviosa la que permite la abertura de la glotis, el paso del aire espirado y la producción del sonido con todas sus características. Algunos especialistas opinan que hay intervención endocrina. Todos los animales que poseen sonidos
laringe,
emiten
característicos
que
constituyen su voz. En el hombre los sonidos son de dos tipos: unos, corresponden a las vocales y otros a las consonantes. En los sonidos de las consonantes interviene el aire espirado desde los pulmones, el movimiento de los labios, músculos de la lengua y las mejillas. El sonido de las vocales se debe precipitadamente al paso del aire espirado a través de la glotis.
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De la combinación de ambos sonidos se produce la palabra. La palabra es la voz articulada propia del hombre y depende de un mecanismo nervioso especial, cuyo centro se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro.
HIGIENE DEL APARATO FONADOR
Para evitar afecciones o enfermedades en el aparato fonador, se recomienda a las personas tomar las siguientes precauciones: a).- No fumar, si se tiene el vicio, tratar de disminuirlo al máximo. b).- Evitar los cambios bruscos de temperatura. c).- No tomar bebidas ni muy frías, ni muy calientes. d).- Evitar el contacto directo con el polvo. e). Mantener la boca limpia. f).- No hablar seguido durante mucho tiempo. g).- No hablar muy alto, no gritar. h).- No inspirar olores fuertes.
EJERCICIOs DE FONACIÓN
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- Pronuncie en voz audible las vocales a, e, i, o, u, y observe los movimientos que se producen en cada una. - Pronuncie algunas consonantes: c, r, q, p, s, m, g, j, x, etc. ¿Qué movimientos observa en cada una?
LA VOZ. IMPORTANCIA
Aún cuando tengamos ideas claras y precisas acerca de lo que se quiere decir, la comunicación verbal no se inicia hasta que el emisor u orador se dispone a hablar ante el grupo (auditorio) específico, que se presta a escucharlo y que asume ante él una actitud más o menos expectante. Con razón se habla de pronunciar una charla, un discurso o una conferencia, esto debido a que en esta fase de la comunicación está envuelto un aspecto físico y en cierta forma material, constituido por la voz que hemos de emitir, lo que explica la importancia de una buena dicción. Una buena voz, además, de proyectar una imagen favorable del emisor, contribuye a que éste pueda presentar sus palabras en forma más interesante y significativa. Pero, ¿puede el orador mejorar su voz para que resulte más eficaz? La respuesta ha de ser necesariamente afirmativa, porque esto dependerá del conocimiento que tenga de la fisiología de la voz y los mecanismos de la palabra y del ajuste que se haga entre este conocimiento y los ejercicios que conducirán a dicho resultado.
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LA REsPIRACIÓN Y LA VOZ Como
estudiamos
anteriormente propiamente
no un
existe
mecanismo
específico productor de la voz. La
lengua,
las
cuerdas
vocales, por ejemplo, aunque contribuyen a la formación de la voz, tienen otras funciones principales. Por eso se afirma que el hecho de hablar es únicamente una función secundaria de estos órganos, de allí la importancia de un programa para la educación de la voz, pues cuando nacemos sabemos respirar, en cambio tenemos que aprender a hablar. Aceptaremos entonces, que cada individuo posee un sistema sonoro muy complejo, que trataremos de explicar en forma sucinta y apartada lo más posible del lenguaje técnico. Este sistema sonoro humano está constituido esencialmente por: Los pulmones, que actúan a modo de fuelles; la glotis, que es propiamente un vibrador, la cavidad bucal y las fosas nasales.
Los Fuelles.
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En la caja toráxico se encuentran los pulmones, colocados entre las clavículas por la parte superior, y el diafragma por la inferior. Unos músculos hacen que las costillas se eleven y ensanchen cuando efectuamos una inspiración; mientras que cuando
se
espira.
Las
costillas
descienden y se contraen, elevándose el diafragma y saliendo el aire, de tal manera que solamente durante la espiración se emite el sonido que representa la palabra. Cuando se habla en público es preciso poder inspirar aire muy rápidamente (y sin ruido) y ser capaz de espirarlo durante 20 segundo o más. Es importante aprender a respirar en el habla. Alguien ha dicho que “el hombre actual ha perdido la pausa, el ritmo; habla demasiado rápido o no articula bien; respira demasiado poco para poder hablar mucho y llega a tartamudear por los estados de tensión”. Como quiera que la actitud respiratoria pueda ser controlada o sometida a voluntad durante el estado de vigilancia, podemos desarrollar y perfeccionar la respiración mediante algunos ejercicios tales como: ♦ Concéntrese primero en la espiración: espire a fondo varias veces, trate de quedarse sin aire en los pulmones, expúlselo todo haciendo un gesto de contracción del abdomen. Verá que el aire quiere entrar a los pulmones por sí solo (sobretodo si intenta mantenerlos vacíos durante unos segundos). Intente que la espiración sea lenta, larga y profunda. También silenciosa (aunque al principio despreocúpese de este importante detalle).
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Intente concentrarse en el movimiento del diafragma. Repita el ejercicio unos 8 minutos (mínimo) Tras estos intentos, verá como tiende a inspirar más profundamente y que su abdomen empieza a jugar un papel más activo. Ahora agregue una variante: cuando espire emita el sonido OM. No es un capricho. Le ayudará a que la espiración sea continua y lenta. También muy relajante dado que le hará vibrar la caja torácica y la zona abdominal. Primero la vocal OOOOOO...... y al final de la respiración: MMMM. Seguidamente dediquemos nuestra atención a la inspiración: ♦ Comience respiración
completa
por
inspirar
en
(abdominal-torácica-
clavicular) contando mentalmente 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8. Después contén la respiración contando 1, 2, 3, 4, y por último espira contando mentalmente 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8. Repite el proceso hasta que seas capaz de realizarlo con naturalidad. Cuando seas capaz de dominar el paso anterior, volverás a concentrarte esta vez realizando el siguiente ciclo respiratorio: ♦ Inspira contando mentalmente 1, 2, 3, 4. Contén la respiración contando 1, 2, 3, 4 y espira contando 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8. Notarás que ahora tienes que aspirar más profundo para luego ir soltando el aire necesario para llegar hasta el 8. Practica hasta que lo domines. Cuando hayas dominado el anterior paso continúa…….. ♦ Inspira profundamente contando 1, 2, 3, 4. Mantén la respiración contando mentalmente 1, 2, 3, 4. y espira contando 1, 2, 3, 4,
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5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16. Repite el proceso hasta que lo domines y puedas ir aumentando los números en la espiración. Tómalo con calma, repítelos varias veces hasta que sientas que los controlas, pero si observas que te mareas o que te encuentras mal, déjalo hasta después de ocho horas. Ten en cuenta que vas a oxigenar mucho el cerebro y como no estás acostumbrado te puedes marear. Lo mejor para estos ejercicios es ponerse cómodo, tendido de espaldas en la cama o en una manta en el suelo. Intente estar muy relajado. Ponga música relajante, cierre los ojos y piense en la naturaleza: el mar, los bosques, los lagos o en cualquier otra situación que resulte agradable para usted. En la práctica podrá realizarlos en cualquier situación o lugar. Cuando estamos sentados en el autobús. En las largas colas del banco. En fin, en esos momentos en que sentimos que perdemos el tiempo, aprovéchelo practicando ejercicios de respiración. Su cuerpo, su mente y sus emociones se los agradecerán. ♦ Coloca una mano sobre el pecho y otra sobre el estómago. Seguidamente toma aire por la nariz. Durante la realización de este ejercicio notaras un movimiento en la mano que está sobre el estómago, mientras que la mano que tenemos en el pecho no se moverá. Por último, suelta el aire muy lentamente por la boca
♦ Sitúa una mano sobre el estómago y la otra sobre el vientre. Toma aire por la nariz. Observaras un primer movimiento en la zona del
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estómago y después un movimiento en la zona del vientre. Por último, espira el aire muy poco a poco por la boca.
♦ Tomaremos aire por la nariz y haremos rápidas y cortas espiraciones por la boca hasta quedarnos sin aire. Repetiremos este ejercicio aumentando poco a poco el número de espiraciones para aumentar nuestra capacidad pulmonar.
♦ Visualiza una situación que nos pueda causar estrés, una vez visualizada realiza una inspiración profunda por la nariz sintiendo el aire en el estómago. Aguanta durante unos segundos el aire y después suéltalo muy lentamente hasta expulsar todo el aire. Repite las respiraciones hasta superar el posible estrés que te haya causado la situación visualizada.
♦ Estando de pie, trate de tomar la mayor cantidad de aire, observe como se abulta su estómago; luego espire lo más lentamente posible contando en orden ascendente los números del 1 en adelante. Repita este ejercicio por espacio de 5 minutos y luego efectúe el conteo regresivo comenzando por el número mayor alcanzado durante la primera fase.
♦ Tome una inspiración lenta tratando de llenar su capacidad pulmonar, luego coloque una vela encendida a una distancia aproximada
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de 15 centímetros de sus labios, espire lentamente sin apagar la llama de la vela.
♦ Parado delante de un espejo, para observar el juego de labios, comience por vocalizar primero las cinco vocales (a, e, i, o, u), esmerándose porque suenen claras, sin levantar ni forzar el tono de voz. A intervalos descanse y respire 5 o 6 veces, aspirando lenta y profundamente por la nariz y espirando, de la misma forma, por la boca. Repita en cada oportunidad que pueda.
♦ Siempre delante del espejo vocalice las sílabas: as - es - is os - us, hasta conseguir que la “S” suene clara, pero no silbante.
♦ Si desea una autoevaluación diaria, pruebe con este ejercicio: respire y diga: "Gracias a mi gallina ponedora, los huevitos no me faltan. Diariamente tengo uno, tengo dos, tengo tres, tengo cuatro, tengo (continúe así hasta que le alcance la respiración). El éxito estará en que cada día tenga más huevitos.
El Vibrador El aire comprimido de los pulmones recorre la traquea y pasa a la laringe, que es una especie de caja situada en la parte superior de la primera y formada por un conjunto de cartílagos ligados entre sí, de modo que pueden moverse igual que las articulaciones de los huesos del brazo.
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En el interior de la laringe, extendidas entre los cartílago, están las cuerdas vocales, donde tienen su origen la fonación. En la emisión de la voz, o fonación, la glotis (espacio comprendido entre las cuerdas vocales) se abre y cierra periódicamente
con
rapidez,
la
bajo
gran acción
antagonista de los músculos que la cierran y de la presión del aire aspirando que la obliga
a
abrirse,
de
esta
manera, los pequeños chorros de aire canalizados producen vibraciones sonoras. Cuanto más rápidamente vibren las cuerdas el sonido será más agudo; cuando más fuertemente vibren será más intenso.
Los resonadores. – amplificadores. Las cuerdas vocales por sí solas no emiten ningún sonido, por lo que necesitan de unas cavidades de resonancia, de igual manera que los instrumentos de cuerdas requieren su correspondiente caja. Este sonido muy débil y apenas perceptible producido en la laringe por la vibración de las cuerdas vocales, tiene que pasar por unas cámaras de aire situadas en la garganta y en la cabeza, que actúan como resonadores. Estas cavidades de resonancia son: la parte superior de la laringe, la garganta o faringe, la boca y las fosas nasales.
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Dichos resonadores por una parte, amplifican el sonido y por otra modifican el timbre, haciéndolo más rico o melodioso, chillón, o semejante a un aullido. En cada uno de los resonadores, ciertos sonidos que acompañan al fundamental, producen los armónicos, surgiendo de la interacción de éstos, los diferentes timbres de las vocales.
ARTICULACIÓN. IMPORTANCIA.
Articular bien es pronunciar distintamente todas las consonantes. Por definición las vocales son sonidos producidos por la vibración de las cuerdas vocales, amplificados por los resonadores de la laringe, la boca y la nariz, y no modificados de modo apreciable por los órganos de la articulación. La lengua, los labios, los dientes, el maxilar, el paladar actúan como agentes capaces de modificar el sonido producido por el mecanismo de la voz. La calidad del tono se puede lograr cuando a través del movimiento conjunto de dichos órganos, se varía el tamaño y la forma de la cavidad bucal. Ha de tenerse en cuenta que la lengua es el órgano que contribuye de modo más importante en la claridad de los sonidos porque, aunque la
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boca tenga la apertura necesaria, los sonidos producidos no pueden modularse si la lengua permanece inactiva o se mueve con torpeza. Otra de las funciones de dichos órganos es la formación de los sonidos consonantes, que se logra con el cierre brusco, la apertura súbita y progresiva, o cualquier otra interrupción del flujo que forman los sonidos vocálicos. La precisión y nitidez de la articulación se logra a través del empleo apropiado de este conjunto modificador. Un cierto número de sonidos consonantes, tales como: d, z, ch, r, l, dependen del movimiento activo de la lengua. Los labios también son muy importantes para una pronunciación clara. Si se dejan excesivamente relajados, el resultado es una serie de murmullos confusos, especialmente en la pronunciación de los sonidos p, b, m, f, que exigen una enérgica acción labial. Cuando se habla frente a un micrófono debe evitarse, claro está, la emisión excesivamente explosiva de las consonantes. Pero en otros casos, deben emplearse los labios con movimientos de mayor firmeza para dar una mejor claridad y rotundidad a las palabras. Articular bien permite, entre otras cosas, hacerse comprender claramente, incluso cuando se habla en voz baja, y proporciona la debida comprensión de lo que se diga, lo cual constituye la única manera de mantener y desarrollar el interés del público.
CUALIDADEs DE LA ARTICULACIÓN
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Entre las que merecen una consideración más detenida, por lo que representan en la transmisión de ideas y sentimientos del emisor hacia su receptor, sobre todo si este último es colectivo, se hallan los siguientes:
Claridad La claridad o nitidez es, como en la ejecución musical, la primera cualidad de la articulación. Ha de lograrse por tanto una transparencia máxima, mediante la acción del maxilar inferior, de la lengua y de los labios. Únicamente con el uso diestro y enérgico de los músculos que mueven estos miembros obtendremos una dicción bien definida. Ciertos hábitos viciosos que no se han corregido a tiempo, son los causantes de una defectuosa dicción. Esta importante falla en la comunicación no puede atribuirse al nerviosismo del emisor ni a su estado emocional en una circunstancia dada, puesto que la dicción defectuosa lo es también cuando no hay ningún motivo que justifique el estado de tensión propio del nerviosismo. Quienes hablan en público deberían dejar el tiempo suficiente para que cada sonido pueda ser percibido con claridad, en vez de amontonar una serie de sonidos que se sobreponen en perjuicio de la dicción. Es preciso hablar despacio para articular con claridad; una vez que el maxilar, la lengua y los labios tengan mayor flexibilidad y precisión de movimientos, habrá llegado el momento de aumentar la velocidad, pero hasta entonces ha de mantenerse la calma.
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Intensidad El factor que en mayor grado afecta la inteligibilidad es probablemente el nivel sonoro de las palabras, que dependen a su vez, por una parte de la distancia entre el emisor y receptor, y por otra, de la intensidad de los ruidos ambientales, ya que éstos pueden enmascarar o debilitar los sonidos.
Una voz llega más lejos cuanto más intensa o más aguda es, porque en tal caso la frecuencia de las vibraciones es mayor. Aunque existen instrumentos para medir con precisión la intensidad sonora, no es probable que el orador disponga de ellos, pero siempre se puede apreciar por sus expresiones, si los oyentes más alejados están oyendo adecuadamente lo que se dice. Es pues, una de las responsabilidades básicas de cualquier orador, conferencista o disertante hacer el uso más adecuado de su fuerza vocal, es decir, debe hablar con intensidad suficiente para ser oído por todo el auditorio.
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Independientemente de la distancia que medie entre el emisor y el receptor y de los ruidos ambientales que estén presentes, hay maneras de dar más sentido y más expresividad a la palabra, graduando con pequeños matices diferentes, la intensidad y el volumen de la voz. Si el orador aspira a dar la impresión de energía, aumentará la fuerza de su voz. Hablar en voz baja puede sugerir que no está seguro de sí o que no cree verdaderamente en aquello que dice. A veces para atraer más la atención y aún para provocarla, será necesario bajar mucho el volumen de la voz; en otras casos será conveniente levantarla más, lo cual es un recurso muy eficaz para despertar el interés cuando esté languideciendo. Es posible hacer reaccionar a una audiencia apática si de pronto pronunciamos una frase con perceptible aumento de volumen, pero no debemos olvidar que ese efecto no se produce por el aumento sonoro en sí mismo, sino por lo que supone de contraste con frases o palabras anteriores.
Flexibilidad Un discurso puede ser perfectamente inteligible, pero es posible que deje en quien lo escucha una nebulosa sensación, frustrándose en cierta forma la comunicación al auditorio del pleno significado de los pensamientos que el orador pretendía transmitir. Esto sucede cuando la voz carece de la flexibilidad necesaria para expresar los finos matices significativos y emocionales de los que depende una pronunciación exacta y agradable. Este tema de la flexibilidad en la voz nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo se puede variarse la voz para que el mensaje llegue al receptor de un modo más completo y preciso?, ¿Cómo hacer para que las ideas centrales se destaquen sobre las demás? La repuesta a estas
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interrogantes nos obliga a tratar por separado a la velocidad, las pausas, el ritmo y el tono, tan importantes para dar claridad y vivacidad a la expresión oral.
a).- Velocidad: La mayor parte de los que hablan con excesiva velocidad, fatigan a quienes quisieran escucharle, los cuales acaban por desentenderse del orador. Otros en cambio, hablan con desesperante lentitud. ¿A qué velocidad debe hablarse? Esto comporta a su vez otras preguntas: ¿De qué se va a hablar? ¿A quién se le va a hablar? En términos generales podemos decir que se habla con menor velocidad cuando los oyentes están poco familiarizados con el asunto de que se trata, o cuando el nivel intelectual de aquellos sea muy diverso. En cambio, si se trata de un tema superficial que pueda seguirse fácilmente por el auditorio, se hablará con mayor velocidad que si se tratara de una cuestión más seria. En su mayoría, las personas hablan a una velocidad de 120 a 180 palabras por minuto, pero no es posible hacerlo a una velocidad uniforme, lo correcto es que, como hemos señalado en el párrafo anterior, la velocidad se ajuste al tipo de pensamiento o sentimiento que el orador trata de transmitir. La rapidez en el habla es un obstáculo para mejorar la dicción y corregir sus defectos, pero la lentitud, por sí sola, no resuelve ni siquiera la claridad. Hay que hablar lentamente si, pero como un ejercicio para frenar el impulso instintivo de correr, para acostumbrarse a utilizar más los músculos de la boca y dominarlos mejor, como gimnasia absolutamente indispensable que contribuya a adquirir el hábito de vocalizar y de silabear, de suerte que no se pierda ni una sola palabra en el camino. Pero una vez lograda una más clara vocalización, la velocidad ha de
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adecuarse al tema, al auditorio y al valor de las ideas que quieran destacarse.
b).- Pausas: Las pausas sirven para puntuar los pensamientos. Del mismo modo que los signos de puntuación (la coma, el punto y coma, los dos puntos, el punto y seguido y el punto y aparte) sirven para separar las palabras escritas en grupos de pensamientos; las pausas de distinta duración nos ayudan a separar las palabras habladas en unidades que tienen un significado en conjunto. La pausa permite fácilmente las inflexiones de la voz, el cambio de tono y de ritmo y en definitiva contribuye, si se hace buen uso de ella, a mantener más viva la atención. Un texto sin pausas es de una monotonía aterradora. El uso inadecuado de las mismas, resulta tan perjudicial y confuso para el oyente como el uso de incorrecta puntuación en un escrito. Las pausas pueden ser psicológicas, lógicas y respiratorias. Las psicológicas se producen cuando el ánimo del orador quiere permitir al auditorio un momento de reflexión. Las lógicas se usan cuando lo exige el contexto de la frase y generalmente son breves; y las respiratorias cuando agotada la respiración, se hace forzada la inspiración. Una modalidad en la pausa, es el silencio especialmente querido y deseado por el que habla… Para hacer una pausa muy larga, y esto es precisamente el silencio, se requiere mucho dominio de la situación y de uno mismo. Durante ese silencio, un buen orador sabe con gestos y expresiones sobrias, mantener el interés de los oyentes. De ahí, que se hable de la “elocuencia del silencio”. No ha de ser, naturalmente, un silencio colocado anárquicamente, donde a uno se le antoje, sino un
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silencio justificado, como por ejemplo, después de una pregunta incisiva, dirigida directamente al auditorio y a la que, al menos simbólicamente, ha de darse tiempo para que pueda ser contestada.
c).- Ritmo: La relación entre los acentos y las pausas crean esa cadencia o pulsación que se conoce con el nombre de ritmo. Si esa relación se manifiesta por intervalos de tiempos breves o iguales, se habrá obtenido un ritmo rápido y monótono. Si se manifiesta por intervalos de tiempo muy alejados entre sí o muy irregulares, no se advertirá el ritmo en el primer caso y en el segundo será caótico. El ritmo está íntimamente relacionado con la velocidad en el habla. Hay momentos en los que se ha de hablar con más velocidad que otros, los contrastes en el ritmo (al igual que los contrastes en la modulación de la voz y del acento), tienen gran importancia para dar expresividad y sentido a nuestra palabra y para retener más fácilmente la atención del que escucha. Una persona de temperamento excitable habla siempre a un ritmo apresurado, mientras que una persona tranquila lo hace a uno más lento. En cambio, el individuo entusiasta pero al mismo tiempo reflexivo, procura tanto un extremo como el otro y modifica su ritmo, empleando esta variación para demostrar la intensidad de sus convicciones o la profundidad de sus sentimientos.
d).- Tono: El orador o un emisor de otra naturaleza se comunica con sus oyentes o receptores, no solamente por medio de las palabras, sino también mediante un elemento sonoro no verbal: la entonación, que juega un papel muy importante en la comunicación oral, sobre todo en la oratoria.
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Para dar más sentido y mayor expresividad a la palabra deben graduarse con pequeños matices diferentes, la intensidad y el volumen de la voz. A menos que debamos asumir el carácter de otro para dar mayor vivacidad a la narración o a una anécdota, debemos hablar en el tono de voz normal, que ofrece un registro considerablemente ancho. La entonación no debe adormecer a causa de su monotonía, herir por la vehemencia o molestar por la ironía… a menos que ésa sea la intención del orador por motivos determinados. Es preciso meditar bien en las entonaciones para que se correspondan con el sentido que se quiere dar a las palabras, duplicando, a veces, la fuerza de persuasión. La entonación puede ser ascendente, descendente y aún mixta. La ascendente sugiere interrogación, indecisión, incertidumbre, duda o suspenso. La descendente sugiere firmeza, determinación, certeza, decisión o confianza. Una inflexión doble o mixta, esto es, que sea a la vez ascendente y descendente, nos puede sugerir una situación de conflicto o una contradicción de los significados y se usa frecuentemente para denotar ironía o sarcasmo, o para exponer una sugerencia. Estas variaciones súbitas o inflexiones graduales del tono, se usan principalmente para transmitir las ideas con mayor facilidad, más que para expresar un matiz emocional. Por medio del empleo adecuado de estas variantes podemos lograr que el significado de una frase sea más claro y preciso. e).- Énfasis: Dar sentido a lo que se dice, acentuar lo que tiene más interés, poner énfasis (equivale al subrayado en la expresión escrita) en aquellas partes (palabras o frases) en las que el emisor quiere llamar la atención de los que escuchan.
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El énfasis es fundamental en la transmisión oral de las ideas. Lo que constituye la médula de un párrafo puede pasar muchas veces inadvertido por no cuidarse este aspecto tan importante en la dicción. El no valorar antes lo que es el nervio del discurso, donde ha de ponerse énfasis para que sobresalga la idea principal, hace difícil que entren con claridad en la mente de los que escuchan las ideas básicas del mensaje transmitido. Sin embargo, debemos procurar no caer en dos prácticas viciosas: por una parte el uso exagerado de la fuerza enfática y por otra, el uso del énfasis de una manera continua. Si intentamos destacar un punto más allá de lo que su verdadero valor o importancia merecen, la audiencia perderá fe en nuestra facultad de establecer unos juicios fundamentales; si, por otra parte, pretendemos recalcar todas las cosas por medio del énfasis, el resultado será que ninguna de ellas logrará destacar entre sus vecinas. La mejor práctica consiste en seleccionar las ideas realmente importantes y apoyarse únicamente en ellas, con el énfasis que merecen.
REALICE LOs sIGUIENTEs EJERCICIOs ♦ Vocalice palabras con las consonantes L y R tales como: propio, apropiar, aprovisionar, cantar, dócil, cincel, penal, etc. y efectúe ejercicios de respiración.
♦ Vocalice palabras terminadas en do. (Asado, cansado, pelado, etc.), para evitar decir asao, cansao, pelao, etc. (supresión de letras).
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♦ Lea un libro cuya materia se salga de lo común, sin pronunciar los sonidos, pero utilizando los labios y la lengua para modular las palabras. ♦ Lea un texto en voz alta, primero tratando de pronunciar clara y correctamente cada palabra y cuando se haya conseguido esto, lea dando expresión.
♦ Repita en voz alta el siguiente párrafo:
Por el camino verde y largo iban carros cargados de acíbar amarga. Todas las tardes descargan los carros su acíbar amarga. ♦ Repita en voz alta la siguiente oración: con este puñal me descorazonaré.
♦ Repita en voz alta el siguiente párrafo: La ciudad de Constantinopla está descontantinopolizada, ¿Quién la descontantinopolizará? El descontantinopolizador que la descontantinopolizare, buen descontantinopolizador será. ♦ Frente a un espejo inspire profundamente por la nariz. Espire lentamente por la boca. Repita por lo menos 10 veces el ejercicio. La mandíbula inferior no debe estar rígida y no debe contraer los músculos faciales.
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♦ Lea un texto en voz alta, colocando un lápiz de manera horizontal entre los labios, aprisiónelo suavemente con los dientes y trate de pronunciar correctamente los fonemas. Sirve para ejercitar los labios y músculos de la lengua. ♦ Lea la siguiente rima, primero en forma de tristeza y luego en forma colérica. Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán; Pero aquellas que el vuelo refrenaba tu hermosura y mi dicha al contemplar, Aquéllas que aprendieron nuestros nombres, ésas… ¡no volverán! Volverán las tupidas madreselvas De tu jardín las tapias a escalar, y otras vez a la tarde, aún más hermosas, sus flores abrirán. Pero aquéllas cuajadas de rocío, cuyas gotas mirábamos temblar y caer, como lágrimas del día… ésas… ¡no se abrirán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará; Pero mudo y absorto y de rodillas,
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como se adora a Dios ante un altar, como yo te he querido… desengáñate, ¡Así no te querrán! Las golondrinas. Bécquer.
♦ Diga la siguiente frase: El país puede permitirse los gastos que el homenaje ocasiona. Primero en forma interrogativa, luego en forma negativa y finalmente de manera afirmativa. ♦ Con el objeto de subrayar exclusivamente el énfasis, haciendo abstracción del contenido, pronuncie la secuencia numérica del 1 al 20, haciendo hincapié en los números: 3, 6, 9, 12, 15, y 18. Repita este ejercicio variando los números subrayados con la palabra. ♦ Repita el ejercicio anterior intentando darle diferentes matices emocionales. ♦ Repita la siguiente oración dándole diferentes matices emocionales: El cadáver está tendido en la sala. Cuide el ritmo de exposición. Unas veces deberá pronunciarla más lentamente que otras. ♦ Repita varias veces en voz alta, con pausas, tono, énfasis y ritmo adecuado, los textos que se señalan a continuación. “Creo, Jueces, que os preguntaréis por qué estando aquí sentados los oradores más famosos y los varones más ilustres, sea yo quien me levante en su lugar; yo, precisamente, que ni por mi edad, por mi inteligencia, ni siquiera por mi prestigio, debo compararme a los que permanecen sentados.
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Cuantos aquí veis, piensan que en este juicio es preciso defenderse de la injusticia provocada por un nuevo crimen, pero no se atreven a hacerlo por sí mismos debido a la iniquidad de los tiempos presentes. Y así sucede que se encuentran aquí, puesto que cumplen con su deber, pero, al mismo tiempo, permanecen en silencio, porque quieren evitar el peligro. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Acaso voy a ser yo el más valiente de todos? De ningún modo. ¿Soy acaso más cumplidor que lo demás? Os aseguro que mis deseos de alcanzar este mérito no son tan grandes, como para querer arrebatárselo a otros. ¿Qué es, pues, lo que me llevó a mí solo entre otros a asumir la defensa de Sexto Roscio? Porque si hablara alguno de los presentes, en quienes se centra la mayor autoridad y respeto, e hiciera la más pequeña alusión a las cuestiones políticas, cosa inevitable en este juicio, se pensaría que ha dicho más de lo que en realidad dijo. En cambio, si yo, libremente, hago referencia a todo lo que hay que decir, no es tan probable que mis palabras salgan de aquí y se hagan del dominio público. Además, ninguno de ellos puede permitirse el hablar de forma oscura a causa de su nobleza o dignidad, ni debe aceptarse que lo hagan con ligereza debido a su edad y prudencia. Pero si yo hablara con excesiva franqueza podría carecer de trascendencia, pues, todavía no me he dedicado a la política, y podría achacarse a mi juventud. Sin embargo, ha desaparecido ya de la Ciudad no sólo la facultad de perdonar, sino incluso la costumbre de atender…” Discurso pronunciado por: Cicerón, en el año 80 a.c. En Defensa de Sexto Roscio. Cicerón tenía veinte años. Fue el que le dio verdadera forma y marcó al inicio de su carrera de oratoria.
“Señor. ¡Dichoso el ciudadano que bajo el escudo de las armas de su mando ha convocado la soberanía nacional para que ejerza su voluntad absoluta! Yo, pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reunir a los representantes del pueblo de Venezuela en este augusto Congreso,
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fuente de la autoridad legítima, depósito de la voluntad soberana y árbitro del destino de la nación. Al trasmitir a los representantes del pueblo el Poder Supremo que se me había confiado, colmo los votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cumplo con este dulce deber, me liberto de la inmensa autoridad que me agobiaba, como de la responsabilidad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas. Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible y peligroso encargo de Dictador Jefe Supremo de la República. ¡Pero ya respiro devolviéndoles esta autoridad, que con tanto riesgo, dificultad y pena he logrado mantener en medio de las tribulaciones más horrorosas que pueden afligir a un cuerpo social! …El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política. Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos derecho de esperar que la dicha sea la dote de Venezuela; y por las vuestras, debemos lisonjearnos que la seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A vosotros toca resolver el problema. ¿Cómo, después de haber roto todas las trabas de nuestra antigua opresión podemos hacer la obra maravillosa de evitar que los restos de nuestros duros hierros no se cambien en armas liberticidas? Las reliquias de la dominación española permanecerán largo tiempo antes que lleguemos a anonadarlas; el contagio del despotismo ha impregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra, ni el específico de nuestras saludables leyes han purificado el aire que respiramos. Nuestras manos ya están libres, y todavía nuestros corazones padecen de las dolencias de
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la servidumbre. EL hombre, al perder la libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu. …EL amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados son las nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un republicano. Los venezolanos aman la patria, pero no aman sus leyes; porque éstas han sido nocivas, y eran la fuente del mal; tampoco han podido amar a sus magistrados, porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la carrera en que han entrado. Si no hay un respeto sagrado por la patria, por las leyes y por las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo…” Discurso pronunciado por: El Libertador Simón Bolívar, ante el Congreso de Angostura el 15 de Febrero de 1819, día de su instalación.
Resumiendo este capítulo podemos decir que si la oratoria es el arte de emplear la palabra hablada, resulta superfluo hablar de la importancia que tiene la voz; sin lugar a dudas la voz es el instrumento primordial de la expresión oral. La voz, junto a la vista, es uno de los mejores vehículos que tiene el orador para transmitir y comunicar sus sentimientos y sus estados anímicos. ¿Cuántas veces no nos hemos conmovidos simplemente porque al orador se le quiebra la voz? En la utilización de la voz, el orador debe cuidar de manera muy especial: la intensidad (volumen), el ritmo, la entonación y la pronunciación.
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En relación a la intensidad o volumen; no gritar de manera que aturda al auditorio, ni tener un volumen tan bajo que el público tenga que decir ¡no se oye! Diríjase al último del auditorio, la voz se regulará sola en forma automática. En cuanto al tono o entonación, busque su propio tono de voz. No usar entonaciones que son artificiales y que solo traerán como consecuencia el cansancio del orador. Busque la nota en que su voz suena mejor y en la que pueda permanecer mayor tiempo sin fatiga. En referencia al ritmo o velocidad, debe evitarse la monotonía. El orador debe buscar los mejores pasajes del discurso para imprimirle más dinamismo y los de reflexión puede hacerlos más lentos. Para
lograr
una
buena
pronunciación
deben
articularse
correctamente las palabras, es decir, pronunciar las palabras completas teniendo cuidado con los acentos y las consonantes finales, sobre todo las “S” y las “R” y no olvide que la buena respiración es aquella que utiliza tanto la boca, como la nariz. Finalmente, recuerde que el buen orador es aquel que: Habla lo suficientemente fuerte… para ser oído por todos. Habla con la velocidad suficiente… para poder ser seguido (por el auditorio). Articula y pronuncia correctamente; y Encanta a su auditorio halagando su oído por el cuidado que pone en permanecer en su registro natural, usando además, las inflexiones correctas, para subrayar su pensamiento.
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MÁs EJERCICIOs ♦ Mugidos: Sentado y apoyando las manos sobre las rodillas, inspire lentamente. Expulse el aire por la nariz mugiendo, al mismo tiempo que se inclina sobre las piernas. Los mugidos deben ser violentos e intensivos. Realice el ejercicio en diferentes tonos. ♦ Variante del mugido: Con la boca cerrada formar la palabra AUM, alargando el sonido de la M, hasta expeler todo el aire por las fosas nasales. Si realiza bien estos ejercicios, deberá sentir un pequeño cosquilleo en la parte baja de la frente; también sentirá que su voz se aclara y tiene mayor volumen y amplitud. Estos dos ejercicios de mugidos tienen por finalidad timbrar, metalizar y fortalecer la voz. ♦ Manteniendo el zumbido de la M, repita varias veces cada una de las siguientes sílabas con una sola inspiración y en distintas tonalidades.
BOM – DUM – BAM – BUM – BIM – TUM – BEM – GOM – CUM – SAM – ZOM – RUM – JOM – NEM – COM – DIM – TAM – POM – SIM – PUM – DAM – SEM – LOM – PAM – ♦ Pronuncie las siguientes palabras con acentuación intensa del sonido N, hasta lograr un efecto profundo de resonancia. Hágalo con una sola inspiración para cada palabra y en diferentes tonalidades. TANNNTO – MOMENNNTO – IRACUNNNDO – RESERVANNNDO PINNNTANDO – POTRANNNCA – LAMENNNTO – ARMANNNDO
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PROFUNNNDO – BLANNNCO – PIMENNNTONNN – RETINNNTO ♦ Con la boca cerrada ejecute con el zumbido de la M, la melodía de alguna canción que usted conozca. ♦ Lectura en voz alta: Tome un libro; lea en diferentes tonos un mismo texto. Comience muy lentamente, pronunciando bien cada fonema. Hágalo así varia veces. Después, léalo seguido. Notará la facilidad y la soltura de la expresión.
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Capítulo III
COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
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La facultad que tiene el hombre de expresar sus pensamientos e ideas es conocida como lenguaje y puede ser oral (a través de la voz) o corporal (a través del cuerpo). El lenguaje es el gran instrumento de comunicación del que dispone la humanidad, íntimamente ligado a la civilización, hasta tal punto, que se ha llegado a discutir si fue el lenguaje el que nació de la sociedad, o fue ésta la que nació del lenguaje. Verdad es que no todas las personas poseen el mismo caudal lingüístico, pero no cave duda que las ventajes estarán de parte de aquéllas en que ese caudal sea mas preciso. Todo el mundo sabe que el que se expresa con mayor claridad y precisión, es dueño de recursos poderosos para abrirse camino en el trato con sus semejantes. El arte de hablar o de escribir bien es el arte de persuadir.
En un mundo en que la necesidad de la relación se manifiesta a través de todos los niveles y en las actividades más diversas, el tema de la comunicación ha adquirido extraordinario relieve.
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La vida del hombre en sociedad se puede esquematizar por la multitud de relaciones que vinculan a uno con los otros. En esa variedad de relaciones a las que aludimos, hay que observar dos aspectos fundamentales: saber transmitir las ideas y saber hacerse comprender por los demás. Ese mundo moderno a que nos hemos referido, con su enorme capacidad de comunicación masiva, ha creado una necesidad de información, que (inevitablemente) ha influido en la vida misma de las masas, obligando, donde quiera que por cualquier circunstancia se reúnan hombres y/o mujeres para el cumplimiento de fines determinados, a adoptar un sistema de comunicación.
ELEMENTOs DE LA COMUNICACIÓN Los elementos que integran la comunicación, cualquiera sea la naturaleza de esta, son los siguientes: Emisor. El que habla o emite el mensaje. Receptor o destinatario. El que escucha o lee, Mensaje. Lo que el emisor transmite al receptor o destinatario. Código. Sistema de señales previamente convenido para poder entender. Canal. Medio a través del cual el mensaje del emisor llega al receptor o destinatario.
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Retroalimentación. Mensaje que envía el receptor al emisor simultáneamente durante la comunicación. Tan esencial es que la comunicación contenga todos estos elementos, que cuando la misma falla, por alguna circunstancia, la causa hay que buscarla en deficiencias importantes a cualquiera de ellos. La habilidad de quien comunica, como en el caso de los lideres o dirigentes, no consiste solamente en dar ordenes al amparo de la autoridad que se ostente, sino en poner a los destinatarios del mensaje en condiciones de aceptarlas o cumplirlas, más por la convicción y el razonamiento, que por la jerarquía de quien las emite. Para que esto se logre, es preciso controlar continuamente los canales de comunicación, conociendo ante todo a los destinatarios de las comunicaciones transmitidas, previendo y valorando las reacciones de éstas, para estar seguros no solamente de que el mensaje será comprendido, sino que mediante él se promoverá la acción deseada.
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Simplificando cuanto es posible este proceso, cabe decir que la buena comunicación supone que un emisor, empleando correctamente unas técnicas de expresión adecuadas, transmita un mensaje claro, preciso y ordenado a uno o varios receptores o destinatarios, que captan normalmente y sin necesidad de esfuerzo especial, el contenido del mensaje, gracias a la acertada utilización por parte de todos de un código común previamente seleccionado, y en virtud
también del
correcto funcionamiento del adecuado canal, a través del cual se ha deslizado el mensaje.
IMPORTANCIA DEL LENGUAJE HAbLADO Sin las palabras y la capacidad de expresarlas por medio de la voz, resultaría en extremo difícil, y casi imposible, coordinar las actividades más elementales de la ida de relación. Cuando el hombre comunica sus necesidades e ideas a otros para lograr
su
comprensión
o
conseguir su cooperación, debe hablar bien, de modo coherente, convincente y preciso. Para muchos el hablar se ha convertido en vehiculo idóneo para convencer
a
sus
semejantes.
orientar,
Particularmente
en
disuadir una
o
sociedad
democrática es tan importante la habilidad para expresar las ideas como la capacidad de concebirlas. Aun dentro del propio círculo de amistades, la impresión que causemos depende en buena parte de la capacidad, agilidad y viveza de nuestra charla, del tacto con que exponemos y razonamos las convicciones y del atractivo de nuestro modo de hablar.
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La habilidad de quien debe comunicar a los demás su propio pensamiento, está en preparar una metodología que le permita aproximarse a los destinatarios de su mensaje, de tal forma, que suscite en éstos el deseo de conocer y profundizar en lo que escucha.
EsTILÍsTICA ORAL Es bien sabido que no hay dos personas que hablen de forma idéntica, mucho menos puede pensarse que todos los venezolanos y todos los hispanos hablen igual. Lo común a todos los hispanos-parlantes es el respeto al mismo código, pero hay diferencias en lo fonético (entonación, pronunciación), en lo semántico (léxico variadísimo de una región a otra) y pocas diferencias sintácticas (por ejemplo: un venezolano dirá: “No quiero más nada” y un argentino dirá: “No quiero nada más”). También hay múltiples variaciones que dependen de la cultura de los hablantes, de la situación formal, de la edad, del sexo, de la región y hasta de la finalidad conque un mismo hablante utiliza la lengua en un momento determinado. El estilo es el esfuerzo por medio del cual la inteligencia y la imaginación encuentran los matices, las relaciones de las expresiones y las imágenes, en las ideas y en las palabras o en las relaciones entre unas y otras.
CUALIDADEs DEL EsTILO ORAL Las cualidades primordiales del estilo oral (válidas también para el escrito) son las siguientes: claridad, concisión, coherencia, sencillez y naturalidad.
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La observancia de estas cualidades es esencial porque para que el mensaje
sea
seguido
y
aprobado
por
los
destinatarios
de
la
comunicación, tiene que ser inmediatamente comprendido, toda vez que al oyente no le es permitido hacer lo que un lector que no ha entendido la primera intención, es decir, volver sobre el mismo texto cuantas veces lo estime necesario.
Claridad En términos generales claridad significa expresión al alcance de un hombre de cultura media, pero quiere decir además, pensamiento diáfano, conceptos bien digeridos, exposición limpia, es decir, con sintaxis correcta y vocabulario o léxico al alcance de la mayoría. Dicho de otro modo: un estilo es claro cuando el pensamiento del que emite el mensaje penetra sin esfuerzo en la mente del receptor. Cuando se habla sobre un tema que no es familiar, existe la tendencia a creer que las palabras que usamos son comprendidas por todos. Si bien esto es cierto cuando nos dirigimos a un auditorio especializado, disertando sobre un tema de su propia especialidad, esta realidad no es aplicable a otros
muchos casos, porque los vocablos
técnicos y científicos poseen un sentido preciso y limitado. En este caso, si fuere necesario utilizar con el máximo rigor un vocabulario adecuado a la receptividad del oyente (cibernética, aperturismo, parapsicología), debe comenzarse por explicar o definir dichos conceptos, si el nivel de cultura general del auditorio lo exige. Han de evitarse cacofonías, confusiones y anfibologías, empleando la menor cantidad de veces posibles las frases complejas, porque se corre el riesgo de que el oyente se vea arrastrado a la necesidad de unir
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el comienzo con el fin, distrayéndose en definitiva la atención como resultado de este esfuerzo. Es recomendable también, desde el punto de vista oral, no desplazar inconsiderablemente una pausa lógica, porque ello induce a error. Debe tenerse en cuenta además, que una mayor intensidad de la voz, siempre que ello se produzca dentro de los límites razonables, sirve a la claridad. Concisión La concisión resulta de utilizar sólo palabras indispensables, justas y significativas para expresar lo que se quiere decir. No debe entenderse, sin embargo, que estilo conciso sea sinónimo de etilo lacónico y ultra condensado, sino que la concisión es enemiga de la verborrea, de la redundancia, del titubeo expresivo, porque todo esto obstruye los canales de la comunicación y el mensaje no llega adecuadamente –en ocasiones ni si quiera llega- al receptor o destinatario. No hay que expresar sino lo que tiene un valor real de la comunicación, eliminándose todo lo que sea banal y vulgar, todo lo que pueda desagradar a un público por poco exigente que este sea. Es absurdo abusar de la atención de un auditorio durante una hora, cuando el tema puede desarrollarse y agotarse en treinta minutos. Coherencia Cuando se habla para un público, cuando se comunica oralmente, el orden en el correr de las ideas ha de ser tal, que el oyente no se vea precisado a coordinarlas en su cerebro. Las relaciones entre las ideas expuestas deben ser lógicas y las contraindicaciones evitadas. Si se anuncian paralelismos o antitesis, es
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necesario que seguidamente se presenten verdaderos paralelismos y verdaderas antitesis. Cuando el emisor, orador o conferenciante esté expresando puntos de vista personales en la sustentación de una tesis, debe prevenir a quienes le escuchan, si va a exponer seguidamente el punto de vista de otra persona, porque lo contrario, inducirá a error y perturbará a su auditorio. Otra regla que guarda estrecha relación con la coherencia, es la de ajustar el vocabulario al nivel que se presume en los oyentes, porque de lo contrario estaríamos desatendiendo también el requisito de la claridad en la expresión, al que nos hemos referido precedentemente.
Sencillez La sencillez es otra condición o cualidad del buen estilo en la comunicación oral, que se refiere tanto a la composición de lo que hablamos, como a las palabras que empleamos. Ser sencillo no es, sin embargo, tan fácil como pudiera creerse, porque cuando nos situamos frente a un público, que está pendiente de nuestras palabras, un sentimiento innato de vanidad o impulso hasta natural de egolatría, nos lleva a tratar de distinguirnos de los demás. Naturalidad Un orador será natural cuando se sirve de su propio vocabulario, de su habitual modo expresivo. Hablar naturalmente es procurar que las palabras y las frases sean las propias, esto es, las que el tema exige, huyendo siempre de la afectación y el rebuscamiento.
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La naturalidad sin embargo, no exime de la elegancia, al contrario, la requiere para no caer en la plebeyez. El orador podrá alcanzar las más altas cimas de la belleza, si sabe y puede conjugar lo natural con lo preciso, procurando siempre aunar la sencillez y la exactitud.
VARIEDADEs DEL LENGUAJE ORAL Entre los usos del lenguaje hablado estudiaremos tres: el coloquial, el técnico y el literario. Lenguaje Coloquial Recibe el nombre de coloquial a la lengua propia de las conversaciones o coloquios. Esta lengua se caracteriza por ser informal, espontánea, con frecuentes interrupciones. El hablante suele incluir refranes, chistes, dichos. Generalmente apoya lo que dice con el lenguaje corporal (gestos).
Ejemplo: - “¿Hasta cuándo va a estar ahí, pues? -gruño Marisela -¿Por qué no se acaba de dir? - Eso mismo te pregunto yo: ¿hasta cuándo vas a estar ahí? Ya es tiempo de que te regreses a tu casa. ¿no te da miedo andar por estos lugares desiertos? - ¡Guá! ¿Por qué voy a tené miedo, pues? ¿me van a comé los bichos del monte? ¿y a usté que le importa que yo ande sola por donde me dé la gana? ¿es, acaso, mi taita, pues, pa que venga a regañarme?
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- ¡Que maneras tan bruscas, muchacha! ¿es que ni si quiera te han enseñado a hablar con la gente? - ¿Por qué no me ensaña usté, pues?” Gallegos, Rómulo Doña Bárbara. Venezuela Edit. Yocaima, 1.956 Pag. 71 Ya hemos dicho que la lengua coloquial es la utilizada en las conversaciones informales. Sin embargo, es frecuente encontrar en obras literarias fragmentos que reproducen lo que hablan los personajes (Diálogo). Allí, el lenguaje coloquial está empleado en función literaria.
Lengua Técnica Cuando la lengua se emplea con la finalidad de explicar y de transmitir conocimientos propios de una disciplina determinada se dice que es técnica o científica. La lengua técnica se caracteriza por ser denotativa, carente de emotividad y con un léxico o vocabulario muy preciso y especifico. Ejemplo: “Algunas computadoras tienen más de una forma de almacenar la información en archivos de entrada o salida, tales como: el sistema binario o el binario decimal codificado (B.D.C.)”. –un especialista en computación“No mantuvo el equilibrio en las barras paralelas” -un atleta-
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Lengua Literaria Es
rica
en
connotaciones.
Se
caracteriza
por
desviarse
constantemente de la forma del habla (tanto en lo fónico como en la semántica).
LENGUAJE CORPORAL. IMPORTANCIA Nos comunicamos con nuestros oyentes por medio de palabras y como hemos afirmado anteriormente, también de lo que evocan nuestras emociones, ritmos e intensidades, pero además con ese elocuente “lenguaje mudo” que es la expresión corporal. El cuerpo con sus movimientos o con la ausencia de ellos, interviene decisivamente en la comunicación oral, de tal manera que no es fácil concebir una comunicación a través de la palabra hablada en la que no entre en juego todo el ser del que pronuncia. En
la
vida
cotidiana
una
persona
puede,
sin
hablarnos,
comunicarnos una impresión de simpatía, de hostilidad, de desden o indiferencia, por el sólo movimiento de sus hombros, de sus manos o de sus cejas. Con razón ha dicho Henri Bergson: “En todo orador el gesto rivaliza con la palabra. Celoso de la palabra el gesto corre detrás del pensamiento y procura, él también, servir de interprete. Permanecer inmóvil, conservar un rostro impenetrable mientras se habla, es dar monotonía; y todo ello es privarse de un preciso medio de actuación sobre el auditorio.
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Normalmente los oyentes ven al orador a la vez que lo escuchan, por lo que la conducta física de éste cuando se encuentra en la tribuna o el estrado, es de suma importancia. El valor del aspecto físico y de la actividad corporal es pues, manifiesto. El auditorio aprecia el significado de la expresión facial del orador, del modo en que se sitúa o se desplaza, del gesto de la cabeza, los brazos, los hombros, las manos. La ligera contracción de un hombro o el movimiento expresivo de una mano son a veces más reveladores que un centenar de palabras. Por otra parte, puesto que el orador se le ve antes que se le oiga, es ésta primera impresión visual la que produce en el auditorio una relación estimativa de la sinceridad, la cordialidad y la energía de las palabras que le dirigen. En el lenguaje corporal pondremos especial atención al estudiar tres aspectos sumamente importantes, como son: la presentación del orador, la posición
y los gestos. Este análisis lo realizaremos de manera
detallada en el capitulo V.
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Capítulo IV
EL DIsCURsO
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EL DIsCURsO La palabra discurso (del latin discurrere: corre en todos los sentidos), tiene dos acepciones. Según una, significa la facultad del entendimiento, por medio de la cual se infieren unas cosas de otras. Por otra parte, la palabra discurso significa también una serie de palabras o frases que se emplean para manifestar lo que se piensa o se siente. El discurso es sin duda, el género más acabado de la comunicación oral. Es importante por su duración, por la ocasión y por el tema, y porque está además destinado a ejercer una especial influencia sobre las decisiones de un auditorio. Resumiendo estos conceptos podemos afirmar que el discurso es el instrumento que utilizamos para comunicar nuestros conocimientos, sentimientos o convicciones a otros.
TIPOs O CLAsEs DE DIsCURsOs En materia de elaboración de los discursos el orador puede encontrarse en dos ocasiones perfectamente diferentes: o bien se le solicita repentinamente que “haga uso de la palabra” lo que da origen a los discursos improvisados; o bien se le avisa (o se le solicita) con anticipación que tiene que intervenir en una reunión, lo que da origen a los denominados discursos preparados (leídos, memorizados y mixtos). Discursos Improvisados Aclaremos primero que improvisar no es repentizar. Por improvisar hemos de entender el arte y la técnica de decir con palabras no provistas conceptos o ideas ya previstas. El orador debe saber de
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antemano las ideas que va a expresar, pero confía su formulación concreta a la inspiración del momento. Se dicen palabras que no estaban previstas, pero sobre conceptos que ya estaban muy claros en la mente del que improvisa. La improvisación consiste en realidad en algo que hacemos todos los días sin darnos cuenta, es decir: explicar o exponer un hecho o una idea cualquiera que conozcamos bien y vestirlo con las palabras de nuestro léxico habitual. Lo que hace difícil la improvisación es realizarla delante de personas extrañas a nuestra relación habitual y sobre un tema que conocemos poco. Lo esencial es tener ideas claras de lo que se va a exponer o está exponiéndose. Cuando las ideas están claras en la mente, la palabra nacida del subconsciente, va directa a los labios: no falta nunca. “Para improvisar un discurso de 10 minutos de duración, son necesarios 10 largos años de preparación”.
Discursos Leídos Este discurso se redacta por escrito, pero el orador
lo
pronuncia
leyendo
el
texto
directamente. El método tiene sus ventajas, pero solo cuando se trata de discursos que deban pronunciarse en ocasiones especiales, es decir, cuando un desliz verbal pueda ocasionar
consecuencias
desagradables,
cuando se requiera una expresión muy exacta y concisa, o cuando deban ajustarse a límites pre-fijados de tiempo (como ocurre en la radio y
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la televisión). Los inconvenientes son mayores, porque aún en los casos en que se lean con mucha eficacia, siempre en un discurso leído se sacrificará una parte del vigor y la espontaneidad que son esenciales en la comunicación oral. Lo primero que pierde el “lector” de un discurso es el magnetismo de la mirada, que constituye como es sabido, un medio de expresión a menudo importantísimo. Pero la mayor desventaja consiste en que el lector toma un tono de voz totalmente distinto al utilizado en conversaciones o charlas directas, perdiéndose caminos de inflexión que se
traducen
en
monotonía.
En
definitiva,
se
pierde
vivacidad,
comunicación, contacto directo y solo es aconsejable este tipo de discurso en las circunstancias especiales a que nos hemos referido. Discursos Memorizados Pueden señalársele entre sus muchos inconvenientes, el uso de un lenguaje fácilmente artificial, sintaxis complicada y como en el anterior, poca variedad en la inflexión de la voz. En realidad equivale a leer un discurso escrito en la mente, en vez de leerlo del papel. Aparte de los riesgos que entraña el fallo de la memoria, pues el sólo cambio de una palabra puede romper la secuencia de las asociaciones, cuando se recita un discurso no hay lugar a tomar en consideración ciertas circunstancias o reacciones inesperadas del público y si hace falta cambiar algo o se produce una interrupción, se pierde con toda probabilidad el “hilo del discurso”, hasta el punto que será muy difícil retomarlo.
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Discursos Mixtos o Ex-tempore Este tipo de discurso está situado entre el discurso leído y el improvisado, se estructura y prepara en todos sus detalles. Generalmente se escribe la totalidad del discurso, pero el orador no confía las palabras a la memoria, sino que practica el discurso en voz alta, siguiendo el plan trazado pero expresándose con ligeras diferencias cada vez que lo pronuncia. En ocasiones, después de escrito el discurso, se pueden recitar de memoria unas partes y leer otras, porque después de todo también cabe intercalar un pasaje de memoria en un discurso improvisado. Las charlas de clase pueden considerarse la mayor parte de las veces como discursos de este tipo.
PREPARACIÓN DEL DIsCURsO Tanto si debe ser recitado de memoria, leído en manuscrito, improvisado o presentado ex-tempore, el discurso seguirá un proceso de preparación, igual para todos los casos, que comprenderá los siguientes aspectos:
Elección del tema.
Acopio de materiales.
Construcción del guión.
Practica en alta voz.
Elección del Tema El contenido del mensaje que se ha de comunicar a través del discurso puede no ser algún caso de la elección del orador, si no impuesto. Esto último no es sin embargo normal,
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si se tiene en cuenta que un tema impuesto difícilmente sea bien expresado y transmitido. La elección del tema ha de estar en función, básicamente, de la voluntad del emisor y de la necesidad y demanda del receptor. La delimitación del tema es también importante, puesto que permite aumentar con hechos y anécdotas el interés del auditorio, mediante una ilustración más adecuada del discurso. De todos modos, antes de pasar a la fase de acopio de los materiales, importa sobremanera lograr una adecuación entre lo que se quiere decir y lo que se piensa y siente con respecto a lo que se dice, porque independientemente de que existan razones éticas que lo aconsejen, esto otorgaría seguridad psicológica e intelectual al orador. Acopio de Materiales Para comunicar a otros una idea o conjunto
de
ellas
hay
que
poseerlas
y
dominarlas a plenitud. Todo no puede confiarse a las técnicas de expresión pues éstas por milagrosas que sean, no podrán suplir nunca la ignorancia.
Este
aspecto
del
proceso
comunicativo oral, se descompone a su vez en: Recopilación, selección y ordenamiento de materiales. Construcción del Guión Esta fase será única cuando el que ha de hablar tiene en su archivo abundantes datos clasificados y ordenados, e ideas precisas sobre
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el tema y su naturaleza, de modo que puedan ahorrarse los restantes aspectos del proceso que se han señalado antes. En todo caso, casi siempre hay que proceder a la construcción del guión o plan – esquema, en el que estarán contenidas todas las ideas básicas del mensaje que se va a transmitir. Para ello se recomiendan los siguientes esquemas: Esquema Basado en Cuatro (4) Elementos a. El Impacto o Iniciación: El objetivo fundamental es captar desde el inicio mismo del discurso la atención, el interés y la curiosidad del auditorio. b. La Introducción: Es la presentación de las ideas que se van a desarrollar, es decir, que se van a defender o atacar. c. El Desarrollo: Esta es la parte más larga del discurso. Consiste en retomar las ideas y probar o confirmar su veracidad mediante ejemplos, imágenes, argumentos, comparaciones, razones, etc. d. La Terminación: Algunos teóricos de la oratoria también le llaman conclusión o epilogo. Debe ser corta e impactante. Lo último que se dice es lo que más se recuerda. Esquema en Base al Planteo y Análisis de Problemas a. Problematizar el aspecto o cuestión de la cual se va a hablar. b. Explicar sus causas y/o consecuencia. c. Plantear las posibles soluciones; y,
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d. Hacer una exhortación, es decir, un llamado a la acción directa e inmediata. Esquema en Base a la Utilización del Factor Tiempo a. Retroceder al pasado. ¿Qué fue? (La situación, el hecho, el problema, el tema, etc.). b. Actualizar el presente. ¿Qué es y que características presenta en la actualidad? c. Proyectar el futuro. ¿Qué será y que consecuencias traerá? Esquema en Base a la Respuesta Ordenada de Algunos de los Integrantes Básicas (algunos le llaman la “Fórmula del Reportero”) a. ¿Qué? Factor acciones: Hechos, sucesos, acontecimientos. b. ¿Quién? Factor actores-protagonistas: Nombres, organizaciones, Instituciones, entre otros. c. ¿Cuándo? Factor Tiempo: Época, duración, circunstancia, contexto histórico, entre otros.. d. ¿Dónde? Factor espacio: Lugar y márgenes operativos. e. ¿Cómo? Factor forma: Procedimientos, conductas, comportamientos, posiciones, entre otros.. f. ¿Para qué? Factor intención: Fines, propósitos, metas, entre otros.
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La Iniciación y Terminación de los Discursos Tanto la iniciación como la terminación de los discursos están relacionadas simultáneamente con el contenido y con la forma de decir el discurso. Es decir, en la iniciación y en la terminación de los discursos importa tanto lo que se dice, como la forma en que se dice. Se afirma que las principales dificultades y “accidentes” del orador se encuentran al iniciar y al terminar los discursos. Durante el desarrollo del discurso generalmente no hay mayores dificultades. Algunos comparan la iniciación y la terminación de los discursos con el despegue y el aterrizaje de los aviones, que son los momentos (según las estadísticas) en los cuales se produce la mayor cantidad de accidentes aéreos. La Iniciación o Introducción El objetivo fundamental que debe plantearse el orador al iniciar su discurso es captar la atención, simpatía y/o curiosidad del auditorio, de tal manera que le facilite la comprensión y asimilación de las ideas y mensajes que pretende transmitir. Aunque la atención de la audiencia deba mantenerse a todo lo largo del discurso, es esencial que ésta se logre plenamente desde su mismo comienzo. Comencemos por lo que no debe hacerse e la introducción del discurso.
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x
Preámbulos excesivamente largos, porque el público quiere
saber enseguida para que ha sido convocado.
x
Comenzar con circunloquios embarazosos o excusas banales
más o menos sinceras, que no sirven sino para perder el tiempo y en el fondo quieren sólo defensas anticipadas del orador por si las cosas le salen mal.
x
Iniciarlo con un cuento humorístico, porque pocos son capaces
de narrar una anécdota con éxito y lo que con ello consigue es desconcentrar al auditorio.
x
Dedicar a los oyentes cumplidos excesivamente efusivos y
claramente fingidos, porque se corre el riesgo de que éstos descubran la falta de autenticidad en el orador y reaccionen en forma desfavorable ante unos sentimientos que carecen de sinceridad.
He aquí algunas reglas de lo que debe hacerse en la introducción de un discurso, entendiéndose que no han de usarse todas en conjunto, sino emplearse indistintamente como si se tratara de métodos diversos para el inicio.
Referirse al tema o a la ocasión. Puede usarse a veces una
introducción directa, pero sólo cuando el auditorio sienta ya un interés vital sobre el tema que se va a exponer. Sin embargo, a un oyente apático puede sonarle como falto de interés. En todo caso la referencia deberá ser breve, explicita y práctica.
Referirse a la propia persona. Siempre que esta referencia
refleje modestia y sinceridad, podrá lograr el favor del público y captar su atención.
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Formular una interrogante. El uso de este recurso puede ser
uno de los métodos más seguros y sencillos para abrir la mente de los oyentes y penetrar en ella.
Emplear una cita. Si se tiene cuidado de hacer una buena
selección de ésta, puede constituir un método excelente para presentar un discurso.
Aprovechar las circunstancia del local o del ambiente. Por
ejemplo, señalando algún objeto o llamando la atención sobre algo que esté aconteciendo cuando se está desarrollando el acto.
La Terminación o Conclusión Este es realmente el punto más estratégico de un discurso. De ahí que deba cuidarse su forma recurriendo, si fuera necesario, a la memoria como soporte principal. Lo que se diga al final, las últimas palabras que quedan sonando en los oídos del auditorio, serán las que recuerden por más largo tiempo y aquellas cuyo acertado o desacertado contenido puede hacer incluso olvidar a los aciertos o tropiezos habidos en el transcurso de la exposición. Por lo tanto, al final ha de enfocarse la idea central que ha desarrollado a través de toda la exhortación. Es recomendable que la conclusión contenga los siguientes aspectos:
El recuerdo o breve exposición de las diversas etapas
recorridas.
Reformular el punto de vista del orador y valorar los meritos de
la solución que se ha propugnado.
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Si la naturaleza del tema lo aconsejare, concluir con un reto o
una exhortación a actuar.
Usar como broche final una frase vigorosa, una fórmula
valiente, una cita elocuente y hasta una pregunta o el planteo de un problema, si el orador no tiene una respuesta y quiere que el mismo auditorio piense en la solución.
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Capítulo v
EL ORADOR
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EL ORADOR “El que quiera aprender a hablar en público ¡Que hable en público!” Cuando se dice o pronuncia un discurso frente a un auditorio determinado es cuando adquiere toda su vigencia aquella frase que afirma que “El orador es primo hermano del actor, pero no es actor”. Es decir, que el orador en el momento de pronunciar su discurso debe “hablar” no sólo con la voz sino con todo el cuerpo y, para ello, debe añadirle una cierta dosis de teatralidad o escenificación a su convicción y a su sinceridad. En este sentido van las siguientes recomendaciones: - Antes que el orador empiece a hablar ya su auditorio lo ve y lo juzga. Es importante por lo tanto que cuide todos los aspectos de su presentación que pueden influir en la formación de un juicio negativo. - La presentación del orden debe ser sencilla y adecuada al tipo de auditorio. Es necesario, por lo tanto, evitar en la indumentaria todo aquello que pueda distraer o llamar exageradamente la atención del público y que pueda traer como consecuencia falta de atención a las ideas que se les quiere comunicar. Se ha dicho que el público es como el mar, porque no puede conocerse de antemano su comportamiento. Su aproximación al mismo presenta incógnitas indescifrables que ponen en el corazón cierta angustia o excitación, según el temperamento de cada uno. Pero, ¿está bien lanzarse ante un público como en los brazos de una madre? ¡NO! Importa saber antes a que clase de auditorio se va a hablar, su número
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aproximado, su nivel medio de cultura y en general cuanto permita conocer sus preocupaciones, inquietudes y tendencias dentro del marco de la comunicación que se va a producir. Uno de los componentes esenciales del arte de la palabra es la presencia, que se manifiesta generalmente por la atención que el público presta al orador. Es un requisito previo cuidar la apariencia física, ajustándolas al auditorio, a la ocasión y aun a la naturaleza del mensaje que se pretende comunicar. Es esencial que cuando el orador se encare con el auditorio trate de crear en los miembros del mismo la impresión de que se dirige personalmente a cada uno de ellos. Esto es muy importante porque el oyente tiende a rechazar al orador que parece ignorar su identidad como individuo; en cambio sabe valorar un ambiente de relación personal próxima, como el que existe en un coloquio informal. En la imposibilidad de mirar a cada uno de los miembros del auditorio al mismo tiempo, el orador debe comportarse como en una conversación amistosa, es decir, eligiendo a una persona a la que se le habla directamente durante unos segundos, mirándola rectamente a los ojos en ese tiempo y luego trasladando la mirada a otra. Esta regla se ha resumido del siguiente modo: “manifiéstese buscándole los ojos al público. Fíjese sucesivamente en este, en el otro, en aquel individuo. Olvídese de las paredes y del techo”.
POsICIÓN CORPORAL DEL ORADOR No hay regla universal que nos diga cómo se debe permanecer mientras se pronuncia un discurso, pero si se pueden señalar algunas practicas viciosas que deben desterrarse.
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1. No es buena norma dar la impresión de que nos amparamos detrás de la mesa, escritorio o atril, sino que en ciertos momentos es conveniente permanecer a un lado y moverse unos pasos para acentuar el énfasis de las palabras. 2. Evitemos que todo el peso del cuerpo descanse sobre los talones. 3. Cuando se habla de pie causa mala impresión que el orador se empine de puntillas y descienda otra vez, produciendo un movimiento de sube y baja, o balanceándose de derecha a izquierda, apoyando el peso en cada uno de los pies alternativamente. 4. En cuanto a las manos; evite jugar repetidamente con el mismo botón de la chaqueta, frotárselas continuamente con un jabón invisible, enlazar y desenlazar sus dedos o mantenerlas en los bolsillos mientras habla. Podemos concluir que si se habla sentado, debe adoptarse una posición cómoda pero lo suficientemente correcta para no acusar una falta de educación; si se hace de pie el orador debe mantenerse erguido pero no hasta el punto de aparentar la rigidez de una estatua, con lo cual podrá causar la impresión de que está alerta y a la expectativa, mostrando la seguridad de quien controla la situación y se controla así mismo. Que se hable en una u otra posición (sentado o de pie) dependerá de la naturaleza del mensaje que se trata de transmitir o de la clase de comunicación que se pretenda establecer. Si decide hablar sentado puede atenuar los efectos de la inmovilidad de la siguiente manera:
Mantener derecho el busto, pero sin tesitura forzada.
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Dejar un espacio de unos veinte centímetros entre el abdomen
y la mesa, e igual espacio entre la espalda y el asiento.
Aproveche dichos espacios para avanzar el cuerpo y producir
efectos de acercamiento, confidencia o expresión de algún asunto importante; en otros casos retrocediendo el cuerpo sugiriendo espera, despegue, mirada de conjunto. Para hablar de pie con la máxima libertad y eficacia, pueden seguirse algunas reglas de carácter general, como las siguientes:
Acercarse
al
estrado
o
tribuna
con
andar
natural,
desembarazado, evitando el paso entrecortado, el aire constreñido, la marcha nerviosa, la cabeza arrogante.
Durante la presentación no mirar al suelo fingiendo modestia,
sino mirar sencillamente tanto a los asistentes como al presentador.
Una vez colocado en su sitio, no empezar enseguida el
discurso o conferencia, sino tomarse un momento para organizar las ideas y mirar a los oyentes. Treinta segundos (30 seg.) son suficientes.
Manténgase recto pero sin rigidez, con los pies separados unos
treinta centímetros (30 ctms.), uno de ellos soportando la mayor parte del peso del cuerpo y el otro un poco avanzado.
Siguiendo la regla anterior las piernas permanecerán flexibles,
cuando, a intervalos, se cambie el peso del cuerpo al otro pie; habrá además facilidad para que el orador se desplace dando algún paso hacia adelante o de lado.
Para subrayar algún punto importante (suponiendo que se
hable desde un estrado o un escenario y no desde una tribuna) será un buen efecto avanzar algunos pasos. Retroceder puede significar que se van a considerar las cosas en su conjunto.
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Fijar los ojos en el suelo, por breve tiempo y mediante una
pausa, puede sugerir que el tema merece honda reflexión antes de volver a hacer uso de la palabra.
Al finalizar el discurso o conferencia, no apresurarse a
abandonar la sala, sino que, tras una pausa final, lo bastante larga para que los oyentes puedan asimilar el significado de las últimas frases, salir con paso firme y mesurado.
GEsTOs Los gestos (complementos de la palabra y en contadas ocasiones sustituto de ellas) son los movimientos “a propósito” realizados por alguna parte del cuerpo, ya sea la cabeza, los hombros, los brazos o las manos para reforzar o demostrar lo que decimos. Dar normas sobre el gesto equivaldría a propugnar la afectación, que podrá ser justificada en el actor de teatro, pero nunca en el que quiera expresarse con naturalidad. El gesto está animado sobre todo por el mundo afectivo del que habla y es su mejor expresión. El gesto puede llegar a donde la palabra no llega y puede expresar con fidelidad estados de ánimo que la palabra a veces no puede reflejar. El ademán nace
siempre
de
un
impulso
interior,
representa la respuesta natural a este deseo de movimiento y supone una ayuda que refuerza las ideas que se pretenden comunicar. Por eso el orador no puede establecer por adelantado si en un momento dado del discurso va a señalar con su índice un lugar determinado, ni unos minutos más tarde va a crispar sus manos en ademán belicoso. En una palabra,
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los gestos para ser eficaces tienen que proceder de un estado de ánimo, de ansiedad, entusiasmo o emoción. Por otra parte los gestos, además de su utilidad para reforzar y clarificar las ideas, son muy valiosos también para ayudar a mantener la atención de los oyentes. Del mismo modo en que nos fijamos más en un orador que se desplaza de uno a otro punto, que en otro que se mantiene fijo en el mismo lugar, también escucharemos con mayor atención al orador que efectúa los ademanes apropiados. A menos que pueda compensar y suplir de alguna manera la falta de gestos, el orador no conseguirá, si no los usa, más que una respuesta apática de los oyentes. Algunas características que debemos observar en el uso de los gestos, son las siguientes: Sinceridad: Concordancia entre lo que se siente y lo que se revela a través del gesto o la mímica. Sincronismo: Cuando las palabras expresen dudas será el momento preciso en que deba aparecer un rictus dubitativo en el rostro del emisor. Exactitud: No bastará solamente apuntar un gesto, ni abandonarlo después de haberlo comenzado. Diversidad: Decían los antiguos que “las cosas dos veces repetidas agradan” sin embargo, más de dos veces pueden desagradar. Pero si hay que
hacerlo,
se
deben
usar
gestos
variados
y
espaciarlos
suficientemente, ya que la repetición frecuente de un gesto, acaba por importunar.
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Sencillez: Preséntese uno tal cual es, sin ademanes afectados, ni gestos preciosistas, ni mímicas demasiado estudiadas. Evítense a toda costa las falsas sonrisas y todos los movimientos pedantescos que se aparten de la naturalidad. Empleo de las Manos y Brazos Los gestos de la mano se hacen casi siempre acompañados del brazo. Las manos, insistimos, constituyen un pequeño problema, sobre todo para lo que están acostumbrados a pronunciarse en público. Al principio de la disertación o discurso no se sabe que hacer con ellas y es como si constituyeran un verdadero estorbo. A medida que se avanza, si el que habla va sintiendo cuanto dice y lo hace con emoción, necesita acompañar sus palabras con el gesto de las manos y de los brazos.
Algunas reglas para su empleo adecuado son: - En los primeros momentos debe tener de algún modo ocupadas las manos, bien sea discretamente sujetadas a la mesa, tribuna, atril o barra del micrófono; o sujetando unas cuartillas, siempre que ello no provoque movimientos anárquicos que denoten el nerviosismo del que habla. - Si el tema no requiere que sea expuesto de modo expresivo, su postura correcta será mantener las manos quietas. - Debe evitarse poner una mano en el bolsillo, pero es a todas luces incorrecto poner las dos. Gestos Convencionales (manos y brazos)
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Son aquellos movimientos básicos de las manos y los brazos que, gracias a la rutina de la costumbre, han llegado a constituir una especie de lenguaje de carácter universal. Algunos son: Señalar, Indicar: Cuando el orador quiere llamar la atención sobre una idea u objeto, a punta hacia él con el índice de la mano derecha, o de la izquierda. Dar o Recibir: Tanto para una acción como para la otra, el orador extiende la mano con la palma hacia arriba. Se usa con frecuencia este mismo gesto cuando el emisor quiere presentar una idea nueva, o cuando pide ayuda al auditorio para las ideas que expone. Rehusar, Rechazar: Con un movimiento oscilante de la mano con la palma hacia el público, se expresa generalmente la desaprobación de una idea. Apretados los Puños: Expresa la intensidad de un sentimiento, como ira o firme determinación. Precaución: De la misma manera que cuando quiere calmarse la excitación de una persona, se apoya la mano en su hombro o se palmotea suavemente la espalda, el orador emplea un movimiento parecido de la mano, como si se apoyara en una espalda imaginaria, para advertir a los oyentes del peligro que encierra perder la ecuanimidad. División: Cuando se pretende indicar la separación neta y clara de los hechos o las ideas en varios grupos, el orador se sirve del gestos de acercar y separar las palmas de la manos ante si, manteniéndolas paralelas.
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Gestos Descriptivos (manos y brazos) Se trata de movimientos de las manos y los brazos, menos tradicionales y más individualizados, con los cuales se pretende describir o imitar directamente la idea o concepto que se quiere comunicar. Algunos ejemplos nos sirven para ilustrar este tópico: - Con el movimiento de la mano y el brazo, el orador puede ofrecer una idea del tamaño, la forma y hasta el funcionamiento de un aparato u objeto. - Blandiendo el brazo al aire puede mostrarse el vigor con que fue hecha una agresión. - La baja estatura de una persona, manteniendo la mano paralela al suelo a la altura que alcanzaría la cabeza de la misma. - La velocidad de un automóvil por medio del rápido movimiento del brazo por delante de la cara de los interlocutores.
Movimientos de la Cabeza y los Hombros El gesto de encoger los hombros y negar o asentir con la cabeza, tiene en el arte de dirigirse al público el mismo significado que se le atribuye en una conversación ordinaria. Se usa también para dar mayor énfasis a la expresión. Estas actividades del cuerpo tampoco pueden planearse o efectuarse de modo totalmente consciente o controlado. Para que no
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parezcan artificiales y forzados han de nacer del deseo interior de lograr una comunicación más eficaz. De otro modo, causaran un perjuicio en lugar de mejorar el mensaje del orador. Otros Gestos con las Manos y Brazos - Cuando hable de Dios, del cielo o del destino, levante verticalmente el brazo derecho con el dedo índice extendido. - Cuando se dirija al público, señale con el brazo derecho extendido en línea horizontal y con el índice extendido. - Cuando desafié, agite el puño tendido a la altura de los ojos. - Si se refiere al pasado, señale con el brazo hacia atrás. - Si se refiere al futuro, señale el brazo hacia delante. - Si está explicando los pro y los contras de un hecho o idea, con el brazo derecho apoye los pro y con el izquierdo los contras. - Si se hace una enumeración, cuente con los dedos de la mano derecha. - Si desea sugerir la amistad, la unidad y/o solidaridad, junte las manos y manténgalas unidas por un momento. - Para negar o afirmar, utilice el dedo índice de la mano derecha moviéndolo en sentido coherente.
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EL MIEDO EsCÉNICO ¿QUIÉN DIJO MIEDO? Sentir temor de hablar en público es lo más natural del mundo, muchos grandes oradores son o han sido tímidos. El carácter o temperamento no impiden hablar en público. A algunos se les facilita, a otros no tanto, pero a ninguno le imposibilita. Por lo demás, el temor surge de la responsabilidad y el deseo de hacerlo bien. Frecuentemente escuchamos a personas que dicen “a mi se me seca la garganta, se me va la voz, no puedo pronunciar bien, siento un terrible vacío en el estomago, se me olvida lo que tengo que decir”. A pesar de todo eso y de cosas peores, usted puede aprender a hablar
muy
bien
en
público.
Lograrlo
no
es
cuestión
de
temperamento, sino de voluntad. Lo primero es vencer el temor, o por lo menos, disimularlo o convertirlo en un aliado y superar la timidez. Para su tranquilidad le recordamos que Demóstenes, uno de los más grandes oradores de toda la historia, era tartamudo. Y Beethoven era sordo. De modo que no se queje y siga adelante, que usted puede aprender a expresarse muy bien y lo logrará si persevera. Tenga en cuenta los siguientes aspectos: Control del Cuerpo El miedo es controlable, al igual que todas sus manifestaciones corporales. Una persona recia y disciplinada es capaz de controlar el
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miedo y hacerle frente a cualquier situación difícil. Esto es parte del desarrollo de la personalidad, independientemente de su manera de ser. Sin embargo no siempre (o no todos) estamos habituados a encarar este tipo de situaciones y no nos basta con el deseo de tranquilizarnos para hacerlo efectivamente. Para esos casos hay varios consejos de utilidad. Antes de Empezar Hay diferentes formas de relajarse. Algunas son de tipos físicos y otras de tipo racional o mental. Dentro de las primeras, las más corrientes son los ejercicios de respiración. Hacerlos a solas en un lugar apartado antes de iniciar su charla, le puede ayudar notablemente. Los ejercicios de respiración profunda tienen la ventaja de que ayudan a la circulación y, por lo mismo, avivan y despiertan la inteligencia. Hacer deportes frecuentemente es la mejor manera de descargar las tensiones. No olvide la máxima: “Mente sana en cuerpo sano”. Quien práctica algún tipo de ejercicio goza de mejor salud, lo que se manifiesta en una vida más dinámica, pensamiento más ágil, buen estado de ánimo e inteligencia viva (gracias a una buena irrigación del cerebro). Estas condiciones lo predisponen muy bien para la expresión. Por otro lado, el deporte establece disciplina y enseña a ver las cosas “deportivamente”. El deportista es amigo de los retos y los asume con seriedad, ánimo y entusiasmo. Hablar en público es un reto, y la mejor forma de afrontarlo es deportivamente, con optimismo y sin sentido trágico. Usted haga su mejor esfuerzo. Asumir su intervención deportivamente significa dar lo mejor de si para que salga bien y no debe desanimarse si las cosas no resultan como esperaba. La próxima vez
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saldrá mejor. Esta es la actitud más relajante e indudablemente la más sana de cuantas se pueden asumir en este tipo de actividades. Del mismo modo, no pensar tanto en lo que nos atemoriza, surte buen resultado. Para ello, ayuda el distraer la atención pocos minutos antes en alguna actividad ajena a la intervención, por ejemplo leer un libro o charlar con alguna persona. Pero la clave de todo está en la confianza en si mismo. No se trata de sentirse autosuficiente, porque caería en pedantería o en vanidad, sino de estar consiente de poseer capacidad para hacer bien su intervención. Para dominar los nervios no hay que hacer nada raro, ni autogestionarse, ni lavarse el cerebro todas las mañanas con máximas y consignas como “yo puedo”, “yo soy capaz de todo”, “tengo el mundo a mis pies”, ni cosas por el estilo. Aprender a dirigirse al público es en sí una parte importante del desarrollo de la personalidad y de la formación del carácter; asúmalo con buen ánimo, también como aprendizaje y como una fascinante experiencia. Durante la Intervención. “A veces el miedo me viene cuando estoy ante el público. Entro tranquilo, pero al ver a tanta gente mirándome, me bloqueo”. Es algo más corriente que el miedo antes de hablar. Se necesita voluntad, agilidad mental y dominio de si mismo. Esto lo da su actitud (nada de vida o muerte va a pasar) y su preparación. En todo caso, el miedo suele presentarse en forma de temblores o titubeos, entre otros. Esta situación puede hacerla a un lado cambiando de posición, (intente inclinándose un poco hacia delante). Las ayudas didácticas pueden facilitar mucho la eliminación de tensiones. Escribir
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sobre el tablero o pizarrón, apoyar las manos con fuerza sobre la mesa o atril, explicar una gráfica. Son buenas maneras de desvanecer el miedo. Por supuesto que la palabra es un gran instrumento para vencer el miedo. Un buen chiste sobre la cantidad de gente o sobre el trabajo de quienes conforman el auditorio, puede ayudar mucho. Y en esa línea el contar una anécdota reciente que le haya sucedido. También sirve el movimiento, caminar frente al público, cuando sea posible, es muy distensionante y a la vez da ritmo y animación a la charla. Conocer el Tema Es lo más importante. Si conocemos nuestro tema, hemos ganado mucho. Cuando sentimos miedo del público y se nos olvida todo, sólo vendrá a la memoria lo que tenemos realmente aprendido, lo que en verdad conocemos. Y a medida que hablemos de lo que conocemos, podemos ir tomando confianza y seguridad. Hay contacto con el público cuando de verdad se sabe de lo que se habla. Entonces no es sólo una transmisión de conocimientos memorizados o de datos acumulados, sino de experiencias, sentimientos y vivencias personales, y en esta comunicación interpersonal la intervención se hace constructiva, enriquecedora y agradable. Lanzarse al Agua Antes de comenzar a hablar, el principiante debe vencerse, olvidarse un poco del que dirán. Pero no olvide, el éxito está en estar seguro de su conocimiento sobre la materia que va a tratar (si está bien preparado no hay que temer) y olvidarse del vacío, cosa que puede lograrse con algo de valentía y voluntad.
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El miedo se supera mostrándose en público tal como usted es, sin conmiseraciones de sus propias diferencias y pensando con seriedad que la única manera de prestarle algún servicio a la gente que está allí escuchándole es comunicarles lo que usted sabe, de la mejor manera posible. Concéntrese en su tema, piense en lo que tiene que decir y no en lo que podrían decir los demás.
¿CÓMO sE PREPARA UN ORADOR? Hay dos (2) tipos de preparación. La primera denominada por algunos como preparación remota, que comprende todo el bagaje cultural personal y vivencia del orador y la segunda es la llamada preparación inmediata, que consiste en leer y estudiar, perfeccionar el lenguaje y la expresión, aprender de los buenos oradores escuchándolos y ejercitarse frecuentemente. No improvise nunca, ni sus temas, ni sus formas de expresión, prepárese cuidadosa y ordenadamente. Sólo improvisa bien el que está bien preparado.
CUALIDADEs DEL bUEN ORADOR Toda persona que quiera o deba hablar en público debe tener una serie de cualidades personales que le hagan más fácil el acceso a su auditorio y hagan de la charla algo realmente constructivo y enriquecedor. Unas son innatas y otras adquiridas; pero todas pueden ejercitarse y algunas son indispensables. Naturalidad La naturalidad es la regla de oro. Un expositor puede poseer la mayoría de las
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supuestos cualidades para hablar en público, pero si le falta naturalidad, no tiene nada que hacer. Es la base de todo. Sin embargo, no es difícil de adquirir. Empecemos por definir el término naturalidad. Ser natural, es ser cómo usted actúa diario, hablar sin entonar artificiosa o fingidamente y utilizar su cuerpo, como lo hace siempre, para emitir mensajes. En pocas palabras, se natural no es otra cosa que ser usted mismo. La confianza en si mismo le dará la naturalidad que necesita y ésta llega con la práctica. Simpatía Para caerle bien a la gente a la que se está dirigiendo, debe usted ser simpático. De la naturalidad viene la simpatía. Hay que ser calido y agradable, a veces incluso sonriente, además de conocer lo que está exponiendo. Para hablar en público no basta con saber mucho: un gran conocedor de cualquier tema puede fracasar por falta de simpatía. La gente probablemente dirá: “sabe mucho pero es insoportable”. Es mejor que digan: “Domina el tema y que agradable es”. Mantenga siempre el contacto con la gente, muéstrese cercano, trate de darles gusto. No le resultará fácil ser simpático si se siente hablando en una jaula de leones. La realidad es que el público no es una fiera, son personas que están ahí para escucharlo. Pregúntese: ¿Qué le gustaría a usted escuchar si estuviera ahí sentado? Hágalo y el primer efecto será que lo notaran cercano y calido y eso es simpatía.
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Recuerde una cosa muy importante: No confunda ser simpático con hacerse el gracioso. No siempre el ambiente o el tema de la charla se prestan para que usted bromee. A veces hay que mostrarse serio, pero nunca lejano ni desagradable. Una cosa es la anécdota oportuna y otra, muy distinta y no deseable, es el chiste flojo o de mal gusto, la anécdota que no cuadra bien con lo que se quiere decir con ella porque es forzada. Sensibilidad Para ser simpático, además, necesita ser
sensible.
Hablar
en
público
es
comunicarse, no sólo emitir ideas y datos en una dirección. El contacto con el público no se establece realmente si no hay una comunicación plena que vaya más allá de las cifras o las frases memorizadas. No basta con pretender ser comprendido por su público, sino que es necesario comprenderlo; sólo así dirá lo que ese público necesita saber, además el auditorio prefiere sensatez y humanidad al tono magistral y autoritario. No olvide que su misión es convencer y conmover. La exposición fría, como el recargo excesivo, son obstáculos para el contacto entre el expositor y su audiencia; la más completa forma de comunicación en público es aquella que, además de demostrar un sólido dominio del tema, establece contacto emotivo y sensible, agradable y sereno, entre quien habla y quienes escuchan.
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Ideas Claras y Buena Memoria Para hacerse entender por el público, hace falta saber con precisión que vamos a decir y qué orden lógico seguiremos durante la charla. Saber lo que se va a decir implica también conocer lo qué no se debe o no conviene decir, para lo cual es necesario conocer bien tanto el tema como al público. Aunque haya simpatía y emoción, si no hay ideas claras, su intervención perderá toda eficacia, no llegará a la mente del público. Ante todo, sea ordenado en sus ideas. Al preparar los puntos de su charla, déle un orden lógico y coherente; no pretenda decir demasiado; diga pocas cosas bien explicadas; no aborde demasiados temas, ni salte mentalmente de un lugar a otro; siga fielmente la línea originaria de su exposición; evite abrir paréntesis en su charla, pues corre el riesgo de desviarse del tema y no volver a la idea originaria. Si expone pocas ideas, podrá explicarlas en detalle, despejar dudas, aclarar inquietudes, etc. Si expone demasiadas, corre el riesgo de hacer pesada y aburrida su intervención y además, no permite que el público reflexione sobre las ideas centrales de la charla. Sepa, finalmente, identificar con claridad cuáles son las ideas principales de su tema o las que desea resaltar, para enfatizarlas y dar a su charla la orientación que desea. Para lo anterior, es de gran ayuda hacer un esquema breve de su intervención, que usted mirará rápidamente, casi sin que se note, cuando surja alguna duda sobre el punto que sigue. El uso de esquemas, notas breves, o de ayudas visuales facilita mucho las cosas.
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Las ayudas visuales o audiovisuales son recomendables e incluso necesarias, para cierto tipo de intervención, por su complejidad o extensión, o por su formalidad. La buena memoria es de gran ayuda, para recurrir a citas, acontecimientos, recuerdos, experiencias y datos que pueden enriquecer su charla.
VIRTUDEs DEL ORADOR Hay una serie de virtudes relacionadas con la personalidad del orador que son de primera importancia, tanto o más que las anteriores cualidades. Sin ellas el orador puede caer en defectos o vicios que pueden afectarlo
profesional
y
personalmente.
Su
presencia
enriquece
notablemente la intervención. Son la base de un principio sólido y fundado. Además su ausencia se nota rápidamente, en perjuicio de quien carece de ellas. Las principales: Sinceridad Es la correspondencia entre lo que se piensa y lo que se dice. Si no creemos alguna cosa, no hay que decirla; ni defendamos algo con lo que no estamos de acuerdo, o de lo que no estamos seguros. No asumamos actitudes que no compartimos, pues corremos el riesgo de confundirnos nosotros mismos en nuestros puntos de vista y,
además, no
convencemos a nadie. Sólo convence quien cree en lo que dice y lo dice honestamente, reconociendo cuando se equivoca o no sabe alguna cosa.
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La elocuencia toma su verdadera fuerza de la energía y profundidad de la convicción. Aunque hable con torpeza, un orador sincero despierta la emoción de aquellos que le escuchan, ya que la sinceridad profunda es casi tangible. De nada sirve fingir simpatía o sinceridad que no se sienten. Veracidad Si se emplea la palabra, es para difundir la verdad y más valdría callarse que prostituir su arte a la mentira. Todo el que usa la palabra debería sentir repugnancia hacia la mentira o el engaño, es muy fácil caer en ello cuando no hay una intención y una actitud manifiesta de rechazo al error y a la falsedad y de adhesión a la verdad. Nunca hay que hablar de lo que no se conoce, porque se corre el riesgo de pasar por mentiroso. Sea veraz, busque expresarse exactamente y sólo de aquello que le consta o de lo que está profundamente convencido. En todo orador el amor por la verdad debe estar por encima del amor a sus propias opiniones. Es lícito que nos equivoquemos en algo; lo que no puede admitirse, por ningún motivo, es el engaño. Para evitar que eso nos ocurra, no afirmemos en público nada de lo que no estemos completamente seguros; y si no lo estamos, manifestemos claramente que lo expresado es una opinión particular, no necesariamente verdadera. Humildad Está muy relacionada con las anteriores. Abarca el reconocer y corregir los propios errores, aceptar las limitaciones y también reconocer la existencia de las cualidades, sin exagerarlas ni
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opacarlas totalmente. Todas las personas solemos transparentar nuestra propia personalidad más de lo que pensamos. Nuestro mundo interior está saliendo a la superficie en nuestras palabras, tono de la voz, los gestos y la forma de reír y mirar, entre otros. Esto es particularmente notorio cuando hablamos en público y prueba de ello es que muchas personas les da miedo dirigirse a un grupo por el temor a que vean cosas que quieren ocultar: su timidez, inseguridad, dificultad de expresarse o torpeza, entre otros. La humildad está en admitir todo eso y no obstante decir lo que hay que decir, sin más. Muchos se sorprenden al descubrir que a pesar de sus limitaciones tienen un gran éxito hablando en público. La humildad está muchas veces detrás de ese éxito. Asimismo, humildad significa también no envanecerse con los aplausos. A muchos oradores principiantes les sucede: unas cuantas intervenciones exitosas y se hinchan como pavos. Después nadie los soporta. Coraje Decir la verdad no siempre es fácil, a muchos no les gusta que se lo digan, porque es como “poner el dedo en la llaga”. Y con frecuencia hay que decirla aunque a alguien le moleste. Cuando hay que decir ciertas verdades en público, no es de extrañarse que más de uno se sienta incomodo y lo demuestre. En esos casos, hay que sostenerse en la verdad. Coraje es decir lo que hay que decir, de frente, con firmeza y sin miedo. No hay integridad si se muestra debilidad o temor cuando es preciso decir verdades fuertes; el público vera en usted a un cobarde o un débil y no le creerá.
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De igual modo, maquillar la verdad con los tintes al gusto de la audiencia, o diluirla en expresiones ambiguas para contentar a todo el mundo y evitar riesgos o molestias, es de lo más contraproducente; los que podrían incomodarse con la verdad, quedan igual que antes, contentos de que no fueron molestados y quienes esperaban una palabra justa quedan desilusionados por la falta de firmeza.
OTROs CONsEJOs PARA CONTROLAR EL MIEDO
Es de gran importancia conocer previamente el lugar donde se
va a hablar. Si le es posible llegue una hora antes al lugar de la conferencia, revise que todo este en orden y salga a caminar un poco por los alrededores. Estar antes que la gente, brinda cierta seguridad y familiaridad.
Charlar un rato amablemente con el vigilante, el encargado o la
secretaria, o incluso con alguien del público antes de comenzar, le sirve no sólo para sentirme mejor, sino para romper la barrera entre el público y el expositor. Si la conversación resulta grata, tendrá su respaldo y ganará a un aliado durante la conferencia.
De igual modo, esto le servirá para conocer mejor a su público;
formarse una idea de sus expectativas y de sus necesidades, así como también de la forma en que su audiencia será más receptiva.
Algo que nunca debe olvidar es revisar que todo esté
funcionando correctamente para que, cuando llegue el momento, no lo tome por sorpresa cualquier imprevisto. Tenga en cuenta que usted es quien va hacer uso de los elementos y puede suceder que no preparen
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las cosas justo como usted las necesita. Nunca est谩 de sobra darle una revisi贸n al aula, a las sillas, y por supuesto, al equipo de sonido.
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Capítulo VI
LA RADIO Y LA TELEVIsION EN LA COMUNICACIÓN ORAL
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LA RADIO Y LA TELEVIsION EN LA COMUNICACIÓN ORAL La radio y la televisión (igual que la prensa, los documentos cinematográficos, entre otros), son medios de difusión o de información, más que de comunicación propiamente dicha, aunque así se les denomine. La radio es un medio de transmisión electrónico que se sirve de la palabra sonora o articulada y de la música para la difusión de mensajes, que pueden ser informativos, culturales o recreativos. Cuando la televisión se inventó, supuso un autentico desafío a los otros medios de comunicación social, creyéndose en un principio que podría acabar con la radio, ya que siempre es más interesante ver y escuchar que sólo escuchar; con la prensa, porque también es más cómodo ver que leer y hasta con el cine, ya que éste, estaba en casa y podía contemplarse cómodamente. Sin embargo, en el andar del tiempo se ha comprobado que cada uno de estos medios cumple su fin y que no son rivales sino complementarias.
LA AUDIENCIA EN RADIO Y TELEVIsIÓN Los oyentes o televidentes son un público inmenso, invisible, pese a lo cual su presencia es fuertemente sentida por el que habla. De ahí que la audiencia de estos medios de comunicación se le llame “universal”, ya
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que todo el que tiene un receptor sintonizado en la longitud de la onda empleada por la estación emisora es, en realidad, un oyente, por lo menos en potencia. La audiencia en estos casos está constituida por personas de ambos sexos, de toda clase de profesiones, edades, intereses, grados de cultura y credos políticos y religiosos. Muchas emisiones, sin embargo, están dirigidas específicamente a ciertos grupos, como ocurre por ejemplo con los programas infantiles o en los dedicados a estudiantes y profesores en diferentes niveles. Otra de sus características es que el oyente se halla generalmente sólo o en el reducido grupo de su familia, por lo que espera que el emisor u orador le hable en forma coloquial y adecuada a su entorno. También podemos anotar como factores típicos de esta audiencia, que los oyentes pueden desconectar en cualquier momento el receptor o cambiar de estación o canal, y que probablemente mientras oye o ve, lo asaltan otras distracciones de las que no puede evadirse. Retransmisión sin Audiencia Presente En este caso el orador o emisor se dirige únicamente a una audiencia invisible, por lo que ocurren en la comunicación las mismas circunstancias que cuando se conversa con un amigo por teléfono. Retransmisión con Audiencia Presente Cuando esto ocurre hay en realidad dos clases de receptores: los que están en el estudio (que pueden ser en ocasiones numerosas) y los que escuchan desde la tranquilidad de sus hogares, muchos más numerosos aún.
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Quienes escuchan desde sus casas, saben que hay también un público presente y es permisible (y además buena práctica) que el orador se refiera en algunas ocasiones al auditorio que tiene ante si. Los gestos, señales de asentamiento y aplausos, contribuyen a que el auditorio ausente se sienta también parte de la situación. De todos modos, el orador debe tener siempre muy presente a la audiencia invisible y adecuar a esa circunstancia la estructura y el tono mismo del discurso.
COMO HAbLAR POR RADIO El emisor en este caso no puede ofrecer al auditorio (que es invisible) indicios en forma de gestos o ayudas visuales que contribuyan a hacer más eficaz la comunicación, por lo que habrá de servirse casi únicamente del empleo del ritmo, inflexiones y volumen de la voz. Algunas de las reglas que pueden seguirse para este tipo de emisión son las siguientes:
Conserve su cuerpo ágil. Un cuerpo con músculos y nervios
relajados ayuda a producir una voz de resonancia relajada. La voz refleja el estado mental y corporal de quien emite. Cuando se trate de notas humorísticas, sonría, porque su audiencia “oirá” la sonrisa de su voz. Frunza el entrecejo como si estuviera al público delante, si lo que esta diciendo lo requiere, porque así ayuda a la audiencia a sentir el mensaje.
Hable con claridad, en el tono acostumbrado, coloquial,
amistoso. Imagínese estar hablando a una persona que está cerca de usted, no a una audiencia numerosa y lejana. Hable a los radioyentes, no al micrófono. Hágalo además con entusiasmo. En una palabra “proyecte” su personalidad.
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Hable con entusiasmo, pero varíe de vez en cuando para no
volverse monótono. Varíe la altura de su voz para imprimir énfasis y atención. Sin embargo, procure que estos cambios armonicen con el tema, porque de lo contrario dará una sensación de artificialidad.
El micrófono debe tenerse a una distancia de 15 a 25
centímetros de la boca y a un ángulo de 45 grados respecto de la línea recta de la voz. Apártese del micrófono cuando carraspee o tosa.
COMO HAbLAR POR TELEVIsIÓN Mientras que en la radio el oyente no ve a quien habla, en la televisión ocurre todo lo contrario. Esto tiene gran importancia
a
los
efectos
de
la
comunicación, por que a través de la retransmisión televisada la audiencia está viendo al emisor del mensaje, y éste (tal como ocurre en el discurso cara a cara) mediante su aspecto, movimientos y expresiones faciales ayudará a la expresión de su pensamiento. Cuanto se ha dicho antes sobre la forma de hablar por radio es aplicable a la televisión, pero hay para ésta última algunas normas especiales que deben observarse.
No distraerse con el brillo de los focos (bombillos) del estudio y
el movimiento de las cámaras, a fin de mantener una actitud completamente natural.
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Teniendo en cuenta que cuando se habla por televisión el
orador tiene ante el oyente una presencia física además de la auditiva, el primero puede hablar más despacio y hacer pausas más largas que cuando se habla por radio, a menos que el programa sea transmitido simultáneamente por radio y televisión, en cuyo caso el ritmo del discurso debe ser un poco más vivo.
Mantener un tono coloquial y personal, teniendo presente que
en realidad el emisor se ha introducido en casa del oyente y está hablando con él como si se tratase de una conversación familiar.
Combinar las palabras con la acción grata a la vista, y mostrar
entusiasmo al punto de que quede satisfecho el ojo y el oído.
Tanto si se habla de pie como si se hace sentado los
movimientos del orador deben ser los que tendrían lugar en el curso de una conversación animada.
Cambiar la postura de vez en cuando y evitar una posición
rígida, empleando las manos para dar mayor fuerza y claridad a los argumentos. Para enfatizar algunas ideas se puede avanzar el cuerpo ligeramente.
Dirigir la mirada a la cámara, pero no fija en ella. tampoco
mantener la vista fija en el manuscrito o notas empleadas para el discurso.
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Capítulo VII
RECOMENDACIONEs FINALEs
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RECOMENDACIONEs FINALEs La voz, es una de los mejores vehículos que tiene el orador para transmitir sus sentimientos y sus estados anímicos. ¿Cuántas veces no nos hemos conmovido simplemente porque al orador se le “quiebra” la voz? En la utilización de la voz, el orador debe cuidar de manera muy especial: la intensidad (volumen), el ritmo, la entonación y la pronunciación. En relación a la intensidad o el volumen; no gritar de manera que aturda al auditorio, ni tener un volumen tan bajo que el público tenga que decir ¡no se oye! Diríjase al último auditorio. La voz se regulará sola en forma automática. En cuanto al tono o entonación, buscar su propio tono. No usar entonaciones que son artificiales y que sólo traerán como consecuencia el cansancio del orador. Busque la nota en que su voz suena mejor y en la que pueda permanecer mayor tiempo sin fatiga. En referencia al ritmo o velocidad, debe evitarse la monotonía. El orador debe buscar los mejores pasajes del discurso para imprimirle más dinamismo y los de reflexión puede hacerlos más lentos.
Recuerde que el buen orador es aquel que:
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Habla lo suficientemente fuerte……… para ser oído por todos.
Habla con la velocidad suficiente………. Para poder ser
seguido por todos.
Articula y pronuncia correctamente y;
Encanta a su auditorio halagando su oído por el cuidado que
pone en permanecer e su registro natural, usando además, las inflexiones correctas, para subrayar su pensamiento. Un consejo práctico. CANTE. Aquí tiene un secreto que vale oro. No lo desperdicie. El canto ayuda mucho a darle claridad a la voz. Quien pueda dar con precisión una o varias notas musicales consecutivas, es capaz de hablar claramente y, más aun, puede dar muchos matices y variaciones a su propia voz. Muchas personas por su timidez o cualquier otra causa, se han acostumbrado a usar mal su voz. Hablan muy suave o muy enredado, muy lento o excesivamente rápido. Muchos tienen miedo de su propia voz, hasta llegar incluso a rehusar ser grabados o a oír su voz registrada en una cinta de sonido. Pues bien, el canto (en un coro o un conjunto, por ejemplo) ayuda muchísimo a eliminar estos vicios, porque exige al cantante, primero, afrontar y conocer su propia voz; segundo, educarla haciéndola más precisa y matizada; tercero, mejora la pronunciación; y cuarto, desarrolla la potencia de la voz. Una voz acostumbrada a cantar es siempre más clara, limpia y agradable. Además, no olvide que quien no tiene miedo de
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cantar, menos aún lo tiene para hablar en público; al contrario, lo segundo le parecerá más sencillo, y lo hará con propiedad.
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BIBLIOGRAFÍA Cohen, Edwin. El Arte de Hablar en Público. Compañía Editorial Continental S.A. de C.V. México. 1984. Duran, Víctor M. Oratoria Moderna. Universidad de los Trabajadores de América Latina, U.T.A.L. Caracas. 1984. Garcia, Mercadal J. Diccionario Ilustrado-MAYFE. Editorial MAYFE. España. 1982. Jaramillo, Nubis. Español Resumido. Editorial Norma. Colombia.1978. Molina, Iris. Castellano y Literatura 6. Editorial Monfort. Caracas. s/f. Oliver, Maria Juana y Terrados, Bartolomé. Ciceron, Discursos. Editorial Bruguera. 1981. Universidad Nacional Abierta. Técnicas de Lectura. Curso Introductorio. Caracas. 1981. Yance,
Jorge.
¿Me
entiendes?
Como
Expresarse
Clara
y
Efectivamente. 1ª Edición. Caracas. 1994. Fernández, Gastón. Como Hablar Correctamente en Público. Grupo Editorial Norma. Colombia. 1986.
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