Revista Carlos Torres

CT

REVISTA ADMINISTRACIÓN DE UNA PARROQUIA NEUROSIS

DE LO JURÍDICO A LO SIMBÓLICO ESPIRITUALIDAD PASTORAL

Número 1

LA PLANEACIÓN PASTORAL PARROQUIAL

FORMACIÓN PERMANENTE SACERDOTAL

CT

REVISTA

Diócesis de Zacatecas REVISTA CARLOS TORRES Auxiliar en la formación permanente sacerdotal

Coordinador General: Pbro. Héctor Ubaldo González Ortega Coeditores: Pbro. Cirilo Rico Sánchez Pbro. Guillermo Cabrera Bautista Pbro. Rodrigo Muñoz García Pbro. Noé Benítez Loera Pbro. Daniel Rayas Treviño Diseño: Pbro. Edgar Javier González Rivera Portada: Escalones del presbiterio en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, Zacatecas, Zac.

CONTENIDO

| Año I | Número 1 | Octubre 2016 |

Presentación - 3 Administración de una parroquia hoy - 4 De lo jurídico a lo simbólico - 6 La planeación pastoral parroquial - 9 Neurosis - 14 Espiritualidad pastoral - 18 2

PRESENTACIÓN Por: Dimensión de pastoral presbiteral, Diócesis de Zacatecas

mos dejar fuera el aspecto espiritual, por eso viene un breve escrito sobre como mejorar nuestra relación oracional con el Señor, en medio de las actividades pastorales.

Sabemos que la formación permanente siempre será un desafío en la vida sacerdotal. Por eso presentamos esta revista, que es un esfuerzo de nuestros hermanos sacerdotes de la Diócesis de Zacatecas por colaborar en esta tarea. Así mismo, nuestra revista quiere responder a una necesidad expresada en la pasada reunión, donde los sacerdotes en la etapa de vida ministerial entre los seis y los veinte años, expresaron a nombre propio y del presbiterio, la necesidad de medios para seguir creciendo en las diferentes dimensiones de nuestra persona y de nuestro ministerio.

Agradecemos a los padres que han colaborado, elaborando estos artículos, así como a los que encabezan este trabajo. También para nosotros serán muy valiosos sus comentarios respecto a este proyecto, así como sugerir temas a tratar, la frecuencia con la que sería conveniente que salga cada número de esta revista. De la misma forma queremos pedirles, en caso de que consideren que deba continuar esta revista, que nos ayuden a darle un nombre; en este primer número, aparece en la portada las letras CT, que aluden a Don Carlos Torres, con quien en comunión, le pedimos que siga intercediendo desde la gloria celestial, en nuestra formación permanente.

En esta publicación encontraran diversos artículos, que pretenden ser breves y prácticos, para que puedan trasmitir en lo sustancioso del tema y no robarles mucho tiempo de sus ocupaciones pastorales. Un articulo va encaminado en el aspecto de la dimensión humana, el cual lleva por titulo “La neurosis”, ya que tenemos el riesgo de caer en esta enfermedad cuando nos sentimos impotentes al vernos rebasados por las necesidades apostólicas. Otro articulo va en la línea de derecho laboral, ya que siempre vamos a requerir del servicio de nuestros hermanos laicos y debemos estar informados de las disposiciones de la ley civil en este campo. También hemos querido ofrecer un articulo con los rudimentos para hacer un plan pastoral parroquial y conectar con los procesos pastorales que se llevan a cabo en la diócesis. Así mismo aparece otro de liturgia, que se titula “De lo jurídico a lo simbólico”. No pode-

“Bendito sea el Señor, cada día…”

(Sal 68,20)

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Administración de una parroquia hoy Por: Pbro. Lic. Cirilo Rico Sánchez - ricosanchez@libero.it

Partiendo de que toda Asociación Reli-

público dice que: - Las asociaciones

giosa debe ser administrada con respon-

religiosas deberán: I. Sujetarse siem-

sabilidad, y atendiendo a las indicacio-

pre a la Constitución y a las leyes que

nes que se hacen en el nombramiento

de ella emanan, y respetar las institu-

que da el Señor Obispo cuando enco-

ciones del país; II.- Abstenerse de

mienda una parroquia a un sacerdote u

perseguir fines de lucro o preponde-

otros cargos que se nos confían, presen-

rantemente económicos; (…) IV. Pro-

tamos a ustedes este pequeñísimo estu-

piciar y asegurar el respeto integral

dio sobre la situación laboral en nuestras

de los derechos humanos de las per-

parroquias y asociaciones religiosas en

sonas.

general.

Por lo que se refiere a lo material y Si bien es cierto que las Asociaciones

terreno, de entrada, se debe llevar un

Religiosas se encuadran dentro del Régi-

riguroso y estricto control de ingresos

men de personas morales con fines no

y egresos, lo que podría cubrirse con

lucrativos y está exento todo ingreso por

nuestra Hoja de Contabilidad única,

el ejercicio mismo de la actividad que le

la cual debemos cuidar de que sea lo

es propia, sin embargo sí hay diferentes

más transparente y honestamente

aspectos a tener en cuenta con relación

cumplida y llevada con responsabili-

a la administración y rendición de cuen-

dad y apego.

tas.

La administración de una AsociaNo debemos caer en el gravísimo error

ción religiosa no es sólo espiritual,

y equívoco de que sólo nos toca dar misa

puesto que no somos ángeles sino se-

y confesar. El sacerdote hoy es y debe

res encarnados con una actividad te-

ser responsable de todos y cada uno de

rrena que necesita ser regulada y lle-

los aspectos de la vida de nuestra Iglesia

vada con responsabilidad en todos

tanto particular como comunidades pa-

sus aspectos.

rroquiales.

Toda Asociación religiosa debe cuiPor parte de la ley civil, el artículo 8º de

dar de no caer en los extremos en

la Ley de Asociaciones Religiosas y culto

cuanto al manejo de las cosas mate4

riales, es decir, ni nos podemos desen-

Todo lo anterior debe quedar bien

tender de ellas, ni tampoco son lo pri-

estipulado en un Contrato de trabajo,

mordial.

mismo que deberá ser acordado y firmado desde el principio de su activi-

El sacerdote encargado o representan-

dad laboral. Esto debe ayudar a que

te legal (párroco, rector, administrador,

haya claridad tanto para una parte

etc.), debe actuar con la responsabilidad

como para la otra y así evitar malos

de un buen padre de familia que cuida

entendidos y hasta los desgastantes

los diferentes aspec-

pleitos legales a

tos de la vida de sus

que se suele lle-

feligreses, así como

gar.

informar a la autoridad hacendaria so-

En

Nuestra

bre las actividades

Diócesis se ha

que se realizan.

venido trabajando para que la

Cuando se tienen

relación de los

empleados que cu-

empleados o tra-

bren una actividad

bajadores

remunerada y hay

los representan-

una relación de tra-

tes legales sean

bajo, por parte de la

de acuerdo a la

AR se deben inscri-

ley.

bir tanto en el Insti-

nadamente

tuto Mexicano del

es fácil alcanzar

Seguro

el ideal y llegan

Social

(IMSS), como en el

a

con

Desafortuno

presentarse

Instituto del Fondo Nacional de la Vi-

incidentes que no debieran ser, para

vienda

trabajadores

ello invitamos a todos a informarse y

(INFONAVIT) y pagar el respectivo im-

conocer los derechos y obligaciones

puesto sobre nómina de cada uno de

que nos marca la ley tanto canónica

ellos, entregarles su respectivo aguinal-

como civil, atender a las disposicio-

do y que tomen sus vacaciones, tienen

nes de nuestras autoridades y sobre

derecho a un día de descanso a la sema-

todo a la sana práctica de una buena

na y los días festivos.

administración.

para

los

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De lo jurídico a los simbólico Por: Pbro. Guillermo Cabrera Bautista - memocaba3@gmail.com

Durante el pasado mes de agosto, se tuvo el primer encuentro diocesano de equipos parroquiales de liturgia, con una muy buena participación de nuestros fieles laicos. Durante el desarrollo del mismo, algunos de ellos realizaron distintas preguntas entre las cuales llamó mi atención el lenguaje utilizado por ellos: “Padre es válido el que levantemos nuestras manos…”, “Es lícito que nosotros juntemos nuestras manos…”.

municando consigo la idea preconciliar de que las celebraciones litúrgicas de la Iglesia han de ser como una realidad inamovible, intocable y estática.

Hoy advertimos cierta sintomatología en algunos sectores mínimos del Pueblo de Dios que van creciendo y se hacen presente de una manera llamativa en las celebraciones litúrgicas de nuestras comunidades y que denotan una vuelta a los “usos y costumbres” del preconcilio, como lo son el permanecer de rodillas durante la plegaria eucarística o/y en la ostentación que sigue Cordero de Dios, el tener que participar en la celebración con la cabeza cubierta con “mantilla” o “sevillana” en el caso de las mujeres, el solicitar a los fieles que junten sus manos en repetidos momentos de la celebración y ya no sólo en la comunión, y el escuchar afirmaciones entre los fieles de que si no se realiza una genuflexión o se recibe la comunión de rodillas se le está faltando el respeto a la Eucaristía, y más aún, y lo más delicado y serio, que si no se recibe la comunión de manos del sacerdote, la comunión es inválida, entre otras prácticas e ideas que denotan la ausencia de una auténtica y só-

Sin duda, este hecho es un reflejo de la mentalidad que impera en no pocos sectores de la vida eclesial, no sólo en nuestra diócesis, sino en un amplio sector de la Iglesia universal. Una mentalidad heredada e influenciada fuertemente por la contundente formación juridicista de nosotros pastores de las comunidades eclesiales. Mentalidad que se ha trasvasado al pensar y actuar de no pocos fieles cristianos.

Cierto es que la intención del que escribe este breve “artículo” no es la de cambiar o transformar dicha mentalidad, pero sí el reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como pastores de formar en una adecuada vivencia de la celebración eucarística que no conlleve a un “fijismo” litúrgico, como consecuencia de dicha mentalidad juridicista, co-

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lida formación litúrgica, la promoción de una espiritualidad desfasada para nuestro tiempo y la infantilización del laicado.

paso de lo jurídico a lo simbólico, de la lícito a lo que más “conviene”, de modo que la celebración litúrgica, sobre todo, la de la Eucaristía, pueda recuperar toda su carga simbólica: Ser banquete del Señor donde se “tome” y se “coma”, el llegar a ser manifestación del ser de la Iglesia en su grado más pleno con toda su implicación ministerial, ser espacio privilegiado de encuentro con Dios y entre los hermanos, etc.

Estos hechos de vida que en cada comunidad parroquial pueden presentarse con diversos matices, nos hacen pensar que sin duda siempre seremos promotores de aquello que nos indica el Derecho eclesiástico –tanto en su forma canónica como litúrgica-, ya que es el medio que salvaguarda y garantiza el mínimo para la validez de toda celebración eclesial, conforme al Evangelio y las enseñanzas de la Tradición de la Iglesia.

Por ello, la razón de realizar ciertos gestos o acciones simbólicas, dentro de una celebración litúrgica, han de realizarse en sintonía con las palabras que se están realizando, es decir, que el gesto venga a reforzar el significado de la palabra que se está comunicando en la misma celebración. Por ejemplo, sabemos que existen normas de tipo canónico que nos indican el “mínimo” de cuándo admi-

En nuestros días, aún marcados por el Espíritu del postconcilio, podemos advertir una luz que nos puede indicar el caminar dentro de nuestras celebraciones, que han de estar marcadas por una fuerte ministerialidad, una clara vivencia de lo comunitario y el rescate de lo simbólico-sacramental, para así ir dando el

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nistrar la comunión bajo las dos especies, pero qué decir cuando la oración postcomunión enuncia de manera explícita el dar gracias por haber recibido el cuerpo y la sangre del Señor en el momento de la comunión. Es justo aquí que la misma celebración nos indica otros momentos en los que se puede y más aún se debe dar la comunión bajo las dos especies, y así no restarle verdad a las palabras que forman parte de la celebración. Para ello, es muy conveniente el revisar los textos de la celebración y preparar lo necesario para que la celebración realice lo que está indicando de un modo conveniente. Y qué decir, cuando la monición previa al Padre Nuestro reza con las palabras “llenos de alegría…”, “digamos con fe y esperanza…”, “oremos juntos como el Señor nos ha enseñado” y otras moniciones que surgen del genio creativo del presidente de la asamblea litúrgica, nos ponen el reto de cómo expresar gestualmente con nuestro cuerpo, manos y brazos,

lo que están comunicando las palabras que el mismo sacerdote ha pronunciado y que él sí está realizando. ¿Por qué atar las manos de los hijos de Dios que juntos y llenos de alegría, con fe y esperanza se dirigen a Dios Padre? ¿No será conveniente que ellos mismos se expresen conforme al Espíritu que les ha sido comunicado? O bien, el hecho de seguir anclados a la costumbre de dar la comunión en la boca. Es ya tiempo de confiar en el fiel cristiano, de ofrecerle formación y promover los ministerios necesarios que permitan el crecimiento de la dimensión simbólico -sacramental de la celebración. Y así, otros ejemplos más surgirían desde la realidad tan plural de la misma celebración.

Sin duda, que tenemos una gran tarea como presidentes de la asamblea eucarística: El hacer de la Eucaristía una celebración cada vez más simbólica y a la vez, más mistagógica; de modo, que tanto los fieles como los que tenemos la noble misión de presidir en nombre de Aquel que nos ha llamado entreguemos a las próximas generaciones una celebración viva y dinámica, en diálogo con el Pueblo de Dios y su cultura.

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L a planeación pastoral parroquial Por: Pbro. Rodrigo Muñoz - rodrigom77@hotmail.com

2.- Pasos para una planeación pastoral parroquial:

nuestra comunidad parroquial. Este estudio permite descubrir las necesidades reales. La planeación será la traducción de estas necesidades.

La práctica pastoral supone siempre un análisis de la realidad pastoral.

Hay un nivel precientífico basado en el diálogo, la experiencia, la intuición, etc., que en ocasiones es suficiente para la planeación. Se trata de hacer una descripción general, sumaria y significativa, de todos los elementos que actualmente componen la situación pastoral de la comunidad parroquial, como realidad humana y como realidad religiosa. No se pretende un análisis exhaustivo sino más bien funcional. Para un análisis más riguroso, lo más completo posible de la realidad, se requieren instrumentos científicos. Se trata, desde la situación analizada, de detectar aquellas realidades que puedan tener un peso determinante para la fisonomía futura de la comunidad parroquial, por ejemplo: presencia o ausencia de jóvenes, predominio de una clase social, situación del barrio, etc.

1) Analizar la situación: para realizar una planeación pastoral hay que partir de un análisis de la realidad, para ver la situación concreta en que se encuentra

En análisis de la situación debe realizarse comunitariamente: una planeación no es el fruto de la reflexión aislada de una sola persona por muy

Introducción: Un tema importante y necesario en la vida parroquial es el de la “Planeación Pastoral”. Cuando hablamos de planeación pastoral parroquial, hablamos de la necesidad de que nuestras parroquias sean dinámicas, que constantemente tracemos caminos que nos lleven de una situación actual a una situación mejor en nuestras parroquias.

Existen diferentes modelos de planeación pastoral, como por ejemplo, la planeación estratégica, el planeación participativa, la planeación prospectiva, etc.

En esta ocasión no entraremos a un modelo determinado, sino que nos limitaremos a señalar aquellos aspectos generales que están presentes en los diferentes modelos.

1.- ¿Qué es la planeación pastoral parroquial? La planeación pastoral es el intento de crear las condiciones favorables para lograr un proceso renovación pastoral global de la parroquial.

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grande que sea su capacidad o responsabilidad en la parroquia, sino de un estudio de la realidad objetiva en comunidad. La planeación es siempre, en lo posible, obra de muchos miembros de la comunidad parroquial. Lo importante es la participación en el proceso de planeación. La unión de las personas entre sí y la identificación con la comunidad se logra mediante la acción común. Por eso es de desear que, en lo posible, participen muchas personas en la planeación.

mo para que participe toda la parroquia. Es de desear un objetivo que sea significativo y por tanto pueda ser aceptado por todos los grupos de la parroquia.

2) Determinación de objetivos: a partir del análisis de la realidad se debe elaborar una lista de los problemas que tienen mayor significación e incidencia en la vida de la comunidad parroquial. Un diagnóstico de la realidad, bien hecho – según los expertos– supone, al menos, el 50% de su solución. Hay que identificar y definir un interés pastoral a partir de varias necesidades subyacentes en los fieles. Hay que estar de acuerdo en un interés y definirlo concretamente, no de un modo vago. La buena planeación depende de que se haya escogido con acierto un objetivo general.

El objetivo tiene que ser tan concreto que sea realizable. Mientras se presenta la necesidad de un modo más concreto tanto más fácilmente puede trasladarse a un objetivo concreto funcional. Si una necesidad se presenta lo suficientemente concreta, es posible que se empiece a vislumbrar la solución. El objetivo pastoral general, por otra parte, tiene que estar precisamente definido para saber qué es lo que queremos alcanzar. Si el objetivo se formula de un modo va-

Ese objetivo tiene que ser lo suficientemente general co-

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El objetivo pastoral general tiene que ser tan amplio que pueda ser perseguido durante un largo tiempo. Si el objetivo está muy limitado a un espacio de tiempo pequeño, se agota rápidamente.

go, no compromete y es difícil de planificar.

El objetivo pastoral general tiene que abordar tareas centrales de la pastoral.

Es peligroso hablar de tareas centrales y secundarias; sin embargo, la teología establece una categoría de valores. Entre las tareas más importantes habrá que colocar en primer lugar las más urgentes.

El objetivo tiene que ser alcanzable en todos los ámbitos de la pastoral. Un objetivo no se puede formular de tal modo que una parcela u otra de la pastoral no sepa qué hacer con él.

El objetivo pastoral general tiene que ser alcanzable, es decir, que se puede alcanzar con los propios esfuerzos y recursos, que esté adaptado a las fuerzas de que se dispone. No sería realista establecer un objetivo que depende de circunstancias externas que no están bajo nuestro control. Estamos saboteando los propios esfuerzos si nos asignamos objetivos que están más allá de nuestro alcance.

El objetivo pastoral general tiene que ser mensurable, para que podamos decir si progresamos o no. Estamos más dispuestos a trabajar por un objetivo si podemos percibir que estamos haciendo progresos hacia esa meta. De los objeti-

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vos comprobables podemos decir que los hemos alcanzado y también otros pueden comprobarlo. Crecer en gracia puede ser deseable, pero no es un objetivo, ya que no se puede medir ni comprobar.

El objetivo pastoral general tiene que poder motivar. Esto significa que se dirige a las necesidades de la comunidad. Los objetivos no motivan cuando provocan resistencias, cuando se imponen, cuando no responden a una necesidad. No tienen ningún sentido establecer un objetivo que no nos importa nada. Habrá casos en que hay que establecer objetivos que son importantes desde el punto de vista de la pastoral pero que la comunidad no los ve así y no los acepta como urgentes e incluso los rechaza como no deseados. En tal situación hay una tarea previa de provocar la motivación que falta, como punto de partida.

Quien busca un objetivo pastoral que motive a los fieles, tienen que preguntarse qué necesitan. En la pastoral se comete, no raras veces, el error de recorrer el camino de arriba abajo, en lugar de abajo arriba. La consecuencia es que se pasa por alto a las personas y a sus necesidades.

Partir de abajo significa comprobar qué preguntas hacen los fieles, qué

ción de sacramentos y su catequesis), la formación (incluidos grupos y asociaciones, catequesis escolar, pastoral familiar), dirección de la comunidad (consejo pastoral parroquial), pastoral social, etc.

esperan, qué experimentan en su vida cotidiana y qué ayudas les son valiosas.

Si los fieles notan que la oferta de la Iglesia les sirve de ayuda, están también más dispuestos a colaborar.

El paso siguiente es la planeación en cada uno de los ámbitos pastorales.

Avanzar hacia un objetivo gradualmente, paso a paso, es una manera de aumentar la probabilidad de alcanzar ese objetivo.

3) Formulación de programas de actividades en los diversos campos: la pastoral se realiza en ámbitos limitados y puede ser planeada dentro de estos sectores, se pueden formular objetivos particulares en cada uno de los ámbitos o sectores de la pastoral parroquial, pero siempre inspirados y en coherencia con el objetivo general. Por ejemplo: la liturgia (la celebración eucaristía, celebra-

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La planeación pastoral comienza a ser fecunda cuando desciende a estos campos particulares, cuando en cada parcela se reflexiona sobre cómo se puede alcanzar el objetivo propuesto, cuando se formulan programas de actividades específicas para alcanzar el objetivo general.

Los pasos de la elaboración de programas: 3.1.) Por lo general corresponde a estos grupos de trabajo reflexionar sobre las tareas, fechas, recursos, etc., en cada campo. Es decir, tienen que convertir el objetivo general en actividades específicas para alcanzar dicho objetivo.

3.2.) Revisión periódica de la praxis: con vistas al objetivo general se comprueba lo que en la praxis hasta ahora ha dado buen resultado o no. Mediante esta labor crítica se desarrolla un olfato para la observación y juicio de la pastoral. Muchas veces se trata de cuestiones de estilo, de modo de hablar, de comunicación, etc.

3.3.) La corrección de la praxis: el grupo de trabajo reflexiona sobre las consecuencias de la praxis, se pueden modificar ciertas acciones o actividades.

3.4.) Nuevos caminos de pastoral para alcanzar el objetivo: el grupo de trabajo se pregunta qué cosas nuevas son posibles para alcanzar el objetivo. Hay que dejar campo libre a la imaginación y no limitarse a lo que se ha hecho hasta ahora.

3.5.) Una vez que se ha escogido una actividad específica, conviene someterla a la siguiente evaluación: ¿contribuye esta acción clara y directamente a conseguir el objetivo? ¿Es realizable con los recursos de que se dispone en tiempo, dinero, personas, etc.? Esta acción ¿supone un avance, es decir, vamos a ir más allá de donde estamos? Esta acción ¿es congruente con la causa de Jesús, con el espíritu del evangelio?

Las actividades específicas para alcanzar el objetivo deben ser descritas concretamente. Para cada objetivo se puede preparar una hoja de actividades o metas. En cada actividad se señalarán: las personas responsables de ella, las personas que van a colaborar en la misma, y los recursos necesarios para realizarla.

4) Revisar y evaluar la acción, según etapas, en los tiempos fijados: a los pla-

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nes pastorales les puede pasar lo que sucede a los buenos propósitos: que se olvidan pronto. Contra esta dificultad ayudan los controles regulares, el establecimiento de un calendario de evaluación y seguimiento. La planificación tiene que contar siempre con la evaluación, tanto la continua como la final. Una buena planeación debe prever dónde, cuándo y cómo realizar un control que permita determinar el valor de lo que se hace. Hay que fijar fechas a lo largo del año para una revisión del plan, para corregir, suprimir, añadir, etc. La evaluación nos permite medir el grado de consecución de los objetivos previstos. Después de la acción hay que reflexionar sobre lo que se ha logrado o no y cuáles han sido las causas del éxito o fracaso. Y, desde luego, hay que reflexionar sobre las consecuencias que se deducen de ello para una pastoral futura.

Conclusión: Los pasos que hemos señalado de modo sencillo, nos pueden ayudar y guiar para la realización de una planeación pastoral parroquial, que como dijimos al principio, permitirá que nuestras parroquias sean comunidades dinámicas con una actitud de renovación permanente, propia de comunidades donde actúa el Espíritu Santo, que se manifiesta sobre todo en el grupo de agentes que colaborarán en dicha planeación.

Neurosis Por: Pbro. Noé Benítez Loera - noebenitez@hotmail.com

Concepto Nombre genérico de un grupo de enfermedades que se caracterizan por la presencia de trastornos nerviosos y alteraciones emocionales sin que, aparentemente, haya ninguna lesión física en el sistema nervioso. El concepto de neurosis hace referencia a una afección en el sistema nervioso que provoca consecuencias en el manejo que una persona tiene de sus emociones, lo cual la lleva a desarrollar una patología que le impide crear empatía con el medio.

Dentro del ámbito de la psicología, se califica a la neurosis como un desequilibrio de la mente causado por la ansiedad y que se produce sin que exista un daño orgánico. La forma en la que se manifiesta es a través de conductas inadaptativas o repetitivas cuya finalidad es reducir el estrés. Los seres humanos se protegen de la angustia a través de varios mecanismos de defensa, entre los que se encuentran la negación, el desplazamiento y la represión. Es decir que a través de ellos, la estructura psíquica de un individuo compensa la angustia desmedida; por eso, con el fin de reducir el estrés que una determinada situación o sentimiento le genera, el neurótico tiende a repetir ciertas conductas de manera constante.

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Una persona que padece neurosis presenta una forma de actuar insana, es incapaz de analizar fríamente su entorno y buscar soluciones, entonces se queda dando vueltas en un círculo y acude a la negación para no aceptar lo que la perturba.

La neurosis como trastorno social Para un paciente con este trastorno aceptar que lo padece es un trabajo muy complicado, en muchos casos no lo consiguen, y posiblemente la causa de ello esté en que aún al día de hoy en nuestras sociedades está mal visto que una persona recurra al psicólogo en busca de ayuda. Dadas estas complicaciones que pueden volver tortuosa la vida de un neurótico es que se han creado instituciones que mantienen en el anonimato la identidad de sus pacientes, una de ellas es Neuróticos Anónimos.

Algunos especialistas consideran este trastorno como una enfermedad de carácter social, ya que las consecuencias en el accionar de una persona neurótica pueden afectar al medio que lo rodea, además con el correr de los años el número de personas que la padecen ha ido en aumento, afectando a ciudades, naciones y regiones enteras de forma directa.

En cada paciente las respuestas a los estímulos del medio son diferentes, en general los mismos van de acuerdo al grado de avance del trastorno y pueden variar a lo largo de la vida de un individuo, por ejemplo: un chico de corta edad que manifiesta una conducta muy diferente a la de sus padres podría ser un potencial adulto neurótico. Si la enfermedad se diagnostica en la infancia sus causas pueden ser fobia a la escuela, tartamudez, hiperactividad, anorexia, o incluso autismo (los casos más severos).

Si el enfermo se encuentra en la etapa de la adolescencia manifestará la enfermedad a través de picos de depresión, adicciones, acciones ilegales, o el suicidio.

Las características fundamentales de las personas neuróticas son el sufrimiento a causa de la falta de cariño, los sentimientos de culpa, la ansiedad, el miedo; y suelen manifestarlo autolesionándose de varias formas. Por esta razón, muchas veces a una persona que se le diagnostica ansiedad o estrés, en realidad lo que le ocurre es que padece de neurosis.

Métodos para tratar la neurosis Existen formas de tratar este trastorno, la forma utilizada más comúnmente es la psicoterapia, que se basa en los intercambios a través del diálogo entre paciente y psicoterapeuta, donde éste último intentará ayudar al paciente a modi15

ficar su conducta emocional, buscando eliminar esos síntomas psíquicos.

Algunas de las terapias que sirven con este fin son la terapia por autocrítica (en las sesiones se busca que el paciente se conozca a sí mismo, descubra el origen de su neurosis y qué cosas puede hacer para estar mejor), la terapia Gestalt (en ella se analizan las experiencias a partir de las emociones y una figura que expresa varias capas, la realidad, lo que vemos y lo pensamos), la terapia conductual (se trabaja precisamente sobre los comportamientos que se van a modificar y se intenta eliminar a través de ese cambio la conducta indeseable a través de tres métodos: desensibiliza-

ción, saturación y condicionamiento aversivo) y la terapia de grupos (buscan mejorar las relaciones entre personas, motivando a la sinceridad en los sentimientos y al trabajo colectivo, la confianza en otras personas puede ser fundamental para aceptar la neurosis).

Características de la neurosis  Alto grado de ansiedad exagerada.  Depresión grave.  Miedo y obsesiones, relacionados con factores conflictivos personales o ambientales.  Las personas que sufren una neurosis suelen ser hipersensibles, con una emotividad superior a la normal; por lo general, con un acusado sentido de culpabilidad y que se sienten muy afectadas por las tensiones emocionales y por los hechos impactantes como disgustos, peleas, accidentes, o por sucesos y circunstancias banales a los que ellos otorgan mayor importancia de la que en realidad tienen y que les causan una fuerte alteración psicoemocional.  Síntomas histéricos.  Fobias.  Síntomas obsesivos y compulsivos.

Síntomas  Dolor de cabeza.  Voluntad débil.  Pérdida de las ganas de trabajar.  Sueño alterado.  Preocupación excesiva.

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Causas  Desestructuración familiar.  Falta de afecto durante la infancia.  La sobreprotección o el infracuidado.  Factores de riesgo pertenecientes al mundo de lo genético.  Factores que van en función de las situaciones o acontecimientos vitales de lo que le sucede a la persona a lo largo de su vida como maltrato infantil, abuso.  Conflicto entre el individuo y el medio.  Situaciones angustiantes que provienen de la niñez.  Condiciones sociales, medioambientales y culturales.

Tratamiento Cuando no son tan graves las neurosis pueden ser tratadas por el médico general, pero en casos de trastorno grave está indicada una hospitalización y la atención de un psiquiatra. La mayoría de las neurosis se tratan mediante el psicoanálisis u otras formas de psicoterapia dinámica. También tiene bastante éxito la modificación de conducta (especialmente, en el caso de las fobias y los trastornos obsesivo-compulsivos). En este tipo de trastornos, la medicación suele ser sólo un medio complementario para reducir los niveles de ansiedad, como la relajación o la hipnosis, los medica-

mentos que se pueden utilizar son sedantes y ansiolíticos. 

La terapia situacional resulta efectiva para el tratamiento de neurosis monosintomáticas, especialmente, las de tipo fóbico. El método de persuasión, que convenciendo al paciente de que su enfermedad no es grave puede curarse. Muchos otros casos solo pueden curarse con un cambio de ambiente, descanso y un régimen de comidas apropiado. El aire libre, paseos que no ocasionen fatiga y acostarse temprano, son métodos muy saludables.

Clasificación de las neurosis  Neurosis de angustia: angustia episódica difusa en ataques; molestias somáticas, parestesias, mareos y pesimismo.  Neurosis fóbica: miedos intensos irracionales hacia objetos o situaciones; ataques de angustia que pueden coincidir con síntomas físicos.  Neurosis obsesiva: pensamientos persistentes de contenido angustioso y actos incontrolables, se nota depresión y sentido de culpa.  Neurosis hipocondríaca: preocupación con respecto a los procesos orgánicos acompañados de quejas múltiples de tipo físico, es común la depresión.  Neurosis depresivas: autocrítica excesiva en forma episódica, disminución de la confianza y de la autoesti17



 



mación, se acompaña de molestias físicas.

Neurosis neurasténica: debilidad, fatigabilidad, con un bajo grado de autoestimación.

Neurosis de despersonalización: sentimientos de irrealidad y de extrañeza hacia determinadas partes del cuerpo, hacia sí mismo y hacia el ambiente, se pueden presentar episodios de pánico.

Histeria o neurosis histérica: Tipo conversivo: parálisis paradójicas, crisis convulsivas, diferencias sensoriales y dolor; viven una actitud de indiferencia.

Tipo disociativo: alteraciones de la conciencia y del sentido de identidad, la angustia no es evidente.

E spiritualidad pastoral Por: Pbro. Daniel Rayas - daniel-rayas@hotmail.com

Todos sabemos que la oración, entendida como la relación y diálogo entre el hombre y Dios, es parte esencial y vital en la vida de fe, y esto se aplica con mayor intensidad a la vida sacerdotal, porque en virtud de su misión, el sacerdote está llamado a estar en una relación especial con Aquél que lo envía y le da razón de su vida. En efecto, en todo tipo de relaciones, la base es el diálogo, tan es así que cuando cesan los coloquios o los vínculos, cesa la amistad, y esto se aplica entre nosotros como con Dios. La iglesia trata de transmitir y velar por la

satisfacción de esta necesidad de oración en el deber que asume el sacerdote en su ordenación de rezar la liturgia de las horas, pero es importante ver más allá del deber. Quien piense que el rezo del breviario es ya suficiente oración, lamentablemente se equivoca. Por muy importante que sea la oración del breviario, esa oración “vive” del hecho de alzarse sobre la base de una oración personal.

Cuando el trato con Dios carece de intimidad, las oraciones formuladas, o incluso las celebraciones litúrgicas, pueden convertirse en formas vacías, frías y muertas. Un síntoma de esta carencia se caracteriza por la celebración automática, es decir, cuando el ministro siente que despacha maquinalmente el breviario o los sacramentos, o cuando reza «cuando tiene ganas».

La relación personal con Dios exige oración personal, y esto nos presenta grandes desafíos. El primero es que la oración, por su naturaleza, no satisface completamente nuestra sed de Dios. Recordemos que Dios es el “totalmente Otro”, el Oculto, el que se revela en su doble significado: el que se muestra y el que se vuelve a esconder. Por esto la oración no colma

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la sed, sino que en realidad la oración aumenta el deseo. Sólo en la Gloria se verá saciada completamente éste anhelo. Y debido a esta insatisfacción, es normal que la oración pase a un segundo o tercer plano, y surge la tentación de postergar o abandonarla. Esto aunado a la apremiante labor pastoral, las miles obligaciones y el constante deseo de descanso, es común encontrar excusas como: «Después de todo, yo sí rezo el breviario» o «¡Mi trabajo es oración!».

Con lo anteriormente dicho, no se desacredita que la labor que realizan los sacerdotes no sea oración, porque efectivamente son oración. Existe una especie de alternativa para quien tiene una vida pastoral muy activa, basados en un argumento de san Ignacio de Loyola, pero que al final no exime la necesidad de oración personal. Cuando un maestro de novicios le pregunta al santo cuántas veces deben orar al día los jóvenes jesuitas, Ignacio responde: «Deben contentarse con una hora de oración al día y esforzarse, por lo demás, por encontrar a Dios en su trabajo». Es posible encontrar a Dios en el trabajo, y a través

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de él tener una relación activa con Dios, pero san Ignacio presupone una hora efectiva de oración al día. Sin la oración previa, se corre el riesgo de que la presencia de Dios y lo divino en la vida pastoral se vuelva cada vez más imperceptible para el ministro.

Esto quiere decir que no debe haber falsas ilusiones, no hay excusas válidas, la oración personal no puede ser excluida de la vida sacerdotal.

Es verdad el hecho innegable de que los sacerdotes de la Iglesia local de Zacatecas, como los de muchas otras partes, tienen numerosas ocupaciones y actividades pastorales que a menudo ahogan el mejor deseo de hacer oración, pero es importante reorganizar la escala de valores que rige la vida. Es decir, si se adquieren tantas actividades, si se agendan tantas celebraciones, reuniones con los grupos, pláticas y compromisos, y se busca de cumplirlos cabalmente, ¿por qué no agendar también los momentos de oración y buscar cumplirlos como los demás deberes agendados? Si

se prescinde tan fácilmente de la oración en virtud de los encargos, es evidente que la culpa no es de las obligaciones, sino de la escala de valores de cada uno.

También es importante mencionar que no es necesario hacer cosas extraordinarias para tener una vida espiritual activa, incluso sabiendo utilizar el tiempo libre se le puede convertir en una buena opción de contacto con lo divino. Para el padre Gisbert Greshake, el reposo, el ocio y las vacaciones están también en relación con el vivir en el Señor. Los sacerdotes, entre la carga impuesta por las obligaciones y el relajante dolce far niente vive una tensión natural que se retroalimenta, de manera que el que no es capaz de trabajar intensamente no será capaz tampoco de tener verdadero ocio, y quien no es capaz de un verdadero descanso, no podrá tampoco trabajar como es debido. La vida sacerdotal tiene que realizar ambas cosas. Los ratos de descanso se pueden pasar concretamente según las preferencias de cada uno, pero en ningún caso debería faltar el encuentro con la belleza de la creación divina. Es decir, la experiencia de la naturaleza está íntimamente relacionada con la experiencia de

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Dios. Es gracias a la contemplación relajante de la obra de Dios que activamos el asombro, la fascinación, la alabanza y respeto espontáneos a Dios. Muchos salmos nos revelan esta posibilidad de encuentro con Dios a través de la contemplación de lo creado.

Cuando dedicamos tiempo al descanso en la contemplación de la obra de Dios en la naturaleza no se trata solo de sumergirse en una meditación de la realidad de la creación de manera inactiva, sino de tener una experiencia más profunda y vivencial. Según un estudio realizado por el sacerdote Jesuita y psicoterapeuta Ulrich Niemann, hizo notar que casi todos los clérigos que padecían depresiones

sufrían por falta de ejercicio. Síntomas de esa deficiencia son los trastornos circulatorios, los dolores de cabeza, la apatía, el ánimo inestable, el desasosiego interior, la inclinación a “beber para pasar los malos ratos”, etc. Para que un pastor de almas se sienta contento en su interior, es necesaria esencialmente la movilidad física. El que no sepa recorrer y admirar la espléndida creación divina, el que no practique el ejercicio físico, se hundirá física, psíquica y espiritualmente. Por eso el recreo propio de un sacerdote que asegura la estabilidad espiritual tiene que incluir el movimiento físico, el caminar por sendas y verdeas, y una actitud de contemplación y volvernos como niños ante las bellezas y maravillas que Dios prepara para nosotros son elementos esenciales para una vivencia espiritual en el descanso y la recreación.

Cuando hay días que no permiten dedicar extensos ratos a la oración o verda-

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dero descanso, es recomendable la práctica del «día del desierto»: con un ritmo mensual, dedicar un día libre para Dios, libre de lo habitual y cotidiano, y dedicarlo al recogimiento, la meditación, descanso y reflexión.

También en ritmo anual, no abandonar la semana de ejercicios espirituales, pues son una parte importante en la renovación espiritual.

Finalmente, quisiera presentar otra herramienta que los sacerdotes pueden y deben usar para su vida espiritual, la relación y convivencia con los demás sacerdotes. Aunque es cierto que las relaciones entre presbíteros algunas veces están marcadas por tensiones, también es cierto que el elemento comunitario y colegial del ministerio forma parte esencial de la vida sacerdotal. Jesús hace salir a los discípulos de sus familias para situarlos en una familia nueva, vinculada primordialmente por la misión y el en-

como la fiesta y el ocio se viven mal; deben ser momentos en que los sacerdotes puedan comunicarse uno a otro las dificultades sentidas de manera seria, intercambiar estímulos e incentivos, y sobre todo consolarse mutuamente.

vío. Efectivamente la comunidad de discípulos que Jesús había congregado se disgrega en el aparente fracaso de la vida terrena de Jesús, pero el Espíritu Santo los vuelve a unir por la gracia del envío con fuerzas renovadas e invencibles en el testimonio (Hch 2, 1s).

En un mundo cada vez más secularizado y que presenta más retos a los pastores, requiere de una vida fraterna en el ministerio más intensa. El sacerdote necesita vínculos personales más estrechos y un espacio vital caracterizado por las relaciones de amistad fraterna, por esto se vuelve una necesidad espiritual el buscar momentos y espacios para que se den estos momentos de encuentro fraterno y sacerdotal. Es importante resaltar el hecho de que estos espacios necesarios deben contar con la cualidades particulares, no se trata de una simple reunión de amigos, en la que elementos

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Podríamos decir al respecto que la vida espiritual del ministro se alimenta especialmente:  evitando una existencia solitaria  madurar las relaciones interhumanas que como hombres célibes están llamados a vivir, mediante la corrección y conflictos, reconocimiento y estímulo mutuo y fraterno.  Superar las dificultades de amistad que normalmente son el resultado de una mala comunicación o problemas relacionales entre los ministros.  Buscar un hermano sacerdote con quien poder tener pláticas espirituales.

Y todo esto es necesario para una sana vida espiritual porque recordemos que a través del consuelo fraternal mutuo se comunica y trasmite el consuelo de Dios mismo (Cf. 2 Cor 1, 3s).

En resumen, estos son algunos de los elementos que ayudan a una sana

vivencia de la espiritualidad para aquellos hombres que han sido llamados a compartir la misión de Jesús de un modo muy especial y concreto. Ciertamente aquí no se enumeran todos los elementos que ayudan a la vida espiritual. Existen muchas herramientas para conseguir una espiritualidad sana, pero he decidido mencionar estos porque son los que más fácilmente podemos utilizar en una vida tan llena de actividades pastorales, y de modo particular para los sacerdotes de la Diócesis de Zacatecas, que según nos muestra la experiencia, inician su ministerio con ávidos ambiciones de una vida pastoral intensa, desgastan su vida

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entre aspiraciones y obligaciones, y el buen Dios al venir por ellos los encuentra como los servidores buenos y fieles, pues los encuentra dentro de los confesionarios, detrás de los altares o en la planeación de la pastoral para semana santa… Pero a pesar de las exigencias pastorales, deben recordar que existe la primigenia necesidad esencial de encuentro, amistad, trato y diálogo con Aquél que los amó primero, y los llamó a estar con él; y recordar que deben permanecer unidos a Él, a través de la vida en el espíritu, para dar fruto, y que el fruto permanezca.

CT

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