Diciembre 2013 路 scalamagazine.com
VEN Bs. 15,5
MARGARET THATCHER
Dama de Hierro
la
La primera ministra m谩s severa de Reino Unido
Editorial Thatcher, libertadora argentina
Nunca he entendido del todo por qué los argentinos jamás han reconocido la enorme deuda que tienen con Margaret Thatcher. Tendrá que llegar el día en el que algún representante del Gobierno argentino demuestre la inteligencia, la madurez y la cortesía necesarias para darle las gracias. Mientras esperamos, viajemos 30 años para atrás. No al 2 de abril de 1982, cuando tropas argentinas “recuperaron” o, según el punto de vista, “invadieron” las Malvinas. Volvamos al día antes, al 1 de abril. Yo vivía en Buenos Aires en aquel momento. Llevaba dos años y medio allá, dos años y medio de creciente rabia y rencor hacia los asesinos en serie de la Junta Militar que gobernaba el país. En aquel 1 de abril solo había una cuestión política en Argentina: ¿cuándo iban a dejar el poder los hijos de puta de los milicos? Si a cualquier persona remotamente sensata, no asociada directamente con el Gobierno, se le hubiera preguntado en ese momento: “¿Qué es más importante hoy, que se recupere la democracia o la soberanía sobre las Malvinas?”, creo —quiero creer— que la respuesta hubiera sido la democracia. Los generales Videla, Galtieri y compañía hicieron desaparecer a 30.000 personas durante sus más de seis años en el poder. Es decir, los secuestraban, los torturaban, los mataban y escondían sus cuerpos en fosas comunes o en el fondo del mar. A la crueldad física se agregaba la crueldad mental hacia los familiares de las víctimas. Saber que un ser querido ha muerto es mejor, o menos terrible, que aguantar años alimentando la remota esperanza de que (tras sufrir inimaginables horrores) quizá siga vivo. Lo sé. Conocí íntimamente a personas que padecieron esta precisa agonía mental. Si Margaret Thatcher se hubiera quedado con los brazos cruzados ante la ocupación de las Malvinas hace casi exactamente 30 años, los nazis argentinos (los más nazis, sin duda, de los muchos regímenes militares en aquellos tiempos en el poder en América Latina) se habrían consolidado en el poder. Seguramente hubieran torturado y matado a más personas. La pena es que antes de caer tuvieran que cargarse las vidas de casi mil soldados argentinos y británicos, entre ellos más de 300 reclutas argentinos en el torpedeado crucero General Belgrano: todos ellos, que nadie lo dude, las últimas víctimas de la Junta Militar argentina. Los 255 soldados británicos que cayeron nunca lo llegaron a saber, pero el fin más noble por el que dieron sus vidas fue que los hijos de puta más aborrecibles de la historia argentina del siglo XX se fueron de una vez y por todas, como dicen por allá, a la puta que los parió. Un pequeño aplauso para la señora Thatcher, que nunca hizo por su propio país —ni de lejos— lo que hizo por Argentina, no estaría de más. —Jhon Carlin
PERIODISTA DE EL PAÍS
MARGARET THATCHER, EX PRIMER MINISTRA BRITÁNICA, COMANDÓ EL CONFLICTO BÉLICO CON LAS ISLAS MALVINAS EN ARGENTINA ILUSTRACIÓN: ESTEFAN CUANALO
Editor Rafael Ithier Director Jerry Rivas Director de arte Luis Rosario Jefe de redacción Armando Gota Editora de fotografía Leisa Zambranos Redactora Carmen Mayans Maquetistas Francesc Xavier, Tana Latorre Tratamiento de imágenes Angee Herrera Secretaría de redacción Charlie Aponte Redacción Luis Felipe Scolaris Colaboradores externos Eduardo Parra, Kevin Ramírez, Lorena Vasquez, Angee Herrera, María Reyes, Ana de Aliano, Elionora Cáseres Cartografía Paolo Aliano, Alexis Reyes, Aníbal Magallanes, Juan Crisóstomo Falcón Ilustración de portada Estefan Cuanalo Créditos fotográficos Diario El País Age Fotostock, Fotolia, National Geographic Society, Prisma Diseño y diagramación Gabriel Silva Reyes Director comercial Edite de Macedo Directora de Marketing Gloria Bonds Directores de Publicidad Daniél Hernández Paul Scholes, Pablo Cannavaro, Carlos Anzola Rafael Caldera, José Gregorio Hernández Directora de publicidad Inter. Lucia Belaño Coordinador de publicidad Marcos Suárez Jefe de publicidad Roberto Di Natale Consejo Editorial Alex Ferguson, Fransisco Goya Rafael Santana, Lino Alonso, César Farías Traductores Rafael Acosta, César Ramírez Richard Caslon, Jorge Montilla, Estefanía Goncalves, Petra Alonso, Eladio Láres © scala. Marca Registrada. Vol. 02 núm 01 fecha de publicación: diciembre. Revista bimensual, editada y publicada para los distintos países por EDITORIAL EXCELENT, S.A., Av. Primera con Segunda Transversal de Altamira, Edf. El Pináculo Final, Municipio Chacao, Edo. Miranda, C.P. 19650, Caracas, Venezuela. Tel. 0212.204.72.50, por contrato de licencia celebrado con scala MAGAZINE, Caracas. Editor Responsable: Gabriel Silva. Impresa por: Action Print, C.A., Caracas. C.P. 1060. El material editorial que aparece en esta edición es propiedad registrada de scala MAGAZINE. Prohibida la reproducción total o parcial del material editorial publicado en esta edición.
Contenido 15
MAGGIE ThATChER SE CARACTERIZó POR uNA RETóRICA EN CONSONANCIA CON Su ESTILO SEvERO
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El fin de Pericles
Cómo la peste acabó con uno de los más grandes dirigentes de Atenas
En Portada: Margaret Thatcher
La única mujer en ganar tres elecciones generales consecutivas y servir como primera ministra británica durante más de once años
4 VIDA EN ROMA
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RECALCULAN EL FIN DEL MUNDO BYRON, EL HÉROE ROMÁNTICO
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Cómo era ser un gladiador 5 PERSONAJES
Lord Byron, el poeta que quizo liberar Grecia 6 VENEZUELA
Renny Ottolina, siempre grande 7 HOY
Recalculan el fin del mundo 12 SUCESOS
El Meteoro de Cheliábinsk
4
VIDA EN ROMA
GLADIADORES, VIDA Y MUERTE
VIDA EN ROMA
Gladiadores, vida y muerte Criminales, esclavos e incluso hombres libres lucharon en los anfiteatros de todo el Imperio romano Muchos morían, pero algunos se convertían en verdaderos ídolos de las multitudes. Se les había privado de libertad, eran bienes de mercado y estaban entrenados para matar. Sin embargo, los gladiadores encarnaban los valores de masculinidad exaltados por la sociedad romana, y podían convertirse en héroes y objetos de deseo para las mujeres. Su profesión, la gladiatura, no estaba destinada tan sólo al combate, sino que ofrecía un entrenamiento dirigido a desarrollar las virtudes guerreras y a fomentar el arte de la espada (gladium, de la que toman el nombre). El ingreso en el oficio podía deberse a circunstancias muy dispares, aunque no todos los que perdían la vida en la arena de un anfiteatro podían ser considerados gladiadores. Miles de criminales, condenados a morir degollados por la espada a la vista del pueblo (damnatio ad gladium), eran ejecutados durante el intermedio que separaba el fin del combate matutino con fieras (venatio), y el espectáculo gladiatorio (munus), que se desarrollaba a partir de mediodía. A diferencia de aquéllos, los condenados a trabajos forzados podían convertirse en luchadores profesionales al cumplir parte de su pena en una escuela de gladiadores o ludus, donde un maestro los entrenaba para luchar de forma ejemplar. Junto a ellos figuraban esclavos vendidos por piratas a un comerciante de gladiadores (lanista) o entregados por sus propios
amos, así como libertos y hombres libres que buscaban en la gladiatura un medio seguro para conseguir un sueldo fijo, premios y gran popularidad. Forzados, esclavos, libertos o libres, todos podían formar parte de una misma familia gladiatoria, que convivía en el seno de una escuela. El adiestramiento estaba confiado a un maestro, el doctor o magister, cargo desempeñado generalmente por un antiguo gladiador veterano, que sólo iba al ludus durante los entrenamientos. Las armas se mantenían siempre fuera de su alcance, custodiadas en un arsenal del que únicamente podían extraerse con la autorización y vigilancia de un procurador. En muchos aspectos, la vida en un ludus era semejante a la vida en la prisión. Los gladiadores se alojaban en pequeñas celdas y los condenados pasaban la mayor parte del tiempo encadenados. Algunos gladiadores fueron tan populares que merecieron poemas, en los que eran comparados con héroes míticos como Meleagro o Jasón, modelo de virtudes guerreras, y los niños grababan sus figuras y nombres en las paredes de sus casas, mientras otros recibieron portección imperial y hasta su libertad.
—Ana Echeverria PERIODISTA
PERSONAJES
Lord Byron
Idealista y excéntrico, Lord Byron escapó de la puritana sociedad inglesa para llevar una vida de aventuras por toda Europa e implicarse en la revolución griega contra el Imperio otomano Poeta, gran aristócrata, político idealista, Lord Byron escandalizó a las clases conservadoras de su país, la Inglaterra de principios del siglo XIX, con su vida disipada, su defensa de los marginados y de la libertad de los pueblos, su antipatriotismo y sus escritos ácidos y críticos. En los periódicos se le acusaba de subvertir la sociedad con una obra que mezclaba el horror, la burla y la calumnia. Pero muchos otros cayeron embrujados por su personalidad desbordante y su espíritu aventurero, que le dieron una celebridad universal. Por encima de todo, su trágica muerte en 1824, cuando apenas tenía 36 años, vencido por la fiebre en los pantanos de un remoto pueblo griego, lo convirtió en un mártir de la libertad y lo consagró como el héroe romántico por excelencia. ——Elena Pujol Martínez HISTORIADORA
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por lo menos, le diera un gran viraje al desarrollo electoral de la época, sin embargo, un fatídico accidente aéreo, ocurrido el 16 de marzo de 1978, acabó con la vida de Renny Ottolina. La avioneta Cessna 310 de seis puestos salió, pasadas las cinco de la tarde, del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, rumbo a la Isla de Margarita, donde el candidato se presentaría ante un comité Ejecutivo de Porlamar para exponer sus ideas para construir una mejor Venezuela y por razones que aún hoy son un misterio se desplomó y acabó estrellándose en el cerro El Ávila. Reinaldo José Ottolina Pinto nació en Valencia, el 11 de diciembre de 1928. Su infancia transcurrió en su ciudad natal, donde estudió la primaria y el bachillerato. Cuando tenía 20 años de edad se vino a Caracas y en 1945 dio sus primeros pasos en la radiodifusión venezolana como narrador de noticias, en la estación Radio Caracas Radio. Luego trabajó en Radio Continente y Radiodifusora Venezuela. Participó en la creación de la actual Venevisión, por lo que en 1961 cuando Televisa se convirtió en dicho canal, fue nombrado gerente general de la empresa. Permaneció allí hasta 1964, cuando le ofrecieron el cargo de director de Radio Caracas Televisión. Los programas de Renny Ottolina fueron los más cotizados de la época, pues según se dice, todo lo que él promocionaba se vendía, debido a su gran credibilidad, por lo que los anunciantes a veces tenían que esperar hasta un año para poder pautar en sus shows.
—Edda Pujadas
PERIODISTA
VENEZUELA
¡Por siempre Renny Ottolina! Los programas de Renny Ottolina fueron los más cotizados de la época, pues según se dice, todo lo que él promocionaba se vendía, debido a su gran credibilidad “Soy sólo un venezolano más que tiene televisor en su casa y que con su familia ve televisión. Como tal, creo hacerme eco del hombre pobre que quiere dejar de serlo si tan solo le dieran la oportunidad de saber un poco más de lo que sabe y del hombre pudiente que tiene en sus manos la decisión final de este problema. Ambos, estoy seguro, coincidirán en pensar que nuestra televisión debe seguir el camino correcto para contribuir en algo al mejoramiento de la comunidad venezolana. No es mucho pedir”. Con estas palabras, el 22 de junio de 1980, Renny Ottolina finaliza su Juicio a la televisión venezolana. Fue, precisamen-
te el primer gran hombre de la televisión, que reinventó el género del magazine matutino, mezclando noticias, opinión, entretenimiento y música con una maestría inigualable. En 1978, Renny consideraba que ya había cumplido su misión en la televisión y retirado de los medios de comunicación, considerando la sugerencia de los hermanos Vinicio y Parsifal De Sola, decidió lanzarse como candidato presidencial con su partido MIN (Movimiento de Integridad Nacional), cuyo símbolo eran sus lentes. Debido a su popularidad, ganada en los quehaceres audiovisuales y al gran cariño que había sembrado en su público, era muy probable que ganase estas elecciones o que,
Participó en programas de opinión, música venezolana e inclusive alguno de corte dramático hasta que en 1958 como productor independiente inició en RCTV El Show de Renny que se transmitía diariamente a las 12 del mediodía. Los domingos animaba Renny Presenta, el cual daba cabida a estrellas nacionales y extranjeras. Ambos programas fueron retransmitidos en diversos países de Latinoamérica durante los ‘60.
HOY
Recalculan fecha del “juicio final” Científicos de Oxford han determinado que la humanidad podría sobrevivir durante más tiempo del que se pensaba hasta ahora El “Argumento del Día del Juicio Final” trata de predecir cuándo se producirá la extinción de la especie humana a partir de un cálculo de probabilidades en el que se relacionan el número de humanos que ha habitado la Tierra a lo largo de su historia y el número total de individuos que existen en la actualidad. El primero en expresar el argumento en los términos expuestos fue el astrofísico Brandon Carter en 1983, por lo que en ocasiones se ha denominado también “catástrofe de Carter”. Los antropólogos señalan que unos 70.000 millones de humanos han vivido en la Tierra hasta la fecha. Si se asume que no estamos en ningún momento especial en la historia humana, los argumentos sugieren que hay una probabilidad del 95 por ciento de que los humanos actuales formen parte del 95 por ciento de las personas que vivirán jamás.
Y esto significa que hay una probabilidad del 95 por ciento de que el número total de los seres humanos que existirá nunca sea aproximado a 1,4 billones de personas. Así, si se supone que la población mundial se estabiliza en 10.000 millones y la esperanza de vida es de 80 años, los seres humanos restantes deberían nacer en los próximos 10.000 años. Pero el nuevo estudio, liderado por Austin Gerig, se ha centrado en investigar el escenario en el que muchas civilizaciones han evolucionado en el universo, no solo en la Tierra, lo que supondría una “variante universal” del argumento de Carter. El nuevo trabajo de Gerig tiene en cuenta la probabilidad de sobrevivir a amenazas como guerras nucleares, impactos de asteroides, cambios climáticos y pandemias globales. Según esto, la probabilidad de sobrevivir a largo plazo (más de esos 10.000 años) podría oscilar entre el 1 y el 10%. Algo diferente a lo que preveía tradicionalmente Carter, donde esta posibilidad era igual a cero. “Hay motivos para ser algo más optimistas”, asegura Gerig, que también aconseja continuar la búsqueda de planetas que colonizar para que “si algún día el nuestro se vuelve inhabitable, tengamos otros sitios donde vivir”.
—Alexéi Petrov
PERIODISTA
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Corre el año 431 a.C. y los atenienses acaban de elegir nuevamente general a Pericles. Todo un éxito para el político, pues, a sus más de sesenta años, es la decimotercera vez consecutiva que lo votan para ejercer el cargo de estratego, junto con nueve colegas. El «primer ciudadano de Atenas», que ha dominado la política de la ciudad durante los últimos tres decenios, deambula por el puerto de El Pireo admirando el trabajo de los astilleros, o se pasea por los mercados del Ágora o por la escarpada Acrópolis, a ratos cabizbajo, a veces ufano de esta bella ciudad recién reconstruida gracias a su propio impulso. Pericles no sabe que le quedan tan sólo dos años de vida, y que ese período será el más difícil y amargo de toda su existencia. En esos meses va a enfrentarse a trances y experiencias vitales tan inesperados como angustiosos:
La guerra a muerte con Esparta, iniciada en 431 a.C., puso a prueba el liderazgo de Pericles en Atenas. Sus enemigos lo llevaron a juicio, pero fue finalmente una epidemia la que acabó con él
quedará estupefacto cuando algunos ciudadanos le citen a juicio, vivirá la amargura de su destitución del cargo de estratego (aunque será pronto rehabilitado y reelegido) y, finalmente, percibirá su propia muerte prematura, ocasionada, o al menos inducida, por la peste que comenzó a asolar Atenas en el año 430 a.C. Todo ello en medio de circunstancias políticas de la máxima gravedad: la guerra del Peloponeso, el largo conflicto que se inicia justamente en 431 a.C. y que enfrenta a muerte a los dos Estados más poderosos de Grecia, Atenas y Esparta, con sus respectivos aliados. A principios de ese año 431 a.C., Pericles barrunta la guerra con los espartanos y sabe que será suya la responsabilidad de alejarla o de desencadenarla.
S
ólo ahora, cuando se halla al final de su vida, se pueden perfilar algunos de los principales rasgos de la personalidad de Pericles: una especial lucidez para los asuntos públicos, una brillante elocuencia
PERICLES ESTABA REALMENTE CONVENCIDO DE QUE LA POLÍTICA ATENIENSE SE VEÍA ABOCADA A COLISIONAR FRONTALMENTE CON LOS ESPARTANOS capaz de persuadir en la Asamblea y una insobornabilidad personal inquebrantable. Así, de su lucidez y clarividencia como político nos hablan su actitud y su estrategia ante la guerra. Pericles estaba realmente convencido de que la política ateniense se veía abocada a colisionar frontalmente con los espartanos, y así lo afirmó ante sus conciudadanos: «Hay que saber que la guerra es inevitable, y que si la aceptamos con buen áni-
mo, con tanto menor ímpetu tendremos a nuestros enemigos prestos al ataque, y que de los máximos peligros sobrevienen los mayores honores, tanto para la ciudad como para el individuo». Cuando los espartanos enviaron un heraldo para sondear la manera de evitar que estallase el conflicto fue él mismo quien subió a la tribuna e hizo aprobar en la Asamblea la propuesta de no aceptar ningún heraldo ni legación enviado por los lacedemonios.
Agazapados en Atenas
Una vez estalló la guerra, en la primavera de 431 a.C., Pericles utilizó sus excepcionales dotes oratorias para mantener alta la moral de sus conciudadanos y, de paso, asentar su propio poder. Fue él, por ejemplo, el encargado por la ciudad de homenajear a los jóvenes atenienses muertos en el primer año de la guerra, en su famoso Discurso fúnebre (Lógos epitáfios) que nos ha legado el historiador Tucídides (II, 35-46) y que constituye un magnífico ejemplo de la elocuencia de nuestro personaje. También supo imponer su fama de hombre
incorruptible, íntegro e insobornable ante el dinero. La ofensiva inicial de los espartanos, como estaba previsto, había consistido en invadir el Ática, la región en torno a Atenas, y a continuación devastar a conciencia los campos de los agricultores, que se habían refugiado en la ciudad. Arquidamo, el rey espartano que comandaba la expedición, dio orden de respetar las fincas de Pericles, en un intento de hacer pensar a los atenienses que su estratego había pactado con el enemigo o había sido sobornado. Pero Pericles no dudó en quemar sus propios olivares y labrantíos para desmentir la calumnia. Sin embargo, la fase inicial de la guerra no discurrió del todo bien para los atenienses. Sus ataques por mar en el Peloponeso hicieron poca mella en el poder espartano, y aunque Pericles, al frente de una gran expedición, logró tomar Megara, seguía estancado el asedio sobre Potidea, ciudad que se había rebelado contra la hegemonía ateniense. Los lacedemonios, por su parte, habían asolado totalmente el Ática y no cabía duda de que al año siguiente volverían a hacerlo.
Era, pues, inevitable que se agudizara el descontento ante la política de Pericles. Sobre todo cuando en el año 430 a.C. sobrevino un desastre inesperado: una terrible epidemia que en pocas semanas provocó enormes estragos entre la población de Atenas.
Todos contra Pericles
La oposición a Pericles fue subiendo de tono entre sus conciudadanos. Quienes antaño le obedecían a pies juntillas y sin rechistar, se atrevían ahora a censurarle en público o en privado y a dudar de su estrategia militar y de su actuación política. Se le acusaba de haber promovido la guerra por arrogancia y afán de protagonismo, pero también de haber traído la peste a la ciudad al concentrar a la gente del campo en la zona intramuros y convertir Atenas en un lugar insalubre y proclive al contagio. Pericles tuvo que defenderse desde la tribuna de la Asamblea, quejándose de la volubilidad de los ciudadanos: «Si os persuadí para que fuerais a la guerra porque pensabais que reunía las condiciones necesarias para ser vuestro jefe, no obráis con justicia si me culpáis ahora por mis equivocaciones». Por no faltar calumnias, su propio hijo Jantipo le acusó de haber mantenido relaciones sexuales con su nuera; y aun algunos osaron incriminarlo a propósito del comportamiento poco honesto de su segunda esposa, la bella Aspasia. Por último, sus enemigos llegaron a imputarlo por malversación de fondos públicos, lo que le obligó a comparecer a juicio. Todo o casi todo valía contra Pericles, y durante largos meses toda Atenas estuvo pendiente del veredicto del jurado. No conocemos los pormenores del desarrollo del proceso; ni Tucídides ni Plutarco nos dicen quién lo incoó, El Portico de las Cariátides
ni en que términos concretos transcurrió. Se dijo, en todo caso, que sólo el orador Hipias acudió en su defensa. Al final se le impuso una multa de 15 talentos (según otros autores, 50), cantidad muy considerable que Pericles pagó con el apoyo de sus amigos. Seguramente como consecuencia del proceso fue destituido de su cargo de estratego, algo que sin duda le hirió de forma extraordinaria en su orgullo, habituado como estaba al éxito político.
El espectro de la peste
Sin embargo, al cabo de unos meses sus conciudadanos se arrepintieron y volvieron a elegirle general con vistas a las nuevas campañas militares de la primavera del año 429 a.C. Al principio, Pericles se negó a retomar el mando y sólo accedió a ello tras los ruegos insistentes que le hiciera su joven pariente Alcibíades. Durante este último mandato abolió un decreto anterior que él mismo había hecho aprobar, según el cual sólo podían ser inscritos como ciudadanos atenienses de pleno derecho los nacidos de madre y padre ateniense. Al parecer, en este cambio de criterio hubo algo personal pues sus dos hijos mayores, Jantipo y Páralo, nacidos de su primera esposa, habían muerto a causa de la epidemia, por lo que es posible pensar que Pericles, «para que no se acabase su casa ni se extinguiera su linaje» (según Plutarco), buscara conceder la ciudadanía ateniense a su nuevo hijo, de nombre también Pericles, habido con Aspasia, una mujer extranjera. Fue, pues, la peste la que causó nuevas desgracias y sinsabores a Pericles durante este bienio final de su vida. Como consecuencia de la enfermedad habían muerto sus dos hijos mayores y su hermana; también falleció una de sus amantes, la bella Elpinice, y tuvo que ver expirar a varios de sus amigos. Entre otras anécdotas a este propósito, se cuenta que Pericles sólo lloró una vez en su vida, al enterrar a su querido hijo Páralo en el fatídico año 429 a.C.
FORMADO POR SEIS COLuMNAS EN FORMA DE MujER, CONSTITuíA LA SECCIóN SuR DEL ERECTEION, EL úLTIMO TEMPLO INAuGuRADO EN LA ACRóPOLIS, EN EL AñO 406 A.C.
La Roca Sagrada de Atenas
LA RECONSTRuCCIóN DE LA ACRóPOLIS FuE EL GRAN PROyECTO DE PERICLES. EN PRIMER TéRMINO DESTACA EL PARTENóN, DEDICADO A ATENEA, y AL FONDO SE ALZA EL MONTE LICAbETO
Pero el destino le tenía reservado ser también él mismo víctima de la enfermedad. Una vez contagiado, el mal no le atacó al principio con gran virulencia, sino que le causó unas fiebres suaves e intermitentes. Éstas, sin embargo, consumieron sus fuerzas y acabaron con su vida. Narran sus biógrafos que a pesar de tanto sufrimiento, Pericles siempre conservó su entereza de ánimo y no se dejó vencer por el dolor. Testimonia igualmente la biografía de Plutarco que cuando hubo muerto sus caballos dejaron de comer y se dieron al llanto; hermoso eco, quizá, de otros nobles corceles de la mitología griega, Janto y Balio, propiedad del heroico Aquiles, dotados de voz humana.
Otra anécdota sobre la agonía de Pericles revela el rostro humano del gran dirigente de Atenas. Sus amigos, reunidos en torno a su lecho de muerte, hablaban sobre sus méritos y sus gestas, creyendo que él ya no podía escucharles. Pero Pericles prestaba atención, y en un momendo dado los interrumpió para decirles que se extrañaba de que elogiaran tanto sus éxitos militares, que no eran excepcionales y se debieron en buena medida a la fortuna, y en cambio olvidaran lo que para él era más importante: «Nadie, de todos los atenienses, se ha tenido que poner un vestido de luto por mi culpa». Se refería con ello, según explica Plutarco, a que, pese a su gran poder, nun-
ca había actuado por odio o por ira, y no había tratado a ningún enemigo personal como adversario irreconciliable. Aquellas cualidades personales harían que, a su muerte, los atenienses no tardaran en echarle de menos. Todos llegaron al convencimiento de que de haber seguido con vida el «mejor de sus ciudadanos», ni la guerra habría tomado los derroteros adversos que tomó, ni habría habido espacio político para los mediocres personajes que asumieron a continuación la gestión de la ciudad. —Antonio Guzmán Guerra
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
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rando enormes cantidades de energía. Expertos de la Universidad de Muenster en Alemania afirman que impactos pequeños ocurren alrededor de 10 veces por año. No obstante, choques como el que ocurrió en Rusia son raros, produciéndose aproximadamente cada 5 años. Generalmente caen en zonas despobladas. De acuerdo con el experto Dimitri Badiukov, de la Academia de Ciencias de Rusia, es prácticamente imposible que el fenómeno se vuelva a repetir, puesto que no se trata de una lluvia de meteoritos, sino de un cuerpo solitario. Aunque caen de manera periódica, lo hacen muy rara vez. El bólido explotó aproximadamente a 40km de la superficie terrestre, creando una onda expansiva de gran alcance que afectó a varias regiones adyacentes. La rápida desaceleración del meteorito liberó una gran cantidad de energía la cual, combinada con el estampido sónico, tuvo el poder de romper ventanas e incluso las vajillas y televisiones de los hogares. De acuerdo con Alan Harris del Centro Alemán de Aeroespacio, la fuerza de la explosión es equiparable a 10 kilotoneladas de TNT (la bomba atómica lanzada en Hiroshima tenía una fuerza explosiva de 15 kilotoneladas de TNT), sin embargo, al estallar a una distancia considerable del suelo su impacto fue menor. —Angee Herrera
PERIODISTA
SUCESOS
ANATOMÍA DE UN METEORITO
El meteorito que impactó el viernes 15 de febrero en Cheliábinsk, Rusia, tenía 15 metros de diámetro El meteorito bautizado como el “bólido de Cheliábinsk” azotó, con más de 10 toneladas y a una velocidad de 54 mil Km./h, la región rusa de los Urales, dejando alrededor de mil heridos y cientos de edificios dañados. Los meteoritos son rocas espaciales que generalmente se desprenden de un cuerpo mayor como un cometa o asteroide. Al entrar en contacto con la atmósfera, se encienden por la fricción creando visibles destellos en el cielo o meteoros. Cuando estas rocas tienen una masa mayor a 10 gramos, crean meteoros excesivamente brillantes y en vez de tener un aspecto puntual o estelar, se ven como grandes esferas de fuego. Tal es el caso del meteorito de Cheliabinsk. La mayoría de éstas rocas se consumen antes de alcanzar la Tierra, sin embargo, los fragmentos o meteoritos que sobreviven impactan la tierra a grandes velocidades libe-
RUSIA
Chelyabinsk
La Dama de Hierro Con tesón y estilo agresivo a la hora de negociar, Thatcher se atrevió con todo, desde la casi destrucción de los sindicatos, el enfrentamiento con el IRA, la defensa de los intereses británicos frente a Europa, sus críticas a la desaparecida Unión Soviética y a un conflicto armado en 1982, cuando envió tropas al Atlántico Sur para defender las islas Malvinas de la ocupación argentina
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N
acida el 13 de octubre de 1925 en Grantham, norte de Inglaterra, la política “tory” procedía de una familia de modestos recursos pues su padre había sido propietario de dos tiendas de comestibles. Con gran capacidad para el estudio, Thatcher ingresó en un colegio secundario público de carácter selectivo y consiguió entrar en la Universidad de Oxford, donde estudió Química. En esos claustros, la tímida rubia inventó una fórmula para agregarles aire a los helados que doblaría más tarde los ingresos de la firma de cremas J. Lyons. Al mismo tiempo, la joven hacía sus primeros garabatos en el arte de tejer redes políticas entablando relación con otro tipo de “crema”, la de la sociedad británica. En 1943, con la mayoría del alumnado varón enrolado en la guerra, fue elegida presidente de la Asociación Estudiantil Conservadora de Oxford. Pronto se daría cuenta de que su pasión era la política, por lo que estudió Derecho y se graduó como abogada en 1954. El paso más importante lo daría en 1959 cuando fue elegida diputada por la circunscripción de Finchley (norte de Londres), lo que le permitió ocupar la subsecretaría de Estado de Pensiones en el Gobierno de Harold Mcmillan (1957-63). Después desempeñaría diversos cargos en su partido cuando estaba en la oposición hasta 1970. Durante el período 1964-70, con su partido otra vez en la oposición, sirvió continuamente como ministra en la sombra. Tan pronto los tories volvieron al poder, liderados en 1970 por Edward Heath, fue nombrada ministra de Educación. Su primera medida fue poner fin a la práctica de dar una taza de leche gratuita diaria a todos los chicos de la escuela primaria. Esto le ganó el apodo de Thatcher-Milk-Snatcher (Thatcher ladrona de leche). La “mujer más odiada de Inglaterra”, según los diarios, pronto borraría esa mancha de su imagen pública. La administración de Heath dejó en 1974 un legado de inflación y conflicto industrial. Thatcher, que había criticado sus políticas de fijación de precios en
MARGARET THATCHER, QUIEN FALLECIÓ A LOS 87 AÑOS, LEVANTÓ COMO POCOS POLÍTICOS EN LA HISTORIA DEL REINO UNIDO LAS PASIONES MÁS ENCONTRADAS, DESDE LA ADMIRACIÓN ABSOLUTA HASTA UN RECHAZO QUE ROZABA EN MUCHOS CASOS EL RENCOR Y EL ODIO conciliación con sindicatos, le hizo frente en la interna de 1975. Para sorpresa general, incluida la propia, lo derrotó. Así se convirtió en la primera mujer en dirigir un partido político occidental y en servir como líder de la oposición en la Cámara de los Comunes. En medio de la crisis del petróleo y el colapso en el valor de la divisa, el gobierno laborista se vio obligado a negociar un préstamo del FMI que le imponía fuertes restricciones en el gasto público. El rechazo de los sindicatos se expresó a través de interminables huelgas y constantes interrupciones de clases durante el invierno de 1978-79. La opinión pública clamaba por orden y mano dura. Los conservadores ganaron las elecciones generales del 4 de mayo de 1979 con una mayoría de 43 asientos. Al día siguiente, Margaret Thatcher se convirtió en primera ministra de Gran Bretaña. Su plan de gobierno consistió en remover los cimientos del Estado de Bienestar que había sido construido para garantizar techo, salud, educación y empleo a un país arrasado por la Segunda Guerra, pero que, cuatro décadas más tarde, había caído presa del desgano y la ineficiencia. La promesa oficial era “liberar el potencial individual” de los británicos de las garras de un Estado castrador. Las frases “reducción de la inflación” y “privatización” se convirtieron en los imperativos del momento.
Las medidas pronto consiguieron rebajar una inflación que parecÍa no tener freno, pero tuvieron un coste muy alto para la población británica por el aumento del número de parados. La euforia inicial por su llegada al poder se transformó pronto en frustración, a tal punto que los sondeos presagiaban la derrota de Thatcher en las elecciones generales de 1983. Todo cambiaría el 2 de abril de 1982. La junta militar argentina puso en marcha una operación de recuperación de las islas Malvinas. Thatcher no sabía siquiera dónde se encontraban las islas, al punto de quedar anonadada cuando el jefe de la armada le aclaró que el envío de la flota no iba a tomar tres días, como ella creía, sino tres semanas. Fue entonces cuando nació su apodo de “la dama de hierro”. Atrás quedó la mujer que había ingresado en Downing Street con la frase conciliatoria de San Francisco de Asís: “Déjanos poner armonía allí donde hay discordia”. La intransigencia sería ahora su herramienta política preferida. Toda propuesta de paz traída por el Foreign Office o advertencia de debilidad presentada por el Ministerio de Defensa fueron descartadas. “¿Derrota? Esa posibilidad no existe”, advirtió a su gabinete.
En un mundo sumido en la mentalidad de la Guerra Fría, supo construir una alianza ideológica con Ronald Reagan y otra estratégica con François Mitterrand (al frente de un país con similar pasado colonial) de modo de arrancar la victoria de las garras de un fracaso bélico en junio de 1982. La proeza despertó el orgullo de una nación que había visto su imperio evaporarse en apenas medio siglo. Cuando llegaron las elecciones de junio de 1983, Thatcher fue reelegida con una mayoría parlamentaria más que triplicada. “Hemos derrotado a los enemigos externos. Ahora es cuestión de eliminar a los internos”, sentenció. Primeros en la lista fueron los sindicatos acostumbrados durante administraciones laboristas a compartir la dirección del país. Los gremios mineros, que Thatcher creía comunistas, resistieron su política de recortes que incluían el cierre de las minas. Una violenta huelga de más de un año (1984-85) sólo sirvió para convencer a los británicos de la necesidad de mitigar ciertos derechos laborales. En octubre de 1984, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) intentó asesinarla con una bomba en el hotel donde paraba, junto con varios miembros de su gabinete, durante la conferencia anual del Partido
Conservador en Brighton. Cuatro personas murieron. Thatcher salió ilesa. Ella se había ganado el odio del IRA al negarse a aceptar sus demandas durante las huelgas de hambre de 1980-81. En 1985, en cambio, la primera ministra suscribió con Dublin el Acuerdo Anglo-irlandés que estableció las bases para la cooperación entre los dos países en materia de seguridad. Mathew Parris, columnista de The Times y entonces parlamentario tory, está persuadido de que el triunfo en Malvinas tuvo un profundo efecto en su personalidad. “El éxito la tornó temeraria. Todo le parecía posible. Empezó a tener una peligrosa tendencia a creer tener siempre la más absoluta razón.” Con la economía revitalizada y el consumo duplicado por el exceso de crédito, la “dama de hierro” renovó por tercera vez su mandato en junio de 1987. Thatcher jugó entonces un papel crucial en el desmantelamiento de la Unión Soviética. Fue ella quien, adelantándose en tres años a Ronald Reagan, invitó a Mikhail Gorbachov a Londres por reconocerlo como a un “hombre con el que se puede negociar”. Fue ella también quien convenció a Mitterrand de apoyar al canciller alemán Helmut Kohl en su esfuerzo por reunificar a Alemania tras la caída del Muro de Berlín.
Durante los años en la oposición, Thatcher había hecho campaña a favor del ingreso de Gran Bretaña en la Unión Europea. Con un discurso en Brujas, en 1988, la mujer que decía “no” a todo (a veces con carterazos, de acuerdo con sus colegas) empezó el proceso por el cual el Partido Conservador, antes proeuropeo, se transformó en euroescéptico. Mercado común, sí; integración, no. El cambio provocó una crisis que, sumada a las marchas callejeras en contra de un impuesto municipal resultaron en un “golpe” partidario. Thatcher se vio obligada a abandonar Downing Street, lágrimas en el rostro, el 28 de noviembre de 1990. Lejos de entrar en discreto retiro, como era habitual para los ex mandatarios británicos, recorrió el mundo dando conferencias, cobrando altísimas cifras, con lo cual creó lo que ahora se conoce como el “tour dorado de los ex”. En 1993 publicó el primero de sus dos tomos de memorias, con gran éxito. La reina, con quien se había enfrentado en más de una ocasión por competir por la gran escena internacional, le dio el título de baronesa, lo que le garantizó así un asiento en la Cámara de los Lores. Desde allí contribuyó a la liberación de su viejo amigo Augusto Pinochet, arrestado en Londres tras ser acusado de crímenes contra la humanidad.
RONALD REAGAN, ENTONCES PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, JUNTO A THATCHER, COMPARTÍA LAS MISMAS CREENCIAS ULTRA-LIBERALES Y LA VOLUNTAD DE ENFRENTAR A LA UNIÓN SOVIÉTICA, PERO SIN CONCESIONES, DEFENDIERON CADA UNO SUS INTERESES NACIONALES DURANTE LOS AÑOS QUE ESTUVIERON EN EL PODER
Meses después de perder a su leal marido y haciendo frente a una debilitante enfermedad física y mental, tuvo que echar mano a su reputación para salvar de la cárcel a su hijo Mark, arrestado en agosto de 2004 bajo sospecha de tramar un golpe de Estado en Guinea Ecuatorial. Los británicos extrañarán unánimemente a esta aguileña figura de impecable tailler y collar de perlas que durante dos décadas monopolizó el paisaje político europeo. Para la mayoría, fue más “un mal necesario” que una bendición. Si a Tony Blair y a David Cameron se los calificó alguna vez de “hijos de Thatcher”, es bueno saber que la frase nunca ha sido un piropo.
SUS ÚLTIMOS MESES, EN SOLEDAD Y DEBILITADA
Debilitada, a menudo sola y con problemas de pérdida de memoria,Margaret Thatcher vivió sus últimos meses recluida en una suite del lujoso hotel Ritz de Londres, según testimonios de allegados de la “dama de hierro”, que ya no era ni la sombra de lo que fue. Fue en su habitación del hotel situado junto al Green Park, a poca distancia del Palacio de Buckingham, donde la ex primera ministra británica, falleció e 8 de abril de 2013, a los 87 años, como consecuencia de un derrame cerebral. Incapaz de subir las escaleras de su residencia de cuatro pisos, Thatcher convalecía en ese establecimiento desde que abandonó, en diciembre, el hospital donde le extirparon un tumor en la vejiga. Según el diario The Times, estaba invitada por sus propietarios, los hermanos David y Frederick Barclay. Sólo un puñado de amigos cercanos estaban autorizados a visitarla, dependiendo de su estado de salud. Una foto publicada en la prensa británica, resume sus últimos meses: con el rostro maquillado pero envejecido, el pelo blanco pero perfectamente peinado, un elegante abrigo azul -el color de su partido- y zapatos planos, Thatcher está sentada en un banco, al lado de una enfermera y de un policía. “Los últimos años de su vida fueron particularmente tristes”, cuenta Robin Harris, su confidente y consejero durante 30 años, en su inminente biografía, de la que el Daily Mail publicó varios extractos. “Luego de sufrir una apoplejía en 2009, [Thatcher] no podía terminar una frase. Eso mejoró en parte, pero no por mucho tiempo [...] Trataba de expresar una opinión, pero su voz se apagaba y te miraba fijamente. Entonces volvía a intentarlo, pero otra vez en vano”, agrega. La película La dama de hierro (2011), protagonizada por Meryl Streep, mostraba a una Thatcher que había perdido la memoria.
“NOS VAMOS DE DOWNING STREET POR ÚLTIMA VEZ DESPUÉS DE 11 AÑOS Y MEDIO FANTÁSTICOS Y ESTAMOS CONTENTOS DE DEJAR EL REINO UNIDO EN UN ESTADO MUCHO, MUCHO MEJOR QUE CUANDO LLEGAMOS”
Debido a varios derrames cerebrales y a la enfermedad de Alzheimer, Thatcher no había vuelto a hablar en público desde 2002, a pedido de sus médicos. Al principio de su enfermedad, pretendía, como de costumbre, demostrar a su médico que era indestructible, recuerda Robin Harris. Pero la escritura de su último libro, Statecraft (2002), dedicado a las lecciones que dejó la Guerra Fría, fue muy laboriosa. La muerte de su esposo, Denis, en 2003, también contribuyó a un deterioro de su estado de salud. “Se derrumbaba cada vez que pensaba en que su querido marido había muerto”, explicó su hija Carol, de 59 años.
Al final de su vida, se había convertido en una simple anciana que había trabado amistad con un gato. Según el Times, pasaba su tiempo en el Ritz leyendo o mirando la televisión. Los días en los que se encontraba bien escribía cartas. “Pero era todavía capaz de sacar un comentario devastador”, afirmó al Times el diputado conservador Conor Burns, uno de los pocos que la visitaban regularmente antes de la última hospitalización. “Su memoria no era para nada buena, pero sus instintos todavía funcionaban plenamente y siempre estaba, extrañamente, mucho más interesada en el futuro que en el pasado.
Estaba particularmente interesada por la política y el mundo. Y mantuvo esa curiosidad hasta el final”, dijo Burns. “Bebíamos unas ginebras [...] Si no quería hablar, le daba una revista o leía un diario. Si quería, le contaba historias, le leía poesía. Le encantaba [Rudyard] Kipling, especialmente un poema que conocía desde la infancia y que recitaba al mismo tiempo”, señaló el diputado conservador. Thatcher estaba leyendo en su habitación cuando falleció, poco antes del mediodía. “Había tenido ya varios avisos y fue uno más. Reconoció los síntomas de un derrame cerebral y éste fue el que la mató”, explicó uno de sus amigos al Times. “Se llamó al médico, pero todo fue muy rápido.” —Graciela Iglesias PERIODISTA