ANTONIO CUESTA MARร N Una introducciรณn al libro
Sonetos profanos Investigaciรณn, selecciรณn y prรณlogo de Ignacio Betancourt
mm minimalia
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Primera edición, marzo 2010 Director de colección: Alejandro Zenker Cuidado editorial: Elizabeth González Coordinador de producción: Beatriz Hernández Tipografía y formación: Rosa Virginia Cruz Viñeta de portada: Carlos González
© 2010, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Calle 2, número 21, San Pedro de los Pinos. Teléfonos y fax (conmutador): 5515-1657 Correo electrónico: solar@solareditores.com Página electrónica: www.solareditores.com Hecho en México
Antonio Cuesta Marín: humor y escatología
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ólo en el acto creativo la plenitud resulta inevitable, y entonces la escritura es el lugar donde el individuo asume su derecho a beatificar los propios infiernos. Ajena a la verdad o la mentira, la creación verbal genera un discurso inmune a toda inquisición, pues siendo autónoma no requiere justificación, salvo la que su propia naturaleza le consigna; tenue, y por eso mismo inasible, sobre el basamento de la más inusitada formalidad expresiva se materializa en la entrega a su propio misterio. William Blake acierta al decirnos que el cielo y el infierno son lo mismo: pura energía. Cuando se asumen los extremos, los límites desaparecen y es tan amplia la extensión para verificarlo, para aventurarse, para versificar, que toda exacerbación no es más que la práctica de una condición ganada contra viento y marea. Antonio Cuesta Marín, único hijo de Jorge Cuesta y Guadalupe Marín, un pagano en pleno auge de las tecnologías, y cuya, digamos, desarticulación cultural lo hace intemporal y por lo tanto vigente, asido a lo más orgánico en la configuración de su obra, empeñado en impulsos casi
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biológicos, resulta un poeta que, carente de suelo en donde posarse, se mantiene de pie con el sustento de insospechados arquetipos. En su obra se actualiza el ímpetu rabelesiano del siglo xvi como escatología para el adocenado siglo xx, pero también se encuentran en ella resonancias de ese Siglo de Oro donde reina Quevedo y recursos que bordean lo que Armando Jiménez denomina picardía mexicana, además de ecos distantes del Salvador Novo (1904-1975) de las diatribas contra Diego Rivera, y del humor de Renato Leduc (1898-1986): “¿Quién no insinuó a su prima con violetas/ u otra flor, esperanzas tan concretas/ cual dormir una noche entre sus tetas…?” Tanto Novo como Leduc, cultivadores de una línea festiva y escasa en la poesía mexicana, resuenan en una continuidad que, de manera consciente o azarosa, Cuesta Marín retoma para llevar hasta sus últimas consecuencias. Volviendo a Armando Jiménez, y para prever que alguien pudiera asociarlo con la obra de Antonio, considero más recomendable distanciarlo, pues la picardía es más doble sentido que figuración, su opacidad es mucho menos densa debido a que el referente es siempre unívoco e ineludible, como en el albur, donde la sustitución queda excesivamente acotada, a diferencia de la ambigüedad de los recursos trópicos del poema que vuelven inagotable el sentido. Al superarse la propuesta modernista, dice José Miguel Oviedo que la práctica literaria “incorpora a su repertorio acontecimientos contemporáneos, reflexiones aristocráticas sobre los problemas raciales de un continente mestizo, posiciones antiimperialistas, adhesiones a causas populares, 4
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etc.”,1 y en esa continuidad se inserta la poesía de Cuesta Marín, sólo que con peculiaridades de excepción, pues Antonio actualiza maneras y actitudes que estaban casi excluidas de la poesía mexicana contemporánea, o se les encaminaba al contexto de lo que Mijail Bajtin denomina el vocabulario de la plaza pública, pero tal lexicón en el corsé de una estrofa canónica como el soneto se vuelve trasgresión discreta y a veces discurso que se parodia a sí mismo en la eufonía de los endecasílabos, produciendo un humor similar al que François Rabelais rescata en su Gargantúa y Pantagruel como antídoto para la mentira, la adulación y la hipocresía. En el año de 1985, Antonio Cuesta Marín me envió los originales mecanografiados (y algunos manuscritos) de Sonetos profanos, divididos en tres bloques integrados por cien sonetos cada uno y hasta hoy inéditos por diversas razones, entre otras por haber estado perdidos durante quince años, debido a cambios de residencia que por motivos personales debí realizar. De tal corpus ahora se presentan ciento cincuenta poemas con un nuevo ordenamiento, una amplia selección de lo que consideré más representativo o relevante y de la que excluyo reiteraciones y descuidos evidentes. Desde 1985 no he vuelto a saber más de Antonio; ahora habrá cumplido los setenta y nueve años. Hace tiempo intenté localizarlo en Tlaxcala, donde vivía cuando nos conocimos, pero fue inútil. También hablé con algunas personas que lo conocieron, pero tampoco han sabido nada de él. 1 José Miguel Oviedo, Historia de la literatura hispanoamericana, Madrid, Alianza, 2001, vol. 3, p. 14.
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Formalmente hay algunas singularidades: en todos los sonetos de su producción conocida, el único signo de puntuación que utiliza es el punto y aparte con que finaliza cuartetos y tercetos; la totalidad de los poemas no lleva título y sólo están encabezados con un número romano —orden que en la presente edición se modifica por razones editoriales, usando como título de cada poema su primer verso— y dirigidos casi en su mayoría a un destinatario único, explícito o implícito: la mujer. Una especie de eterno femenino que asume infinidad de papeles: amiga, esposa, prostituta, intelectual, madre, comerciante, perversa, amante, funcionaria, niña, artista, monja, editora, prima, campesina, incluso primera persona en femenino; un reclamo constante los inunda y se presenta con diferentes matices: iracundo, burlón, panfletario, procaz, humorístico, rencoroso, solidario, festivo, machista, irónico, casi nunca amoroso, tierno o agradecido. En buena parte de su obra el autor interacciona siempre con un otro inaccesible, pues el vocativo hace unidireccional la relación y diluye la posibilidad del intercambio; el incendio avanza en una sola dirección. Es obvio que cualquier código de censura ha estimulado siempre la imaginación verbal, sea para eludir o para aludir lo vedado. Característico en la totalidad de la obra de Cuesta Marín es el armonioso acompañamiento de racionalidad y exageración, la sensatez que se detiene al borde de lo inverosímil y juguetea entre la inusitada variedad de sus escenarios. Sometimiento y sujeción, incluso intercambio de papeles en el encuentro sexual, pero no relaciones equitativas. 6
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Alusiones personales o ajenas, propias o de personajes de su entorno, algunos que tal vez podrían reconocerse. Personajes que Antonio, más que para descalificar, retoma ilustrando la fatalidad de un sino siempre trágico incluso en lo placentero, figuración de cierta historiografía no consignada, hipérbole de una realidad de por sí desmesurada. En su versificación el sexo explícito significa un rechazo a la mojigatería que encubre no solamente lo biológico, sino también la coerción social en el control de la palabra. En una manifiesta actitud contestataria, todos los tropos a los que recurre en sus poemas connotan erotismo o abierta sexualidad, algunos en un tono naturalista que los acerca a lo grotesco, aunque siempre resuelva exitosamente el desafío gracias a la diversidad de los recursos empleados: asonancias, rimas internas, encabalgamientos, inversiones sintácticas, paráfrasis, prosopopeyas, aliteraciones, además de arcaísmos, cultismos, coloquialismos, todo amalgamado de manera absolutamente desprejuiciada y con lúdica e informada intención de cuestionar. Por otro lado, resulta evidente que a Antonio no le importaba para nada la “vida literaria”. No sólo nunca fue asunto de nuestra conversación, y cuando alguien aludía al tema, él desviaba la charla como si le incomodara la cuestión. Es obvio que Cuesta Marín era totalmente indiferente al llamado campo literario, o “red de relaciones objetivas entre posiciones de dominación o subordinación, de complementariedad o antagonismo”,2 todo eso que encubierto 2
Pierre Bourdieu, Las reglas del arte, Barcelona, Anagrama, 1997,
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en un débil grado de institucionalización realza su eficacia en el trazado del itinerario de los escritores y la circulación de su producción, entiéndase editoriales, críticos, revistas, concursos, fama, reuniones, etcétera. Resulta manifiesto que la producción poética de Cuesta Marín está orientada, en gran parte, a cuestionar las miserias humanas y a exaltar la importancia de lo gozoso, con “un cierto escepticismo de rango superior”,3 diría Jorge Portilla, lo cual le impide caer en lo sentimental o lo declamatorio, pues, a fin de cuentas, es el humor un sufrimiento escondido que estoicamente se vuelve “una instancia de simpatía”. En torno a los padres de Antonio, Diego Rivera y los enemigos de los poetas de Contemporáneos tejieron múltiples leyendas, incluso se llegó a decir que el pintor, al enterarse del enamoramiento de Lupe Marín por Cuesta, a punta de pistola los obligó a casarse. Hasta 1927 ella era la compañera de Diego, quien por esas fechas empezaba a cortejar a Frida. Lo cierto es que la familia del poeta no aprobaba tal relación. Lupe resultaba demasiado mundana y aparatosa para el enigmático y silencioso joven veracruzano. Entonces, don Néstor decidió mandar a su hijo a viajar por Europa. En Londres y en París residió de mayo hasta agosto en un intento de que se olvidara de Lupe, pero fue inútil la separación, y en 1928, en cuanto retorna, se casa con ella. Antonio escribe: Tus tetas catedrales de cultura recuerdan mi niñez extravagante 3
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Jorge Portilla, op. cit., p. 80. www.solareditores.com • Sonetos profanos
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y mi odio a la mamila de aquel guante aullando por un mame de estatura. Por eso sigo siendo la criatura que busca suculentas al instante y como no hay cabrona que me espante las mamo muy cachondo y con soltura. Antonio Cuesta Marín nació el 13 de marzo de 1930 en la ciudad de México, y casi de inmediato la madre pidió el divorcio a su marido. La ruptura fue en muy malos términos, y ocho años después Lupe Marín publicó “un relato fantasioso y atroz”, según Panabière, sobre la degradación de la relación en el tiempo que vivieron en Veracruz. En La única, libro escrito por Lupe y publicado por la Editorial Jalisco en 1938, señala, con el único sustento de su palabra, que a Cuesta lo echaron de Córdoba por haber intentado violar a su hermana, y hasta llega a aventurar que era rival de su propio progenitor. Paradójicamente, salvo los arrebatos extremos, según Lupe, su marido era indiferente a todo lo que le rodeaba, y le cuestiona que solamente lea y escriba sin responder ni cuando se le interpela. Al año de casados, Jorge Cuesta y su bella y mundana mujer dejan el Distrito Federal y se mudan a Veracruz, pero como a ella le resulta intolerable la vida provinciana, en 1930 se regresan, y a los pocos meses nace Antonio. En seguida, y como corolario de ríspidos desencuentros, Lupe de inmediato se divorcia de Cuesta y abandona a su hijo. No obstante que por temporadas el padre soltero dejaba a www.solareditores.com • Sonetos profanos
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Antonio con la abuela, y especialmente con su hermana Natalia, en muchas ocasiones Jorge se hacía acompañar de su crío por cafés y laboratorios. Panabière dice que cierta vez el pequeño Antonio vio beber a su padre un brebaje que acababa de inventar, y el efecto del mismo lo hizo caer en catalepsia por varios minutos.4 En otro poema escribe: El Nuevo Testamento son mis huevos que guardan el secreto de mi herencia o sea que aunque les salga una excrecencia provocan en la mierda los renuevos. Se podría decir que en la poesía de Antonio Cuesta Marín se escuchan lamentos y rechinar de dientes, lo mismo que carcajadas y ventosidades, además de la eufonía de su desencantada violencia, pero también el disfrute de la palabra, la música de juegos rítmicos y acentuales y un espléndido desmadre siempre sometido a la rigidez del canon; versos refrescantes, carnaval de oscuras luces. No sé si ha escrito nuevos poemas, otro tipo de estrofas o tratado otros temas; no sé si Antonio aún viva, pero en su obra, en estos Sonetos profanos, sigue siendo el poeta invisible y pantagruélico de siempre. En la presente edición, que con tanto entusiasmo acogió Alejandro Zenker en sus Ediciones del Ermitaño, he agrupado en tres bloques de cincuenta poemas la obra de Antonio Cuesta Marín, una selección que expresa —como 4
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Louis Panabière, op. cit., p. 52. www.solareditores.com • Sonetos profanos
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en los tres sobres que en los años ochenta me enviara el autor— la diversidad temática original, aunque prescindiendo de sólo numerarlos y utilizando para esta edición los primeros versos como títulos. ignacio Betancourt San Luis Potosí, México, El Colegio de San Luis
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Me dijo un loco amigo de los viejos
Me dijo un loco amigo de los viejos que ĂŠl coge a su mujer pensando en putas porque al entrar en unas como grutas en eso y en lo oscuro no hay reflejos. O sea que para Eneas es de pendejos pensar en las que son irresolutas cuando montones hay de disolutas que tienen amaestrados sus pellejos. QuizĂĄ mi viejo amigo no se entere que los dos coincidimos en ideas para tener orgasmo y lo que fuere. O sea que cuando yo cojo a las feas y por ser lo mejor del degenere yo pienso en la mujer del loco Eneas.
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En plenas elecciones las soltaste
En plenas elecciones las soltaste al capo de la mafia en el gobierno con tal de que le dieran a tu yerno pa dentro y su curul y la cagaste. Explícame por qué no le arrancaste al menos una punta de algún cuerno para que a ti te diera hogar eterno el puto en la familia que anhelaste. Comprende que si vives en Sodoma tú puedes adquirir todo de gorra si mamas sin poner punto ni coma. Me extraña que si puta no seas zorra sabiendo que aún la más blanca paloma se debe emputecer si está en Gomorra.
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La sociedad prohíbe que te coja
La sociedad prohíbe que te coja donde puedan copiarnos nuestras mañas por lo que no son pocas las hazañas que debe acometer el que se empioja. Por eso si nos ponen la luz roja mi bicho se pondrá a tumbar las cañas en busca de un rincón de telarañas o yendo a la capilla en que se moja. La iglesia no es un antro de pecados y nadie va a acusarnos de un delito que no han de conocer ni los prelados. Que entre ángeles y santos mames pito lo vetan unos cuantos amargados y entonces no cogerte es sólo un mito.
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Yo soy aquel de verso transparente
Yo soy aquel de verso transparente que escribe con la sangre de sus dedos lanzando las palabras como pedos porque es su pedorrera consecuente. Yo soy aquel que hicieron de aguardiente para embriagar mis venas y mis miedos pero que nunca se anda con enredos como aquellos de pluma reverente. Yo soy aquel que niegan que estĂĄ vivo y esperan que se muera anonadado para quemar conmigo lo que escribo. Por eso entre la mierda nunca nado si bien para expresarlo me ensalivo el necio como yo y desaforado.
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Parece que tu ley es muy vergona
Parece que tu ley es muy vergona y con ella me tienes ensartado pero sabes que vuelta yo me he dado para hacerle justicia a mi pelona. Con eso que me tienes en la lona valiéndote del árbitro comprado me sueles aplicar algún candado en tanto que tu culo me succiona. Que no permitiremos vociferas con tu jerga de puta cavernaria que la maldita ley sufra paperas. Nomás que si me ves ahora de paria te lo digo sin muchas peteneras me la pela tu pinche ley agraria.
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Si piensas que no puedo con tu vado
Si piensas que no puedo con tu vado te digo que en tu cuerpo hay un recodo y debes de saber que siempre hay modo del nudo deshacer de un solo lado. Nunca he sido difícil ni taimado para hendir mi rodilla en vez del codo y a tu pantano convertir en lodo por ser la forma de cruzarte a nado. De tanto contemplar tu geografía nada hay que desconozca en tu paisaje pues te miro como radiografía. Observo lo que esconde tu ropaje o sea que abultas tu calcomanía con algodones en el fuselaje.
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Tu perrito no muerde si no arranca
Tu perrito no muerde si no arranca ya tengo carcomida la sin hueso idéntico al gruyère o bien el queso que luce cacarizo en carne franca. O sea que agujerada mi palanca yo digo que lo está también por eso que llaman los doctores sin exceso las sífilis que trota cual potranca. Cuando miro mi triste verga mocha de plano contra ti no me entra muina y pienso nada más en tu panocha. La pienso agradecido por mi ruina y porque con Salinas y con Rocha ya podré negociarles mi ocarina.
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Para llegar a ser conspiradora
Para llegar a ser conspiradora tú debes manejar lenguas variadas aunque las tengas bien deterioradas las que antes me cedías a cualquier hora. Porque eres desde luego una impostora y lingüísticamente destrozada tus lenguas las hinchaste a mamadas pues con todo y la Biblia eres manflora. Entonces tu Instituto de Verano pervierte mis idiomas con el tuyo que tiene buen padrino y aeroplano. Nomás que como es de garambullo aún puedo con razón clavar en tu ano la lengua que es indígena y mi orgullo.
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No concibo que tú andes con calzones
No concibo que tú andes con calzones porque el tiempo que pierdes no regresa si en lugar de clavarte mi cabeza te los quitas a puros tropezones. Yo no soy de los otros maricones que quieren demostrarte gentileza invitándote nieve de cereza y sin saber que a todo tú le pones. Ya pasaron los tiempos de pudores de los que habla el poeta en su poema y todo era manitas como amores. La vida me ha enseñado un solo lema que aquel sin corrupción vive de errores y tiene que salirse del sistema.
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A falta de maíz dejaste el rancho
A falta de maíz dejaste el rancho para vender tostadas las pepitas en calles tumultuosas y malditas lejos de la vergüenza de tu Pancho. Acullá provocaste zafarrancho mostrándoles tus piernas tan bonitas a todos los que en milpa dabas citas porque asegún tu esposo no dio el ancho. Más hoy arrinconado en una acera entre los gritos de tus chilpayates tu vida de mujer sólo es quimera. Son tus sueños mazorcas y tompeates acariciando cocos de palmera en lugar de coyoles y mayates.
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Golpeabas a tu hijo noche y día
Golpeabas a tu hijo noche y día con la soga que diste a tu marido que dijiste murió de adolorido puesto que te envidiaba por tu hombría. Todo empezó cuando alguien te insistía creo yo que MacNamara de apellido que hicieras de tu esfínter expandido un ojo clausurado a toda vía. Pero eso lo aguantaste una semana y en la píldora hallaste un sustituto aparte del lavado en palangana. Tu bozo se volvió bigote bruto Te retoñó un badajo de campana Y convertiste a tu marido en puto.
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Lo quisiste vendada de los ojos
Lo quisiste vendada de los ojos porque no resistías mirada extraña diciéndole a tu novio dame caña y te muestro ser pura en tonos rojos. Intrépido el galán caía de hinojos mientras fingías dolor dándote maña para forjar de haceres tu maraña que es nido de experiencias y de piojos. Si bien no le faltó calor ni empuje el caballero aquel cesó de su acto contento de que todo a ti te cruje. A su familia le causaste impacto al saber que tu flor aún no ruge y ofreces en altar botón intacto.
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Tú tienes a la bestia en lo divino
Tú tienes a la bestia en lo divino y voy hacia tu carne temblorosa buscando el sabe qué de alguna cosa tal vez sin un origen ni destino. Provengo del amor y el desatino o acaso del azar y alguna diosa que tornan a la oruga mariposa y a mí en desamparado peregrino. Por eso en tu regazo busco origen y el fin de mis demonios pervertidos que sólo por la sed de amor se rigen. Te busco porque están desposeídos mis ímpetus vitales que te exigen le des algún sentido a mis sentidos.
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ANTONIO CUESTA MARÍN Sonetos profanos Investigación, selección y prólogo de Ignacio Betancourt
Índice
Antonio Cuesta Marín: humor y escatología, Ignacio Betancourt ............................................................... 3 Me dijo un loco amigo de los viejos ................................. 12 En plenas elecciones las soltaste ...................................... 13 La sociedad prohíbe que te coja ....................................... 14 Yo soy aquel de verso transparente .................................. 15 Parece que tu ley es muy vergona .................................... 16 Si piensas que no puedo con tu vado .............................. 17 Tu perrito no muerde si no arranca ................................. 18 Para llegar a ser conspiradora ........................................... 19 No concibo que tú andes con calzones ........................... 20 A falta de maíz dejaste el rancho ..................................... 21 Golpeabas a tu hijo noche y día ....................................... 22 Lo quisiste vendada de los ojos ........................................ 23 Tú tienes a la bestia en lo divino ..................................... 24
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Antonio Cuesta Marín, hijo único de Jorge Cuesta y Guadalupe Marín, cuya desarticulación cultural lo hace intemporal, y por lo tanto vigente, resulta un poeta que actualiza el ímpetu rabelesiano del siglo xvi como escatología para el adocenado siglo xx, pero también se encuentran en su obra resonancias de ese Siglo de Oro donde reina Quevedo y recursos que bordean la picardía mexicana. Gracias a Ignacio Betancourt, poeta, narrador, dramaturgo e investigador, Premio Nacional de Poesía Punto de partida (unam, 1974) y Premio Nacional de Cuento (inBa, 1976), el lector tiene la oportunidad de conocer una selección de los Sonetos profanos de aquel poeta invisible y pantagruélico.
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