Hace mucho tiempo en un pueblecito muy lejano vivía un niño llamado Víctor. Él era alto, corpulento e inteligente. Vivía con su abuelo Julio y eran muy pobres. Un día Julio le contó a su nieto que de joven había oído muchas historias sobre una hada que habitaba en el bosque Rocoso cerca de las montañas Grises. La hada te hacía pruebas y si las superabas todas se cumplían tus deseos, pero… si no las superabas eras su prisionero por siempre jamás. El niño preguntó a su abuelo que porqué no había ido él para conseguir salir de la miseria. El abuelo dijo que él nunca había tenido suficiente coraje. Durante aquella noche el niño pensó en intentarlo pero le asustaban las consecuencias. Como confiaba en su fuerza y su inteligencia decidió intentarlo.
El niño se fue al bosque al amanecer después de despedirse del abuelo que le dio una bolsa llena de alimentos para el camino. y rápidamente llegó. y allí estaba la hada que era muy guapa e alta. Y el niño cuando la vio le dijo: -Señora,¿ me puedes hacer las pruebas? - Sí,empezamos ahora mismo. -Esta bien. -En la primera prueba tendrás que ganar en una batalla a muerte a mi fiel soldado Nakamura como prueba me tendras de traer su cabeza.
Vale, ¿donde esta dijo Víctor? -Está ahí delante mucha suerte. Nakamura bajó y comenzó la pelea. El niño que era muy listo se dio cuenta que con la fuerza no le podía ganar lo había de hacer con la inteligencia. Víctor cogió un hilo y comenzó a dar vueltas alrededor del gigante hasta que le quedaron los pies atados. Luego le gritó: -
¡Eh! gigante repugnante ven aquí si te atreves. El gigante al mover los pies cayo al suelo, luego Víctor cogió un mazo y dio varios golpes a la cabeza de Nakamura hasta matarlo. Le cogió la cabeza y se la llevó a la hada. -¿Como es posible que un crio haya matado a mi gigante?, da igual a la siguiente prueba habrás de subir una montaña de setenta metros y lo comprobaré con mis propios ojos. Los dos se dirigieron hacia la montaña y el niño la comenzó a escalar, tardo dos días y medio hasta volver a ver a la hada. Ella en aquel momento no se lo podía creer y le puso al niño la última prueba. Era la más difícil que había. Ganar en una carrera con los pies y las manos atadas a un leopardo. Al cabo de una hora comenzó la carrera: comenzó ganando el leopardo pero luego el niño le iba tirando las galletas que llevaba en sentido contrario así ganó la carrera. La bruja le dió la enhorabuena y le hizo el sueño realidad que era que cada vez que metías la mano en el bolsillo
cogías dinero. El sueño solo serviría durante su vida. Y el abuelo y el niño vivieron felices para siempre.