HISTORIA Y VIDA

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Nº 606 / 3,95 E

EL CIRCO MÁXIMO Cómo era el mayor estadio de Roma 10 CLAVES DE “LA GLORIOSA” 200 años de la revolución antiborbónica ZHÚKOV El mariscal que amenazó la popularidad de Stalin

Al rescate de

LOS IBEROS

Prisma Publicaciones Andorra 3,95 € Canarias 4,10 € Portugal (cont.) 4,50 € Italia 6 €

r e i s s o d

LOS YACIMIENTOS Y LAS OBRAS MAESTRAS DE ESTA CIVILIZACIÓN

CIENCIA DACTILOSCOPIA, LA TÉCNICA QUE CAMBIÓ LA CRIMINOLOGÍA



SUMARIO © Turismo de Flandes.

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PRIMITIVOS FLAMENCOS Las ciudades que los catapultaron

27

ARTÍCULOS Reina de Navarra, no llegó a serlo de Francia por sus errores políticos y por no dar hijos a Enrique IV. A. Echeverría, periodista.

54 De Brujas a Amberes

Gracias a su prosperidad, estas dos ciudades flamencas se permitieron financiar a grandes maestros de la pintura, como Van Eyck y Rubens. M. P. Queralt

del Hierro, historiadora.

58 El telégrafo

Junto con el ferrocarril, este Internet de la era victoriana aceleró sin remedio la percepción del tiempo. G. Toca Rey, periodista.

64 La Residencia de Estudiantes

Ayuntamiento de Porcuna.

46 Intensa Margot

El Oxford madrileño simbolizó la revolución pedagógica de la Institución Libre de Enseñanza. Fue la vanguardia intelectual del país. E. Mesa Leiva, periodista.

70 El mariscal Zhúkov

Fue un buen general, aunque no tanto como se suele suponer. El gran hándicap de este héroe de la Unión Soviética fue la política. S. Vich Sáez, historiador.

84 Arte

LORENZO LOTTO

La historia rescata al renacentista veneciano a quien relegó como secundario. A. Echeverría, periodista.

LOS IBEROS Fueron gentes hábiles para el comercio, conocidos en todo el Mediterráneo por su destreza guerrera. Aún no hemos descifrado su escritura, pero la arqueología ha desvelado algunos de los misterios de la cultura representada por la enigmática Dama de Elche. J. M. Parra, doctor en Historia y escritor.

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SUMARIO SECCIONES 08 En breve 12 En el foco

DESERTAR DEL NAZISMO

El estreno de El capitán devuelve a la actualidad a los soldados que abandonaron la Wehrmacht. El Tercer Reich se cebó en ellos.

14 En el foco LA GLORIOSA

El odio a Isabel II unió a sus enemigos. Hace 150 años, una revolución puso fin al polémico reinado de la soberana española.

16 Anécdotas 18 Arqueología EL CIRCO MÁXIMO

80

24 Correo

Únicas, inmutables y permanentes

80 Ciencia

HUELLAS DACTILARES

En la antigua Roma, una pasión rivalizaba con las luchas de gladiadores: las carreras. N. Monzón Acosta, historiador y arqueólogo.

LA DACTILOSCOPIA

Bi-Octans, 1979. © Victor Vasarely, VEGAP, Madrid, 2018.

96

Un método de identificación esencial, sobre todo para la criminología. A. Herrera, periodista.

88 Agenda 92 Libros 96 Cine

88

98 Foto con historia JOSÉPHINE BAKER

“La diosa de ébano” de los años veinte fue luchadora y solidaria.

Créditos fotográficos: AGE Fotostock: pp. 44, 64-65. Álbum Archivo Fotográfico: pp. 27, 28-29, 32, 34, 38, 41, 45, 72. Álbum Archivo Fotográfico / Sol90: pp. 20-21. Aurimages: pp. 47, 50. East News Poland: p. 70. Edu García: p. 7. Fundación Residencia de Estudiantes: p. 68. Getty Images: pp. 4, 12, 17, 52, 61, 62, 63, 67, 69, 73, 75, 76-77, 77, 78, 79, 81, 83, 92, 98. Getty Images / iStock: pp. 18-19, 48-49, 57, 58-59, 80, 82. PhotoAISA: pp. 31, 36-37, 42, 66, 74. Shutterstock.com: pp. 10, 17, 22, 23, 25, 39, 40, 51, 53, 54-55, 60, 93, 94. Cortesía de Turismo de Flandes: pp. 3, Cortesía de Ayuntamiento de Porcuna: p. 3. Cortesía de Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid: pp. 4, Cortesía de Vértice 360: pp. 4, 96. Cortesía de National Gallery, Londres: p. 8. Cortesía de Sotheby’s: p. 10. Cortesía de Karma Films: pp. 13, 97. Cortesía de Editorial Planeta: p. 24. Cortesía de Library of Congress, Washington D. C.: pp. 25, 95. Cortesía de José Javier Martínez / CEPOAT – Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía: pp. 35, 43. Cortesía de Museo Nacional del Prado: pp. 84-85, 85, 86, 87. Cortesía de Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Palau Robert, Museo Lázaro Galdiano, National Gallery of Art, Washington D. C., Smithsonian’s National Museum of American History, Museo Thyssen-Bornemisza, Petit Palais: pp. 88-91. Cortesía de Historia: p. 91. Cortesía de Tusquets, Akal, La Esfera de los Libros, Capitán Swing, Turner, Pasado & Presente, Siglo XXI: pp. 92-95. Cortesía de A Contracorriente, Vértigo Films, La Aventura Audiovisual: pp. 96-97. CC: portada y pp. 14, 14-15, 15, 16, 17, 19, 24, 25, 30, 51. Archivo historia y vida. Infografía y cartografía: Enric Sorribas / Geotec: pp. 33, 37.

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UN MUNDO RESCATADO

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escubierta por casualidad hace más de cien años, la Dama de Elche destila magnetismo. La pieza que ayudó a conocer la existencia del mundo ibero sigue cautivando por el misterio de su rostro, su elaborado tocado y su lujosa vestimenta. Pero esta Mona Lisa de la Antigüedad encierra enigmas, tantos como los de su propia civilización. Queda mucho por descubrir acerca de una de las primeras culturas que presentó cierta homogeneidad en la península ibérica. Establecidos desde el sur de Francia hasta el Algarve portugués y el norte de la costa africana, fue en nuestro litoral mediterráneo donde se concentró la mayor parte de estos pueblos. Constituían núcleos urbanos dotados de importantes fortificaciones. Estructurados en sociedades jerárquicas, sus miembros desempeñaban diferentes funciones. Existía una élite guerrera. También cazadores, campesinos y comerciantes, que empezaron a establecer vías de comunicación y redes mercantiles. Los iberos asimilaron muchas influencias culturales del Mediterráneo oriental, como refleja su rico patrimonio artístico, conservado en distintos museos. Pero, hacia el siglo iii a. C., la llegada de los romanos a la península dio comienzo a un proceso de aculturación, que acabó absorbiendo aquel amplio colectivo de pueblos. Sin embargo, los iberos no solo forman parte de nuestra historia. La labor arqueológica y las nuevas tecnologías están permitiendo valorar la importancia de los últimos asentamientos descubiertos, como el de Banyeres del Penedès (Tarragona), que contribuyen a ampliar el conocimiento de los rasgos y costumbres de esta civilización. Cada vez son más las acciones que se realizan para rescatar este mundo, como las rutas iberas, que permiten ver sobre el terreno los restos de aquel pasado que sigue vivo.

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Isabel Margarit, directora

PORTADA Imagen frontal de la Dama de Elche, hallada en La Alcudia (Alicante).

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Autorretrato como santa Catalina de Alejandría, Artemisia Gentileschi, c. 1615-17. Óleo sobre lienzo. © The National Gallery, Londres.

EN BREVE

EN BUSCA DE LA IGUALDAD LA MUJERES han sido postergadas de la historia de la pintura. Artemisia Gentileschi (1593-c. 1654) fue una de las voces más personales del Barroco italiano, entre otros motivos, por la forma en que representa a sus figuras femeninas: con fortaleza e independencia, en contraposición

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al arquetipo de vulnerabilidad. Un autorretrato suyo, en el que aparece caracterizada como la mártir cristiana Santa Catalina de Alejandría (c. 1615), acaba de ser adquirido por la National Gallery de Londres. Su precio ascendió a unos nada desdeñables cuatro millones de euros.

EL LIENZO, que será sometido a una restauración antes de ser expuesto a principios del año que viene, reforzará la política del museo británico de incrementar sus colecciones con obras de grandes pintoras, hasta ahora reducidas a veinte cuadros. Francisco Martínez Hoyos



EN BREVE

COSAS DE MACHOTES ¿Qué hay detrás de los múltiples penes en el tapiz de Bayeux?

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abíamos lo de siempre: que el tapiz mide 60 metros de longitud y relata la conquista normanda de Inglaterra, con el foco en la batalla de Hastings de 1066. A partir de ahí, todo son misterios. No está claro quién lo hizo bordar y para quién o quiénes estaba destinado, y tampoco se conoce la fecha de su creación, aunque se estima que fue poco después del episodio. Con tanto por descubrir, un aspecto aparentemente menor había pasado inadvertido: la gran cantidad de penes presentes en las escenas. Son 93: 88 en caballos y 5 en figuras humanas. Los ha contado George Garnett. Y decimos “un aspecto aparentemente menor” porque, según este profesor de Historia Medieval de la Universidad de Oxford, no están ahí por casualidad. Los dos de mayores dimensiones corresponden al del caballo de Haroldo II y al de quien le derrotó, Guillermo, duque de Normandía (imagen inferior). La virilidad trasladada a las monturas. En cuanto a los humanos con los genitales al aire, limitados a los márgenes del tapiz, tampoco parecen gratuitos, sino que serían alusiones a fábulas de Esopo. Empar Revert

LA HORA DEL TRIUNFO CUANDO EL ALMIRANTE NELSON se dirigió a sus hombres, dispuestos para el combate en Trafalgar (1805), para decirles que Inglaterra esperaba que cada uno cumpliera con su deber, seguro que no imaginaba qué iba a suceder con el reloj que llevaba ese día. Sotheby’s ha subastado en Londres esta pieza, que ha alcanzado la suma de 478.000 euros. El artefacto debió de ser regalo de un admirador, porque resultaba demasiado caro para el sueldo del gran marino. No obstante, no era solo un lujo, sino un instrumento de precisión, que Nelson utilizó para medir el tiempo en su decisiva victoria contra la escuadra franco-española. Por ello, los lugartenientes tuvieron que sincronizar sus propios relojes con el de su jefe. Él no vivió para disfrutar el triunfo; cayó mortalmente herido. F. M. H.

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EN EL FOCO

DESERTAR DEL NAZISMO El estreno de El capitรกn, que narra la historia real de un desertor alemรกn, nos da pie para hablar de la Wehrmacht y los que abandonaron sus filas en la IIGM. CARLOS JORIC, HISTORIADOR Y PERIODISTA

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uien combate en el frente puede morir; quien deserta, debe mo­ rir”. Esta máxima formulada por Hitler en Mi lucha se aplicó prác­ ticamente al pie de la letra en los tribu­ nales militares alemanes durante la Se­ gunda Guerra Mundial. Se calcula que unos treinta mil soldados de la Wehrmacht fueron sentenciados a muerte, la mayoría por deserción. De ellos, 23.000 fueron ejecutados. Esta elevadísima cifra, sin parangón en la historia de los conflictos bélicos, es aún más reveladora si la com­ paramos con la del bando angloestadou­ nidense, que solo ejecutó a un desertor (el americano Eddie Slovik), o la del pro­ pio ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, que ejecutó a 48. ¿Por qué se emplearon los tribunales de la Wehrmacht con tanta severidad?

Bajo la lupa del nazismo

Según señala el historiador Wolfram Wet­ te en su recomendable La Wehrmacht: los crímenes del ejército alemán (Crítica, 2010), las causas fueron principalmente tres. La primera está relacionada con la reputación que arrastraban las fuerzas armadas germanas desde la Primera Gue­ rra Mundial. Como parte de la leyenda de la “puñalada por la espalda”, según la cual Alemania no fue derrotada en el frente de batalla, sino traicionada en la retaguardia por los políticos de izquierda, la extrema derecha acusó al Ejército de haber sido excesivamente indulgente con los casos de sedición y deserciones ocu­ rridos al final de la guerra. Para evitar nuevos reproches, los tribunales milita­ res se aplicaron con enorme dureza en la persecución de estos delitos. La segunda razón tiene que ver con la con­ sideración nacionalsocialista de la guerra. La glorificación del militarismo durante el nazismo, donde se ensalzó la figura del soldado hasta extremos casi mitológicos, conllevó inevitablemente el repudio y la criminalización de quienes no estaban (o no querían estar) a la altura de ese ideal. Aunque todos los ejércitos consideraban la deserción un delito grave, para la Wehr­ macht fue una traición imperdonable. Siguiendo la máxima dictada por Hitler, los desertores, independientemente de los motivos que les hubieran llevado a aban­ donar el Ejército, “debían morir”.

FOTOGRAMA de El capitán (ver p. 97). A la izqda., placa que conmemora la muerte de un desertor tras la IIGM.

La tercera razón es de índole disciplinaria. La extraordinaria severidad con la que se persiguió este tipo de delitos fue utilizada por el Ejército como arma disuasoria con­ tra sus tropas. Las penas de muerte, mu­ chas veces aplicadas en juicios rápidos y poco reglamentarios, servían para infun­ dir terror entre los soldados y contrarres­ tar el creciente número de deserciones y la menor disposición a la lucha durante los últimos años de la guerra.

Traidores de por vida

Cuando terminó la contienda, los cientos de desertores que habían logrado escapar de la muerte confiaron en que sus conde­ nas serían derogadas. No fue así. Tuvieron que esperar más de medio siglo, hasta 2002, para ver limpios sus expedientes. Obviamente, la mayoría no vivió para verlo. ¿Por qué se esperó tanto? La am­ nistía a los desertores del nazismo encon­ tró siempre una oposición muy fuerte por parte de los sectores más conservadores de Alemania. Esta resistencia tiene su origen en un mito difundido al término de la guerra según el cual el ejército ale­ mán no se implicó ni ideológica ni acti­ vamente con los nazis. Siguiendo este argumento, los opositores a la amnistía defendían que si se rehabilitaba a los de­

sertores de la Wehrmacht considerándo­ los resistentes y víctimas del nazismo, se estaría cometiendo una injusticia con los demás soldados, menospreciando su va­ lor patriótico y sugiriendo su implicación en los crímenes de guerra. A medida que este mito se fue desmonta­ do y los historiadores demostraron la par­ ticipación de la Wehrmacht en la guerra de exterminio impulsada por las SS contra los pueblos considerados inferiores, los argumentos de los opositores fueron cam­ biando. Los partidos conservadores acep­ taron que se revisaran las sentencias, pero no su anulación generalizada. El proceso debía realizarse caso por caso para evitar rehabilitar a quien no lo mereciera. La imposibilidad de realizar esta tarea por la falta de registros –perdidos durante los bombardeos o eliminados por los propios jueces militares– hizo que la amnistía se demorara durante décadas. La presión de las fuerzas progresistas y de la Federación de las Víctimas de la Justicia Militar Nacionalsocialista, que desde 1990 estaba luchando para conse­ guir la rehabilitación de los desertores, pudo finalmente con la resistencia de la oposición. En mayo de 2002 se aprobó en el Parlamento alemán el levantamien­ to de todas las sentencias.

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EN EL FOCO

LA GLORIOSA

Se cumplen 150 años del estallido de la Gloriosa, la revolución que mandó al exilio a Isabel II e inauguró el liberalismo democrático en España. SERGIO SÁNCHEZ COLLANTES, DOCTOR EN HISTORIA

E

n septiembre de 1868 triunfó en España un levantamiento que destronó a Isabel II y concitó vivas esperanzas de regeneración en amplias capas de la sociedad. Sus partidarios llamaron a esta revolución “la Gloriosa”. En su origen confluyeron el descrédito de la reina y sus camarillas, las intrigas de varias facciones políticas apartadas del poder, una profunda crisis económica y el endémico descontento social, que periódicamente se traducía en protestas o motines. Así comenzó el Sexenio Democrático (1868-74), un período apasionante en el que se disfrutaron las mayores cotas de libertad de todo el siglo. Pero tras la Gloriosa se ocultaban aspiraciones e intereses muy distintos que solamente las circunstancias habían logrado unir.

Conspiraciones

La Revolución de 1868 fue una conspiración más entre las muchas que se fraguaron en el tramo final del reinado de Isabel II, algunas con saldos tan dramáticos como la represión de la Noche de San Daniel, en 1865, o los fusilamientos del cuartel de San Gil, en 1866. En 1868,

sin embargo, la sublevación tuvo éxito. La soberana no había ejercido bien su papel mediador y, en lugar de propiciar el turno entre moderados y progresistas, marginó a estos últimos y los empujó a la revolución. En agosto de 1866, varios de sus dirigentes se reunieron con algunos demócratas en Ostende y acordaron poner fin a la situación.

De Cádiz a Alcolea

Los militares y civiles que lideraron el pronunciamiento se reunieron en Cádiz, donde se hallaba la escuadra mandada por el almirante Topete. Desde Inglaterra habían viajado Prim, Sagasta y Ruiz Zorrilla, mientras que el general Serrano llegó de Canarias. Hubo más protagonistas, pero estos nombres destacarán en las crónicas y en las caricaturas de la época. Los acontecimientos se precipitaron desde el 17 de septiembre, hasta que el 28 se libró la batalla decisiva en Alcolea, donde fueron derrotadas las tropas leales a Isabel y se puso fin a su reinado. La insurrección se había ido extendiendo a otras provincias y la soberana se vio obligada a exiliarse a Francia.

ISABEL II (a la izqda.). Abajo, la batalla del puente de Alcolea, en 1868. A la

dcha., Amadeo de Saboya ante el féretro del general Prim, en 1870.

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¡Abajo los Borbones!

El apoyo popular resultó clave para el triunfo revolucionario, sobre todo en las ciudades. Las clases medias y artesanas fueron las grandes protagonistas aquellos días. En los primeros momentos, el bullicio invadió las calles de las principales poblaciones y se pusieron de manifiesto las ansias de participación. Los gritos de “¡Viva España con honra!” y “¡Abajo los Borbones!” se oyeron por doquier, y la multitud se ensañó con las imágenes de la reina, destruyendo sus bustos y retratos en muchas localidades. Las primeras pesetas, moneda creada justo al mes de estallar la revolución, ya no llevarían la característica efigie real.

Las Juntas Revolucionarias

Fue la participación ciudadana la que imprimió a la revolución un carácter democrático que no buscaban muchos de sus impulsores. En decenas de ciudades se constituyeron juntas revolucionarias dominadas por vecinos progresistas, demócratas y republicanos. En general, plantearon demandas que rebasaban los objetivos iniciales de la sublevación, co-


09 / 2018 mo el sufragio universal masculino, amplias libertades (incluida la religiosa), la abolición de la pena de muerte, el juicio por jurados o la supresión de las quintas y los consumos. El 8 de octubre se formó un gobierno provisional que ordenó disolver las juntas, una medida que alimentó el desencanto popular.

Voluntarios de la Libertad

La presencia de esta fuerza ciudadana, con su típico uniforme, empezó a formar parte del paisaje urbano. Era el equivalente de lo que había representado la Milicia Nacional en otros breves paréntesis liberales. Su objetivo fue garantizar el orden y las conquistas de la revolución frente a sus enemigos, y en muchos lugares estuvo dominada por los republicanos. En cuanto a su composición social, la integraban sobre todo artesanos y clases medias. El gobierno, temeroso de su radicalización, ordenó su desarme, una disposición que provocó importantes altercados, al cundir la frustración entre la gente, que esperaba mucho más de aquella revolución.

Prensa y opinión pública

Una de las conquistas por las que se distinguió la nueva situación fue la amplia libertad de prensa e imprenta. La suspensión de periódicos, las multas e incluso la prisión de sus responsables habían sido frecuentes en la última fase del reinado isabelino. Por el contrario, el triunfo de la revolución multiplicó el número de cabeceras y aumentó también su diversidad ideológica en todas las provincias. Hubo un auténtico hervidero perio-

dístico. Pese a la corta vida de muchos títulos, esa variedad y su influencia en la opinión pública resultaron decisivas para la modernización política y el debate ciudadano en España.

La Constitución de 1869

A medio plazo, la secuela más trascendental de la Septembrina fueron las elecciones a Cortes Constituyentes de enero. Se trataba de las primeras de la historia de España verificadas con sufragio universal masculino, y dieron como resultado una Cámara de mayoría monárquica que aprobará la Constitución de 1869. El texto reconocía un amplio catálogo de derechos y libertades individuales (de expresión, de cultos, de reunión y asociación...), estrenando con ello el constitucionalismo democrático en nuestro país. La mayoría de esas libertades se venían disfrutando de facto desde el mismo triunfo revolucionario, pero codificarlas era muy significativo.

El pueblo y las mujeres

En general, la Gloriosa dio paso a una época de movilización ciudadana sin precedentes. El nuevo marco legal y constitucional lo propiciaba. Junto con la política “oficial” de los partidos, se dieron otras formas de participación que avivaron el debate en los cafés, los ateneos, los clubes... Y las mujeres no se quedaron totalmente al margen. Algunas defendieron con ardor sus ideas, y las hallamos identificadas con posturas que van desde el carlismo al republicanismo, sin que falten partidarias de la Asociación Internacional de Trabajadores. Así que la participación se ensanchó

como nunca, por más que muchas demandas populares quedaran insatisfechas.

Tres guerras

Los gobiernos que se sucedieron desde el triunfo de la revolución tuvieron que afrontar desafíos titánicos a lo largo del Sexenio. El cambio generó unas expectativas populares difíciles de satisfacer, como ilustra lo sucedido con el odiado reclutamiento. La abolición de las quintas había sido una demanda de las juntas, pero el país se vio inmerso en tres conflictos que impidieron reducir la llamada a filas: a la sublevación de Cuba (1868) se unió otra guerra carlista (1872) y poco después la insurrección cantonal (1873). Pese a la inestabilidad de estos años, se lograron avances tan decisivos como la abolición de la esclavitud en Puerto Rico.

De una monarquía a otra

Tras la Revolución de 1868, se enfrentaron diferentes proyectos para España y se ensayaron tres sistemas políticos: primero hubo un gobierno provisional, pronto rematado con la regencia de Serrano; luego una monarquía democrática, para la que hubo que buscar un rey, Amadeo I; y por último, cuando el italiano abdicó, se proclamó la república. El golpe de Pavía, en 1874, instauró un régimen autoritario que prefiguraba el final del Sexenio, definitivamente liquidado con el pronunciamiento de Martínez Campos, que restauró la monarquía en la figura de Alfonso XII, el hijo de Isabel II. Así terminó el ensayo de liberalismo democrático iniciado en septiembre de 1868 y que muchos consideraron el 48 español.

ARRIBA, caricatura del golpe del general Pavía en La Madeja Política, 1874. A la dcha., Alfonso XII, hijo de Isabel II, proclamado rey en enero de 1875.

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ANÉCDOTAS

LA HISTORIA MÁS INSÓLITA GLORIA DAGANZO, HISTORIADORA

¡Toma mansplaining! EN EL LIBRO Concha Méndez. Memorias habladas, memorias armadas (Renacimiento, 2018), Paloma Ulacia relata cómo nació en su abuela, escritora de la Generación del 27, el compromiso con el feminismo. Siendo muy pequeña, un amigo de la familia preguntó a sus hermanos varones qué querían ser de mayores. Al escucharlo, Concha (1898-1986) se inmiscuyó en la conversación y respondió: “Yo voy a ser capitán de barco”. A lo que su interlocutor replicó: “Las niñas no pueden ser nada”.

QUE NO ME TOQUEN LA DEFENSA...

“MYHYV” EN PLAN SUTIL LA ENEMISTAD ENTRE MARÍA LUISA de Parma (17511819), esposa del futuro Carlos IV de España, y la duquesa de Alba era conocida por todos. Ambas se disputaban las atenciones de Juan Pignatelli, a quien se dice que la todavía princesa de Asturias regaló una fabulosa cajita de oro y diamantes. A Pignatelli no se le ocurrió otra cosa que regalarla a la duquesa de Alba. En correspondencia, la duquesa (en la imagen) obsequió a su chevalier servant con una valiosa sortija que el galán entregó a María Luisa. Al saberlo, Cayetana de Alba planeó una sutil revancha: regaló a las damas de aquella una caja de oro igual que la que había dado a Pignatelli. Con ello logró humillar a la princesa, quien, enfurecida, intrigó para que enviaran al ingrato italiano lejos de la corte.

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EN 1787, DURANTE LA Convención Constituyente en Filadelfia, un delegado propuso que el ejército de los recién creados Estados Unidos de América no sobrepasara los cinco mil hombres. A ello respondió George Washington (a la derecha, en un retrato de 1797 de Gilbert Stuart): “Proponga también una enmienda que prohíba a cualquier nación extranjera invadir Estados Unidos con una tropa superior a los tres mil hombres”.

LA CITA “DONDE TERMINA LA LEY, EMPIEZA LA TIRANÍA”. John Locke (1632-1704), filósofo británico


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LA CIFRA

21 veces se levantó el telón durante el estreno en 1963, en la londinense Royal

Opera House, del ballet Marguerite et Armand, con música de la Sonata en B menor de Liszt e interpretado por Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn (en la foto).

¿SABÍAS QUE…? TENER MUCHAS ÍNFULAS es una forma habitual de referirse a quien adolece de presunción o vanidad, y el modismo tiene su razón de ser. Las ínfulas eran originalmente tocados de lana blanca, reservados a los sacerdotes, de los que colgaban dos cintas. Más adelante, pasaron a nombrar únicamente las cintas que penden de la mitra episcopal (en la imagen). En todo caso, las ínfulas connotaban una dignidad o poder de los que solo podía presumir quien las llevaba. De ahí que acabara derivando en la expresión popular.

¡DE AQUÍ NO ME MUEVE NADIE! DURANTE LOS TRÁGICOS BOMBARDEOS que sufrió Londres en 1940, los colaboradores del primer ministro Winston Churchill (1874-1965) intentaron convencerle de que acudiera al refugio cada vez que sonaran las sirenas de alarma. El político se negó sistemáticamente: “Si mi niñera no consiguió que le obedeciera, no será Adolf Hitler quien lo consiga”.

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ARQUEOLOGÍA

UN DÍA EN LAS CARRERAS

Hubo un espectáculo que despertó tanta pasión, o más, que el de los gladiadores, sin implicar tanta sangre: las carreras. De entre todos los estadios, el Circo Máximo en Roma fue el rey. NACHO MONZÓN ACOSTA, HISTORIADOR Y ARQUEÓLOGO

E

l poeta Juvenal, con su célebre “pan y circo”, se refirió a él en sus Sátiras, aunque probable­ mente como ejemplo de toda la gama de diversiones de las que disfrutaba el pueblo romano. Y también en este caso el séptimo arte ha elabora­ do escenas que han calado en el imagi­ nario colectivo, en producciones como Ben-Hur. Nos referimos al mundo del circo y sus carreras de carros, si bien el término “circense” a veces se confunde erróneamente con el del anfiteatro, don­ de discurrían las luchas. Fijándonos en las múltiples referencias textuales, epigráficas e iconográficas, salta a la vista que, para la civilización romana, este tema fue muy relevante. Las

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mismas estructuras que se han conserva­ do hablan a las claras del tiempo y el es­ fuerzo que le dedicaron, en no pocas ocasiones, mayores que los destinados a los anfiteatros. De hecho, parecen haber sido los edificios de espectáculos más grandes y caros del repertorio latino; los disfrutaban menos ciudades que las que poseían una arena gladiatoria. Los conductores de carros, o aurigas, llegaron a figurar como auténticas estre­ llas en la sociedad romana, y algunos acumularon fortunas astronómicas, en la línea de los ases del fútbol, el tenis o la Fórmula 1. Una inscripción recuerda a un hispano del siglo ii d. C., Cayo Apu­ leyo Diocles, que durante unos veinte años de actividad acumuló más de mil

cuatrocientas victorias y una fortuna de casi treinta y seis millones de sestercios, algo que más de un adinerado senador habría observado con envidia.

Ludi circenses

El gusto por la velocidad y la competición parece una constante en algunos pueblos, como el griego, que gozaba de las carreras a pie, a caballo o en carro. Quizá por in­ fluencia helena o por mera similitud, esta misma afinidad hacia la combinación de los elementos de torneo y rapidez caló muy pronto en la mentalidad de los roma­ nos. A principios del siglo iv de nuestra era llegaron a existir en la capital (sin contar el Estadio de Domiciano, no apto para carreras de carros, ni el que levantó


CIRCO MÁXIMO

EL DATO CURIOSAMENTE, es escasa la atención arqueológica que despierta el Circo Máximo. Convertido en área para el disfrute ciudadano, en los últimos años ha generado algunos debates acerca de ciertos usos que no han acabado de gustar a todo el mundo. En julio de 2006, por ejemplo, la victoria del equipo italiano contra Francia en la Copa del Mundo se celebró (abajo) en las ruinas del Circo Máximo. Cerca de un millón de personas se congregó en una zona que sigue poseyendo vestigios, motivando la alerta de algunos arqueólogos ante posibles daños en el yacimiento. A PESAR DE ELLO, un año después, el lugar acogió a varios cientos de miles de seguidores del grupo musical Genesis en el concierto “When in Rome”, repitiéndose la historia en 2014 con los Rolling Stones como protagonistas. La ciudad ha seguido dando a este espacio un uso lúdico con otros conciertos y eventos, como los que tuvieron lugar en diciembre de 2017 y enero de este mismo año con el espectáculo “Roma ilumina el infinito” del grupo teatral la Fura dels Baus.

en su palacio, de uso privado) cuatro cir­ cos. El menos importante seguramente fue el de Majencio (s. iv d. C.), más recien­ te y alejado del centro urbano, siendo superado por el de Flaminio (s. iii a. C.) y

el que dos ejércitos de 500 gladiadores hicieron disfrutar al pueblo romano. Tam­ bién existen referencias a desfiles triun­ fales, competiciones artísticas, carreras a pie y exhibiciones ecuestres. Pero las

EL CIRCO MÁXIMO FUE EL PREFERIDO PARA LAS GRANDES CEREMONIAS Y ACTOS MULTITUDINARIOS el Vaticano (s. i d. C.). Aunque ninguno pudo hacer sombra al Circo Máximo. Debido a sus dimensiones y a su tempra­ na construcción, el Circo Máximo fue el preferido para las grandes ceremonias y actos multitudinarios. Fue realmente un edificio multifunción. Suetonio relata que Julio César celebró un gran combate en

pugnas entre aurigas por ver quién era el más veloz fueron allí los eventos más usuales. Cuatro equipos (blanco, rojo, azul y verde) rivalizaban entre sí, y no exclusivamente con un vehículo cada uno. La existencia de doce puntos de salida deja entrever la posibilidad de que parti­ ciparan hasta tres carros por equipo.

Los restos del coloso

A pesar de su grandiosidad y riqueza, o más bien precisamente por ellas, muy po­ co es lo que nos ha quedado de esta cons­ trucción, bastante menos que del vecino Coliseo. Según autores como Tito Livio o Dionisio de Halicarnaso, ya en el siglo vii a. C., Tarquinio Prisco habilitó un lugar entre el Palatino y el Aventino, llamado Valle Murcia, para varios menesteres, entre ellos, las carreras. De orígenes supuesta­ mente modestos, durante sus primeros siglos pudo consistir en un terreno allana­ do y nivelado con un graderío de madera. Algunos incendios, cosa nada extraña en la ciudad del Tíber, acabaron motivando su conversión a estructura de piedra, aun­ que tardó siglos en completarse.

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ARQUEOLOGÍA

Un gran espectáculo E

l Circo Máximo era el mayor de Roma y tam­ bién el primero de la ciudad, construido po­ siblemente en el s. vii a. C. Era un hipódromo, el lugar destinado a las carreras de carros, un de­ porte que los romanos quizá tomaron de los griegos.

Originalmente de madera, tras sucesivas reestruc­ turaciones, el emperador Trajano le dio su colosal forma final en concreto y mármol en 103 d. C. La capacidad del estadio, ya en el siglo i a. C., era, al parecer, de 150.000 espectadores sentados.

DEPORTISTAS Y CELEBRITIES

Habitualmente, las carreras eran de siete vueltas, y las disputaban doce carros de cuatro caballos cada uno. Las diferentes cuadrigas pertenecían a cuatro equipos fijos, identificados por colores: verde, rojo, azul y blanco. Las riendas estaban atadas a la cintura de los aurigas, que llevaban un cuchillo para cortar las riendas en caso de accidente. Los aurigas podían ser esclavos, libertos o directamente libres, aunque su estatus solía ser bajo. Si tenían éxito, los esclavos podían obtener su libertad, además de convertirse en celebridades. El auriga más famoso fue Cayo Apuleyo Diocles, que se retiró a los 42 años, después de ganar 1.462 carreras.

TORRES Elementos decorativos que semejaban una fortificación.

PÚBLICO Los asientos no estaban prefijados. Había curiosos que observaban el espectáculo desde las colinas.

CARCERES La parte de los puestos de salida era más amplia para permitir la alineación de los carros.

SEÑAL DE SALIDA El magistrado a cargo del espectáculo dejaba caer un pañuelo blanco (mappa) desde aquí.

VERJAS DE SALIDA Un mecanismo permitía que se abrieran las doce compuertas a la vez.

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PULVINAR El palco imperial conectaba con el palacio del Palatino. Detrás de este se hallaba el Coliseo.


CIRCO MÁXIMO SPINA Muro bajo que dividía la pista y donde se situaban los contadores.

PORTA POMPAE Por aquí entraba una procesión que daba comienzo a los juegos.

OBELISCO de Ramsés II. Augusto lo trajo desde Heliópolis, Egipto. Fue el primero de Roma.

EL ESTADIO

PISTA Estaba cubierta con arena apisonada.

EXTERIOR Tenía tres pisos de alto, con arcos y columnas cubiertos de mármol.

Las carreras de carros eran el principal espectáculo, pero también podían celebrarse aquí combates de gladiadores, luchas contra fieras salvajes y otros actos, que se hicieron menos frecuentes con la construcción del Coliseo. La spina, de 344 metros, estaba adornada con estatuas, y unos huevos esculpidos marcaban las vueltas durante la competición. Más adelante se agregó otro sistema de conteo, con forma de delfines.

RIESGO MORTAL

La fragilidad de los carros y la ropa ligera de los aurigas hacían de las carreras una práctica de extremado peligro.

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ARQUEOLOGÍA Sus reconstrucciones lo asemejaron a una suerte de ave Fénix que crecía en tamaño, complejidad y monumentalidad con cada renacimiento. Durante la República, las mejoras fueron patentes, pero hasta el siglo ii d. C. no se completó su remodelación en piedra. Parece que ya en 329 a. C. se levan­ taron, en el extremo norte, las carceres, o puestos de salida de los carros, pero no se realizaron con piedra hasta 174 a. C. En el otro extremo, una gran puerta, la porta pompae, delimitaba la parte sur del edificio, magnificada en 196 a. C. con un arco triun­ fal dedicado a Lucio Estertinio y posterior­ mente al emperador Tito (s. i d. C.). Partiendo la pista, probablemente en el siglo iv a. C., se configuró la spina, poste­ riormente enriquecida con monumentos. Uno de ellos, ni más ni menos que un obe­ lisco de Ramsés II de casi veinticuatro metros de alto, fue trasladado del recién conquistado Egipto por Augusto en torno a 10 a. C. También se levantó un palco, o pulvinar, para las autoridades en el lado

SEGÚN DIONISIO DE HALICARNASO, EL CIRCO TENÍA CAPACIDAD PARA 150.000 ESPECTADORES EN LA ERA DE AUGUSTO

EL OBELISCO llamado Flaminio, de la época del faraón Ramsés II, situado actualmente en la plaza del Popolo.

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del Palatino, y a los viejos “contadores” de las siete vueltas –sendos huevos de piedra– se añadieron siete delfines de bronce. Por aquellos años, el griego Dionisio de Hali­ carnaso lo contempló sin que llegara to­ davía a su máximo esplendor. Si hacemos caso de sus palabras, el estadio superaba los 610 metros de longitud y los 108 de anchura, con un graderío de tres pisos de altura y capacidad para 150.000 especta­ dores. También menciona un canal exis­ tente, aunque hoy desaparecido, entre la pista y las gradas, posiblemente encarga­ do por César, para evitar que los carros impactaran contra los espectadores. Entre finales del siglo i a. C. y el i de nues­ tra era, la erección del anfiteatro de Tauro y más tarde el Flavio, o Coliseo, podrían haber restado importancia al Circo Máxi­ mo, pero no solo no se lo relegó, sino que siguió aumentando en tamaño y magnifi­ cencia. Si Roma tenía ahora edificios es­


CIRCO MÁXIMO

EL OBELISCO de Tutmosis III, llamado Lateranense por estar en la plaza di San Giovani in Laterano.

pecíficos para los combates de gladiadores, fieras e incluso barcos, el gran estadio de carreras continuó atrayendo a legiones de fervorosos seguidores. Incluso después del pavoroso incendio de Roma en la época de Nerón (64 d. C.), que duró seis días, no se abandonó la idea de tener el mayor cir­ co de todo el Imperio. Reconstruido más grande aún a finales del siglo i, el aforo, según el testimonio de Plinio el Viejo, ha­ bía aumentado hasta los 250.000 asis­ tentes, aunque seguramente incluía en la cifra a los que observaban desde las coli­ nas del Palatino y el Aventino. Nuevos incendios dieron lugar a nuevas reconstrucciones, sobre todo en tiempos de Trajano, y hasta dos siglos después el complejo recibió tributos en forma de ele­ mentos ornamentales, como el obelisco de Tutmosis III que hizo colocar Constan­ cio II en el año 357. Sin embargo, esto re­ sultó ser un canto del cisne para una edi­

ficación que perdía su atractivo en un mundo cada vez más alejado de los gustos clásicos. Se cree que el rey godo Totila ce­ lebró las últimas competiciones de carros en el siglo vi; a partir de entonces, el lugar se empleó como una lujosa cantera. Pese a ello, las primeras centurias de la Edad Media disfrutaron de unas ruinas mayo­ res que las que vemos hoy, y entre 1140 y 1150 fueron recicladas como fortaleza, uso que también fue abandonado. En el Renacimiento, el interés del papa Sixto V por embellecer la ciudad le llevó a realizar excavaciones, aunque más centra­ das en el rescate de monumentos que en su estudio. En 1587, los dos obeliscos se extrajeron del recinto y se colocaron en dos plazas: el de Ramsés II en la del Popolo, y el de Tutmosis III en la de San Giovanni. Después el estadio recibió poca atención. En el siglo xix se realizaron en él algunos trabajos arqueológicos. Poco antes de la II

Guerra Mundial se limpió el área de ar­ bustos y se habilitó como parque, siendo explorado por los especialistas de nuevo hasta finales de los años ochenta. Con el nuevo milenio, tuvieron lugar algunas campañas de excavación y restauración entre 2009 y 2016. Desde entonces, esca­ samente visitado por los turistas, langui­ dece lo que queda del Circo Máximo, ese gigante dormido y casi olvidado.

PARA SABER MÁS MONOGRÁFICO COARELLI, Filippo. Guida archeologica di Roma. Milán: Mondadori, 1975. En italiano. HUMPHREY, John H. Roman circuses: arenas for chariot Racing. Berkeley (EE. UU.): University of California Press, 1986. En inglés. MEIJER, Fik. Chariot Racing in the Roman Empire. Baltimore (EE. UU.): Johns Hopkins University Press, 2010. En inglés.

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CARTAS PUEDES ESCRIBIRNOS a redaccionhyv@historiayvida.com o a la siguiente dirección postal: HISTORIA Y VIDA, av. Diagonal, 662664, 4.a planta. 08034 Barcelona (España). historia y vida se reserva el derecho a editar las cartas recibidas.

CORREO DEL LECTOR MILITARES “PROGRES”

El caso de Lacy (hyv 605) es representativo de esos militares que, a principios del siglo xix, defendieron el liberalismo frente al Antiguo Régimen. Juan Martín Díez, el Empecinado [dcha.], fue otro ejemplo ilustre. Famoso combatiente durante la guerra de la Independencia, ocupó el puesto de capitán general durante el trienio en el que gobernaron los liberales. En venganza, Fernando VII lo hizo ahorcar

tras restablecer el absolutismo. Macarena Florentín

CONSULTAS ¿ES VERDAD QUE HUBO UN RECHAZO PROTESTANTE AL DESCUBRIMIENTO DE LA QUINA? Luz Varela

Sí. La quina es la corteza del quino, un árbol de América del Sur. Los jesuitas descubrieron en el siglo xvii que servía para curar la malaria. En los países protestantes, sin embargo, se desconfió de su utilidad, porque existía un prejuicio contra la Compañía de Jesús, una orden religiosa católica. No obstante, existía una base racional para esta actitud. No todos los tipos de quina tenían propiedades curativas. El problema era que se desconocía el porqué de sus cualidades medicinales: una sustancia denominada quinina. Salvador Collado

OPINIÓN LA MONA LISA DE ESPAÑA

El Museo del Prado tiene su propia Gioconda [arriba], una de las copias más antiguas del original (hyv 605). El debate sobre su autoría ha generado hipótesis imaginativas, como la atribución al pintor alemán Hans Holbein. En realidad, se debe al taller de Leonardo. De hecho, la copia es tan temprana que un discípulo –tal vez Salaì, quizá Melzi– la realizó mientras el maestro pintaba su cuadro. Una capa de pintura, en una fecha indeterminada posterior a 1750, cubrió su paisaje de fondo. Este, sin embargo, se conservó en buenas condiciones. La restauración realizada a partir de 2010 recuperó su aspecto original. Lidia Aracil

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09 / 2018 EL NOMBRE DEL VIDEOJUEGO THE LEGEND OF ZELDA ¿ES POR LA ESPOSA DE SCOTT FITZGERALD? Alberto Jiménez Rueda

Así es. Uno de sus diseñadores, el japonés Shigeru Miyamoto, admiraba a la novelista Zelda Sayre (1900-48), esposa del escritor F. Scott Fitzgerald, en la que veía a una mujer hermosa y fascinante. Además, le gustaba el sonido de su nombre. Por ambas razones, lo utilizó como nombre de su videojuego (abajo, fan disfrazado de uno de los personajes). Ariel Rodríguez

¿FUE CULPABLE CHARLES DICKENS DEL SUICIDIO DE SU ILUSTRADOR? Javier Peña

Robert Seymour (1798-1836) era un conocido ilustrador que encargó a Dickens textos para acompañar una serie de sus obras, destinadas a publicarse por entregas. En principio, el novelista debía adaptarse al dibujante. Dickens, sin embargo, consiguió que fuera al contrario y empezó a escribir lo

que sería su primer libro, Los pápeles póstumos del club Pick­ wick. Misteriosamente, Seymour (arriba, uno de sus dibujos) se quitó la vida al cabo de poco. Se ha especulado sobre si actuó desesperado, al perder el control del proyecto, pero no hay pruebas de que fuera ese el motivo. Diego Reyes

CARTA DEL MES Roosevelt pareció haber cedido mucho ante Stalin [hyv 605]. Mientras Churchill se mostraba inflexible con el mandatario soviético, el presidente norteamericano, contra el consejo de sus colaboradores, hizo todo lo que pudo por ganarse la simpatía del zar rojo [ambos, en el centro e izqda. de la imagen]. ¿Cómo valorar esta actitud? Los especialistas se dividen. Unos critican al inquilino de la Casa Blanca por débil. Otros creen que su política, la amistad con la URSS, era el único camino posible para vencer a Hitler. Alicia Galcerán

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DOSSIER LOS PUEBLOS DEL LEVANTE HISPANO

Iberos Por JOSÉ MIGUEL PARRA

28 MUCHO MÁS QUE GUERREROS 36 PARA NO PERDERSE

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DOSSIER

MUCHO

MÁS QUE GUERREROS Los iberos fueron conocidos en todo el Mediterráneo por su destreza en la guerra, pero lo que conocemos de sus intercambios comerciales, sus sistemas de escritura y sus manifestaciones artísticas demuestra que se trató de un pueblo dinámico y de gran originalidad. JOSÉ MIGUEL PARRA, DOCTOR EN HISTORIA ANTIGUA Y ESCRITOR

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IBEROS

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DOSSIER

N

o cabe duda, los iberos forman parte de nuestra historia, pero también de nuestra actualidad. No hay más que ver el interés que despertó en los medios este verano la noticia de que, gracias al georradar, la Universidad de Barcelona ha hallado en Banyeres un poblado ibero de grandes dimensiones. En total, son 200 estructuras que lo hacen comparable en importancia al poblado de Ullastret. En realidad, nuestro conocimiento de la existencia de los iberos viene de lejos. La primera vez que aparecen mencionados es en la Ora maritima de Avieno, un texto del siglo iv que se supone basado en un itinerario doscientos años más antiguo escrito por marinos de Massalia (la mo­ derna Marsella). Según el poeta latino, los iberos son las gentes que habitan la costa mediterránea de Hispania, claramente diferentes de las gentes del interior, que, a su decir de romano, estaban menos “ci­ vilizadas”. Curiosamente, pese a que el de Avieno fue un texto muy leído en España

LA IDENTIFICACIÓN ARQUEOLÓGICA DE LA CULTURA IBERA SOLO SE PRODUJO A FINALES DEL SIGLO XIX durante el Renacimiento –las referencias romanas daban caché histórico al por en­ tonces país más poderoso del mundo–, la identificación arqueológica de la cultura ibera solo se produjo a finales del siglo xix, y no sin ciertos problemas. Fue en 1830 cuando se empezaron a des­ cubrir en el Cerro de los Santos (Albacete) una serie de esculturas en piedra que el informe oficial de 1860 no supo situar cro­ nológicamente sino en época visigoda. A su entender, como se trataba de obras de mérito, solo podían ser posteriores a los romanos, que fueron quienes trajeron la civilización a España. Además, la habitual lentitud que mostramos a la hora de pro­ teger nuestro patrimonio consiguió que esos hallazgos no tardaran en ser objeto de venta a coleccionistas. Viendo el nego­ cio, un avispado relojero de la cercana Yecla fabricó varias estatuillas falsas que

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DAMA OFERENTE, Cerro de los Santos, ss. iv-iii a. C. En la pág. anterior, Vaso de los guerreros, ss. iii-ii a. C.


IBEROS EL “TIMELINE” DE LOS IBEROS Nuestro conocimiento de la cultura ibera no ha dejado de mejorar, y en la actualidad está bastante bien definida. PERÍODO ORIENTALIZANTE

Se conoce con este nombre a la etapa anterior al mundo ibérico, que ocupa aproximadamente el siglo vii a. C. En esta época, en el curso bajo del Guadalquivir, se desarrolló la rica cultura tartésica, influida por la presencia en la costa mediterránea de numerosas factorías fenicias desde al menos el siglo viii a. C. La influencia tartésica se extendía desde aquella zona hasta el área de la actual Murcia.

RESTOS DEL POBLADO ibérico de San Antonio, en el municipio de Calaceite (Teruel), siglos v-iii a. C.

hizo pasar como verdaderas. Su trabajo acabó presentado en las exposiciones uni­ versales de Viena en 1873 y de París en 1878. El problema es que la superchería fue desenmascarada, con lo que la sospe­ cha recayó sobre el resto de las esculturas y retrasó el reconocimiento de la cultura ibera por los sabios de la época. Con estos antecedentes, no es de extrañar la enconada resistencia mostrada pocos años después por la comunidad científica internacional a considerar legítimas las pinturas de la cueva de Altamira. Por for­ tuna, el arqueólogo francés Pierre Paris –que excavaba en España y adquirió la Dama de Elche para el Louvre– publicó en 1904 un libro, titulado Ensayo sobre el arte y la industria de la España primitiva, con el que dio a conocer la cultura ibera al mundo científico europeo.

De monarquías a jefaturas

Desde entonces, nuestro conocimiento de la cultura ibera no ha dejado de mejorar. Hasta el punto de que, ahora, esa crono­ logía que tanto desconcertó a los excava­ dores del Cerro de los Santos está bastan­ te definida. Tras el período ibérico antiguo, en el siglo vii a. C., es posible distinguir un período clásico, del siglo v al iii a. C., mo­

mento álgido en el que se vivirá una tran­ sición de las monarquías a las jefaturas aristocráticas guerreras. Después del triun­ fo de Roma contra Cartago en la segunda guerra púnica, la cultura ibera se diluirá poco a poco en la romana, que se instala enérgicamente en la península. Fueron muchos los “pueblos” iberos esta­ blecidos a lo largo del litoral meridional y oriental de la península, hasta casi alcan­ zar el Ródano, en el sur de la Francia actual: túrdulos, bastetanos, mastienos, indige­ tes... No conformaron una unidad política. Culturalmente es imposible diferenciarlos mediante las evidencias arqueológicas, pero las fuentes los demarcan con cierta precisión por áreas geográficas. Estas poblaciones se organizaron primero en monarquías sacras, que terminaron transformadas en jefaturas aristocráticas clientelares, teniendo los caudillos gue­ rreros un control político más absoluto en la zona meridional que en la nororiental. No obstante, para terminar de complicar esta imagen a vuela pluma de la estructu­ ra política ibera, en las descripciones de las fuentes también aparecen mencionados órganos colegiados para la toma de deci­ siones, como consejos de ancianos o sena­ dos. Quizá sea este tipo de matiz político

IBÉRICO ANTIGUO

Un siglo después encontramos desarrollado en el sureste peninsular este período, influido por las colonias griegas de Massalia (actual Marsella, 600 a. C.) y Emporion (Ampurias, 575 a. C.), que ha de sumarse a la influencia fenicia. Mientras, el mundo tartésico va menguando en importancia.

IBÉRICO CLÁSICO

La etapa más deslumbrante comienza en torno al año 450 a. C. y finaliza hacia 200 a. C. Fue un período de cambios, pues las monarquías orientalizantes dieron paso a jefaturas aristocráticas guerreras.

IBÉRICO FINAL

Con la derrota de los cartagineses en la segunda guerra púnica, en el año 201 a. C., comienza este período, que se prolonga hasta una fecha indeterminada, cuando la romanización ha calado tanto entre la población indígena que esta se considera a sí misma latina.

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DOSSIER

MONOLITO con inscripciones ibero-tartésicas, siglo vii a. C., descubierto en Siruela, Badajoz.

el que explique la existencia de tantos pueblos iberos diferentes. En cualquier caso, está claro que el clien­ telismo era llevado al extremo, como de­ muestran las instituciones de la fides y la devotio. La primera era una dependencia personal, y la segunda, colectiva. Ligaban al cliente con su jefe militar hasta la muer­ te, pues no podían sobrevivir al fallecimien­ to de este en la batalla, viéndose obligados a suicidarse. A cambio de semejante sacri­ ficio, los clientes disfrutaban de la protec­ ción proporcionada por el jefe y, sin duda, de beneficios económicos añadidos.

Con contactos y cultivados

Los caudillos vivían en las casas señoriales que se han encontrado en los distintos oppida (poblados fortificados) iberos, sus asentamientos más grandes. En los oppida podían llegar a convivir varios miles de personas. Las viviendas estaban distribui­ das según un plano más o menos ortogonal, trazado sobre una pequeña meseta fácil­ mente defendible a la que se añadía una

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muralla. Además de los oppida, en el terri­ torio ibero había pueblos o aldeas –tanto en el llano como en las laderas de pequeños cerros–, caseríos o granjas fortificadas pa­ ra explotación agropecuaria, así como atalayas, pequeñas instalaciones fortifica­ das destinadas al control del territorio.

pueblo alfabetizado que poseía escritura propia. En total, se conocen aproximada­ mente un par de millares de inscripciones. Las hallamos en monedas, cerámicas, ob­ jetos de prestigio, estelas funerarias y lá­ minas de plomo. Sin embargo, pocas po­ seen una extensión amplia que posibilite

PARTE IMPORTANTE DE LA ECONOMÍA IBERA FUE EL COMERCIO CON FENICIOS, GRIEGOS Y CARTAGINESES Una parte importante de la economía del mundo ibero fueron los intercambios co­ merciales con fenicios y griegos, reempla­ zados después por los cartagineses. Los iberos mercadeaban con metales, cereales, aceite y vino a cambio de productos de lujo para sus élites (cerámicas decoradas, telas, joyas...). Los contactos con estas culturas permitieron desarrollar las técni­ cas alfarera y escultórica iberas, y se llegó incluso a acuñar algunas monedas. Una de las primeras cosas que llama la atención de los iberos es que se trató de un

un análisis filológico detallado, y ninguna forma parte de un texto bilingüe que apor­ te pistas para su desciframiento, al permi­ tir comparar el ibero con alguna lengua conocida de la época, como el fenicio, el griego o el latín. Y es que la lengua ibera tiene una peculiaridad: sabemos cómo leerla y pronunciarla, pero no cómo tradu­ cirla... Al menos, no todavía. El desciframiento de su fonología se debe a Manuel Gómez Moreno, que en 1922 la identificó como una escritura mixta, en parte alfabética (las vocales) y en parte


IBEROS

Los misterios de su sociedad

En cualquier caso, además de jefes y aris­ tócratas, dentro de las poblaciones iberas encontramos agricultores, comerciantes, artesanos, mujeres, niños y esclavos. Re­ sulta por ahora imposible saber si hubo sacerdotes y, de haberlos, si actuaban como únicos intermediarios entre los dio­ ses y sus fieles o como meros represen­ tantes de los jefes, demasiado ocupados para dedicar todo su tiempo a los ritos y ceremonias. Igual de difícil resulta iden­ tificar el trabajo de los comerciantes, sin duda vinculados a los jefes y la aristocra­ cia, a quienes proveían de productos de lujo. El grueso de la población lo formaban los campesinos y artesanos, distribuidos según unas redes clientelares de cuya es­ tructura lo desconocemos todo. Respecto a las mujeres, parece que su imagen está cambiando entre los histo­ riadores. Según indican las fuentes, a

Un batiburrillo de pueblos MUCHOS NOMBRES, UNA BASE CULTURAL COMÚN Mar Cantábrico

ELISICEOS SORDONES Massalia

Duero

INDIGETES

Ebr o

ERENOSIOS ANDOSINOS CERETANOS Rhode ILERGETES AUSETANOS Emporion SUSAETANOS LACETANOS LAYETANOS COSETANOS SEDETANOS ILERCAVONES

TURBOLETAS LOBETANOS EDETANOS

Tajo

Túria

ORETANOS TÚRDULOS

ivir

lqu ada

Gu

TURDETANOS

Gades

Malaka

s

Ba

res lea

CONTESTANOS

DEITANOS MASTIENOS BASTETANOS BÁSTULOS

Isl a

silábica (consonantes oclusivas). Sus tre­ ce signos alfabéticos y quince silabogramas se escribían de izquierda a derecha. En realidad, estamos generalizando, porque estas características describen solo uno de los varios sistemas de escritura utilizados por los iberos, en concreto, la escritura levantina, o noroccidental, que encontra­ mos desde Murcia hasta aproximadamen­ te la desembocadura del río Hérault (entre Montpellier y Narbona). Es la única que ha podido leerse, sobre todo porque es en la que está escrita la inmensa mayoría de los textos conocidos. Desde Alicante has­ ta el sur de Portugal, en cambio, encon­ tramos la escritura ibérica meridional, o suroccidental, formada por 29 signos (con muchas variantes en pocas inscripciones, lo que dificulta el desciframiento) y es­ crita de derecha a izquierda. Estos serían los dos sistemas de escritura realmente ibéricos, a los que cabría sumar otros surgidos por su contacto con otras culturas. El primero sería la escritura greco­ibérica, que es una simplificación del alfabeto jónico usada entre el siglo v y el iv a. C. en la zona de Alicante y Murcia. Nació, claro está, de los intercambios co­ merciales con mercaderes griegos. Ade­ más, hacia el interior de la península, gentes de cultura celta realizaron unas pocas variaciones en la escritura ibérica para escribir su propia lengua.

Mar Mediterráneo

Qart Hadast

Territorio ibero Colonias griegas

0

150 km

EN EL TERRITORIO ibero, que se prolonga por el litoral meridional y levantino de la península hasta casi el río Ródano, en el sur de Francia, nos encontramos no con una unidad política centralizada, sino con innumerables “pueblos” iberos. EN LA ZONA TARTÉSICA surgen los turdetanos (desde el Algarve hasta Sierra Morena), que en el interior se convierten en los túrdulos (entre los valles del Guadiana y del Guadalquivir). En la costa hacia el este y el interior más cercano a ella aparecen los bastetanos (Albacete, Almería, Granada, Jaén, Málaga y Murcia); mientras que el interior más alejado de ella

menudo se las prefería como rehenes a los hijos de los jefes, lo cual parece indi­ car que la posición social de algunas de ellas era importante. Una conclusión que también parece desprenderse de imáge­ nes como la Dama de Elche y la Dama de Baza, tanto como de su presencia en los cementerios, donde, por otra parte, no se enterraba toda la población.

Principales colonias cartaginesas

(Ciudad Real y noreste de Córdoba, oeste de Albacete y al sur la provincia de Jaén) pertenecía a los oretanos. Siguiendo la costa hacia el norte estarían, entre otros, los mastienos (Cartagena), seguidos al norte del Júcar por los contestanos, los edetanos y los turboletas. Finalmente, en la zona noreste (bajo Ebro, Cataluña) nos encontraríamos con ilercavones, cosetanos, ilergetes, ausetanos, sedetanos, layetanos, indigetes, ausetanos y lacetanos. DESDE UN PUNTO de vista arqueológico, estos pueblos son indiferenciables, pero las fuentes históricas los localizan geográficamente con bastante claridad.

Este aparente peso social, por supuesto, no impidió que la dureza de la vida en la Antigüedad se cobrara su precio sobre las mujeres. Los estudios paleopatológicos sugieren que fallecían con unos 22 años de edad como media, y los hombres con 33. Solo un 6,67% de ellas alcanzaba los 40 años, comparado con el 28,57% de los hombres. Ese solía ser el resultado de dar

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DOSSIER método preferido de combate, pues ya antes de la llegada de los cartagineses se produjeron enfrentamientos entre unida­ des cerradas. A esta táctica se llegó después de haber pasado por un período de com­ bates singulares, donde los héroes de cada bando luchaban entre sí por la victoria final. Cuando, durante el siglo v a. C., la mo­ narquía se transformó en jefatura, lo mismo sucedió con la guerra, en la que ahora participaban los clientes del jefe, vinculados a él por las ya mencionadas instituciones de la fides y la devotio. En los combates no participarían sino unos cientos de soldados por cada campo, pues, al fin y al cabo, la población general no debía de ser demasiado elevada. Con respecto al armamento, hay que se­ ñalar que la famosa falcata ibérica no es sino uno de los cuatro tipos de espadas conocidas y utilizadas por los iberos. A ella se sumaban la de frontón, la espada de antenas y la recta tipo La Tène. Pese a no ser guerreros sino a tiempo par­ cial, la ferocidad con que se empleaban en combate, tan loada por los clásicos, hizo

SU FEROCIDAD LLEVÓ A LAS POTENCIAS DEL MEDITERRÁNEO A RECLUTARLES COMO FUERZAS AUXILIARES

GRAN VASO IBÉRICO de cerámica policromada procedente de La Alcudia, Elche (Alicante), siglo i a. C.

a luz en pésimas condiciones higiénicas. Y algo parecido puede decirse de los niños, cuya mortalidad total se calcula en un 50%. Esto implica que muchos de ellos no alcanzaban la edad mínima que los definía como miembros de la sociedad y les fa­ cultaba para ser sepultados en los cemen­ terios. Cuando la muerte sucedía antes, muchos eran enterrados bajo el suelo de las casas, quizá como una ceremonia pro­ piciatoria, que algunos investigadores han

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interpretado como un sacrificio ritual más que como una muerte natural.

De la guerra y la muerte

De entre su grupo de clientes, el jefe y los aristócratas escogían a los hombres que los seguirían a la batalla, porque parece que guerrear era una actividad estacional que tenía lugar durante la temporada de buen tiempo en primavera­verano. Se ha de des­ cartar también que fuera la guerrilla el

que las potencias mediterráneas reclutaran grupos de combatientes iberos como au­ xiliares de sus unidades principales. Con tantos choques bélicos, y dadas las pobres condiciones de vida, resulta lógico que la muerte y los dioses ocuparan un lugar destacado en el pensamiento de los iberos. Los cadáveres eran incinerados y las cenizas enterradas, tras lo cual se cele­ braba un banquete funerario. Los enterra­ mientos podían ser de varios tipos. El más sencillo era un simple agujero en el suelo, en algunos casos con una pequeña estruc­ tura cuadrada superpuesta. Se conocen otros en pozos con las paredes revestidas de piedra o adobe, tumbas de cámara con un túmulo encima, otras turriformes (en forma de torre) y, por último, las simbólicas, en las que la urna funeraria es sustituida por una piedra. Las tumbas se agrupaban


IBEROS

ESPECIALISTAS en las excavaciones arqueológicas

de Coimbra del Barranco Ancho, Jumilla (Murcia).

en necrópolis situadas siempre cerca de los recintos urbanos, donde podían ser vistas con facilidad. De algún modo, es como si se hubiera querido destacar la existencia de las tumbas, pues algunas de ellas han aparecido con esculturas pintadas de rojo, mientras que los propios cementerios apa­ recen desprovistos de árboles que pudie­ ran impedir la vista al transeúnte.

La religión y el arte

Por lo que respecta a la religión, solo se conoce el nombre de un dios, Betatun, aunque se sabe que los sacrificios tuvieron gran relevancia en ella, a diferencia de los templos, no muy significativos. No son muchos los que se conocen, pero los luga­ res de culto sí son muy numerosos. En las zonas urbanas podemos encontrar alguno de esos pocos templos, capillas domésticas y santuarios empóricos, donde tenían lugar los intercambios comerciales bajo la pro­ tección de los dioses. Los santuarios estaban situados cerca de las ciudades. Fuera del recinto urbano se encontraban los templos supraterritoriales, vinculados a grandes territorios y no a una única población. Vinculado al mundo funerario figura uno de los elementos más reconocibles de la

cultura ibérica: la escultura. En ella se apre­ cian influencias griegas y fenicias, pero adaptadas al modo de hacer ibérico, lo que da lugar a obras con mucha personalidad. Para crear sus trabajos, los escultores iberos utilizaban piedras blandas, que en muchos casos pintaban para dotarlas de más vis­ tosidad. Otro elemento escultórico rela­ cionado con la religiosidad ibera son los exvotos de bronce, realizados a la cera perdida y de calidad diversa. Si bien se encuentran prácticamente por todas partes, se han recuperado por millares en dos san­ tuarios: Collado de los Jardines y Castellar, ambos en la provincia de Jaén. Finalmente, entre la información que no podemos interpretar del todo sobre la ideología ibérica, se encuentran los dibu­ jos que adornan las cerámicas y algunas urnas funerarias. Se trata de escenas de origen variado, con protagonistas huma­ nos, animales y vegetales, a veces llegados del mundo heleno (como las gárgolas), otras del púnico (símbolos de Tanit) y mu­ chas más propias del ibero (como el águi­ la). Estas piezas representan una perfecta síntesis de esta cultura, porque, aunque el mundo ibérico aceptó muchos influjos culturales del Mediterráneo oriental, lo

hizo adaptándolos a sus propias necesi­ dades ideológicas, una característica de las culturas con un carácter definido. Los importantes beneficios económicos que obtenía Cartago de su relación con el mundo ibero no tardaron en generar las envidias de Roma. De modo que esta buscó la menor de las excusas para des­ encadenar una serie de enfrentamientos que, a duras penas, le permitieron librar­ se del único competidor de talla existen­ te en el Mediterráneo occidental. A partir del siglo iii a. C., la llegada de la cultura romana a la península dio comienzo a un importante proceso de aculturación que acabó con la cultura ibera y con sus miem­ bros convertidos en romanos.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Manuel. Tartesios, iberos y celtas. Pueblos, culturas y colonizaciones de la Hispania Antigua. Madrid: Temas de Hoy, 2000. COLLADO HINAREJOS, Benjamín. Los íberos. Tres Cantos: Akal, 2013. RAMOS, Rafael. Los iberos. Imágenes y mitos de Iberia. Córdoba: Almuzara, 2017. BENDALA,

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DOSSIER

PARA NO PERD

Aunque no están aquí todos los que son, presentamos algunos de los mayores hits de la cultura ibera que podemos visitar en España en la actualidad. JOSÉ MIGUEL PARRA, DOCTOR EN HISTORIA ANTIGUA Y ESCRITOR

Yacimiento de La Alcudia (Alicante)

Ocupa una superficie de unas diez hectáreas en el término de Elche. Durante siglos ha sido tierra de labor y cantera para recuperar piedras y sillares para los edificios de Elche y su entorno. A finales del siglo xix se implantó el regadío, lo que conllevó una intensa remodelación del terreno que propició la aparición de restos antiguos, entre ellos, la Dama de Elche.

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Los vestigios arqueológicos visibles se extienden por toda la superficie del yacimiento. Cuenta también con dos edificios, el Centro de Interpretación, ubicado a la entrada del complejo, y el Museo Monográfico, en la zona central. Para saber más: www.laalcudia.ua.es

Poblado de Ullastret (Gerona)

El poblado ibérico del Puig de Sant Andreu

de Ullastret, datado del siglo vii a. C., es el mayor de Cataluña. Fue la capital de la tribu de los indigetes. Durante su asentamiento en la zona, sus pobladores construyeron un gran recinto amurallado y establecieron una cultura propia. Los vestigios de la misma se pueden ver en la sede de Ullastret del Museu d’Arqueologia de Catalunya. Allí, además, se podrá vivir la experiencia de recorrer las calles de una ciudad ibérica gracias a una nueva


ÍBEROS

ERSE

Mar Cantábrico

Puig Castellar Barcelona Castellet Calafell de Banyoles Tarragona Madrid El Cerro de las Cabezas

Castellet de Bernabé

Puntal dels Llops

Castellar de la Meca Pozo Valencia Moro Corral de Saus Ciudad Real Cerro de los Santos La Bienvenida Castellar Tossal de Manises Cástulo Collado de Toya Murcia Mar los Jardines Jaén Huelma M e d i te r rá n e o Basti Granada 100 km

0

,

EXVOTO,

siglo iii a. C. Collado de los Jardines. MAN.

sala de proyección inmersiva en 3D. Para saber más: www.macullastret.cat

Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

Puente Tablas

Conjunto escultórico de Porcuna (Jaén)

Se trata de un conjunto de esculturas ibéricas que datan de la primera mitad del siglo v a. C. Constituyen el grupo escultórico ibérico más importante de los conocidos hasta el momento. Se descubrió en 1975 en el yacimiento de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén), y está compuesto por más de cuarenta piezas que representan luchas heroicas o escenas de caza. Originales y algunas reproducciones se exhiben en el Museo de Jaén. Para saber más: www.viajealtiempo delosiberos.com www.museosdeandalucia.es/web/ museodejaen

Complejo ibérico de Coimbra del Barranco Ancho (Murcia)

El principal centro museístico español dedicado a la arqueología alberga, entre otras piezas de la cultura ibera, un monumento funerario turriforme: el sepulcro de Pozo Moro, datado hacia finales del siglo vi a. C. y hallado en la población albaceteña de Chinchilla de Montearagón. Desde 1971, el MAN acoge también la Dama de Elche, símbolo universal de la escultura ibera, que se encontró en la localidad alicantina de La Alcudia.

Localizado en el término municipal de Jumilla, está datado entre los siglos iv y ii a. C. y consta de un poblado, un santuario y tres necrópolis. En el poblado se descubrió en 1981 el Cipo (o pilar-estela) de los Jinetes Ibéricos, una de las mejores esculturas de la plástica ibérica, comparable a la Dama de Elche o a los conjuntos de Porcuna y Pozo Moro. Desde 1985, las excavaciones corren a cargo del profesor José Miguel García Cano, de la Universidad de Murcia.

Para saber más: www.man.es

Para saber más: www.um.es/coimbra

,

El oppidum y la necrópolis de Alarcos (Ciudad Real)

A unos ocho kilómetros de Ciudad Real capital se encuentra el Parque arqueológico de Alarcos, en el que pueden visitarse restos de la cultura ibérica oretana. Entre los siglos vi y iii a. C., Alarcos se convirtió en un oppidum (centro fortificado) de gran importancia. Los trabajos de excavación y restauración han permitido recuperar un sector de la trama urbana de la ciudad ibera. Recientemente se han descubierto seis túmulos de una necrópolis con restos óseos en un enterramiento completo con urna y una falcata como ajuar funerario, expuesta en el Museo de Ciudad Real. Para saber más: www.ciudadreal.es

Museo Ibero de Jaén

Inaugurado en diciembre de 2017, es el primer museo ibero del mundo. La mayor parte de sus colecciones provienen del Museo de Jaén, así como de yacimientos iberos de la provincia, como Cerrillo Blanco (Porcuna), Cástulo, Puente Tablas o la cámara sepulcral de Toya. Entre sus fondos se encuentra la cota de malla más antigua hallada en España. Está prevista la incorporación de objetos iberos procedentes de los museos arqueológicos de Almería, Sevilla, Córdoba, Granada y Linares. Para saber más: www.museosde andalucia.es/web/museoibero

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DOSSIER

EL TEMPLO DE LA ALCUDIA En el siglo xix empezaron a aparecer en La Alcudia los restos de un antiguo recinto sagrado.

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a Alcudia es lo que en arqueología del Oriente Próximo y Medio se conoce como un tell, un montícu­ lo que se ha formado con el paso de los milenios al irse acumulando el polvo y la arena sobre ciudades y pueblos abandonados. En la actualidad ocupa unas diez hectáreas de terreno, y, tras consta­ tarse su importancia gracias a descubri­ mientos fortuitos como la Dama de Elche, desde 1935 lleva siendo objeto de una excavación sistemática. Eso ha permitido comprobar que ya era un centro habita­ do en la Edad del Bronce y que siguió siéndolo hasta la época islámica, aunque su momento álgido tuvo lugar durante las épocas ibérica y romana.

Visiones de la diosa

Uno de los descubrimientos más intere­ santes realizados en La Alcudia fue un importante conjunto de restos escultóricos: una dama entronizada, un guerrero (en la imagen, el torso), un senador y un in­ fante, un relieve con un combate ritual, así como un hipogrifo, un caballo y un toro. Estos restos se emplearon tras su destrucción como empedrado de una calle que conducía a otro de los elementos ex­ traordinarios del yacimiento: el templo. Este recinto sagrado posee una planta cuadrada de 8 m de lado con la entrada en la cara sur. En su interior, una mesa de ofrendas se sitúa justo en el centro del pa­ tio. Desde la habitación existente en la esquina noreste de este patio se pasaba a una torre adosada al este. Además, en la pared interior occidental había un banco corrido que quizá sirviera para exponer las esculturas halladas en la calle adyacen­ te. De hecho, si esta se prolonga, parece conducir al punto en que se encontró la Dama de Elche, aunque, dado el carácter funerario de esta, no es seguro que forma­ ra parte del material cultual del templo. El primer templo fue construido a finales del siglo vi a. C. y destruido en el último

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cuarto del iii a. C., para ser levantado de nuevo a finales de esa centuria. Parece que esta nueva edificación fue duradera, porque el culto siguió celebrándose aquí hasta el último cuarto del siglo i a. C. En esta segunda fase, la habitación interior del templo desaparece, y tras el altar se añade una cámara subterránea muy re­ levante en los rituales de la Gran Diosa, a la que estaba dedicado el edificio. La

cámara permitía ver cómo la diosa pene­ traba físicamente en la tierra, donde per­ manecía fuera de la vista hasta que, trans­ currido el tiempo adecuado, salía de nuevo a la luz “renaciendo”. Los restos hallados en el patio inducen a creer que en las ceremonias del templo se consumía una cerveza alucinógena, que permitía al celebrante o a los fieles tener “visiones” que los acercaran a la diosa. Los recipientes en los que se bebía se rompían durante la ceremonia.


IBEROS

EL POBLADO DE ULLASTRET Una importante ciudad bien conservada y con interesantes influencias foráneas.

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a ciudad ibérica de Ullastret pare­ ce haber servido como capital del territorio de los indigetes, lo cual explica que se trate de la mayor población ibérica encontrada en Cataluña. Se calcula que existe desde mediados del siglo vii a. C., en plena Edad del Hierro, aunque también han aparecido restos pa­ leolíticos y calcolíticos. No obstante, co­ mo población ibérica, la arqueología sitúa su creación a mediados del siglo vi a. C. Así continuó hasta la segunda guerra pú­ nica (218­201 a. C.), cuando las tensiones del enfrentamiento entre cartagineses y romanos se dejaron sentir en Ullastret, porque antes de desaparecer de forma pacífica (no hay niveles de destrucción) llegó a casi triplicar la impresionante mu­ ralla de piedra que la rodeaba, a la cual se añadieron siete torres. Esta estructura defensiva, indicada para sobrevivir a la

violencia generada por romanos y car­ tagineses, se conserva en casi toda su extensión y hoy hace las delicias de los turistas, pues Ullastret, a unos treinta ki­ lómetros de Gerona, está perfectamente preparada para ser visitada.

Toques celtas y egipcios

La ampliación de la ciudad supuso la crea­ ción de tres nuevas terrazas y la construc­ ción de grandes casas señoriales –entre ellas, un palacio de 500 m2–, a lo que hay que añadir cisternas para almacenar agua, un templo e incluso la creación de un ba­ rrio de artesanos extramuros. Como es habitual en este tipo de asentamientos, las calles siguen los contornos del monte en el que se ubican, lo que no impide que algunas de ellas sean de tamaño notable, pues a su anchura de cuatro metros se suma una longitud de cincuenta.

Precisamente en un tramo de estas calles se realizó en 2012 un hallazgo tan macabro como interesante: los restos de quince cráneos, dos de los cuales conservaban el clavo que los atravesaba y que sirvió para fijarlos a una pared, posiblemente la fa­ chada del gran edificio que cerraba la calle. Una tradición esta, la de decapitar a los enemigos y lucir sus cabezas, propia del mundo celta y que habla del complejo mundo ideológico de la cultura ibera. El conjunto arqueológico de Ullastret se completa con un pequeño museo donde contemplar algunos de los objetos encon­ trados en la ciudad. Destaca una figura de terracota de Bes, divinidad faraónica que adoptaron los fenicios y llevaron con ellos a Hispania. Del mismo modo, las terraco­ tas aparecidas en el yacimiento nos hablan de la presentación de exvotos como par­ te del ritual religioso ibérico.

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DOSSIER

SEPULCRO DE POZO MORO

El MAN conserva la tumba casi intacta de un personaje ibero de importancia

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na de las muchas piezas destaca­ das que se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) es el llamado monumento turrifor­ me de Pozo Moro, es decir, con forma de torre (arriba). Fue encontrado en Chin­ chilla de Montearagón, en la provincia de Albacete, a finales de los setenta. Como en muchas ocasiones, los primeros sillares salieron a la luz cuando se roturó el campo donde se encontraba el monumento. Por fortuna, el dueño de las tierras advirtió su importancia y llamó a las autoridades. La base del monumento se encontró intac­ ta y los sillares del mismo, caídos en el sitio al que los había empujado el paso del tiem­ po, de modo que, cuando se trasladaron al MAN, se pudo reconstruir todo con certi­ dumbre. La reciente remodelación del museo ha sido la excusa perfecta para desmontarlo, limpiar, sanear y consolidar

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todos sus sillares y volver a reconstruirlo con los añadidos de los últimos estudios.

En la encrucijada

El monumento se construyó en el punto en que se cruzaban el camino norte­sur que conducía de Complutum a Cartago Nova y el tramo de la vía Heraclea (Cádiz­Levante) que pasaba por allí. Sirvió como mausoleo de las cenizas de quien fue, sin duda, un personaje muy destacado del mundo ibe­ ro de la zona en torno a 490 a. C. La fecha nos la proporciona el ajuar que acompaña­ ba a las cenizas: una jarra de bronce con un personaje desnudo entre leones en el asa, una cerámica de figuras rojas para libaciones y un lekito (vasija) de figuras negras de sátiros para perfumes. El difunto era un hombre de unos cincuen­ ta años, una edad muy avanzada para la época, cuya relevancia social queda de­

mostrada por la necrópolis que se fue creando posteriormente alrededor de su tumba. La cremación del cadáver tuvo lugar in situ, y alrededor de la pira se creó un cinturón protector de guijarros. Encima de todo ello se edificó el monumento fu­ nerario de este reyezuelo albaceteño, formado por tres escalones (el inferior, de 3,70 m de lado) sobre los que se alzó una torre que alcanzó los 10 m en dos alturas (tres, si hubo un remate en forma de pi­ rámide o de escultura). Cuatro leones protegen la base de la torre sobre el último escalón, y otros cuatro parecen haber he­ cho lo propio con el segundo piso del monumento, separado del primero por una moldura sobre la que puede verse una gola de tipo egipcio. Como mínimo, la hilera central del primer piso lucía relieves con varias escenas mitológicas, de las que, por desgracia, apenas queda nada.


IBEROS

DAMA DE ELCHE La obra ibera más famosa del mundo

L

a Dama de Elche es una de esas piezas emblemá­ ticas que ayudaron a dar a conocer la existencia de la cultura ibera al mundo. Y ello a pesar de que, en un principio, su belleza y maestría suscitaron recelos en algunos foros, en los que circularon acusacio­ nes de falsificación. Fue descubierta en agosto de 1897 en lo que luego demostraría ser un yacimiento arqueoló­ gico de excepcional riqueza, el de La Alcudia. Hallada durante unos trabajos agrícolas, de inmediato pasó a ser conocida como “La reina mora” por las gentes de la zona, que se acercaban a verla a la casa del Dr. Cam­ pello, propietario de la finca donde apareció. Enterado del descubrimiento, Pierre Paris, un arqueólogo y profe­ sor de la Universidad de Burdeos que excavaba en Espa­ ña, quiso comprarla para el Museo del Louvre. Pese a la primera y rotunda negativa de su dueño, finalmente, la testarudez del francés y la deuda que el MAN tenía desde hacía años con el Dr. Campello –debida a la compra de la colección de antigüedades heredada por su esposa– consiguieron que la transacción se realizara.

Del Louvre al Prado y al MAN

La Dama de Elche estuvo expuesta con gran éxito en el museo parisino hasta 1941, cuando fue recuperada para España gracias a un acuerdo de intercambio de piezas entre el Prado y el Louvre llevado a cabo al más alto nivel, entre Franco y Pétain. Desde 1971, el busto se encuentra expuesto en el MAN, donde, tras su última remodelación, es uno de los puntos focales de la sala dedicada a los objetos iberos que conserva esta institución. Realizado en piedra caliza y con 56 cm de altura, el bus­ to está revestido de una fina capa de yeso que conserva restos de policromía. Recientemente ha quedado confir­ mado que el hueco que presenta en su espalda fue utili­ zado para conservar las cenizas de una cremación, lo cual convierte a la dama en una urna cineraria. Sabemos que ya durante la Antigüedad fue considerada una obra ex­ cepcional, porque fue enterrada con la intención de pro­ tegerla: se la apoyó contra la base de la muralla y se la rodeó de un semicírculo de losas de piedra, cubierto a su vez de arena limpia, lo cual ha permitido que se conserve parte de la policromía de la imagen. Es probable que el busto –tallado entre finales del siglo v a. C. y la primera mitad del iv a. C.– repre­ sente a una sacerdotisa, quizá una de las ofi­ ciantes del templo de La Alcudia.

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DOSSIER

CONJUNTO DE PORCUNA

Escultórico mausoleo familiar de aires griegos repleto de animales y guerreros

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orcuna, en la provincia de Jaén, fue en tiempos un poblado ibérico llamado Ipolca, y muy cerca de él, en el Cerrillo Blanco, se encontró en 1975 un conjunto escultórico de gran riqueza. El grupo está formado por 1.400 fragmentos de lo que en su momento fue­ ron entre 40 y 60 estatuas, todas ellas de gran calidad, aunque también hay algún relieve. Como sucede a menudo, la vida del yacimiento no comenzó en época ibé­ rica, sino en la tartésica (siglo vii a. C.), como demuestra una necrópolis compues­ ta por 24 sepulturas individuales en fosa y una tumba megalítica. A principios del siglo v a. C., en esos terrenos se creó un

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monumento funerario al que, durante décadas, se le agregaron esculturas de diversos tipos, aunque todas ellas relacio­ nadas con la narración mítica del origen del linaje aristocrático que las encargó.

¿Un griego en Ipolca?

Las esculturas muestran una gran homo­ geneidad de estilo, y todas, incluidos los grupos escultóricos, se tallaron a partir de bloques independientes de caliza, algo propio de los frontones y monumentos griegos de la época. Esta pequeña revolu­ ción artística ha hecho pensar a más de un investigador que los diferentes creadores del taller a cargo de las estatuas estuvieron dirigidos por un escultor griego llegado a Hispania en no se sabe qué circunstancias. En torno a 400 a. C., el monumento fune­ rario fue destruido, y con él las estatuas

que lo decoraban. No obstante, los restos no fueron descartados de cualquier mane­ ra, sino que se enterraron en una zanja cuidadosamente alineados, con la intención de señalar con ellos un espacio sagrado. Algo similar a lo que sucede con las estatuas del yacimiento de La Alcudia. Entre las estatuas abundan las de animales míticos (esfinges, grifos y aves legendarias) y reales (toros como el de la imagen, en el Museo de Jaén, leones e incluso alguna rapaz). Entre los grupos escultóricos en­ contramos una lucha del héroe contra el león, escenas de caza que parecen sugerir algún tipo de rito de iniciación a la vida adulta, e incluso expresiones de la fertilidad o de la capacidad para perpetuarse del li­ naje, pues en una de ellas vemos a un varón falo en mano que se masturba. El grupo más numeroso y característico es el de los guerreros: diez parejas enfrentadas en he­ roico combate singular, con los derrotados, muertos o heridos, a los pies de los vence­ dores. Uno de los más impresionantes muestra a un jinete que desmonta para atravesar a su enemigo con una lanza.


Foto: José Javier Martínez / CEPOAT - Centro de Estudios del Próximo Oriente y la Antigüedad Tardía.

IBEROS

EL COMPLEJO DE COIMBRA El de Coimbra del Barranco Ancho es un amplio yacimiento con un gran sistema de defensa.

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erteneciente a los siglos iv­ii a. C. y situado en lo que hoy es Jumilla (Murcia), el yacimiento de Coim­ bra del Barranco Ancho contro­ laba estratégicamente el acceso a la cuen­ ca del Segura desde la Meseta Central, además de estar perfectamente comuni­ cado con la vía Heraclea y el camino Complutum­Cartago Nova. Se explica así la importancia del asentamiento, que consta de un poblado, un santuario y un grupo de tres necrópolis: la del Poblado, la de la Senda y la del Barranco. El poblado en sí destaca por su impresio­ nante sistema defensivo: una muralla de piedra de más de tres mil metros de lon­

gitud. Contaba con dos puertas, una al oeste y la otra al este. Esta estaba protegi­ da por dos torres y dos casas fortín adosa­ das a cada lado, que prolongaban hacia el exterior el pasillo de acceso. El sistema quedaba extendido en el interior del po­ blado gracias a las fachadas de la primera hilera de viviendas, que formaban una segunda línea de defensa, quedando un espacio entre estas y la muralla. Las viviendas se disponen en terrazas, afianzadas por el muro posterior de aque­ llas. Se crean así manzanas rectangulares que van definiendo calles en damero, las cuales servían también para evacuar las aguas de lluvia. Como es habitual, los sue­

los son de tierra batida, y las casas, de ado­ be sobre un zócalo de piedra. Entre los hallazgos más interesantes del poblado se encuentran varios ejemplos de escritura. Los primeros son sobre cerámica. En uno aparecen letras sin sentido, copia­ das quizá como ornamento, pero en otro hay signos comerciales griegos, y en otro más, un grafito greco­ibérico. Entre los segundos ejemplos hay una tablilla de plo­ mo aparecida doblada que quizá conserve un texto económico del siglo iv a. C. Del santuario de Coimbra, localizado, al parecer, en una de sus laderas, apenas que­ dan un exvoto de bronce, restos de algunos pebeteros de terracota en forma de cabezas masculinas y femeninas, muchos fragmen­ tos de cerámica y unas curiosas mascaritas de oro y plata que no se sabe si son ofrendas o representaciones de la divinidad. En la necrópolis del Poblado se encontró una interesante pieza de escultura, un ci­ po (pilar­estela) de 45 cm de base y 90 cm de alto, conservada en el Museo Arqueo­ lógico de Jumilla. En una de sus caras, una figura sentada toca con la mano la frente de un niño, mientras que en cada una de las demás hay representado un jinete.

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DOSSIER

EL POBLADO DE ALARCOS

Una fortificación sobre el vado del Guadiana

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l poblado ibérico de Alarcos, en rea­ lidad un oppidum, o centro fortifi­ cado, se encuentra a pocos kilóme­ tros de la moderna Ciudad Real. Se trata de un territorio ya habitado con an­ terioridad, pues se han encontrado restos de la Edad del Bronce y del Hierro que nos hablan de la privilegiada posición del asen­ tamiento: desde la parte occidental del cerro se puede controlar el vado del río Guadiana y, con ello, el acceso de los via­ jeros hacia Andalucía y Levante. El asen­ tamiento ibérico alcanzó su punto álgido entre el siglo v a. C. y finales del ii a. C., y, junto a los yacimientos de El Cerro de las Cabezas (Valdepeñas) y La Bienvenida

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(Almodóvar del Campo), está empezando a desentrañar la poco conocida historia del período ibero en el valle del Guadiana. La muralla que define el oppidum se con­ serva solo fragmentariamente, pues pare­ ce que la posterior muralla medieval fue construida utilizando los sillares de la ibérica, que demarcaba un asentamiento de entre 16 y 20 hectáreas de superficie. Dada la pendiente del cerro donde se asien­ ta el poblado, se adoptó la solución de crear terrazas, construyendo las casas sobre la roca madre (a veces rebajada para conse­ guir mejor horizontalidad) o directamen­ te sobre restos de viviendas anteriores. En uno de los sectores excavados hasta ahora

–el yacimiento está siendo investigado desde 1985 y las campañas se suceden anualmente–, una calle de 5 m de anchu­ ra y cerca de 40 de longitud sigue la incli­ nación natural del cerro y sirve de guía para que las casas se alineen a ambos lados. Calles perpendiculares a esta parecen de­ limitar dos barrios diferentes. La relevancia de Alarcos queda reflejada, por ejemplo, en el almacén que contiene, que se supone servía para el grano del asentamiento, o bien para guardar el que se repartiría a los poblados menores que lo rodeaban. Por otro lado, la presencia de cerámicas griegas muestra que los inter­ cambios comerciales eran algo habitual. Como no podía ser de otro modo con una población tan grande como esta, en Alar­ cos son varias las necrópolis que dieron reposo eterno a sus habitantes. Hace pocos años, unas obras permitieron el hallazgo fortuito de una de ellas. Aparecieron seis túmulos y una tumba completa con una urna y una falcata a modo de ajuar fune­ rario, eso sí, apelmazada con fragmentos de hierro y puntas de flecha.


IBEROS

MUSEO ÍBERO DE JAÉN

Un supercentro exclusivo de piezas de la cultura ibérica en Andalucía

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unto con la mitad sur de la provin­ cia de Ciudad Real y la parte occi­ dental de la de Albacete, la mitad norte de la actual provincia de Jaén completaba el territorio que los autores clásicos definen como Oretania. En total, y hasta el momento, en esta provincia se tienen inventariados más de medio millar de yacimientos ibéricos, incluida su “ca­ pital”, Cástulo, que se encuentra cerca de la moderna ciudad de Linares. Con seme­ jante riqueza arqueológica, no es de ex­ trañar que surgiera la idea de exponer todos los materiales pertenecientes a esta cultura en un mismo museo. La idea viene de antiguo, pues ya en 1998 se propuso utilizar la antigua cárcel de Jaén como sede de un Museo Íbero, y así dar uso a un edificio en desuso desde ha­ cía décadas. Dimes y diretes políticos lo

impidieron, pues para cuando se consiguió la autorización, el edificio se había dete­ riorado tanto que hubo que derribar la estructura. Se decidió entonces abrir un concurso para construir el museo desde cero en el solar de la antigua cárcel, hoy en pleno centro de la ciudad. Se trata de un edificio de 11.152 m2, de los que un total de 2.500 m2 se destinan a ex­ posición y el resto a almacenes, zonas de restauración y administración. Está pre­ visto que el museo cuente con más de tres mil trescientas piezas, el grueso de las cuales procederá de las conservadas has­ ta ahora en el Museo Provincial de Jaén, donde no podían mostrarse por falta de espacio. Asimismo, se espera incorporar

a la exposición permanente los conjuntos escultóricos hallados en Huelma y en Por­ cuna, unos fondos que se completarán con piezas venidas de los museos arqueológi­ cos de Córdoba, Granada, Linares y Sevi­ lla. El museo también pretende mostrar al visitante algunos de los más destacados yacimientos de la cultura ibérica, como los de Despeñaperros o Cástulo. El museo fue inaugurado en diciembre de 2017 con una exposición titulada “La Dama, el Príncipe, el Héroe y la Diosa”, es decir, cuatro de los personajes proto­ típicos de la cultura ibérica. La muestra, compuesta por un total de 300 piezas, muchas de ellas exhibidas por primera vez, está distribuida en un recorrido de 500 m2. En la imagen, un ave rapaz con las alas extendidas, del siglo v a. C., pro­ cedente del yacimiento de Porcuna.

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LA REINA MARGOT

Margarita de Valois se convirtió en reina de Navarra. Y pudo haberlo sido de Francia. Se lo impidieron sus errores políticos y su esterilidad. Pero nada iba a acabar con sus ganas de vivir intensamente: ni las intrigas palaciegas ni la sangre derramada a su alrededor. Ni siquiera la cárcel.

ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA

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alacio de Amboise, agosto de 1563. Cuatro niños y una niña juegan a ser actores ante la mirada atenta de Catalina de Médicis, la reina regente. El poeta Pierre de Ronsard ha escrito una obra para ellos. No están juntos por azar: Francia acaba de poner fin a la pri­ mera guerra de religión, y ellos son los vástagos de los bandos reconciliados. Enrique de Valois, futuro Enrique III, in­ terpreta el papel de Orléantin. Su her­ mano pequeño, Francisco de Alençon y Anjou, el de Angelot. Enrique de Guisa, hijo del jefe del partido católico, es Gui­ sin. Y otro Enrique, heredero de la reina

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protestante de Navarra, es Navarrin. El personaje de la princesa Margarita de Valois, que entonces tiene diez años, se llama Margot. El apodo se le quedará para siempre. Pero esta escena idílica no bastará para borrar las tensiones entre católicos y protestantes. Con los años, Angelot urdirá complots contra su pro­ pio hermano. Enrique III matará a Enri­ que de Guisa y morirá, a su vez, asesina­ do. La muerte de Enrique de Navarra será igual de violenta. De los diez hijos de Catalina, solo Margarita llegará a la vejez. Y no será precisamente un instru­ mento de su madre: la pequeña Margot olvidará pronto los versos del gran Ron­


REINA MARGOT

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sard para interpretar su propio papel en la historia de Francia.

El gran tour de Catalina

La infancia de Margarita de Valois fue tranquila y no demasiado familiar. Los Reyes vivían en el Louvre, los príncipes se criaban en Amboise. Aún no había cum­ plido siete años cuando Enrique II, su pa­ dre, murió accidentalmente en una justa. Desde entonces, la política absorbió por completo la atención de su madre, tanto durante el brevísimo reinado de su hijo mayor, Francisco II, como durante la re­ gencia del siguiente, Carlos IX. En cuanto a sus hermanas, aún era muy niña cuan­ do se marcharon para casarse. Creció entre libros de latín y clases de baile, y según sus contemporáneos llegó a ser maestra en ambas disciplinas. Al al­ canzar la pubertad completó su educa­ ción acompañando a la corte en un gran viaje de dos años por Francia. Fue, por así decirlo, una gran gira promocional. La reina pretendía consolidar la paz y re­

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forzar la imagen de su hijo Carlos como monarca. Para ello, paseó por las provin­ cias toda su magnificencia: unas quince mil personas, entre damas, gentilhom­ bres, lacayos, cocineros, coperos, músi­ cos, capellanes y guardias. A su paso, la comitiva restauraba los derechos de los hugonotes (así se llamaba a los protestan­

que olvidar que el entorno en que creció (y que la criticó) no era modélico.

Estreno en política

Dos años después de su regreso a París, a la princesa adolescente le llega la pri­ mera oportunidad de intervenir en los asuntos de la Corona. Su hermano Enri­

MARGOT TENÍA UN IDILIO CON ENRIQUE DE GUISA, Y CARLOS Y CATALINA LE MONTARON UNA ESCENA tes en Francia) en las ciudades católicas, y los de los católicos en las hugonotes. Para Margot fue todo un máster de inicia­ ción a la vida cortesana. Aprendió proto­ colo, recibió homenajes y, no menos im­ portante, descubrió la existencia del famoso “escuadrón volante” de la reina: veinticuatro damas de honor que revolo­ teaban de un amante a otro sonsacando información útil para su señora. Más tar­ de, la historia recordaría a Margarita por sus escandalosos amoríos, pero no hay

que, duque de Anjou, parte a sofocar una sublevación hugonote y le pide que de­ fienda sus intereses ante Catalina. Mar­ garita acepta entusiasmada. Es la prime­ ra vez que alguien confía en su elocuencia. Catalina, encantada al ver que se ocupa de algo más que de asistir a bailes, le va confiando pequeños secretos de Estado. Margot descubre el encanto de la políti­ ca, pero sobre todo se siente adulta y va­ lorada por una madre que hasta enton­ ces se había mostrado distante.


REINA MARGOT

EL CASTILLO de Amboise. En la pág. anterior,

Margot. Copia de un óleo de François Clouet, s. xvi.

Todo se echó a perder. Al parecer, la joven tenía un idilio con el duque Enrique de Guisa, el Guisin de aquella obra infantil. Enrique de Anjou se enteró a través de uno de sus favoritos e informó a Carlos y a Catalina. A Margot le montaron una es­ cena. No es que al novio le faltara abolen­ go, más bien le sobraba: los Guisa compe­ tían con los Valois por la Corona. Además, los Valois, por aquel entonces, defendían la convivencia entre religiones, mientras que los Guisa lideraban el partido ultra­ católico. Era un matrimonio imposible. La alianza entre Margot y su hermano Enrique se rompería para siempre. Pero lo que más dolió a la princesa fue perder la confianza de su madre, que dejó de ha­ cerle confidencias. La brecha entre ma­ dre e hija seguirá abriéndose con los años: Catalina de Médicis ni siquiera in­ cluirá a Margot en su testamento.

Un plan incómodo

La reina halló dos remedios para el mal de amores de su hija: desayunos a base

de infusiones de acedera y un matrimo­ nio de Estado. Se barajaron varios candi­ datos, desde el rey de Portugal hasta el hijo de Felipe II. Al final, tras enrevesa­ das negociaciones, se optó por casarla con el heredero al trono de Navarra. Navarra era por entonces un reino mi­ núsculo. Según un dicho burlón de la época, podía atravesarse a la pata coja. El sur se había incorporado a España en tiempos de los Reyes Católicos; solo se mantenía independiente una pequeña franja al norte de los Pirineos. Además, era un nido de hugonotes, empezando por la reina, Juana de Albret, que estaba aliada con buena parte de la aristocracia francesa. Casar a los dos príncipes era un intento de fortalecer la paz religiosa, siempre precaria, como demuestran los rumores tras la muerte repentina de Juana, que no llegó a ver la boda. La ma­ tó una neumonía, pero corrió la voz de que su futura consuegra le había regala­ do unos guantes envenenados. A Margot no le gustaron nada estos pla­ nes. Enrique de Navarra no era un prínci­ pe refinado: prefería la caza a los libros, cuidaba poco su higiene y no hacía falta besarle para adivinar que su plato favori­ to eran las tortillas de ajo. Además, la princesa sabía que su posición de media­ dora entre bandos enemigos iba a ser in­ cómoda. Según algunos autores, se re­ sistió con tanta energía que, durante la ceremonia, su hermano mayor tuvo que inclinarle la cabeza a la fuerza para que diera el sí. Otros ponen en duda la anéc­ dota y creen que se exageró más adelan­ te para poder anular el matrimonio. Tampoco la Iglesia católica vio con bue­ nos ojos el enlace. El papa Gregorio XIII jamás lo autorizó. Fue Catalina quien falsificó una carta en la que se anuncia­ ba la llegada inminente de la dispensa papal. Los festejos fueron lujosos y mul­ titudinarios... Pero no duraron mucho. Apenas seis días más tarde, por razones que aún no han quedado claras, los ex­ tremistas católicos emprenden una ma­ tanza de hugonotes. Las calles de París se llenan de cadáveres. La familia real francesa abandona su posición concilia­ dora y obliga al recién casado a abjurar de su religión para conservar la vida. En­ rique de Navarra obedece, pero le retie­ nen como prisionero en el palacio del

BODAS DE SANGRE

El enlace de Margot no logró evitar una matanza. En teoría, la unión de Margarita y Enrique de Navarra en 1572 iba a in­ augurar una era de paz en Francia. La novia era católica ferviente; el no­ vio, hugonote, es decir, protestante. Como es lógico, viajaba con su pro­ pio séquito, lo que en la práctica im­ plicaba llenar de hugonotes las calles de París, ciudad partidaria de los ul­ tracatólicos Guisa. Por más que en el Louvre se intercambiaran gestos de buena voluntad, una chispa bastaba para provocar un incendio. Y saltó. VIERNES, 22 DE AGOSTO Un mercenario dispara contra Gas­ par de Coligny, líder de los protes­ tantes. Yerra el tiro y solo logra volarle dos dedos de una mano. Te­ miendo disturbios, algunos estable­ cimientos cierran sus puertas. SÁBADO, 23 DE AGOSTO Carlos IX se interesa por la salud de Coligny y disuade a los hugono­ tes de abandonar la ciudad. Les pro­ mete que arrestará a los culpables, presumiblemente los Guisa. Pero Catalina hace cambiar a su hijo de opinión. Las tesis más recientes de­ fienden que la reina, viéndose obli­ gada por las circunstancias a elegir, escoge enfrentarse al bando más débil: el protestante. A Margarita la mantienen al margen. Ni católicos ni hugonotes confían en ella. DOMINGO, 24 DE AGOSTO Enrique de Guisa remata a Coligny. Le acompaña la guardia personal de Enrique de Valois, futuro Enrique III. Enrique de Navarra salva la vida gra­ cias a su esposa, pero es obligado a convertirse al catolicismo y la guar­ dia real da caza a su séquito. La ma­ tanza se extiende por París y otras ciudades. Aquella noche, la del día de san Bartolomé, turbas de fanáticos recorren las calles al grito de “¡Muer­ te a los hugonotes!”. Francia amane­ ce con 10.000 cadáveres.

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BODA DE ENRIQUE de Navarra y Margarita

de Valois, en 1572. Litografía del siglo xix.

Louvre, mientras la mayor parte de su séquito es ejecutada o encarcelada. Entonces Margarita toma una decisión asombrosa. La alianza con los hugonotes ya no es necesaria, y su madre y sus her­ manos le proponen anular el matrimonio que acaba de contraer. Para sorpresa de todos, la nueva reina de Navarra se niega. ¿Por qué? Pudo ser por compasión: su nuevo esposo estaba en una situación de­ licada y solo ella podía protegerle. O tal vez quiso evitar que su madre volviera a convertirla en un peón de su política ma­ trimonial. A partir de entonces, Margari­ ta se movió con la máxima libertad, tanto en lo político como en lo personal.

Primeras intrigas

Durante sus primeros cuatro años de ca­ sada, Margarita urde toda clase de pla­ nes para que su esposo pueda huir del Louvre. Para ello cuenta con la ayuda de su amante, el señor de La Molle, y de su hermano pequeño, Francisco de Alen­ çon, que desea suceder a Carlos en el tro­

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no. Forman el partido de los malcontents, que abogaban por regresar al equilibrio entre religiones. Cuando se descubre la primera de estas conspiraciones, Marga­ rita redacta en nombre de su marido una hábil carta exculpatoria que le salva la vida. Pero no logra salvar a su amante. La Molle muere decapitado, se le acusa de

lica de su hermano mayor. Dos años más tarde, Enrique de Navarra logra escapar de París y vuelve a su reino. Margarita pide entonces reunirse con él, pero no se lo permiten. Sin embargo, Enrique III, intimidado por el ejército hugonote que su hermano Francisco está empezando a reunir, acepta firmar el Edicto de Beau­

EN LOS PAÍSES BAJOS DESLUMBRÓ SU ATRACTIVO, PERO NO CONSIGUIÓ CONCRETAR NINGÚN ACUERDO recurrir a la brujería para dañar la salud del rey Carlos. Se cuenta, aunque no está demostrado, que Margarita sobornó al verdugo para poder enterrar dignamente su cabeza. Lo que sí se sabe es que desa­ fió a la corte llevando luto por él. La salud de Carlos IX no mejoró tras la ejecución de su supuesto hechicero. Fa­ lleció de tuberculosis aquel mismo año. Su hermano Enrique de Valois se convir­ tió en Enrique III de Francia, pero en lo esencial continuó con la política procató­

lieu, que devuelve a los protestantes par­ te de los privilegios perdidos. Este acuerdo no puso fin a la rivalidad entre los hermanos Valois. Los favoritos de cada uno siguieron cruzando bravu­ conadas y retándose a duelo por las ca­ lles de París. Margarita no dejó de apo­ yar al hermano menor: en vista de que había perdido el trono de Francia, tal vez podría hacerse con el de Flandes. El sur de los Países Bajos se había alzado en ar­ mas contra el dominio español. Margot


REINA MARGOT recordó de pronto las virtudes medicina­ les de las aguas de Spa, y, con el pretexto de acudir al balneario belga, emprendió un calculado viaje por tierras flamencas, ofreciendo a los sublevados la ayuda de Francisco a cambio de la Corona. Fue su primer gran fracaso político. Asistió a fiestas, hizo contactos y deslumbró a to­ dos con su poderoso atractivo, pero no logró concretar ningún acuerdo.

LA ÚLTIMA REINA DE LOS VALOIS MARGARITA 1553 nace en SaintGermain-en-Laye. Es la séptima hija de Enrique II de Francia y Catalina de Médicis.

MARGARITA 1576 VIAJA al sur 1559 de los Países Bajos con el SU PADRE propósito de obtener la Co-

Amor y libros

De todos modos, el pacto de Beaulieu había sentado las bases para un nuevo acuerdo de paz con los protestantes, y Margarita era la intermediaria ideal. Tras siete años casada, reclama su dote y parte por fin para reunirse con su esposo. Empieza la época más feliz de su vida. La corte de Navarra es modesta, pero agradable y liberal. Su nueva reina apar­ ca las intrigas y se entrega a una vida de placeres. Reúne en torno a ella a artistas y escritores. Introduce en la corte el Neo­ platonismo italiano. Compra libros, es­ cribe poemas, organiza fiestas, coquetea. Se enamora perdidamente de Champva­ llon, un noble al servicio de su hermano Francisco. Su marido, entretanto, pierde la cabeza por una adolescente apodada Fosseusse. No hay celos entre ellos: son estrictamente un matrimonio de con­ veniencia. El rey facilita los encuentros de Margot con su amante; la reina llega incluso a ayudar en el parto a Fosseusse cuando esta queda embarazada, aun­ que el bebé nace muerto. Ella, en cambio, no logra tener hijos. Está a punto de cumplir los treinta y aún no ha dado sucesión al reino de Navarra. La favorita de Enrique se envalentona y tra­ ta de relegarla; las relaciones entre los esposos empiezan a enfriarse. Al cabo de tres años de vida en Nerac, Enrique III y Catalina escriben a los reyes de Navarra para pedirles que viajen a París. Enrique de Navarra, desconfiado, declina la invi­ tación. Pero Margarita decide ir. En París la esperan los brazos de Champvallon.

manos Enrique de Anjou y Francisco de Alençon se disputan el trono de Francia, que finalmente pasa a manos del primero.

(a la izqda.) fallece accidentalmente en la celebración de un torneo. Su hermano mayor accede al trono como Francisco II, pero muere al cabo de unos pocos meses.

rona de Flandes para Francisco, su hermano menor.

1572 SE CASA

con Enrique de Navarra, que cae en desgracia tras la matanza de San Bartolomé. Sin embargo, la Princesa se niega a deshacer el matrimonio.

SU MADRE, Catalina de Médicis (dcha.), y es asesinado su hermano,

de sus amoríos con el señor de Champvallon.

FALLECE 1584 FRANCISCO de Alençon (arriba), prin-

Enrique III (sobre estas líneas). El rey de Navarra, esposo de Margarita, sube al trono de Francia con el nombre de Enrique IV.

cipal aliado de Margarita hasta ese momento.

MARGARITA 1587 ES recluida en el castillo de Usson (abajo), donde redactará sus célebres Memorias.

TRAS ANU1600 LAR su matrimonio con Margarita,

Enrique IV toma por esposa a María de Médicis (ambos en la imagen superior).

CARLOS IX 1574 (abajo) enferma gravemente. Sus her-

MARGOT 1606 REGRESA a París y entabla excelentes relaciones con la nueva familia real.

CORONA1610 CIÓN DE María de Médicis. Un

atentado acaba con la vida de Enrique IV. Margot llora su muerte.

Pública deshonra

Enrique III está preocupado por el poder cada vez mayor de los Guisa en París y cree que una visita del rey hugonote bas­ tará para intimidarlos. Por eso insiste a su hermana para que lo atraiga al Louvre,

1589 MUERE

ENRIQUE III la expulsa de 1583 París tras el escándalo

ACOMPAÑA 1564 a su madre y a su hermano el rey Carlos IX en un viaje por toda Francia. En Bayona se entrevista con su hermana Isabel, reina de España.

de Enrique III, es asesinado por mandato real.

1588

ENRIQUE, DUQUE de Guisa, principal enemigo

MARGARITA 1615 FALLECE en París de una afección pulmonar a los 62 años.

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millación. En realidad, aprovecha la oca­ sión para invadir Mont­de­Marsan y am­ pliar sus tierras a costa de la ofensa. Durante más de siete meses, Margarita se queda a medio camino entre París y Nerac, a la espera de que su hermano y su marido concluyan las negociaciones. Cuando por fin acepta su regreso, Nava­ rra la recibe con gran frialdad.

Sola contra todos

Margot pierde pronto su último apoyo. Su hermano Francisco muere de tuber­ culosis. Su hermano Enrique sigue sin perdonarla, y en cuanto a su marido, la ignora. La reina abandona el partido de los católicos moderados y pacta con los Guisa, ultracatólicos. Lo hace en un mo­ mento inoportuno, ya que Enrique III no tiene descendencia y Enrique de Nava­ rra, por puro azar dinástico, se convierte

CON FAMA DE MUJER FATAL Margot tuvo amantes, aunque no tantos como la leyenda sugiere ENRIQUE DE GUISA Se enamoró de él a los 17 años. A pesar de los rumores, probablemente no pasó de ser un amor platónico. Las princesas solteras estaban sometidas a una vigilancia muy estrecha, a diferencia de las casadas. A Enrique (en la imagen) le habría interesado casarse con ella, pero no la buscó como amante. Murió asesinado por razones políticas. LA MOLLE Lo decapitaron por intentar facilitar el retorno de Enrique de Navarra a su reino. La excusa fue un muñeco de cera hallado en su casa con una aguja clavada. El tribunal lo consideró brujería contra Carlos IX.

pero las cartas de Margot no dan resulta­ do. Por otra parte, esta pone más interés en ayudar a su otro hermano y en disfru­ tar de su amante. Cuentan las malas len­ guas que Champvallon entra en sus apo­ sentos cuando quiere, oculto en un baúl. Incluso corren rumores de embarazo. Francisco de Alençon, tras un intento fa­ llido de casarse con Isabel I de Inglaterra, vuelve a pensar en el trono de Flandes. Ni su hermano ni su madre le apoyan: te­ men que su ambición les aboque a una

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D’AMBOISE Se conservan los versos que dedicó a Margot, pero la aventura con otra mujer acabó con su vida. Un marido despechado le preparó una emboscada.

CHAMPVALLON

El gran amor de Margot fue este caballerizo mayor de Francisco de Alençon. El romance escandalizó. Ella tuvo que dejar París y nunca volvieron a verse. D’AUBIAC Este joven capitán fue el primero de sus amores crepusculares. Tenía solo dieciséis años, y ella casi le doblaba la edad.

guerra contra España. Pero su hermana sí: los espías de Enrique III interceptan las cartas que Margot intercambia con su hermano pequeño. Es la gota que colma el vaso. En mitad de un baile, el rey orde­ na a los músicos que dejen de tocar y diri­ ge una retahíla de insultos a su hermana ante toda la corte. La llama prostituta, la acusa de tener infinidad de amantes y fi­ nalmente la expulsa de París. Enrique de Navarra se indigna y exige explicaciones a Enrique III por esta hu­

ENRIQUE III DETIENE LA FIESTA, LA LLAMA PROSTITUTA DELANTE DE TODA LA CORTE Y LUEGO LA EXPULSA DE PARÍS en su heredero legítimo. Si lograra hacer las paces con su esposo, sería la siguien­ te reina de Francia. Pero la reconcilia­ ción le parece improbable, y, además, Navarra se obstina en seguir siendo hu­ gonote, pese a que el cambio de fe es la única condición que Enrique III impone a su cuñado para nombrarle sucesor. Sea como sea, Margarita elige mal, pero su elección es valiente. Temeraria, inclu­ so. Se muda a Agen, una de las ciudades que le pertenecen por dote, la fortifica, reúne un ejército y se lanza a guerrear por su cuenta. Pero el apoyo de los Guisa es más simbólico que financiero. Sus mercenarios, mal pagados, se entregan al pillaje, y sus vasallos, hartos de pagar impuestos, no tardan en rebelarse contra ella. Se ve obligada a peregrinar de casti­ llo en castillo huyendo de las tropas rea­ les, que finalmente la detienen y la encie­ rran en la fortaleza de Usson. A lo largo de los trece años que pasó allí se entretuvo escribiendo sus Memorias, una de las obras maestras de la literatura


REINA MARGOT

EL CASTILLO de Enrique IV de Francia en Nerac,

ciudad perteneciente a la región de Aquitania.

francesa del Renacimiento. Llegó a un acuerdo con su carcelero, el marqués de Canillac, para cederle el condado de Au­ vernia a cambio de un trato benévolo. En la práctica el marqués dejó a Margarita completamente libre, dueña y señora de Usson. Se quedó allí porque, a fin de cuentas, tampoco tenía a donde ir.

Dulce vejez

A partir de 1588 se precipitan los aconte­ cimientos. Enrique III se deshace del du­ que de Guisa y un año más tarde muere en circunstancias no muy decorosas, a manos de un monje que lo acuchilla en el retrete. Enrique de Navarra ya solo nece­ sita dos cosas para ser rey de Francia. Una es pasarse de nuevo al catolicismo. Aunque en realidad nunca dijo aquello de “París bien vale una misa”, la frase cuadra bien con su carácter pragmático. La otra es deshacer su matrimonio con Margot, incapaz de concebir un sucesor. Para lograrlo es preciso que ella también pida la anulación a la Santa Sede.

Las negociaciones se prolongan diez años, no porque Margarita tenga espe­ ranzas de reinar ni interés en conservar a Enrique, sino porque se niega a que es­ te se case con su última favorita y madre de sus hijos, Gabrielle d’Estrées. Solo es­ tá dispuesta a ceder su sitio a otra prin­ cesa europea. Cuando un mal embarazo se lleva la vida de Gabrielle y Enrique IV se compromete con María de Médicis, Margarita da por fin su brazo a torcer. Incluso se esfuerza por ganarse el afecto de su sustituta. Nombra heredero de to­ dos sus bienes al delfín y se convierte en una más de la familia, una especie de an­ ciana tía excéntrica y entrañable. Margarita regresa a París con más de cincuenta años (una edad casi venera­ ble en la época) y muchísimos kilos de más. Los que la recordaban como una esbelta princesa se asombran de que apenas quepa por las puertas. Pero su espíritu se mantiene joven. Prosigue su obra literaria: escribe el Discurso docto y sutil, todo un alegato feminista que se

adelanta a su tiempo. Además, sigue con sus pelucas rubias, sus escotes de vérti­ go y sus amantes, que cada vez son más jóvenes y de peor cuna. Implanta la mo­ da de empolvarse el rostro y derrocha dinero a espuertas porque, según confie­ sa a su exmarido, no sabe vivir de otro modo. El día de su muerte, los acreedo­ res invaden su casa. Con ella, según su elogio fúnebre, desaparecía “el paraíso de los placeres de la corte, la flor de las margaritas, la flor de Francia”.

PARA SABER MÁS BIOGRAFÍA CASTELOT, André. La reina Margot. Barcelo­ na: Martínez Roca, 1994. LUJÁN, Néstor. Margot, la reina de los corazones. Barcelona: Planeta, 1994. VIENNOT, Éliane. Marguerite de Valois. Histoire d’un femme, histoire d’un mythe. París: Payot, 1993. En francés.

NOVELA DUMAS, ALEJANDRO.

La reina Margot. Ma­

drid: Cátedra, 1995.

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DE BRUJAS A AMBERES

Las dos ciudades flamencas se sucedieron como emporios económicos y mecas del arte. Y así nos otorgaron el trabajo de Van Eyck o Rubens. MARÍA PILAR QUERALT DEL HIERRO, HISTORIADORA

A

ún en nuestros días, las calles de Brujas conservan la elegan­ cia de la ciudad opulenta que fue en los años postreros de la Baja Edad Media. Por enton­ ces, su condición de puerto de la Hansa (la alianza comercial creada en 1230 entre diversas ciudades del Báltico) la había convertido en el gran bastión económico del ducado de Borgoña. Entre los siglos xiii y xv, desde Brujas se expedían a Ingla­ terra o hacia los países del área mediterrá­ nea las mercancías procedentes de pobla­ ciones alemanas como Colonia, Dortmund, Hamburgo o Emden. Además, una vez manufacturada la lana importada de Cas­ tilla o las islas británicas, los paños de Flandes nacidos de la potente industria

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textil de la ciudad se exportaban a toda Europa. El resultado fue la transformación del que fue en el siglo xi un pequeño puer­ to a orillas del mar del Norte en una ciudad populosa, donde comerciantes y artesanos rivalizaban con la aristocracia a la hora de mostrar su poderío económico. La cada vez más pujante burguesía, adi­ nerada y ostentosa, no dudó en revertir su fortuna en mejoras urbanas, y el resul­ tado fue la erección en torno a los canales de una serie de bellísimas edificaciones de piedra, afortunadamente bien conser­ vadas, que no eran sino el estuche ade­ cuado en el que guardar las obras maes­ tras del arte de la época. Así, de emporio comercial, Brujas pasó a convertirse en un lugar de inspiración y

encuentro para numerosos artistas. Con­ tribuyó a ello la condición de mecenas de la casa de Borgoña. Fue bajo su auspicio cuando, entre finales del siglo xiv y me­ diados del xv, los grandes primitivos fla­ mencos como Jan van Eyck, Hans Mem­ ling o Rogier van der Weyden consiguieron desarrollar en la ciudad un arte propio e indiscutible, puente perfecto entre la pin­ tura gótica y la renacentista. Jan van Eyck, conocido por su experto manejo de esta técnica como el “padre de la pintura al óleo”, mantuvo una excelen­ te relación con Felipe el Bueno, duque de Borgoña, lo que le facilitó, en paralelo a sus funciones diplomáticas, exportar su obra por diversas cortes europeas. También bajo la protección de la casa ducal trabajó


© Musea Brugge.

FLANDES

CENTRO de un tríptico de Hans Memling, s. xv. Museo Memling, Brujas. A la izqda., canales de la ciudad.

LA FAMA ARTÍSTICA DE BRUJAS SE PROPAGÓ EN EUROPA, Y LA CIUDAD DIO COBIJO A PINTORES DE TODA PROCEDENCIA Hans Memling, posible discípulo de Rogier van der Weyden, que ingresó en la corpo­ ración de pintores de Brujas en 1467. Al igual que Van Eyck, su pintura traspasó fronteras. Realizó encargos para Inglaterra o Castilla, lo que le permitió amasar una gran fortuna y ser registrado entre la nó­ mina de burgueses de la ciudad.

Nace un nuevo arte

Junto a ellos trabajaron un elevado núme­ ro de artistas calificados por la historiogra­ fía de “primitivos flamencos”. Todos ellos, alejados de la revolución que significó el Renacimiento italiano, consiguieron fusio­ nar, a partir de la primera mitad del siglo xv, las bases de la pintura gótica sobre tabla con un absoluto dominio del color. Al mis­

mo tiempo, perfeccionaban la técnica del retrato, al que, por primera vez, dotaron de una gran profundidad psicológica. Tam­ bién experimentaban con la perspectiva, gracias a una enorme profusión de detalles ambientales. Por otra parte, la escuela fla­ menca recurrió sistemáticamente a la pin­ tura al óleo mediante veladuras, con lo que se obtenían efectos de luz y se matizaban los tonos. Artistas como los mencionados Memling o Van Eyck definían siluetas y lograban resultados luminosos mediante la aplicación del óleo sobre una primera capa de pintura al temple. Brujas fue, pues, un auténtico ateneo para todo artista que buscara desarrollar su carrera. Es más, la fama de la escuela fla­ menca no tardó en propagarse por Europa,

con lo que la ciudad dio cobijo a artistas de procedencia diversa deseosos de cono­ cer las nuevas técnicas pictóricas. Ese fue el caso del pintor valenciano Lluís Dalmau (?­c. 1460), que viajó a Flandes por indi­ cación de Alfonso V el Magnánimo, rey de Aragón, poco antes de pintar su célebre Mare de Déu dels Consellers, donde eviden­ cia la influencia de Jan van Eyck. El arte influyó también en la transforma­ ción de la vida cotidiana de la ciudad, que de urbe financiera y mercantil se trocó en enclave cortesano. El comercio y la indus­ tria fueron reemplazados por una gran oferta de productos de lujo de una gran calidad. Pese a ello, tras la muerte prema­ tura de la duquesa María de Borgoña y la unión dinástica con la Corona castellana en la persona de su hijo Felipe I el Her­ moso, casado con Juana I de Castilla, Brujas entró en una larga decadencia en la que cedió su podio en la hegemonía portuaria del mar del Norte a Amberes. Conservó, eso sí, el esplendor tejido en piedra de su fisonomía urbana y su con­ dición de guardiana de muchas de las obras capitales de la pintura flamenca.

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¿DÓNDE DISFRUTAR ESTE AÑO DE LOS MAESTROS FLAMENCOS? EN BRUJAS

El Museo Groeninge, antaño una escuela de arte, ofrece una espléndida colección de primitivos flamencos. Destacan, por poner dos ejemplos, la Virgen del canónigo Van der Paele, de Van Eyck, o el Tríptico Moreel, de Hans Memling. Museo Groeninge: www.visitbruges.be/nl/groeningemuseum

EN AMBERES

El festival urbano “Amberes Barroco 2018. Rubens inspira” inicia un gran homenaje a los maestros flamencos con diversas muestras. Rubens abre camino en la Rubenshuis con la exposición del célebre Autorretrato del artista, recién restaurado. Amberes Barroco 2018: www.visitantwerpen.be/en/barok Rubenshuis: www.rubenshuis.be/en El Snijders & Rockoxhuis ofrece nuevas salas en las que mostrar las obras atesoradas por Nicolaas Rockox, alcalde de la ciudad y protector de Rubens, y buena parte de la producción del pintor Frans Snijders. En otoño, además, se inaugurará “Cokeryen – Photo Film Food. Tony Le Duc/Frans Snijders”, una exposición que aúna las instantáneas del fotógrafo contemporáneo Tony Le Duc y los bodegones barrocos de Snijders.

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Snijders & Rockoxhuis: www.snijdersrockoxhuis.be/en Del 28 de septiembre al 6 de enero del año que viene, en el Museo Plantin-Moretus, puede contemplarse el arte de la impresión de libros desarrollado en Amberes entre los siglos xvi y xvii en el taller del artista, impresor y diseñador Balthasar Moretus. Museo Plantin-Moretus: www.museumplantinmoretus.be/en Hasta el 31 de diciembre se exponen en la catedral los retablos más importantes de la colección del Museo de Bellas Artes. Una recopilación única que ofrece al visitante una visión espectacular de las obras maestras del Barroco de la escuela de Amberes. Catedral de Nuestra Señora de Amberes: www.dekathedraal.be/en

El Barroco de Amberes

Amberes recogió el testigo de Brujas como foco financiero y comercial. La ciudad del río Escalda inició así el camino que haría de ella uno de los núcleos mercantiles más importantes del norte de Europa y con el que vivió una auténtica edad dorada, cu­ yo punto álgido alcanzó en el siglo xvii. De su peso habla por sí solo el dato de que, hacia 1650, los impuestos que desde Am­ beres nutrían el erario de la Corona espa­ ñola igualaban a los que proporcionaban las minas de plata de Potosí. No obstante, las luchas de religión y los continuos al­ zamientos contra el dominio español, que culminaron en 1576 en el trágico saqueo de la ciudad por parte de los tercios, aca­ baron con su prosperidad. Lentamente, la ciudad comercial fue desvaneciéndo­ se, y su población se vio reducida de los cien mil habitantes en 1570 a unos cua­ renta mil solo veinte años después. Las guerras y los desórdenes no pudieron acabar, sin embargo, con su condición de ciudad de arte. Fue precisamente entre 1550 y 1650 cuando Amberes vivió un ex­ cepcional florecimiento cultural gracias al trabajo de grabadores e impresores como Christoffel Plantijn y Jan Moretus, la pu­


© Turismo de Flandes.

FLANDES jante industria de la construcción de clavi­ cordios y la obra de pintores como Anton van Dyck, Jacob Jordaens, David Teniers y, sobre todo, Pedro Pablo Rubens. La figura de Rubens es, aún hoy, uno de los buques insignia de Amberes. Pese a sus continuos viajes por Europa, dada su con­ dición de diplomático, Rubens residió en esta ciudad la mayor parte de su vida. Nacido en el seno de una familia calvinis­ ta que hubo de huir de Amberes a causa de la persecución religiosa, en 1589 volvió al solar familiar ya convertido al catolicis­ mo, y allí comenzó su carrera como pintor. Tras una corta estancia en Italia, regresó a Amberes en 1608, donde el ayuntamien­ to le solicitó una Adoración de los Reyes que debía decorar el salón de Estado. Tal tra­ bajo resultó decisivo: desde ese momento, los encargos se multiplicaron. Disfrutó, en cualquier caso, de la protec­ ción de su amigo y mecenas Nicolaas Roc­ kox, alcalde de la ciudad, que le pidió varias obras para su elegante mansión en la Keizerstraat. La Resurrección de Cristo,

CONTAGIADO DEL ESPÍRITU COMERCIAL DE AMBERES, RUBENS HIZO DE SU TALLER UNA AUTÉNTICA EMPRESA creada para decorar la tumba de los im­ presores Moretus y Plantin, la Asunción de la Virgen o el Descendimiento que pintó, también por encargo de Rockox, para el gremio de los arcabuceros se conservan en la catedral de Nuestra Señora. Es más, el sello que Rubens dejó en Am­ beres no se limitó al ámbito pictórico. En­ tre 1615 y 1621 intervino en los planos de la actual iglesia de San Carlos Borromeo, originalmente dedicada a san Ignacio, y en la construcción de la capilla fúnebre de Rockox en la iglesia de Santiago. En esta, además, hizo construir su propia cripta familiar, y allí descansan sus restos y los de sus descendientes. El templo se halla en las inmediaciones de su casa­taller.

El empresario Rubens

La fecundidad creadora de Rubens era tal que no pudo asumirla en solitario.

DESCENDIMIENTO de la cruz, Rubens, 1612, en la catedral de Amberes. A la izqda., Het Steen de Amberes.

Contrató, pues, a más de cien colabora­ dores –algunos tan expertos como Anton van Dyck–, que se encargaban de la “am­ bientación” de los óleos, mientras él rea­ lizaba los bocetos, pintaba las figuras y daba a las obras los últimos toques para conferirles su impronta personal. Por otro lado, contagiado del espíritu comercial de Amberes, se transmutó en empresario para controlar, planificar y organizar no solo el trabajo de su taller, sino también la actividad de otros artistas con cuyas obras comerciaba. Paralela­ mente, creó una importante empresa de calcografía en su mismo taller, y emplea­ ba los grabados que en ella se realizaban para publicitar su obra. Los sustanciosos ingresos obtenidos los invirtió Rubens sistemáticamente en an­ tigüedades y obras de arte, por lo que su residencia acabó convertida en un autén­

tico museo. En ella se atesoraron trabajos de diferentes artistas y una rica bibliote­ ca, y permite hoy realizar un peculiar viaje en el tiempo para revivir el siglo de oro de una ciudad que de emporio eco­ nómico pasó a templo del arte.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Erwin. Los primitivos flamencos. Madrid: Cátedra, 2016. VV. AA. Los grandes maestros de la pintura flamenca en el siglo de Rubens. Salamanca: Caja Duero, 2002. PANOFSKY,

INTERNET

Turismo de Flandes. En español. www.flandes.net Maestros flamencos 2018-2020. En español. www.maestrosflamencos.com

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ASÍ EMPEZAMOS

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A VIVIR DEPRISA La aparición en el siglo xix del telégrafo eléctrico, aliada con la extensión del ferrocarril en el mundo, aceleró nuestra percepción del tiempo. El telégrafo fue el Internet de la era victoriana. GONZALO TOCA REY, PERIODISTA

L

a invención del telégrafo y su asom­ brosa expansión ayudaron a re­ ventar las costuras de la percep­ ción del tiempo e incrustaron a hombres y mujeres en la montaña rusa de la modernidad. Empezaron a correr para llegar siempre tarde. Las semanas se volvieron días, los días se volvieron horas y los minutos se volvieron segundos. Tic, tac. Las manecillas del reloj, tan capricho­ sas, se sometieron al torbellino de comu­ nicaciones casi instantáneas. Ni los parti­ culares, ni los mercados financieros ni los periodistas pudieron esquivar esa ola ace­ lerada que estalló como un látigo de ansie­ dad, intensidad y profundo placer. ¿En qué momento empezamos a vivir con tanta prisa? La respuesta de los desmemo­ riados suelen ser las nuevas tecnologías digitales que han arrasado desde los años noventa. La realidad, sin embargo, es que estas han sido la última zancada (mayús­ cula, todo hay que decirlo) de un proceso que arrancó en el siglo xix y que nos de­ mostró, ya entonces, que el ritmo del tiem­ po depende, sobre todo, de la velocidad o lentitud con las que comerciamos, consu­ mimos, trabajamos, nos trasladamos y nos comunicamos con los demás. Judy Wajcman, profesora de la London School of Economics, va en esa línea cuan­ do afirma que la gran aceleración estalló con la pólvora de los cambios culturales que ayudaron a provocar el tren y el telé­ grafo, sobre los que se acumularon después

como incesante hormigón el teléfono, el automóvil, el avión, Internet o los disposi­ tivos móviles. El papel de las ciudades, convertidas en núcleos de entretenimien­ to y consumo, también fue crucial. La civi­ lización de la velocidad era y es la civiliza­ ción de las ciudades que nunca duermen. Pero antes, mucho antes de ese apogeo urbano, existió un siglo xix en el que el ser humano, regido por los tiempos dilatados de la guerra y el campo, llevaba centurias enteras muriéndose por acelerar sus co­ municaciones. El escritor y periodista bri­ tánico Tom Standage, en The Victorian Internet, nos recuerda un mito antiguo que esconde un deseo igual de antiguo: se de­ cía que existía un sistema de agujas iman­ tadas que transmitía mensajes a vastas distancias. Fabiano Strada, un académico romano, recogió una descripción detalla­ da del artilugio en 1617. Parece que los genios del Renacimiento también sentían debilidad por la ciencia ficción. Más o menos cuando Strada describió el prodigio, acusaron al cardenal Richelieu, el implacable primer ministro francés, de utilizarlo desde sus oscuros aposentos. Su brillantez y velocidad de reacción en la política y la guerra solo podían tener dos orígenes: una ciencia asombrosa y oculta –¡las agujas mágicas!– o, quizá, quién sabe si un ojo –como las piedras videntes que imaginaría siglos después Tolkien en El Señor de los Anillos– que contemplaba todo lo que ocurría a miles de kilómetros. No es

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raro que un buhonero caradura intentase venderle a Galileo un juego de agujas e imanes y que lo terminaran echando a la calle entre la carcajada general.

TORRE de telégrafo óptico, creado por Chappe. Réplica instalada en una localidad francesa.

Pasión por comunicar

Había muchas ganas de que el telégrafo o algo similar se hiciera realidad. En medio de la Revolución Francesa, Claude Chap­ pe inventó el primero, pero no era exacta­ mente como el lector se lo imagina. No era eléctrico, sino óptico, es decir, se utilizaron unas grandes tablas de madera que podían manipularse mediante poleas desde la caseta o torre que las soportaba. Cada po­ sición de los tablones significaba una letra o un número en el “diccionario” que había creado Chappe. Las torres se construían sobre zonas elevadas, y la comunicación mediante telegrafistas, a decenas de kiló­ metros de distancia, hubiera sido impo­ sible sin un buen telescopio. Las primeras “transmisiones” a gran esca­ la se llevaron a cabo en 1794. Las únicas noticias que recibieron durante años en París fueron las victorias militares de los suyos. Aquello era vigorizante: los revolu­

NAPOLEÓN ESPERABA LEVANTAR UNA TORRE DE TELÉGRAFO ÓPTICO A CADA LADO DEL CANAL DE LA MANCHA cionarios se imponían a sangre y libros a las decadentes e iletradas monarquías absolutas. Decían que iban a educar a Eu­ ropa. Los franceses, naturalmente, querían más y construyeron la segunda línea tele­ gráfica en 1798. Napoleón, henchido de gloria, levantó una torre en Boulogne, cerca de Normandía, y esperaba levantar otra en Inglaterra después de atravesar con sus tropas el canal de la Mancha. Fran­ cia se admiraba con optimismo. La aceleración del tiempo que marcaría nuestra era ya había comenzado discreta­ mente. Las victorias y las derrotas milita­ res, que antes se conocían en los meses o las semanas que tardaba en llegar un sol­ dado a caballo o una paloma mensajera, se recibían en los cuarteles generales en pocas horas. Las principales potencias eu­

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CHARLES WHEATSTONE. Grabado, 1860. A la

derecha, Samuel Morse. Grabado, siglo xix.

ropeas expandieron a toda velocidad sus torres y tablones. La siguiente información que se transmitió en Francia por el telé­ grafo fue la de los resultados de la lotería. Intentaban evitar que los que se enteraban antes de los números ganadores los com­ prasen en las localidades a las que todavía no había llegado la noticia. Los estafadores eran los mercaderes de la lentitud. Aquello fue solo un aperitivo de lo que iba a ocurrir después con el telégrafo eléctri­ co. El invento de Chappe tenía muchas limitaciones. No podía utilizarse por la noche ni con la visibilidad reducidísima de una lluvia torrencial o un mar de niebla. Además, era una infraestructura cara pa­ ra los tiempos de paz: pocos mensajes para tantos técnicos a sueldo y vigilantes que disuadieran a los ladrones. Algunas

torres y casetas contaban con un cañón para aclarar cualquier malentendido. Los dos primeros telégrafos eléctricos, inventado uno de ellos por los británicos William Cooke y Charles Wheatstone y el otro por el estadounidense Samuel Morse, eran un animal totalmente distinto. Quizá por eso tardaron años en convencer a los políticos y los inversores. Hasta los perio­ distas los veían como una atracción de feria. Fascinante, sí. ¿Útil para la sociedad? Bueno, eso ya lo vamos viendo. Las explicaciones de Morse o Cooke sobre campos electromagnéticos y códigos cifra­ dos sonaban un poco como las agujas con imanes que habían intentado venderle a Galileo. De hecho, donde ellos hablaban de comunicación, los ministros y los par­ lamentarios solo escuchaban pitidos y veían


TELÉGRAFO

CUERPO TELEGRÁFICO del Ejército del Norte

durante la guerra civil de EE. UU. Virginia, 1864.

puntos y guiones sobre un papel. Hicieron falta incontables demostraciones en la dé­ cada de 1840 para acreditar que los inven­ tores no planeaban estafar a sus Estados. En Baltimore, algunos pastores protestan­ tes advirtieron sobre los peligros de la ma­ gia negra. Hubo senadores americanos que compararon el telégrafo con las estrafala­ rias teorías de Franz Mesmer, un matasanos que decía curar enfermedades con el hierro que les hacía ingerir a sus pacientes y unos imanes que les pegaba al cuerpo. Algunos inversores privados, que sí creían en el potencial del invento de Morse, lo cambiaron todo. Gracias a ellos, entre 1846 y 1852, la longitud de los cables telegráfi­ cos se multiplicó por seiscientos en Estados Unidos. Los negocios y los particulares abrazaron vorazmente el nuevo servicio,

y los empresarios y Estados de las princi­ pales potencias tomaron buena nota. Era la ola del progreso rompiendo ante sus ojos. Inglaterra fue el siguiente país donde se impuso la nueva tecnología. La proeza de las conexiones telegráficas transatlánticas entre Inglaterra y Estados Unidos, comple­ tadas en 1858, no tardaría en llegar. La oferta del telégrafo creó su propia de­ manda de comunicación casi instantánea, y el tren hizo lo mismo con el transporte veloz, tanto de pasajeros como de cartas y paquetes. Por supuesto, ambos respon­ dieron al hambre que habían acumulado los hombres y las mujeres durante siglos: el hambre de hablarse, de sentirse, de comerciar y de encontrarse a pesar de las vastas distancias. El hambre que había alimentado las ensoñaciones de tantos,

como mínimo, desde el Renacimiento. Muchos anunciaron el nacimiento de una humanidad unida y conectada gracias al telégrafo. Aquello no era tan distinto a la euforia que provocaron Internet y la inte­ gración globalizadora en los años noven­ ta del siglo xx. Algunos diplomáticos de­ cimonónicos anticiparon incluso una era de paz y armonía porque, parecían decir, hablando se entiende la gente. La guerra, para ellos, no era cosa de instintos violen­ tos, supremacismo o intereses incompati­ bles. Era un problema de comunicación.

Otro mundo, otra guerra

Lo que sí es cierto es que la velocidad de las comunicaciones cambió para siempre la naturaleza de los conflictos bélicos. Como explica Tom Standage, la población

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ESOS MISTERIOS INSONDABLES

Los malentendidos en que incurrían los usuarios del siglo xix NECESITAMOS DESCONECTAR, la información tiene que fluir, nuestros hi­ jos quieren ser youtubers, muchos psi­ cólogos ven el cerebro como una gran computadora y a ninguno de nosotros se nos ocurriría no trabajar en red. Las tecnologías de la comunicación están to­ talmente integradas en el corazón de nuestra cultura y condicionan nuestro len­ guaje y nuestra forma de mirar el mundo, algo que no ocurría en el siglo xix. ENTONCES, CUANDO llegó el telé­ grafo (abajo, oficina de telégrafos, 1904), algunos creían que los mensajes se me­ tían en un tubito y salían por otro gracias

a una especie de líquido (el “flujo” eléc­ trico), o confundían el viento sobre los cables con el supuesto sonido de los men­ sajes al pasar. Había quien pensaba que era una especie de mensajero trapecista el que llevaba corriendo sobre los cables una saca con cientos de telegramas. Algunos, cuando querían mandar dinero a un familiar, lo hacían en números redon­ dos para que no se perdiera el cambio por el camino entre tantos circuitos. No se en­ tendía que el mensaje que se recibía no tuviera la misma caligrafía que la del emi­ sor: ciertas madres lo rechazaban “porque conozco la letra de mi hijo y no escribe así”. Madre no hay más que una.

de los contendientes empezó a vivir las derrotas, victorias y escaramuzas casi en tiempo real. Y salieron a la calle a exigir y a protestar. El gobierno, presionado, mantenía un contacto permanente con los generales sobre el terreno y con los diplomáticos, y, según ellos, los atosigaban y les demandaban más resultados positi­ vos y más rapidez en obtenerlos. Los medios de comunicación, con sus pro­ pios sistemas de telegrafistas, contaban muchos de los avances de las tropas o la salida del puerto de los buques de guerra en dirección a los conflictos. Con ello, in­ formaban también por adelantado a las potencias enemigas. Era una guerra extra­ ñamente transparente, donde los movi­ mientos tenían que ser cada vez más ágiles. La prensa, en la que se miraba buena par­ te de la sociedad como si fuera un espejo, se transformó para siempre. Hasta entonces, los periódicos no habían tenido que ser diarios, se copiaban las noticias entre sí como alumnos de prima­ ria y se nutrían de sucesos locales recien­ tes y de noticias nacionales e internacio­ nales de hacía meses. Los nuevos diarios, sin embargo, informarían sobre lo último que recibían a través del telégrafo, lucha­ rían por salir antes a la calle con una ex­ clusiva (a veces, a costa de publicar exa­ geraciones o falsedades) y, finalmente, darían el protagonismo a las noticias in­

LA GUERRA, LOS GOBIERNOS, LOS DIARIOS E INCLUSO CRIMINALES Y POLICÍA AMANECIERON A UNA NUEVA REALIDAD ternacionales. La clase media que sabía leer se empezó a sentir como un gran espectador. El mundo nunca había girado tan deprisa para ellos… porque, para ellos, el mundo nunca había existido. Los criminales y la policía amanecieron a una nueva realidad. Los primeros com­ prendieron que había un negocio soberbio en el arte de interceptar telegramas que informaban sobre los movimientos de tro­ pas, que revelaban los resultados de la lotería o que ordenaban grandes transfe­ rencias de dinero. Podían coordinarse,

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TELÉGRAFO

UN OPERARIO subido a un poste de telégrafo

junto a la vía del tren. Gran Bretaña, 1932.

además, para garantizar el éxito de un golpe o para lanzar atracos simultáneos en múltiples localizaciones. La policía apren­ dió a interceptar los de los delincuentes, a enviar órdenes de arresto a toda velocidad y a practicar detenciones espectaculares. Los delitos, las huidas y las capturas se aceleraron, y los periódicos los convirtie­ ron en una cascada sensacional. Las relaciones humanas se pintaron con inéditos colores. Hubo parejas, separadas por miles de kilómetros, que pudieron casarse por telegrama; otras, sobre todo los telegrafistas, se enamoraron antes de poder verse; y, ya de forma más mayori­ taria, la sociedad mantuvo, por primera vez, una comunicación frecuente de amor, cotilleos y también de disputas con alle­ gados o amantes que vivían en otras ciu­ dades o países. Por fin, alguien conocería a tiempo la enfermedad de un ser queri­ do y, con suerte, tendría tiempo de des­

pedirse en persona. Menos trágico: los padres podrían enviarles el último tele­ grama de advertencia a sus hijos antes de cortarles el grifo que les financiaba las juergas en los cabarés de París. El mundo de los negocios y el consumo dieron un vuelco definitivo. Y aquí el te­ légrafo se confabuló con el tren para que el tráfico de mercancías se sincronizase y acelerase como nunca antes en la historia de la humanidad. Los postes solían correr en paralelo a las vías. Estallaron la reno­ vación vertiginosa de los inventarios, la diversidad de los productos a la venta, la coordinación de los mercados financieros y de materias primas, la competencia en­ tre proveedores para servir antes y mejor a sus clientes en las ciudades y las posi­ bilidades de elegir de un consumidor que se mostraba cada vez menos dispuesto a esperar. La ubicuidad de los relojes, la aceleración del ritmo en las fábricas y la

obsesión con la eficiencia y la puntualidad nacieron en este contexto. Nuestra sociedad, nuestro mundo y hasta nuestra mirada son los hijos de la era que inauguraron el tren y el telégrafo, de la cultura que los acogió, celebrando su ve­ locidad como una bendición imparable, y de la incesante y centenaria hambre de viajar y comunicarse del ser humano.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Tom. The Victorian Internet: The Remarkable Story of the Telegraph and the Nineteenth Century’s On-Line Pioneers. Londres: Weidenfeld & Nicolson, 1998. En inglés. VIRILIO, Paul. Speed and Politics. Los Ánge­ les (EE. UU.): Semiotext(e), 2006. En inglés. WAJCMAN, Judy. Esclavos del tiempo. Vidas aceleradas en la era del capitalismo digital. Barcelona: Paidós, 2017. STANDAGE,

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LA COLINA DE LOS CHOPOS

“Un Oxford madrileño”, la llamaría el escritor francés Maurice Martin du Gard. En la Residencia de Estudiantes cristalizó la revolución pedagógica inspirada en la Institución Libre de Enseñanza. Fue también el laboratorio creativo donde se forjó la Generación del 27. EDUARDO MESA LEIVA, PERIODISTA

U

na institución no es la suma de los individuos que la compo­ nen: es un corazón, un alma, una persona viva. Y eso es nues­ tra Residencia”. El siglo xx, con todas sus aristas, atraviesa la biografía de esa “persona viva” de la que hablaba su incombustible director, Alberto Jiménez Fraud. La Residencia de Estudiantes nace en un modesto “hotelito alquilado” en el número 14 de la madrileña calle de For­ tuny, y vuela luego imparable hasta el Cerro del Viento, o “la Colina de los Cho­ pos”, poético nombre inventado por Juan

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Ramón Jiménez. Goza de prestigio nacio­ nal e internacional, hasta convertirse en una de las experiencias más vivas de crea­ ción e intercambio científico y artístico de la Europa de entreguerras. Los años treinta traen críticas tanto de los sectores de izquierda como de la derecha ultramontana. “La Residencia –escribió el filólogo e historiador Américo Castro– era incompatible con regímenes totalitarios, rojos, verdes o azules”. La Guerra Civil española y la dictadura franquista “in­ terrumpen el proyecto, abriéndose un paréntesis de casi cincuenta años en su


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GINER DE LOS RÍOS. A la dcha., Ramón y Cajal. En la pág. anterior, Residencia de Estudiantes.

trayectoria”, sostiene la historiadora Mar­ garita Sáenz de la Calzada, responsable de un volumen sobre el centro. Durante la contienda, se convierte en escuela de niños pobres y huérfanos de guerra, sede de la división de milicias republicanas “La Mo­ torizada” y cuartel de carabineros. Pasado el conflicto, sus instalaciones pasan a de­ pender del Consejo Superior de Investiga­ ciones Científicas (CSIC). Su memoria y su obra se entierran en el olvido. Solo tras la llegada de la democracia, el 12 de junio de 1986, la Residencia de Estudiantes re­ cupera su nombre. Y “el espíritu de la Ca­ sa” vuelve a habitar los viejos pabellones neomudéjares de la calle del Pinar, cerran­ do el círculo de su dilatada historia.

Giner de los Ríos

Francisco Giner de los Ríos y su gran obra, el revolucionario proyecto pedagógico de la Institución Libre de Enseñanza, son las bases inspiradoras de la aventura educa­ tiva de la Residencia de Estudiantes. A fi­ nales del siglo xix, la filosofía krausista (doctrina que defiende la tolerancia y la libertad de cátedra) impacta en la ador­ mecida vida universitaria española. Los nuevos aires conquistan a muchos profe­ sores, que comienzan a defender la liber­ tad de cátedra, el derecho de los docentes a exponer sus ideas, la lucha contra la censura del poder establecido. El Estado y la Iglesia católica reaccionan de manera

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contundente. Depuraciones, purgas, sus­ pensiones de empleo y sueldo e incluso destierros. La llamada “cuestión universi­ taria” se lleva por delante a muchos cate­ dráticos afectos al krausismo, entre ellos, un “krausista abierto”, como se define Giner de los Ríos. Junto a un grupo de pro­ fesores represaliados, funda en 1876 la Institución Libre de Enseñanza. Las ideas de Giner se expanden poco a poco. La Institución aboga por una trans­ formación radical de la sociedad, toman­ do como base la educación integral de la persona, la preparación de los “cuadros” que habrían de capitanear esta revolución. “Minorías rectoras” no vinculadas a una facción política, sino a un estilo de vida y pensamiento. Se trata de impulsar en la enseñanza una necesaria neutralidad política y religiosa del Estado. Pronto los postulados de Giner de los Ríos se mate­ rializan con la creación en 1900 del Mi­ nisterio de Instrucción Pública y Bellas Artes, dedicado en exclusiva a la ense­ ñanza. En 1907 se pone en marcha la Junta para Ampliación de Estudios e In­ vestigaciones Científicas, un organismo creado con el fin de promover la investi­ gación y la educación científicas en Es­ paña. Presidida hasta su muerte en 1934 por Santiago Ramón y Cajal y liderada por su secretario y eminencia gris, José Castillejo, la Junta será, según Sáenz de la Calzada, “el organismo paraestatal que

TRAS LAS PURGAS DE ESTADO E IGLESIA EN LA UNIVERSIDAD, SE CREA LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA hizo realidad algunas de las ideas peda­ gógicas de Giner”. De su seno nacerá la Residencia de Estudiantes.

Así surge “El 14”

Crear centros residenciales para los estu­ diantes era una idea presente en los plan­ teamientos iniciales de la Institución Libre de Enseñanza y de Giner de los Ríos. Si­ guiendo esta línea, Castillejo se inspira en la organización de los diferentes tipos de colegios universitarios ingleses, inclui­ dos los de mujeres. “El proyecto de crear una institución educativa de este tipo estuvo, desde el principio, entre los fines de la Junta para Ampliación de Estudios”, sostiene la historiadora Isabel Pérez­Vi­ llanueva Tovar, autora de otro trabajo sobre la Residencia. El hombre elegido para dirigir esta nueva experiencia edu­ cativa es Alberto Jiménez Fraud, un ma­ lagueño vinculado al movimiento insti­ tucionista con una clara vocación: ser un educador de la juventud. Según Sáenz de la Calzada, “don Alberto reunía en sí las


LA RESIDENCIA ALFONSO XIII. El rey tiene la impresión, al

visitar la Residencia, de no estar en España.

dotes de gran educador, una completa formación espiritual y la energía de un hombre de acción”. Pronto se pone manos a la obra y busca un chalé que pueda dar cabida al pequeño número de estudiantes con los que comienza el proyecto. La ca­ sa elegida está situada en el número 14 de la madrileña calle de Fortuny. Por eso desde siempre será conocida por los re­ sidentes con el nombre de “El 14”.

ra consciente, leal e informada”. Dentro de la casa, el ambiente es austero y senci­ llo. En parte, por las dificultades presu­ puestarias; en parte, por su propia filoso­ fía. Desde el principio, la nueva institución fomenta todo tipo de actividades encami­ nadas a la formación integral del individuo: conferencias, deportes, teatro, cine, tertu­ lias..., así como una convivencia estrecha entre estudiantes y maestros.

LA RESIDENCIA HEREDÓ TODOS LOS ENEMIGOS DE LA INSTITUCIÓN Y SE GRANJEÓ LOS SUYOS PROPIOS El 1 de octubre de 1910 abre sus puertas la Residencia. Surge como un núcleo peque­ ño porque, según sus promotores, “ni para comenzar ni para vivir con intimidad son convenientes núcleos numerosos”. La Re­ sidencia de Estudiantes tiene desde el prin­ cipio plena independencia administrativa y capacidad de decisión. Alberto Jiménez Fraud quiere estimular a la dormida juven­ tud española y “formar una clase directo­

Considerada por sus enemigos como di­ recta heredera de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, la Residencia, sostie­ ne Margarita Sáenz de la Calzada, “here­ dó todos los enemigos de la Institución, a la vez que se granjeó sus propios partida­ rios y detractores”. Especial atención me­ recen las relaciones entre el joven proyec­ to educativo y la monarquía. Si Giner de los Ríos se permitía afirmar que “la Insti­

tución tiene dos puertas, y cuando Su Majestad nos haga el honor de llamar a una de ellas, yo saldré por la otra”, la Re­ sidencia sí recibe el 19 de febrero de 1911 la visita del rey Alfonso XIII. El monarca se muestra receptivo mientras recorre las dependencias, y llega a tener la impresión de no estar en España “al ver aquella limpieza y el aire de aquellos chicos”. Este temprano contacto con el rey, si bien no asegura un apoyo conti­ nuado, sí favorece su expansión y desa­ rrollo. En octubre de 1912, el centro ha ampliado sus fronteras con el alquiler de cuatro hoteles contiguos en la misma calle de Fortuny y otro en la de Rafael Calvo. Sin embargo, las constantes soli­ citudes de plazas, superiores siempre a la capacidad disponible, obligan a una ampliación necesaria que consolide de manera definitiva el proyecto.

La Colina de los Chopos

En 1913 se encuentran los terrenos idóneos para la construcción de los nuevos edifi­

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EL ESPÍRITU DE LA CASA “SE BEBÍA EN EL AIRE. Se sentía en los otros”. Así recuerda el poeta y resi­ dente Gabriel Celaya la atmósfera espe­ cial que se respiraba en “la Colina de los Chopos”. Si algo caracterizaba al famoso “espíritu de la Casa” era la libertad total. “La libertad es completa. Se fuma, se ha­ bla siempre y en todas partes, etc.”, se­ gún Juan Ramón Jiménez. PULCRITUD MORAL y física, sen­ tido de la responsabilidad, independencia de criterios. Virtudes que la dirección del centro trata de transmitir a sus huéspe­ des. Los residentes que captaban de inmediato los ideales de la casa se con­ vertían en ejemplo para los demás y eran llamados “espíritus”.

EL DISEÑO de los edificios y las habi­ taciones se inspira también en el proyec­ to pedagógico y estético de la Institución Libre de Enseñanza y emula los colleges británicos. “Casi una celda alegre clara. Cuatro paredes blancas desprovistas. A lo más un dibujillo a línea de Dalí, recién fija­ do sobre la cama del residente de aquel cuarto”, rememora Rafael Alberti. Los cuartos de la Residencia (abajo, postal de los años veinte) son casi celdas monaca­ les, lugares cómodos pero sin lujo, con buena ventilación y bañados por la luz del sol, donde los residentes pueden concen­ trarse en sus estudios. Habitaciones que propiciaron el crecimiento intelectual y hu­ mano de cientos de universitarios llama­ dos a transformar la sociedad española.

MARIE CURIE en la Residencia en 1931. En la pág. opuesta, García Lorca y Dalí, 1925.

Residencia de Estudiantes, llamado Re­ sidencia de Señoritas, cuya dirección se encarga a la pedagoga institucionista María de Maeztu. El nuevo centro ocupa­ rá las instalaciones desalojadas por el grupo masculino. Se trata de una aven­ tura innovadora y reformista, una aper­ tura de horizontes para las mujeres pro­ cedentes de familias liberales de clase media. Mientras los residentes masculi­ nos son universitarios, en la Residencia de Señoritas pueden hospedarse mujeres mayores de 16 años que pueden o no ha­ cer estudios universitarios. Desde su fundación, la Residencia de Es­ tudiantes se convierte en un laboratorio creativo sin precedentes en la historia de

Residencia de Estudiantes.

EL GRUPO FEMENINO ES UNA APERTURA DE HORIZONTES PARA LAS MUJERES PROCEDENTES DE FAMILIAS LIBERALES cios, situados en un cerro que subía hasta los altos del antiguo Hipódromo y donde, en los días soleados, se podía ver la sierra de Madrid. Será el poeta Juan Ramón Jiménez quien consagre para siempre el lugar con un nombre inolvidable: la Co­ lina de los Chopos. “Han traído tres mil, y todos vamos a sembrar los nuestros”, se entusiasmaba el andaluz. Así nació el jar­ dín de los poetas, plantado en el corazón de las nuevas instalaciones. Los tres primeros pabellones fueron obra del arquitecto Antonio Flórez Urdapilleta, que se inspiró en la arquitectura mudéjar

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española. Dos de ellos, denominados los Pabellones Gemelos, constaban de 24 dor­ mitorios cada uno. El tercer pabellón, apo­ dado “El Transatlántico” por su forma de barco, albergaba cerca de cincuenta habi­ taciones, y en su planta baja y sótano se ubicaban los distintos laboratorios. Final­ mente, en el llamado Pabellón Central, o “La Casa”, se encontraban la dirección, oficinas, la sala de conferencias, el comedor, la cocina y algunos dormitorios. En 1915 se produce el traslado definitivo. Ese mismo año, la Junta para Ampliación de Estudios crea el grupo femenino de la

España. La Colina de los Chopos reunió a numerosos poetas: Juan Ramón Jiménez, José Moreno Villa, Emilio Prados, Federi­ co García Lorca, Rafael Alberti, Antonio Machado... Invitados por el Comité His­ pano­Inglés (organismo promotor de la cultura británica en España) o la Sociedad de Cursos y Conferencias, a “La Casa” también acudieron poetas extranjeros como Paul Valéry, Louis Aragon, Paul Claudel, Max Jacob o Paul Éluard. La música es otra de las actividades pre­ feridas por los residentes. Melómanos y músicos visitan las instalaciones de la

Residencia de Estudiantes.

Las dependencias de la Residencia de Estudiantes estaban en sintonía con sus objetivos de libertad y responsabilidad.


LA RESIDENCIA

calle del Pinar y ofrecen conciertos en el Auditorium. Nombres tan prestigiosos como los de Manuel de Falla, Maurice Ravel, Ígor Stravinski o Francis Poulenc. La Residencia se convierte, asimismo, en foro del debate intelectual de la Europa de entreguerras, presentado directamen­ te por sus protagonistas. Albert Einstein, Marie Curie, John M. Keynes, Henri Berg­ son o Le Corbusier son algunas de las personalidades que visitan sus salones. Con el traslado a la nueva sede de la Co­ lina de los Chopos, las actividades cien­ tíficas proliferan en la Residencia de Estudiantes. Histopatología, Fisiología General, Bacteriología, Química... Los laboratorios se multiplican en la planta baja del Transatlántico.

Cruce de genios

Para el poeta malagueño José Moreno Villa, estrechamente vinculado a “La Casa”, las promociones de residentes de 1920 a

1927 fueron las más interesantes: “Fueron los años en que coincidieron allí García Lorca, Salvador Dalí, Emilio Prados, Luis Buñuel, Pepín Bello y otros espíritus juve­ niles llenos de ocurrencias”. Es una época de cruce de genialidades que ha fascinado a críticos y especialistas. Influencias mu­ tuas, estímulos compartidos, anécdotas y desavenencias. Buñuel. Lorca. Dalí. “El enigma sin fin”, en palabras del historiador y novelista Agustín Sánchez. “Los encuen­ tros y desencuentros entre los tres ponen en relación más estrecha la literatura, el cine y la pintura”, sostiene el hispanista Christopher Maurer. Un “amigo genial”, Pepín Bello, sirve de bisagra creativa, y “sin publicar apenas una palabra demues­ tra que la inspiración late en la conversa­ ción cotidiana”, continúa el experto. “Ta­ lento formidable”, según Lorca; “en el fondo, un surrealista”, asegura Buñuel; “gran elemento”, para Dalí. “El travieso genio de todo el grupo, alegre, eléctrico,

hacedor­inventor de mil disparates y si­ tuaciones, luego atribuidas con frecuencia a Lorca, Dalí o Buñuel”, le describe el crí­ tico de arte Rafael Martínez Nadal. Luis Buñuel llega a la Residencia de Estu­ diantes en octubre de 1917, donde se reú­ ne con su paisano aragonés Pepín Bello. En la primavera de 1919 se une al grupo el poeta granadino Federico García Lorca. Con dieciocho años y una timidez patoló­ gica, llega a Madrid el pintor catalán Sal­ vador Dalí. Se inicia aquí lo que el escritor Agustín Sánchez Vidal llamará “el enigma sin fin”, un triángulo creativo en el que las vivencias, la convivencia diaria, los temas y motivos con el fondo de la madrileña Residencia de Estudiantes, perduran en la obra futura de los tres amigos. “A partir de la década de 1930, las trayectorias de los tres se van separando inevitablemente”, refiere Sánchez Vidal. El estallido de la Guerra Civil abrirá brechas infranqueables no solo entre los tres amigos; acabará tam­ bién con el sueño regenerador de la Resi­ dencia de Estudiantes. “Me basta con la pena por los muertos, los hambrientos, los desesperados de los dos bandos, tantos españoles igualmente españoles”, se la­ menta Juan Ramón Jiménez. En septiem­ bre de 1936, el director de la Residencia, Alberto Jiménez Fraud, y su mujer, Nata­ lia Cossío, abandonan España rumbo a Inglaterra. Pasará mucho tiempo hasta que en la Colina de los Chopos vuelva a soplar “el espíritu de la Casa”.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Isabel. La Residencia de Estudiantes, 1910-1936. Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes / CSIC, 2011. SÁENZ DE LA CALZADA, Margarita. La Residencia de Estudiantes. Los residentes. Madrid: Publicaciones de la Residencia de Es­ tudiantes / CSIC, 2011. SÁNCHEZ VIDAL, Agustín. Buñuel, Lorca, Dalí. El enigma sin fin. Barcelona: Planeta, 1988. VV. AA. Ola Pepín! Dalí, Lorca y Buñuel en la Residencia de Estudiantes. Madrid: Pu­ blicaciones de la Residencia de Estudiantes / CSIC, 2007. PÉREZ-VILLANUEVA TOVAR,

ENTREVISTA

David y SARDÁ, Marc. Conversaciones con José “Pepín” Bello. Barcelona: Anagrama, 2007. CASTILLO,

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ZHÚKOV en su despacho con sus múltiples condecoraciones. Fotografía sin datar.

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ZHÚKOV

LA ESTRELLA DEL MARISCAL Gueorgui Zhúkov, héroe de la Unión Soviética, se salvó de las purgas de Stalin y escaló a lo más alto del Ejército Rojo, aunque también se vio en segundo plano cuando quiso el dictador. ¿Cómo fue Zhúkov como militar y político? SERGI VICH SÁEZ, HISTORIADOR

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M

oscú, 24 de junio de 1945. Sobre un caballo blanco y con el pecho cubierto de medallas, el mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Konstantínovich Zhúkov pasa revista a las tropas que desfilarán por la plaza Ro­ ja para celebrar la victoria sobre la Ale­ mania de Hitler. Nadie hubiera dicho que aquel aprendiz de peletero habría llegado tan alto. Sin embargo, pronto sería rele­ gado a un oscuro distrito militar, y ni si­ quiera mencionado en el aniversario de la victoria que tanto había contribuido a lograr. Tras un obligado paréntesis vol­ vería a la vida pública como ministro de Defensa, pero por poco tiempo. Defenes­ trado otra vez, retornaría, ahora defini­ tivamente, a la vida privada. En honor a la verdad, Zhúkov nunca se mostró muy hábil en la esfera política. Era un buen militar. Uno de los mejores con que contó la URSS en la Segunda Guerra Mundial, aunque quizá no el mejor, como se tiende a repetir. En sus discutidas me­ morias parece que se atribuyó algún mé­ rito que no le correspondía, y pasó de puntillas por alguna derrota que sí lleva­ ba su firma. Sea como fuere, una especie de halo protector le acompañó siempre, y, al contrario que muchos de sus compa­ ñeros, caídos violentamente, acabaría sus días en la cama de un hospital.

El chico responsable

Gueorgui Zhúkov nació el 1 de diciembre de 1896 en una aldea al sur de Moscú, en el seno de una familia humilde. Sus padres,

AL CONTRARIO QUE MUCHOS COMPAÑEROS, CAÍDOS VIOLENTAMENTE, ACABARÍA SUS DÍAS EN UNA CAMA DE HOSPITAL mayores, abandonaban con frecuencia la aldea en busca de trabajo, el padre como zapatero remendón y la madre como bra­ cera. Lo dejaban al cuidado de su hermana mayor, Mascha, a la que siempre estuvo unido. A pesar de su pobreza, pudieron mandarlo a la escuela. Sin embargo, la falta de recursos forzó su envío como apren­

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CABALLERÍA de Budionni, 1919. En la pág. siguiente, Kírov (dcha.) junto a Dzerzhinsky, fundador de la Checa.

diz al taller de peletería que un tío poseía en Moscú. Trabajador diligente, dedicó su escaso tiempo libre al estudio. En 1910 ascendió a oficial artesano, con lo que pu­ do alquilar una habitación y no tener que vivir en el taller, como hasta entonces. Así estaban las cosas cuando, el 1 de agosto de 1914, Alemania declaró la guerra a Rusia.

En contra de lo que citan algunas fuentes, el joven Zhúkov no se presentó voluntario, sino que se incorporó a filas el 7 de agosto del año siguiente, cuando fue movilizado. Destinado a Caballería, su diligencia ganó la atención de sus mandos, que le hicieron realizar un curso de suboficial. Al acabar­ lo se incorporó al 10.º Regimiento de Dra­


ZHÚKOV

gones de Nóvgorod, en el que obtendría dos cruces de San Jorge antes de ser heri­ do por la explosión de una mina. Eran tiempos confusos que anunciaban cambios. Ya por entonces, el responsable Zhúkov aparecía como un referente para sus compañeros, que lo eligieron presi­ dente del Comité de Soldados de su uni­ dad en febrero de 1917. Poco le duraría el cargo, pues unos meses después fue desmovilizado. Tras volver a Moscú y unirse, no sin dilaciones, a la Guardia Roja, el tifus lo mantuvo postrado varios meses. Una vez recuperado, ingresó en la 1.ª División de Caballería del Ejército Rojo, y poco después en el Partido Comu­ nista. Sufrió graves heridas en la guerra civil, lo que le ayudó a ascender. Llegada la paz, no quiso reincorporarse a la vida civil, y siguió en el Ejército, al mando del 39.º Regimiento de Caballería. Era un oficial expeditivo, y estaba obse­

sionado con la pulcritud de sus hombres y equipos. Según diría el general Rusla­ nov: “Jamás lo vio nadie perder su auto­ dominio ni desatarse en improperios... Pero si las amonestaciones no bastaban, entonces podía, sin la menor vacilación, mandarles ante un consejo de guerra”.

Un militar de carrera

Muy interesado en las nuevas ideas sobre la guerra mecanizada, siguió cursos de formación y fue enviado, por lo visto, a estudiar a Alemania, aunque nunca ha quedado claro exactamente dónde ni cuándo. En 1927 contrajo matrimonio con Alexandra Dievna, con quien tuvo dos hijas. Tampoco parece que tuviera una vida familiar plena, entregado como es­ taba a la milicia en cuerpo y alma. En sus escritos señaló: “[...] el día que me aceptaron en las filas del Partido perma­ necerá para siempre en mi memoria”. Sin

embargo, no se diría que sintiera interés por otra cosa que la vida militar. Y tal vez ello le salvó la vida. En 1931 fue nombra­ do adjunto al inspector de Caballería del Ejército Rojo, el general Semión M. Bu­ dionni, uno de los pocos amigos verda­ deros de Stalin. A través de Budionni, el dictador se fijó en él. Su ascenso en el Ejército prosiguió. Se le concedió el man­ do de la 4.ª División de Caballería y la Orden de Lenin y se le envió a España como observador en los primeros meses de la Guerra Civil, aspecto este no plena­ mente contrastado. En todo caso, se man­ tuvo aparentemente ajeno al drama que aquejó a la Unión Soviética. Tras el asesinato del jefe del partido en Leningrado, Serguéi Kírov, a finales de 1934 –probablemente encargado por el dictador–, comenzó una terrible criba en el seno del aparato. En 1937 alcanzó al Ejército Rojo, que fue literalmente desca­

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EL EJÉRCITO Y LA GRAN PURGA Los resultados de la depuración de Stalin en las Fuerzas Armadas EL ASESINATO DE SERGUÉI KÍROV, líder del Partido Comunista en Leningrado, fue atribuido a Leonid Nikoláev, un joven que se habría visto instigado por elementos trotskistas. Hoy se supone que detrás del crimen se hallaban el propio Stalin y el jefe del NKVD (la policía política), celosos de la popularidad e independencia de criterio de la víctima. El suceso fue instrumentalizado por el dictador para eliminar a la vieja guardia

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bolchevique. Los Procesos de Moscú (en la imagen), que se iniciaron el 24 de agosto de 1936, supusieron la eliminación o deportación de cerca de 1.700.000 personas. PURGADOS EL APARATO del partido y los sindicatos, el 6 junio de 1937 empezó el turno de las Fuerzas Armadas con la detención del mariscal Mijaíl Tujachevski, condenado a muerte por alta traición. Según algunos

autores, detrás de este episodio se hallaban unos falsos documentos del SD (el Servicio de Seguridad de las SS alemanas) que buscaban desbaratar el Ejército Rojo y que, engañado, hizo llegar de buena fe a Moscú el presidente checo Edvard Benes. RESULTARON INCULPADOS tres de los cinco mariscales de la URSS; trece de los quince jefes de Ejército; ocho de los nueve almirantes; 57 de los 85 comandantes de Cuerpo de Ejército; 110 de los 195 jefes de División... Se calcula que unos treinta mil militares perdieron la vida y otros muchos fueron enviados al gulag.


ZHÚKOV

ZHÚKOV rodeado de sus hombres en la batalla de Jaljin Gol contra los japoneses, 1939.

bezado. Durante la conocida como “la Gran Purga”, muchos compañeros de Zhúkov perdieron la vida o fueron degradados y deportados a Siberia. Él no sufrió ningún contratiempo, al parecer, por su proximi­ dad a Budionni. ¿Fue una actitud calcula­ da o mera suerte? Esto ha sido motivo de debate sin conclusión, pero los claros en el escalafón facilitaron su progreso. Poco después pasó a mandar un cuerpo de ejér­ cito, para seguir como subcomandante del Distrito Militar de Bielorrusia.

La primera gran victoria

Desde la creación del estado títere de Man­ chukuo en 1932, los incidentes entre las tropas japonesas estacionadas allí y las de la República Popular de Mongolia fueron en aumento. Los problemas subieron de nivel con la llegada de fuerzas soviéticas, a raíz del pacto de asistencia mutua sus­ crito entre Mongolia y la URSS en 1936. El conflicto escaló hasta convertirse en una lucha más o menos abierta. Ante el

cariz que estaba tomando, la Stavka (el Estado Mayor General) envió a Zhúkov a dirigir el recién creado Primer Grupo de Ejércitos Soviético­Mongol. Nuestro hombre estaba en su salsa. Reunió tropas y preparó defensas mientras pedía refuerzos a Moscú, impelido por los infor­ mes que anunciaban una contundente

pas habían adoptado posiciones defensivas, lo que engañó a la deficiente inteligencia militar nipona. Había intuido los puntos débiles del enemigo. Anticipándose en dos días a la prevista ofensiva japonesa, el 20 de agosto, sus hombres se lanzaron al ata­ que tras un intenso bombardeo. Después de varios días de feroces combates, las

TRAS SU ÉXITO, ZHÚKOV RECIBIÓ EL TÍTULO DE HÉROE DE LA URSS Y FUE FELICITADO POR EL PROPIO STALIN ofensiva nipona, como ocurrió. El 1 de julio de 1939, los soldados del Sol Nacien­ te se lanzaron al ataque en la zona de Jal­ jin Gol con éxito inicial, aunque fueron detenidos por la eficacia de la artillería y la aviación soviéticas. En los días siguientes, la lucha prosiguió con menor intensidad. No era el estado ideal para Zhúkov, de talante ofensivo. Además de acumular recursos, dio paso a una campaña de des­ información para hacer creer que sus tro­

tropas soviético­mongolas cercaron al 6.º Ejército Imperial y lo aniquilaron. Todo un éxito para Zhúkov, que recibió el título de Héroe de la Unión Soviética y fue felicitado en persona por Stalin. No solo eso: fue nombrado segundo jefe del Distrito Militar de Kiev, uno de los más importantes de la URSS, y ascendido a general (cargo recién restaurado). Sin embargo, la campaña le había costado 15.925 bajas (7.974 muertos) de los cer­

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ca de 57.000 soldados a su disposición, una cifra excesiva para la Stavka, que, por lo que parece, le amonestó. Durante los combates había demostrado ser un militar concienzudo. Planificaba bien sus operaciones y sentía preferencia por los ataques frontales, pese a los costes. Duro consigo mismo y sus subordinados, no toleraba la lentitud ni la vacilación. Por alguna extraña razón, su imagen pública fue cuidada por el régimen.

La Operación Barbarroja

Los meses previos a la invasión alemana de la URSS, Zhúkov estuvo inmerso en su carrera. Como jefe del Distrito Militar de Kiev, supervisó la ocupación de las provin­ cias rumanas de Besarabia y Bucovina, que

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Hitler había entregado a regañadientes a su ocasional aliado Stalin. Miembro su­ plente del Comité Central del PCUS, criti­ có veladamente, quizá con permiso del georgiano, la actuación de los comisarios políticos en el seno de las Fuerzas Armadas y participó en la reorganización del Ejér­ cito Rojo, hasta ser nombrado jefe del Estado Mayor General en enero de 1941. Hombre de acción, su personalidad no casaba bien con la de un jefe de estado mayor, aunque tuvo la feliz idea de crear una reserva estratégica. Como tantos, avi­ só sin éxito a Stalin de una posible agresión germana, de la que el zar rojo no quiso darse por enterado. Ni siquiera cuando comenzó el ataque, la Operación Barba­ rroja, el 22 de junio de aquel año.

La Wehrmacht alemana avanzaba sin que nada ni nadie pareciera poder detenerla. Los fusilamientos por incompetencia y cobardía se multiplicaron en el régimen soviético. Pero Zhúkov fue únicamente cesado. No solo siguió siendo miembro de la Stavka, sino que se convirtió en una especie de enviado especial allí donde la situación bélica lo requería. El primer hito en su nueva misión sería el exitoso contraataque de Elnya. Viendo que el eje del avance alemán bas­ culaba hacia Kiev, propuso un ataque local que pillara desprevenido al enemi­ go, detuviera su progresión en la zona central del frente y fijara la línea de com­ bate. Salió como esperaba. Stalin estaba exultante. Esta y otras acciones llevaron


ZHÚKOV

ZHÚKOV (en el centro) y Stalin (dcha.). En la pág. anterior, los nazis transportan prisioneros soviéticos, 1941.

población civil incluida, removió cargos y, lo más importante, alentó un espíritu de resistencia que perduró tras su marcha. Al final, Hitler desistió de tomar la ciudad por asalto, prefiriendo someterla a un cerco de fuego y hambre que pensó que la haría caer por sí sola. Erró. Sin embar­ go, apuntalar el frente norte no signifi­ caba para los soviéticos haber ganado la guerra. Después de tomar Kiev –y, con ella, a más de 665.000 prisioneros–, el Führer quiso conquistar Moscú.

“El salvador de Moscú”

al dictador a comentar: “Zhúkov siempre quiere más soldados, más piezas de arti­ llería, más armas de fuego. También más aviones. Jamás tiene suficiente. Pero nunca ha perdido una batalla”.

La proximidad de las tropas alemanas de­ sató el pánico. Todos querían huir, y pro­ liferaron los saqueos. Stalin necesitaba un milagro, y este se llamaba Zhúkov. Nom­ brado comandante en jefe del Frente Oc­ cidental, el antiguo peletero mostró su cara más cruda. Corría el mes de octubre de 1941. Eliminó cualquier diferencia en­ tre la noche y el día. Hasta el punto de que resultara habitual que algún hombre se desplomara literalmente en las intermi­ nables sesiones de trabajo.

“JAMÁS TIENE SUFICIENTE. PERO NUNCA HA PERDIDO UNA BATALLA”, COMENTÓ STALIN DE ZHÚKOV El segundo escenario para Zhúkov fue Leningrado. La capital del comunismo soviético estaba a punto de caer, y su jefe militar, Kliment Voroshílov, no solo no sabía qué hacer, sino que actuaba a su aire, algo que Stalin no podía tolerar. Zhúkov llegó como un huracán. Supervi­ só defensas, movilizó todo lo movilizable,

Su fuerte y baja figura emitía una inextin­ guible energía y gran dureza. Su ascenden­ cia sobre Stalin fue mucha en aquellos días, y la aprovechó. No solo para acumular hombres y equipos, sino para avasallar a sus iguales, lo que le granjeó dosis de odio que en la posguerra le pasarían factura. Como señala el historiador militar David

M. Glantz: “Zhúkov hizo gala de esta sin­ gular combinación de tenacidad, crueldad con sus subordinados y desprecio de las bajas que caracterizaría su actuación du­ rante todo lo que quedaba de guerra”. Quizá intuyera que los alemanes estaban al límite tras meses de ininterrumpida campaña, y así era. A los integrantes de la Wehrmacht les empezaba a faltar de todo, mientras él recibía refuerzos de Siberia y otras regiones de la URSS. De nada sirvie­ ron las razones ante Hitler del jefe del Grupo de Ejércitos Centro, Fedor von Bock, que quería una retirada táctica a la línea Istra­Klin­Tula para pasar el invierno y recuperar fuerzas. Moscú estaba a la vista y había que tomarla. Pero, el 5 de diciem­ bre, el Ejército Rojo pasó al ataque, y la línea alemana se hundió. Poco faltó para una desbandada general. La profesionali­ dad de los soldados germanos y la taxati­ va orden de Hitler prohibiendo todo re­ pliegue evitaron lo peor, aunque a costa de perder casi doscientos mil hombres y correr la línea de frente hacia el oeste. Zhúkov atribuyó la victoria a la preclara mente de Stalin y al valor de las tropas, pero tanto el general como los moscovitas sabían que era suya. Aclamado por todos como “el salvador de Moscú”, su foto apa­ recía en la prensa soviética a mayor tama­ ño que las de sus compañeros, a pesar de ocupar un lugar difuso en la nomenclatu­ ra, pues, más que comandante del Frente Occidental, era el enviado de la Stavka, por no decir de Stalin. Aun así, su proxi­ midad al líder soviético no le permitió disuadir a su jefe de llevar a cabo una ofen­ siva general que acabaría en fracaso.

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Marte abandona al guerrero

EL FRACASO DE ZHÚKOV EN LA OPERACIÓN QUE DEBÍA LIBERAR RZHEV

LOS COMBATES DEL invierno de 194142 habían dejado un saliente en la línea del frente, con el extremo en Rzhev (arriba), que apuntaba a Moscú. El miedo de Stalin ante un posible ataque fue aprovechado por Zhúkov para preparar su eliminación. EL PLAN (Operación Marte) consistía en estrangular el saliente por su base, para dirigirse luego hacia Smolensk y destruir el Grupo de Ejércitos Centro, el más poderoso de la Wehr-

La llegada de la primavera de 1942 pro­ pició una nueva ofensiva alemana, esta vez hacia el sur, con un doble eje de ac­ ción: el Volga y el Cáucaso. El fin era hacerse tanto con el petróleo soviético como con la ruta que, pasando por Sta­ lingrado, llevaba al centro neurálgico de la URSS. La campaña comenzó bien para la Wehrmacht, que parecía capaz de re­ petir sus anteriores éxitos. Sin embargo, el jefe del Estado Mayor, el general Alek­ sandr M. Vasilevski, llamó la atención sobre la disposición que estaban toman­ do los ejércitos alemanes con sus exten­

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macht en Rusia. El ataque fue confiado al general Purkaev, bajo la supervisión de Zhúkov, que debía enfrentarse al 9.º Ejército alemán del brillante Walter Model, “el bombero del Reich”. LA OFENSIVA COMENZÓ el 25 de noviembre de 1942 y contaba con una superioridad numérica soviética que propició pequeñas rupturas. Por ellas envió Zhúkov más y más fuerzas en días sucesivos, sin que la línea alemana se viniera abajo. Lo costoso de estos

didos flancos. Estos, defendidos por sus débiles aliados rumanos e italianos, po­ dían ser cercenados con facilidad.

De Rzhev a Berlín

Poco a poco, la Stavka fue acumulando reservas, no solo para cortar los flancos del alemán Paulus, sino para cambiar la dinámica de la guerra en el este en cuatro fases. Mediante la Operación Urano, se buscaba destruir al 6.º Ejército alemán en Stalingrado, para después (Saturno) ex­ pulsar a los alemanes del Cáucaso y llegar a Rostov del Don, como se logró. En para­

ataques frontales popularizó la batalla como “la trituradora de carne de Rzhev”. El contraataque alemán del 6 de diciembre hizo que la Stavka diera por finalizada la operación, enviando sus reservas a Stalingrado. Entre marzo y abril, Zhúkov volvería a la carga, pero los alemanes ya habían rectificado el frente, abandonando el saliente. La Operación Marte había costado un mínimo de 216.000 bajas soviéticas (hay quien habla de medio millón), por 40.000 pérdidas germanas.

lelo, la Operación Marte tenía como ob­ jetivo eliminar el saliente de Rzhev que apuntaba a Moscú, y la Júpiter debía ha­ cer retroceder al Grupo de Ejércitos Cen­ tro alemán hasta Smolensk. Zhúkov dirigió la ofensiva de Rzhev, a la que se dio preeminencia, con la aquiescen­ cia de Stalin, regateando unos refuerzos que Vasilevski necesitaba en Stalingrado. Tras su fracaso, la Operación Marte se pre­ sentó como una distracción para evitar que el 6.º Ejército de Paulus fuese reforzado. Es falso, aunque ha quedado registrado así en numerosos estudios. Y no supuso ningún


ZHÚKOV descrédito para Zhúkov, que además se atribuyó gran parte del mérito de la victo­ ria de Stalingrado, en realidad correspon­ diente al tándem Vasilevski­Yeriómenko. Enviado de nuevo a Leningrado, planificó la operación que levantaría el sitio, y le fue otorgado el grado de mariscal. Como miembro de la Stavka, participó en la elaboración de los planes operativos el resto de la guerra, y recomendó con acier­ to una operación defensiva de desgaste en profundidad ante la previsible ofensiva alemana en Kursk del verano de 1943. Des­ pués de la batalla de Kursk, en la que coor­ dinó diversos frentes, la iniciativa quedó definitivamente en manos del Ejército Rojo. Al frente de sus hombres, liberó gran parte de la URSS, ocupó Polonia y entró en el Reich. Solo faltaba tomar Berlín. Zhúkov siempre creyó que el mérito le co­ rrespondía a él, pero el 1.º Frente Ucrania­ no del mariscal Iván S. Kónev también estaba muy bien situado para lograrlo. Stalin azuzó la rivalidad entre ambos, aun­ que al final se decidió por Zhúkov y ordenó al segundo cubrir su flanco sur, pese a ser un mejor táctico. El antiguo peletero optó por un poderoso ataque frontal tras un fuerte bombardeo en los Altos de Seelow,

ACERTÓ AL APOYAR A JRUSCHOV TRAS LA MUERTE DE STALIN, PERO ESTE SE OLVIDÓ PRONTO DE LA AYUDA RECIBIDA lo que permitió cierta anticipación al de­ fensor, el general Gotthard Heinrici. Este, conocedor de las tácticas de Zhúkov, oca­ sionó más de 35.000 bajas a los soviéticos antes de ceder la posición por falta de me­ dios. Se abría así el camino a la capital del Reich, que cayó tras una sangrienta lucha.

El mariscal de posguerra

Nunca la estrella de Zhúkov había brilla­ do tanto. No solo representó a su país en el acto de rendición oficial de Alemania, sino que se hizo cargo de la Comisión Aliada de Control. En ese período forjó una sincera amistad con el general Dwight D. Eisenhower, para quien ofició de ci­ cerone en su viaje oficial a la URSS.

EL MARISCAL ZHÚKOV, con 70 años, en la plaza Roja de Moscú, 1966. Tras él, el Kremlin.

Hasta cierto punto, Zhúkov se sentía libre, quizá más de lo debido, y algunas decla­ raciones no sentaron demasiado bien en Moscú, en unos días en que se estaba lar­ vando la Guerra Fría. A Zhúkov siempre le faltó cintura política. Según su amigo Ike: “El mariscal tenía escasa paciencia con los políticos”. Con todo, en abril de 1946 se le otorgó el mando de las Fuerzas Armadas. Sería por poco tiempo. Cinco meses después fue relegado a Ucra­ nia como comandante del Distrito Militar de Odesa, para pasar después a otro más recóndito, el de los Urales. Sus retratos se retiraron de todos los organismos oficiales y fue sometido a vigilancia política, mien­ tras arreciaban las críticas a su labor de antiguos compañeros. Solo tras el estalli­ do de la guerra de Corea en 1950 se levan­ tó progresivamente su ostracismo. Tres años después formó parte de la guardia de honor en el sepelio de Stalin y fue nom­ brado viceministro de Defensa. Con la muerte del zar rojo, la inestabilidad política se apoderó de Moscú. Había que tomar partido, y Zhúkov acertó al apoyar al indeciso Gueorgui M. Malenkov y par­ ticipar, pistola en mano, en el complot para eliminar al sanguinario Lavrenti Be­ ria. La acción le llevó al puesto de ministro de Defensa, desde donde apoyó el ascen­ so de Nikita S. Jruschov a la jefatura del partido, en unos momentos en los que el Ejército Rojo se había convertido en el principal sostén del Estado. Sin embargo, el político se olvidó pronto de la ayuda

recibida. Fuertes discrepancias en la po­ lítica de defensa acabaron enfrentándolos. Un año después de convertirse en el mili­ tar más condecorado de la URSS con su cuarta Estrella de Oro, perdió su puesto en el Comité Central por “haber demos­ trado ser una persona políticamente de poco juicio, con inclinaciones hacia la aventura”. Una frase retórica que indica­ ba a todos su caída en desgracia. Retirado a su dacha a finales de 1957, el mariscal no volvería recuperar sus cargos. Dedicado, ahora sí, a su familia y a escri­ bir sus controvertidas memorias (existen diferentes ediciones con sustanciales diferencias), vio pasar plácidamente los años hasta que, caído Jruschov, volvió a aparecer ocasionalmente en público a raíz de algún homenaje. El 18 de junio de 1974, un problema cardíaco puso fin a su vida en un hospital de Moscú.

PARA SABER MÁS MEMORIAS

Gueorgui. Memorias y reflexiones. Moscú: Editorial Progreso, 1990. — Grandes batallas de la II Guerra Mundial. Barcelona: Península, 2009. ZHUKOV,

BIOGRAFÍA PRESTON CHANEY JR.,

Otto. Zhukov. Barcelo-

na: Altaya, 2008. ENSAYO

Seweryn. Los generales de Stalin. Barcelona: Caralt, 1972. CAMPOS FERREIRA, Juan. Rzhev, 1942-43. Zaragoza: HRM, 2014. BIALER,

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CIENCIA

TRAS LA HUELLA DACTILAR

Son perennes e inmutables y no hay dos iguales. La impresión de las huellas dactilares como método para identificar a las personas es de gran utilidad en numerosos ámbitos. Sobre todo, en la investigación criminalística. ANABEL HERRERA, PERIODISTA

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DACTILOSCOPIA

H

asta hace no tanto, nos parecía que solo podía pasar en las películas de ciencia ficción, fruto de la mente imaginativa de un guionista. Pero lo cierto es que poner el dedo sobre un lector de huellas dactilares como forma de identificación se ha convertido en un gesto tan cotidiano que lo utilizamos hasta para fichar en la oficina o desbloquear el smartphone. Incluso se está estudiando para la identificación de pacientes en hospitales y como método de pago en tiendas y hoteles, por ejemplo. Esas peculiares marcas en las yemas de nuestros dedos (al igual que en las palmas de las manos y en las plantas de los pies) son como el “código de barras” con el que la naturaleza nos distingue. Porque no hay dos iguales. De ahí que la dactiloscopia (palabra que deriva de los vocablos griegos daktylos, dedos, y skopein, examen o estudio) sea uno de los procedimientos más fiables para la identificación del ser humano, algo indispensable en determinados ámbitos de nuestra vida, especialmente en la esfera criminológica.

La necesidad de diferenciarse

La necesidad de identificarnos, es decir, de diferenciarnos los unos de los otros, es tan remota como la historia del hombre. Las tribus primitivas empleaban nombres u otros datos, como el lugar de nacimiento, el oficio, rasgos congénitos o de conducta

UN PROFESOR de la academia del FBI da una

clase sobre huellas dactilares. Foto sin datar.

de la mano bañada en tinta. Probablemente por la expansión del comercio, otras regiones asiáticas adoptaron esta costumbre. En Japón, por ejemplo, se promulgó una ley en el año 702 d. C. según la cual los maridos analfabetos que quisieran divorciarse podían contratar a

LA CULTURA CHINA ES LA PRIMERA QUE SABEMOS QUE UTILIZÓ LAS HUELLAS COMO IDENTIFICACIÓN para tal fin. Es imposible determinar cuándo nos dimos cuenta por primera vez de la singularidad de nuestras huellas dactilares. Se han encontrado crestas de fricción –los montículos en la piel de las yemas de los dedos– en materiales de construcción del Neolítico, aunque existe la posibilidad de que tuvieran una intención decorativa. La cultura china es la primera que sabemos que utilizó impresiones de crestas de fricción como método para identificar a las personas. Tras la invención del papel, hacia el año 105 d. C., se convirtió en una práctica habitual estampar los documentos oficiales, como contratos y testamentos, con una marca del dedo o de la palma

otro hombre para redactar el documento y después firmarlo con su índice.

La ciencia estudia las huellas

El estudio científico de las huellas dactilares, sin embargo, no despegó hasta la Edad Moderna, concretamente hasta el siglo xvii, cuando, gracias a la invención del microscopio, el anatomista italiano Marcello Malpighi pudo observar con precisión las diferentes formas de las líneas de las yemas de los dedos, y postuló que quizá su función era mejorar el agarre de objetos. A pesar de la trascendencia de sus investigaciones, es a Jan Evangelista Purkyne a quien se le considera el padre de la dac-

tiloscopia. En 1823, este anatomista checo publicó Commentatio de examine physiologico organi visus et systematis cutanei (Comentario del examen fisiológico del órgano de la vista y del sistema cutáneo), tesis en la que describe los grandes surcos de las manos y clasifica las huellas dactilares en nueve categorías. Este primer sistema dactiloscópico pasó sin pena ni gloria entre sus contemporáneos, y no fue hasta unas décadas más tarde cuando se empezó a aplicar en el campo de la criminalística. William James Herschel fue un oficial del Imperio británico encargado de administrar el distrito de Hooghly, en Bengala (India), que prosiguió con la costumbre oriental de hacer estampar la yema del dedo en los documentos contractuales. Gracias a su extensa colección de dibujos, no solo observó que las huellas dactilares de cada persona eran únicas, sino también que permanecían inalteradas pese al paso del tiempo. En 1877 propuso aplicar este método para la identificación de reclusos en las instituciones penales del territorio, pero sin éxito. El éxito que tampoco cosechó Henry Faulds cuando intentó que los funcionarios

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CIENCIA

¿Por qué las tenemos? LAS HUELLAS DACTILARES se empiezan a formar entre el tercer y cuarto mes de embarazo, y no solo dependen de nuestra información genética, sino que su desarrollo también está influenciado por factores ambientales, como la ubicación y los movimientos del feto en el útero o la densidad del líquido amniótico. Por eso no hay dos iguales, ni siquiera en gemelos idénticos. A partir de ese momento, permanecerán inalterables hasta la muerte, a pesar de los daños de la piel.

EN CUANTO A SU sentido biológico, durante mucho tiempo se pensó que estas marcas nos ayudaban a sujetar mejor, pero, en la actualidad, la hipótesis que más se baraja es que sirven para aumentar nuestro sentido del tacto. UN DATO CURIOSO es que hay personas que nacen sin crestas papilares. Se trata de una extraña mutación genética conocida con el nombre de adermatoglifia. Los casos son extraordinarios; de hecho, solo se conocen cuatro familias en el mundo con miembros que presentan este trastorno dermatológico. No tiene ningún efecto para los afectados, más allá de problemas de identificación en instancias oficiales (se la ha llamado immigration delay disease, “la enfermedad que aplaza la inmigración”, por dificultar el proceso de entrada a algunos países).

famoso naturalista Charles Darwin, quien se negó a trabajar en la idea, pero se la pasó a Francis Galton, su primo. Las investigaciones del antropólogo inglés, también conocido por ser pionero en la eugenesia –término que acuñó–, se centraron en cuestiones hereditarias. Galton fue el primero en aplicar métodos estadísticos al estudio de las diferencias humanas, tanto físicas como intelectuales, lo que le llevó a aproximarse a la antropometría, que utiliza las medidas corporales de un individuo para identificarlo. El primo de Darwin registró en tarjetas las medidas de un buen número de voluntarios, acompañándolas de la impresión de los dedos. Y descubrió, por ejemplo, que las crestas de fricción no cambian en ningún momento de la vida, a no ser que haya una lesión o quemadura severa que afecte a la dermis. En Huellas dactilares (1882), el primer libro sobre la materia, Galton habló de la existencia de un patrón en estos dibujos de las falanges digitales, que describió y clasificó en 41 categorías.

Resolución de crímenes

La aplicación práctica de los ensayos de Herschel, Faulds y Galton se debe a Juan Vucetich Kovacevich, de origen croata pero establecido con su familia en Argentina. En 1888 ingresó en la Policía de la Provincia de Buenos Aires, en la ciudad de La Plata. El antropólogo comenzó a registrar las huellas dactilares de presos

FRANCIS GALTON, PRIMO DE DARWIN, ADVIRTIÓ QUE LAS HUELLAS NO CAMBIAN EN NINGÚN MOMENTO DE LA VIDA de Scotland Yard emplearan la dactiloscopia para la identificación de criminales. Este médico escocés pasó buena parte de su vida como misionero en un hospital y un centro de enseñanza para estudiantes de Medicina en Japón, ayudando, por ejemplo, a introducir los métodos antisépticos. El hospital fue asaltado por un ladrón y la policía arrestó a un miembro del personal, pero Faulds, convencido de su inocencia, cotejó las huellas y vio que

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diferían, por lo que quedó en libertad. Tras una intensa tarea de recopilación de impresiones tanto de monos como de personas, en 1880, el científico publicó un artículo en la revista Nature hablando del valor del patrón de las crestas, único para cada individuo, especialmente en su uso como evidencia. Por eso está considerado el padre de la dactiloscopia en las investigaciones criminológicas. Orgulloso de sus hallazgos, Faulds envió una carta al

en fichas policiales y diseñó su propio sistema de clasificación, que redujo a cuatro tipos fundamentales, en función de la disposición de estas marcas. En 1892, su método sirvió para resolver, por primera vez en la historia, un homicidio mediante evidencia de huellas dactilares en la escena del crimen. Los hijos de una mujer llamada Francisca Rojas habían sido asesinados, y ella misma había señalado como responsable a un hombre al que ha-


DACTILOSCOPIA

UN DETECTIVE en el departamento de huellas de Scotland Yard en Londres, c. 1950.

bía rechazado como marido. Los agentes de policía no lograron arrancarle una confesión al sospechoso aun sometiéndolo a torturas, así que se pusieron a investigar a fondo y encontraron una huella ensangrentada en una puerta. Al cotejarla, descubrieron que la asesina no era otra que la madre, que, ante la evidencia, acabó confesando. El jefe de la Policía no tardó en adoptar oficialmente el Sistema Dactiloscópico Argentino, como posteriormente se conocería, lo que convirtió a Argentina en el primer país en depender únicamente de las huellas dactilares como método de identificación. A principios del siglo xx, el sistema de Vucetich empezó a difundirse por todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, el doctor Henry P. deForest, al frente de la Comisión de Administración Pública de Nueva York, estableció en 1902 la práctica de tomar las impresiones dactilares de las personas

que optaban a un puesto en la administración para evitar que falsos candidatos se presentaran por ellas a los exámenes. Se trata del primer archivo de huellas dactilares instaurado en el país, que abrió el camino a la adopción generalizada de este método como herramienta de identificación criminal y forense. En Inglaterra, el primer juicio por asesinato en el que se utilizaron como prueba las impresiones digitales tuvo lugar en 1905, cuando los hermanos Alfred y Albert Stratton fueron acusados de un robo en una tienda que acabó con la vida de una mujer y su marido. El inspector Charles Stockley Collins, de Scotland Yard, explicó al jurado la clasificación de las huellas digitales y cómo llevar a cabo una individualización. Después mostró una huella que había encontrado en la caja registradora del establecimiento y las coincidencias con la del pulgar derecho

de Albert. Esa fue la evidencia más sólida de la culpabilidad de los hermanos, que fueron condenados a muerte. Aunque en la criminalística actual las huellas son herramientas complementarias de otros métodos muy avanzados, como las pruebas genéticas, lo cierto es que su uso como sistema de identificación individual ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad.

PARA SABER MÁS ENSAYO

Colin. Huellas dactilares. Los orígenes de la dactiloscopia y de la ciencia de la investigación criminal. Barcelona: Alba, 2003. LUBIÁN Y ARIAS, Rafael. Dactiloscopia. Madrid: Reus, 2002. TRUJILLO ARRIAGA, Salvador Tomás. El estudio científico de la dactiloscopia. Ciudad de México: Limusa, 2007. BEAVAN,

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ARTE

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LORENZO LOTTO

LA MIRADA DELATORA Lorenzo Lotto fue el retratista más original del Renacimiento italiano. Su singularidad podrá apreciarse en el Prado hasta el 30 de septiembre. ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA

L

a historia de Lucrecia resulta difícil de digerir desde nuestra sensibilidad contemporánea. La joven matrona romana, violada por el príncipe Sexto Tarquinio, denuncia el ultraje ante su padre y su esposo para después, inmediatamente, hundirse un puñal en el pecho, no sin antes instar a futuras víctimas a hacer lo propio. “¡Ninguna mujer quedará autorizada con el ejemplo de Lucrecia para sobrevivir a su deshonor!”, exclamó, según Tito Livio. Hoy no recomendaríamos a nadie semejante proceder, pero durante siglos se educó a las muchachas poniendo a Lucrecia como ejemplo de virtud femenina. De acuerdo con esta mentalidad, casi todas las representaciones de esta heroína clásica muestran a una joven dulce, pudorosa y desesperada. En las escenas en que aparece con el puñal en la mano, su gesto suele ser introspectivo o dramático, como en el dibujo que sostiene la joven del cuadro que abre este artículo. La Lucrecia del dibujo clama a los dioses. Más abajo, sobre la mesa, otro papel recoge, en latín, sus

ARRIBA, Retrato de Andrea Odoni, óleo sobre

lienzo, 1527. The Royal Collection Trust, Hampton Court.

A LA IZQDA., Retrato de mujer como Lucrecia, óleo

sobre lienzo, c. 1530-32. Londres, The National Gallery.

célebres últimas palabras. Tanto el dibujo como la cita están ahí con un solo propósito: ensalzar el carácter virtuoso de la mujer del vestido verde y anaranjado, la auténtica protagonista de la pintura.

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ARTE

LOTTO ES EL PRIMER RETRATISTA ITALIANO QUE ESCARBA BAJO LA APARIENCIA EN BUSCA DE LA PERSONALIDAD Pero algo no acaba de encajar. La mujer está muy lejos de adoptar la actitud sumisa y modesta de una esposa modélica. Su gesto es más gallardo que grácil, más masculino que femenino, según los cánones de la época. Su mirada es abiertamente desafiante. Todo en ella rezuma determinación, pero cuesta imaginarla tomando la decisión de quitarse la vida, más bien parece dispuesta a acabar con quien ose tocarla sin permiso. La pintura plantea otras incógnitas. ¿Qué significa la flor cortada sobre la mesa? ¿Por qué se apoya en una silla vacía?

Todo son preguntas

Así son los retratos de Lorenzo Lotto, intrigantes y nada convencionales. En un entorno, el del Cinquecento veneciano, en el que nobles y burgueses no tenían otra preocupación que inmortalizarse con sus mejores galas, Lotto es el primer retratista italiano que escarba bajo la apariencia para mostrarnos la verdadera

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ARRIBA, Matrimonio místico de Santa Catalina y el donante Nicolò Bonghi, óleo sobre lienzo, 1523. Bérgamo, Accademia Carrara - Pinacoteca di Arte Antica. A LA IZQDA., Retrato de hombre con rosario, óleo sobre tabla, c. 1515-

20. Niva, Nivaagaards Malerisamling.

personalidad de sus modelos, incluso a costa de contradecir el mensaje superficial del cuadro. Podemos encontrarnos ante un pío aristócrata que, lejos de irradiar devota serenidad, aprieta inconscientemente los labios en un ademán nervioso mientras pasa las cuentas de su rosario de ámbar. Más interesante aún es el retrato matrimonial del Hermitage. La pareja, de mediana edad, posa entrelazando los brazos. Ella sostiene un perrito blanco, sím-

bolo de fidelidad. Él enarbola un papel con la inscripción “Homo nunquam” (el hombre nunca). Una ardilla dormida se refugia bajo el hueco de su axila: una promesa de cuidar de su esposa, tal como la madriguera cobija al animal. A su espalda, el paisaje borrascoso simboliza las tribulaciones de las que se ha comprometido a protegerla. A simple vista, no puede haber declaración más tierna de amor maduro. Pero, una vez más, algo falla. Sus


LORENZO LOTTO

RETRATO de matrimonio (¿Giovanni Maria Cassotti y Laura Assonica?), óleo sobre lienzo, c. 1523-24. San Petersburgo, The State Hermitage Museum.

ojos les delatan. La mirada de ella, hosca y escéptica, y la de él, apática y resignada, se evitan mutuamente. Todo un publirreportaje fallido de armonía conyugal. ¿Se daban cuenta los clientes de Lotto de que los pinceles del artista estaban traicionando su yo más íntimo? En realidad, el éxito del veneciano fue irregular, especialmente en las grandes urbes. Empezó su carrera con buen pie en su tierra natal, donde a los veinticinco años era ya una celebridad, pero, a la larga, Tiziano le haría sombra. En la Roma de Julio II no logró hacerse un hueco. De su único encargo para el Vaticano no queda rastro: sus frescos fueron cubiertos, al poco tiempo, por otros de Rafael. En cambio, ciudades pequeñas como Treviso, Recanati o Bérgamo

lo acogieron con los brazos abiertos. No había en ellas ningún retratista que pudiera igualársele. Eso explica la enorme libertad creativa de la que gozó pintando a los potentados de provincias. Además de indagar en el carácter de los personajes que inmortalizaba, Lotto se permitió innumerables experimentos creativos. Fue pionero en retratar a una misma persona desde tres ángulos distintos o rodeada de sus objetos favoritos (como el coleccionista Odoni, en la pág. 85), e inventó alegorías y poses. Algunas de sus composiciones resultan francamente extravagantes, como el Matrimonio místico de Santa Catalina, cuyo mecenas (a la izqda. de la obra) aparece en la escena religiosa de un modo más bien invasivo, mien-

tras los personajes principales (la Virgen, el Niño y santa Catalina) se agachan forzadamente para no tapar el paisaje de la ventana, hoy perdido. Lotto se atrevió incluso con Dios: rompió moldes pintándolo como una presencia inmaterial, una silueta de nubes. En Él acabaría buscando consuelo cuando el círculo artístico veneciano le dio definitivamente la espalda. Pasó sus últimos años en un convento. Su talento no se redescubriría hasta el siglo xix.

PARA SABER MÁS CATÁLOGO DAL POZZOLO, Enrico Maria y FALOMIR, Miguel (eds.). Lorenzo Lotto. Retratos. Madrid: Museo Nacional del Prado, 2018.

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AGENDA

EXPOSICIONES DEL MES ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA

MONSTRUOS A GRANEL LOS FANS del manga conocen bien la riqueza del panteón fantástico japonés. Monstruos, espíritus y demonios pueblan las viñetas de Takahashi o las películas de Miyazaki. Los extraños clientes del balneario en El viaje de Chihiro (2001) no son otra cosa que yokai, seres sobrenaturales cuya tradición gráfica se remonta al siglo xiv. Los campesinos medievales los culpaban de epidemias y catástrofes naturales. En el período Edo se hicieron muy populares y perdieron, en parte, su carácter aterrador. Surgieron yokai inofensivos o amistosos, que se difundieron rápidamente a través de nishiki-e (dibujos policromados), emakimono (rollos ilustrados), libros y objetos cotidianos, desde vajillas hasta espadas o kimonos. YOKAI: ICONOGRAFÍA DE LO FANTÁSTICO REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SAN FERNANDO. ALCALÁ, 13. MADRID TEL.: 91 524 08 64 FECHAS: HASTA EL 23 DE SEPTIEMBRE

GUARDA de catana con diseño de rokurokubi (espíritus de largo cuello). Última etapa del período Edo, s. xix. Ciudad de Miyoshi, Japón. A LA DCHA., Un cesto pesado (selección de nuevas visiones de 36 episodios sobrenaturales), Tsukioka Yoshitoshi (1839-92). Miyoshi.

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© Claude Poensin-Burat. Fonds France-Soir.

09 / 2018 CORTÉS. RETRATO Y ESTRUCTURA Espacio Fundación Telefónica. Fuencarral, 3. Madrid Tel.: 91 580 87 00 Fechas: hasta el 10 de octubre

ARRIBA, una instantánea de mayo del 68. ABAJO, Plaza Navona, Henryk Dabrowski, 1965, en el Museo Lázaro Galdiano. Izabella Godlewska de Aranda, Madrid.

Como su homónimo del siglo xvi, Hernán Cortés Moreno (Cádiz, 1953) es un explorador, pero no de continentes, sino de personajes de la escena pública española. Para él han posado auténticos pesos pesados de la cultura (Rafael Alberti, Jorge Guillén, Dámaso Alonso...) y de la política (Felipe González, Miquel Roca, José Bono, Felipe VI...). Entre sus trabajos como retratista parlamentario, destaca la serie dedicada a los ponentes de la Constitución. Esta antológica constituye todo un repaso a las esferas del poder desde un hiperrealismo mesurado y contenido, que bebe de algunas fuentes contemporáneas como el cómic o el cine.

VISTAS DE ROMA. HENRYK DABROWSKI Y LA COLECCIÓN LÁZARO Museo Lázaro Galdiano. Serrano, 122. Madrid Tel.: 91 561 60 84 Fechas: hasta el 9 de septiembre

Al arquitecto y dibujante Henryk Dabrowski (Varsovia, 1927-2006) se lo recuerda como el Piranesi polaco, por sus inmensas panorámicas de Roma, realizadas a lápiz, tinta, tiza y aguada. A lo largo de su carrera viajó por numerosas ciudades europeas (Londres, París, Viena, Berlín, Moscú...), pero ninguna le sedujo tanto como la Ciudad Eterna. Su obra, que se presenta por primera vez en España, deleitará a los frikis de la historia arquitectónica. En ocasiones, el artista añade

a los edificios elementos que formaban parte del proyecto original, pero que jamás se construyeron. Por ejemplo, la columnata que Bramante ideó para el templete de San Pietro in Montorio.

LA CÁMARA DE HACER POEMAS BNE. Recoletos, 20-22. Madrid Tel.: 91 580 78 00 Fechas: hasta el 23 de septiembre

Tanto la imagen como la palabra poseen una enorme capacidad evocadora. Hay poemas visuales, como los de Joan Brossa o los caligramas

de Apollinaire, y fotografías tomadas con tanta sensibilidad que nos parecen poéticas. La relación entre ambos géneros artísticos se explora en profundidad en esta muestra, que recopila interesantes alianzas entre fotógrafos y poetas: Pablo Neruda y Martín Chambi, Ramón de Campoamor y Antonio Cánovas, Roberto Piva y Wesley Duke Lee o García Lorca y los fotógrafos Oriol Maspons y Julio Ubiña. Las propuestas más originales incluyen desde poemas fotonovela hasta versos que invaden instantáneas.

MAYO DEL 68 POR LOS FOTÓGRAFOS DEL FRANCE SOIR Palau Robert. P.º de Gràcia, 107. Barcelona Tel.: 93 238 80 91 Fechas: hasta el 11 de septiembre

Últimos días para revivir la vorágine del mayo francés cuando se cumplen cincuenta años de la revuelta estudiantil más influyente del mundo. El diario France Soir, consciente de la trascendencia de lo que estaba sucediendo, contrató a dieciocho fotógrafos que cubrieron las protestas. Los

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AGENDA PAISAJES FEMENINOS COROT Y PAISAJE son prácticamente sinónimos en la historia de la pintura francesa. “Solamente hay un maestro aquí: Corot”, exclamaría un apasionado Monet en 1897. El artista, sin embargo, no aceptó de buen grado este encasillamiento. En la última etapa de su carrera quiso que se le recordara como un pintor más versátil. Desde los 50 años hasta el final de su vida, con 79, pintó diversas figuras femeninas, desnudas o vestidas, a menudo con atuendos exóticos. Musas griegas o italianas, odaliscas, damas medievales, muchachas que leen, componen guirnaldas o tocan instrumentos. Todas tienen un aire soñador e introspectivo, un encanto enigmático al que resulta difícil resistirse. COROT: MUJERES NATIONAL GALLERY OF ART 6TH AND CONSTITUTION AVENUE NW. WASHINGTON, D. C. (ESTADOS UNIDOS) TEL.: +1 (202) 737 4215 FECHAS: DEL 9 DE SEPTIEMBRE AL 31 DE DICIEMBRE

JUDÍA DE ARGEL (Juive d’Alger). Jean-Baptiste-Camille Corot, c. 1870. Óleo sobre lienzo. Colección privada.

eslóganes idealistas que han perdurado, desde el “Prohibido prohibir” hasta “La imaginación al poder”, pueden transmitir, erróneamente, una imagen edulcorada del hervidero en que se convirtieron las calles de París. Las imágenes dan testimonio de la violencia de la represión policial en el Quartier Latin. Si se levantaron adoquines, hubiera o no playa debajo, fue para montar barricadas.

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VICTOR VASARELY. EL NACIMIENTO DEL OP ART Museo Thyssen-Bornemisza. P.º del Prado, 8. Madrid Tel.: 91 791 13 70 Fechas: hasta el 9 de septiembre

Imposible evocar la psicodelia de los años sesenta sin recurrir al Op Art, una corriente basada en las más hipnóticas distorsiones geométricas que lo invadió

todo: moda, decoración, carteles y carátulas de discos. Pero su fundador, el húngaro Victor Vasarely, distaba mucho de ser un joven hippy. Era un sesentón amante de las matemáticas, un admirador de Mondrian, Malévich, El Lissitzky y Moholy-Nagy que, además de crear belleza a partir de algoritmos, quiso democratizar el arte. Con el fin de eliminar el concepto elitista de la obra de arte irre-

petible, propuso, ya en 1955, crear obras aleatorias a partir de programas informáticos.

LET’S GET IT RIGHT: WORK INCENTIVE POSTERS OF THE 1920s Smithsonian’s National Museum of American History 1300 Constitution Ave NW. Washington, D. C. (EE. UU.) Tel.: +1 (202) 633-1841 Fechas: hasta noviembre


© National Galleries of Scotland. Foto: Antonia Reeve.

© Victor Vasarely, VEGAP, Madrid, 2018.

© Mr. and Mrs. F. F. Randolph Poster Collection, Archives Center, National Museum of American History.

09 / 2018 La propaganda bélica estadounidense de la Primera Guerra Mundial fue tan eficaz a la hora de reclutar soldados que los empresarios, siempre atentos al beneficio, decidieron aplicar las mismas técnicas para incrementar la productividad y la lealtad de sus empleados. Las fábricas se llenaron de vistosos carteles con mensajes motivadores, como “Elige el trabajo duro y hazte indispensable para esta firma”. La edad dorada del cartelismo empresarial acabó en 1929. Tras el crac, el pánico a perder uno de los escasos empleos disponibles ya era incentivo suficiente. Aun así, algunas de estas prácticas, como la de señalar al empleado del mes, siguieron vigentes.

ARRIBA, uno de los pósteres

de la muestra del Smithsonian’s National Museum of American History.

A LA IZQDA., Kroa-MC, Victor

Vasarely, 1969. Múltiple. Serigrafía sobre metal. Vasarely Múzeum, Budapest.

ABAJO, La presa de Molesey,

Alfred Sisley, 1874. Scottish National Gallery, Edimburgo. Obra en la muestra del Petit Palais.

QUÉ HAY EN TV... Unos luchaban por defender su visión religiosa; otros, por el predominio de un sistema económico. ¿Eran tan diferentes?

Territorio templario

Lunes 24 a las 22.00 h En un recorrido de seis capítulos por la región del Maestrazgo, reviviremos los misterios de la orden templaria. Magia, alquimia, vírgenes negras... La serie nos llevará a castillos y poblaciones que estuvieron en poder de aquellos monjes guerreros, protagonistas de un auge espectacular y una caída estrepitosa. ¿Nos conformaremos con la versión de sus enemigos?

LES IMPRESSIONNISTES À LONDRES. ARTISTES FRANÇAIS EN EXIL, 1870-1904 Petit Palais. Av. Winston Churchill, s/n. París (Francia) Tel.: +33 1 53 43 40 00 Fechas: hasta el 14 de octubre

En 1870, el estallido de la guerra franco-prusiana provocó una estampida entre los artistas de Montmartre. Una gran parte migró a Londres, donde el marchante Paul Durand-Ruel abrió, muy oportunamente, una galería. Pissarro y Monet fueron de los primeros en huir. Un año después se les añadieron nuevos expatriados, como James Tissot o el escultor Jules Dalou, exiliado este último por comunero. Hubo quien simplemente partió en busca de un mercado más próspero, como el también escultor Jean-Baptiste Carpeaux. En la Inglaterra victoriana estrecharían lazos personales y artísticos.

De la guerra mundial a la guerra fría

Domingo 2 a las 22.00 h Los aliados que combatieron a Hitler en la Segunda Guerra Mundial no supieron ponerse de acuerdo, en 1945, para construir un mundo pacífico. Comenzaba la pugna entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, por la hegemonía. Con un gran despliegue de imágenes de archivo, documentos y testimonios exclusivos, esta serie de dos capítulos nos devuelve al conflictivo período de las negociaciones entre Roosevelt, Churchill y Stalin.

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LIBROS

VIRGINA COWLES (2.ª por la izqda.) junto a Martha Gellhorn con actores en Londres, 1946.

Complicarse la vida

VIRGINIA COWLES TRAD. DE JORDI BELTRÁN FERRER BARCELONA: TUSQUETS, 2018 576 PP. 24 €

CRÓNICAS

LA MUJER QUE SIEMPRE ESTABA ALLÍ

Virginia Cowles recorre en Complicarse la vida la senda a la II Guerra Mundial

M

i habitación del quinto piso del hotel Florida delataba mi condición de aficionada: los enterados vivían lo más cerca del suelo que podían como precaución contra las bombas de la aviación”. Virginia Cowles (1910-83) mira por la ventana y vemos los cerros desde donde la artillería de Franco bombardea Madrid. Es abril de 1937, y la joven reportera acaba de unirse a “la tribu” que cuenta a los estadounidenses nuestra Guerra Civil. Liberada de la tiranía de narrar el día a día, Cowles –intrépida y perspicaz– visita el frente y recorre una ciudad hambrienta y valiente, “proletaria con toda su alma”. Atractiva –Lauren Bacall antes de Lauren Bacall– y con excelentes contactos, Cowles visita la Salamanca de Franco después de ser bombardeada en el Madrid republicano. Le sorprende la parafernalia nazi y fascista que muestra sin complejos el apoyo de Hitler y Mussolini, ve que las discordias entre carlistas y falangistas no envidian a las de anarquistas y comunistas y, sobre todo, percibe un afán de venganza que

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durará décadas: “Al parecer, todo el mundo había olvidado que la guerra la había empezado el general Franco”. Como Chaves Nogales, el gran reportero español de la época, concluye: “Aunque mis simpatías se decantaban por la República [...] no podía creer que de la guerra fuera a surgir la democracia, fuera quien fuese el vencedor”. Para Cowles, la Guerra Civil es el primer acto de una lucha titánica entre el Bien (la democracia) y el Mal (la dictadura). “Sentía instintivamente que eran ‘el enemigo’”, escribe cuando en Berlín ve el odio que los nazis impregnan en una sociedad que adora a un Hitler que, de cerca, es vulgar: “Era simplemente un hombrecillo corriente y más bien insignificante”.

Alegato por la democracia

Cowles nos lleva a la Praga que este “hombrecillo” va a devorar –ante la pasividad de británicos y franceses–, pero no puede llegar a Varsovia. La pequeña Finlandia sí resiste lo suficiente la invasión soviética para que escriba un reportaje fascinante.

Si en Helsinki sentimos el frío, en París escuchamos el silencio. Solo los pobres esperan la entrada de los nazis en una ciudad evacuada de forma caótica. De nuevo coincide con Chaves: “La moral era cuestión de fe: fe en tu causa, fe en tu meta, pero, sobre todo, fe en tus líderes. ¿Cómo podían aquellas personas tener fe en unos líderes que las habían abandonado...?”. Los textos de Cowles derrochan vitalidad y energía, y nos convierten en contemporáneos de hechos que suceden ante nosotros. Nos enseñan que la Italia de Mussolini y la URSS de Stalin son pura fachada, y que el nazismo necesita un enemigo al que aniquilar. En sus páginas finales, Complicarse la vida se convierte en un alegato por la democracia, como si fuéramos los compatriotas de 1941 para los que escribe este libro apasionante que he leído con mucha envidia. Hoy, cuando los “enviados especiales” son sustituidos por “encontrados especiales”, cuando el periodismo es más aparente que real, Cowles no podría complicarse la vida. Joaquín Armada Díaz


09 / 2018 ENSAYO

Globalización de la cultura SOBRE LAS VENTAJAS DE QUE EMIGREN LOS SABIOS El británico Peter Burke es uno de los grandes intelectuales europeos, conocido por clásicos como Historia social del conocimiento (Paidós, 1999). En su último libro, Pérdidas y ganancias, prosigue con su interés por el mundo de la cultura desde una perspectiva novedosa. No se propone detallar qué han aportado los académicos que han cambiado de país, sino averiguar qué tuvo de especial la contribución de este grupo variopinto. Unos se exiliaron por razones de fuerza mayor, caso de los que huyeron de la Alemania nazi. Otros, porque buscaban nuevos horizontes en otras tierras, como los que acudieron a la Rusia de Pedro el Grande. El zar buscó a los mejores cerebros para sacar a su imperio del subdesarrollo.

Luces y sombras

La historia de este tipo de diásporas arrojó un saldo básicamente positivo. En sus naciones de adopción, estos sabios introdujeron puntos de vista novedosos que enriquecieron las humanidades, el arte, las ciencias. Además, el hecho de ser ajenos a las sociedades de acogida les permitió estudiarlas con un mayor grado de objetividad, sin los prejuicios de los autóctonos. Precisamente por eso, no siempre se les entendió de inmediato. A largo plazo, en cambio, sus ideas acabaron por triunfar. Sin embargo, no todo fue un camino de rosas. Los exiliados debieron pagar, en muchas ocasiones, un alto precio en términos de desarraigo. A menudo les era

Pérdidas y ganancias PETER BURKE

TRAD. DE SANDRA CHAPARRO MADRID: AKAL, 2018 252 PP. 20 €

MARX tuvo en Inglaterra “una butaca de platea desde la que contemplar la evolución del capitalismo”. Detrás, Engels.

difícil adaptarse a nuevas costumbres, incluso a otros idiomas. Además, en demasiadas ocasiones debían reiniciar sus carreras, con una pérdida de estatus profesional. En algún caso extremo, el trauma pudo contribuir al suicidio, caso del escritor austríaco Stefan Zweig.

Todo el mundo gana

Burke concluye su reflexión con un apunte acerca del brexit. Frente a las tentaciones nacionalistas y xenófobas, nos recuerda que América y Europa habrían sido más provincianas sin la aportación de foráneos.

Estos, a su vez, también salieron ganando. Entre otras razones, porque ellos también aprendieron a tener una visión más amplia de la realidad. En lugar de continuar con investigaciones específicas, muchos se atrevieron a escribir interpretaciones globales, como la que realizó Américo Castro acerca de la historia de España. Exiliados y expatriados, por tanto, protagonizaron una aventura en la que las ideas fluían en doble dirección, de forma que todos, tanto nacionales como extranjeros, salieron beneficiados de la interacción mutua. Francisco Martínez Hoyos

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LIBROS ENSAYO

FIN DE LA INICIATIVA ALEMANA EN RUSIA Volumen interpretativo de una batalla decisiva

L

a batalla de Stalingrado está considerada por muchos como el punto de inflexión de la II Guerra Mundial, pero también es cierto que la capacidad de recuperación de la Wehrmacht resultó extraordinaria, y a los pocos meses se hallaba plenamente dispuesta a pasar de nuevo a la ofensiva. El objetivo propuesto sería el saliente en la línea de frente con epicentro en la ciudad de Kursk. Tras dudas y retrasos, la operación se inició el 5 de julio de 1943, y desembocó en una batalla épica que contó en su haber con el mayor enfrentamiento de tanques de la historia: Prokhorovka. Sin embargo, Marte volvió la espalda a la otrora invencible Wehrmacht, y no solo los alemanes fueron derrotados, sino que perdieron la iniciativa en el frente del Este. Coincidiendo con el 75 aniversario de la batalla, han aparecido varias monografías sobre Kursk. De todas ellas destacaríamos la debida al profesor Dennis E. Showalter, un reputado especialista en historia militar.

Con una fácil lectura que huye de tecnicismos y largas retahílas de unidades (aunque no siempre sea posible), la obra del estudioso norteamericano despliega una alta capacidad interpretativa que deja claros al lector tanto los principios estratégicos de la batalla como los operativos.

El matadero

Según el principal valedor de la Operación Ciudadela (nombre en clave de la ofensiva), el mariscal Erich von Manstein: “Una doble penetración a gran escala no solo cortaría las fuerzas soviéticas en el saliente, sino que atraería a las reservas soviéticas de toda la región hacia un yunque alemán, igual que en 1941”. Sin embargo, la situación no era la misma. Las reservas alemanas eran escasas, los soviéticos habían aprendido, y el desembarco aliado en Sicilia vino a complicar las cosas. Para Showalter, la causa de la derrota no fueron los múltiples retrasos en su inicio

(aunque ayudaron) ni los defectos de las nuevas armas alemanas a los que tantos autores se aferran (el autor rompe una lanza a favor del cazacarros Ferdinand/ Elefant y los magníficos equipos de recuperación alemanes). Tampoco responsabiliza a Hitler, chivo expiatorio para tantos, sino al planteamiento de la Stavka. A pesar de las bajas, el sistema defensivo soviético “fue diseñado para transformar Kursk en un matadero [...]. La consigna de las guarniciones era resistir o morir. Resistir y morir iba a resultar igualmente apropiado”. Se trataba de desangrar a los atacantes, y es lo que se consiguió. Repleto de sugerencias, el análisis de Showalter resulta especialmente brillante en su último capítulo, “Puntos de inflexión”, que redondea esta valiosa obra sobre una batalla trascendente, porque: “Después de Ciudadela, no hubo posición que los alemanes pudieran defender, ninguna línea que pudieran mantener, si el Ejército Rojo estaba dispuesto a pagar el precio de tomarla o destruirla”. Sergi Vich Sáez

La batalla de Kursk DENNIS E. SHOWALTER

TRAD. DE JAVIER ALONSO MADRID: LA ESFERA DE LOS LIBROS, 2018. 391 PP. 25,90 €

MONUMENTO al soldado desconocido en Kursk, Rusia, con motivo de la II Guerra Mundial.

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09 / 2018 TAMBIÉN EN LIBRERÍAS 1947: El año en que todo empezó ELISABETH ASBRINK MADRID: TURNER, 2018 261 PP. 22,90 €. GÉNERO: ENSAYO

CLASE con un jefe indio, c. 1900. Loewen señala

el olvido de las minorías en los textos de historia.

ENSAYO

Contra la historia falseada UNA GRAN CRÍTICA A LA MITOLOGÍA ESTADOUNIDENSE No es ningún secreto que el poder utiliza la historia para servir a sus fines. Por eso el contenido de los manuales escolares resulta tantas veces polémico. ¿Qué es lo que se dirá y se omitirá? ¿Con qué criterio se interpretarán los hechos? En Patrañas que me contó mi profe, James Loewen, sociólogo e historiador, somete a una disección implacable una selección de textos docentes de Estados Unidos. Con rigor, pero también con amenidad, para llegar a todo tipo de lector, objetivo que cumplió de sobra a juzgar por sus enormes ventas: cerca de dos millones de copias en inglés. Su primer mérito es distanciarse del concepto estrecho del pasado que utilizan muchos libros, en los que todo se reduce a una sucesión de presidentes y batallas. Loewen, por el contrario, da entrada a la sociedad. Con las luchas por la igualdad racial, de la mano de héroes como John Brown, o por los derechos de los trabajadores. La conclusión es clara: si la gente

Patrañas que me contó mi profe JAMES LOEWEN

TRAD. DE JESÚS CUÉLLAR MADRID: CAPITÁN SWING, 2018 645 PP. 26 €

disfruta ahora de más derechos, no es por generosa concesión del Estado, sino como resultado de la organización y la lucha de las clases populares.

¿El tío Sam va bien?

Son muchas las ideas políticamente correctas que se van desmoronando una tras otra. Frente a la tesis de que la Casa Blanca guía su política exterior por consideraciones democráticas, el autor recuerda las numerosas ocasiones en que ha patrocinado golpes de Estado en otros países, con acciones que se calificarían de terrorismo si la víctima fuese Estados Unidos. El sueño americano también sale mal parado. ¿Una tierra de oportunidades donde todos pueden progresar con su esfuerzo? Esta imagen idílica no concuerda con un dato significativo: de todos los mandatarios que se sucedieron hasta Ronald Reagan, solo uno, Andrew Johnson (1808-75), pertenecía a algún segmento de lo que podemos denominar clase baja. Nos encontramos ante un ataque en toda regla a la historia autocomplaciente que procura suscitar en el alumnado estadounidense sentimientos de superioridad sobre otros pueblos. Loewen, por el contrario, busca que sus lectores piensen por sí mismos y no acepten sin reflexión las verdades establecidas. Francisco Martínez Hoyos

George Orwell inició su novela 1984, el mo­ disto Christian Dior lanzó el New Look... Estos y otros hechos sucedieron en 1947, cuando el mundo salido de la II Guerra Mundial estaba a punto de experimentar cambios decisivos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Con la historia de este momento de transición, la periodista Elisabeth Asbrink se une a la exitosa tendencia anglosajona de trazar amplios frescos históricos a partir de los acontecimientos de un solo año.

La literatura admirable JORDI LLOVET (DIR.). BARCELONA: PASADO Y PRESENTE, 2018 714 PP. 35 €. GÉNERO: ENSAYO

Esta es la mejor introducción a la mejor li­ teratura que se pueda soñar, a cargo de es­ pecialistas tan renombrados como Carlos García Gual, José María Valverde, Francis­ co Rico, Isabel de Riquer, Rafael Argullol y muchos otros. Cada uno de ellos se centra en una obra maestra. Entre todos cubren el arco que va desde la Biblia hasta el siglo xx, con una selección cuidadosa en la que tal vez no estén todos los que son, pero sin duda son todos los que están.

La Transición CARME MOLINERO Y PERE YSÀS MADRID: SIGLO XXI, 2018 304 PP. 22 €. GÉNERO: ENSAYO

Hace no tantos años, la transición del franquismo a la democracia se consideraba modélica. En la actualidad, en cambio, muchos la cul­ pan de ser el origen de los problemas po­ líticos de España. Carme Molinero y Pere Ysàs, dos prestigiosos especialistas en historia social, se desmarcan de ambos extremos, en los que ven más intencionali­ dad política que voluntad de conocer los acontecimientos. El proceso que ellos re­ construyen se distingue por su incertidum­ bre: nada estaba escrito de antemano.

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CINE DRAMA

Arde L. A. La sentencia que en 1992 absolvió a los policías implicados en la paliza del taxista afroamericano Rodney King provocó una oleada de disturbios en Los Ángeles en los que murieron entre 53 y 63 personas, según los diferentes cálculos. Kings, la nueva película de la directora francesa Deniz Gamze Ergüven (quien destacó en 2015 con su debut Mustang), narra la búsqueda que emprende una madre de sus hijos perdidos durante los disturbios. Un drama particular que sirve a la directora como amplificador de una tragedia colectiva. C. J.

Kings

DIR.: DENIZ GAMZE ERGÜVEN. INTS.: DANIEL CRAIG, HALLE BERRY, ISSAC RYAN BROWN

Un océano entre nosotros

DIR.: JAMES MARSH. INTS.: COLIN FIRTH, RACHEL WEISZ, DAVID THEWLIS

DRAMA

Navegar hasta el final

El británico Donald Crowhurst fue un navegante aficionado que, en 1968, acuciado por la mala situación económica de su negocio de electrónica naval, decidió hipotecar todos sus bienes para intentar ganar la Sunday Times Golden Globe Race, una regata en solitario alrededor del mundo, sin escalas ni asistencia. El relato de este accidentado viaje, muy seguido por la prensa de la época, fue plasmado en el premiado documental Deep Water (2006). Basándose en ese filme, el director James Marsh, autor de otros biopics, como Man on Wire (2008) o La teoría del todo (2014), reconstruye la historia de Crowhurst en forma de drama familiar y relato de supervivencia. C. J.

BIOPIC

La maldición de los Kennedy

El escándalo Ted Kennedy

DIR.: JOHN CURRAN. INTS.: JASON CLARKE, KATE MARA, BRUCE DERN

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La noche del 18 de julio de 1969, Ted Kennedy, el más joven de los hermanos Kennedy, sufrió un accidente automovilístico en la isla de Chappaquiddick (Massachusetts). El coche que conducía se salió de un puente y cayó al lago Pocha. Él salió ileso, pero su acompañante, la secretaria Mary Jo Kopechne, murió ahogada. La película se centra en los aspectos más controvertidos del accidente y en la complicada relación que mantuvo Ted con su autoritario padre, Joseph P. Kennedy. C. J.


09 / 2018 DRAMA BÉLICO

Desertores de la Wehrmacht El alemán Robert Schwentke lleva más de una década rodando en Hollywood (Plan de vuelo: Desaparecida, Red, la saga Divergente). En 2017 volvió a su país natal para filmar una historia que le obsesionaba, la del joven desertor Willi Herold, un soldado raso del ejército alemán que, en medio del caos del final de la Segunda Guerra Mundial, se hizo pasar por capitán de la Luftwaffe y asesinó a decenas de prisioneros de guerra (la mayoría, desertores como él) fingiendo cumplir órdenes directas de Hitler. El director narra esta historia real por medio de un uso muy expresivo de la fotografía en blanco y negro, una inquietante banda sonora de corte electroindustrial y un tono que fluctúa entre el drama bélico y la sátira grotesca al estilo del pintor George Grosz. Carlos Joric

El capitán

DIR.: ROBERT SCHWENTKE. INTS.: MAX HUBACHER, MILAN PESCHEL, FREDERICK LAU

DRAMA

Una nueva mirada a Chéjov La gaviota (1896) es, junto a Tío Vania (1897), la obra de Chéjov que más veces se ha llevado al cine. Esta nueva adaptación está escrita por el dramaturgo Stephen Karam, autor de la premiada The

Humans (2015), y dirigida por el también galardonado director de Broadway Michael Mayer. Ambientada en Rusia a finales del siglo xix, la obra cuenta la historia de una diva del teatro venida a menos que

pasa el verano acompañada de su familia y amigos en una gran casa junto a un lago. Las largas horas de asueto propiciarán los enredos románticos, las discusiones artísticas y las reflexiones vitales. La gaviota es una adaptación muy fiel en la que destaca la interpretación de su trío femenino protagonista. Carlos Joric

La gaviota

DIR.: MICHAEL MAYER. INTS.: ANNETTE BENING, SAOIRSE RONAN, ELISABETH MOSS

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FOTO CON HISTORIA

LA FICHA FECHA 1945. IMAGEN Joséphine Baker entretiene a las tropas aliadas tras la II Guerra Mundial.

LA RESISTENTE B

ailaba como un mono, según sus detractores, influidos por prejuicios racistas. Sus admiradores, en cambio, la consideraban una Nefertiti negra. Donde quiera que fuera, Joséphine Baker (1906-75) sembraba la polémica y la admiración con su belleza exótica y su carisma. Creció en una familia pobre, por lo que debió abandonar la escuela para ganarse la vida. Ella soñaba con ser bailarina, triunfar en Broadway. Pero Estados Unidos no estaba preparado para el huracán Baker. La fama le llegaría al otro lado del Atlántico: en 1925 se mar-

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chó a París, y allí enseguida causó sensación con su manera de bailar el charlestón y su ligero atuendo. Las ofertas no tardaron en multiplicarse. Comenzaron las giras, las grabaciones y los discos. Se había convertido en una fuente de inspiración para escritores de la talla de Hemingway y pintores como Picasso. Solo las actrices Mary Pickford y Gloria Swanson rivalizaban con ella por ser la mujer más fotografiada del mundo. Sin embargo, Joséphine sería mucho más que una artista. Durante la Segunda Guerra Mundial fue miembro de la Resistencia.

En la imagen de este mes actúa en Londres para las tropas aliadas con ocasión de las celebraciones de la Victoria, en 1945. Más tarde, prestó su apoyo en Estados Unidos al Movimiento por los derechos civiles. En 1963 la encontramos en Washington durante la marcha de protesta encabezada por Martin Luther King. Su vida personal fue tan turbulenta como la pública. Coleccionó maridos y amantes de ambos sexos, incluida la escritora Colette. Como no podía tener hijos, adoptó a doce niños de distintas razas, a los que denominó “la tribu del Arco Iris”.




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