Contrarios Estábamos frente a frente, un día cualquiera, cuando me percaté de lo sucedido. ¿Cómo y cuándo sucedió? No lo sé. Sólo intentaba concentrarme en tus labios diciéndome algo, acompañados del humo grisáceo de unos pall mall azul. Afuera la gente intentaba refugiarse de la lluvia, las voces eran murmullos y una canción ska sonaba de fondo. Es impresionante cómo alguien puede guardarse los detalles de una tarde trivial, y hacerlos propios cuando lo que se busca es mantener una cercanía. Por eso me encuentro aquí, ahora, escribiendo a tu recuerdo, a las 3:48 am. Nuestros gustos siempre fueron distintos, contrarios entre sí; sin embargo, la soledad atrae más soledad, y tu soledad y la mía terminaron por entenderse. En ti encontraba lo que odiaba del resto, pero la sutileza de llevarlo a cabo y esa rebeldía en la que aparentemente te envolvías, terminó por embriagarme. Eras el reflejo contrario a mi quietud; eras inestabilidad, eras misterio. Tu voz, tus largas manos, tus grandes ojos... no puedo olvidar los detalles de todo aquello. Las marcas en tus brazos y piernas relataban una historia difícil y poco común, pero en ocasiones reíamos, burlándonos de todo y de todos, olvidando momentáneamente lo que a cada uno le acomplejaba. La muerte esperaba mientras te conocía, y de pronto, me encontraba en la intimidad de tu hogar, recogiendo los vidrios rotos de tus lágrimas. Entendí entonces tu historia, y quise formar parte de ella. Nunca buscamos ser una sola persona, ni esa eternidad que tanto se espera; sólo fuimos lo que el tiempo dictó. Terminamos siendo un conjunto de imágenes, de momentos lluviosos y sarcásticas noches; terminaste siendo silencio y distancia, terminé siendo secreto y censura. Te recuerdo como aquella época de vértigo, como aquel escenario oscuro y friolento, viéndote ignorar al mundo, como yo deseaba hacerlo. Aprendí que las mejores decisiones se toman en los peores tiempos; cada quién encontró su cada cual, lo sé por la tranquilidad con la que ahora caminas; lo sé por la estabilidad en la que mis pasos se encuentran. Sin embargo, debo confesarte que mis pensamientos aún guardan tu voz susurrandome al oído, y que tiemblan cada vez que te ven cerca, o lejos. ¿Recuerdas cuando dije que serías mi musa aún después de tu olvido? Hasta cierto punto, lo sigues siendo. Sigues siendo esa persona anónima, a quien le escribo en este desvelo. Sé que para ti sólo soy un efímero instante, tal vez un vago recuerdo o sencillamente, la nada; quizá nunca te cruces con mis palabras, pero si lo haces, sabrás que hablan sobre ti. Jamás te mostraré personalmente este escrito, mi valor se reduce en el momento de querer hablarte; sin embargo, creo necesario cerrar ese capítulo a tu lado, pues nuestra historia de contrarios es digna de trascender. -Marco A. Velázquez