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Agnieszka Holland

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Introducción

Introducción

2. MIKELDI DE HONOR

En las galas de inauguración y clausura de ZINEBI 64 contaremos con la presencia de grandes nombres del cine internacional para recibir en el Teatro Arriaga los Mikeldi de Honor de esta edición, como reconocimiento a la relevancia artística de su trabajo y la trascendencia de su obra.

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AGNIESZKA HOLLAND

© Jacek Poremba

ZINEBI – Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao ha decidido otorgar el primero de los Mikeldi de Honor de su 64ª edición a la cineasta polaca Agnieszka Holland por mantener una mirada comprometida con las libertades individuales a lo largo de una trayectoria combativa e íntegra, que ha reflejado los grandes cambios de la Historia de Europa: desde sus inicios en la Polonia comunista de Gierek a sus más recientes trabajos en Estados Unidos, la República Checa o la Polonia contemporánea. Nacida en una familia de intelectuales de Breslavia (madre católica y padre judío), Holland descubrió pronto que el cine era el arte que mejor podría adaptarse a sus habilidades y que mejor satisfaría sus inquietudes, así que no dudó en irse a Praga cuando todavía no había cumplido 18 para estudiar en la prestigiosa Academia de Cine y Televisión de Praga (FAMU). Allí, participó en las huelgas estudiantiles de la Primavera de 1968 y se graduó en 1971. A su regreso, se hizo un hueco en la dirección de películas para la televisión polaca TVP y fue ayudante de dirección de Krzysztof Zanussi y Andrzej Wajda. Llegaron entonces su debut con el mediometraje Wieczór u Abdona (Una tarde en casa de Abdon, 1975) y su primer largometraje para el cine, Actores provinciales (Aktorzy prowincjonalni, 1978), se convirtió en uno de los grandes emblemas del movimiento del “Cine de la inquietud moral” polaco tras alzarse con el premio de la Crítica en el Festival de Cannes de 1980. Junto a aquella película, en ese mismo movimiento crítico que defendía la ética individual frente a la imposición política y el reflejo de la realidad contemporánea (incluyendo las degeneraciones del sistema comunista) frente a vanas idealizaciones, se encontraron títulos dirigidos por maestros del cine polaco domo Camuflaje (Barwy ochronne, Krzysztof Zanussi, 1977) y otros firmados por voces nuevas como la de Holland –Index (Indeks, Janusz Kijowski, producida en 1977 pero estrenada en 1981), el documental Jak żyć (Marcel Łoziński, 1977, también estrenado cuatro años más tarde) o El aficionado (Amator, Krzysztof Kieslowski, 1979). En aquellos tiempos de cambio para Polonia, Holland dirigió Fiebre (Gorączka. Dzieje jednego pocisku, 1980) y Una mujer solitaria (Kobieta samotna, 1981), que finalizó poco antes de que se declarase en el país el estado de emergencia, lo que provocó que la película fuera secuestrada por su contenido crítico (no se estrenaría hasta seis años después). Cuando en diciembre de 1981 se impuso la ley marcial en Polonia, Holland, que estaba fuera del país promocionando uno de sus trabajos, decidió no regresar y se instaló al otro lado del Telón de Acero.

Tras volver a ejercer como ayudante de dirección de su compatriota Andrzej Wajda en Danton (1982), comenzó una prolongada carrera fuera de su país: dirigió Amarga cosecha (Bittere Ernte, 1985) en Alemania y logró la nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa; después de rodar en Estados Unidos la película ambientada en Polonia Conspiración para matar a un cura (To Kill a Priest, 1988), presentó la recordada Europa, Europa (1990) –ganadora de un Globo de Oro y nominada al Oscar al mejor guion original-; en Francia rodó Olivier, Olivier (1992); y en el Reino Unido El jardín secreto (The Secret Garden, 1993) y Vidas al límite (Total Eclipse, 1995). Desde entonces, ha compaginado trabajos en los Estados Unidos y en Europa. Entre los primeros, Washington Square (1997), El tercer milagro (The Third Miracle, 1999), Copying Beethoven (2006) y episodios para series como The Wire (en 2004, 2006 y 2008), The Killing (2011-2012), House of Cards (en 2015 y 2017) o The Affair (2017); mientras que entre los segundos se encuentran Julie Walking Home (2002), In Darkness (W ciemnosci, 2011) –que le valió su tercera nominación a los Oscars-, El rastro (Spoor, 2017) –premio Alfred Bauer del Festival de Berlín-, Mr. Jones (2019) o Charlatán (Šarlatán, 2020). Aseguró Krzysztof Zanussi que el cine de “inquietud moral” al que se adscribía Agnieszka Holland fue “la voz de los autóctonos de la República Popular de Polonia”, y que a todos los incluidos en aquel grupo de cineastas se les atribuyó “una concepción del mundo común, en la que la ética prevalecía sobre la política y lo individual sobre lo colectivo”. Aquellos preceptos que Holland conoció en su juventud parecen haberla acompañado a lo largo de una brillante trayectoria que sigue tan viva como siempre. Actualmente, además de preparar su próximo proyecto, provisionalmente titulado Kafka, ocupa el cargo de presidenta de la Academia de Cine Europeo desde diciembre de 2020.

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