A mis nietas cervantinas
Luz y Victoria, pues son “ La española inglesa” y “ La gitanilla”
A Luz, con su mirada azul, penetrante, que te atrapa, su pelo agraciado, con reflejos de oro y de plata que nos recuerdan los cuentos de princesas y, aunque parece una inglesa, ¡es española y flamenca!.
A Victoria, de pelo oscuro y rizoso que tiene los ojos marrones verdosos, con chispitas fuera y brillo vidrioso, que hablan solos; y, ante todo lo que pasa, siempre, siempre, en la cara, porta un gesto de sorpresa, la muy pilla…. ¡Ella es nuestra gitanilla!
A tío Mon, que, con su “modus vivendi” nos puso el tema en bandeja, y, sin saberlo, les regaló un finde estupendo, que siempre me cuentan y que yo ahora cuento, para que no se pierda.
Este cuento que aquí os cuento y que ahora os voy a relatar no es un cuento de mentira pues ocurrió de verdad.
Era aquella, una mañana diferente, Y, aunque nadie decía nada, ¡había una pista en el ambiente para nosotras, detectives del contraespionaje!, pues, siempre, siempre, siempre que salimos de viaje, mamá pone a la entrada todo nuestro equipaje, y
allí estaba la montaña
Un montón de cosas varias, según ella, todas, todas necesarias, que cuando papá las ve, siempre, siempre, siempre, suelta el mismo reproche:
-¡¡¡¡ ¿Dónde vas con tantas cosas, que no caben en el coche?!!! 4573JLC
Nosotras vamos a ver si no nos falta aquí nada, esta vez. . .
Están las botas de agua y también está el paraguas, por si se pone a llover, los lápices de colores, el bloc de colorear . . . los muñecos, la cocina, las tacitas de jugar. . . cubo, rastrillo y pala, tampoco pueden faltar. . . y, también va la piscina, si nos queremos bañar.
¡¡¡No puede ser de otro modo, y es que. . . mamá siempre, siempre, siempre, piensa en todo.!!!
¡Y ya pasado el momento, nos descubren el secreto
Él vive una vida tranquila
al aire y al sol, con sus animales, fuera de los ruidos y estruendos mundanales, tan solo al arrullo de sones naturales como, las hojas de invierno mecidas al viento . . .
o. . . el suave golpeo de las gotas de la lluvia en los cristales. . .
Mirad a lo lejos, esa casita de campo, perdida entre margaritas, entre matorrales. .
¡¡¡Ahí vive tío Mon, con sus animales!!!
Qué bonito se ve el campo!. . .
¡Qué bonitos los senderos! . . .
Y mira, allí a lo lejos se ve el tractor del abuelo, y tío Mon, que está a su lado, nos saluda con la mano.
Qué alboroto por todo el corral!
gallinas, pollitos y pavos se oyen piar, cacarear. . .
y . . . ¡un glugluteo! . . .
¡¡¡Y es que han perdido un huevo y no saben dónde está!!!
¡¡¡Qué mareo!!!
¡¡¡Qué alboroto!!!
Y, al final, . . . ¡aparece un huevo roto!
y, si os fijáis . . . ¡¡¡un pollito nuevo
Tío Mon, que yo me aburro, móntame un poco en el burro.
Un burrito también hay, pequeño como Platero, de algodón y nubes grises, todo cubierto de pelo. . .
Y ahí se ven los cerdos, hozando en el barro, gruñendo. . .
Y caballos, galopando. . .
¡qué estampa, qué movimiento…!No dejamos de mirarlos. . . de mirarlos y tocarlos. . . y entonces. . . ¡se quedan quietos!.
Cuando yo sea mayor quiero aprender a montar en caballo y mi caballo será un caballo bayo veloz como el rayo y, Rayo, se llamará.
En la piscina, que mamá dejó llena de agua calentando al sol. . .
Cuando llegamos al baño
¡¡Qué sorpresa nos llevamos!!!
¡Un patito se ha metido y, en el agua está nadando
Y ovejas, cabras y vacas paciendo en los altos cerros y, a su lado, los becerros mamando la leche blanca. . .
Cuando la tarde declina, es la hora del silencio. . .
Ya no se oyen relinchos, ya están callados los perros. . . ya no suenan de las cabras ni balidos, ni cencerros. . . las gallinas se han dormido. . .
En el campo, sólo un eco de las labores de un día que ya se está oscureciendo. . .
Y. . . ya llegado el momento, en la
mesa. . .
¡una cena merecida, antes de coger el sueño. . .
Y, antes de que la excursión acabe, muchas gracias a tío Mon, pues de regalo nos dio ¡¡¡ este día inolvidable!!!
campo está en sus sueños.
Ya , de vuelta a la ciudad las dos sueñan los momentos que vivieron en el campo, con tan gran intensidad, que aunque parecen dormidas, las niñas hablan en alto.
Y, como yo nunca miento, aquí se termina el cuento de este día tan estupendo en la casa de tío Mon, que se va quedando ya perdido entre los recuerdos. . . y si soplamos muy fuerte, del tirón
ffffffffffffffffffffffffffffffffffffffffff se lo lleva el viento. . .
pero. . . ¡¡¡ vuelve si lo miento.