20 minute read
Inauguración de la estatua
al bascongado que ama entrañablemente a su tierra. Dice que el país ha sufrido un cambio transcendental; que se han perdido sus libertades; pero que siempre vivirá su canto, el canto al árbol de Gernika, entonado por todo el coro como final.
Reparto de la obra: Julián Uria (Iparraguirre); Dolores Alcorta (Manuela- madre); Antonio Olaran (Pello) y Mariano Arnao (Pachiku).
Advertisement
En relación a este acontecimiento musical, el escritor e historiador Carmelo de Echegaray escribe este comentario en la revista Euskal-Erria: “Las dotes que en la composición de esta ópera ha revelado el señor Guimón, le acreditan de músico inteligentísimo, llamado a dar días de gloria al arte y a su país. En la imposibilidad de hacer una detallada reseña de todos los números de la obra, solo diremos que todos ellos son notables y dan a conocer las brillantes cualidades que adornan al Sr. Guimón, y los progresos que ha realizado en el estudio de la armonía. La ejecución de la ópera fue digna de ella, por parte de los coros y de la orquesta, admirablemente dirigida por el mismo autor. Una pertinaz ronquera impidió al Sr. Uria, que hacía de protagonista, lucir las dotes que de otro modo hubiera lucido. El entusiasmo del público fue extraordinario. Llamóse a la escena a los autores, regalándoseles varias coronas, y colmándoseles de nutridos y calurosísimos aplausos.”
INAUGURACIóN DE LA ESTATUA
Han transcurrido nueve años desde el fallecimiento de José María Iparraguirre. Llega un momento de especial relieve en el ámbito de Euskal Herria. Se trata de la erección de una estatua en memoria del autor del himno al roble de Gernika. Tiene lugar en su pueblo natal, Urretxu, el 28 de septiembre de 1890. Se dan cita las más altas representaciones institucionales del país. Por Bizkaia, el presidente de la Diputación Pablo Alzola acompañado de los diputados sres. Galarza, Landecho y Areizaga. Araba está representada por el vicepresidente de la Comisión Provincial Laureano Irazazabal junto a los corporativos sres. Salazar y Echeberria. La Comisión de Gipuzkoa la integran el presidente de la Diputación Pedro Sagredo y los diputados sres. Alberdi y Zavala. Por la Sociedad Euskal-Erria de Bilbao asisten los sres. Viart, Serra e Imaz y el Consistorio de los Juegos Florales de Gipuzkoa envía a los sres. Salaverria, Soroa, Iraola, López y Arzac.
La memorable jornada se abre con una procesión que partiendo de la iglesia parroquial recorre las calles de la localidad portándose la urna que contiene los restos de Santa Anastasia, que fueron donados a su pueblo natal por fray Francisco de Necolalde Zabaleta, Procurador General de los Carmelitas Descalzos mediante escritura otorgada en Madrid el 5 de junio de 1674 ante el notario apostólico Fran-
cisco Hidalgo de Quintanilla. Según el historiador Pablo de Gorosabel “El año siguiente se le colocó en un arca de tres llaves entregándose una al vicario, otra al alcalde y la otra al mayordomo”.
Seguidamente en el referido templo por parte del párroco José Lorenzo Antia se oficia una solemne Misa Mayor y se canta la del compositor y organista de la catedral de Vitoria Toribio Eleizgaray compuesta para la ocasión. Al órgano interviene el propio Eleizgaray siendo su hermano Manuel quien dirige el coro procedente de Azpeitia que cuenta con el tenor Uranga y el bajo Echaide. La homilía corre a cargo del franciscano padre Manuel Humerez con destino en el convento de Arantzazu que se refiere únicamente al martirio de Santa Anastasia.
Finalizada la misa, en medio del entusiasmo popular, se procede a la inauguración de la estatua. De entrada el alcalde urretxuarra José María Ason pronuncia unas palabras alusivas al acto y seguidamente entona la primera estrofa del Gernikako Arbola cuyo canto es secundado por todos los presentes que ocupan totalmente la plaza. Al mismo tiempo se procede a descubrir la estatua, momento en el que el público, vivamente enardecido, prorrumpe en calurosos aplausos al tiempo que ponen una nota de color los ezpatadantzaris. Tras el acto protocolario, autoridades e invitados en número de unos sesenta acuden a la Casa Consistorial. En su balcón principal está colocado un cartel con la inscripción “Soli Deo Honor y Gloria” lema que figura en el escudo oficial de Urretxu (a mi modesto juicio lamentablemente suprimido en julio de 2008 por un logotipo que para nada enraíza con la historia local).
La sala capitular se encuentra gustosamente engalanada con guirnaldas confeccionadas a base de rosas y ramas de roble, destacando en lugar preferente un cuadro con la efigie de Iparraguirre. En la misma se ofrece el suculento banquete en cuyo menú figuran Tapioca y consomé a la Royale, Tortilla de jamón de York, Merluza a la mayonesa, Perdices a la catalana, Solomillo con champiñones, Pollo y Jibiones a la vizcaína. En relación a los vinos, Valdepeñas, Jerez y Champagne. La cocina corresponde a Casa Astaburuaga e Hijos y el servicio a señoritas de Gipuzkoa tocada la cabeza con boina roja. Como dato anecdótico añadimos que el ágape no cuenta con representación eclesiástica, lo que según el diario republicano LA LIBERTAD “No dejó de causar extrañeza”.
A los postres hace uso de la palabra el alcalde de la localidad agradeciendo a los presentes su asistencia al acto de inauguración del monumento al inmortal Iparraguirre. Por su parte, el poeta y orador, además de director de la revista Euskal-Erria, secretario perpetuo del Consistorio de los Juegos Florales Euskaros y miembro de la Real Academia de la Historia, Don Antonio Arzac pronuncia un magistral brindis cuyo texto incluimos más adelante al igual que el discurso ofrecido por Don Antonio Peña y Goñi, compositor y crítico tanto de música como taurino, así como miembro de la Real Academia de la Historia. También interviene el presidente de la Diputación de Bizkaia sr. Alzola, que recuerda al régimen foral y en sentidas palabras propone se erija una estatua al notable escritor Antonio Trueba.
El vicepresidente de la comisión de Araba sr. Irazazabal se refiere a Iparraguirre como “el autor de nuestro himno más sublime” y finaliza con un afectuoso saludo a las provincias hermanas. El presidente de la diputación gipuzkoana sr. Sagredo reivindica los derechos forales en plenitud al tiempo que evoca la figura de Iparraguirre proponiendo socorrer a su familia “olvidada en algún rincón de América”. Finalmente el sobrino del bardo, Julián de Quiroga e Iparraguirre, exdiputa-
do provincial de Araba con la natural emoción da las gracias a todos en representación de la familia.
La apasionante jornada vivida se cierra con un espectáculo taurino. En plaza portátil se lidian cuatro novillos procedentes de una ganadería de Navarra y otra de Salamanca. Los dos primeros astados para muerte y el resto para capa y banderillas. Configuran el cartel el espada Victorio Navas “El Guipuzcoano”, actuando de sobresaliente, Luis Ramírez “El Donostiarra”, como Banderilleros, Santos Ruiz “El Alavés”, Luis Ramírez “Iruchulo”, Gabino Orbe “Vizcaíno” y Fernando Calle “Vitoriano”. Por la noche en la plaza el Orfeón Euskalduna ofrece un repertorio de canciones de Iparraguirre contándose además con una sesión de bailables.
Al día siguiente, los festejos pasan por la suelta de una vaca brava embolada, la actuación de los bertsolaris Otaño y Errotaberri centrada su improvisación en la vida de Iparraguirre, pelea de carneros y segunda novillada. Añadimos que el día anterior a la inauguración de la estatua el programa anota “Como víspera de fiestas y según costumbre habrá iluminación a la veneciana y durante ella la charanga “Laurak-Bat” ejecutará alternando con el tamboril algunos bailables de su repertorio.”
Brindis pronunciado por D. Antonio Arzac “Arrotz batek, erri batera datorrenean, lenbiziko galdetzen duena da: “Nola bizi da emen jendia? Zer sentitzen du? Zer sinisten? Zer adoratzen? Zer maite? Jaungoikoa eta Fueroak! erantzungo du, mundua irago arte. Euskaldunak; da esango balu bezela: Bi Arbola: Gurutzekoa eta Gernikakoa.Gurutzekoa, emen guran artean eta gero, gizon guztiak anaiturik, gure zoriontasuna egiten duena. Gernikakoa, lenbizikotik zuzen-zuzen datorrena, bere zañetik sortua ta beragatik llezkorra, beti biziko dana, gizon gaiso batzuek ala ez uste arren, ta oraindikan, naiz gaur makurtua egon, usterik gutxienean altxatuko dana Euskaldunok zentzurik badegu, Eukaldunok euskaldun izaten bagera!.
Ta zeiñ da gure artean Arbol orri gaiñ-gañez, beste iñork ez bezela, kantatu diona? Iparraguirre! Ta zeiñ zan? galdetuko dute mundurik-mundu gizaldi guztiak: eta beti, euskal-mendi tarteko oiarzun baten boza balitz bezela, entzungo dute jendiak: Iparraguirre! a! Non jaio, non ibilli, nola bizi ta nola il zan, denok dakigu; dira, itz batean, gizonaren munduko gora-berak; baña denok ez deguna, ta izan bear genukena, da Iparraguirre-ren biotza, beti amorioz sutua bere lurrarentzat, egun alai eta tristeetan, ala nola Zeruko izarra beti dan bat bera, distiatzen duenean, edo odei beltzez estalirik ageri ez danean. Atsegiñ aundiz aitortzen det erri noble eta leial ontako semea zala, txikitan arzai-mutilla, gero Amerikara joan, ta lumiñaren indarrak emen ezurrak uztera ekarria; eta argatik edaten det oraiñ erri ontako semeen osasunera, gure mendiyetako arzaienera, ta Ameriketan ditugun anai maiteenera, diosal agiñik lendabizi, errespeto guziarekin, iru probinzi aizpen gure diputadu jaun chit goituai; uri ontako Bilguma, Gipuzkoa ainbeste onratzen duenari; Bilbaoko Euskal-Erria deritzaion Elkargorri; talluntza egin duen Font jaunari, ta nere entzule guztiai. Bukatzera noa. Etzinduzteket aspertu nai, eta gañera, mingaña dijoakitan beldur naiz. Euskaldunok nobleak gera; nola ez bigaldu oroitz bat andre alargun eta aur umezurtz, Españiko Errege ta Erregiñ izanik gaur gure Donostian arkitzen diranai?. Guz ez degu iñorentzat gorrotorik; nere biotzeko adiskide Peña eta Goñi jaunak esan duen bezela, amorioa denentzat senti du Eukaldunak. Bakarrik nai deguna, ta egun bat eta bestean eskatzen degun ta eskatuko deguna, da justiziya; eta kontu, jaunak: lurrean justiziya galdu baldin bada, jutiziya Zerutik etorri liteke!
Erritar maieak: egun aundiya da gaur guretzat; baña egiyaz aundiya da, Arbola Santua!, geiago ez erortzeko, altxatzen dan egun ua. Datorrela lenbailen!.”
Discurso de Peña y Goñi Del largo discurso del músico y académico, destacamos algunos de los párrafos que hemos considerado más significativos:
De entrada argumenta “Si la virtualidad del genio reside en la inspiración que se desarrolla por un instinto especial, por una gracia divina; si la virtualidad del genio reside en la exquisita percepción de la forma, en la sensibilidad del espíritu, en una maravillosa disposición natural que realiza por encanto los mayores prodigios y descubre sin aparente esfuerzo tesoros de belleza artística, en ese caso yo me atrevo a afirmar resueltamente que la inauguración de la estatua de Iparraguirre representa hermoso testimonio de admiración y cariño que rendimos todos a un genio inmortal. Y lo grande, lo extraordinario es que, para hacerse digno de tan elevado título, ha bastado a José Maria Iparraguirre una obra, una tan sola, que quedara como monumento imperecedero de su fama y transmitiera su nombre, envuelto en glorioso nimbo a las generaciones venideras: Gernikako Arbola. Bien sabe Dios que quisiera ser el llamado a relatar la historia del poeta y del músico; pero tengo forzosamente que renunciar a esa tarea; y temo suceda lo mismo a quien se atreva a emprenderla mañana. La historia de Iparraguirre ¿Quién la sabe? ¿Quién es capaz de contarla? ¿Hay alguien capaz de escribir la biografía de un pájaro? ¿Hay alguien capaz de seguir las evoluciones del ave en los torbellinos de un vuelo desquiciado?; de señalar las ramas donde posó, los arroyos donde apagó su sed, los aleros bajo los cuales se cobijó en días de tormenta, las distancias que recorrió empujado por la brisa contrariada por el vendaval, los nidos que visitó, los cánticos de alegría que lanzó al aire perdido en las alturas del espacio, ebrio de libertad y de sol, y los quejidos de amargura exhalados en tenebrosa noche, mudo el pico y arrastrando el ala, vencida por la vejez precursora de la muerte?. Tal fue Iparraguirre, ave audaz, desordenada, medio loca, que salió del nido materno a los 13 años y emprendió su vuelo fantástico a través de la vida, despreocupado de todo, ignorándolo todo, con el culto a la patria por escudo, abrazado a una guitarra como amante inseparable, artista sin freno, aventurero colosal, que cantó ante el mundo entero y tuvo el mundo por escenario.”
En otro momento de su intervención Peña y Goñi dice: “Quien como Iparraguirre recorrió el mundo con una guitarra, enseña viviente del lema de Lutero, que preconizaba el amor al vino, al canto y a las mujeres, sin noción del sentido moral, no podía someterse a las leyes por las que se rigen los seres que tienen un hogar, una familia, principios que respetar, enseñanzas que propagar, necesidades que atender. Y no podía hacerlo aquel que debería pasar a la posteridad con el título de “El Gran Arlote” como decimos gráficamente en bascuence y se llamaba a sí mismo el famoso poeta. “Gran Arlote” en efecto, dechado de despreocupaciones, de abandono, de indolencia, de dejadez, que bebía, cantaba y amaba, sin dar importancia al acto y mucho menos a sus consecuencias. Si es verdad, como el adagio popular afirma, que este mundo es un fandango y el que no lo baila es un tonto, puede asegurarse que Iparraguirre se lanzó desenfrenado al baile de la vida, hasta que, torpes las piernas y anquilosadas por la vejez, harto de placeres continuos, tuvo que dar fondo en su villa natal y apagarse allí, en reducidísima estancia, rodeado de modesto ajuar, compuesto de un catre, un baúl y una guitarra.”
Más adelante señala: “Cuando resonaron en fecha que no recuerdo, en las Cortes Españolas aquellos vehementes discursos de Sanchez Silva contra los Fueros bascongados, discursos que azotaron el rostro de Euskaria con las violencias de una diatriba encarnizada y feroz, contestaron en Castilla las indignadas voces de Aldamar y de D. Pedro de Egaña con admirables discursos en que apenas queda hoy memoria. Iparraguirre, en Guipuzcoa, se levantó y contestó a su vez; contestó con voz de gigante, acumuló todas las fuerzas de su espíritu, todas las energías de su alma, y lanzó con la potencia de sus pulmones de titan una protesta grandiosa, grito de amor incomparable que repitieron las montañas, se extendió de valle en valle, de colina en colina, salvando precipicios y torrentes, y quedó impreso como escudo invulnerable en el corazón de todos los bascongados: El Gernikako Arbola. Donde la política sucumbió, venció el poeta; y la elocuencia del patricio, la sabiduría del ser culto, las disertaciones galanas, la elegante locución del orador diestro en las lides parlamentarias, tuvieron que ceder el paso a la abrupta inspiración del ciudadano oscuro, al canto prodigioso del montañés. El canto inmortal de Iparraguirre tiene eso de grande: no es el canto de la ira, es el canto del consuelo; no es la convulsión de la rabia, no es, para decirlo en términos vulgares, el derecho al pataleo. No; el “Arbol de Guernica” representa algo que vuela por encima de las pasiones humanas”.
En otro momento de la alocución Peña y Goñi apunta: “Iparraguirre nace hoy para la posteridad. El Ayuntamiento de Villarreal de Urrechua, le ha erigido una estatua que acabamos de descubrir solemnemente. Gracias sean dadas a esta pobre cuanto modesta corporación municipal que tan alto ha subido al honrar el genio del poeta, y a la cual todos los hijos de Euskaria deben tributo eterno de gratitud y de estimación. Las dádivas de amigos y admiradores han logrado a Iparraguirre el pedestal de su gloria. Fijad los ojos en esa estatua. No es el guerrero, no es el conquistador, no empuña su diestra ninguna arma homicida; no es el sabio, no vereis en torno suyo ningún instrumento de la ciencia; no es el artista de fama mundial, ídolo de públicos, ebrio de aplausos, rico y poderoso quizá, no busquéis en su frente el laurel, ni a sus pies la lira. Es el pobre hijo del pueblo, el campesino humilde, el desheredado, el paria. Calzado con toscas abarcas, vestido con el ordinario calzón, la faja de estambre y la camisa de lino del montañés, sostiene una azada en diestra mano y lleva en su izquierda la guitarra. Después de sus peregrinaciones por el mundo; después de su odisea errante, erizada de aventuras; después de una vida de preocupaciones, abandonos e inmoralidades; incoherente y confusa, extraña, desquiciada y simpática a la vez, mezcla informe de extravíos odiosos y de sublimes abnegaciones, Iparraguirre descansa al fin.”
Peña y Goñi cierra su intervención con estas palabras: “Pero Iparraguirre queda para siempre; queda, porque es la verdad del pueblo euskaro; queda porque ha encarnado en el Arbol de Guernica la santidad de nuestro pueblo, la esencia de nuestras aspiraciones, la sustancia de nuestro ser. El himno que encierra la savia de un pueblo se oirá mientras ese pueblo exista; predicará con él sueño ideal de paz y de concordia universales, y quedará perdurable aureola, ciñendo la frente de Iparraguirre, con todos nuestros amores, con todas nuestras esperanzas. Iparraguirre es esperanza y amor. Amemos y esperemos. Nuestra cruz de Constantino, está en el Gernikako Arbola-In hoc hymno vinces!. De este modo, extrayendo del recuerdo del poeta la fuerza necesaria para esperar y amar, nos haremos dignos de la obra que nos ha dejado, honraremos su memoria; propagaremos su evangelio y conseguiremos ¿quién sabe? que la inmortalidad de Iparraguirre sea preludio de nuestra redención.”
Informe sobre la estatua: “En Madrid a veinticuatro de Abril de mil ochocientos ochenta y nueve, constituida la comisión en representación del ayuntamiento de Villarreal de Urrechu (Guipuzcoa) con la Presidencia del Excelentísimo Sr. D. Bernardo Echaluce y Jaúregui y los Sres. D. Antonio Peña y Goñi, D. Ramón Aramburu e Irizar y D Pablo Aizquibel y Lengaran, ha examinado la estatua de Iparraguirre encargada por dicha municipalidad al escultor D. Francisco Font.
Dicha estatua tiene dos metros de alto, un metro diez y seis centímetros de ancho y ochenta centímetros de planta y representa al popular músico bascongado en bella y artística actitud. La cabeza de Iparraguirre se yergue con noble expresión y los detalles todos de la figura, ya que conoce por reproducción fotográfica el ayuntamiento de Villarreal de Urrechu, traen al alma la emoción que despierta el genio admirable, el carácter indómito y la naturaleza llena de fantasía poética del famoso bardo cuya memoria se trata de perpetuar.
Esta es la opinión que los firmantes de la presente acta tienen el honor de exponer al Ilustre ayuntamiento de Villarreal, cuna del inmortal patricio guipuzcoano, en cumplimiento del honroso encargo que se le confió. Bernardo Echaluce; Antonio Peña y Goñi; Ramon Aramburu; Pablo de Aizquibel”.
Destacamos que la estatua se sufraga por la instituciones oficiales del País Vasco además de una suscripción popular que abarca a Euskal Herria y sociedades vascas de Argentina y Cuba. La efigie de Iparraguirre a tamaño natural es de mármol de Carrara (Italia). Se sitúa sobre un pedestal construido con material de las canteras de la localidad bizkaina de Mañaria siendo obra del vecino de Zumarraga Dionisio Acha. En su frente figura el escudo de Gipuzkoa. En la parte que da a la iglesia parroquial se encuentra la inscripción “Jose María Iparraguirre bere jayoterriak Euskal Erri guztiak baita ere erbesteetan sakabanatutako euskaldunak eskeintzen dioten oroipenan MDCCCLXXXX.”. En el lado derecho resalta el texto: “Euskal Erriaren oroipen”, y en el izquierdo puede verse una guitarra y una partitura con las primeras notas del Gernikako Arbola. Añadamos que R. Beloki señala en El Diario Vasco de fecha 13 de diciembre de 1934 que se empleó el mármol de Carrara sobrante del empleado en la obra del sepulcro del General Tomás de Zumalacarregui. También dejamos constancia de que para levantar el monumento se derriba la casa Eliz-atari o Zanguitu. En el archivo municipal se encuentra la escritura de venta otorgada por el Barón de Areizaga en favor de Jose Antonio Ugalde, como representante del Ayuntamiento de Villarreal. Se pagan dos mil doscientas cincuenta pesetas, abonadas del fondo recaudado por suscripción popular en favor de la erección de la estatua.
El prestigioso escultor Francisco Font Y Pons (Barcelona 1848-Madrid 1931) es el autor de la figura del bardo. Este artista del cincel dejó huella de su trabajo en nuestro entorno más cercano en 1886 en Zegama con la imagen del General Tomás de Zumalacarregui en su sepultura ubicada en la iglesia parroquial, en 1897 en Vitoria-Gazteiz en la Virgen Blanca de la Cofradía de dicha advocación y en 1915 con Nuestra Sra. del Carmen para el convento de Carmelitas Descalzas de Pamplona.
Con ocasión de este acontecimiento, la prensa donostiarra de la época dedica comentarios en relación tanto al acto como a la figura y obra de Iparraguirre. Así, el semanario koshkero “La Galerna”, apunta, entre otras consideraciones: “Ha sonado la hora de la justicia; Villarreal exige un monumento que perpetúe la memoria de su querido hijo; el País Vasco tiene grabado en su corazón el nombre de su esclarecido bardo; y la crítica
literaria, sea cualquiera el concepto que le merezcan sus composiciones, le contará en el número de sus artistas; porque artista es el que sabe sentir y comunicar su sentimiento a las gentes, y esta virtud poseíala en alto grado Iparraguirre, desterrado de Francia por mover a la multitud en contra del Gobierno; desterrado de estas provincias porque lo dijo en el Senado D. Pedro Egaña: “era posible que hubiera producido tal impresión en las muchedumbres que tal vez habría sido preciso que interviniera la fuerza pública.”; y autor del himno vasco, que no tendrá poesía, que no tendrá música, pero que tiene algo cuando todos lo cantamos con delirio o como eterno recuerdo del pasado y halagadora esperanza del porvenir”.
Por su parte “El Guipuzcoano”, al referirse a los actos escribe: “Ayer se inauguraba en Villarreal de Urrechu, el pueblo en que vio la luz el gran bardo euskaro José María Iparraguirre, el monumento, la estatua que sus conciudadanos y sus admiradores han levantado en memoria suya. ¿Qué de extraño, pues, que allí estuvieran algunos miles, no todos por cierto, de sus muchos admiradores?. ¿Qué de extraño que allí acudieran los hijos de la Euskaria y de la vasconia, cuando en aquella fiesta se consagraba la memoria, siempre querida, de un hijo preclaro del país vasco?.”
Leemos en “La Libertad”: “La inmortalidad de Iparraguirre esta ahí, en el Árbol de Guernica, himno de pasión intensa, melodía de adoración, gemido grandilocuente de humildad y de esperanza, en cuya sencillez primitiva parece reflejarse el temperamento de un pueblo entero, y cuyos acentos piden al amor, que une y fortifica, lo que no puede alcanzar el odio, que divide y exaspera. El canto inmortal de Iparraguirre tiene eso de grande; no es el canto de la ira, es el canto del consuelo; no es la convulsión de la rabia, no es, para decirlo en términos vulgares, el derecho al pataleo. No; El árbol de Guernica representa algo que vuela por encima de las pasiones humanas. Cuando la inspiración rozó con sus alas de oro la mente del poeta, infiltró en ella el sentimiento casto, puro, inmaculado del amor.”
En cuanto a “La Voz de Guipúzcoa”, en ella se anota: “La política no tiene entrañas; apartarnos de ella un día para consagrarnos a honrar la memoria de los hombres ilustres que con sus méritos se han inmortalizado, es para el periodista político apartarse un día del infierno en que vive y mirar los dilatados espacios de un cielo sin celajes; es dejar de mirar el fuego hirviente que tuesta nuestro rostro, consume nuestras fuerzas y enerva nuestro espíritu para respirar un instante el aire puro, preñado de oxígeno vivificador. Hoy se rinde tributo de admiración a Iparraguirre y Guipuzcoa pronuncia su venerado nombre sintiendo en lo más profundo de su alma el entusiasmo que despiertan sus cantos inmortales. Villarreal de Urrechu erige un monumento, homenaje a su hijo preclaro. Monumento, al fin, que con su granítica resistencia y todo será un tributo temporal en el eterno rodar de los siglos y que el tiempo pulverizará, mientras los cantos del insigne Iparraguirre vivirán hoy como ayer, siempre hermosos y lozanos, indestructibles y sonoros, palpitando en ellos el sentimiento sublime del amor a la patria.”
Anotamos igualmente que desde marzo de 2010 Iparraguirre cuenta con una escultura en bronce en Gernika. Es de dos metros de altura habiendo sido realizada en los talleres de Alfa Arte de Eibar. La imagen representa al bardo acompañado de su guitarra. En la inauguración presidida por las autoridades locales intervino la coral Gaudemus de dicha villa interpretando varias canciones de Iparraguirre, cerrando su actuación con el Gernikako Arbola.