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La guitarra de Iparraguirre
mente a un pueblo indefenso; y la autoridad en cuyo nombre se asesina y el gobierno en cuyo nombre se mata, no son autoridad ni gobierno propios de ningún pueblo culto, son gobierno y autoridad dignos del África Central.” Más adelante se puede leer “Nosotros comprendemos que se haga uso de la fuerza cuando circunstancias excepcionales imponen esta grave medida, previos los requisitos y dentro de las condiciones determinadas por la ley, de cuyo cumplimiento no debe prescindir nunca en sociedades regularmente organizadas. Pero en la hecatombe de anteanoche no hubo más ley que el miedo, ni más justicia que la arbitrariedad cobarde y cruel. La legislación de orden público fue infringida y violada, y no hubo, para que las masas depusieran su actitud, indicación ni intimidación alguna de las que las leyes establecen como condición previa al empleo de la fuerza, como medio necesario para reducir las turbas, a los elementos propiamente perturbadores, segregando los neutrales o que por mera curiosidad acuden al lugar del suceso y dejando tan solo a los verdaderos agresores, a los que a sabiendas se colocan frente a frente de la autoridad o sus representantes, disponiéndose a luchar cuerpo a cuerpo contra la fuerza pública.”
La opinión de este diario concluye de esta forma: “¡No más gobiernos liberales, que son la personificación de la tiranía, la crueldad y el despotismo!. ¡Vivan las heroicas provincias vasconavarras, víctimas hoy de esos gobiernos!. ¡Vivan nuestros sacrosantos Fueros, nuestros usos y costumbres tradicionales!. ¡Viva España!.”
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Rescatamos, para el recuerdo, un par de párrafos que dedica a este triste suceso “La Unión Vascongasda” (Diario Monárquico). Lo titula “Una protesta necesaria”. Y asevera: “Deploramos como católicos y como monárquicos que las calles de San Sebastián se hayan teñido de sangre, y aunque en los conflictos de orden público el Gobierno puede contar siempre con nuestro concurso para el restablecimiento del principio de autoridad, no podemos menos de lamentar que la represión haya tenido las consecuencias funestas que nos dicen y que de todo corazón lamentamos.” Considera además que el conflicto “de haber tenido San Sebastián autoridades populares que por su prestigio hubieran tenido influencia sobre las masas, y por ser del país les hubieran persuadido hablándoles en su adorado vascuence, no hubiera llegado a tomar tales proporciones, ni dado lugar a las lamentables consecuencias que ha tenido.” Finaliza el texto con un llamamiento a la cordura.
LA GUITARRA DE IPARRAGUIRRE
Con el fallecimiento de Iparraguirre queda huérfana su inseparable compañera, la guitarra. Con ella, a lo largo de su vida, cantó a Euskal Herria haciendo que vibrase el corazón de todos los vascos. Unos años más tarde llega a la Casa de Juntas de Gernika esta sentimental joya donde queda instalada definitivamente.
Joaquín Castañeda, que como hemos apuntado con anterioridad estuvo presente en los últimos momentos de la vida de Iparraguirre, según F. Amador Carrandi, en carta fechada en Zumarraga y dirigida a Pedro Egaña escribe que en compañía de Quiroga Iparraguirre visitan al vicario de Itsaso “... a fin de oír de sus labios los principales pasajes y palabras del difunto y para proceder al reparto de lo poco que allí había. Entre las cosas de menor interés el señor Quiroga y el señor Vicario adoptaron estas disposiciones: Pagar las deudas que había con el dinero que hace días recibió el finado de las Diputaciones y lo que faltaba recibir; que se repartieran las ropas entre algunos parientes lejanos y los de Zozabarro y por último dispusieran darme a mí un retrato de la familia y la guitarra.”. Al poco