MODA ÉTICA
Gabriela Farías dirige su trabajo hacía lo que se ha denominado “moda ética”. Sus prendas actuales son heredables, biodegradables y de materiales y confección local. Este año, su repertorio de materiales incorpora lana de alpaca y algodón orgánico peruano. En este artículo, que comienza con una exposición de datos escalofriantes sobre impacto social y medioambiental de la industria de la moda, la diseñadora da cuenta de una investigación informal que le permitirá integrar antiguas técnicas de tejido aymara.
ETHIC FASHION IN THE TARAPACÁ REGION
Gabriela Farías directs her work to what has been called “ethical fashion”. Her latest garments are inheritable, biodegradable and manufactured locally. This year, her repertoire of materials incorporates alpaca wool and organic Peruvian cotton. In this article, which opens with appalling facts on the social and environmental impact of the fashion industry, the designer tells about an informal investigation that will allow her to integrate ancient Aymara weaving techniques.
EN LA REGIÓN DE TARAPACÁ Gabriela Farías Zurita Diseñadora Integral de la Pontificia Universidad Católica de Chile _ Profesora de la Escuela de Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Integral Designer, Pontificia Universidad Católica _ Academic, Pontificia Universidad Católica School of Design.
Aymara _ patrimonio textil _ hilado _ cuerpo _ animismo_ diseño de vestuario. Aymara _ textile heritage _ spinning _ body _ animism _ garment design.
Diseño y consumo El cuestionamiento a la industria de la moda es también una crítica al diseño y a todo sistema dependiente de una forma insostenible de consumo. La moda se alimenta de un esquema inviable, la industria denominada “apparel” o RGM (Ready Made Garment), es conocida en todo el mundo por sus bajos sueldos y sus horarios de trabajo que se
Fotografías: Nombre fotógrafo _ Omar Faúndez
EMERGENTES
extienden mucho más allá de lo legal. En muchos casos, el salario ni si quiera alcanza para mantener a una familia por sobre el “nivel de pobreza”. Las condiciones de trabajo son alarmantes. El 23 de abril de este año en Daca, la capital de Bangladés, se vino abajo un edi-
ficio de ocho pisos en el que operaban cuatro fábricas de ropa, el Rana Plaza. Murieron más de mil personas1 . Lamentablemente, no fue un hecho aislado en Daca. Cinco meses antes, más de cien personas habían perecido calcinadas en otra fábrica textil: Tazreen Fashion.
La industria textil es la contaminadora de aguas número uno en el planeta2, superando a la minería. Además de usar cantidades ingentes de agua, requiere una gigantesca montaña de químicos. Para fabricar un textil se necesitan, en el mejor de los casos, productos químicos por
el equivalente a un décimo del peso de la prenda; pero la cantidad de químicos suele llegar al total del peso de la prenda (Danish Environmental Protection Agency, 2002; Voncina & Pintar, 2007). Muchos de estos químicos permanecen en el textil que llevamos a nuestras habitaciones, emanan en nuestro aire y son absorbidos por nuestras pieles. Con
el tiempo, los textiles desprenden pequeñas partículas que inhalamos o ingerimos (Lacasse & Baumann, 2004). El algodón convencional está empapado con químicos: en sus cultivos se aplica el 25% de los pesticidas utilizados mundialmente (Allen, 2004). La Organiza-
ción Mundial de la Salud estima que el número de personas que mueren accidentalmente envenenados por pesticidas cada año fluctúa entre 20 mil y 40 mil, la mayor parte de ellos en países en desarrollo (citado en Pesticide Action Network Asia Pacific, 2010).
1 Wikipedia habla de 1.129 muertos. 2 Cooper, Peter, “Clearer Communication”, Ecotextile News, May 2007.
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Seguir una actitud ética implica investigar sobre la relación histórica entre el ambiente natural y el hombre a nivel local, abarcando incluso el ámbito de América Latina.
Ecología y cosmovisión andina El término Ökologie fue acuña-
Hoy la industria textil está en manos de empresas-marca y gigantes retailers3. Ellos se han beneficiado enormemente de la externalización de la producción a países de mano de obra barata, donde la fiscalización sobre las condiciones y derechos de los trabajadores es débil (Merk, 2009). El panorama de la industria textil es similar al de tantas otras actividades estrechamente relacionadas con el diseño. Según el diario La Tercera, la medición de huellas ecológicas de diversos países que realizó el global Footprint Network4 (GFN) en 2012,
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«muestra que la humanidad está usando recursos y servicios ecológicos a un ritmo que tomaría poco más de 1,5 planetas Tierra para ser renovados. Estamos en vías de requerir los recursos de dos planetas Tierra mucho antes de la mitad del siglo. (…) Si todos viviéramos como un residente de Estados Unidos hoy, se necesitarían cuatro planetas Tierra para mantener a la población mundial. (…) Si toda la población del mundo viviera como un chileno promedio, serían necesarios los recursos de 1,82 planetas Tierra para poder sostener la demanda de recursos» (citado en Rojas, 2013).
La sociedad contemporánea reconoce bienestar de una forma particular: no concibe una relación de armonía con el medio natural. Ezio Manzini (2007) lo resume en la siguiente ecuación: «more wellbeing is equivalent to more consumption and less social quality» (más bienestar es equivalente a mayor consumo y menor calidad social). El consumo creciente requiere mayor producción de bienes materiales y la posesión de estos bienes nos reporta bienestar. La contradicción es que se trata de un sistema de crecimiento infinito en un planeta finito. Por eso Manzini postula que no es razonable trabajar desde el sistema económico e industrial tradicional. Según él, requerimos cambios más profundos desde la propia estructura del sistema.
do por Ernst Haeckel (1834-1919) en 1866. Desde el punto de vista funcional, «es la ciencia natural que estudia las relaciones sistémicas entre los individuos, dentro de ellos y entre ellos y el medio ambiente» (Sarmiento, 2001). Habitualmente, en el mundo occidental el ecologismo se defiende desde posiciones antropocéntricas, es decir, para satisfacer una necesidad humana, incluyendo las de salud y sociales. Seguir una actitud ética implica investigar sobre la relación histórica entre el ambiente natural y el hombre a nivel local, abarcando incluso el ámbito de América Latina. Esta comprensión es necesaria para formular propuestas coherentes y para pensar el diseño y su función en una sociedad en crisis. Al revisar la cosmovisión andina y su relación con la naturaleza, encontramos un vínculo muy diferente al antropocéntrico occidental y directrices interesantes para tomar en cuenta. En relación a las tecnologías andinas, John Earls, Jan van Kessel, Hilda Araujo y Eduardo Grillo comentan lo siguiente:
«Es necesario precisar que la concepción del mundo y la cultura andina no significa inmovilismo ni ecologismo alguno, sino todo lo contrario: continua transformación -domesticación del paisaje pero no en beneficio unilateral del hombre sino en beneficio de la sociedad y de la naturaleza» (1991). Los investigadores Earls, van Kessel, Araujo y Grillo aclaran las diferencias fundamentales entre las culturas occidentales y andinas. Dada la claridad de su argumentación, la reproducimos en extenso: «Se distingue el Homo faber aymara del Homo faber occidental por el modo en que se relaciona con su medio natural. El hombre occidental considera las cosas de su medio ecológico como “la materia”. Para él, el universo no es más que un inmenso reservorio de material que está a su disposición para trabajarlo a su gusto y con un criterio autónomo aún legitimado por la Biblia. (…) La relación del
hombre aymara a su medio natural es muy distinta. Consciente de ser un hijo de la Santa Tierra y como “un hermano de madre” de la flora y la fauna, el aymara ha heredado de esta relación una ética que no es de poder y dominación sobre la tierra, sino de respeto, gratitud y responsabilidad para la flora y la fauna. El aymara no conoce el concepto “materia”, que es un concepto de origen griego-occidental 5 incompatible con la cosmovisión andina y desconocido en ese mundo, donde todas las cosas “materiales” tienen una vida íntima que merece respeto. Cuando el aymara se relaciona con los elementos de su medio ecológico —en su trabajo y en su uso y consumo— entabla un diálogo con ellos. Los trata como seres vivos, casi personales. En los ritos de producción los personifica y les habla en un tono de respeto y cariño, pidiendo “licencia”.
«El Sol, la Tierra y los cerros son divinidad, es decir, personificaciones de las energías y la fertilidad de la naturaleza, del calor, la luz y el agua vitalizante. Lo mismo sucede con la lluvia, el trueno, la helada, el granizo y otros fenómenos meteorológicos. Los uywires y pukaras, las lagunas y las fuentes de agua, la casa y la chacra son como personas: reciben un trato respetuoso y cariñoso. Se les agradece sus bondades, se les adorna y se les ofrece regalos, ofrendas y libaciones. (…) Se les habla, se les ofrece sahumerios, se les “challa” y se les personifica como Mama Sara (la Madre Maíz).
«La personificación respetuosa y afectiva (no sentimental) es efecto de lo que llamamos la observación contemplativa (…) el aymara penetra hasta el lado “interior” de las cosas, para tratar de entender la naturaleza propia, el alma, el espíritu, la voluntad, las preferencias, la exigencia, etc. No es solo para conocerlas en forma más profunda. Es más todavía, para sintonizarse con ellas y entrar en diálogo y luego en interacción, o sea, para realizar un trabajo con respeto, conciencia y cariño» (Earls, van Kessel, Araujo & Grillo, 1990).
3 Industria que se dedica a comercializar al por menor los productos que adquiere al por mayor. 4 Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network) es un think thank internacional de sustentabilidad, socio de World Wildlife Fund (WWF) que opera desde EE.UU., Europa y Japón. 5 Del latín materia, madera.
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Habitar estos lugares, incluso en forma transitoria, hace evidente la función práctica de
Los hablantes aymaras se asocian a sí mismos con la civilización Tiahuanaco. Sin embargo, hay evidencia lingüística que sugiere que los aymaras provinieron de más al norte, ocupando la meseta del Titicaca después de la caída de dicha civilización. Tiahuanaco surgió aproximadamente en el 200 a. C., como una pequeña villa, y creció a proporciones urbanas entre el 300 y el 500, consiguiendo un importante poder regional en el sur de los Andes. «La formación del sistema tecnológico aymara fue lento y abarcó casi un milenio, a partir del momento crucial en que se franquea, en los primeros siglos de nuestra era, el umbral de la domesticación de los camélidos y de los principales cultívenos: como la papa, la quinua, el maíz y unas hortalizas de valles bajos. El desarrollo tecnológico tuvo su mayor empuje en la fase de madurez de la cultura Tiahuanaco (800-1200 d.c).
«La administración incaica del Collasuyu (1470-1534), lejos de destruir o ignorar la tecnología aymara, reconoció y consolidó decididamente sus logros y el sistema económico
concentración en escuelas y centros de especialización, y su intercambio y divulgación hasta en las más alejadas provincias del imperio. Durante el incanato, la
basado en ella. El inca, con su eficiencia administrativa y su gran talento organizativo, dirigió y estimuló el desarrollo del sistema tecnológico aymara. Pisac es sólo un ejemplo de los centros incaicos de experimentación agrícola que dinamizaron el desarrollo tecnológico de los andes.
divulgación del desarrollo tecnológico siguió ya no sólo las antiguas rutas transandinas de los reinos aymaras, trazadas de este a oeste, sino corría también por las grandes rutas integradoras del inca que iban de norte a sur uniendo los diferentes reinos ayamara entre sí y vinculando el Collasuyu con el centro, Cuzco y el resto del Imperio.
«La medicina, confiada particularmente a los kallawayas, tuvo también un gran desarrollo gracias a la estricta administración incaica. La textilería (elemento esencial en la organización económica y la administración del imperio, junto con la conservación, almacenamiento y la distribución de los alimentos producidos), pero también la cerámica, la minería, la orfebrería y otras técnicas complementarias, tuvieron un rápido desarrollo bajo la administración cusqueña. El inca favoreció la formación de especialistas en éstas y en muchas otras tecnologías; ordenó su
«La conquista española tuvo consecuencias más impactantes que la conquista incaica. La destrucción de la administración cusqueña significó también el abandono de la estrategia del desarrollo centrado en la economía agropecuaria, la pérdida de la administración central, de la infraestructura agrícola y de su alta tecnología y, en consecuencia, el rápido desmoronamiento del impresionante sistema económico y tecnológico andino» (Earls, van Kessel, Araujo & Grillo, 1990).
los textiles elaborados por siglos* en la zona.
A 4.800 metros sobre el nivel del mar, en pleno altiplano chileno a la frontera con Bolivia se encuentran las localidades de Islgua, Enquelga, Colchane, Cariquima y Quebé, entre otras. Son comunidades aymara, o ayllus, algunos ya casi abandonadas por sus habitantes. Las construcciones de adobe y paja permanecen como ruinas de vidas en un paisaje de estremecedora belleza rodeada de volcanes, pequeños riachuelos, lagunas altiplánicas y geysers. El clima es extremo, con heladas y el viento propio de la montaña; el sol quema y el polvo azota constantemente dejando cicatrices en la piel. Habitar estos lugares, incluso en forma transitoria, hace evidente la función práctica de los textiles elaborados por siglos* en la zona. Un período en el altiplano permite identificar tejidos, observar los procedimientos para la obtener lana y finos hilados y ser testigo de prácticas y “costumbres” aymara. A pesar del innegable decaimiento de una cultura y tecnología otrora sofisticada, se observa el dominio de muchos oficios con una destreza particular, que solamente son comprensibles en el contexto de su cosmovisión.
«En la cosmovisión aymara radica una característica muy sui géneris de su sistema tecnológico, que más que una característica es una segunda dimensión de esta tecnología. La cosmovisión aymara es una cosmovisión religiosa y su tecnología también es una tecnología religiosa que a la vez de ser un modo “técnicamente” adecuado y eficiente de trabajo productivo, expresa el sentido religioso que para él tiene su trabajo. En realidad, todas las actividades económicas productivas del aymara están acompañadas y enmarcadas en ceremonias religiosas: todo el ciclo agrícola desde la preparación de la tierra y la siembra hasta la cosecha y la limpieza de los canales; así mismo, el ciclo pastorilganadero, las labores de construcción de casas y caminos, corrales y canales; las faenas mineras, las transacciones de canje y de compra-venta, los viajes
de comercio y los traslados trashumantes, los trabajos artesanales en greda y lana, en piedra y madera. Muy en particular el arte de la medicina está enmarcado en un ritual muy amplio y diversificado que en formas simbólicas prepara y favorece la labor terapéutica y se presta, de una manera eminente, para el estudio del ritual productivo y la dimensión simbólica de la tecnología aymara. Es necesario destacar que todo trabajo productivo del aymara ha de lograr éxito en la medida en que 1. Sea técnicamente bien hecho y 2. [esté] religiosamente bien encaminado y concluido. Este marco religioso, o simbólico si se prefiere, es parte integral de la tecnología aymara: interpreta el sentido real y profundo que (…) tiene el trabajo y es la garantía de su éxito. Aunque el lego, el no-aymara, lo llame magia,
el aymara moviliza por esta dimensión simbólica o religiosa de su tecnología las fuerzas reales e invisibles de la naturaleza, considerada como divina, La Santa Tierra, Pachamama, los Mallcus y Achachilas, los Uywires, etc. Moviliza además la inmensa fuerza de la tradición y los antepasados, ya que en su ritual productivo siempre se recuerdan a los “abuelos” y moviliza las fuerzas sociales del ayllu, ya que se trata de un ritual colectivo.
«De estas observaciones generales emana nuestra hipótesis que la tecnología aymara cuenta con una dimensión ignorada en la tecnología occidental: la dimensión simbólica, que en la conciencia del aymara constituye el complemento indispensable de la dimensión empíricaexperimental de su tecnología» (Earls, van Kessel, Araujo & Grillo, 1990).
El telar aymara tradicional, se elabora en telares de cintura y también en el telar de cuatro estacas: pusi chakura.
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Pusi Chakura El textil andino es conocido por ser portador de información y entre sus características identificatorias se cuenta su sofisticada técnica de elaboración. La personificación del objeto se revela de manera muy sensible en los textiles andinos. Siendo la tecnología aymara una tecnología religiosa, queremos descubrir cómo esto se traduce en los textiles y el acto del tejer. El telar aymara tradicional, se elabora en telares de cintura y también en el telar de cuatro estacas: pusi chakura. En él se practica la técnica de la ligadura de faz de urdimbre, característica de la zona y hoy amenazada por otras técnicas más rápidas y simples de manufacturar, como la obtenida a través del telar de “palo” occidental (autor, año). Denise Arnold, investigadora del King´s College de Londres y
del Instituto de Lengua y Cultura Aymara (ILCA) de La Paz, explica a través de diversos dichos la diferencia que existe entre la acción de tejer y el «convertir en persona. Arnold señala que «existen los siguientes dichos acerca del textil: «No se me convierte tan rápido en persona»; “Estoy tratando de convertir el tejido en persona». «Convertir la ropa en gente es difícil»» (Arnold, 2000). Sobre el corazón y el cuerpo de las talegas, Verónica Cereceda señala:
«A primera mirada, el espacio determinado por el diseño de una talega se nos aparece como un espacio organizado. Percibimos la clara presencia de un centro, de un eje medio que divide la bolsa en dos mitades. El diseño de las talegas está formado esencialmente por bandas alargadas en los tonos naturales del vellón de alpaca. (...) el número de bandas es siempre impar, una de ellas queda sin pareja y hace la veces de un eje central. Esta banda impar que se encuentra en el centro de las talegas es llamada chhima, que en el aymara islugeño significa corazón. (...) Preguntando cómo se llaman los lados de las talegas, obtenemos un dato concreto: son «su cuerpo», dicen las tejedoras, el cuerpo de las talegas» (2010).
Cereceda relata que para las tejedoras aymaras lo más lindo de tejer son las k´isas o degradaciones de color, ya que representan la luz del tejido (2010).
Un proyecto de diseño glocal El proyecto titulado “Exposición y desfile de una colección de piezas de vestir de moda ética”, actualmente en proceso, cuenta con el apoyo del Consejo de la Cultura a través del programa Fondart en su línea de fomento al diseño.
Representa el inicio de un nuevo ciclo en el trabajo personal y pretende sentar nuevos referentes a nivel nacional acerca del diseño ecológico, el patrimonio textil y su relación con el diseño contemporáneo. El Centro Cultural Estación Mapocho acogerá y organizará la exposición que relatará la historia y el contexto en que se manufacturó esta serie de piezas textiles. Un desfile programado para fines de noviembre en el que se mostrarán las prendas de vestir dará inicio a la exhibición. El proyecto de diseño se inscribe en una localidad geográfica y cultural específica. Recoge la técnica del oficio y la relación con
El producto se convierte en objeto embajador de un territorio y una cultura especifica.
el objeto que se observa entre los aymara para redactar, a partir de ahí, un producto conector. Es un proyecto glocal en cuanto se produce localmente para generar un interés a nivel global. El producto se convierte en objeto embajador de un territorio y una cultura especifica. La colección se ordena en una serie de treinta tenidas. Los tejidos andinos se complementan con “básicos” (piezas de vestir neutras) de algodón orgánico y de textiles provenientes de la industria local. Los tres grupos
del vestuario se denominan: Pusi Chakura, Orgánico y Sudamerican Industry. Los componentes de representación estética del proyecto son las piezas Pusi Chakura. Los otros dos grupos funcionan como conectores para facilitar la inserción de las piezas andinas en un contexto urbano y cosmopolita.
El reto es generar una propuesta formal que permita aplicar las técnicas de los textiles andinos a piezas de vestir contemporáneas y deseables por un público sofisticado y cosmopolita. Bajo esos parámetros, la dificultad consiste en respetar e integrar la dimensión simbólica antes analizada.
Los tres grupos del vestuario se denominan: Pusi Chakura, Orgánico y Sudamerican Industry.
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El material es lana de alpaca, utilizada ancestralmente en esta zona.
Referencias Allen, W. F. (febrero de 2004). Fact Sheet on U.S. Cotton Subsidies and Cotton Production. Recuperado el 20 de agosto de 2013, de Organic Consumers Association: http:// www.organicconsumers.org/ clothes/224subsidies.cfm/ Arnold, D. (2000). xxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. xxxxxxxxxxx: xxxxxxxxxxxx. Cereceda, V. (junio de 2010). Semiología de los textiles andinos: Las talegas de Isluga. Chungará Revista de Antropología Chilena, 42(1), 181-198. Danish Environmental Protection Agency. (2002). Working Report No. 10 from the Danish EPA. Danish experience: Best Available Techniques (BAT) in the clothing and textile industry, document prepared for the European IPPC Bureau and the TWG Textile. EPA.
Decisiones formales La intervención en diseño es medida y radica más que nada en un juego de proporciones. Se trabajan las piezas completas de tejidos denominados “céntricos”, es decir, piezas que nacen desde un cuadrado. Básicamente, la colección se construye a partir del estudio de estas formas cuadradas o awayu que se utilizan en la zona andina como poncho o amarrado en la espalda para cargar cosas. La colección de piezas de vestir es una serie de prendas diseñadas a partir de una misma figura geométrica, variando en dimensión e integrando tajos y uniones del mismo tejido y/o con otras
piezas cuadradas. La simpleza de las piezas busca atraer la atención sobre el tejido en lugar de hacerlo sobre una forma complicada de armado. Más complejas se vuelven las piezas al combinar calidades de tejido (más grueso, usado en general para frazadas o bolsos, y más finos, para vestir o ceremoniales). La técnica del tejido en estos cuadrados es siempre en faz de urdimbre y en el telar de cuatro estacas tradicional. Las piezas se unen con técnicas y terminaciones tradicionales.
El material es lana de alpaca, utilizada ancestralmente en esta zona. Se mantienen en gran parte los colores naturales del animal. El hilado es realizado necesariamente en “pusca” (huso), es decir manualmente, ya que las lanas hiladas industrialmente no tienen la misma resistencia que el tejido andino requiere. Es un tejido muy firme y tupido, resistente al viento, al frío y al sol. Permite una carga pesada y tan fina como la quínoa. Se ocupan exclusivamente técnicas tintóreas naturales, como el “monte” o la cochinilla tintórea, e ingredientes naturales también para morder y fijar el color en el textil.
Earls, J.; van Kessel, J.; Araujo, H. & Grillo, E. (1990). Tecnología Andina : Una introducción. La Paz: Hisbol. Lacasse, K. & Baumann, W. (2004 ). Textile Chemicals: Environmental Data and Facts. Berlín : Springer.
Las piezas Pusi Chakura son enteramente hechas a mano, desde la esquila del animal, hasta las costuras y el armado de las piezas, pasando por el hilado en pusca y el tejido en el telar. El material (alpaca) es completamente biodegradable y no contiene ningún químico. Cada pieza de vestir terminada tendrá indicada la proveniencia del material y el nombre de las personas que hilaron la lana y tejieron la pieza. En el caso de las prendas teñidas, se informa sobre la planta utilizada. DNA
Manzini, E. (2007). Creative communities. People inventing sustainable ways of living. Milán: POLI.design. Merk, J. (2009). Stitching a Decent Wage across Borders: the Asia Floor Wage Proposal 2009. Recuperado el 17 de agosto de 2013, de Clean Clothes Campaign: http://www.cleanclothes.org/ resources/publications/afw. pdf/view
La colección de piezas de vestir es una serie de prendas diseñadas a partir de una misma figura geométrica, variando en dimensión e integrando tajos y uniones del mismo tejido y/o con otras piezas cuadradas
Pesticide Action Network Asia Pacific. (2010). Communities in Peril: Global report on health impacts of pesticide use in agriculture. Manila: Red Leaf Printing Press. Rojas, C. (20 de agosto de 2013). A partir de hoy la demanda mundial por recursos naturales excederá lo que la Tierra pueda renovar. La Tercera on line. Sarmiento, F. (2001). Diccionario de Ecología: Paisajes y desarrollo sustentable para Latinoamerica. Quito: Abya-Yala. Voncina, B. & Pintar, M. (2007). Textile Waste Recycling. Proceedings of the 10th International Conference on Environmental Science and Technology.
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