FAGIA ANTROPO
REVISTA CULTURAL 2 Aテ前 I | ISSN 2362-1966
A N T R O P O F A G I A N° 2 | A Ñ O 1 STAFF PERMANENTE NATALIA SINDE
CRISTIAN E. GUARINOS B
ESTEFANÍA SINDE ©
EDICIONES TILACINO
9 DE JULIO 126, JUNÍN (B), ARGENTINA
FELICIDAD
La felicidad tiene un inconveniente fuerte, es que no se puede ser felices solos. Esto lo decía una niña de cuatro años: "Para ser felices hay que ser dos o tres". Es difícil ser felices con padres que aburren o con padres que sacrifican su vida por sus hijos. Esto es lo peor que se puede hacer. Los niños necesitan, desean estar rodeados de adultos felices, satisfechos. Por eso, yo estoy en contra de lo que dicen algunos padres: "Yo renuncié a mi carrera por mi hijo"; pues ha hecho muy mal, porque no ha hecho lo primero que desearía un hijo, una madre satisfecha. F. Tonucci
YO SOY GRACIAS A LOS DEMÁS
Un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una canasta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que aquel que llegara primero ganaría todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se tomaron de las manos y corrieron juntos, después se sentaron a disfrutar del premio. Cuando el antropólogo les preguntó por qué habían corrido así, si uno solo podía ganar todas las frutas, le respondieron: UBUNTU, ¿cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes? UBUNTU, en la cultura Xhosa, significa: “Yo soy porque nosotros somos”. A. P. Frato
M. C. Escher
ACERCA DE LA NATURALEZA
Nada del universo está vacío, ni lleno en demasía. Como eran antes, en efecto siguen siendo y seguirán; y nunca, creo, de ninguno de los dos ha de vaciarse el tiempo inagotable. No hay nacimiento en absoluto de ninguno de los seres mortales, ni tampoco consumación de la funesta muerte, sino tan sólo mezcla y disociación de lo mezclado es lo que hay, y “nacimiento” es un nombre que los hombres le dan. Doble es el nacimiento de los seres mortales, doble su destrucción. Unas veces por Amistad concurriendo en uno todos ellos; otras, por el contrario, separados cada uno por un lado por la inquina del Odio. Doble es la historia que voy a contarte. Pues unas veces creció para ser uno de múltiple que era, otra, por el contrario, de uno que era se disoció para ser múltiple. Odio pernicioso, por doquier igualado, mas entre ellos la Amistad, igual en extensión y en anchura que él. Extracto - E. de Agrigento
CINTA DE MOEBIUS
M. C. Escher
INFANCIA
Crezco como un animalito, sin vigilancia, bañándome en los canales sanjuaninos, trepándome a los membrillares, durmiendo con la cabeza entre pámpanos. Cuenta mi madre que, como comprendía, yo aprendí muy temprano la ciencia de llorar. (A los 12 años escribe su primer poema:) Es de noche, mis familiares ausentes. Hablo en él de cementerios, de mi muerte. Lo doblo cuidadosamente y lo dejo debajo del velador para que mi madre lo lea antes de acostarse. El resultado es esencialmente doloroso: a la mañana siguiente tras una contestación mía levantisco unos coscorrones frenéticos pretenden enseñarme que la vida es dulce. Desde entonces los bolsillos de mi delantal, los corpiños de mis enaguas, están llenos de papeluchos borroneados que se me van muriendo como migas de pan.
A. Storni
CONSERVACIÓN DE LOS RECUERDOS
El filósofo francés Regis Debray plantea que así como heredar no es recibir, transmitir no es transferir sino reinventar, y por lo tanto alterar. Esto se debe a que la información transmitida no es independiente de su medio técnico y orgánico. Como consecuencia, no hay reproducción mecánica sino transustanciación que agrega tanto como quita. La pérdida está ligada al acto mismo de rememoración, y la alteración es la otra cara de la conservación. Asimismo, Debray afirma que hay riegos que secan. Véase la carencia de saber por superabundancia de informaciones que desalienta toda retención y la desintegración de las memorias por la acumulación de huellas. Adreas Huyssen refiere a la nueva moda que articula medios y memoria como una obsesión cultural. Esta musealización del mundo despolitiza, pues congela el pasado en íconos o lemas cuya fragmentación elimina el conflicto.
N. Sinde
REVERSIÓN DE ÓRDENES Volverán los oscuros balcones de la golondrina sus nidos a colgar. C. Guarinos B
DICCIONARIO COCTEANO
Película: Fuente petrificante de pensamiento que resucita situaciones muertas y permite dar apariencia de realidad a lo irreal, es decir, a lo que desborda nuestros pobres límites. El poeta: Quien, al componer poemas, utiliza una lengua ni muerta ni viva (que pocas personas hablan, que pocas personas entienden) para encontrar a sus compatriotas en un mundo en el que muy a menudo, el exhibicionismo que consiste en mostrar su alma desnuda, se ejercita entre ciegos. Una fuerza ignorada nos habita, nos maniobra y nos dicta esa lengua. Lo demostrable: Vulgaridad. Todo lo que se demuestre es vulgar.
MUJER ETÉREA - MUJER PEDESTRE
No sé; me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Está fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres… ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. “¡María Luisa! ¡María Luisa!… y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Que delicia la de tener una mujer tan ligera…, aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes… la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando. O. Girondo
DISPONIBILIDADES DEL CUERPO PROPIO
Es probable que la memoria más antigua que poseamos sobre nosotros mismos se vincule a nuestro hogar. No lo llamemos así con la ingenuidad del «en casa se respiraba calor de hogar» pues hay hogares comparables a infiernos, sino con la pretensión de tender un puente entre el objeto «casa» y la multiplicidad rizomática de lo subjetivo: el hogar de mi infancia no es sólo mi casa sino también la de mis abuelos, el jardín de infantes, algunas veredas del barrio... A veces, el azar nos regala la justa mezcla entre aromas capaces de revivir momentos de nuestra edad temprana. Por ejemplo, aquella vez que olí el perfume a tierra mojada y no sé qué y me recordé con unos 3 años de edad degustando la tierra de una plata recién regada. Quizá se deba a que el olfato es el sentido más tempranamente desarrollado, y sus impresiones los primeros ingredientes en el crisol sensorial por nosotros experimentado,
lo cierto es que los aromas nos traen al presente algo de nuestro pasado, lo adhiere de nuevo a la piel y por un instante vibramos con rayos de soles que creíamos muy lejanos. Hasta hace poco caminábamos por centros comerciales aturdidos de carteles, bocinas y motores, pero sin oler a la par smog y vulgares fragancias de ambiente liberadas con regularidad por un aspersor cronometrado. Me pregunto si será este un síntoma más de la impersonalidad de nuestros tiempos. N. Sinde
AMNESIA
Hay que haber empezado a perder la memoria, aunque sea sólo a retazos, para darse cuenta de que esta memoria es lo que constituye toda nuestra vida. Una vida sin memoria no sería vida… Nuestra memoria es nuestra coherencia, nuestra razón, nuestra acción, nuestro sentimiento. Sin ella, no somos nada… (Viene por fin la amnesia retrógrada, que puede borrar toda una vida, como le sucedió a mi madre…) L. Buñuel
ESE OTRO PRIMITIVO
Una serie de extravagantes sucesos que pueden producirse en la mente de una persona ocurren con más frecuencia de la que imaginamos. La mente es muy compleja y su actividad continua, intensa, profunda y en gran medida desconocida. El hilo que separa la salud mental plena de una salud mental resquebrajada es peligrosamente fino. Nuestra memoria es tan potente como frágil; no hay dos personas que describan un suceso de la misma manera, con eso está todo dicho. Si esto ocurre en condiciones normales, ¿qué puede esperarse ante un daño en los mecanismos de nuestra percepción? En Un perro bajo la piel, el neurólogo inglés Oliver Sacks relata el caso de un joven estudiante, habitual consumidor de LSD, cocaína y anfetaminas, quien sueña que es un perro en un lugar increíblemente rico y al despertar se encuentra en un mundo con esas cualidades. Siente como si hasta en-
tonces hubiese estado ciego a todos los colores y de repente hallase potenciada su visión cromática. Pero lo que realmente se ha transformado en él es la exaltación del sentido del olfato: puede identificar calles, tienda y emociones por su aroma. Después de tres semanas sus sentidos vuelven a la normalidad. El joven se alegra, pero también lo considera una pérdida tremenda: necesita a ese otro primitivo y siente nostalgia por aquel mundo fragante, tan vívido, tan real. Ahora puede ver a qué han renunciado los seres humanos por ser civilizados y humanos. E. Galante
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LA EUFORIA DE UNA PERSONA SANA
Qué paradoja, qué crueldad, qué ironía hay aquí. ¡La vida interior y la imaginación pueden permanecer apagadas y adormecidas si no las libera, si no las despierta, una intoxicación o una enfermedad! Es precisamente esta paradoja (…) la responsable de la seducción del síndrome de Tourette y asimismo, sin duda, de esa inseguridad peculiar que puede acompañar a una droga como la cocaína (de la que se sabe que, como la L-Dopa y el síndrome de Tourette, eleva la cuantía de dopamina en el cerebro). De ahí el comentario sorprendente de Freud sobre la cocaína, de que la sensación de bienestar y euforia que provoca “…no difiere en modo alguno de la euforia normal de una persona sana. En otras palabras, estás sencillamente normal, y pronto resulta difícil de creer que se halla uno bajo la influencia de una droga.” O. Sacks
CUADRADOS Y ÁNGULOS
Casas enfiladas, casas enfiladas, casas enfiladas. Cuadrados, cuadrados, cuadrados. Casas enfiladas. Las gentes ya tienen el alma cuadrada, ideas en fila y ángulo en la espalda. Yo misma he vertido ayer una lágrima, Dios mío, cuadrada. A. Storni
LA ENFERMEDAD DE CUPIDO
Natasha K., una mujer inteligente de noventa años, acudió recientemente a nuestra clínica. Explicó que poco después de cumplir los ochenta y ocho advirtió «un cambio». ¿Qué clase de cambio?, le preguntamos. –¡Delicioso! –exclamó–. Era muy agradable. Me sentía con mucha más energía, más viva... me sentía joven otra vez. Empezaron a interesarme los hombres jóvenes. Empecé a sentirme, digamos, «retozona»... Mis amistades empezaron a preocuparse. Al principio decían: «Estás radiante... ¡Parece que has rejuvenecido!», pero luego empezaron a pensar que aquello no era del todo... razonable. «Tú eras siempre tan tímida», «y ahora eres una frívola: Andas siempre riéndote, cuentas chistes... ¿tú crees que está bien eso a tu edad?». –¿Y cómo se sentía usted? –Yo me había dejado llevar, y no se me había ocurrido poner en entredicho
lo que estaba pasando. Pero entonces lo hice. Me dije: «Natasha, tienes ochenta y nueve, esto ya dura un año. Siempre fuiste tan moderada en tus sentimientos... ¡y ahora esta extravagancia! Eres una mujer vieja, casi al final de la vida. ¿Qué podría justificar una euforia repentina como ésta?». Y en cuanto pensé en euforia, las cosas adquirieron un nuevo aspecto... «Estás enferma, querida», me dije. «¡Te sientes demasiado bien, tienes que estar mala!». Era algo de mi cuerpo, de mi cerebro, lo que me ponía tan eufórica. Y entonces pensé... ¡maldita sea, esto es la enfermedad de Cupido! La sífilis, ¿comprende? Es que yo estuve en un burdel en Salónica, hace casi setenta años. Mi marido me salvó, me sacó de allí, hizo que me la trataran. Eso fue muchos años antes de la penicilina, claro. Tenía razón; el fluido espinal dio positivo, tenía neuro-sífilis, eran realmente las espiroquetas las que estimulaban su córtex cerebral antiguo. Se planteó entonces la cuestión del tratamiento. –No sé si quiero curarlo –dijo–. Pensé que lo que tenía era la enfermedad
de Cupido, por eso acudí a ustedes. No quiero que la cosa se ponga peor, eso sería horroroso; pero no quiero que me cure... eso sería igual de malo. Hasta que me asaltó esto yo no me sentía plenamente viva. ¿Cree usted que podría mantenerla exactamente como está? Lo pensamos un rato y nuestra vía de actuación, afortunadamente, estaba clara. Le hemos administrado penicilina, que ha matado las espiroquetas, pero que nada puede hacer para eliminar los cambios cerebrales, las desinhibiciones, que las espiroquetas han causado. Y ahora la señora K. tiene ambas cosas, disfruta de una desinhibición suave, una liberación del pensamiento y el impulso, sin nada que amenace su control de sí misma y sin el peligro de una mayor lesión del córtex. Alberga la esperanza de vivir, reanimada así, rejuvenecida, hasta los cien. –Es curioso –me dice–. Ha conseguido usted jugársela a Cupido. Extracto.- O. Sacks
E. Satie
VENDO CASTILLO DE PLOMO Docientas cuatro habitaciones, mazmorras, terrazas, entrada levadiza para dos carruajes. Excelente vista al fozo.
INMOBILIARIA ANTROPOFĂ GICA
PSIQUE ENAMORADA DEL AMOR
Cuenta Lucio Apuleyo que Psique* era una princesa triste frente a cual se maravillan como ante una estatua exquisita a la que nadie se atrevía a desposar. Preocupado, su padre consultó a Apolo quien le ordenó ofrecer a la joven en la cima de una colina, advirtiendo que no esperase yerno mortal sino uno cruel y fiero. La belleza de Psique hacía que los hombres la alabaran olvidando a Afrodita, por lo que envidiosa ésta encomendó a su hijo Eros (Cupido) enamorar a Psique de un hombre ruin. Eros era un mancebo muy temido entre los dioses por las escandalosas consecuencias de sus flechas de amor. El joven buscó a Psique para consumar el encargo, pero al verla se enamoró y decidió llevarla dormida a su palacio, donde se le presentaría cada noche para amarla en la penumbra ocultándole su identidad a fin de evitar la ira de su madre. N. Sinde
* Psique (del griego psyché): Alma, ánima, aliento, soplo, mariposa. "La psyché de un hombre no puede hacerse volver, ni ser capturada otra vez por medio de la fuerza, después de haber cruzado la barrera de los dientes". Homero
Mariposas.- M. C. Escher
PÉRDIDA DEL EROTISMO QUE ANIMA A PSIQUE
Psique era muy feliz hasta que una noche dijo a su amado que deseaba ver a sus dos hermanas mayores. Eros advirtió: “Ellas querrán persuadirte de que tú veas mi rostro, el que si ves ya no más verás.” A lo que ella respondió: “Sabrás que moriré antes de estar sin tu dulcísimo casamiento, dulce ánima de tu Psique!”. Pero tres visitas de sus envidiosas hermanas bastaron para que dudase de si su amado era una enorme serpiente o un hambriento dragón, y lograran convencerla de tomar una daga y un candil y develar el rostro de su querido. Al hacerlo, lo vio tan hermoso que desesperada se lanzó a besarlo dejando caer una gota de aceite hirviendo en la mejilla del durmiente alado. Herido y desilusionado, Eros partió en vuelo y Psique, arrepentida, se colgó de una pierna hasta caer del estado de gracia. N. Sinde
NACIMIENTO Y MADURACIÓN DE FRUTOS
En su Poema del ser, Parménides dice que entre el fuego sin mezcla y la noche se proyectó una porción de llama. Desde esa llama, la diosa de la equidad, que todo lo dirige, creó a Eros como el primero de todos los dioses. Luego, (1) envió lo femenino a lo masculino para mezclarse, y, a su vez, contrariamente, (2) lo masculino a lo femenino. Por el primer envío, deseando domar al temido Eros, Apolo ordenó al padre de Psique que la ofreciese en un altar esperando un yerno bravío y cruel, al que su hija habría de contener: Eros, que feliz anidó en ella. Por el segundo envío, Afrodita, sin sospechar las consecuencias de su encargo, pidió a su hijo que castigase a la Psique, pero al verla Eros se enamoró. Pese a que la razón instrumental ha pretendido disociarlos, sólo es fecundo quien posee una psique erotizada. N. Sinde
M. C. Escher
RELIGACIÓN DEL SER ERRANTE
Desdichada, Psique caminó errante por el mundo en busca de Eros. Finalmente decidió ir donde Afrodita, quien vengativa le ordenó realizar tareas imposibles para un mortal. La cuarta y última tarea consistió en visitar el Hades y rogarle a Perséfone un poco de su belleza, a lo que la reina del Inframundo accedió gustosa de complacer a Afrodita. Psique abandonó el mundo de los muertos llevando lo solicitado en una caja negra, de la cual pronto quiso tomar un poco de belleza creyendo que entonces Eros volvería a amarla. Pero en la caja aguardaba un sueño estigio. Entonces Eros voló hasta ella, limpió sus ojos despertándola y fue donde Zeus y Afrodita para pedirles casarse con su amada, que tras beber la ambrosía de los dioses se volvió inmortal. La hija de Psique y Eros se llamó Placer. N. Sinde
LA REINA DE DIAMANTES
Muy joven, abrí mis brazos a la pureza. No fue sino un aleteo en el cielo de mi eternidad, un aleteo de corazones amorosos que laten en los pechos conquistados. Ya no podía caer. Amando el amor. En verdad, la luz me deslumbraba. Y guardaba bastante en ella para mirar la noche, toda la noche, todas las noches. Todas las vírgenes son diferentes. Sueño siempre con una virgen. En la escuela, ella está en el banco delantero al mío, con un delantal negro. Cuando se vuelve para solicitarme la solución de un problema, la inocencia de sus ojos me confunde hasta tal punto que, sintiendo piedad por mi turbación, ella me abraza. Después, me abandona. Sube a un barco. Somos casi extraños el uno para el otro, pero su juventud es tan grande que su beso no me sorprende de ninguna manera.
O bien, cuando está enferma, es su mano la que conservo entre las mías, hasta morir, hasta despertarme. Corro tan rápido a sus entrevistas como si temiera que otros pensamientos me sustrajeran a mí antes de llegar. Cierta vez el mundo iba a acabarse, y nosotros todo lo ignorábamos de nuestro amor. Ella ha buscado mis labios con movimientos de cabeza lentos y acariciadores. He creído, esa noche, que la conduciría hasta el día. Y es siempre la misma confesión, la misma juventud, los mismos ojos, puros, el mismo gesto ingenuo de sus abrazos alrededor de mi cuello, la misma caricia, la misma revelación. Pero no es nunca la misma mujer. Las cartas del naipe me han dicho que yo la encontraría en la vida, pero sin reconocerla. Amando el amor. P. Eluard
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LA PALABRA MALDITA
Creía que había cesado, pero no doctor. Esta semana mi anomalía se manifestó, como siempre lo hace, de improviso, bruscamente. Cuando leo, las palabras se deslizan por mi espíritu con una sonoridad sutil y agraciada. Pero de repente tropiezo con esa palabra maldita, con ese escollo insalvable… puede ser cualquier palabra, no responde a ninguna tipología, sonoridad o acentuación. Por un período indefinido de tiempo esa palabra del demonio será la misma hasta que, sin siquiera notarlo, vuelva a formar parte del discurso ecuánime y normal ocupando otra su lugar. La cuestión es que cuando tropiezo con esa palabra maldita mi primera reacción es de incredulidad, todo el curso de mi lectura se estanca en ella. Me parece absurda, imposible, inconcebible, ridícula y grotesca. Su sonoridad rebota contra mi mente y una risa incontenible estalla desde lo más profundo de mis entrañas. Y así conmocionado puedo estar más de media hora, sin contar
las islas de sosiego que me embargan hasta conformar nuevamente las sílabas de las palabras en mi mente, como un rompecabezas cuya figura final da como resultado el reavivamiento del ataque. Usted comprenderá que para mí es un problema grave por ser yo un hombre de letras. Ni siquiera puedo leer en público. Tras una coma, un punto o un artículo puede hallarse agazapada esa palabra bufa que lo eche todo a perder. Leo, mis manos transpiran y la voz se vuelve temblorosa, ya no puede acaparar la atención de nadie por más que la indulgencia del auditorio sea mucha. Puedo controlarlo cuando sé de qué palabra se trata, puedo evitar confrontar con ella determinando de antemano todas las palabras lícitas. Es por esto que mis clases a veces son un poco tradicionales y acaparo todo el discurso. Ello, más que una simpatía con dicho proceder, es un síntoma de mi anomalía. Muchas veces me es más fácil implementar la metodología contraria, es decir, generar un clima jocoso para que una posible conmoción de risa no parezca una incoherencia. Esta tendencia a
los extremos en mi rol de educador evidentemente me perjudica, me convierten en alguien irresoluto, inclasificable. Creo un jolgorio que luego mato con una seriedad extrema y convierto una seriedad extrema en un carnaval. Quiero que entienda que mi risa no es producto de aquello que la palabra designe, sino simplemente de su cuerpo sonoro. Imagine usted, para poder comprenderme, que recorre un camino por el cual se cruza con un hombre de saco gris, y otro, y otro, hasta que de repente ahí donde usted esperaba ver pasar a un hombre de gris ve a un bufón colorido bailando de forma grotesca. Así cual hombres de gris transcurren las palabras de mi lectura, hasta que de improviso aparece esa palabra que pavonea su absurdo porte ante mi vista. Es difícil explicar su naturaleza y créame que lo he intentado, lo más cercano que he encontrado es que dichas palabras son como metáforas de la nada. Se ha dicho que el origen del lenguaje metafórico tiene su comienzo en la insuficiencia del lenguaje, es decir que una palabra debe
ser usada fuera de su contexto habitual por carecer de otra que exprese lo mismo. Así por ejemplo, si careciéramos de la palabra “montaña” podríamos decir “senos de gea” o viceversa. Pero en el caso de estas palabras me parecen ser en sí mismas una nadería que va a ninguna parte, un absurdo que nada dice y que nada podría llegar a decir. Es como si fueran el punto flojo por donde revienta el tejido lingüístico con el cual hilvanamos el mundo. Como un parche en máxima tensión que se raja y devela la disolución de todo significante. Es por eso doctor, que hablo de forma tan excesiva en nuestras sesiones. Todo lo que ahora le digo ha sido ya escrito minuciosamente tratando de no dejar ningún bocado al azar, el cual, bajo su contingencia discursiva, puede traer esa palabra maldita que agrave su diagnostico y me convierta a mí en una especie de caso especial. C. Guarinos B
VENDO TRES PARAGUAS.- E. Satie
Armazón resistente cubierto con tela de amianto. Punta filosa. Excelente hechura. Ideal para luchar con dragones.
ARQUIMIA & NÚSICA
Cierto anciano de Uspallata me dijo: ¿Conoce usted a los arquimistas? -¿Arquimistas? Sabía de alquimistas, pero de esos no.- Querido amigo, se lo explico así para que entienda, los arquimistas son como los núsicos, parecen músicos pero no lo son, perciben la esencia de su arte pero no son capaces de producirla ellos mismos. Igualmente logran trasmutar y hacer bellos sonidos, pero siempre robando la esencia de otro, con el afán de mostrarse, de que los vean como músicos o alquimistas. A los verdaderos les sobra con la esencia. Es muy raro verlos mostrar su arte, están tan colmados de ella que no necesitan nada más. Estos núsicos y arquimistas suelen ser muy molestos ademas, se rasgan sus vestiduras diciendo que son los guardianes del arte, pero son carronieros hambrientos ávidos de las migajas que puedan zarpar. Cuando vuelvas amigo por la cordillera si quieres sigo con mis cuentos, pero por favor, cuídate mucho de los núsicos y los arquimistas...
D. Gloriani
Que la naturaleza sea tu guĂa.- M. Maier
LA JORNADA DEL MÚSICO El artista debe regular su vida.
Aquí tienen el horario detallado de mis actividades diarias: Me levanto a las 7.18 h; inspirado: de 10.23 a 11.47 h.
Almuerzo a las 12.11 h y me levanto de la mesa a las 12.14 h.
Saludable paseo a caballo, en el fondo del parque: de 13.19 a 14.53 h. Otra inspiración: de 15.12 a 16.07 h.
Ocupaciones diversas (esgrima, reflexiones, inmovilidad, visitas, contemplación, destreza, natación, etc.), de 16.21 a 18.47 h.
La cena se sirve a las 19.16 y se termina a las 19.20 h. A continuación, lecturas sinfónicas en voz alta: de 20.09 a 21.59 h.
Me acuesto normalmente a las 22.37 h. Una vez por semana,
despertar sobresaltado a las 3.19 h (los martes). Sólo como alimentos blancos: huevos, azúcar, huesos rallados; grasa de animales muertos; ternera, sal, coco, pollo cocido en agua blanca;
mohos de fruta, arroz, nabos; morcilla alcanforada, pastas, queso (blanco), ensalada de algodón y algunos pescados (sin piel). Me hiervo el vino, que bebo frío con zumo de fuchsia. Tengo apetito; pero no hablo nunca comiendo, por miedo a atragantarme. Respiro con cuidado (poco cada vez). Bailo muy raras veces. Cuando ando voy por los lados y miro fijamente atrás. Muy serio de aspecto, si me río es sin querer. Por eso siempre me disculpo y con educación. Sólo duermo con un ojo; tengo un sueño muy duro. Mi cama es redonda y perforada por un agujero para que pase la cabeza. Cada hora, un criado me toma la temperatura y me pone otra. Desde hace tiempo estoy abonado a una revista de moda. Llevo un gorro blanco, medias blancas y un chaleco blanco. El médico me ha dicho siempre que fume. A sus consejos añade: —Fume, amigo: si no, otro fumará en su lugar.
Fragmento de Memorias de un amnésico, E. Satie
La pera de Satie.- Man Ray
Antropofagia se encuentra bajo LICENCIA ARTE LIBRE. Esta licencia permite copiar y distribuir la obra que protege, respetando los derechos éticos de su autor. Su objetivo es promover y proteger prácticas culturales libres de las reglas exclusivistas de la economía de mercado. Ojalá hayan sido gratos los momentos compartidos. ¡Hasta la próxima luna llena!
BON APPETIT !
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