Luciérnaga

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Historia e ilustraciones por

Lili Harris





Historia e ilustraciones por

Lili Harris


LUCIÉRNAGA 2022 © para los textos: Lili Harris 2022 © para las ilustraciones: Lili Harris PRIMERA EDICIÓN, mayo de 2022. No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informártico, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. ISBN: XXX-XXX-XXXX-XX-X Impreso y hecho en México *por confirmar


Historia e ilustraciones por

Lili Harris


Había una vez un prado, el prado más hermoso que alguna vez existió, lleno de flores silvestres y mariposas. El prado no solo era hermoso por lo que había en él, sino también por todo lo que lo rodeaba. Había un desierto y una playa, un bosque y hasta montañas con sus cimas nevadas.



En él vivían un señor y una niña, quienes pasaban sus días jugando y riendo, inventando cuentos sobre las estrellas en el cielo y construyendo pequeñas casas de palitos.


Ellos no eran los únicos que vivían ahí ya que en el prado también se encontraba un gran grupo de luciérnagas. El señor y la niña jamás habían visto a estos pequeños habitantes ya que sus luces solo podían verse en lugares muy obscuros, sin embargo, estos curiosos insectos siempre los observaban en sus aventuras.


Una de ellas en particular, la luciérnaga más pequeña de todas, disfrutaba observarlos. Sus cuentos sobre las estrellas la arrullaban por las noches y sus casitas de palitos le servían de refugio.


La vida en el prado era buena, todos eran felices y no había días grises.


Y así fue hasta que un día, como cualquier otro día, la niña despertó y el señor ya no estaba. Ella no entendía que pasaba, esto no había sucedido jamás, así que hizo lo único que se le ocurrió, esperar.


Esperó y esperó y esperó, hasta que ya no pudo más y empezó a gritar por él sin obtener respuesta alguna. Decidió entonces que era momento de empezar a buscar, no sería tarea fácil, pero estaba decidida. La luciérnaga, después de ver todos los sucesos del día, decidió acompañarla en su búsqueda.


La niña busco debajo de las piedras, en sus zapatos...


en la playa, en el desierto y por último en el bosque.


El bosque era un lugar obscuro y tenebroso el cual nunca había visitado, lleno de ruidos inesperados y sin caminos marcados. Entre más se adentraba, más tiempo pasaba, hasta que la niña empezó a perder la esperanza de encontrarlo.

Sin saber por dónde iba, simplemente se perdió. En algún punto dejó de ver colores, era de noche y ella estaba muy cansada, vencida por la tristeza y sin más fuerza se sentó en un pequeño claro a llorar.


A la distancia, una pequeña luz flotante la observaba, ¡era la luciérnaga! El diminuto insecto no sabía qué hacer, quería hacer algo para mejorar la situación. Pensó por un momento y poco a poco, llena de valor, se acercó a la niña.


La pequeña se sorprendió al ver una luz acercarse a ella de entre los árboles. En ese momento paró de llorar y, con los ojos llenos de curiosidad, extendió la mano. Jamás había visto algo igual, admiraba a la luciérnaga con la boca abierta. Lo que pasó después la sorprendió aún más, ya que la lucecita empezó a hablar.


“Pequeña niña, ¿por qué lloras tan desconsoladamente?” dijo la luciérnaga. “Estaba buscando a alguien muy importante para mí, pero me perdí y ahora no sé qué hacer.”


La luciérnaga, que había presenciado todo, desde la desaparición hasta este punto, no supo que decir. Se detuvo por un momento a pensar y después volvió a hablar: “ A veces aquellos a quienes amamos se van sin más explicación para no volver más. Sé que ahora estás muy triste y eso es normal, pero poco a poco las cosas van a mejorar.”


“¿Y qué voy a hacer?” preguntó la niña. “ Lo mejor es mantenerlo en tus memorias y en tu corazón, así siempre te acompañará.” contestó la luciérnaga.


La niña se quedó callada y, con la cabeza entre las piernas, había empezado a llorar otra vez.

Pasaron algunos minutos hasta que levantó la mirada de nuevo y vio algo increíble, el bosque ya no era tan obscuro, ahora estaba llenó de brillantes lucecitas flotantes.


Era un espectáculo maravilloso, la niña pensó que así era estar entre las estrellas. Esto le recordó los muchos cuentos que había creado con el señor, y así de pronto, como si alguien hubiera agitado una varita mágica, su tristeza fue un poco menor.


Después de contemplar esta maravilla por algunas horas la niña se levantó de su lugar en el claro y en el silencio de la noche la luciérnaga la empezó a guiar fuera del bosque.


Entre más se acercaban al prado todo se iluminaba poco a poco, hasta que, cuando por fin llegaron a su destino, en el horizonte se veían los primeros rayos del sol.


La niña no pudo evitar pensar como al igual que la noche le da paso al día, con el tiempo, la tristeza le daría paso a la felicidad. Justo como en el bosque cuando la luz de su nueva amiga la había hecho sentir mejor.

Y eso fue todo, ya no había que por qué temer o llorar, luciérnaga y niña se quedaron calladas contemplando el amanecer.






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