
ESPECIAL DÍA MUNDIAL DEL AGUA


La temperatura del planeta aumenta a diario y el deshielo avanza más rápido que nunca: un tercio de los glaciares de los 50 lugares considerados como Patrimonio Mundial en el planeta están condenandos a desaparecer antes de 2050, según la Unesco
CARLAPÉREZ
Los glaciares son fundamentales para regular el clima y para el suministro de agua dulce. En todo el planeta hay más de 275.000 glaciares que cubren una superficie aproximada de 700.000 kilómetros cuadrados y almacenan cerca del 70% del agua dulce, según indica la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Pero el cambio climático está haciendo que estas formaciones de hielo se derritan rápidamente. Actualmente, los glaciares pierden 58.000 millones de toneladas al año, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Ante esta situación, el pasado 21 de enero la Unesco y la OMM pusieron en marcha el Año In-
ternacional de la Conservación de los Glaciares, con intención de proteger estas masas de hielo. A lo largo de 2025, abordarán los desafíos que plantea su deshielo acelerado. «La conservación de los glaciares es uno de los retos más urgentes para la humanidad. Estas formaciones son mucho más que agua congelada: son guardianes de la historia climática y fuente de vida para miles de millones de personas», afirma la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay.
AUMENTA EL RIESGO
La temperatura del planeta sube a diario y los glaciares se están derritiendo más rápido que nunca, haciendo que el ciclo del agua se vuelva cada vez más impredecible. Miles de per-
sonas de todo el mundo se ven ya afectas por el deshielo y sus efectos adversos: sequías, crecidas, subida del nivel del mar y daños a ecosistemas.
La nieve y el hielo abastecen los ríos, lagos y aguas subterráneas que sustentan ecosistemas enteros. Si las temperaturas aumentaran 3°C más, podría suponer la llegada de sequías dos veces más frecuentes e ingentes pérdidas anuales, según la Comisión Europea. El deshielo puede llevar a situaciones de escasez de agua en toda Europa, donde las sequías son cada vez más extremas.
Además, el derretimiento de los glaciares es el responsable del 5% del aumento del nivel del mar en el mundo, calcula la Unesco. Desde la Comisión Europea prevén que Europa expe-
rimente una subida media del nivel del mar de entre 60 y 80 centímetros a final de siglo. A la vez, esto incrementará el riesgo de inundaciones y tendrá consecuencias para los habitantes, las empresas y las infraestructuras, reduciendo el agua dulce disponible.
A TIEMPO DE FRENARLO
Un tercio de los glaciares de los 50 lugares considerados Patrimonio Mundial están condenados a desaparecer antes de 2050, según un estudio de la Unesco en colaboración con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), aunque todavía es posible salvar los restantes. Para ello, se necesita que las temperaturas no suban más de 1’5°C, un reto que puede conseguirse con la reducción de las emisiones de CO2
A lo largo del Año Internacional de los Glaciares se llevarán a cabo actividades para preservarlos. La acción se centrará en la ampliación de los sistemas de monitoreo de glaciares, el fomento de la gestión sostenible de los recursos hídricos, la conservación del patrimonio relacionado con los glaciares e iniciativas climáticas de participación juvenil.
Con la implicación de todos, aún estamos a tiempo de salvar estas torres de hielo que resultan cruciales para el clima mundial y para mantener un recurso vital: el agua. l
Esta capa es esencial para asegurar el agua dulce.
La criosfera hace referencia a todas las partes de la tierra donde podemos encontrar agua en estado sólido incluyendo capas de nieve, plataformas de hielo, glaciares, icebergs, hielo marino, de lagos y ríos, permafrost, suelo congelado estacionalmente y precipitaciones sólidas. La criosfera se extiende por todo el planeta y se encuentra en peligro debido al cambio climático. El deshielo en Groenlandia y la Antártida –las regiones con mayor acumulación de hielo del planeta– ha provocado la pérdida de 3,8 y 2,7 billones de toneladas de hielo respectivamente entre 1992 y 2018, según estudios realizados por la NASA.
La desaparición de la criosfera puede tener consecuencias significativas a nivel global, pues todos los seres humanos dependen directa o indirectamente de ella. Esta capa de la tierra es esencial para regular los niveles del mar y asegurar el agua dulce a miles de millones de personas. También es un indicador útil de la variabilidad y el cambio climático. Afortunadamente, la Organización Meteorológica Mundial reconoce que, en los últimos años, la criosfera ha recibido mayor atención y se ha generado más demanda de información sobre el estado de los recursos de nieve y hielo en el mundo.
EN COLABORACIÓN CON VEOLIA
El deshielo de los glaciares es una de las consecuencias más visibles del cambio climático, pero mediante la anticipación y la innovación, se pueden aún preservar los recursos hídricos
Losefectos del cambio climático se imponen sobre el ciclo del agua alterando su equilibrio global. El retroceso de las grandes masas glaciares no solo afecta a regiones circundantes, sino también a áreas remotas, manifestándose a través de fenómenos como la subida del nivel del mar, crecidas, sequías y deslizamientos de tierra. Naciones Unidas ha declarado 2025 como el Año Internacional de la Conservación de los Glaciares, convirtiendo este tema en el eje del Día Mundial del Agua que se celebra este 22 de marzo. Su propósito es concienciar sobre una gran
evidencia: la correlación entre las emisiones de gases efecto invernadero y el ritmo de derretimiento. En la Península Ibérica estamos asistiendo a un proceso acelerado de deglaciación. Los aumentos de temperatura registrados desde 2010 han precipitado el deshielo de los glaciares pirenaicos, uno de los pocos vestigios que quedan de esta formación geológica en el Sur de Europa. Se prevé que la completa desaparición de las masas de hielo se dará a mediados de siglo, si no antes. Ante este escenario, Naciones Unidas remarca la importancia de actuar contra el cambio climático.
Las regiones costeras y las estacionalmente secas serán las más afectadas por la menor disponibilidad de recursos hídricos, por lo que es esencial adoptar medidas innovadoras para hacer frente a la escasez de agua.
INNOVAR PARA ACELERAR LA TRANSFORMACIÓN
Ya no se trata sólo de definir estrategias a largo plazo, sino de llevar a cabo actuaciones que ofrezcan soluciones ahora. Veolia, como referente internacional en la gestión optimizada del agua, la energía y los residuos, identifica las claves de esta necesidad estableciendo cuatro ejes de acción prioritarios en su plan estratégico GreenUp para 2024-2027: la circularidad, la resiliencia, la descarbonización y el desarrollo digital. Estos pilares se concretan en iniciativas que ya se están implementando, demostrando la solidez del compromiso, a través de proyectos pioneros en materia ambiental.
Las ecofactorías son un modelo que revoluciona el concepto de depuradora tradicional, donde la regeneración del agua residual es clave para su propio funcionamiento, para preservar el entorno y la biodiversidad local. Su agua regenerada se destina a nuevos usos agrícolas, urbanos, turísticos e industriales; y sus residuos se convierten en nuevos recursos como biogás o fertilizantes. Un ejemplo de referencia es la ecofactoría BioSur de Granada, que
en a un acuerdo público-privado entre Veolia y el Ayuntamiento de Granada, ha promovido la descarbonización del ciclo integral del agua en la ciudad. Esta ecofactoría demuestra la eficiencia de la economía circular aprovechando los recursos, generando energía renovable, recuperando materiales de valor y minimizando los residuos. La aplicación de tecnologías novedosas en sus procesos, como el uso de IA, big data o machine learning, ha conseguido reducir la huella de carbono en la gestión del agua de Granada.
Por otra parte, la ciencia cobra gran importancia en la conservación de los recursos hídricos y el medio ambiente. El Centro Tecnológico del Agua de Veolia, Cetaqua, realiza innovadoras propuestas de I+D+i para potenciar el ciclo del agua y la resiliencia de las infraestructuras. ICARIA es un proyecto en el que Cetaqua vuelca toda su experiencia para ampliar los márgenes de actuación frente al desafío climático.
Forma parte del programa Horizon Europe de la Comisión Europea, y propone un marco de modelización de infraestructuras críticas estratégicas para aumentar su resistencia frente a las inclemencias meteorológicas extremas. ICARIA probará sus soluciones para la resiliencia en zonas europeas especialmente afectadas por los impactos climáticos severos: el Área Metropolitana de Barcelona, el Archipiélago del Egeo Me-
ridional en Grecia y Salisburgo en Austria, cuyos glaciares se están derritiendo debido a la intensidad de las olas de calor.
LA ANTICIPACIÓN, FACTOR DETERMINANTE
Ante un escenario en el que las consecuencias del cambio climático son ya una realidad con clara manifestación en nuestro entorno más cercano, como la virulencia de algunos episodios de DANA o la prolongación de los periodos de sequía, resulta determinante adoptar una visión a largo plazo y apostar firmemente por la innovación. Veolia construye estrategias que permiten adelantarse a los acontecimientos, impulsando la digitalización, la economía circular, la descarbonización y las alianzas público-privadas. Este enfoque es el que permite desarrollar infraestructuras resilientes y sostenibles, con capacidad de anticipación ante eventos meteorológicos extremos. El grupo no solo se alinea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 6, agua limpia y saneamiento para todos, sino también con otros ODS en los que este recurso esencial para la vida juega un papel transversal. Resulta primordial reforzar día a día el compromiso ambiental, tanto de las instituciones como de las empresas y la ciudadanía, para preservar los recursos hídricos del planeta, proteger a las comunidades y avanzar hacia la transformación ecológica de los territorios.
A veces falta agua y otras llega en cantidades incontrolables: el avance de la desertificación y las grandes inundaciones hacen notar el calentamiento global en nuestro país
ANA
P. ECHAVARRIA
El clima se define como las condiciones habituales en un lugar determinado. La contraposición sería el cambio climático, un concepto con el que cada día estamos más familiarizados. Pese a que históricamente ha habido distintos cambios naturales del clima, el que está teniendo lugar en la actualidad tiene grandes diferencias.
En primer lugar, su velocidad. Y, por otro, las causas que lo han provocado: la emisión de gases de efecto invernadero como resultado de la actividad humana, que ha derivado en un calentamiento global. Las consecuencias a nivel general se traducen en temperaturas medias más elevadas, crecimiento del nivel del mar, deshielo e incremento de eventos extremos,
siendo el agua uno de los recursos naturales más afectados a todos los niveles, ya sea por su escasez o por su abundancia descontrolada. El año 2024 se ha convertido en el más cálido de la historia, según el servicio de Cambio Climático de Copernicus. Esta situación es aún peor en Europa, donde se ha elevado la temperatura 2’3ºC con respecto a los niveles preindustriales.
CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA
En España ya estamos sufriendo los efectos de calentamiento global. La AEMET ha observado, por ejemplo, que el verano se está alargando, llegando a durar hasta cinco semanas más que en la década de 1970. Esto agrava la situación de un país tradicionalmente seco, provo-
las
cando, por ejemplo, que el caudal habitual de los ríos se haya reducido drásticamente, llegando en algunos casos a disminuir hasta un 20%. Esta situación favorece la desertificación, uno de los mayores riesgos que sufre el 75% del territorio nacional. Su efecto más inmediatos es el aumento de incendios y que sean más devastadores.
LLUVIAS MUY DISPARES
Justo en el extremo contrario se sitúan las peligrosas lluvias intensas que se acumulan en momentos puntuales, descargando una gran cantidad de agua, mientras que hay temporadas muy largas en las que apenas llueve.
En España la cantidad de lluvia caída en 2024 es mayor que en años anteriores, reflejan desde Copernicus, una ci-
menos de caudal tienen los ríos españoles en comparación con las últimas décadas.
fra que ha roto con la tendencia a la sequía extrema. Sin embargo, el problema no es el cuánto sino el cómo.
Las recientes inundaciones producidas por la dana en el sureste español fueron un recordatorio más de los efectos que el cambio climático puede tener aquí. Esta catástrofe natural se ha convertido en uno de los peores desastres en Europa en tiempos recientes, con más de 200 fallecidos.
Otro dato preocupante es el ritmo al que aumenta el nivel del mar en España, que se ha duplicado desde principios de siglo, según el Instituto Español de Oceanografía. Además, el Mediterráneo se ha convertido en un punto caliente del cambio climático, ya que su temperatura se ha incrementado 1’5ºC en los últimos 40 años.
APROVECHAR EL AGUA
Uno de los resultados más inmediatos de estas precipitaciones irregulares es un agua menos aprovechable, que no puede recogerse ni almacenarse de manera óptima y, por supuesto, eventos como las citadas inundaciones.
Pese a ello, las abundantes lluvias recientes también suponen una buena noticia para los embalses, ya que han
conseguido situar la reserva total en un nivel medio del 65,8%, una cantidad que aumentó en 5,3 puntos en solo una semana. En concreto, aquellos dedicados al consumo humano se encuentran al 60,8%, según el último informe semanal del Boletín Hidrológico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Estos datos suponen un respiro, ya que el nivel está nueve puntos por encima del año pasado por estas fechas (56,8%) y seis puntos más de la media de agua almacenada de los últimos diez años (59,2%).
En el lado positivo se suma que España ha ratificado el Tratado sobre Diversidad Biológica Marina en áreas fuera de la Jurisdicción Nacional, siendo el primer país de Europa en hacerlo. l
Las altas temperaturas derivadas del calentamiento global han afectado directamente a la situación de los glaciares, provocando y acelerando su desaparición. De hecho, en 2024 Venezuela y Eslovenia fueron los primeros países en perder todos sus glaciares en tiempos modernos.
DE 24 A 15 GLACIARES España también está acusando gravemente esta pérdida. De los 24 glaciares catalogados en 2011, a día de hoy úni-
camente quedan 15. Según un estudio de Instituto Pirenaico de Ecología, ocho de ellos ni siquiera podrían ser considerados glaciares actualmente, porque han perdido algunas de sus características distintivas, como es el caso del Maladeta Occidental (Benasque, Huesca).
Este mismo informe señala que todas las masas de hielo actuales no cubren más que 143,2 hectáreas, mientras que en 2020 había 23 glaciares que sumaban un total de
238 hectáreas. Esta cifra es aún más impactante si se compara con los años 80 del siglo pasado, cuando las cumbres tenían unas 800 hectáreas de hielo, lo que significa que el porcentaje de hielo perdido asciende a más del 80%
MONTE PERDIDO, EN RIESGO
Uno de los glaciares más conocidos e insignes de España, el Monte Perdido (Huesca), ha entrado en la Global Glacier Casualty List, un registro que documenta los glaciares
que han desaparecido o están en riesgo de ello. El, por ahora, único representante español, cuyo hielo más antiguo está datado en hace más de 2.000 años, podría estar totalmente desaparecido para 2035, según este informe Desde 2011, los investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología lo han monitorizarlo, siendo testigos de cómo en los últimos años ha perdido más de 15 metros de espesor. Se derrite el hielo de los glaciares y, con él, su historia. l