50 minute read

Estudios Narrativos César Verduguez

Gómez (CENVEG), Comité de Literatura Infantil Juvenil (CLIJQ)

“Beatriz Bascopé Aragón y Biblioteca

Advertisement

Prof. Celestino Ágreda Chacón entre otros estos cenáculos dan el confort a las letras americanas, donde los autores pueden exponer sus obras y de todos sacamos ideas y formas nuevas, sin conflicto de doctrinas de ningún tipo, nireligiosas,nipolíticas,porquede ello debemos despojarnos para VER, sino lo hacemosestamoscontaminados, los prejuicios nos ciegan y estamos cercados sin poder avanzar. El escritor debe ser libre de dogmas para poder registrar lo mejor de la vida y ponerla en letras.

—Marzo, la rotonda frente a la gran Avenida y la calle montevideana mojados por esta lluvia que nos alivia el calor de los días pasados por tanto sol del alma y lo disfrutamos entre el inmenso follaje

Enrique González Arias

de arbustos, flores y el arbolado. Abrazados nos decimos al unísono “mira si saben dónde estamos aquí antesusnarices” anteelportaldela entrada.

Hay una serie de diarios de escritores y artistas que resultan interesantes, uno de mis preferidos es “Correspondencia” de Ciro Alegría

De ellos se pueden obtener datos que a cadalectorlepuedeinteresardemanera diferente y aportar detalles

André Gide dijo que …”su “Correspondencia” (deFlaubert)fuemi Biblia”. estas palabras son muy ciertas en la medida que las toma como las ideas, no un dogma, sino solo una línea de aporte a su creación porque si así fuera, tampoco crearía, pero es importante “oír” la voz de un maestro en el tiempo y muñirnos de ella para ser mejores.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

De “Bagatelasdeotoño” son memorias de Pío Baroja en el prólogo dice: … “hay algo serio en este volumen, pero como las bagatelas dominan y las escribo en otoño, leshedadoese nombre” …aquí el autor va diciendo muchísimo a todos y sirven esas palabras para concluir que estos relatos ojalá les sean útiles a aquellos que escriben aún en secreto y a todos porque sigo aprendiendo día a día.

Y ten presente cuando no llega la musa, espera, llegará esa chispa vuelve, no la fuerces en “Un día llego”, lo expuse porque me ha sucedido y he sabido de ello y me preocupé, pero volvió en mi caso, pero si sé de alguno y también cómo puede afectar.

Aquísemeocurriócomplementarlotodo con parte de la carta de Rosario

Castellanos a Ricardo Guerra de fecha: 17 de abril 1951 Madrid

… Yo he vuelto a escribir algo. Pero me da una furia ver con los domingos sietes que salgo después quemeandomuriendodeemoción. Puras cosas inconclusas y absurdas, puros callejones sin salida. Sin embargo, es ya un principiodeconsuelohaberpodido hacer algo. Peor es nada. ¿Quiere que se los enseñe? Pues ahí van. Dígame por favor, francamente como siempre, qué le parecen. Ya le digo, yo no me hago ninguna ilusión respeta a ellos. Tal vez el último, un poco. Me parece menos artificioso y más sencillo.

A continuación, le escribe los poemas:

“El rechazado”

“El despertar”

En estas líneas subyacen el arte, la humildad, la necesidad de ser de esta gran autora.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Se tú mismo, no plagies, es un delito, se llama ROBO, reitero se tú mismo, con tus errores y aciertos eso te hace libre.

Percibo la sensación de unos ojos amorosos, cargando recuerdos, desatando viejos fuegos, aromas, hasta soles descendiendo desde lo infinito y un rayo de luz que nos guía hasta la huella indeleble que se nos sube al ser mismo y le cargamos ya corporizada llevándonos en el tiempo para contar y así escribo, escribo.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Aromadas De Amor

A Martas, Meryls y Mercedes

Un día caluroso crucé el gran portal entrandoalmercado,paséanteelCristo lloroso de los devotos comerciantes, el techo de lonas oscuras sombreaba todo adentro y se me metieron los aromas a velas encendidas, inciensos, verduras, frutas, pescado y de todo tipo de carnes.

Camine adaptándome a la sombra entre los clientes que compraban. En uno de los puestos de venta una mujer habla con un cliente muy sonriente, ella está mimetizada entre bolsones de tomates, cebollas, choclos, zanahorias, papas, camotes, yucas, hojas verdes y de tanto producto de la tierra que se nos pueda ocurrir, de cara redonda, de tez cobriza luciendo unos hermosos ojos brillantes e inquisidores, con un lápiz calado en la oreja y su delantal empercudido de la tierra que desprenden las verduras. Se

Enrique González Arias

me ocurrió una conversación sin secretos, pero muy discreta, mientras el puestero frente a Ella los observa de reojo, midiendo o soñando palabras que ni diría la pareja.

El hombre trataba de comprar lo innecesario, de eso cualquier mirón como yo se daba cuenta que él, está allí para conversar.

Y esa lechuga cuánto cuesta?

—Una lira.

¿Y los ajos a cuanto me haces el precio? Caserito a cinco cabezas por tres liras.

Bien me llevo la lechuga.

Le despacha, él paga, ella cobra y el hombre con su lechuga se va perdiendo entre el tumulto de gente. Ella queda entre los vericuetos del puesto de verduras, ordenando esos entreveros

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

que hacemos los clientes dejando caer una verdura en el bolsón de otra y sin ordenar lo que hicimos nos vamos.

Me quedé delante del puesto y en eso se acercan dos mujeres conversando animadamente, con pañoletas en la cabeza y escapándoseles las trenzas de cabellos azuladas de ennegrecidas tintas y con sus ojos grandes agotados captandoelalrededor.Sedetienenjunto a mí, una casi susurrando muy secretamente le dice a la otra:

Ahí viene, ¡¡¡¡quedamos que no te he contado nada!!! y callan mientras una mujer se viene acercando rumbo a la salida del mercado, cargando con sus preocupaciones y las bolsas de compras rebosantes de verduras y frutas.

Desde su puesto Ella rompiendo el posible encuentro les dice:

Hola como están chicas.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Se vuelven la saludan y una le dice: Me he enterado que te vas. Fue una pena lanzada que se quedó en el aire buscando un blanco. Ella, las miro y no contestó, solo alzó los hombros mientras la tercera siguió su camino sin darles atención.

La tarde cae y por entre las nubes desde el cielo llegan hasta el suelo restos del día en tímidas luces, colándose por el techo agujereado del mercado.

Ella, a la hora de cierre sale y se queda mirando en la esquina al hombre ese de siempre, se le acerca sonriente y le lee en sus ojos una pregunta que él responde con solo mirarle se percibe la intensidad de amor que brota entre los dos seres enamorados.

Tú a que has venido? ese juego de palabras que el amor hace entreverando a los humanos.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

—A por vos —dice el hombre que ni lo piensa, floreciendo en sus ojos ese aroma del sentimiento feliz, adolescente.

Me pierdo en paisajes de ensueño trasvasando las células y en este viaje paso entre tiempos y recuerdos vivos, llegando ahora donde está el mar y los barcos atados con sus cabos al muelle de madera se alzan sobre las olas saltando y se dejan caer en otras olas alejándose del muelle hasta quedar tensos los cabos que vuelven a acercarse, zarandeándose arrullando al mar para hacerlo dormir, es un ronroneo entre ellos, salpicando gotas queserompenenelairecuajándosecon el sol se hacen diamantes.

Y de manera sutil llego hasta ser el hombre, ocupo su todo y estoy con Ella ahora en el puesto del mercado y la veo mirándome chispeante mientras sus manos revolotean entre las verduras.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

—Si el olvido me muero y no deseo olvidarla— le digo o se me escapa esa idea de mis pensamientos de decirle.

—¡Sí!, mepasa lo mismo,Amigo, si no pasasporaquíteextraño— sucarase tiñe con la alegría empapando el aire el dulzor mágico de la vida.

Ella, dejó de pesar las papas que le pedí y me dio la bolsa. Pagué y salí con sus ojos en mi alma, leí en esa mirada una secuencia de penas y la felicidad de encontrarnos.

Volverás? mientras alza la mano saludándome.

¡Sí!, hasta mañana.

La vecina del puesto contiguo sentada en el umbral de la puerta de su negocio de especias nos miraba mientras seleccionaba hojas de laurel acomodadas en su larga falda y poniéndolas en bolsas de papel.

Seguramente a Ella le lee el andar en su

Enrique González Arias

mirada y ha aprendidoa leercomoyoen el silencio del mirar, tanto que habrá descubierto lo que piensa muy posiblemente, me mira con detenimiento y cuando voy pasando cerca de ella le siento su voz diciéndome:

—Amigo le ama Ella.

Gracias amiga, yo igualmente, igualmente ledigocruzándomeante el Cristo lloroso salgo del mercado y vuelvo a ser otra vez yo mismo.

La luz del sol está bajando, se va la tarde, los alrededores se ensombrecen y el mercado mirnado de olores, de otros soles con el misterio de la gente que ahora está desmezclándose de las verduras,delasfrutas,de lascarnes,de las especias dejando en sus delantales el alma de vendedores, van saliendo por los pasillos vestidos de personas diferentes, cruzan saludándose y se

Enrique González Arias

mimetizan en las aceras de las calles circundantes con el resto de la gente.

Los cuidadores del mercado van cerrando los portales guardando los aromas y miles de secretos de las más variadas recetas de la vida. Me quedé observando otra vez al hombre enamorado que la está esperando con unramodefloresaElla,enesaesquina.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Un D A Llego

Al escritor, al poeta al artista.

Me quede despierto tantas noches hasta que cansado me dormía, esperándolo.

En un amanecer estaba tomando el mate mañanero, adivinando que había en el horizonte y venía.

Se fue acercando como quien viene por el camino, sin avisar, así es la cosa, porque si uno sabe y lo ve de lejos se prepara para recibirlo, pero cuando no se sabe si llegara a las casas hoy, o será mañana, lo espera sin ansiedad, porque uno cree que anda por ahí en camino y un día, el menos pensado se arrimará.

Así venia.

Llegó, me saludo, se inclinó bajándose hasta el suelo y se acomodó también en el alma, entre los mates, quedó sentado a mi lado churrasqueando, porque traía hambre de caminos.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Afueraeldíaestabagrisdearatos,unas bocanadas de aire fresco entraban por la ventana avivandola llamadefuegoen la cocina a leña, rojeando en sangre la braza, luego se iba, llevándose el color del calorcito, dejando humitos grises revolviéndoseenelairecomounamano, costeandolasparedeshastarascandola temblorosa telaraña del rincón de la esquina con el techo, esa que deje hacer por descuidado nomás.

—Hacedíasquenoveohojassueltas. Mire sin fuerzas ando.

—Bueno empiece— dijo Así nomás.

—Seguro, así nomás— me respondió.

Se quedó sentado, mientras un frío bárbaro se metía por debajo de la puerta, el perro ladraba afuera a qué o a quién sabe quién.

—¿Vino sólo?

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

—No sé, siempre hay amigos que se apegan a uno.

Bueno.

—Por allá puede entrar alguien— sentí que me señaló la ventana.

Será el maestro Elbio, la maestra Marina, la maestra Elida , o el Negrito Gerardo, o también puede ser Raúl porque ese seguro se mete por toditos lados, de tan práctico como quien no quiere la cosa, también puede ser que se allegue Tito, que estaba ensayando en la murga “La gran clásica”, o Sonia la Flaca, con sus hopas de hilo, su pelo corto, revolucionando al vecindario a su paso, yéndose para el Comité, o Carlitos que se reúne con Adán, Humberto y Polo para hacer de las suyas en la bodega de Vertino o la de Valeta, te aseguro que también llega Susana mi compañera de baile con su prima la Flaca Graciela que está de

Enrique González Arias

novia con… No me puedo acordar, mire, no me acuerdo.

¿Esta celoso? sentí esa pregunta.

—No que va, que voy a estar celoso, ella, fue la primera novia de la barra del barrio y era toda una novedad.

—Acuérdese o déjelo ya vendrá ese nombre si sirve capaz ni sirve acordarse…

—¿Para qué?

Bueno para acordarse y recordarle de ahí puede salir una punta de hilo nuevo para zurcir dijo

Desde la puerta veía el viejo sauce, volteándose de lado a lado, sus ramas remando en el aire, acariciando al suelo en un juego de la naturaleza.

—Ah si ya me acuerdo y se me olvido otra vez. También ahí veo al Viejo Utrico, al Pocho, al Carlos refunfuñando siempre y el Julio que

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

estaba con su radio fijo el dial en la emisora Clarín, como si fuera un himno oyendo tango, del otro lado, por allí señalo se puede ver a Manuela y Lupe gritándole a Alicia, a Rosario. Por allá , saltando la vista cruzando el alambrado, se puede llegar a lo de Gladys, la mujer del Pocho de cara roja y voz de campo, desde el fondo del caserío familiar sale Felipa, casi corriendo como siempre y nos arrebujamos con mi hermano en ella, siempre con su chispa, cuidándonos, o Teresa que se trae la botella de vino tinto cortado con gaseosa o Mary la novia del Richard la hermana de Eva y Adán, más allá en la bajada del arroyo, también puede llegar Waldemar y Walter con su madre Gladys

Hernández del tambo, cargando los tarros de leche.

—Si puede que llegue alguno de ellos o todos, vos tenés que dejar nomás que se alleguen, sin asustarlos acotó.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

—Los veré a todos— dije

Si llegan ahora o a la tarde o al anochecer,cuandosemuere la luz,se meterán por la cocina que esta agradable, alrededor de los ollas y los sartenes y los cacharros de barro y verascomojuegan alrededordelfuego de la cocina— le oigo con claridad en mi conciencia.

¿Quiere mate?

—Hombre dame uno bien cebado.

Ahí también Waldemar Tolosa, barbudo y desorejado con Walter de la Rioplatense y el Raúl Tejera, estos amigos sí que pueden destartalar un funeral a pedido del muerto de leales compañeros, lo corren a un costado y hacen la gran fiesta al finado.

He visto a Beruti pasando otra vez, empujando un auto bien cazcarriento, nunca arranca, pero está muy lindo de pintura me río.

Enrique González Arias

—No sea sinvergüenza jajaja. De allá del otro lado me imagino llegando a la muy chusma del vecindario. ¿Qué sería de esa mujer antes de llegar aquí? También por el ruido de las pisadas y risas llegan Rosario con Marianela conversando, llegan desde Paso de los Toros y si hasta el Coio que siempre cae como por arte de magia, con su risa destruyendo maleficios de seriedad y todavía cargando sus cuitas lejanas y cercanas en su ancha espalda.

Será mejor que llene la caldera con más agua del pozo, esta trancado solo con un gancho pasador nomás y déjelotapado, ensilleel mate que se le ha “lavado” de vuelta amigo mío, esperemos que se caliente el agua en el fuego, conversando despacio para no asustar al que llegue me dice casi dueño de casa.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Esta lumbreando un poco, ya está el mate pronto, a gusto y puede ser que caigan lluvias de las sierras, se ven las casas blancas bien caleadas, los techos de chapas pintados de rojo, el olor del viento, del campo, de la siembra, de la ciega, de las rastrilladas, de los solazos del verano , de la tierra mojada y este viento abriéndose paso en el abrojal en medio del candor primaveral, el pamperovienesoplandoymusiqueasus silbidos viboreantes y sonoros en el cañaveral, del monte y hasta el arrullar del mar cercano y conversador permanente todos entran en la cocina y también la gente.

—Se quedará un tiempo? — acrílicamente digo

—Depende amigo mío, depende, pero me voy y le vuelvo a llegar de seguro, si metienepaciencia y seembriagade todo el buen mirar, conversando con todos y el mismo mar se contentará mírelos, mire.

—Si,demiraryconversando— quedo pensando.

Oiga bien, esos nidos, esos trinos y esas voces— me acota.

Ah es que la gente anda ya en el camino, abrió la lechería y Braulia, es la primera en llegar, ella quiere la leche recién ordeñada al pie de la vaca, con esa espumita caliente y siempre repite:

—¡¡¡Que buena, Hernández que buena!!!

—Vio ya está— me dijo casi como un soplo- hasta luego.

Hasta luego.

El cuento, llego otra vez.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Noche

Se sentían las fragancias de las flores deljardínydeloscercosdemadreselvas al caer la noche.

Los paraísos parecían testigos mudos de los ires y venires de los caminos de tierra colorada y piedras sueltas.

A la madrugada la tos llega.

Luego de deambular de la cama al comedor, a la cocina Benjamín maldiciendo, tosiendo, escenas con palabras y tos recurrentes y repetitivas a cada diez minutos.

El acuerdode amigos sellado hacia años llegó el momento de cumplirlo y allí estaba Juan.

La tos arremetía contra las paredes y se reventaba contrala puerta de la entrada sin poder irse. Juan con la camisa blanca arremangada trataba de

Enrique González Arias

aguaitarlealanoche lafiestaysacardel cuerpo del enfermo el germen, por momentos lo tenía tomado en sus manos, pero se escapaba en bostezos.

Enlacocinahervía enelcalderohinojo, hojas de parra, clavos de olor, vallas de eucalipto, semillas de zapallo, gajos de limón rociando con miel.

Corto una cebolla morada en bandas y la agrego al caldero humeante. El fuego de los leños crepitaba y aceraba el aire, el aroma de las madreselvas alimentaba a soñar.

—Si todos se mueren quedaré solo Roldán, quedaré sólo.

El galope de un caballo retumbo a lo lejos y por la ventana se recortó el sol y se ve una figura oscura de entre el viento la luz y el frío que se acerca más y más.

Estará a una legua de distancia por lo menos pensó.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Con la claridad de la matinada se veía cerca y lejos recortada por la vida que se despereza.

—Llegará en una hora calculo, hay que bajar la loma cruzar el arroyo en correntada fuerte a estas horas y al tranco piensa mientras revuelve el caldero con el palo de sauce curado.

La noche comienza a dejar la casa y al abrirse la puerta por el viento un montón de fríos entran bajando el calor de las paredes. Juan se recuesta en el asiento con respaldo de cueros de vacas mientras Benjamín con sus ojos como mirando el maizal que asoma saludándole a la altura de los vidrios más limpios de la ventana del cuarto tose.

El caballo al tranco parece una figura que se traga la noche y viene creciendo de lejos.

El aroma del caldero fermentado va tomando la casa, Benjamín con sus ojos

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

quietos ve a Juan arremangado que toma el cucharon y saca el jugo que imagina delicioso y lo pone en el cuenco que hace las veces de tazón. En el silencio se oye el crepitar del fuego musicalmente al avivarse la llama contra el caldero.

Roldan mira a Benjamín y a Juan haciendo los sortilegios de láudanos y dando la impresión como que no sabe quién es el arremangado y quién está acostado, entrecierra sus ojos y mira hacia la puerta abierta.

Juan toma el cuenco y le da a Benjamín a tomar en sorbos viendo como los ojos quietos, tristes adquieren el viento de la vida lentamente, como se va ganando por la puerta abierta y escapa en un baldazo de aires escabulléndose al campo la tos.

El jinete se acerca a embolsarla y llevársela hasta la próxima noche o hasta otro tiempo.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

—Roldan parece que se fue.

Juan se preparó el mate, se sentó en la puerta con Roldán echado a su lado viendo llegar el día y Benjamín en la cama duerme sin tos.

Recordando Primaveras

“Hay cosas importantes, uno mismo, pero vos, para mi sós lo más importante, te lo recuerdo por un si acaso, en donde estés, desde siempre, antes de que llegue a ese lugar, quiero que lo sepas”

Llegué desde Bulgaria y recargué mis genes con energía la que me recibió mí tierra. La tarde noche me acogió como mujer, dulce, romántica y me dormí en los brazos de madreselvas, tanjerinos, jazmines, durazneros y malvones.

Buscando cuanto guardé de estos momentos para cuando llegaran mis soledades, tratando de rehacer la cuenta de las veces que hice las maletas para volver y resultaron imposible de contabilizarlas.

Los ruidos de la calle se extendían por la terraza frente al mar, en el cielo ya habíaalgunasestrellas, laspocasnubes

Enrique González Arias

nerviosas se iban veroniqueando el suelo, el viento pasa silbando entre los huecos de hierbas chifladeras, de los árboles,laspuertasyventanas, alcemis ojos y vi pasar bandadas de aves llevándose en su vuelo mi mirar.

Hacía ya más de un año que no nos veíamos.

Las imágenes me vienen desordenadas desde el corazón, el cielo está blanqueándoseconelsolfulguranteque trepa por el borde pardo del horizonte y como un bostezo se va esfumando.

Ella corría hacia mí, ese día, la misteriosa fuerza del amor rompió las distancias geográficas.

—¡Como me has hecho esperarte!— me reprochó.

La voz de ella en aquel reclamo saltó del ayer a mi razón.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Acomodé el mate, le puse el agua templada, llené el termo con agua hirviendo y me senté en el suelo mirando el horizonte, recomponiendo el tiempo y empecé a matear, en cada sorbo degusto el aroma sabroso y amargo de la yerba, ensimismándome llegué otra vez hasta aquel día.

Elómnibussemetióenlasrutasnuevas y pasaba a la vieja, cruzándose por calles de tierra y arena polvorienta.

Alumnos de liceos, escuelas suben al ómnibus empachándolo de ruidos y risas que el guarda intenta controlar con su clásico:

¡Pasen al fondo!, ¡vamos corriéndose atrás!,¡vamos! ybulliciososellosnose muevenmásquedospasosacodándose.

El ómnibus, continua la marcha y de a poco el chofer provoca zarandeos con frenadas y aceleradas inapropiadas hasta casi acomodar al pasaje. Vamos recorriendo las calles palpitantes,

Enrique González Arias

vuelve a frenar para que descienda alguno y suben el doble de pasajeros apretujándonos más en cada parada.

Ella, me da indicaciones por el teléfono móvil, precisando los detalles del lugar donde debo bajarme, es la primera vez que llego a su casa balnearia.

Como dije, hacía más de un año que no nos veíamos.

Divisé el sitio indicado, mi corazón palpita con la ansiedad de un adolescente enamorado, desciendo del ómnibus y la veo radiante, viene caminando alcanzando casi la esquina de la parada y empujando un cochecito de bebé.

Corro hacia ella, con el impulso magnético de la atracción del corazón eufórico.

Viene empujando un cochecito de bebe que me despierta curiosidad,

Enrique González Arias

incertidumbre, hasta temor, mientras corro.

Los metros que nos separan se hacen kilómetros y los segundos son horas.

Surgen de un temporal del tiempo miles de ideas preguntas y repreguntas que me llegan al alma, mi ser la ve, mi corazón la ama y mis ojos, mis ojos ven el cochecito de bebé.

Pienso lo razonable es que ella tuviera otro hijo, ¿Porque no? —me dije— si hace tiempo que no nos vemos, es lógico y no tengo nada que reprocharle. Corro hacia ella.

Voy cargando en mi cuerpo la incertidumbre de que pudiera ser un hijo mío, sin cuentas de tiempos, ni nada y ahí viene Ella, mi amor con el bebé en ese cochecito.

La observo está muy bella.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Todas las suposiciones se van como ráfagas y vuelven las palabras de ella, siempre vivas, las que me dijo infinidad de veces:

— “Recuerda que te espero, siempre te esperaré” la fuerza de esas palabras guardadas en mí, rompen todas las dudas y corro más rápido.

Llegamos a fundirnos en un abrazo, el cochecito quedo de lado.

Nos besamos con la pasión del primer día, él bebé sonreía.

En el cochecito, nos sonríe una bebé.

Se agrandó la familia amor, mi nieta Niara.

Aquellas Horas Del So Ar

Mientras preparo una taza de café batido con miel, canela y clavo de olor surgió la “Sinfonía No 5 “de Beethoven en medio del ambiente y el cielo azul fantástico va llevándome.

Por el aire siento que voy en la música, una sensación de bienestar se apoderó de mí y voy viajando por un río de luz.

Llueve, los árboles se rebolean con los nidos de pájaros prendidos en sus ramajes, en la plaza, frente a la escuela.

Camino entre los niños con mi hermano de la mano, mi túnica blanca, la moña azul ya desgarbada, con pantalón corto, llevo botas de goma y feliz porque tengo mis pies secos y con el impermeable plástico de color azul con capucha.

Por la oscuridad es como si fuera de noche, pero es de día, se oyen pájaros

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

piando entre los árboles, por el mal tiempo o por el hambre, quien sabe.

La escuela esta mojada. Por las paredes se escurre la lluvia que salta del cielo y va bajando por las tejas hasta el suelo, los eucaliptos al son del viento danzan frenéticos, luciendo descabelladamente terribles y hasta hermosos por momentos.

Alcanzamos las escaleras de ingreso y las altas arcadas de la entrada, respiramos el aire que brota de las aulas, con el olor a tiza y pizarrón.

Nos ordenan que pasemos a los salones de clase a medida que entramos, descongestionando el corredor para dar paso a los que vienen llegando detrás nuestro tan mojados como nosotros, mi hermano se fue hacia la izquierda, yo a la derecha.

El maestro sentado en el salón, leía cuando nos vio se puso de pie saludándonos, pasamos a dejar colgados en los percheros nuestros chorreantes impermeables, luego quedamos parados ante los bancos y nos ordenó que tomáramos asiento.

Comenzamos como siempre con la entrega de deberes y recibimos los trabajos domiciliarios del día anterior corregidos.

Francisca, mi compañera de banco, con sus trenzas azabache y las moñitas de colores recibió feliz el suyo con el Sote: (Sobresaliente). En mi caso me contenté con el comentario: “Mejoré la letra” y sin nota, pues era lo normal para mí.

El maestro ya tenía conectado el pasadiscos. Nos ordenó que guardáramos los útiles y acto seguido lo encendió. Oímos fluir música por los parlantes y sonó en el salón “La sinfonía No.5” de Beethoven.

Nos fue haciendo disfrutar el maestro la melodíaconcomentariosynosatrapaba

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

con su pasión contagiándonos el amor al arte:

Oigan esos timbales, esos violines, eseeseloboe,“miren”esaflautadulce— llevando las manos con morisquetas simulabacomositocaraelinstrumentoperciban esas trompetas sonoras- su voz enérgica y dulce se nos metía en nuestras cabezas, iba deteniendo el long-play de pasta en cada surco para que volviéramos a oír y precisar los sonidos, apreciando el gusto y la belleza de las tonalidades, con esa convicción fue nutriéndonos de arte a cada uno de nosotros.

La lluvia golpeaba con fuerza sobre los cristales de los ventanales y no la oíamos por la paz del salón. El maestro nos fue entregando hojas para que escribiéramos o dibujáramos lo que se nos ocurriera y volvió a poner el longplay otra vez.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Llegó la hora del recreo y lo hicimos en el aula.

El maestro dijo que podíamos hacer lo que nos gustara. Llegó el vaso de leche caliente, cada uno tenía su taza, en este día en especial de lluvia, clase por clase con la olla humeante llega la Sra. Pilar, adorada auxiliar de servicio llenando cada taza cuidadosamente mientras nos hacía recomendaciones.

Luego de merendar tomé un libro de la biblioteca, “Catalina” era el título, leí hasta que terminó el recreo.

Devolví el libro y volvimos a la continuidad de la clase.

El maestro se paró ante nosotros y entonces pidió que jugáramos a la libertad.

Quedamos callados.

Asustados.

Éramos niños.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

La libertad, esa palabra se quedó en nosotros ocupando lugar en el salón. Callamos. Ese silencio un poco porque el maestro no dejaba dudas o si las había teníamos que despejarlas nosotros, con las preguntas adecuadas y responsables entonces cada uno meditaba que preguntar o que hacer.

Que jugáramos a la libertad, ya habíamos escuchado otro día música brasilera, habíamos pintado lo que nos sugerían las tonadas. Pero oímos este día “La quinta sinfonía” y cada uno mezcló con colores de melocotón, de rosas, de piedras azuladas, de picos altos y hasta un barco sugestivamente en las cartulinas todas las sensaciones que captamos, pero jugar a la libertad era raro, sacrílego, el silencio de la clase era para algo impropio jugando a la libertad, no sé porque y sin ton ni son casi grité.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

—PAAAA—El maestro aplaudió— me quede sorprendido.

Libertad,serlibre,sincondicionantes ni opresión— dijo

Creí verlo reír al maestro.

Aquel día aprendimos lo que era la libertad, aunque mucha cuenta no nos dimos en ese momento, en aquel 1970.

Afuera el aguacero arreciaba más fuerte sobre los cristales altos de los ventanales de la escuela y el maestro sembró en nosotros la semilla de la Libertad.

Sonaba aún la 5ta. Sinfonía cuando salí de la cocina con la taza humeante de café batido con miel, clavo de olor y canela.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Luces

(Para leer en voz alta)

Cierro los ojos y revivo todo.

La noche nos tenía en el mismo lugar y a la misma hora, en aquella esquina montevideana del Boulevard Artigas y la Avenida 21 de septiembre a las 22:15 horas.

La veo salir del ascensor y me quedo mirándola.

El portero, sabiendo o intuyendo que el amante enamorado está esperándola la retiene con preguntas tontas, sólo para provocar o sonsacarle su aventura.

Lucía glamorosamente, camina con el más bello andar, sus tacos altos retumbando en un repiqueteo que le destornilla la cabeza de cualquiera a su lado, desde la vereda disfruto viéndola deliciosamente.

Salgo a alcanzarla, doy un rodeo al jardín y nos encontramos donde nadie

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

nos ve por la sombra de los árboles, nos damos un abrazo y el beso apasionado que guardamos en el tiempo. Se cuelga a mis estrellas, nos subimos al universo y desaparecimos transitando las noches miles de veces, como colegiales, escondidos a medias del mundo, abrazados, caminamos rumbo a la rambla montevideana, enamorados. Allí siempre nos topamos con los mismos locos igual que nosotros desfilando juntos, nos conocemos tanto que nos saludamos familiarmente, muchos se fueron, nosotros seguimos años y años, estación tras estación y seguimos camino a ver el mar y a conversar con él, a desagotar las furias del mal día, las malas ondas de tantas situaciones descontroladas, de compañeros desdichados y curiosos de lo prohibido de la vida ajena, a olvidarnos de estas idioteces tan prohibidas y prejuiciosas.

Enrique González Arias

Bajamos a la playa, nos acercamos a la orilla, para oír el mar tan nuestro y ajeno, cada uno llegamos rumiando los enojos, las desdichas y también la dicha del inmenso amor que sentimos. El mar con su deseo de tomarnos, hasta de ahogarnos delicadamente, invitándonos a ir en el vaivén de sus olas y llevarnos a ese soñado buen viaje.

Nos sentamos en la arena fría, húmeda, ella mira el oleaje y fuma, se descalza, abrimos la lata de cerveza que siempre compramos de camino, con su barra de chocolate y pasas de uva, conversamos, la oigo, amándola.

Sedesnudaynosmetemosalmarcálido de la noche buena y de la noche vieja y del tiempo nuevo, dejamos en la arena el tiempo viejo, hasta el mundo, con los todos y las nadas para ser nosotros, solos, enamorados.

Luego salimos al universo.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Libres, viajando tan lejos como nadie puede imaginar y nos dormimos entre los silencios de un arcoíris prohibido e invisible al mundo legal.

Despertando entre los cisnes enredados con la dulzura del tiempo.

—Hola amor.

Hola amor.

Las calles se van perdiendo, esfumando los nombres, las sombras, me busca, le busco en el tiempo y me acuesto a su lado.

Hola amor

Ya no siento el calor de la vida, el mar ronroneando va llevándonos lejos de la costa, esfumándonos en el universo.

Está el mar sobre nuestros ojos sentimos la furia del rezongo y la caricia apasionadamente.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Se bañan sus ojos con los míos enjugándonos el mirar, lejos de la arena rubia en plata de luna o dorado somos los sueños del mar vivos.

Sedientos y desnudos los primigenios mirándonos, dormimos sin querer despertar ni dejar de mirarnos navegamos al mañana en la vida ya vamos en la otra vida mirándonos quedamos dormidos eternamente vivos.

Así nos fuimos y volvemos al mismo sitio, a la misma hora, cada día siempre para juntos ir a conversar con el mar.

El D A M S Feliz

Acaba de terminar hoy 10 de mayo de 2017 una etapa del Giro de Italia. Cuando sonaba la campana anunciando que la próxima es la última vuelta el ciclista Luka Pibernik esloveno del equipo Bahrain-Merida embala adelante del pelotón y cruza primero la meta, levanta los brazos y festeja como si hubiera ganado la carrera. Los periodistas comentan el suceso y lo toman distintos programas deportivos como algo jocoso y también trágico el ciclista creyóque eraelfinal de la etapa. Deestehecholleguealsiguientecuento. El aire que me pegaba en la cara era un alivio. Miré atrás buscando al pelotón con curiosidady alnoverlo meacomodé en el asiento de mi bicicleta y comencé a pedalear sin el frenesí que lo estaba haciendo y normalicé mi respiración.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Las calles de mi pueblo se veían casi a pocos árboles como referencia de medida para mis adentro, presentía la cúpula de la iglesia entre los cerros azulados que estaban cobijándome hasta sentí los olores de aliento del hermoso lugar de mis amores; me paro en los pedales, la sed me agobia y trato de beber de la caramañola el escaso líquido que me queda, cada gota llega a mis células refrescándome.

El camino más adelante por entre los cerros es muy zigzagueante y a medida que me acerco mi pasaje es muy rápido y vuelvo a sentir esa sed otra vez, tomo la caramañola y bebo sabiendo que es la última gota ya la sed no está y lanzo la caramañola vacía al aire, al costado de la ruta aliviando el peso, cruzo la vía del tren, ante mi viene un pequeño repecho, sigo parado en los pedales, trepo esa pendiente que me cuesta y comienzo a respirar de otra forma, alcanzo el primer zigzag de la ruta,

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

sientoalpuebloenmialma,mivista fija en el horizonte queriendo llegar, saboreo con placer cada metro de avance en mi pedaleo.

La moto que señala el camino está adelante, también un camioncito que lleva al equipo de comentarista de la radio que transmite la carrera, acomodados dentro.

Veo claramente a unos hombres en mangas de camisa con auriculares y un micrófono gordo en sus manos, me observan y hablan, quien sabe que estarán diciendo en estos momentos, no los oigo, parece que gritan, pero ni me interesa lo que ellos dirán, no puedo desperdiciar este momento y alcanzo una de las curvas, es entonces que la distancia entre ellos y mi bicicleta crece.

Siento que voy haciendo un buen trabajo mientras observo con atención, nunca había visto la antena que llevan en el camioncito, es como una vara de

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

metal elástica que se mueve y oscila como látigo enhiesto al cielo. Desde mi bicicletaescomo unaespeciedecebo, la gente ya está a los costados del camino, aplaudiendo y me gritan, desearía concentrarme en lo que dicen, en una centésima de segundo deseo escuchar porque alguien ha dicho mi nombre, me siento feliz de que me han reconocido.

Llevo más de treinta kilómetros pedaleando adelante del pelotón, mis compañeros de fuga fueron perdiendo fuerzas y me dejaron solo, con mi alma alborozada para llegar a mi pueblo primero antes que los ciclistas.

Adelantesevanrecortandocasascontra el horizonte y a mi izquierda siento el bálsamo de la Virgen del Verdún en el cerro, el fervor de la gente que se agolpa a los lados del camino me impulsa, la moto que abre la marcha me da la impresión que está más cerca, ahora veo los periodistas del camioncito, casisalidosdelcuerpopara

Enrique González Arias

verme, sus caras expresivas, sus mofletes y los esfuerzos de contar a los espectadores del aire universal lo que está sucediendo en la carrera y rebotando por los aires van sus voces desde el micrófono que me parece un helado en medio de esta calor y sed, imagino como se deben sentir en ese camioncito apretujados y con este calor.

Mevuelvoapararenlospedalesotravez , siento que mis piernas medio se me entumecen y sacudo la bicicleta a los lados aumentando el esfuerzo, para despertar mi energía, la sangre vuelve a su cauce , mi respiración está regulada conmispulsacionesbajas,comomedijo el técnico, logré detener esa aceleración inapropiada del corazón, ya no cuento enestospocoskilómetrosconlaglucosa ni líquido alguno y no me dará la potencia de mis piernas en caso de disputar un embalaje, por lo que debo seguir a este ritmo de pedaleo para

Enrique González Arias

llegar sin embalar y que no me alcance el pelotón.

Me vuelvo a sentar, realizo un cambio como me dijo mi tío Coco:

“redondea el paso carajo!!!” – hasta creí sentirlo.

Y con la transmisión más liviana para descansar un poco las piernas alcanzo a distinguir el puente del San Francisco, a la entrada del pueblo ya tengo de nuevomipasodepedaleofuerteotravez y veo a mi abuela.

—Que haces Abuela aquí, abuela yo estoy corriendo esta carrera y ya llego.

Al acomodarme pongo el cambio de plato de potencia, cruzo el puente y veo el tío Pirungo feliz que me grita, lo saludo, pedaleo más fuerte y siento que la moto está acercándose, los periodistas desde el camioncito se ven como gigantes, quien sabe que estarán

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

diciendo y veo mis tías juntas que me observan, les hago señas de que ya voy.

Mis piernas ya no las siento, noto que aumento la velocidad, voy metiéndome en la ciudad de callejas estrechas que me van mimando, estoy llegando a la Plaza Libertad y allí veo el cartel del embalaje de llegada.

Siento el inmenso gozo llegando a mi pueblo primero, escucho los aplausos, los gritos y también el ruido peculiar del bicicleterio del pelotón detrás de mío en la envión final, pero ya estoy casi en la meta, veo a mi pueblo, su olor embriagante, mi padre aplaudiendo, todos están gritando, alcanzo la meta está la cinta de llegada, cruzo cortándola y siento los flashes de las cámaras.

Las piernas me duelen de tanto pedalear, el sol en lo alto me da un reflejo y veo al tío Bocha que trae una botella de agua mineral, y el Pirungo y

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

el Coco con toallas y zapatillas, me sacan de la bicicleta. Me siento en la vereda, la gente se agolpa a nuestro lado, por momentos me falta el aire, mi padre me abraza, la abuela se agacha y me besa, la tía Blanca me da un poco de miel en una cucharada con limón, la tía Marucha me pone un gorro seco, la tía Ema me hace sacar el mallot y me pone una camiseta fresca y seca que tiene olor a amor, el tío Alberto me palmea, y el tío Oreste me da masajes en las piernas que ya ni me responden del cansancio.

El olor de Minas me llena de felicidad, no llegue primero, cruce la meta como todos, llegue a mi pueblo, Minas. Feliz.

Las horas del mediodía se van llenando de ruidos de platos, de cubiertos y los cerros bendicen la llegada del visitante.

Que locura meterte en la carrera, vos que no sos ni ciclista, mirá que sós loco— me dice la Tía Ida mientras el tío

Ismael me da un agua Salus burbujeante y fresquita.

Un loco bárbaro dice Gerard riéndosecon elmateyeltermoabajodel brazo.

Bueno me saque las ganas y nadie me pudoalcanzar,llegueconlosciclistasde la Vuelta del Uruguay, los que venían conmigo, quedaron en el camino.

—Ché te pasaste— me dijo Canedo levantando el pulgar aprobando mi aventura.

—Señor acompáñenos a la comisaria— medijoelagentedepolicíaqueseacercó ayudándomealevantarychancleteando recorrí el trayecto en medio del clamor de gente que me grito.

Aquel día me llevaron preso por primera vez y me soltaron al rato nomás, porque era solo un requisito de trámites.

Había salido unas dos horas antes de Montevideo con los ciclistas amigos,

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

delante de la Vuelta Ciclista Del Uruguay, en el camino decidí ir a Minas alcanzar la llegada de los ciclistas.

Los de la trasmisión de radio me hicieron una nota por mi entrega y el fervor que puse como no me alcanzó el pelotón y ese fue un día inolvidable.

En los anales de la historia quedara que un loco le robo el primer puesto a los ciclistas al cruzar la meta y los diarios reprodujeron mi imagen llegando feliz con el pelotón atrás.

Esdeestascosasdelavidaquedisfrute soñando como escritor.

(Terminado 5 de octubre en Lima —Perú con mis aires de Minas en mi Uruguay siempre)

Despu S De Irene

En una envión de locuras y obsesiones salí del mundo, al despertar veo el ambientedelovivo,desdelamuerteque me habita o le habito. las casas, montañas, un río, el mejor río que he visto, me quedé largo rato contemplándolo.

Un tren color verde oruga, sube por los médanos hasta alcanzar la llanura y se mete entre las montañas con un sonido de otra monotonía. El cielo de la noche es más limpio, más estrellado y más oscuro.

Las calles de los poblados tienen otra vida, adaptado al tiempo nuevo descubro tristemente la miseria real viva, no la vía viviendo.

Entibiado con el aire me detuve un instante en mí, al verme, lo hago como un extraño viendo como me miraba a mí

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

mismo. En la imagen estoy mirándome y mirando desde afuera de la misma imagen veo como me estoy mirando.

Los muertos supuestamente estamos quietos, lo que se mueve es el alma, solo el alma.

Hoy a la hora indicada por los santos sacramentos y del apostólico rumano que estaba frente a mi casa, él que se pisó los cordones, cayó y se murió se está adaptando a esto nuevo, puedo ayudarle poco yo no sé cómo lo hice, pero ahora con la experiencia de andar por acá entiendo esta transición y creo el admitir de estar ahora donde estamos,esterumanoahoragritayhace rato me despertó.

Por mostrar algo de donde estoy, decidí volver de una forma para contar.

Les juro que me llamo o me llamé

Resticios Carmentio Zoccorro Puentes hijo de Resticios Remedios Zoccorro

Vijertos y de Doña Tomaza Puentes

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Gadea de Los Vinos Hurtado una ilustre encarnación o la más ilustre que encontré a mano porque también fui el farmacéutico de Emma.

Me acabo de levantar porque me han reventado el cráneo con el toque de campanas del cementerio, ese que hacen sonar cada vez que llega un nuevo habitante, adonde también me han dejado.

El reloj dijo las 06y22, estoy despierto, sin saber en el tiempo donde estoy, porque me siento en medio del pasado vivido y lo irreal.

Bueno la cuestión es ver que el mejor libro llegado a mi mesa, es de mi pluma, está entre los mejores que he escrito y son tantos los títulos que ni me acuerdo de todos, sólo al hojearlos me reencuentro. Bueno en esta otra encarnación cuando fui un negro de los firmantes comoautores,comprendoque

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

soy como un árbol de tintas y distintas todas en esta mente mía.

A esta hora 06:22 me levante.

Remedios Cruz mi vecino de tumba ahora me llamaba de las tres a las cuatro y después se moría, ahora que me levanto, él está tranquilo.

Elcementeriomerecibióasídefrío,muy frío y le reclame al enterrador, al mismo que Martí mintió con aquella “Niña de Guatemala” me dijo: la niña esa, la busque y no está aquí, esa niña era de Rusia”— con la cabeza agachada como buscando piedritas en el suelo, pensando en aquello que dicen que parece él no dijo.

La mujer de Cristo me mira asustada de que vaya a contar algo. La miro, es linda y no sé qué decirle, por la tanta idiotez que se me despierta al verla en su verdadera

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

hechura y no tan a medida de la sociedad lucubraba que ni la imagina como es.

Me vuelvo a este el mejor libro que está sobre la mesa y me desespero por recordar quién dijo que era el mejor libro.

Me dan los premios de Cervantes y de Lorca. Los dos están tan muertos, no como yo con soplo al corazón y sin Alzheimer y ahora rodeado de calaveras, para que me los darán, pero los tomo, miro al rey y a la princesa que le han hecho el discurso que ha leído correctamente como debe ser y le auguro nietos al rey, de su descendencia directa con un esclavo chino y largo viaje en una náutica nave de esas que carga negros sin cuellos, hasta verdes pieles deseando llegar desde donde no quieren que vengan, pero ellos si llegan a las costas de los sueños de libertad y felicidad. Hay para ellos ideas de esperanzas sin saber que

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

llegando es para ser esclavos en tierras ajenas y lenguas que no son suyas.

Levanto el premio en nombre de todos losborrachosdelbarysientounescozor muy grande garganta abajo es la necesidad de un trago de líquido meloso y con algo de alcohol.

Hace tres meses que vengo, tomo un caféymevoy,elloscreenqueyanobebo su pisco, ni su whisky, ni toco su sanguchero de pavo, solo saben que bebo un café frío y casi morado (vino tinto) según les asegura mi amigo el mozo.

—Amigos, este premio es de ustedes, en esta mesa número cuatro, que la vieja nunca atiende y nos servimos a escondidas en tazas de café el alcohol a gusto porque no quieren que vean como se emborrachan la gran clase intelectual

Arquimedeadas de la Plaza Gran Parcos.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

A todos siempre les digo algo de mi mejor libro, “La cenicienta”, recuerdo que lo escribí en el “Lurancest”, sentado entre las mullidas almohadas de una mujer sedentaria, ella quería que le besara el cuello por detrás de las orejas y sóloalanochecer,luegomepedíaque desapareciera tras los cortinados esfumados de verdes tornasolados y áureosdadosporlaslucesdelgarito,me decía que allí no me buscaría la otra mujerconsumaridoRosina,amante de las esculturas de un artista de brocha gorda que la enamoró, cuando la vi encontré una mujer muy bonita a la cual casaron en la cuna de las artes de “Paris-Minas-Roma” Tird, un pueblo aldeanamente dulce, campechano, silencioso de nobleza argumental, con secretos donde un tal rey Humberto se escondió un tiempo y dejo un ejército de infantes rubios lagañosos, así salió la historia real descuenta da para ser contada.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Me alejo de la barra de amigotes y llego avermeahorasentadoenelresquiciode los inmensos ventanales de La Guardia Civil con Lorca, contámosnos un tenderete de poesía, con Machado serio, lloroso y triste en versos deteniéndose con estas macilentas moscas, molestando hasta que de un manotazo les demoramos en inquietud las horas quietas, porque creíamos no son las dueñas del pueblo, haciendo que sus relojes de moscas sean el tiempo de todas las horas, hasta de las horas de los desbocados potros que somos los creadores. Es otro detalle de por acá, donde no hay certeza de mando en este universo de tiempos, vean, están siempre encima nuestro, aunque le demos algún manotazo, ellas están en orden jerárquico arriba nuestro. Entenderlo es difícil, pero es así ellas y las horas mandan.

Muy seriamente les digo que estoy agobiado de tanta verdad, es como un sobrecogimiento de luz y tristezas juntas, si me dejaran ver solo una verdad, sería mejor, pero tantas verdades abruman, quiero ser niño y soñar inocentemente siempre siendo niño, la verdad duele amigos, saber tiene un precio que es terrible y hace pedazos el alma. Si les puedo decir que vivir en bien te hace libre y esa es la felicidad.

La hoja de ruta Marco Polo se la dio a Colón, que no era Colón, sino que era el hijo de un tal Aquiles y un buen sarracenotambiénmuertoyvecinoenla tumbademiizquierda,nacidoenYanta, una isla aún no descubierta por ningún profesor de matemáticas, ni por un decrépito director de banco, es por eso que están en libertad albedriando sus descendientes en esas bellas soledades.

La muerte de Santolia Escuerzo Refumada se apareció desnuda en el capitolio alemán, ese día con Stalin del brazo de Los Ortegas, todos decidieron que Atila arrasara Cosquin, lo ordenaron entre brindis de tequila con caña de azúcar quemada, sin que nadie dejara nada de nada quieto a su alrededor, cayéndose firmaron el tratado sinconocimientocabal delo que hacían y salió la orden sellada y recontrasellada y apostillada y remembrada y entregada en sobrecito de té a ATILA. Diciendo:

ARRASA COSQUIN.

Vuelvo amigos a mi mesa de trabajo diario, con los papeles entreverados como debe ser para mí, ya que la limpiadora no ha llegado y leo los cables esos básicos estereotipos no dicen originalidades, son copiadas de otra originalidad y ahora aseguran hoy será un gran día. La muerte que sé y conozco, viene en la potra de la esquina

Enrique González Arias

corriendo y ya se rajan los rojos de los azules a la hora tan incierta de las boticas cerradas, cuando más las necesita Abraham el hojalatero que socorre a los vecinos de traumas, gripes y demás consultas nocturnas. Será entonces una gran noche de llegadas al cementerio.

Estoy

en

Medio De Esas Habituales

sediciosas noches de copas y humos. Hice el amor conElla, todos quieren que les diga si la multiorgasmia es verdad. Pero no puedo contestar al inspector. Ella está muerta y una vez más no se lo puedo decir, porque no le pregunte, Ella no lo dijo, aunque yo haya sentido o no algo, por eso debo respetar su silencio que solo yo lo sé. Quiero ahora no pensar, Ella está ahí, bella, risueñamente con dulzura viéndome. A raíz de estar con Ella, me atrapó la policía lugareña como sospechoso, queriendo saber qué es loque sucedeen elbarrio que noconozco, yafuera deesa

Enrique González Arias

dimensión o nuevo tiempo, aquellos sucesos y la insania de atropellar a todo lo que pueda cuestionar o romper un dogma establecido. Con argucias me declararon terrorista de estado, siento todavía bronca.

Los agentes me sacaron arrastrándome, lesdejoquedesembuchensustensiones riendo, después creo que lloran, cuando les cuento que la hija del hijo de aquel y le señalé va con el hijo de la otra hija grande deljefedelcuartelyseacuestan, todos se sorprenden, callan. Imaginaronquelohacenenlashorasde sus guardias y cuando empiezan a contarse todas otras historias muy idiotas descubren que hay verdades en ellas ocultas a medias. Claro es tal la desesperanza ante la realidad, que ahora muchos que lo saben quieren prender fuego a la comisaria, en pro de la justicia de tantos hijos sin padres conocidos o desconocidos por saberlo.

Luego sienten tanta vergüenza, sienten envidia porque esos jóvenes lo han hecho sin maldad, con ingenuidad y se callan todos.

Ella me guiña un ojo picarescamente inflamandomiserdeamor quedándome extasiado.

Quedo en medio de los tiempos vivos y los muertos.

A los locos los dejamos quietos dijeron y me soltaron.

Vete las voces hostiles de los carceleros me empujan.

Salí con Ella en mis ojos y aquí.

La muerte tiene sus cosas buenas, no duelen los golpes y la vida sigue ahí al alcance de la mano, fuera de ella vuelvo y camino en las callecitas de Sevilla por el barrio de Triana.

Está la vieja de las terrazas, ella mata las palomas y las cuelga porque dice

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

con eso los mosquitos pican menos en las noches de verano, ella es muy precavida y los mata en invierno, esperando cuando en los cañaverales matan los aires buenos con venenos y aceites podridos y los excrementos de gatos y de perros, antes que los hagan hotdog, entonces ella, rescata hongos pintos rojiverdes, los pone en frascos con aceite, vinagre y sal gruesa dejándolos macerar para la otra época, la del hambre que siempre llega, es práctica y lógica.

Buen provecho García de los Jarcias García del Zorro don Eugenio de la Rajadera— saludo leyendo el nombre al novato vecino de la tumba de la esquina que tiene en su mano una naranja.

MeallegoalaplazaMayordondesesabe están los banqueros enroscados tras mundos de dinero en arcas y bolsillos propios y ajenos destripando el mañana del adolescente con su niñez malvada y

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

eternademiserias,enriqueciéndoseaún muertos están como de fiesta.

Anunció el alcalde, que mañana harán un nuevo palacio municipal en el norte delsuryenunestédelnortealoestedel sur y al centro de noroeste del sur o sea en ningún lugar, pero los ignorantes embaucados creen será allí y aplauden la iniciativa que será de gran beneficio para la población.

Hay en medio de todo dentro mi alma gritos y olas de pueblo como horda enardecida y de conciencia diciéndome:

—Gracias señor alcalde, es su derecho hacer los deseos de sus amigos en el parlamento, esos que usted compro ayer de noche con unas cuantiosas mujeronas y otros menesterosos malversos que se aman de costado a escondidas y se ciernen con puñales de cortes lujosos para apagar las libertades del pueblo soberano.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Aplauden parece a alguien creo que es a la Conciencia que hablo.

¡PUTOOOO!!! grita alguien, que no se deja engañar.

Descifraron los policías el código del grito, lo correnentre la multitud y caen asteroides climatacaseros tratando de callarlo y el rebelde escapa entre los sueños, es un esclavo, al cruzarnos nos miramos, el sigue en su carrera desenfrenada, es uno de los muertos sin cajón documental, ellos se quedan por los suelos como si estuvieran en las plazas de los vivos solo que dentro del cementerio y me saluda con afecto al vernos, estamos en el mismo tiempo de vida y de muerte, él vuelve al mismo sitio, parece que le gusta quedarse sentado mirando a todos sin decir nada, pero hizo algo grandioso, le dijo al alcalde :

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Desde ese día los canales de televisión solo trasmitían la palabra PUTOOO

Ahora es la marca de comidas al paso para adelgazar de los acaudalados ciudadanos, esos que festejaran el robo del mañana al pueblo con fuegos artificiales y marchas de bandas musicales engalanando vitrales de alegrías.

En los medios sale la propaganda:

—Que lindo PUTOOO se toma con bicarbonato, que se la cae el moco con PUTOOO se le levanta y a esa parte de costra que no se va se toma PUTOOO en gotas y se le pasa, en la cocina PUTOOO es muy útil con arroz, con fideos, con carne de pollo de pescado y de res, es como suele decirse la solución a todo. PUTOOO

—Asíquesacaygastatuplataenmis fábricas— resuena la Inconciencia en la plaza.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

Acudo a mi cuarto de la última vez vivo.

Siento lo lindo levantarse de una y percibir que algo trae recuerdos bellos de un rato. Generando buena onda saboreándolos antes que los malos maten lo bueno de este lindo rato.

Los ruidos de afuera de esos dueños de los palos que escaparon otra vez y se escondieron entre las sábanas de las mujeres del barrio, llorosas después de un rato y marcadas con huellas de golpes que padecen felices, esto dicen los dueños de los palos, pero que son golpes y duelen y lastiman y no les importa a los dueños de los palos el dolor que causan y se regocijan brindandoporelloenfamiliademujeres golpeadas esclavizadas que me duelen.

FELIZ año brindan todos.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

En las calles distingo las romaredas de hombres y mujeres tristes buscando desacomplejar su tristeza entender porque deben ser tristes, me escabullo entre todos y espero a no sé quién con todos. Los augures llegan a la casa. Hay silencio,setomanunvasodeagua,uno, un solo vaso.

Salen y encienden el único cigarro que hay, es de matas viejas y otras hierbas que esconden desde lo profundo de sus miradas al alma.

Sigo caminando por decir o voy traspasando espacios y distancias, cosa muypeculiartodoloqueheandadoyno siento hambre como cuando estaba vivo será que no se come o comeré algo nuevo ahora en este estado, digo esto porque a estas horas ya estaba mateando comiendo un refuerzo de mortadela o salame.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Me detengo al ver una procesión que viene por el camino de piedras negras y a medida que llegan se sientan ante todos en la escalera en la entrada de la casa, Adela y Aurelia, están acomodados a placer los familiares del alcalde y la hermana del senador y del procurador de ética y moral del vecindario en mesas dispuestas con copas y bocaditos. LA POSADITA DEL AMOR le llaman a la casa, está deslumbranteconguirnaldasylasluces de colores. Adela es el centro de atención de todos se desnuda al igual que la señora de la casa y la sobrina, ofreciendo sus carnosidades con delicadeza para que ellos decidan su lindo futuro, un programa de televisión, artista de cine, de variedades, de cama y o de calle simplemente. Salgo asqueado no sabía esto.

Afuera de la casa un hombre revuelve entre las latas y los colchones rotos mientras truenan bombas y misiles

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

sobre las cabezas de las miserias alegrando al chismerío a centurias luz del barrio bombardeado. Los diarios hablaran de la buena disposición de los augures de llegar a este barrio que fue tan lindo en las películas. Los muertos se tapan con arena del desierto y allá se preparan las banderas azul blanca de la paz.

Hay un abrir estos caminos de otros cielos y ejes nunca vistos, en ellos vuelvo a las calles de mi pueblo. Rumores de calles, de esquinas, de bares donde se transforma el cobre en oro, según comentarios apretujados en el ómnibus 149 destino a POCITOS.

Los augures dicen que esta buena la hoja sindical del cielo, será un bueno y se volverá al nuevo viejo año, donde unos ya marcan la puerta de entrada de la casa con el signo benigno de SOY

POBRE (aún) para que le caiga riqueza, según el mensaje del banqueromonjecura, después de

Enrique González Arias

comprar un metro cuadrado de espacio en el cielo, un terrenito bien cerca de dios ese que se dedicó a escribir libros de quesos y ferraris mintiéndole a la gente, pero que bien vendió.

Llego de vuelta a mi lugar y en la entrada me esperan con mensaje.

El comendador cabizbajo me llamó sideralmente,habló comosi ni me viera,

—le oí hace tiempo que no te limpian la tumba— quiere que mi familia pague mi entierro y por ese detalle me sacará de este sitio, miro los grandes pinos grisáceos del polvo de las montañas arenosas, la voz sigue diciéndome:

—Quiero que sepas que te irás pronto si no pagan.

Me quede distraído en la conversación con este hombre o ser porque es ignoto e invisible,recuerdomequeda dineroen este sitio que realmente no es tan

Enrique González Arias

importante, es una cosa rara de conceptos los vivos no lo saben y los muertos que sabemos no sé como decirles que este es el importante, este carajo. Hay un movimiento y allí traen enandasadoña Surkidea.Riuseñapor todas las pompas,piensoque seríaideal casarme con Ella, le haré la propuesta y me pondrán con ella en su tumba o en la mía, creo que por un rato le va a gustar sentirse acompañada, recién llegada, desprenderse y verse y ver de verdad lo que no vemos los vivos duele mucho, todo será porque mi familia no paga mi tumba, pero le acompañaré, aunque no me acepte lo haré.

Lo aceptó.

Estoy mirando como abren mi tumba y salgo para darle intimidad a la recién llegada.

Surkidea ella decide quedarse viendo la entrada donde aún están quienes le trajeron, van saliendo los

Enrique González Arias

vicegobernadores con caras triunfantes, se detienen un rato y dan la orden al alcahuete a sus servicios de hacer copiar mentiras para dar de comer a los pobres y avisarle a la prensa amarillistas, sus empleados que anuncien con bombos y platillos en titulares:

Sigo andando no quiero volverme a ver a Surkidia viendo sus adioses y llego a encierros humanos de vivos.

Si sienten gritos y es el hijo del ferretero de la esquina, que desarmó el auto de un descuidado comerciante ayer.

Descubrieronlostornillosobtenidosdel desarme puestos a la venta en la ferretería. Cuando se le pasó el efecto de la droga, se dio cuenta que el auto que desarmó era de su padre y ve a su

Enrique González Arias

padre, que le está haciendo una tela para pintar sus pies en la piel también el oído y le saca gritos:

—No lo haré más.

Lostitularesindicanquelamuerteojefe o como se llame llega el lunes, en tren desde el Gran Santuario plataqelesperotraigasu al infinito.

También las diócesis del ejército de salvación en guerra lusitanista salen por las calles en clemencia por tres bergantes que son llevados a acostarse con las santas cincuentonas vírgenes del ceremonial del solsticio de invierno tal como es costumbre ancestral, elijen tres presos jóvenes y en este caso eligieron a estos tres que su causa fue por meterse en la parroquia “De los borrachos viejos” prohibida los días lunes.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Vuelvo amilugarysientolossollozosde la señora, le tomo en mis brazos, trato de consolarla resulta desesperantemente doloroso verla como sufre sus penas. Salgo de la tumba, ese lamentarse de ayer no sirve de nada, lo entenderá, aunque cuesta desprenderse de algo viejo que creímos bueno o no, pero teníamos, el aire está más duro.

Hay una sombra de gente escondiéndose de todos me dirijo hacia allí, son los del consejo de las cortes turbias(malagente),quesehanreunido a tratar en casa de las más adineradas, sobrelasubadelpan ylesllególanoche de la vida a la casa. El proceso de traernos es similar a unos y diferente a otros. Sintieron ellos los golpes y llegó el silencio que se lleva su silencio y ya quietos se los trajo.

Las madrugadas se llenan de bolas que el viento trae desde allá ytambién desde acá igual que a borrachos, que salen desdeaquínomas,deestosladosyestos

Enrique González Arias

se hacen otras bolas y se caen al suelo sin razón de viento o brisa.

El silencio me molesta y descargo mis pasos en las calles de ciudades novedosas ahora, estas mismas que caminé miles de veces para arriba y abajo.

Cierran las vidrieras para que las hinchadas del futbol a su paso no rompan las fachadas.

Normalmente llega JUAN, saluda, se toma una copa con los dueños y empleados jovialmente ofrece sus servicios: Reparaciones Varias s.a.” y seva. Luego,caenlasbarrasrompiendo todo a su paso y llaman a la empresa Juan Armen tola y Modiolo que se encarga de las reparaciones varias en todos los comercios, hasta le hace un porcentaje de descuento.

El alcalde recibe a Juan, este le entrega dinero por autorizar el camino de las marchas para su buen negocio, este es

Enrique González Arias

el buen pago de contribuyentes “amigos”.

El negocio iba bien hasta que desde un edificio se desprendió un vidrio sin templar vendido e instalado por su empresa. La fuerte brisa lo sacó del marco y degolló a un transeúnte, este era el yerno de Juan.

El yerno de Juan salió, se sentó frente a su tumba y ve pasar la familia, notando que nadie llora.

Pobre tipo.

En un soplo quedo en una mansión, está el joven Faltoso Anabel está observando a la cajera de la empresa, que le está pagando dinero, anota el número deregistrofotográfico tal cual le ordenósudirectorgeneralDonCascajos Faltoso Anabel UNO, padre del joven y dueño de la empresa.

Es el primer sueldo del niño que ni ha trabajado, pero ya está en planilla y

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

recibe la compensación por su trabajo, como director general deComunicación. Cargo que desempeña en horas del almuerzo, en el comedor familiar, en actos que todos aplauden a sus quince años de edad, tal como debe ser a un aristocrático.

Unas de sus muy bellas órdenes fue que las comidas rancias ya no se venden más baratas en el supermercado, ahora les dan un lindo sabor rociándola con vinagre de alcohol. Llamo a la sección sanitaria, estos le sacaron el mal olor.

Sabe tan rico que se les puede ocurrir comer a ellos, los aristócratas y si así lo hacen subirán más el precio.

El joven en su lugar ahora, mirándose, como lo hice yo se queda sentado en la esquina acodado viéndose, parece que sesuicidó,porlovistonoveanadieestá en sí mismo y la tumba está llena de guirnaldas, flores de colores muy costosas, pero nadie vino a acompañarlo, solo la carroza verde oliva

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

que lo trajo, lo bajaron y lo metieron ayudados con dos acomodadores de construcción de tumbas.

Me quiero distraer y cruzo en la sala del banquero Joe que conversando con su suegra se acerca descuidado a su secretaria, viéndola le llama.

—Srta. Liz venga— mientras le guiñó un ojo en señal de confianza.

—Perdón— con sarcasmo y violencia verbal sigue diciéndole— es una basura en su ojo o un tic, o que te rompió el ojo tu mujer porque supo ayer que otra vez te quedaste conmigo.

La suegra Maigrettt Sullivan quedo tiesa.

Aquí llega la doña Maigrettt Sullivan imagino que la acomodaran a mi lado.

Viene con su perro que le mato el yerno para ahorrarle el sufrimiento, lo veré cuando almuerce, aunque nuca se si se

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

almuerza aquí, pero me gustaría disfrutar de un gusto de vivo, aunque este muerto.

Enfrente del cementerio tenemos el bar de los amigos donde las víctimas de la vida doliente llegamos, los de siempre, oímos, oímos u sentimos y es como el martirio de verdades que se dicen, algunas muy bellas y otras dolorosas cuando te enteras que te han hecho tal o cual cosa o que tu mujer era la mujer de tal y cual, y tal con su marido de tal o mentadas contadas que rompen los oídos los yoros tristes, yoros de mugres. El mozo Arquímedes siempre medita y sirve vinos y medita y sirve y lleva y trae recados y nosotros los escapados desorejados del cementerio llegamos sin escondernos, ni somos nos sentimos escapados por lo menos a medias, solo salimos a descubrirnos y nos vemos en todas las miserias, allí descubrí a Paulo

Tres, de Cuarto Espacio. Se pasó trabajando de sol a sol, robando de

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

noche hilos de acero para hacer esponjas que vendía en la mañana a la empresa que robaba, apenas llegaba el patrón, Paulo Tres entraba con su falo de esponjas y el jefe angurriento creía que era quién ganaba y compraba todo lo que le robaban. Siempre en el bar estaba Paulo Tres solo, estaba viendo ahora a una mujer.

Era su mujer, que tenía tanto veneno de los hijos reconocidos de Paulo Tres en tal o cual sitio y en otro hasta alcanzar casi doce, en distintos vientres, pero el doceavo estaba en el vientre de una vecina suya que se desmayó en su velorio y ella está aquí viéndolo y no le reconoce por amnesia.

Lloraba en silencio, me miro como sabiéndome que estaba aquí a su lado, dijo a modo de justificación:

Todo lo que trabaje para ella y me hace eso.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

Lloraban detrás de las puertas, siempre de noche o cuando hay un estremecimiento de tierras. Esa noche después de rezar y rezar empecé a tener alucinaciones, vi como Ella desprendió las cortinas de los breteles, se quedó la habitación blanca de luz universal porque había luna. Se fue hasta la ventanalaabrióydejoentrarelruidode brumas y leones y panteras y dos mil arias haciendo el decadente sol de fa en la última etapa de la escala para dar el remate musical marcial. Se sentó en el suelo de espaldas oyendo la magia me dejó dormir cuando desde lo más secreto salió ese olor a la orgánica relación del árbol y la palmera que se revolvían.

En camino a entender todo esto que estoy viviendo o muerto estoy muerte ando, ahora viendo en el ayer el ahora enlapuertadondellegamoslosqueayer vivíamos siento una línea de colores que

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

me da la idea de voz “sigue por aquí” y veo a Darío y Gastón, mis hermanos, también mis hijos, tenemos pasaje a Nueva York y debemos ir al aeropuerto.

El día está gris, el olor a tierra mojada alcanza al alma y las historias se quedan en sus sitios. Las horas se vuelven a nosotros, al aire, a las llagas en el suelo llamadas tumbas, a las campanadas que suenan indicando otro nuevo habitante llega como llegue después de Irene y vamos a recibirles.

Después de estas páginas me quedo pensando si estoy bien y si soy de este mismo mundo tuyo amigo mío.

Novia Eterna

Luego de tanto silencio lo he pensado y repensado. Es mi amor infinito.

Luchó ella, cada día, cada hora, cada minuto siempre. Al volver a verla la siento distinta.

Tiene mucho de intriga, ni lo que dice, ni lo que parece y tampoco es lo que todos ven de cristalina, no lo es, ella es un tablero de ajedrez.

En el andar de nuestra relación hay momentos que pienso en el suicidio, inclusoenelasesinato,peroella,ellame enloquece pasando en una milésima de segundo del odio al amor y a su regazo, donde caigo rendido apasionadamente.

Cada suspiro, cada línea, cada uno de sus detallesvuelven aenergizar mi alma y aparecen esos inmensos descuidos de luminosidad donde nos amamos, disfrutándonosenelmásampliodesván acolchonado con pétalos de rosas rojas, azules, violetashastalas decolormarfil.

Me desnuda, le desnudo y nos deleitamos ambos en mirar nuestros cuerpos.Elsuyomeresultaexquisito, le extiendo en el fondo blanco, en explosivos borbotones de pasión ensangrentándonos el uno con el otro. Por allí en un alto, el sol que azulea al mundo por la ventana nos abraza y nos fundimos más haciéndonos carne.

Nos buscamos el gusto y a placer nos embriagamos de nosotros.

El aire dulcificado por inciensos y un aroma de olivos y laurel penetra en el ambiente a nuestros sentidos, cocinándonos en amor.

Busco esa sonrisa suya en la mía y pongo la ironía. Trato de implementarla con artificio de andamios invisibles. Al ver su risa, ya está, siento que lo he logrado, para mí.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

En el momento que la pasión nos absorbe cada molécula y desborda hasta llegar al éxtasis, nos esfumamos lejos del universo entero, copulados quedamos encandilados, de tanto amor somnolientos,aquípongoelinstantáneo punto.

Sencillamente el punto final, es el término del acto fecundaciones, nos besamos y quedamos unidos en una mirada infinita que no es un adiós, porque somos amantes eternos. Yo soy de ella y ella es mía por encima de todas las excepcionesde lasnormas, estamos, más allá, de lo que puede decir la regla escrita, más allá, comparados desde esa hoja verde que ahora está en el árbol y dentro de un tiempo será amarillenta, tanto hasta ser ajena al árbol, de esa manera se desprende también de uno mismo lo nuestro y ya es de todos, siendo ajena.

El sexo es pleno entre nosotros, aunque duela algo ysiemprenosfalte saber más yo de ella y ella de mí, hasta en los silencios, aún en la hoja amarillenta, al solo vernos nos deslumbramos en unos instantes, es una coma, un punto y aparte y otra vez estamos sin querer encarnados el uno en el otro.

Se aferra a mi cuello, aprisionándome deliciosamente, me domina y le domino, no es dominio, sino que somos unísonos, nos amamos y nos hacemos UNO.

A cada vuelta de página nos encontramos, nos abrazamos rodeados de violetas, alelíes, jazmines y en sus perfumes nos amamos nuevamente con gran intensidad como la primera vez.

Luego, llega el punto de la inflexión de la coma, tomamos aliento y seguimos hastaelpuntoquenosdalapausa,para vernos y volvemos a meternos el uno en el otro, llegando al clímax y desde allí nos lanzamos hasta el punto final luego quedamos tendidos.

Enrique González Arias

Vías del universo. Cuentos

A veces retrospectivamente nos vemos, a escondidas, desde lejos y, aun así, ya ajenos, nos volvemos el uno en el otro, como el primer día, sentimos la misma frescura el mismo amor intacto.

Creo, que lo piensa y lo pienso, pues cuando nos encontramos, somos un torbellino de fuego en abecedarios tan intensos que son imposibles de destruir jamás.

Declaro solemnemente mi amor hacia ella, es mi vida, espero que correspondamos con cada detalle siempre. Te amo.

Enrique González Arias Vías del universo. Cuentos

This article is from: