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Patrióticos
Qué fácil es amarte, si en el cielo, buscan tu imagen mis cansados ojos, llorando velan los últimos despojos, de los que duermen en helado suelo.
Qué fácil es amarte, cuando el alma, junto al altar de iglesia abandonada, que tiempo atrás de fieles fue colmada, ansiosa espera solo paz y calma.
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Qué fácil es amarte, si en la losa, cubierta por el polvo del olvido, marchita yace, sin pétalos la rosa, porque el doliente, volver nunca ha podido.
Qué fácil es amarte cuando sereno, Recibes a quien en ti, busca un abrigo, y sonriente le dices: Ven conmigo, qué fácil es amarte: “Jesús mi Nazareno”.
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PATRIÓTICOS
QUILLACOLLO
I Entre la fresca hierba de la floresta, hay un hermoso pueblo siempre de fiesta, con sus trinos le arrullan los pajarillos, con quejumbrosas quenas los pastorcillos.
II Destaca en la hojarasca cual un pimpollo, lleva un nombre sutil es…Quillacollo, pueblo de manantiales y de vertientes de consagrados héroes y de valientes.
III Un esmeralda manto de terciopelo, de singular belleza cubre su suelo, cantarinas las aguas en la espesura, coronan de matices su hermosura.
IV En el austero cielo de su Calvario, majestuoso se yergue un gran santuario, dedicado a la Virgen de Urqupiña, tierna madre y patrona de su campiña.
V Raudal inagotable de lozanía, cuando raya la aurora de un nuevo día, en invisible yunque fueron forjados, los rayos que acarician a sus tejados.
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VI Vuelan las mariposas en los jardines, entre azucenas blancas, entre jazmines, el trinar de las aves en dulce acento, sube a la azul esfera del firmamento.
VII Florecillas rosadas de durazneros, engalanan los nidos de los horneros, juguetean alegres los animales, bajo la fresca sombra de los sauzales.
VIII Y al extender la noche su oscuro manto el croar de los sapos cálido canto, enamora a la luna y a las estrellas, que a lo lejos fulguran inquietas, bellas.
IX De la tierra del valle eres orgullo, vislumbraste la vida como un capullo, avanza al porvenir siempre seguro, eres para el país su gran futuro.
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A COCHABAMBA
I Jamás habrá pintor sobre la tierra, capaz de retratar en lienzo fino, lo abrupto y escarpado de tu sierra, ni la altivez de tu macizo andino.
II El ondulante cauce de tus ríos, el esmeralda verdor de tus parajes, tus bellas primaveras, tus estíos, y el marco sin igual de tus paisajes.
III Valle de promisión, Edén soñado, límpido espejo donde el sol se mira, tus glorias, tus hazañas, tu pasado, el alma del mortal besa e inspira.
IV Heroico despertar fue el que hizo, de tu rincón humilde y escondido, el ara donde al fin pudo el mestizo, del látigo opresor, ser redimido.
V Canten tus glorias en confín lejano, águilas reales en potente vuelo, en lo hermoso y fecundo de tu suelo, en tu azul horizonte soberano.
VI Iris radiante que fulgor esparce,
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corazón del país, Edén soñado, gloria y honor te brinda Esteban Arze, coronando de luz a tu pasado.
VII Faro de libertad, paz y ventura, de América, la entraña, fue tu cuna, en el terso cristal de tu laguna, apacible reflejas tu hermosura.
VIII Bajo el manto sutil de las ulalas, grietas abrió la sangre derramada, tendió la muerte sus heladas alas, la colina se irguió ensangrentada.
IX Pueblo de inextinguibles claridades, de todos los valientes, soberano, a su paso recuerdan las edades, sueños de juventud, paz del anciano.
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AMÉRICA LIBERTADA
En misterioso arcano de Occidente, divino artista modeló tu suelo, diáfano azul creó para tu cielo, verde esmeralda coronó tu frente.
Grande sí, fue Colón al descubrirte, airosa España te legó su idioma, llegó el ibero a aspirar tu aroma, sin prometer jamás el redimirte.
Siglos pasaron de dolor profundo, dolor sin tregua, peso de cadenas, planta extranjera hollaba las arenas, nublando el esplendor del Nuevo Mundo.
Dentro su tumba el Inca se estremece, la raza entera clama la venganza, se arman, luchan, mueren con pujanza, y el hispano rival, aún permanece.
Ansia de libertad bulle en los pechos, abate cruel metralla la cabaña, tiemblan los montes, ruge la montaña, marca la historia inolvidables hechos.
Lucha el gauchaje al sur del continente grito de guerra lanza el araucano, el hacha empuña el indio altoperuano, sin doblar la rodilla, alta la frente.
Galopan los centauros sobre el llano, con Páez, con Rondón, Manuel Sedeño, crepitan las hogueras, cruje el leño, carga el llanero, muere el castellano.
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Nacen los héroes al fragor del trueno, el pecho henchido de viril coraje, cruzan los Andes, retan el oleaje, del mar bravío, desechando el cieno.
¡América! Eres libre, feliz y soberana, riquezas mil albergas en tu entraña, Bolívar, el Gran Sucre, con su hazaña, doblegan ante ti, la monarquía hispana.
Artigas, San Martín, O’Higgins y Belgrano, alzan un pedestal a tus banderas, fulgente sol, las verdes primaveras, pregonan ¡Libertad! del Ande al llano.
De Junín y Ayacucho las proezas, con sangre de titanes son regadas, páginas grandes de gloria son llenadas, en himno sacro cantan sus grandezas.
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PATRIA QUERIDA (6 de Agosto)
De las nevadas cumbres al altiplano, roncos los ríos bajan regando el llano, crece la verde hierba por las praderas; imponentes se elevan las cordilleras.
En la agreste belleza brama la puna, Asombrada refleja su luz la luna, la borrascosa sombra de la montaña, en el misterio esconde su rica entraña.
En los fecundos valles casi perdidos, brotan los manantiales que están dormidos, avecillas silvestres alzan el vuelo, bajo el etéreo manto azul del cielo.
En profundas quebradas, allá por donde después de sus jornadas, el sol se esconde, ocultando en celajes su áurea frente, cuando asoma la luna por el poniente.
Y abajo por el llano donde se pierde, la vista en infinita alfombra verde, caudalosos los ríos en un abrazo, de cristalinas aguas forman un lazo.
Bajo la fresca sombra de la enramada, cuando asoman los rayos de la alborada, las barcas se deslizan por la corriente azulada, que baja hacia el oriente.
¡Esa es Bolivia, mi hermosa tierra, señora de los Andes y de la Sierra!
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AL SOLDADO BOLIVIANO
I Valeroso soldado de mi tierra, hirvió tu joven sangre ante el ultraje, y afrontaste con fuerza y con coraje, esa cruel experiencia de la guerra.
II Avanza excombatiente, firme el paso, aunque sientas tu espalda ya cansada, con muy escasa luz en la mirada, al sentir la llegada del ocaso.
III Avanza excombatiente, aún estás vivo, entona nuestro himno sacrosanto, recompensa será en el camposanto, dos ramas de laurel, otra de olivo.
IV Qué importan la miseria y el olvido, si ofrendaste tu vida por el suelo, que vio tus días florecer, y el cielo, alcanzarás con honra, no vencido.
V Vibre el clarín, repiquen los tambores, agradezcamos hoy, con alegría, el contemplar que marchan todavía, los bravos y gallardos defensores.
VI Mientras la humana ingratitud espanta, y te abandona a tu incierta suerte,
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venciendo las barreras de la muerte, la grandeza de tu alma se agiganta.
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ILLIMANI
Del monte andino la nevada cima, portentoso gigante milenario, del cóndor Mallcu paraje solitario, altiva eleva su mirada al cielo.
Nido de bruma, lecho de tormenta, nívea corona cubre su grandeza, el astro rey contempla su belleza, y en cristalino espejo se retrata.
La noche misteriosa de la puna, aprisiona al gigante entre sus brazos, la luna que al caer se hace pedazos, su luz plateada entre la nieve deja cuna de héroes, tumba de opresores, guardián celoso del audaz guerrero, cadenas destruyó en combate fiero, del mito aymara, inmortal leyenda.
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PEDRO DOMINGO MURILLO
De Murillo la faz libertadora, de las cumbres desciende al altiplano, en raudo vuelo potente, soberano, transportando la idea redentora.
Muchos años la América morena, ahogó en sollozos su vencida raza, soportando humillada su cadena, bajo el látigo vil y la amenaza.
¡Grito de guerra! ¡Sangre de victoria! del criollo valiente hizo un gigante, a la luz de la tea de la historia.
En cuna de horca floreció su gloria, y ante su cuerpo herido y palpitante, aureola inmortal es su memoria.
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PLEGARIA AL MAR
MAR: Espejo cristalino que reflejas, nubes de nácar, cielos infinitos, ansias de libertad, dolientes quejas, del que enclaustrado hoy, te llama a gritos.
MAR: Que en soberano y rugiente abrazo, hermanas puertos, playas y escolteras, al sol que muere brindas tu regazo, sin admitir cadenas ni fronteras.
MAR: Enardecida masa palpitante, que sobresales en creciente espuma, escucha nuestra queja suplicante, que hasta ti llega en alas de la bruma.
MAR: Soñado mar, Bolivia te reclama, desde sus valles, llanos y quebradas, del altivo nevado, el Sajama, evocando tus olas encrespadas.
MAR: Es posible que pasen muchos años, para que puedan ver propios y extraños, cómo por obra de la Geología, avanzarás hasta mi Patria … un día.
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FESTIVIDAD DE URQUPIÑA
I Por estrechos senderos y anchos caminos, en caravanas llegan los peregrinos, desde los cuatro puntos de la nación, a esta bendita tierra de integración.
II Traen como equipaje gran esperanza, vienen de lejanías, de lontananza, esperan la clemencia de la Divina, señora de Urqupiña, de raza Andina.
III Aguarda el pueblo entero, engalanado, bullicioso, alegre, alborozado, la hora en que la entrada con su esplendor, haga vibrar trompetas, bombo y tambor.
IV Se junta lo divino con lo pagano, en un sinfín de notas que mano a mano, torna la algarabía en un conjunto, de voces y armonías en contrapunto.
V Las ondeantes columnas de los danzantes, circulan por las calles muy elegantes, como en felices días de Carnaval, al ritmo contagiante del Caporal.
VI De pronto aquel ambiente tornase infierno,
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criaturas salidas desde el averno, sacuden cascabeles y con pujanza, la Diablada ejecutan, sonora danza.
VII Pasan interminables los danzantes, como flores que escapan de los jardines, los Tobas, los Chapacos, Renes Morenos, con fervor y prestancia, bailan serenos.
VIII Enardecida aplaude la multitud, el despliegue de gracia y juventud, mientras calma el ardiente sol de Urqupiña, saboreando una fría y rica Taquiña.
IX Cuando muere la tarde, muy colorida, y da paso a la noche, tan renegrida, al inclinar su frente el radiante sol, hay quienes se embrutecen con el alcohol.
X Y al despertar el alba del tercer día, la población asciende con alegría, al legendario cerro, que es casi un mito, a cumplir un eterno y solemne rito.
XI Salta la roca herida, grande o pequeña, sobre fieras espinas o entre la breña, enceguecido el hombre, en su ambición, al coloso desgarra sin compasión.
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XII Se van los peregrinos, es fin de fiesta, ya casi nadie baila, ya no hay orquesta, los lejanos arpegios de alguna saya, indican despedida, la Cacharpaya.
XIII Flotan aún en el aire, otras edades, de ruidos de cadenas y de crueldades, cuando el nativo indio al son de quenas, a la Virgen contaba sus hondas penas.
XIV Dulce Reina y Señora, haz que tu mano, proteja por los siglos al ser humano, que es tan frágil y siempre busca una luz, que le guíe en la vida, junto a su cruz.
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