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El pasado vinarocense aflora a la superfície en la calle Mayor y en el ermitorio de Ntra. Sra. de la Misericordia Antigua muralla
Emili Fonollosa · Vinaròs News
Las obras en viejas edificaciones del casco antiguo de Vinaròs han vuelto a deparar nuevas sorpresas con la aparición de restos de las construcciones medievales que conformaban el núcleo de la población. En las obras de reforma en la calle Mayor, nº 35, junto a la plaza de San Agustín, se han descubierto nuevos restos del Vinaròs del siglo XVI, que han sido documentados y recuperados, a cargo de la empresa Arqueòlegs C. B.
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El nuevo hallazgo es un tramo de cierre de muralla con una botera de desagüe, un elemento constructivo de mucha prestancia a nivel de calle que se utilizó en una época como salida de colector pluvial, con las marcas de lo que podrían ser las rejas que impedían el acceso indeseable dentro del recinto amurallado. En la pared medianera además, ha aparecido la muralla de cierre y todo lo que hoy es el solar se correspondería con el foso, según han destacado desde la asociación cultural “Amics de Vinaròs”.
La reforma planteada en la edificación ahora en obras hacía necesaria la demolición y levantamiento del antiguo pavimento que lo cubría, por lo que ante la posible coincidencia espacial con el trazado de la antigua muralla medieval, la Unidad de Inspección de Arqueología de la Dirección Territorial de Patrimonio de Castellón, requirió llevar a cabo un seguimiento arqueológico.
Sin embargo, al localizarse finalmente la muralla, la intervención de Arqueòlegs C.B. se ha centrado en la excavación sistemática de la misma. Dadas las características de las estructuras exhumadas y su entidad patrimonial, se ha presentado, por parte de los arquitectos directores de la obra, propuesta de integración en el nuevo local proyectado. Así, pues los restos hallados se integrarán al nuevo edificio, pudiendo ser contemplados por cualquier interesado, como los propios propietarios del inmueble han querido destacar.
Los resultados obtenidos por los arqueólogos permiten diferenciar tres fases de ocupación. Una primera, del Bajo Medieval, con un fragmento del lienzo nororiental del recinto de época medieval y moderna de la ciudad, que colindaba con el Portal de Avall, con el que se relaciona el ángulo de sillería exhumado. Posiblemente, este último, durante esta fase, corresponda a una cañonera, posteriormente reutilizada como albañal, según creen los arqueólogos. Una segunda fase de ocupación sería del siglo XVIII y viene marcada por una expansión urbanística que sobrepasa el recinto amurallado, el cual se amortiza con la construcción de nuevas viviendas y un colector de aguas, que se adosa a la antigua muralla y aprovecha los elementos de ésta, caso de la comentada cañonera que se convierte en albañal.
La tercera fase sería desde el siglo XIX hasta la actualidad y se observa el reacondicionamiento de las antiguas viviendas, las cuales arrasan parte del lienzo de la muralla, y renovación de los pavimentos. El presidente de “Amics de Vinaròs”, José Luis Pascual, considera que el descubrimiento “tiene una importancia considerable tanto por fijar un nuevo punto del primitivo amurallamiento difícil de poder llegar a descubrir por la imposibilidad que entrañan las excavaciones en áreas urbanas muy machacadas por sucesivas construcciones”.
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La muralla estaría acompañada por un foso, que según las excavaciones arqueológicas estudiadas tendría una profundidad entre 3 y 4 metros y una anchura entre los 5 y los 6. La inclinación de muralla ahora descubierta vendría justificada, según Pascual “porque la playa y el agua estaba a unos 130 metros de la población”. La hipótesis provisional de los expertos, explica Pascual, “es que la actual construcción de salida del colector, por la envergadura y riqueza de su construcción se correspondería con una tronera donde estaría colocado un cañón que apuntaría a un posible enemigo por el mar en esos momentos a menos de cien metros de distancia de su emplazamiento”.
En anteriores trabajos efectuados en otras obras del centro urbano, con intervención también de Arqueòlegs C.B. ya se han podido documentar restos de estos amurallamientos defensivos correspondientes al XVI, primero en la confluencia Plaza San Antonio y la calle San Juan y después en la Plaza de la Iglesia.
La limpieza de arenas y gravas de la parte alta del poblado ibérico del Puig, que se han realizado bajo la supervisión del Servicio Arqueológico de la Diputación, han dejado al descubierto nuevos hallazgos cerámicos del siglo II, según informó el arqueólogo Gustavo Aguilella. El arqueólogo de la Diputación confía que en próximas excavaciones pueda llegarse hasta los niveles del siglo VI a.c, para poder encontrar “hallazgos que serían mucho más interesantes”. Los últimos datos, según explicó Aguilella, indican que este poblado “era mucho más extenso de lo que en un principio se pensaba, porque han aparecido estructuras en la parte oeste y sur del poblado que indican que el área de hábitat era más grande, aunque al seguir con las intervenciones, evaluaremos los restos y estructuras y será cuando podremos precisar de qué época son”.
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Para Aguilella, “el trabajo que queda ahora es aún de envergadura, pero mucho más agradecido y apasionante”. Por su parte, el alcalde, Enric Pla, destacó el impulso y las actuaciones que se están realizando en todo el entorno de la serra del Puig para ponerlo en valor, y resaltó las responsabilidades que comporta que la sierra haya sido declarado paraje natural municipal. El poblado ibérico del Puig se corresponde con el siglo VI A.C. Se trata de una estructura que, según los arqueólogos, tan solo podía haber sido realizada por la aristocracia de ese momento, que se basaba principalmente en cuestiones militares y guerreras, como demuestran los hallazgos encontrados hasta la fecha.