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arte en el mundo Y Picasso llegó a América
Texto: Amalia González /EFE
Fotos: EFE
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Sabido es que la obra de Pablo Ruiz Picasso marcó un antes y un después en la Historia del Arte, y el continente americano no fue menos, ya que marcará, incluso definirá, para siempre a varias generaciones de artistas de todo el siglo, a un lado u otro del Atlántico.
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A principios del siglo XX, el arte en América estaba sujeto a muchos altibajos. Estados Unidos y, en menor medida, Iberoamérica, permanecían cerrados al arte moderno. Los críticos, la prensa, el público, e incluso los psiquiatras, tachaban este nuevo arte que venía de Europa como el resultado de mentes trastornadas y una amenaza para la tranquilidad de la gente. Solo les interesaba a los maestros antiguos, lo ya conocido, el canon y la elegancia derivada de Rafael, el neoclasicismo decimonónico, no aquellas representaciones geométricas de vulgares trabajadoras desnudas de burdeles, ese arte “degenerado”, como se denominó al primer arte de vanguardia proveniente de Europa.
El estudioso de su obra, Hugh Eakin, autor del libro Picasso’s War. How Modern Art Came to America, descubre la fascinante relación que existió en Estados Unidos con el arte moderno, desde aquellas burlas como arte degenerado hasta convertir al país en el paraíso para los artistas más progresistas del mundo.
Una obra del uruguayo Joaquín Torres García (1874-1949), del museo que lleva su nombre.Torres García coincidió con Picasso en Barcelona entre 1896 y 1910.
La crítica de arte y estudiosa de la obra del español, Marie-Laure Bernardac lo define: “Picasso es un fénix que renace eternamente de sus cenizas, utilizando su energía creativa en un proceso de desconstrucción-reconstrucción del Padre, de muerte y resurrección.”
Picasso irrumpe en una América conservadora
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El inventor del cubismo ideó una nueva estructura de la representación, basada, resulta ahora fácil pero no en 1907, de una ruptura radical con el arte hasta entonces conocido, apoyándose en las revoluciones estéticas europeas, un lenguaje susceptible de presentar en el nuevo curso de la realidad hispanoamericana.
Para los artistas iberoamericanos, el cubismo no era, realmente, un estilo pictórico, ni una receta para producir cuadros “modernos”, ya que no había un mercado en sus países, pero finalmente acabarán reconociendo: “Todos, incluido yo, nacimos de un dedo de Picasso”, declaró el pintor, escultor y muralista venezolano Oswaldo Vigas, fallecido en 2014 a los 90 años, y cuya obra tiene esa llama envolvente picassiana. Desde niño hasta el final de su vida, Vigas se dedicó a crear un arte propio en el que reafirmó sus raíces hispanas y su admiración por la mujer con obras llenas de fuerza.
Un estilo al que permaneció fiel el argentino Emilio Pettorutti (1892-1970) pero es en Italia, junto con el brasileño Ismael Nery (19001934), cuando torna a formas cubo-futuristas primero. La emigración más tardía de artistas como el brasileño Lasar Segall (1891-1957) testifica la mezcla de influencias comparables en Brasil, permaneciendo el chileno Manuel Ortiz de Zárate (1887-1946), más ligado a los cafés de Montparnasse, con una obra cubista. (Apollinaire habla de él como del único Patagón de París).
Vista de Naturaleza
Muerta con Pan y Fruta. Obra cubista del mexicano
Diego Rivera (1917), totalmente de influencia picassiana.
El mexicano Diego Rivera (1886-1957), que proclamó con franqueza: “Nunca creí en Dios pero creo en Picasso”, en su autobiografía subraya: “Casi ningún pintor posterior ha escapado a su influencia… Durante mis inicios en París, primero fui discípulo de Picasso y más tarde, su amigo”.
Convertido en el portavoz de la realidad social y política, Rivera es el principal motor de un movimiento donde se mezclan elementos estéticos y consignas políticas con el fin de dar a un pueblo mayoritariamente poco formado, imágenes e ideas para movilizarlo y fomentar la construcción de una conciencia social y política. También el argentino Antonio Berni (1905-1981), después de un período surrealista, proclama que a partir del Guernica ningún artista puede eludir o dejar de asumir el sufrimiento del pueblo.
Una obra del artista venezolano Oswaldo Vigas. Desde niño hasta su muerte en 2014 a los 90 años dedicó toda su vida a crear un arte propio pero cuya obra tiene esa llama envolvente picassiana.
Guatemala, viernes 3 de marzo de 2023