Revista 101 viernes 11092015

Page 1

Foto: Melissa Penta


2

Una semana

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Editorial Con este número celebramos las fiestas de Independencia y cumplimos el segundo año de apariciones semanales, desde septiembre de 2013. Harto sabido es que cerrar y abrir ciclos es una constante en la vida de las personas y de las instituciones sustentadas por estas. Con la ruptura formal de los vínculos con la Corona española en 1821, se inició un largo camino en pos de la plena vigencia de una Constitución republicana. Lo que hoy vivimos como proyecto de Nación es el resultado de transitar esa ruta, muchas veces a pie y otras veces a caballo, entre los resabios medievales y los retos de la globalidad. Nada hay en el pasado que no se manifieste en el presente y que no prefigure nuestro futuro. Ahí está la grandeza y allá la iniquidad. Ahí el dolor de lo que nace y allá la esperanza de lo que será. Nada hay en el presente de lo que no se pueda extraer una lección. Por eso los días cuentan a veces como años y los años como siglos. En los últimos meses, el país ha experimentado sensaciones e impulsos de transformación que solo pueden explicarse por el acumulado histórico patrimonial. Hoy, como hace 194 años, somos testigos privilegiados de que en las calles, caminos y plazas del territorio físico y espiritual de Guatemala se está incubando el futuro. La serpiente emplumada que habita el Corazón del Cielo, ha descendido para resurgir desde el centro de la Tierra y anidar de nuevo entre nosotros.

En el acto, que tuvo lugar en el seno del Organismo Legislativo, se dieron cita los titulares de los

Independencia

Mandatario as sesión solemne

Redacción

ara conmemorar el 194 aniversario de la Independencia Nacional, el Congreso de la República realizó una sesión solemne, a la que asistió el presidente de la República, Alejandro Maldonado Aguirre, quien dijo en su discurso que se ha avanzado mucho desde la emacipación política del país. “Es un acta que recogió el sentir de las personas de aquella época, quienes lucharon con amor por su patria, y cuyo legado se ha visto reflejado en los movimientos ciudadanos que a lo largo de la historia han provocado cambios importantes en la nación”.

DIRECTORIO

En su segunda visita al Palacio Legislativo, el mandatario dijo estar dipuesto a colaborar con los diputados para fortalecer el legado de la Independencia. “Es obligación de los guatemaltecos recoger ese ejemplo y fortalecerlo, así como es un deber de los dignatarios interpretar los mensajes que contiene ese documento, donde quedaron plasmados los ideales de nuestros ancestros por lograr una convivencia armónica”. En esta sesión solemne participaron los presidentes de los tres poderes, y fueron invitados especiales los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en el país, así como representantes de organismos internacionales.

Director General: Héctor Salvatierra. Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo. Edición: Otoniel Martínez. D Museo de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén. Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

3

Fotos:Willy Estrada

Las cifras Fotos:AFP

381 mil

412 migrantes llegaron a Europa por el Mediterráneo desde enero de este año. Otros 2 mil 850 perdieron la vida en el viaje o fueron reportados como desaparecidos, dijo el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Del total, 258 mil 365 llegaron a Grecia.

4 mil

s 3 poderes y representantes diplomáticos.

siste a e El Presidente se refirió a los contenidos del Acta de Independencia.

400 millones de habitantes tendrá África en 2100, lo que cuadruplicaría los mil 200 millones de este año, de acuerdo con las proyecciones del francés Instituto Nacional de Estudios Demográficos, el cual acotó que hay 7 mil 300 millones de personas en el orbe.

Cuento 101

Los ojos culpables

Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió: -Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios. Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo: -¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor. Ella le respondió: -No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios. A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía: -La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado. Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta. Ah’med Ech Chiruani

Diseño Gráfico: Héctor Estrada, Scarlett Pérez y David Estrada. Corrección: Jorge Mario Juárez. Internacionales: Édgar Quiñónez. Digitalización: Boris Molina. ez.


4

Abecedario

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

La mujer que barre

Sandra Ponce estaba deprimida. Su pasaje en San Ramón se veía igual que su ánimo: sucio, feo, desgastado. Un día decidió salir a barrer y no paró hasta transformar toda la cuadra: destapó las veredas, pintó las paredes y construyó un jardín bajo la pasarela que antes era un microbasural. En 2013 ganó el premio Mujer Impacta por recuperar espacios públicos y generar lazos en la comunidad. Esta es la historia de una chilena que transformó la pala y la escoba en la insignia de la cohesión social en su barrio.

“Ahora dan ganas de vivir acá. Todo está limpio, en armonía”, dice Sandra.

Stefanía Doebbel* ay tres hombres que se fueron de la vida de Sandra Ponce (49). El primero fue su marido, con quien tuvo a sus cuatro hijos mayores, que un día partió al norte prometiendo más oportunidades para la familia y nunca regresó. El segundo, padre de su quinta hija, se cayó en un curso de rescate en alturas y un par de meses después murió con los 62 puntos en la cabeza que lo habían dejado con movilidad reducida. El último, y el más importante, fue su padre, quien murió de un infarto. En 2010, con el peso de las tres partidas encima, Sandra cayó en una depresión profunda. Estaba ida de su cuerpo, zombi de una vida que ya no le hacía sentido. Dejó de trabajar en su negocio de camisería de lujo, botó las revistas de moda que tanto le gustaban, los discos de Cat Stevens con los que cosía en su taller. Pasaba las tardes sentada en la entrada de su casa, pegada en el asfalto, con la mirada perdida en los recuerdos de cuando ella era joven, guapa, y caminaba por ese pasaje con sus tacos altos, con el traje impecable de dos piezas, a vender sus camisas hechas a mano al centro de Santiago,

con sus cuatro cabros chicos, dos en cada mano. Una Sandra fuerte, decidida, segura de que saldría adelante. Pensaba en cómo se le habían ido escurriendo los sueños: ir a la universidad, salir de ese barrio del que nunca se había sentido parte y que había tenido que esconder cada vez que sus clientes adinerados le preguntaban de dónde venía. Sandra nació y creció en San Ramón. Fue una niña inquieta, lectora, que soñaba con superarse y ser médico. A los 16 años quedó embarazada y la expulsaron del colegio. Se casó y, ya con dos hijos, se matriculó en un liceo 2×1 para sacar su cuarto medio. “Quería salir adelante, ir a la universidad. Estudiaba en la micro, a veces de pie. De noche, cuando mis niños dormían”, recuerda. Ya con cuatro hijos y con un marido que nunca volvió del norte, Sandra entendió que no sería doctora y tomó un curso de corte y confección para abrir su propio taller. Le fue bien. Volvió a enamorarse y quedó embarazada por quinta vez. Pero de golpe, en 2010, su pareja y su padre murieron el mismo año. La vida se le fue a pique. En una de esas tardes de 2011, mientras estaba sentada en la vereda fuera de su casa, su hija Anaís, entonces de 5 años, la sacó del letargo

y le preguntó si podía ir a jugar a la esquina. En la intersección de Chorrillos con Independencia, en San Ramón, había otros dos niños jugueteando con unas cajas de basura, armando una casita de cartón. A Sandra la imagen no le hizo gracia: además de que los chicos estaban rodeados de escombros, esa esquina siempre le había generado desconfianza. La ponían nerviosa los autos con música a todo volumen que paraban ahí, los encuentros rápidos entre hombres de cadenas brillantes, los grupos de jóvenes que rayaban las paredes con dibujos del Colo. Tráfico. Delincuencia. Basura. Eso era lo que se le venía a la cabeza cuando miraba su calle. “No”, le dijo a su hija, y la agarró fuerte del brazo. “Es muy peligroso”.

Limpieza profunda

“Cuando uno pasa por una pena tan grande, como que se te para el tiempo. No avanza nada, te quedas pegada. En ese periodo que estuve mal, estancada, pude mirar a mi alrededor y ver qué pasaba en mi barrio. Me di cuenta que no quería estar ahí, que no me gustaba mi entorno. Miraba a las mamás que dejaban que sus niños estuvieran en la calle, rodeados de basura como si no les importara. Pero a


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015 Fotos: Carolina Vargas

La gráfica muestra el lugar antes de ser transformado por el poder de la escoba.

“Desde que construimos este espacio ya nadie tira ni un papel al suelo. Y si hay basura, la gente la recoge. Los vecinos ahora sienten que tienen algo bonito, algo que cuidar”, dice Sandra. poco a poco, primero por su pasaje, luego por la calle Independencia. Había algo en ese movimiento repetitivo, mecánico, de arrastrar de atrás para adelante la escoba, que la impulsaba a seguir, que le daba fuerzas. Pero la gente empezó a mirarla raro, a cuchichear diciendo que estaba loca. “Al principio no tenía una intención clara. Fue como una inercia y la gente no entendía por qué me la pasaba barriendo. Los primeros días, me daba vergüenza, salía de noche y barría en silencio. Pero de repente dejó de importarme y me di cuenta que estaba produciendo un cambio, que tenía que seguir”, recuerda. Sandra barría sin música, sin hablar con nadie, sin dejar que ningún pensamiento le ocupara demasiado la cabeza. Solo barría y observaba a sus vecinos. Se aprendió sus horarios, sus comportamientos, sus mañas. “Me sentaba en la cuneta y miraba a mi alrededor. Tenía identificado quiénes hacían tráfico, quiénes eran drogadictos o alcohólicos. Me sentaba y solo los miraba”, dice. Pero pronto su escoba empezó a barrer más profundo. Junto con remover la pena que tenía pegada en el cuerpo, sacudió la capa de prejuicios con que había cubierto a sus vecinos. “Poco a poco fui hablando con la gente que me rodeada, fui entendiendo sus historias. Era gente muy sola. Los que antes para mí eran delincuentes empezaron a convertirse en gente buena. Los alcohólicos en personas necesitadas de cariño; los grafiteros en cabros buenos que creían en algo, que tenían pasión”, recuerda Sandra.

Un territorio sin marcas

El área jardinizada es ahora un referente de encuentro comunitario.

mí sí. Ese día que no dejé a mi hija hacer algo tan natural como salir a jugar, me di cuenta que algo estaba roto y que tenía que cambiar”, recuerda Sandra. Su hija le insistió y Sandra terminó por ceder. Eso sí, le dijo: “primero déjame limpiar”. No estaba dispuesta a que su hija jugara en esas condiciones. Entonces, tomó una escoba y una pala y empezó a barrer su pasaje. “Yo siempre le hacía el quite a la calle. Había tanta suciedad.

Estaba lleno de tierra, no había ni cuneta. Había sillones rotos, tarros de basura dados vuelta. No había por dónde pasar, era una cuadra enteramente grafiteada, los murales, los postes, las entradas de los pasajes”, dice Sandra. Esa tarde Sandra logró dos cosas: recoger 8 sacos de basura de su pasaje y quebrar el estado de inactividad que la tenía presa. A la mañana siguiente, sin pensarlo, se levantó a barrer. La mañana después hizo lo mismo. Iba avanzando

Tres vecinos se sumaron a la cruzada de limpieza de Sandra: la señora Chela, de 75 años, con la que limpió esta pasarela que estaba llena de escombros; Claudio, que es químico y estaba deprimido, y Sebastián, que es zapatero y alcohólico. “Limpiar la calle y armar un jardín lo alejó del trago. Para todos nosotros barrer y limpiar ha sido una terapia”, explica Sandra. Pronto los vecinos empezaron a notar el cambio en el entorno y se sumaron a la cruzada de Sandra. Primero se unió la señora Chela, de 75 años, con quien se propusieron la tarea de limpiar toda la calle Independencia desde Vespucio hasta la calle Bolivia, comprar pintura para limpiar los murales rayados y sacar toda la basura que había en la pasarela que cruzaba Américo Vespucio, donde se había formado un microbasural. La tarea de pintar las paredes no fue fácil. Los barristas de Colo-Colo se oponían a que su territorio quedara sin marcas. “Recuerdo que los chiquillos llegaron y me dijeron que cómo les iba a quitar su murales del Colo; yo les dije, que igual íbamos a pintar de blanco. ‘Va a ser como que traspasen su parte alba a su barrio’. Entonces me aceptaron y me pidieron dejar solo una carita chica del indio del Colo en un poste, porque era un recuerdo de un amigo que había

5


6

iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Sandra piensa que la fe y la escoba pueden mover montañas.

fallecido. Hasta el día de hoy es lo único que no está blanco”, dice. A Claudio, químico, 56 años, y el tercero de la cuadrilla, Sandra lo conoció de malas. Mientras ella limpiaba fuera de su casa, él salió y le dijo que cómo se le ocurría estar barriendo su entrada. “Le daba vergüenza que alguien ajeno le limpiara la casa, así que salió y me pidió que no lo hiciera. Yo le respondí que lo iba a hacer aunque él no quisiera y entonces él sacó su pala y su escoba y nos pusimos a barrer juntos. Ahí caché que su mal humor era porque estaba pasando por una depresión muy fuerte. Hijo único, solo, los dos padres fallecidos, Claudio sufría del mal de Diógenes: acumulaba todo. Su casa era un basural. Nos demoramos un año en limpiarla y ahora somos mejores amigos”, cuenta Sandra.

El jardín de San Ramón

Por último se sumó Sebastián, de 47 años, zapatero, alcohólico, quien encontró en el trabajo de limpiar la calle y construir el jardín, la forma de alejarse del trago. Un día, con la desesperación a tope por tomar, se levantó a las 3 de la mañana a regar el jardín buscando calmar el ansia. “Igual que para nosotros, esto era una terapia para él. Nos sacaba de lo negativo, nos hacía sentir que estábamos dando algo a nuestra comunidad. Lamentablemente él estaba muy mal y murió el año pasado de un paro cardiaco. Pero su último tiempo lo dedicó a ayudar a su comunidad”. A un costado de la autopista Vespucio Sur, a la altura de la calle Independencia, bajo la pasarela enrejada que cruza la avenida, hay un pequeño jardín florido. Un camino de tierra,

“Cuando uno pasa por una pena tan grande, se para el tiempo, no avanza, te quedas pegada. En ese periodo miré a mi alrededor y pude ver qué pasaba en mi barrio. Me di cuenta que no quería estar ahí, que no me gustaba mi entorno”. delimitado con piedrecitas, hace una diagonal que pasa al lado de un árbol de melia grueso, frondoso, que ocupa el lugar central del jardín. A su alrededor hay cerezos, araucarias, álamos, flores corona del inca, flores de laurel y una palmera de Phoenix. En las paredes que arrinconan el jardín se mantiene, muy bien cuidado, un mural con la cara del indio Colo-Colo y otro con la bandera mapuche. A los pies de las paredes hay ligustrina, palque, cardenales, maravillas, filodendros, rosas, suspiros, portulacaria, aloe, doca, cabellera de reina y varios tipos de cactus. Justo al otro lado del camino de tierra, una pequeña huerta con yuca, yerbas medicinales y hortalizas de temporada cierra el jardín hacia la calle Independencia. Toda la tierra, las plantas, las flores, los materiales de las cercas y canastos, fueron donados por los vecinos, que poco a poco fueron llegando al jardín gracias a los esfuerzos de Sandra y su cuadrilla.

Un hombre joven pasa por el caminito y, sin que nadie le diga nada, recoge del suelo una servilleta y una tapa de una botella de bebida y los tira en uno de los dos canastos de basura de madera del jardín. Sandra sonríe. “Desde que construimos este espacio ya nadie tira ni un papel al suelo. Y si hay basura, la gente la recoge. Los vecinos ahora sienten que tienen algo bonito, algo que cuidar, que nos une a todos. Esta pasarela solía ser peligrosa. Había asaltos, era un centro de tráfico. Todo eso se ha corrido y hoy es nuestro espacio de encuentro, es un símbolo para la comuna”, dice Sandra. En 2011, con la ayuda de varios vecinos, Sandra organizó la primera Navidad en el jardín de San Ramón. Todos los vecinos pusieron mil pesos y se inventaron juegos para los niños, se instalaron piscinas plásticas en la calle y un grupo de jóvenes recién mudados a la comuna tocó música. A partir de ese momento la plaza-jardín se convirtió en el espacio para hacer actividades comunitarias: celebrar el Mes de María, Cuasimodo, la noche de los difuntos. En el año 2013 Sandra ganó el premio Mujer Impacta por los cambios que generó en su barrio al contribuir a sacar la basura, los prejuicios, la desesperanza y a aumentar la cohesión social de su barrio. “Ahora dan ganas de vivir acá. Todo está limpio, en armonía, estamos integrados como vecinos, nos preocupamos del otro. Ahora solo queremos apoyo de la Municipalidad para mantener el jardín y para seguir ampliando los espacios verdes en la comuna. Queremos seguir contribuyendo al bien común de San Ramón”, dice Sandra. *Revista PAULA


Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Gavetas

José Batres Montúfar

7

DCA, 24 de abril de 1931.- Juzgando a nuestros poetas, dice José Martí: “José Batres nació en El Salvador. Supo francés e italiano: leyó a los enciclopedistas y a Casti; ciñó espada y tañó el laúd; vivió digno y murió joven [35]; temía no gustar y gustará siempre. Alma grandiosa, cantó con metro épico afectos concentrados y sobrios. Sufrió como Bécquer, amó como Heine, cantó poco porque tenía poco grande que cantar. Murió de vida como el autor de las “Rimas”. Se reía, pero se moría. Un verso de Pepe Batres no se olvida nunca. Hubiera sido amigo de Manuel Acuña. El era pulcro, casi adamado observador, temido, agudo. Superior al mundo habitual, se vengó de él, ¡oh noble alma!, legándole a modo de pinturas, inimitables y vivacísimos poemas.” “Como Ercilla la heroica, manejó Batres la octava burlesca. Ningún consonante le arredra y de intento, como Bretón, los amontona difíciles y como Bretón triunfa siempre de ellos. Sus descripciones, ora gráficas en una frase, ora ricas de vericuetos y detalles; sus pintorescas enumeraciones, la burlona amargura con que flagela el falso pudor, la necia petulancia, la monjil severidad, la vanidad ridícula; los raros, desusados y valientes giros con que matiza su lenguaje; la rica instrucción literaria que revelan sus naturales alusiones, el seductor descuido, las inagotables sales; los punzantes episodios; la filosófica sensatez; el castizo abandono de aquel ingenio genioso que sabía elevarse como águila, gemir como la paloma y vivacear como la ardilla, hacen del vate guatemalteco injustamente olvidado por los que estudian América, una extraña figura pálida, profunda, entera, hermosa y culminante.” “Desdeñó el amor con amorío y lo profesó como religión. Fue mal político, leal hermano, notable músico, profundo conversador, bravo soldado, excelente prosista y gran poeta. No tiene tumba. Descansa en la memoria de sus enorgullecidos compatriotas. Donde escribió, grabó. Donde censuró, curó. Lo que imitó realizó. Desconfió de sí mismo y amó puramente. He aquí su epitafio.”

Foto aparecida en el DCA del 24 de abril de 1931.


8

Reporte en V

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

El quetzal:

Fotos: Cortesía Elisa Mencos

historia milenaria Elisa Mencos*

uatemala, tierra del quetzal, de la eterna primavera, la de los muchos idiomas y las diversas caras. Tiene un pasado y un presente complejo, llenos de reminiscencias de la historia maya. Entre los distintos elementos que han acompañado al país en este largo caminar se encuentra el quetzal, símbolo patrio, compañero y nahual de Tecún Umán, “el de las plumas verdes” como lo describe Miguel Ángel Asturias en el poema dedicado a este personaje histórico. El quetzal es uno de los símbolos con los que los guatemaltecos se relacionan desde hace aproximadamente dos mil años. Durante la época prehispánica fue una imagen importante, no solo por el comercio derivado de la belleza de sus plumas, sino que también por su simbología. Con el tiempo este no desapareció, sino que encontró nuevos espacios, llegando a convertirse en símbolo patrio y una constante en la imagen de Guatemala. Es parte de la familia de los trogones. El nombre científico del quetzal es Pharomachrus mocinno, la segunda parte de su nombre es en honor a José María Mociño, quien fue miembro de una expedición botánica que recorrió la Nueva España, la cual fue financiada por Carlos IV. En la misma se recolectaron varios ejemplares de esta ave, pues a nivel científico es representativa de la nubliselva de Alta y Baja Verapaz (áreas montañosas, subtropicales y húmedas), donde abundan los helechos, las bromelias y las orquídeas como parte de una vegetación tupida.

A lo largo de la historia del país, algunos símbolos han sido utilizados por aproximadamente 2000 años, entre ellos se puede mencionar la Ceiba Pentandra y el Quetzal, Pharomachrus mocinno. La altitud de estas montañas oscila entre los mil 300 y los 3 mil 500 metros, por lo que son áreas nubosas y lluviosas. Durante la época prehispánica sus plumas se convirtieron en uno de los bienes de prestigio más codiciados, formaban parte del atavío de los gobernantes como lo muestran las distintas representaciones de estos. Los quetzales eran importantes por el color verde esmeralda de sus plumas, así como su largo (30 cm). Solo los machos tienen esta característica de plumas largas, la cuales están en grupos de tres o cuatro por ave, lo que las hacía un objeto de intercambio y tributo escaso y codiciado. El color iridiscente de sus plumas se debe probablemente a la presencia de melanina en las plumas del ave en combinación con su característica de reflejar la luz. Estas, también eran utilizadas para adornar ofrendas, afirmando de esta manera su valor. Su presencia en el arte maya se remonta al Preclásico Tardío (100 A.C.), al ser parte de los murales de San Bartolo en el tocado de una de las figuras femeninas.

El quetzal era símbolo de fertilidad, abundancia y poder en la cosmovisión mesoamericana, además de ser un regalo para los dioses como lo han apuntado Mark Zender y Andrea Stone en sus investigaciones. Es mencionado en el Popol Vuh y en los libros del Chilam Balam, así como en la Recordación Florida escrita por Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán y el Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala de Domingo Juarros y Montúfar. El jeroglífico usado para representarlo en la escritura maya, muestra una cabeza de quetzal con dos características principales: una cresta ondulada y un pequeño pico. Entre los usos que ha tenido la palabra K’uk (como es llamada esta ave) se puede mencionar como parte del nombre de lugares o edificios. Según Bernal Romero (2010), uno de ellos es la Casa del Quetzal Resplandeciente o K’inich K’uk’ Naah en Palenque. Tiempo después, en la oración eucarística de Isidro Sicilia y Montoya, Guatemala por Fernando Séptimo el día 12 de diciembre de 1808, se personifican las cuatro épocas de la monarquía de Guatemala. Según la descripción encontrada en dicho documento, cada una está vestida y adornada conforme al objeto de su representación, estas son acompañadas de un cordón con el que registraban su historia a través de nudos y lazadas. La Guatemala quiché se muestra coronada por un tocado de plumas, con las flechas al hombro, el arco en la mano derecha, además del quetzal como insignia propia de esta nación. En el cordón se leen los nombres de los siete Reyes.


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Guatemala por Fernando Séptimo, 1808.

Haroldo Rodas presenta en un artículo publicado en 1998 titulado “La influencia prehispánica en el Neoclásico de Guatemala”, durante la Federación Centroamericana, la portada de la Constitución de la República Federal de Centroamérica, con el pórtico de un edificio neoclásico. En el centro se aprecia el escudo y un quetzal, símbolo de poder y linaje prehispánico. Completa la escena una mujer vestida con un traje que simula ser prehispánico como símbolo de la presencia y aporte de las etnias para la construcción del nuevo proyecto de nación. En una versión de la Constitución del Estado de Guatemala de 1825, ya no se observa la figura del quetzal o la mujer, sin embargo en la parte superior del escudo está el penacho de plumas, que posiblemente sustituye a los elementos antes mencionados para dar la misma idea de reconstrucción de la nación. Rodas agrega que: “La presencia indígena es manifiesta, pero desde un orden ilusorio, ya que se le tomó como un recuerdo del pasado, pero no se le incluyó dentro de los preceptos constitucionales” (1998:173). En una segunda etapa del neoclásico en Guatemala, Rodas señala, que lo requerido por parte de los grupos mayas era el cumplir con su papel como mano de obra para instaurar la base de la nueva economía y fortalecer el sentido de Nación.

Nuevo escudo

En el Decreto 33 del 18 de noviembre de 1871, se elige el nuevo escudo nacional con el quetzal como parte de este. Se establece que el escudo estará compuesto por 2 rifles y 2 espadas enlazadas con ramas de laurel sobre un campo celeste claro. En el centro se ubicará un pergamino con la leyenda “Libertad, 15 de Setiembre de 1821”. En la parte superior de este se ubicará un quetzal, símbolo de la independencia y la autonomía de la Nación. También, se declara al quetzal como símbolo patrio, encarnando los mismo valores que simboliza en el escudo. Después de esta fecha se observa un aumento en el uso de la imagen de esta ave en las portadas de los libros publicados por el Estado. En el libro Guatemala. The land of the quetzal por William T. Brigham, de 1887, al

Sello postal de 1903.

Guatemala. The land of the quetzal. 1887.

hablar de la belleza de esta ave, menciona que no puede sobrevivir en cautiverio aunque se le atrape siendo joven. Agrega que sus plumas son apreciadas y que antiguamente solo eran usadas por la élite. En la Geografía de Guatemala de Salvador Escobar publicado en 1899, se dice que el quetzal ha simbolizado la libertad, y agrega que proviene de los bosques de la Verapaz, y resalta la espléndida belleza de su plumaje. En 1903 se publicó un ensayo épico dedicado a Utatlán, escrito por Alberto Mencos. En el Canto II describe al quetzal de la siguiente forma: “Ave hermosísima, peculiar de las altas montañas del Occidente y Norte de Guatemala. Es de regular tamaño; de color verde con cambiantes dorados y el pecho rojo. Se distingue por su cauda, compuesta de 3 o 4 plumas largas, ligeramente encorvadas, las que cuida de no lastimar. Una especie de penacho de plumas finísimas que le orna la cabeza, le da un

aspecto extrañamente bravío. Se supone haber sido el ave sagrada de los quichés: hoy simboliza la independencia de la República” (Mencos 1903:81-82). La imagen del quetzal también se utilizó en varios sellos postales de finales del siglo XIX y principios del XX. Lo anterior demuestra que a lo largo de la historia del país, algunos símbolos han sido utilizados por aproximadamente 2 mil años, entre los se puede mencionar la ceiba y el quetzal. Para los mayas, este último, era signo de fertilidad, poder y riqueza. Para la República de Guatemala es libertad, independencia y autonomía de la nación. Este ejemplo ayuda a entender cómo un mismo símbolo puede tener sentidos distintos dependiendo del contexto temporal en el cual fueron adoptados. Es decir que nuestra historia republicana está conectada con el mundo maya de un modo que antes no se había considerado. * Arqueóloga

9


10

Contando el tiempo

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Luisa Moreno lideresa de los

movimiento de artistas bohemios que en esa época concurría en esa ciudad, entre quienes estaba el pintor Diego Rivera. Allí fue publicado su primer libro de poemas, El Vendedor de Cocuyos, cuando tenía sólo 20 años. Fue en México donde contrajo nupcias con Miguel Ángel De León, un pintor guatemalteco, con quien tuvo una hija. Juntos los tres se marcharon a buscar nuevas aventuras a la ciudad de Nueva York a finales de 1920. Esta era la época de la Gran Depresión, y Blanca Rosa tuvo que dedicarse a costurar en una fábrica del Spanish Harlem, distrito hispano de esa ciudad, para poder mantener su hogar.

Liga de las Costureras

La vida de Luisa estuvo dedicada a luchar por los migrantes.

Efraín Figueroa* uisa Moreno nació en 1907 en la ciudad de Guatemala. Hija de Ernesto Rodríguez Robles, un exitoso cafetalero, y de Alicia López Sarana, dama de la sociedad guatemalteca, fue bautizada con el nombre de Blanca Rosa. De tez clara y aspecto delicado, sus facciones escondían desde joven una resolución muy fuerte. Blanca Rosa fue enviada cuando apenas contaba con 9 años a Oakland, California, para continuar sus estudios primarios en la escuela de un convento religioso. Cuatro años después regresó a Guatemala, una señorita con vocación y sueños de ser poetisa y escritora, dispuesta a continuar sus estudios. Pero se encontró con que las muchachas no eran admitidas en la universidad. Entonces fundó, junto con algunas de sus amigas, la Sociedad Gabriela Mistral, inspirada por la poetisa y feminista chilena, para abogar por el acceso a la educación de las mujeres de su país, y poder publicar en la revista literaria de esa nueva sociedad. A los 19 años, buscando independencia, se dirigió a la ciudad de México, donde trabajó como reportera para un periódico, y se unió al

Fue durante ese trabajo que Blanca Rosa tomó conciencia de las condiciones miserables de vida de los trabajadores, y fundó la “Liga de las Costureras”, organización para exigir mejores condiciones laborales. Más adelante se unió al Centro Obrero de Habla Hispana, y temporalmente al Partido Comunista estadounidense, membresía que la dejaría marcada para sucesos posteriores. En medio de un tumultuoso matrimonio, abandonó Nueva York con su hija en 1935, y se marchó a Florida. Allí organizó a los trabajadores fabricantes de cigarros, cuando trabajaba para la Federación Americana del Trabajo. Fue en esa época cuando se cambió el nombre por otro cuya connotación étnica y de clase contrastaba con el original: Luisa Moreno, una obrera común y corriente. Este fue su nombre de batalla en sus luchas de los años venideros por organizar a los trabajadores en Florida, Texas, y California. En 1938, como miembro de la Unión de Trabajadores Envasadores, Agrícolas, Empacadores y Afines de América, organizó a los desgranadores de nueces de San Antonio, Texas, en su reclamo por un mejor pago. Más adelante, trabajó con los laborantes de las plantaciones en el Valle del Río Grande, Texas. Posteriormente, en 1939, fue una de las fundadoras del primer Congreso de Pueblos de Habla Hispana en los Estados Unidos, organización que perseguía dar fin a la segregación en lugares públicos, en la educación, vivienda y trabajo. Ante la Convención del Comité Americano para la Protección del Inmigrante de 1940, pronunció en Washington D.C. su discurso “La Caravana de Penas”, con el que denunció la dura vida y el mal trato del trabajador inmigrante. En Los Ángeles y San Diego organizó en los años 1940 a los trabajadores de las procesadoras y envasadoras de alimentos, en su mayoría mujeres mexicanas y judías rusas, para conseguir mejores condiciones de trabajo. Allí, Moreno se convirtió en la primera latina miembro de un consejo estatal del Congreso

Luisa Moreno con su hija , Mytyl , en 1945, fotograf

de Organizaciones Industriales (CIO, por sus siglas en inglés). En sus últimos años en San Diego, Luisa Moreno se esforzó en exponer y parar la violencia y maltrato contra los jóvenes hispanos por parte de personal de la base naval y la Policía, y abogó por el trato justo para los hispanos en las fuerzas armadas. En 1948, el Servicio de Inmigración estadounidense comenzó un proceso de deportación para Luisa Moreno, por sus “actividades antiamericanas”, terminología que se utilizó en contra de intelectuales, profesores, científicos, políticos, y ciudadanos comunes con algún nexo o simpatía con el Partido Comunista. Durante más de 20 años de activismo Luisa no se había preocupado en obtener la ciudadanía estadounidense. Estos eran los tiempos de la histeria anticomunista en el país del norte. En un último momento, el FBI ofreció darle la ciudadanía a cambio de que declarara en contra de otro líder de los trabajadores de esa época. Luisa se negó, y con su nuevo esposo, salió de los estados Unidos en 1950. Nunca más pisó territorio estadounidense.


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

o: poetisa y inmigrantes

Fotos: Archivo

“Podrán deportarme a mí... pero no podrán deportar a toda la gente con la que trabajé, y con quienes se lograron muchas cosas para el beneficio de cientos de miles de trabajadores, cosas que jamás podrán ser destruidas”. Luisa Moreno en la convención CIO de 1949 en California.

fía rescatada de un álbum familiar.

De regreso en Guatemala ese año retomó su nombre original de Blanca Rosa, y participó en actividades progresistas del entonces presidente Jacobo Árbenz. En particular, se entregó a una campaña de alfabetización para las mujeres en las comunidades indígenas del altiplano. Pero tampoco ese sueño tardó mucho: con el derrocamiento del presidente Árbenz, se marchó de nuevo a México. Con una estadía temporal en Cuba, donde trabajó como traductora, Blanca Rosa se radicó, luego de la muerte de su esposo, en Tijuana, México, administrando una galería de arte, otra de sus pasiones. Allí fue visitada por los futuros dirigentes de los trabajadores inmigrantes de California, César Chávez y Dolores Huerta, buscando sus consejos. A mediados de los años 1980, con 73 años de edad y padeciendo quebrantos de salud, Luisa quiso viajar a los Estados Unidos para recibir atención médica, pero le fue denegada la entrada. Se trasladó entonces a vivir con familiares que le quedaban en la ciudad de Guatemala. Allí falleció el 2 de noviembre de 1992.

11

Fue una decidida defensora de los derechos de las mujeres trabajadoras.

El legado de Luisa Moreno, como ella misma lo predijo, persiste hasta el presente. Al ser deportada pronunció: “Podrán deportarme a mí... pero no podrán deportar a toda la gente con la que trabajé, y con quienes se lograron muchas cosas para el beneficio de cientos de miles de trabajadores, cosas que jamás podrán ser destruidas”. El aporte de Luisa Moreno, activista protagonista y ciudadana del mundo, dejó huella indeleble en las personas con quienes compartió su vida. Una de esas personas es Vicki Ruiz, Profesora Distinguida de Historia y Estudios Latinos/Chicanos de la Universidad de California, Irvine, quien recibió la Medalla Nacional de Humanidades de manos del presidente estadounidense Barack Obama el pasado 10 de septiembre de este año. Durante sus estudios de postgrado, a principios de los años 1980, la Dra. Ruiz tuvo la suerte de encontrarse con Luisa Moreno. Al conocer su asombrosa historia, le dijo muy entusiasmada: “¡Voy a escribir mi tesis doctoral acerca de usted!”. “No”, le contestó ella. “Escribe tu tesis acerca de las mujeres que trabajan en las empacadoras de California. ¡Búscalas!”. Ese fue el comienzo de una productiva carrera, rescatando historias de mujeres latinas que lucharon por los derechos civiles y laborales en los Estados Unidos. Posteriormente, la Dra. Ruiz conformó la biografía de Luisa Moreno, de donde hemos extraído parte de esta información. * Investigador en Física Aplicada.


12

Tragaluz

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Contra El Quijote

Fotos: Archivo

Se cumplen 400 años de que se publicara la segunda parte de El Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, conocido también como el Manco de Lepanto. En conmemoración, repoducimos esta mirada crítica sobre la novela.

Ilustración de “El Quijote” de Gustave Doré.

Gonzalo Torné* iel a su cita casi diaria con la prensa la estadística ha tenido a bien informarnos que “2 de cada 10 españoles han leído el Quijote entero”. Una vez aceptada la cifra, con las inevitables reservas que despiertan las encuestas, lo más interesante del asunto han sido las reacciones. Tratándose del Quijote ha sido casi irresistible condimentar el titular con un “apenas”, un “solo”, o un “tan solo” que presagiaban el festival de quejas, lamentos y jeremiadas que ha desencadenado el dato. “Hay que ver qué perezosos los españoles y qué displicentes: pues habiéndose escrito en su idioma la joya de la novelística mundial, no van los muy vagos y no la leen ¡8 de cada 10!”. Bien mirado, el asunto puede lamentarse pero no debería sorprender a nadie. El número de españoles sin estudios superiores que bastante han tenido con tratar de pasar el día a día como han podido, sigue siendo altísimo. El “hábito lector” (pese a incluir las sagas de dra-

gones y las aventuras que cumplimenta Pérez) sigue siendo bajísimo. Y tampoco puede sorprendernos a quienes sí hemos leído el Quijote entero: una novela que invita a la lectura de reclinatorio y al babeo, pero que no solo ofrece ciertas complicaciones al lego, sino que puede aburrir al lector más motivado. Digámoslo rápido para evitar derrames: a Cervantes le cuesta bastantes páginas alcanzar el tono; la primera parte, imprescindible como es para procurarle masa y fondo a la novela, está muy lejos de los vertiginosos logros de la segunda. La primera vez que leí la novela (instigado por un profesor que ofrecía dos puntos positivos a quien entregase un trabajito sobre el “mobiliario” de la primera parte, donde apenas aparecen cuatro sillas y dos mesas) me pareció una lata, y no llegué a la segunda parte. En cierto sentido tampoco debería ser esta estadística motivo de grandes lamentaciones, a menos que uno aspire a una cultura focalizada en un único objeto cultural, algo remoto y para colmo sagrado. Un objeto que no invita a la discusión. Un objeto tan desmesurado (en la mente

que es el espacio donde se dirimen las discusiones literarias) que oculta o arrincona otros “hitos” de la literatura española como la novela picaresca o la poesía barroca. Esta obcecación con el Quijote tiende a confundir la “cultura” con la escalada, una vez en la vida, de una montaña agreste, y si te he visto no me acuerdo, en lugar de un proceso continuo que se extiende a diversos siglos y regiones y que nos acompaña mientras vivimos.

Don Quijote y Sancho

Lo que sí me parece de lamentar es que el año del centenario se nos esté pasando con debates de corte “editorial”: que si una nueva edición “definitiva”, que si una versión recortada para estudiantes, que si un texto adaptado al español “moderno”… Hasta aquí todo bien, lo que está pésimo es que la escena esté ocupada casi exclusivamente por debates filológicos, y que no hayan aparecido ni se las espere interpretaciones críticas, lecturas novedosas, discusiones vivas y creativas. Esta laguna se debe en parte a la sacralización (a un cáliz se le quita el polvo, que es el equivalente a desplazar las


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Desfacer entuertos sigue siendo una motivación cervantina válida para el mundo.

Otro centenario de la publicación del libro sagrado peninsular, debería llevarnos a escuchar con otros ojos a Cervantes. comas, pero no está sujeto a nuevas preguntas sobre su utilidad y su significado), y en parte a una desidia histórica que (con las lógicas excepciones) sí parece un rasgo peninsular. Cervantes nació en España (poco pudo hacer el hombre para evitarlo o propiciarlo), pero su impronta ha estado mucho más viva en otros países. No fueron sus compatriotas sino los colegas británicos (Sterne y Fielding, pero también Dickens) quienes mejor asimilaron las lecciones de la novela; y la interpretación más novedosa (en su momento) y todavía vigente se la debemos a un puñado de románticos alemanes. Obviamente no encontraremos un solo novelista contemporáneo que no se declare discípulo de Cervantes. ¡Faltaría más! De la misma manera que no hay un pobre diablo matriculado en una escuela de negocios que no se imagine al mirarse de perfil en la cámara del móvil como un Bill Gates en ciernes. Dejaremos para otro momento el comprometido asunto de qué hay de cervantino en la novelística española contemporánea. Limitémonos a constatar que cuando se exhibe en el debate público el espantapájaros del Quijote casi todo se resuelve en dos familias de lugares comunes: la sobada idea de que Cervantes es el primer escritor de “meta-ficción” (cosa que ni siquiera es verdad) y la regurgitada noción de que frente a la desolada realidad lo importante son las ilusiones. Bajo estas dos coartadas se han escrito unos cuantos artefactos soporíferos y una cantidad intimidante de cursiladas evasivas. Abrazar la “herencia” cervantina ni es garantía de nada ni exime de escribir bodrios deplorables. Uno echa de menos lecturas que se muevan fuera de estos lemas fosilizados; que atiendan al juego, al mutuo engaño consciente, al contagio de la personalidad, a las rivalidades que Cervantes dirime en el propio texto, qué se yo… Por no pedir interpretaciones nuevas, que sería lo deseable. Echo de menos que se discuta en

La imaginería cervantina es algo más que el flaco y el gordo.

qué medida sigue vivo el Quijote (más allá de la adhesión de compromiso) y cómo entre los escritores de hoy. No es un secreto que a uno le gustaría tener unos amigos tan inteligentes, guapos y bondadosos como fuese posible; puestos a pedir pues igual también sería mejor que en

lugar de 2 de cada 10 fuesen 3 o 4 de cada 5 los españoles que han leído el Quijote “completo”, pero entretanto quizás sería interesante preguntarnos y precisar por qué seguimos leyéndolo y para qué. *El Confidencial

13


14

Ventanas

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

Una estrella llamada Cervantes

Foto: Archivo

¿Es posible llamar Cervantes a la estrella mu Arae, y Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho a sus cuatro planetas? La Sociedad Española de Astronomía, el Planetario de Pamplona y el Instituto Cervantes llaman a votar para que el genio de las letras españolas tenga su astro en el universo. Sinc* a Unión Astronómica Internacional (IAU) ha puesto en marcha un proceso internacional para recibir propuestas y votar cómo nombrar 20 nuevos sistemas planetarios que se han descubierto en los últimos años. La comunidad astronómica española se ha fijado en uno de ellos: la estrella μ (leído ‘mu’) Arae o Ara y los cuatro planetas que la orbitan. El objetivo es que la estrella sea bautizada como Cervantes y los planetas se llamen como cuatro de los personajes de su obra principal: Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea. El sistema planetario μ Arae se encuentra a 49.8 años luz de distancia, en la constelación Ara (el altar). Los cuatro planetas hasta ahora se conocen como μ Arae a, b, c y d, aunque pronto podrían tener el nombre del autor del Quijote y sus personajes. La iniciativa parte del Planetario de Pamplona y la Sociedad Española de Astronomía. Tras varios meses de preparación, la votación internacional ya está abierta en la web NameExoWorlds de la IAU, y también se puede participar desde www.estrellacervantes. es, hasta el día 31 de octubre. El eslogan de esta campaña es “En el cielo hay una estrella de cuyo nombre podrás acordarte...” Con esta propuesta, apoyada por el Instituto Cervantes, y que prácticamente coincide con la celebración del 400 aniversario de la publicación de la segunda parte de la novela, se reclama para el famoso caballero de la Mancha, sus compañeros y su creador el lugar que se merecen entre las estrellas.

Algunos rivales de Cervantes

Daikokuten es la opción que viene desde Japón para dar nombre a la estrella. Es la principal esencia divina de Shichifukujin, un dios con siete deidades que se cree que trae buena suerte en este país oriental. En concreto, la deidad de Daikokuten es la riqueza. Lusitania es el nombre con el que los romanos llamaron a la región de la península ibérica que hoy corresponde a Portugal, y el nombre con el que los portugueses quieren rebautizar

Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho serían sus planetas.

a mu Arae. Para nombrar a los cuatro planetas esta candidatura propone nombres de origen portugués con distinto significado. De este modo encontramos Caravela, un barco utilizado para los descubrimientos oceánicos de los siglos XV y XVI; Adamastor, un gigante de la mitología portuguesa con poderes similares a Neptuno; Esperança, la que sentían los marinos lusitanos en la época de los descubrimientos; y Saudade, un sentimiento de añoranza muy recurrido como tema principal en los fados. Humantahú. Así es como llaman al Sol los Embera-Katio, un pueblo indígena que habita en los bosques de la región de Darién, entre Panamá y Colombia. Para nombrar a los planetas cercanos a Humantahú, los términos propuestos son Karagabi (el dios de la sabiduría), Dabeiba (la hija de Karagabi), Tutruica (el señor del inframundo) y Armucura (un mundo creado por Tutruica). Riza es el nombre que propone otro pueblo, el griego, cuya mitología ha servido para nombrar a muchos cuerpos celestes. Riza es una metáfora del griego antiguo que significa ‘origen

o causa’, y se aplicaría para llamar a mu Arae. Para los planetas, la candidatura helena sugiere nombres de plantas como Lotus, referente a la flor de loto; Helianthus, nombre científico del girasol; Hibiscus, símbolo de la belleza fugaz al tratarse de una flor que solo vive un día; y Camellia, una flor que muestra su esplendor a finales del invierno. Minerales es la última alternativa, que se podría calificar como global, dado que los nombres que se presentan son deseos que la humanidad lanza a este sistema planetario. El término para la estrella formula el deseo de que en su sistema planetario se encuentren nuevos minerales. El resto de deseos dan nombre a cada uno de los cuatro planetas: Otra Gaia, para desear que este planeta sea similar a la Tierra; Termas, que sería un planeta templado al que viajar en el futuro; Mysteria, para que se resuelva el misterio de la vida y, finalmente, Reitoh, un gélido planeta muy rico en minerales. * Servicio de Información y Noticias Científicas


iernes

Guatemala, viernes 11 de septiembre de 2015

15

El rosa fue de chicas a partir de 1940

Javier Girela*

uando un amigo, familiar, o persona que te roba el asiento en el metro te anuncia que espera un bebé de los que después poblarán Facebook, lo habitual es preguntar“¿Niño o niña?”. En la respuesta no buscamos el interés en conocer el sexo del retoño, sino en planificar cuanto antes si tendremos que comprar el dichoso regalo de nacimiento en tono azul, si es chico; o rosa, en el caso de que sea chica. (Luego está la gente más lista del mundo que compra todo en amarillo para no fallar, aunque ese es otro tema). Mirando el lado positivo de esta situación género-cromática, resulta práctico pintar a brochazos y clasificar en un tono definitorio a los bebés, porque de pequeños todos son iguales y puede llevar a equívoco. Pero,¿qué pasaría si esta convención social no hubiese sido así siempre? ¿Qué sucedería si tradicionalmente el rosa fuera para los niños y el azul para las niñas? Confirmamos que esto era así hasta que lo cambiamos. Hemos crecido con la idea de que todo lo rosa es de chicas y todo lo azul es de chicos, y así lo hemos continuado asociando en nuestra madurez. Sin embargo, hubo un tiempo en el que los bebés no tenían color, todos vestían de blanco nuclear y con vestido de algodón hasta los 6 o 7 años. Por un lado, el algodón blanco era más fácil de lavar y blanquear si se pringaba y, por otro, “se evitaba el riesgo de vestir al bebé con la ropa errónea y que creciera pervertido”, según Jo B. Paoletti, historiadora de la Universidad de Maryland y autora de Pink and Blue: Telling the Girls From the Boys in America. Los tonos pastel llegaron como tendencia en el siglo XIX, pero en ningún caso para definir género. No es hasta después de la I Guerra Mundial cuando encontramos la primera diferenciación entre estos dos colores. Y aquí viene la sorpresa: la revista Earnshaw’s Infants’ Department publicó en 1918 lo siguiente: “La regla generalmente aceptada es rosa para los chicos y azul para las chicas. La razón es que el rosa es un color más decidido y fuerte, más adecuado para los niños, mientras el azul, que es más delicado y refinado, es mejor para las niñas”. Esto era la tendencia y, como todo, tardó en calar en la sociedad, eso y que cada gran almacén decidía por sí mismo qué color asignar a cada sexo, como recogió la revista Time en 1927. La concepción final que tenemos hoy en día respecto a estos dos tonos, llegó hacia 1940, cuando después de la II Guerra Mundial se decidieron cambiar las cosas básicamente porque sí y porque, por moda, los revendedores decidieron establecerlo de este modo. Y nosotros, lo

Fotos: Archivo

En resumen, todos los bebés vestían fácilmente de blanco hasta que llegaron las modas y los grandes almacenes decidieron separarlos por sexos y color. Fin de la historia. Ahora que cada uno haga lo que quiera.

El blanco era el color elegido para vestir a niñas y niños hasta los 6 o 7 años. Esta convención colorística cambió.

aceptamos. O casi, porque entre que la masa lo aceptaba y el conato feminista de los años 60, en el que las madres decidieron vestir a sus hijas igual que a los chicos por la igualdad de género (hecho que provocó que durante dos años los grandes almacenes Sears no produjeran ropa de bebé rosa), las prendas sin género para bebés continuaron prácticamente vigentes hasta mediados de los 80, cuando definitivamente se asentó la idea de niños de azul y niñas de rosa. Si volvemos al inicio del párrafo anterior, a los años 40, debemos recordar el efecto babyboom tras la II Guerra Mundial, niños que, nacidos tras este periodo, alcanzaron la madurez en los 80, que crecieron con la nueva honda generocromática y que comenzaron a aplicarla a sus propios bebés a finales del siglo XX. Y aquí está la explicación. *Revista GQ.

Los colores que diferencian a los bebés por género fueron establecidos por una lógica comercial que se ha naturalizado hasta convertirse en criterio de identidad sexual.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.