iernes Guatemala, 9 de octubre de 2015 Año 3 No. 105
Foto: Archivo
David Hume el más subversivo de los filósofos
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Una semana Editorial Cuestionar lo evidente. Dudar, siempre dudar, aunque lo que se nos antoja verdadero sea del tamaño del mundo. Es lo que propone David Hume, el filósofo inglés al que dedicamos la portada de este número. En efecto, sus investigaciones lo llevaron a convencerse de que para indagar en torno a los problemas más acuciosos es vital cuestionar lo que para la mayoría resulta evidente y dudar de las certezas que se nos venden como verdades absolutas. Este empirista que tanta influencia ha ejercido en el pensamiento occidental sostiene que cada “verdad” atisbada debe contar con una suerte de dispositivo de demolición que permita el metódico e incesante reordenamiento de sus más ínfimos elementos. Por lo menos, dice, eso es lo que hace la materia con sus cosas. El otrora estudiante de Derecho que muy pronto abandonó la carrera y que alguna vez confesara haber aspirado en vano a fabricarse un prestigio como literato, llegó en su madurez a proponer un ejercicio permanente de descodificación del caos, reconociendo las limitadas capacidades sensoriales e intelectivas de los seres humanos, “guiados por ilusiones”. A partir de una especie de escepticismo constructivo, Hume quiere que todo fluya, que el río del conocimiento libere sus ataduras, que rompa las burbujas ilusorias que lo ahogan y lo encadenan a la Tierra. Todo es ilusión, insiste. Incluso el Sol que nos alumbra es un enigma. Quizá por eso ignoramos que su luz es una suma de oscuranas. Quizás por eso lo adoramos. Quizás.
Guatemala, viernes 9 de octubre de 2015
Asisten a El Cambray II
Ordenan plan para construcción de viv
Redacción
ara construir las viviendas para los damnificados de El Cambray II, el presidente A leja ndro Ma ldonado Aguirre informó en Consejo de Ministros que será el Organismo Ejecutivo el encargado de esta labor por medio de las carteras de la Defensa y de Comunicaciones, con el soporte de Finanzas Públicas. “Se harán sin contratos ni adjudicaciones a empresas, sino por administración. Queremos que sea rápido y sin burocracia”, enfatizó el mandatario. En ese sentido, habrá una evaluación de cuántos grupos familiares hay que asistir y proveer de techo. Los fondos surgirán de diferentes despachos y de donaciones internacionales. El Renap y la Municipalidad de Santa Catarina Pinula brindarán los listados de personas. Por su parte, el Congreso de la República está creando una unidad para ejecutar Q20 millones de los ahorros de ese Poder que han sido destinados para contribuir con las víctimas de este desastre natural.
Durante la reunión ministerial, fue presentada la maquet Foto: Yenifer Tiño
Las tareas de remoción de materiales y de escombros continúan en El Cambray II.
DIRECTORIO
Director General: Héctor Salvatierra. Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo. Edición: Otoniel Martínez. D Nacional: Thelma Mayén. Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández.
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a viendas
Foto: Cortesía Congreso
Las cifras
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Fotos: AFP y archivo
mil 307 pedidos de asilo recibió Alemania de enero a septiembre, de los cuales un tercio procede de Siria, informó el Ministerio del Interior, el cual destacó que, en 2014, el número de solicitudes ascendió a 200 mil. Para diciembre, se prevé que la cifra llegue a 1 millón.
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millones 800 mil toneladas es la carga que transitó por el Canal de Panamá en el pasado año fiscal, lo que representa un nuevo récord, pues la anterior marca era de 333.7 millones, que data de 2012, informó Jorge Quijano, administrador de ese paso interoceánico.
Cuento 105
ta con el modelo de viviendas proyectado.
Foto: Danilo Ramírez
No se firmarán contratos con empresas, señaló el Presidente.
El verdugo
Cuenta la historia que había una vez un verdugo llamado Wang Lun, que vivía en el reino del segundo emperador de la dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a sus víctimas, pero toda su vida había tenido una secreta aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello, posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año sesenta y seis, realizó su ambición. Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo. Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba, se dirigió airadamente al verdugo: -¿Por qué prolongas mi agonía? -le preguntó-. ¡Habías sido tan misericordiosamente rápido con los otros! Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa; se volvió hacia su víctima y le dijo: -Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor. A. Koestler/Hungría
Diseño Gráfico: Héctor Estrada, Scarlett Pérez, David Estrada y Roinel Martínez. Corrección: Jorge Mario Juárez. Internacionales: Édgar Quiñónez. Digitalización: Boris Molina. Museo de la Tipografía
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Abecedario
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David Hume
El más sub
David Hume defendió una postura de desconfianza y crítica a las explicaciones racionales de la realidad, lo que fue considerado en más de un caso un rechazo del trabajo científico. Sin embargo, el filósofo escocés defensor del empirismo está de vuelta en las discusiones intelectuales de nuestro tiempo, poniendo una nota de exigencia mayor a las formulaciones teóricas que cada época crea para entender el mundo.
Gerardo Laveaga*
uando yo era niño aprendí en la escuela que había 9 planetas en el sistema solar y que los virus no eran seres vivos sino “agentes infecciosos”. Hoy, mis hijos aprenden que hay 8 planetas y, a juzgar por recientes declaraciones de algunos biólogos, los virus se considerarán, muy pronto, el cuarto dominio de la vida, al lado de las bacterias, las arqueas y los eucariotas. ¿Significa esto que, de entonces a la fecha, conocemos mejor el universo? El bondadoso, simpático y gordiflón David Hume (1711-1776) no lo habría creído así. Y habría que tomar en cuenta su opinión, pues le bon David, como se le conoció cuando prestó sus servicios como secretario de la embajada de Inglaterra en Francia, es uno de los filósofos que más han influido en la forma en que vemos y desciframos nuestro entorno. Hume atisbó los límites del conocimiento y se mofó tanto de las pretensiones de objetividad como de las especulaciones metafísicas. A tal grado que Kant inició la construcción de sus ininteligibles armatostes teóricos solo para refutarlo. Lo mismo ocurrió con Hegel. Pero, como advirtió Nietzsche, “una sola página de Hume vale más que toda la obra de Hegel”. Hume nació en Edimburgo en 1711 y, en su brevísima autobiografía, que no ocupa más de 15 cuartillas, confesó que su “pasión dominante” fue su “deseo de fama literaria”. No la consiguió con la que hoy se considera su obra capital -el Tratado de la naturaleza humana-, pero su Historia de Inglaterra y, sobre todo, sus ensayos, se la proporcionaron a raudales. A pesar de su afabilidad y de la simpatía que despertó en algunas mujeres, fue un solterón empedernido. Eso sí, no hubo tema que le amedrentara a la hora de escribir: el suicidio, el dinero, los partidos políticos, el buen gusto, los impuestos, las supersticiones, los milagros, el matrimonio, el amor… Sus ensayos suelen dar en el blanco y se leen con pasmosa facilidad. No conozco uno solo de ellos al que pueda calificar de obsoleto. A diferencia de filósofos como Aristóteles, que empeñaron su vida en hallar “la verdad” -que la Tierra era el centro del universo, por ejemplo-, Hume desconfió de las certezas. No llegó a afirmar, como otros escépticos, que el mundo no existiera, pero fue, desde luego, un empirista radical. Para empezar, dudó de que todo tuviera una causa. O, para decirlo con precisión: de que los hombres pudiéramos determinar las pretendidas causas de las cosas. El ejemplo de las bolas de billar, que él mismo propuso, es elocuente: Si una bola negra golpea a una roja y esta se mueve… ¿Fue la negra la que causó el movimiento de la roja o fue el golpe que el jugador dio con el taco? Si la bola negra hubiera golpeado un extremo
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bversivo de los filósofos de la mesa de billar ¿habría movido la mesa? Si la respuesta es no, sería absurdo atribuir el movimiento al golpe. Entonces, ¿la causa del movimiento de la bola roja fue la fricción con la negra, combinada a su forma esférica? ¿Y si la bola roja hubiera sido de piedra? ¿La causa del movimiento fue, pues, la forma y ligereza de la bola roja? ¿En qué momento el contacto de la bola negra la hizo moverse? “La verdadera cuestión”, escribió Hume, “es si todo objeto que empieza a existir tiene que deber su existencia a una causa; y yo afirmo que esto no es ni intuitiva, ni demostrativamente cierto”. ¿Podemos determinar la causa de la lluvia o del viento? ¿No será que solo podemos describir los fenómenos anteriores a que ocurra una tormenta o un huracán? Los terremotos son causados por un deslizamiento de placas tectónicas, enseñan los sismólogos, pero, ¿qué causa el deslizamiento de esas placas?
hoy podía perder sentido mañana. Einstein murió frustrado por no haber logrado refutar la “incertidumbre” que predicaron Niels Bohr y los promotores de la física cuántica, quienes sostenían -y siguen sosteniendo- que los principios que rigen a los cuerpos visibles no rigen a las partículas subatómicas, las cuales se rigen por reglas cambiantes y hasta aleatorias. A propósito de Dios, Hume consideraba que este no era sino la respuesta que damos a aquello que desconocemos. A quienes le preguntaban cómo explicaba que hubiera mares, árboles y montañas, les respondía que, en efecto, un dios podría ser la causa. Pero también diez… o ninguno. No había un solo elemento que pudiera de mostrar cualquiera de estas hipótesis. Este agnosticismo le costó que le negaran la cátedra de filosofía moral de la Universidad de Edimburgo.
Química de los sentimientos
Invitación a explorar
“Si atendiéramos a Hume”, denuncian sus críticos, “no existirían ciencia, tecnología, ni desarrollo”. Pero el filósofo escocés nunca se opuso a la ciencia. De hecho, era un ferviente admirador de Newton. Lo que implica entenderlo es, precisamente, lo contrario: admitir lo poco que sabemos. Su escepticismo no fue un acto de cerrazón y pesimismo sino una provocación intelectual: una invitación a seguir explorando para dotar al universo de sentido. ¿Suena esto disparatado? Veamos: en la segunda década del siglo XXI -con todas las conquistas en el ámbito de la ciencia- aún no sabemos qué es la vida, por más que hablemos, discutamos y pontifiquemos sobre ella. A lo más que han llegado algunos científicos-empresarios, como Craig Venter, es a tratar de patentar la transferencia del núcleo de una célula a otra. Pero esto no es la vida. Hume se burlaría de las vagas definiciones que aportan biólogos y químicos, para recordarnos que aún queda un largo camino por recorrer. Los objetos y sujetos existen por nuestra creencia, asentó. Pensemos en los modelos atómicos y subatómicos. Aunque estos nos han permitido avances considerables (y también retrocesos, como la fisión que se logra en una bomba), nadie ha visto átomos, protones, gravitones, quarks, neutrinos o bosones, pues estos no son sino “ideas de lo concebido”: especulaciones teóricas. Muchos físicos contemporáneos creen, de hecho, que estos modelos están agotados y deben ser sustituidos. Ya no encajan con los nuevos datos que han ido surgiendo. Han propuesto, por ende, unificar los distintos mapas del mundo subatómico a través de una “teoría de las cuerdas”. Y anticipémoslo: las cuerdas también serán reemplazadas tarde o temprano.
Como padre del empirismo, Hume dedicó su vida a la formulación de preguntas.
Si la idea de las partículas subatómicas nos parece compleja, recurramos a algo más simple, como los colores: percibimos aquellos que la estructura celular de nuestro ojo puede percibir, pero ni uno más. Los estudios ópticos sobre los distintos espectros nos indican que hay muchos más colores en la naturaleza, cuyas frecuencias se cancelan recíprocamente en nuestra retina. La luz o la cantidad de conos y bastones en ella, por otra parte, alteran la forma en que percibimos “la realidad”. ¿La realidad es, entonces, solo lo que vemos? ¿Dónde quedan, en tal caso, los colores que no vemos… y nunca podremos ver? A finales de febrero de 2015, en las redes sociales hubo un acalorado debate sobre un vestido que unos veían de un color y otros de otro. Un trending topic que involucró a la televisión, a la radio y a decenas de periódicos en medio mundo. Esto evocó a Hume, inevitablemente: ¿tenía razón al asegurar que las impresiones de cada individuo son subjetivas y que existe un mundo material independiente de nosotros? La duda que él atizó sobre lo que se puede conocer por la experiencia y lo que se puede conocer por la razón ha significado un desafío para algunos de los titanes de la epistemología en el siglo XX, aunque ninguno ha llegado a conclusiones definitivas. Quizás Einstein tuvo razón al aseverar que no había nada casual: que todo tenía una explicación y que “Dios no juega a los dados”. Pese a ello, admitió que, en efecto, nos falta mucho por conocer y que lo que se conocía
Ahora que las neurociencias empiezan a desentrañar la química de los sentimientos y a sugerir que estos y las emociones son tan relevantes como la inteligencia para comprender el desarrollo de nuestra civilización y nuestro desenvolvimiento como individuos, Hume vuelve a ponerse de moda. Si, para Platón, las pasiones eran cual caballos desbocados y era la razón la que debía conducirlas por el camino del bien, Hume sostenía que quien controlaba la vida, quien iba en el pescante del carruaje -el auriga, digamos- no era la razón sino las pasiones: queremos dinero, sexo, prestigio, poder… son estas pasiones las que acicatean a los caballos para que nos conduzcan hacia nuestros objetivos: “¿Cómo me hago rico?”, “¿cómo seduzco a esa persona para convertirla en mi amante?”, “¿cómo consigo ser rector de la Universidad?”. “La razón es, y solo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas”, escribió Hume. Hoy suponemos (aunque mañana esta teoría pueda resultar obsoleta), que son nuestras hormonas y neurotransmisores los que, a fin de cuentas, explican nuestros impulsos básicos, los cuales son “aderezados”, más adelante, por “la razón”. Al igual que Spinoza, Hume desconfió del libre albedrío y llevó sus inquietudes al terreno de la moral: ¿Qué nos hace ser buenos? ¿Los sentimientos o la razón? Su conclusión fue que el fundamento de la moral eran los sentimientos, que nos llevaban del dolor al placer. Aunque él no dispuso de los elementos contemporáneos para ahondar en “la causa” de estos sentimientos, estuvo acertado en su diagnóstico. Pensemos en lo que llamamos amor. “Es imposible definir las pasiones del amor y el odio”, anticipó, pero creía que entre uno y
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La lección que nos dejó es que el mundo y el universo se hacen y deshacen todos los días en nuestra mente, a partir de los confusos datos empíricos que reconstruimos a diario... No podemos dar nada por supuesto.
Los sentidos tienen una capacidad limitada para percibir la realidad, según Hume.
Hume aspiraba al éxito literario más que a la permanencia de su pensamiento.
otro solo mediaba la interpretación que un sujeto hiciera de las cualidades de otro. La narrativa que tenemos en el siglo XXI al respecto es que se trata, básicamente, de un proceso bioquímico, donde ciertas sustancias nos generan placer: los “lazos afectivos” son resultado de una afortunada combinación de vasopresina, dopamina y oxitocina. A esta luz, el individuo que carece de la cantidad adecuada de estas sustancias no experimentará nunca el amor. Así de simple. Podrá aducir que esto se debe a que sus padres lo maltrataron de niño o a que tuvo mala suerte. Da igual. Quien no posee oxitocina en las cantidades habituales, no solo no “deseará” tener hijos sino que la sola idea le parecerá desagradable, independientemente del coeficiente intelectual que tenga. De acuerdo con estos “avances”, Juan Jacobo Rousseau, que acusó a Hume de haberle querido asesinar… y que abandonó en un hospicio a sus cinco hijos, carecía de suficiente oxitocina. Pero no solo no estamos seguros de lo que “explica” el amor sino, tampoco, de lo que “explica” la conducta agresiva. Según recientes estudios, hay personas que poseen una enzima de monoamino oxidasa (MAOA) que elimina la dopamina. Esta enzima, al parecer, explicaría una conducta violenta. La cadherina 13 (CDh13), por su parte, interviene en la comunicación entre las neuronas y parece tener, asimismo, un papel en las conductas criminales. Cuando César Lombroso, en el siglo XIX, habló del determinismo en la criminalidad, se le acusó de loco. Él ignoraba todo lo que hoy sabemos sobre genética, e intentó hacer predicciones con base en el lóbulo de la oreja y la forma de la nariz de los individuos. Pero todo indica que su intuición iba bien encaminada. Hoy se le considera el padre de la criminología. Como abogado, me intriga lo que provoca que un sujeto asesine, viole o torture. Las teorías psicológicas y las sociológicas aportan respuestas contradictorias y el tema de la culpabilidad suscita acalorados debates entre los “expertos”. La dogmática penal, por su parte, establece propuestas variopintas sobre la autoría y participación en un delito, según las escuelas a las que se pertenezca. Paradójicamente, en materia de justicia, Hume sostuvo que esta no era una “virtud innata”, pues requería “de un artificio o proyecto debido a las circunstancias y necesidades de los hombres”. Hoy, él mismo se sorprendería al enterarse de que los etólogos han documentado que no solo los niños más pequeños, sino muchas especies de animales, nacen con rudimentos de lo que de llamamos justicia y hasta solidaridad. ¿Entonces la inteligencia no sirve para nada? De acuerdo con Hume, sí: para pro-
porcionar explicaciones a lo que ocurre, a lo que hacemos o dejamos de hacer: “La idea de sustancia, como la de modo, no es sino una colección de ideas simples, unidas por la imaginación y que poseen un nombre particular asignado a ellas, mediante el cual somos capaces de recordar -a nosotros o a otros- esa colección”. Es nuestra capacidad de nombrar y designar la que nos permite ordenar aquello que nos rodea y llamarlo realidad. Esto vale también para la política. Términos como bien común, libertad, justicia, democracia o equidad son equívocos. La narrativa con que un grupo envuelve cada uno de estos términos no es, necesariamente, la narrativa del otro. “La verdad nos hará libres”, enseñó Jesús. Pero la pregunta de Pilatos aún no ha sido respondida: ¿qué es la verdad? Y, más aun: ¿qué verdad? ¿La de la Iglesia católica o la del ejército islámico? ¿La del gobierno de Corea del Norte o la del de Singapur? Cada grupo, cada facción de poder, insiste en poseerla para dominar a los otros. “La verdad”, puntualizó Foucault -discípulo inevitable de Hume-, “es el gran instrumento en manos del poder”. Tenía razón. De aquí que los cuestionamientos de Hume resulten tan incómodos para cualquiera que intente presentarse como defensor del bien común, la libertad, la justicia, la democracia o la equidad. Algo de esto desarrolla Edmundo Morgan en su libro La invención del pueblo.
Fantasía de la inmortalidad
En julio de 1776, James Boswell visitó a Hume en sus últimos días: “Le encontré solo, reclinado en su salón. Estaba flaco, cadavérico, como de tierra… Se parecía poco a la figura oronda que solía representar”. Boswell le preguntó si no temía a la muerte, a lo que él respondió que la idea de la inmortalidad no era sino una fantasía. “Pero, ¿no le teme a la aniquilación total?”, se alarmó Boswell. Con absoluta serenidad, Hume le respondió que, ahora que muriera, iría al mismo sitio donde estaba antes de haber nacido: ¿qué temor podía inspirarle aquel lugar? Fue en esa época, por cierto, cuando Hume redactó My Own Life, donde admite que su muerte se aproxima y se declara feliz de haber vivido sus 65 años con plenitud: “Poseo el mismo ardor de siempre en el estudio y la misma alegría al verme acompañado”, se ufanó. En fechas recientes, Christopher Hitchens y Oliver Sacks, imitando al filósofo escocés, publicaron textos similares, ante la cercanía de su muerte. Hume no pudo enterarse de los avances científicos que hoy nos deslumbran y en sus tesis es fácil hallar inconsistencias. Pero la lección que nos dejó es que el mundo y el universo se hacen y deshacen todos los días en nuestra mente, a partir de los confusos datos empíricos que reconstruimos a diario. Todo es cosa de organizarlos y reorganizarlos, como hemos venido haciéndolo desde que el hombre es hombre. Más que certezas, hay repeticiones… No podemos dar nada por supuesto. A lo más que podemos aspirar es a tolerar las distintas percepciones de la realidad con las que topamos a diario y hacer llevadera y gozosa nuestra efímera existencia. * Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México.
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Pedro Molina Mazariegos
Imagen del doctor Pedro Molina aparecida en el DCA del 20 de mayo de 1931.
DCA, 20 de mayo de 1931.- Fundó en 1820 “El Editor Constitucional”, en el que defendió con brillo ideas de emancipación política, unido a otros liberales como José Francisco Barrundia y José Francisco Córdoba (Cordobita). Luego se opuso vigorosamente a la anexión de Centro América al imperio de Iturbide en México; figurÓ como diputado en el primer Congreso Constituyente de 1823; enseguida ocupa el Ministerio de Relaciones Exteriores de la Federación, hasta ser electo Jefe del Estado de Guatemala en 1829. El primer número de “El Editor Constitucional”, del 24 de julio de 1820 constituyó una gran novedad en Guatemala. Apareció gracias al interés de un grupo de liberales criollos que se reunían en casa del canónigo José María Castilla y que censuraban los procedimientos y vicios de la administración colonial. Su elevado espíritu le hizo abogar por los oprimidos y por la libertad política, con lo que se ganó la ojeriza de los hombres que rodearon al capitán general Rafael Carrera. En marzo de 1830, el “Ministerio General del Gobo. del Estado de Guata.” decretó “que del exámen detenido que há hecho de los actos administrativos del Gefe del Estado C. Pedro Molina, resulta que éste há infrinjido la ley; haciéndose responsable a la misma por su inobservancia (…) por lo que ha lugar a la formación de causa…”, por lo que “el segundo gefe, Ldo. Con. Antonio Rivera Cabezas, se encargará del Poder Ejecutivo del Estado…” Poco después el prócer fue absuelto para beneplácito de sus compatriotas. Los primeros párrafos de sus “Memorias”, documento valioso que desgraciadamente consumió un incendio, aparte de la amplia cultura literaria del autor, refleja la profunda decepción que le embargaría años después: “Son tales los desengaños que causa la vida pública, que al cabo de un tiempo el hombre que ha entrado en ella con la sincera intención de trabajar por el bien de la patria, quiera no haber tenido la más mínima intención en sus negocios. Íntimamente persuadido de que manejado según el dictamen de su conciencia y de conformidad con los principios adoptados por las más sabias naciones, se confunde de hallarse desterrado y proscrito por una gran parte de sus conciudadanos, habiendo sacrificado sus trabajos y desvelos por el bien de todos. Se confunde y siente, no tanto su situación cuanto la de su país, que a su juicio, ha caído en manos impuras y la de sus compañeros de opinión que experimentan igual suerte que la suya.”
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Reporte en V Carmen López* l escritor J.R. Moehringer (Nueva York, 1964) entró de becario en The New York Times cuando estaba en su veintena. De chico de las fotocopias empezó a escalar posiciones muy lentamente. Pero aunque durante un momento pensó que sí, nunca llegó a formar parte de la plantilla de redacción. Pocas cosas pueden ser más desalentadoras para un periodista: empezar su carrera profesional en uno de los mejores periódicos del mundo y estar fuera de él meses después. Buscar otro objetivo hacia el que avanzar es difícil si ya se ha estado en lo más alto. Sin embargo, el joven que era Moehringer en aquel entonces consiguió remontar aquella estrepitosa caída (después de tomarse una buena cantidad de copas) y siguió intentándolo. En 1994 empezó a trabajar para Los Angeles Times, en 2000 ganó el Premio Pulitzer y en 2009 su nombre se hizo mundialmente famoso gracias a Open, la autobiografía de Andre Agassi. El tenista le pidió a Moehringer que le ayudara después de leer su libro El bar de las grandes esperanzas, las memorias del propio escritor. Publicado en 2005, Duomo Ediciones ha rescatado este título que, según las predicciones, va a ser uno de los éxitos editoriales del otoño. En él el escritor narra la historia de su vida desde su infancia hasta su entrada en la edad adulta. Abandonado por su padre, con una madre constantemente cansada de trabajar para salir adelante y con un coro familiar claramente disfuncional, el pequeño JR busca constantemente los referentes masculinos que le faltan para “llegar a ser un hombre” según sus palabras. El bar en el que trabaja su tío Charlie, que en un inicio se llama Grandes Esperanzas aunque después su nombre será Publicans, se convertirá en el refugio del protagonista en el que no sólo encontrará esos referentes sino que también se nutrirá de historias y engullirá litros de alcohol. El nombre de la taberna no puede negar una referencia tan obvia a Dickens y el barrio de Nueva York en el que creció, Manhasset, fue en el que F. Scott Fitzgerald situó el escenario de El Gran Gatsby. Pese a sus inicios innegablemente tristes y, sin ser demasiado consciente, creció entre literatura.
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Convertirse en hombre El escritor y periodista estadounidense J. R. Moehringer, autor de la célebre biografía de Andre Agassi, analiza las claves de su nuevo libro.
de lado las cosas de las que no estás seguro de cómo ocurrieron.
¿Cómo reaccionaron quienes aparecen en en el libro?
Les gustó participar. Estaba muy nervioso, porque es bastante duro como escritor explicar a los entrevistados qué necesitas que te cuenten, y que van a hartarse de ti durante los próximos dos años, y que cuando nos despidamos voy a volver otra vez a pedirles que me cuenten esa historia de nuevo. Muchos pensaron que se me había ido la cabeza: estaba intentando recuperar conversaciones de borrachos que habían tenido lugar hacía 20 años y encima quería escribirlas en un libro. Y que además pensaba que la gente de Kansas, en Wyoming o Madrid iban a sentirse interesados. Otra dificultad fue el mantener protegidas a estas personas de manera que pudieran seguir con sus vidas cuando se publicase el libro intentando que a la par fuese honesto y le interesase al público.
¿Cómo sintió contar su propia historia?¿Hay ficción?
No hay nada de ficción en el libro. Como periodista tengo que intentar escribir toda la verdad si el libro está catalogado como noficción. Además, cuando se publicó, habían salido bastantes escándalos acerca de personas que habían escrito sus memorias y no eran del todo reales, por lo que la presión era incluso más alta. Tenías que ser absolutamente riguroso con la verdad. Y sobre todo, yo quería serlo. No podía mejorar mi infancia, ni a mi madre, ni el bar… Quería hacer el tour de presentación por América y decirle a la gente: esto sucedió realmente y estas personas existieron. Como periodista estaba acostumbrado a procesos como entrevistar a todas las personas o contrastar los hechos varias veces, así que no me fue difícil. Como escritor tienes la tentación de rellenar los huecos que tu memoria no recuerda, pero hay que tener disciplina y dejar
¿Alguno se enfadó al leerlo?
Moehringer asegura que la verdad le resulta más apasionante que la ficción.
No realmente. Siempre hay alguien que recuerda las cosas de manera diferente y creo que algunos miembros de la familia hubiesen preferido no salir, pero mis peores miedos acerca del posible enfado nunca llegaron a hacerse realidad. Y creo que la razón es que todos estuvieron implicados en el proceso de documentación, nada les llegó de sorpresa. Me
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Agassi odiaba el tenis con una pasión que paradójicamente lo hacía mejor tenista; igual que para Moeheringer ser hombre.
lo haces muy mal. Es normal. Después del New York Times me fui a un periódico malísimo de Denver donde lo normal era trabajar muy mal y cometer errores sin tener ningún tipo de presión. Y era lo que necesitaba: un sitio en el que crecer, aprender, experimentar… Pero no me arrepiento del tiempo que pasé en el Times aunque no lo pasara muy bien.
¿Se ha desvinculado del cliché del escritor alcohólico?
sentí muy agradecido. Me sorprendió que gente de Europa, principalmente, ha ido a Nueva York a buscar el bar y en alguna ocasión lo han encontrado y han bebido con los parroquianos.
Simone de Beauvoir dijo que “No se nace mujer, sino que se llega a serlo” ¿Sintió lo mismo como hombre en su historia?
Oh, es muy interesante, nunca había escuchado esa frase. Creo que es muy cierta y desde la parte masculina también. Somos lo mismo y a la vez somos muy distintos. Creo que hay una gran diferencia en cuestiones de género debido a las experiencias. Posiblemente la diferencia, para mí, es que las mujeres de manera natural, biológica, llegan a convertirse en mujeres. Sin embargo, en el caso de los hombres requiere más trabajo, se necesita más ayuda. Convertirse en un hombre es una especie de ritual, se necesitan referentes o al menos en mi caso fue así. Necesitaba imitar y aprender de otros hombres cómo enfrentarme a las verdades o cómo tratar a las mujeres. Podría haberlas aprendido por mi madre pero en determinado punto, un chaval adolescente quiere alejarse de su madre, no quiere sus consejos sino los de otros hombres. Y esa es la razón por la que muchos jóvenes se meten en problemas: porque están buscando a esos hombres y a veces encuentran a los menos apropiados. Tuve suerte al encontrarme con los míos, porque sin ser
los modelos perfectos a imitar eran agradables, generosos, divertidos y aunque no eran ideales fueron mejores que muchos otros.
Pero las mujeres también influyeron en su proceso ¿no?
Casi tanto si no más que los hombres, aunque a ellos los necesitase como referencia. Durante el curso de mi vida ahí han estado mi madre, mi abuela, profesoras… Soy parte de un matriarcado. Incluso mi bisabuela, a la que nunca conocí y que vino de Irlanda para empezar una vida en América, estaba muy presente a través de las historias que me contaban.
¿Volvió alguna vez al New York Times después del éxito?
No, resistí la tentación de ir a bailar delante de su puerta o aparecer por allí con un gran sombrero de copa (risas). Bueno, tiré unos cuantos huevos a la puerta principal… no, en serio, hicieron muy buenas reseñas de mi libro y tengo amigos que trabajan allí. Pero no nos trataron bien a ninguno de nosotros cuando éramos becarios. Era un lugar muy cruel, lo cual no es bueno. Por otro lado, tenían razón cuando me dijeron que no tenía la experiencia suficiente como para trabajar allí. No estaba preparado y ellos no estaban interesados en ayudarme. Como joven escritor tienes que luchar por tu derecho a hacerlo fatal, a ser lo peor. Cada día. Y necesitas que otros escritores te digan que
Cuando bebía estaba completamente bajo la influencia de Cheever, Hemingway… beber parecía parte de la vida que yo quería llevar. No es que quisiera beber, quería la vida que te daba el alcohol: ser un escritor que viaja por el mundo, que coge un tren de medianoche de París a Berlín… eso incluía mucho licor y mucho tabaco. Todo lo que aprendía era en el bar o en las películas, estaba imitando. Y luego, en la mitad de mi veintena, llegué a un punto en el que me di cuenta que había llegado el momento de dejar de imitar: tenía que ser yo mismo y dejar de lado un montón de vicios que de pronto empezaron a parecerme ridículos y sin sentido.
¿Qué significa realmente ser un hombre?
La parte más importante de ser un hombre para mí es tratar de ser amable y esperar amabilidad por parte del resto de la gente. Intentar ser civilizado e intentar ponerme en el lugar de las personas que me rodean. André Agassi me contó una historia acerca de un partido que estaba perdiendo de manera estrepitosa. Le habían ganado dos sets y prácticamente no tenía posibilidades de remontar. Durante uno de los descansos se puso a planear cómo iba a abandonar la pista, porque no quería sentir en público la humillación de perder de aquella manera. Y de repente pensó “voy a ganar solo un punto más y me voy”. Volvió a la pista y lo consiguió. Entonces pensó “a lo mejor puedo ganar otro” y lo hizo. Fue por el tercero y poco a poco, poniéndose como objetivo solo un punto más, consiguió darle la vuelta al partido. Y de ahí sacó una especie de patrón de cómo ser un hombre tanto para él como para mí. O quizás para ser simplemente una buena persona: solo hay que centrarse en hacer lo mejor posible lo siguiente que tienes que hacer, sin pensar más allá. Con integridad y sin dejar nada al azar, solo concentrándose en hacer bien eso. Creo que es el mejor consejo que podría darle a mi yo de 8 años desesperado por saber cómo ser un hombre. *El Confidencial
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Contando el tiempo
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Pablo Alvarado, un indep Fotos: Archivo
Un personaje invisibilizado, primero por el medio en el cual se desenvolvió y segundo, por la historiografía que creó el ideario de los patriotas o héroes de la Independencia en Centroamérica.
La Independencia centroamericana, contó con el apoyo de personajes hoy olvidados.
Elizet Payne Iglesias* acido el 26 de enero de 1785, en Cartago, la capital provincial de Costa Rica, Pablo Alvarado, era heredero genealógico de una de las líneas fundadoras del reino de Guatemala en las legendarias figuras de Pedro de Alvarado y su hermano Jorge, aunque en Costa Rica, la línea Alvarado proviene de la de este último. Sus padres fueron Tomás de Alvarado y su madre, María del Rosario Bonilla de Laya Bolívar, ambos con el título de don y doña. Tomás de Alvarado fue, al finalizar el siglo XVIII, alcalde de Cartago y posteriormente teniente de gobernador de la Villa Nueva de la Boca del Monte, actualmente San José. La pareja tuvo 9 hijos, 2 de ellos se dedicaron a la política: Pablo y su hermano, José Antonio, quien no solo fungió como sacerdote sino que también fue diputado de la República Federal Centroamericana, al lado de su hermano. Aunque no existen datos sobre los primeros años de formación educativa, es evidente que la recibió en la ciudad de Cartago, posiblemente bajo el cuidado de su padre, algún maestro privado o en una escuela de primeras letras. Desde joven Pablo Alvarado manifestó vocación hacia la enseñanza debido a que consta su nombramiento como maestro de escuela en Cartago de parte del gobernador Tomás de Acosta en 1803. Al parecer, dicha
escuela se estableció a solicitud de Alvarado en el hospicio de La Soledad; en ese momento contaba con 18 años. En 1807 se instaló en la ciudad de Guatemala, donde fue admitido como estudiante de la carrera de medicina en la Universidad de San Carlos de Guatemala, misma que terminó en 1823, en forma algo tardía debido a los avatares políticos en los que se vio inmiscuido. La figura de Alvarado es conocida en Costa Rica a raíz de una documentación que hace alusión al movimiento acaecido en 1808 en la ciudad de Guatemala. Consta de un oficio que, con carácter de “muy reservado” enviaba el capitán general González Saravia al gobernador de Costa Rica, Juan Manuel de Cañas, en el que le informaba acerca de un estudiante originario de la citada provincia, que fue apresado por difundir un papel con contenido sedicioso en el movimiento de 1808. Ese joven estudiante era Pablo Alvarado y Bonilla. La documentación fundamental para el caso de Alvarado es una serie de cartas en las que este informaba acerca de los sucesos de la Independencia, la anexión a México o la creación de la República Federal Centroamericana. Su figura resulta familiar en la historiografía, debido a su papel como diputado en la República Federal en el ejercicio del cual promovió la anexión de Nicoya a Costa Rica y defendió la habilitación del caribeño puerto de Matina. Su trabajo fue fundamental en las primeras determinaciones que tomó Costa Rica frente a León
y Guatemala y poco después, con el imperio mexicano. Fue además, fiel defensor de la formación de un gobierno -como él lo llamaría- republicano, democrático y federativo; estuvo alineado en el sector de los liberales guatemaltecos y se opuso a los que llamó “serviles” o centralistas. En sus cartas dirigidas al Gobierno de Costa Rica, muestra un estilo propio del más apasionado liberalismo en las que se revela su férrea personalidad. A pesar de que su compromiso político le absorbiera durante décadas, la historiografía costarricense y centroamericana no le ha correspondido sino con breves líneas. Una de ellas es la del historiador Ricardo Fernández Guardia y otra, corresponde a la de la historiadora Ligia Cavallini de Arauz. Alvarado estuvo consciente de su papel político en los eventos centroamericanos de 1808, de manera que, en 1821 reclamaba haber sido: “… el primero de toda la monarquía española que caí en estas cárceles el 15 de setiembre de ochocientos ocho, por la libertad de la América.” No cabe duda que Alvarado fue el depositario de nuevos conceptos políticos en la Costa Rica de los decenios de 1820 y 1830. En las mencionadas misivas dirigidas a las autoridades del naciente Estado, identificaba a los pobladores, como “costarricas” o “costarricenses”. Otros términos de la jerga política de este personaje fueron los que aludían a los valores utilizados por los principios liberales, como soberanía, ciudadanía, república, libertad, paz,
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pendentista desconocido democracia, federalismo. A raíz de esta situación, Costa Rica se vio obligada a entrar en el juego político desarrollado por las provincias más fuertes del reino: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. En fin, las primeras cartas fechadas entre septiembre y diciembre de 1821, manifiestan un claro pensamiento antimonárquico y antiimperial, republicano y federativo. Durante esas primeras fechas y en el marco de la lucha por la separación de México y a favor de la unión federativa, Alvarado apeló al concepto de “soberanía”. El rechazo de la anexión al imperio mexicano era común a la mayoría de liberales centroamericanos –especialmente los salvadoreños–, aspecto que caló muy fuerte en nuestro personaje, quien era amigo personal de los políticos (sobre todo liberales) más conocidos de Guatemala y El Salvador, como Pedro Molina y José Matías Delgado así como también tuvo afinidad con Manuel José Arce y José Cecilio del Valle.
Contra el centralismo
En ese contexto arengaba a los “costa ricas” a desechar la unión al imperio mexicano; decisión que debían tomarla los diputados y no los ayuntamientos de las ciudades provinciales. Por esta razón queda claro que a pesar de sus apasionadas y expresivas misivas implorando el apoyo de los costarricenses, este detectaba que el proceso para conseguir el consenso, no sería nada fácil en una provincia tan alejada y vulnerable a las prácticas políticas de los más grandes. Liberados de México, los políticos centroamericanos se concentraron en la organización de una Asamblea Constituyente Federal que dio inicio el 24 de junio de 1823, aunque los representantes de Costa Rica se incorporaron hasta el 2 de febrero de 1824. El mayor temor manifiestado por Alvarado consistía en que se abortara el proceso federativo y se optase por el centralismo. Lo señalaba así a finales de 1823 en momentos en que se reunía el Congreso y a raíz del cual recrudecerían los mayores debates y oposiciones en Centroamérica. Con un lenguaje más sólido, en junio de 1824 imploraba que Costa Rica se mantuviese bajo el sistema federal. Las cartas enviadas en febrero y junio de 1824 muestran a un Pablo Alvarado centrado en su labor como congresista y en un ambiente muy positivo. Como diputado de Costa Rica, Alvarado mantuvo su oposición en contra de lo que hacían y sugerían las autoridades civiles, militares y religiosas de Nicaragua. Sostenía una actitud enfática en contra de que los diezmos se continuaran enviando a León, puesto que el asunto estaba en manos de la Asamblea Nacional. Lo anterior posiblemente tenía relación con la política que seguiría Costa Rica con el fin de independizarse del dominio del obispado de León de Nicaragua, asunto que solo logró resolverse en 1850. Después de la Independencia y en el marco de la Federación, las luchas surgidas en Nicaragua preocuparon sobremanera al político y médico costarricense, puesto
Nicoya, vínculo y parteaguas histórico entre Costa Rica y Nicaragua.
Alvarado sostenía una actitud enfática en contra de que los diezmos se continuaran enviando a León, puesto que el asunto estaba en manos de la Asamblea Nacional. que las contiendas podían extenderse a Costa Rica. Su oposición a Nicaragua –especialmente a la política leonesa–, se pudo deber a muchas razones: su acérrimo liberalismo, su apoyo a los liberales guatemaltecos y salvadoreños, la influencia económica de Nicaragua sobre Costa Rica y, por tanto, la necesidad de liberarse de los diezmos y otros controles ejercidos desde León y Granada, a sabiendas de que Costa Rica se estaba constituyendo como un nuevo Estado. Se suman dos temas más al debate: el deseo de Costa Rica de contar con su propio obispado, pero sobre todo, la polémica fundamental constituía sin lugar a dudas, la anexión del partido de Nicoya a Costa Rica, debido a que Nicaragua lo consideraba como una partición de su territorio. Las contiendas políticas surgidas con posterioridad a 1825 y hasta 1842, marcarían en Alvarado, desasosiego y desesperanza, hasta el punto que dejó de vivir en Guatemala y, en las décadas de 1840 y 1850, ya habitaba y practicaba la medicina en Costa Rica. Su vida en Costa Rica posiblemente estuvo dedicada a su profesión, labor importante en un naciente Estado con escasos profesionales de la medicina y al parecer, fungió en este campo tanto en Cartago como en Alajuela. Se supone que en 1841 vivía en Cartago ya que consta que el terremoto de 1841 destruyó su vivienda. Con respecto a actividades políticas en Costa Rica, se desconoce que asumiera algún bando, sin embargo, lo más probable es que se convirtiera en un personaje aislado de la arena política. En un Estado donde predominaban los ideales republicanos y en donde la federación estaba desacreditada, poco le tocaba qué hacer al personaje en cuestión. Un último aspecto en
el que estuvo involucrado fue en la atención que como médico, brindara a las tropas de Morazán en Costa Rica, aunque se desconoce si en ese momento manifestara actitudes políticas. Su agitada vida lo llevó a que, sus últimos días lo dedicara a la docencia en la Universidad de Santo Tomás. Como ha sido observado, la figura de Pablo Alvarado no ha sido atractiva para los historiadores costarricenses y centroamericanos, no obstante, su papel en el proceso político que vivió Centroamérica durante la Independencia y la Federación, fue importante para el devenir histórico del naciente Estado, aunque este no derivara en la forma de gobierno a la que aspiraba Alvarado. Una de las herencias más inmediatas es la sugerida por Ricardo Fernández Guardia, quien asegura que fue Pablo Alvarado quien, a raíz de firmarse el Acta de Independencia de Guatemala en 1821, envió a Costa Rica un proyecto básico de Constitución, el cual dio origen al Pacto de Concordia o Pacto Social Fundamental Interino de Costa Rica, emitido el 1 de diciembre del mencionado año. Ahora bien, tal y como nos preguntáramos líneas atrás, ¿cuáles fueron las razones que hacen de Pablo Alvarado un personaje intrascendente en Costa Rica y en general en Centroamérica? En respuesta, proponemos que Alvarado no calzó entre los líderes en la ciudad de Guatemala, porque, aunque era liberal, no tenía arraigo político –pero sobre todo económico– en la ciudad de Guatemala. Tampoco obtuvo liderazgo en Costa Rica porque este Estado veía con recelo muchos de los planteamientos liberales y sobre todo federalistas, –especialmente en sus últimas etapas (1830-1840)– y de hecho avanzó hacia una república centralista o unitaria. Aunque la historiografía liberal fue la responsable de crear casi todo el panteón de héroes centroamericanos, esto no le tocó a Alvarado a pesar de su larga trayectoria a favor de la Independencia y la Federación. *Asociación para el Fomento de los Estudios de Historia en Centroamérica.
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Tragaluz
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Juego de narradores, de tiempos y de géneros
Portada de Lina, el poema/cuento/relato que hilvana dolores nacidos de la alegría. Y viceversa.
“Cuando tenemos algo que esconder, nos convertimos en actores y obligamos a actuar a todos los que nos rodean”. Yislén Barboza Hidalgo *
driano Corrales Arias nace en 1958, en Venecia de San Carlos, Costa Rica. Es también conocido como Adriano de San Martín, y ha escrito poesía, cuento, novela, ensayo y teatro. Su más reciente producción es Lina , novela corta, escrita con un rico lenguaje poético, pero que también puede ser apreciada como un cuento. Es por esto un sincretismo de géneros que presenta temas de actualidad costarricense a sus lectores. La novela inicia con el encuentro de un hombre con “la mujer largamente esperada”, como nos dice en el primer capítulo. Ahora, ¿qué tipo de novela/cuento es? Podría decirse que es una novela de amor, pero no del tipo rosa que se ha escrito ya tantísimas veces desde la invención de la literatura.
Tierra de ganaderos
El argumento de la obra cuenta la historia de un hombre que en su edad adulta recibe una invitación a la vida de una joven que desconoce a su padre. Esta joven de 16 años busca la identidad de su progenitor; pero el temperamento de su madre y su pasado, han extendido una neblina sobre el nombre de su padre. A partir de esta búsqueda, la vida de muchos cambiará, a causa de los secretos que serán revelados, algunos de los cuales, tal vez se pensó, nunca saldrían a la luz. En relación con los temas que trata Lina, estos son varios, entre ellos el amor, la pasión, los errores y los fantasmas del pasado, sin dejar de lado la infidelidad, el machismo y, en cierto grado, una revolución femenina también. Todos estos son puntos clave que se relacionan con la sociedad costarricense. Pero, también nos enfrenta con los temores que deben sufrir los niños y jóvenes que crecen sin saber quién es su padre, ya sea por el egoísmo del padre, el de la madre o el de ambos. Además, esta novela propone una crítica a la sociedad costarricense, la cual no ofrece suficientes espacios de crecimiento cultural y literario, principalmente en las zonas alejadas del Valle Central, como en la “tierra de ganaderos y de comerciantes”, a la cual hace referencia el texto. No obstante, esta crítica abarca a todo el país y no solo a las provincias, porque en la novela se mencionan las penurias y las dificultades que sufre uno de los personajes, quien se gradúa como cineasta en el extranjero.
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Foto: Willy Estrada y archivo
Veamos la siguiente cita: “Hice de peón de construcción, pintor de brocha gorda, disc jockey en una discoteca, cantinero y hasta de taxista”. Estas problemáticas son de carácter actual, dado que muchos costarricenses las experimentan, y por esto nos sentimos parte de la historia. Adriano Corrales ha creado seres en esta ficción, tan bien hechos, con diálogos tan nuestros, que se sienten reales. Es por esto que les será fácil sentir que los conocen, porque nos representan y nos recuerdan una experiencia propia o la de alguien cercano a nosotros. Dentro de los personajes está David, un poeta taciturno que va por la vida buscando la felicidad, con un estilo de vida bohemio y con los fantasmas de su pasado acosándolo constantemente. Lina, la protagonista, es una joven que creció sin conocer a su verdadero padre y es hija de Livia, una madrona que ha jugado el papel de padre y madre toda su vida. Finalmente, está Lucía, con quien David ha mantenido una relación inestable, a través de los años. Estos personajes toman vida dentro de las páginas que el escritor embellece con un lenguaje que nos sumerge dentro de un mundo tan latente como la realidad misma: “Una luz de relente se estiliza con movimiento de ángel cual espejismo de alas por el césped de la cancha de futbol. No caminaba, flotaba: mujer alta, cabello largo y ondulante, bluyines, blusa blanca. Luz alrededor. Pájaros multicolores, evanescentes.”
La Villa
El autor echa mano del ornato retórico para expresar la emoción que experimentan los personajes. Sin embargo, este tipo de lenguaje no nos debe sorprender, porque Adriano Corrales es ante todo un poeta y sus novelas se desarrollan con un lenguaje lírico y figurativo, con el que nos permite conocer más sobre la percepción del mundo que nos está exponiendo. En cuanto al espacio en donde se desarrolla la obra, Lina se siente tica, se siente nuestra. Los espacios que ocupa son diversos, pues nos da un recorrido por San Carlos, San José y Guanacaste. Lo rico de esta variedad es que nos permite a los lectores identificarnos con los lugares mencionados, y no es necesario ser un vallecentraleño para reconocer en el bar de la ciudad un recuerdo propio, como ocurre a veces en otras novelas costarricenses. Tenemos entonces la historia de David, quien es un sancarleño que nos habla de San Carlos, de “La Villa”, como la conocimos tantos. Él nos señala los puntos de referencia como El Balneario, los bares famosos o los barrios que recordamos con cariño, tal vez con un poco de desdén o, que del todo, prefiramos no recordar. Es fascinante, principalmente para mí que soy sancarleña, encontrar a mi tierra descrita en la literatura costarricense, ya que, para bien o para mal, a varios escritores nacionales se les olvida que Costa Rica no es solo el Valle Central, sino que existen innumerables territorios con anhelo de ser descritos al resto del mundo, por la literatura y no solo en un brochure turístico, como es lo acostumbrado. El ambiente josefino, con sus bares y cafeterías, los espacios de la U y también Nicoya, con su clima inclemente, dan verosimilitud a los hechos narrados, porque los lugares frecuentados por los personajes no son ajenos a nuestra realidad y nos dan permiso de creer que esta
La reciente novela de Adriano Corrales es un juego de sombras que ilumina lo que toca.
historia tal vez sea cierta, y de que los personajes de Lina se nos aparezcan en cualquiera de estos sitios en el momento menos esperado. ¿No es este el sueño de todo lector? Lina se desarrolla en vaivenes en el tiempo, o sea que no tiene un orden estrictamente cronológico, considerando que se desarrollan tres planos o historias diferentes en esta novela. Dos de ellas ocurren en el pasado y otra en el presente en donde encontramos a los personajes. Aunque el orden de las acciones ocurre cronológicamente, el cambiar de planos, de capítulo a capítulo, nos da la impresión de que nos movemos en el tiempo, de atrás hacia adelante y en saltos inesperados. Es un juego de ir y de venir en el tiempo, para caer luego en un presente, en el cual se juega la suerte de los personajes. Debe tenerse en cuenta que Lina no es una novela tradicional y por esto es normal sentirse desorientado al principio; sin embargo, estos saltos en el tiempo representan cercanamente lo que sería la realidad o, ¿no es así como contamos nuestro pasado? De esa forma, Adriano Corrales entreteje magistralmente tres historias que suceden en tiempos diferentes y, al final, las une en una sola para explicar el conflicto de los personajes. Avanzando en la reseña de esta novela/ cuento, como la ha llamado el mismo autor, hay un narrador en tercera persona que nos cuenta la historia de David (a modo de cuento). Y, dentro de este cuento, hay otro narrador en primera persona, o sea, el mismo David, que (a modo de novela) nos cuenta sobre su pasado. Y en vista de que dentro del cuento hay una novela, por medio de esta metaliteratura, el autor nos permite entrar y salir de la mente del personaje principal y apreciarlo desde diferentes perspectivas. Lina es un juego de tiempos y de narradores, que nos acerca y nos aleja de los personajes, como un movimiento de cámaras, cual película bien hecha. Con el narrador externo vemos a los personajes desde lejos, como si nosotros mismos fuéramos testigos de los hechos. Pero, el narrador interno, nos acerca a lo que David siente, porque él mismo nos confía su historia, para juzgarlo a él y al resto de los personajes.
La lectura de esta novela me ha hecho recordar lo que el maestro de la ficción, Jorge Luis Borges, escribió en el prólogo de su libro Ficciones: “Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos”. (2011, págs. 11-12). O sea, que Adriano Corrales nos entrega una historia escrita con el corazón, profunda en sentimientos y en temas que cuestionan el estado de nuestra sociedad y el de nuestras vidas, sin necesidad de llenar 500 páginas de verborrea insufrible. Por lo aludido, estimo que Lina es un texto que se las trae, dado que mucho transpira entre sus líneas, a pesar de sus breves páginas. Su lectura es rica en imágenes, por el lirismo con el que Adriano Corrales escribe, y es amplia en espacios, con lo que nos recuerda que hay mucho más fuera del Valle Central para crear una obra. Considero, por las anteriores razones, que este texto complacerá a quienes gustan de una lectura amena sobre una historia de amor (o de amores) con un final abierto. A pesar de que las historias inconclusas tienden a molestar a muchos lectores, en lo personal, considero que, por medio de ellas, se expanden las posibilidades de interpretación. Además, un “vivieron felices para siempre” no es realista. La vida no nos proporciona todas las respuestas ni resuelve todos los conflictos. Es por esto que un final abierto, aunque arriesgado, es más cercano a lo que, de todas maneras, busca representar la literatura y las artes: la realidad misma del ser humano. Para cerrar esta lectura, concluyo que el arte literario de Adriano Corrales merece una mayor atención, sobre todo por su constante renovación como escritor. Por esto, me atrevo a sugerir que la lectura de esta novela se promueva en nuestro país, principalmente en “la tierra de ganaderos y de comerciantes”, tomando en consideración que muy pocos escritores costarricenses han representado a San Carlos en sus obras y que nosotros, los sancarleños, nos hemos de sentir orgullosos de esto.
*Escritora costarricense
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Ventanas
Guatemala, viernes 9 de octubre de 2015 Fotos: Archivo
La decapitación, un ritual americano de 9 mil años
Restos decapitados en la cueva de Lapa do Santo.
UV*
l ritual de la decapitación en América no fue un fenómeno exclusivo de los Andes y su origen es más antiguo de lo que se pensaba. Así lo revela un estudio internacional, con participación de la Universidad de Valencia, que ha hallado en el yacimiento de Lapa do Santo en Brasil los restos óseos de una decapitación que tuvo lugar hace 9 mil años. Por la disposición de los huesos, los científicos sugieren que la escena pudo formar parte de un ritual mortuorio de un miembro del grupo. Pocas costumbres amerindias impresionaron tanto a los colonizadores europeos como la amputación y la exhibición de partes del cuerpo humano, y más aún cuando se trataba de la decapitación. Aunque algunos autores aún lo discuten, la evidencia arqueológica confirma que esta práctica tiene raíces cronológicamente profundas y que el ritual de la decapitación está ampliamente aceptado de manera común entre los nativos americanos de todo el continente. En América del Sur, la decapitación más antigua datada con claridad hasta la fecha se encontraba en la región de los Andes (yacimiento de Asia 1 en Perú) y se remontaba a unos 3 mil años. Como todos los hallazgos arqueológicos sudamericanos se habían localizado en los Andes (Inca, Nazca, Moche, Wari, Tiwanaco), se suponía que la decapitación era un fenómeno andino.
Sin embargo, los resultados de la investigación liderada por André Strauss, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), y que cuenta con la participación de Domingo Carlos Salazar García, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia, revelan un caso de 9 mil años de antigüedad en una zona diferente: el refugio de piedra de Lapa do Santo (Brasil). Este yacimiento ha aportado pruebas de ocupación humana de hace unos 12 mil años. En el Enterramiento 26, los investigadores encontraron en el año 2007 fragmentos de un cuerpo humano enterrado, con un cráneo, una mandíbula, las primeras 6 vértebras cervicales y 2 manos. Según el estudio, publicado en PLOS ONE , gracias al acelerador de espectrometría de masas, los expertos han podido datar los restos en una antigüedad de 9 mil años. Encontraron las manos dispuestas encima de la cara del cráneo, una hacia arriba y la otra hacia abajo, y observaron marcas en forma de V en la mandíbula y en la sexta vértebra cervical.
Una decapitación como ritual
Aunque la perspectiva occidental ha entendido muchas veces la decapitación como una forma de violencia entre grupos y como castigo, los puntos del registro arqueológico y etnográfico ofrecen un nuevo escenario más complejo en el Nuevo Mundo.
“El análisis comparado del estroncio en el Enterramiento 26 con otros especímenes de Lapa do Santo es una parte del estudio que sugiere que los restos eran de un miembro local del grupo y no de un enemigo extranjero derrotado”, explica SalazarGarcía, responsable de los estudios isotópicos. Además, la presentación de los restos ha llevado a los autores a pensar que “la escena representa probablemente una decapitación ritual y no una presa como trofeo”. Si esto es así, los restos pueden demostrar rituales mortuorios sofisticados entre los cazadores-recolectores en las Américas durante este período. Para Strauss, “esta caso ritualizado de la decapitación de Lapa do Santo testimonia la primitiva sofisticación de los rituales mortuorios entre cazadores-recolectores en las Américas. La ausencia de un elemento de castigo deja paso a considerar que se trata de una práctica que expresa una noción radical de la alteridad”. Como aparentemente no disponían de objetos suntuosos ni de una arquitectura elaborada, los habitantes de Lapa do Santo “pudieron utilizar el cuerpo humano para cosificar y expresar sus principios cosmológicos”, declara el investigador valenciano. Los autores creen que este puede ser el caso más antiguo de la decapitación del Nuevo Mundo, lo que conduce a una nueva evaluación de las interpretaciones anteriores de esta práctica, sobre todo en lo que respecta a sus orígenes y su extensión geográfica. *Universidad de Valencia
Guatemala, viernes 9 de octubre de 2015
CSIC*
Neandertales de El Sidrón
os neandertales vivían en pequeños grupos, relativamente aislados y con una baja diversidad genética, según indica un nuevo análisis de restos óseos hallados en la cueva de El Sidrón (Asturias). El trabajo, dirigido por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en la revista PLOS ONE , apunta a que la alta incidencia de anomalías congénitas en la primera vértebra cervical, llamada atlas, junto con la retención de caninos de leche, puede ser resultado de la endogamia en el grupo de neandertales que habitó en dicha cueva. “Las anomalías congénitas han sido halladas en 2 de los 3 atlas recuperados en el yacimiento de El Sidrón, de un grupo compuesto por un total de 13 neandertales”, señala Antonio Rosas, director del estudio e investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN). Según el investigador, “el atlas forma un anillo de hueso donde descansa el cráneo, y puede presentar una gran variedad de anomalías congénitas de baja frecuencia en la parte anterior y posterior del anillo”. Dentro de estas anomalías, “la más sencilla es la dehiscencia (falta de cierre) del arco posterior en la línea sagital media, que en poblaciones humanas actuales se presenta con una frecuencia baja, que oscila entre el 1 y el 4 por ciento”, explica Rosas. “En la práctica clínica el hallazgo de este defecto del atlas es casual en la mayoría de los casos, y se suele producir por pruebas de imagen médica (radiografías, tomografía axial) solicitadas, por ejemplo, por traumatismos en la región cervical”, añade Luis Ríos, primer firmante del artículo y científico del MNCN. “Uno de los atlas de El Sidrón presenta este defecto. El segundo atlas presenta una dehiscencia del arco anterior también en la línea sagital media. Se trata de un defecto que se presenta con una frecuencia mucho menor, por debajo del 0.1 por ciento en poblaciones humanas modernas”, señala este investigador.
Tres posibles explicaciones
¿Cómo se explica la presencia de 2 de estas anomalías congénitas de baja frecuencia en un grupo neandertal tan reducido? “Hay tres posibles explicaciones”, señala Antonio Rosas. La primera es que esta anomalía congénita tenga una base genética y la alta frecuencia indique que estos dos individuos neandertales son familiares. Esta interpretación casa con los estudios genéticos realizados en El Sidrón, en los que se deducen relaciones de parientes entre los individuos del grupo. La segunda explicación se superpone a la primera, y apunta a la endogamia o “práctica de contraer matrimonio entre personas de ascendencia común o naturales de una pequeña
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Foto: Cristina Valdiosera
Recreación de dos individuos neandertales ayudándose de la boca para realizar tareas cotidianas.
localidad o comarca”, según la definición de la RAE. Precisamente, el escenario demográfico dibujado para los humanos del Pleistoceno consiste en grupos de pequeño tamaño y dispersos, lo que favorecería el emparejamiento dentro del mismo grupo y consiguientemente y a largo plazo, dentro de la misma familia. “A lo largo del tiempo, la endogamia puede generar un aumento en la frecuencia de pequeñas variantes y anomalías congénitas del esqueleto (como transposición de dientes, defectos vertebrales como las dehiscencias del atlas, costillas cervicales), y una mayor frecuencia de estas anomalías se ha observado, por ejemplo, en poblaciones humanas isleñas o localizadas en zonas aisladas”, detalla Ríos. Incluso en la biología de la conservación estas anomalías se pueden emplear como indicadores de endogamia en zonas de repoblación de fauna. Por otro lado, los estudios genéticos más recientes realizados en muestras provenientes de El Sidrón, Vindija (Croacia) y Siberia (Rusia), apuntarían a un emparejamiento frecuente entre neandertales con relaciones de parentesco cercanas, y las anomalías congénitas del atlas en El Sidrón se podrían interpretar como otra señal, en este caso esquelética, de endogamia en los neandertales de esta zona geográfica. En conjunto, “el panorama demográfico de los grupos neandertales esclarecido en los últimos años permite dar una explicación biológica
Un estudio, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, ha descubierto una alta incidencia de anomalías congénitas en vértebras cervicales halladas en la cueva de El Sidrón (Asturias, España). Según los investigadores, estos defectos serían el resultados de los altos niveles de emparejamiento entre los miembros de los grupos neandertales. del declive numérico de sus poblaciones, que con el paso del tiempo pudo haber desembocado en su extinción definitiva”, apunta Rosas. Una tercera explicación vincula posibles deficiencias congénitas (por ejemplo, defectos en el cierre del tubo neural) con condiciones ambientales adversas durante los periodos tempranos de gestación, como por ejemplo, un patrón de alimentación deficiente en algunos nutrientes. Aunque la acumulación de datos genéticos y osteológicos señala un escenario demográfico de endogamia, la contrastación de esta hipótesis solo vendrá de nuevos estudios de restos neandertales, concluyen los investigadores. * Consejo Superior de Investigaciones Científicas