7 minute read
Dos norteamericanos tras los pasos de Fortuny en Reus (1881
Pinceles de Marià Fortuny
Advertisement
Madera y pelo Museu de Reus (IMRC 001325)
raMon TUSQUETS
Marià Fortuny pintando «Músicos árabes»
Roma, 1874 La Ilustración Española y Americana, 1875 Museu de Reus (IMRC 09077)
Los Champney: dos norteamericanos tras los pasos de Fortuny en Reus (1881)
El matrimonio norteamericano formado por la escritora Elizabeth Williams Champney (Springfield, 1850-Seattle, 1922) y por el pintor James Wells Champney (Boston, 1843-Nueva York, 1903), ilustra perfectamente la admiración que despertaba Fortuny, muerto pocos años antes, en los artistas jóvenes europeos y norteamericanos. Sin duda que la publicación entre 1879 y 1880 del libro The Art Treasures of America, de Edward Strahan influyó. Hace rotundas valoraciones altamente positivas de Fortuny, como que «Será valorado en el futuro como la gran gloria artística de su tiempo» y lo compara con Rembrandt, Velázquez, Rafael y Miguel Ángel.130
El viaje que realizaron los Champney siguiendo los lugares vitales es un auténtico itinerario devocional por los escenarios y por la iconografía de este pintor venerado, y fue publicado en la revista cultural The Century de Nueva York, en noviembre de 1881. Uno de los primeros lugares que visitó la pareja fue la ciudad de Reus, para pasear por los escenarios de la niñez de Fortuny. A pesar de que no se llevaron muy buena impresión por su aspecto industrial y dinámico, que era todo el contrario de lo que se consideraba pintoresco: «Ruidosa, sucia y nada pintoresca, como otras ciudades industriales. Había muy poca cosa para inspirar o fomentar el gusto artístico». A pesar de esta decepción inicial, cuando pasearon por la plaza del Mercadal apreciaron la colorida realidad humana del mercado del que les llamó la atención la tipología de la gente: «Mujeres campesinas de magníficos hombros y ojos maravillosos chillaban y reñían sobre las cajas de fruta, los operarios ennegrecidos por el carbón, hombres cortos y firmes, fuertes como pequeños titanes, con ojos excitados y puños como masas que hablaban de su amor por la algarabía y la revuelta». A partir de la observación de aquellos personajes temperamentales, Champney reflexiona sobre el origen social y cultural de Fortuny. Dice que obtuvo el talento y la sensibilidad de manera innata, por carácter racial y gracia divina, cosa que reforzaba la idea de genio de este pintor: Fortuny, dice,
«provenía de un original y notable molde, pero fue modelado con barro común. Pero el barro de Cataluña es diferente del frágil y llamativo barro andaluz, los catalanes son una raza diferente de la gente indolente del sur de España, y el genio de Fortuny no fue más escaso por no haber sido heredado, puesto que le fue otorgado directamente por Dios».
La pareja visitó la casa donde había nacido el artista, y comenta la existencia de una placa conmemorativa en la fachada. Después, fueron
130. Véase CARBONELL: «Darrere les passes de Fortuny i Regnault. El viatge dels Champney», en Locvs Amoenvs, 9, (2007-2008), pp. 351-362, de donde provienen las citas; y STRAHAN: The Art Treasures of America [1879-1880], p. 35.
La plaza del Mercadal de Reus un día de mercado, hacia 1890
Vistas estereoscópicas de Catalunya publicadas por T.M., Barcelona Centre de la Imatge Mas Iglesias de Reus (IMRC 11858) a la iglesia de San Pedro, donde reposa el corazón del pintor, y casualmente encontraron el pintor Tapiró, amigo de Fortuny desde la niñez, que los llevó a casa de su familia para mostrarles unos cuántos recuerdos que guardaba. Aquel conjunto de reliquias les pareció siniestro:
«Nos enseñó muchas fotografías y algunas copias de sus cuadros, como también una vitrina de recuerdos —una especie de santuario forrado de terciopelo negro—, donde la máscara de yeso tomada del artista muerto estaba cubierta con un fragmento del lienzo mortuorio empleado en su funeral, y dos de sus pinceles, cruzados debajo, eran preservados como reliquias sagradas, con una o dos cartas, y un retrato de Tapiró, hecho a tinta por Fortuny. Era realmente un pequeño santuario muy horrible, y nos fuimos con un sentimiento de alivio».
Después los tres visitaron a Soberano en su taller:
«un lugar pequeño y pintoresco, muy extraño y provinciano, pero el maestro se comportaba con la majestuosa dignidad del hombre que ha adorado su discípulo y que sentía que algo de la gloria de la nueva estrella se reflejaba en él mismo. Nos condujo a una ga-
Cuatro imágenes del interior del taller de Marià Fortuny en Roma, c. 1873-1874
Fotografías Enrico Verzaschi Colección Carlos González lería de arte liliputiense [...] donde el cuadro central era el retablo que Fortuny pintó en su escuela cuando tenía catorce años, al que debía el acceso a la Academia de Bellas artes de Barcelona.»
Soberano, a pesar de manifestar que se trataba de una obra temprana sin importancia, afirmaba que le habían ofrecido mucho dinero por ella y los mostró una pequeña pieza orientalista de Fortuny pintada en aquel taller la primavera del 1860, cuando volvió de la Guerra de África. Champney cita las palabras del hijo de Soberano, Càstul, sobre esta:
«Lo pintó aquí, en mi estudio —nos dijo el joven—, después de volver de Marruecos. Deseaba ofrecernos algún recuerdo de aquel lugar estrambótico. Nos explicó muchas historias maravillosas. Ah! Él nunca olvidó los viejos amigos, ni siquiera después de casarse, cuando entró al ‘grande monde’».
Se trata de la tabla al óleo, de pequeñas dimensiones, con la representación de un Askari o centinela árabe.131
Lo que más les llamó la atención fue un cuaderno de dibujos infantiles de Fortuny –que en realidad tenía un relativo interés artístico– en el que según Champney ya se divisaba la afición del pintor
131. Como ya vimos, la obra fue vendida por Soberano al Museo de Barcelona, pero en la actualidad está perdida. A remarcar que, en su momento, la adquisición de la pintura tuvo una gran significación histórica, ya que como indicó la Junta Técnica de los Museos de Arqueología, Bellas Artes e Industrias Artísticas, en aquellos momentos Barcelona no disponía de ninguna obra del artista y su adquisición supuso llenar un vacio existente en las colecciones públicas de Barcelona. QUÍLEZ: Una col·lecció..., pp. 21-23.
hacia el orientalismo, dado que había varios jefes árabes con turbante y figuras enteras de musulmanes y camellos.132 Champney aprovecha el relato de la visita a Reus para narrar los hechos más destacables de la juventud de Fortuny, siempre de forma apologética, a partir de los textos biográficos publicados, principalmente la biografía de Davillier.
Unos años después, en 1892, Soberano recibió la visita del escritor y periodista Luciano García del Real (Oviedo, 1835-Barcelona, 1902), acompañado por el comerciante y propietario catalanista Josep Gambús Anguera (Reus, ¿-?). Según la crónica del periodista, lo primero que les enseñaron Soberano y su hijo,
«fou un tresor, un voluminós álbum Fortuny, una infinitat de dibuxos d’aquell gran llapis, los primers que feya: rasgos, esbossos, ensaigs del gegan. Hi há escorsos que d’una hora lluny revelan lo que se’n diu «la ungla del lleó». Lo senyor Soberano y son fill, que son pintors de mérit, com ho demostran los hermosos quadros que vaig veure en sa casa, se dedican principalment a las tascas de vinicultors».133
132. Este álbum que Soberano había regalado al niño Fortuny para que dibujara también había sorprendido Bartrina al ver seis o siete dibujos de temas orientales, «en els que semblava predir inconscientment els assumptes que més fama devien donar-li». BARTRINA: «Marian...», p. 68. Probablemente algunos sean los publicados en la portada de la revista L’Escut de Reus, 17VI-1893, con el título «Fulla d’àlbum. Dibuix inèdit de Mariano Fortuny». 133. También se mostró impresionado por la faceta de viticultores de los Soberano: «Los hi he vist fer lo deliciós Champagne que ja conexen en los restaurants de Barcelona, y sembla impossible que pugan darlo a tres pessetas l’ampolla, quan se’l confon ab lo que costa moltíssim mes, de las marcas francesas. (...) Axis, al despedirmen, vaig dals-hi una doble encaxada, dihentloshi: Una al primer mestre d’en Fortuny, y l’altra pel mestre en vinicultura.» GARCÍA DEL REAL: «Reus», La Ilustració Catalana, 15-II-1892.
El Teatro Fortuny de Reus, inaugurado en 1882, el día de su reinauguración rehabilitado, en 1988
Fotografía Pragma, APG
El Teatro Fortuny de Reus, en una tarjeta postal
Reus, c. 1920 Fotografía de autor desconocido Colección Pere Martorell Jareño