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El feedlot también se apunta a la carrera dela sustentabilidad
Mariana Gómez y Miguel Ángel Álvarez nos abren las tranqueras de su establecimiento La Loma y nos muestran cómo compatibilizan un modelo de engorde a corral con el cuidado del medio ambiente.
A 10 km de Lincoln, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires, el establecimiento La Loma es un emprendimiento de feedlot sustentable, encabezado por Mariana Gómez y Miguel Ángel Álvarez (Socio Aapresid y Miembro y Presidente de la Regional Lincoln Aapresid). Sobre un predio de 50 has alquilado desde 2004 y con capacidad para 1000 cabezas, el engorde propiamente dicho se desarrolla sobre 8 has que incluyen 12 corrales de engorde, manga, espacios de almacenamiento de alimentos, laguna de decantación, etc. Las 42 has restantes, sumado a lo alquilado en predios cercanos, completan 127 hectáreas que se destinan a verdeos y cultivos para la alimentación animal como maíz, sorgo, trigo y cebada.
La empresa tiene como objetivo la producción de carne de calidad y sustentable. Esta última condición puede ser todo un desafío para planteos de engorde a corral, que suelen ser controvertidos en términos de impacto ambiental y contaminación. Pero en La Loma decidieron encarar este reto a través de un esquema de buenas prácticas ganaderas y de un plan de gestión ambiental.
“Si bien el Municipio de Lincoln nos exige la realización de un Estudio de Impacto Ambiental (ver recuadro “El estudio de Impacto ambiental”) para la habilitación como establecimiento de engorde a corral, nosotros elegimos ir más allá y desarrollar un plan de gestión que incluye acciones de mejora concretas para actividades como la gestión de residuos, calidad de agua, control de plagas, etc.”, contaron Mariana y Miguel. También incorporaron una serie de indicadores que permiten hacer un seguimiento de la evolución de cada una de estas las acciones.
Al plan de gestión, se suma la implementación de un protocolo de Buenas Prácticas Ganaderas. De la misma forma, el manejo de los cultivos para la alimentación animal cumple con las BPAs establecidas en Agricultura Certificada (Ac). “Por el momento, no estamos certificados con Ac pero el uso de registros y procedimientos nos resulta especialmente útil en lo vinculado a la aplicación de fitosanitarios, ya que cuestiones como el respeto de la dosis establecida por marbete y los tiempos de carencia, nos permiten asegurar el suministro de alimentos libres de residuos a la hacienda”, señalan.
El estudio de Impacto Ambiental
Consiste en un trabajo de investigación que se realiza por única vez y apunta analizar los recursos ambientales del área de influencia del establecimiento para evaluar el impacto ambiental de la actividad a desarrollar y establecer las correcciones, adecuaciones y medidas de mitigación necesarias. El mismo debe ser llevado adelante por empresas acreditadas por el OPDS.
Fotografía 1 Luego de una estabilización de entre 4 y 6 meses, el compost está listo para ser voleado en los lotes agrícolas.
La decisión de embarcarse en este proyecto se apoya por un lado, en el objetivo de adelantarse a regulaciones que, más temprano que tarde, entrarán en vigencia. “Si bien la Ley de feedlot aún está en proceso de reglamentación, llegado el momento exigirá la implementación de planes para la gestión ambiental y el cumplimiento de las normas asociadas, y todo será auditado por el Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (OPDS); así que mejor estar preparados”, dicen. Por otro lado, el proyecto intenta dar respuestas a un contexto de fuertes reclamos sociales hacia el sector, a través de herramientas que acrediten el trabajo responsable.
Las Buenas Prácticas Ganaderas
El protocolo de Buenas Prácticas Ganaderas que se implementa en La Loma implica aspectos relacionados al manejo del rodeo y de los alimentos, e incluye el agua de bebida. Sobre esta última, se procura proteger los sitios de obtención y almacenamiento de agua de la contaminación biológica y química, y su control a través de análisis químicos y bacteriológicos anuales.
Las prácticas de manejo del rodeo se orientan al bienestar animal, al control sanitario y la correcta nutrición. Así, los animales se manejan sin apuro, sin gritos ni perros y la mayoría de las veces a pie. “Prohibido el uso de picanas, las banderas son nuestras aliadas más importantes para el trabajo en la manga”, cuentan los titulares del establecimiento.
En cuanto a lo sanitario, el protocolo establece una estrategia basada en la prevención. “El plan sanitario para las afecciones más comunes en confinamiento se aplica al momento del ingreso de la hacienda. De esa forma, también se reducen los traslados a la manga para la cura y, por lo tanto, el stress”, agregan.
El plano nutricional
En lo que refiere a la nutrición, el protocolo incluye desde la estricta clasificación de la hacienda (divididos por categoría y edad, y en el caso que amerite, por peso) hasta las buenas prácticas agrícolas en los cultivos que servirán a la alimentación animal, de manera de asegurar alimentos de calidad y libres de residuos.
Pero dónde Álvarez pone el acento es en la importancia de prácticas que garanticen la calidad de lo que se ofrece a los animales. “No se siempre se presta atención a los procesos posteriores al cultivo, como la cosecha y el cuidado de la reserva durante el almacenamiento. Nuestros protocolos integran la prevención del ingreso de plagas y animales, y la conservación en un ambiente adecuado de manera que lo cosechado no pierda calidad. Usamos cámaras termográficas para seguir la evolución de la temperatura del forraje y evitar procesos de oxidación. También caracterizamos el contenido de nutrientes para generar raciones equilibradas y medimos contenidos de FDN y FDA, materia seca, proteína, digestibilidad, etc. Hay que entender lo que el control de la calidad del alimento significa en términos de eficiencia productiva y ahorro de costos. De ahí el valor que le damos a los protocolos de buenas prácticas”, explica Miguel Ángel.
El ciclo de engorde
El ciclo de engorde ronda los 4 meses y comienza con el ingreso de animales de entre 150 y 200 kg a un corral de acostumbramiento, donde se aplica un riguroso plan sanitario y una alimentación a base de silo durante 15 días. Pasado este periodo son trasladados a los corrales de engorde donde permanecerán hasta su venta como vaquillonas y novillitos especiales de hasta 390 kilos. Los animales son mayormente de razas británicas, aunque desde hace dos años la empresa incursiona en el engorde de Wangus (una cruza de la japonesa Wagyu y la británica Aberdeen Angus) que se caracteriza por una carne jugosa, tierna, gustosa y con un marmoreado característico, aportado por su excelente composición de grasa intramuscular. Esta última es a su vez rica en ácidos grasos insaturados, Omega 3 y 6. En cuanto a los aspectos productivos, la Wangus tiene un comportamiento similar a las razas británicas.
La dieta se basa en una combinación de silo de maíz o trigo para el aporte de fibra, maíz grano húmedo y molido como fuente de energía, expeller de soja para el aporte de proteína y un núcleo mineral. Cabe mencionar que todos los recursos son de producción propia.
El Plan de Gestión Ambiental
Además de la documentación relativa a habilitaciones municipales e inscripciones (SE- NASA y Registro Único de Operadores de la Cadena Agroindustrial - RUCA), el Plan de Gestión Ambiental es una herramienta que ayuda a definir objetivos y acciones de mejora concretas, así como a monitorear y controlar su cumplimiento. Partiendo de los resultados del Estudio de Impacto Ambiental, los miembros de La Loma identificaron junto a ESAM, empresa especializada en asesoramiento para la gestión ambiental, las principales líneas de acción.
En lo que refiere a infraestructura, se evita la acumulación de agua y desperdicios que pudieran contaminar el ambiente de la tropa a través de la construcción de pisos de cemento en el área de comederos y bebederos. También se controla el mantenimiento y limpieza de las instalaciones (tranqueras, bretes, etc.) para evitar accidentes laborales y lastimaduras en la hacienda.
Para facilitar el manejo de aguas residuales, el suelo del predio está impermeabilizado con tosca y provisto de canales que recogen el agua y la llevan hacia una laguna de decantación, donde se termina evaporando. Tanto los canales como la laguna están también impermeabilizados. Asimismo, se protege el foso destinado a los animales muertos para evitar filtraciones hacia la napa. Conforme con las acciones de monitoreo, se controla la presencia de coliformes, nitratos y otros contaminantes en aguas profundas y red freatimétrica, mediante muestreos cada 3-4 meses.
El plan prevé además un programa de gestión de residuos especiales como frascos vacíos de productos veterinarios, jeringas usadas, agujas, etc., así como de plásticos y otros residuos provenientes de la activi- dad (ej. silobolsas). Los programas incluyen la asignación de áreas de depósito específicas y el registro de los retiros por parte de entidades competentes.
Asimismo, se establecen acciones para controlar la presencia de insectos vectores y roedores en los corrales -muy comunes en sistemas de encierre-, mediante pulverizaciones periódicas de comederos y bebederos y colocación de cebos.
La planta de compostaje
Uno de los ejes de trabajo implica un programa de manejo de residuos sólidos y la construcción de una planta de compostaje. “Cada 4 o 5 meses, el exceso de bosta y residuos sólidos de los corrales se recupera y se deposita en la zona de compostaje (que consiste en un sector impermeabilizado con tosca para evitar filtraciones hacia la napa), donde se deja estabilizar durante 4 a 6 meses y se transforma en compost. Ya sin olor, el producto es ideal para fertilizar los lotes destinados a agricultura”, aclara Álvarez (Fotografía página 55).
Tabla 1 Valores relativos de nutrientes (U$S/kg) aportados por fertilizantes sintéticos vs. compost.
Fotografía 2 En la búsqueda de un modelo de feedlot más sustentable, Miguel Ángel optó por un protocolo de buenas prácticas ganaderas y un plan de gestión ambiental.
Costos y perspectivas
“Mientras que el estudio de Impacto Ambiental puede costar alrededor de $20.000, las visitas mensuales por parte de ESAM rondan los $2.000. e incluye los muestreos, análisis de agua y el retiro de residuos. Es evidente que a la hora de poner en marcha medidas para reducir los impactos negativos de actividades como el feedlot, la cuestión económica no debería ser determinante”, remarcan.
En el futuro, La Loma sueña con certificar todo el ciclo. “Ac es un aliado fundamental aunque sería deseable algún sello que nos permita acreditar nuestra ganadería sustentable y acceder a nuevas oportunidades de negocio, incluso en el ámbito internacional, tal vez menos complejo que el local”, cierran.