Voces de un recuerdo inquebrantable

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Voces de un recuerdo inquebrantable Personajes visionarios de la Ă lvaro ObregĂłn

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN Dr. Jesús Ancer Rodríguez Rector Ing. Rogelio G. Garza Rivera Secretario General Dr. Juan Manuel Alcocer González Secretario Académico Lic. Rogelio Villarreal Elizondo Secretario de Extensión y Cultura de la UANL M.C. Alejandro Galván Ramírez Dirección de Estudios del Nivel Medio Superior Dr. José C. Garza Acuña Director de Publicaciones de la UANL Edmundo Derbez García Director del Centro de Documentación y Archivo Histórico de la UANL

ESCUELA INDUSTRIAL Y PREPARATORIA TÉCNICA “ÁLVARO OBREGÓN” M.C. Fernando Rodríguez Gutiérrez Director Ing. José Alberto Olvera Rangel Subdirector Administrativo M.A.P Magdaleno Zarazúa Navarro Subdirector Académico Profr. Sergio Loredo Macías Coordinador del proyecto editorial del 85 aniversario Edición: Edmundo Derbez García Corrección y estilo: Angélica Garza Martínez Fotografía: Jacob Rodríguez Diseño y formatación: Alejandro Derbez García

Primera edición, octubre de 2015 © Universidad Autónoma de Nuevo León © Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón” Impreso y hecho en Monterrey, México Printed and made in Monterrey, México 4


Voces de un recuerdo inquebrantable Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

Susana Acosta Badillo, Erika Flor Escalona Ontiveros y Sergio Loredo Macías

Universidad Autónoma de Nuevo León Monterrey, México, 2015 5


Prólogo La reconstrucción de la memoria institucional a través de las voces de sus personajes

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os 85 años de vida institucional de nuestra benemérita Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”, nos plantea la reflexión respecto a las

razones de su trascendencia educativa, social y productiva a lo largo de su historia. La primera razón que surge estriba en la gente que la creó y sus motivaciones, la de ofrecer una educación técnica

bajo un sentido nacionalista en la era posrevolucionaria. Sus estudiantes estaban llamados como técnicos calificados no sólo a ocupar los espacios necesarios para operar el vertiginoso proceso de industrialización del estado y el país, sino que aquellos jóvenes de las clases sociales bajas, con sensibilidad social, estaban destinados a transformar a la colectividad y a ser artífices de la movilidad y justicia social. Muchos de los directivos, estudiantes, docentes y trabajadores que pasaron por la institución a lo largo de ocho décadas y media, aportaron su esfuerzo para que la obra benefactora hacia la sociedad naciera, creciera y se consolidara. Superaron los obstáculos que cada época planteó a sus expectativas como la formalización de sus carreras y las definiciones curriculares, pero hubo otras acciones

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a las que se consagraron como la consolidación de una educación de calidad con equipamiento y tecnologías de vanguardia asimiladas en países como Francia y Alemania. Este libro, Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón se suma al esfuerzo de abordar la historia de la institución, pero ahora desde un ángulo particular; aquél que anida en los testimonios orales que favorecen la reflexión de algunos de sus principales protagonistas y cubren vacíos que la documentación deja abiertos. Este trabajo propone un relato histórico no único sino plural de la Escuela desde los relatos, las vivencias y las experiencias individuales. Así, se intenta la reconstrucción de la memoria institucional a partir de las voces de algunos de los personajes que son referentes destacados en el desarrollo de la institución. En primera instancia están sus directores quienes, de acuerdo a sus circunstancias, trataron de dar desde esa posición lo mejor para su escuela; también los docentes y trabajadores. Obvio es decir que no están todos los participantes de al menos los últimos 45 años de la vida de la escuela; la incorporación de otros elementos del rico y a veces complejo proceso institucional, incluyendo los alumnos, es una invitación a la continuidad de la investigación, pero los entrevistados en este volúmen nos permiten un acercamiento para entender la obra transformadora y fructífera de la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón” en beneficio de la sociedad. Ésta es una digna forma de celebrar el 85 aniversario de la creación de esta magna escuela que se ha constituido en Crisol de Técnicos.

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HOMERO RICO VILLARREAL Director de 1974 a 1977. Egresado en 1959 como Técnico Electricista y en 1961 de Preparatoria Técnica, ingresó a la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica para graduarse en 1965. Trabajó como maestro desde 1959, cuando comenzó como auxiliar del Taller Eléctrico, hasta 1989, año de su jubilación.

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Homero Rico Villarreal

¿Cuándo ingresa a la Escuela Industrial Álvaro Obregón? ngresé a la Álvaro Obregón en septiembre de 1957 a técnico electricista, que duraba dos años; yo venía del estado de Coahuila y me recibí en 1959 y de este año a 1961 estudié preparatoria técnica aquí en la Álvaro Obregón y posteriormente entré a la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, de donde egresé en 1965, que por cierto nuestra generación fue la última enteramente de egresados de la Álvaro Obregón, porque ya en generaciones posteriores venían egresados de otras preparatorias. Una vez egresado de facultad, ¿comienza a trabajar como maestro en la Escuela Industrial? Empecé a trabajar como maestro desde que terminé como técnico electricista, en 1959. Era auxiliar precisamente del taller eléctrico, siendo el jefe del departamento el ingeniero Antonio Caballero, y siendo director en aquel entonces el ingeniero Santiago Tamez Anguiano y secretario del plantel, el ingeniero Julio Ramírez; y pues trabajaba y estudiaba al mismo tiempo en esta institución, que fueron aproximadamente dos años y ya posteriormente, cuando entré a la facultad, continué, pero no sólo con el taller eléctrico, sino que también empecé como maestro de algunas materias como Ciencias Exactas, Matemáticas, del Taller Eléctrico, de Materiales, de Dibujo, Electricidad, Magnetismo y otras, hasta el momento en que me jubilé, que fue hace precisamente 25 años.

¿Durante este periodo comenzó la entrega de plantas a los maestros? Las plantas las otorgaron aproximadamente como en 1968, las cuatro primeras fueron de los ingenieros Antonio Caballero, Jesús Cervantes Veliz, Leonel Rodríguez y su servidor, y hubo dos medias plantas que eran las de Juan Galván Mata, ex director, y del profesor Gildardo González, posteriormente las medias plantas como en 1971 se convirtieron ya a plantas completas. Durante su periodo de profesor, hacia finales de los sesenta comienza el movimiento por la autonomía universitaria, ¿qué nos puede comentar de ese periodo? Pues como siempre, la participación fue muy activa, hubo varios comentarios y varias personas que participaron, como ahorita puedo nombrar al ingeniero Raúl Carrillo, al ingeniero Durán Gaytán, al profesor Miguel Ángel Torrecillas, al ingeniero Arturo Caballero y más personas que de momento no recuerdo, pero si hubo mucha participación tanto de maestros como de alumnos, y decía un ex rector que cuando vieran que se inquietaban los alumnos de la Álvaro Obregón o Agronomía, entonces le pusieran un poco más de cuidado, precisamente por las inquietudes que se supone que se tenían con los alumnos, porque los alumnos que teníamos en la Álvaro Obregón eran hijos de trabajadores, de obreros, que decían lo que sentían, y tanto Agronomía como la Álvaro, cuando éstas entraban en problemas debíamos poner atención, decía el rector.

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Bueno, carencias siempre existieron, en ese tiempo nosotros cobrábamos 50 pesos por semestre, los cuales relativamente eran muy poco y había una cuota interna pues mínima, casi simbólica, porque la mayoría de los muchachos eran hijos de trabajadores y realmente pues no podían y teníamos que estar conscientes de ello, y buscamos donativos de empresas, que gracias al dinamismo del rector Luis E. Todd, que buscó con empresarios la manera de que nos ayudaran, e inclusive, hubo una oportunidad con el presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, cuando en una reunión del Consejo Universitario allá en la Ciudad de México, un alumno nuestro le solicitó ayuda para nuestra escuela, porque realmente se necesitaban más laboratorios para las prácticas y más presupuesto en general, y en aquel entonces el Ing. Carlos Ramírez Ledesma era ese alumno consejero, que le dijo al señor presidente que nos hiciera el favor de ayudarnos porque necesitábamos equipos, transporte, etcétera, y entonces nos citaron al señor rector y a su servidor, y vamos con Víctor Bravo, en ese entonces Secretario de Educación, y nos donan 100 mil pesos, que aplicamos inmediatamente en un laboratorio metalográfico, porque el taller de fundición no tenía absolutamente ningún laboratorio, entonces en ese taller invertimos el apoyo. Y de lo mismo que se hizo con el gobierno federal, también se solicitaba al gobierno estatal, no siempre, pero cuando se tenía oportunidad y se podía buscar ingresos con empresas, los empresarios nos daban donativos para seguir adelante con nuestros propósitos y aumentamos precisamente los gastos que se necesitaban en aquel entonces, mensualmente, para el sostenimiento de la institución y no quiero exagerar, pero creo que aumentamos un 40% o 50%, que llegaría a unos 23 mil pesos mensuales, cuando eran 10 por lo regular, pero la población estudiantil había aumentado como a tres mil alumnos, porque la Álvaro Obregón anteriormente tenía nada más cuatro carreras, que eran taller de fundición, eléctrico,

¿Cómo se da su elección para director del plantel? Bueno, esto fue precisamente en octubre de 1974. Después de lo de la autonomía había varias inquietudes, entonces me pidió un grupo de maestros y alumnos que el candidato fuera su servidor, pero así como me lo pidieron a mí, también se lo pidieron al ingeniero Galván Mata y hubo participación con democracia de alumnos y maestros, tanto fue así que nosotros pues salimos triunfadores con un 3% de ventaja, aproximadamente, y fue la diferencia para poder salir electo y sinceramente nunca pensé, es decir, fue un honor para mí que la comunidad alvaroobregonense me eligiera para representarlos como director, porque siempre respeté y he respetado la opinión de mis compañeros, así como de los alumnos y por supuesto que han existido diferencias como en cualquier parte, pero siempre se buscó ser conciliatorio, buscar la forma de dialogar; entonces, con esas cualidades considero que ese periodo fue para conciliar intereses tanto de maestros como de alumnos, para beneficio de la institución, tratar de escuchar a todos y tratar de solucionar los problemas, como todos lo hacen, ellos hablaban conmigo y buscaba la forma de solucionar el problema, a todos, no sólo a unos y a otros no, y posteriormente pues buscamos la forma de reconciliar intereses; si había problemas entre magisteriales y sindicato, pues tratar de limarlos, y así hasta que concluimos, aunque no concluí mi periodo como tal, me faltaron dos meses, pero observé que si me aferraba a seguir como director probablemente hubiesen sucedido cosas que no estaban acorde con mis principios, así que sencillamente decidí dejar el puesto y salirme con la frente muy en alto y dejar que siguiera el camino con las personas que fueran necesarias. ¿Cómo afrontó en su administración la solución de estos problemas que menciona y de otros, claro, por ejemplo de tipo económico? 10


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mecánico y otra, eran las cuatro especialidades que tenía, pero había mucha población estudiantil, entre cursos diurnos y nocturnos, entonces pues buscamos las formas de salir adelante y gracias a la colaboración de algunos empresarios y al dinamismo de las autoridades en turno, y muchas veces también lo que uno hace como director es hacer política fuera de la institución para que lleguen ingresos, lo más posible, porque por mucho que sea, es poco. ¿Qué nos puede comentar de las tomas de camiones? ¿Eran consecuencia de la carestía económica? Bueno, como anteriormente comenté, si la Universidad escuchaba que la Álvaro Obregón tomó varios camiones pues es porque realmente sucedía algo, había un problema y en aquel tiempo cuando había aumento de cuotas de camiones, pues los alumnos tomaban los camiones como represalia contra los empresarios, porque pues no completaban, como ahorita tampoco completan, pienso yo, entonces en una ocasión cuando estaba con el gobernador Pedro Zorrilla, el encargado de los camiones, Héctor Segovia, se comprometió con los alumnos de donar un camión para hacer las prácticas profesionales y de, además, otorgar una cuota mínima y los que no fueran alumnos iban a pagar una cantidad determinada, pero no cumplieron precisamente con esa promesa, pero el señor gobernador entre sus múltiples obligaciones no sé si se enteraría, entonces me habla a mí el rector Todd y me dice: “oiga, ¿qué pasó con esos camiones?”, esto durante la toma, y le digo: “no pues, les habían prometido un camión a los muchachos y no se los cumplieron, y como represalia están tomando esos camiones”, “¿pero podrán regresarlos ahorita?”, me pregunta el rector y le digo: “sí, cómo no”, y en aquel entonces había más armonía, porque había comunicación entre los estudiantes y su servidor, y les digo: “muchachos, ¿pueden entregar estos camiones?”, “si cómo no, dentro de dos horas”, y pues hablaron con personas del gobierno y les entregaron sus camiones, y ellos

“Para mí la Escuela es una de las satisfacciones más grandes, porque pues uno siendo hijo de gente trabajadora, llegar hasta donde he llegado, es más que suficiente”.

me preguntaron “¿por qué los entregaron?”, y les dije, “no pues nomás cumplan lo que prometieron y no va haber ningún problema, son muchachos muy sanos, nobles, sencillos”, y entonces entregaron los camiones y el señor Segovia donó el camión prometido, con la entrega oficial de las llaves. 11


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Del servicio social, ¿qué nos puede comentar? La idea del servicio social, que se hiciera obligatorio, fue precisamente de la Álvaro Obregón, porque nosotros presentamos esa propuesta ante el Consejo Universitario, pero como nosotros no éramos de nivel licenciatura, pues no lo consideraban servicio social, pero la preparatoria fue una de las escuelas que propuso que todos los alumnos de la Universidad Autónoma de Nuevo León hicieran su servicio social, pero dijeron “los de las preparatoria, esos no van hacer su servicio social”, pero como eran carreras técnicas entonces estuvieron de que sí, de que no, y allí hubo varios problemas, pero finalmente se concertó la labor de servicio social, que lo hicieran obligatorio. ¿Y el servicio a la comunidad? Siempre estuvimos atentos a eso, por ejemplo en el periodo de vacaciones de navidad o de semana santa dábamos servicio a la comunidad de que trajeran sus medios de transporte para revisión, o en diciembre juntábamos juguetes, los que estaban en mal estado se arreglaban y se llevaban a los ejidos, donde se requirieran, donde hubiese mayor necesidad, allí llevábamos nuestros servicios y no digo que a todos, pero sí a varios puntos, por ejemplo, ahorita que recuerdo, de cuando empecé mi administración, a Galeana, a Linares o Hualahuises y así a varias partes durante mi periodo, a donde se pudiera. Un aspecto distintivo de su administración fue la incineración de la bandera, ¿por qué se llevó a cabo esa ceremonia? Pues en primer lugar, y hasta ahorita, nunca he sabido que se haya hecho la incineración de una bandera en la Universidad, pero no me consta, y cuando se hizo la incineración de la bandera aquí en la escuela fue una cosa muy bonita para todos los alumnos y maestros de la institución en aquel entonces y precisamente todos ayudaron, pusieron su granito de arena, porque no había allí corrientes diferentes, sólo una, la Álvaro Obregón, porque esto era a beneficio

de ellos; y en aquel entonces un maestro, Leonel Villanueva, él trabajaba en la Secundaria No. 8, y trajo a las jovencitas de la escolta para que nos ayudaran a hacer la ceremonia que se requería para la incineración de la bandera, y hablamos con el gobernador y con el rector, y buscamos de todo para que fuera esto lo mejor posible. Hablamos con los alumnos y los maestros, e incluso, hablamos con autoridades militares y civiles, porque es todo un proceso, no sólo agarrar y hacer esto y aquello, no, fuimos hasta la séptima zona militar a pedir permiso y con el señor gobernador y con las autoridades de la Universidad, porque todos ellos debían de estar presentes para la incineración, y finalmente cuando se hizo eso creo que hubo muchos buenos comentarios a nuestro favor, de nuestra escuela, ¿por qué?, pues porque nunca se había hecho y fue una ceremonia muy bonita, mucha rectitud, mucho respeto a la bandera y todas esas cosas que crea uno para la institución, y en aquel entonces el rector estaba muy feliz porque no había una ceremonia como esa y muchas personas vinieron a agradecer y qué bueno. ¿Cuál considera que fue su mayor aportación a la escuela? Creo que fue la actitud conciliadora, ver por los intereses de todos, en común, para beneficio de la institución, porque cuando inicia uno, con un porcentaje relativamente poco, pues es difícil porque hay muchas piedritas en el camino y sí hay errores, porque los hay, pero tratas de corregirlos y si son aciertos, pues hay que tratar de evaluarlos y seguirlos, entonces todos están a la expectativa de lo que vas a hacer, de lo que ya hiciste o de lo que no hiciste, y si venía una persona con una corriente diferente a la nuestra al contrario de no hacerle caso, con mucho gusto se le atendía, porque todos éramos compañeros y de todos los que se acercaron conmigo, no le hice mal a nadie, porque si llegaba un alumno, buscaba una manera de ayudarlo, ¿por qué?, porque yo pasé por aquí, sé lo que es no comer, lo que es no tener en donde dormir, a mí no me pueden contar, porque yo 12


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viví aquí, vengo de padres humildes; mi padre, maestro albañil y mi madre, ama de casa y estoy muy orgulloso de ellos porque siempre buscaron la manera de darnos todo lo que pudieran para seguir adelante, es por eso que cuando empecé en esta Preparatoria entré a Técnico Electricista y mi padre me dijo: “mijo, si usted quiere estudiar más, puede estudiar más”, y trabajé en la empresa de Aceros Planos y trabajé en un grupo de transportes, y en Hojalata y Lámina, por turnos y ganabas una cantidad mínima, y le dije: “no, pues no voy a completar”, y me dijo: “bueno, ponte a estudiar ingeniería”, y entré entonces a preparatoria y al terminar ya pude entrar a Ingeniería Mecánica, porque ese era el requisito para la facultad, tener la preparatoria, entonces cuando ya partes de eso, pues

ya conoces y ya no te platican porque uno lo vive de carne propia. En el marco del 85 aniversario, y en su caso con más de 40 años dedicados a la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”, ¿qué significa esta institución para usted? Es parte de mi vida y una satisfacción muy grande que tengo y no me arrepiento, lo bueno que he hecho me gustaría que hubiese sido más bueno, y lo malo, pues lo hice sin ganas de hacer eso, pero para mí la Escuela es una de las satisfacciones más grandes, porque pues uno siendo hijo de gente trabajadora, llegar hasta donde he llegado, es más que suficiente, fue para mí lo máximo y quiero mucho a la Álvaro Obregón.

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OCTAVIANO FERNÁNDEZ ESPINOZA Director de 1983 a 1989. Alumno deportista, cursó la Preparatoria Técnica y comenzó su cátedra como ayudante del Taller de Ajustes. Fue Coordinador de laboratorios durante el periodo de Homero Rico (1974-1977) y Jesús Cervantes Véliz (1977-1983).

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Octaviano Fernández Espinoza

¿Cómo fue su primer acercamiento con la Escuela Álvaro Obregón? omo estudiante, o más bien como aspirante a estudiante; yo soy de Nueva Rosita, Coahuila, ahí me crié y dejé de estudiar, y me puse a trabajar por la situación económica, porque soñaba con ayudarle a mi mamá. Soy huérfano de padre desde antes de nacer y con mi madre nos vinimos a Monterrey soñando por un futuro mejor, buscar una mejor preparación, pero en ese lapso que termino la primaria y antes de venirnos, yo ya trabajaba como cobrador en Telefónica Nacional de Sabinas, que era el nombre que llevaba anteriormente Teléfonos de México, porque Teléfonos existía para el sur y no para el norte, estaba para Sabinas, Agujitas, Rosita y Múzquiz, todo eso era Telefónica Nacional de Sabinas; y entonces como dejé de estudiar mi madre quería que retomara el estudio y lo que hizo fue decirle a un primo que me metiera a trabajar ahí donde estaba él como gerente, que era Telefónica Nacional y lo que él hizo fue meterme de cobrador, porque es lo que podía hacer con primaria. Después se da cuenta mi madre que un día llegué en bicicleta y va con mi primo y le dice: “oye hijito, lo que quiero es que se regrese a estudiar y tú le das una bicicleta, nunca ha tenido bicicleta y anda feliz con ella” y de hecho así era, yo andaba para todos lados en mi bicicleta; pero después me mandaron a hacer trabajos, digamos un poco peligrosos, como subirte a los postes a hacer cableado y todo eso, y en una de esas me astillé todo y lo primero que hice fue

ir a decirle a mamá: “má, yo quiero estudiar”, “pues sí, nada más que ahora te va a costar aquí”, me dijo, y pues así nos vinimos para acá. En el lapso ése, yo era un niño que tenía 12 ó 14 años, no sé cuantos, y llegaba a cobrar y me ponía a platicar con los señores o me hacían plática con tal de no pagarme y además todos nos conocíamos en el pueblo y entonces don Florentino Garza, a quien le dije que me venía a Monterrey y que a lo mejor estudiaba acá, me dijo: “ve, pero vete a estudiar a la Álvaro Obregón, ahí está un hijo mío”, que era el hijo menor, Mario Garza Téllez “la Manzanita”, yo los tenía en alta estima, ya murieron; entonces don Florentino me dijo: “busca a mi hijo, Mario Garza y que él te ayude, dile que vas de parte mía”, y cuando llegamos aquí lo primero que hice fue ir a la Álvaro Obregón, a la esquina de Félix U. Gómez y Calzada, como diría mi compadre Carrillo “la Sorbona de Félix U. Gómez y Calzada”. Llegué y busqué a Mario, y él fue y me inscribió, estaba en ese tiempo Panchita, que era una secretaria, y la otra era Vicky y en la noche estaba Mela, la tía de los “Chonitos”, y además estaba el maestro José Manuel Ramírez, que era el secretario, y el director era el ingeniero Tamez Anguiano, y así comencé a estudiar. Comenzaba uno de primaria, hacía su primer año estándar que consistía en llevar las materias propedéuticas, que llevan todos en primero de secundaria, con la diferencia de que tú llevabas dos meses de Taller Eléctrico, dos meses de Taller Mecánico, dos de Ajustes, dos de Herrería, dos de Fundición, dos de Modelos, y así en todo el año pasar

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dos meses, o mes y medio en los talleres; porque la intención era saber cuál era tu verdadera vocación y ahí decías “me gusta el área eléctrica”, y en el segundo año ya escogías la carrera que ibas a estudiar o bien optabas por estudiar la pura preparatoria, porque ibas a la facultad. Yo no estudié carrera técnica, estudié nada más la preparatoria, así que seguí pasando por los demás talleres, y así fue como inicié. ¿Qué recuerdos tiene de su etapa como alumno deportista? Aquí es donde aparece por primera vez Omar Sandoval. Cuando llegué aquí a Monterrey no conocía nada de deportes, porque nunca jugamos en el pueblo y aquí apenas llegué, observé que había mucho ambiente por el beisbol, por el basquetbol, por el voleibol, más que por el futbol soccer; y cuando entré a la escuela lo primero que hice fue buscar meterme al gimnasio; entonces fui y en eso andaban haciendo la selección del equipo representativo de la Álvaro Obregón y a mi Raúl Cornejo no me seleccionó para el equipo representativo de la Álvaro, pero como quiera yo iba a entrenar en el gimnasio y un día se apareció Mario, que era el jefe de Raúl Cornejo, pero él también trabajaba en la secundaria donde era director Ruperto Dávila y era secretario de la secundaria el profesor Julio Manuel Rodríguez, que era en ese momento también el secretario en la Álvaro Obregón, y entonces me dice: “¿no quieres jugar basquetbol?” “sí”, le dije, “pues vente” y entonces me lleva a jugar con la Secundaria No. 1 del estado y ahí me tocó jugar con “Maza”, con el “Memote” Sáenz y con quien también terminó en el Álvaro Obregón, Ramírez Vela. Así comienzo a jugar basquetbol con Omar, y cuando pasa ese tiempo ya me reincorporo como estudiante al equipo representativo de la Álvaro Obregón y luego de ahí llegamos a lo que era intermedia, cuarta, tercera, segunda y luego primera fuerza, que era ya el equipo de la Universidad y ahí me tocó jugar y representar un tiempo como Universidad Oro, y ya cuando dejo de jugar basquetbol en el torneo Cruz de Malta, que era el máximo, es

porque al terminar la preparatoria e incorporarme a la Facultad de Ingeniería Mecánica me dice Omar “es la última vez que vas a jugar basquetbol, si yo te veo en cualquier cancha o en cualquier parte te voy a sacar de las greñas, tú ya no vas a volver a jugar basquetbol, si yo supiera que aquí hubiera profesionalismo a tal grado que tú pudieras hacerte valer con la forma de jugar basquetbol, no te diría que te retiraras, pero no hay porvenir aquí en el basquetbol en México, así que zapatero a tus zapatos, te vas a estudiar”. Ya para entonces Omar iba a la casa, había más relación, por conducto de él conocí mucha gente de los grandes, al ingeniero Tamez Anguiano y a todos ellos, y me dice: “tu mamá necesita ahorita que seas una persona con una preparación para que ayudes” y así fue como dejé de ir al basquetbol, seguí jugando representando a la Facultad de Ingeniería Mecánica en los torneos interuniversitarios, pero ya no con la obligación que tenía antes; como cuando jugaba en el Torneo del Seguro Social y luego te cambiabas y te ibas al Torneo de Cruz de Malta y luego al centro social, todo el día era jugar. La obra de Omar Sandoval fue muy importante tanto en el deporte como en la guía de estudiantes, ¿nos podría hablar de su personalidad y cómo contribuyó en algunas vidas de los estudiantes? Hay muchas anécdotas y vamos a hablar de lo bueno; hay una cosa que nunca se me va a olvidar. En una ocasión no me llevó a un campeonato porque yo fui a apoyar como público a un equipo de la región Carbonera de Coahuila, el que ganara allí jugaría contra la Álvaro y yo estaba apoyando a la raza de mi pueblo, y se dio cuenta y a él no le gustó eso; y no solamente no jugué en un partido sino que tampoco me llevó a un torneo en Chihuahua, pero bueno, eso no quita todo lo demás. Definitivamente era una persona muy estricta, pero también se preocupaba mucho, nos ayudaba, apoyaba y trataba de que fuéramos buenos estudiantes, porque 16


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no todos eran buenos estudiantes, eso sería una mentira, y se mortificaba; pero si tú no dabas el kilo como estudiante como quiera jugabas, porque si no, mucha gente no hubiera jugado y te puedo mencionar que no terminaron la carrera y no por cuestiones de falta de capacidad o porque no pudieron, que sé yo, pero que como jugadores eran buenos, lo eran, y sí salió mucha gente muy positiva del basquetbol en ese entonces, de los que me acuerdo, como Walter Pully, Laredo, el “Chaparro” Elías, Luis Durán Gaytán, los Marín, Acosta y mucha gente. ¿Cómo se incorpora a la planta docente? A raíz de la relación con Omar, pero anterior de eso, con el ingeniero Raúl Chapa Zárate, que era el jefe de laboratorios y talleres de la Álvaro Obregón. Hubo una época en la que querían que se acabara, entre comillas, la corrupción dentro de la Policía Federal de Caminos en el área de puentes y caminos o no recuerdo cómo se llamaba, en esa época el ingeniero Zárate se fue como director general de la Policía Federal de Caminos a México y metió muchos estudiantes de la Álvaro a trabajar en las básculas. Entre ellos iba “Ponchito” Rodríguez, que ya falleció, iba otra gente de la Álvaro que no me acuerdo de los nombres, trabajaba Rómulo ahí también, habíamos varios y yo iba dentro de ese grupo, y ahí me hacía valer yo para trabajar. Toda la carrera la hice trabajando y estudiando, pero luego era muy pesado y como quiera así comencé el primer año en FIME. Después de esto hubo una oportunidad por problemas que se presentaron en la escuela y Omar me recomendó con el entonces director que era Antonio Caballero, porque su papá ya se había jubilado y estaba Luis Durán Gaytán, que era el secretario, y entramos ahí un grupo de ex alumnos y ex jugadores de basquetbol; entró “Marquitos” al taller de máquinas y herramientas; entró “Chendo” al taller de soldadura; y entré yo al taller de ajustes. Entré como ayudante de Taller de Ajustes, pero para entonces no existía la nocturna y se creó la prepa nocturna que empieza con maestros voluntarios y

entre ellos entré yo. En ese tiempo era el subdirector de la nocturna el ingeniero Abelardo Gutiérrez Zertuche, papá de Evangelina, compañera; y yo ya estaba en la facultad y venía al Taller de Ajustes a mi trabajo, y me dice el ingeniero Gutiérrez que si no lo puedo cubrir en la clase de matemáticas porque tenía trabajo y acepté quedarme ahí con él sin que me pagaran absolutamente nada. Después me cambiaron las horas del Taller de Ajustes, lo que era equivalente en pesos me lo daban en horas docentes, porque antes, para dar clases en la Universidad, lo que se requería era que fueras un año por encima de donde te iban a dar las clases. Yo comencé a trabajar en la Álvaro siendo estudiante de prepa y luego con el ingeniero Gutiérrez, y después entro a estudiar a la nocturna en FIME porque trabajaba de día y estudiaba de noche; se hace eso y después me vengo de día y sigo en la nocturna. En un paréntesis, a los primeros que les di clases en esa época, cuando comenzaba como maestro, fueron a Lázaro Vargas y a Arturo González. ¿Cómo fue la experiencia de coordinador de talleres? El primer nombramiento que me dan de coordinador de laboratorios y talleres fue con Homero Rico y luego con Jesús Cervantes, pero comencé con Homero. Me tocó con Cervantes hacer los primeros kioscos, el de Iturbide, los modelos, todo se hizo en ese periodo. La historia de los kioscos fue una cosa muy interesante; cuando sale Pedro Zorrilla de Gobernador ponen dos arbotantes, como los que están ahorita en la Macroplaza a la salida del Palacio de Gobierno, y el que se encargaba de eso era el departamento de Antropología e Historia, no me acuerdo yo del jefe de ellos, pero el que era en ese tiempo encargado era un arquitecto muy bueno, era el jefe de Javier Sánchez y René Villarreal, arquitectos los dos. Un día fueron conmigo porque tenían problemas con los arbotantes que habían instalado, los habían mandado hacer en otra parte y no podían unirlos, 17


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porque en lugar de fundición gris habían usado fundición blanca y no era manejable, no podían poner los brazos y me dijeron: “¿qué hacemos?”, me llevaron a verlos y les dije: “no hay nada más que meterles soldadura, no se puede hacer de otra manera y meterle pasta automotriz, como plaquearlos, pintarlos y esto parece que lo vaciaron en cascajo en vez de arena, porque tiene agujeros en todos lados”. Se repararon los arbotantes y terminó eso, pasa el tiempo y don Alfonso Domínguez, el gobernador de 1979 a 1985, quiere que le hagamos otros arbotantes en la escuela y se hizo todo eso, se tuvieron que hacer los modelos en la escuela, que los hizo el maestro Elizondo, jefe de modelos en ese tiempo y ahí se hicieron los modelos, luego se vació todo y se maquinó en la Álvaro Obregón por petición de don Alfonso. No los instalamos nosotros, sólo los fabricamos y los maquinamos, fue otra empresa la que se encargó de colocarlos; pero los kioscos, como el kiosco de San Pedro Garza García, de Iturbide, de Mier y los otros, todo eso lo hicimos también en la escuela. A mí me tocó de estudiante ver vaciar la estatua de Simón Bolívar, que se hizo un relajo porque a la hora de inaugurarla no tenía la espada. En la Escuela existían muy buenos mecánicos, yo creo que la mecánica y lo sigo sosteniendo, y que ojalá no sea motivo de grilla, sigo creyendo en que los maestros del Taller Mecánico no deben de ser ingenieros, deben ser técnicos reconocidos, pero con esa vocación, con esos conocimientos prácticos, no teóricos, y prueba de eso es que todos los maestros que tuvimos ahí eran mecánicos, claro que deben ser dirigidos por un ingeniero, pero que no sea él directamente el encargado. ¿Cómo se fueron dando las circunstancias para que llegara a ser director de la Escuela? En esos tiempos había mucha política, yo formé parte de la Federación de Estudiantes, y en aquel tiempo había gente muy importante que fueron líderes de la Federación, como Horacio Garza y García, José

Cristóbal Fernández Quiroga, Luis Durán Gaytán, Rómulo Tusa Hernández, César Lucio Coronado y José Luis Sustaita, cantidad de gente con una trayectoria muy bonita dentro de la Universidad y dentro del área social, que vivieron la época esa de efervescencia política dentro de la Universidad, y eso nos permitía a todos tener más política con la gente, tener más nexos y se fue dando. Las circunstancias se fueron dando porque se presentaron en ese momento, tenía más gente, porque inclusive se llegó a decir que se había hecho una auscultación en un grupo reducido, que estaba Marcos Cantú, Flores Pérez, Luis Eugenio, Mauro Martínez Mata, y no me acuerdo quien más estaba, y se decía “a todos ustedes se les han mencionado para que sean los que se encarguen de la sucesión de la dirección de la Álvaro Obregón, yo hice una auscultación” y les dije “pues yo no sé a quién auscultarías, a mí no me auscultaste, yo sólo te digo que salga o no salga por el grupo éste, yo como quiera me voy a lanzar” y la primer votación que se hizo quedó tablas y la segunda ya la gané yo, no como candidato único, creo que Marín también anduvo ahí, fue un buen amigo y siempre anduvo, se la jugó con Cervantes, se la jugó conmigo, luego con Lázaro, y ya no sé si después con Efrén. Yo ya tenía buena relación con los estudiantes por la cuestión que se había presentado en esa época en la Universidad: la muerte de un estudiante de la Álvaro Obregón; y el haber contribuido a calmar los ánimos en el estadio, y que fue en completa relación con el entonces rector, Luis Eugenio Todd Pérez, que no tenían nada que ver los rectores con las elecciones de nosotros, de hecho no se metían, el rector no entraba, y si entraba, llevaba el riesgo de perder, la Álvaro fue muy especial. ¿Pudiera relatarnos aunque sea brevemente el incidente que menciona del estadio? Fue en un juego de futbol americano que me tocó a mí de suerte andar con las gentes de México y a la hora que se hace el conflicto, una balacera, sacó una 18


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Sí, al muchacho que desgraciadamente quedó paralítico se le consiguió un trabajo en la Escuela, y duró buen tiempo, y también se le dio trabajo al padre del joven que falleció, fue compañero de nosotros. Y con Reyes Heroles tuvimos una Comisión y nos autorizaron algunas cosas. ¿Cuáles considera como los mayores logros de su administración? No sé si sea un tanto vanidoso, pero creo que lo más grande que conseguí en mi administración fue la amistad que hice con mucha gente de la escuela, de ahí nacieron muchas nuevas amistades y se fortalecieron las que ya existían. Siempre va haber gente contraria, por naturaleza, pero yo creo que ese fue uno de los grandes logros. En la época mía fueron como 8,400 u 8,700 alumnos los que teníamos en la escuela de Félix U. Gómez y Calzada. Se crearon en la época de Cervantes muchas carreras que luego se fueron eliminando por escasez de presupuesto y se fueron dejando las que pudimos darle un poquito más de fortalecimiento. Había carreras que eran muy difíciles de mantener y por autorización del rector se desaparecieron algunas que no reunían el perfil para lo que fue creada esta escuela, y sobre todo no se quería perder la esencia; por ejemplo, Técnico Petrolero, ésa fue la primera que quité porque me acuerdo que platiqué con Cervantes y le dije: “no tiene caso que tengamos esta carrera aquí” y él respondía: “¿por qué?”, “pues porque no tenemos infraestructura” y en efecto, no teníamos nada y a los egresados de esa carrera, les dije: “no saben ni cómo despachar una bomba de gasolina en una gasolinera”, porque no teníamos nada de preparación y no había campo tampoco y entonces desaparecieron muchas carreras, y se le dio más impulso a las que podíamos mantener y las que tenían campo y futuro. Además de los cambios curriculares, en la cuestión material lo primero fue darle una fisionomía diferente a la escuela. Lo primero que hicimos fue pintar toda la escuela por dentro, reparar los vitrales que son de

“Creo que lo más grande que conseguí en mi administración fue la amistad que hice con mucha gente de la escuela, de ahí nacieron muchas nuevas amistades y se fortalecieron las que ya existían”.

pistola uno del Poli, y mató al hijo del señor Ramírez, e hiere a otro muchachito, que estuvo trabajando con nosotros ahí porque quedó paralítico. El juego era Poli contra Tigres e iban todos los estudiantes. Se hace el zafarrancho, yo estaba en un palco ahí y me manda a hablar el Dr. Todd y bajo, no sé qué relajo, la cuestión es que me dice que por favor hablara con los muchachos, porque la gente de la Álvaro siempre fue brava y ya iban sobre los del Poli y se iba a hacer la cosa peor, y me acuerdo que ahí le pedí ayuda, le dije que calmaran a la raza a uno que le decíamos “El Pelón” y al “Electro”; y otras gentes que no recuerdo sus nombres, pero que contribuyeron a que se calmaran los muchachos, que muy maduramente los detuvieron y no se hizo el problema más grande. ¿Con los heridos hubo solidaridad por parte de la Escuela? 19


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las obras más bonitas que hay, creo que es el vitral más grande que hay y podrán decir “hay vitrales en la catedral de tal parte”, pero con esa temática es el más grande y hecho por un gran artista que fue Roberto Montenegro y Nervo, primo hermano de Amado Nervo. Vinieron inclusive de Bellas Artes a tomarles fotos, en la época mía, porque ya los consideraban como Patrimonio de la Nación, y en sí el mismo edificio debe estar considerado como tal. Comenzamos primero por remodelarlo por dentro, pintarlo de colores, algunos lugares rositas, en otros beige, que se viera bonito y tratar de tener mayor vigilancia en los baños y todo eso, que hubiera un poquito más de respeto de los muchachos hacia las muchachas y eso nos favoreció mucho, que los hombres fueran bajándole un poquito a los desmanes que hacían. Y la remodelación en sí fue una cosa muy bonita, que fue incluso motivo de elogios por parte del licenciado Horacio Alvarado Ortiz, que tenía un programa que se llamaba “Lo Bueno y lo Malo”, y en lo malo había sacado la fachada del edificio, y yo fui y hablé con él y le dije que si fuera tan amable de ir a conocerla por dentro, porque la cornisa del edificio no nos la querían reparar, nadie quería gastar y lo mismo pasó con los laboratorios. En la cuestión de la cornisa, subí a los intendentes y les dije: “saben qué, me van a tumbar todo ese mugrero”, pues se veía la escuela fea, destruida, porque ya tenía fisuras y tenía miedo de que se fuera a caer y pudiera crear un accidente, y mandé a la gente a que la tumbara, y después pasa Alvarado y dice: “es lo malo de Monterrey, la Álvaro Obregón”, yo lo había propiciado de cierta forma y al ver eso ya vinieron y me lo reconstruyeron, lo pintaron. Una vez ya restaurado el edificio, llamé a Alvarado Ortiz y lo llevé a ver todo lo que habían hecho los muchachos y los equipos; se quedó maravillado y después hizo un reportaje hablando muy positivamente de la escuela; y poquito después de

que se le da a la escuela toda esa fisionomía, se compra el edificio de “la Alvarito”, porque nos dimos cuenta de que era insuficiente, todos los talleres estaban llenos; y se compró con la anuencia del doctor Piñeyro ese edificio, que tampoco es ya de la Álvaro y se hizo esa ampliación. ¿Se le da impulso a las carreras de la mujer? Sí, en esa época comenzamos a tener una gran cantidad de alumnado femenino y batallamos mucho para que se sostuviera la carrera de Trabajo Social, hubo pleito con la directora de la facultad en aquel entonces, porque decía que les íbamos a quitar alumnado, pero se ganó y creo que nos ha dado muy buen resultado, como Turismo, porque las muchachas egresadas de la Álvaro son las que hacen el trabajo de campo que no hace una muchacha licenciada. Hay ocasiones, y es una cosa muy común dentro de nuestra sociedad, que al profesionista a nivel licenciatura lo hacen técnico y al técnico lo hacen obrero, pero eso ya es apreciación de los que han trabajado. ¿Cómo surgió Tres Caminos? Nació entre nosotros. La Álvaro Obregón fue creada por Aarón Sáenz para hijos de los trabajadores, para darle clases a la gente más humilde, una educación, y en mi época nos dimos cuenta de que el 40% de la población que tenía la Álvaro Obregón era de Guadalupe, y se comenzaron las gestiones para conseguir el terreno para hacer el edifico de Tres Caminos, porque antes la Álvaro Obregón se surtía de la Independencia, de la Nuevo Repueblo, de la Moderna, de las colonias del centro, de La Risca, era pura raza humilde. Comenzamos las gestiones para la donación del terreno y el que nos dio la mano fue inclusive hasta “Lacho”, Jesús Garza y Garza, que fue también alcalde, en ese tiempo estaba de regidor y fue también presidente de la Federación de Estudiantes, que me lo encontré y le pedí que nos diera la mano en el Cabildo para que nos cedieran el terreno y hacer la escuela ahí; y trabajó toda la raza, anduvieron haciendo encuestas y justificándolo, muchos 20


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contribuyeron, se comenzó a trabajar sobre eso con Piñeyro, pero el edificio se vino entregando en mi último año, ya con Gregorio Farías como rector, y me he enterado que ha crecido mucho. Se equipó todo Álvaro Obregón, tanto Félix U. Gómez como Tres Caminos, algunos de los tornos que están ahí todavía son de esa época. Hasta esa época sólo había dos reequipamientos, cuando el ingeniero Tamez Anguiano y en mi época, y eso porque con el ingeniero Farías fuimos Guadalupe Cedillo, que era el director de la Facultad de Ingeniería Mecánica, y un servidor a México y dijo: “mira Tavo, te voy a dar lo mismo que le di a Mecánica” y entonces pues Cedillo como era de la FIME comenzó a seleccionar el equipo de control y dijo: “lo mismo para la Álvaro” y dije: “no, no, en la Álvaro necesitamos equipos diferentes, no tan sofisticado como el equipo de Mecánica, esto es para técnico y esto es para nivel licenciatura” y se compró todo lo necesario, se equipó todo el Taller Eléctrico, el de Soldadura, tanto de Tres Caminos como de Félix U. Gómez. A parte, ya con don Alfonso se nos autorizó un trancazo de carros del corralón para que los muchachos practicaran en esos dos talleres. Todo lo de computación, todos los talleres fueron 100% reequipados. ¿Se llevó a cabo el programa de becas al extranjero durante su periodo? A decir verdad fue un proyecto del doctor Piñeyro, porque él tenía una gran fijación con Alemania y él comenzó a ver esa posibilidad de mandar estudiantes de intercambio a ese país y en la época de Cervantes se hizo la primera selección, yo estaba como jefe de taller, se hace esa primera selección de alumnos para que vayan a Alemania y en los seis años que estuve yo me tocó ir por la primera generación y seguimos mandando becarios a Alemania y con Lázaro se incluyó Francia, no sé por qué, tal vez por convenios de Rectoría. Hay ciertas cosas que se pueden resaltar, si hablamos en automatización, Alemania mis respetos; en electricidad, Francia; en electrónica, Japón, cada quien tiene sus áreas.

Durante su periodo por primera vez se ganó el Campeonato de Futbol Americano, ¿cómo fue esta experiencia? A mí en lo personal me dio mucho gusto por muchas cosas, en primer lugar se les apoyó en todo lo que se pudo para que no tuvieran carencias los muchachos. El americano nació en cierta forma en el Álvaro Obregón, no como institución, sino con una persona que dedicó muchos años a la Álvaro y que después fundó la Facultad de Ingeniería Mecánica, me refiero al Ing. Tamez Anguiano, él fue uno de los primeros en traer el futbol americano aquí a Nuevo León, y nunca fue campeón la Álvaro Obregón mientras él fue director, jamás, y eso fue una gran tristeza y un gran frustración para el ingeniero Tamez. Pero se consiguió presupuesto y metimos a tres hermanos egresados de la Álvaro Obregón, los hermanos Garza, el mayor, César Garza era el jefe, y estaba Hernán, el más chico y había otro que les ayudaba, pero los hermanos comenzaron a trabajar con la Álvaro Obregón y nos dieron el primer campeonato, nos dieron creo dos, pero a parte de esos campeonatos, nosotros ganamos cinco veces el Trofeo Universidad, que es donde participan todos y gana el que tiene mayor puntuación en todos los deportes; pero cuando quedó campeón el equipo de americano por primera vez, el Ing. Tamez ya estaba muy delicado, muy enfermo y le llevé al equipo campeón, y por cierto, lo hicimos llorar, bueno, los muchachos, porque su adoración era la Álvaro Obregón y no veía más que por la Álvaro. Él fue quien le dio la fisionomía a la Álvaro, de gente aguerrida, de gente entrona que no teníamos reversa, nos pides una cosa y hasta que termines. Entonces le llevamos el equipo al ingeniero y el día en que murió, murió con el jersey de la Álvaro Obregón, porque cuando falleció fuimos nosotros y me llevé un jersey campeón y ya lo habían bajado y me acerqué con su hijo y le dije: “yo sé que a tu padre le hubiera dado mucho gusto que lo sepultaran con el jersey de la Álvaro” y abrió el féretro y se lo puso. 21


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Los antecedentes de la rondalla comienzan en su periodo, ¿cómo se fue formando? En una ocasión vi a unos muchachitos de unos 16 o 17 años tocando y me los llevé al salón de actos, como le decíamos nosotros, y les digo: “¿cuál se saben?” y empezaron a tocar un bolero, y me llamó tanto la atención que a esa edad cantaran música de la época mía y les digo: “¿se saben ésa?” y contestan “sí”, y empecé a cantar yo con ellos y les pedí que empezaran a juntar raza que supiera tocar, y creamos la rondalla, también formamos el ballet, pero no me acuerdo el nombre del maestro que teníamos, que era muy bueno. El representar a la escuela en el deporte y ser estudiante, trabajador y director, ¿qué significa en su vida la Álvaro Obregón? Significa todo, para mí la Álvaro Obregón es la cuna y el corazón porque yo nací en Nava y me críe en Nueva Rosita, pero mi vida realmente comienza en el Álvaro Obregón, esa fue mi cuna, ahí nací. Me permitió observar muchas cosas y aprender a caminar y darme la oportunidad de salir de la situación socioeconómica de la que yo provenía, ahí es donde se me abren las puertas en muchos aspectos, así a groso modo, claro que he hecho otras cosas por otro lado que no tienen que ser forzosamente de la Álvaro Obregón, pero sí fue mi familia; fue el entorno, porque yo entré por una gente de la Álvaro, inicié en la Álvaro y regresé a trabajar a la Álvaro, jugué en la Álvaro y entré a la Sección 21 de la Federación por gente de la Álvaro y conocí a mucha gente, por ejemplo el ingeniero Guadalupe Evaristo Cedillo, que también es egresado de la Álvaro Obregón. Siempre he dicho que si grande es Monterrey, es porque grande ha sido la Álvaro Obregón, porque

antes se incorporaban directamente al área productiva y eso hacía fuerte a la industria, pero también hay que ver que una gran parte de la gente que egresa de la Álvaro Obregón le sigue con una carrera profesional. En el 85 Aniversario de la Escuela Industrial, ¿qué le gustaría para el futuro de la Álvaro Obregón? Yo sigo creyendo que las escuelas técnicas como la Álvaro Obregón deben de ser prioridad en la educación y no nada más aquí, sino en todo México. Si yo tuviera, digamos, la oportunidad de decidir la educación a nivel nacional, yo formaría en las preparatorias carreras técnicas, y técnico no quiere decir que traigas tú un mango de madera con una terminación en fierro, no tiene que ser herramienta, no tiene que ser fierro, hay muchas carreras técnicas como por ejemplo, una podría ser periodismo o fotografía, un técnico puede ser infinidad de cosas. Quisiera todo lo mejor, sí quisiera ver que se cumplieran todos los proyectos, todos los planes que existen; que el estudiante, antes de que termine su carrera, vaya y cumpla de perdido un año haciendo prácticas y que la misma empresa se haga responsable; porque al fin de cuentas toda la materia prima que hacemos es para la industria y son los que menos aportan, pero es parte de la idiosincrasia del mexicano, siempre se ha batallado. Y ahorita no creo que haya quien quiera más para la Álvaro Obregón que el mismo ingeniero Fernando Rodríguez, él quiere dejar huella y va a luchar por eso. Lo tiene que hacer y es de los muchachos que quieren a la escuela, se le ve que le tiene cariño, porque así como nosotros, él también batalló mucho para llegar a donde está.

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LÁZARO VARGAS GUERRA Director de 1989 a 1995. Egresado de la Preparatoria Técnica en 1970. Comenzó su cátedra, recién graduado, como suplente de Cálculo Diferencial. Fue subdirector general de la Escuela de 1983 a 1989 y es actual director del Departamento Escolar de la UANL desde 1995.

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Lázaro Vargas Guerra

¿Qué lo llevó a elegir a la Álvaro Obregón como centro de estudios? s un orgullo para mí decirlo y lo he dicho en distintos foros, el ser egresado de la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”. Tengo una anécdota muy interesante, en aquel entonces mi padre me había dado la instrucción de que me inscribiera en una escuela preparatoria particular, dado que en la Álvaro Obregón por aquellas épocas era un poquito inquieta y tenía alguna mala fama con los estudiantes, de que eran muy inquietos; sin embargo, yo siempre me incliné por la Escuela por una razón primordial: porque yo quería llegar a la edad productiva, independizarme económicamente y yo mismo costearme los estudios, cosa que mi padre nunca me permitió, él hasta que yo concluí mi carrera, mi maestría, él me costeó todos mis estudios y me lo pidió, y me dijo: “es una satisfacción para mí cumplir con eso, tú lo que vayas a trabajar y a estudiar es un beneficio para ti”. Entonces elegí la Escuela Álvaro Obregón porque ahí era preparatoria técnica y al acabar la preparatoria yo ya tenía previsto a qué facultad entrar desde secundaria. Desde la secundaria me había inclinado por estudiar ingeniería química, y cabe hacer mención que siendo estudiante de secundaria había un programa de televisión en aquella época llamado Wherever saber, en el que participé yo representando a la Escuela Secundaría No. 1, de ahí soy egresado, y ya pintaba para ser químico porque nos pusieron concursos de química en el estado con otras secundarias y gracias

a Dios salí como primer lugar de la secundaria en química, y dije: “voy a la Álvaro Obregón tres años, estudio preparatoria técnica y ya con lo que aprenda de técnico voy a costear mis estudios en química”, porque eran costosos. La Facultad de Química en aquel entonces era de alto costo porque todo el instrumental, todo lo que se requería para poder estudiar ingeniería química era muy costoso y teníamos que comprarlo nosotros. Hoy en día la facultad es otra cosa, hoy en día les facilita muchas cosas a los estudiantes. A eso obedece del porqué yo inicié en la escuela Álvaro Obregón. ¿De qué generación fue de la Álvaro Obregón? Soy de la generación 1967-1970. ¿De su estancia como estudiante recuerda alguna anécdota o algún maestro con especial cariño? Yo a todos mis maestros los recuerdo con especial cariño porque todos ellos me enseñaron, de todos aprendí y puedo mencionar a varios que recuerdo en mi mente, pero no quisiera hacerlo por no acordarme de alguno de ellos; pero en particular hay un maestro al que yo le guardo un especial cariño de esa época, al licenciado Miguel Ángel Torrecillas González, porque en ese entonces una de las áreas para mí fundamentales, para entrar a Ciencias Químicas, era precisamente matemáticas y él es un gran matemático, y estoy hablando del presente, porque yo sé que el conocimiento que él tiene lo sigue divulgando, lo sigue compartiendo. Él en particular nos daba asesorías, porque en aquel entonces el bachillerato técnico de la Álvaro Obregón

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estaba conceptuado con una currícula bastante estricta, que cuando llegábamos a facultad, llegábamos con conocimientos muy avanzados que los maestros de facultad nos preguntaban al ingreso: “¿quién viene de la Álvaro?”, y era un honor porque nos defendíamos en cálculo diferencial, en cálculo integral, nos defendíamos en metalurgia, nos defendíamos en topografía y sabíamos cinemática, dinámica y resistencia de materiales, que desafortunadamente hoy en la currícula de la Álvaro Obregón ya no se imparten. Todas esas áreas del conocimientos requerían de cálculo diferencial y del cálculo integral, sin esta herramienta de matemática no podíamos nosotros entender las otras y gracias al licenciado Miguel Ángel Torrecillas, que nos daba la asesoría los sábados, estuvimos preparados. En la Álvaro Obregón, quiero decirles, yo entraba de estudiante a las 6:30 de la mañana, no a las siete, en aquella época mi padre pasó por una situación económica difícil y desafortunadamente no había el recurso para traer para el trasporte de mi casa a la Álvaro Obregón, vivía yo por Vallarta y Manuel María de Llano, y resulta que entrábamos a las 6:30 de la mañana, no era el único, éramos varios compañeros los que teníamos que caminar por la Calzada, 21 cuadras aproximadamente, todos los días a las 4 de la mañana nos veníamos para entrar a 6:30 a clase, de 6:30 de la mañana a 12:30 del pasado meridiano eran las clases y de las 12:45 hasta las 7:00 de la noche era el taller. Yo estudié máquinas y herramientas, lo que en aquella época se llamaba mecánico aparatista y quiero hacer énfasis de que no era solamente de lunes a viernes, porque en ocasiones íbamos también los sábados a taller de dibujo. Un estudiante de la Álvaro Obregón sabía dibujo industrial, que no era cualquier cosa, no era un curso de un semestre, dibujo industrial era prácticamente trabajar la isometría, trabajar las piezas relacionadas con máquinas y herramientas en perspectiva, estas situaciones yo se lo agradezco mucho a dos maestros que me impartieron esa clase, Leonel Rodríguez y el

Ing. Ramón Treviño, ellos me impartieron dibujo y un maestro que también yo destaco mucho porque fue uno de los que nos formó en el área de mecánica, cinemática, dinámica, resistencia de materiales, es el ingeniero Cristóbal García, al cual yo aprecio mucho también y que todavía está en la Escuela Álvaro Obregón. Otro maestro que fue destacado para mí en física fue el ingeniero Hernando Urbina, con quien tuve una experiencia muy interesante; la generación mía éramos muy contaditos, no pasábamos de 60, los estudiantes de la Álvaro Obregón que éramos muy traviesos, igual que la gente de la Álvaro, la raza, así nos decíamos, me dieron la tarea de que yo cumpliera la clase diaria que el ingeniero Urbina nos exigía. El ingeniero Urbina era una persona muy estricta en su clase, un gran maestro también y resulta que yo empiezo a dar la clase de física todos los días hasta llegar a completar aproximadamente 36 clases y ese día dijo él: “ahora usted, Vargas, no va dar clase, ahora la va dar otro” y empezó el patinadero, la raza no la preparó y para fuera, a sacar a todos, y fue una enseñanza que nos dejó y con eso a mí en lo personal ya no me quiso aceptar que diera clase; y llegó el día del examen que fue en domingo, nos citó en domingo a las siete de la mañana a presentar y recuerdo que no nos puso nada de física, las preguntas que nos puso fueron: “¿Cuántos escalones tiene el edificio de Félix U. Gómez del vestíbulo al primer piso?, ¿En qué aula se encuentra estudiando usted?, “¿A qué hora amaneció ahora?”, cosas totalmente muy fuera de la clase y dije algo nos quiere inculcar el maestro con esto y en efecto el quería inculcarnos que tuviéramos lo que yo llamo ahora la conciencia constante que hoy en día se ha perdido. La conciencia constante debe ser un referente diario de todo ser humano y que gracias a él lo aprendí y gracias a él se lo trasmito a mis alumnos, la conciencia constante, le digo a mis alumnos, para que lo puedan entender les pregunto: “¿cuál fue el primer calcetín que se puso en la mañana, izquierdo o derecho?, ¿qué fue lo primero que hizo al 26


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levantarse en la mañana?” y a veces no me saben contestar, aquí mismo hay que aplicarlo en el aula a la hora de aprender, hay que llevarse la conciencia constante de que lo aprendido no se debe olvidar, esa es una situación interesante que le aprendí al ingeniero Urbina. Fíjense todo lo que transmitían los maestros de aquel entonces, yo para ellos mis respetos, todos nos dejaron una enseñanza. El ingeniero Jesús Cervantes que también me dio Física; el maestro Héctor I. Martínez que nos dio Español, Historia; el maestro Paco Vázquez Cevallos que nos dio Inglés, un señorazo para el inglés; doctor Generoso Cantú Salinas, Jesús Alejo, el ingeniero Juan Galván Mata, todos ellos me dieron clase, me tocó después a mí jubilar a algunos de ellos como director. La currícula de la Álvaro Obregón era tan completa que la persona podía ingresar a facultad sin ninguna dificultad y destacar, y no solamente llegar como un estudiante más, destacar, y destacábamos porque no era el único, todos lo que egresábamos de la Álvaro Obregón éramos muy notorios en el aula. ¿Qué siguió para usted después de egresar de la preparatoria? Egresé de la Álvaro y posteriormente ingresé a la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Quiero comentar que en la Álvaro tuve la satisfacción de que en una ocasión, es una anécdota que guardo muy apegada a mí, en una ocasión llego yo a la casa y estaba mi madre llorando, era un sábado, pero de gusto porque le llegó un comunicado del ex tesorero de la Universidad, en aquel entonces Roberto Cázares, y a ella le llegó un comunicado en donde gracias a que yo había obtenido el primer lugar de mi generación no me iban a cobrar las cuotas escolares en la Universidad; y yo no le di importancia porque eran 60 pesos, que en aquella época era mucho, y no le di importancia en realidad a eso porque yo nunca he estado acostumbrado que a me premien mis obligaciones, que así me formó mi papá y se lo agradezco.

En una ocasión, me acuerdo que cuando estaba en secundaria le dije: “saqué el primer lugar y quiero que me compre una motocicleta”, me mandó por un tubo porque me dijo: “no te voy a comprar un arma y en segundo no tengo porqué premiar tu obligación” y con esa reciedumbre nos formó y cosa que le agradezco; entonces cuando llego yo a mi casa mi madre estaba llorando y me dice: “¿por qué no me dijiste esto?”, “pues porque yo no lo vi como una situación que deba festejar, yo lo vi como una obligación”, le dije, y esas becas nunca las hice efectivas, dije: “por si acaso el destino me dice que me voy a casar, que no me casé, le voy a mostrar a mis hijos esto”. Y cuando egresé, bueno, la Álvaro Obregón era una familia, desde entonces nace la familia álvaroobregonense, porque nos conocíamos la escuela nocturna y la escuela diurna, para mí si ustedes me preguntan cuál fue la mejor época en mi vida como estudiante, fue la de la Álvaro Obregón, no obstante que solamente estuve tres años ahí, se pudiera decir que hubiera sido Ciencias Químicas que estuve cinco años, sin embargo, para mí la Álvaro Obregón ha sido parte de mi vida personal. ¿Regresó a la Álvaro Obregón como docente? Ésa es otra anécdota también muy interesante, aquí hasta a veces se siente un nudo porque ya se está haciendo uno viejo y en realidad en esa época recuerdo que hubo un maestro, el licenciado Torrecillas, que me buscó; yo siendo estudiante de la Facultad de Ciencias Químicas tenía un semestre de haber egresado de la Álvaro Obregón, pero me valió el haber dejado un buen antecedente académico y entonces el licenciado Torrecillas era subdirector de la Álvaro Obregón en esa época y había necesidad de un maestro que supliera o fuera a sustituir a otro ingeniero que también aprecio mucho, que en paz descanse, al ingeniero Raúl Carrillo, que tenía otra función que desarrollar y me piden que yo lo vaya a cubrir. Lo fui a cubrir para impartir la materia de Cálculo Diferencial, yo estaba recién egresado de la Álvaro 27


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Obregón y era una materia, en aquel entonces, de mucho estudiar, de mucho entender y siempre me quise igualar como el maestro Torrecillas, porque daba las matemáticas de una manera tan hermosa y nos explicó la lógica matemática que no cualquiera; el maestro Torrecillas no se fue a una matemática clásica, a una matemática mecánica, sino a una matemática con lógica. Era en aquel entonces la matemática moderna y de la misma forma yo quería también expresarlo a mis alumnos, pero la única condicionante es que tenía que ser en la noche. La Álvaro Obregón tenía un grupo nocturno y mi primer grupo fue un grupo nocturno de Mecánica Automotriz, yo tenía 18 ó 19 años y mis alumnos eran de 42 a 52 años, más o menos, gente trabajadora que estudiaba en la Álvaro desde secundaria hasta preparatoria; y eran las últimas generaciones que ingresaban desde la secundaria porque ya se estaba implementado la preparatoria técnica. Total que me llegué a presentar como un muchacho joven de 18 años contra unos estudiantes de 42 o 52 años y que me dicen: “¿este que me va a enseñar?” y cuando me paro frente al grupo, pues yo estaba bajito, no estaba tan desarrollado, y me preguntan: “¿usted es el maestro?”, “sí, yo soy el maestro y vengo a impartir la materia de Cálculo”, les dije, y me dice uno de ellos: “¿y qué le vamos a aprender a usted?”, y yo les respondo: “denme la oportunidad y vamos a ver que les puedo compartir”; corre el tiempo en ese grupo tan interesante, que guardo las caras de todos ellos, y después yo me enfermo por exceso, porque también me inscribí a parte de Ingeniería Química a la Facultad de Matemáticas, yo quería dos carreras porque yo iba inspirado por el maestro Torrecillas, y me enfermé por tanto abarcar, porque daba clases, iba a la Facultad de Química, que era de tiempo completo, yo diría que hasta de noche tenía que ir a la facultad y con la de Matemáticas, que no aguanté mucho, y tuve que decidir por una de las dos; me enfermé y duré casi un mes incapacitado y no fui a dar clase a la Álvaro Obregón. Resultó que me

incapacitaron y los mismos estudiantes me dijeron que no iban a tomar clases con otro maestro hasta que yo no me recuperara, y fueron al hospital a pedirme que me recuperara para volver con ellos, nunca los olvido y los recuerdo con un gran aprecio, uno de ellos desafortunadamente ya falleció. Fue mi primer grupo con el cual yo me enfrenté en la Álvaro Obregón. Tuve el honor de sustituir al maestro Torrecillas, al ingeniero Homero Rico, al ingeniero Juan Galván y al doctor Generoso Cantú Salinas, que todos eran de matemáticas, química, ya eran mi área. Antes se podía dar clase en la Universidad sin estar titulado, por ello pude dar clase y aparte yo tenía un título que nunca tramité de Bachillerato Técnico, también me lo aceptaban para dar clases. Estoy todavía activo, tengo siendo docente en la Universidad 42 años ininterrumpidos, excepto cuando me fui becado por la Álvaro Obregón para estudiar en Alemania, ya siendo maestro. Después de este primer grupo que tuvo, ¿qué siguió para usted dentro de la Álvaro? En la Álvaro Obregón tuve la honrosa tarea de desempeñarme como jefe de laboratorio de química, que era algo muy interesante porque en aquel entonces todas las prácticas y todo lo que tenía que desarrollarse para los cursos de química 1, 2 y 3, tenía uno, como quien dice, que contribuir de su propio conocimiento. Fui jefe de laboratorio, también fui maestro jefe de la materia del área de química y por otro lado me desempeñé mucho después como subdirector general de la Escuela Álvaro Obregón en la administración de Octaviano Fernández Espinosa, otro maestro que también admiro y reconozco mucho como ex maestro mío. ¿Cómo se van dando las circunstancias para que llegue usted a la dirección de la Álvaro Obregón? Todo inició precisamente dando clases, yo nunca me imaginé que fuera a ser director de la Álvaro Obregón, ni por aquí me pasó. Recuerdo que la Álvaro Obregón, 28


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hay que recalcarlo, era un institución constituida por maestros muy proactivos políticamente, diría yo muy críticos, que siempre se los tomé de una manera muy propositiva no con un afán destructiva. Sin embargo, yo veía que era impenetrable el entrar a ese grupo, porque había un control de la escuela muy fehaciente, que a decir verdad, yo decía sólo vengo a dar clases. Pero un buen día me ofrecen la beca para irme a Alemania, el ingeniero Jesús Cervantes, y estando en Alemania me formé un sueño porque empiezo a ver lo que hay allá, empiezo a ver lo que es la educación técnica allá, empiezo a analizar lo que nos falta a nosotros como Álvaro Obregón para que sea reconocida como una institución, como la que estaba viendo allá. Y me formé un sueño, y me dije que si algun día llegara a ser director de la Álvaro Obregón quisiera que se formara algo similar a lo que se imparte allá en Alemania, porque en Alemania el técnico es muy dignificado, el técnico realmente es la tendencia del estudio más que una ingeniería. La ingeniería o la especialización o el doctorado se le deja a los científicos en Alemania, regularmente todos los estudiantes se van por la parte técnica. El sistema que se imparte en Alemania viene siendo el sistema dual y es una situación que siempre quise para mi escuela. Entonces, cuando regreso de Alemania después de que me becaron, regreso otra vez a impartir clases con el mejor afán de compartir todo lo que traía, me fui a especializar en el área de cerámica y vidrio, en particular cerámica para lo que es refractarios para recubrimientos de hornos en la fabricación del vidrio, y del vidrio me fui a especializar en corrosión del vidrio, pero en dos áreas muy especificas que siempre me gustaron, porque también quise ser militar, una de las áreas en las que me especialicé fue en los señalamientos para barcos y para aviones de curso bélico, es decir para aviones y barcos militares. Total que al regresar me invita el ingeniero Octaviano como subdirector general y entonces,

aparte de maestro, me incorporo a la administración del ingeniero Octaviano; es decir, en el punto de vista organizacional yo era el segundo de él y ahí fue donde empecé a aprender muchas cosas que me tocaron desarrollar, y quiero comentarles que el primer manual de organización de la Álvaro Obregón me tocó ejecutarlo a mí y que bajo la asesoría de recursos humanos de la Universidad armamos el primer manual y ese manual de organización fue ejemplo a nivel nacional, sacó el primer lugar. Me ayudó en ese entonces la maestra Ana María Garza González; Anita me ayudó a elaborarlo y para orgullo de nosotros la Álvaro salió premiada con ese manual. Cuando llega el fin de la administración del ingeniero Octaviano yo me aparto, porque siempre me he considerado apolítico, me gusta mucho la academia, me gusta mucho estar metido en mi trabajo, meterme en lo mío, las cuestiones propias, mis proyectos y por eso me aparté del equipo, porque como dije hace rato, era un equipo muy cerrado y ahí ya tenían quien iba a seguir de director y nunca me imaginé que fuera a ser yo. Un día que era asueto, a principios de octubre de 1989 aproximadamente, se reúnen varios maestros de la Álvaro Obregón en un local y me anduvieron localizando; estaba todo, lo que yo diría, el consejo que iba a decidir quién iba a ser el próximo director. Yo estaba con el ingeniero Ovalle, estábamos comiendo y me dicen: “te están esperando, quieren que te presentes”, fui y estaba el ingeniero Octaviano y me dice: “hemos decidido que tú seas el próximo director”, me cayó de sorpresa, me cayó un balde de agua fría porque yo veía el paquetón, veía la gente, era difícil la escuela. Había una consigna implícita no dicha, había una consigna ahí que decía que teníamos que acatar todas las disposiciones del consejo, de ese grupo, en las cuales yo no estaba muy de acuerdo en muchas cosas y les dije: “sí, pero siempre y cuando me den la autonomía de manejar la escuela”; y hubo gente que no vio con buenos ojos eso y dije “si no es así, me levanto y me voy, yo no 29


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estoy interesado en ser director bajo esas condiciones que quieren fincar ustedes” y me contestaron: “aún así queremos que sea director”; y fue así como llegué a la dirección. No era algo que yo buscara, es más lo rehuía, pero también yo no sabía que detrás de mí había un grupo de maestros muy interesados en que yo fuera director. La escuela creció enormemente de una manera irregular, Félix U. Gómez llegó a tener 8,000 estudiantes, porque ahí se veía que el director de ese entonces quería formar lo que era el Politécnico del Noreste. Entonces creció la Álvaro Obregón desorbitantemente, e hicieron aulas al vapor y no se podía trabajar, yo no quería eso para la escuela, los muchachos no entraban a clase, cosas de esas que no podían ser y por eso tenía que poner mis condiciones. ¿Cuáles considera los mayores logros en su administración? Uno de los más difíciles que debo mencionar y sin menospreciar a los antecesores míos, con otras épocas ellos, otras circunstancias, es que primero que nada restituí la asistencia magisterial a un 95% después de que la recibí con un 60%, pero para eso tuve que elaborar una estrategia que fue que la misma administración que me ayudó le puse como condicionante, “estoy viendo problemas con ustedes, estoy viendo que están teniendo faltas por compromisos que tienen contraídos en otras partes y lo primero que debo hacer es que hay que rebajarnos las faltas, hora dada, hora pagada”; ese era mi lema y lógicamente no les gustó porque parte de mi administración estaba formada por parte de la gente que se estaba beneficiando de esa manera, pero me entendieron y me comprendieron, y les dije: “nada más que hay una cosa, yo debo generar credibilidad en la sociedad de la Álvaro Obregón, no basta mandarnos rebajar, hay que publicarlo para que la gente realmente vea que esto va en serio”. Era un tabú mandar rebajar una falta en la Álvaro Obregón, era algo como tocar al sindicato, pero mal

entendido, y lo que hice fue que primeramente fuéramos nosotros los que lleváramos el ejemplo, vamos a mandarnos rebajar y a la entrada de la escuela, en el lobby puse una pizarra con todos los rebajos que hice de los integrantes de mi administración y así estuve un semestre, ahora sí ya se convencieron de que esto era parejo, porque lo que ellos pensaban era que no era parejo, pero se convencieron y empecé a rebajar a otros maestros, empezamos a invitar a otros a que se unieran, otros no quisieron aceptar mis condiciones y tuvimos que prescindir de ellos. El logro principal fue que yo entregué la Álvaro Obregón a mi sucesor con un 97% de asistencia final. ¿Se estimuló a los maestros responsables? A eso voy, esa es una de las cosas que también siempre he tenido presente, ya mencioné que mi padre me formó con esa óptica de no hay porque premiar la obligación, pero los maestros me estaban ayudando y un buen día que fue el doctor Reyes Tamez como Secretario General a dar fe de esa asistencia, era rector el licenciado Silos en ese entonces, me dijo: “es conveniente que demos un apoyo al maestro que te está ayudando”, y comenzamos ese apoyo, a premiar a los maestros y a reconocerles. Una situación que también establecimos en la Álvaro Obregón fueron los famosos cursos de microenseñanza. Hay una ex maestra mía de la Facultad de Ciencias Químicas, a la que yo destaco que me ayudó mucho como director y que todavía quiero mucho, y que yo le digo que es la maestra de mi vida, porque me sigue asesorando, es la maestra Célica Luz Hinojosa Caballero, ella es muy reconocida en la Universidad por diferentes rectores que han pasado por aquí; y fue una de mis principales asesoras en mi época como director; ella impartió cursos de microenseñanza a todos los maestros de la Álvaro Obregón que eran más de 80 en aquel entonces. Esos cursos de micro-enseñanza era auto-criticarnos, desde como nos parábamos en el aula hasta como hablábamos, qué gesticulación hacíamos, qué 30


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palabras repetíamos, es decir, los mismos maestros veían y escuchaban mi clase y los demás maestros me decían aquí te está fallando esto, como te estás parando o lo que regularmente decíamos como “pos” o “este”, porque es normal, los maestros también se ponen nerviosos. Los cursos de micro-enseñanza se aplicaron a todos los profesores de la escuela y no conforme con eso, ya para terminar mi gestión pedí voluntariamente a los maestros, que así lo quisieran, que entraran como oyentes con sus compañeros que impartían esa clase; es decir, yo impartía química y conmigo entraba el ingeniero Ovalle o el ingeniero Juan Galván a escuchar cómo estaba dando mi clase y ellos mismos me hacían preguntas delante del grupo para que los estudiantes entendieran mejor lo que estaba explicando. También entraba yo, pero no como director, entraba como maestro y me sentaba con los alumnos a escuchar como estaba dando la clase el ingeniero Ovalle y en aquellas cosas donde percibía que no tuviera él alguna explicación amplia eran las preguntas que yo le hacía para el estudiante; ya esto después no supe si se continuó o se quitó, pero eso fue una experiencia muy grata para mí como director. ¿Qué aspectos se implementaron en el área cultural? En la Álvaro Obregón ese era un tabú, la Álvaro era una escuela muy aguerrida, muy difícil y recuerdo que cuando quise implementar ballet, danza, nunca faltó quien me dijera que eran “mariconadas”, que la gente de la Álvaro Obregón tenía que aprender puro martillo, puro fierro; sin embargo yo vencí todo eso y metimos el ballet folclórico que ha sido uno de los mejores, metimos inclusive también danza; en fin, llevé hasta la Orquesta Sinfónica de la Universidad porque a mí me tocó remozar todo lo que es Félix U. Gómez. Mandamos remozar toda la fachada que era algo cuestionable en aquel entonces, porque ya estaba costando mucho en la prensa que se estaba desmoronando, lógicamente por la lluvia ácida, por los camiones que pasan por ahí, y entonces me hice

otro propósito de no sólo construir Churubusco y me di a la tarea de recaudar los fondos para poder remozar el edificio de Félix U. Gómez e iluminar toda la fachada y proteg erla contra el vandalismo. Mandamos poner vigilancia las 24 horas para que esa fachada no fuera dañada con actos vandálicos y el día 25 de septiembre, que es cuando cumple años la Universidad, que fue un sábado, le propuse al rector, en ese entonces el licenciado Manuel Silos, llevar la Orquesta Sinfónica al vestíbulo de la Álvaro Obregón cuando fuéramos a inaugurar la fachada, que estaba previsto que fuera el gobernador Sócrates Rizzo, pero él andaba en la Ciudad de México y no llegó a tiempo, pero fueron muchos directores contemporáneos de aquella época de la Universidad y me acompañaron, hicimos un brindis, entregamos unas monedas conmemorativas a diferentes personas de la Orquesta Sinfónica, interpretaron varias sonatas y una cosa muy interesante que cuando termina esto me piden que hagamos un recorrido por toda la Calzada Madero para describir lo que se había hecho en el remozamiento. Eran las nueve de la noche y fue impresionante cuando iluminaron toda la fachada de la escuela en la noche, todo el tráfico de Calzada Madero se detuvo, tuvimos que cerrar la calle, todo Félix U. Gómez lo cerramos y anduvimos toda la comitiva caminando por la calle para ir viendo con sonido el remozamiento de la Álvaro Obregón. ¿Qué más nos puede compartir de su administración? Bueno, como director también nació el Proyecto de Transformación Educativa 2010, que es una cosa interesante porque la Álvaro Obregón ya trabajaba con visiones como está trabajando la Universidad ahorita. En este proyecto me ayudó el maestro Sergio Loredo y otros que fueron parte del equipo de mi administración. Nace el proyecto de Transformación, que fue cuando quise traer lo que aprendí de Alemania para la institución, y ¿qué quería yo para la Álvaro Obregón?, ¿hacia dónde quería llegar yo con el 31


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edificio de Churubusco?; yo quería construir una escuela de formación de forjadores en la educación técnica del noreste, yo quería que la Álvaro Obregón fuera un aparador industrial de todo el equipo de vanguardia; por ello, cuando mi administración, se iniciaron y se firmaron 65 convenios con distintas industrias nacionales y del extranjero e instituciones educativas, y empiezo a generar los acuerdos con la escuela de Cachan en Francia. Mi asesor personal para la educación del Proyecto 2010 era el ingeniero René Girard Briffard, que actualmente es parte del Consejo Consultivo Internacional de la Universidad, para poder crear en la Álvaro Obregón este Proyecto de Transformación Educativa 2010. ¿Y a qué me refiero con ser una escuela de formación de forjadores?, es algo que era una imagen de espejo de lo que hay en Cachan en Francia, una escuela de formación de forjadores quiere decir maestros que van a capacitar a maestros para la educación técnica en la región noreste de toda la República, Coahuila, Tamaulipas, y que fuera un aparador industrial para que tuviéramos la mejor tecnología; es decir, los mejores equipos de máquinas y herramientas, e hicimos convenios con Carrier, con York y con distintas industrias que le iban a dar a la escuela el equipo de última vanguardia sin comprarlo y los estudiantes lo iban a usar, era un ganar, ganar a cambio de que sus obreros y sus trabajadores se capacitaran por la noche en el Álvaro Obregón, una escuela de 24 horas de servicio. Como complemento del Proyecto 2010 venía otro proyecto que la maestra Célica me ayudó a desarrollar: el desarrollo integral humano. Teníamos pensado formar lo que en Alemania se llama la Mensa, que vendría siendo el comedor más amplio para el estudiantado y maestros de la Álvaro Obregón, pero no se iba a permitir más que una alimentación bien balanceada con un costo simbólico y la Mensa iba a tener capacidad para 300 comensales, tanto estudiantes como maestros.

“Se escogió al mejor arquitecto para la escuela de Churubusco, en ese entonces uno de los mejores, que era el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, el que diseñó y construyó la Basílica de Guadalupe”.

¿Y por qué desarrollo integral humano?, porque íbamos a tener una escuela interna dentro del Álvaro Obregón que les iba a enseñar a tocar un instrumento musical, a declamar, a tener capacidad de oratoria, poesía, literatura, hábitos alimenticios, maneras de expresarse ante el público; en fin, yo siempre he dicho 32


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que un docente es un actor, un docente al momento de que ingresa a dar clase se transforma y se transforma, porque depende de cómo se va a expresar con el alumno. Al alumno hay que respetarlo si uno quiere que lo respete, y el estudiante, cuando uno está dando su clase se debe de inspirar para dar lo mejor de sí, incluso en la gesticulación de palabras. Yo no me voy a ganar a un alumno con chistes ni con cosas de ésas, ni con dobles sentidos, yo me lo voy a ganar con la exposición de mi clase, con la enseñanza de mi cátedra porque de nada sirve que yo vaya a decir que sé si el estudiante no aprende y ustedes podrán levantar una encuesta a mis estudiantes actuales y pasados, y les podrán decir si soy bueno o malo. El estudiante es el mejor juez porque lo que formemos en el estudiante ahorita se le va a quedar por el resto de su vida. A un estudiante no hay que enseñarle recovecos de la vida, hay que enseñarle la realidad de la vida, porque tenemos una función dual, formar e informar, independientemente del modelo académico que esté vigente en la Universidad, el ser humano es el mismo, por eso en la Álvaro Obregón me siguen aguantando, todavía sigo dando clases y yo creo que hasta que el cuerpo aguante voy a seguir ahí. Definitivamente yo les debo a todos los antecesores, todo lo que somos en la Álvaro, a todos los antecesores mis respetos y en especial al actual director que fue mi alumno, y que a mí me tocó mandarlo a Alemania como también mandé al ingeniero Crescencio Castillo, al que invité a trabajar en la Álvaro Obregón, lo mandé a Bolivia y lo mandé a San Antonio al St. Phillips College. A todos mis antecesores, mis respetos, porque de todos aprendí y conviví con Homero Rico, el maestro Félix Garza Canales, con el maestro Juan Galván, que fue director de la Álvaro Obregón, con Antonio B. Caballero Macías, que fue el director cuando fui alumno, y con muchos otros. ¿Cómo se formó y concretó el proyecto de la Unidad Churubusco?

En un principio estaba como rector el licenciado Manuel Silos, que fue uno de los principales impulsores de ese proyecto, y él me dio la instrucción de que formara un comité interno de trabajo y yo lo quise constituir por ex directores y por gente misma de la escuela. Recuerdo que en la primera reunión que tuvimos fue un domingo, porque me dijo: “prepárame varios escenarios de lo que tú quieres del Proyecto de Transformación Educativa”, y tuvimos que hacer unos escenarios de costos, impactos económicos presupuestales y fue un trabajo muy extenuante, donde participó mucha gente de todos los niveles y de todas las áreas, porque no era mi visión, era la visión institucional, la visión de la Álvaro Obregón hacia el futuro y por eso estábamos trabajando en el año 1990, y estábamos proyectando la escuela al 2010, y ¿por qué en el 2010?, porque en el 2010 se avecinaba la revolución económica de México, de la famosa teoría neoliberal. Resulta que en esa época participó el ingeniero Ernesto Flores como coordinador general y auxiliar para el Proyecto de Transformación; también el ingeniero Urbina, el ingeniero Octaviano, el ingeniero Jesús Cervantes, el ingeniero José Ángel Ovalle que fue pieza fundamental, el maestro Loredo, Amado Macías y más maestros de la Álvaro Obregón que ya no están vigentes en la escuela porque se jubilaron, como por ejemplo el caso de Ordaz. Cada quien participó, había una inercia porque todos nos fuimos por un mismo vector, queríamos que la Álvaro Obregón se engrandeciera, era un equipo de unas 50 o 60 personas que participaban en la mesa, teníamos el desayuno central y nos quedábamos a trabajar los domingos de las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche; nada de que un ratito, porque esos escenarios tenían que entregarse para presentárselos al gobernador y luego llevarlos ante el Presidente Salinas de Gortari, porque él estaba enterado de esos proyectos, de allá vinieron los recursos. Entonces se escogió al mejor arquitecto para esa escuela, en ese entonces uno de los mejores, que era 33


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el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, que como sabemos. fue el que diseñó y construyó la Basílica de Guadalupe en México, el Estadio Azteca, los pabellones de México en Bruselas, Seattle, Nueva York y Sevilla, y muchas otras obras que el hombre realizó. ¿Cómo fue el proceso de construcción? y a futuro ¿qué se pretendía con Churubusco? Uno de los problemas a los que nos enfrentamos fue la donación de los terrenos, porque recordemos que esos terrenos pertenecían a Fundidora; y fue un largo caminar, fue un viacrucis y reconozco que el que nos apoyó mucho fue el gobernador de ese entonces, el licenciado Sócrates Rizzo, y nos tardamos casi dos años pidiendo los terrenos, y ya que los obtuvimos vino la construcción y para eso no había recursos y teníamos que gestionarlos tanto a nivel estatal como a nivel federal, y recuerdo que también el licenciado Silos tuvo que ir mucho a México para poder lograr esos recursos y que fuera el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez el diseñador ejecutivo del proyecto Churubusco. Mi preocupación era que me faltaba un año para terminar como director y un día me avisan en la tarde que me van a entregar un acta de posesión de los terrenos y fui con la licenciada Teresa de Jesús, creo que así se llama la hija del licenciado Salinas Quiroga, y en una reunión multitudinaria con todos los alumnos en los terrenos de Churubusco, que eran seis hectáreas, se me entrega un oficio donde ya nos dan la posesión de los terrenos; pero para entonces ya habían transcurrido dos años de mi segundo periodo y me dije: “tengo que entregar al final de mi administración al menos las aulas”, por el problema que mencioné, la Álvaro Obregón tenía una escuela en la parte contraria de Félix U. Gómez que le llamaban “Alvarito” y ya no había cupo; el maestro Lino me ayudó mucho también y él era el coordinador de esa área, eran unas instalaciones no dignas para el estudiante que fueron improvisadas y teníamos un exceso de alumnos y un exceso de maestros, y yo me

había comprometido con los estudiantes de Alvarito y de Calzada Madero a que pronto tendrían sus instalaciones nuevas. Participaron cuatro constructoras para tener listo en menos de un año lo que ustedes conocen ahorita de Churubusco. Faltando dos o tres días para entregar mi administración va el gobernador, va el rector y va varia gente de aquí de la Universidad y me entregan las instalaciones, al día siguiente a la gente de la Alvarito me los traje a Churubusco y cumplí mi promesa de entregarles la Álvaro Obregón de Churubusco. Exactamente no recuerdo la fecha. Fue un diseño muy especial, ¿en qué se inspiraron? El arquitecto Pedro Ramírez Vázquez se inspiró en ideas traídas de la India, porque según me comentaba él la zona de la India tiene características climáticas similares a las zonas propias de aquí de Monterrey y lo invitamos a Félix U. Gómez y Calzada porque me dijo: “tengo interés en conocer esa escuela Industrial Álvaro Obregón, para también darme una idea de cómo voy a proyectar el diseño ejecutivo de la escuela”. Lo acompañaron el arquitecto Giovanni, italiano, y con el simple hecho de ver lo que era el lobby y los corredores de lo que era la Álvaro Obregón se llevó la idea de cómo presentar el proyecto, que agradó a las autoridades en ese entonces y fue así como se ejecutó lo que conocemos actualmente de Churubusco. Churubusco, si ustedes observan, sus propios túneles que comunican de edificio a edificio simulan o parecen ser como si fuera la unión de dos juntas, como se llama técnicamente, dos juntas metálicas y asemejan como si fuera un tornillo hexagonal. Esos túneles inspiran la obra en cuestiones técnicas y fue lo que el arquitecto plasmó en Churubusco. ¿Cómo fue el equipamiento de los talleres de Churubusco? Bueno, esto fue algo que se comenzó a planear desde antes de la construcción misma. Yo inicio como director de la Álvaro Obregón con el ingeniero 34


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Gregorio Farías Longoria como rector, debo de hacer la precisión, hombre al cual también estimo mucho y es mi amigo, y él me apoyó. Recuerdo que uno de los sueños míos era equipar Mecánico Aparatista con tornos de control numérico que era lo último que había en aquel entonces y esto nadie lo sabía, yo le dije: “en base del proyecto que traemos de la escuela hay que ir comprando equipo antes de”, y él me contestó: “tengo un presupuesto para ustedes, obviamente para la escuela y usted sabe si lo aplica en biblioteca, si lo aplica en redes telefónicas, en la compra de un vehículo o si lo aplica para otras cosas”, y esos 300 mil dólares, que en aquel entonces nos dio, era mucho dinero, se depositaron y de ahí compré un torno de control numérico a seis meses a crédito. Con este presupuesto equipé la biblioteca que le puse el nombre de él en Félix U. Gómez, que no sé si todavía esté como ingeniero Gregorio Farías Longoria; se compraron vehículos para la escuela, compré los talleres de offset, porque la escuela empezó a imprimir sus libros, ya no andar comprando libros fuera, un recurso bien aplicado que optimicé y alargué mucho. Pero esto no fue suficiente, faltaba material para generar trabajos al exterior, por encargo, y hablé con el que nos vendió el equipo, Benito Gritzewsky, y le dije que me faltaba lo más importante y que no tenía el recurso para comprarlo, que era la herramienta de tuxteno, y no podía echar a andar el torno y yo quería que ese torno hiciera trabajos al exterior para generar recursos y seguir comprando equipo, y él me contestó: “yo se lo voy a donar con 50 mil dólares de pura herramienta de tuxteno para el equipo y es porque creemos en su honestidad”, y lo donó en un anuncio que hizo en la escuela. De esta manera fuimos generando trabajo, por eso los kioscos que empezaron desde la época del ingeniero Cervantes, los arbotantes de la Macroplaza, hay que resaltarlo, y los continúa el ingeniero Octaviano en San Pedro; a mí me toca en otros municipios y comenzamos a generar recursos para la

compra de equipamiento, pero no era suficiente y tuvimos que recurrir a las empresas y algunas nos apoyaron en donativos en especie; por ejemplo, Carrier nos donó todo el equipo de aire acondicionado para que los estudiantes tuvieran las prácticas; York; la empresa Industronic, que en esa época también fue otra de las que nos apoyó; la asesoría de René Girard Briffard, del Grupo Didatec de Francia, nunca me costó, siempre fue gratuita; y de Asistec que es donde está la oficina del ingeniero Girard en México. Hicimos convenios importantísimos con los que pudimos generar recursos, como el convenio con IBM, Arturo Capote que era el director nacional de IBM, a través del licenciado Silos, propone que la escuela Álvaro Obregón cree un centro de servicio de mantenimiento al equipo de cómputo de la Universidad, pero con capacitación de IBM a nuestros técnicos. Los mismos maestros y estudiantes de la Álvaro Obregón se fueron a capacitar a Guadalajara para darle mantenimiento a todo el equipo de cómputo no solamente de la Universidad sino de empresas que nos propondría IBM y así generaba recursos la escuela; y nace el centro de servicio IBM y que decía como slogan “corresponsabilidad compartida”. Y de esta forma IBM, la Universidad y la Álvaro Obregón empezamos a generar manera de obtener recursos, porque lo que se venía encima, y ya lo sabíamos, era cómo equipar la escuela, ya no me quedó tiempo y empezamos a equipar todo Churubusco con todo el mobiliario, mesas de trabajo, el clima que todavía funciona en las aulas de PB2 fue donado, 30 toneladas de clima, hay que destacarlo porque se dice fácil, pero yo les he dicho a muchos que hay que darle mantenimiento a la Escuela Álvaro Obregón, aunque no cueste es cuestión de gestionar, porque hay mucha gente que sí le apuesta a la escuela. Hicimos también una asociación con Club Rotarios que sesionó en la Álvaro Obregón y también el presidente, el arquitecto Garza Cortés, que fue el que diseñó el Cine Río 70, nos empezó a donar motores. 35


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También fui con la Mercedes Benz, veníamos de Alemania como ex becarios y nos empezó a dar motores para Mecánico Automotriz y luego viene el equipamiento para los talleres de electrónica, donde tampoco teníamos el recurso, pero lo conseguimos y equipamos todos los talleres de electrónica, electricidad, soldadura que eran muy poquitos estudiantes, pero como quiera los mandamos actualizar a cursos, y era cuando iniciaba lo que es el Metro de Monterrey y ahí se requerían soldadores especiales con plata para las uniones de los rieles y mandamos a la gente a capacitarla. Quiero dejar en claro una situación, lo de Aeronáutica empieza con un servidor, porque fuimos a St. Phillips College donde firmamos convenios, y también en Houston y en San Antonio empezamos a fincar las primeras ideas del técnico en mantenimiento en aeronáutica. Me iban a dar una avioneta, me iban a dar un motor, pero ya todo fue al final de mi administración y ya no me quedó tiempo, pero gran parte del equipamiento de Churubusco se da de esta manera. ¿En su administración se realizó el primer trote de convivencia? En efecto, cuando la escuela cumplió años, recuerdo que conmigo cumplió 60, por eso fue el 6K, lo hicimos desde Madero hasta Churubusco donde iban a ser los terrenos de la Unidad Churubusco, hicimos otro en Tres Caminos, edificio que se inició con el ingeniero Octaviano. Así se hizo el primer trote que se mantiene todavía. ¿Cuál es su visión de la Escuela Álvaro Obregón a futuro? Una de las situaciones que deberíamos ir pensando es la dignificación del técnico, porque siento que en nuestra cultura desafortunadamente no se le ha dado el reconocimiento que debe tener; y se le ve como una mano de obra calificada, de ahí la importancia de lo que yo he sugerido, que la Álvaro Obregón pase a ser una institución con educación superior técnica, no tanto para que en la Álvaro se formara una licenciatura, simple y sencillamente para que logre la Álva-

ro Obregón posicionar a sus técnicos dentro de la sociedad con un nivel que debe ser reconocido y bien remunerado. Aquí la única situación que yo veo, salvo honrosas excepciones, es que el empresario sigue viendo al técnico como sólo mano de obra calificada. Hay que dignificar y priorizar la educación técnica en México y más ahora que están las cuestiones de las Reformas Energéticas en México y cercano a Monterrey, yo he insistido en que se deben formular nuevos currículos encausados a carreras técnicas que tienen que ver con lo que es la química de los hidrocarburos, soy químico y por eso hablo con conocimiento de causa. La química de los hidrocarburos es un tema que la Álvaro Obregón debe atacar para formar técnicos en ella, no dudo que el actual director ya lo esté contemplando, y ¿hacia dónde quiero que vaya el Álvaro Obregón?, yo siento ante todo que a la dignificación de sus egresados. La sala de maestros de la Escuela Álvaro Obregón Unidad Churubusco lleva su nombre y ha sido nombrado maestro emérito, ¿qué significan estos hechos para usted? Es un gran compromiso, porque primeramente cuando el ingeniero Leobardo Martínez, director de la Álvaro Obregón, me propone que hay una comunidad nutriente de la escuela que quiere otorgarme el nombramiento de profesor emérito de la Álvaro Obregón, pues lógicamente se lo acepto y le digo que esto representa a todos los que me ayudaron, no es un nombramiento a Lázaro, no es un nombramiento al ser, sino es un nombramiento al equipo que estuvo detrás de mí y que me ayudó; y bajo esas circunstancias y bajo esa óptica yo acepté el nombramiento como profesor emérito y como lo dicen por ahí, emeritus significa los méritos desarrollados y yo no los desarrollé solo, fue un equipo el que me acompañó y para ellos alberga también este nombramiento y lo hago plural no singular. El nombramiento de la sala de maestros, que le agradezco al ingeniero Crescencio en particular, me llenó de mucha conmoción sentimental, porque dicen 36


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que cuando empiezan esos premios es porque ya se acerca el féretro; pero en realidad me enorgullece que mi escuela, yo digo mi escuela no con un afán de propiedad, sino con un afán de pertenencia, que mi escuela me esté brindando un espacio que espero perdure con el tiempo para que me recuerden mis estudiantes o mis compañeros, mis amigos, los que van detrás de mí porque también hay más jóvenes. En este departamento he tenido muchas experiencias muy gratas de estudiantes que yo les di clases, que saben que yo trabajo aquí, vienen y me visitan, me toman fotos, ya muchos son padres de familia, lo que yo no; y la verdad este espacio que la escuela Álvaro Obregón lo ha asignado para todos los que fuimos en su momento directores, porque no hubo un director, hubo varios en diferentes épocas, todos me ayudaron, y eso es para mí lo que representa ese espacio de la Álvaro Obregón. Toda una vida en el Álvaro Obregón e hizo realidad muchos proyectos, ¿qué nos podría decir globalmente de la comunidad Álvaro Obregón, de su estancia en ella? El tipo de estudiante que regularmente estuvo en la escuela cuando yo fui director de la Escuela Álvaro Obregón era un estudiante que requería de mucha ayuda, recordemos que los que estuvimos estudiando ahí no era porque perteneciéramos a familias de recursos económicos altos, todos fuimos pensando en tener un área de oportunidad y poder formarnos. Al estudiante de la Escuela Álvaro Obregón lo conceptúo todavía y lo sigo viendo sin demeritar la parte humana que está detrás de ellos. Fui testigo de varios casos, por ejemplo, donde una madre de familia me habló porque su hijo iba a presentar química conmigo, e iba a llegar tarde porque la señora se dedicaba a vender semillitas y no tenía con que completarle para el pasaje y que llegara el muchacho a tiempo; y gastó para hacerme la llamada y sé que caminó un buen tramo para ir a hacer una llamada telefónica. Otro caso fue cuando yo cité a un padre de familia, y fue el muchacho y me dijo “no

tengo con que pagar la inscripción de la Álvaro Obregón”, y lógicamente por unos pierden otros y había unos que sí tenían con que pagar, pero se iban a jugar billar, que por cierto yo iba a sacarlos de ahí y pedimos que se fuera el billar que estaba cerca, el ingeniero Ovalle y yo nos metíamos en el billar y sacábamos a los muchachos para que fueran a estudiar, y entonces a ese muchacho le dije: “no te creo que no tengas dinero para pagar” y me contestó “¿quiere que venga mi papá?”, “sí, que venga tu papá”, y ya me arrepentía de haberlo hecho porque el señor tenía sus piernas amputadas y el joven llegó cargando a su papá y lo sentó frente a mí, y me dijo: “es cierto que mi hijo no tiene dinero, míreme a mí”, no supe que hacer esa vez y logré que se le becara al 100%; otro caso que viví es de un joven de nombre Gudino, que su papá y su mamá vivían en una cueva en el arroyo del Topo Chico y el fue seleccionado para ir a estudiar a Alemania, un muchacho destacado. Todas esas son vivencias que yo llevo y que me enseñaron. Éste es el aprendizaje que me dejó la Escuela y lo voy a suscribir en estas palabras que hasta ahorita lo sigo practicando, el ser menos “yo” para ser más “nosotros” y la Álvaro Obregón no debe perder su rumbo y creo que con el actual rector esto se está cumpliendo mucho, porque la agenda del rector actual se fundamenta en un principio de responsabilidad social. Nosotros en la Álvaro Obregón, si hemos llegado a donde estamos, ha sido producto de nuestro esfuerzo, pero ante todo yo les insisto a mis alumnos que ante cualquiera acción en tu vida, que tu debas de enfrentar, debes tener como premisa la honestidad, habiendo honestidad tienes las puertas abiertas donde quiera, pero no es pretexto que carezcas de dinero para poder estudiar, yo siento, y es otro principio filosófico mío, porque me gusta la filosofía, es que cada quien pude crecer según sea su límite de la imaginación. Aquí debemos fomentar en este país la educación, porque es el único artífice, la educación individual es el único artífice que genera riqueza colectiva, no hay otra. 37


JOSÉ EFRÉN CASTILLO SARABIA Director de 1995 a 2001. Egresado de la Preparatoria Técnica. Becario para especialización en el país de Alemania, Secretario de Planeación durante la administración dirigida por Lázaro Vargas Guerra, miembro del Comité para la Reforma Académica en el Área de Tecnologías incentivado por Rectoría 19931995. 38


José Efrén Castillo Sarabia

¿Qué lo llevó a elegir a la Álvaro Obregón como centro de estudios? ue una cuestión intuitiva, lo confieso, no fue una decisión medida ni meditada, más bien buscando tener una opción de preparación, pero también tener una herramienta para poder labrarme un destino después y de manera más rápida, sopesando sobre todo la cuestión como integrante de una familia sin recursos abundantes de tener una forma de hacerme de recursos de manera rápida con trabajo técnico. ¿Podría platicarnos alguna experiencia como alumno dentro de la Álvaro Obregón? Fue un parteaguas en mi generación; antes la escuela era conocida como una escuela aguerrida por sus alumnos, porque me acuerdo en aquel entonces todavía se estimaba que los alumnos protestaran por cualquier cuestión y lo hicieran de manera violenta, tomando los camiones a manera de protesta y a partir de mi generación se empezó a modificar esa actitud, lógicamente en eso tuvieron mucho que ver las autoridades, tanto estatales como de la propia escuela y de la Universidad. Experiencias hay muchas, estaba también la cuestión de las novatadas, de hecho me acuerdo que de mis compañeros de salón de secundaria teníamos el propósito de entrar como unos seis o siete y de ellos solamente me quedé yo, a todos les cortaron el pelo como bienvenida, y a mí de suerte no me tocó; pero yo venía un poquito más por convicción que por estar con los amigos, era una oportunidad de preparase para edificarse un futuro.

Después fue transcurriendo el tiempo y me empezó a gustar más, y a dedicarme más a la carrera. Fui parte de la generación que fue becada al extranjero. Tiempo después, platicando con el doctor Piñeyro, que fue rector de la Universidad y que fue quien impulsó en su tiempo las becas al extranjero en varias instituciones y varias dependencias universitarias, entre ellas la Álvaro Obregón y la FIME, y en una ocasión me lo encontré y platicamos unos momentos y me dijo: “¿cómo te va Efrén?” y le dije: “bien” y me preguntó: “¿Cuánta gente de la Álvaro se fue a Alemania?”, “fueron 71”, y me dijo: “yo pensé que como 100”; y él me explicó cual fue el propósito de enviar a gente a Alemania tanto de la Álvaro Obregón como de la FIME. Él pensaba que la FIME era una facultad que le faltaba poner un poquito más los pies en la tierra, que se estaba yendo mucho hacia la posición científica y le hacía falta aterrizar más la cuestión tecnológica, y pensó que Alemania era un buen lugar para formar a sus ingenieros egresados para darles ese bagaje y pudieran transmitirlo a su regreso; y en el caso de la Escuela Álvaro Obregón, el rector Piñeyro en ese entonces pensaba que era una escuela que iba enfocándose hacia otras cuestiones y que necesitaba un impulso para resurgir y pensó que Alemania era también un buen puerto para enviar a sus mejores alumnos que al regreso pudieran transmitir también esa idea. No sé si tenía razón en ese sentido, pero a través de los años me he dado cuenta que ciertamente tenía mucho fundamento su pensamiento y la lógica porque el doctor Piñeyro decidió empezar esta

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aventura de alumnos egresados de la Álvaro Obregón para el extranjero. ¿Cuánto tiempo estuvo como becario y en qué ciudades? Dije que fui de la primera generación, porque así lo fue, pero en realidad hubo un grupo que se fue primero, aunque fuimos de la misma generación. A ese grupo se le dio oportunidad de terminar más rápido su preparatoria por la urgencia de los recursos que había disponibles para enviarlos a Alemania, y ese grupo fue totalmente de aparatistas o torneros de la misma generación, y nosotros nos quedamos todavía preparándonos en el idioma; al año y seis meses que nosotros seguimos con el viaje, ellos ya estaban concluyendo su estancia allá. El grupo en el que me tocó participar fuimos 23; 19 alumnos y 4 maestros. Estuvimos 18 meses, aunque hubo dos compañeros que se quedaron todavía un año adicional, llegamos como en todos los casos a la ciudad de Saarbrücken, que es una ciudad frontera con Francia, ahí se prepara uno en el idioma; llegamos a un centro para prepararnos y a partir de ahí se empieza uno a dispersar, ya nos ubican en otras ciudades para tratar de tener una especialización más específica. Después de Saarbrücken me tocó estar en la ciudad de Rosenheim que es frontera con Suiza y Austria, a un lado de Constanza, después en la ciudad de Aquisgrán y lógicamente en el inter tuvimos la oportunidad de visitar otras ciudades, visitar compañeros que vivían en otras ciudades y conocer un poquito de Alemania. Si me permiten ahondar un poquito en la experiencia de la estancia en Alemania, al margen de la idea que tiene mucha gente de que los alemanes son fríos, en lo personal tengo la experiencia de una idea muy alejada de eso, realmente creo que los alemanes son personas muy cálidas, muy benevolentes con la gente, sobre todo si es de México o Latinoamérica, un especial cariño por el país y por su gente, por tanto que nos dieron y en lo personal

fue un trato excelente y creo que es gente que valora mucho la riqueza natural de su país, y lo ven reflejado en cada uno de sus habitantes. La estancia en Alemania, además de la preparación que tuvimos, me dejó una experiencia muy grande por el hecho de haber convivido con esa comunidad que ha sufrido mucho, por lo menos en años recientes, pero ha sabido levantarse y tienen muy presente su historia reciente y creo que eso les ha dado precisamente la pauta para saber aquilatar mucho de su propia cultura y la cultura de otros países. ¿Qué director estaba al frente de la escuela cuando fue a Alemania? Estaba Jesús Cervantes Véliz y estaba como rector el doctor Piñeyro López y cuando regresé ya estaba el ingeniero Octaviano Fernández como director en 1985. ¿Tiene recuerdos de alguno de sus maestros, alguno que recuerde con especial cariño? Muchos, algunos que ya no están. Me emociona mucho esta cuestión y algunos afortunadamente todavía viven y son compañeros míos; maestros que aún ejercen todavía y que somos compañeros les puedo decir al maestro Lázaro Vargas, mi maestro de química, él fue director y lo recuerdo con especial aprecio y cariño; al ingeniero Cristóbal García, él es el decano actual de la escuela, fue mi maestro de física. Hay maestros que aunque no me dieron clase, fueron compañeros míos a los que aprecio mucho como al maestro Cuauhtémoc González, es uno de ellos, o el ingeniero Cuesta. Les puedo mencionar muchos porque son muchos a los que aprecio y recuerdo con mucho cariño. Después de esto, ¿cómo se une a la planta docente? Al regresar estaba, no la exigencia, más bien la propuesta, que pudiéramos colaborar como becarios en la escuela, incluso nos daban un apoyo, nos daban los libros, nos pagaban lo que es la facultad; eran muchos atractivos y la realidad es que no todos los compañeros que regresamos se quedaron como 40


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becarios; creo que se necesita un poquito de convencimiento, vocación y sobre todo entender que hay una deuda con la Universidad y con la escuela, y en lo personal, la deuda que tengo con la escuela es infinita, yo nunca voy a pagarle a la escuela y a la Universidad todo el apoyo que he tenido, tanto en mi persona como en mi familia; es más una cuestión moral el de quedarse como becario y estuve fungiendo como becario unos cinco años después de regresar y lo hacía con mucho aprecio, y apoyaba en el laboratorio de física precisamente al ingeniero Cristóbal García y le tomé mucho cariño. Era coadyuvar, tratar de transmitir precisamente la experiencia que uno tuvo allá a las generaciones que le seguían. También al regresar, encontré una escuela cambiada porque se habían reformado muchos programas, se abrieron muchas carreras que eran aptas para las mujeres y fue un boom en carreras y en población. Se subió a más de 7,000 o casi 9,000 alumnos en un sólo edificio, fue a mi regreso impresionante ver una escuela cambiada, pero con el compromiso de poner con el grano de arena el ayudar a los compañeros jóvenes que venían también con ganas de estudiar y trascender. ¿Cómo maestro tuvo también algún puesto administrativo? Si, después de esa época empecé a trabajar también en una empresa, en el año de 1987. Estudiaba la ingeniería todavía en la facultad y hubo una oportunidad en 1990, estaba como director el ingeniero Lázaro Vargas, para sustituir a un maestro que estaba enfermo y me dijo: “¿oye Efrén, quieres cubrir sus clases?” y dije que sí, que con mucho cariño y me comentó: “pero vamos a tardar en pagarte”, le dije: “no, si para mí es un orgullo poder dar clases en la escuela y cuente con ello”; yo estaba en la empresa y tenía un horario disponible en la mañana y empecé a dar clases en 1990, en sustitución de un maestro; y me gustó mucho, pasó un semestre y el director me preguntó: “¿quieres seguirle?” y contesté: “si me dejan

seguirle y me dan la oportunidad en la empresa de seguir con el horario que tengo trabajando, con mucho gusto” y así seguimos y desde entonces a la fecha no he dejado de estar acá. Pasan no muchos años y yo seguía en la empresa y aquí me dan la oportunidad de ser Secretario de Planeación de la escuela, después hubo una reforma en la Universidad en el nivel medio superior y me piden que represente a la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” en un comité para esa reforma académica en el área de tecnologías. El trabajo que se hizo allá de 1993 a 1995 fue reformar todos los programas que tienen que ver con las cuestiones tecnológicas, no solamente de la Álvaro Obregón, sino también de la Preparatoria Técnica Médica y de la Pablo Livas. Estos dos años estuve en Rectoría trabajando con los comités para llegar a la conclusión de una reforma que se dio a mediados de los años 90, antes de ser director fui Secretario de Planeación y después asignado en los comités para la reforma académica de la Universidad. ¿Cómo se fueron dando las circunstancias para que llegara a la dirección? Fueron muy curiosas, diría que igual de circunstanciales en muchos casos, porque ahora hay gente que busca llegar a la dirección porque tiene una aspiración y en ese sentido no era mi caso; porque estaba muy a gusto en la empresa y no me hacía una idea de llegar a ser director de la escuela, yo le tenía mucho afecto, mucho aprecio a la escuela ciertamente, pero tanto para llegar a ser director nunca me pasó por la mente, sino que ya llegando el año 1995, un grupo de maestros llega a la empresa a la hora de la comida y se entrevista conmigo y me dice: “oye Efrén, se viene un proceso electoral en la escuela y un grupo de maestros pensamos que tú puedes ser muy buen candidato”; y les contesté: “pero si hay muchos maestros grandes, que los reconozco y los aprecio”, y me contestaron: “pero para el momento que vive la escuela y para el futuro pensamos que tú tienes el perfil, un joven con 41


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experiencia en la empresa y la experiencia de haber viajado y haber visto otras instituciones educativas en el extranjero, vienes con una visión nueva, en fin, cuestiones que vale la pena aprovechar”; y bueno realmente lo pensé mucho y después de estar reticente de poder asumir esa responsabilidad. El día en que los maestros más antiguos de la escuela me visitaron en la empresa, yo todavía daba clases en la mañana y en la tarde estaba en la empresa, fueron ellos quienes me invitaron ya formalmente y me dijeron que querían incluso conseguirme una entrevista con el rector y les dije: “no es necesario, es una decisión que yo tengo que tomar si es que decido contender por la escuela”. Creo que fue el grupo de gente más antigua de la escuela la que me motivó, me convenció para contender por la dirección de la escuela, en el año 1995. Y tenía incluso otro elemento, la familia que considerar, porque tenía hijos pequeños y estaba en la escuela y en la empresa; y formar la familia era una cuestión importante para mí y puse en la balanza dejar la empresa en la cual había estado trabajando y me gustaba mucho el trabajo; pero en una entrevista con los directivos de la Universidad me dijeron: “no ocupas dejar la empresa, nosotros creemos en ti, en tu capacidad y que estés dedicado; habla en la empresa, seguramente ellos lo van a entender y te van a dar la oportunidad de seguir”, y así lo hice, hablé con el director de la empresa y me dijo: “qué bueno, sabemos que estás en la escuela Álvaro Obregón dando clase, pero el hecho de que puedas llegar a ser director para nosotros es un orgullo también”. Para mí fue una sorpresa esa respuesta de la empresa, porque se me dio la oportunidad de contender por la dirección de la escuela, se dieron para bien las cosas y logré ganar la elección interna, en la que tuve contrincante en las dos ocasiones. No dejé la empresa totalmente, en la empresa se me dijo: “ven aquí, cumple con las obligaciones que tienes, te vamos a dar un horario restringido aquí en la empresa para que cumplas en la escuela y sigue con nosotros”. Estuve año y medio en la empresa ya

siendo director, hasta que definitivamente decidí dejar la empresa por motivos básicamente profesionales, porque ya estando en la dirección me empecé a involucrar con muchas empresas para traer lógicamente inversiones a la escuela y entre esas una era contraparte, o era una empresa que era contrincante en términos comerciales de la empresa en que yo trabajaba, y por cuestiones de índole profesional decidí dejar así las cosas en la empresa; les comenté que no era ético que trabajando estuviera involucrado con la competencia vía la escuela y ellos dejaron la puerta abierta en la empresa y a partir de 1997 empecé totalmente dedicado a la escuela. La tarea, como siempre, fue traer equipamiento y ese fue el involucramiento, la empresa en donde trabajé era Emerson Electric, dedicada a la fabricación de motores y me involucré mucho a través de la escuela con General Electric, también dedicada a lo mismo, y aunque siempre tuve la puerta abierta por el devenir del destino no he podido regresar a la empresa y ahorita ya no tengo la idea de regresar, pero fue una época también muy buena la que me tocó vivir en la empresa. ¿Podría ahondar más en la vinculación con las empresas y qué tan importante es para la escuela? Parte de lo que los maestros antiguos me comentaban, era que un elemento importante para invitarme a dirigir la escuela era el contacto que yo tenía con la empresa, y creo que no estaban equivocados. Me acuerdo que en el año 1987, estudiando en la Facultad de Ingeniería Mecánica, decidí cursar mi semestre de forma regular y además hacía veranos para adelantar materias, creo que son de las pocas cosas que he definido y que he conseguido llevar a cabo como lo tracé. Fue que en el séptimo semestre de mi carrera me fijé el empezar a trabajar, “voy a bajar la carga en mis clases para empezar a trabajar”, me dije, porque no quería egresar y empezar a buscar un trabajo, yo quería que al egresar ya tuviera un trabajo, y así lo hice. 42


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Afortunadamente no batallé para nada, creo que vale la pena ese comentario porque la formación que me dio la escuela me sirvió mucho en ese sentido, ciertamente tenía ya una calificación, tenía en el curriculum haber estado en el extranjero y creo que la empresa sopesó mucho eso, pero el primer trabajo que tuve en la escuela en el año de 1987 fue de dibujante técnico y aunque soy técnico electricista, pienso que al igual que muchos de los egresados de la escuela tuve la base para poder ejercer como dibujante y como cualquier otra técnica. Como dibujante me abrieron las puertas en la empresa y después al poco tiempo en el área de calidad de la empresa y ahí me di cuenta que eran muy importantes los sistemas de calidad y no solamente para la empresa, sino también para la cuestión educativa, luego el involucramiento vía la empresa con otros proveedores, clientes; eso me dio una relación con una buena cantidad de empresas que ya estando como director de la escuela aproveché y hubo un vínculo muy importante, que fue con la Cámara Americana de Comercio radicada aquí en Monterrey. Fue gracias a la Cámara que establecimos los primeros contactos, como General Electric y Cooper Lighting, entre esas que apenas se iban a instalar en Monterrey, apenas estaban edificando su nave industrial y ya querían reclutar gente; y querían hacer las primeras corridas de prueba de su producto, así que ofrecimos los talleres de la escuela para que lo hicieran a cambio de que ellos nos dejaron equipamiento nuevo, novedoso para la escuela, máquinas y herramientas sofisticadas. Fue como la escuela empezó a tomar esa costumbre de involucrase con la empresa para poder, por un lado, darles el personal que ellos ocupaban y, por otro lado, obtener tecnología que ellos manejan, el equipamiento, relacionarse más estrechamente; y así se reforzó un poquito más la relación con las empresas. Es importante tener una visión de cómo piensan las empresas y creo que la experiencia de haber trabajado diez años, de 1987 a 1997, en la empresa

me sirvió mucho para aquilatar mucho lo que la empresa requiere y espera de un egresado de la escuela técnica, como la Álvaro Obregón. De esta vinculación era necesario hacer reformas académicas o abrir otras carreras, ¿cómo fue ese proceso? Además de reformar todos los planes de las carreras vigentes, nos dimos cuenta de que en la empresa había un espacio intermedio entre la alta gerencia y los niveles operativos de los supervisores o los superintendentes. En México ya se tenía varios años el haberse abierto lo que son las universidades tecnológicas, a mediados de los noventa se dijo que las universidades debían asumir ese rol en cuanto a preparación de los mandos medios; lo platicamos con las autoridades universitarias, con Rectoría y las instituciones académicas, la necesidad de poder emprender dentro de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” el nivel de técnico superior, así fue cuando nos dieron la pauta las autoridades universitarias para poder introducir el nivel de técnico superior en la escuela. En el año 1997-1998 empezó a ofrecerse el nivel superior en la Escuela Álvaro Obregón, a través del nivel técnico superior universitario, con Técnico Superior en Mantenimiento y Técnico Superior en Sistemas Industriales, por mencionar algunas, pero también hicimos reforma en medio superior. Hubo un nuevo énfasis en la comunicación con el alumnado a través de diferentes medios como la revista y la radio, ¿Podría hablar de ello? Sí, afortunadamente hubo gente que nos apoyó mucho en esa tarea, como el maestro Sergio Loredo, quien llevó a cabo esta tarea que nosotros vislumbramos como necesaria a raíz del crecimiento de la matrícula, a raíz de la necesidad de que la escuela tuviera comunicación con el exterior, y con los antecedentes de que hace muchos años hubo algunos folletos informativos por los años cincuenta o sesenta, donde había ejemplares que daban fe de la tarea que se 43


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realizaba en la escuela; pero había que canalizar todos los esfuerzos que se hacían en la escuela y difundirlos. Vimos la necesidad de poder establecer un medio eficaz para ello y decidimos que fuera una revista. Nueva Perspectiva nace en el año 1996 en el mes de junio, si no mal recuerdo, con ese propósito y que fuera una revista o documento atractivo para todos los involucrados, para los alumnos; que se vieran los alumnos reflejados en la revista, que fuera atractivo el tener la revista, y que fuera también un elemento atractivo para la gente externa, que hubiera información de relevancia y para los maestros, que el trabajo que realizaban se viera reflejado ahí. Con estos elementos se hizo y se consolidó con los años una revista que se ha venido imprimiendo a la fecha. Vimos también la posibilidad de poder incursionar en radio de la Universidad, buscamos la manera de tener un lugar para la Álvaro Obregón en Radio Universidad que operaba en la FIME. La torre estaba en Rectoría y tuvimos la oportunidad de incursionar, y a la fecha se sigue difundiendo a través de la revista, como de la radio, las actividades que se realizan en la escuela de carácter técnico y cultural. Son dos elementos de difusión que me tocó la oportunidad de iniciar, y se llevaron a cabo gracias al esfuerzo de maestros, como lo comenté, del maestro Loredo, del maestro Lino Lozano y de otros maestros y de los alumnos que acogieron con mucho gusto estas iniciativas. ¿Hubo convenios con gobernación a través de cursos impartidos por maestros de la escuela? Siempre se procuró que hubiera convenios, incluso, tratamos de tramitar no sólo con autoridades estatales, sino federales, hubo también un auge muy importante para la educación media superior y nos involucramos con el gobierno federal en un programa en donde estaban involucradas ocho entidades del país, Nuevo León una de ellas y representado por la Álvaro Obregón; era de cómo tratar de que la educación media superior

fuera más pertinente, así se llamó el programa, Educación Media Superior Pertinente. Lo que derivó en este caso fue una aportación más del Álvaro Obregón para las asociaciones de otras entidades, de cómo poder comulgar la educación científica como tecnológica en el nivel medio superior, y también la federación nos apoyó con algún equipamiento, de hecho el primer equipamiento del área de Mecatrónica fue donado por la federación y después, ya con el apoyo de las autoridades federales en mi último año de gestión, aprovechando el vínculo que tuvimos con el ex rector Reyes Tamez, él siendo ya Secretario de Educación Pública, hicimos una gestión para que nos apoyara vía CAPFSE, que era entonces el comité que se encargaba de construir y equipar escuelas; y fue una aportación muy valiosa, no recuerdo el cuantificado, pero en equipamiento sí me acuerdo que fueron siete tráilers para la escuela desde la Ciudad de México para todos los talleres, y fue a través de esa relación con la federación que nos apoyaron en ese sentido. Luego vinieron los vínculos con instituciones afines del extranjero. Con St. Phillips College de San Antonio fue el retomar acuerdos previos para el intercambio de maestros y alumnos. El enviar jóvenes alumnos a Alemania, a raíz de la unificación o reunificación alemana de 1989, el país alemán como que cerró un poquito las puertas porque se dedicó a fortalecer la República Democrática, a los estados del oriente de ese país y como que se encareció mucho el poder enviar alumnos a Alemania, y en consecuencia a principios de los noventas se detuvo el flujo de alumnos egresados de la escuela hacia Europa, porque se dificultó mucho; pero en mi periodo vimos la necesidad de seguir fortaleciendo ese vínculo con instituciones extranjeras y tuvimos una puerta que se abrió en Francia en el año de 1997, en una decisión encabezada por el rector, entonces el doctor Reyes Tamez y el Secretario Académico, el ingeniero José Antonio González Treviño, y otros directores de instituciones universitarias. 44


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¿Cómo se apoyaron los Talleres de Ciencias para preparar alumnos para las Olimpiadas del Conocimiento? Se dio mucho impulso a la cuestión científica, tecnológica y cultural, en ese entonces en los años 1997 o 1998 se le dio mucho énfasis a la cuestión de las competencias y tratar de que los jóvenes mostraran todo su potencial. Si bien es cierto, nosotros siempre preocupados por los jóvenes que tenían carencias, había un grupo de jóvenes que eran notablemente destacados en ciencias y siempre recuerdo que para la competencia de las Olimpiadas de las Ciencias a nivel medio superior destacaba el Tecnológico de Monterrey, siempre enviando a los mejores, y esporádicamente alguna dependencia de la Universidad. Así que le dimos mucho impulso a los Talleres de Ciencias, aquí, lo mencionaba hace un momento, el licenciado Cuauhtémoc González Caballero, que en paz descanse, fue quien nos apoyó mucho para crear los Talleres de Ciencias, Física, Biología y Matemáticas, de tal forma que se empezó a trabajar muy fuerte con alumnos destacados, prepararlos horas adicionales y el resultado de ese esfuerzo fue que poco a poco los alumnos fueron destacándose, fueron formando parte del equipo de la Universidad, luego del estado y luego del país, de tal forma que la delegación del estado la formaban cinco o seis alumnos y fue en el año 1998 que por primera ocasión un alumno de la Álvaro Obregón formaba parte de esa delegación estatal para la competencia nacional, pero llegaron a ser hasta tres alumnos en años posteriores, los alumnos que destacaron en matemáticas; pero luego empezó a darse en biología y también en física, y fue entonces muy raro que no figurara un alumno de la Álvaro entre esas selecciones estatales y obtuvieron a nivel nacional lugares muy destacados, y eso derivó, si mal no recuerdo, que en el año 1999 la Escuela Álvaro Obregón fuera sede nacional de la Olimpiada de Matemáticas.

“Se dio mucho impulso a la cuestión científica, tecnológica y cultural, se le dio mucho énfasis a la cuestión de las competencias y tratar que los jóvenes mostraran todo su potencial”.

En conjunto fuimos a ver qué instituciones afines existían para vincularnos, y luego de eso se dio un convenio con la Escuela Normal Superior de Cachan al sur de París, en particular con el Colegio Gustavo Eiffel, de esa misma ciudad, y establecimos un convenio de tal forma que en el año de 1998 se dio el primer flujo de alumnos y maestros de la Escuela Álvaro Obregón a Francia, vínculo que a la fecha todavía perdura. 45


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Fue muy destacada en esa época la tarea que se hizo en el Taller de Ciencias. Ahora, en el ámbito cultural también se formaron talleres de escritura; recuerdo que aquí nacieron escritores jóvenes muy connotados y después me enteré que a tiempo figuraron algunos de ellos en un concurso que organizó el Tecnológico de Monterrey, en el año 2000 o 2001; uno de nuestros alumnos fue el ganador de ese concurso de redacción en narrativa, y luego se formó también un grupo de danza folclórica que tuvo la oportunidad de viajar por muchos países representando no solamente a la Álvaro Obregón, sino también a la Universidad. Fue también en esa época de 1996 al año 2000 que el grupo de danza folklórica, muy connotado, viajó a Italia, Hungría y Sudamérica representando a la Escuela Álvaro Obregón. Tuve la oportunidad de crear también el taller de la especialidad de Trabajo Social, que se llama “Club Cuenta Conmigo: Soy EIAO”. Este club tenía la intención de apoyar a asilos, a jardines de niños, a gente que tenía dificultades en la época navideña de poder hacerse llegar de algún recurso para poder festejar. Los alumnos del área de Trabajo Social, junto con los maestros, se organizaban y empezaron con el festejo navideño para niños que vivían en zonas marginadas del estado de Nuevo León; después lo hicieron dos veces al año, en Navidad y en Día del Niño; ahora entiendo que lo hacen más frecuentemente, pero el propósito es el mismo: apoyar y tratar de que los alumnos del área de Trabajo Social adquieran esa vocación por el servicio comunitario, y ese era el propósito principal. Después se fue haciendo de manera muy generalizada en la escuela las muestras gastronómicas para el área de Turismo, que también eran unos trabajos muy buenos, muy competitivos, muy sufridos, porque quien ganaba gozaba mucho, pero el que perdía en esa competencias, que se realizaban internamente, también sufría mucho, porque era una ambigüedad

de sentimientos, pero era muy notable el trabajo que hacían los alumnos dedicados, juntos con sus padres para preparar lo que era la muestra gastronómica de los años noventa. ¿Podría hablarnos del proceso de restauración de la Mona del Arco? Sí, fue del 11 de enero al 11 mayo de 1997, lo recuerdo muy bien porque fue un día después del día de la madre, el día que entregamos el monumento, fue histórico. Me acuerdo incluso que hasta había un dicho que se desterró de aquí de Monterrey que dice: “¿me prestas 100 pesos?”, “no se los prestes, porque es más fácil que se baje la Mona del Arco a que te los regrese”, era un dicho muy popular aquí en Monterrey, y pues en el año de 1997 se cerró ese dicho porque, efectivamente, la Mona del Arco bajó. Las autoridades estatales y municipales vieron la necesidad de restaurar el monumento del Arco de la Independencia, que es famoso y comúnmente conocido como la Mona del Arco, porque vieron muchos deterioros en su estructura y buscaban alguna empresa que pudiera tener los recursos técnicos suficiente para poder emprender la tarea de restauración, y vieron todas las características de los talleres y los trabajos que se hacían en la Escuela Álvaro Obregón y decidieron que fuera la escuela la que tuviera la fortuna de hacer esa tarea. Fue un trabajo muy esforzado, muy meticuloso, muy cuidadoso, muy importante y riesgoso hasta cierto punto, por tener en nuestras manos un icono para Monterrey, era una tarea muy responsable. El 11 de enero en la madrugada nos dimos a la tarea de bajar de su pedestal a la Mona del Arco, una tarea muy difícil porque no se tenían antecedentes ni información del material, ni de cómo hacer la maniobra para bajarla; hubo daños adicionales a los que ya tenía, pero bueno, se logró bajar y recuerdo que donde está actualmente, Pino Suárez y Madero hasta lo que era la sede de Félix U. Gómez y Madero, donde estaban los talleres, el introducirlo por el laberinto de la escuela hasta dejarlo en el taller de 46


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fundición fue una tarea muy ardua; fueron cuatro meses muy intensos, no solamente por el hecho de descubrir el material del que está hecho, un material muy fino, son láminas de cobre remachadas y era algo novedoso; nos dimos cuenta del tamaño del deterioro que tenía, uno de los brazos prácticamente suelto, seis disparos de bala que tenía el cuerpo del monumento y desprendimiento de partes, en algunos casos. Nos dimos a la tarea de hacer las partes que faltaban con material igual, con cobre, en eso nos auxiliamos en los talleres de soldadura, máquinas y herramientas, de fundición para hacer las piezas que faltaban, restaurar las piezas y soldar las partes del propio monumento. Casualmente, hace unos instantes platicaba con algunos compañeros que tuvieron la oportunidad de estar directamente en esta tarea, de recordar esos momentos de cómo vivieron prácticamente dentro del monumento, porque es una pieza hueca, para tratar de devolverle las formas originales al monumento. El 11 de mayo, después de cuatro meses de tarea, en la madrugada la Mona del Arco empezó su recorrido de regreso y actualmente el monumento tiene unas instrucciones que nosotros le introdujimos, para cuando sea el caso nuevamente de que se requiera un mantenimiento, sigan las instrucciones de cómo bajar el monumento, si es el caso y cómo darle el mantenimiento requerido. En ese lapso de tiempo, la Sociedad Nuevoleonesa de Historia y Geografía de Nuevo León sesionó varias veces en la escuela y a raíz de ese momento esa sociedad estableció un vínculo más estrecho con la escuela, y la escuela con los historiadores y los cronistas que hasta la fecha hay una comunión muy estrecha. ¿De manera general podría comentar los eventos trascendentes en los diferentes ámbitos de su administración? En lo académico, lo más importante fue el darle la oportunidad a muchos alumnos para que incur-

sionaran en los talleres de ciencias y en competencias nacionales e internacionales, y el abrir para muchos jóvenes la oportunidad de seguirse formando en el extranjero en su posgrado. En dos ocasiones tuvimos la oportunidad de reformar, al principio de mi gestión, los programas que se impartían en la escuela, y al final tuvimos la oportunidad de una reforma un poquito menos de fondo, pero también reformar al final del año 2000 ó 2001 los programas vigentes. En la cuestión cultural, hubo una auge importante, la escuela tuvo la tradición de poder ser cuna de campeones en oratoria, todos los años el campeón en el concurso universitario de oratoria era de la Álvaro Obregón, era una tradición rectificadamente de hechos. Los alumnos de la Álvaro Obregón también se destacaron por ser buenos oradores, como antaño fueron también muchos por los años cincuenta y sesenta, es algo que vale la pena destacar. En un aspecto cultural lo resumiría en eso. Uno de los momentos más importantes de la escuela fue la transición que en muchos de los casos, a muchos nos dolió: el dejar el edificio de Félix U. Gómez. Esta fue una decisión de la Universidad y nosotros buscamos preservar ese viejo edificio, porque finalmente pienso que es un edificio emblemático, el que ocupa Félix U. Gómez y Madero, es universitario y estoy con la idea de que algún día ese edificio va a regresar a sus orígenes, porque no ha perdido su esencia y porque tiene todas las características que son indelebles en un edificio; es icónico y todas sus partes corresponden a un momento histórico de México, y sigue siendo origen y cuna de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” y así se va a preservar en el futuro. Los elementos que guarda en su edificio dan margen a que siga siendo considerando como parte de la historia de México y de la Escuela Álvaro Obregón. ¿En cuánto a lo deportivo, hubo apoyos? Sí, y tanto que los alumnos se destacaron en los campeonatos que hubo, en las diferentes disciplinas 47


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tenga más que la Álvaro Obregón y eso nos hace pensar precisamente que el modelo de la Álvaro Obregón debe multiplicarse y debe ser ejemplo para otras instituciones, no solamente de la Universidad, sino del estado y del país. El poder responder a un requerimiento cada vez más cambiante en los ideales profesionales y técnicos que requiere el país, la Escuela Álvaro Obregón ha estado vigente porque ha sabido responder a ese requerimiento, en el futuro la escuela siempre debe estar atenta a poder anticiparse en lo posible a los requerimientos futuros. En las cuestiones energéticas que están muy en boga actualmente en el país, la escuela se ha anticipado y ahora precisamente está en la elaboración de programas y modificación para dar respuesta a este requerimiento cambiante, pero yo diría que la vislumbro en el futuro como una escuela que estará siempre abierta y que no perderá su esencia, el ser como nicho o un lugar en donde puedan abrevar conocimiento y experiencia los jóvenes de todos los estratos sociales del estado, y creo que se debe de luchar para que nunca deje de preservar su esencia la Escuela Álvaro Obregón. Es muy importante que ustedes se den a la tarea de preservar esta memoria porque los años pasan y a uno se le olvidan las cosas, y es bueno guardar en documentos escritos y en documentos video grabados la experiencia que año con año ha labrado la Escuela Álvaro Obregón, por esa tarea les felicito y les agradezco la oportunidad que me dieron de poder externarme, y creo que es buen inicio para poder festejar los 85 años de la Escuela Álvaro Obregón y que vengan muchos años más de gloria para la Álvaro Obregón

y en el caso de los trabajadores, también en los eventos de competencias de trabajadores en el torneo de soccer, por ejemplo, se tuvo liderazgo cinco años consecutivos en las competencias internas. Fueron casos destacados de alumnos egresados que luego figuraron a nivel profesional, en el caso de futbol soccer en Tigres, también hubo mucha participación de jugadores de americano en el equipo grande de la Universidad. En la competencia de karate siempre se distinguió la escuela, hasta la fecha, por ser semillero de buenos deportistas, en tae kwon do, basquetbol y voleibol, muy destacados desde sus inicios. La escuela siempre se ha distinguido por tener muy buenos deportistas. ¿En lo personal, qué significó la Álvaro Obregón? No solamente significó, sigue significando mucho el tener una institución que no sólo a mí, sino a mucha gente, le ha abierto las puertas y le ha dado la oportunidad de formarse; y esto es utilizado como una herramienta para poder labrarse un futuro, es de lo más afortunado que me ha tocado en la vida, el haber tenido la oportunidad de haberme encontrado con una institución como la Escuela Álvaro Obregón. Es una de las cosas más afortunadas que puedo decir que me he encontrado en la vida, no solamente como alumno, sino también como parte de la misma institución. ¿Cómo ha visto la evolución de la escuela y cómo le gustaría verla a futuro? Creo que va siempre evolucionando, ha respondido a los requerimientos del futuro y no en balde; actualmente cuenta con cinco unidades, es la institución universitaria con más sedes en la Universidad, no hay otra institución educativa que

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Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

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LEOBARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ Director de 2001 a 2007. Egresado de la Preparatoria Técnica de la generación 1966-1969, docente en la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica Álvaro Obregón.

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Leobardo Martínez Martínez

¿Nos podría hablar de su etapa como estudiante de la Álvaro Obregón? e tocó la suerte, se puede decir que suerte, de ser de los primeros que nos pusieron examen de admisión en la Álvaro Obregón, presentamos y nada más iban a recibir a 400 alumnos, y afortunadamente quedé. Fui de la generación de 1966 a 1969, en Preparatoria Técnica. ¿Alguna experiencia como alumno que quisiera compartir acerca de sus maestros o compañeros? Algo que puedo comentar es que era una escuela en donde nos trataban con mucha rigidez, a pesar de que tenía una fama de fuera de que tomábamos camiones y que hacíamos cosas extravagantes por ahí. En realidad, adentro de las aulas eso no era fácil, que se pudiera hacer una tontera, como se dice, contra los maestros, porque nos trataban con bastante rigidez. Era muy común que te castigaran, que te sacaran del salón y tenías miedo de que te regañaran porque te mandaban traer a tus padres y en esa época les decías que te habían hecho algo y en vez de reclamar, como hacen ahorita los padres, que le reclaman al maestro, te daban unos golpes por haber hecho alguna cosa o que el maestro les dijera que habías hecho algo; tenías miedo de ir a quejarte a la casa, nos trataban fuerte, pero doy gracias que así fuera porque la gran mayoría de la gente que salió de aquí, los conozco y sé que tienen buenos trabajos, buenos empleos y algunos son autosuficientes en su empleo.

En el Taller de Automotriz, de donde soy egresado, las clases eran muy diferentes, los grupos eran pequeños y en las clases estabas en un taller practicando, no como ahorita que estas en un aula con teoría y después pasas al taller para la práctica, antes te la pasabas practicando. En esa época la preparatoria técnica eran cuatro carreras, era Mecánico Automotriz, Mecánico Aparatista, Electricista y Metalúrgico, esta no existía, fue en 1966 cuando empezó; y pasamos a estar en los dos turnos, en la mañana teníamos las clases propedéuticas de la preparatoria y en la tarde las clases técnicas, era bastante tiempo el que pasábamos en la escuela. Una anécdota muy especial es que todavía tenemos al taquero que teníamos a un lado de la escuela, todavía vive ahí y lo veo y se acuerda de cuando yo era alumno; y al de los lonches también, ellos estaban desde que era alumno en 1966; y cabe mencionar otra cosa también, que es una apreciación mía y que la platico con mucho orgullo. En mi época como estudiante, el director a nivel nacional de los CEBETIS era el ingeniero Manuel Garza Caballero, todavía vive, gente del Politécnico, y en una ocasión por estar hablando en la biblioteca me mandaron de castigo a la dirección, yo estaba recién entrado, y total que estaba con el director y en eso llega Manuel Garza Caballero y le dice al director: “fíjate que me acaban de dar la dirección general y no sé qué hacer, yo soy ingeniero civil, ¿qué me recomiendas?”, y el ingeniero Caballero lo primero que hizo fue darle los cuatro programas de Mecánico Aparatista, Automotriz,

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Electricista y Metalúrgico para que los adaptara; y si se fijan en los planes de estudios de los CEBETIS y los comparan con los de la Álvaro Obregón, tienen mucha similitud, y me acuerdo de ello, yo tenía 15 años de edad. ¿Cómo se da su ingreso a la planta magisterial de la escuela? Estaba en séptimo semestre de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, a la cual había entrado desde 1969, cuando mis padres empezaron a tener problemas para darme el sustento adecuado y pensé en buscar trabajo, y en ese entonces se encontraba como Secretario de la escuela el ingeniero Urbina Castillo, que había sido mi maestro en todas la físicas que había llevado en la escuela, y como director estaba el ingeniero Juan Galván; y llegué con el ingeniero Urbina y le dije: “oiga, fíjese que quisiera trabajar, ¿habrá oportunidad, una plaza o algo?” y me dijo que estaba difícil y realmente sí lo estaba. Por mucho tiempo en la Álvaro Obregón había 90 maestros y no pasaba de ahí, en eso estaba involucrado el Sindicato. Había clases que sobraban y tenían que publicarlas, entonces llegaba una persona de la planta docente, que le faltaban horas para su carga completa, y se anotaba, y decía: “yo quiero dar matemáticas, dibujo o material de combustión”, y luego se hacía una junta y como es normal, el sindicato no veía estudios o capacidad de enseñar, sino que veía la antigüedad en el plantel o en la Universidad y las asignaba con base en ello. Entonces cuando pido trabajo y me dicen que no hay por el momento, el ingeniero Urbina también me dice: “no hay nada ahorita, pero date la vuelta ya que se acerque la asignación de clases”, por inicio de semestre; y al llegar aquí me dice: “fíjate que tengo una sustitución, si tienes chance, en el Taller Automotriz de dónde eres tú”, y yo le dije: “está bueno”; y así llegué al Taller de Automotriz, para cubrir la planta, pero a los seis meses del permiso que pidió la persona que yo cubría, ésta ya no regresó y me quedé con la planta definitiva. Por eso platico como anécdota

que creo que soy el único que entró con planta a la Álvaro Obregón, porque no entré primero dando clases por horas, sino que entré con planta, una que no era mía y que me la quedé por azares del destino. En esa época, también recuerdo que arreglaron lo de las plantas, cuando un grupo de maestros de talleres fue con el rector Lorenzo de Anda para hacerle una propuesta para un aumento salarial y el mismo rector dijo: “no puede haber plantas de primera y plantas de segunda”; y en ese momento nos aumentaron el suelo al doble y fue una cosa esplendorosa para mí, porque era un joven que vino a ganar lo doble. Retomando el tema de la autonomía, ¿cómo recuerda que se vivió ese movimiento en la escuela? Es una apreciación muy personal, porque iba entrando a trabajar y estaba estudiando al mismo tiempo, y había cosas que pude haberlas percibido de forma incorrecta, es una apreciación muy personal. Estaba como estudiante en la Facultad de Ingeniería Mecánica, la cual apoyaba a lo que era la sección en contra del rector Ulises, y en la Álvaro Obregón apoyaban a Ulises, y eso estaba abierto por todos lados. Tenían tomado el Sindicato y la gente que apoyaba al rector Héctor Ulises Leal tenían sitiado el Hospital Universitario, estoy hablando más o menos de 1972. Total que me encontraba dentro del Hospital porque la facción a favor nos decía que teníamos que ir para allá y estarnos ahí, mientras afuera estaban mis maestros de Mecánica y luego cuando llegaba a las clases en Mecánica, mis maestros me decían “¿qué andabas haciendo ahí?”, y yo les contestaba: “pues yo trabajo en la Álvaro y aquí ahorita estoy con ustedes, pero allá tengo que estar con ellos”. En esa época, la autonomía y los problemas que hubo se vivieron con mucha intensidad en la Álvaro Obregón, porque era una sección de mucha lucha. En esa época estábamos todos unidos, no había que maestros ordinarios o no ordinarios, había una junta de maestros e iba también el trabajador y todo mundo, 52


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y estábamos muy metidos a favor de la gente que estaba en la Rectoría en esa época, pero las cosas venían de otro lado, del gobierno, y todo se arregló finalmente de buena instancia; pero durante el movimiento todo estuvo muy duro por aquí, para dar las clases, porque no había clases en ese momento y se hacían protestas de muchas maneras, cosa que ahorita no se puede hacer y ya no se acostumbra hacer; pero así era, eran tiempos muy radicales y con la situación de que tenías que cumplir con las guardias que te tocaban y cosas así. ¿Cómo fueron sus primeros años como maestro? Era un poco difícil porque la mayoría del tiempo estuve de noche, yo tenía 20 o 21 años y la gente de noche era gente trabajadora, personas mayores que yo. Me acuerdo mucho de un trabajador en especial que quería nada más el papel, pero casi no sabía ni leer, no sé cómo había entrado; trabajaba en la ruta 34, unos camiones verdes y armaba motores de allá y acá, era puro alegar con esa persona porque todo lo hacía, pero no necesariamente bien, pero funcionaba el motor y los camiones andaban trabajando. Batallábamos un poquito porque la gente de la nocturna era ya mayor, gente de 30, 40 o más años y había esa problemática porque se sentían menos porque un muchacho les estuviera dando la clase, sí estaba difícil. También batallábamos para cubrir las horas, porque en ocasiones para cubrir cierta cantidad de horas no había el cómo, no había cupo, se publicaban y te anotabas, y tenía que anotarme en matemáticas y en dibujo para poder ir logrando las horas. Si tú lograbas tener las clases dos semestres consecutivos ya eran tuyas, pero para tener las horas, era de esa manera, concursándolas, y como no se veían estudios ni capacidades, se veía nada más antigüedad, pues siempre me ganaban porque yo era el último que había entrado. Así de esa manera fue la vida en la escuela, pero era muy agradable, como éramos muy poquitos,

éramos un conjunto de personas que andábamos para todos lados, éramos 90 en los tres turnos, en un turno había 25 o 30; la escuela estaba muy poblada de maestros, eran maestros que trabajaban en la industria y venían en la noche a dar clases. ¿Cómo se van dando las circunstancias para que llegue a la dirección? Fueron momentos en los cuales ya tenía casi cumplida mi edad laboral, todavía no cumplía los 30 años, pero ya andaba en eso, cuando por algún motivo un grupo de maestros se reunió y se dio la confianza de parte del director que iba saliendo, para darme la oportunidad de lanzarme como candidato ante los maestros y compañeros de la escuela; y me llevaron también con el rector para que platicara con él. Me dijeron que platicara con los maestros y alumnos, se hizo eso y también una votación, en la cual no se registró nadie más. Todo mundo en la escuela me conocía en ese momento, ya tenía casi 30 años trabajando en la Álvaro Obregón y afortunadamente se dieron las circunstancias momentáneas, no fue una cosa muy planeada, quiero decir. ¿Cuáles considera que fueron los mayores logros de su administración? Se les puede llamar sacrificios que tuvimos que hacer. Voy a comentar cosas que a lo mejor no son los mayores logros, pero son cosas que pasaron; por ejemplo, en esa época cuando estábamos en el inicio me mandaron hablar de la Rectoría porque se estaban pagando casi 100 mil pesos de agua por parte de la escuela, a lo mejor en varios meses, y me enseñaron el recibo y en esa época se cobraban muy poquito de cuotas, no había dinero en la administración y había que hacer un gasto fuerte para poder poner la red hidráulica de la escuela. La escuela estaba asentada entre pura escoria que salía de Fundidora y de Aceros Planos, cuando construyeron esto no se dieron a la tarea de forrar bien las tuberías que tenían seis años y ya estaban picadas, así que tuve que darme a la labor de cerrar 53


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en la noche la llave. Nos dimos a la tarea de hacernos de dinero en la Rectoría, y fue lo primero que hicimos, enterrar el dinero, porque eso no se ve, pero fue un millón de pesos, y eso no fue un logro, fue un sacrificio que tuvimos que hacer, nadie sabe que tuvimos que cambiar toda la tubería para que fuera toda en concreto, que es lo que hace que no se pique. En esa época también me tocó a mí traerme los talleres de Félix U. Gómez, que estaba como rector el ingeniero Antonio González Treviño y me dijo: “ya no quiero que estén en las dos partes”, y le contesté: “sí, pero nada más que todos los talleres que tenemos es una sola nave, está como para hacer un baile, pero no para ser talleres”, y me puso en contacto con algunas personas de construcción y me dio todo el apoyo para que se hicieran las divisiones y así están los talleres con esas divisiones. Después de eso nos empezamos a traer todo de Félix U. Gómez y ya tuvimos talleres aquí, que es el Taller de Aparatista, el Taller de Automotriz, el de Aire Acondicionado, Soldadura, etcétera; y empezamos con la misma maquinaria que teníamos, estoy hablando de más o menos de 2003. Entre 2001 y 2002 teníamos que llevar a los muchachos en autobús para que fueran a los talleres de Félix U. Gómez y era un relajo, porque a mitad del camino se bajaban dos o tres y no llegaban al taller, entonces sí tuvo mucho beneficio. Otra de las cosas que hicimos fue que nos pusimos a analizar los planes y programas de estudio porque había algunas materias que, nosotros por ser egresados de la Álvaro Obregón, veíamos que eran de calidad para los jóvenes, que les servían mucho, pero tuvimos que quitar algunas porque nos dimos cuenta que teníamos más de 40 horas a la semana con los jóvenes, entonces ellos tenían que venir dos turnos y sábados. Hicimos una reforma en la cual quitamos una materia que no se me olvida, que no servía más que para reprobar alumnos, la llamábamos Matemáticas Técnicas.

En lugar de empezar con Matemáticas I, que es la que llevan ahorita, comenzaban los jóvenes con Matemáticas Técnicas en primero y reprobaban todos, y eran puras fracciones, sumas y porcentajes, cosas muy sencillas, pero nos pusimos a analizar que de tan sencillas que eran, los jóvenes no le daban la importancia adecuada y reprobaban y desde los primeros semestres ya teníamos mucha gente fuera, porque reprobaban las cuatro oportunidades y se iban a quintas; y esto fue lo primero que tratamos de hacer, quitar esa materia y algunas más para que fueran menos de 40 horas las que llevaran, nunca fueron menos de 35 por la calidad de técnico y preparatoria que estaban juntos. Iniciando, también hicimos la biblioteca de la escuela y con apoyo de la Rectoría en 2001 empezó la construcción. Otra de las cosas, fue que donde está el estacionamiento ahorita, antes se estacionaba uno y llegaba con los zapatos blancos de tierra, porque era puro cascajo y el cascajo era para que no se hiciera lodo, pero llegabas con los zapatos blancos y nos dimos a la tarea de pavimentar todo eso, tanto aquí como en Tres Caminos, que estaba olvidada. Era una escuela que se formó cuando era director el ingeniero Octaviano Fernández, y batallamos mucho para meter alumnos y el primer año que llegué ya no se tuvo que hacer promoción, se llenó la escuela, pero fue algo lógico porque cuando llegué, la escuela ya tenía 15 años y la colonia Tres Caminos también, entonces de los matrimonios jóvenes que fundaron la colonia ya tenían niños de 15 años, y ahorita se llena sola, con gente que viene de Cadereyta, de Juárez y de todas partes, ya no tienes que hacer promoción. En Tres Caminos hicimos el auditorio que ahí está desde esa época. A los auditorios que tenemos aquí, el uno, dos y tres le pusimos las bancas gracias al apoyo de la Secretaría del Trabajo, esto con un compromiso de que por todo un año se les prestaría una vez por semana a la gente de la Secretaría del Trabajo, y no nos costaron nada las butacas ni poner el sonido. 54


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También, en esa época hicimos que trabajaran los aires lavados. La escuela fue diseñada por un gran arquitecto, pero se me hace que no fue diseñada para esta región por el clima que tenemos, está todo cerrado, los pobres muchachos se veían sude y sude, y en esa época alivió el aire lavado y ahora el clima, qué bueno que los directores que me siguieron lo están haciendo, porque eso ya no pude hacerlo, no por el costo de los climas, sino porque no me daba abasto la electricidad que teníamos. En esa época hicimos el gimnasio de la escuela, porque cuando pasaba por ahí, el espacio en que está ahorita el gimnasio, era nada más una explanada y veías a los muchachos rojos del sol, sude y sude y entonces había un compañero mío de la generación de la Álvaro que se dedicaba a la construcción mecánica y me dijo: “si quieres les ponemos un techo o vamos a ver que hacemos”, y todo eso fue con ingresos propios, pusimos el techo y luego nos encontramos con que nosotros estábamos almacenando unas láminas de panel, que es lo que tiene ahorita, y le pedí permiso al rector y cerramos para hacer un gimnasio, para que los muchachos tuvieran donde meterse, y por ahí pusimos unas gradas que se les hizo un mecanismo para que las levantara por medio de un motor con un sensor y dejara espacio. Hicimos también el área de mantenimiento, el taller de fundición, de carpintería, todos esos talleres que no existían. Algo que hicimos también fue un horno que actualmente está funcionando para aluminio y para bronce, que utilizamos el aceite quemado de los automóviles y que reciclamos en los talleres para fundir bronce y aluminio. En Félix U. Gómez usábamos gas natural y también el recibo de gas salía muy caro, aquí no tenemos gas natural para toda la escuela, a los talleres de química y física se les compran tanques. Muchas de las piezas de los kioscos allí se hicieron, en mi administración hicimos un kiosco para Bustamante y algunas réplicas de estatuas de los héroes de la independencia, el alcalde en turno nos las pidió, aquí se moldearon, fueron y se montaron.

El kiosco es igual al que está aquí y costaba para los diferentes lugares como unos 700 mil pesos, que fue lo que pagaron y eran ingresos propios de la escuela. Aquí hicimos el busto de Álvaro Obregón que está en la entrada, el día que lo inauguramos lo llamamos “El reencuentro con Álvaro Obregón”, porque no había nada que dijera Álvaro Obregón más que unas letras, y ahora están los vitrales y otras cosas, pero en esa época tuvimos la oportunidad de hacer eso. Un maestro de nosotros que ya falleció, fue el que nos ayudó, fue el maestro que daba fundición el que se dio a la tarea de hacer el busto. Hicimos una fuente que está a un lado del kiosco para hacer que los muchachos tuvieran un lugar donde sentarse y admirar un flujo de agua. Ahora, cuando llovía, los jóvenes llegaban todos mojados a los salones, así que nos dimos a la tarea de hacer un túnel que en aquella época fue de lámina y ahora tumbaron la lámina y ya es de lona. También hicimos el panorámico para identidad de nuestra escuela y aparentemente es muy sencillo, pero hay que hacer una estructura bastante fuerte hacia abajo para que el aire no lo tumbe, ahorita está más remodelado. En Tres Caminos teníamos la carrera de Técnico en Turismo y no había laboratorios para ellos, así que los hicimos. También se hizo un espacio para que los maestros, que eran como 200, pudieran tomar sus alimentos, la cafetería. En el campo pusimos el riego automático. Ya al final del primer periodo empezamos con la escuela de Santo Domingo, que ahora le llaman San Nicolás, e iniciamos sin hacer matrícula, nos mandaron todos los jóvenes que fueron rechazados de la Prepa 7 y así empezó la Unidad de Santo Domingo, me di a la tarea de recibir alguna gente que estuvo en la Prepa 16 que cerró sus carreras técnicas y ya no iba a ocupar a los maestros que daban esas clases, así que me habló el rector y me preguntó “¿recibes a estas personas?” y le dije: “¿por qué no?, yo no tengo una lista de gente que quisiera meter”, 55


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El edificio de Técnico Superior Universitario fue en octubre de 2007, para cuando salí ya lo había dejado listo. Antes de salir también compramos tres tornos de control numérico para la Unidad Churubusco, uno para la Unidad Linares y otro para San Nicolás, ya que en ellas se lleva la Carrera de Mecatrónica, en donde se ve mecánica y electrónica y tenemos un torno para cada uno, no van a ser mecánicos aparatistas, pero deben tener nociones y los simuladores en donde puedes hacer todo lo que se hace después; la maquinaria, por ejemplo, programarla, que es con lo que se practica ya en la fábricas reales, y esto también comprado con ingresos propios, sin apoyos. También compramos cinco tornos que los importamos de una empresa española que estaba en Chicago, uno para cada escuela. No había transporte y lo empezamos a comprar, el primer camión, el primer microbús, había camiones que nos habían dado que andaban de rutas y ya ahorita los que compramos ya son viejitos, también compramos las camionetas y el carrito de golf que utilizábamos para que los vigilantes anduvieran dando vueltas. Los camiones y camionetas todavía están funcionando. El taller de Automotriz se equipó todo, se colocó donde levantar los automóviles. Tuvimos un tiempo una sala de mecatrónica, era donde Mecatrónica hacía sus prácticas y fue un taller donde hacíamos movimiento programado por los muchachos, subir cajas, almacenar, sacarlas con puro robot, se podían programar varias cosas y los jóvenes que salían de ahí, buenísimos. Hicimos en esa época uno de los logros, que fue la primera certificación del ISO 90012000 con la empresa alemana TÜV, que fue la primera acreditación, junto con las 26 preparatorias. ¿Se establecieron más carreras a nivel técnico y técnico superior? Principalmente la carrera en técnico superior tuvimos la intervención de la Cámara Americana de Comercio, ellos nos ayudaron con sus empresas y con un colegio de Chicago, para llevar a cabo los programas de

“Hicimos en esa época uno de los logros, que fue la primera certificación del ISO 9001-2000 con la empresa alemana TÜV, que fue la primera acreditación”.

eso fue en agosto de 2004. La Unidad Linares fue el 17 de septiembre, la inauguramos con 108 alumnos que fueron los que entraron. Antes de que la inauguráramos íbamos a cada rato para allá, después de inaugurada, cada lunes iba a dar la vuelta. Otra de las cosas era que batallábamos mucho para entrar al estacionamiento, hasta que tuve que traer al Jefe de Tránsito y al Secretario del Ayuntamiento para que vinieran a la escuela y me decían que era muy poquito el flujo de carros, que no podían poner un semáforo. Batallé mucho hasta obtener el semáforo que tenemos ahorita, claro que ahorita ya está modificado, y así ya pudimos entrar más fácil. El cajero automático del banco Banorte, también se batalló mucho para que lo pusieran, no querían ponerlo porque éramos 400 trabajadores y cuando quisieron ponerlo querían que nosotros pagáramos la línea telefónica, porque cada cajero debe tener una, pero logramos que Banorte lo pusiera, que es para que los maestros puedan cubrir sus necesidad económicas cuando tienen la tarjeta electrónica. 56


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estudio de la carrera de Plásticos y Troqueles. Cabe mencionar que hace algunos días vi a tres egresados de Troqueles y están muy bien acomodados con un sueldo bastante fuerte, más de lo que ganan muchos ingenieros que egresamos de la FIME y nada más con técnico superior, y también me da orgullo mencionar que llegábamos a Carplastic, por ejemplo, que tenían el problema de que les arreglaran los moldes de las piezas que hacían para automóviles, y algún día me encontré ex alumnos de nosotros en el cuarto de máquinas, como ellos le llaman, que es donde les arreglan los moldes, que nada más venía gente de la India porque eran los mejores para eso, pero ya tenemos alumnos trabajando ahí. Cuando iba con algunas personas o autoridades ahí me preguntan: “¿por qué los conoces?”, “porque fueron mis alumnos”, y me decían: “entonces ellos hacen esto, ¿ya no tenemos que traer gente de la India?”, “no, la gente de la Álvaro Obregón puede hacer todos estos trabajos, sólo hay que darle un curso especial de la empresa”. Me dio mucho orgullo que también el gobernador, en esa época el licenciado Natividad González, se dio cuenta de eso y lo expresaba en todos los discursos que él daba. Esas fueron las principales carreras que tuvimos en técnico superior y en la preparatoria técnica teníamos la de Mecatrónica. ¿Podría hablarnos un poco de las celebraciones del 75 Aniversario? Se hizo un libro del 75 Aniversario que tenía la finalidad de recopilar lo que había hecho el ingeniero Jesús Cervantes para el 50 Aniversario, y agarramos todo lo que él había sacado y un poquito más de información, más archivos, como lo mismo que están haciendo ustedes. Nos fuimos por direcciones, para ver lo que pudieran darnos a conocer de lo que habían hecho, y el maestro Loredo me ayudó en eso, también el maestro jubilado Marcos Cantú. Vivía a espaldas de la escuela, entonces antes de entrar a estudiar y a trabajar, yo ya la conocía, tanto así que hablan del ingeniero Barrera que mandaba

algunos cohetes al espacio y el día que sucedió una catástrofe a mí me tocó venir de mi casa cuando oímos el ruido a ver eso, así que antes de entrar a trabajar o estudiar a la Álvaro Obregón, veníamos mucho al gimnasio, me jacto de que conocí mucho la escuela. Nos pusimos a trabajar, a investigar cosas. Estaban los directores vivos, lo único es que a veces se hieren porque todos pensamos que hacemos lo mejor y es cierto, porque hacemos nuestro mejor esfuerzo y todo lo que hacemos, lo hacemos con mucho entusiasmo y hay ocasiones que no se ve lo que haces, como lo que dije al principio ¿quién vio la tubería que enterramos? y ¿cuánto costó?, mucho esfuerzo para poder juntar ese dinero y estar tanto tiempo detrás de los trabajadores, y así todos los demás directores, y dijo Loredo que estuvo muy polémico y sí lo fue, pero hay que hacer algo, se hace y después de ahí se corrige y así todo se va a criticar y todo tiene que ser mejor. También batallamos, pero nos dimos a la tarea de hacerlo, sacarlo, con errores o sin errores, pero se sacó, teníamos que hacerlo y sí fue muy difícil, porque siempre el que hace el libro tiene más de él, yo tenía casi cinco años por eso viene todo lo que hice, algunos se minimizaron porque no teníamos información, el problema es que los archivos no se mantienen y todo lo que nos dieron los directores se plasmó. Todo se hizo con buena fe, lo que se nos pasó pedimos siempre disculpas, pero tratamos de hacer lo mejor, no es un libro que salga de la autoría de nadie, sino que es compilación de datos. Se batalló, pero lo logramos. ¿Cómo surgió el proyecto de Diplomado de Procesos de Soldadura para los internos del CERESO? Esto se logra pensando en una labor social, porque ahí no hay con que te paguen, y yo a los trabajadores tenía que pagarles por sus horas y aparte las personas estaban trabajando aquí y me interesaba que no fueran a la hora que trabajaban, que no dejaran a sus alumnos, así que se trabajaba sábados y domingos, 57


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por lo que se les pagaba con lo que me pagaba el CERESO, se les daba íntegramente, y existe la regla no escrita de que es el 50% para la escuela y el 50% para el instructor, pero en esa época lo que hicimos fue darles todo lo que me daban. Se les facilitaba el transporte y la escuela ponía la gasolina para que fueran hasta allá. Cuando iba yo a entregar los diplomas me daba mucho gusto porque los internos estaban agradecidos de lo que habían recibido y las autoridades no se diga, porque era difícil que fuera alguien a dar tiempo y a parte la gente tiene miedo, muchos no querían ir adentro, ellos se quedaban solos con los internos, porque los guardias estaban fuera del taller. Pero lo hicimos con mucho gusto y estuvimos varios años yendo para allá, tengo entendido que ya no existe ese programa, no recuerdo todos los nombres de las personas que me buscaban para eso, ahora uno está en la Junta de Gobierno y él me apoyaba con los recursos para los pagos. Estábamos haciendo una labor social que es la esencia de la Universidad, ayudar en lo que se pueda al entorno. ¿Cómo se impulsó el aspecto deportivo y cultural? En esa época en el deporte lo primero que hicimos fue el gimnasio y el campo, y teníamos entrenadores muy mal pagados, no teníamos dinero porque eran con recursos propios, pero se lograron muchos campeonatos con mucho esfuerzo, porque los entrenadores que teníamos en futbol americano les pagábamos muy poco, una compensación pequeña y siempre venían a entrenar, estaba difícil, pero pudimos impulsarlos, cabe mencionar que cobrábamos muy poquito de cuotas internas, por eso no había mucho dinero. Obtuvimos campeonatos en americano, voleibol y basquetbol, los de karate siempre ganaban y siguen ganando. Mis alumnos me preguntaban que si conocía los tenis Converse y yo les decía que la Álvaro Obregón casi siempre era campeón de basquetbol y se usaban puros converse en aquella época, cuando estábamos

en Félix U. Gómez, y aquí también ganamos muchos campeonatos con el entrenador que teníamos. En lo cultural había tanto la rondalla como un maestro que daba teatro con muchos jóvenes que se incorporaron, no era mucho el tiempo que les quedaba porque tenían muchas intendencias con las clases, y a la gente que le gustaba realmente iba a las cuestiones como la rondalla, que alcanzaron a ganar un primer lugar en Puebla, que era manifiesto de la Prepa 15, porque eran los que siempre ganaban y nosotros alcanzamos a ganar un primer lugar, eso fue algo de lo que pudimos impulsar. ¿Se lograron campeonatos en las Olimpiadas de las Ciencias? Sí tuvimos premios, en matemáticas siempre logramos muy buenos lugares a nivel nacional, creo que hasta tuvimos uno internacional. En física casi nadie concursaba y el ingeniero Cristóbal García nos ayudó y después ya tuvimos siempre concursantes en física, química no se diga, la gente de química era muy entusiasta para entrenar a los alumnos que iban a participar. En biología una alumna viajó a Letonia a la Olimpiada Mundial de Biología; también teníamos competencias de cómputo. También tuvimos becarios, ya no tuvimos relación con Alemania, sino con Francia, y cada año llevábamos cuando menos cuatro alumnos que repusieran a los que se regresaban para acá, hubo gente que se quedó dos años por allá y dentro de mi gestión hubo un muchacho que se quedó allá cinco años, estudió la carrera de ingeniería en Francia y Técnico Superior en Cachan, y al final de la gestión en el último viaje que hice a Francia llevamos a unas jóvenes alumnas para la carrera de Turismo, para que fueran a especializarse y por aquí están de maestras; ya a ellas no les di seguimiento, pero fue la primera vez que se logró que fueran también las jovencitas a nivel de Técnico Superior, llegan aquí y hacen sus estudios en la facultad y nos sirvieron bastante a nosotros porque traían una experiencia diferente. Tuvimos relación con Cachan y Lyon, y mandamos 58


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gente en nivel de ingeniería, terminaron su ingeniería en Francia. ¿Podría hablar de su visión con los alumnos y profesores? Esto viene de otro lado, yo veía a los padres de familia y era muy crudo para hablar con ellos, les decía en el auditorio a 250 padres de familia, a veces la pareja o a veces solo, y les decía con estas palabras: “nosotros estamos cuidando a los muchachos que no hayan ustedes qué hacer con ellos, literalmente” y me daban la razón. Los jóvenes a esta edad no los aguantan ni en su casa y nosotros los queremos mucho, yo como director les decía: “los queremos mucho, pero no los amamos como ustedes, y no les creo nada a los alumnos” a la muchacha o al muchacho le dices: “oye hijo, hueles mucho a cigarro” y te contesta: “es que Juanito estaba fumando y yo estaba ahí”, y como padres les creen y yo como director de la escuela no les creo, es él el que estaba fumando, creen que es el otro el que fuma, todo eso se los platicaba a los padres y me daban la razón. Cuando había algunas quejas de los maestros, teníamos que concientizar al maestro, porque tenemos una ventaja, ya que quisimos estar aquí y no estamos por obligación, siempre les decía: “trátenlos como quisieran que traten a sus hijos, para que no haya molestias de parte de sus padres” y lo comenté mucho, tratar a los alumnos con respeto y así ellos te respetan a ti, siempre tratamos de que el maestro fuera consiente y creo que sí lo logramos. A los jóvenes no les dejábamos que trajeran pantalones flojos ni cabello largo ni aretes, me acuerdo bien que un día vinieron unos japoneses que iban a poner una maquiladora y estuvieron viendo la escuela y en la sala de espera me dicen: “mándame todos los que puedas”, y yo le dije con una expresión muy del norte: “no son cabras, ve y convéncelos”, lo dijeron porque los vieron muy arregladitos y no necesitaban mucho conocimientos, sólo requerían que tuvieran valores y fue porque teníamos un

poquito de disciplina; me tocaba a diario estar a las seis y media de la mañana esperando a los alumnos y hasta que ya entraban todos me venía a la oficina y el lunes me iba a ver a la gente de Linares. En el 85 Aniversario de la Escuela y al haber formado parte de la historia de la misma, ¿qué le gustaría para el futuro de la Álvaro Obregón? La escuela siempre ha tenido la visión de ser la mejor escuela técnica como en la visión 2012, ahora la 2020 en la Universidad, ser la mejor del país y del extranjero y si seguimos por el camino adecuado y la dirección de la escuela sigue apoyando como está apoyado, vamos a llegar a ser una escuela modelo a nivel nacional e internacional, eso me gustaría verlo, así como la Universidad quiere ser la mejor Universidad, para serlo las escuelas deben ser las mejores y nosotros formamos parte de la visión de la Universidad; y pienso que en nuestra escuela siempre hemos dado un granito, un pasito más que todas las demás escuelas, sin menospreciar a nadie, cada quien su estilo. Siempre sin salirnos de los estándares, la escuela ha dado un poquito más y pienso que haciendo eso es como vamos a lograr ser la mejor escuela técnica y ojalá sea para el 85 aniversario. Fue vecino del edificio Félix U. Gómez, alumno, maestro, director, ¿qué significa en lo personal la escuela Álvaro Obregón? Toda mi vida, todo lo que tengo y lo que he hecho es Álvaro Obregón, toda mi vida la pasé aquí, fuimos vecinos de la Álvaro y todavía mi familia vive por ahí, me acabo de encontrar al maestro Gilberto Villarreal y empezó a recordar algunas cosas, él también es vecino, vive a la vuelta de lo que teníamos y le llamábamos el Alvarito; y también en el transcurso estuve en el Alvarito, que lo usamos como imprenta y teníamos un taller, ahora creo que lo está usando la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas, pero ese lugar todavía lo usábamos nosotros en los seis años que estuvimos. Eso se lleva en el corazón.

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JOSÉ CRESCENCIO CASTILLO SARABIA Director de 2007 a 2013. Ex alumno de la generación 1981-1984 de la especialidad Técnico Aparatista, ingresó como docente en 1992 y fue coordinador de la Unidad Linares.

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José Crescencio Castillo Sarabia

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¿Por qué ingresó a la Álvaro Obregón? n aquellos años de 1981, cuando inicié como alumno en la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”, en aquel espacio de Félix U. Gómez y Madero, mi intención en realidad era ingresar a la Normal, yo quería ser docente, pero en aquel año, por situaciones del Estado, se cerró la Normal; entonces pues no había matrícula para ese espacio y teniendo el antecedente de que mi hermano estaba en aquel entonces en la Álvaro Obregón y de que la inquietud de mis padres era que aprendiera un oficio para el día de mañana poder sostenerme económicamente, es como ingreso a ese plantel histórico de Félix U. Gómez y Madero en la especialidad de Técnico Aparatista, y estudié allí de 1981 a 1984. ¿Hay alguna anécdota como estudiante que quiera compartir? Fue una experiencia muy agradable durante los tres años que convivimos con una comunidad muy necesitada, yo en lo particular vengo de una familia de bajos recursos económicos, pero que gracias a la misma Universidad, que me ha dado para sostener a mi familia, logré estudiar mi carrera. Mi padre era trabajador universitario eso nos dio la oportunidad de estudiar aquí; y lo necesitado era un factor común de toda la comunidad de estudiantes de bajos recursos, entonces era una situación muy complicada, en ocasiones hasta para obtener las herramientas para nuestras prácticas y hasta para poder llevar a cabo dichas prácticas, porque éramos una población muy amplia, tanto que, por ejemplo, mis prácticas que tenía

que hacerlas en la mañana, no las realizaba porque eran insuficientes los talleres; entonces tomaba mis prácticas de diez de la noche a seis de la mañana y veníamos, eran mi grupo y otro que tampoco tenía cavida en la mañana, y allí estábamos y terminaba alguien a las once de la noche y órale, sigues tú y dormíamos en el pasillo a la espera de nuestro turno y salían, y el que seguía; y definitivamente fue una época muy interesante y eso nos hizo visualizar el futuro profesional para nosotros, el trabajar en turnos, trabajar de noche y eso nos enseñó la escuela. ¿Fue alumno deportista? Sí, tuve la oportunidad de alternar mis materias con una actividad extracurricular como lo es el deporte, específicamente el futbol soccer. Fui jugador de equipos representativos durante los seis semestres, capitán de cada uno de los torneos y seis veces campeón; entonces considero que esa parte me enseñó a querer los colores guindo y blanco de la Álvaro Obregón, y esto fue lo que marcó mi amor a la camiseta de la Álvaro Obregón. De hecho, como anécdota, mucha gente durante mi gestión me decía que parecía un retrato porque siempre traía el guindo y el blanco, la corbata guinda para todos lados, y así también era con mis muchachos, no había más que el guindo y el blanco, y fueron cosas que yo aprendí como estudiante, lo académico, lo deportivo y mis excelentes maestros, todo ello me enseñó a querer a mi escuela, la Álvaro Obregón. Después de egresar de la Álvaro, ¿qué sigue para usted? 61


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Posteriormente al egresar, precisamente la formación que tuve como estudiante me da la oportunidad de incursionar en el sector productivo, iniciando en talleres y durante mis primeros años trabajé en varios, porque en aquel tiempo iban proveedores al taller donde trabajaba y me veían trabajar, y me preguntaban: “¿cuánto ganas aquí?”, les respondía y me decían: “te doy diez pesos más, ¿te vas conmigo?”, y pues me iba y pasaba el tiempo, alguien más me veía y me decía: “¿cuánto ganas aquí?, te doy veinte pesos más”, y así era, así andábamos y era gracias a la formación que teníamos en la Álvaro Obregón. Pero quiero destacar algo, como estudiante tuve un anhelo, de ser becado para irme de intercambio a Alemania y me preparé académicamente para ello, pero por diferentes circunstancias no tuve cabida, pero yo me preparé; y esto se debía a que mi hermano, dos años antes, había obtenido la beca para ir a Alemania y pues era una rivalidad sana entre él y yo, si él obtuvo la beca ¿por qué yo no?, y me preparé, pero cuando ya iba terminando el último semestre me doy cuenta de que no me hablan para ser un posible becario y me doy la oportunidad de ir a dirección y le pregunté directamente al director si iba a haber becas a Alemania y me dice: “sí, de hecho ya está el grupo”, “¿cómo que ya está el grupo?”, le dije, y le enseñé mis calificaciones y me dijo: “excelentes calificaciones”, “entonces los que van a ir a Alemania ¿tienen mejor calificación que yo?”, le dije, y me dice: “fíjate que en esta ocasión hubo una situación especial, ¿en qué grupo estas?”, no que en el aula 120, por decir algo, y me dice: “fíjate que el aula 122 se va a ir a Alemania, todo el grupo”. Entonces, entre comillas, no tuve la suerte, pero me prepararé para ello y se me quedó esa disciplina de responsabilidad, de trabajar y eso lo vi reflejado cuando empecé a laborar, porque había gente que se fijaba en mí, y veía que tenía esa disciplina para el trabajo y siempre tuve oportunidades hasta llegar a empresas de una jerarquía a nivel nacional e internacional, gracias a la Álvaro Obregón.

¿Cómo se da su integración a la planta docente? Bueno, durante un buen tiempo obtuve oportunidades en diferentes sectores de la industria, pero por circunstancias del destino regresé a la Universidad a trabajar, no específicamente a la Álvaro Obregón, pero sí a una dependencia universitaria, en 1987. Pocos años después el ingeniero Lázaro Vargas, entonces director, fue quien me dio la oportunidad de trabajar en la Álvaro Obregón en 1992. Pasa un año, mientras laboro como instructor técnico del área de Máquinas y Herramientas, y un día me habla el director y me dice: “Crescencio, hay una oportunidad para que algún maestro vaya a Alemania a dejar un grupito de alumnos y hemos pensado en ti, piénsalo”, y ni lo pensé, le dije: “¿a qué hora me voy?”, cómo lo iba a pensar si Alemania la traía en la cabeza desde estudiante y bueno, al regresar de Alemania ya me incorporo oficialmente a la planta docente de la Álvaro Obregón, en 1995. ¿Cómo recuerda sus primeros años como maestro? Fueron muy interesantes porque desde trabajador del área de Máquinas y Herramientas, me daba cuenta de que a pesar de toda la preparación que pudieras tener siempre hay mucho que aprender, y estando como trabajador de industria me dije que algún día iba a regresar a la escuela como maestro y les iba a ensañar a mis alumnos lo que realmente debían de aprender, con base en mi experiencia laboral en las industrias, y a mí me gusta mucho esta área de docente, recordando que mi primera intención vocacional era ser maestro; entonces cuando se me da la oportunidad de tener mi primer grupo, para mí era el logro máximo que yo pudiera tener, era mi sueño, el ver lograda mi vocación, ser maestro, y me propuse ser de los mejores maestros de la Álvaro Obregón y me preparaba más allá de cumplir mi labor como técnico, instructor o docente, y siempre procuré que los muchachos me vieran como alguien que los podía escuchar, ayudar en lo personal, mas allá de ser sólo 62


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su maestro; entonces sí, definitivamente fueron años muy interesantes mis inicios como docente y sobre todo de mucha realización. ¿Cómo se fueron dando las circunstancias para ser director? Bueno, al trascurrir el tiempo, como docente siento la inquietud de prepararme más y ya con la experiencia de haber ido al extranjero y tener una visión más amplia, me entra la inquietud de prepararme aún más, tanto en lo personal como en lo institucional, e ingreso a la maestría de Ingeniería Industrial con la especialidad en Productividad, y ello me dio un panorama más amplio todavía; y terminando la maestría se me da la oportunidad de combinar la docencia con el sector productivo a nivel ingeniería, en un empresa multinacional, entonces ese aprendizaje en el sector productivo me abrió un nuevo panorama. Entonces, durante la gestión del rector José Antonio González Treviño se da un proyecto de expansión de los planteles de nivel medio superior, específicamente de educación técnica, y él piensa en la expansión en Linares, Nuevo León, y establece el proyecto de construir una Álvaro Obregón en Linares y me habla directamente para preguntarme si quiero participar en ese proyecto, y me pone todo al alcance, y acepté; dejé la empresa y en 2005 empezamos con todo en el proyecto de la Álvaro Obregón de Linares, yo como coordinador. Para mí fue un aprendizaje el ser coordinador de la Álvaro de Linares, porque allí aprendí toda la cuestión administrativa, de recursos humanos, de mantenimiento, de escolar, de tesorería, todo lo que constituye una escuela, todo lo veía allí, y pues con la preparación del extranjero, de la maestría y del sector productivo, sentí que ya estaba preparado para la dirección y en el 2007 se da la oportunidad para ello. Al concluir la administración del ingeniero Leobardo Martínez, la comunidad de la escuela piensa en un servidor, obtenemos el apoyo de las autoridades universitarias y así se va dando mi nombramiento como director en el 2007.

Como director, ¿cuáles considera sus principales logros? Cuando alguien me ha hecho esta pregunta, yo me pongo a reflexionar, porque hay varias vertientes, no puedo decir “éste es el mayor logro”, porque son varias vertientes, el estudiantil, el académico, el de infraestructura, el económico, la vinculación, etcétera; pero viendo a nuestros principales clientes, que son el alumno y los padres de familia, nos damos cuenta de que nuestros alumnos necesitaban el apoyo, y no sólo en lo académico sino también en lo económico, porque mucha gente deserta por este aspecto y en esto considero que un importante logro fue el haber fomentado las becas de cuota interna, que fueron como seis millones de pesos invertidos por año. Tal vez mucha gente no lo vio, pero creo que fue la inversión más fructífera porque muchos jóvenes permanecieron y terminaron sus estudios, y había ocasiones en que necesitábamos ese dinero para invertir en otros aspectos, pero considero que la estancia de los alumnos en sus estudios era la mejor inversión que se podía hacer. Sin embargo, a base de esfuerzos también logramos proyectos muy interesantes, y el hecho de que autoridades universitarias y de gobierno se interesaran en incrementar el alcance de la Álvaro Obregón fue como nació el proyecto de “Monterrey II”, el plantel de Independencia, y éste es uno de los proyectos más significativos. Y podríamos hablar de varios logros, pero todo esto se suma en una sola cuestión, que es el trabajo, y ¿que significó este trabajo?, pues la incursión en los aspectos de calidad. Cuando nosotros iniciamos con el proyecto del Premio Nuevo León a la Competitividad, con el Premio Nacional a la Calidad, con el Sistema Nacional de Bachillerato, con la Certificación del ISO 9001-2008 y con el premio a las especialidades técnicas del premio COPARMEX, pues todo eso implicaba mucho trabajo para nuestra población, pero a través de esos trabajos es como íbamos a obtener los recursos económicos que no 63


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teníamos a través de los alumnos; porque las autoridades iban a ver que teníamos capacidad, que éramos una institución de calidad y es así como llegaron los apoyos, es así como llegó el proyecto de Independencia. ¿También se dio la inauguración de nuevos espacios y equipamiento? Sabíamos que no había el recurso financiero para ello y sabíamos que teníamos solo seis años, y nos fuimos de poco en poco. Empezamos con Linares y durante el primer año de mi gestión inauguramos, en presencia del gobernador y del rector, una segunda etapa del plantel de Linares donde equipamos el área de Mecatrónica, de idiomas y turismo, y éste fue el primer espacio que tuvimos como proyecto para apoyarlo, porque sabíamos que teníamos que darle una oferta educativa acorde al área de Linares. Posteriormente nos fuimos al plantel de Santo Domingo, el de San Nicolás, donde también inauguramos una segunda etapa con infraestructura de Turismo, de Mecatrónica, etcétera; y nos fuimos por etapas, pero también sabíamos que la parte más importante era “Monterrey I”, Churubusco. Entonces, aprovechando el 80 aniversario de la Álvaro Obregón establecimos proyectos exclusivos de este plantel y con el apoyo de las autoridades establecimos las prioridades para los r ubros académico, infraestructura, en calidad y otros, y a partir de allí procedimos a su realización. Por ejemplo, en infraestructura se le arregló su fachada, tanto interior como exterior, el domo que es un espacio muy utilizado, así como el área deportiva para que nuestros equipos compitieran aquí mismo, ya que el gimnasio no tenía aún las cualidades reglamentarias para la competición y pues lo adecuamos de una manera integral y hasta el momento ha sido una ventaja deportiva el tener aquí mismo a nuestros equipos; y posteriormente nos enfocamos a uno de los planteles más necesitados, que es el de Guadalupe, y a partir de ese 2010 empezamos a proyectar qué infraestructura necesitaba este plantel y allí creo que

hicimos un trabajo muy merecido para una comunidad muy trabajadora, como todas las demás, pero sí muy necesitada, y establecimos proyectos y poco a poco los llevamos a cabo, y todas las especialidades técnicas se vieron beneficiadas, al menos en el espacio, así como el área administrativa y el área deportiva; y ya en los últimos dos años repartimos la infraestructura en cada uno los cuatro planteles hasta que llegó el nuevo plantel de Independencia, que es una obra magnífica, con una visión muy clara del gobierno y de nuestra Universidad, y que fue un orgullo para nosotros participar en este proyecto tan importante. ¿Puede ahondar más en el plantel de Independencia? Este plantel nació como un proyecto integral del gobierno del estado, donde el polígono de la colonia Independencia, es bien conocida su situación tan apremiante, y hubo proyectos que estableció el

“Establecimos la carrera de bachillerato técnico en mantenimiento aeronáutico, lo cual también fue un parteaguas para la escuela”.

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gobierno en conjunto con la Universidad para darle una oportunidad a toda esta comunidad y pensaron en la Álvaro Obregón para establecer un nuevo plantel en ese polígono. Inicialmente estaba contemplado en la colonia Pío X, pero por cuestiones de infraestructura, del terreno, etcétera, no se logró, pero después vimos el espacio que actualmente tiene el plantel e iniciamos el proyecto y presentamos las alternativas de especialidades técnicas que se podían ofertar en ese momento; e iniciamos la promoción en las secundarias, con los padres de familia y los jóvenes, y creo que es uno de los proyectos de mayor satisfacción porque están integrados los esfuerzos del gobierno y la Universidad, y sobretodo porque confiaron en una institución como la Álvaro Obregón para establecer un espacio de oportunidades a los jóvenes de la Independencia, y es un edificio de primer nivel y creo que la comunidad de la Independencia lo ha valorado y seguramente en un futuro tendrá necesidad de crecimiento. ¿Cómo se implementó el Bachillerato Técnico en Mantenimiento Aeronáutico? Esto inició porque en el estado de Nuevo León, y en general a nivel nacional, se necesitaba incursionar en el sector aeronáutico, aeroespacial, porque había otros países de Latinoamérica, específicamente Brasil, que ya estaban acaparando ese sector; entonces México viendo un área de oportunidad y sobretodo Nuevo León, al competir con otros estados que estaban avanzado como Chihuahua y Querétaro, se vio en la necesidad de atraer inversión en este sector aeronáutico y cuando vinieron las empresas del área y vieron que no había mano de obra calificada en esta especialidad, ni a nivel ingeniería ni técnico, la Universidad empezó a establecer esta especialidad a través de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, con el nivel ingeniería, y en la Álvaro Obregón en lo técnico. Pensaron en nosotros y comenzamos a trabajar en los proyectos, y en el 2010 establecimos esta carrera, que tenía que ser bilingüe y adelantándonos un

poquito al establecimiento de la carrera nos habíamos vinculado con Francia para la preparación de instructores en ese país, y cuando regresaron estos jóvenes docentes y se integraron en el área de aeronáutica de la Álvaro Obregón pues fue un plus. Y bueno, con este procedimiento de preparación establecimos la carrera de Bachillerato Técnico en Mantenimiento Aeronáutico, lo cual también fue un parteaguas para la escuela porque incursionó en un aspecto internacional. Sin embargo, esta área no se puede quedar estancada, cada vez se necesita de más actualización y de apoyo, si el área de automotriz es muy demandante y delicado, pues hay que imaginarse cómo es en el sector de aeronáutica, mucho más demandante, por lo tanto este sector sí requiere de más apoyo, pero estoy seguro de que es un éxito y será un éxito aún mayor por el apoyo y las vinculaciones. ¿Qué más puede destacar de su administración? Bueno, dentro de otras satisfacciones, está el ser pioneros en el programa de Robótica, donde establecimos nuestro Club de Robótica y donde incursionamos en concursos y competencias a nivel local y posteriormente a nivel nacional, fuimos campeones y fuimos a competir a nivel internacional, específicamente a San Luis, Missouri, y a Atlanta, Georgia, en Estados Unidos y a Estambul, Turquía, donde nuestros jóvenes instructores y alumnos tuvieron una experiencia para la vida, una gran satisfacción y un recuerdo que nunca van a olvidar en su vida, y sobretodo que aquí es donde empiezan a tener cariño por su escuela, la Álvaro Obregón, por los colores guindo y blanco, como le pasó a un servidor. En lo cultural, comprendimos que cada plantel debía de tener su propia rondalla y ballet folclórico y lo establecimos, procurando siempre una formación integral para los muchachos, y en el área de pintura, por ejemplo, también fueron a competir a nivel 65


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internacional, y creo que son buenos logros y de gran satisfacción para los muchachos. ¿Qué puede comentar del deporte? Bueno, por el mismo cariño que le tuve a la Álvaro Obregón por el deporte, pues no me quedó de otra que fomentarlo, y cuando llegaba el momento de competir hablaba con mis muchachos y les decía que al portar la camiseta guinda y blanca lo importante era defenderla con orgullo, se vale competir, se vale ganar y se vale perder, pero lo que importa es que prevalezca el orgullo, y también, por el mismo amor a mis colores, procuré que una mayor cantidad de alumnos tuvieran una camiseta institucional, además de los equipos deportivos, porque todos los alumnos de la Álvaro Obregón deberían de tener una prenda con los colores guindo y blanco. Y bueno, en lo personal me daba mucha satisfacción ver las áreas deportivas llenas a todas horas y el pensar que seguramente esos jóvenes, si no estuvieran aquí, estarían haciendo algo inapropiado en sus colonias, y sobretodo porque durante mi gestión nos tocó un periodo difícil de seguridad en el estado y pensando en ello, no había otra actividad más sana que distraer a los alumnos con el deporte. Y de logros deportivos, tuvimos varios muy satisfactorios, con campeonatos en cada temporada y cerca de mil jóvenes deportistas por año, todos equipados. En cada reunión plenaria presentábamos los logros de los muchachos, sobre todo para que nuestro personal docente tuviera consciencia de que estos muchachos nos estaban representando, y que aunque académicamente no debían de desatender las materias, si se tuviera consciencia del esfuerzo de los muchachos al representarnos dentro y fuera de la Universidad, por lo tanto puedo decir que estoy muy satisfecho de haber apoyado el área deportiva de nuestra Álvaro Obregón, y sobretodo que les dimos espacios deportivos óptimos a cada uno de los planteles. ¿Qué ve a futuro para esta institución? Lo dije en mi despedida como director y sin temor a equivocarme, vienen los mejores tiempos para la

Álvaro Obregón, ¿por qué?, porque el trabajo de nuestro personal administrativo, docente y alumnos ha establecido una plataforma de trabajo que ha mejorado con el tiempo, y esta plataforma de trabajo de calidad le va a dar el impulso a la escuela para tener sus mejores tiempos, porque tiene las suficientes bases, ya incursionado en los estándares de calidad, y es cuestión de que las nuevas autoridades, el nuevo personal y los nuevos jóvenes alumnos tengan conciencia de que si se retoman todos los logros, seguramente se van a tener logros más significativos y con ellos van a llegar los apoyos que requiere la Álvaro Obregón para toda su comunidad. A nivel personal y con toda su trayectoria como alumno, maestro y director, ¿qué significa la Álvaro Obregón en su vida? La gente que me conoce, cuando yo hablo de esta escuela, digo “mi Álvaro Obregón” y muchos me dicen: “tú la compraste ¿o qué?”, y no, no la compré, pero sí estoy seguro de que aporté algo, un granito de arena, y además siempre procuré que nuestra comunidad hablara de esta escuela como algo propio, es “mi” Álvaro Obregón, no “la” Álvaro Obregón, es “nuestra” Álvaro Obregón; entonces para mí fue un privilegio y una gran satisfacción el haber tenido la oportunidad de administrar los destinos de la escuela durante seis años, pero sobre todo el tener la oportunidad de ver a mis padres y agradecerles, porque gracias a ellos y a su trabajo tuve la oportunidad de estar en la Álvaro Obregón, y en un futuro espero que mis hijas, al pasar por estos planteles, sepan que su padre aportó algo, pero sobre todo que cada egresado y cada alumno que está en la Álvaro Obregón tenga bien claro que algún día, alguno de ellos va a dirigir a nuestra institución, y por ello siempre procuré que nuestro personal administrativo y docente tratara a nuestros alumnos como lo más importante, porque seguramente alguno de ellos, el día de mañana, será parte importante para dirigir nuestra Álvaro Obregón. 66


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

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FERNANDO RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ Director actual (2013). Egresado de la Preparatoria Técnica de la generación 1975-1978, Presidente Seccional por la Álvaro Obregón en el periodo 19982001, Coordinador de Especialidades Técnicas, Subdirector Administrativo.

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Fernando Rodríguez Gutiérrez

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septiembre u octubre cerré mi inscripción de preparatoria universitaria. ¿Alguna anécdota que tenga como estudiante? Hay varias, pero la que más me dejó huella es cuando estaba como en quinto semestre y me dijeron algunos compañeros de la escuela: “oye, ¿quieres ser presidente de la mesa directiva?” y yo: “no, yo no sé qué es eso”, e insistían: “ándale” y les dije que no; y una semana o dos semanas después ellos me dijeron: “no hay más, tú tienes que ser” y para no hacerla muy larga como unos tres meses me insistieron mucho en que fuera parte de la mesa directiva y me convencieron, y participé como presidente de mesa directiva, ahorita son diferentes, en aquel tiempo eran elecciones, era el tumulto, juntar a los alumnos, hablar con ellos y expresar tu plan de trabajo, hablar de lo que tú querías para la escuela. Fue algo muy bonito porque inclusive mis dos días de campaña como presidente de mesa directiva me puse un poco afónico, pero al final de los dos días de campaña, ya nada más fue esperar las votaciones, pero eso no se olvida porque después de que salieron los resultados no podía ni hablar y no podía agradecer nada más que con puras señas, y les agradecí a los alumnos que votaron por mí para que un servidor estuviera dirigiendo la escuela como Mesa Directiva de 1977 a 1978. ¿Cómo era el ambiente estudiantil? En este aspecto, quiero hablar del Comando. Este era un vehículo que era muy famoso en la escuela y recuerdo que cuando estaba en primer semestre

¿Por qué ingresó a la Álvaro Obregón? uando llegué a Monterrey proveniente de Ciudad Mante, egresado de secundaria, fue la única escuela que me recomendaron y que tenía la carrera que había cursado en secundaria, que era Automotriz, y por ese detalle decidí entrar a la Álvaro Obregón, por la recomendación y porque estaba la carrera que ya traía desde secundaria, Mecánica Automotriz, esto en 1975. ¿Cómo recuerda sus primeros años en la Álvaro Obregón como estudiante? Como estudiante gocé mi juventud, mi etapa de joven y cuando entré a la preparatoria para mí Monterrey era un monstruo, una ciudad grandísima, hasta para moverme en camión, porque en mi ciudad natal era muy diferente, allá caminábamos para ir a la escuela primaria y secundaria, todo era caminando cuadras y aquí ya tenía que moverme en transporte público. Recuerdo muy bien que cuando hice mis trámites para inscribirme en la Universidad, por la gente y por no saber andar en camión, perdí todos mis documentos, el legajo completo, y tuve que ir a México a sacar una copia de mi certificado de secundaria porque era único ese documento y eso fue lo que nunca se me olvidó, además de que tuve ese incidente conocí gente de la Universidad que me ayudó. Estaba en ese tiempo el secretario o el director de escolar y me dijo: “no te preocupes, tú sigues siendo estudiante, tus trámites ya están en proceso, nada más para que se cierren tienes que ir hasta México a traer el documento” y en 69


Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

porque era el más grande; bueno lo es todavía porque todavía existe. ¿Hubo algún maestro que recuerde con especial cariño? A varios, por ejemplo, el primero que recuerdo fue con el que jugué, quien fue mi entrenador de voleibol y quien era el maestro de Biología, era muy carismático y no por contar chistes, simple y sencillamente tenía una forma de platicarnos y decirnos las cosas que fue el primer maestro que se me grabó, era el maestro Leonel Villanueva. Aparte de que me dio clases conviví mucho con él, los primeros semestres la convivencia fue con él. De otros maestros, en primer semestre me dio clases el ingeniero Jesús J. Cervantes Veliz, que no era director todavía, el director era el ingeniero Homero Rico, y el ingeniero Cervantes me dio matemáticas y de ahí agarré el gusto por las matemáticas, fue por eso que empecé a impartir matemáticas, una vez siendo maestro. Ya después de cuarto semestre otros maestros que recuerdo y que me dieron clases, son el licenciado Miguel Ángel Torrecillas y el licenciado Cuauhtémoc González; y aparte de que me dieron clase también fueron mis maestros de la política universitaria, porque ellos sabían mucho de la Universidad, nos inyectaron en la sangre los colores azul y oro de la Universidad y por supuesto que los guindo y blanco de la Álvaro Obregón, que son primero, pero ellos nos abrieron un poquito el panorama hablando de la Universidad, lo que era la Universidad, lo que había pasado en el 69-70 y cosas de esas, que ellos nos platicaban porque ellos las vivieron, ahí fui aprendiendo mucho de la Universidad y política universitaria, porque ellos estaban metidos en la política universitaria y conocían a fondo los problemas universitarios y, por supuesto, los de la Álvaro Obregón. De ellos aprendí de política de sindicalismo, aparte de que me dieron academia y me dieron cálculo y matemáticas. De hecho, el cálculo diferencial que vimos en sexto semestre fue una materia que una

escuchaba que el Comando andaba acá y que el Comando andaba allá, y pues como era de Automotriz, llegué a ver el vehículo allí, en el taller, pero para esa época el Comando ya estaba parado, así que volvimos a echar a volar ese famoso automóvil. Lo prendimos, e incluso, el director nos apoyó, él nos consiguió unas llantas usadas y nos ayudó con las refacciones y nosotros, como mecánicos en la carrera, lo echamos a volar de vuelta. Fue mucho el tiempo el que lo usamos en la escuela, salíamos con él en los eventos deportivos de la Álvaro y cuando jugaba Tigres; salía el Comando y la porra apoyando a Auténticos Tigres contra los Borregos y son cosas que no se olvidan. Ahorita no se sabe dónde quedó, porque en la época de los ochenta, cuando yo era trabajador, hubo un tiempo en que se cedieron unos terrenos a la Escuela, por Santa Catarina, y todos los vehículos que estaban en la Escuela, que eran varios que no se movían y entre ellos el Comando, se trasladaron para allá y ya no supimos de varios vehículos, y al Comando ya no lo volvimos a ver, y era el original, el de los cuarenta, un vehículo pesado con mucha tradición. ¿Fue alumno deportista? Sí, y como deportista también representé a la escuela. Jugué voleibol con la Álvaro Obregón en 1976 y 1977, pero cuando entré a la Mesa Directiva mi ocupación fue otra. También fui becado por la Universidad por promedio, yo era el quinto lugar de la escuela y hasta el quinto lugar nos daban beca de Rectoría. ¿Cómo eran las condiciones en los talleres y en los salones? En los salones de Félix U. Gómez y Madero, que es la escuela original Álvaro Obregón, eran aulas pequeñas, cabíamos alrededor de 30 o 35 alumnos, y realmente no cabíamos en la escuela, y en ese tiempo se estaba buscando un terreno nuevo porque ya no cabíamos, ya era insuficiente; y el gimnasio era imponente, varios partidos de Tigres de basquetbol o voleibol se jugaban o entrenaban en ese gimnasio, 70


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vez en facultad ya te lo sabías todo. El nivel de la Álvaro Obregón en ese tiempo era muy alto, tanto que el primer semestre de la FIME todo se veía desde la Álvaro Obregón, cinemática, estática, física y cálculo, cuatro materias con las que llegábamos a Ingeniería como peces en el agua; e inclusive me atrevo a decir que en el área de dibujo, que es otra que tampoco se me olvida, en primer semestre de Ingeniería el maestro Roberto Monsiváis nos preguntó “¿quién viene de la Álvaro?” y éramos siete, levantamos la mano y nos dijo: “se me salen”, nos corrió del salón y yo dije: “el primer día de clase y para afuera, ¿qué hicimos?”. Nos quedamos afuera esperando que el ingeniero terminara la clase de dibujo, que eran dos horas, y cuando se acabó la clase nos metimos así con miedo y todo, y le dijimos “ingeniero, ¿qué pasó? ¿a los de la Álvaro no nos quieren o cual es la situación?” y nos contestó: “es que esta clase ustedes ya la vieron, ustedes tiene 100, ya no van a entrar conmigo, vengan el último día de clases para que no se me olvide que ustedes son de la Álvaro y que tienen 100”; así que esa clase, sin tomarla, nos puso 100. ¿Al egresar de la Álvaro qué siguió para usted? Mi situación inmediatamente fue la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, ese era el caminito que ya tenía pensado recorrer y así fue, egresé de la Álvaro en 1978 y me inscribí en la facultad. Una vez en la facultad, me vuelven a invitar a la Mesa Directiva y en ese tiempo estaba trabajando para seguir estudiando y me tuve que salir de la facultad durante un año, porque yo quería trabajar, pero también quería estudiar. Total que me salí un año y en 1979, más o menos, volví a inscribirme en Ingeniería Mecánica y empecé a estudiar la carrera de Ingeniero Mecánico Administrador, que después, por tiempos, me cambié a Ingeniero Mecánico, para poder ser docente de la Álvaro Obregón. ¿Cómo se incorporó a la planta docente de la escuela?

Desde que salí de secundaria mi intención era ser maestro, inclusive pregunté por el examen de la Normal Básica, pero ya había pasado y por eso entré a la Álvaro, porque también me gustaba lo técnico, pero mi intención era ser maestro y un poquito antes de que acabara la ingeniería el maestro Cervantes, antes de que entregara su periodo como director, me preguntó: “¿quieres quedarte como maestro?” y le dije que sí, y él me dejó 48 horas de docente, en su último día como director me dio ese nombramiento, porque ya le había dicho que quería dar clases. ¿Con qué materias inició? Empecé a dar clases con lo que era en aquel tiempo Tecnología y Taller I, Tecnología y Taller II, III, IV, V y VI de la carrera de Mecánico Automotriz y Diesel, además de Cálculo Diferencial y estuve fácilmente hasta 1991, porque en ese año me ofrecieron una beca. ¿Cómo fueron esos primeros años como maestro? Un poco difíciles porque me tocó dar en la nocturna y yo tenía alrededor de 22 años, y había alumnos muchos más grandes que yo y algunos de mi edad, pero como quería ser maestro ese era mi gusto, mi vocación, porque todavía disfruto mis clases, todavía las gozo, no estoy preocupado que voy a dar clases, las disfruto y las disfruté. Pero en mis inicios sí tenía nervios, porque eran alumnos más grandes que yo y en mi primera clase les dije: “vamos a aprender juntos, yo traigo la teoría y ustedes la práctica, y vamos a compartir la experiencia con el conocimiento”. Así fue como inicié mi primera clase y nos llevamos bien, y hasta la fecha trato de llevarme bien con los alumnos, porque debe haber una relación estrecha entre maestro y alumno para que tengan la confianza de que puedan preguntar, porque si tú te pones de que “yo aquí soy la autoridad” no te van a preguntar, pero si tú te bajas al nivel de ellos e incluso en lenguaje, te preguntan. Así es como empecé mis primeras clases en la Álvaro Obregón, en el Taller de Automotriz. 71


Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

Mencionaba lo de la beca al extranjero, ¿podría hablarnos de ello? En 1991 el director de ese entonces, el ingeniero Lázaro Vargas Guerra, me ofreció una beca para la República Federal Alemana y la acepté; ya estaba casado, tenía dos niños, mi niña tenía seis meses, la más chiquita, pero me dije que era una oportunidad que no debíamos de desaprovechar, así que hablé con mi esposa y mis suegros, y me apoyaron. Estuve en la República Federal Alemana durante dos años, allá hice una especialización en el área de Automotriz y Diesel. Aparte de conocer la cultura, de estar en un país que no conocía y otra lengua, lo disfruté mucho, porque siempre busco aprovechar los momentos, vivir los momentos y gozar esos momentos, todo es como un dulcito que hay que saborear, y creo que tanto la estancia en la Álvaro Obregón como alumno, lo disfruté y lo viví muy bien, como maestro igual; y la beca al extranjero también, aunque con pendientes porque tenía mi familia acá, pero la beca fue muy atractiva porque mi salario se lo pagaban a mi esposa, entonces estaba protegida mi esposa y mis hijos, y me daban mi beca allá para mis gastos, y sí la disfruté mucho. No conocí toda Europa, pero Alemania sí, el país vasco sí lo conocí casi al 100 por ciento, sus costumbres, sus tradiciones, la cultura, muy bonita cultura, y creo que es una de las mejores culturas que hay en Europea, aunque dicen que son fríos, pero en particular fui muy bien recibido por familias alemanas donde compartimos el idioma y la gastronomía. Mi especialización me ayudó mucho, la terminé en 1993 y regresé a mi escuela querida, pero ya no llegué a Automotriz, que era mi raíz, porque era Técnico Mecánico Automotriz e Ingeniero Mecánico, con especialización automotriz; pero cuando llegué a la Álvaro me dijeron que debía de dar matemáticas, y a mí me gustan las matemáticas, así que a partir de 1993 empecé a dar matemáticas y cálculo diferencial en mi escuela. A parte de ser maestro, ¿desempeñó alguna responsabilidad administrativa?

Sí, estuve en varias situaciones administrativas, pero tengo una experiencia que me tocó vivir y que al principio no era de mi agrado, pero después me gustó. El director de ese tiempo era el ingeniero Efrén Castillo Sarabia y los compañeros trabajadores me propusieron como Presidente Seccional de la Álvaro Obregón; me tocó participar en el Sindicato tres años, de 1998 al 2001, al frente de la sección 3 y creo que cubrimos el espacio porque creo que soy una persona de servicio, y un presidente seccional debe ser de servicio y atender a la gente, ayudarla y ahí fue donde conocí a todos los trabajadores de la Álvaro Obregón, porque de una manera u otra todos necesitan hacer algo en el Sindicato y yo era el portavoz de la Álvaro Obregón ante el Sindicato de Trabajadores de la Universidad, esa fue mi parte sindical. En la parte académica me tocó ser Coordinador de Especialidades Técnicas para manejar las carreras técnicas que se daban en la escuela. Estuve en esta área un tiempo por invitación del ingeniero Efrén Castillo Sarabia, y ahí contribuimos en algo para la Álvaro Obregón. Después de todo esto, ¿cómo se van dando las circunstancias para que llegue a la dirección? Eso sí estuvo muy raro porque yo ya estaba por jubilarme, de hecho me quedaban escasos cinco años, pero llegó el ingeniero José Crescencio Castillo Sarabia a la dirección y me pidió que le ayudara en la campaña; le ayudé y un grupo de maestros lo apoyamos para que llegara a la dirección y durante aquel tiempo dije “ya con esto, cumplí, le ayudé a él a llegar a la dirección” y me quedaban unos años para jubilarme y quería estar en mis últimos años tranquilo, pero en eso el ingeniero Crescencio me dice: “quiero que me ayudes en la Subdirección Administrativa” y le dije: “¿qué?, pero si yo ya quiero estar tranquilo, pero si nada más voy a tener una actividad tranquila adelante, te puedo ayudar”, y me dijo: “sí, ayúdame”; pero nada, él traía una sinergia muy grande de trabajo, y me incluyó en todos los departamentos para que estuviera 72


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en todas las áreas, para ayudarle a mover toda la parte administrativa, sin olvidar lo académico, porque no había subdirector académico, lo era el administrativo y el secretario académico, así que teníamos que estar viendo qué estábamos haciendo y prácticamente fue donde conocí cómo funcionaba la escuela al cien por ciento y todos sus departamentos. Cuando termina Crescencio pensé: “ya tengo 30 años, ya me puedo jubilar”, porque de hecho esa era la intención, pero de pronto me dice él: “oye, ¿cómo ves?, hay maestros que quieren que tú seas candidato” y yo dije: “no, a estas alturas, ya no”, y me dice: “pues no sé, pero se escuchan los rumores”. Entonces, un grupo de maestros lleva esa propuesta para que fuese candidato a la dirección de la escuela, que lo tomé como un reconocimiento a lo que había hecho en la Álvaro Obregón, porque creo que desde que fui seccional estaba casi todo el día en la escuela, a mi señora ya nada más llegaba y le decía buenas noches y a mis hijos igual, y eso fue algo que, como le dediqué mucho a la escuela, vieron que yo la conocía, que no estaba nada ajeno a lo que hacían en ella y en la Universidad, por eso creo que los maestros en conjunto tuvieron a bien hacer esa propuesta. ¿En ese momento qué proyección se tenía para la escuela? Cuando llego a ser candidato, la propuesta más fuerte, y que siempre hemos tenido, era que los talleres de especialidades técnicas estuvieran equipados al 100 por ciento, eso es fundamental para la escuela y es difícil, actualmente estamos igual, si hay carencias y nuestra Universidad no puede, necesitamos generar nosotros fondos propios, y ¿por qué no puede la Universidad?, porque nunca ha podido la Universidad; el gobierno del estado nos apoya, pero hay muchas escuelas técnicas, la Álvaro Obregón no es la única y sí recibimos apoyo y podemos equipar, pero no es suficiente y ahorita lo que tenemos en mente es ser autofinanciables, generar ingresos propios y creo que lo estamos haciendo. Ya se había empezado desde antes, desde 1994 con un Centro de Servicio a

Cómputo; y ahorita estamos iniciando desde meses anteriores, desde septiembre de 2014, el Centro de Servicio a Climas que también ya está dejando entradas de dinero y el otro centro de servicio que está a punto de iniciar es el de Mantenimiento a Vehículos, de mecánica rápida, afinación y frenos; son dos centros de servicios más que ya van a funcionar en el mes de enero de 2015, serán tres centros que van a generar ingresos para la escuela y creo que con eso podemos lograr que estén los talleres equipados al 100 por ciento. El apoyo de Rectoría lo hemos tenido totalmente y el avión es una muestra de ello. Tiene dos turbinas funcionales y nos dice el vendedor, que es el dueño de un hangar, que puede volar, pero la Escuela no tiene la carrera de pilotos, tiene la carrera de mantenimiento aeronáutico y la idea es que ese avión quede para prácticas, porque con eso va a despegar mucho la carrera. Los técnicos egresados en esa área van a llegar a los talleres a prestar su servicio al día, actualizados, y así como esto, se quiere que todos los talleres sigan ese orden, pero es difícil esa inversión. Estamos buscando generar de alguna manera ingresos, por ejemplo, el Taller de Máquinas y Herramientas ya lo equipamos, reequipamos algunas áreas y el centro de maquinado que también está generando ingresos para la escuela, y ese ingreso es primero para los talleres, para eso son los centros de servicios. ¿Cuáles considera que han sido los mayores avances en este primer año de su administración? Primero quiero agradecer a la comunidad de la Álvaro Obregón, a los maestros, maestras y administrativos que hacen una función para la Álvaro Obregón, que gracias a ellos hemos logrado en mi primer año de gestión bastante, hemos incrementado la eficiencia terminal, que es un punto prominente de la escuela, es algo que todas las escuelas buscan. Después, por supuesto, si hablamos del avión, esa adquisición fue 73


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en el año 2014, gracias al señor rector que él en todo momento dice que no hay dinero, puro trabajo, pero quiero resaltar que cuando el rector ve que una escuela como la nuestra requiere de algo, no sé cómo le hace el señor rector, pero gestiona y busca apoyos y ya tenemos ese avión y nos sigue apoyando para reequipar los demás talleres, lo que es una parte muy importante porque el año 2014 alrededor de ocho especialidades técnicas fueron reequipadas, porque fueron proyectos de las especialidades que pidieron. Es el logro de aquellos que están al pendiente de su especialidad y que tuvimos la bandera de gestionar con el señor rector. En becas tenemos fácilmente alrededor de 3 mil alumnos becados, es una parte de la responsabilidad social, son seis millones 500 mil pesos gastados en becas y los gastamos porque estamos invirtiendo en nuestros jóvenes, ya sea que en el deporte nos apoyan o en lo académico o en cualquier evento que en la escuela se requiere, están al pendiente y ellos como no tienen el dinero para seguir estudiando, la escuela y la Universidad tenemos que proveer y ese es un apartado que tiene el señor rector, el de responsabilidad social. En cuanto convenios, en mayo de 2014 firmamos uno con la Secretaría del Trabajo, ya teníamos relación, pero ahora sí ya es formal esa relación, esa vinculación con el Centro de Capacitación para el Trabajo; y hablando de ratificar, el pertenecer al Sistema Nacional de Bachillerato es un logro que ya teníamos, pero queremos aumentar de nivel y estamos trabajando para eso, y ¿qué se requiere para eso? Infraestructura. Ahorita todas las aulas van a estar climatizadas a partir de diciembre de 2014, faltan sólo 12 aulas de Monterrey I, pero ya están comprados todos los climas, falta nada más la instalación, lo que quiere decir que para el verano de 2015 todas las aulas van a tener clima y eso lo exige el Sistema Nacional de Bachillerato. Hay otra parte importante de la que tengo que hablar, es que todas las aulas se encuentran con una pantalla o un proyector, eso también lo exige el

Sistema Nacional de Bachillerato, es una inversión en infraestructura que tenemos que buscar para el semestre 2015-2016, porque para cuando llegue la evaluación tenemos que tener la totalidad o mínimo la mitad, debe haber una pantalla o un proyector para que el profesor esté trabajando con los alumnos y no tenga que estar usando el borrador o el marcador. Otro logro importante es el Premio Nuevo León a la Competitividad, en este rubro participamos cuatro escuelas, en 2013 eran tres, ahorita ya son cuatro, y de las cuatro que participamos que son Monterrey I, Linares, San Nicolás y Guadalupe; Monterrey I y San Nicolás sacan oro, y Linares y Guadalupe plata, y eso quiere decir que vamos bien, que la gente está comprometida y los alumnos también ponen de su parte porque también son evaluados al ver el seguimiento de los egresados, eso es importante. Con COPARMEX a la Excelencia Técnica de 2014 obtuvimos dos primeros lugares en la especialidad de Trabajo Social en Guadalupe y en Mecatrónica en Monterrey I. Si hablamos de calidad, tenemos el SAC, que es un departamento que en la escuela está bien fortalecido para el ISO 9001-2008, porque seguimos recertificados y en 2014 nos toca volver a tener la certificación. El proceso de diciembre de 2014 no es de seguimiento, es para certificar otros procesos administrativo y académicos. En este sentido, si hablamos de gestión quiero recalcar algo muy importante, porque si hablamos de porcentajes nos han apoyado por gestión alrededor de un 30% de lo que hemos hecho en las unidades. Ocho millones se gastaron en las cinco unidades entre infraestructura, equipamiento, herramienta, laboratorios y talleres, pero se requiere más, no es suficiente, y estamos hablando de un 70% lo que estamos cubriendo con el reequipamiento, pero esperamos que con el centro de servicio podamos cumplir y cubrir al 100% todos los talleres. Además, hemos creado dos nuevas carreras: Bachillerato Técnico en Energías Renovables y Bachillerato Técnico en Mecánico Eléctrico. Estas 74


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estudiantes, porque esa es la característica hoy, es una exigencia que tiene la Universidad y la Álvaro Obregón; para poder jugar se debe ser un buen estudiante y antes jugaba cualquiera, ya no, ya son varios años que el que juega con la Álvaro Obregón trae promedio académico y por decir un ejemplo, ya han ido a Francia deportistas becados, un jugador de americano acaba de regresar y a nivel tochito también se han dado casos. No está peleado el deporte con lo académico, sólo falta ser un poco más dedicado y los alumnos que quieren, lo pueden hacer y lo han demostrado. ¿Algún otro aspecto administrativo que quiera comentar? Quiero hablar de la prueba Enlace, porque algo que quiero resaltar es que en 2014 hubo un aumento de porcentaje en las dos áreas; en la numérica y en la escrita. Es algo que las academias están haciendo, es trabajo de los maestros, es dedicación, tiempo y compromiso y yo les agradezco mucho a todos ellos,

“Los 24 ex directores, de alguna manera, han dejado su granito de arena que ahorita ya es una montaña, misma que tenemos que seguir engrandeciendo, pero eso se logra con la unidad que se brinda y que se vive actualmente en esta escuela”.

especialidades se han estado ofertando y en el semestre 2015-2016 se impartirán dichas carreras. En el área deportiva, ¿cómo se les ha incentivado? Si hablamos de deportistas, esto es algo muy importante. Son alrededor de 1,200 deportistas que participan en casi 30 disciplinas y que nos representan, entregan la playera y se dedican, aparte, a ser buenos 75


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desde esta tribuna, y les pido que me sigan apoyando porque hay mucho que hacer por la Álvaro Obregón. Este ha sido el primer año y hemos tenido mucho trabajo, pero gracias a Dios creo que todos ellos han hecho lo que les ha tocado hacer en su momento y los invito a que lo sigan haciendo, y que continúen esforzándose un poco más para que siga creciendo nuestra benemérita institución Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”. ¿Cuál es su opinión sobre la contribución de los ex directores y el personal jubilado para la trascendencia de la escuela? Todos los ex directores han dejado huella, y tenemos a 24 que están detrás de mí, todos con su liderazgo que es muy diferente, característico, pero de una u otra manera ellos han contribuido para el engrandecimiento de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” y la misma preocupación de ellos fueron los talleres, es una preocupación natural, pero de alguna manera la escuela, ahorita donde se encuentra, es por ellos; yo recibí una institución bien desarrollada, lo que es un compromiso y una responsabilidad. Creo que esta responsabilidad y este compromiso que acepté es porque también me debo a la institución, todo lo que soy se lo debo a esta institución, desde ser un estudiante de preparatoria, mandarme al extranjero, permitirme trabajar, estudiar la ingeniería y ser docente, todo me lo dio la Álvaro, todo me lo dio. Mi familia vive de la Álvaro Obregón, mis hijos son egresados de la Álvaro Obregón, esta escuela es un prestigio y los 24 ex directores, de alguna manera, han dejado su granito de arena que ahorita ya es una montaña, misma que tenemos que seguir engrandeciendo, pero eso se logra con la unidad que se brinda y que se vive actualmente en esta escuela. Al celebrar 85 años, ¿cómo se preparó para esta celebración? Creo que tuve a bien escoger un comité “Rumbo al 85 Aniversario” y cada dos meses sale una publicación, El Crisol, que es un boletín que estamos

anunciando después del cuatro de octubre, porque ya estamos rumbo al 85 Aniversario de la benemérita institución que es la Álvaro Obregón y estamos buscando que sean plasmadas las primeras fotos de la escuela, de los primeros trabajadores y de los que dirigieron e hicieron algo por la institución, hay gente que ya no está con nosotros, que se nos adelantó en el camino, pero dejaron una huella enorme, que difícilmente podemos cubrir, pero vamos a tratar de logarlo, de mejorarlo, pero sólo será posible con la unidad de la Álvaro Obregón. ¿Qué ha significado en lo personal la Álvaro Obregón? La Álvaro Obregón para mí es una institución que cuando llegué a ella me recibió con los brazos abiertos, el ver un taller tan grandísimo, que nunca me imaginé que existía un taller de automotriz como el que todavía tenemos aquí. El taller de automotriz de nosotros, aquí en Churubusco, es un taller casi igualito al que está en Félix U. Gómez y Madero, y las aulas también. Esta escuela, aparte de que me enseñó a reparar un carro, a meterle mano a mis carros, porque yo siempre les he dado mantenimiento; mis maestros, que fueron varios, me dieron una filosofía de la vida muy grande, si les menciono algunos maestros a lo mejor me quedo corto, no voy a mencionar nombres, pero sí fueron alrededor de cinco maestros que no se por qué se hizo una química, una relación muy bonita y me ayudaron, porque cuando necesité trabajo para estudiar, me lo dieron, la escuela es mi segunda casa. ¿Qué más puedo hablar de mi escuela?, hay mucho que decir, pero me faltan palabras, pero sí le agradezco a esta institución y a los maestros que ya no están con nosotros; todavía hay algunos maestros de los que me dieron clase en primer semestre, como el maestro Gildardo González, él hizo mi discurso de cuando fui presidente de Mesa Directiva y me despedí en la graduación, le agradecí que me ayudó a hacer mi texto y así como él, hay varios que nos ayudaron, porque creo que la mayoría de los que llegamos aquí 76


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no teníamos ni para la soda o el camión, y por ello como un ex estudiante me pongo en los pies de los alumnos, pero aquí hay maestros que les dan para el camión, como a mí me lo dieron también, y es muy bonito eso, es una familia la escuela. Hubo maestros de la talla de Cuauhtémoc González y Miguel Ángel Torrecillas, de ellos recibí una formación para la vida universitaria y la vida dentro de la EIAO. Te voy a decir que todavía hay maestros que me platican, y a mí también me han pedido cinco pesos porque no traen para el camión, esa es la esencia de los que estudian aquí, somos de escasos recursos casi todos; a lo mejor ya tenemos cierto porciento que traen carro, son los que se estacionan acá, pero la mayoría somos así de escasos recursos y es por eso que las becas de seis millones de inversión importan, porque no puedo dejar que a alguien se le detenga la vida por falta de recursos, si a mí se me dio, no me cuesta; esto es reconocer y agradecer, y a veces agradecemos a otra gente o a un tercero, pero seguimos agradeciendo, ayudando, eso es la naturaleza de la mayoría de la gente que estamos en la Álvaro Obregón, son muy poquitos los que tiene en su casa todo, la mayoría vienen porque buscan la papa y buscamos lo mejor. ¿Qué le gustaría para el futuro de la Álvaro Obregón? Seguir compitiendo con las técnicas y con las necesidades del país, con la reforma energética recién aprobada, ya estamos por iniciar un diplomado en energía renovable, porque tenemos que estar al día, pero también hay dos carreras que necesitamos meter

en nuestra escuela, darlas de alta porque son una necesidad del mercado laboral, por ejemplo Técnico en Mantenimiento de Troqueles; en esto ofrecemos un diplomado actualmente, pero no es suficiente porque la industria requiere más, y en Electromecánica, que es una carrera que la teníamos a fines de los noventa como carrera terminal, nunca se registró como carrera técnica y electromecánico es el mecánico que da mantenimiento de piso en las empresas y es otra carrera que requieren las empresas, y son carreras que no tenemos y debemos de dar de alta, registrarlas ante Consejo para que la escuela siga estando a la vanguardia, siguiendo las exigencias de las empresas, porque realmente son una exigencia. Electromecánica lo que necesita es agregar a la carrera parte fundamental de soldadura especial, por que no hay técnicos y ése es el enfoque. Por último quiero hacer un sincero agradecimiento al señor rector, el doctor Jesús Ancer Rodríguez, y a todos los secretarios de la Universidad que encabeza el ingeniero Rogelio Garza Rivera, porque en todo momento y de todos ellos la escuela ha recibido el apoyo total y sin ese apoyo ninguna institución de la Universidad puede avanzar, ni puede lograr lo que tenemos hasta hoy. También quiero agradecer a otra dirección de la Universidad que nos ha apoyado en todo momento, que es la Dirección de Nivel Medio Superior, la cual encabeza el maestro Alejandro Galván Ramírez, a todos ellos mi gratitud, mi total agradecimiento y les pido que sigan apoyando a mi institución, a mis colores Álvaro Obregón, porque sin ese apoyo la Álvaro Obregón no crece.

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ISRAEL CAVAZOS GARZA Alumno de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” en la década de los 40, fue Presidente Honorario de la Comisión de Historia durante los festejos del 50 aniversario de la Escuela. Reconocido Cronista e Historiador de la ciudad de Monterrey.

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Israel Cavazos Garza

¿Por qué llegó a elegir la Escuela Industrial Álvaro Obregón para estudiar la preparatoria? ací en Guadalupe, Nuevo León y aquí he vivido siempre, salvo los cuatro años o más que estuve en México haciendo mi carrera profesional; entonces Guadalupe no es el mismo que en aquella época. Yo conocí el Guadalupe de los años treinta, de niño, tendría yo ocho o diez años, con tres automóviles, una casa en cada esquina y dos o tres cuadras de la plaza y nada más, el crecimiento de Guadalupe vino a fines de los cuarenta, por la guerra mundial, cuando Monterrey se duplicó y duplicó el número de sus industrias y atrajo pobladores al grado de que nos absorbió, y a fines de los cuarenta empezó a juntarse Guadalupe con San Nicolás. Mi padre, en paz descanse, trabajó de joven en el desmonte para instalar la Fundidora y la mayor parte de la gente, de los hombres del pueblo, eran obreros, mis hermanos, tres ya no viven, también fueron obreros de la Fundidora y por conveniencia fue necesario, alguna vez, irnos de Guadalupe a Monterrey, a algún lugar más cercano a la Fundidora, esto fue a fines de los cuarenta también, así que vivimos por Isaac Garza y Tapia, muy cerca de Fundidora; y se devuelve el tiempo, haciendo un paréntesis, aquí en Guadalupe no había secundarias y por lo tanto era muy difícil para nosotros ir hasta Monterrey a la secundaria cuando no había ni servicio de camiones, entonces aproveché para ingresar a la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”, que era la única que te aceptaba de primaria.

¿Qué carrera cursó dentro de la Escuela? Me matriculé en una carrera muy rara para mí, la ebanistería. En la escuela había ebanistería, fundición y no sé cuántas cosas más, porque es una escuela industrial, pero no estaba exenta de cosas de humanidades, así que me gustó muchísimo, no me acuerdo quien era el director de la escuela, pero uno de mis profesores lo recuerdo hasta con devoción, si puedo abusar de la palabra, el maestro Andrés Sauceda. Yo ya llevaba el gusanito de la historia porque, devolviéndome un poco, esta vocación me surgió casi de adolescente oyendo las conversaciones de mis padres que vivieron la Revolución y mi padre era un lector extraordinario, leía en voz alta y como era un pueblo muy pequeño se juntaba todo el barrio a oírlo, no había televisión, sólo había radio, pero contados con los dedos; entonces yo me sentaba entre sus piernas a oír las historias de los combates aquí en Guadalupe, de los generales, de cómo pasaban las tropas, de todo eso, fascinante y la historia de Guadalupe, él sabía mucho de las familias antiguas; y ya estoy mezclando el origen de mi vocación para decir que yo llevaba a la escuela mis apuntes, porque para entonces ya había ido al Archivo del Ayuntamiento de Monterrey, a investigar cuando yo tenía menos de 18 años, unos 17 años, porque el archivo de aquí de Guadalupe nada más existía el de la Iglesia y existe todavía de la época de la fundación, pero el archivo civil algún soldadote que le prendió cerillo porque le molestaba el olor y se perdió, entonces en el Archivo de Monterrey, que no es sólo archivo de Monterrey sino de todo el Reino de León, hubo

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mucha información de Guadalupe y con mis apuntes de la escuela también llevaba mis apuntes de historia, así que también le llamaba mucho la atención a mis condiscípulos y las clases de español, de gramática, no sé como se llamen ahora, de literatura, las impartía el maestro Andrés Sauceda, que me fascinaban, porque todavía eran maestros a la antigua, que si no sabías la clase te paraban en un rincón con la cara a la pared, a mí nunca me pararon por fortuna, pero yo lo vi. ¡Y los grandes talleres de la Escuela de Félix U. Gómez!, estaban al lado poniente del extremo norte del edificio, grandes talleres de ebanistería y de maquinaria, entonces muy moderna, muy sofisticada, y yo les tenía pavor a las sierras, bandas y a todo eso, no sé, seguí esa carrera porque mi padre, entre muchos oficios que sabía hacer bien, sabía algo de ebanistería y yo me críe entre virutas, aserrín y serruchos, me gustaba el oficio, pero no a ese grado. También recuerdo a algunos compañeros hasta con el nombre al revés, como cuando se pasa lista, Rodríguez Miranda Antonio, Fernández Elizondo Raúl y los podría repetir todos a pesar de que han pasado tantos años, esto fue en el año, no recuerdo si fue a finales de 1940 o principios de 1941, ¡Madre Santa, hace más de 70 años! En esa época se acostumbraba entre la muchachada, como siempre, pelarnos y qué curioso, yo crucé entre toda la turba y nunca sacaron las tijeras para cortarme el pelo. Entonces sí estuve ahí pero no hice carrera completa ni mucho menos, porque como les digo, le tenía miedo, pavor a las máquinas de la ebanistería, pero si aproveché muchísimo las clases del maestro Sauceda y en parte me encaminaron hacia lo humanístico, suerte que me separé de ahí, tal vez estuve un año o dos, no recuerdo si fue en 1940 ó 1941, finales de 1940 o principios de 1941. Se me devuelven las imágenes, hasta estoy viendo el Monterrey de esa época en ese barrio, creo que ya estaba pavimentado, pero en contra esquina de la Escuela había un cuartel del ejército, porque es muy

antiguo, hasta el barrio se llamaba de los Cuarteles y por ese barrio vivía una hermana de mi padre, así que todo se conjugaba, pero devolviéndome a cuando era niño, mi padre iba a ver a su hermana por esos barrios y me llevaba de la mano por la Calzada Madero, y yo le buscaba los zapatos a la Calzada, pues es calzada y ¿dónde están los zapatos?, inocente al fin, todavía uno no sabía y no era preguntón, me estoy acordando de esa época, carritos de los años 20, tal vez del 18, la Calzada sola, sola, porque no hacía mucho se había juntado la Calzada con la carretera a Reynosa que se abrió en 1928 ó 1930, y los terrenos de en medio eran de la Fundidora, así que no estaba conectada la Calzada con Guadalupe, perdonen la revoltura, pero se atropellan los datos; ese fue mi paso por la Escuela Álvaro Obregón. En retrospectiva, con el 85 aniversario, ¿qué significó la Álvaro Obregón en su vida? Es mi preparatoria, porque aquí en Guadalupe no pude tener secundaria y fue a la vez preparatoria y secundaria, y además es preparatoria a nivel técnico, entonces fue un momento, un capítulo de mi preparación futura profesional de suma importancia, no sé si viva alguno de mis compañeros, estuve en contacto con alguno de mis compañeros, alguno de ellos me visitaba después, me visitaba aquí y nos acordábamos de cosas. Fue sumamente importante en mi vida. ¡Ah¡ y me fascinaba incluso ver los vitrales. ¿Qué le gustaría para el futuro de la Álvaro Obregón? El edifico mismo, es fantástico y yo pugnaría como cronista de Monterrey y no creo morirme sin terquear a que la Universidad devuelva ahí la Escuela, y que siga siendo una escuela de extraordinaria importancia, porque ustedes saben que la construyó el gobernador Aarón Sáenz, uno de los gobernantes más dinámicos y de mayor empuje que ha tenido Nuevo León, ahora que he aprendido historia, en octubre del año 30. Es un monumento y es una institución que le dio mucho prestigio a Monterrey, una fantástica escuela con una gran visión. 80


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

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RODOLFO DE LA GARZA TREVIÑO Egresado de la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón” en 1947 y en 1951 de la Facultad de Ingeniería Mecánica, en ese entonces dependencia de la Escuela Industrial e institución de la que sería alumno fundador, junto a otros seis compañeros, conocidos en conjunto como “Los Siete Sabios”, la primera generación de la FIME. 82


Rodolfo de la Garza Treviño

¿Por qué ingresa a la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”? ueno, en esa época realmente no sabía la magnitud de la escuela, sin embargo, creo que elegí la mejor opción, sin haberla pensado mucho y me acuerdo que la preparación de la Álvaro Obregón era muy completa, sobre todo en matemáticas y eso nos ayudó mucho con las materias ya cuando estábamos en Ingeniería Mecánica, porque no batallábamos nada, es más, tomábamos las clases con un grupo de Ingeniería Civil y por ejemplo hidráulica, estábamos nosotros de primer año de Ingeniería Mecánica con los de tercer año de Ingeniería Civil y allí se notaba luego luego una diferencia, al grado de que pues había una especie de recelo de los ingenieros civiles, decían: “pues estos muchachos de dónde salieron, ¿qué pasó aquí?” y lo que pasó, y no fue culpa ni de ellos ni de nadie, fue que nosotros teníamos un plan de estudios muy distinto del que tenían las otras prepas, la de Bachilleres, y pues definitivamente y sin darme cuenta, escogí la Álvaro Obregón y estoy orgulloso de haberla escogido. ¿Cómo era el plan de estudios en esa época? Bueno, definitivamente sabíamos que al entrar aquí en la Álvaro Obregón, prácticamente era una etapa donde se cubría tanto la secundaria como la preparatoria, era una escuela donde la gente estudiaba carreras técnicas, sin embargo, a parte de las carreras técnicas estaba la Preparatoria Técnica, que es la prepa que yo defiendo y defenderé toda la vida como la mejor que ha existido aquí en Nuevo León, y a mí

me tocó incluso ya estando en la FIME ver como venían los muchachos de la preparatoria general o bachilleres, donde ellos venían con otro plan de estudios y sin tener la culpa venían débiles de matemáticas, entonces ellos batallaban mucho en Ingeniería Mecánica, al grado que se tuvo que instituir algunas materias para que los que venían de Bachilleres se pusieran a la par de los que venían de la Álvaro Obregón, en la cuestión de matemáticas. Al egresar de la Escuela Industrial, siete de ustedes deciden estudiar una carrera profesional, sin embargo, en el estado no había una como tal para egresados de carreras técnicas, ¿cómo surge la idea de fundar una facultad de ingeniería mecánica? Bueno, nosotros veníamos cubriendo la Preparatoria Técnica y ya desde que entramos al último año ya nos hacíamos la pregunta de qué bueno y ¿de aquí qué va a seguir?, porque nosotros sabíamos que de la Álvaro salían muchachos muy buenos, pero si querían hacerse profesionistas tenían que ir a Ciudad de México, de hecho, muchos maestros nuestros fueron egresados de escuelas nacionales. Entonces pues terminamos el último año y el grupo de Preparatoria Técnica era de como unos 18 alumnos más o menos, y aquí quiero hacer un paréntesis para decir que siento que nosotros debemos de estar muy orgullosos por haber sido alumnos, y la escuela debe de estar orgullosa por haber sacado un grupo tan compacto porque de esos 18 alumnos, y siguiendo la huella de todos, incluyéndome a mí, todos salimos de la Álvaro y de aquel grupo salieron dos que fueron

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Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

al Tecnológico, nueve decidieron irse, como era la costumbre, a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica del Politécnico, y allá hicieron su carrera y todos se graduaron y aquí quedamos siete y dijimos: “si no hacemos algo que sea fulminante, especial, pues nosotros vamos a topar y ya no vamos a poder seguir estudiando”, porque aquí definitivamente no había esa carrera, ingeniería mecánica y menos eléctrica, y pues en el periodo donde terminó el último año nos empezamos a mover muy fuerte, teniendo pláticas con el rector y hasta con el gobernador, haciendo la lucha por todos lados, de que no era posible de que Monterrey, la ciudad industrial de México, no tuviera una escuela superior de mecánica y todos decían: “ustedes tienen toda la razón” y pues tienen la razón pero no hay presupuesto y tienen que reconocer la situación, y pues nos cansamos de ir con el gobernador que casi casi nos sacaba la vuelta porque íbamos cada ocho o quince días, “señor gobernador, usted nos dijo que iba a hablar con este y con el otro, con más arriba”, como dicen ellos, pero no nos tenía novedades y nos decía: “pues lamentablemente hemos dado todos los pasos y no ha habido novedades” y pues estábamos en el aire en aquel entonces. Y la lucha fue muy fuerte, definitivamente, porque andábamos metidos de lleno para conseguir nuestro objetivo y pues la táctica final fue de que si el gobernador dice que no tienen presupuesto, pues nosotros conseguimos el “presupuesto” e hicimos un plan. Teníamos muchos maestros que estudiaron en la Álvaro y que habían egresado del Poli y hablamos con ellos, con todos, les dijimos: “queremos tener maestros para una nueva escuela de ingeniería mecánica aquí en Monterrey”, y entonces ellos pues no sabían nada de este proyecto y nosotros les platicamos el plan, a cada uno de ellos y les dijimos: “pues somos siete, no podemos ir a México a estudiar y lo queremos hacer aquí en Monterrey y el plan que traemos es éste, que ustedes nos den clases, pero como no hay presupuesto, pues serán clases gratis y

queremos que ustedes aporten una ayuda para formar una escuela de ingeniería mecánica aquí en Monterrey”, y todo mundo se portó muy bien, entonces, cuando volvimos a ir con el gobernador y nos volvió a decir que no había presupuesto nosotros le dijimos: “usted por presupuesto ya no se preocupe, ya tenemos los maestros”, “¿cómo que ya tiene los maestros?”, “sí, ya tenemos los maestros”, y le mostramos la lista, “ah caray, es un aspecto que no habíamos visto, qué bien” y pues pegó, conseguimos que muchos ingenieros nos dieran clases gratis, un valiosísimo aporte, e iban a las escuelas donde tocara y no cobraban nada, y total que ya empezó a formarse el lado positivo de la escuela. Pero después fue de “que no hay edificios”, pues están los edificios de la Álvaro Obregón y está el de Ingeniería Civil, que en las tardes ya había salones vacíos y los maestros estaban dispuestos a sacrificarse e ir a la escuela que nos marcaran y total que el adelanto se notaba, y eso se lo agradecemos mucho al Ing. Santiago Tamez Anguiano, que era el director de la Álvaro cuando nosotros terminamos, porque él nos apoyó muchísimo, él organizó el grupo de maestros y dentro de la escuela nos otorgó un salón grande en donde teníamos el material necesario, los pupitres y cada uno de nosotros teníamos una mesa de dibujo, entonces, en lugar de irnos nosotros a varios salones, los maestros iban a nuestro salón, allí tomábamos desde las clases más simples hasta las más complicadas y el resto pues en Civil y Ciencias Químicas; y también el rector Enrique C. Livas le dio empuje y ganas, e incluso entiendo que trataron en el Consejo Universitario el proyecto y hubo activa participación de maestros, e incluso, el director de Ingeniería Civil, el Ing. Manuel Martínez Carranza, nos ayudó muchísimo, él en algunas pláticas nos dijo: “si les falta lugar donde impartir las materias no hay problema, es más, si van a tomar una clase con un maestro que sea de Civil, pues no batallen, nosotros aportamos la escuela”, y con eso ya se veía más claridad en aquella lucha, total que se llegó a la 84


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conclusión de que se diera voz de arranque para Ingeniería Mecánica en Monterrey. ¿Cómo fue el inicio de clases en la nueva Escuela Superior de Ingeniería Mecánica? Cuando empezamos algunas clases se tenían que tomar en la Álvaro Obregón y otras en Civil, pero con el tiempo se fue retirando la escuela a una sede propia y pues en los inicios nos decían los “judíos errantes”, porque nadie tenía carro e íbamos de la Álvaro a Civil a pie o en camión, y también a Ciencias Químicas, toda una faena, sin embargo teníamos nuestra base de maestros completa, así que a darle y con ganas, y a consecuencia del esfuerzo que representó pues poquito más adelante, cuando hubo unos problemas en la Escuela de Medicina y nos decían: “queremos que Ingeniera Mecánica nos apoye”, sí los apoyamos pero no suspendiendo clases, porque sufrimos y batallamos mucho para conseguir las clases que no quisimos desperdiciarlas, y pues a tomarlas donde se pudiera. ¿Cómo se siente usted al haber contribuido a la fundación de la FIME? Pues me siento muy orgulloso, porque después de haber logrado que la carrera se formara dio muy buenos frutos al grado de que salió a relucir, sin darnos cuenta, de que en la Álvaro Obregón se daban cátedras de matemáticas muy elevadas, porque cuando nosotros estábamos tomando la materia de Hidráulica con ingenieros civiles, nosotros no batallamos nada porque las cuestiones de cálculo integral, calculo diferencial, ecuaciones diferenciales, números completos, etcétera, nosotros ya lo habíamos visto en la preparatoria de la Álvaro Obregón; y en cambio los de Civil no lo habían visto en Bachilleres, entonces ellos sin ser responsables de nada, pues batallaban más que nosotros. ¿Que vino después de graduarse? Bueno, durante la carrera de ingeniería nosotros tomábamos prácticas en tercer año, si mal no recuerdo, entonces en tercer año me tocó, y voy a hablar en lo personal porque a todos los compañeros

“Salió a relucir, sin darnos cuenta, de que en la Álvaro Obregón se daban cátedras de matemáticas muy elevadas”.

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nos tocaron las prácticas en diferentes empresas, y a mí me tocó en una empresa americana, la American Smelting (ASARCO), y me sentí muy complacido del papel que hice, porque así como yo tomaba prácticas también había alumnos del Tecnológico y allí lejos de una rivalidad nos hicimos compañeros; entonces, pues en la empresa era un compromiso muy fuerte, había muchas cosas que hacer, por ejemplo, tenían un tren que transportaba los minerales y los productos que ellos sacaban, entonces como a mí me había tocado ver topografía, me dijeron: “oye, tú nos puedes ayudar, no es exactamente ingeniería mecánica, pero tenemos aquí un problema con las vías internas del ferrocarril y queremos que tú nos las rediseñes”, y yo dije: “sí, con mucho gusto, vamos a hacerlo” y mi jefe directo en la American era un ingeniero civil y le dije “usted nomás dígame qué quiere y veremos qué podemos hacer”, “no pues nada más rediseña las vías”, me dijo; y pues lo hicimos, le dimos todo lo que pidió el ingeniero, mi jefe, y total se hizo una distribución muy completa del ferrocarril interno porque con el que tenían antes batallaban mucho, digamos que no tenía las inclinaciones adecuadas, tenía que ir a vuelta de rueda a fin de evitar una volcadura y pues se quería eludir ese problema, y con el trabajo que se hizo se le modificó lo de las curvas y todo, y fue un éxito lo que logramos allí, lo que me dio mucha satisfacción porque estuve a cargo del grupo de muchachos que hacían sus prácticas allí, que había del Tecnológico, en lo de la topografía de las vías. ¿Qué otras prácticas recuerda? Bueno, la que mencioné fue la primera, después hubo otras; por ejemplo, en el último año hicimos unas prácticas en una compañía norteamericana, se llamaba Anderson Clayton y en ese entonces se estaba instalando un molino nuevo en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, y de ese molino nuevo pues prácticamente no había nada, era una terreno enorme y se pretendía hacer un molino de aceite, el más moderno y grande de América Latina, y fuimos a hacer prácticas allí, a aplicar los conocimientos de

topografía y a adquirir nuevos como la maquinaria, almacenarla y pues teniendo notas y una idea general de que tal edificio va aquí, así que hicimos unas prácticas que a los de la Anderson Clayton les gustaron mucho, al grado que, aquí voy a contar una anécdota, cuando terminamos las prácticas ellos no nos dijeron nada pero hablaron con el director, que en aquella época era el ingeniero Aurelio Fernández, y le dijeron: “sabemos que tienen una escuela de ingeniería mecánica y que tienen siete elementos y que este año terminan”, y en realidad no sabemos cómo hablarían pero querían que nos cayera de sorpresa, “todos están contratados, todos tienen trabajo en la construcción del molino más grande de América”, dijeron y pues nada, terminamos nuestra carrera y llegó el ingeniero y nos dijo: “ustedes ya terminaron y ahora les tengo una buena noticia, todos están empleados en tal compañía, si ahorita se van a su casa y se echan un bañito y comen, y toman el autobús de la noche, en la mañana llegan y están trabajando”; no pues estábamos encantadísimos porque sabíamos que cuando se sale de la escuela a batallar a ver dónde consigues trabajo, y total que nos fuimos todos menos dos, ¿por qué?, pues porque ellos ya tenían compromiso con otras empresas, uno de ellos con una fábrica que producía oxígeno, que no recuerdo el nombre, y como lo estaban becando pues era lógico que se fuera con ellos; y el otro, el ingeniero Arturo Cárdenas Berrueto, que en verdad y como dicen algunos, me pongo de pie, era un ingenierazo, pero con toda la barba, era un muchacho que siempre sacaba los primeros lugares en todo y él se quedó en la American Smelting de Rosita, Coahuila, y el resto nos fuimos a la Clayton y a echarle ganas, desde las primeras máquinas que se instalaron hasta terminar el molino, terminar sus bodegas, hacer la prueba del molino, trabajar el molino y total nos echamos toda una carrera allí; porque comenzamos desde conocer la semilla de algodón hasta sacar los productos, desde aceite y varios más, porque en la cuestión de la semilla de algodón no se tira nada, 86


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todo se aprovecha y pues en la Clayton estuve muchos años, estuve en varias áreas y finalmente estuve en la planta de aquí, la planta la Leona de Anderson Clayton, una de las plantas más modernas, donde fui superintendente general. ¿Cómo vio usted el recibimiento de la carrera de Ingeniero Mecánico entre los alumnos de la Escuela Industrial? Pues estuvimos un poquito separados, pero yo creo que para los muchachos de la Álvaro Obregón ha de haber sido muy agradable que ya tuvieran a donde ir después de terminar. ¿Qué recuerda del deporte en la Escuela Industrial? Bueno, en cuestión de deportes, la Álvaro Obregón estaba bajo la dirección del Ing. Santiago Tamez Anguiano, como él, y muchos maestros, era egresado del Politécnico, pues él traía en su sangre lo del Poli, entonces se dio a la tarea de crear el equipo de futbol americano, a parte de los deportes tradicionales que se ven en las preparatorias, como el futbol, el basquetbol, el voleibol, etcétera; y lo incluyó como una novedad y al instituir el equipo de americano él logró meter los colores del Poli, guindo y blanco, entonces pues con esto la Álvaro empezó a ser más competitiva, ya se igualaba con las facultades al tener un equipo de futbol americano. ¿Y la mascota? Recuerdo que cuando el equipo de americano iba a practicar se iban en un camión que llamábamos El Comando, que nos lo había regalado el gobernador Arturo B. de la Garza, todo inservible, pero en los talleres lo levantamos, a tal grado que era un vehículo tan fuerte que cuando iban a las prácticas de americano se subían 25 gentes y funcionaba muy bien, y entre esos muchachos iba Pedro Treviño y tengo entendido que él tenía una mascota, un perrito de raza bulldog y Pedro era de Nuevo Laredo, Tamaulipas, entonces en el equipo se dijo: “¿qué tal si adoptamos al perro como nuestra mascota?”, porque el futbol americano pues es un deporte

aguerrido, así como esa raza canina, y Pedro fue a Tamaulipas y se lo trajo, y cuando iban a las prácticas el perrito iba en el techo del “Comando”, y era la insignia de la Álvaro Obregón y a donde quiera que iban llevaban a la mascota. En el marco del 85 aniversario de la Escuela Industrial, ¿cómo ha visto su desarrollo a lo largo de los años? Pues a pesar de haberme alejado de la Preparatoria, o sea, de no estar en contacto con su desarrollo, si sé que la Escuela ha crecido muchísimo en comparación a como la recuerdo, ya ahorita con más sedes que la original, cinco tengo entendido, y pues eso es algo de reconocerse, porque muy pocas preparatorias o ninguna, no sé, pueden jactarse de haber crecido tanto y créanme que estoy muy orgulloso de haber pasado por esta escuela, porque cuando estábamos tomando clases en Ingeniería Civil y Ciencias Químicas nos sentíamos muy fuertes, a pesar de que los compañeros eran de grados superiores, porque estábamos muy bien preparados, sobre todo en matemáticas y ya cuando fuimos a nivel profesional no batallamos tanto, todo por la preparación de la Álvaro, la única que nos preparaba de esa forma. ¿Qué mensaje les daría a los alumnos de la Álvaro Obregón? Con la Preparatoria Técnica hoy en día pueden entrar a cualquier ingeniería de la Universidad y antes no se podía, terminabas la Preparatoria Técnica y no podías entrar a Ingeniería Civil, por ejemplo, aunque hayas tomado matemáticas más avanzadas que los que ingresaban a Civil de Bachilleres, entonces yo les recomendaría que ingresaran a la ingeniería que ellos elijan y si es Ingeniería Mecánica, pues mucho mejor, porque Mecánica es el producto de continuar la Álvaro Obregón de nivel técnico a nivel profesional. Y a los alumnos de Mecánica, pues que le echen muchas ganas y que no terminen por decir ya terminé, sino que terminen porque ya dominaron todas las materias y para hacer un buen papel en la industria donde ingresen, a poner en alto el nombre de la FIME. 87


ABELARDO GUTIÉRREZ ZERTUCHE Alumno de Preparatoria Técnica de la generación 1946-1951, destacó en las actividades deportivas con participación en basquetbol y futbol americano.

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Abelardo Gutiérrez Zertuche

¿Cómo se dio su ingreso a la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”? oy de Saltillo y yo pensaba en entrar al Ateneo Fuente, pero sus cursos empezaban en diciembre o a inicio de año, un ciclo escolar muy diferente al de aquí de Monterrey, entonces estaba sin hacer nada como quien dice y me dijeron que había una escuela técnica aquí en Monterrey, entonces me vine y comencé a ver cómo estaba la cosa; para la semana siguiente regresé para inscribirme y mi idea era estudiar técnico aparatista, pero para ese año ya estaba completo el curso y me propusieron inscribirme en técnico automovilista, y al año siguiente cambiarme a aparatista, y así fue, pero para el tercer año me cambié a Preparatoria Técnica, revalidando las materias. Fui de la generación de 1946-1951. ¿Qué anécdotas recuerda? Hubo una vez un problema, mejor dicho una broma. Estábamos en la clase de historia con el maestro Vicente Reyes, que era el encargado del archivo universitario, entonces alguien del grupo encendió un cuete dentro del salón y como yo era el más travieso, pues todos me echaron la culpa a mí; me llevaron a dirección y de castigo me mandaron al taller de Fundición para quebrar fierro para el horno, nada más que los fierros que me ponían para quebrar los ponían sobre arena suelta, no arena apisonada, entonces al darle el mazo pues el material humeaba, y así estuve dos días, al tercer día me levantaron el castigo. ¿Qué maestros recuerda? De maestros, los mejores recuerdos que tengo son del profesor Porfirio Capistrán, de dibujo, de

Vicente Reyes, de historia de México, y del profesor Lozano en Civismo. Durante su generación de la FIME, fue el cambio de sede de la Álvaro a un local propio, la casa de Modesto Arreola, ¿cómo fue ese procedimiento? Hubo el cambio de director con la llegada del ingeniero Santiago Tamez Anguiano y junto con él, el ingeniero Raúl Chapa Zárate. El ingeniero Tamez se preocupó mucho por darle crecimiento a la preparatoria técnica y por darle empuje a la Escuela de Mecánica, para que se le aceptara como facultad, pero por diversos problemas no lo logró. Después se fue el ingeniero Tamez y llegó el ingeniero Aurelio Fernández, y para esto ya estábamos nosotros en tercero de Mecánica, allí en la Álvaro, entonces fuimos con él para pedirle salones más adecuados, sobre todo para la clase de matemáticas, que nos la daban en un saloncito del segundo piso, un cubículo muy pequeño. No obtuvimos respuesta y decidimos acercarnos con el licenciado Raúl Rangel Frías que era el rector en ese tiempo, y le expusimos el problema, que necesitábamos más espacio y que queríamos salirnos de la escuela para tener un local propio; nos citó para el día siguiente y fuimos, y nos dijo: “sí les consigo el local, pero necesitan un director en lugar del ingeniero Aurelio”, entonces batallamos mucho para conseguir un director entre los maestros de la Álvaro porque nadie se quería ir por apoyo al ingeniero Aurelio, entonces optamos por ir con el ingeniero Pablo Espinosa Domínguez, quien al parecer había tenido problemas y ya no tenía un cargo dentro de la Universidad; y el pensamiento era de que nos lo traemos aquí como

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director un tiempo, mientras conseguimos otro director, pero se terminó el año y bueno, el ingeniero Espinosa se quedó por seis años como director de la FIME. Cuando nos fuimos de la escuela, los maestros estuvieron de acuerdo en irnos a dar clases en la casa de Modesto Arreola. ¿Qué nos puede compartir de su experiencia como alumno deportista? La experiencia que se adquiere en el deporte, al tiempo de ser estudiante, es el valor que le da uno a la institución, al representar el uniforme y el nombre de la escuela. Todos los compañeros de los equipos que formamos, todos teníamos como objetivo el dar lo mejor de nosotros, llegar a lo más alto posible en lo que estábamos compitiendo. En los campeonatos internos de la Universidad, con un equipo de basquetbol logramos un tercer lugar; en el campeonato de la Morena, conseguimos el primer lugar en la categoría de tercera fuerza; en futbol americano hicimos un buen papel en los tiempos que estuvimos compitiendo; y todo con el único deseo de poner en alto el nombre de la escuela, porque durante un tiempo la escuela fue vista como el “patito feo” de la Universidad, porque siempre iban a pedirnos apoyo de la Facultad de Medicina cuando querían despedir a algún rector y siempre se les daba el apoyo, pero en una ocasión pidieron apoyo para despedir al doctor Enrique C. Livas y en eso no estábamos mucho de acuerdo la mayoría de la Álvaro, porque el doctor Livas había ayudado mucho a la escuela desde su posición de rector. Entonces, nos dijeron que iba a ir una comisión de Medicina para confirmar el apoyo y lo que hicimos fue que cerramos la puerta principal, y un grupo de compañeros nos juntamos y nos subimos al segundo piso de la Álvaro y nos metimos a la Biblioteca con tinas de agua. Cuando llegaron los de Medicina los bañamos en agua y no tuvieron más que retirarse. Retomando un poco mis experiencias como deportista, nosotros jugábamos en el Círculo Mercantil y hubo un campeonato nacional que se jugó allí, donde el juego estelar sería de Nuevo León contra

Chihuahua. Nosotros íbamos a presentarnos en ese campeonato en un juego preliminar contra el Tecnológico y el equipo de nosotros recibió una ovación por la actuación que tuvimos, nos aplaudieron por nuestro juego contra el Tecnológico, que traía puros “popotitos”. Después hubo un problema entre el Círculo Mercantil y un equipo de una empresa de transportes, y se salieron de ahí e hicieron una cancha por Madero, que se llamaba “La Morena”, porque al dueño de ese equipo de basquetbol le decían “la Morena” y allí obtuvimos un primer lugar en 1953. En el futbol americano, éste era la pasión del ingeniero Tamez Anguiano y los colores guindo y blanco eran precisamente por los colores del Politécnico. Cuando practicábamos americano había un maestro que nos daba inglés, él tenía una academia que estaba por el Palacio Federal, y ese maestro también era muy aficionado al futbol y cuando nosotros entrenábamos en el gimnasio, él nos iba a ver; entonces, en una ocasión que estábamos jugando tochito en unos campos por Fundidora, vio que andábamos jugando sin uniforme, sin ninguna protección, y cual fue nuestra sorpresa que un tiempo después llegó un cargamento de equipos de americano, con cascos, uniformes y balones, de una escuela de Estados Unidos que se lo habían enviado a este profesor de inglés. Posteriormente, el ingeniero Tamez también compró equipos completos. En fin, durante el tiempo de estudiante siempre fue de que nos quitábamos el uniforme de basquetbol y nos poníamos el de americano. ¿Recuerda el famoso Comando? Sí, como no. El Comando se lo habían dado a la escuela por iniciativa del ingeniero Raúl Chapa Zárate, como estudio para el taller de automóviles, pero lo que se hizo en el taller fue arreglarlo para que circulara y se logró, y a partir de ahí se usó para todo en la escuela; a mí me tocó ir en él para recoger la nómina, cuando estaba de auxiliar en el taller de Soldadura, y lo principal era usarlo para llevar a los equipos de deportes cuando éstos jugaban. ¿También le tocó conocer al Micky? 90


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Sí, como les digo antes nos trasportábamos en el Comando y el perrito, como comentan, se llamaba Micky, siempre lo traíamos en el capó del coche y siempre lo llevábamos a los juegos. En una ocasión, cuando íbamos a jugar basquetbol en el Círculo Mercantil, llegando al Círculo en una frenada fuerte que le dieron al Comando se fue el perro hacia delante y él corrió, se fue hacia el río Santa Catarina y todos corrimos tras él, pero se perdió. Al día siguiente fuimos a buscarlo otra vez, pero ya no lo encontramos. No recuerdo el año exacto, pero tuvo que haber sido como en 1951, porque en esas fechas jugábamos en el Círculo Mercantil, ya después jugábamos en la cancha La Morena, como en 1953. También recuerdo que en un desfile del 20 de noviembre, iba a participar un contingente de nosotros pero quisimos que lo principal, lo que nos iba a encabezar, fuera el perro, el Micky. De Omar Sandoval, ¿qué nos puede decir de su papel como entrenador? Omar Sandoval era el jefe de deportes de la escuela y la especialidad de él era el basquetbol, había entrenado equipos de Monterrey. Omar Sandoval era muy motivador, siempre estaba detrás de nosotros, que porqué esto y porqué lo otro, y nos mantenía muy unidos. Aunque no estuviésemos en entrenamiento él platicaba con nosotros, recuerdo que en ocasiones estábamos sentados en las bancas del patio de la escuela y llegaba él y se ponía a platicar con nosotros, porque en ese tiempo él también vendía medicinas, siempre las traía en su maletín y si se enteraba que alguien estaba enfermo, él le llevaba medicinas. Quiero hablar también del ingeniero Chapa Zárate, que también era un gran admirador del deporte. Él llegó como visitante, por decir así, cuando todavía estaba de director el ingeniero Tamez Anguiano y el ingeniero Urrutia era el jefe de talleres, entonces al irse el ingeniero Tamez a Saltillo a dirigir un tecnológico en esa ciudad, se lleva a Urrutia con él, y acá quedó el ingeniero Aurelio Fernández y designó al ingeniero Chapa Zárate como jefe de talleres. En este puesto tuvo un buen desempeño, posteriormente

fue designado director de Tránsito Federal y desde ese puesto siguió ayudando a la escuela, como el donativo de un camión en 1966. ¿Cómo inicia como maestro? Empecé como auxiliar del taller de Soldadura, porque yo pensaba salirme de la preparatoria por falta de medios, pero entonces el ingeniero Chapa Zárate me ofreció que me quedara como ayudante del taller de Soldadura, porque no había ayudante, y me quedé; pero para el año siguiente quien era el jefe de taller se retiró, entonces me dejaron la jefatura. Después me dieron una clase, que no recuerdo el nombre, pero era para los de primer año de la Escuela de Mecánica, y más que todo creo que fue por mi participación en deportes, porque jugaba en basquetbol y americano, y como que no querían que me fuera. Estuve tres años trabajando en el taller de Soldadura. ¿Cómo surgió el apodo de Cartucho? Cuando llegué a estudiar a la Álvaro, me asistía en una casa que estaba cerca de la escuela, por Agustín Melgar, entonces cuando oyeron mi nombre, Abelardo Gutiérrez Zertuche, lo de Zertuche les pareció raro y de ahí salió “Cartucho”, aparte de que estaba flaco, más de lo que estoy ahorita, y así quedó, “Cartucho”. ¿Cómo se siente que su hija, la maestra Evangelina Gutiérrez, también haya sido maestra de la Álvaro Obregón? Me siento muy feliz, porque siempre platicábamos de cómo iban las cosas, lo único es que nunca buscó la dirección, porque creo que es injusto que en la historia de la Universidad no haya llegado una mujer a la Rectoría, habiendo muchas mujeres capaces, o que muy pocas mujeres sean directoras de preparatoria o facultad. Con todos estos recuerdos de su paso por la escuela, ¿qué significa la Álvaro Obregón para usted? Es la mejor relación que haya tenido en la vida, a pesar de los otros trabajos que tuve, siempre con la camiseta bien puesta. Y quiero decirle a todos los que trabajan o han trabajado para la Álvaro, que si no están físicamente en la escuela, al menos en pensamiento no la olviden. 91


GUADALUPE EVARISTO CEDILLO GARZA Alumno de Maestro Electricista (1950-1954) y Preparatoria Técnica (1954-1956), comenzó su carrera como catedrático en esta misma institución, en 1957 con la materia de Cálculo Diferencial para Preparatoria Técnica.

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Guadalupe Evaristo Cedillo Garza

¿Por qué ingresó a la Álvaro Obregón? oy originario de El Cercado, de Santiago, Nuevo León, y en esa época había una fábrica de hilados, El Porvenir, que hace poco se nos quemó; entonces, al secretario general del sindicato de esa sección el gobierno le otorgó unas becas para que hijos de trabajadores vinieran a estudiar a Monterrey, creo que eran diez becas, y como yo era hijo de trabajador a mí me tocó una de esas becas, que en realidad el gobierno del estado les llamaba pensiones, e íbamos a cobrar cada mes al Palacio de Gobierno, eran cien pesos lo que nos daban. Total que ingresé a la Álvaro Obregón con 16 años, porque a la escuela podías entrar directo de primaria y era el único grado que tenía, la primaria, aunque ya tenía rato que había salido. Entré para Maestro Electricista, que era de cuatro años, y cuando la terminé me inscribí en Preparatoria Técnica, donde estuve otros dos años debido a que revalidé algunas materias, o sea que estuve seis años como alumno de la Álvaro Obregón, de 1950 a 1954 como alumno de Maestro Electricista, y de 1954 a 1956 como alumno de Preparatoria Técnica. ¿Cómo recuerda esa época de estudiante? No pues imagínese, diez muchachos de pueblo que veníamos desde El Cercado y nadie conocía Monterrey. La primera vez recuerdo que nos trajo el papá de uno de ellos y nos dejó en la Álvaro, pero para el segundo día ya veníamos solos, y entonces hubo una diferencia de opiniones de para dónde estaba la Álvaro, de los diez, seis dijeron que para el norte y cuatro dijimos que para el sur, y cada grupo

agarró su rumbo; bueno, pues los del norte sí llegaron y los del sur, pues nos fuimos por todo Félix U. Gómez pero nos estábamos saliendo de Monterrey, y en aquel entonces no había puentes, eran vados, y ya cuando llegamos al primer vado por el río Santa Catarina, nos dijimos: “ah caray, nos equivocamos”, y vámonos de regreso, total que llegamos tarde y la primera clase la perdimos, porque la entrada siempre era a las siete de la mañana, pero si llegabas tarde te tenías que esperar a la de las ocho, así que perdimos la primera clase por andar desorientados. Fue una época muy bonita, y bueno, creo que para cualquiera la época de estudiante es una de las épocas más bonitas de la vida; pero sí fue de muchas experiencias para los ocho, porque al poco tiempo desistieron dos. Y prácticamente fue una odisea diaria durante los primeros cuatro meses, sobre todo para los camiones, porque como le digo, nadie conocía Monterrey y le dudábamos para las rutas, qué camión tomar, dónde tomarlos, dónde bajarnos, aparte de que traíamos muy poquito dinero, y bueno, sí fue toda una experiencia. También el ver y conocer cosas que ni nos imaginábamos, por ejemplo, por Félix U. Gómez pasaba el tren y verlo así de cerquita fue toda una novedad para nosotros. La Escuela fue otra experiencia, porque cuando entrabas se te caía la quijada con los vitrales, con el vestíbulo; para mí, siempre he considerado que el edificio de Félix U. Gómez es uno de los más bonitos que tiene la Universidad, es imponente, y especialmente su entrada, que está preciosa. Como alumno, como teníamos pocos recursos, ahí nos

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quedábamos a comer, comprábamos unos lonches y nos los repartíamos; y en ese entonces estaba en la escuela la imprenta del Gobierno, ahí la tenían, y el señor de la imprenta de repente nos traía sodas o nos compartía lonche. ¿Cómo recuerda la situación económica o de abastecimiento de la escuela? La Álvaro Obregón nació para formar técnicos y creo que empezó con muy buenas bases. No creo que haya en el mundo alguna dependencia educativa que no tenga carencia de algo, aún las de primer mundo, porque las cosas evolucionan muy rápido. En lo que a mí me tocó, en el taller eléctrico se tenía el equipo necesario, tal vez no el más sofisticado, pero por lo menos sí se tenía el más necesario para salir bien preparados, tan preparados que la industria nos aceptaba, porque la Álvaro Obregón era, y lo sigue siendo, la fuente principal de técnicos para la industria del estado. ¿Algún maestro que recuerde con especial cariño? Al ingeniero Francisco Oliver, porque empecé a dar clases gracias a él. El maestro Oliver me había dado clases de matemáticas cuando estaba en preparatoria, y en primer año de Ingeniería también me dio termodinámica, entonces, cuando estaba en el primer año de la carrera yo ya me iba a salir porque escaseaba el sustento económico. En esa época, la fábrica El Porvenir, que era la principal fuente de ingresos para el pueblo, se había ido a huelga y ya tenía un tiempo así, como unos seis meses, y ya no había dinero para los camiones. Entonces, al terminar el primer año de Ingeniería le dije a mis compañeros que ya no iba a regresar en enero porque ya no tenía dinero para el camión, en ese tiempo cobraban 75 centavos, y de alguna manera esto llegó a oídos del maestro Oliver, que también era secretario de la Álvaro, y me habló y me preguntó que cuál era el problema, le dije que no tenía dinero para el transporte y me dijo: “te arreglamos eso fácil, preséntante en enero y te voy a pasar una de mis clases”, y me dio Cálculo Diferen-

cial. Así empecé a dar clases, gracias a él, que incluso me prestó cinco pesos para asegurarse de que iba a regresar, que después se los intenté regresar pero ya no me los aceptó. Duré tres años dando clases en la Álvaro, con Cálculo Diferencial para Preparatoria Técnica. En sus inicios como maestro, ¿qué experiencias recuerda? A mí siempre me gustaron las matemáticas y al terminar mi primera clase de Cálculo Diferencial en la Álvaro, no pues, yo me sentía la “mamá de Tarzán”, y tengo una anécdota que la he platicado muchas veces porque es de esas experiencias que te ubican, de donde debes de poner los pies. Salí de dar mi primera clase e iba a pie por todo Félix U. Gómez, e iba muy contento, muy feliz porque acababa de dar mi primera clase de Cálculo Diferencial, entonces al pasar por Tapia, porque por ahí pasaban los camiones, oigo que me chistan y era una muchacha y una señora, seguramente su mamá, y me dicen: “oiga, ¿no nos puede matar una gallina?”, y pensé: “uhh, ya me vieron cara de mata-pollos”, pero sí le maté la gallina y fue un mensaje muy claro, acababa de dar mi primera clase, aún no era nada y tenía mucho camino por recorrer. Después de los tres años como maestro de la escuela ¿volvió a tener alguna relación estrecha con la EIAO? Todos los egresados de la Álvaro estamos relacionados con la Álvaro, porque, por ejemplo, en mi caso, te estabas casi todo el día en la escuela, convivías mucho con tus compañeros, éramos grupos muy unidos, nos dábamos la mano en todo y esas experiencias no se olvidan, así que la Escuela no se olvida, porque estábamos mucho tiempo ahí. Con estas experiencias vividas en la Escuela y en retrospectiva, ¿qué ha representado la Álvaro Obregón en su vida personal y profesional? Para mí la Álvaro Obregón significó el que yo pudiera seguir estudiando, porque de la carrera de Electricista 94


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

“Es la Escuela que mejor prepara a los

hecho cosas muy buenas por la institución y a eso se debe en gran parte su éxito, por gente dedicada que quiere mucho a la institución y que trata que se supere; y mientras la Escuela tenga este tipo de gente, que siempre la va a tener, de eso estoy seguro, siempre va a seguir creciendo y superándose. Fue una de las primeras instituciones que mandó alumnos a estudiar a Europa, a Alemania principalmente, para prepararse allá y después regresar y aplicar aquí sus conocimientos. Aparte, la Álvaro tiene un trato muy especial que hace que te encariñes. También la Álvaro fue una de las primeras dependencias que tuvo la Universidad, cuando ésta se fundó, junto con otras que también ya estaban como Medicina, Leyes o Colegio Civil, que nada más se juntaron para crear la Universidad y entre ellas la Álvaro Obregón; y definitivamente es un icono en la formación de técnicos y del cómo se deben de preparar, porque la EIAO no sólo forma en lo profesional, sino también en lo personal, te forma como gente, como persona y eso es algo que muchas veces se olvida.

técnicos, al menos en todo el norte del país, porque es una escuela muy completa y accesible”.

pude sacar para pagar el resto de mis estudios y después, fue el inicio de mi carrera como maestro con la clase que me dieron. La Escuela es una institución que prepara a los técnicos que necesita el estado y el país, y ahora ya se tiene técnico superior; y definitivamente es la Escuela que mejor prepara a los técnicos, al menos en todo el norte del país, porque es una escuela muy completa y accesible, donde se acepta a gente de escasos recursos, como lo era yo, y te preparan no sólo en tu oficio sino también como persona, porque te da las armas para defenderte en la vida. ¿Qué desea para la Escuela a futuro? Que siga con esos bríos, porque la Escuela ha tenido la fortuna de que quienes la han dirigido siempre han 95


MARCO CANTÚ SILVA Licenciado en Organización Deportiva y egresado de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” de la carrera Maestro Mecánico Aparatista, fue profesor deportivo durante tres décadas, logrando, a lo largo de sus años en activo, importantes campeonatos en los deportes de futbol americano y futbol soccer. 96


Marcos Cantú Silva

¿Por qué eligió la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”? ntré en los años cincuenta a estudiar, la Álvaro Obregón desde ese entonces era una escuela de artes y oficios, y yo venía de primaria y como no te exigía la secundaria, pues ya entraba uno a estudiar alguna especialidad, y entré a estudiar en el año de 1956 a la especialidad de Maestro Mecánico Aparatista, cuando estaba de director el Ing. Santiago Tamez Anguiano. ¿Qué nos puede compartir de su etapa como estudiante deportista? Si platicara de eso, es un sueño para mí. En los años cincuenta, cuando era alumno, nosotros tuvimos la oportunidad de jugar basquetbol y nuestro entrenador era Omar Sandoval, un entrenador de primera línea, era un entrenador reconocido a nivel nacional y trabajaba en la “Álvaro Obregón”. Nuestro equipo era un equipo sólido, que logró más de cuarenta campeonatos en la época del maestro Omar, reconocidos a nivel nacional e internacional. En una anécdota, recuerdo que nos invitaron de Estados Unidos y fuimos a Houston con el equipo Atletic Club, un equipo de buen basquetbol, y cuando hicimos este viaje fue toda una historia porque fuimos en dos automóviles de esa época, de 1955, por ahí, y pues uno se nos quedó en San Antonio, Texas, y el otro sí logró llegar a Houston, pero sin la mitad del equipo; en el primer juego jugaron cinco, sin banca, y pues perdimos, pero cuando al día siguiente llegamos los demás y jugamos el segundo partido, lo ganamos; y

pues mucho tiene que ver que la Álvaro Obregón participara en estos encuentros, para ser reconocido a nivel nacional e internacional. Esto fue en basquetbol, pero también jugué en futbol soccer y tuve la oportunidad de ser seleccionado en el equipo de la Universidad en primera fuerza, y fui seleccionado por más de diez años, en categoría juvenil, como portero titular, y esa vez que jugamos con la Universidad fuimos campeones a nivel estatal y fuimos al nacional a Tijuana, fuimos a representar a la Universidad y a Nuevo León, y pues hay otros deportes que también jugué, como futbol americano. ¿Qué recuerdos tiene de Omar Sandoval? Omar Sandoval quería mucho a nuestra escuela y para nosotros era un segundo padre, porque como maestro y como entrenador era buenísimo, pero como asesor, como segundo padre, era mucho mejor; todo el equipo éramos de familias muy modestas, no teníamos el detalle de lo económico y padecíamos muchas cuestiones del hogar y todo eso, y él nos guiaba, él decía: “miren, los tenis aquí se los damos para jugar, pero no los usen todos los días, son sólo para los juegos”, pero pues nosotros no teníamos para más y los usábamos todos los días y nos regañaba, y nos guiaba en problemas escolares, en problemas de la familia, era un hombre muy querido, porque nosotros en respuesta, dábamos todo en la cancha, por eso él hacía equipos bien integrados, bien unidos, por esa cuestión. Al graduarse de la Escuela, ¿que siguió en su carrera?

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Al ter minar la carrera de Maestro Mecánico Aparatista me fui a las empresas a trabajar y estuve cinco años trabajando como jefe de taller mecánico en la empresa “La Americana”, y logré, gracias a la experiencia de mis estudios en la Álvaro Obregón, ser jefe del taller mecánico, y después estuve cuatro años en otra empresa que se llamaba “Remolques” y ahí fui jefe de mantenimiento. En base a esta experiencia tuve la oportunidad de entrar a trabajar a mi escuela como maestro del taller mecánico, maestro de planta, y además, como sabía algo de deportes, fui instructor. También se me dio la oportunidad de ser entrenador del equipo de futbol soccer desde el año de 1977, que fue cuando entré a trabajar aquí como un empleado más de la Universidad. ¿Cómo fue su experiencia como maestro? Éramos una familia en aquel entonces, todos los maestros éramos muy unidos, nos apoyábamos unos a otros con tal de sacar el trabajo educativo a favor de los alumnos. De aquel entonces puedo mencionar a Walter, un compañero, a maestros que fueron muy buenos, como Leonel Rodríguez o el maestro Porfirio Capistrán, de Dibujo; y así, en realidad no terminaría de hablar de tantos nombres de maestros, porque todos éramos muy unidos, éramos una familia muy integrada y daba muy buenos resultados para poder lograr los objetivos que se trazaran en aquel entonces. ¿Cuáles eran sus principales funciones como maestro y entrenador? Como maestro era instructor del área de Máquinas y Herramientas, y como entrenador se me dio también la oportunidad de ser Jefe de Deportes y recuerdo que en el año de 1985, siendo director el Ing. Octaviano Fernández Espinosa, logramos ser tricampeones del Trofeo Universidad, en 1985, 1986 y 1987, de lo cual todos los de la Escuela Álvaro Obregón debemos de sentirnos orgullosos, porque eso no se hace en cualquier momento. Y bueno, también en varias épocas fui entrenador del equipo del Sindicato, hicimos una selección entre los trabajadores del sindicato y logramos hacer un

equipo representativo, y yo fui su entrenador; y como Jefe de Deportes, pues hicimos un trabajo modesto, pero siempre con la intención de ser los mejores de la Universidad, porque ya lo veíamos, incluso como una obligación, de quedar en primer lugar y nosotros tratábamos de inculcar a los muchachos de querer a su Escuela, porque ésta les daba todo, y pues logramos ser campeones del Trofeo Universidad y en futbol americano. En los campeonatos de futbol americano, ¿cómo recuerda esa experiencia? ¡Ah, cuando fuimos campeones de futbol americano!, también recuerdo que fuimos campeones en novatos en 1988 y en 1989 fuimos campeones de intermedia, y en el siguiente año, 1990, fuimos campeones también de intermedia, o sea, tres años consecutivos fuimos campeones de futbol americano en estas categorías. Y bueno, en las areas universitarias se reconoce mucho a quien logra ser campeón de futbol americano, como que despierta la viveza en todos los maestros y alumnos cuando sale tu equipo campeón, muy diferente cuando sale campeón de basquetbol o futbol soccer, o sea, como que en estos no impacta tanto como en futbol americano, en la Universidad se reconoce mucho este deporte, el deporte universitario por excelencia. ¿Tiene alguna anécdota de su periodo como entrenador? Sí claro, una vez siendo yo entrenador de futbol soccer de la Escuela nos jugábamos el campeonato con la Preparatoria No. 9 y ellos traían un entrenador que había sido jugador de Rayados, le decían “Bebé”, e íbamos a jugar en el campo de Vista Hermosa, que ya no está, era a lado del Hospital Universitario; y en ese entonces pues jugamos a las cinco de la tarde y fue un juego muy reñido, muy bien jugado, porque “Bebé” pues tenía mucha experiencia y fue muy difícil ganar contra ellos, y nos fuimos por empates hasta tiempos extras, donde también quedamos empatados, y el sol ya se había metido, y pues no hubo de otra, 98


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ahí estaba el Coordinador de Deportes y nos fuimos a penaltis y metía uno la Álvaro y metía la 9, y metía la Álvaro y metía la 9, empate otra vez, hasta que el Coordinador paró todo porque ya era de noche y no se veía nada, y nos dijo: “vamos a decidirlo con un volado”, imagínense, todo el juego en empate y el campeón se iba a decidir por un volado, pues ni modo, el Coordinador tira el volado, yo voy águila, “Bebé” va sol y ¡que cae la moneda parada! Y nada, empezamos a sudar, pero era posible por el césped; y nada, nos fuimos para fuera donde estaba en concreto y ahí se volvió a tirar y quedamos campeones, gracias a Dios. ¿Cómo fue su experiencia como representante sindical? En el STUANL duré más de treinta años, pero nunca dejé de estar frente al grupo dando mis clases, yo lo combinaba, daba mis clases, me iba al Sindicato y ahí desempeñaba mis funciones; por más de treinta años fui delegado por parte de mi Escuela ante la

Asamblea General Representativa, después fui seccional durante nueve años de forma alternativa y después ocupé varios cargos en el Comité Ejecutivo, como presidente de las Comisiones Mixtas, como Secretario de Pensiones y Jubilaciones, y como Secretario de Previsión Social, y otros cargos más. Esto, en ese tiempo, me dio a mí la experiencia y la oportunidad de darnos cuenta de cómo se estaban desarrollando las políticas sindicales en otros países, en Europa por ejemplo, donde se presentaba un gran problema como lo eran los fondos de pensiones y jubilaciones, era un problema mundial y no tardaba en llegar a nuestro país, por lo tanto, el día 5 de febrero de 1998, en la Asamblea General Representativa, se presenta la oportunidad de proponer que se creara el Fondo de Pensiones y Jubilaciones, con aportación de nuestro sindicato, los trabajadores y la Universidad, para que juntos creáramos ese fondo y eso nos diera una seguridad a los trabajadores y a las familias. Así fue como se aprobó el Fondo de Pensiones y 99


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Jubilaciones que ahora tenemos, y ahora nuestras familias están tranquilas, el día que nos pensionemos tendremos una aportación segura. Regresando al ámbito deportivo, cuando se jubiló recibió un homenaje simbólico, ¿qué nos puede comentar? Cuando yo me jubilé, mis compañeros tuvieron a bien de retirar el número que yo portaba en la camiseta de basquetbol y futbol americano, como un reconocimiento a todo lo que entregué en el campo de juego, porque yo entregaba cuerpo y alma por sacar adelante a mi equipo que era la Álvaro Obregón. En futbol americano jugaba con el 67 y en basquetbol era el 13. Fue coautor del libro de historia del 75 aniversario, ¿qué nos puede comentar? Fue un trabajo de tres elementos, el maestro Sergio Loredo que anduvo coordinando y la maestra Susana Marroquín y un servidor, y no fue un trabajo fácil, fue algo fuerte porque teníamos nosotros que aprovechar los pocos tiempos libres que teníamos para recabar información de aquí y de allá, y además este libro nosotros lo hicimos con la intención de darlo a conocer entre los compañeros y personajes que integramos la Álvaro Obregón, y estoy seguro que muy pronto van a hacer otro texto, otro libro más completo y espero que pongan lo del volado. ¿Qué nos puede comentar de los directores con quienes trabajó? Durante los 42 años que estuve colaborando en la escuela hubo muchos directores que pasaron por la Escuela, y todos y cada uno de ellos hicieron un gran esfuerzo, estoy seguro de ello, porque para empezar, para ser electo como director se tienen que reunir ciertos requisitos que exige la Ley Orgánica, y ya con esto se nos da la confianza a todos los integrantes de la Escuela, y estoy seguro de que todos los directores han puesto su granito de arena, así como actualmente el ingeniero Fernando Rodríguez, que es el nuevo director, ha iniciado a tambor batiente este trabajo

de levantar la escuela, de sostenerla y de llevarla más arriba. ¿Cómo lo gustaría ver la Escuela en un futuro? Bueno, la escuela ya tiene sus cinco unidades, lo cual es mucho trabajo para un solo director y el nuevo director, el compañero Fernando Rodríguez, estoy seguro nos dará el gusto de verla más activa, con mayor ímpetu en el área educativa. ¿Qué significó la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” en su vida? Como maestro tuve aciertos y algunos detalles, pero eso sí, tuve muchas satisfacciones y siempre tuve la intención de que todo se resolviera en un marco de honestidad, y esta palabra es muy importante, ayer, ahora y mañana es importante la honestidad. Como alumno, orgullosamente alvaroobregonense; y como deportista, trabajamos en equipo, porque sabíamos que teníamos que trabajar en equipo para sacar las cosas adelante, tener una vida sana y con mucha disciplina, y sobretodo respetar las reglas y normas de conducta obligatoria, todo esto gracias a nuestra Universidad que nos ha dado todo. Y cuando me jubilé, soy sincero, yo hubiese trabajado cincuenta o sesenta años si me hubiesen dado la oportunidad, pero también sé que vienen nuevos valores, con otras mentalidades, más desarrolladas, y para ser justos sí era tiempo de que me retirara. Me sentía muy a gusto porque pues aquí era mi segunda familia, yo aquí vivía de las siete de la mañana a las siete de la tarde, todos los días, salía de mi casa y mis hijos estaban dormidos y llegaba a la casa y mis hijos estaban dormidos, y sólo tenía los fines de semana para estar con ellos, y aquí era mi otra familia y pues fue muy difícil para mí jubilarme porque no quería dejar de estar en contacto con mis alumnos y compañeros de trabajo, era una felicidad, o sea, me pagaban por un trabajo que me gustaba, y ese trabajo que me gustaba lo trataba de hacer de la mejor manera y me da mucha alegría ver a mis ex alumnos realizados, con su futuro bien firme y ese es mi mejor premio. 100


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GILDARDO GONZÁLEZ PULIDO Catedrático por más de treinta años en las materias del área social. Desempeñó diversas comisiones relacionadas con ceremonias de carácter oficial, como orador y maestro de ceremonias.

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¿Cómo fue su ingreso a la planta docente? ue por el año de 1957, la necesidad me acercó, mejor dicho me puso en el camino para buscar nuevos horizontes. Yo ya tenía mi base como maestro de primaria pero necesitaba más recursos económicos y me acerqué a la Álvaro Obregón, una tarde, en ese entonces era director de la escuela el ingeniero Santiago Tamez Anguiano. Como ya tenía compromiso en las mañanas con mi planta de primaria, entonces me quedaba la tarde libre para buscar nuevas oportunidades y aquí me encontré con el que era el coordinador de los turnos vespertinos y nocturnos, el profesor José Flores, y con él hablé de que necesitaba trabajo, que era recién egresado de la Normal, y me miró el profesor Flores de arriba a abajo y me dijo: “te miras jovencito”, no como ahora verdad, y entonces me dijo que me esperara a que llegara el director porque él no podía decidir eso, y a los pocos minutos llegó el director y le dijo: “mire, este joven maestro normalista viene a buscar trabajo”, y el ingeniero Tamez dijo: “tápamelo de clases”, así nomás, él era hombre de decisiones, entonces así me inicié, inmediatamente, con unas horitas. ¿Qué materias impartía? Soy del ramo de sociales, entonces tuve desde Geografía, Historia y posteriormente Nociones de Contabilidad, y luego algo de Español, el de aquellos años. ¿Cómo era el ambiente en la escuela? Era un ambiente muy tranquilo mientras no hubiese problemas que afectaran al medio social, o sea, a la comunidad. Los alumnos de la Álvaro Obregón

siempre fueron de lucha, acogían los problemas que a la sociedad le afectaran, ¿cómo?, si era un aumento en los camiones, tomaban camiones y los metían al edificio de Calzada Madero, tres o cuatro camiones cabían allí, y entonces entraban en pláticas, las cuestiones de encontrar los acuerdos. Había en aquel entonces una unidad móvil que tenía la Álvaro, bueno los alumnos, el famoso Comando, ese Comando era un reliquia histórica de la Segunda Guerra Mundial que le habían obsequiado a la escuela, y los muchachos salían en ese Comando a exhortar a la comunidad, pero sólo cuando los problemas se presentaban. ¿Cómo recuerda el proceso de autonomía? Fue muy pesada, porque era una lucha contra el gobierno, políticamente hablando, y los alumnos nos protegieron a los maestros tomando las escuelas, los edificios, para que no se aplicara la cláusula que de faltas tres días y recisión de contrato, pero nosotros teníamos que ir a hacer guardias en el frontispicio de los edificios, no entrar porque estaban tomados por los alumnos, y así fue todo ese proceso del conflicto universitario. Ya cuando este problema tuvo características de probable solución, en la escuela Álvaro Obregón comenzó a levantarse una lista que se denominó “lista negra”, ¿por qué?, porque las personas que estaban en esa lista la encomienda era darles para fuera. Una tarde, cuando llego yo a la escuela, ya cuando se retomaron las clases, bueno que todavía se estaba que unas sí y otras no, me cita quien era el subdirector en ese entonces; fui y me presenté y me dijo: “mire, profesor Gildardo, aquí tengo una lista que quiero

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que la vea y si está de acuerdo firme”, yo no la vi, la agarré y la puse al revés, y le dije: “dígame, sé que hay un lista negra, ¿van a hacer llamar a esos compañeros para que firmen esto que me está usted ahorita proponiendo?”, y me dijo: “desgraciadamente sí”, dejé la lista, no quise ver ni el primer nombre, porque yo tenía una concepción de mis compañeros y si veía esa lista pues iba a cambiar, y le dije al subdirector: “vamos a hacer una cosa”, “dígame”, me dijo, “consígame una entrevista con el director mañana por la mañana”, yo ya estaba trabajando en una secundaria y le dije al director de ese plantel “usted sabe cómo está la situación ahorita y necesito que me deje salir mañana por la mañana porque tengo una cita con el director de la Álvaro Obregón”, y me dio la salida. Una vez en la Escuela me recibió el director y le dije: “nomás quiero presentarle mi situación ante este problema que estamos viviendo”, “sí, como no”, “yo sé que usted tiene buena amistad con el gobernador Eduardo Elizondo, porque la tuvo desde que él era rector, ¿por qué no hace valer esa

amistad y protege a su planta docente?, yo sé que anda circulando una lista negra y ¿qué va a pasar?, ¿los van a correr?”; y pues el director dudaba, porque este era un problema a nivel estatal, una encomienda, y le terminé diciendo: “y ahora, si me va a correr a mí también por esto, pues inclúyame de una vez en la lista negra”, “no Gildardo, cómo crees”, me dijo y total que así quedó, la situación comenzó a resolverse, la famosa lista negra desapareció y no se afectó a un solo compañero. Además de docente, ¿tuvo algún puesto administrativo? Tuve la oportunidad de tener una invitación a puesto administrativo durante la dirección del Ing. Jesús Cervantes Veliz, pero yo siempre fui muy alérgico a la politiquería y son puestos de mucha política, pero le agradecí y me dijo: “bueno, si no puede echarme la mano en eso, va a ser el maestro de ceremonias de todos los eventos que se hagan durante mi administración”, y eso sí se lo acepté y en todos los eventos, desde graduaciones hasta la visita de algún

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funcionario, en fin, todos los eventos que se ofrecieran, ahí estaba, y también ahí nace una expresión muy curiosa, “familia alvaroobregonense”, que era con lo que yo remataba todas mis intervenciones como maestro de ceremonias. ¿Cómo recuerda a los directores con los que trabajó? Cada quien en su tiempo aportó a la Escuela, en mi historial fueron cinco directores y a grandes rasgos los voy a comentar. El que me abrió las puertas, Santiago Tamez Anguiano, una gratitud de toda la vida; Antonio B. Caballero, que estuvo al frente de la escuela durante los tiempos conflictivos y además con él obtuve la planta como maestro; Jesús Cervantes Veliz, él me consiguió trabajo para un sobrino, que comenzó como intendente y después se elevó a técnico, y lo que mencioné de la oportunidad de maestro de ceremonias; Octaviano Fernández, porque él fue quien les consiguió la base a mis hijos, a una nuera y a tres personas más que estaban muy necesitadas económicamente en ese tiempo y los dejó entrar; y el quinto, el Ing. Lázaro Vargas, quien les otorgó finalmente la planta completa a mis hijos y unas horitas extras, a pesar de que yo ya llevaba un tiempecito jubilado; y bueno, estos son los favores que hasta que me muera los voy a tener en mi corazón con mucha gratitud. ¿Y a sus compañeros maestros? No pues, qué puedo decir, el profesor José Soto, uno de ellos, el profesor Vázquez Cevallos, Sóstenes Arámbula, pasante de Leyes que nunca se tituló, pero vieran ustedes que habilidades natas traía para el magisterio, se ganaba al alumnado con consejos y era un orador nato; y bueno, vinieron otros como Reynaldo, Héctor, el profesor José Martínez Montemayor, el ingeniero Chavelú, que ya no vive, y muchos otros, que nunca terminaría de mencionar. En general, ¿qué logros recuerda de las administraciones que le tocó vivir? Bueno, con el Ing. Jesús Cervantes Veliz se abrieron muchas fuentes de trabajo, porque el ingeniero

Cervantes tenía muy buena relación con el rector en turno, y hubo modificaciones en los planes de estudio, aumentaron horas, grupos y se improvisó el viejo edificio, en los talleres; y se crearon grupos y grupos, y hubo mucha oportunidad de trabajo para muchas personas. Con el Ing. Octaviano Fernández comenzó Tres Caminos y se consiguió también un edificio que se llamaba Aulas Anexas, que la llamaban la Alvarito, fue una expansión grande. ¿Cómo ve a la Escuela en la actualidad y a futuro? Con el crecimiento que tiene ya la Escuela, para el director en turno de la Álvaro Obregón es un carga muy pesada, porque el ingeniero Fernando Rodríguez está aquí (Churubusco) en este edificio, pero él es quien da la última palabra de las problemáticas que se presenten en las otras unidades, pero no es imposible, porque si tiene un buen equipo de colaboradores las cosas saldrán adelante. Y ¿cómo veo a futuro la Escuela?, bueno, como todo en la vida, en nuestros tiempos existieron problemas propios de nuestro tiempo, pero la actualidad también tiene sus problemas y creo que debe de fomentarse mucho la actualización del maestro, porque todo avanza muy rápido, sobre todo las nuevas generaciones de profesores, ellos deben de actualizarse constantemente, a cómo vaya evolucionando todo. ¿Algo más que quiera agregar? Pues sólo un agradecimiento, que aquí lo traigo (por escrito): Mi sincero agradecimiento para el ingeniero Fernando Rodríguez Gutiérrez, director de la Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”, por la inmerecida deferencia que tuvo para con un servidor para que se me hiciese esta entrevista, la que concluyo deseando que el Supremo Creador le siga iluminando, al igual que a sus colaboradores, la senda más idónea para llevar a puerto seguro esta compleja y ramificada nave que la comunidad alvaroobregonense le ha conferido. 105


MAURO MARTÍNEZ MATA Destacado alumno deportista, conocido como “Rana”, llegó a jugar en los equipos de futbol americano de la FIME y Tigres de la Universidad. Fue catedrático por 28 años, secretario en la administración de Antonio Caballero y subdirector de Jesús Cervantes Veliz y Octaviano Fernández.

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Mauro Martínez Mata

¿Cómo se da su ingreso como alumno? i ingreso se dio porque mi papá era mecánico, entonces de niño a mí me llamaban mucho la atención los carros y los camiones con los que él trabajaba, y yo le ayudaba, ahí andaba yo todo engrasado, dándole las herramientas que me pedía y ayudándole en lo que me pedía; entonces, cuando llegué a Monterrey hacia finales de 1955, me inscribí en la Secundaria No. 1 y por unos amigos de mi natal Pánuco, Veracruz, me di cuenta de que aquí existía una escuela preparatoria técnica y que era muy buena, la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”, entonces al finalizar mis estudios de secundaria decidí ingresar a esta escuela en 1961, a Preparatoria Técnica con especialidad en automotriz. ¿Qué maestros recuerda con especial cariño? A varios, pero quisiera hablar del director de la escuela en aquel tiempo: el ingeniero Santiago Tamez Anguiano. Él fue una persona que nos ayudó a formarnos, con su carácter, con su disciplina, con sus experiencias y a veces hasta mal hablado, o la mayoría de las veces; entonces, para nosotros fue un símbolo importante que influyó en el carácter del alumno, porque él siempre defendió a todos los estudiantes de la Álvaro Obregón, en la situación que fuera. Él estaba en la Comisión Federal de Electricidad, él fue quien instaló el sistema eléctrico de las Grutas de García y como director de la EIAO era medio romántico, pero con una dureza que llegamos a apreciarlo como un padre, porque él te guiaba y te exigía al mismo tiempo, entonces sí tengo

grandes recuerdos de él, que era un amante del deporte, ya fuera basquetbol, soccer o futbol americano, siempre estaba en los juegos y recuerdo mucho una anécdota de él en este ámbito. En una ocasión que estábamos jugando una final de futbol soccer con Ingeniería Mecánica, él estaba viendo el juego, y como era una final, pues el partido estaba muy peleado, y en un momento hubo un conato de bronca, salimos corriendo porque nos empezaron a apedrear y en eso alguien iba corriendo detrás de un estudiante de la Álvaro Obregón, el director lo vio y lo agarró del brazo; en ese momento vienen dos estudiantes de la Álvaro y le quitan a ese estudiante de encima, porque pensaron que ese estudiante estaba agrediendo al director y tú no podías permitir que lo tocaran, se le fueron encima y se lo quitaron. Después andaban corriendo al director porque le acusaron de que andaba agrediendo al estudiante de Mecánica, pero no fue así, él simplemente defendió a un estudiante de la Álvaro, porque él así amaba la Escuela y así amaba el deporte. ¿Cómo recuerda su tiempo como estudiante? Nosotros veíamos en nuestra Escuela que teníamos muchas carencias, por ejemplo, en temporadas de lluvia, por un día de lluvia podíamos durar hasta dos semanas con goteras dentro de los salones, era una carencia fuerte. En el taller de tornos, de ajustes, de modelos, de fundición, de automotriz, en todos, no teníamos los suficientes materiales para prácticas y de los que teníamos, ya estaban muy viejos. Entonces, de mi generación estaba Juan Kullick, Raúl Carrillo Lucero y su servidor, Mauro Martínez, y en una

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ocasión que estábamos en el Café de la China, que estaba a un lado del edificio viejo de Félix U. Gómez, decidimos a través de un volado llegar a la Sociedad de Alumnos, presidente Raúl Carrillo, alumno consejero Juan Kullick y secretario Mauro Martínez. Entonces empezamos a elaborar un pliego petitorio que se lo presentaríamos al rector en turno, que en ese entonces era el maestro José Alvarado, y nos recibió, pero así como nos recibió nos corrió de Rectoría, porque nosotros pusimos como fecha límite quince días para la entrega de respuestas o soluciones y se nos dijo: “nadie le pone ultimátum al señor rector”, entonces como en aquel tiempo teníamos turno diurno y nocturno, y este turno también tenía su sociedad de alumnos, decidimos juntarnos con ellos. En la reunión estábamos por decidir el irnos a huelga, cuando llegaron el rector de la Universidad y el secretario de la escuela, el maestro Rodríguez, y entran e intervienen, entonces alguien participó y dijo: “lo que queremos señor rector es que haiga buenos maestros” y el rector le respondió: “¿cómo es que tú, siendo alumno universitario, no sepas ni hablar?”, y el compañero le dijo: “pues precisamente estamos luchando por tener los mejores maestros, para saber hablar”, y así como llegó, el rector canceló la matrícula de todos los alumnos de la Álvaro Obregón, salió del salón y se encaminó hacia el lobby de la escuela, allí teníamos un pizarrón para avisos, y con su puño y letra escribió la clausura de la Escuela Industrial y la firmó. Al intentar salir de la Escuela, un grupo de muchachos intentó detenerlo, pero nosotros les dijimos: “no, no hagan nada, él está mal” y directo nos fuimos al Café de la China para que nos permitieran usar el teléfono. Hablamos al periódico El Norte, que ya se traía al rector desde hace tiempo, y para el día siguiente ya no había rector, se había equivocado. Nosotros comulgábamos con sus ideas, con tendencia a la izquierda, pero a nosotros no nos patrocinaba nadie, nosotros éramos producto de la Escuela, producto de su esfuerzo y de las necesidades

que teníamos, y al suscitarse la renuncia del maestro Alvarado, se nos acercaron alumnos de Derecho, Contabilidad y de otras, porque todos le traían ganas, y nos preguntaban que quién nos estaba patrocinando, que si nos juntábamos a comer, que esto, que lo otro, y nosotros les respondimos: “no, espérense, si esto es una lucha por algo real, algo que le incumbe sólo a la Escuela, por cosas que necesitamos para trabajar”. Total que se dio el nombramiento del nuevo rector, que fue el licenciado Alfonso Rangel Guerra y en los 85 años de esta institución, es el único rector que en el término de una semana ha venido todos los días a las siete de la mañana a supervisar. Hubo dos detalles importes que le llamaron la atención, uno fue que la Escuela estaba muy sucia y nos preguntó si no teníamos conserjes o estos no trabajaban, y en lo personal le contesté: “sí tenemos conserjes señor rector, lo que pasa, es que no ganan ni el mínimo” y me dijo: “y ¿tú como sabes eso?”, “porque todos los días almuerzo con ellos” y aquí quiero hacer un breve paréntesis para recordar a Don Pedro, Lupe, “Chuy” Camacho, Julián Anaya y otros que no por faltarme son menos importantes, conserjes que después de haberme graduado de ingeniero y de ser secretario, maestro y subdirector de la Escuela, no por ello dejé de comer con ellos, cuando se podía. Ahora, retomando un poco, el otro punto fue que algunos maestros eran impuntuales o simplemente no iban y lo que hizo fue hablar con las autoridades de la Escuela para mejorar la asistencia y la puntualidad, y sí se hizo. De aquí nació una buena relación con el rector y fue tanta la confianza que en una ocasión que tuve un problema con mi hermano Jesús, él me ayudó. En aquel entonces los egresados de la Álvaro Obregón sólo podían entrar a Ingeniería Civil, a Ingeniería Mecánica y Eléctrica, y a Matemáticas, las demás facultades estaban fuera de nuestro alcance; así que un día me presenté ante él, con los planes de estudio de la Preparatoria No. 1 y de la Álvaro Obregón, y le comenté el problema. Mi hermano quería entrar a Arquitectura y pues era la 108


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de la Universidad o era el Tecnológico, pero éste estaba inalcansable para nosotros, económicamente, así que tenía que ser en la Universidad, pero pues no podíamos entrar. Poco tiempo después, al estudiarse este problema por el maestro Vicente Reyes Aurrecoechea, que era del Departamento Escolar, se me habló y me dieron la buena nueva de que ya se podía ingresar a Arquitectura, porque teníamos razón, nuestro plan de estudios era más completo que el de la Preparatoria No. 1, con materias más afines a la Facultad de Arquitectura, como matemática avanzada o dibujo, y así quedó esto. Nosotros continuamos sin obtener respuesta a nuestro pliego petitorio, pero por esas fechas el presidente de la República, Adolfo López Mateos, venía a inaugurar algunas instalaciones del IMSS, así que a nosotros se nos hizo fácil hacer una valla humana en Félix U. Gómez, por donde iba a pasar y así invitarle a que pasara a nuestra Escuela y así diera fe de nuestras carencias, pero pues la policía estatal y federal se dio cuenta de todo e inmediatamente nos pararon. El comandante Carpinteiro fue y nos instaló una ametralladora tipo tripié en el camellón central de Madero, apuntando hacia nuestro bello edificio, para asustarnos; pero afortunadamente la gente de Gobernación se comunicó con el ingeniero Tamez, nuestro director, para preguntarle por nosotros e invitarnos a la apertura de un Cebetis que se iba a inaugurar en la Colonia Fierro. El director nos prestó el mueble que traía de comisión, porque en aquel entonces se acostumbraba traer una aguilita en la puerta del vehículo y con eso teníamos paso conducto, y nomás vieron el aguilita y nos dejaron entrar “así, estamos enterados de ustedes que andan haciendo un borlote, que quieren hacer esto y lo otro”, nos dijeron al entrar, pero les contestamos: “no, nada más traemos un pliego petitorio en el que queremos que nos ayude”. Total que nos hicieron una atenta invitación para llevarnos a las oficinas generales de gobernación y para no hacerla larga, sabían hasta lo que habíamos

almorzado, tú Juan Kullick, esto y esto, Raúl Carrillo, esto y esto, y tú Mauro Martínez, esto y esto; pero afortunadamente estábamos limpios, no pertenecíamos a ningún partido, nadie nos patrocinaba y simplemente era una lucha para tener con qué trabajar. Hablaron a México, no había problema y autorizaron el hacer una cita con el secretario del presidente y con el secretario de gobierno del estado de Nuevo León, en las instalaciones de la escuela técnica que se iba a inaugurar, y ahí fuimos, “¿qué quieren muchachos?”, no pues esto y les mostramos el pliego petitorio, y el secretario del presidente le dijo al secretario del estado: “se encargan ustedes, dígale al gobernador que lo arregle” y lo arreglaron, al poco tiempo nos llegó la ayuda y tanto fue así, que aún se luce en el lobby del viejo edificio la placa conmemorativa de esta remodelación. De su etapa como alumno deportista, ¿qué nos puede platicar? Para mí el jugar futbol americano fue un conducto para llegar a la Sociedad de Alumnos y junto con Kullick y Carrillo, pues no sé porqué, pero planeábamos todo. Entramos a jugar futbol americano y soccer, y el basquetbol no, pero nos íbamos de porra y el ser porra no sólo era dar ánimos, sino también entrarle a los trancazos. Tengo una anécdota, que fue increíble. En una ocasión que veníamos de entrenar de los campos de Ciudad Universitaria, veníamos en el Comando y lo iba manejando Iván de la Peña, que le decíamos “La Muñeca”; Raúl Carrillo venía en la defensa y ni Raúl ni nadie de los que veníamos en el Comando, que éramos como treinta o no sé cuántos, nadie se dio cuenta de que había un bordito y a Raúl se le atoró el pie y cayó frente a las ruedas delanteras del Comando y éste le paso por encima de las dos piernas; lo llevamos al hospital y resultó que no le pasó nada, no se le quebró nada, estaba tan flaco Raúl que no se quebró, nada más lo magulló, y hasta al hospital fue a verlo el director Tamez Anguiano y no puedo comentar la expresión que usó, porque 109


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usaba unas expresiones fuertes, pero dijo: “eres el único que me ha sacado un…”, hay quedó. Afortunadamente Raúl se levantó, caminó y se recuperó del todo. También recuerdo las carencias que teníamos en los equipos de deportes. En una ocasión, Isidro Guzmán, jugando contra el Tecnológico, iba corriendo a touchdown, pero como no traíamos ni barbiquejo, pues el casco le iba dando vueltas y no lo dejaba ver, se quitó el casco y le pararon la jugada, ya no pudo anotar touchdown. En americano jugué de todo, receptor, ofensivo y defensivo, jugué en los años 1961, 1962 y 1963, portando el número 35. De los jugadores que recuerdo son Cuauhtémoc González, Raúl Carrillo, Juan Kullick, Iván de la Peña, uno de los hermanos Rodríguez, tres hermanos de Reynosa, Tamaulipas, que les decían “Los Perros”, que no sé porqué les decían así, tal vez porque eran muy “perros” para jugar, muy duros. Del semillero de jugadores de la EIAO para la FIME y la Universidad, por ejemplo, Isidro Guzmán, un excelente corredor y mejor estudiante, en la FIME fue Premio al Saber de su generación; otro jugador, que creo fue y ha sido el más grande que hemos tenido, que jugó con la Álvaro Obregón, la FIME y la Universidad, es Jaime de la Fuente, el “Jimmy”, tacle ofensivo y defensivo, fue declarado el mejor jugador en su posición de todos los tiempos. Cada vez que venían los gringos a hacer sus clínicas de futbol americano siempre lo distinguían a él, le ponían una cruz en el casco y decían: “así como él quiero que jueguen todos”. ¿Cómo surgió el apodo de “Rana”? Fue en la Álvaro donde me bautizaron como “Rana”. Estaba un día tomando la clase de inglés, siempre batallé mucho con esta materia y me sentaba mero adelante, entonces recuerdo que ese día en la parte trasera del salón estaba Raúl Valdivia, licenciado en Derecho, y para ese entonces ya me decían “Rana”, y empezó a hacer “croac, croac, croac”, y a mí me molestó porque en esa clase batallaba y me estaba

distrayendo, así que cuando tocó el timbre me fui sobre él, pero no iba a pelearme en la escuela, así que nos fuimos detrás de una clínica del Seguro Social que está por Félix U. Gómez, ahí había unos rieles y ahí nos agarramos a trompadas, pero yo no quedé conforme porque él me descontó y lo anduve buscando. Entonces por esa semana me habla un conserje y me dice: “oye Rana, te anda buscando el director” y le dije: “tú dile que no me encontraste”, “no Rana, tú sabes que no le puedo mentir al director”; así que fui y me presenté ante él y junto con Valdivia nos dijo: “con que muy machitos ¿no?”, y le contesté: “no, lo que pasa es que él me descontó”, “ah, ¿te descontó?, muy bien, se suspenden las clases, tráiganse unos guantes y vamos al gimnasio”, nos dijo; y sí, nos pusimos en el ring a darnos de trompadas, al terminar, el director nos dijo: “si vuelve a suceder, se me van los dos” y te lo cumplía. Entonces “Rana” fue porque cuando yo jugaba, mis compañeros decían que brincaba como rana y además que tenía cara de rana. Y con este apodo me conocían todos, recuerdo que cuando había juego e iban los reporteros y preguntaban: “¿quién es ese?”, cuando traía algún pase o algo, y les decían “es la Rana”, y así se quedó, tanto que en ocasiones ni se sabían mi nombre. En esto recuerdo una anécdota. Ya egresado de la carrera y ya cuando era secretario de la Escuela, llegó un familiar y me andaba buscando: “oye, ¿el ingeniero Mauro Martínez?”, le preguntaba a los conserjes, y Julián Anaya, uno de ellos, le dijo: “no, aquí no hay ningún ingeniero Mauro Martínez”, “como no, si es el secretario de la Escuela”, le respondieron y dijo: “ah”, se asomó por uno de los ventanales de la Escuela y me gritó: “Rana, te buscan”. Así que siempre fui “Rana” y todavía soy “Rana”. ¿Cómo concluyó la pelea legal? Lo tocaba y se dejaba caer, porque él se creía un adonis, creía que estaba muy guapo, entonces no quería que lo tocara, pero ahí se acabó la bronca, de hecho, nos seguimos saludando todavía. 110


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Universidad, siendo los primeros campeones de la Universidad a nivel nacional. Era la primera vez que entrenaba a un equipo y lo primero que hice fue solicitar presupuesto para comprar equipos. El director Antonio Caballero nos apoyó y compramos los jerseys, porque los que se usaban para los juegos eran los de entrenamiento, no teníamos uniformes para juego, así que los compramos y por separado también compramos los números y se los estampamos a los uniformes. Eso sí, buscamos conseguir cascos buenos, hombreras y todo lo que necesitábamos. Íbamos y lo comprábamos a Estados Unidos, y recuerdo una ocasión en que fuimos a comprar equipo a San Antonio, Texas, con el ingeniero Juan Galván en su vochito, pero al regresarnos se nos hizo tarde y estábamos pasando el puente como a la una de la mañana, y nos tocaron unos agentes aduanales muy duros, no nos dejaron pasar el equipo. Nos regresamos y estábamos preocupados porque pues ¿dónde lo dejábamos?, nadie tenía parientes allá, pero fuimos a una iglesia, porque pues en una iglesia no se los iban a robar, y le dijimos al padre: “perdónenos padre, pero no nos dejan pasar con el equipo, vamos a intentar pasarlo en otro día”, “nomás no me lo dejen mucho tiempo”, nos dijo, y en tres días regresamos por ellos y así equipábamos a los muchachos. Otra cuestión que recuerdo es que nos preocupaba la cuestión alimenticia, porque muchos muchachos no traían ni un frijol en la barriga, entonces nosotros buscábamos la forma de conseguirles alimento, ya fuera de nuestra propia bolsa o como fuera, pero tenían que comer porque el deporte era muy exigente. La otra fue que después invité a mi hermano Cipriano como doctor del equipo, para que les hiciera examen a todos los jugadores, porque yo no quería que se me fuera a lesionar algún muchacho, y sí tuvimos algunas lesiones físicas propias del deporte, como esguinces, conmociones o cosas así, pero nada de gravedad o peligro. Así que siempre tratamos de traerlos bien equipados, bien comidos y bien cuidados.

¿Cómo se dio su ingreso a la planta docente? Entré dos años antes de salir de la facultad, entré como maestro de Motores de Combustión Interna y de hecho terminé como coordinador de la carrera. Cuando egreso de la FIME, en junio de 1969, para diciembre de este año fui nombrado secretario del plantel, por primera vez. El director que me nombró fue el ingeniero Antonio B. Caballero, después sustenté otros carg os administrativos. Con Jesús Cervantes Veliz y Octaviano Fernández fui subdirector. También fui coordinador de las carreras de Industriales, Estudios de Trabajo, Motores de Combustión Interna, Electricidad del Automóvil, tuve varias cosas. ¿Como maestro se volvió a involucrar en el deporte? Sí, estando todavía en la FIME entré como entrenador en jefe a la escuela, junto con el ingeniero Paulo Medina. Tuvimos la fortuna de tener una camada de jugadores disciplinados, trabajadores y con actitud positiva de triunfar, con ellos tuvimos la oportunidad de terminar invictos en la liga de 1970, junto con el equipo de la REDEA, de Anáhuac. Por primera vez el equipo de la EIAO llegaba a una gran final, que quedamos como subcampeones. En este equipo podemos destacar a tres jugadores: Jorge Solís, Graciano “Chano” González y Eduardo Lagos, quienes después de jugar en la Álvaro y en la FIME los seleccionaron para ir a jugar en los Tigres de la 111


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Y creo que el deporte es una enseñanza muy bonita, porque se aprende de todo, a ser responsable, competitivo y obviamente lo básico del deporte, desde lo más básico como el parado. Hay que entrenarlos para que no se lastimen, que tengan la habilidad de amortiguar, resbalar o de soportar, creo que estos son elementos básicos. Dirigí el equipo durante dos años, en 1970 y 1971. De las administraciones que mencionó, ¿qué recuerda? Con la administración de Cervantes Veliz se dio un crecimiento para el cual no estábamos preparados. La población estudiantil llegó a ser de ocho o diez mil alumnos y nuestros talleres no crecieron un metro cuadrado, ni nuestra capacidad para recibirlos. Fue una demanda extraordinaria, que desgraciadamente no tuvimos a tiempo la respuesta para satisfacer esa demanda. Como directivos sí cometimos errores y a mí me tocó matricularlos, y en ocasiones utilizábamos el gimnasio para inscribirlos, porque no teníamos espacio en las ventanillas. Otra falla que recuerdo, fue en lo respectivo a los primeros viajes a Alemania. La promoción fue muy buena y nuestros alumnos sacaron los primeros lugares allá en el lugar donde les tocó ir, pero el error de nosotros fue que cuando ellos regresaron a Monterrey, nosotros no estábamos preparados para recibirlos. Debimos de haber estudiado plenamente cuáles eran las especialidades que ellos tenían y cómo los íbamos a ubicar en la Escuela para sacarles provecho, pero no tuvimos esa capacidad y muchos de ellos terminaron por irse a las industrias, quienes fueron las ganonas y donde sí les sacaron provecho. Este es mi sentir, sé que siguen los programas ahorita y también sé que definitivamente estamos más preparados, y además, ahora sí tenemos como recibir la alta demanda con cinco escuelas; pero en lo personal me siento responsable por aquellas fallas que comenté, porque fui parte de la administración. En lo personal, ¿qué significa la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” en su vida?

Mi vida, aquí me formé como hombre, como estudiante, como deportista, como maestro y como empresario. En mi inserción a la industria privada, la preparación de la EIAO me ayudó muchísimo, desde lo más simple hasta lo más difícil. Cuando tuve la oportunidad de ser estudiante, cursábamos 14 materias durante el año escolar y lo mismo estábamos en Carpintería, que en Modelos o Ajustes o Mecánica o Fundición o Automotriz o Eléctrico; nosotros teníamos una gama, un abanico de oportunidades que no todos los estudiantes tienen. Entonces, por ejemplo, en mi negocio particular manejo maquinaria norteamericana y china, y las que dan más guerra son estas últimas, porque la calidad no es la que se requiere, entonces lo que hacemos es agarrar la pieza, mandar hacer un modelo con las desviaciones correctas y hacer el vaciado y maquinado, y todo esto lo aprendí acá. Lo otro es que cuando compartes parte de tu vida con tus compañeros y alumnos, tú ves las necesidades que hay y ves cómo se pueden ir mejorando las situaciones, entonces yo no me quise quedar en la banca, por así decirlo, y en el deporte puedo presumir de que nunca fui jugador de banca y como empresario nunca quiero ser jugador de banca. Siempre he creído que todos podemos hacerla, si queremos. ¿Qué espera a futuro para la Álvaro Obregón? Creo que vamos a buen paso y con buena dirección, se lleva un buen camino y si nosotros alcanzáramos a llegar con estas bases a otras áreas marginadas sería de excelente ayuda, ¿por qué?, porque se abre un abanico de oportunidades para personas de esas zonas. Si la Álvaro Obregón llegara a esas zonas con su ideología, con su enseñanza, con sus maestros y con su deporte, los muchachos tendrán más oportunidades de salir adelante, en su beneficio y de sus familias, porque una vez que se tiene la oportunidad, con disciplina, con trabajo, con orden y con actitud, los muchachos pueden alcanzar lo que ellos se propongan en la vida, para el bien de ellos y de sus familias. 112


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MIGUEL ÁNGEL TORRECILLAS Maestro de Matemáticas del plantel por más de 30 años, fue secretario durante las administraciones de Félix Garza Canales (1971-1972), de Raúl Carrillo Lucero (19731974) y de Jesús Cervantes (1977-1980), y representativo sindical (STUANL) de 1980 a 1990. Falleció en enero de 2015.

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Miguel Ángel Torrecillas

¿Podría hablarnos de sus experiencias en los primeros años como maestro dentro de la Escuela? rataré de hacer una relatoría, ojalá no me equivoque en fechas. Inicié en septiembre de 1966 y en ese entonces comencé como maestro por horas, pero a partir de 1968 pasé a ser maestro de medio tiempo y aparte de eso, daba algunas horas extras; posteriormente se viene el problema en la Universidad de 1969 y 1970, por esas épocas, en donde hay un problema entre el gobierno federal y el gobierno estatal. El gobierno estatal estaba comandado por Eduardo Elizondo y el federal por Luis Echeverría Álvarez, total que el meollo del asunto, por lo cual no prosperó lo que se llamaba en aquella época la Ley Elizondo o postura elizondista, fue que quería meter al Consejo Universitario a los líderes de la CTM y de la CROC para que fueran parte del Consejo, cosa que a los universitarios nos pareció aberrante, que formaran parte de una institución académica personas, que algunas de ellas, ni siquiera habían cursado la facultad. Fue así como transcurrió ese periodo. Mandaron a solucionar el problema al maestro Bravo Ahuja y técnicamente en ese momento entra de rector, si mal no recuerdo, Héctor Ulises y el gobernador cede su cargo, y Luis M. Farías sustituye a Elizondo. Aquí en la Álvaro Obregón se aceptan los cambios, obviamente hay una pugna entre maestros que estaban en favor del gobernador y maestros que estaban a favor de la contraparte que

encabezaba el maestro Ulises, pero finalmente llegó la concordia y todo se vuelve a restablecer en la Álvaro, y empezamos a trabajar de nuevo como la institución que siempre ha sido. ¿Cómo recuerda la participación de los maestros y alumnos en el proceso de autonomía? Pues les voy a decir una cosa, que desgraciadamente la otorgó sin más ni más el gobernador, es decir, no fue un producto por la autonomía por lo que andábamos luchando, andábamos luchando para que la Ley Orgánica por ningún motivo permitiera que los líderes sindicales fueran parte del Consejo Universitario y cuando ya interviene directamente el gobierno federal, técnicamente el que otorga la autonomía es el gobernador y así fue como quedó, ya a partir de entonces es Universidad Autónoma de Nuevo León. Es lo que recuerdo, te estoy hablando a capela. En algunas facultades y preparatorias se detuvieron clases, había paros. ¿Cómo era la situación dentro de la preparatoria? Hubo paros, hubo tomas, hubo camiones incendiados, hubo de todo. Fue una lucha que duró algo de tiempo para que se vieran todos esos acontecimientos. Después de la autonomía, ¿qué sigue para la institución? Después de la autonomía el que encabeza la Universidad es el doctor Luis Eugenio Todd, un tipo muy astuto, político de primera y la manejó como un pez en el agua, sin problemas; estuvo bien con todas las sociedades de alumnos de toda la Universidad,

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supo ganárselas, supo ganarse a las juntas directivas, todo un personaje. El logro más importante durante este periodo, pero general en toda la Universidad, fue el incremento salarial, que pasamos de 45 pesos la hora a 75 pesos, hubo un incremento bastante sustancioso en los sueldos de los maestros. No comparable todavía con el de la UNAM, pero sí significativo. Fue el encargado de organizar el Taller de Ciencias que tuvo muchos frutos. ¿Cómo fue esta experiencia? Fíjate que en 1997, el maestro Cuauhtémoc González me platicó la inquietud de crear un taller de ciencias de matemáticas, nada más aquí en la escuela. Vimos todos los beneficios que podría traer eso e inmediatamente me puse de acuerdo con él, estuvimos de acuerdo y entre los dos lo elaboramos, claro que platicando con la dirección de la escuela, que en ese entonces presidía el ingeniero Efrén Castillo Sarabia, y nos autorizó y echamos a volar el Taller de Ciencias con matemáticas y física. En física conseguimos que el maestro Cristóbal García nos apoyara.

Fue tan benéfico ese Taller de Ciencias que muchos de nuestros alumnos que fueron a competir a las Olimpiadas Nacionales, se quedaron en la escuela de matemáticas en Guanajuato, que es una escuela especializada en doctorado en matemáticas y muchos de nuestros estudiantes, alrededor de unos diez calculo, se quedaron e hicieron el doctorado, más aparte egresados de aquí directamente y de la Facultad de Matemáticas, un joven, creo que se apellida Vega, hizo también su doctorado, pero en Francia, egresado de la Álvaro; después la Facultad de Matemáticas y de ahí a Francia y allá está casado con una francesa. ¿Nos podría comentar algunas anécdotas de sus clases? En una ocasión me tocaba a mí continuar el horario del maestro José Soto y estaba en una discusión con un alumno, en esa discusión uno de esos jóvenes que son irrespetuosos se le puso al tú por tú y entonces el maestro traía la Medalla Altamirano que se la acababan de entregar por 50 años de trabajo, se la quita y le dice: “¿de qué sirve esto? ¿Crees que me lo regalaron?”, y se la avienta al muchacho y yo la recojo, 116


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se la entrego al maestro y al alumno lo traje personalmente a la dirección para que le dieran un correctivo. El maestro José Soto era un gran maestro, ya un maestro de 70, 75 años, pero que todavía daba su esfuerzo, pero desgraciadamente algunos jóvenes estaban desatados. La preparatoria ha tenido planes de estudios en donde ha habido cambios drásticos, donde se agregan o eliminan algunas carreras. ¿Cómo se vivieron estos procesos? Esta situación se creó cuando el ingeniero Cervantes fue director, pasamos de 10, 12 carreras a veintitantas o treinta y tantas; la idea no era mala, lo que pasó es que le faltó más estudio, sobre todo más de lo que se llama estudio de campo, organizar en forma de vida las cosas, por ejemplo, si llego a hacer la carrera de agrónomo, primero debo ir y buscar al campo en donde es posible que esa carrera funcione, es decir, yo no puedo meter la carrera de agrónomo si no hay jóvenes que quieran esa carrera. Yo no puedo meter enfermeros si no hay quien quiera ser enfermero. Creo que le faltó un poquito de estudio, pero la idea no era mala, era buena y es más, ahorita es muy importante esa idea porque con tanta deserción de los jóvenes, ustedes saben que el mexicano, la idiosincrasia nuestra es ganar el dinero fácil y únicamente está en la marihuana, la cocaína y en esas cosas; desgraciadamente es muy fácil caer; por eso y sí es muy preocupante que en México la Reforma Educativa rescate a todas las personas, ojalá y se pudiera. ¿Usted vivió la época de los experimentos de cohetes que se hicieron en la escuela? En esa tarea el encargado de esos trabajos era el doctor Generoso Cantú, era la época de los lanzamientos de los cohetes, hasta que vino el accidente aquel en dónde se dio por cancelada ya la experimentación, pero sí, el doctor Generoso Cantú con mucho corazón y con mucho cariño le entró a eso y alcanzaron 50, 60 metros de altura, algo así, pero no prosiguió adelante debido al accidente donde

un cohete explotó y abrió el boquete del techo al estarlo esmerilando. Si tuviera la oportunidad de tomar lista a sus compañeros maestros y en estos momentos recordara a los mejores, ¿qué nombres se le vendrían a la mente? A la mente se me vendrían, por ejemplo, Cuauhtémoc González, Hernando Urbina, Ernesto Flores, Cristóbal García, el químico que está en el Taller de Ciencias actualmente. No tuve la oportunidad de conocer al maestro Efrén, como maestro, pero según comentarios, muy bueno, y como director excelente. ¿Usted tuvo participación sindical? Sí, tuve participación sindical de 1980 a 1990, como asesor de los secretarios generales. ¿Podría hablar un poco de su participación dentro del Sindicato? En realidad los asesores en el Sindicato no son más que un membrete, cuya función es casi cero y normalmente cada secretario general tiene sus propios asesores; el de previsión igualmente, todos, el tesorero no se diga, pero dentro de eso yo tuve la suerte de que se me tomara en cuenta como asesor; y entonces a mí el licenciado Carlos Jiménez me tomaba mucho en cuenta en las decisiones que estaban por acontecer dentro del Sindicato, ya fuera una junta sindical o una asamblea. Y otra de las actividades que me encomendó el licenciado Carlos Jiménez fue que en uno de sus años de gestión, yo me encargué totalmente de la entrega de juguetes de la Universidad. Hubo otra actividad sindical, aquí en la Escuela, en donde tuvimos la suerte de tener un secretario general, licenciado José Fernández Quiroga, y él se dio a la tarea de iniciar el tabulador de puestos y salarios, pero el borrador que entregó lo presentó incompleto porque un sector muy importante, que es el profesional no docente, no estaba contemplado en el tabulador o si estaba contemplado, lo estaba como trabajadores, por decir algo, administrativos, cuyo salario era muy bajo comparado con el que 117


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deben de percibir siendo ellos profesionales y logramos incorporarlos. Fue otra de las actividades, el licenciado Carlos Morales y un servidor, nos encargamos de que se hiciera en ese aspecto, que se hiciera justicia y pasaran toda esa gente a personal docente. Y tuve esa suerte de tener secretarios generales que me tomaran muy en cuenta y que me invitaran a todas sus reuniones. En retrospectiva, ¿qué fue lo que le dejó la Álvaro Obregón? Agradecimiento, mucho ag radecimiento a mis compañeros, a la institución, a todos. Con este 85 Aniversario, ¿cómo ve actualmente a la Álvaro Obregón con toda esta evolución que ha tenido desde que comenzó a trabajar a la actualidad? Desgraciadamente no puedo contestar de manera exacta porque con mi problema de enfermedad, que se me detectó en 2001, prácticamente me retiré y al retirarme me dije: “voy a dedicarme a mi casa, voy a estar en mi casa con mi esposa y con mi hija” y técnicamente mi retirada fue total. ¿Cuál es la visión que tiene o qué quisiera para la Álvaro Obregón? ¿Cómo la ve a futuro? Aquí en la Álvaro Obregón entran muchos jóvenes, pero los esfuerzos de esos jóvenes, siento yo que no son bien capitalizados, ¿por qué?, por la tremenda deserción que hay y entonces se pregunta uno ¿y tanto joven que deserta qué va a hacer en la vida? Yo soy de la opinión de que fundamentalmente esta escuela debería ser la pionera en no crear carreas completas, sino simple y sencillamente sacar otras actividades técnicas, otros incentivos para que el alumno estudie, es decir, muchas veces por el incentivo el alumno estudia más, esto lo digo porque en el Taller de Ciencias con sólo el hecho de quedarse a comer con nosotros ya era un incentivo, nada más, no pedían más. Íbamos a los nacionales y sacábamos primeros, segundos, terceros y cuartos lugares, no hace falta erogar mucho, no hace falta gastar mucho para tener

buenos dividendos y qué mejor que esos jóvenes atraídos a los talleres, que ojalá fueran muchos, sirvan de asesores a sus mismos compañeros, como lo hicimos nosotros, muchos de esos jóvenes asesoraban a otros de su mismo grupo que andaban mal en matemáticas; es poco de erogación y mucho el beneficio, porque muchos alumnos tienen la capacidad, pero esta no ha sido encontrada y no ha sido encontrada porque simple y sencillamente los maestros no nos damos a la tarea de observar, a la tarea de escudriñar los aspectos afectivos o no afectivos de cada uno de ellos. Claro que es una tarea titánica, es una tarea donde el maestro pues desgraciadamente vive del salario y tiene que dar a veces un kilo de clases para poder sobrevivir, que es la verdad y al referirme a un kilo de clases lo digo de manera subjetiva, porque me refiero a muchas clases, para recibir un salario más o menos decoroso debes dar por lo menos unas 40 o 50 horas a la semana y 40, 50 horas a la semana es mucho trabajo para un maestro; tienes que dar la clase, preparar la clase, revisar tareas, revisar exámenes y lo más importante, cumplir con los programas, porque si no cumples los programas estas frito, viene el indicativo y sacas 30 o sacas 20 y anda uno escondiéndose; también sobre eso he pensado mucho, en que los contenidos no deben ser tan amplios, sino que deben de ser básicos, para que de ahí en adelante todo se desprenda con mayor facilidad ¿porque de qué sirven tantos contenidos? y con tal de librarla ahí te la llevas y pasas con un 70, al siguiente semestre vuelves y otra vez, y aquello tan amplio y visto de manera somera se te olvida. El conocimiento debe ser poco, pero arraigado, bien cimentado y ya de ahí en adelante se dan las cosas solas. ¿Qué sabor en su espíritu le deja el haber estado aquí? Grandes satisfacciones, grandes amigos y amigas que dejo aquí, compañeros de intendencia, me deja de todo, me deja sobre todo un grato sabor el haber pertenecido a esta institución. 118


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JOSÉ CRISTÓBAL FERNÁNDEZ QUIROGA Egresado de la Preparatoria No. 3, Delegado de la sección No. 3, Secretario de Prensa y Propaganda (1970-1971), Asesor Jurídico del STUANL (1980-1983)(19911994), Secretario de Actas y Acuerdos en el STUANL (1988-1991), Secretario General del STUANL (1994-1997), Docente en Álvaro Obregón de 1967 a 1998. 120


José Cristóbal Fernández Quiroga

¿Cuál fue su impresión al ver por primera vez el edificio de la Álvaro Obregón? e vuelvo nostálgico cuando recuerdo eso, porque era un jovencito recién egresado de primaria y llegamos a Monterrey para estudiar, lamentablemente no en la Álvaro Obregón, pero si muy cerca del edificio emblemático de nuestra escuela Álvaro Obregón, muy cerca también de la Fundidora de Fierro y Acero; era un edificio que en sí simbolizaba mucho para toda la gente del barrio, de la zona, era el edificio más grande después de la Fundidora y las mantequeras, era todo. No resistí la tentación de visitarlo y quedé embelesado con ese vitral hermoso que tiene en el lobby, en la entrada y no alcancé a ver todos los talleres, pero posteriormente, cuando estaba de estudiante en la prepa, teníamos un periódico, El Estudiante, y lo imprimíamos en la Álvaro Obregón, al final del corredor, entrando a mano derecha enseguida del gimnasio, ahí estaba una imprenta del Gobierno del Estado y como nosotros no teníamos dinero, teníamos que pedir que nos imprimieran el periódico en el gobierno. Cuando íbamos a la Álvaro teníamos curiosidad por conocer los talleres, los conocimos, constatamos algo que después se volvió rutina cuando ya ingresamos a la Álvaro Obregón como maestros. ¿Cuándo inicia como maestro de la escuela? En febrero de 1967. El director era el ingeniero Antonio Caballero y el secretario el ingeniero Luis Durán Gaytán, ellos me invitaron a participar dando

clases de Humanidades a virtud de la reforma que se había hecho en el plan de estudios en la Álvaro Obregón, porque originalmente entraban recién egresados de la primaria y estudiaban la educación secundaria y capacitación para algún oficio: carrocero, fundición, ebanista y también máquinas y herramientas, etcétera. Todo esto lo guardo con mucha nostalgia, porque veíamos como los jovencitos salían en parvadas a medio día o en la tarde de las clases. Nuestra escuela fue la sede inicial de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, siete estudiantes que terminaron su preparación ahí siguieron estudiando para crear, bajo la batuta del ingeniero Tamez Anguiano, la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, que hoy es una gran facultad con decenas de miles de estudiantes y puedo decirles sin temor a equivocarme que el 70 por ciento de la mano de obra especializada en la industria neolonesa es egresada de nuestra Universidad, principalmente de la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica y desde luego, de la Álvaro Obregón, depende del empleo que tuvieran. ¿Cuál fue la participación de la escuela en la lucha por la autonomía universitaria? En los años setentas el gobernador era el licenciado Eduardo Livas Villarreal, él tenía como tesorero al licenciado Eduardo Elizondo, que después fue gobernador, pero antes fue rector por designación. En ese entonces a los rectores los designaba el gobernador. Entonces, cuando Elizondo fue rector quiso imponer un sistema, consistía en cobrarle a los estudiantes el costo total de su educación, la primera que protestó en eso fue la Álvaro Obregón, ahí

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estábamos nosotros porque eso no era posible, pero argumentaban que se tenía derecho a una beca que al terminar los estudios, como lo hacen en el Tecnológico, se podía empezar a pagar, pero de todas maneras se tenía que pagar, nosotros nos opusimos y eso fue motivo de discusiones fuertes en otros lados, pero en nuestra escuela, en nuestra sala de sesiones en el auditorio Concepción Tijerina, nos opusimos terminantemente a ese plan de becas, del pago total. No era posible el plan, nosotros teníamos alumnos de la nocturna que a veces hasta se nos dormían en clase porque venían de trabajar hasta de ocho o diez horas, teníamos que apoyarlos de otra manera, no crearles obstáculos. A mucha honra puedo decirles que la Álvaro Obregón y la Preparatoria Nº 3 para trabajadores en aquel entonces, donde yo había estudiado, fueron los primeros en protestar. Nos sincronizamos y echamos para abajo el Plan Elizondo. Después de ser rector, Elizondo fue candidato único al gobierno del estado, porque el PRI era aplanador. Al llegar no se olvidó de su proyecto de becas y quiso echarlo a andar, si querían preparase o capacitarse había que pagar, cuando incluso desde el punto de vista del derecho constitucional en el artículo tercero y la propia Ley Orgánica de Educación Pública del Estado, establecía como obligación del estado sufragar el costo de la educación de los estudiantes de la Universidad, estaba muy clarito, nosotros se lo dijimos en su propia cara, en su despacho de gobierno, porque hicimos manifestaciones, protestas, etcétera. Él seguía terco con su idea de cobrar el costo de la educación al ser gobernador, pero esa iniciativa de reforma no pasó, porque hubo otros factores que influyeron, uno de ellos fue Luis Echeverría, que quería congraciarse con su política populista, no porque estuviera de corazón con los estudiantes. Echeverría no lo había consentido, además de los roces que había entre el gobierno del estado y el gobierno federal, aunque nosotros estábamos al margen de esos roces, lo que queríamos era que la

gente se preparara y tuviera oportunidades y facilidades para estudiar. Quienes batallamos para estudiar secundaria y preparatoria nocturna sabíamos que era muy difícil, aquilatábamos aquéllo y estábamos luchando por el futuro, en una época donde la explosión demográfica en las universidades se empezaba a gestar, el número crecía y aquí se dio la situación de que el gobernador sacó una reforma a la Ley Orgánica de la Universidad, donde quiso imponer ciertas condiciones a la Universidad, porque lo podía hacer, para que hubiera una comisión de proyecto de Ley Orgánica, pero no era su intención que hubiera una Ley Orgánica hecha por los universitarios, como efectivamente la hicimos. Fue histórico, por primera vez los estudiantes y maestros participamos. Fui representante maestro de la escuela nocturna de la Álvaro Obregón en esa comisión redactora del Proyecto de Ley Orgánica, eso es importante, nosotros vivimos ese proceso, pero teníamos un plazo de seis meses para que la ley saliera y el gobernador operó para que la gente que él tenía en la Universidad se opusiera a que avanzáramos. Llegó el mes de abril y sólo llevábamos unos tres artículos del reglamento de cómo debía funcionar la comisión, estábamos atorados, nos llevamos muchos días de discusiones hasta que un día un grupo de alumnos y maestros nos pusimos de acuerdo para hacer quórum el día 1 de mayo de 1969, cerraron las puertas, ya no se pudieron salir y declaramos sesión permanente, nos pusimos a trabajar un grupo pequeño de maestros y alumnos que sacamos el proyecto de Ley Orgánica, contra la voluntad de muchos que tenían otras ideas. Sacamos nuestro proyecto y lo entregamos dos meses antes, el día 29 de mayo de 1970; entregamos un ejemplar al Congreso del Estado, un ejemplar en la Oficialía de Partes del Gobierno del Estado y otra al señor rector. Cumplimos nuestra misión, no salió el proyecto que el gobernador quería, tendiendo los reclamos de los jóvenes, de tal suerte que los diputados agarraron y metieron nuestro proyecto en 122


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el cajón del olvido. El problema siguió, porque viene el estrangulamiento económico de la Universidad, cobrarle a la Universidad supuestos anticipos que le habían dado de la época que la tenía el gobierno, lo cual era incorrecto. Así llegamos a 1971, hubo fuertes manifestaciones de protesta, hubo represión, hubo detenidos. La represión se dio físicamente en la Álvaro Obregón, fueron y lo tomaron, estaba nada más el vigilante y se lo llevaron detenido en una patrulla. Teníamos algunas fotografías donde está la policía a hachazos rompiendo el candado del taller de mecánico y fundición; en el taller mecánico se encontraron unas latas de gasolina y dijeron que era para hacer bombas molotov, la mente negativa de la gente, pero era el combustible que se usaba para limpiar piezas y echar a andar motores, nada más. El otro edificio que tomaron fue Colegio Civil, dos edificios emblemáticos que tomaron, desde luego, con porros, la torre de Rectoría. Entre las detenidas estuvieron la directora de la Preparatoria Nº 1 y la directora de la Nº 3, anduvimos defendiéndolas y buscando la salida, ellas tuvieron que prometer no volver a participar en las manifestaciones junto con los estudiantes, ellas andaban protegiendo a los estudiantes, defendiéndolos para que no los golpearan más. Llegaron hasta a sacar a un mono vestido de aluminio, como si fuera marciano, a lanzar granadas, bombas de humo y esas cosas. ¿Cómo se fue dando la culminación de este proceso de autonomía? La autonomía ya la habían dado, pero era una autonomía parchada, condicionada, querían seguirla controlando a través de una Asamblea Popular de gobierno universitario. Yo ya estaba en el Sindicato, era Secretario de Prensa y Propaganda y desde luego participaba, gracias al apoyo que me dieron en mi sección, la sección tres que era la de la Álvaro Obregón. Nosotros con toda la autoridad moral que nos daba ser maestros, ser universitarios, con lo que sentíamos

que era nuestro, no dábamos el brazo a torcer, pero se estaba estrangulando a la Universidad, estábamos meses sin salario, no pudieron de alguna manera y querían de otra forma. Nombraron a un médico militar, Coronel Arnulfo Treviño Garza, rector, nosotros hacíamos mofa de ellos, inclusive en los mítines, hay una canción popular que se llama las coronelas, poníamos la grabación antes de empezar a hablar en los mítines y hacíamos chunga del coronel, claro que al gobernador le molestaba. En los mítines que teníamos en frente de la plaza de Colegio Civil le decíamos muchas cosas al gobernador: “dice usted que no intervino en la integ ración de la Junta Popular de Gobierno Universitario, falta a la verdad, fulano de tal es actuario, fulano de tal es notario público, fulano de tal es funcionario en tal parte, fulano de tal es periodista”, gente que iba a cobrar al gobierno. Entonces se logró la autonomía desde antes prácticamente, parchada si usted quiere, pero el conflicto lo vino a resolver el gobierno federal, porque había un conflicto interno entre Echeverría y Elizondo, y el gobernador supuestamente con mucha dignidad renunció, mandaron su relevo que era el senador Luis Marcelino Farías. Mandaron al Secretario de Educación con un proyecto de ley que nos dijo: “señores, no hay para donde hacerse, ésta es la Ley Orgánica de la Universidad” y nuestro proyecto se quedó en proyecto: “esto es lo que va a salir, confórmense con eso”. La situación estaba muy difícil, la gente tenía que comer y no tenía sueldo, no había clases, estábamos parados, aceptamos la ley como la traían, es la que está vigente ahorita con una Junta de Gobierno, ya no una Asamblea Popular, ahora universitaria, una junta de notables y se echó a andar la Universidad con ciertas condiciones, el propio secretario de Educación nos dijo en la mesa: “no hay otra cosa” y conociendo como conocíamos a Echeverría, que había sido el instrumento del golpe del trágico 2 de octubre, porque él ordenó al Estado Mayor 123


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Presidencial que participara y que creara el caos, hubo una matazón que se dio, él fue el que días después en la manifestación de apoyo que iba a ser para nuestra Universidad, a la cual ya no fuimos porque ya no había razón, había otros intereses, el propio profesor Heberto Castillo nos decía: “ya no tiene caso que vengan”, no fuimos, la manifestación fue reprimida con halcones que proporcionó el jefe del departamento del Distrito Federal el 10 de junio de 1971, que iba a ser la manifestación de apoyo a nuestra Universidad que después derivó en una manifestación de apoyo a la autonomía universitaria. Conocíamos a Echeverría y sabíamos que lo iba a hacer, que no nos iba dejar avanzar, desbaratados, desintegrados aquí localmente no tuvimos más remedio que aceptar lo que nos ofrecieron y así salimos adelante, maltrechos, porque aprovecharon la oportunidad otras gentes para llevar agua a su molino y nosotros terminamos nuestro periodo sindical, elegimos dirigente, nos lo desconocieron, designaron a otro, Luis Marcelino Farías designó a otros dirigentes y a otro grupo de gentes y el Sindicato siguió trabajando, me retiré y regresé después a instancias de mis compañeros de la Álvaro Obregón para que fuéramos a defender a los trabajadores. Nunca dejé de dar clase en la Álvaro Obregón, por lo menos daba una clase para no perder el contacto con mi base, eso era muy importante, pero también teníamos que andar en la defensa de los derechos de los trabajadores y había muchos despedidos en ese entonces. ¿Cómo llegó a la secretaría general de Sindicato? Tenía pensado regresar totalmente a la Álvaro Obregón, pero el ingeniero Jesús Guzmán me dijo: “voy a ser el candidato, tengo el visto bueno de mucha gente ¿quieres continuar en el jurídico? te invito a seguir” y le contesté: “sí, como no, nada más te voy a pedir una cosa, me firmas la demanda para reclamar la cláusula de la jubilación dinámica”; ya la habíamos ganado nosotros, la teníamos en papel, pero había de

todas las corrientes y era muy difícil ponerlos de acuerdo. Cuando le pido al ingeniero Guzmán que firme la demanda me dice que sí, ya para entonces el rector era el maestro Manuel Silos Martínez. La firmó y peleamos hasta que la llevamos al Tribunal Colegiado y la ganamos en marzo de 1993. Manuel Silos cumplió la ejecutoria de amparo. Gracias a eso a mí ya me conocían en todas las secciones los compañeros, a fin de año ya era amigo del rector y me dijo: “¿cómo ves lo del sindicato? ¿Te quieres lanzar?”, le dije: “me gustaría, ya tengo 27 años trabajando en la Universidad y si me brindan la oportunidad, pero ¿ya lo sabe el Secretario General?”, y me contestó: “está ahí adentro, espérate, ahorita hablamos con él”. No sólo estaba él, estaba el doctor Zacarías Villarreal, el ingeniero Antonio González Treviño, director de la FIME; la directora de la Preparatoria Nº 3, la maestra Martha Arizpe, y estaba Guzmán, me empiezan a interrogar como que estaban dudando de mi integridad como universitario, pensando que me iba a cargar más del lado del gobierno que de la Universidad. Después me entrevisté con los funcionarios de las distintas dependencias, el ingeniero Lázaro Vargas me apoyó, prestándome el local; en diciembre tuve entrevistas con todos y formé una planilla de unidad, en la elección anterior había cinco planillas, buscamos una planilla auténtica de unidad sindical para evitar desgastes. Hubo cosas importantes en ese trayecto, no porque era una planilla única hubo menos votos, hubo más votación. En los tres años logramos salir adelante, eso es luchar por la Universidad, por la institución, no por director, ni el jefe. Eliminamos las vendettas, siempre apegados al derecho, a la razón, a la justicia de lo que tenía que ser. ¿Cómo fue la adquisición de la Unidad Tres Caminos? En ese entonces era Secretario General el profesor Rodolfo de León, venía el cambio, había mucha efervescencia y yo quería ser candidato de unidad al Sindicato, me dijeron que no mis amigos maestros de 124


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la Álvaro Obregón, Octaviano Fernández, Jesús Cervantes, Marcos Cantú, etcétera; se los agradezco bastante, que era otro el camino que iba a ser y que no lo estorbaba porque el proyecto que había en ese entonces: “si usted se lanza, licenciado, puede entorpecerse el proyecto de la Unidad Tres Caminos”, yo dije: “díganle al rector que salgan con su proyecto, yo no voy a interferir en eso, yo quiero mucho al Álvaro Obregón”. ¿Nos podría hablar de la adquisición de los terrenos de la Unidad Churubusco, hoy Monterrey I? En 1993 tuvimos la oportunidad de ser parte, de recibir los terrenos y ver crecer el proyecto, utilizar el área administrativa en área administrativa, y las naves en lo que debía. Estuvimos todo el tiempo al pendiente de que se llevara a cabo y nos dio mucho gusto que cuando yo ya era Secretario General se inaugurara la Unidad y tengo entendido que hay mucho más, una en la Colonia Independencia, en Linares, San Nicolás. Qué bueno que se ha multiplicado la Álvaro Obregón, porque es una idea, es un proyecto muy sano, muy bueno, estas cosas no hay que detenerlas, hay que auspiciarlas, sacrificando una aspiración personal como fue en el caso de Tres Caminos, ante eso ni hablar, después este otro, que cuando lo dice Manuel Silos yo estaba seguro que el proyecto iba a ser realidad y hubo muchas cosas que hacer. Los edificios los hizo el CAPFCE, lástima que no se destinó el viejo edificio a museo, porque nos daba la oportunidad de tener pie allá también, pero todo sea por la Preparatoria Nº 3 de la que también soy egresado, no me podía oponer a eso. El proyecto del museo lo tenía Manuel Silos, porque él nos había invitado a soñar al principio. Convocó al gobernador en la Álvaro Obregón de Félix U. Gómez, en las escaleras el ingeniero Lázaro Vargas Guerra le pidió terreno para construir una nueva Álvaro Obregón y Sócrates Rizzo se comprometió; el que estaba atravesado de puntal era

Manuel Silos Martínez, que cumplió su palabra, construyó la nueva Álvaro Obregón, este edificio grande donde no hay ruido, porque allá nos desgañitábamos para impartir una clase teórica porque era muy difícil, los espacios aquí son otros, tengo entendido que son seis hectáreas. Creo que el espacio está utilizado al máximo, inclusive ahora tenemos sala de juntas, de directores, etcétera. ¿Cómo ha visto usted el desarrollo de la Escuela? Cada director ha puesto su granito de arena, desde los primeros hasta el actual, yo no tengo nada que reclamar, siempre recibimos muy buen trato de todos y si algunas veces no nos arrimamos fue porque no queríamos estorbar. Cuando ya sabíamos que habíamos cumplido con nuestra misión, un año después de hacer mi maestría, ya tenía 31 años reconocidos trabajando en la Universidad, pedí mi jubilación y se la pedí al director, no fui al sindicato; Efrén Castillo me hizo el favor de hacer el trámite y desde entonces no estorbar, si en algo podemos ayudar encantado de la vida, pero no estorbar a nuestra institución. ¿Alguna anécdota que tuviera como profesor que quisiera contarnos? Los compañeros de la nocturna a veces no tenían tiempo de preparar sus materias, siempre he sido un devorador y coleccionador de libros y entre ellos tenía libros populares, cuando estudiábamos la literatura mexicana de la etapa de Juárez, de Altamirano, de Riva Palacio, Guillermo Prieto, etcétera; esos prohombres de la Reforma, luego las obras de Juan Rulfo, de Juan José Arreola, tenía todos esos montones de libros y esas colecciones están incompletas porque me decían: “maestro es que no tengo para comprar libros”, les contestaba: “no se preocupe”, lo anotaba y le decía: “aquí tiene usted este libro, lea lo que alcance a leer y tráigame un comentario”, la idea era involucrarlos en la lectura. Algunos de esos libros se quedaron en manos de los alumnos, están en buenas manos o lo estuvieron, 125


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yo lo sé. En alguna ocasión me encontré a un ex alumno que ya leía bastante y me dijo: “¿sabe por qué?, porque usted me regaló un libro”, a él ya no se lo presté, se lo regalé y se lo quedó, y qué bueno porque eso es sembrar, esa es una anécdota interesante. Les doy mi palabra de que yo no me quedé con ningún libro de mis maestros. Eso lo hice con mis alumnos, principalmente los de la nocturna, con eso calificaba la materia, la clase de historia no se diga, también. Hay muchas anécdotas que platicábamos en la clase de historia, cómo nace el derecho nacional, eso es muy importante. Siempre he dicho que las materias de humanidades son para que el maestro vibre junto a los alumnos, que los entusiasme, que los encause a leer, que les presente principios con los ejemplos. Mis maestros de la preparatoria nocturna para trabajadores Francisco M. Zertuche, Ricardo Covarrubias, Mateo Sáenz, maestros de historia y de literatura de preparatoria me enseñaron mucho, luego tratamos de enseñar y donde nos solazábamos era con los de la nocturna sin mengua con los de la diurna, pero a los de la diurna había que exigirles porque no tenían otra función más que estudiar y los otros había que tener cierta consideración porque la principal obligación era trabajar para llevar el diario sustento a su casa y el maestro tiene que ser un facilitador para que ellos aprendan. Hay muchas anécdotas, un día encontré a un maestro que estaba afuera de mi salón, yo estaba dando la clase de historia de México, me agarré la clase de él por mi cuenta y me pasé, el maestro estaba esperando para entrar, pero a él no le interesaba entrar en ese momento porque yo estaba hablando de Ricardo Flores Magón, de las penas que pasó, de las privaciones de su libertad en Estados Unidos, donde fue asesinado; yo estaba hablando de eso cuando salgo y le digo: “maestro, discúlpeme que me haya pasado en la clase”, ya falleció mi compañero, amigo mío Cuauhtémoc González y me contestó: “no se preocupe, yo también estaba escuchando su clase”;

esa es una gran satisfacción, que un compañero le diga a usted que estaba escuchando su clase. Hay tantas, tantas anécdotas que al margen de las convivencias que a veces hacían, que eran buenas porque había que convivir. También tuve la dicha de acompañar a un grupo de maestros, todos técnicos, porque me pidió el director y el rector que los acompañara a México en un camión rentado, fuimos a visitar la facultad de Ciencias Químicas de la UNAM y la preparatoria Técnica del Politécnico; trabajaban más avanzados que nosotros en algunas cosas y de ahí nos fuimos hasta Puebla, aprovechamos al máximo, dos o tres días fuimos a la fábrica de autos de Volkswagen que tiene una escuela especial para capacitar trabajadores y finalmente, de regreso a México, a un local en donde estaba el que distribuía las máquinas; y también estuvimos en la oficina de la Universidad de Cachan, Francia, donde estuvimos con el encargado y de regreso estuvimos en la fábrica donde tenían el distribuidor de control numérico y nos hicieron una demostración que terminó con un brindis. Y la primera máquina de control numérico de nuestra Universidad estuvo en la Álvaro Obregón, gracias al apoyo que recibimos del rector Manuel Silos y del director, el ingeniero Lázaro Vargas, incorruptible, vertical, de mucha pieza. Me metía a verlos, los veía trabajar, pero nunca agarré una máquina por respeto al compañero maestro. Me llegué a meter hasta el taller de carpintería cuando era ebanistería al principio, al taller de fundición igualmente, pero nunca metí la mano, esos son los recuerdos que tengo de la Álvaro Obregón, la escuela formadora de jóvenes, la gran satisfacción es ver que la mayoría lograron continuar sus estudios en la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica donde eran los mejores, los maestros seleccionaban a los jovencitos porque ya iban encaminados a lo que querían ser. ¿Qué otros compañeros maestros recuerda? Miguel Ángel Torrecillas, un excelente maestro junto con el compañero Cuauhtémoc, que preparaban 126


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alumnos y alumnas en matemáticas y lograron sacar primerísimos lugares nacionales. La Álvaro Obregón tenía lugares gracias a estos maestros. Juan Galván los preparaba en química o también el maestro Lázaro Vargas, porque Lázaro empezó como auxiliar en el laboratorio con él, él era su maestro. Hay tantos viejos maestros que dejaron mucho aquí en la Álvaro, hay que hacer un anecdotario de ellos, yo guardo muy gratos recuerdos de ellos, viejos luchadores. ¿Qué recuerdos le ha dejado su paso por esta Escuela? Puedo decir que mi escuela fue la Preparatoria Nº 3, pero estuve más tiempo en la Álvaro Obregón, estuve más de 30 años, nuca dejé de dar una clase, siempre tuve una clase para poder seguir saludando a mis amigos, a mis viejos compañeros. Cada que pasa el tiempo hay menos viejos amigos, cumplen con su misión en la tierra y se van, nosotros despedimos al ingeniero Antonio B. Caballero, yo dije un discurso en el viejo Álvaro Obregón, pocas veces hago eso, pero era un amigo y tenía una deuda con él, di el discurso a nombre de la Álvaro Obregón. Él era maestro también junto con el ingeniero Luis Durán Gaytán en una escuela técnica que patrocinaba el Seguro Social, eran viejos amigos que nos habíamos conocido en la lucha estudiantil, porque nosotros desde que éramos estudiantes dábamos guerra. Nosotros sentimos que en la Universidad hay que dar ejemplo de lealtad a los principios, a los amigos, lealtad a las instituciones y a nuestra Universidad, a nuestra Álvaro Obregón, tan es así que cuando soñé con ser candidato antes de tiempo me esperé tres años y luego fui y el ofrecimiento me cayó solo para sorpresa de muchos, que ya me hacían fuera de. Tengo una formación universitaria, pero también una formación sindical, me formé defendiendo trabajadores, preparando también trabajadores en el aula en la nocturna para trabajadores, esta ha sido mi

trayectoria en la Universidad, pero en el Álvaro Obregón principalmente. A la Álvaro Obregón le debo el haberme apoyado en mi gestión como Secretario General, haberme apoyado cuando fui Asesor Jurídico del Sindicato de los trabajadores más que de un líder. Primero que nada las instituciones, después de la familia obviamente, siempre les decía, cuida tu patrimonio, que es tu trabajo porque es el que le da de comer a tu familia. Las diferencias que puedas tener zánjalas de alguna manera, olvídalas, eso es lo importante. En esa ética nos basábamos para dar las clases de Ética, dimos Ética en otros tiempos, dimos Lógica también. ¿Qué ha significado ser universitario y ser maestro del Álvaro Obregón? Primero universitario, la madre Universidad, para mí la Universidad me abrió las puertas de la vida y del conocimiento del trabajo, pude yo superarme en mi trabajo y además, la preparación que recibí fue de primer orden, mi alma mater es la Universidad y mi escuela, después de la preparatoria que en su momento tuvo su importancia, la Álvaro Obregón. La Álvaro Obregón fue mi vida laboral, definitivamente, yo me identifiqué muy bien con mis compañeros de trabajo, luchamos juntos por la autonomía, luchamos juntos por este edificio y por estas cosas, soñamos con este edificio, con esta Álvaro Obregón y me congratulo de haber formado parte de esa generación de hombres, de maestros de la Álvaro Obregón. No tuve la suerte de ser alumno de la Álvaro Obregón cuando llegué, era otro mi destino, era otro el derrotero que me marcaban mis padres, pero tarde que temprano llegué a donde debía llegar, yo no busqué ser maestro de preparatoria, yo quería ser maestro de la Álvaro Obregón, esto tenía para mi otro significado, aquí se forma el carácter de los jóvenes, de las señoritas, de los ciudadanos, aquí en esta Escuela.

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ANA MARÍA GARZA GONZÁLEZ Primera alumna egresada de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón” en la generación 1968-1971 de Técnico Electricista, y maestra pionera de las carreras de Técnico en Turismo y Trabajo Social. Egresó de licenciatura en Psicología por la Universidad Regiomontana. Fue Secretaria Escolar durante la dirección de Lázaro Vargas Guerra y maestra de la EIAO por treinta años. 128


Ana María Garza González

E

¿Por qué ingresó a la Álvaro Obregón? s una cuestión muy bonita, una anécdota muy especial, familiar, porque mi padre, aunque no tuvo una educación profesional, sí tenía mucha facilidad para las cuestiones técnicas, entonces me tocó, sino ser la hija predilecta, porque somos seis, pues sí la más apegada a papá, porque mis hermanos varones, que son dos, pues no mostraron mucho interés en las cuestiones técnicas y yo aproveché todo esto; y él tenía una gran inclinación por la técnica manual. Recuerdo muy especialmente una ocasión en la que hizo un torno con motor, le puso la banda y todo, y eso se me quedó muy grabado; y bueno, papá siempre nos dijo: “tienen que tener una carrera profesional para poder sobresalir en la vida” y cuando terminé la secundaria me preguntó: “¿qué quieres?, ¿preparatoria?”, “sí, pero la quiero técnica”, le dije, “¿técnica?, no qué tienes”, me dijo, pero aceptó y total, que en ese año nos tocó la primera aplicación de examen de selección, en 1968, y fuimos todos con el miedo de que si pasamos o no, pero afortunadamente pasé. Entré a Técnico Electricista y sí, era muy raro, porque en aquel entonces la mujer no sobresalía en las áreas técnicas y para empeorarla la Álvaro tenía fama de tremenda, puros varones, con muchos muchachos mayores de 18 o 20 años, o incluso más, porque también había hombres de familia, mayores de 30 o 40 años, ¿pero mujeres? y ¿recién egresadas de secundaria?, pues no. Pero tuve la suerte de que entré con otras dos compañeras y estaba de director

el ingeniero Antonio Caballero, y recuerdo que nos juntó a las tres y nos dijo: “¿Qué carrera quieren?”, “no, pues yo quiero esta, pero de preferencia pónganos juntas”, y nos dijo: “no, porque si las pongo juntas me van a incendiar la escuela, va a arder Troya con todos los compañeros”; para él era inquietante, porque creía que los compañeros no nos iban a respetar, pero no fue así, fue todo lo contrario, porque en lo personal, de toda mi época como estudiante, la preparatoria fue la mejor época de vida. ¿Cómo fue el inicio?, ¿hubo dificultades al ser mujer en una escuela dominantemente varonil? Sí fue difícil al inicio, porque era raro, novedoso y yo en lo personal venía muy “aniñada” de mi casa, de que “¿a dónde vas?”, “¿con quién vas?” y todo este tipo de moral familiar, y pues la Álvaro con puros muchachos, la gente le decía a mi papá: “no, a dónde la metiste, a la boca del lobo”, pero afortunadamente tuve muy buen trato y como dije, fue la mejor época de mi vida estudiantil. ¿Qué anécdotas recuerda? Bueno, como les comenté, yo entré con otras dos compañeras; éramos, Alicia, Carolina y su servidora; y Alicia también era egresada de secundaria, mientras Carolina ya venía de otra escuela y los maestros nos decían: “son mujeres, pero tienen que hacer todo lo que hacen los hombres, sino, no van a durar aquí”; y sí, pasamos por todos los talleres, de electricidad, de fundición, de mecánica, de ajustes y automotriz; y por ejemplo, en fundición cribamos la tierra para hacer los moldes de tierra y luego hacer el vaciado en el 129


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horno que teníamos en Félix U. Gómez y era a la par de los compañeros; teníamos que medir y que soldar, y de hecho algo me pasó en soldadura, una anécdota. El maestro siempre nos decía: “tienen que ponerse las polainas”, y durante una de las prácticas no me las puse y me cayó una rebaba, una gota de soldadura autógena en el zapato, y adiós zapato; afortunadamente traía zapato grueso y sólo fue una quemadura. Otra cosa que me pasó fue en el taller de electricidad, ya cuando lo cursaba como mi especialidad. Como parte de nuestras prácticas teníamos que darle mantenimiento eléctrico a todo el edificio y como teníamos naves industriales muy altas, pues nos teníamos que subir en escalera; y el problema era que en aquella época el pantalón no era para la mujer, no se usaba, no era moda, y yo siempre iba en vestido, pero en las prácticas me tenía que poner pantalones de mi hermano, por debajo del vestido, para hacer el mantenimiento, porque no era bien visto que la mujer anduviera por la calle con pantalón, ya posteriormente, unos pocos años después de esta época, la moda empezó a cambiar. Y definitivamente los muchachos sí eran bravos, recuerdo otra anécdota donde hasta me hicieron llorar por las bromas que hacían. Teníamos un maestro de matemáticas, José Cuéllar, un excelente maestro y muy estricto, que si no le entregabas la tarea te decía: “salte del salón” y yo era muy cumplida, porque iba bien sentenciada de mi casa de que tenía que estudiar; y ese día traía mi tarea en un cartapacio y el pizarrón del salón estaba flojo de una esquina, y los muchachos me escondieron el cartapacio debajo del pizarrón. No, pues que me echo a llorar y el maestro se me para enfrente y me dice: “la tarea señorita”, siempre me dijo señorita, nunca se dirigió a mí ni por mi nombre ni por mi apellido, siempre fue “señorita”; total, que entre llanto le dije: “es que me robaron mi cartapacio, no lo encuentro”, y me eché a llorar como una niña, no sé qué me pasó ese día, y el maestro no sabía ni cómo reaccionar conmigo y me sacó del salón; les dio una buena regañada a toda la raza y para cuando entré ya había aparecido mi cartapacio, y sí fue difícil

en el primer año, pero ya para el tercer semestre hubo más acople. Tengo muy bonitos recuerdos de todos mis compañeros y maestros, del ingeniero Antonio Caballero, director de ese entonces, del ingeniero Octaviano Fernández, del ingeniero Veliz, también mi maestro, del ingeniero Homero Rico y muy especialmente del ingeniero Leonel Rodríguez Villanueva, porque cuando falleció mi padre él fue mi paño de lágrimas, me ayudó mucho, yo estaba en quinto semestre de preparatoria. Durante su estancia como alumna, ¿recuerda cómo se vivió el proceso de autonomía? Sí, desde 1968 había ya una gran movilización por la autonomía y en la Universidad misma había muchos conflictos, influencias del socialismo de aquel entonces; teníamos varios compañeros en la prepa que supuestamente quería politizar a los demás compañeros, recuerdo especialmente a uno, Estanislao Rodríguez, un socialista de hueso colorado, como dirían, y quería influir en la opinión; y hubo de todo, protestas, tomas de camiones, quemas de estos, hasta tomatazos; y teníamos este famoso carro militar, el Comando, y lo sacamos a la calle y en ocasiones lo poníamos en la puerta del estacionamiento de Félix U. Gómez para evitar que se metiera la policía; y los muchachos iban por verduras pasadas del mercado para aventarlas por las ventanas a los policías, políticos y todo el que quisiera entrar a la Álvaro Obregón. Y tengo una anécdota de este proceso. Íbamos unos compañeros y yo a la Universidad para ver lo del proceso de inscripción a facultad, porque ya estábamos por concluir la preparatoria, y que nos detiene la policía; pero me tocó que uno de los policías era un compañero de trabajo de aquel entonces, un compañero del servicio social que tuve que hacer por parte de la escuela y me dijo: “¿qué andas haciendo?”, y creo que si no nos hubiera tocado ese compañero de policía, muy seguramente sí nos hubieran metido al bote a los compañeros y a mí. 130


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

La autonomía fue una cuestión política y en aquel entonces la sociedad de alumnos tenía la “palabra absoluta”, ¡vaya que teníamos peso en la toma de decisiones de la escuela!, hasta el grado de que influíamos para que los directores cambiaran el rumbo de las cosas; y había grupos diferentes, que se enfrentaban entre sí, pero poco a poco se fueron cambiando las cosas. ¿Fue la única alumna que egresó? Sí, de mis otras dos compañeras que ingresaron conmigo, Carolina se fue a la Preparatoria No. 1 y Alicia no pudo terminar, pero después de nosotras, un año después, entraron otras tres muchachas, que ellas sí terminaron la preparatoria las tres juntas; ellas eran Irma Gloria Ríos Dávila, Laura Esther Robledo y Guadalupe García Valdez, las tres en Técnico Automotriz. Después de su egreso de la Álvaro Obregón, ¿que siguió en su carrera? Ingresé a la Facultad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica, pero desgraciadamente no pude terminar, porque yo tenía que trabajar para ayudar a la familia después del fallecimiento de mi padre. Debí de egresar de la FIME en 1976, pero fui postergando los talleres que eran los más pesados por el tiempo y en su momento no podía por el trabajo; y sí tuve opciones y facilidades, porque al ser de la Álvaro Obregón me dejaban avanzar ciertas materias y dejar talleres, pero llegó un momento en que empecé a tomar materias de séptimo semestre y arrastrando talleres de quinto semestre; hasta que llegué al punto de tomar la decisión de o estudio o trabajo, y pues había una familia que ayudar y me salí de Mecánica. Posteriormente lo quise intentar con Químicas, pero vi inmediatamente que era la misma carga que Mecánica, con la diferencia de que acá no eran talleres, sino laboratorios y nuevamente decidí salirme de Químicas. Y bueno, me quedé durante un tiempo frustrada porque yo tenía fija la idea de terminar una carrera, por la misma formación que me habían dado mi padre y madre, de que tenía que terminar una carrera; y poco tiempo después con un

trabajo, en un centro de educación técnica en Independencia, que fue mi primer trabajo formal, me tocó que me iban a apoyar económicamente, pero me dijeron lo mismo, que si no terminaba una carrera ni iba a haber aumento, ni apoyo. Entonces me decidí por una carrera administrativa y anduve investigando en Derecho, Sociología y Psicología, y me decidí por esta última, que tenía mucha teoría y yo era muy buena para la teoría, y lo sigo siendo, para las lecturas, para platicar, para todo ello, me encanta; y finalmente creo que no me equivoqué, porque la carrera de psicología me dio las herramientas para entender mi vida y el porqué de la vida, porque en ocasiones uno está terco de que “por aquí me voy” y después pasa de que no, “es por acá”, tal vez sea azar, destino, suerte o fe. ¿Cómo se da su ingreso a la planta docente de la EIAO? En 1975 me tocó regresar a la Álvaro a pedir trabajo, andaba buscando oportunidades de trabajo y en ese entonces era director Homero Rico Villarreal y me dijo: “¿qué, ya egresaste?”, y le dije: “no, tengo algunos problemas”, “¿cuáles problemas?”, me dijo, y le respondí que o estudiaba o trabajaba y que me va diciendo: “está bien, te voy a dar trabajo”, y salimos de dirección y le habló a Toñito, el intendente de aquel entonces allá en Félix U. Gómez, y le dijo: “tráigase el avión”, pues ¿cuál avión?, pensé yo, y el avión era un trapeador de gas, grandísimo, como de dos metros que abarcaba casi todo el pasillo; y que el ingeniero va diciendo: “dele el avión a Ana María”, y honestamente me ofendí, le dije: “ingeniero, estoy pidiendo trabajo de lo que sea, pero no de intendente” y me respondió: “no te voy a dar trabajo de lo que sea, porque sé que si lo hago ya no vas a estudiar, ve y termina una carrera y cuando lo hagas, regresa y búscame”. Tiempo después, por azares del destino me volví a encontrar al ingeniero Rico en una cena de trabajo, donde resultó que mi jefe, el ingeniero Humberto González, que era coordinador de secundarias técnicas federales, era compadre del ingeniero Rico, 131


Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

y al finalizar la cena va y me dice: “te espero el lunes en la Álvaro Obregón”. Y en ese tiempo no estaba tan necesitada como la vez anterior, pero se lo comenté a mi madre y me dijo: “ve, no pierdes nada con intentarlo, puede que sea tu camino”, le hice caso y regresé. No era inicio de semestre, era noviembre, y el ingeniero Rico me presentó con los ingenieros Cervantes y Veliz, otros de los grandes maestros de los que tengo buenos recuerdos, y me dijeron: “aquí tienes tu casa, porque si algo tenemos en la Álvaro Obregón es que sabemos darnos la mano entre nosotros, en especial a los egresados”, y creo que es algo con lo que se sigue, hasta la fecha. ¿Con qué materias ingresó? Primero fue en el área de capacitación externa, porque en aquel entonces se estaban dando unos cursos para unas tres empresas, una era la General Electric, que pedía apoyo de capacitación en cursos de matemáticas, de ajustes y electricidad; y me mandaron a mí por mi carrera de técnica en electricidad, e impartí matemáticas, ajustes y mediciones, del uso de todos los aparatos de medición; y bueno, gracias a la misma formación que había tenido en la Álvaro Obregón pude dar una buena capacitación. Incluso recuerdo que cuando estaba en Mecánica, nos preguntaban en unas materias: “¿eres de la Álvaro?”, “sí”, “salte, porque tú ya sabes medir, y ya sabes esto y lo otro”, cosas que egresados de otras preparatorias no sabían. Y bueno, ya en el primer semestre de 1982 me dieron unas clases y empecé como docente, pero también continúe con las capacitaciones, y aquí quiero platicar algo. Cuando íbamos a las capacitaciones nos llevábamos a estudiantes para que al momento de que capacitábamos a los trabajadores, los muchachos también aprendieran y así tenían la opción de quedarse con el trabajo. Así eran las prácticas profesionales, pero había un problema. Las empresas no querían adquirir la completa responsabilidad de los estudiantes que realizaban sus prácticas, por si había un accidente y el tener que cubrir los gastos que se pudiesen generar, y las

empresas pedían el respaldo de algún seguro; entonces le comenté al ingeniero Cervantes Veliz, el director, que si toda la Universidad, en sus niveles de licenciatura e ingeniería hacían su servicio social, nosotros también podíamos si hablábamos con el departamento de Servicio Social de la Universidad. Y me dio luz verde, me dijo: “ándele Anita, vaya a investigar, a ver qué se hace y cómo se hace”, qué necesitábamos para que nuestros alumnos tuvieran ese seguro y al mismo tiempo, nos dieran más apertura para que alumnos, a la par de maestros, pusieran la huella en la industria a mayor escala de lo que ya lo hacíamos, y ahora con una seguridad médica y económica, y lo logramos. ¿Cómo se dio la creación de las carreras de técnico en turismo y técnico en trabajo social? Más o menos fue a la par de la investigación del servicio social. En esa época se tenía el proyecto de hacer de la Álvaro Obregón una especie de politécnico, porque la Universidad tenía la visión de expandir su oferta educativa técnica. En los ochenta hubo un gran auge técnico a nivel nacional y la Universidad no se quería quedar atrás; y de las escuelas más fuertes a nivel técnico e industrial pues estábamos nosotros, y con la aceptación del servicio social, de las prácticas, también querían abrir ese politécnico, o al menos se hizo el intento porque se autorizaron 33 carreras técnicas, y no las recuerdo todas, pero sí a técnico metalúrgico, agropecuario, laboratorista, en turismo, en servicio social, en apicultura y otras muchas. Pero no se abrieron todas, solo seis, que se sumaron a las cinco que ya había, y entre ellas las que propiciaron que entraran mujeres en un porcentaje mucho más alto, fueron técnico en turismo y técnico en trabajo social. ¿Cómo fue la formación de estas dos carreras? A base de la investigación del servicio social, pues yo ya tenía un antecedente, y además estaba mi licenciatura en Psicología, lo que me colocaba en el área social. Entonces el director me dijo: “oye, así como investigaste lo del servicio social, ¿no me 132


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puedes investigar de Turismo y Trabajo Social?”, y me dije: “Ay dios, yo no sé nada de Turismo”, de Trabajo Social sí, porque es afín a mi carrera de Psicología, pero de turismo pues nada, pero dije que sí y si no sabía, pues aprendía. Y me puse a investigar, me puse en contacto con la Facultad de Trabajo Social y ellos nos dieron los puntos básicos para poder abrir la carrera, porque ya posteriormente fue investigación académica, sobre todo a nivel personal, porque no había recursos o una asesoría externa que nos pudiera orientar, fue más que todo una investigación bibliográfica y de ir a tocar puertas, de ir al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), sección Nuevo León, a un lugar y a otro, y de preguntar ¿qué hace un trabajador social? Total que entregué la currícula de Técnico en Trabajo Social con las materias a cursar y fue aprobado por Rectoría, y el director me dijo: “ahora aviéntate con Turismo”, “no, pues aquí si voy a necesitar a alguien que me ayude”, le dije, y me respondió: “no se puede, no tenemos presupuesto, pero confío en ti” y otra vez, a enterrarme como investigadora y me fui a la coordinación de Turismo, que en ese entonces todavía no había Secretaría, y a investigar qué hacían en Turismo, cuántas escuelas había y todo lo bibliográfico, que en ese entonces pues no había internet. Y recibí orientación del coordinador de Turismo, que no recuerdo el nombre, pero nos asesoró muy bien; no había escuelas de turismo aquí en Monterrey, sólo había en Ciudad de México y en Guadalajara, y me tocó ir a esos estados a visitar esas escuelas y a investigar, y otra vez tocó lo mismo que con Trabajo Social, que una vez hecha la investigación a armar las materias, los horarios, los contenidos, la currícula en general, y a mí me tocó estructurar los primeros planes de estudios de estas carreras, aunque ya posteriormente se les han hecho muchas modificaciones por las necesidades de cada tiempo, lo que nos ha mantenido dentro de los mejores.

¿Cómo se notó el cambio del ingreso de mujeres a la EIAO una vez abiertas estas carreras? Fue el boom, definitivamente, porque aunque se implementaron seis carreras nuevas, las de mayor demanda fueron precisamente Turismo y Trabajo Social, porque al inicio era 10% de alumnas, y luego subió a 20, luego a 30, y en menos de tres años llegamos a 50% de población femenil; y esto provocó una sobrepoblación no sólo de mujeres, sino en general, lo que propició que se creara o se buscara una nueva dependencia, que fue Unidad Tres Caminos, en Guadalupe. ¿Sostuvo algún cargo administrativo? Fui secretaria de Escolar durante la administración de Lázaro Vargas Guerra y cuando él se fue, que tomó posesión del Departamento Escolar y Archivo de la Universidad, me invitó a formar parte de los comités técnicos que la Universidad organizó, donde se creó un stock de maestros de todos los niveles, de licenciatura y preparatoria, para organizar lo del tronco común; y allí duré hasta 2006, cuando regresé nuevamente a secretaría Escolar y en mis últimos años, ya quedé solo como maestra, y me jubilé durante la administración del ingeniero Crescencio Castillo Sarabia. Al ser pionera del ingreso de mujeres a la Escuela Industrial, ¿cómo ha visto la inclusión de la mujer en el área técnica? Magnífico, porque dar la oportunidad a que las mujeres se capaciten en áreas profesionales, porque a mí me tocó vivir en carne propia el no ser aceptada en varios trabajos, porque al decir: “soy técnica electricista” e iba con mis papeles, y me decían: “pero eres mujer”; no se creía en las mujeres para estos trabajos y el hecho de que entraran más mujeres a la Álvaro Obregón y me tocara formar estas dos carreras que lo propició, es una gran satisfacción. Y cuando las carreras ya estaban, el tocar puertas no terminó, porque después tuve que ir a los dos grandes hoteles que había en ese momento, que eran el Holiday Inn y el Ambassador, a pedirles que nos dieran oportunidad 133


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de que las alumnas hicieran sus prácticas, y nuevamente el coordinador de Turismo nos ayudó para que nos abrieran las puertas; y por Trabajo Social fue más fácil por la relación que la Álvaro ya tenía con el gobierno para las capacitaciones, pero con Turismo sí batallamos porque al principio no creían en nosotros, porque eran mujeres recién egresadas, jovencitas de 16 años, y decían: “no la puedo poner en recepción”, pero poco a poco y a base de la preparación que les dábamos nos fuimos abriendo camino; porque, como anécdota, cuando las alumnas ya estaban en su práctica yo sabía en qué dependencia estaban y les hablaba, para ver cómo contestaban, qué respondían y si lo hacían mal, aquí las regañábamos y les decíamos cómo se tenía que hacer, y otra vez, práctica y práctica; ensayábamos una y otra vez, porque era difícil poner un taller de turismo en una institución y hasta la fecha, porque no es igual lo que aprendes en la escuela a lo que aprendes en el campo laboral, y lo importante es el practicar y practicar, para lograr un servicio de calidad, el pulir la teoría o el conocimiento con la práctica, con un trabajo de calidad, para lograr prestigio en la profesión. Hace días, por ejemplo, me enteré que una de las hijas de un compañero maestro fue una de las primeras mujeres que se fue de intercambio internacional por Trabajo Social; y hace cinco años, más o menos, una ex alumna de la primera generación de Turismo se fue a capacitar a Francia, y estos son logros que me enorgullecen. Cada vez que veo egresados que fueron mis alumnos, mujeres y hombres, y que han triunfado, siento un regocijo muy especial, me siento agradecida con Dios, porque ese granito de arena significa que uno trasciende en el quehacer de su labor, académica o social, y ello es una satisfacción muy grande. En su vida personal y profesional, ¿qué significa la Álvaro Obregón? Una gran parte de mi vida, donde encontré grandes amigos, desde que era estudiante, hasta compañeros maestros y quienes fueron mis alumnos. Esta escuela me formó profesionalmente, me hizo valerme

económicamente cuando más lo necesitaba mi familia y después me volvió a dar la oportunidad de seguir trabajando. Fue mi sustento laboral y económico por el resto de mi vida. Pasé tres años como estudiante y treinta años trabajados. Y ha sido algo muy especial, porque me dio grandes amigos, que fueron mis maestros y compañeros, y en todos los niveles, desde lo académico hasta lo administrativo, me permitió trascender; y el encontrarme a alumnos en la calle o en algún lugar y que me recuerden, o que alguien me diga: “usted es de la Álvaro Obregón”, eso me enorgullece mucho. Me dio la oportunidad de tomar parte en los inicios de algo, primero como alumna y después en la formación de las carreras de Turismo y Trabajo Social. Estoy muy agradecida con la escuela, con mi alma mater, porque me preparó para la vida. Para mí es un gran orgullo que me hayan tomado en cuenta para este proyecto, del poner por escrito la historia de la Álvaro Obregón, que es una gran escuela técnica, que ayuda en la preparación profesional y ya no sólo a nivel nacional, sino también internacional; y me da mucho orgullo ver egresadas mujeres que están en los intercambios internacionales y laborando en la industria nacional. Para mí, como ya lo dije, mi época más preciada como estudiante fue la preparatoria, con recuerdos de palabras, comentarios, de maestros y de compañeros, que los recuerdo y los considero como si fueran de la familia; cada vez que veo a un ex compañero es como si viera a un hermano. Compañeros que han transcendido en la vida profesional y que han dejado huella; y esta comunidad siempre ha sido muy solidaria y hasta la fecha lo es, y es una característica que nos ha ayudado a que esta escuela sea la mejor. Y sé que todos los egresados estamos muy orgullosos de mantener esta calidad y el mantener la tradición de trasmitir este orgullo, este amor por la Álvaro Obregón, y se ve en el uso de las chaquetas, de la camiseta, el orgullo de ser universitario en primer lugar, y en segundo, el ser alvaroobregonense. 134


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AMADO MACÍAS VELASCO Catedrático del plantel por tres décadas, fue constante colaborador administrativo, consejero maestro y el cronista titular de la EIAO durante su tiempo en activo, siendo miembro de la Comisión de Historia durante los festejos del 50 aniversario y colaborador en la redacción del libro conmemorativo de ese aniversario. 136


Amado Macías Velasco

¿Cómo ingresó a la planta docente de la EIAO? ntes de mencionar de cómo me inicio en la Escuela, quiero hablar poquito de cómo me hice maestro. Desde muy joven tuve la vocación de ser maestro y lo primero que estudié fue en la Normal Miguel F. Martínez y egresé en 1966, y en 1968 termino la preparatoria en la 3 nocturna. En 1973 egresé de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y antes de empezar a trabajar en esta escuela, trabajé como maestro de secundarias y como maestro por horas en la Normal Miguel F. Martínez. Entonces, cuando llego aquí, a esta escuela, fue por invitación de algunos maestros que me conocían a mí, que habíamos convivido y que éramos compañeros por medio de la Universidad, de la política de la Universidad, porque en la Facultad de Derecho yo era secretario general de la sociedad de alumnos y otro compañero, que después nos hicimos compadres, era el presidente de esa sociedad y como yo andaba metido en la política ya en esos tiempos y era maestro y me gustaba mucho la política, más que todo lo que era servir a la Universidad en todos los aspectos, tratar de hacer las cosas bien; entonces hubo invitaciones por parte de compañeros de esta escuela y así es como me inicié aquí, en el año de 1972, estando como director el ingeniero Juan Galván. Conocí también al director anterior, que estuvo como sustituto, porque me tocó vivir un tiempecito de él y luego sigue Juan Galván y es cuando yo inicio en el turno nocturno y mis clases eran de las últimas,

yo salía a las 10 de la noche; había tres turnos antes en la Álvaro Obregón y en ese tiempo las clases se publicaban por parte del Sindicato, cada escuela y facultad tiene una sección, y para que fueran las cosas muy legales, muy democráticas, se publicaban y se consideraba la antigüedad y especialidad del maestro o docente, entonces, pues yo tenía que hacer fila y empecé dando clases con muy pocas horas, empecé con seis horas y así un semestre se incrementaban y otro se bajaban, según la matrícula del año; y tiempecito después, cuando ya estaba en la escuela me tengo que retirar ese mismo año por situaciones en las que yo no me quise ver inmiscuido, en la política de la escuela, y pues desgraciadamente me inmiscuyeron y tuve que actuar; entonces lo correcto fue el renunciar a las clases, pero el siguiente año cambia la situación política de la escuela y los que me habían hecho la primera invitación me vuelven a hablar para que regrese y es cuando ya me quedo de forma definitiva aquí en la escuela, desde 1973, hasta que ya me jubilé, en el 2003, aproximadamente, fue durante el primer periodo de Leobardo Martínez. ¿Qué clases impartía? Bueno, aquí en la Álvaro, y como siempre ha sido, la escuela tenía dos áreas, el área del tronco común, que eran las materias que correspondían al estudiante de preparatoria, para poder considerar al estudiante un preparatoriano y la otra área era la técnica, donde se estudia la especialidad; entonces, mis clases eran del área teórica, del área del tronco común y en ese tiempo daba clases de Humanidades, de Ciencias

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Jurídicas, de Ciencias Sociales y de Historia, entre otras, pero con la que inicié fue con Economía Política de Nikitin, que era el autor de ese tiempo, un autor socialista para variar, porque en ese tiempo estaba muy fuerte esa situación, y se leían otros libros con autores socialistas, como Adolfo Sánchez Vázquez, entre otros, y eran libros que se leían aquí en esos tiempos, a nivel Universidad. ¿Usted se consideraba partidario de esta ideología? Siempre me consideré un liberal muy apegado a la Constitución, desde Derecho. Nuestra planilla para la sociedad de alumnos fue la planilla Revolución y teníamos al frente a Villa y a Zapata, y yo realmente nunca fui partidario de héroes extranjeros, y considero que nuestra Constitución hasta la fecha es muy socialista y ya la quisiéramos aplicar como debe de ser, porque aplicándola tal y como es seríamos un país socialista al cien por ciento, y lo vemos en educación, en el área de salud, lo vemos en muchas áreas y está en la Constitución; así me consideré siempre yo, muy respetuoso de las leyes. Continuando con esta línea ideológica, ¿qué recuerda del movimiento de autonomía universitaria, como lo vivió? A mí me tocó vivirla en la Facultad de Derecho y realmente fue un poco diferente a la de aquí, la de la Álvaro. Allá en Derecho, yo estuve muy apegado a las decisiones del Gobierno con respecto a la autonomía, porque como lo comenté yo era muy respetuoso de las autoridades y de la ley, y no me gustaba a mí que otro tipo de intereses o factores externos, o fuera de lo que eran los intereses universitarios, influyeran en ese tipo de situaciones. Que tuvo cosas buenas la autonomía y que tuvo cosas grandiosas sí las tuvo, pero en lo que yo no estaba de acuerdo era en la forma en que se pidió, en los métodos, porque no se siguieron los cauces que debieron seguirse, todo fue a base de lucha estudiantil y claro que si no hubiese sido así, no se hubiese conseguido, porque en ese tiempo con las autoridades

había mucha represión; entonces hubo luchas y yo realmente en ese tiempo ya estaba muy maduro, ya era maestro y estudiante de leyes y sí participé, pero hasta cierto momento y los que dirigieron esas luchas fueron gente de izquierda, que a todos los conozco y conviví con ellos, como maestros y estudiantes, y nos respetamos mucho, y otros pues muchos de ellos cambiaron, gente que participó en esa lucha y que ahorita están en México, en Los Pinos o muy cerca de Los Pinos, se los llevaron con puestos, gente que era comunista, gente que anduvo en movimientos fuertes, pesados, les dieron puestos allá y cambiaron. Pero también la autonomía tuvo cosas muy buenas, porque ahí se le dio voto y fuerza al estudiante, se le dio mucha autonomía a la cátedra, se reforzó la labor del docente y a raíz de allí, sigue la clase intelectual más fuerte, la derecha y luego también la clase de izquierda, y eso motivó mucha competencia, simplemente se vio en las escuelas, había dependencias que unos eran de una línea y otros eran de otra, había mucha lucha académica y los catedráticos se ganaban el título de catedráticos, a través del discurso, de la cátedra, que ahorita eso no se ve, antes todo se ganaba con mucho pulso y mucho esfuerzo. Y por parte de los estudiantes, estaban muy comprometidos con el pueblo, con la gente y muy auténticos, que es lo que falta ahorita en ese aspecto, falta más participación del estudiante en la lucha social y en los cambios sociales, ahorita los muchachos piensan en cómo ganarse la vida y así es el sistema. Yo viví esas épocas aquí en la escuela y como estudiante, a mí me tocó el 68 en la prepa y los 70´s en Leyes, los más duros, y participaba a nivel nacional porque estaba en la Federación Nacional de Estudiantes y yo iba por parte de la Facultad de Derecho a México, a participar en todos los movimientos y a hacer cambios sociales para el país, y hasta nos recibían los presidentes, porque sí había mucha fuerza. 138


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¿Cuáles eran sus principales tareas en el área administrativa? Cuando me inicié con Raúl Carrillo, inmediatamente empecé a colaborar con él en lo administrativo y después me dio la presidencia de una academia, la de Ciencias Sociales, que era un área muy amplia, era el área donde yo daba clases y allí entraba parte de Humanidades, entonces así fue como inicié con eso, y ya más adelante, con Cervantes, con Octaviano y con el ingeniero Lázaro, ya empecé a ocupar otros puestos, el que más ocupé fue el de Jefe de Departamento Psicopedagógico, que era un departamento que cubría tanto el área de enseñanza de las academias, el área de metodología, de lo que es conocimiento del tronco común nada más, no del área de especialidades técnicas, y coordinar a todos los presidentes de academia en reuniones y ponernos de acuerdo en cuanto a planes y programas de estudio, su contenido y cuando era necesario hacer los cambios, se hacían modificaciones, se revisaban los libros de texto y había reuniones de academia. Se creó ese departamento en esa época, con el maestro Canales, pero no funcionó con regularidad y ya después lo establecimos, se reglamentó, se trabajó, había seminarios y se participaba en congresos, traíamos gente de la Universidad, de diferentes dependencias, principalmente de Filosofía y Letras, traíamos gente muy especializada en educación, extranjeros y de los que tenían convenios con la escuela también colaboraban; se invitaba a editoras de libros, a autores de libros, etcétera, todo eso lo hacíamos principalmente en los aniversarios o en ciertos periodos en donde hacíamos una semana cultural, y sí era muy amplia la gama, y yo además siempre manejé el aspecto histórico de la escuela, yo era el encargado de lo histórico y luego el maestro Sergio Loredo, que entró despuesito, él también colaboraba y en ese tiempo, el ingeniero Lázaro me hizo el honor de que yo escogiera dos personas para que formaran parte del Departamento, que eran una maestra egresada de Filosofía y Letras, que es

¿Cómo se fue dando la estabilidad universitaria posterior al movimiento de autonomía? Las escuelas estaban divididas en grupos, los maestros y alumnos, unos a lado del gobierno e instituciones, y otros apegados a sus ideales, muy independientes al gobierno, entonces se tardó mucho tiempo para que eso se fuera acabando y los directores no duraban, todavía hasta Homero Rico no logró reelegirse por la situación, pero luego ya se fueron unificando las corrientes; y otra cosa que sucedió es que se acabó la nocturna, donde estudiaba gente grande, trabajadores, con sus ideas muy sólidas, no podías utilizar libremente gente adulta, trabajadora, con familia y ellos ya tenían su criterio muy formado, muy propio, y desaparece la nocturna. Yo formaba parte de los ingenieros, de los pocos que formaban parte del grupo político, por eso ocupé el puesto de Consejero Maestro varias veces, con diferentes directores, con Octaviano Fernández, los seis años y los seis años de Lázaro Vargas y un periodo de Efrén Castillo, y luego de ahí me voy al Sindicato en ese tiempo y se queda otro maestro como consejero. Ese fue uno de los puntos, la división que había, pero después se fue conciliando todo y cambió el concepto de Universidad también, en el concepto de academicismo y se fueron creando otros tipos de situaciones, y los grupos se empezaron a conjuntar por intereses y ya la gente trataba de no hacerse daño, unos con otros, y unas escuelas tardaron más y otras menos; y en lo otro que también ayudó la autonomía y la misma modernidad, es que había muchos maestros que estaban rezagados, que no estaban preparados y esa gente se fue yendo y fue llegando gente preparada y con más ganas de trabajar, con academicismo y fueron cambiando las instituciones, y quién iba a pensar que tendríamos esta Universidad que tenemos ahorita, una Universidad de primer mundo, se podría decir, es una cosa grande que tenemos ahorita, en todos los aspectos. 139


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pedagoga, y el licenciado Zarazúa, también egresado de Filosofía. Después, con el ingeniero Octaviano nos tocó el proyecto de Trasformación Educativa 2010, aunque el número no lo llevaba en el inicio. Este proyecto inició con Cervantes Veliz, pero fue muy poco lo que se avanzó, entonces el que lo aterriza ya en forma definitiva, fue el ingeniero Lázaro y ya empezamos nosotros a colaborar con él y había un maestro, Ernesto Flores, quien colaboró para los contenidos del área técnica, mientras que yo me ocupé del área de tronco común, así como del lado histórico y social del proyecto. Entonces Ernesto y yo colaboramos en la organización de este proyecto y anduvimos hasta en la Secretaría de Educación Pública para presentar el proyecto. Este plan tomó forma con el Ing. Lázaro Vargas, que fue donde se le agregó lo del 2010, una proyección a futuro, entonces definitivamente el Ing. Lázaro lo empieza a afrontar y vamos muy seguido a la SEP y él se valió de asesores extranjeros con los que teníamos convenios, con Francia, con Estados Unidos, Saint Phillips College, etcétera, y empezamos a formar todo el proyecto, a tal grado que la SEP autorizó el proyecto y así es como se logra Churubusco. Tanta fue la importancia de este proyecto, que la Federación escogió al arquitecto número uno en México en esos tiempos y quien tenía fama no sólo nacional sino internacional, Pedro Ramírez Vázquez, creador de muchas obras importantes, entonces este señor vino y me acuerdo que anduvimos recorriendo la escuela ya terminada, antes de su inauguración, y él anduvo supervisando muchas cosas, dando instrucciones y hay una maqueta de cuando se hizo la escuela, hay números de cuánto costó y todo, y fue una cosa muy bonita, porque nosotros no esperábamos una cosa así de grande. Siguiendo con el área administrativa, ¿qué nos puede comentar de los convenios y programas de intercambio académico?

Los proyectos que se hicieron con el ingeniero Lázaro, para reforzar el Proyecto de Transfor mación Educativa, fueron cursos de especialización en diferentes áreas técnicas para maestros y alumnos, en diferentes países, principalmente Alemania y Estados Unidos, y después a Francia, y de hecho, el ingeniero Lázaro fue uno de esos maestros que se fue de intercambio a Alemania, y también el ingeniero Efrén Castillo y Fernando Rodríguez, el director actual. Y lo otro era la visita de empresarios, docentes y centros industriales, tanto nacionales como extranjeros, destacando países como Francia, Austria, la antigua Checoslovaquia, Suiza, Estados Unidos y Alemania, entre otros. De la Rectoría había un presupuesto para la Escuela, para que maestros y alumnos visitaran alguno de estos lugares, y esto les servía a los maestros y alumnos, y a la institución en general, como experiencia, el ir a conocer otros centros de enseñanza técnica extranjeros y el recorrido, además. También había programas de capacitación permanente de maestros, revisión de programas y planes de estudio, así como un cambio de enfoque en el proceso de enseñanza para propiciar en el alumno una actitud más participativa, y en general pues llevábamos a cabo varios seminarios para los alumnos y esto era en las dos áreas de tronco común y técnica, y en estos seminarios se les hablaba de los planes de estudio, del proyecto de Transformación Educativa y de todo, de todo se les hablaba. En lo relativo a los convenios, había tanto con instituciones educativas nacionales, locales y extranjeras, y algunas empresas. Las principales eran con la Saint Phillips College, en San Antonio, Texas; el Colegio Comunitario del Álamo, Texas; el Palo Alto College; y con la Escuela Normal de Ingeniería de Metz, entre otras. Todos estos convenios y más, se tenían y ellos venían o nosotros íbamos, yo nunca tuve la oportunidad de ir, en dos ocasiones el ingeniero Lázaro me invitó, pero iba gente muy 140


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la Escuela desde sus inicios hizo cambios y nació conectada con la industria. ¿Qué nos puede comentar de los cambios en los programas educativos? Existía aquí una tendencia muy “machista”, por así decirlo, la escuela era totalmente de y para hombres, en sus programas de estudio y deportes, y las poquitas alumnas que llegaba a haber eran contadas y entonces la única área que había aquí de conocimiento era el área industrial, y ésta se dividía en mecánica, eléctrica, fundición y automotriz, pero antes de esto hubo otro aspecto muy interesante, cuando se implementó la materia de Orientación Vocacional, que fue cuando inicié con el Departamento Pedagógico y el programa prácticamente ya lo teníamos, pero faltaba el libro y la aprobación del Consejo Universitario, que se implementara en todas las preparatorias de la Universidad; yo lo que hice fue hablar con los directivos y decirles vamos a hacer esto, porque aquí los muchachos entraban a un área de las que había y se ponían a estudiar, e iban a los diferentes talleres, pero de repente resultaba que decían: “pues fíjate que no me gustó, yo quiero ahora aquella”, y cuando se vino esa situación se manifestó la necesidad de que el alumno fuera orientado, que conociera la escuela antes de decidir qué carrera iba a escoger. Entonces, cuando se dieron las reformas con el ingeniero Jesús Cervantes, con la creación de las demás áreas, sí fue necesario que los alumnos recorrieran todos los talleres y materias en la clase de Orientación vocacional para que conocieran teórica y prácticamente cada especialidad; yo les daba la teoría en el aula, así rápidamente, entonces el alumno ya sabía qué había en cada taller y cuál era su plan de estudios y etcétera, entonces calendarizábamos y llevábamos a los alumnos a cada taller, y el maestro del taller preparaba un programa para recibir a los alumnos y darles el recorrido, y se le iba explicando a medida que iba el avance del recorrido, y los muchachos iban anotando todo porque al final del curso de orientación se les pedía un escrito de su

“La Escuela tiene una gran participación y una gran contribución, tanto a nivel local como nacional e internacional. Siempre ha tenido mucho prestigio y lo sigue teniendo”.

preparada para traer todas las enseñanzas adquiridas en la experiencia. Con las empresas, el sector productivo, pues era con IBM de México, GPS sistema, Carrier de México, Tecnología y Diseño Electrónico, y muchas más que había y que sigue habiendo, porque la Escuela no puede vivir sin la conexión con la industria y el día en que se deje a un lado esa participación, ese intercambio, la Escuela va a quedar obsoleta, porque 141


Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

experiencia, de qué habían aprendido y demás, entonces eso fue grandioso para los muchachos. Después ya vienen las reformas, con las áreas social (con Trabajo Social), el administrativa (con Turismo), la de salud (Laboratorista), la agropecuaria (Suelos y Fertilizantes, y Maquinaria Agrícola) y la industrial, la cual se amplió mucho, y así se crearon carreras como Aire Acondicionado y Refrigeración, entre otras, y esto perduró sólo un periodo, un tiempo muy corto. ¿Cómo ha visto la participación de la Escuela en la sociedad? La Escuela tiene una gran participación y una gran contribución, tanto a nivel local como nacional e internacional. Tiene maestros que han participado en los tres niveles y hay muchos casos de gente muy valiosa, hay capitanes de empresas egresados de esta escuela y ha habido directores muy vinculados con la industria regional, y la Escuela siempre ha tenido mucho prestigio y lo sigue teniendo, a pesar de que ya existen muchas escuelas técnicas. ¿Cómo se da la construcción de la Unidad Churubusco y qué planes se tenían para la sede de Félix U. Gómez? En 1991 se solicita el terreno para Churubusco y en 1992 es cuando se da la respuesta, se donaron 16 hectáreas, estando como gobernador Jorge Treviño y luego Sócrates Rizzo. Se concluye la construcción para recibir 5 mil alumnos en dos turnos, matutino y vespertino, aunque en el inicio había también nocturno, pero después sólo quedaron los dos primeros turnos. Cuando nos vinimos para acá, a Churubusco, los talleres de la Félix U. Gómez se quedaron funcionando, porque acá todavía no estaba el equipo instalado y además faltaba presupuesto para concluir la instalación, por las cuestiones financieras de la Universidad, y entonces los alumnos iban y venían en los camiones de la escuela, llevando y trayendo grupos para que fueran a los talleres; entonces hablando y viendo la situación, vimos la posibilidad de implementar un programa de Escuela-Empresa.

Vimos que las que más nos convenían eran las empresas pequeñas, porque su proyecto a futuro es crecer y quieren hacer competencia, entonces lo que necesitábamos era sentarnos a platicar con los líderes de esas empresas y establecer un proyecto donde en conjunto con las autoridades universitarias, locales y federales pudiéramos sacarlo adelante, en donde las empresas, la Universidad y el gobierno federal y estatal pudiéramos crear ese modelo de escuela, aprovechando su infraestructura, adecuarla, porque teníamos las naves, el auditorio, talleres y salones, y sobraban espacios. Entonces decíamos que en Félix U. Gómez podíamos hacer una escuela de capacitación para nuestros alumnos y también para los trabajadores de las empresas, es decir, las empresas nos enviaban personal especializado que capacitara a los alumnos en el campo práctico y nosotros, con nuestros maestros, instruíamos a los trabajadores de las empresas en los campos teóricos, un intercambio de conocimientos, tanto teóricos como prácticos, para estar alimentándolo nosotros, y con una flotilla de autobuses de la escuela que fueran y vinieran de Félix U. Gómez a las empresas, a llevar y traer trabajadores y alumnos. Por ejemplo, con el director Efrén Castillo, a mí me tocó estar en Metalsa, me tocó llevar un grupo de maestros, coordinarlos, para revisarles a los de la empresa los planes de capacitación y ahí estuvimos nosotros, y se adecuaron los planes, se actualizaron, con gente de aquí y se le pagó a la escuela el servicio, siendo electa para esta tarea por encima de otras escuelas técnicas y estuvimos un año en eso. Entonces ése era el proyecto que nosotros teníamos para el edificio de Félix U. Gómez, pero no se pudo concretar por muchas cuestiones. ¿Y la construcción de Tres Caminos? Fue con base en los requerimientos de la escuela y revisando de dónde provenían los alumnos nuestros, que eran de Escobedo, Guadalupe, Juárez y Cadereyta, sobre todo Guadalupe, gran cantidad de población estudiantil provenía de allí, y entonces se 142


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

pensó en construir una escuela en Guadalupe. En ese tiempo con el ingeniero Octaviano nosotros teníamos gran amistad con el ingeniero Erasmo Treviño, que era el alcalde de Guadalupe en ese tiempo, y platicando con él nos dijo: “yo quiero una escuela de la Álvaro Obregón allá, nos hace falta una escuela”, porque a él se lo pedía su gente, porque no tenían para el camión para venir hasta acá y querían una escuela técnica para ellos, para sus muchachos y a eso vino y platicó el ingeniero, y a mí me tocó participar. En ese tiempo yo estaba en Guadalupe participando políticamente y conocí muy bien al ingeniero Treviño, y estuve muy metido en esa construcción, en ese tiempo, y cordialmente se logró gracias al apoyo del ingeniero Treviño y del gobernador Jorge Treviño, que donó ese terreno y salió adelante, y con la misma gente que teníamos aquí; esto siempre nos ha ayudado, que nuestra gente nunca dice que no y muchas veces sin paga, la gente Álvaro Obregón así es, aquí hasta los domingos se trabaja a veces, y la gente iba y venía, los que tenían clases en la tarde, allá daban en la mañana y viceversa, e iban y venían, unos en camión y otros en su carrito, y también era de llevar y traer a alumnos porque los laboratorios y talleres de Guadalupe aún no estaban concluidos, y mientras los terminaban, pues los alumnos tenían que venir a tomar esas clases aquí, y sí se batalló, pero se logró y gracias a todos esos esfuerzos. ¿Cómo fue su participación en el sindicato de la Universidad? Estuve allí cubriendo tres periodos sindicales con Isaías Balderas, Joel Montemayor y Tomás Tijerina, yo ocupé dos puestos, de Secretaría Académica y de Conflictos, y más que todo allí la colaboración era en el área de prensa, de propaganda y escribía textos, revisaba papelería, oficios, todo lo que se hacía allí, de revistas, etcétera; y lo otro era en la cuestión de los cursos propedéuticos, de los hijos de trabajadores para el ingreso a las preparatorias, organizábamos los cursos y duraban varias semanas. Esto fue como

secretario académico, como secretario de Conflictos, allí había mucho qué hacer, constantemente se estaba revisando el Contrato Colectivo de Trabajo, durante todo el año, y en la defensa de los trabajadores con los conflictos que había entre los trabajadores y los jefes de sus dependencias, y hablábamos con ambas partes y tratábamos de arreglar las cosas sin llegar a Rectoría y estábamos siempre presentes en este aspecto. ¿Cómo se dio la creación del Fondo de pensiones? Fue una situación muy difícil, donde todo el mundo queríamos ganar, pero no queríamos aportar, entonces teníamos que concientizar al trabajador para que aportara y que a futuro tuviéramos un fondo sólido, como el que tenemos actualmente, con miles de millones de pesos, dinero que es para jubilar a los trabajadores. Y para aprobarlo pues fue a golpes y sombrerazos, porque sí hubo oposición, sí hubo y desconozco si aún existan demandas u oposición. En su trayectoria ha sido un estudioso de la historia de la Álvaro Obregón, ¿por qué este interés? Bueno, fueron muchas cosas, mi padre cuando se casó fue en la Colonia Obrera y trabajó en Fundidora y mi hermano el mayor se llama Álvaro, por Álvaro Obregón, y mi papá era un convencido de esta escuela, de lo grandioso de esta escuela y de sus creadores, el gobernador Aarón Sáenz, Plutarco Elías Calles y el mismo Álvaro Obregón, y han sido muchas cosas, a mí siempre me ha gustado la historia y esta escuela me ganó, y para mí fue un gran orgullo el haber colaborado, la oportunidad que me dieron en muchas cosas, porque serví a mi escuela, serví al estado y serví a mi país en muchos aspectos, y me gustaría que esta escuela se consolidara en su nivel de preparatoria técnica, a nivel nacional e internacional, y hasta ahorita sé que va por muy buen camino, el director actual fue mi alumno y sé lo que es él, fue un gran alumno y un gran maestro. 143


ENRIQUE ALFONSO FERNÁNDEZ AGUILAR Docente en la Preparatoria Álvaro Obregón de 1983 a 2013 y reportero de los eventos deportivos de la misma.

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Enrique Alfonso Fernández Aguilar ¿Cómo se integró a la planta docente de la Álvaro Obregón? nicié el 16 de febrero de 1983 a invitación del entonces director, el ingeniero Jesús Cervantes Véliz. Empecé como encargado de laboratorio de biología que apenas nacía y a los seis meses ya era técnico en el laboratorio y encargado del taller en la carrera de Laboratorio y maestro en diversas materias entre ellas Biología, Metodología y otras materias relacionadas con las ciencias experimentales. ¿De qué facultad es egresado? Soy egresado de la Facultad de Ciencias Biológicas, de la carrera de Biólogo y luego estudié la carrera de Periodismo, que también la he ido aplicando poco a poco en la Universidad, mi alma mater. ¿Ha estado ligado al área deportiva de la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”? Me he involucrado en varias ocasiones, como trabajador un poco en cuestiones deportivas del Sindicato con el softbol, pero como maestro en distintas ocasiones me tocó ayudar a cubrir eventos deportivos de la Álvaro Obregón, principalmente de futbol americano, que es mi pasión; también el basquetbol que me gusta mucho y en ocasiones en las carreras, en la ya tradicional carrera que realiza desde hace algunos años la Álvaro Obregón, a principios de octubre de cada año. He sido reportero y fotógrafo, en el caso del sindicato puedo decir que jugador, aunque no era muy bueno para el softbol, pero me gustaba convivir con un bonito grupo de trabajadores por mucho tiempo

ahí en el softbol, era muy agradable un sabadito en la mañana. ¿Conoció la obra de Omar Sandoval? Sí, tengo el privilegio de conocer a su hija, la doctora Letty Sandoval, al profe Sandoval lo conocí incluso como entrenador, como narrador y cronista de TV Nuevo León, fue un gran motivador, un maestro del basquetbol. Nuestro gimnasio original en Calzada Madero y Félix U. Gómez lleva su nombre y creo que formó a muchos jugadores, incluso, algunos hasta me llegaron a contar que les ayudaba económicamente para el lonchecito, para el camión, en aquellos tiempos no era tanto de consumir mucho refresco como es hoy, era gente de escasos recursos. La Álvaro Obregón es una escuela técnica donde viene mucha gente de muchos niveles socioeconómicos y en especial mucha gente de clase media, clase baja y el profe Omar Sandoval, además de ser entrenador, era una persona muy humana, les peguntaba: “¿qué problema tienes?” y trataba de buscar la ayuda. Hizo del basquetbol de la Álvaro Obregón una potencia en todos los aspectos y trasmitía muchos conocimientos, experiencias y mucha disciplina. Al ingresar a la Álvaro Obregón, ¿qué referencias llegó a escuchar de la tradición deportiva de la escuela? Bastante, sobre todo en basquetbol y algo bien especial en box, fíjense que por fortuna la Álvaro Obregón de nueva cuenta es sede de los eventos de basquetbol intrauniversitarios, y el box ahora ya forma parte de las disciplinas que van a ir a la Universiada y

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me dio mucho gusto saber que el gimnasio de la Álvaro Obregón, de la unidad Churubusco, fue sede de las finales en distintas categorías, preparatorias, facultades, en la rama varonil y femenil. El box en aquellos tiempos, en la época de mi padre como maestro, tenían un ring muy bonito y a mí me tocó todavía verlo montado en el gimnasio “Omar Sandoval” y cuando había dos que tres medio entrados, los subían, les ponían los guantes y les decían: “tres minutos” y no duraban ni tres minutitos y ya les preguntaban: “¿se les quitó el enojo?”, se cansaban y decían: “sí, ya mejor ya no”, era una fuente de muy buenos boxeadores, muy buenos jugadores de basquetbol, muy buenos jugadores también de futbol americano. También se comenzó a abrir plaza poco a poco a las mujeres, que han ido tomando su espacio; en 1983 casi no había mujeres, pero empezaron a llegar un poquito más de damas en distintas carreras, conforme se fueron abriendo opciones en el Álvaro Obregón. ¿Podría hablar nos de la llegada de las mujeres al deporte de la Álvaro Obregón? Con la apertura de carreras técnicas como Turismo, Laboratorista y como Trabajo Social, empezaron a llegar damitas a distintas disciplinas y creo que la disciplina que más auge ha tenido es sin duda el tochito bandera, en donde la Álvaro Obregón en el ramo femenil tiene muchos campeonatos, ahorita es subcampeón. Hay más de un equipo, había equipo aquí en Churubusco de la mano de varios entrenadores y luego se abrió en Guadalupe y después en San Nicolás, puedo decir que es el deporte que más siguen las damitas con dos o tres equipos en cada temporada, tanto en la de primer semestre como segundo semestre del año, pero también ya tenemos representantes en el box; hace poco acaban de ganar boxeadoras nuestras de la Álvaro Obregón y en el tae kwon do, en el judo, se está formando también un equipo femenil. Qué decir del grupo de animación, que en el torneo anterior, que se realizaron las finales en el gimnasio de la FIME, se logró un buen segundo lugar. Apenas

llegando el entrenador ya estamos dentro de los primeros sitios en lo que es el grupo de animación, las damitas ya no son exentas, ya están dentro y ellas se ponen su propio nombre, tienen nombres muy especiales cuando representan a la Álvaro Obregón. Como docente, ¿qué hechos deportivos recuerda? Cuando entré como maestro me tocó en 1983 la final a la que llegó la Álvaro Obregón, contra los Diablillos de la Preparatoria No. 1, que eran una potencia; en aquel entonces no la ganamos, pero me acuerdo que abarrotamos el Gaspar Mass, me tocó casi una cabecera porque éramos tantos. Recuerdo finales de basquetbol en el “Luis Eugenio Todd”. Por ejemplo, acabamos de ir a una final de basquetbol y me tocó la fortuna de narrarla para página de internet y de televisión, es la primera vez que se narra la final de basquetbol a través del internet y tenemos invitación para seguirlo haciendo. Me acuerdo también de las carreras y de ir a ver encuentros de box, me ha tocado estar presente en las finales de futbol y hace poco llegamos a la final, el semestre pasado, y se narró para un canal de televisión de paga y no nos fue muy bien porque llegamos a penales, pero son potencia en todos esos deportes y son muy seguidos por los medios de comunicación. ¿Recuerda qué torneos se ganaron durante la administración del ingeniero Octaviano Fernández? Sí, el ingeniero Octaviano Fernández le gustaba mucho el deporte, en especial el softbol, lo seguía mucho y apoyó bastante en su tiempo el tratar de ganar el torneo interno o la medalla deportiva, el primer lugar, y era potencia en el futbol americano, éramos muy buena potencia en futbol soccer, no había tantas disciplinas como hoy en día, que son más de 20 las que forman parte de los equipos representativos. Se tenían muy buenos lugares, era difícil arrebatarles el primer sitio a la Álvaro Obregón en distintas disciplinas; tae kwon do, karate, voleibol y, como lo 146


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he comentado en basquetbol la Álvaro Obregón siempre ha sido potencia, ahorita es subcampeón. Hay varias categorías, se puede decir que se fue con ese estigma de ser una potencia los Bulldogs a nivel universitario, pese a que todavía las damitas no participaban en varias disciplinas, hoy somos potencias en porristas, tochito bandera y en box. ¿Podría hablarnos sobre las carreras de convivencia? Hoy las carreras de ruta son la moda, casi cada fin de semana tenemos una o dos carreras, pero el ingeniero Lázaro Vargas pensando en que es un deporte de integración y de convivencia familiar, creo que pocos deportes integran tanto a la familia y generan convivencia; el que quiera correr, que corra, el que quiera caminar, que lo haga y el ingeniero Lázaro se dio a la tarea de crear un trote que cada año le van aumentando unos metritos más conforme se va cumpliendo un año más de vida, ya vamos para los 85 y es una tradición y cada vez participan más. Hay premiación y tenemos maestros que son muy buenos para trotar, señoritas también, los alumnos participan y se crea un bonito día. Desde muy temprano comienza el calentamiento, el trote, las rutas están muy bien marcadas y delimitadas, después la premiación de la que sigue la convivencia, así que esto ya es una tradición, aparece en los eventos deportivos de nuestra alma mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León, creo que fue atinado del ingeniero Lázaro Vargas. ¿Cómo fue su participación y la de los trabajadores de la escuela en los torneos de softbol del Sindicato? Quisiera empezar con los trabajadores de la Universidad, porque casi siempre la Álvaro Obregón destaca en el softbol y en el futbol tiene varios equipos participando, si mal no recuerdo en estos días estaba el equipo de maestros y de trabajadores llegando a una final más. El softbol lo recuerdo desde los setenta, cuando el Sindicato organizaba como forma de convivencia los torneos de softbol y a mí me ha tocado participar a iniciativa de un maestro amigo, el profesor

Alejo que me preguntaba: “¿por qué no participas?” y le decía que daba clase los sábados, pero resultó que ese año no me dieron clases los sábados, me pusieron entre semana y pude ir a convivir, como lo dije, no soy muy bueno para softbol, pero me gustaba, creo que fueron sábados muy bonitos y me la pasaba muy bien porque platicas y haces otras cosas que no haces en la rutina, además haces bastantes amigos y siempre quedan anécdotas. Me acuerdo que en basquetbol iba y me divertía mucho por los chistes que comentábamos y por la manera de cómo intentabas pasarla bien con los rivales en una hora y media prácticamente. ¿Alguna anécdota deportiva que nos quisiera compartir? En el futbol americano me tocó vivir anécdotas en cuanto a los jugadores. Una vez los jugadores egresados de la Álvaro, que jugaban ya para los Osos de Mecánica, iban llegando al campo, era un final de categoría facultades, Osos de Mecánica jugaban contra la FACPYA y antes de ir a saludar al coach Miguel “Mike” Cervantes, que en paz descanse, fueron directamente a saludarme a mí tres ex alumnos míos: “maestro, ¿cómo ha estado?” y yo los saludé y se acercó en eso el coach y me dijo: “te saludan antes que a mí, eso quiere decir que te aprecian porque no fueron ni a saludarme a mí, ni a reportarse, vinieron directamente a ti”, eso me dio mucho gusto, ganaron por cierto. En el softbol me tocaron anécdotas de jugadores, uno que no llegó a home y era un partido que ganamos, lo sacaron porque se iba divirtiendo, porque había dado un batazo muy largo y por andarse burlando se tropezó como tres o cuatro metros antes y lo sacaron, le pusieron out y el ampáyer le dijo: “ya ves, por andar cantado victoria antes”. En el box también nos tocó hace poco, que un boxeador de la Álvaro Obregón andaba festejando desde la presentación y en el primer round lo noquearon y dije: “ya ven, por andar cantando victoria, en el deporte no hay enemigo pequeño”, eso lo he aprendido bastante y me gusta mucho el deporte 147


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amateur. Creo que mis mejores anécdotas son con el deporte amateur, porque los muchachos no lo hacen por dinero, lo hace porque les gusta y eso es muy importante. ¿Nos podría nombrar algunos deportistas de fama local o nacional que hayan egresado de la Álvaro Obregón? Tenemos maestros que han sido importantes, como el ingeniero Jorge Solís, ex director de la FOD, actualmente es el representante ante la ONEFA de los Auténticos Tigres, es funcionario en la CONADE, perfecto profesionista que sabe mucho de deporte, jugó para los Bulldogs de la Álvaro Obregón; también su hermano José Guadalupe Solís, uno de los mejores árbitros a nivel nacional, que ha arbitrado ya en el estadio de los Vaqueros de Dallas, tiene reconocimiento para arbitrar en Estados Unidos y no cualquiera arbitra futbol americano en Estados Unidos, los norteamericanos son muy celosos, no quieren de otra nacionalidad y él sí ha ido a oficiar encuentros en San Antonio, en Dallas y en muchas partes de Texas. El ingeniero Mauro Martínez Mata, ex seleccionado nacional de futbol americano como receptor. El coach hoy en Puebla con los Tigres de Puebla, Adán Alfaro, ex mariscal de campo de los Bulldogs de la Álvaro Obregón, también recuerdo uno de hace mucho, yo no lo vi, pero sé que fue campeón de guantes de oro de apellido Palacios, que era un acorazonado tremendo para los guantes y le decían el “Bulldog”. El ingeniero Lázaro Vargas, ex director, que también fue seleccionado estatal en patines sobre ruedas, son algunos, pero hay más, porque han egresado muchos muy buenos deportistas de muchas disciplinas. ¿Por qué cree que es tan importante el deporte en la formación de los jóvenes? Soy un convencido desde hace mucho tiempo de que la formación integral hoy en día requiere de que el alumno no sólo esté en las aulas, sino que comparta o dedique tiempo a actividades culturales, artísticas y actividades deportivas. El deporte te da una formación integral muy importante, te hace muy

disciplinado, aprendes a trabajar en equipo, a tomar decisiones. El deporte te hace tomar decisiones y las decisiones que toman a veces son acertadas y en ocasiones son equivocadas y aprendes de los errores. El deporte te da mucha salud, te forma muchos amigos, creo que la gran cantidad de amigos que haces en el deporte después te los topas y todavía hay gente que se junta para convivir treinta o cuarenta años después; y el trabajo en equipo, yo he tenido alumnos que al decirle que hay que hacer equipos y a los primeros que buscan son con los que convivieron alguna vez en los equipos deportivos de la escuela, porque saben que el trabajo en equipo es lo que te va a llevar a ser grande, no se pude llegar a ser exitoso si no sabes trabajar en equipo. ¿Qué significó coincidir en este espacio universitario con su padre, el ingeniero José C . Fernández Quiroga, un distinguido universitario? Bastante, mi padre llegó aquí y la verdad aquí se formó profesionalmente. Llegué aquí en 1983 con un duro compromiso, me acuerdo muy bien que la frase de mi papá siempre ha sido: “aquí están mis hijos, mi recomendación dura 15 días, si no te sirve, córrelo”, el compromiso con mi padre y con la institución fue ese. Creo que sí serví porque me pasé 30 años aquí y hoy regreso, pero eso ha sido siempre, nunca quedar mal con él, es una persona que nos ha inculcado muchos valores. Nunca quedar mal con la institución, “nunca faltes”, decía, “no hay nada más importante que estar yendo a tu trabajo, cumplir, sé honesto”. Como maestro nunca tuve problemas con los alumnos, creo que mi padre fue un ejemplo a seguir, hoy él está jubilado también, a mí me abre muchas puertas, él tiene su forma de pensar que la respetamos bastante y que la respetan bastante en la Universidad. Hoy estoy en el futbol americano y me reconocen mucho y me dice: “tú tienes tu línea, tu carrera”. Creo que me dio un buen ejemplo, traté de cumplir hasta el último día como maestro y académicamente, también prepararme, fue un bonito ejemplo y lo sigue 148


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siendo porque me dice: “aunque ya estás jubilado si agarraste un compromiso tienes que cumplirlo” y creo que donde he estado no les he quedado mal, a donde voy y lo poquito que sé trato de transmitirlo. ¿Qué desea para el futuro de la tradición deportiva de la Álvaro Obregón? Que sigan los triunfos, hoy sé que somos aquí en la Álvaro Obregón potencia en muchas disciplinas; en futbol americano somos subcampeones en la categoría novatos, en basquetbol somos subcampeones en la categoría fuerte, se perdió ésa en tiempo extra contra la Prepa 2; somos subcampeones en porristas, somos campeones en unas categorías de tochito, somos campeones en equipos de judo y de lucha olímpica, somos en realidad representantes importantes en la liga universitaria y también se han sacado muy buenos deportistas para deportes universitarios a nivel nacional Creo que nos va a ir bien, ahorita se va a participar en 22 disciplinas, la Álvaro Obregón tiene todo el apoyo de las autoridades y son más de mil 500 deportistas, nada más en esta Unidad, los que participan en alguna disciplina en equipos representativos. lo que no es fácil, porque son tantos equipos de futbol, de basquetbol, de porristas y futbol americano. Va por muy buen camino y algo que me llenó de gusto es que la dirección para poderles dar un poquito de beca, ya sea 25, 30, 50 o 100 por ciento, tiene que ser deporte y academia, entre mejor salgas en la academia más beca deportiva tendrás, creo que es el camino correcto. ¿En lo personal qué ha significado la Escuela Álvaro Obregón? Para mí significó llegar a un área que cuando fui estudiante de biología nunca pensé ser maestro, de hecho no era mi intención. Me abrieron las puertas desde el primer día, yo me recibí un sábado y en lunes ya estaba trabajando en la Álvaro Obregón. Hice muchos amigos, tengo muy bonitos recuerdos, tengo infinidad de alumnos que me recuerdan con mucho cariño y yo los recuerdo con mucho cariño. Cuando me iba a jubilar me tocó darle clase al hijo de un ex

alumno mío, ¿se imaginan? Llegó y me dijo: “usted fue maestro de mi papá y lo recuerda mucho.” Álvaro Obregón me formó, me dio disciplina, me dio habilidades para transmitir hoy en día mis conocimientos, me abrió las puertas de muchas partes, en universidades como la UNAM, Politécnico o el Tecnológico de Monterrey, tengo excelentes compañeros del Tecnológico que me dicen: “qué bueno que eres de la Álvaro Obregón y egresado de la Universidad”. Me ha abierto bastantes puertas, muchas cosas, mi hija es egresada de la Álvaro Obregón y estoy orgulloso de ello. Hoy me vuelven a abrir las puertas, cuando uno hace las cosas con cariño tienes bonitos recuerdos y hoy la dirección me abre las puertas y me tengo que encargar de cuestiones como el periodismo deportivo de lo que hacen aquí; y también creo que me hizo madurar bastante, porque yo llegué muy inmaduro en 1983, me dio la oportunidad de obtener una beca para estudiar la carrera de Periodismo, el ingeniero José Efrén me dio la oportunidad de hacer una maestría que hoy me sirve bastante, en pocas palabras hoy estaría fuera de la Universidad si no hubiera estudiado una maestría. Me abrió las puertas para publicaciones de revistas de la Universidad. Son muchas cosas, muy bonitas. Me siento muy orgulloso de la Álvaro Obregón porque cumple 85 años, y algo que a mí, en lo personal, me mantenía con mucho orgullo era que cuando el ingeniero Octaviano Fernández estaba de director y yo estaba empezando me decía: “fíjate que tú vas a tener la dicha de ser el primer biólogo de carrera en haber ingresado a la Álvaro Obregón, porque han habido maestros de biología, pero biólogos llegaron después, tú tienes ese privilegio, así que tienes que defenderlo y poner muy en alto tu carrera”; creo que lo he hecho, hay muy buenos biólogos y muy buenas biólogas, excelentes compañeros maestros y a seguir adelante con la Álvaro, porque la Álvaro dio pie al nacimiento de nuestra alma mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León y debemos poner el ejemplo siempre. 149


HERNALDO URBINA CASTILLO Maestro por 30 años, fue secretario durante la administración de Juan Galván Mata (1972-1973). Fue también tesorero durante la administración de Octaviano Fernández (1983-1989), Contralor (1989-1992), Asesor de contraloría (1992-1995) y Coordinador de Física durante varios periodos.

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Hernaldo Urbina Castillo

¿Por qué decidió ingresar a estudiar a la Álvaro Obregón? uando salí de secundaria me puse a trabajar y sentí la necesidad de ser alguien, yo vivía cerca de la Escuela y eso me inspiró a ser técnico, pero entré a la preparatoria porque había carreras técnicas de tres años y la preparatoria era de cinco. Salí en 1961. ¿Quisiera compartir alguna experiencia como alumno? Hay un maestro que se me quedó grabado, él no era egresado de aquí, un maestro ya grande de edad que se apellidaba Soto; él me hizo conocer algo de literatura y después me interesé en un poeta hindú, también él nos hablaba del Chilam Balam. En clases, antes todo el grupo de preparatoria de aquí de la Álvaro Obregón entraba íntegro a Mecánica, estuvimos juntos toda la preparatoria y la carrera. ¿Cómo se dio su ingreso a la planta docente? Cuando estuvo de director el ingeniero Antonio B. Caballero, yo estaba trabajando en Aceros Planos y el secretario, que era el ingeniero Luis Durán Gaytán, me invitó a dar clases, daba una clase a las 4:30 de la tarde cuando salía de Aceros Planos, creo que era geometría analítica, me gustó y me quedé aquí, esto en 1965 y desde entonces estoy aquí en la Álvaro Obregón. El primer puesto que me dieron fue de prefecto, tuve la prefectura en Madero y Félix U. Gómez, todavía no estaba la sede de Churubusco ni lo que le llamamos el Alvarito, aquel era el único Álvaro Obregón y posteriormente, ya como docente, fue en

1966 o 1967. Fuimos los primeros maestros de tiempo completo, el ingeniero Jesús Cervantes Veliz, el ingeniero Leonel Rodríguez, ya fallecieron, que en paz descansen; Ernesto Flores Pérez y un servidor. En ese año inauguramos el laboratorio de física, estaba de rector Oliverio Tijerina, por la Calzada estaba el laboratorio, las ventanas del laboratorio daban a la avenida, cuando la Calzada era de dos sentidos, de ida y de vuelta, todavía no existía Colón, estaban las vías y por ahí pasaba el ferrocarril de Peñoles, se iba por Félix U. Gómez y se iba por la curva de la Clínica 3, ya después se iba por Colón. Ahora el metro le quitó la vista al viejo edificio, a la Sorbona de Madero y Félix U. Gómez, y es una verdadera lástima. Fui maestro por 30 años, para 1996 ya no daba clase, cuando terminó el ingeniero Lázaro Vargas. ¿Cómo recuerda sus primeros años como docente? Éramos una gran familia, había mucha amistad, mucha fraternidad y había muy buenos principios, muchos valores. Estaba el ingeniero Mauro González, el papá de Cuauhtémoc González, y Durán Gaytán estaba de secretario. Me dieron lo de maestro completo, desde entonces fui coordinador de física y ayudé a la inauguración de la carrera de aire acondicionado y refrigeración, que después estuvo a cargo el ingeniero Flores. ¿Como docente le tocó el proceso de la autonomía? Sí, fue una época muy difícil, hubo varios rectores, hubo huelga, estuvimos como tres meses sin recibir

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sueldo y llegó un momento en el que optamos por ceder horas para que entrara más gente y se hiciera un bloque más fuerte, pero afortunadamente no llegamos a eso, porque para ese entonces se arregló el problema de la Universidad. La Universidad vivió tiempos muy difíciles, estaba iniciándose el Sindicato, que se inició en 1964. Antes se tenía una responsabilidad diferente en el Sindicato, era de mucha lucha; ahora también, y más porque es mucha más población, más problemas, pero es de menos política. ¿Fungió en algún cargo administrativo? En el tiempo del ingeniero Juan Galván fui secretario de la escuela, también fui coordinador de física; ya con el ingeniero Octaviano Fernández fui tesorero y en la administración del ingeniero Lázaro Vargas fui contralor durante los primeros tres años y los siguientes tres años fui asesor de contraloría, no recuerdo que más. ¿Cómo fue el crecimiento poblacional en el periodo de Jesús Cervantes? El ingeniero Jesús Cervantes abrió muchas carreras e hizo muchas aulas en lo que era carpintería y modelos, en el ala que está paralela a Félix U. Gómez. ¿Recuerda avances que se desarrollaron durante la administración del ingeniero Octaviano Fernández? Lo que le llaman el Alvarito, que ahora es parte de Matemáticas, ahí enfrente al obelisco, él hizo esa extensión y la Unidad Tres Caminos también. ¿Podría hablarnos un poco sobre las obras en la administración del ingeniero Lázaro Vargas? La institución, y el terreno de Churubusco, lo adquirió él, estaba aquella área de salones nada más, todavía no hacían las oficinas. Como alumno y maestro de la sede de Félix U. Gómez, ¿cómo fue el traslado hacia este lugar y abandonar aquel edificio? En lo particular casi no estuve aquí, sólo daba una hora o dos aquí, fue muy corto el periodo en que

estuve aquí en Churubusco, pero sí fue algo duro porque ese edificio nos trae muchos recuerdos muy buenos, es un símbolo de nostalgia. ¿Alguno de esos recuerdos que nos pudiera compartir? Muy buenos todos los recuerdos, en el lobby de Félix U. Gómez y Madero se hacían las fiestas de Navidad, todo, a mí en lo particular sí me fue muy bien porque estuve en mi trabajo de tiempo completo e hice un buen matrimonio ahí también, y hasta la fecha vivo con esa mujer, ahí la conocí, ella era secretaria tesorera, era la que hacía la nómina; así que yo sí tengo buenos recuerdos de la Álvaro Obregón. Un compañero de nosotros que ya falleció, Emérico, cuando se inició la predicación de transmisiones automáticas en Querétaro se lo llevaron a él, salía gente muy valiosa, con mucha técnica y nos daba clase gente muy capaz. Cuando fui alumno tuvimos un gran maestro, Treviño, el papá de Marilú Treviño, ella canta folklor regional, su papá nos dio dibujo, él tenía una fábrica de fierro por Félix U. Gómez y Ruiz Cortines, creo que después la cambió, era una industria grande. También recuerdo a Lorenzo Garza, tesorero en ese entonces, y quien fue dos veces alcalde de Laredo, Tamaulipas, hubo gente muy valiosa. ¿En lo personal qué ha significado la Álvaro Obregón en su vida? Todo, en lo particular todo, podría decir que mi alma mater es la Álvaro Obregón y es una cosa grande la Álvaro Obregón, el edificio de Félix U. Gómez y Madero. ¿Qué le gustaría para el futuro de la escuela? Ahorita ha llegado gente muy capaz, entre ellos el actual director, Fernando Rodríguez, es muy capaz, tienen que ver las necesidades de la industria para seguir adelante y eliminar lo que no esté vigente o lo que ya esté saturado, por ejemplo, ahorita con el boom acerero se requieren muchos técnicos fundidores, metalúrgicos, porque está Ternium y están muchas industrias que requieren de eso, y tiene que seguir adelante la escuela, no tiene que quedarse estática, 152


Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

cada gente que llega, llega con ganas y tiene que generar cosas buenas, cosas positivas, ver las necesidades de los alrededores. Se debe hacer una selección de un buen maestro para que el alumno se sienta en confianza y no le tenga miedo al maestro; eso es muy importante, el que exista una confianza absoluta entre maestro y alumno, pero con mucho respeto. El muchacho es capaz, lo que pasa es que muchos de nosotros nos

asustamos y ya no pueden hacer nada porque ven al maestro como una autoridad, como alguien que les puede hacer daño y no, el maestro está para ayudarlos y son capaces los muchachos desde el momento que terminan la primaria, la secundaria y aprueban un examen de selección de la Universidad; sí tienen capacidad y es justo que exista la suficiente sapiencia para que ellos salgan adelante y que tengan buena comunicación, relaciones humanas.

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CRISTÓBAL GARCÍA RAMÍREZ Maestro decano de la escuela, con 48 años laborados. En 2012, la Universidad Autónoma de Nuevo León le entregó un reconocimiento por 45 años de docencia durante la ceremonia del Día del Profesor Universitario.

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Cristóbal García Ramírez

¿Cómo se dio su ingreso a la Escuela Industrial? o traía una beca para el Tecnológico de Monterrey, por parte del gobierno de San Luis Potosí, pero yo quería entrar a la Universidad, pero en ese entonces la Prepara toria No. 1 tenía cierta restricción con los foráneos, y la única que me aceptaba y me aceptó fue la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”. En el pueblo, Cerritos, San Luis Potosí, yo había sacado una calificación más o menos buena en la secundaria, yo estudié secundaria ya grande, porque al terminar la primaria empecé a trabajar y un señor, don Jesús Aguirre, que debo agradecerle, me dijo: “fíjate, que acaban de abrir una secundaria, a ver si te metes”, entonces en esa secundaria fue donde empecé y después don Jesús me hizo socio de sus negocios, él tenía un cine, una dulcería y una imprenta, y más o menos sacaba un buen dinero con él, pero yo quería seguir estudiando y él me decía: “nombre, no sigas estudiando, ya quédate aquí”, pero no, él tuvo la culpa porque me dijo lo de la secundaria y después ya quise seguir estudiando, así que me vine para Monterrey e ingresé a la Álvaro Obregón, en Preparatoria Técnica. ¿Cómo recuerda la convivencia en sus años de estudiante? Éramos como una familia, se compartía la sal y la mesa, y teníamos muy buena relación con los maestros. Éramos puros hombres y recuerdo que las novatadas eran con furia, pero después se comenzaron

a prohibir porque ocurrieron accidentes; y también, pues al ser puros hombres, cuando pasaban muchachas por Félix U. Gómez pues era el puro rebane, y los más osados se aventaban a platicar con ellas. En las clases, matemáticas las aprendí desde la secundaria, con un maestro que era muy cuerda, y cuando entré a la Preparatoria pues ya traía algo de conocimiento, pero no era muy bueno en dibujo, así que hacía tratos con compañeros que sabían de dibujo, yo les ayudaba en cosas de matemáticas y ellos me ayudaban en dibujo. ¿Cómo se da su integración al cuerpo docente de la Escuela Industrial? Entré en 1967 y comencé con clases gratis, y ya después me incorporé formalmente a la planta docente. Inicié con las clases de cinemática y dinámica, y después me dieron matemáticas, resistencia de materiales, mecanismos, estática, cálculo diferencial e integral, geometría analítica y también una matemática técnica, que después la quitaron. ¿Sustentó cargos administrativos? Con algunos directores no compaginaba muy bien, porque yo era muy directo, si no me gustaba algo, pues lo decía, pero por lo general no me gustaba mucho la política. Pero tuve la oportunidad de ser secretario nocturno y luego se ofrecieron especialidades técnicas, y también anduve ahí, pero definitivamente me gusta más la cátedra, la clase, y aunque algunos alumnos los he reprobado y regañado porque quieren hacer las cosas fáciles, pues con el

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Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón

tiempo ellos crecen y se dan cuenta de que mi intención nunca fue hacerlos sentir mal, sino impulsarlos, exigirles que se hicieran las cosas, por eso ya después vienen y me saludan. ¿Cómo surgió el proyecto del Taller de Ciencias? Fue ocurrencia de tres maestros, Miguel Ángel Torrecillas, Cuauhtémoc González y yo, pero fue un poco primicia mía porque ellos en ese entonces estaban de comisionados en el Sindicato y les dije: “ya dejen el Sindicato y vénganse a jalar acá”; se regresaron y comenzamos el proyecto, y en varios aspectos nos fue muy bien. Comenzamos por conseguir un local, teníamos una oficina y dos salones; primero abrimos una invitación para los muchachos y ellos sabían que el taller siempre estaba abierto, ahí también les hacíamos unas convivencias y alguno de los tres maestros siempre estaba ahí; cuando terminábamos nuestras clases nos íbamos al taller y como el maestro Cuauhtémoc González tenía un puesto administrativo nos apoyó desde ese puesto para impulsarlo. Entrenábamos a los muchachos para competir y entre los tres maestros nos repartíamos las materias, que tú das física, tú matemáticas y tú lo otro, y así nos íbamos. Llegamos a tener experiencias muy satisfactorias, porque aparte de los campeonatos que llegamos a tener, hubo casos en donde ayudamos a los muchachos a distraerse de sus problemas, de repente llegaban y nos decían: “yo quise entrar al taller para olvidarme de los problemas de mi casa”, y nos agradecían, todavía ahorita de vez en cuando llegan ex alumnos de ese taller a reportarse con nosotros. Además, cuando un muchacho ganaba algún concurso estatal o nacional, le daban becas, por ejemplo, para el Centro de Investigación en

Matemáticas, de Guanajuato. Hemos tenido alumnos sobresalientes, como Berenice Tostado Orozco, Samuel Saucedo Fabela, que fue preseleccionado nacional en Saltillo, o Jorge Luis Barreda Esparza, tercer lugar en Olimpiada Nacional de Oaxaca y muchos otros. ¿Qué significa para usted el ser el maestro decano de la Escuela? Pues apenas me está cayendo el veinte, pero es el reconocer que se hace uno viejo, no quería reconocerlo, pero sí, te haces viejo. Y bueno, tienes responsabilidades y protocolos, como toma de protesta de los representantes de Consejo, presidir la Comisión de Vigilancia Electoral si el director se va a reelegir, o el ser asesor académico, de estar al pendiente de las cosas que te pidan. Es un honor hacer esto. Es un maestro muy recordado por sus ex alumnos, ¿qué ha significado este constante reconocimiento? No, pues mucha satisfacción, porque yo siempre he tratado de hacerlos trabajar, de inculcarles que con el trabajo van a alcanzar todas sus metas, pero siempre ser exigente con respeto, el respetarlos como alumnos, y creo que eso al final ellos lo reconocen, la exigencia, el impulso, el esfuerzo, al final lo reconocen y lo agradecen. Y bueno, qué más puedo decir, soy muy feliz haciendo lo que hago. ¿Qué espera a futuro para la Escuela Industrial “Álvaro Obregón”? Lo mejor, si seguimos trabajando y trabajando va a ser mejor cada día, y va a continuar siendo reconocida, porque en varias ocasiones nos han pedido asesoría para la creación de escuelas similares a nosotros, en lo técnico, y si continuamos por la senda de la excelencia, la Escuela Industrial va a ser aún mejor y más reconocida.

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Escuela Industrial y Preparatoria Técnica “Álvaro Obregón”

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Índice Prólogo / 6 Homero Rico Villarreal / 8 Octaviano Fernández Espinoza / 14 Lázaro Vargas Guerra / 24 Efrén Castillo Sarabia / 38 Leobardo Martínez Martínez / 50 José Crescencio Castillo Sarabia / 60 Fernando Rodríguez Gutiér rez / 68 Israel Cavazos Garza / 78 Rodolfo de la Garza Treviño / 82 Abelardo Gutiérrez Zertuche / 88 Guadalupe Evaristo Cedillo Garza / 92 Marcos Cantú Silva / 96 Gildardo González Pulido / 102 Mauro Martínez Mata / 106 Miguel Ángel Torrecillas / 114 José Cristóbal Fernández Quiroga / 120 Ana María Garza González / 128 Amado Macías Velasco / 136 Enrique Alfonso Fernández Aguilar / 144 Hernaldo Urbina Castillo / 150 Cristóbal García Ramírez / 154

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El libro Voces de un recuerdo inquebrantable. Personajes visionarios de la Álvaro Obregón, de Susana Acosta Badillo, Erika Flor Escalona Ontiveros y Sergio Loredo Macías, terminó de imprimirse en septiembre de 2015, en los talleres de la Imprenta Universitaria. En su composición se utilizó la fuente Garamond. Diseño de portada y formación de interiores Alejandro Derbez García .

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