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Agradecimientos Este trabajo quiere recorrer –y reconocer– el nacimiento de una nueva lógica, hoy emergente, implicada con una nueva concepción ­–y un nuevo abordaje– del espacio, de la ciudad y –en último término– del propio orden arquitectónico y de la forma a él asociada. La descripción y el análisis de ese particular momento de génesis y transición entre prácticas, búsquedas, tiempos y escenarios que habría acabado caracterizando las dos últimas décadas –un escenario “histórico” sin, apenas, perspectiva histórica– pretende abordarse en estas páginas recogiendo intuiciones y reflexiones diversas, expresadas a lo largo de estos años desde diversos frentes y a las que no serían ajenos muchos de los planteamientos desarrollados durante la etapa en la que el autor tuvo ocasión de dirigir la revista Quaderns d ´Arquitectura i Urbanisme. En este sentido, éste quiere agradecer el esfuerzo, la complicidad y la curiosidad intelectual manifestados por los diferentes miembros del equipo de redacción con los que tuvo ocasión de compartir intuiciones e inquietudes: Albert Ferré, Jaime Salazar, Jordi Bernadó, Brigitte Hübner, Ricardo Devesa, Eugeni Bach, Amadeu Santacana y especialmente Carlos Sant´Ana, Susanna Cros y Rosa Lladó por su inestimable colaboración y asistencia. También quiere expresar su reconocimiento al camino abierto por los dos anteriores responsables de la publicación: Josep Lluís Mateo y Eduard Bru, especialmente a éste último por el decisivo aliento, el estímulo y la confianza aportados en la dirección de esta obra, concebida inicialmente como trabajo de tesis doctoral. Especial mención merece el constante apoyo de los pacientes socios profesionales del autor: Florence Raveau, Aureli Santos, Oleguer Gelpí e Ignasi Pérez Arnal, en los que siempre ha encontrado respeto y consideración. Un momento importante de este trabajo coincidió con la preparación, elaboración y producción del Diccionario Metapolis de arquitectura avanzada (Actar, Barcelona 2000) que el autor cooordinó en codirección con otros colegas a los que se siente, o se sintió, especialmente próximo. Este apasionante proyecto, concebido cuando el trabajo que aquí se presenta se encontraba ya en sus últimos estadios, permitió reconsiderar, completar y/o confirmar algunos aspectos básicos, fundamentales en las tesis desarrolladas. El autor expresa su cariño y gratitud a dichos “compañeros de aventura”: Fernando Porras, Pepe Morales, Willy Müller, Vicente Guallart y, especialmente, a Federico Soriano, por su amplitud de miras, su generosidad intelectual y el alto grado de intercambio expresado en esa búsqueda compartida entorno a las posibles bases de una “arquitectura avanzada”. El autor quiere manifestar, asimismo, su agradecimiento a Marie Ange Brayer, directora del Frac-Orléans y a Frédéric Migayrou, director del Departamento


de Arquitectura del Centre Pompidou por su aliento y complicidad durante la etapa de documentación e investigación que el autor tuvo ocasión de compartir con ellos, así como al apoyo obtenido desde el Ministère de la Culture et la Communication de France, especialmente desde el Bureau de la Recherche Architecturale dirigido por Eric Lengerau: buena parte de dicho trabajo pudo beneficiarse, en efecto, de una subvención adscrita al Appel d´Offres du Programme interdisciplinaire “Art, architecture et Paysages”. También quiere expresar su deuda con los apoyos puntuales de otros colegas arquitectos como Vittorio Savi, Panos Mantziaras, José Pinto Duarte, Juan Antonio Cortés, Pepe Ballesteros y José Luis Esteban Penelas y las aportaciones científicas de José Miguel Iribas (sociólogo), Isabel Valverde (historiadora del arte), François Guinjoan (ingeniería difusa), Paul Vilató (físico), así como el estímulo aportado por autores próximos de los que se siente, de alguna manera, especialmente cómplice: – Aaron Betsky, Sanford Kwinter, Andreas Ruby y Bart Lootsma por su lucidez y capacidad de apuesta en el ejercicio de una nueva acción crítica. – Stan Allen por la extraña sintonía y confluencia de intereses temáticos en torno al análisis de las estructuras dinámicas –y “diagramáticas”– que parecen definir, en ambos casos, intenciones y trayectorias compartidas. – François Asher por la importancia de sus consideraciones en torno a la noción fundamental de la nueva Metápolis y su compleja dimensión “multicapa”. ­– Rem Koolhaas, Toyo Ito, Alejandro Zaera Polo, Winy Maas, François Roche, Ben van Berkel y Caroline Bos, Eduardo Arroyo, Iñaki Abalos, Juan Herreros y Stefano Boeri por su siempre interesante combinación de investigación teórica e intuición práctica. Y, también, su deuda con otros autores menos “próximos” aunque no por ello menos “cercanos”: Benoît Mandelbrot, Douglas R. Hoffstadter, Michael Batty o George Ritzer por la revelación que la lectura de sus ensayos tuvo en la elaboración de esta obra y por la libertad con la que el autor se ha permitido interpretar –y enlazar– algunos de sus planteamientos. Por último, estas líneas quieren rendir un homenaje a la memoria del arquitecto y crítico Iorgos Simeoforidis, colega y amigo largamente recordado. Y también quieren hacer una última, y decisiva, mención a Ramon Prat, por su entrega, confianza y capacidad de acción –e interacción– manifestadas, una y otra vez, a lo largo de estos años de proyectos, aventuras y amistad compartidos. Y, como no, mi mayor cariño y agradecimiento para Isabel –y, ahora, para Desi, mi pequeño compañero– por todo el afecto... y paciencia demostrados en las largas y –aparentemente– interminables horas de “ocio/estudio” hogareñas.

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208

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1a parte

OBJETIVOS

Escenarios y/de reconocimiento

2a parte

TERRITORIOS

Sistemas, registros, cartografía

3a parte

DISPOSICIONES

Órdenes, formas y form[ul]aciones

4a parte

DISPOSITIVOS

Trayectorias y abordajes [de[a]salto]

I. Movimientos de acumulación [despliegues] [ RE ] CRECIMIENTOS COMPLEJOS : ACUMUL ADORES LOCALES

II– Movimientos de trenzado [repliegues] MALLAS [MALLAZOS-MALLADOS] FLEXIBLES: CIRCUITOS MATRICIALES

III. Movimientos de revesa [pliegues] TOPOGRAFÍAS OPERATIVAS: MESETAS PROGRAMÁTICAS

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942

5a parte

ESTRATEGIAS [Y TÁCTICAS]

Campos de intriga [y maniobra]

6a parte

DESENLACES

[lógicas y logísticas] paradojas finales


1: DESTACADOS

: Declaraciones previas, intenciones finales: una avanzada

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2: CRUCES

: De la crítica como acción transversal: exploraciones versus crónicas

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3: CLAVES

: Estructura y organización: capas de lectura, pieles de cebolla

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4: ESCENARIOS

: Condiciones de entorno C.E.

70

5: MAPAS [Y CAPAS]

: n-cartografías: registros sintéticos, proyecciones abstractas

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6: RECINTOS [Y DISPERSIONES]

: Los flancos disueltos: de la ciudad “en la retaguardia” a la ciudad “más allá de los límites”; de la ciudad aditiva a la ciudad multiplicada. Metrópolis>Metápolis, territorio vibrátil: sistemas y procesos.

132

7: ÓRDENES [ORDENACIONES / ORDENAMIENTOS]

: Tiempo dinámico, orden inform[acion]al: factores <in>

210

8: ORGANIZACIONES [COMBINACIONES/ CONFIGURACIONES]

: Distribuciones: instrucciones, construcciones, evoluciones. Trayectorias dinámicas: parámetros recurrentes P.R.

248

9: FORMAS [FORMACIONES/ FORM [UL]ACIONES]

: Operaciones/operativos:dispositivos abiertos [composición>posición> disposición] Forma extravertida: factores < Ex>

334

10: TRAYECTORIAS [Y MOVIMIENTOS]

: Inductores y transfers: diagramas sintéticos. El proyecto como epítome de la ciudad

410

1 1 : [RE]CRECIMIENTOS I

: Brotes [despuntes] como perfiles denchados

498

12: [RE]CRECIMIENTOS II

: Maclas [conglomerados] como esquejes comensalistas

552

13: MALLAS/CIRCUITOS I

: [En]tramados [tramas-tremas] como aparejos pautados

598

14: MALLAS/CIRCUITOS II

: Nudos [lazos-lazadas] como trayectos [entre]lazados

652

15: TOPOGRAFÍAS I

: Suelos [bandejas/mesetas] como plataformas de uso

714

16: TOPOGRAFÍAS II

: Enclaves [relieves] como resaltes [y plegamientos]

776

17: LÓGICAS DE CAMPO

: Sobre la arquitectura como cruce y el lugar como encrucijada

848

18: MAQUINACIONES

: Impulsos e impulsores: prótesis e interfaces

880

19: INTRIGAS [y paradojas]

: Bucles intrusos como trayectorias desestabilizadoras

898

20: RECAPITULACIONES

: Paradojas operativas: decálogo proneista

944

ABORDAJES [Y DESARROLLOS]


El 17 de diciembre de 1903, hace ahora un siglo, el avión Flyer de los hermanos Wright se elevaba por primera vez sobre las playas de Kitty Hawk. Casi al mismo tiempo se proyectaba Asalto y robo a un tren, de Edwin S. Porter, la primera película que ensayaba explícitamente la profundidad de encuadre y el montaje subjetivo. Tres años antes, en 1900, Sigmund Freud había publicado su Interpretación de los sueños, inaugurando el siglo con una nueva percepción –y concepción– del yo y del mundo. Apenas dos añós más tarde, en 1905, Albert Einstein iba a publicar su fundamental artículo sobre la Teoría especial de la relatividad, certificando la ruptura de las antiguas nociones separadas de espacio y tiempo y su definitiva vinculación en un nuevo espaciotiempo de posiciones –y posicionamientos– relativos. Un año después, en 1906, Henry Ford ponía a punto el modelo Ford T y propiciaba no sólo el acceso a la movilidad de masas sino la fabricación de un producto en serie, materializando las teorías de Taylor sobre el trabajo en cadena y de William James sobre el pensamiento pragmático. Y en 1907, por fín, Pablo Picasso finalizaba Les Demoiselles d´Avigon, la pintura que iba a identificar el “cubismo”, es decir, la división analítica del objeto y su fragmentación en múltiples facetas contrastadas. En apenas cinco años coincidían, así, aportaciones decisivas destinadas a transformar el conocimiento científico, técnico e intelectual del pasado siglo. Aunque algunos observadores atentos iban a intuir entonces la importancia individual o conjunta de tales contribuciones fue el desarrollo de dichos avances el que iba a acabar consolidando un nuevo tipo de lógica operativa aplicada a la definición y construcción del espacio. Una lógica que certificaría la superación de la, hasta entonces predominante, lógica “simbólica” clásica y su sustitución por un nuevo tipo de lógica más material –más objetiva y objetual– adjetivada como “moderna”. Una lógica más racional (pero


no por ello menos determinista) surgida de una nueva visión fragmentada y planimétrica, mecánica y secuencial, del espacio referida tanto a la definición exacta del objeto como a su posición (o posiciones) relativas –en y sobre el plano del suelo–, es decir, a una “mecánica”, mayoritariamente abstracta (esencial) en lo formal y seriada (industrial) en lo productivo asociada a una cierta interpretación preferentemente pragmática –cuando no severa o “depurada”– de la propia realidad. La llamada “post-modernidad” asociada a los revisionismos de fin de siglo no iba, posteriormente, sino a teñir o maquillar de una cierta “vuelta atrás”, de un posible lenguaje o caligrafía neo-tradicionales, la “sequedad” de dicha lógica conceptual y/o productiva. A mediados del siglo XX nuevos y decisivos avances simultáneos iban a producirse en diversos ámbitos del conocimiento. Por un lado la imagen proyectada –“monofocal”– de la gran pantalla cinematográfica iba a verse ampliada por la implantación doméstica, a mediados de los sesenta, de la pequeña pantalla televisiva y la transmisión de imágenes múltiples, polifocales, en un espacio de superposiciones y cohabitaciones entre escenarios –y mensajes– reales y virtuales, que tan bien iban a reflejar Marshall Mac Luhan en su Understanding Media (1964) o Guy Débord en su Société de l´espectacle (1964). También a mediados de los años sesenta IBM iba a perfeccionar los sistemas de computación concibiendo las tecnologías a base de windows (ventanas) para ordenadores y su definición mediante capas de información superpuestas. Poco después, en 1968, nacía internet, la primera red, planteada a través de interfaces, entre los centros de investigación de UCLA, UTA, SRI, y Santa Barbara. En 1961 el enunciado del estudio de las partículas elementales (las conocidas historias de “quarks”) por parte de Murray GellMann y el desarrollo computacional de la física cuántica y sus paradojas iban apenas a preceder a la publicación, en 1963, del texto de Edward Lorenz sobre flujos no periódicos y su decisiva

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influencia en las teorías del caos (el famoso “indeterminismo determinado”) y en la definición en 1969, por parte de James Forrester, de los denominados “sistemas dinámicos” (D.S.) y su aplicación a la comprensión mutable de la naturaleza que los estudios de Benôit Mandelbrot sobre geometrías irregulares iban a recoger en su conocido ensayo Los objetos fractales. El descubrimiento en 1961 de la triple estructura dual de los filamentos de ADN precedía, por último, el anuncio del “Proyecto Genoma” y los estudios sobre información biológica y su conexión con los propios procesos de evolución genética. Los años sesenta iban a oscilar, así, entre los escritos de Lacan y sus postulados sobre el yo y el deseo, las estructuras de Foucault y las desestructuras de Derrida o las cartografías situacionistas y los posteriores pliegues conceptuales de Deleuze, es decir, entre el optimismo desarrollista, la indisciplina imaginativa y la opción resistente que parecían anunciar la llegada del hombre a la Luna en 1969 o las crisis post-68 y el nacimiento de la conciencia medioambiental a inicios de la siguiente década. Aunque algunos observadores atentos intuyeron, también entonces, la importancia individual o conjunta de tales contribuciones fue la evolución paralela de aquellos procesos que nacieron y crecieron junto al desarrollo de dichos avances lo que empieza a consolidar, hoy, un nuevo tipo de lógica operativa relacionada con la definición y construcción del espacio físico y, por tanto, arquitectónico. Una lógica que certificaría, así, la superación de la hasta entonces predominante lógica objetual (moderna) y su orientación hacia un nuevo tipo de lógica más abierta –es decir, más “dinámica”, “compleja”, más “interactiva” y “reactiva”, o simplemente, más “avanzada”– surgida del encuentro dinámico entre espacio, tiempo e información. Una lógica más sensible a lo complejo, más permeable e impura –más relacional– surgida de una nueva visión simultánea, “múltiple”


y “multicapa”, hecha de estímulos diversos en interacción mutua y, por tanto, abierta al desarrollo de posibles procesos “irregulares”, de cambio e intercambio; es decir a un nuevo tipo de disposición evolutiva más positivamente “informa(cion)al”, asociada tanto a acontecimientos combinados como a estructuras combinatorias. Una lógica de la complejidad que substituiría, en efecto, la noción de “posición relativa” por la de “disposición interactiva” favoreciendo un nuevo tipo de abordaje de la realidad (más “operativo” que estrictamente “pragmático”, más “relacional” que “objetual”) no exento de expresiones insólitas, transgresoras e incluso paradójicas en las que lo natural se combinaría con lo artificial, lo real con lo virtual, lo sistematico con lo diferencial, lo sintético con lo expansivo. ¿Cuál sería el gran cambio que propiciaría este tipo de lógica? El que en ella se prestaría especial atención al desarrollo delos sistemas (complejos) más que al diseño de los objetos (depurados) y que dichos sistemas –o procesos– evolutivos, plurales, cambiantes irregulares, manifestarían el traspaso de una concepción todavía estática y figural del espacio a una definitivamente dinámica y relacional, evolutiva y definitivamente interactiva. Menos lineal –y codificada– en sus desarrollos y en su posibles manifestaciones. La emergencia de dicho cambio ha marcado las dos últimas décadas: su exploración, sus anticipos, sus titubeos y transiciones, sus definiciones y concreciones han configurado un marco de acción compartido entre diversas trayectorias especialmente involucradas con una reinterpretación de lo urbano y/en lo geográfico. Dichas expresiones pueden ser rechazadas o celebradas, discutidas o defendidas, pero, sin duda, merecen ser estudiadas, narradas e investigadas como evidencias de un especial momento fundacional y de una cierta “batalla ideológica”... A esa aventura colectiva queremos destinar este trabajo.

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1a Parte

OBJETIVOS

Escenarios y / de reconocimiento 1: DESTACADOS: Declaraciones previas, intenciones finales: una avanzada 2: CRUCES: De la crítica como acción transversal: exploraciones versus crónicas 3: CLAVES: Estructura y organización: capas de lectura, pieles de cebolla

Maniobras de despliegue aéreo 1944. (archivo)


1: DESTACADOS

2: CRUCES

3: CLAVES

: Declaraciones previas, intenciones finales: una avanzada [¿Qué se entiende por un orden, y una forma, asociados a los sistemas dinámicos no-lineales y en qué términos resultarían oportunas las nociones de disposición y dispositivo aquí utilizadas?] : De la crítica como acción transversal: exploraciones versus crónicas [¿Por qué se defiende una acción crítica basada en la transversalidad?] : Estructura y organización: capas de lectura, pieles de cebolla [¿A qué criterios respondería la lectura que aquí se defiende, qué recorridos propondría y en qué capas se estructuraría?]

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1 DESTACADOS : Declaraciones previas, intenciones finales: una avanzada ¿Qué se entiende por un orden, y una forma asociados a sistemas dinámicos no-lineales y en qué términos resultarán oportunas las nociones de disposición y dispositivo aquí utilizadas?


“Un individuo vivo es un objeto de este mundo que tiende a conservar la identidad que le es propia, independientemente de las fluctuaciones del resto del mundo (el entorno). Y resulta que el entorno cambia. Adaptación es la capacidad para resistir los cambios típicos de un entorno. Independencia (o adaptabilidad) es la capacidad para resistir cambios nuevos. La adaptación prefiere la certidumbre del entorno y la adaptabilidad a su incertidumbre. No son la misma cosa. Incluso ocurre que a más de la primera, menos de la segunda. La incertidumbre del mundo es su más grande certidumbre. Así que, si hay una pregunta que vale la pena, es ésta: ¿cómo seguir vivo en un entorno incierto? A lo mejor resulta que la clave para comprender la evolución biológica no es el concepto de adaptación, sino de independencia. La idea promete, porque la física y la matemática, sus leyes y teoremas, no entienden de adaptaciones, pero sí de independencias. Probemos. Hay tres grandes familias de alternativas: la independencia pasiva. La manera más simple y banal de ser independiente es aislarse. Es cuando la frontera es impermeable a todo intercambio de materia, energía e información. Es la peor manera de ser independiente, porque en ese caso el severo Segundo Principio de la Termodinámica se aplica inapelable y el sistema resbala a un único estado posible, el de equilibrio termodinámico: es la muerte. Hay muchas maneras de estar vivo, pero sólo una de estar muerto. Con todo, la vida usa muchas y buenas aproximaciones de esta alternativa: la latencia, la hibernación, las formas resistentes como las semillas, el abrigo o el simple crecimiento (más inercia)... La idea es reducir la actividad o mantener la simplicidad y cruzar los dedos a la espera de tiempos mejores. En la independencia activa el individuo se abre al mundo para mantener un estado estacionario lejos del equilibrio. Las ecuaciones de la física de sistemas abiertos y de la matemática de la comunicación explican cómo se consigue tal cosa. Si la incertidumbre del entorno aumenta, se puede mantener la independencia del mismo estado aumentando la capacidad de anticipación del sistema (mejor percepción, mejor conocimiento...), o aumentando la capacidad de influir sobre el entorno inmediato, esto es, con más movilidad (capacidad para cambiar de entorno) o con más tecnología (capacidad para cambiar el entorno) como ocurre con la construcción de nidos o guaridas. Si la independencia activa fracasa y las fluctuaciones del entorno son tan caprichosas que no hay manera de mantener el estado estacionario, todavía queda la posibilidad de la independencia nueva. Es la evolución. Se logra por combinación de individuos prexistentes. Estrategias de prestigio son la reproducción (especialmente la sexual, claro), la simbiosis u otro tipo de asociaciones... En este caso, las ecuaciones son claras: un aumento de la incertidumbre del entorno requiere un aumento de la complejidad del sistema. Progresar en un entorno es sencillamente ganar independencia respecto de él. Las líneas progresivas y las regresivas no son ejemplo y contraejemplo de un mismo evento contradictorio, sino dos casos particulares diferentes de otro más general. El regreso se da en condiciones de hiperestabilidad y el progreso bajo la presión de la incertidumbre ambiental. Podemos respirar aliviados y reconciliarnos con la fuerte intuición de que, después de todo, algo ha ocurrido entre la aparición de la primera bacteria procariota y, digamos, el nacimiento de Shakespeare.” WAGENSBERG, Jorge: “Complejidad contra incertidumbre”, EL PAIS, 12 enero de 2000 1.1. Trayectorias de un grupo de transeuntes en movimiento. Zaragoza, 1996. Fotografía: Adriá Goula. Movimientos libres en un espacio: como en todo proceso dinámico de desarrollo espacio-temporal producido en condiciones favorables, la libertad de movimientos y el intercambio de información favorecen una creciente irregularidad en el sistema. Movimientos individuales y patrones colectivos de flujo interactúan provocando evoluciones y variaciones, distorsiones y alteraciones en las configuraciones entrópicas globales. Muchedumbres, ciudades, constelaciones, bandadas... nuestra propia realidad, aceleradamente “informacional”, responde a la lógica abierta y a la manifestación heterogénea de unos sistemas dinámicos de evolución no-lineal.

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I. Prolegómenos La ambición del trabajo que aquí se presenta es la de establecer un posible marco de referencia para la interpretación del escenario proyectual hoy emergente. Un marco que, más que una revisión especializada y parcial de ciertas lecturas disciplinares ya asumidas quisiera, por el contrario, avanzar una nueva construcción teórica– rigurosa y escorada a la vez– destinada a conectar diversas líneas de acción paralelas y coincidentes, pero carentes todavía de una adecuada interpretación global. La principal tesis que se defiende es, en efecto, la emergencia durante los ultimos veinte años de un nuevo tipo de pensamiento –o, si se prefiere, de una nueva lógica operativa– asociada a un nuevo territorio de búsqueda –a un nuevo “mapa mental”– relacionado con una concepción y una organización más abiertas, dinámicas e irregulares, del espacio; y, por tanto, con una formulación espacial –y una vehiculación– más eficaz, más desprejuiciada y relacional de la información (entendida en su acepción más amplia, como vector activo de intercambio). Una nueva lógica relacional e “informacional” conectada, en definitiva, con la propia comprensión de nuestro entorno y, por tanto, de los sistemas dinámicos y de las estructuras irregulares a él asociados, capaces de combinar, vinculándolos, acontecimientos múltiples y procesos heterogéneos (es decir, energías complejas) activadas y acordadas contingentemente en un mismo campo de acción y vibración. Ello aludiría, a su vez, a una asimilación positiva de las propias condiciones de la realidad contemporánea, de su heterogeneidad y capacidad de mutación, de la indisciplina de los fenómenos que la definen y de la variación de los diversos procesos multiescalares que en ella se inscribirían y por tanto, también, a la necesidad de concebir nuevos tipos de dispositivos (lógicas, órdenes, organizaciones, representaciones, sistemas, etc.) capaces de abordar esa dimensión compleja –por dinámica, por simultánea, por mutable e irregular– de nuestro propio entorno, desde una nueva voluntad operativa e instrumental, destinada a celebrar la diversidad más que a depurarla. El importante “salto de escala” experimentado por ciudades y territorios en este último cambio de siglo y las importante mutaciones de él derivadas nos habrían hecho especialmente conscientes de esa naturaleza compleja y dinámica, inestable y múltiple, de los nuevos escenarios y de los procesos a ellos vinculados. En un primer momento de búsqueda, ciertas experiencias pioneras habrían reconocido, en efecto, en las propias manifestaciones dinámicas de esa nueva “multiciudad”, en sus mecanismos y en sus trayectorias, en sus movimientos de pliegue, de repliegue y de despliegue, en sus propias dinámicas de concentración, de conexión y de dilatación –en sus crecimientos, en sus redes, en sus vacíos– un virtual campo de investigación desde el que iniciar la exploración y el abordaje de un nuevo instrumental dispositivo capaz de asegurar posibles transferencias a-escalares entre contextos locales y escenarios globales. Lo que dicha exploración iba a suponer era la ambiciosa superación de la renqueante coartada posmoderna, de toda su retórica parafernalia revisionista –pero también de


la posible trascendencia de un hipotético orden neomoderno– y su sustitución por un auténtico “cambio de rumbo” en la cultura del proyecto y del pensamiento contemporáneos –asociado a lo que podría denominarse “lógica avanzada” o “lógica abierta– que, más allá del espacio absoluto y unitario clásico y del espacio fragmentado y relativizado moderno propondría un nuevo tipo de espacio contemporáneo, múltiple y multiplicado, laminado y relacionado en y por un sinfín de capas evolutivas. Un espacio dinámico, definitivamente tendente a incrementar su grado de complejidad (es decir, su capacidad de combinar capas de información simultáneas) en nuevas condiciones menos prefijadas o prefiguradas, susceptibles de favorecer un mayor grado de interrelación e interacción (esto es, un mayor grado de variación e intercambio) entre informaciones y acontecimientos, no ya como episodios meramente “aditivos” sino como estímulos (inter)activos, destinados a conjugar sistema global e información local. Si todo incremento del nivel de intercambio de información en un sistema supondría un posible aumento del grado de entropía (y por tanto una situación potencial de “cambio latente”, una condición necesariamente dinámica, inestable, incierta e irregular) trabajar con esa condición contemporánea y dinámica de la complejidad invitaría a abundar en una concepción más abierta –por variable y por adaptable, por evolutiva, por no cerrada pero también por no predeteminada– de los procesos y de los sistemas a ellos asociados. Una concepción “reactiva”1 e “interactiva” a la vez; capaz de relacionar y relacionarse positivamente con las propias condiciones e inercias del medio, del entorno o de la realidad. No sólo para asimilarlas –para fluctuar simplemente con ellas o para ajustarse mejor a sus impulsos– sino para encararlas y reformularlas cualitativamente sacando el máximo partido de sus propios –y diversificados– potenciales. En este sentido es en el que nos interesaría analizar aquí aquellas posibles líneas de acción –e investigación– iniciales, susceptibles de favorecer una eficaz implicación entre el abordaje contemporáneo del espacio local y global (su definición, su organización y su forma) y esa posible interpretación y formulación abiertas de la noción de complejidad, entendida en los términos que lo hacía el texto de Jorge Wagensberg que encabeza estas líneas: como un entorno dinámico e interactivo glocal. Complejidad, en efecto, no ya como mera yuxtaposición o acumulación de efectos –o contradicción de diferencias (opción próxima a la tradición venturiana)– sino como capacidad de sintetizar, de combinar y simultanear, de articular e interactivar, impulsos, escalas y acontecimientos individuales y colectivos –es decir, capas múltiples de información, heterogéneas, dispares y no siempre armónicas– en un mismo marco (o entorno) infraestructural de (inter)cambio e (inter)relación. De ello se trataría, en efecto: de abordar entonces esa idea “irregular” de la complejidad no tanto para corregirla, para regularizarla o para depurarla –para disciplinarla, esencializarla o estabilizarla– sino para instrumentalizar sus potenciales, es decir, para impulsar –e incluso extremar– sus manifestaciones más virtualmente “anárquicas” y, aparentemente, desorquestadas.

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1.2.

1.3.

Energy flows

Energy Storage

Reproducing Life Cycle Couple to Energy Flow

Figure 1: Energy Flow: energy storage and the reproducing life cycle

Figure 2: The many folds cycles of life coupled to energy flow. The organism frees itself from the immediate constraints of thermodynamics.

1.4.

Tres ilustraciones asociadas a formaciones “caóticas” o “informales”, es decir, a órdenes de definición no-lineal. 1.2. Danza entrópica. Una turbulencia roja incide sobre una turbulencia verde. En el mútuo aporte de energía entre informaciones generales y particulares se generan diversos grados de intercambio entre ambas estructuras y una transferencia del marco inicial bipolar a una nueva condición mixta. La danza de las turbulencias muestra una posible paradoja de intercambio entre sistemas y/o flujos: la multiplicación de procesos de interacción entrópicos entre informaciones combinadas, más o menos homogéneas, da pie a nuevas trayectorias cada vez más heterogéneas, irregulares y aparentemente desordenadas por, precisamente, más complejas e impredecibles (en John BRIGGS: The Pattern of Chaos, ed. Thames & Hudson LtLondres., 1992). 1.3. Diagramas de flujo e intercambio de energía en un desarrollo entrópico. El vector de energía, orientador, acoge un aporte de información y energía. Se crea un enroscamiento inicial que se multiplica y/o distorsiona exponencialmente a medida que se producen nuevos intercambios, generando un sistema global cada vez más complejo en el que subyacen, no obstante, un cierto “criterio” direccional y capacidad evolutiva implícita. El aporte de energía aumenta su eficacia si es capaz de resonar con las condiciones iniciales del sistema, modificándolas a un tiempo. Cada aporte de nueva información (storage) resuena, pues, en el sistema y en el medio en el que éste se inscribe, y lo transfiere a un nuevo estado. (en MAE-WAN HO: “The New Age of the Organism” en “Architectural Design” n. 9/10, vol 67, 1997). 1.4.Experiencias de topología caótica inestable: Un lecho de pintura viscosa aparentemente estable soporta dos manchas más oscuras, sensiblemente regulares e inertes. Un aporte de energía dinámica permite remover ambas sustancias generando –y multiplicando– procesos de intercambio que dan lugar a formaciones más irregulares, surgidas de la interacción mútua entre medio inicial e informaciones incidentes (en James GLEICK, Chaos:making a new science, ed. Viking Press, Nueva York,1988).


II. Orden y forma: términos equívocos En la mayoría de los sistemas, de definición dinámica e irregular (caótica, en el sentido científico) sus movimientos y trayectorias tienden a evolucionar ilimitada y espontáneamente en condiciones de libre desarrollo y expansión. No obstante, y a pesar de esa aparente indisciplina, sus múltiples circunvalaciones y evoluciones suelen ajustarse a criterios básicos contemplables como “horizontes de certidumbre” subyacentes en tales procesos: criterios, patrones o impulsos generadores, capaces de sintetizar y orientar los movimientos remitiéndolos a “dinámicas” y/o “instrucciones” nucleares que se modifican, alteran, transforman y evolucionan a medida que éstas reaccionan “ante” y “en” el medio; el grado de incidencia, de interacción y transformación, generado en tales procesos por cada información o acontecimiento individuales, dependería, entonces, de la mayor o menor capacidad para “resonar” con los parámetros básicos del sistema (para sintetizarlos y asimilarlos, a la vez) y al mismo tiempo para “reimpulsarlos” –para reestructurarlos y transformarlos – dotándolos de nuevos estímulos/energías y, por tanto, de nuevos movimientos. Ciertas acciones locales resonarían, en efecto, de modo especialmente “incidente” en (y con) el sistema global –interactuando y reaccionando con él– y, al mismo tiempo, lo superarían, lo modificarían, lo distorsionarían, lo transformarían en suma, puntual y holísticamente, transfiriéndolo –redirigiéndolo– hacia nuevas condiciones, nuevas orientaciones. Nos interesaría este tipo de situaciones de “salto entrópico” entre informaciones y organizaciones, entre acontecimientos individuales y configuraciones globales, ya que en las variables trayectorias de todo sistema evolutivo cabría reconocer la existencia de patrones básicos y la posible aparición de nuevos códigos o de instrucciones “repentinas” que, aunque aparente y virtualmente ajustadas a los patrones básicos del mismo, acaban remitiéndolo a nuevos estadios u ordenamientos; ello implica situaciones más indeterminadas, por menos prefigurables, así como más singulares e impuras (por diversas e irregulares) que, no obstante, convocarían– planteadas desde criterios desprejuiciados– configuraciones espaciales más “abiertas”, esto es, más plurales y –¿por qué no?, cualitativas– generadas, pues, mediante relaciones directas entre acontecimientos (informaciones) locales y organizaciones (disposiciones) globales, dando lugar así a lógicas y entornos de definición glocal, globales y locales, a la vez. Implícitas en dicho tipo de cuestiones subyacerían, en efecto, las resbaladizas nociones de forma y de orden. Si buena parte del discurso crítico de buena parte de la mitad del pasado siglo se habría significado, en su día, por el énfasis puesto en dichos términos (concebidos secularmente como principales “garantes” de un espacio arquitectónico coherente, unívoco o estabilizado) ambos tópicos parecen enfrentarse hoy a las propias condiciones de un entorno tozudamente indisciplinado que parece constantemente contradecir sus antiguos atributos celadores, reguladores y/o figurativos. No obstante, dichos términos particularmente maleados en las dos últimas décadas quieren aceptarse aquí, no sólo como “códigos de lenguaje” sino como nociones necesariamente implícitas en cualquier planteamiento teórico alusivo a sistemas de organi-

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1.5.

1.6.


zación y formulación espacial (que son los que, principalmente, interesará reconocer, en este trabajo). Sin embargo, a diferencia de los análisis rossianos, no sería la forma como objeto y objetivo figurativo –tipológico o semántico– lo que convocaría esta investigación, sino la “forma” como “formación”, o mejor, como “formulación”, esto es, como “trayectoria dinámica”, como resultado de un proceso virtualmente evolutivo y variable en el espacio. Abundaremos, en este sentido, en una interpretación más “inestable” –o virtualmente inestable, es decir, incompleta– de la idea de forma: una forma que denominamos extravertida por su carácter abierto, nervioso y vehicular a un tiempo. Una forma que más allá de ella misma “explicaría” y “explicitaría” los procesos, los movimientos y las situaciones que la animarían y la solicitarían, favoreciendo, asimismo, la expresión de conexiones e interacciones multiescalares, globales y locales, “con” y “más allá” de aquellos entornos anfitriones en los que ésta se inscribiría y “con” y “entre” los diversos acontecimientos particulares que la determinarían. No nos referiremos, pues (tal y como detallaremos más adelante en profundidad) a la noción de forma como composición clásica o como posición moderna –figuración o diseño cerrados– sino como disposición dinámica, expandida, abierta: combinación específica (entre otras posibles) de movimientos virtualmente inacabados por evolutivos. Nos interesará ahondar en ese carácter abierto –por “inconcluso”, por “exteriorizado” y “relacional”– de la forma contemporánea; así como su “disposición” a manifestarse de modo más elocuente y liberado, es decir más directo y “des-sujetado”2; de acuerdo con su posible condición interactiva y reactiva , global y local (“relacional” y “activa”, “sinestética” y “sinergética” más que meramente ritual u objetual); dirigida a operativizar –de modo directo– acciones y acontecimientos plurales (y singulares) y a vehicular –de modo desinhibido– relaciones (y combinaciones) complejas. Serían éstos planteamientos confiados, pues, en una optimista reformulación <ex> de la idea de forma entendida en términos similares a los que propondrían diversos autores: “(Forma como) vínculo de relaciones plurales y de evoluciones probables susceptibles de remitir a criterios tácticos desde los que favorecer una correspondencia más abierta entre figuración y proceso, entre realidad y abstracción, entre entorno (global) y acción (local); en relación directa con la propia interpretación del espacio físico –y cultural– contemporáneo”. 3

Intimamente asociado a este tipo de abordajes reconoceremos una nueva idea más “elástica” –o “permeable”– de orden asociada –tal y como se ha avanzado– a la propia naturaleza de los sistemas dinámicos no-lineales. Un orden entendido más como “agenciamiento flexible”, esto es, como contrato y como engranaje evolutivos –como infraestructura o matriz elásticas– que como estricto mecanismo de control. Un orden “paradójico” (por determinado e indeterminado, por orientado e indisciplinado, por preciso y difuso, por “singular” y “plural” a la vez) que denominaremos en efecto, de acuerdo con diversas aproximaciones,4 “informal” o “informacional” (por su vinculación a una nueva comprensión más irregular y heterogénea del espacio –y del tiempo– relacionada con el intercambio, la incidencia y la interacción de la información) y la recursividad entre estructuras a él asociadas y cuyos factores <in> analizaremos a su vez, aquí en profundidad. Arboles gaseosos (turbulencias libres en el espacio) y árbol “disciplinado”. El empeño en controlar/predeterminar –en conformar y preformar– los procesos según trayectorias y modelos estables, fijos (y prefijados) acaba “explotando” (en condiciones más libres y espontáneas de ocupación en el espacio) propiciando estructuras de expansión irregular producidas en el marco de procesos dinámicos espacio temporales que transmiten otras nociones de orden y forma menos prefigurables y lineales. 1.5. Arbol gaseoso, turbulencia verde. (en John BRIGGS: The Pattern of Chaos, ed. Thames & Hudson, Londres 1992). 19 1.6. Arbol “disciplinado”(en Arch + n. 119-120, 1993).


III. Lógicas abiertas Muchas de las actuales inquietudes culturales no serían ajenas, en efecto, a estas consideraciones que sugerirían, a su vez, interconexiones entre diversas facetas del conocimiento (desde las matemáticas hasta la biología, desde la genética hasta la física...) directamente implicadas en la “comprensión” y la “compresión” de un nuevo tipo de orden incierto (más interactivo e infraestructural pero también más indeterminado e informal) y de los fenómenos que a él remitirían. Las teorías de los sistemas dinámicos y su aplicación en las nuevas estructuras espaciales, la geometría de los fractales y su influencia en una definición recursiva y topológica de la forma (así como sus implicaciones en una nueva “genética digital”) la conciencia de los procesos interactivos y su incidencia en el medio, el análisis de los comportamientos complejos evolutivos y su aplicación en el abordaje de estructuras (auto)organizadas no-lineales, etc. serían algunos ejemplos de visiones transversales que reunirían bajo intereses compartidos las investigaciones de diversas disciplinas relacionadas con el espacio y entre ellas, naturalmente, la arquitectura. En efecto, serían éstas dinámicas planteadas entre tiempos, espacios y escalas que remitirían, en último término, a un nuevo entendimiento del medio –escenario, lugar, contexto...– y del espacio en general, como “entorno” o “campo” de fuerzas abierto, dinámico, múltiple y multiescalar y ya no como “ambiente” o “contexto” meramente físicos o figurativos. Dinámicas que apelarían, por tanto, a una nueva definición holística del abordaje del espacio como acción dispositiva, activa y reactiva, más que como mera respuesta compositiva: una “disposición”, dinámica y dinamizadora, susceptible de “reaccionar” ante el lugar y “hacerlo reaccionar” a un tiempo. Capaz de combinar lógicas genéricas (abstractas, globales) y lógicas específicas (concretas, locales). Es decir, “saltos de escala” entre criterios generales y particulares. Estratégicos y tácticos. Reactivos y operativos –Estratégicos por su capacidad de remitir las acciones y los movimientos a estructuras, “entramados” o sistemas globales definidos “más allá” del lugar: lógicas generativas y/o generadoras, “genéricas” y “genéticas” a un tiempo. Inductoras y/o programadoras de posibles procesos evolutivos. –Tácticos por su capacidad de adaptar lo general a lo concreto, relacionando datos propios “del” lugar –o el medio– abordado a través de movimientos acordados y/o adaptados de combinacion y de cooperaciòn; registrando, procesando, sintetizando, en suma, informaciones y solicitaciones diversas –simultáneas y simultaneizadas– de cara a la acción. –Operativos por su capacidad de desencadenar operaciones “en” el lugar: acordando y adaptando, combinando y simultaneando, concentrando y desplegando, programas, estructuras y acontecimientos; múltiples y multiplicadores a la vez. Más que “regenerar” (completar) o “transformar” (redefinir) el medio o la realidad, se trataría, pues, de “resonar” con ellos para reinformarlos (para reestructurarlos, para reactivarlos en suma) trascendiendo sus inercias desde la asimilación de sus propias


dinámicas; multiplicando las relaciones de intercambio implícitas; reconociendo, seleccionando y procesando aquellas informaciones y estímulos más relevantes y significativos (por potencialmente operativos); pero también impulsando (induciendo), desarrollando (generando) y combinando (programando) trayectorias real y y virtualmente “dinámicas”, a su vez. La noción de disposición como trayectoria abierta (configuración, distribución o despliegue según los casos) 5 resultará especìalmente indicada a la hora de analizar las estructuras heterogéneas que de dicho orden se derivan. –Disposición como instrucción/decisión, criterio o lógica, operativas. –Disposición como “combinación” de posiciones variables en el espacio, pero también –Disposición como “aptitud al cambio”; como “actitud” cara a la acción. Como intención de (a)salto. –Disposición, en definitiva, como estructura dinámica (localizada y abstracta a un tiempo) de acontecimientos y movimientos fluctuantes (virtualmente espontáneos) referidos a trayectorias sintéticas y a procesos evolutivos –a criterios "nucleares" genéricos y a movimientos de “despliegue" contingentes– ajustados, a su vez, a situaciones y/o entornos concretos. Disposiciones, entonces, entendidas como trayectorias locales referidas a una cierta “sistemática” global, dinámica, flexible y adaptable de la forma (implícita en los propios dispositivos de partida), destinada a propiciar fenómenos transescalares de “recursividad” susceptibles de sintonizar el proyecto contemporáneo con las propias características (y parámetros) recurrentes de los procesos espaciotemporales –metaestructurales y metaurbanos– en los que éste se inscribiría. El concepto de dispositivo abierto, derivado de la propia noción de disposición, se introduciría, a su vez, en su múltiple y ambivalente acepción: como instrumento (procesador), como lógica (estratégica), como decisión (táctica), como mecanismo (reestructurador) y como sistema operativo (generador, organizador y formalizador, a la vez): campo receptor, pues, y campo emisor en el interior de otro “campo” anfitrión. Dispositivo, entonces, como operativo estratégico y táctico: trayectoria relacional, reactiva y reactivadora ( “reacción” y “activación” combinadas, interpretando, a su vez, el término “reacción” como un cruce entre “relación y acción”) destinada a evolucionar en el espacio vehiculando –y vinculando– informaciones sincrónicas e induciendo –generando y produciendo– relaciones y movimientos de intercambio entre energías, usos, programas, acontecimientos, escalas y/o escenarios sujetos, por su propia naturaleza, a procesos dinámicos (es decir abiertos, evolutivos). Serían éstos planteamientos que remitirían, en última instancia, a una nueva comprensión de la ciudad y de las actuales organizaciones urbanas –de sus “movimientos”, de sus cambios, tensiones y “comportamientos”– propiciando un abordaje activo de aquellas estructuras “espaciotemporales” que en ella se sustentaría así como una nueva e hipotética capacidad del proyecto para “acordarse”, para “adecuarse”, a dichos procesos definitivamente “abiertos” por dinámicos, caracterizados por el alto grado de indeterminación plural que en ellos subyacería pero también por su configuración progresivamente difusa (“inacabada”) y por el elevado nivel de interacción que, a todos los niveles, en ellos se reconocería.

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IV. “Traspasos” La ciudad contemporánea aparecería en efecto, en un primer momento y tal y como ya se ha anticipado, como la manifestación más evidente de esa progresiva condición dinámica de nuestro entorno que subyacería en su propia naturaleza, compleja e irregular. No resulta extraño, pues, que la propia transformación conceptual del proyecto contemporáneo hubiese tendido –en ese primer momento de ensayos y búsquedas que quiere reconocerse aquí– a orientarse inicialmente hacia la investigación de mecanismos de relación susceptibles (más que de “evocar” o de “reproducir”) de “resonar” estratégicamente con los propios procesos que estructurarían, hoy, esa nueva “metápolis” contemporánea afín no sólo de asimilarlos sino de reinterpretarlos instrumentalmente. Forzando el proyecto a traspasar una lectura a menudo excesivamente atenta a lo coyuntural para conectarlo con los propios procesos dinámicos de la ciudad, con su propia “transversalidad” escalar, como primera traducción inmediata de una nueva concepción espacial, más abierta, compleja y dinámica a la vez. Interesaría destacar aquí ese tipo de abordajes –más que “objetuales”, sobre todo “relacionales”– por su capacidad para generar “cruces y entrecruces”, recursividades y resonancias, combinaciones y transferencias, de nuevo, entre lo local y lo global. Para propiciar, en definitiva, una comprensión del proyecto como “mapa local” del propio “escenario global”. El proyecto aparecería de hecho –en ciertos casos, especialmente paradigmaticos en este trabajo– como una síntesis “a-escalar” de una ciudad definitivamente “multiescalar”. Un epítome –un “concentrado”, una “síntesis”– de sus propias dinámicas de desarrollo; pero también un transfer: un intercambiador “glocal” –local y global–de energía, en sinergia con el lugar pero susceptible también de traspasarlo hacia otros escenarios “más allá” de los propios límites del contexto, en una operación de “salto de escala” entre sistemas y subsistemas “en proceso”, altamente significante. El término cinematográfico trailer permitiría referir ese proceso de “síntesis operativa”: un trailer no como un “resumen lineal del film” (una evocación) sino como síntesis intencionada, una “acción-información” comprimida (una manipulación no lineal relacionada con el argumento global e independiente y autónoma a su vez) destinada a reconocer el sistema de partida y a reinterpretarlo a un tiempo. Dichos dispositivos entendidos cono “mapas-trailer” se convertirían, entonces, en “mapas de acción” (más que en metáforas) referidos a otros mapas –o ideogramas seleccionados– de la propia ciudad, en una operación recursiva múltiple entre proyecto y ciudad contemporáneos, así como entre sistemas dinámicos y estructuras irregulares a ellos asociados que quiere reconocerse aquí: “Describamos la acción de construir un mapa: pretender que el edificio no hable sólo de lo que contiene o mejor que hablando de ello proponga el resumen intencionado de lo que fuera ocurre, en la ciudad (...), que ate las figuras que pueden ser, en ella, contenidas...”6

A medida que aumenta la capacidad (y libertad ) de movimientos y de intercambios en el espacio –y por tanto, de ocupación– la forma compacta atávica de las ciudades se fractaliza según patrones recursivos asociables a ciertas structuras dinámicas e irregulares. 1.7. Simulación del proceso de crecimiento de Berlín desde el siglo XVII hasta finales del XX, según los estudios de Hernan Makse, Shlomo Harling y Eugen Stanley (Universidad de Boston) (en El País 15 octubre, 1995). 1.8. Distribución fractal de densidades y asimilación a la estructura metaurbana berlinesa (en Arch+ nº 121, 1994). 1.9. Trayectorias diagramáticas como “epítomes” urbanos. Compresión isomórfica y recursividad entre un perfil de acumulación urbana y un diagrama de desarrollo combinatorio.

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V. Protológica y protomomento Sería paradójicamente en ese “salto” remitente y resistente a un tiempo, crítico (frente a los habituales escenarios de conflicto y rutina que la propia ciudad propiciaría) y positivo (frente a sus potenciales dinámicos) donde podrían reconocerse, actualmente, algunos de los intentos más explícitos de investigación y renovación disciplinar. Propuestas en las que se habrían venido ensayando y materializado por primera vez muchos de aquellos nuevos planteamientos dirigidos a sintonizar, hoy, la organización del espacio con una nueva comprensión dinámica del marco tecnológico y cultural global. El trabajo que aquí se presenta quiere abordar ese particular momento de intuición y de búsqueda que se habría manifestado de modo concreto en las dos últimas décadas (es decir, en el propio traspaso de siglo) consciente de que éste habría sido –y todavía representaría– un “estado de cambio” ­–y transición– entre los últimos vestigios y reformulaciones de la modernidad y las manifestaciones más contundentes de lo que se aventuraría aquí como una “nueva lógica” más avanzada. Una lógica no sólo arquitectónica sino “transarquitectónica”7, relacionada a su vez con el propio desarrollo de las nuevas tecnologías digitales de procesamiento, transformación e intercambio de información y, por tanto, con la asunción de un espacio-tiempo-información emparentado con lo que se habría denominando “universo digital”. 8 Los avances tecnológicos permitirían, en efecto, cada vez más aceleradamente, no sólo (re)producir procesos y simular desarrollos sino animar estructuras, generar innteracciones y plantear trayectorias y configuraciones cada vez más complejas, en conjuntos “sintéticos” no siempre armónicos, estables y cohesivos. El mundo digital parece animar, pues –todavía de modo inicial– un espacio lleno de posibilidades apenas embrionarias; un espacio más abierto a sistemas –o dispositivos– capaces de “reaccionar” y “sintonizar” con la realidad y de “actuar” y “mutar” en ella (y con ella) a un tiempo. Ello anuncia un nuevo periodo de la arquitectura que probablemente implicará nuevos conceptos técnicos, culturales y espaciales hasta ahora tan sólo intuidos como “potenciales” anticipados, asociados a la superación de la rígida estática y a la propia percepción y concepción fluctuante del espacio; a la disolución-difusión de los límites, de las fronteras, de las siluetas y de los contornos; a la desmaterialización y deslocalización de las estructuras; a la variación –virtual y real– de la forma y a la programación de sus movimientos; a la expresión cambiante de su “imagen” (exterior e interior) y a su conexión con un posible procesamiento de datos del entorno captados y transformados instantáneamente en tiempo real... etc. “Potenciales” planteados, en ese momento pionero de transición que se describe aquí, desde lo que Federico Soriano tan acertadamente definiría como “los pliegues del movimiento moderno”: 9 los últimos “enroscamientos” (o “estrujaduras”) de unas estructuras –y de unas lógicas– todavía estáticas pero cuyas deformaciones dinámicas permitirían anticipar (de modo expresivo) toda una serie de investigaciones en curso (interrumpidas durante años, por la revisón neotradicionalista) y que aludirían, ahora, a una progresiva disolución de las viejas volumetrías y de las geometrías a ellas asociadas.

1.10. Ruptura de categorías: transformación topológica de un cubo en una esfera. Agnes HEGEDÜS: The Virtual Print Machine, Center for Art & Media, Karlsruhe, 1994 (en Architectural Design n. 11/12, 1994).

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Los últimos años han se han significado por una decisiva corriente de investigación –y transición– entre la lógica fragmentada y estática, moderna y una nueva topología evolutiva y dinámica más avanzada. “Estrujar” el espacio esencialista –y reticular– moderno y transferirlo a nuevas estructuras y geometrías más fluctuantes, elásticas e impuras, por irregulares. 1.11. Le Corbusier: estructura Dominó (en LE CORBUSIER- Paper Back, ed. Gustavo Gili, Barcelona 1976/1982) 1.12 y 1.13. Rem KOOLHAAS, o.m.a. Diagrama e imágen de manipulación y pliegue para el proyecto de la Biblioteca de Jussieu, Paris, 1995. 1.14. Abajo: despliegue espacial de las plantas . Maqueta de SORIANO-PALACIOS para el Concurso de El Aguila, Madrid, 1995.

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En este sentido cabría entender, pues, este trabajo como una especie de libro de historia sin (apenas) perspectiva histórica: la de un proceso –y una aventura– todavía en curso. Su base se sustentaría, pues, en temas de percepción y de representación, de geometría y de estructura, de configuración y de organización; y en su hipotética relación con los nuevos conceptos que articularían, así, una visión y una comprensión más variables y evolutivas de nuestra propia realidad. Pero también con lo que se plantearía como una actitud más desprejuiciada y desinhibida, más expansiva y extravertida, implícita en sus propias manifestaciones. Porque de eso se trataría en definitiva: de la intuición y materialización de una “protológica” (asociada a un “protomento”) propia de una situación de cambio latente, plasmada, como bien apuntaba Aaron Betsky10 , en una arquitectura tanto más “avanzada” cuanto más, precisamente, “dinámica” y “dinamizadora”, “anticipada” y “anticipadora”, a la vez: “Si en numerosas mitologías los herreros –forjadores y manipuladores de materia– eran los antepasados de la artesanía (incluyendo la arquitectura) quizás ello se deba a que también la arquitectura, igual que el hierro, tiene esa capacidad de hallar el momento en el tiempo en que el material –el sistema– alcanza ese punto de cambio de estado y tiene a su alcance numerosas y diversas posibilidades, y las estira y las empuja hasta fijarlas en un momento de fuerza, belleza y acción...”

1–  Se plantea aquí el vocablo reactivo en los mismos términos en los que el autor lo hacía en el número 219 de mismo título, de la revista Quaderns: más allá de la "etapa topológica", de la "etapa proyectiva" y de la "etapa euclidiana" que Ana Sánchez describía en su texto "La importancia del conocimiento" (véase V.V.A.A: Entorno. Sobre el espacio y el arte , ed. Complutense, Madrid 1995): “La etapa "reactiva situa al individuo en una clara consciencia de la realidad en la que se desenvuelve; y reemprende, sin adoptar posturas eruditas ni aleccionadoras, un nuevo y fascinante periplo de experimentación y búsqueda. El individuo procede así a desmembrar todos sus conocimientos aprendidos. Actúa sin complejos, sin preestablecidos. Aparente, inquieto, nervioso y directo, se fascina y vuelve a preguntar sobre el por qué de las cosas. Frente a los demás, su actitud es la de un niño cariñoso, por lo que todo lo descrito en la primera etapa –topológica– adquiere en ésta última su más completa y aclaradora vigencia." Véase, también, GAUSA, Manuel: "Arquitectura reactiva: marco proneista" en Quaderns nº 219, 1998 pg. 5. 2–  Utilizando el término acuñado por José MORALES en "Adiós a la Metáfora". Véase V.V.A.A Otra Mirada, ed. Actar, Barcelona 2000. 3–  Véase PORRAS, Fernando: "Editorial” en la revista BAU nº 014, 1996. 4–  Probablemente sea Cecil Balmond el que con mayor fortuna haya desarrollado en diversos textos el término "informal", aplicado a una nueva concepción de los sistemas organizativos y estructurales. Véase BALMOND, Cecil: "The new structure and the Informal" en A.D, nº 9/ 10 vol. 67, Sept-Oct 1997; así como "New structure und das informelle" en Arch+, nº 139-140, 1997-98, pg. 128 y " La nueva estructura y lo informal" en Quaderns nº 222, 1999, pg. 38. La combinación "forma + información" como raíz de lo "informacional" aparece citada en CASTELLS, Manuel: The informacional City ed. Basil Blackwell, Oxford 1989 y también en diversos textos de Vicente Guallart (véase "Programa sin título" en BAU, nº 016, 1997, pg. 30).

También en algunas de las investigaciones de René Thom entorno a la morfogénesis estructural aparece sugerido este carácter informal de las estructuras dinámicas. Véase THOM, René: Structural stability and Morphogenesis, ed. W.A. Benjamin, Reading, 1975 así como los textos de Robert Le RICOLAIS recogidos por Antonio JUAREZ en CIRCO, nº 39, 1996 (en especial Le RICOLAIS, Robert: Introduction to the notion of form en D.A.T.A –Direction in Art, Theory and Aesthetics– ed. New York Graphic Ltd., Greenwich Connecticut, 1968) 5–  Véase ALLEN Stan: "Distribution, Combinations, Fields" en The Berlage Cahiers nº 5, ed. 010 Publishers, Rotterdam, 1996, pg. 72 citando los trabajos de Barry Le Va y Elias CANETTI Crowds and Power, ed. Farrar, Strauss and Giroux, New York, 1948, pg. 28 y en BAU nº 014, 1996. Véase también "Una conversación vía módem" entre van Berkel y Greg Lynn, publicada en El Croquis nº 72, 1995, pg. 6 6–  Véase MORALES, José: "Adiós a la Metáfora" opus cit. 7–  Recogiendo el término acuñado en su momento por Michel Vienne en sus exposiciones "trans-architectures" (1,2 y 3) y cuyos paradigmas se manifestarían de modo evidente en las "Premières Rencontres Internationales d ´Architecture d ´Orléans. ARCHILAB 1" organizadas por Marie-Ange BRAYER y Fréderic MIGAYROU. Orleáns, abril-mayo 1999 (véase el catálogo con el mismo título publicado por Archilab, Orleáns 1999). 8–  “Una nueva sociedad digital, postindustrial, de la información o telemática es la constatación explícita de este cambio profundo que unos profetizan ya como el final de la historia, el fin de lo social o el fin de la modernidad, y otros asumen indgando las consecuencias de la crisis o la redefinición del proyecto –y el espacio– modernos” Véase LLEO, Blanca: Sueño de habitar, ed. Caja de Arquitectos, Barcelona 1998. Véase también GUALLART, Vicente: "Sin Título" opus cit. 9–  Véase SORIANO, Federico: "Planta fluctuante" en Fisuras, nº 31/ 3, pg. 64/ 65. 10–  Véase BETSKY, Aaron: "El paisaje y la arquitectura del yo" en Quaderns nº 220, 1999, pg. 28.

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2 CRUCES : De la crítica como acción transversal: exploraciones versus crónicas ¿Por qué se defiende una acción crítica basada en la transversalidad?


“Nomen is numen”, nombrar es conocer. Citado en Benoît MANDELBROT: La geometría fractal de la naturaleza, ed Tusquets, Barcelona 2000.

"De todos es sabido que los esquimales tienen a su disposición un gran número de términos diferentes para referirse a la nieve y al hielo, según presenten éstos un determinado aspecto, según su dureza, su transparencia, su peligrosidad, la zona en la que se asientan, la época del año...De todos es sabido también que los gauchos tienen a su disposición hasta un centenar de palabras diferentes para referirse al pelaje de los caballos, según su color, sus manchas y la zona donde aparecen, su brillo.... Nosotros que tanto tratamos con el espacio ¿cuántas palabras tenemos para nombrarlo en sus diferentes formas? (...) El diccionario proporciona unas cuantas: espacio, lugar, extensión, dimensión, superficie, hueco, vacío, distan cia, rincón, área, órbita, terreno, campo, reino, región, esfera, ámbito, marco, cuadro, plano... Y también tenemos combinaciones de la palabra espacio con otras. Así, espacio perceptivo, espacio proyectivo, espacio de representación, espacio pictórico, espacio artístico, espacio silencioso.., ¿Por qué tanta insistencia en las palabras? ¿Por qué tanta insistencia en el lenguaje? Porque somos, querámoslo o no, sujetos linguísticos. Somos sujetos de lenguaje, aunque no tenemos tanto control como los esquimales sobre los diferentes términos que manejamos. Los referidos al espacio son más evanescentes, menos precisos o de un signifiado menos compartido." Julio ROMERO: "Entorno al espacio silencioso" en V.V.A.A: Entorno. Sobre el espacio y el arte, ed. Editorial Complutense, Madrid, 1995.

"Podemos preguntarnos cómo los esquimales pueden reconocer y orientarse en kilómetros de hielo helado. De hecho esos referentes -esos repères- esos rastros no están constituidos por objetos o puntos auténticos sino por relaciones: relaciones entre por ejemplo la limpieza y precisión de los bordes, la calidad de la nieve, la fuerza del viento, la densidad del aire o el tamaño de las grietas." Edward T. HALL: La dimensión cachée, ed. Editions du Seuil, París 1971.

2.1. “Comparando mapas del universo”. En los laboratorios de la NASA se analizan mapas de impacto con el fín de buscar patrones de similitud y diseñar estrategias de anticipación. Interpretar la realidad supone reconocer capas de interpretación y registros transversales en ella (en Muy Interesante, marzo 1999). 29


2.2. 2.3.

Los antiguos paradigmas newtonianos y einstenianos se enfrentan hoy al reto de un universo dinámico, birbiculado y escurridizo a la vez, que apela a trayectorias complejas y entrelazadas, a lógicas abiertas y recursivas, a patrones flexibles e inmanentes, a la vez. A expansiones y enroscamientos combinados. 2.2. Roche, DSV & sie. P. : “BeaubourgSherehevsky”, 1998 en Quaderns nº 223 (Bucles),1999. 2.3. ”Cuerdas falsas” de J. Frazier. Combinación paradójica entre círculos concéntricos y tramas reticulares. La ilusión óptica propicia “deformaciones” de las figuras iniciales (re)produciendo estructuras en forma de espiral, en el primer caso, y de cuadrados romos, en el segundo (en Nicholas FALLETTA, Paradojas y juegos, ed. Gedisa, Barcelona 2000).


I. Holismos: universos escurridizos A lo largo de estas páginas se pretende defender, tal y como se ha señalado, una determinada lectura holística de la producción arquitectónica actual basada no sólo en la estricta referencia disciplinar, en la práctica profesional o en la mera crónica de sucesos sino en una cierta mirada transversal –polifásica o, si se prefiere, polifocal– sobre el propio escenario contemporáneo.1 Una mirada capaz de relacionar la definición y la organización del hábitat (y del entorno) con la actual interpretación científica, social, filosófica y artística del espacio y del tiempo a él asociado, que propone un posible marco global –un escenario compartido– al que remitir las múltiples manifestaciones contemporáneas de una nueva “lógica proyectual” que, aunque aparentemente dispersa en sus enunciados y en sus manifestaciones, no por ello dejaría de conformar un virtual y eficaz “territorio compartido” de conocimiento y acción. No para construir un corpus común, universal –absoluto– al que referir –y desde el que enunciar– los procesos (un modelo) sino para propiciar una posible red de enlaces, de conexiones y acuerdos –de intersecciones y puntos de encuentro– entre ellos. Más que profundizar en aspectos parciales o particulares de la producción reciente se pretendería, pues, “atar cabos”, unir búsquedas y experiencias, abrir la “profundidad de campo” a diversos “campos transversales” del conocimiento relacionados o relacionables entre sí, destacando las múltiples interacciones que entre ellos parecen producirse y vinculando –de modo no siempre estrictamente regular y “ortodoxo”– impulsos, ensayos e inquietudes, próximos y lejanos, espacial y, también, temporalmente. Dicha aproximación "holística" –más por globalizadora que por universal– no sería especialmente nueva. Remitiría a esfuerzos y experiencias semejantes dirigidos a conectar la difusión crítica –“local”– de los hechos (su materialización artística o técnica) con la propia comprensión cultural –“global”– de la realidad. “Conocer la naturaleza de las cosas para actuar sobre ella”2

Sería ésta, en efecto, una voluntad transversal, por “transversalizadora”, que recorrería, significándola, no sólo la investigación espacial actual sino, también, la propia acción crítica a ella asociada. Una vocación diagonalizadora –y helicoidal– que, de hecho, atravesaría también una determinada “historia de la crítica”, desde Veyne hasta Virilio, desde Kübler hasta, si se apura, Jencks. El propio George Kübler proponía: 3 “Si imaginamos el fluir del tiempo como una serie de haces fibrosos en los que cada fibra correspondiera a una solicitación particular sobre un particular teatro de acción y sus longitudes variaran de acuerdo con la duración de cada necesidad y la solución de sus problemas, lo que llamamos “haces culturales” no consistirían más que en abigarradas longitudes fibrosas de acontecimientos trenzados."

En el marco de ese variado empeño por establecer vías de conexión entre una doble definición, cultural y científica, de nuestro medio –universo o entorno– quizás haya sido el paradigmático ensayo “Espacio, tiempo y arquitectura” de Sigfried Giedion el que mejor supo reflejar en su día esa virtual capacidad de enlace entre arquitectura, arte y ciencia: 4 Con “Espacio, tiempo y arquitectura” Siegfried Giedion

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ofreció hace cuarenta años una visión nueva y coherente de las raíces y la esencia de la arquitectura moderna (...) donde se proponía ya una lectura “espacial” más que una lectura “objetual” de la arquitectura. De hecho, la aparición del texto de Giedion en 1941s iba a producirse apenas treinta y seis años después de que Albert Einstein diese a conocer su famosa teoría de la relatividad que, como ya se ha señalado, tanta influencia iba a tener no sólo en la definición del utillaje mental destinado a comprender el espacio sino en la propia definición, a su vez, de aquel otro utillaje conceptual destinado a construirlo: 5 se evidenciaba así (tal y como detallaremos más adelante) la substitución de un orden clásico “absoluto” –continuo, homogéneo, compacto y determinista– por un nuevo orden más relativo y discontinuo 6 pero no por ello menos confiado en el control estricto –racional– de la forma y de los resultados.7 El antiguo paradigma newtoniano y buena parte del einsteiniano se enfrentan sin embargo, hoy, al reto de un universo más dinámico y escurridizo, en el que la mayor parte de los procesos, incluso los de apariencia más estable, resultarían extraordinariamente indisciplinados y acabarían remitiendo a comportamientos no-lineales fruto de su propio carácter dinámico e interactivo. Al espacio clásico (absoluto) y al “espacio-tiempo” moderno (relativo) parece haberles sucedido hoy un “espacio-tiempo-información” más complejo, dinámico y combinatorio, abierto a una influencia imbricada, “enroscada” y “ovillada” a la vez, de lo local en lo global y de lo global en lo local destinada a provocar una mayor indeterminación (e inestabilidad) en nuestra comprensión del universo pero, al mismo tiempo, a introducir definitivamente la influencia de la información (de sus efectos dinámicos y de su posible capacidad de combinación intencionada) en la manifestación espacial de los procesos. Nos enfrentaríamos así a un escenario que no operaría ya desde la “retórica lingüística” o desde la estricta “autonomía posicional” sino desde una nueva interacción "informacional" llamada a desplegar en una hipotética “interconexión holística” toda una gama de situaciones internas y externas en las que, paradójicamente, el reflejo aparente de un cierto “caos global” sería el resultado de un todo engranado y heterogéneo a la vez de acontecimientos locales. 8 Desde dichas consideraciones este trabajo quiere abordar, en efecto, en sus diferentes apartados, esa aproximación contemporánea a las nuevas lecturas del espacio y del tiempo, relacionadas con la comprensión de los procesos dinámicos, de las estructuras complejas y de los fenómenos abiertos de interacción y co-participación que definirían la interpretación del propio entorno y su incidencia en el proyecto contemporáneo: “El espacio, como el tiempo, son conceptos que al margen de su fisicidad, esbozan relaciones culturales. Un marco para las interpretaciones. En nuestras manos está el proponerlas. (...). La llamada ‘estética de las complejidades’ viene a proponer un campo más extenso para las arquitecturas que ligan lo construido a nuestra realidad tratando de sacar partido, una vez más, de todo lo que nos rodea (...) proponiendo aquella antigua y necesaria relación cultural entre ciencia y arquitectura.”

Dentro de la amplia –y exponencial– producción ilustrada reciente, las lecturas


hasta ahora habituales en el campo de la arquitectura habrían venido basándose, en efecto, en lo que podríamos denominar “paradigmas críticos” tradicionales contemplados desde una aparente “ortodoxia” disciplinar: historia (Curtis, Vidler...), tipología (Lampugnani, Dalco...), lenguaje y contexto (Frampton, Foster...), crónica y panorama (Galiano, Cohen), etc. En este sentido, buena parte de la crítica se habría limitado, a menudo, a seleccionar y/o valorar episodios aislados, apreciando ciertas piezas “significativas” (y autónomas) desde sus mayores o menores atributos tectónicos, matéricos, estilísticos, espaciales y, quizás, constructivos... es decir, desde su conexión con las propias lógicas lingüísticas y/o gramaticales surgidas de la propia “disciplina”. Glosas que habrían prestado una atención primordial a la descripción de toda una serie de categorías endógenas entendidas como “tópicos” establecidos (la “trayectoria de autor”, el “diseño del objeto”, el “tipo como invariante”) más que a una voluntad real de interrelación con otros fenómenos externos al propio marco disciplinar. “Aspectos”, pues, diseccionados, aislados, nunca solapados, entendidos a través de clasificaciones estancas, fijas, confiadas todavía en una definición lineal de los acontecimientos: “sucesos más que procesos”.10 De hecho, y parafraseando al filósofo Francisco Jarauta11, esa habría sido precisamente la mayor limitación de una determinada teoría de lo “postmoderno”: su inclinación hacia el “suceso” –el “diseño”, el “aspecto” o el “lenguaje” como sustancias– y su implícito desinterés por postular un tipo de crítica global o estructural más allá de la pura descripción o de la reseña. Esa aparente posición “pseudoobjetiva”, cuando no “neutral”, siempre “autorreferencial” (la confianza en el registro “abarcable” de lo “propio”, por “codificado”, por “específico”, por “delimitado”) habría acabado generando no sólo una “prolífica y demostrada incompetencia para dar cuenta de una nueva situación” sino todo un “glosario” de iconografías e imaginerías no muy alejadas del mero consumo y de la instauración iconográfica que tan bien significaría Ignasi de Solá Morales en su texto "Diferencias: topografías de la arquitectura contemporánea": 12 “La descripción –y difusión– de ideas e imágenes prestadas se ha multiplicado en los últimos años en un mercado global en el que casi todo cabe mientras esté sometido al imparable consumo de una iconografía de uso mayoritariamente interno."

Selecciones o compendios, revisiones históricas o “profundizaciones” especializadas, cuestiones sobre la práctica o sobre un determinado modus operandi, colectivo o individual, o monografías más o menos tipológicas (o "autorales") habrían venido proliferando así en las dos últimas décadas ilustrando un escenario de lecturas “particulares” o “panorámicas” interesadas más en la yuxtaposición (o el coleccionismo) de episodios locales “objetivos” que en la hipotética fabricación intencionada y “subjetiva” de un posible ensamblaje infraestructural global. Posiblemente porque ese dilatado recorrido autorreferencial de buena parte de la crítica reciente haya sido el inesperado fruto de una largamente defendida “autonomía disciplinar” cuya dilatada influencia habría de extenderse desde la conocida “cultura revisionista” de los años setenta hasta buena parte de la cultura “post” de las últimas décadas del pasado siglo.13

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El injerto (no sólo como mecanismo proyectual de hibridación/combinación sino como revitalización conceptual, es decir como alimentación mútua entre organismos vivos) alude a una transferencia de energía y códigos de información, esto es, en el caso de las disciplinas, entre conocimientos. Y, por tanto, a una interacción entre acciones –inquietudes, exploraciones, búsquedas – resonantes. 2.4. Proceso de implantación de esquejes (en Quaderns nº 217, "Land-Arch", 1997).


II. Transversalidades. Injertos y cruces Sin embargo, a diferencia de los análisis descriptivos hasta hace poco al uso, no sería la forma arquitectónica, como objeto y objetivo aislado –figurativo, tipológico o semántico– lo que convocaría la investigación actual, sino la “forma” como “formación” y como “formulación”, como “agenciamiento dinámico”, como resultado de un proceso abierto, mucho más impuro y relacional que convocaría a experiencias y búsquedas producidos en ámbitos disciplinares mucho menos previsibles y tradicionalmente próximos. Las “revoluciones dinámicas” del fin de siglo no harían sino anunciar, de hecho, el definitivo coup de grâce a las lecturas figurativas estancas, a los ensayos lingüísticos estrictamente unidisciplinares y a los principios –o categorías– “modélicos”:14 En un momento en que las informaciones y los intercambios tenderían a multiplicarse y a diversificarse se aseveraría más útil explorar que describir; sintetizar más que, tan sólo, analizar; aventurar más que describir; “cruzar” y “entrecruzar” más que clasificar; intercambiar experiencias y relacionar, en suma, trayectorias con capacidad de “acuerdo” y alto grado de sinergia.15 Las reflexiones y propuestas que aquí presentamos intentarían ilustrar las características de ese “traspaso” susceptible, en último término, de favorecer otras percepciones (y otros abordajes) del espacio desde la exploración de aquellas nuevas condiciones (fenomenológicas, técnicas, semánticas, urbanas, sociales, geográficas...) generadas en unos escenarios cada vez más más plurales y “heterodoxos”, precisados, a su vez, de nuevos mecanismos de abordaje y lectura y orientación que difícilmente podrían delimitarse a “disecciones tipo” o a estrictos “modelos” unidisciplinares. Estos serían algunos de los temas que quisieran reconocerse aquí y que aludirían a su vez, tal y como y se ha anticipado, a las actuales interpretaciones de las viejas nociones codificadas de forma y orden, consideradas ahora con un decidido grado distanciamiento respecto a sus antiguos significados... pero no, quizás, respecto a la narración de sus posibles –y nuevos– potenciales. Ante el antiguo predominio de una acción descriptiva “autónoma” (por “autista”) emergería hoy una nueva crítica más interesada en establecer una acción sinestética, por precisamente relacional. Una acción crítica interesada, en efecto, no sólo en describir “sucesos” –episodios– sino en abordar (explicar, comprender y favorecer) “procesos” –fenómenos y movimientos– en resonancia con un entorno global en mutación y coparticipación definitivamente “holísticas”.

2.5. Injertos de púa (1 y 2) e injertos de corona (3), en Circo (Injertos) nº 00, 1997. 35


2.6. Mapas de análisis unidimensional de fracturas y filones transversales en un conjunto filoniano. Diagramatización de dichos movimientos. (en Pablo GUMIEL: “Reflexiones sobre las analogías geométricas interdisciplinares entre patrores naturales”, en BAU, nº 014, 1996).


Esa voluntad de interacción interpretativa plantearía, asimismo, un cambio en la mirada: una mirada, ahora, más abierta (por no-ensimismada pero, también, por “interactiva”) destinada a propiciar, más que descripciones, vínculos o cruces entre trayectorias y experiencias, entre manifestaciones e investigaciones, diversas y heterogéneas aunque “elásticamente entrelazadas”. 16 Sería ésta una potencial dinámica de “cruce e intercambio” entre disciplinas que remitiría, de hecho, a la propia naturaleza del “injerto” como revulsivo (o reactivador) procesal pero también como operación quirúrgica (y “gramatical”) reelaboradora de información y, por tanto, de lenguaje y conocimiento. Ya no hablaríamos, entonces, de disciplinas sino de “transdisciplinas”: entornos transversalizadores de conocimiento(s). La mirada del oficio –de la disciplina– dejaría paso, así, a la mirada de la investigación, de la información, del criterio selectivo. Si disciplinar sería forzar, conformar, oficializar “fórmulas” (formas + modelos), transversalizar supondría operativizar hipotéticas “reacciones” (relaciones + acciones) entre datos, condiciones, situaciones y potenciales. En estos términos es en los que nos referiríamos a una posible voluntad “reactivadora” de la acción crítica/proyectual: no tanto como una acción “resistente” (escéptica o cuestionadora) sino como una acción recodificadora, por de(s)codificadora. Es decir, desmontadora de inercias y de preestablecidos, de viejos códigos asumidos (descodificadora) pero también traductora de fenómenos –de nuevas condiciones y codificaciones– emergentes y globales (decodificadora). Una acción pues, también aquí, relacional y operativa a un tiempo. Una acción capaz de establecer más que meras analogías formales, vínculos infraestructurales entre las cosas –sus manifestaciones y las experiencias que las articulan– con el fin de proyectarlas unas sobre otras, de relacionarlas y operativizarlas: de reinstrumentalizarlas, en suma. Esa búsqueda de similitudes o de interconexiones y vínculos entre acontecimientos, fenómenos o configuraciones, más que a aspectos mera o literalmente formales aludiría a una posible recursividad entre procesos estructurales resonantes entre sí: posibles “acoples” o “acoplamientos” – e incluso de asociaciones – no ya entre códigos estabilizados sino entre códigos intersecados.17 En este sentido, “injertos”, “injerencias”, “capturas”, “transversalidades” o “esquejes” no harían sino ilustrar esa voluntad de “cruce” revitalizador18 planteado desde la alimentación de nuevas informaciones “transdisciplinares”, esto es desde una hibridación –semántica, “genética” y procesal– generada más allá de las propias rutinas (o “inercias”) de desarrollo de una posible disciplina de repente “externalizada”:19 “Nos apuntamos –sugeriría Federico Soriano–20 a la internacional injertista. Su objetivo: aplicar una porción de pensamiento vivo a alguna parte del cuerpo momificada o lesionada, de manera que se produzca una unión orgánica (...) El injertista tiene un poderoso instrumento,la injerencia. Meter una cosa en otra. Se trata de introducir en un lugar palabras, formas, etc. De etremezclarlas. El hurto creativo desde fuentes confesables, el montaje de piezas literales, la reutilización de materiales todavía en uso, los transplantes, la realimentación. Todo elemento es susceptible de producir, en ese momento, un resultado."

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2.7.

2.8.


III. Mapas (como) proyectivos. Balizas Cabría extraer hoy –aseveraba el geólogo Pablo Gumiel–21 lecturas positivas de esa posible interacción interdisciplinar en la que la geología recurriría, por ejemplo, al concurso de la física, la química al de las matemáticas o la ciencia urbana a la lógica informática: el simple análisis geométrico de la mayoría de los patrones evolutivos permitiría constatar esa progresiva complejidad, producida a todos los niveles, en unos sistemas que se nos manifestarían como particularmente “poliédricos” e interrelacionados: “Si observamos la distribución irregular y caótica de una red de vetas mineralizadas (lo que se denomina en términos geologicomineros stockwork, de gran importancia minera por sus leyes minerales) podemos apreciar una geometría irregular que recuerda bastante al trazado de un vuelo de Lévy en el espacio y, seguramente, ese movimiento tendrá un análogo en arquitectura. Aunque a veces resulta difícil establecer posibles acuerdos entre disciplinas, debido al lenguaje específico de cada una de ellas y a la propia subjetividad en la observación de los hechos, no cabe más que esperar resultados fructíferos de esa posible interacción.”

Interesarían tales operaciones de “injerto”, “cruce”, “vínculo”, “enlace” o “captura” transversales, entre fenómenos y experiencias, como avances de una posible actitud interpretativa confiada en la capacidad de seleccionar y conectar –de (re) ensamblar– experiencias y datos desde una capacidad de "manipulación" tan intencionada como precisa; y, por tanto, de expresar esa posible condición “proyectiva”, otorgando voluntariamente al término “proyectivo” su doble acepción: “proyección” y “proyectación” a un tiempo; anticipación y previsión de movimientos pero también construcción de “relaciones y trayectorias arrojadas unas sobre otras mediante operaciones de encuentro y enlace a la vez”. Sería ésta una acción propocrítica basada, entonces, más en la exploración y la proposición de relaciones “atópicas” que en la documentación y el registro de “modelos” tópicos. Instrumentalizar esa capacidad de propiciar interacciones proyectivas o, si se prefiere, proyecciones recursivas (más que meras analogías formales) entre campos diversos de conocimiento obligaría a cruzar trayectos: a señalar acuerdos, marcar confluencias, descubrir intersecciones, propiciar encrucijadas, explorar límites. En definitiva, a “abalizar” campos y cartografiar movimientos. Y, por tanto, a construir “mapas” de exploración y mapas de acción, a su vez, entendiendo la propia noción de mapa no sólo como cartografía meramente descriptiva sino como registro –y reconocimiento– de vías (y tramas) abiertas, desde las que indagar nuevos –y posibles– territorios. Mapas que confiarían, pues, en esa cualidad positiva –y propositiva– de un reconocimiento “intencionado” y “compre(n)sivo” sobre una realidad en transformación. Acciones, pues, reestructuradoras y manipuladoras, a un tiempo, de los propios datos de partida: una manipulación que aludiría, de hecho, al propio proceso exploración–selección–articulación implícito en todo proceso proyectual. 22 Volveremos repetidamente, a lo largo de este trabajo, sobre la noción de “mapa” entendida no sólo como “representación” sino, también, como “interpretación” y/o “traducción” de una acción prospectiva y proyectiva (resonante y transferente,

Cartografías codificadas sensiblente analógicas, correspondientes a dos procesos de desarrollo evolutivo. 2.7. Secuencia básica del cromosomo 0X174, primer genomio completo representado gráficamente (en Douglas R. HOFSTADTER: Gödel, Esher, Bach, ed. Tusquets, Barcelona, 1987. 2.8. Codificación del antiguo atrón genético de un territorio. Representación, en un espectro binario B/N de las trazas lineales de las “centuriazio” romanas en la región del Veneto (en OASE nº 48, 1998).

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al mismo tiempo) sobre la realidad. Mapa como cartografía o instrumento de registro, análisis y lectura –de (re)conocimiento– de cara a la acción. Pero, también, mapa como “mapificación mental” de “otros” posibles movimientos –e interpretaciones– latentes. 23 Cabría atribuir la definición de una posible correlación entre “mapas cartográficos” y “mapas mentales” al geógrafo Haldford J. Mackinder (1861-1947) quién fue el primero en hablar de “mapas de comportamiento" (o de pensamiento). La noción de “mapa mental” no resultaría, en cualquier caso, tan relevante aquí contemplada desde el ámbito de lo "psicológíco" como desde el de lo “estratégico”, esdecir en el de la toma de decisiones. 24 En los años anteriores a la primera guerra mundial MacKinder había de comprobar, en efecto, como la noción de “mapa” aparecía asociada a la capacidad para informar, formar y deformar, nuestras visiones sobre el mundo. Observar un mapa no sólo implicaría reconocer fronteras establecidas sino reconocer también potenciales (y) oportunidades de alteración en y entre ellas, revelando su capacidad proyectiva en tanto que virtuales notaciones anticipadoras. También Réné Thom, en sus trabajos sobre registros movimiento, habría de recoger algunas de esas intuiciones respecto a la idea de “notación proyectiva”: 25 “Por ello cabe entender el problema de la notación dinámica comparándolo con la notación del lenguaje signal. Con el sistema de los gestos, de los movimientos y su posible organización, se pueden percibir principios similares a los del lenguaje articulado, principios taxonómicos. No sería, entonces, imposible registrar un análisis combinado de tales gestos (similar) al de las variadas combinaciones de fonemas presentes en el lenguaje hablado.”

Ambas aproximaciones permitirían abordar la idea de mapa de notación, no sólo como representación sintética de la realidad sino como abalizamiento de posibles es decir como esquema mental anticipador de movimientos; lo que no sólo implicaría, como ya hemos señalado esa capacidad de explorar (con una mirada alerta) nuevos territorios sino también la de proponer para ellos nuevas definiciones y nuevas “disposiciones”. Entendiendo que la aparición de un nuevo escenario de búsqueda implicaría una labor de exploración, de rastreo y de mapificación destinada a cruzar trayectos, a marcar confluencias, a descubrir intersecciones, a explorar límites y a propiciar encrucijadas, conectando puntos de tensión y articulando infraestructuras; redescubriendo –y planteando– inesperadas asociaciones, proponiendo nuevas claves y fundando nuevos enclaves; en definitiva, “abalizando” dichos escenarios con otros signos, con otras definiciones, con otros vocablos y locuciones (“con” y “en” otros términos) planteando, así, posibles registros de acción y movimiento. Reconoceríamos, así, en la noción de “mapa” un posible triple acepción: como cartografía de representación (como instrumento de registro), como mecanismo de anticipación (como esquema de acciones) pero, también, como clave de traducción (de códigos y significados).


El presente trabajo quisiera formularse, a su vez, como un posible “mapa” del proyecto y de la ciudad contemporáneos. Un mapa de reconocimiento capaz de explorar, de analizar, de describir y de proyectar, mediante la capacidad narrativa –y manipulativa– de un lenguaje descodificador, sus nuevas dinámicas estructurales. Si, de hecho, la emergencia de lo nuevo tendería a ser siempre causa de incertidumbre (precisamente por su difícil denominación, y de ahí la dificultad de aislar aquellos signos que serían su expresión e identificar su posible relación con lo ya existente) esa necesaria redefinición conceptual no sólo de la propia capacidad de acción sino, también, del propio “lenguaje-signo” 26 a ella asociado, resultaría indispensable en todo reconocimiento prospectivo (la propia correspondencia entre “palabra” y “símbolo” poseería, tal y como acertadamente señalaba la filósofa Isabelle Auricoste, 27 un nombre: interpretación proyectiva). Dicha “retroalimentación operativa” demostraría la propia capacidad interactiva del ser humano para modificar su percepción cultural de las cosas, pero también la capacidad de asociar dicha nueva percepción a una nueva representación conceptual, “ideogramática”, y por tanto a un cierto conjunto de “claves de reconocimiento”: 28 Interesaría destacar esa característica (inter)activa y transformadora de un posible “lenguaje operativo” concebido, a su vez, como “mapa mental” y su capacidad para incidir en un reconocimiento y una transformación más complejos de la realidad. 29 Si tradicionalmente la división elemental del mundo en categorías estancas, cuando no contrapuestas, binarias (es decir, el reconocimiento absoluto, exacto, de una realidad referida a clasificaciones unívocas y diferenciadas) 30 habría caracterizado nuestra visión, hoy esas antiguas categorías “sustantivas”, esenciales, parecerían enfrentarse, reiteradamente, a las condiciones indisciplinadas de un tiempo de enroscamientos y deslizamientos que proclamaría, en todas sus manifestaciones, la brutal (y excitante a un tiempo) disolución de aquellas viejas divisiones dicotómicas que durante largos fueron paradigmas de nuestro bagaje ideológico y disciplinar; exterinterior, naturartificial, públiprivado, ordenocaos, determindeterminado, formalinformal, cotidianoxtraordinario, domésticuniversal, particugeneral, discontinectado, abiertocerrado, virtureal, etc., configurarían voces híbridas destinadas a expresar acciones –y experiencias– mixtas, simultáneas: voces “irregulares” tan ambiguas como explícitas, nacidas del acoplamiento contranatura entre términos antaño contrapuestos que, no obstante, se fundirían en operaciones mestizas –cuando no bastardas– susceptibles de extremar “otro” tipo de situaciones más fértiles, propiciando nuevos –y más intrigantes– significados, pero también nuevos –y menos codificados– potenciales. 31

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2.9.

2.10.

2.12. 2.11.

2.13.

2.14.

2.15.

2.16.

2.17.

Mapas de notación musical y de lenguaje. Comparaciones y evoluciones. La exploración de nuevas vías de registro y reconocimiento convoca la notación de los signos y su codificación en un sistema formal evolutivo con principios similares a los del lenguaje y su “diagramatización” codificada (en René THOM: “ Life scores” en BAU nº. 014, 1996). 2.9. Partitura convencional. 2.10. Disolución de estructuras fijas en la composición moderna (John Cage, 1957/58). 2.11. Notaciones como pointers de intensidad (Klaus Hashagen). 2.12. S. BUSSOTI: Music Notation. 1977. 2.13. Patrón musical en un sistema de referencias (Iannis Xenakis, 1979). 2.14. Logothética musical gráfica representando líneas de desarrollo libre.(Todas en Arch + nº117, 1993). 2.15. Dominique BAGOUET: So Schnell..., 1990 (en BAU, nº014, 1996). 2.16 y 2.17: A.LOGOTHETIS: Koordination, 1992 y Textur-Struktur-Spiegel-Spiel, 1992.


2.18.

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2.27. 2.25.

2.20. 2.24.

2.23.

2.21. 2.22. Collage de escrituras según Douglas R. HOFSTADTER: “ En la forma hay contenido”. 2.18. Inscripción en un sistema bustrofedónico de escritura originario de Isla de Pascua, una de cuyas características consiste en que cada segunda línea está invertida respecto a la anterior. 2.19. Fragmento de Mogol actual. 2.20. Fragmento de mogol, 1314. 2.21. Fragmento de un poema de Rabindranath Tagore en bengalí. 2.22. Encabezado de un periódico malasio. 2.23. Tamil escrito (Kerala, India). 2.24. Fragmento de un cuento en buguinés ( Islas Célebes, Indonesia). 2.25. Párrafo escrito en tailandés. 2.26. Manuscrito rúnico , s. XIV (Escania, Suecia). 2.27. Fragmento de las leyes de Hammurabi en asirio cuneiforme. (en Douglas R. HOFSTADTER: Gödel, Esher, Bach, ed. Tusquets, Barcelona 1987).

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IV. Claves y llaves: “trailer” de ensayos Las anteriores consideraciones tendrían una relación directa con la labor impulsada en los últimos años por algunos proyectos de reflexión y difusión crítica (entre los que se incluiría los desarrollados por el autor desde las páginas de la revista Quaderns d'Arquitectura i Urbanisme). Propuestas basadas en la formulación de posibles “términos-clave” (a modo de hipotéticas “balizas” o “ideogramas” mentales) destinados a favorecer, a su vez, una posible “exploración de los límites” 32 en constante redefinición y mutación. La propia idea de “límite” (“geográfico” pero también “formal” y “semántico”) así como las nuevas relaciones (multi)escalares a él asociadas plantearían algunas de dichas “claves”, utilizadas para detectar espacios físicos o escenarios mentales de mutación. El trabajo que quisiera impulsarse no se plantearía tanto como un “resumen” o un “compendio” de dichos rastreos, sino como un intento de “reelaboración global” (en un nuevo corpus conceptual) de algunas de las reflexiones allí formuladas, manejadas (y entonces tan sólo intuidas) combinadas con otras nuevas destinadas a estructurar y completar el marco teórico que se pretende construir. No se trataría, en todo caso, de establecer aquí una colección de “categorías”

2.28 Red de enlaces entre claves relacionales. Nodos y conexiones: asociaciones directas e indirectas. (en Douglas R. HOFSTADTER: Gödel, Esher, Bach, ed. Tusquets, Barcelona 1987).


estancas y totalizadoras, sino más bien de construir un entramado “de base” (una matriz de términos, una malla de referencias) abierto al cruce y a la combinación y destinado a favorecer, en último término, el reconocimiento de ese otro entramado de fuerzas y mecanismos que constituye hoy, a su vez, nuestro propio entorno y, por ende, la ciudad, ese “otro” diccionario “interactivo” de fuerzas y acontecimientos al que se referirían algunos autores: “Palabras derivadas de ¿qué es lo grande, alto, hacia donde fuga estos espacios? ¿qué geometría tienen las estancias? ¿hacia dónde y cómo se nos proponen las miradas? (...). Lo importante es reparar en los fenómenos y las cosas y es ese permanente reparo el que constituye hoy un auténtico diccionario de términos. 33 Porque en ese nuevo ‘diccionario de términos’ es en el que podríamos reconocer, a su vez, ese nuevo ‘mapa mental’ de búsqueda al que nos habríamos venido referiendo. Si todo cuerpo compacto tendería a presentar, a la larga, grietas –o ‘fisuras’– por donde se infiltrarían el aire y las ‘impurezas’, las propias definiciones de los procesos dinámicos de transformación hoy en curso son las que tenderían a erosionar la antigua cohesión, teóricamente inalterable, de aquellos organismos más aparentemente estables o estabilizados; cuadrados, hasta ahora, en posiciones fijas y/de ‘firmes’.” “Hay un conocimiento que surge de las fisuras de la cultura actual –sugeriría a su vez

Federico Soriano– 34 Y como las grietas, lo más importante es el mapa que dibujan al enla-

2.29. Texto tabulado según una retícula previa, deformado topológicamente (en el primer número de la revista Fisuras nº 3 1/3, 1995).

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zarse unas con otras (...). Ampliando la imagen, leyendo entre líneas, descifrando mensajes cifrados, quemando cenizas, estudiando la historia, aparecen indicios... Artículos, imágenes, proyectos, cobran (...) una metalectura que reconstruye un mundo o un ideal virtual, tan real como las ideas estrictas que aparecen en cada texto.”

Dicha voluntad de "captura" y exploración estaría en la base de muchas de las inquietudes y experiencias desarrolladas por profesionales volcados en esa doble tarea investigadora, teorizadora y práctica a la que el autor se sentiría particularmente próximo. Algunos ya han sido citados; otros lo serán en estas mismas páginas. El recorrido que aquí se presenta pretendería reconocer la base conceptual que habría impulsado algunas de esas vías ensayadas, muchas de ellas paralelas, simultáneas y coincidentes a pesar, curiosamente, de haber sido desarrollados en ámbitos y contextos distantes y de haberse descrito, a menudo, como trayectorias autónomas, unipersonales. Su objetivo sería conectarlas entre sí para construir ese posible “mapa” del proyecto y del propio escenario contemporáneos y de sus nuevas dinámicas de cambio. Porque lo que se narraría, lo que se argumentaría, lo que se proyectaría aquí, con precisiones y con dispersiones, con referencias y con sugerencias, con convenciones y con intuiciones, sería la historia reciente de ese momento inicial de búsqueda y transformación y su posible cartografía. “Un roman est un miroir que l´on proméne dans le chemin”, decía Stendhal, pero a diferencia del espejo naturalista stendhaliano, perfectamente alisado, éste sería un espejo con múltiples caras y facetas en las que, si bien el reflejo resultaría el mismo, éste tendería a dispararse en múltiples direcciones desde las que seleccionar, relacionar, entrecruzar o sintetizar procesos múltiples, a su vez; estímulos e impulsos –internos y externos– agrupados, según la intensidad de los movimientos que los definirían, en un formato y una construcción no necesariamente lineales. Un “trailer”: una representación sesgada del “film”. Un “mapa mental” de la acción, conformada por situaciones –o trayectorias– “clave”, entrelazadas, que condensarían el todo sin reproducirlo linealmente, sino creando una síntesis no-lineal del argumento –la trama– global: una acción “independiente”, con su propia lógica interna, aunque "relacionada" –“conectada con” y “derivada de”– una lógica –o trama– superior. Favoreciendo, así, una compilación intencionada de las partes: elementos fragmentados, a veces discontinuos (pero no distantes) con un grado de asindeton suficiente para lograr un objetivo final: el reconocimiento de un nuevo escenario virtual. Proponiendo “claves” ­– como “llaves” más que como clasificaciones estrictas— destinadas a reconocer esa nueva realidad compleja “abalizándola”, pues, con otros vocablos, otros signos, otros descriptores; desde el convencimiento de que poner un nuevo nombre a las cosas, proponer inesperadas asociaciones o descubrir otras relaciones permite crear nuevos mapas. “Mapas” más que “descripciones”. “Claves” más que “categorías”.


1– Véase GAUSA, Manuel: “Espacio-tiempo-información” en Quaderns n. 222, p. 6. 2– Véase GUALLART, Vicente: “Vivienda en el límite e la ciudad” en Quaderns n. 211, p. 189. 3– Véase KUBLER, George: La configuración del tiempo, ed. Nerea, Madrid, 1988. 4– Véase von MEISS, Pierre: De la forma au lieu, ed. Presses Polytechniques et Universitaires Romandes, Lausanne, 1993 (capítulo 1.3). 5– Véase GIEDION, Sigfried: Space, Time and Architecture, ed. Harvard University Press, Cambridge, 1941. 6– “Tanto Aristoteles como Newton creían en un tiempo absoluto: ambos pensaban que se podía afirmar inequivocamente la posibilidad de medir el intervalo de tiempo entre dos sucesos sin ambigüedad y que dicho intervalo sería el mismo para todos los que midieran. El tiempo estaba totalmente separado del espacio. Esto es, de hecho, lo que la mayoría de la gente consideraría como de sentido común. Sin embargo, aunque nuestras nociones de lo que parece ser el sentido común funcionan bien cuando se usan en el estudio del movimiento de las cosas, tales como manzanas o planetas, que viajan relativamente lentas, no funcionan en absoluto cuando se aplican a cosas que se mueven con o cerca de la velocidad de la luz.” Véase HAWKINS, Stephen W.: Historia del tiempo, ed. Crítica, Barcelona, 1988. 7– “La idea de la relatividad, manifestada al inicio del s. XX simultáneamente en el arte y las ciencias, significaba que la coherencia de las cosas no residía en su subordinación a un principio central y dominante sino en sus relaciones recíprocas. Ello implica que la realidad no tiene estructura jerárquica inherente, regida por un centro fijo. No reconoce ningún marco de referencia absoluto respecto al cual las cosas y los acontecimientos fueran relativos sino todas las cosas relativas entre sí. Esta realidad policéntrica no es sin embargo un caos de fragmentos aislados y desconectados. Es todo un complejo en el que las cosas, aunque autónomas, están fuertemente ligadas las unas a las otras por una cierta voluntad de cohesión en la que las relaciones son tan importante como las cosas mismas”. Veáse STRAUVEN, Francis: ”L´orphélinat d´ Aldo Van Eyck”, Boletín 2, École d´Architecture de Versailles, 1992. 8– Véase al respecto BRIGGS, John: The pattern of Chaos, ed. Thames & Hudson Ltd., Londres, 1992. 9– Véase MORALES, José: “Adiós a la metáfora. Manipulaciones de la realidad”, Otra Mirada, Barcelona, 2000. 10– “Proyecto a proyecto, construcción a construcción, la arquitectura de los últimos años ha demostrado una capacidad de respuesta ante todo lo que va encontrando a su paso que de ningún modo muestran las producciones críticas que la acompañan. Una escritura que acompañe críticamente a dicha arquitectura debería abordar por sí misma la exploración de los mismos –y renovados– terri-

torios, en vez de intentar otorgar tan insistentemente una razón disciplinada coherente a una práctica que de ningún modo puede ostentarla. La ideología del nuevo sujeto sometido a una condición mutable no puede ser descrita mediante tratados, tipos o categorías. La propia arquitectura moderna más que una crítica especializada, presentaba una labor de “traducción” a la escritura de aquello que las obras proponían o significaban. En este sentido, Zevi, Banham, Giedion o Hitchcock se comportaban como arquitectos de pleno derecho a través de sus escrituras, más que como críticos separados de las propias producciones. De hecho la arquitectura no ha dispuesto nunca, tradicionalmente, de una “crítica separada”, porque su consumo es esencialmente social, y no “a la carta” o sujeto a los vaivenes del consumo de productos culturales o de su mera crónica.” Véase PLA, Maurici: "Construcciones, escritos, propuestas” en V.V.A.A: Otra Mirada, opus cit. 11– Véase JARAUTA, Francisco: “Tensiones del arte y la cultura contemporáneos en las sociedades tardocapitalistas” en V.V.A.A: Otro marco para la creación, ed. Editorial Complutense, Madrid, 1994. 12– Véase SOLA-MORALES, Ignasi: Diferencias, Topografías de la arquitectura contemporánea, ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1995. 13– Podría discutirse, en efecto, la dimensión real de dicha autonomía cuando el propio ROSSI se defendía, en la introducción a la versión portuguesa de su Arquitectura de la ciudad, de una posible acusación de “delimitación metodológica”, invocando su estrecha relación con la Historia y, especialmente, con la Geografía, a la hora de plantear análisis morfológicos relacionados con la forma arquitectónica: “Me he visto obligado a citar raramente a arquitectos, y sí en muchas ocasiones a estudiosos de otras disciplinas,particularmente a geógrafos e historiadores (...). Esta posición puede parecer rara, la asunción de tesis de campos disciplinares ajenos a la arquitectura, precisamente por parte de quien se ha preocupado por definir los límites del propio corpus de los estudios arquitectónicos. En realidad, nunca he hablado de una autonomía absoluta de la arquitectura o de una arquitectura an sich , como algunos pretenden atribuirme; sencillamente, me he preocupado por establecer cuáles eran las proposiciones típicas de la arquitectura”. Véase ROSSI, Aldo: Introducción a la edición portuguesa de La arquitectura de la ciudad, ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1981. 14– “La actual disección y clasificación estrictas de la forma arquitectónica no suelen reflejar ni la percepción del mundo físico desde la globalidad ni el proceso de la concepción arquitectónica. Para conocer y actuar debemos abordar el análisis de las estructuras del universo y la interpretación del propio entorno. No se trata pues de establecer pues ni "compendios" tratados, ni libros de recetas, ni formularios, sino más bien de favorecer una introducción a una cierta formulación científica de nuestra

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realidad. Si la arquitectura no puede ser una ciencia sí se sirve de las ciencias para mejor comprender las relaciones y los comportamientos que el ser humano (y sus acciones) mantienen con el entorno, el lugar y el tiempo...". Véase von MEISS, opus. cit. 15– Véase von MEISS, opus. cit 16– Cabría recnocer aquí el esfuerzo constante de difusión e intercambio teóricos propiciadoi por la revista Circo, dirigida por Tuñón–Mansilla junto a Rojo y . En su texto “Injertos” 16 Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla se referían a ese potencial de cruce apuntando, a su vez –no sin cierta ambigüedad– esa vocación reactivadora (por transversalizadora) de una nueva "mirada crítica": "Desde que en la última mitad de este siglo los principios y los paradigmas de la arquitectura moderna se mostraron incapaces de resolver las inquietudes y necesidades de un mundo en constante evolución, se ha recurrido a un complejo proceso de búsqueda de analogías y referencias capaces de reactivar el pensamiento arquitectónico. Capaces de injertarse en él para producir , de nuevo pero con distintas palabras, un mismo objetivo: arquitectura. La arquitectura ha hecho, así, uso de planteamientos filosóficos ( estructuralismo, deconstrucción...) modelos políticos (democracia, liberalismo, capitalismo global...) formulaciones científicas y tecnológicas y analogías formales ( antigravedad, fractales, high-tech...) con el objeto de reactivar su pensamiento. Estos modelos son en su mayoría periféricos o externos a la arquitectura. Por tanto el éxito o fracaso de su traslación –su injerto– depende tanto de la especificidad del modelo elegido como del modo en que su traslación se lleve a cabo. Por eso no nos interesa hablar de temas sino de acuerdos y desacuerdos entre las cosas". Véase TUÑON, Emilio y MORENO MANSILLA, Luis: “Injertos: cuatro comentarios” en CIRCO INJERTOS 00, 1997. 17– “Lo que de verdad importa es el trasiego entre las cosas y las ideas (...). Los injertos pueden ser construcciones intelectuales y abstractas susceptibles de establecer con la arquitectura relaciones no menos complejas que la establecida entre la construcción geométrica de la perspectiva y la realidad espacial que aspiraba a representar. Las analogías que han venido caracterizando buena parte de los textos críticas recientes, poblados de pliegues, cuerpos, órganos, topografías y rostros, cumplen ese papel asignado a los cropos: al conferir una cierta figuratividad al mensajehacen visible el discurso. El discurso crítico actual no se enfoca, pues, hacia el análisis de los objetos, sino hacia su desplazamiento cuyo propósito es crear significado, es decir, conocimiento ( y acción ). Desplazamientos basados en una relación “fabricada” que pone de manifiesto una afinidad genérica entre ideas heterogéneas. Y, como consecuencia de los mismos, cosas e ideas que parecían distantes súbitamente se muestran próximas." Véase TUÑON, Emilio y MORENO MANSILLA, Luís: opus. cit. 18– Véase GAUSA, Manuel: “Land-Arch-nuevos esquejes”,

en Quaderns, nº217, 1997, p. 51. 19– A dichas consideraciones se referían Iñaki Abalos y Juan Herreros en su texto “Una conversación”: “Al hablar las cosas se consumen y aparecen otras nuevas: avanzar, dejar unos temas y empezar otros, describir trayectorias, hacer viajes en la mente. Existe una arquitectura así, hecha de “capturas” –en lenguaje de Soriano, otro sofista— mezclas instantáneas, apaños, jirones, mezclas explosivas, sobre todo mezclas que siempre pasan desapercibidas a los profesionales del comentario (el comentario es lo contrario de la conversación). Véase ABALOS, Inaki y HERREROS, Juan: “Una conversación” en CIRCO, nº 09, 1993. 2O– Véase SORIANO, Federico: Definición de la voz “Injerto” en VV.AA. Diccionario Metápolis de la arquitectura avanzada, ed. Actar, Barcelona, 2001. 21– Véase GUMIEL, Pablo: “Reflexiones sobre las analogías geométricas interdisciplinares entre patrores naturales”, en BAU nº 014, 1996. 22– Estableciendo un posible símil con la notación musical, los mapas a los que nos referiríamos configurarían, entonces,un nuevo tipo de “partituras” insólitas, menos predecibles, producidas más allá de “representaciones” y/o “composiciones” codificadas, limitadas o ajustadas al tradicional marco de unos pentagramas pautados, pre-enrejados o pre-limitados. Partituras-mapa pues, como “notaciones de campo”:“campos” abiertos de trayectorias, tan flexibles e imprevisibles en sus movimientos como irregulares y sincopados en sus cadencias: nuevos “registros” y nuevas “estructuras” para nuevos “sonidos”; nuevos “ritmos” y “movimientos”, más dinámicos y “disonantes”, más heterogéneos y “atonales”. “La estrecha relación entre las formas tradicionales de representar el pensamiento musical, ritmos y signos, y el propio resultado sonoro ha ejercido un control férreo sobre la evolución y desarrollo del pensamiento musical y ha sido un condicionante preventivo sobre el nacimiento de nuevos sistemas sonoros. De esta forma resulta evidente que ciertos planteamientos vanguardistas que arrancaron planteando subvertir melodías, sonidos, etc. necesitaron modificar la manera en que se anotaban los signos musicales sobre el papel. Así, en unos casos, donde lo que se primaba eran los sonidos frente a la composición, las partituras adquirieron el aspecto de un puro esquema, tanto más sumario y simplificado cuanto más indiferente a su realización sonora; una colección de signos ambiguos junto a una amplia lista de traducciones de los mismos. En otros casos, donde el tempo o la duración eran el objeto de intervención musical, la traducción que cada nota mantenía tradicionalmente dejaba de aplicarse, apareciendo nuevas convenciones con indicaciones aproximadas. En tiempos posteriores los principios seriales y la investigación pura de sonidos dejaron paso a un interés por los comportamientos en los que interesarían más las pautas de montaje que la ejecución.


Las partituras se llenan ahora de signos que transmiten gestos ejecutivos o acciones instrumentales de producir un indeterminado resultado sonoro. Son partituras paralelas a la escritura de acción. Catálogos o mapas significantes que el artista decodifica con libertad ”. Véase PORRAS, Fernando: “Notas para un diccionario”. Texto inédito. 23– “Desde (esta) nueva multiplicidad (...) la crítica actual (tan sólo) puede acometer la construcción de mapas, de descripciones que, como en las cartas topográficas, muestren la complejidad de un territorio, la forma resultante de agentes (...) que silenciosamente se enfrentan a una masa aparentemente inmóvil pero surcada por corrientes, flujos, cambios e interacciones que provocan incesantes mutaciones (...).” Véase SOLÀ-MORALES, Ignasi: Diferencias. Topografía de la arquitectura contemporánea, ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1995. 24– Véase KRAUSSE, Joachim: “Information at a glance: on the history of the diagram” en OASE, nº48, 1998. 25– Véase THOM, René: “Life scores” en BAU n. 014, 1996, p. 76-77. 26– Franz Boas fue el primer antropólogo que reconoció la relación existente entre lenguaje y cultura al señalar la necesidad de propiciar sistemas mentales de reconocimiento y de clasificación capaces de construir una representación de de los fenómenos observados desde la quie repercutir en su comprensión y posible manipulación: "Cada sistema de clasificación implica, de hecho, una teoría o una hipótesis latente concerniente la naturaleza y las estructuras fundamentales de los fenómenos observados." Véase BOAS, Franz: The mind of Primitive Man, ed. The Macniellas Company, Nueva York, 1938. 27– Véase AURICOSTE, Isabelle: “ Yves Brunier. Narrateur” en Quaderns nº 217, 1997, p. 142. 28– La hipótesis que se sobreentendería sería la de un sistema de clasificación proxémico tal y como lo denominaría el antropólogo E. T. Hall proxemia sería el neologismo propuesto para designar el conjunto de observaciones y teorías concernientes al uso que el hombre haría del espacio en tanto que producto cultural específico y que permitiría señalar como una de las claves del conocimiento humano residiría en ese (re)conocimiento "sintético" mental ­­–ese “cartografiado” reformulador de significados– que operaría sobre la “experiencia”: "El hombre aprende observando y lo que aprende incide a su vez sobre lo que observa (lo que explica el potencial de adaptación del hombre ya que si el ser humano no sacase una enseñanza del uso de la vista se dejaría por ejemplo engañar por situaciones de camuflaje o maquillaje que sin embargo sabe detectar a tiempo”)". Véase HALL, Edward T.: La dimension cacheé, ed. Editions du Seuil, París, 1971. 29– Véase HALL, Edward T.: opus. cit. 30– Sería esa una tendencia inercial más que un esfuerzo inte-

lectual consciente ya que, a pesar de su aparente componente racional, éste se produciría muy por debajo de los estratos superiores del pensamiento: “La esencia del dualismo se basa en el lenguaje y consiste fundamentalmente en palabras, meras palabras, sentidos articulados destinados a expresar una “idea”. Ahora bien, el empleo de palabras es “esencialmente” dicotómico, ya que cada palabra tiende a representar una categoría de significados.” Véase HOFSTADTER, Douglas R.: Gödel, Esher, Bach, Un eterno y grácil bucle, ed. Tusquets, Barcelona, 1995. 31– Véase GAUSA, Manuel: Definición de la voz “Acouplamientos” en VV.AA.: Diccionario Metápolis de la arquitectura avanzada, opus cit. 32– “Desde el principio hasta hoy mismo, Quaderns ha operado con criterios selectivos, si bien no explícitos sí claramente dependientes de una voluntad de confirmar una determinada manera de entender la dimensión cultural de la profesión (...). En los últimos años veo intensamente ese esfuerzo por “saltar” a nuevas situaciones, por pensar más allá del “patio de casa” y lanzar ideas más allá de la supuesta neutra información y de la autocomplacencia. Entrar en el debate muncial, hacerse oír y participar de lo que pasa globalmente me parece el gran desafío del momento (...).” Véase SOLÀ- MORALES, Ignasi: “Una revista para ir por el mundo” en Quaderns 50 anys nº 205-206, 1994, p. 17. 33– Véase MORALES, José: opus cit. 34– Véase SORIANO, Federico: Definición de la voz “Fisuras”, en VV.AA.: Diccionario Metápolis de la arquitectura avanzada, opus cit.

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