El ojo del alma - Libro

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arlos Adampol Galindo concibió El ojo del alma como una vía para intimar con el instante. Conducido por la meditación, captura las bodas posibles entre la divina geometría y el mundo poblado de momentos. Las fotografías comunican esa dimensión sagrada que adquieren los espacios dentro y fuera de nosotros. O la increíble certidumbre de contemplar como los dioses. Mario Note Valencia

Gracias al apoyo de:

El ojo del alma

C a r l o s A da m p o l G a l i n d o

El ojo del alma C a r l o s A da m p o l G a l i n d o



El ojo del alma C a r l o s A da m p o l G a l i n d o


Qué cosa más maravillosa estar vivo, despertar en este largo sueño de la vida y encontrarme rodeado de gente tan extraordinaria. Gracias a todos los que hicieron posible este libro: A Hugo Urbán, a su rigurosa actitud ante lo que importa, a su permanente voluntad para escuchar y aprender. A Alejandro Amador, por su actitud siempre alegre, positiva y comprometida con la que rige su vida. A Carlos López, a su incansable labor de enseñanza, a su generosidad y apoyo incondicional. A Dariela Romero, a su alegría y días amorosos que me impulsan e iluminan. A Manuel Hernández, por la sincera amistad y su generoso texto. Gracias a: Alan Reyna Alberto Quintana Alejandro Hernández Borbolla Ana Elisa García Ana Yasmeen Andre Art Andrea Amador Ariadna Lir Estrella Asse y Bernardo Kupfer Carlos Arroyo Carlos Ramos e Isabel Castillo Carlos Roca Carlos Galindo Romero y María del Carmen Rodríguez Carlos Quintana Carolina García M. Célia Vermicelli Luis Carlos Aguilera y Claudia Ruiz Claudina Domingo Consuelo Medina Cuco Lozano Loza Daniela Camacho Dary Ramos y Froylán Romero Fátima Rodríguez

Francisco Noé Hernández Gabriela Milanezi Gaby Ordóñez Gonzalo Vargas Grendel Wolfgang Athanatos Grupo SEA Guillermo Ceniceros Gustavo Thomas Hey Hapi Horacio González Ian Shaw Jesús Espinosa Jorge Alberto Luna Jorge J. Casarín Quesada Jorge Rafael Zepeda Julieta Anahí Velázquez Julio González y Ana Luisa Madrigal Laura Quintanilla Leda Victoria Lenard Mejía Lourdes Maribel Gallardo Shaul María del Carmen Galindo María Cruz Bravo María de Lourdes González Reyes

María Teresa García Velázquez Mariana Godínez Bohórquez Maura Valadez Miguel Ángel Godínez Gutiérrez Mirna Arzate Fernández Moisés Masliah Meyohas Nadezda Berjón Molinares Nelly Flores Paty Galindo René Castillejos Rodolfo Méndez Balderas Rodolfo Saldívar Rodrigo Alonzo RoJo Duaa Sagrario Avelina Rodríguez Salomón Saucedo Sara Galindo Ochoa Sara Larios Sara Lidia Silvia Lozano Cossío Sumandhi Fox Urbán y Compañía, S.C. Victoria Mortensen Yolanda Luna


La meditaciĂłn es el ojo del alma. Jacques Benigne Bossuet

Aquel que mira afuera, sueĂąa. Quien mira en su interior, despierta. C.G. Jung


Texere Victoria, 25, col. Centro, del. Cuauhtémoc, 06050, Ciudad de México w w w. t e x e r e - e d i c i o n . e l o j o d e p e z . c o m Primera edición, 2016 isbn : 978-607-420-216-8

El autor de los textos y las fotografías es Carlos Adampol Galindo; se pueden distribuir libremente con una licencia Creative Commons Atribución-Compartir Igual 3.0. El contenido se puede reproducir y transformar siempre y cuando se otorgue el crédito al autor y distribuirlo con el mismo tipo de licencia. Nada tiene dueño, pero todo tiene un autor; preservar este principio es una herramienta para crear; la metadata enriquece el proceso común. Todo lo tomamos de todos, todo lo damos a todos. Más información en: http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.es

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Texto externo


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xiste una manera de ver que va más allá del cuerpo y de la mente, que mira la esencia de las cosas más allá de su apariencia, que mira con los ojos del tiempo.

Meditar es mirar con el alma. La fotografía como arte de meditación también busca mirar desde el interior, comprender más allá de lo que somos, salir de sí y mirar el mundo desde una concepción de totalidad. El ojo del alma es el de la imaginación, el mecanismo con el que nos apropiamos de lo real, el punto donde se unen el adentro y el afuera. Utilizo la esfera como una manera de ver y entender: una cuadrícula distorsionada, un esquema tridimensional sobre el cual poner el mapa de lo posible, un instrumento mágico para ver el mundo. Carlos A dampol Galindo


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Inventar el mundo desde adentro

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ñas, flores diminutas que pueblan la vida y le confieren sentido al inacabado proyecto de ser humano, cúmulo de visiones fantasmales que se adhieren al inconsciente y se proyectan sobre el entintado firmamento de la conciencia en noches sin luna; es la posibilidad de ordenar este mundo desprolijo de otra forma; es reinventar las formas muertas, es ponerle música al desasosiego y dejar que las imágenes bailen al compás del corazón; es el regocijo de la mañana derramada en tierra mojada; es una luz temblorosa que se abre paso entre la niebla para que los espíritus del bosque puedan parir las estrellas; es una implosión mística que hizo explotar el universo en el principio del tiempo, una locomotora con ruedas rechinando sobre las vías que —por obra y gracia del artista— se transforma en montaña rusa, porque Adampol, como todo gran artista, es también un hechicero que con su cámara-varita-mágica es capaz de crear un sortilegio para hacer aparecer el sol desde el fondo de su sombrero, porque en esta vida de extravíos y desvelos y botellas vacías hay sólo un punto de referencia que es el alma, la mente que dormita en el sueño de las libélulas fosforeciendo en lo profundo del mar a media noche, una hojarasca recostada sobre la humedad de la hierba, pues sólo cuando el artista detiene la vista sobre el vacío de la existencia se da cuenta de que todo a su alrededor está vivo, porque nada está quieto, y el suelo de concreto respira y las paredes se abren y el cielo parpadea y los árboles suspiran con nostalgia por viejos amores pasajeros y las nubes oscilan ida y vuelta en el viento y la memoria echa raíces en la sangre y el agua clara revuelve todos los colores del atardecer en un poema y los pájaros flotan como papalotes y el alma desnuda navega sobre un río de amapolas y un par de manos sedientas acarician la curvatura del aire y una alegría inconfesable se filtra en cada grieta de esa ruina que es el cuerpo y el tiempo se detiene un instante para abarcarlo todo y decirlo todo y mirarlo todo y amarlo todo. Es la magia de aprender a ver en la oscuridad. Es el ojo del alma mirando la eternidad en una efímera puesta de sol, el supremo arte de transformar el mundo desde adentro.

oda representación es siempre un artificio, un reflejo de lo que llevamos dentro. Y por ello, la labor de todo artista es crear una estética, un filtro capaz de adentrarnos en los desconocidos parajes de la existencia, una plataforma mental con la que podamos apreciar las cosas de otra forma. Y eso es precisamente lo que guía la búsqueda de Carlos Adampol, quien intenta «liberar a la realidad» de su prisión, reinventando con su cámara las muchas formas posibles de un mismo objeto, pues hay que torcer el mundo para conferirle un nuevo orden, una geometría circular que está siempre en busca de un centro que nos conduzca al centro de nosotros, como si encendiéramos una lámpara. Y es aquí donde Adampol convierte la distorsión del espacio en juego de niños, develando otras posibilidades de la existencia con sólo cambiar el punto de referencia que sostiene la realidad. Imaginar la imagen es el gran proyecto de Adampol, cuya lente es un prisma a través del cual se descompone el paisaje para luego recomponerse como si estuviera hecho de plastilina, porque para el artista el mundo es un pedazo de arcilla que se esculpe con paciencia, poco a poco, hasta recrear el universo interior que brota desde el misterio y nos obliga a preguntarnos dónde estamos, quiénes somos. Su cámara es también un giroscopio donde reverbera la luz interior, un polo gravitacional capaz de atraer la mirada hacia un remolino sin fondo que son las pasiones humanas y es también una galería de fotografías circulares abrazando la totalidad del espacio, una transgresión silenciosa que abarca todos los rincones de una misma puesta en escena y los estira y los deforma y los rebela con el ojo del alma, fractales que abren puertas a dimensiones paralelas de lo cotidiano y le devuelven a uno la capacidad de mirar con asombro esa otra realidad que se repliega y desdobla sobre sí misma para quitarse la máscara y mostrar que los mundos son semillas, vórtices amarillos, edificios con tentáculos, flores que son al unísono templos y ataúdes y son también el espejo donde se refleja el alma. Porque el mundo que muestra el artista es también el mundo interno; es la mirada que gira en la órbita del sueño, planetas miniatura que se atraen y se repelen por la fuerza gravitacional que es el amor incondicional a las cosas peque-

Manuel Hernández Borbolla

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Herramientas de la totalidad I Catedral de Jakarta, Indonesia

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a perspectiva es ilusión que crea la realidad. Ilusión, porque supone mirar el mundo desde un solo punto de vista que ignora el infinito de perspectivas posibles; inventa realidad, porque nos sitúa en un punto en donde nuestra mente recrea la posición y escala relativa de todo. Perspectiva es el deseo inalcanzable de mirar más, de escapar de la esfera y mirar en todas las direcciones, entender desde todos los ángulos. Éste es un tipo de omnisciencia y atributo de dioses, pero cuanto más amplia y profunda es en nosotros, con más facilidad nos permite encontrar los vértices en donde se conecta el resto. Al mirar en común unidad podemos comprender el mundo como una gota de posibilidades que flota en el espacio, una visión de la divinidad colectiva que funciona como una totalidad indivisible.

La resonancia de los amantes

Escultura de Charlotte Yasbek en el Bosque de Chapultepec, México

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El estudio, laboratorio de imĂĄgenes Ciudad de MĂŠxico

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odo en este Universo es un reflejo y todo está relacionado con un reflejo de sí en múltiples escalas. El color que percibimos existe sólo en el ojo y en la mente de las personas, no es una característica propia de un objeto. Dice un viejo adagio cabalístico: «No vemos las cosas como son, las vemos como somos». Somos el reflejo de nosotros y ahí hay una fuente de cambio posible: el interno que se refleja en el resto del todo. El dodecaedro regular es una forma compuesta por doce pentágonos iguales. Símbolo del quinto elemento, el éter, prana o chi es el poder femenino de la creación, la forma madre. Un estudio reciente sugiere que el Universo puede tener la forma de un dodecaedro; eso explicaría las mediciones de ondas cósmicas que recibimos, la radiación remanente del Big Bang, pues las proyecciones de otras figuras no coinciden con los datos que recolectamos del Universo observable. Eso validaría la afirmación de Platón de que el dodecaedro sirvió a Dios para trazar el plano del Universo. Una pompa de jabón flotando en el infinito y, en su interior, membranas traslúcidas donde revolotea la materia.

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a esfera muestra todo lo visible. Como en un acto de magia, fotografío mientras giro sobre mi eje; pienso en el derviche que busca la luz mientras gira, miro el horizonte con un ojo y el visor con el otro; sigo girando, retrato el cielo, luego el suelo; no pierdo la concentración. En el último instante, desaparezco; sólo queda la imagen.

La forma del Universo: un dodecaedro

Sierra de Puebla, México

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El ĂĄrbol, sĂ­mbolo del eterno retorno Bali, Indonesia


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omo afuera es adentro. Como en el interior del ĂĄtomo, sus fuerzas estructurales se mantienen en el exterior del Universo como el eco de un canto esencial. El estallido primigenio se abre de la sombra como una flor, la luz del origen nos envuelve desde todos los ĂĄngulos. El movimiento como la Ăşnica certeza.

Herramientas de la totalidad II Catedral de Jakarta, Indonesia

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22 Mezquita Nacional de Istiqlal Jakarta, Indonesia


23 Sinagoga Histórica Justo Sierra

Ciudad de México


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a acción es de la idea, la idea es del pensamiento, el pensamiento es de la palabra, de la palabra nace todo; de nombrar el mundo, lo creamos. de la palabra paz se hace paz, de la palabra guerra se hace guerra. La acción es de la voluntad, como la voluntad es del ahora; el ahora es del tramado donde todos los puntos se enlazan: pasado y futuro, voluntad y acción, idea y pensamiento que transfiguran la materia.

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a esfera contiene todo: el arriba, abajo, adelante y atrás; si vemos más allá de lo evidente, también el adentro y afuera: la posibilidad de ver desde otras dimensiones y darnos cuenta de lo maleable que es la realidad. Sólo basta dar un paso atrás, deformar el esquema, mirar el Universo como un conjunto de relaciones y no como un ente fijo. Así podemos comenzar a cambiar la realidad.

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La danzante cósmica

Palacio Real de Bangkok, Tailandia


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n templo construido sobre otro templo. La dimensión del todo como una capa de conexión.

La ciudad interior

Zócalo de la Ciudad de México

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a complejidad fue la mรกs simple de las soluciones que el Universo encontrรณ para existir.

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Una semilla: el atlas de la vida Mirador de Cuatro Palos, Sierra Gorda, QuerĂŠtaro, MĂŠxico

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Atrapados en el trĂĄnsito Ciudad de MĂŠxico

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San Juan Raya

Reserva de la biosfera de Tehuacรกn-Cuicatlรกn


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poyada sobre las espinas del desierto, la noche transita de puntitas.

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Un ojo en el cielo, una escotilla desde donde mirar la galaxia San Juan Raya, Puebla, MĂŠxico

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La esfera

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Mezquita de Selat Melaka, Malasia

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culta en el interior de la mezquita hay una flor.

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Meditación en el estudio

del proyecto El Día de la no Acción: Alegoría al Tiempo Detenido


Templo del Cielo Beijing, China


Mezquita Nacional de Istiqlal Melaka, Malasia

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Dragรณn de Komodo

Santuario del Bosque de los Monos Sagrados, Bali, Indonesia


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nfinidad de milagros acontecen ante nuestros ojos cada día y, ciegos, no los vemos. Caminamos sobre un abismo inmenso y nos sentimos seguros. Creemos en el tacto, pero ni abrazándonos con todas nuestras fuerzas logramos tocarnos, entonces pasas junto a mí y algo de lo que somos se intercambia.

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ólo es cuestión de ir al interior, no como un lugar mágico alejado de nosotros; sólo mirar adentro, prestar atención al cuerpo, habitarlo, sentirlo, hacernos conscientes de él, de cómo somos, de cómo es nuestra mente, nuestro carácter, nuestras emociones; de lo que mostramos y lo que ocultamos, nuestras virtudes y demonios para traer a la superficie fuego vital.

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na larga espiral en nuestro interior guarda el registro de nuestros estados de ánimo, doblez a doblez, mientras caemos en el sueño, almacenados en el inconsciente, como los anillos de un árbol infinito que guarda la historia de la vida y nos une a todos.

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Amor y odio se contienen

Palacio Real de Bangkok, Tailandia


El camino de los budas Palacio Real de Bangkok, Tailandia

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Museo Nacional de Arte Ciudad de MĂŠxico


TransmutaciĂłn

Museo Nacional de Arte, Ciudad de MĂŠxico


La esfera como portal

Museo Nacional de Arte, Ciudad de MĂŠxico


Un salto fuera del mundo

Casa de Edward James, Xilitla, MĂŠxico


El astronauta

Monumento a la RevoluciĂłn, Ciudad de MĂŠxico


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Palacio Nacional Ciudad de MĂŠxico



Sueño fractal

Plaza Juárez, Ciudad de México

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Relicario mudéjar

Quiosco Morisco de Santa María la Ribera, Ciudad de México


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a esfera es un portal que refleja la luz en todas direcciones, el enlace donde todos los puntos convergen; como el ahora, el punto donde reside el infinito de lo posible.

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ay un orden que va más allá de la vida, que con dificultad podemos ver porque estamos dentro de ella misma. Apenas vislumbramos los reflejos de ese orden que se tuerce en la membrana de lo que somos.

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sar la voluntad es hacer lo mejor que podamos con lo que se presenta, entrar en el flujo de la vida. Hacer disolviendo toda resistencia, en respeto y equilibrio, que no es otra cosa que crearse a sí mismo, ser el propio tótem, símbolo de nuestra identidad más individual y origen de donde nace toda la fuerza del espíritu.

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Liberar la realidad de su forma prestablecida

Palacio Postal, Ciudad de México



ObservaciĂłn del impulso

Palacio Nacional, Ciudad de MĂŠxico

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Un vรณrtice que conecta un nivel inferior

Entrada a un estacionamiento en Shanghai, China


Interpretación I y II de la escultura Corona del Pedregal, de Mathias Goeritz Espacio Escultórico, Ciudad de México


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Coatl

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Escultura de Helen Escobedo en el Espacio Escultórico, Ciudad de México


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Semilla

Monumento a la RevoluciĂłn, Ciudad de MĂŠxico


Mujer mirando la iglesia

Catedral de la Ciudad de MĂŠxico

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Biznaga gigante

Poblado de San Juan Raya, Reserva de la Biosfera de Tehuacรกn-Cuicatlรกn


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ay instantes profundos, llenos de totalidad, y eso que nos permite captar tal enormidad es tan precario, tan aturdido por el estruendo en nuestra mente. Una hormiga ve el mundo a través de una gota de agua y enmudece, asombrada ante todo lo que no ve.

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n el silencio de las horas me comprimo y doblo cada parte de mí para extraer el néctar de la claridad. Extraer las verdades de las profundidades del ser es un proceso delicado, doloroso, un camino lleno de zonas irritadas por el olvido, costras infectadas por el autoengaño.

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emos las cosas que la luz ilumina, pero ver la luz es distinto. Ir más allá del entendimiento implica la ceguera del que mira directo al Sol, la locura del que nombra lo inombrable.

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omos más hueco que materia y rellenamos los espacios con todos los que nos rodean.

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Interior del Monumento a la Revolución

Ciudad de México


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Un mundo conectado por un puente64 de dragones Ubud, Bali


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La noche en Chapultepec

Ciudad de MĂŠxico


66 Minimundo desértico

Reserva de la Biosfera de Tehuacán-Cuicatlán, México


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Un mundo que extiende sus puntas al sol

Reserva de la Biosfera de Tehuacán-Cuicatlán, México


68 Mezquita de Selat Melaka, Malasia


mundo prehispánico 69La imagen cósmica delEspacio Escultórico, México


La voz cรณsmica de la naturaleza Malaka, Malasia

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Busto

Museo Soumaya, Ciudad de México


El desierto dentro de un invernadero JardĂ­n BotĂĄnico de Bedugul, Bali, Indonesia

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La Giganta

Museo José Luis Cuevas, Ciudad de México



Torres Petronas

Kuala Lumpur, Malasia

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l petróleo es una perla negra encontrada en la ostra del paraíso, una gota de plata atrapada en el tiempo. Vida pulverizada a lo largo de milenios hasta convertirla en aceite, lo más sagrado y valioso que poseemos. Quemar este aceite encendió nuestra civilización y nos catapultó en la evolución, pero también volvió loco de poder al hombre que, en su búsqueda, sacrificó la sangre de la vida. Es necesario cambiar de combustible y encontrar maneras más inteligentes de seguir iluminando nuestro camino.

Gota de vida atrapada en el tiempo Fuente de Petróleos, Ciudad de México

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Supertrees Groove

Gardens by the Bay, Singapur


Muelle en Lovina

Bali, Indonesia

Parque Nacional Gunung Leuser Sumatra, Indonesia

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Mirada interior

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ImprovisaciĂłn con el artista de butoh Gustavo Thomas, Ciudad de MĂŠxico


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arlos Adampol es un ejemplo de la fascinación ejercida por las matemáticas en muchos artistas; la dimensión inspira su trabajo fotográfico, curiosamente con una herramienta sin magnitud ni cabida en nuestro espacio, con el punto focal de un lente hacia donde converge la luz para después divergir desde ahí e impactar en un plano; ese punto es inconmensurable e imperceptible; ahí está él y es capaz de concentrar calor suficiente para encender fuego. La contemplación, a través de la mirada de Carlos, nos conecta a un espacio continuo e ilimitado pero finito, tal como la superficie de la esfera, aunque hay otros cuerpos con la misma característica, como el toroide, la celebridad geométrica del momento. Muchas fotografías en este libro muestran la proyección de un espacio a partir de un centro que vuelve a sí mismo en sus límites y volvería nuevamente al centro si la superficie plana lo permitiera. Cuando la perspectiva debutó en la escena mundial, también se publicó el maravilloso libro La divina proporción, de Luca de Pacioli, un fraile franciscano. Al conocer estas fotografías, no puedo menos que recordarlo y sentirme conmovido por tan fina sensibilidad, respetuosa de los clásicos y sin embargo innovadora. Jorge Luna

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do en ciudades donde no conocía a nadie, buscando una manera de ver a mitad de la noche en una calle tranquila. Sin embargo, en la naturaleza encontré la mejor conexión. Siempre hubo un conflicto en mí. Tomar una foto parecía desconectarme del entorno y desviar la atención de cómo se veía a cómo debía tomar esa foto, como los turistas de la torre Eiffel, que como el viejo cuento del dedo que apunta a la Luna, miraban sus pantallas y no la torre. Cuando es un instante el que dedicamos a observar no pasa nada, pero cuando se quiere mirar de verdad, con todos los sentidos, con toda nuestra atención, la cámara se interpone. Hacer entonces de la fotografía un acto de meditación fue mi manera de disolver ese conflicto, al poner la cámara en la naturaleza, un tripié, abrir el obturador, dejar que la luz entre con lentitud y mientras tanto, contemplar; abrir la brecha para acomodarme en ese espacio y finalmente poder unir dos opuestos: estar presente y hacer una foto al mismo tiempo, ir al punto donde se une la intención de hacer algo y el acto de llevarlo a cabo. Venero la claridad, el instante presente, la fotografía como un acto de reunir todas mis partes, como una forma de arte marcial, estudiar la técnica, dominar mi cámara con los ojos cerrados, practicar cada movimiento: el dial a la derecha oscurece; a la izquierda, ilumina. Traer toda mi atención a lo que la requiere, dejar que la memoria del cuerpo trabaje para configurar la cámara, no poner a la mente enmedio, estorbando el proceso. Para tomar una de mis fotos, no lo hago con un dedo o usando los ojos, la tomo con todo el cuerpo, con todos los sentidos, con toda mi memoria pasada y presente. La cámara es el ojo que se alinea con una realidad, tan dentro de nosotros como queramos, hasta profundidades cósmicas, más allá del tiempo, en el vislumbre de otras dimensiones.

i acercamiento a la fotografía nació como una necesidad de ver. Mientras el resto de pasajeros del autobús que va a cualquier parte duerme, yo permanezco largas horas mirando, con una insaciable hambre de ver. En un principio me interesó fotografiar todo, aunque pronto fueron descartados los temas sociales —bodas, cumpleaños, bautizos— y los productos; una propensión a la rebeldía me impidió hacer algo que no me gustara. No sabía (ni sé aún) qué hacer de la vida, pero siempre tuve claro lo que no quería hacer. Elegí buscar un camino propio. Fotografiar se transformó entonces en una pasión muy profunda, una fuerza personal no supeditada a nadie. La mejor puerta que encontré para transformarme fue aprender a ver de manera distinta. Descubrí que con la fotografía podía transformar mi percepción de la realidad, que podía alargar el tiempo o detenerlo, usar la luz como un líquido con el cual pintar por dentro una foto: 30, 60 segundos durante los cuales manchar el negativo, y usar cualquier cosa, mi cuerpo incluso, como pincel de luces y sombras. Después descubrí más de ese tiempo dentro de la foto. Me interesé por la meditación; preparar mi mente, abrir mi visión me permitió recurrir al panorama como una manera de abrir más los ojos: primero, 180º; luego, 360º; después, 360° x 360° hasta completar una esfera y desaparecer del cuadro. Cuando llegué ahí exploté. La fotografía siempre me pareció un trance. Desde los primeros intentos, sumergido en un grupo de personas caminando por la calle, con la cámara en la mano, me he conectado a ese flujo, buscando instantes preciosos, rostros únicos. Ésta es una realidad paralela, o acaso una más profunda, que se mira con más detalle, de la que se sale en el instante que guardamos la cámara. El trance se extendió en la soledad, después de muchas horas caminan-

Carlos Adampol Galindo

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Carlos Adampol Galindo es un fotógrafo mexi-

cano independiente que ha viajado con su mochila por más de 50 países. Ha realizado diversas exposiciones individuales; la más importante, en las rejas del Museo Nacional de Antropología e Historia, en el Paseo de la Reforma, México. Sus fotografías se han publicado en distintos medios locales e internacionales. www. elojodepez .com



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arlos Adampol Galindo concibió El ojo del alma como una vía para intimar con el instante. Conducido por la meditación, captura las bodas posibles entre la divina geometría y el mundo poblado de momentos. Las fotografías comunican esa dimensión sagrada que adquieren los espacios dentro y fuera de nosotros. O la increíble certidumbre de contemplar como los dioses. Mario Note Valencia

Gracias al apoyo de:

El ojo del alma

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El ojo del alma C a r l o s A da m p o l G a l i n d o


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