eregrina P Un viaje al alma y otros lugares comunes Rígel Solís Rodríguez
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Colección de Novela Yucateca
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Un viaje al alma y otros lugares comunes
RĂgel SolĂs RodrĂguez Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes.
1a. Edición 2016. por Catarsis Literaria El Drenaje. Mérida, Yucatán, México. Cel. 9997 431334 Imagen de la portada «La temporada» de Ermilo Espinosa Torre. D. R. © de la obra Rígel Solís Rodríguez. D. R. © de la presente edición Adán W. Echeverría García.
Este libro no puede ser reproducido parcial o totalmente sin autorización escrita del titular del copyright. HECHO EN MÉXICO. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
N O V E LA
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Senta Llamadla Senta. Bella mujer de 28 años, nativa y habitante de la ciudad de Mérida, en México. Descendiente de catalanes exiliados que optaron por el comercio y el buen vivir. En realidad no necesitaba trabajar, había estudiado Turismo Internacional, becada en prestigiosa universidad de élite. Se casó con un compañero de carrera y en menos de un año éste perdió la vida en accidente doméstico: hallándose solo por la mañana, cuando ella se había ido a trabajar, estalló el tanque de gas. Senta heredó algunas propiedades, cobró el seguro y se hundió en una profunda depresión. Creía que estaba condenada.
¿Cómo será el capitán?, pensaba Senta en una sala de espera del aeropuerto de Cancún mientras en su cabeza veía al tipo con cara de malo, parche en el ojo y pata de palo. ¿Llevaría una pipa humeante mordida y un perico en el hombro? O, mejor aún, ¿tendría una pierna tallada del hueso de alguna ballena asesina? Suponía que mandaría a una persona con un letrerito como se acostumbra en los aeropuertos. Pero entonces pensaba que no sabía nada de Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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barcos, vaya, una cosa era pasear en la lancha de tío Fito en las aguas de Telchac, en la costa yucateca, y otra ser tripulante de un yate de ricos mexicanos. Miraba por todos lados en espera del vuelo que la llevaría a Barcelona. De reojo veía al tipo sentado a su derecha, saltando un lugar vacío, y ya le veía facha de capitán. Llegó otro con más pinta todavía, y al tiempo que tomaba asiento, en la butaca de en medio preguntaba al primero: ¿usted es el capitán Beltrán? No, no soy. Y Senta casi brincó de alegría por la sorpresiva coincidencia. — ¿Tú también vas en el barco del capitán Beltrán? — Sí, soy el chef, pero falta poco para abordar y no lo he hallado. — Es que de última hora mandó un mail diciendo que nos vería a toda la tripulación en Barcelona. — Caray, no vi ése correo; es que no tengo smartphone. Pero qué bueno que te encontré, así no viajamos solos. Por cierto, Marcos, mucho gusto. — Senta, mucho gusto. Allá estaba sin entender del todo lo que estaba haciendo, a punto de cruzar el océano para algo que no necesitaba, o tal vez sí. De frente a una 2 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
experiencia o aventura que ella no decidió optar. Recuerda que nunca dijo sí, ni siquiera terminó de pensarlo, pero ya estaba ahí. La noche anterior no sabía qué meter en su maleta, qué ropa, qué libro, ni qué cosas cargar y cuales dejar. Así que no durmió y su rostro blanco pintaba ojeras para contrastar con el arrebol natural de sus mejillas. Con su teléfono tomó una foto del cielo a través de la ventanilla del avión, se acomodó y se puso a pensar en el acaso y el destino, mas no pensó mucho porque pronto se durmió. Ya en el aeropuerto de Barcelona, toda vez que la gran mayoría de pasajeros hubo desalojado, no fue difícil encontrar al típico personaje con letrerito para ubicarlos; era Estéfano, uno de los tres marineros de la tripulación. Ni se apuren, les dijo, el capitán tiene un retraso y no nos verá hasta pasado mañana; les llevaré al hotel para reunirnos con los demás, sólo falta otro marinero que está atorado en Ámsterdam, con líos aduanales que espero resuelva, porque si no el capitán Beltrán tendrá que contratar a cualquiera de último minuto. Vamos, síganme. ¿Neta estoy aquí?, pensaba Senta mientras se preparaba para darse una ducha cuando tocaron a la puerta. La mujer del otro lado saludó y dijo ser Andrea, la otra stewardess de la
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tripulación, dijo también que sí conocía al capitán y había trabajado con él; que era un tanto pedante pero buena persona. Tras breve intercambio de impresiones lamentó que su nueva compañera no tuviera experiencia en este tipo de yates, ni prácticamente algún conocimiento náutico. De manera seria, digamos incómoda y un poco dura, se despidió y Senta pensó que ¡chale, qué vieja más mamona! Más tarde Andrea de nuevo llamó a la puerta, esta vez para decirle que la esperaban en una hora en el restaurante del hotel para cenar, pues el Ingeniero tenía instrucciones del capitán y era preciso que todos estuvieran presentes. En ese momento Senta se debatía entre la incredulidad, cierta molestia porque le hablaran de qué hacer o a dónde ir y demás indicaciones, así como entre la incertidumbre y un incipiente valemadrismo, pero en el fondo una profunda melancolía por quién sabe qué. Estar tan lejos de casa le hacía cuestionarse muchas cosas y no sabía si el hecho en sí, le gustaba o no. Por un lado sentía ganas de regresar y por otro estaba consciente de no tener por qué. El Ingeniero resultó ser el pirata de la nave, gozaba de la entera confianza del capitán y emanaba un tufillo de galán seductor y vibra de malandro. De todo lo que dijo, además de que
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únicamente tenían el siguiente día para dejar rechinando de limpia la embarcación; resaltó la orden tajante de que cualquier asunto técnico o cosa menor, y entrecomilló esto último con los dedos al tiempo de guiñar un ojo, se le informara en primera instancia a él, pues nadie debía importunar al capitán con asuntos banales, por muy importantes que a cualquier subordinado, de cualquier tipo, pudieran parecerles. En la sobremesa Marcos no sabía si externar las dudas acerca de su despensa: qué, cuánto y dónde comprar, tenía un plan pero también mucha inseguridad por su falta de experiencia. El Ingeniero se retiró a otra mesa para hablar con una mujer y dos hombres extraños. Estéfano y Pablo, el segundo marinero, hablaban mal de Harry, aún ausente, y su antecedente como sospechoso de narcomenudista; ambos aseguraban que era parte de la piratería en el Mediterráneo y por eso precisamente se había vuelto indispensable. Andrea y Senta parecían amigas luego de unos vodkas y la primera ya no parecía tan mamona. A la mañana siguiente, Senta se levantó con gran ánimo. Dispuesta a trabajar duro y hacer las cosas bien. Andrea le había inflamado confianza y optimismo. Creía y, más intenso aún, sentía que esta podría ser la clave de un cambio definitivo. Ya en el puerto llenó sus pulmones de esa sustancia misteriosa que según los poetas Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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contiene la brisa marina. Se estiró cuanto pudo, volvió a respirar profundo y contuvo el aire todo lo posible. Dejó que el viento le revolviera la radiante y lacia cabellera y saludó al cielo; sonriendo le dijo sonríe y le tomo una foto con el celular. En ése pequeño instante, después de mucho tiempo, extrañó su cámara analógica Reflex, empolvada en aquel rincón de su casa, tan lejos.
El Ingeniero se hizo cargo de supervisar la limpieza de La Niñez, que así se llamaba la embarcación poco más grande que mediana, y tras la extenuante jornada despidió a todos con la advertencia de estar alertas para reunirse el día siguiente con el capitán a la hora del almuerzo, así como prepararse para zarpar en breve, apenas dispusieran los dueños del yate. De tal modo, Senta había caído rendida y la mañana siguiente fue despertada con el ruido rin-ring del teléfono. Al segundo llamado saltó de la cama con la semi desnudez que traía encima y un hilillo de baba seca en la comisura. Sin saber la hora, aturdida como todavía estaba,contestó. — Hola. — Buen día, señorita Senta. Habla el capitán Beltrán. — Buen día capitán, mucho gusto. 6 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
— Le espero en el restaurante. Deseo conversar con usted y que me acompañe a recibir a los Señores. — Encantada. Bajo en un momento. Pronto se lavó dientes y cara, vistió lo mejor y más rápido que pudo y bajó al restaurante. Resultó que el capitán no se parecía a ninguna de las mil maneras en que ella lo había imaginado, ni siquiera a las pocas fotos que halló en internet. Hablaron poco en realidad, más que nada del afecto que él sentía por el tío Fito, quien por su cuenta la colocó en esa situación, así como la confirmación de que si en algún momento quería bajar del barco y regresar a México podría hacerlo, pues ella tenía el derecho a decidir volver si quería, y ése fue el acuerdo con el viejo; sin embargo, esperaba su mejor disposición para el trabajo y que no se rajase a la primera, que tuviera paciencia con los jefes y mucho cuidado con los marineros. Caminaron al muelle, donde encontrarían a los dueños para dar el visto bueno a la embarcación y acordar los detalles del viaje. Senta iba meditando en que el amigo de su tío ciertamente no era una figura paterna ni mucho menos, y sí le había parecido un tanto mamón, pero buena persona, tal como había dicho Andrea. Mientras andaba en silencio junto al capitán, pensaba que en algún momento la iba a cagar, y entonces Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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conocería la furia de aquel hombre; en realidad no tenía certeza de nada, sentía que estaba entre la servidumbre y los amos y no sabía lo que ello significaba. Esperaron unos minutos, ella hacía como que hacía algo con el teléfono y debrayaba sobre el nombre del barco, seguro que los dueños le querían poner La Niña, como aquella carabela, pero por quedar bien con algún político de altos vuelos, y pretendida equidad de género optaron por La Niñez. Así de cliché le resultaba todo eso. — Aah, Señor Daniel, joven Dany ¿cuánto tiempo, todo bien? — Beltrán, Beltrán, todo bien —Se adelantó Daniel, el mayor de los hermanos, dueños y jefes desde luego; extendió la mano sin quitarse las gafas oscuras y sin verlo en realidad. — Supongo que todo listo mi capitán. —Terció con sarcasmo Dany, copia fotostática de su padre, con las manos en la cintura y paseando la vista alrededor. Lascivia es la propensión a los deleites carnales, lujuria es el apetito desordenado por los mismos deleites. Y basta mencionarlas para describir lo que el joven Dany transpiraba en tanto escaneó detrás de las gafas el cuerpo de Senta. Ella hizo como que no lo notaba, y actuó cual paje del capitán lo que duró la inspección y la 8 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
breve junta. Andrea le había advertido, y de hecho ella sabía muy bien cómo son y se comportan las personas así; sin embargo, se sintió incómoda y no pudo evitar, en un momento dado, dibujar en su rostro una expresión de qué pedo y una mueca de ya ni modos. Embarcaron al día siguiente, comenzaron las faenas y la preparación de la cena de bienvenida. Senta se hacía bolas con el lenguaje náutico, confundía términos, y rebautizaba partes del barco según su entendimiento. Marcos la gota gorda sudaba, ya por los vapores, ya por los nervios en la cocina. Los marineros seguían su manual de procesos automáticamente, a excepción de Harry, quien con estilo se hacía pendejo. Andrea redoblaba esfuerzos y advertía a su compañera que aprendiera rápido, pues no permitiría que se le cargara la mano a ella. El Ingeniero supervisaba una que otra orden inútil y se paseaba entre las máquinas y los aparatos. El capitán permanecía oculto, guardado y sin decir palabra. Fue en el ocaso, cuando todo estuvo listo, que la stewardess novata tuvo un respiro. Miró el muelle, y enseguida la pasarela del yate que permite la comunicación entre éste y aquel y a la cual desde siempre llamó "plancha". Al mar no le hizo mucho caso, pero al cielo en cambio le dedicó la centelleante mirada de sus ojos claros Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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y divinos y, como todos los días, le sacó una fotografía con el teléfono celular. También sintió la indiferencia de la duela en la falta de sus zapatos, pensaba que era absurdo tener que andar así todo el tiempo, además, resultaba demasiado dura para sus pies tan delicados. —¡Por Dios, niñas, quiten esas ridículas flores!—. Ordenó la Señora Victoria, esposa del Señor Ricardo, el menor de los jefazos. Y es que con el ajetreo el arreglo floral que habían solicitado no llegó, y tuvieron que improvisar con un florero y un discreto ramo de rosas, grotesco a juzgar por tan distinguida dama, quien murmurando añadió a su marido Qué vergüenza, qué pensarían los de otros barcos si lo vieran. La gran familia se completaba con los jóvenes Ricky y Augusto, y la señorita Vicky, hijos de Don Ricardo y Doña Victoria, así como por el joven Dany, el niño Raúl y la señorita Bety, retoños de Don Daniel y Doña Beatriz. La velada discurrió entre los Ojalás de los jóvenes por coincidir otra vez con Paris Hilton o Lindsey Lohan o ambas, los cuchicheos calenturientos en código inteligible sólo por el par de primas adolescentes, las descaradas muestras de amor del niño y su tableta, el refinado, discreto y elocuente pleito a doce rounds que sostuvieron las esposas, así como los espadazos fraternos para ver cuál de los dos era el más vergón. 10 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Descarada resultó la retahíla de Senta esto, Senta lo otro, Senta por aquí, y Senta por allá, Senta dame, Senta quita, y demás imperativos que con gracia de lobo feroz el joven Dany recitaba.
Apenas pasaron tres días y Senta ya estaba un poquitín hasta la madre. Le desesperaban los caprichos absurdos de las señoras y sus regaños. Servir el desayuno y hacer las camas casi al mismo tiempo, cuidadito y no cambiar las sábanas por otras inmaculadas cada día, o Ay de ti si el jabón reduce en tal medida su tamaño y no lo sustituyes, o el shampoo no está en el único lugar que le corresponde, o si te pasas de Clamato o salsa inglesa, o si le pones demasiado chamoy a la fruta de Raulito… Ya se sabe que la tripulación sumaba ocho, pero hay que añadir que la embarcación contaba nada más con seis camas para ellos, y es que una era más bien un camastro donde bien cabían dos y apretados tres, aunque ése era problema de los marineros. El capitán y el ingeniero cada cual en su privado. El chef en constante pugna por defender la suya del inconforme marinero en turno. Y las stewardess muy cerca la una de la otra en habitación compartida y camas contiguas, pudiéndose decir que ya eran amigas y no veían la hora de pasear juntas en alguna ciudad europea. Se podría decir también que sólo eso, la Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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convivencia con Andrea, quitaba a Senta las ganas de tirarse al mar. Los tiempos muertos eran escasos, y un tanto más generosos en las ocasiones que los pasajeros desembarcaban para un tour en alguna urbe del litoral. Cuando los jóvenes se iban de antro se imponía que alguno de los marineros o camareras montara guardia hasta el regreso de aquellos, para cumplir con el protocolo de darles la bienvenida y levantar la pasarela. Cuando hubo transcurrido un par de semanas, así de repente, en el breve chismorreo que Andrea y Senta habían convertido en ritual, acostadas para dormir, ésta sintió nostalgia por los viejos casetes y, para ser más precisos, por la música de entonces. — No me dio tiempo de cambiar la música de mi teléfono. Andrea ¿te acuerdas cuando grabábamos canciones de la radio en casetes, o hacíamos mixtapes de "variadas"? — Sí, amiga, cómo han cambiado las cosas. — Esta madre tiene pura pendejada. Quiero oír unas de Guns and Roses. Pero eso de pedirle la clave de internet al ingeniero me da cosa. — Es un mamón, para la familia está libre y a nosotros nada más nos quiere chingar. Tengo el Chinese Democracy, si quieres oírlo. 12 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
— No mames, pinche álbum culero. No, yo digo los discos viejos, esos todos están buenos. — O pídele la clave al joven Dany, seguro te la da. No mames, te trae en chinga y te ve con unos ojos. — Chingue su madre ese cabrón. Bien que le manda mensajitos amorosos a su novia, y luego anda zorreando con todo mundo. Putos hombres mamones. — Y más estos juniors que tienen la lana del mundo. — ¿Te acuerdas del disco Lies? Ése está con madres, cursi pero con madres. — Ahuevo. ¿Cómo iba? I use to love her… — En la madre, me leíste la mente. But I had to kill her… Ésa es la clave. — O la de fiufiufiuuufiu. Con esa te metías dos dedos por Axl. — No mames, un bate. — O las de Los Beatles, de esos tengo varios discos ¿quieres oír? — Dale. Arrímate y dame un audífono. — Ven pa acá, te hago canchita. ¿Cuál te gusta más? — No puedes tener una sola canción favorita Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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de Los Beatles, o sea tienes un chingo y varían según el tiempo y las circunstancias. — Claro, claro. A ver esta: I'm a loser. — No, esa no. Otra. — Eleanor Rigby. — No, no. Otra. - Paperback writer. — Esta sí pega, además me recuerda a un amigo. — ¿Everybody's got something to hide except me and my monkey? — Obvio sí. … — ¿Paul o John? — Igual, a veces uno, a veces el otro. Pero la neta, la neta, John. Me acuerdo cuando estaba en la secundaría, era mi ídolo; luego me alejé de él por las fatuidades que se imponen, el esnobismo y la farolez. Pero sabes que el ideal es Ringo y ya te llevó la chingada cuando tu favorito es George. — ¡Ey! jípster, back to The Rock. — Tonta. Abrázame. …
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Ocurrió una madrugada en que Senta estaba de guardia, en espera de que los jóvenes regresaran de la fiesta en el más exclusivo antro de Cannes. La idea de bajarse del barco empezaba a darle vueltas en la cabeza. No significaba que se rajase, de hecho no significaba la mínima cosa, era bajarse del barco y nada más. No había decidido subirse, pero podía decidir bajarse. Otra vez pensaba en su condena, quería estar con Andrea y desahogar su tormenta, escuchar una canción junto a su pecho, volver a jugar a que tocan el chelo bajo la sábana, sentirse a salvo y estar en paz. El joven Dany llegó furioso, las manos ensangrentadas y la ropa y el rostro manchados también. Mentaba madres y maldecía a una puta. Una mujer esbelta corría tras él y en francés trataba de calmar en algo la situación. — Joven Dany ¿qué le pasó? Permítame curarlo. — Mira,Senta, —y respiró muy hondo para calmarse— todo está bien. Déjame pasar y vete a dormir. — Por favor, joven. Si usted deja una sola gota de sangre en la alfombra o la mancha más pequeña en la duela su papá me mata. Senta fue atravesada por la mirada que al principio fue lasciva y en ese momento furiosa. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Al fin, con ayuda de la francesa le convencieron de esperar un momento para que le curasen y asearan las heridas. La stewardess agradeció por dentro la presencia de la chica, porque de alguna manera erradicó el peligro. Las hemorragias de las manos tardaron algunos minutos en detenerse y fue posible conocer la historia, aunque no los motivos: estando bebiendo, así de repente, el joven empezó a romper los vasos apretándolos, al tiempo que repetía que se las iba a pagar esa puta inferior de mierda. Al cabo de casi cuarto de hora la esbelta francesa acompañó al joven a su habitación para pagar los vasos rotos. Hay que decir que Senta en ningún punto de todo esto sintió miedo, si acaso indignación y un tanto de asco por esa gente; guardó todo con el cuidado de no dejar mácula y levantó la plancha para cerrar e ir de una buena vez a descansar. De camino se detuvo en el bar y echó en una botella de plástico una buena cantidad de vodka para compartir con su amiga querida. — Andrea, despierta. — Ven, métete. — Tómate un traguito conmigo. — Qué rico. A ver. — Creo que me quiero bajar del barco. — ¿Por qué? 16 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
— Es que esto no es para mí. O sea, no me mal interpretes. Digamos que no necesito ganarme un tatuaje de Popeye. Si no fuera por ti no lo soportaría. — Entiendo. — Me he dado cuenta de muchas cosas. Tú me has mostrado y enseñado mucho. Pero creo que no se trata de ver otros paisajes, sino de tener otros ojos. Ver el mundo con otros ojos. — Renovarse sin cambiar la esencia. — Exacto. — ¿Entonces quieres regresar? — ¿No crees que la libertad, la felicidad y el amor, son asuntos de la voluntad? — Senta, mi amor, deja ya esa actitud de culpable. El pasado es cosa del azar y tú no puedes redimir ni a uno ni a otro. — ¿Y si el pasado no fue cosa del azar? Entonces el pasado es el ancla de la voluntad. — Deja de pensar mamadas. El pasado no se puede borrar, pero la voluntad es venganza contra lo que fue. En todo caso, el amor no se trata de la regresión sino de la negación del tiempo, no sólo del pasado sino de todo El Tiempo. Senta, hermosa niña. — Me gusta eso de niña. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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— De eso se trata. — Qué rico. …
Para darle su lugar a los lugares comunes, hay que decir que después de la tormenta vino la calma. El barco se meneaba más que la patita de canasta, y con reboso de bolita, cuando va al mercado a comprar todas las cosas del mandado. Las gavetas por doquier se abrían y dejaban caer de todo mientras los miembros de la familia descansaban en tierra firme, hacían shopping o tejían gorritos para los niños pobres. Cosa de rutina en realidad eso de pasar el temporal a bordo, se podría decir que hasta divertida por aquello de los malabares y piruetas líricas, mágicas y lúdicas. Luego de lo cual, en su rito nocturno, Senta propuso a Andrea que pasaran su último día, o dos, en París, porque de ahí se iría por su lado. — ¿Sabes, Senta? Te voy a extrañar muchísimo; en este tiempo juntas, lo único que me ha hecho feliz es este arrebol tan único y sólo tuyo. Pero la verdad, sólo las valientes abandonan el barco. — Ahora entiendo. Es cosa trillada pero sólo el amor mueve la voluntad. El espontáneo, 18 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
conexo, natural y recíproco. Sólo el verdadero amor redime. — Cursi. — Tonta. — Ay, este arrebol. … — Andrea, despierta. No puedo dormir. — ¿En qué piensas? — En los tanques de gas. — ¿Qué? — Te voy a confesar algo. …
Senta se paró al pie de la plancha, las maletas consigo y la mente clara. Llenó sus pulmones de aquella sustancia misteriosa que según los poetas contiene la brisa marina. Se estiró cuanto pudo. Dejó que el viento le revolviera la radiante cabellera, miró al cielo guiñándole un ojo y quitó una fotografía. Para colmo del cliché pensó que había sido absurdo subirse a un barco llamado La Niñez y conocido a una filósofa plebeya y lesbiana que le hiciera poner otra vez los pies sobre la tierra. Se cagó de la risa y empezó a caminar.
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¿Qué crees? Hola, Gilberto. De repente estoy en Barcelona, vagando. Esta ciudad arquitectónicamente me excita mucho. Te preguntarás cómo está esto. Yo misma me pregunto si neta estoy aquí. Resulta que mi tío Fito, el de Telchac, tiene un amigo que es capitán de yates. Y como le hacía falta una stewardess, de cagada le dijo a mi tío, y mi tío me dijo a mí porque como estudié turismo sé algo de eso. La cosa es que fue todo muy rápido y sin pensarlo. Pero no me subí al barco sino me fui por mi lado. Ni siquiera me presenté, fue muy raro. Desde el aeropuerto de Cancún estuve muy pensativa, de hecho cuando llené la forma migratoria me saqué mucho de onda cuando tienes que marcar el motivo del viaje, ¿ya ves que te da las opciones Turismo, Diplomático, Negocio, Tripulante aéreo, Tripulante marítimo y Otros? Pues obviamente no iba a poner tripulante porque se complica más, pero sabes cómo me molestó tachar Turismo. Me chocan los turistas, ya sé que estudié turismo internacional pero odio a los turistas fatuos. El caso no es ése, sino que me clavé pensando en cuál realmente era mi motivo de viaje, el más profundo, último y verdadero motivo. No lo sé. 20 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Llegué al hotel en Barcelona y de repente, mientras me preparaba para darme una ducha, tocaron a la puerta. Dormí todo el viaje y tuve sueños muy fumados. No abrí la puerta, una voz de mujer del otro lado saludó, y dijo ser Andrea, la otra stewardess de la tripulación. No contesté, no sé por qué me quedé calladita. Pero ésa voz se me hizo conocida, conexa mejor dicho, como una amistad remota. Me senté en la cama y empecé a recordar mis sueños raros del viaje, ésa voz. De repente guardé todo y me largué. Fui al Paseo de Gracia, caminé como turista idiota y me senté en un Banco-Farola. Llevo tres días aquí faroleando. Siento como una onda metagenealógica; no sé qué busco ni si hay algo para mí acá, mi origen o mi destino. Pd: Me acordé de ti y me dieron ganas de escuchar ya sabes qué canción de los Beatles. Pd 2: Ahora recuerdo tu mirada en aquel café donde te veía leer o escribir o simplemente mirar. Pd 3: Quiero contarte muchas cosas de este viaje, pero dime, tú qué onda. Pd 4: Neta me cagan los pinches turistas con sus palos extensibles para selfies. Te abrazo, ojos de Jedi. Senta.
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Espejito, espejito Vincent van Gogh era feo, pero cuando le brillaban los ojos se volvía bello. Por eso se clavó con la primera carta de los corintios: "Ahora vemos como a través de un espejo una oscura razón, ahora sólo conozco en parte, pero luego conoceré incluso cómo soy conocido", por ello no vemos autorretratos, sino su alma. También era rechazado y le hizo tanta falta el amor de una mujer, por eso no vemos una silla, unos girasoles, una casa o una noche, sino su soledad, su tristeza, su frustración y su amargura, su alma. Por eso igual van Gogh veía en la música de Wagner su paleta de colores, por ello hay que escuchar al uno cuando se mire al otro y viceversa. Un día se me apareció Nosferatu y era Yo. Había quitado todos los espejos del baño y el desgraciado me habló desde la pared. Quise apagar las luces para mutilar mi sombra pero ya me había sentenciado: Feo. De pronto caería la palabra, y entonces cayó con todo su peso para explicar los estados de los tiempos eternos y la pendejada de los dibujitos en lugar de selfies en el perfil de Facebook. El mes de abril es una quimera y el antinarcicismo patológico. Buscar los defectos compulsivamente y comprobarlos. Ir entendiendo al espejo y a la sombra. Esconder la cara detrás de cuadritos y rayitas, figuras y 22 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
colores, abstracciones y flores. Pero dar a la palabra cualidad liminar. No ir hacia la dismorfofobia, huir de ella. El creador es egoísta, la criatura manda. El desequilibrio de la humanidad es que hay más amantes que amados. La revolución es cuestión de amantes, la evolución de amados. El egoísmo engendra monstruos. El egoísta no merece la felicidad, por eso es irracional y desdichado. El monstruo sueña con virtud, fama y alegría, pero anhela el amor y la amistad. Desnudo me paro frente al espejo de cuerpo entero, y vaya que soy feo. Pero esta fealdad es muy mía. Mi cabezota de lec es para contener el pinche cerebrote que tengo que cargar. Los ojos de sapo de tanto llorar, pero una mirada de JediMaster que ya quisiera el mismísimo Anakin Skywalker. Tengo el pito corto aunque de todas maneras de nada sirve y soy propenso a la hipertensión por el corazón enorme que también tengo que cargar. Ambos órganos pueden notarse en mi autoestima y timidez, así como comprobar según cada quien. La panza y el pensamiento fuera de sanas proporciones por tanto beber y leer. Arrugas y marcas en el rostro como huellas de antiguos y felices tiempos. Colecciono muy pocas pero valiosísimas cosas que no sirven para nada y atesoro mi ejemplar de Don Qvixote de la Mancha, mi box set de The Beatles, mis devedés Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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wagnerianos, mis libros de van Gogh y nada más. También tengo una vitrina grandota para premios y trofeos por siempre vacía. Mi único problema es tener demasiado tiempo libre y nada de talento para crear música o para las artes plásticas. Tengo amistades en muchas ciudades de la república mexicana y algunas de otros países, pero vivir en Mérida es casi lo mejor, sobre todo por hacerlo en el bajo poniente, donde se miran los mejores ocasos, abundan los arquitectos empiristas y las flores son baratas; donde el pollo asado huele a pescado frito, la modernidad es un mal chiste y se beben las caguamas en la escarpa; donde la ilustración es un jardín de niños, una lavandería se llama Splash y los camiones van repletos; y no en el norte donde hasta el Walmart es "selecto". Mi oficina está en el bello centro histórico y me pagan por mi conocimiento e intelecto, por ello no tengo nalgas. En realidad no tengo por qué quejarme. Tengo unos viejos a todo dar y rechingones, con altísimo sentido de la estética y la perfección, hermana y cuñado con los pies en la tierra, un par de sobrinas con la mira bien puesta en la luna y de vez en cuando una estrellita en la frente, un par de perritos que también me adoran y se deshacen en besos cada vez que me ven. Conduzco un VW Caribe que me rinde veinte días de jale cada trescientos baros de Magna. Amo el futbol y le voy al Club América desde siempre, pues el balompié me ama y el Ame 24 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
también. Amaba a La Mujer pero recientemente me volví un misógino paradigmático. También tengo algunos defectos, pocos en realidad, bien mirándolo ninguno, lo que pasa es igual a lo que le ocurrió a Maradona cuando jugó en el Barcelona, no lo entendieron. Mi autor de autoayuda de cabecera es el puto Nietzsche de miarda, obvio lo desprecio. He perdido cabello, buen humor, dos tornillos y algunos de mis mejores amigos; me quedan, en cambio, buenos dientes a pesar del bruxismo retentado por dormir solo, una alcayata y otros mejores amigos igual de simios, cruza de inuit y griego, que soportan lo mismo mis cursilerías que mis majaderías. Para cerveza me gusta la Tecate Light o la León Negra, y para Mujer la güera zurda que lee a Ibargüengoitia o la princesa de la dinastía de los Cocomes que lee a Mediz Bolio. Dos cosas necesita el mundo, que te lo digo Yo: Geometría y buen gusto; dos cosas le urgen, todos lo sabemos y nos hacemos pendejos: Ecología y conciencia de clase. Pienso en mi casa y recuerdo a Adolf Loos: Por fuera la casa es sobria, y dentro muestra su riqueza en toda su plenitud. No tengo microondas pero mi nevera siempre contiene vino, cerveza, agua y vitamina M para el espíritu. También tengo cafetera y mate. Intento escribir chingón pero apenas logro igualar por un pelito la "mejor" canción de Calle 13, eso sí y según yo, con mucho estilo, autenticidad y lo único que defenderé hasta Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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la muerte y sin argumentos: mi subjetividad. Me gustan las pausas sin comas prefiero éstas a los puntos y seguido y éstos a los puntos y aparte. Temo al punto final y, peor aún, a que una palabra se desparrame de la cuartilla o, más grave todavía, que una frase completita sea empujada al oscuro y misterioso abismo de la página siguiente. Me caga usar paréntesis. Soy Nosferatu y Frankenstein, comprendo a van Gogh y a Wagner. Es el mediodía, la mitad del camino según Aristóteles, y como a Dante en el paraíso me acompañará un alma en el viaje (¿se atreverá a bajar al infierno por mí?). El amor es el intelecto y la sabiduría en sus más altos grados. Por fin abro los ojos y me miro en el espejo, vaya que soy hermoso; el enorme dragón lindo y hermoso de los ojos de Jedi. Pd: Sólo son algunas ideas. Pd 2: Háblame de Barcelona y de ti, Peregrina. Pd 3: Me recuerdas una canción de la trova yucateca, ya te dije cuál. Y la canción me recuerda a ti o como sea. Te extraño. Pd 4: No te creas y recuerda una de las pendejadas chingonas que decía Pascal: que la infelicidad del hombre se debe a que no puede estarse quieto en su habitación (o algo así). Gilberto.
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Magnificencia de la farolez Me encanta cuando escribes honestamente, con desenfado y sin prejuicios. De veras que tú no piensas en voz alta, tú sientes en voz alta. Te imagino escribiendo en tu libreta, en el café donde te veía las primeras veces y tú ni me notabas; tomando café solo y mirando al mundo. Debí haber estudiado arquitectura pero no sé dibujar; y aunque haya mucho software no soy Gropius para ser arquitecta sin saber dibujar. No me gusta el turismo, es demasiado fatuo. Me chocan los turistas transitando por montones, haciendo selfies como autómatas con sus palos extensibles, miles de ridículos ególatras pretenciosos que sólo les importa cómo se ven ellos mismos. Yo no hago selfies, prefiero quitar fotos del mundo y de la vida. ¿Habías oído ése término? Lo aprendí hace unos días, mucho tiempo pensé en qué palabra representaba de mejor manera el asunto fotográfico: tomar, sacar o hacer una foto, pero definitivamente la mejor es quitar la foto, así dicen los gallegos, porque la foto ya está ahí, en el mundo y en la vida, uno sólo la quita y ya, y así muestra, que no demuestra, su particular y subjetiva visión del mundo y de la vida. Cuando me iba de viaje mi madre me decía: "con tu mente toma todas las imágenes que puedas
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para que me cuentes a tu regreso". Estoy quitando muchas fotos porque busco algo en mi interior, pero las mejores imágenes quiero contarlas. En el Paseo de Gracia, que es como la avenida más glamurosa y nice, están los famosos bancofarolas, unas chuladas donde yo me siento a farolear. Escogí uno que se me hizo paradigmático y significativo por lo que desde ahí miro y escucho. Ya sé, soy demasiado esnob y es muy cándido creer que todo significa algo. En ése banco-farola me siento en la mañana, cuando salgo a caminar por la ciudad, y por la noche, cuando vuelvo cansada y contenta. Es el que se ubica en el cruce de Paseo de Gracia con la Gran Vía de las Cortes Catalanas (búscalo en google maps). He quitado dos tipos de fotos, unas que considero mi punto de vista y son honestas; y otras que son mi proyección ególatra y mi pretensión de farolear. Por ejemplo de las primeras, el cuerpo negro de la farola con su luminaria blanca en diálogo con las hojas amarillas de un árbol y como fondo un precioso lienzo celeste. Apenas voy comprendiendo realmente que el color es la luz. De las segundas, por ejemplo, una donde se mira el trencadís de mi banco-farola y parte del piso decorado, pero con el protagonismo de mi pie con su zapato New Balance. En La Pedrera 28 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
de Gaudí (en todo Gaudí) hay que persignarse; yo la quité dando más protagonismo a un árbol, que es a la vez la búsqueda del arquitecto en la naturaleza, y una preciosa y pequeña grúa azul que elevaba a dos trabajadores para mantenimiento del edificio. Todas las fotografías dicen lo que tienen que decir, aunque sólo a uno le interese y a nadie más.
En mi foto de la fachada de la Fundación Tapies esperé que un muchacho pasara delante; aparece en la esquina inferior izquierda, entrando en la escena, sólo su rostro de perfil, con la mirada baja y una expresión reflexiva. En una esquina de Paseo de Gracia, donde se ubica una joyería famosa, quité la foto de una pareja feliz, ella del brazo y mirándolo mientras conversando caminaban, mi sombra envidiosa discretamente camuflada en la de un poste y al lado de la de un esbelto árbol como otro poste imperfecto (¿o natural?). Fotos del Barrio Gótico, de La Rambla, del Mirador Colón, pero no quiero aburrirte. Una pareja tumbada en el césped cerca del mirador; otra pareja en un extremo de una banca platicando y en el otro un hombre solitario con la mirada perdida en el mar; acercamientos a la voluptuosa herrería en la arquitectura de Gaudí; la famosa y colorida casa de los paraguas con sus hermosos vitrales y decorado en la parte suPeregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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perior y abajo el horrible letrero de un banco (maldita gentrificación), afortunadamente justo en ése momento pasó un muchacho con un bello abrigo rosa. En fin. En La Sagrada Familia pasé horas, y sólo ahí comprendí la monumentalidad, las formas y los espacios de Gaudí para inducir la paz, la reflexión y la oración (que para mí es el diálogo con uno mismo). Y no me refiero al asunto religioso, pues ya sabes que soy apóstata, sino a las virtudes del alma. Ahí entendí que perdonar es la única manera de salvar almas y al ser perdonado hay que entregar la propia. Mi alma es virtuosa y creo que pronto abrazaré a alguien con redención. Pinche Gaudí me conmovió. Desde las alturas del templo miré el horizonte y en él la Torre Agbar; caminé hasta allá abajo mientras entraba la noche y junto a su vecino Museo del Diseño, conocido como La Grapadora, parada en medio de ése conjunto posmoderno vi en la lejanía La Sagrada Familia. Pd: No dejes de escribirme, me gusta leer tus sentí-pensamientos, seudocuentos o lo que sean. También te escribiré y ahora te adjunto unas fotos. Pd 2: Me encanta la versión de In Vitro Music Lab de aquella canción de la trova yucateca. Abrazo y beso. Senta Peregrina.
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Un pintor Hola. Qué gusto me da todo lo que me cuentas. Por cierto no siempre me refugio en mis ficciones, sólo a veces. Y ya no voy a aquel café pues recién abrieron uno muy bonito que se llama Orgánico y ahí coinciden escritores, músicos, actrices, gente chévere y uno que otro esnob. Afortunadamente acá la maldita gentrificación todavía no desplaza por completo a los pioneros urbanos locales. En este precioso café puedes deleitarte con las propuestas del barista y la chef y pasarte horas maravillosas con amigos o solo. Me encantaría ir contigo cuando vuelvas. Y ahora una ficción: Por aquel entonces Alfredo no pensaba de manera abstracta en su pintura, se hallaba cómodo en la figura de los cuerpos, los rostros, las líneas de expresión humanas. Su técnica lograba ya una madurez que lo confirmaba como uno de los artistas jóvenes con mejor consolidación y mayor proyección. Dueño a esas horas de un estilo propio y una estabilidad en su vida doméstica, que le hacía feliz a casi punto de nacer su primer hijo, así como en lo económico, que cada vez le permitía dedicarse más a su arte. Algunos pensamientos del gurú de la pintura abstracta, Piet Mondrian, sin embargo, iban y Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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retornaban desde aquel día en el altar: un artista es al mismo tiempo mujer y hombre, y por esto no necesita ninguna mujer. Demasiado joven para tener aspiraciones de superhombre, se decía cuando estaba sobrio y desechaba ideas mondrianas y nietzscheanas. Además había concluido que llegó tarde a la juventud y tenía mucho qué disfrutar de ella todavía. Acaso lo que le quedaba de moral cristiana le hacía detenerse en busca de mujeres bellas que le arrebataban pasión, decía que la fidelidad era una de sus virtudes, por así llamarla. Comprometido con la belleza antes que todo, se conformaba con mirar y admirar la hermosura de mujeres alrededor, entre ellas desde luego sus modelos. Había, eso sí, en la ciudad una bailarina que le tocaba todas las fibras y a la cual seguía en cuanto teatro y puesta en escena se presentara. La talentosa y bella mujer gozaba del genuino respeto por parte de Alfredo, además que detonaba su creatividad. Así, un día en que ella asistió a una exposición de él en la más concurrida galería de la ciudad, el pintor no perdió tiempo y tras el intercambio de halagos enteró a la bailarina de sus intenciones de retratarla desnuda para su nueva colección. Rápido se pusieron de acuerdo y de regreso a casa Alfredo compró una flor de semáforo, misma que colocó en la mesita de 32 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
noche del lado de su mujer. Se metió a la cama, abrazó el vientre hinchado y reflexionó en la hermosa flor que lo miraba, recordó que pensar en símbolos es avanzar firmemente hacia sí mismo. Un café, una cerveza, un toque, un mate, un mezcal. Mejor nada. Alfredo no aguantaba su ansiedad en el estudio el día de la primera sesión, la fotográfica. Moría por mirar de una vez aquel cuerpo de un metro con setenta centímetros de dignidad más o menos. La había visto actuar, bailar y cantar sobre el escenario, pero mirarla ahí tan pasivamente para él era otra cosa. En realidad sabía que aquella tarde de fotografías no sería tan contemplativa como la que vendría luego con la inmovilidad que un lienzo en medio impone. Pero sería lo primero, mirar a través de la lente y contener las ganas de comer con los ojos. Proponer algunas poses, romper el hielo para generar confianza, platicar al vuelo algunas cosas de suma irrelevancia. Ofreció café y entre que ella recorría el estudio y platicaban fueron relajándose los dos. Emoción y erotismo pasaron desapercibidos aquellas horas de colaboración artística. Risas genuinas y silencios encantadores disimulaban el miedo de él por ser descubierto con mirada morbosa y el de ella por delatar excitación exhibicionista. Alfredo respiraba hondísimo y llenaba de pasión su ojo Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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izquierdo cuando muy breve se abría para luego cerrarse y ayudar al otro a mirar por la cámara. Satisfechos ambos, quedaron para una sesión de caballete la semana siguiente. De regreso a casa en el semáforo compró una flor y, en tanto sustituía la del buró, empezando así su rito de la infaltable flor de su vida, se dijo así miso que aquello no era infidelidad sino mera complicidad artística. Sintió alivio y desconsuelo. Pd: Gracias por leer y escribirme. Te pienso, Peregrina. Besos y abrazos. Gilberto.
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No se lo digas a nadie En el periódico de ayer encontré la columna de Zabalbeascoa: "valorar más la imagen de un edificio que sus consecuencias y los valores que transmite es una manera anticuada de entender el potencial transformador de la Arquitectura". Camino por esta bella ciudad y todo es descubrimiento. Una cartelera que anuncia varios de mis grupos de rock favoritos. Bancas vacías y mensajes en la arquitectura. Mucho color y movimiento. Noches hermosas, mucha cerveza y jamón y queso. Un corazón a mano alzada. Por todos lados Gaudí glorificando la naturaleza. El modernismo catalán en cada poro de mi piel. La luz y el cielo arrebolado. La obra del universo y la del ser humano. La geometría y el buen gusto. En los andares Sancho se quijotiza y Don Quijote se sanchifica, he ahí otra clave. En La Rambla me senté en la terraza de un restaurante y pedí paella valenciana y una caña. Tuve el impulso de quitar la foto de mi plato como los fatuos que llenan las redes sociales de fotos así, pero yo sentía un impulso por quitar ésa foto y mostrártela sólo a ti. Pensé en los panuchos y el caldo de pavo en el mercado de Santiago y los extrañé como te extraño a ti. Cuando iba a quitar la foto amplié el encuadre para mostrar el Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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contexto y vi a una joven y guapa mujer cuchicheando con su bebé en la carriola, detenida ahí como esperando a alguien. Al poco llegó su colega, le dio un beso en los labios y otro a la criatura. Empujando la carriola él, y ella tomándole el brazo, se fueron bajando La Rambla. Por cierto la paella valenciana no me ha gustado mucho. El Park Güell es para soñar pero también para obtener respuestas. Éstas están en la monumentalidad, en las columnas, en el trencadís rosa, en el amarillo y en todos los azules visibles, en los horizontes y en las panorámicas, así como en el balance de cada quien, en el interior individual y en el alma única. Ahí entendí que así como las fotografías se quitan, los motivos se resuelven. Ahora comprendo que lo único que en verdad te hace falta es lo que echas de menos. Empiezo a creer que no hay nada para mí en esta preciosa ciudad, pues todo lo que echo de menos lo tengo cerca, aunque ahora en la distancia. Lo que he aprendido aquí es algo que ya sabía, y el amigo que encontré es alguien que ya lo era. No se lo digas a nadie, pero ya es tarde y apenas son las 20:06; es hora de ponerse de pie, dejar este banco-farola de Paseo de Gracia donde una rubia desconocida come peregrinamente un sándwich de jamón y queso y bebe
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una cocacola de bote a mis espaldas. No se lo digas a nadie, pero esta rubia soy yo y el humo del cigarro que acaba de prender me dice que me ponga de pie y me vaya de una vez por todas a lo mío. No se lo digas a nadie, pero yo sé lo que esta mujer hará; ella se pondrá de pie, cruzará la calle, dará la última jalada al cigarro, apagará la colilla y la tirará en el bote, pondrá también toda la basura en su lugar y entrará en Zara para probarse ropa que no comprará tras mirarse en el espejo; mientras yo, yo me iré a lo mío con prisa pero despacio. Pd: Otra vez refugiándote en tus ficciones. Pd2: Quiero estar en tu casa y comer contigo en Maní. Besos y abrazos. Senta Peregrina.
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Una bailarina "Hola, querido, ¿cómo estás?", escribió Patricia en la ventanita del chat. Y ante la eterna tardanza para contestar, es decir, ante la no inmediata respuesta, pensó que quizá él desconfiara de que fuera ella quien le chateaba. Tal vez pensara que dejó su sesión abierta y su esposo, ante alguna sospecha, hubiera mandado ése mensaje para ver si el amigo caía y soltaba la sopa, de haber alguna. Pensar así era más paranoico que la posible paranoia del que se tardaba en responder, o muy en el fondo era sólo un deseo. "Hola, bien, ¿y tú?", contestó final y secamente aquel amigo de Patricia, quien sabía que su siguiente mensaje debería brindar la total seguridad de que se trataba de ella y no de un hipotético celoso marido. — ¿Seguro que bien? Te siento algo extraño. — Sí, bueno, más o menos, ya sabes, el esplín. — Ay, amigo. No se me achicopale por nada. Bueno, a veces ocurre pero luego pasa. ¿Estás pintando? Tu última expo me encantó, todo lo tuyo me encanta. — Todos los días, aunque sea un ratito, unos toques, o una impresión o un dibujo, algo. ¿Y tú, en que andas? 38 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
— Organizándome con los horarios de la academia, las niñas, los ensayos y la nueva temporada de Teatro Téibol. Después de dos años de Bertolt Brecht necesito aligerar algo más que mi moral, ya sabes, hacer algo menos desgastante. — Qué bien, tú siempre tan chambeadora. Me encantaría verte de nuevo en escena. — Es lo que te estaba diciendo. Empezamos temporada en formato de Teatro Téibol este fin de semana. Y me encantaría que asistieras. Patricia era de las divas del teatro y performance local. De las pocas que podían actuar, bailar, cantar e improvisar muy bien, haciendo gala de gran belleza y talento. Se había hecho amiga cibernética del pintor que acostumbraba ir solo a cuanta obra se presentara en la ciudad. Lo había visto muchas y contadas veces desde el escenario y luego ella empezó a ir a sus exposiciones. Hablaban poco, lo que se puede en medio de un brindis y recorrido en las galerías o el breve intercambio que se puede dar al final de una puesta en escena. Sentía un genuino respeto por él y su obra y pensaba que de alguna misteriosa manera incentivaba su creatividad y trabajo dancístico, teatral y performático. Aquel sábado el teatro de pequeño formato se dispuso en forma de cuarto oscuro, con sillas en aparente desorden y mesita para cada una, Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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así como servicio de bar previo a la tercera llamada y en cada entretiempo, de tal suerte que cada espectador estuviera prácticamente a ciegas. El pintor quedó enfrente de una pared negra, pidió una cerveza oscura que asentó sin soltar en la mesa ligeramente a su derecha. Estaba inquieto, más bien ansioso, tal vez nervioso. La obra, que se titula Momentos para cinco piezas de Arnold Schoenberg, por fin comienza. Cinco actrices entran en escena, cada cual vestida solamente con ropa interior negra. Las primeras notas musicales generan tensión. El pintor da un largo sorbo a su bebida y regresa la botella sin soltarla a su lugar. Un personaje se acerca por detrás de él, pone su boca y su nariz en la nuca y le deja sentir su aliento y respiración, las manos se mueven alrededor de él pero sin tocarlo, la música a veces es violenta, el personaje pasa el aliento de la nuca hacia la oreja, tan cerca y cálidamente, entonces susurra las palabras Premonición, Premoniciones, Premonición, con tal excitación. El corazón del pintor y todo se agita. La mano del personaje pasa alrededor de su cabeza y se detiene frente a los ojos. La voz ordena que los cierre. Y la música y la tensión y otra vez la voz con el aliento: Premonición, Premoniciones, Premonición. Silencio. Oscuridad. Otra cerveza. Oscuridad. Silencio. 40 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Cinco personajes en escena. La bebida calienta su sangre, y la experiencia hace que hierva; muere por ver, muere por sentir el contacto del cuerpo. La música corre pero no avanza. El pintor se siente incómodo, no, no es incomodidad lo que siente, es inestabilidad e inquietud. La música corre pero no avanza. Toma un largo trago, dos, media botella. El cuerpo oscuro detrás de él, alrededor de él. Siente una larga cabellera rozar sus hombros. No puede ver aquel cuerpo que voluptuosamente se contorsiona frente a él, pero lo siente. Su respiración se agita, él se agita. La música corre pero no avanza. El pintor tensa su cuerpo, quiere relajarlo pero lo tensa y cierra los ojos, aprieta las muelas y traga saliva. El aliento de la oscura figura se deja sentir cálido cuando le susurra casi con besos en la boca: El Pasado. El cuerpo oscuro se contonea y ahora le susurra al oído: El Pasado, El Pasado… El Pasado. La música corre pero no avanza, entonces termina. Silencio. Oscuridad. Otra cerveza. Oscuridad. Silencio. Cinco personajes en escena. La música más lenta y en menor volumen. Otra vez la figura oscura, otra vez el cuerpo electrizante detrás del pintor. Un flashazo rojo cenital dibuja un par de senos desesperados frente a él. Un flashazo azul y una pared negra para la vista. Una cabellera femenina acaricia sus hombros, el pintor aspira Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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profundo, huele, siente un escalofrío. La música lo angustia, la presencia oscura lo desgarra, la piel huye y la voz le susurra que abra los ojos, que los cierre y que vea los colores. La voz ordena que cierre los ojos y vea los colores. Los labios tan cerca de la oreja pero sin tocarla. Y el aliento repite: Colores, Colores, Co-lo-res. La locura es incipiente. La música se apaga, la calma se hace tensa. Silencio. Oscuridad. Otra cerveza. Oscuridad. Silencio. Cinco personajes en escena. La música vuelve con violencia y la figura oscura se agita y contorsiona junto al pintor, tan cerca pero sin tocarlo, con expresión intensa. Bebe desesperado, apura la cerveza, respira hondo, siente el aroma de una piel sudada, de las axilas sudadas, respira más hondo, separa el olor de un champú del de un cuero cabelludo que segrega. La música se pone más tensa, casi violenta. Inquietud, ansiedad, la precepción se debilita. El hombre sentado, inerte, electrizado. El cuerpo oscuro gira, se contonea, transpira. El pintor aspira, cree encontrar el olor que sale de la raja entre los senos, memoriza el aroma; el corazón agitado, los pelitos de la piel erizados; respira hondo, baja la cabeza y la vista que no ve nada, respira hondo y cree haber encontrado un aroma vaginal. Trata de memorizar, recuerda, cree que recuerda; se lleva las manos 42 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
a la cara, pasa los dedos en los costados de su nariz y siente el sebo, respira hondo. La figura oscura le susurra horripilante al oído: Peripecia, Peripecias, Peripecia. La música lo zarandea y él todo horripilado. Silencio. Oscuridad. Otra cerveza. Oscuridad. Silencio. Cinco personajes en escena. La música tensa la calma. El personaje oscuro es ella, la bailarina, la actriz, la performer. Lo toca con las puntas de su cabello y con su aliento. Las manos pasan muy cerca de su cuerpo inerte, casi le acarician el rostro. Él cierra los ojos y piensa pero no dice nada, no hace nada. Ella transpira, respira con agitación y susurra. La boca se aproxima tanto a la oreja que la toca, el vaho que sale de ella le calienta la sangre, los labios pegados a la oreja hacen que hierva. La música no avanza pero corre, galopa. El tiempo está en pausa, el espacio no existe. El hombre abre los ojos y no ve nada. La música avanza, corre, no avanza. El cuerpo oscuro habla, los labios apenas pegados a la oreja: Lo que se tiene que decir. La música no avanza, se oye pero no avanza. El tiempo no existe, el espacio no existe. El hombre tiembla y la voz insiste: Lo que no se puede decir, lo que se tiene que decir… lo que no se puede decir se muestra. La música termina, cinco personajes oscuros caen al piso y, todo al mismo tiempo, las Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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luces blancas iluminan el entorno. El pintor se lleva una mano a los ojos y los masturba, poco a poco recupera la visión y el ritmo de su corazón, seca el sudor de sus manos en el pantalón. Respira hondo, cierra los ojos, le urge pintar, necesita pintarse a sí mismo. Pd: Me da mucho gusto todo lo de tu viaje, Peregrina. Pd2: Yo también quiero que vengas a casa y comer contigo en Maní. Pd3: En la columna ésa cambia edificio por persona y Arquitectura por Gente. Besos. Te extraño mucho. Gilberto.
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Geometría y buen gusto Creo que el pintor quiere atrapar el movimiento de la bailarina con un toque surrealista, con una carga sensorial y rítmica, sensual y expresiva. Creo que la bailarina representa la evolución del ser humano, desde el baile primitivo hasta la danza contemporánea, pasando por la clásica y todas las danzas y todos los tiempos. La pintura refleja el alma, la danza el cuerpo. Creo que quieren hacer el amor, pero más aman hacer el querer. Temprano salí a estirar la mente y flexionar la vista. Enjaulé al glamur, frente a la jaula coloqué una cerveza tentadora y me senté a ver cómo el glamur se desdibujaba (la moda debe ser elegante e ilustrada). En tiempo de sueños es fácil irse con la finta. Naturaleza oxidada, acero inoxidable y siempre el azul del cielo. Decía Sabato, que yo recuerde en este momento, que la geometría es la metáfora de la eternidad. Mies van der Rohe desborda mi farolez. ¿Neta menos es más? Extravagancia sobria, no que sobre extravagancia. Racionalidad pretenciosa. ¿Qué te crees, una bestia insensible? Las emociones también son fuentes de conocimiento. ¿Y la conmoción de Gaudí? Con van der Rohe, Gaudí y Sabato en medio, creo que razón mas emoción da voluntad. ¿Gusto intelectual? Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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¿Fascismo proburgués reaccionario? ¿Cuadratura mental? Sentir y razonar. Sentipensar. ¿Las preguntas están en Mies, las respuestas en Gaudí? ¿Siente, no pienses, sigue tus instintos? "Menos es más" es una respuesta contundente. ¿Qué quieres? Los instintos son primitivos. El baile es primitivo. Pero la danza nos demuestra la evolución. Reaccionar instintivamente es primitivo. Actuar sin pensar es primitivo. ¿Razonar mucho te hace mejor persona? La evolución está en el pensamiento. Menos es más. ¿Imitar la naturaleza es primitivo? Geometría y buen gusto. Sensible y racional. ¿Volver a lo básico, primigenio y elemental? ¿Y la modernidad? La modernidad nos aleja de la esencia de nuestro ser. ¿Respirar, comer y coger? Hay que ubicarse y adaptarse. Ya sé, cerdos fascistas reaccionarios que no quieren cambiar la realidad. ¿Cuál es la situación actual? ¿Hay que cambiarla? ¿Puedes generar los cambios? El problema de querer cambiar al mundo es querer cambiar al prójimo. Cerdos fascistas reaccionarios de mierda. ¿Adaptarse a los cambios? Me suena. ¿Modificar la realidad? Me suena también. Ubícate. ¿La vida moderna? ¿Y las posesiones, el buen vivir, la sofisticación, el conocimiento, el arte, el amor, la belleza, el orden? La libertad está en la sencillez. ¿Y todo lo que no sirve para nada? Menos es más. Cada quien ve lo que quiere. Cada quien ve lo que es. Algunos ven la comedia. 46 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Desde mi posición en el banco-farola de Paseo de Gracia y La Gran Vía de las Cortes Catalanas alcanzo a ver una mujer que lee para encontrar el camino de su interés, es una turista dueña de cuanto posee, domina y pretende. Detrás de ella una mujer a pie conduce un caballo por la cuerda y la brida en lo que parece una escena bucólica grabada en piedra. A la derecha puedo ver a un hombre que lleva en la espalda mercancía para vender clandestinamente, es un inmigrante ilegal dueño de nada al rededor ni encima. Atrás un hombre de mar alista el ancla del barco completando la panorámica. Arroz a la cubana, fish and chips de bacalao, cerveza, piña con miel de maple y café en La Barceloneta. Exquisitez, empiezo a despedirme y muero por comer en Maní. Las decisiones cuestan, los errores cuestan, los aciertos cuestan. El mar es enorme pero en la playa los peces dorados están a la mano. Los colores del ocaso, una pareja de ancianos. La eternidad es un absurdo. Con un poco de azar y otro de voluntad cada quien tiene su cada cual. ¿Cuándo llegará el día en que las olas del único mar curen todas las heridas de la tierra? Sólo soy una esnob, una rubia, guapa y atormentada esnob. Me pongo nostálgica pero en esos casos tengo mi libreta para releer un par de notas de Horacio: "No son las hermosas soledades que dominan la extensión de los mares Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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las que disipan las penas,mas sí la razón y la prudencia" y "¿Por qué ir en busca de regiones alumbradas por otro sol? ¿Acaso basta para huirse a sí mismo el huir de su país?". Lo único que de verdad te hace falta es lo que echas de menos. Sólo tú sabes lo que echas de menos. Solo tú sabes a quien extrañas. Una pareja de turistas me preguntó cómo llegar a La Rambla. Señalé la dirección y dije todo recto. Agregué que no soy de aquí pero sólo yo lo escuché. Hay que preservar la imaginación y mantener la fantasía. Con seguridad la realidad acabará. La fortuna es un centavo en la calle. El color es la luz. Pd: Quiero ir contigo al nuevo café que me dijiste. Deseo que tengan sándwiches de jamón serrano y queso parmesano. Te quiero mucho. Peregrina.
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La sicalipsis now 0 Pondremos un título pretencioso y rebuscado, al tiempo que lúdico, popular y que suene a película de guerra.
1 Casi de inicio y para que no empiecen a decir que esto es una reata, incluiremos un error de continuidad: cuando él suba las escaleras, luego de meditar unos segundos e ir tras ella, se mirarán sus calcetines blancos, y cuando se quite los zapatos para montar en la cama no los tendrá. Parecerá que no hay conflicto, por lo que muchos dirán que esto es una mierda, pero el asunto trascendental ocurre por en medio de las pinceladas, entre cada beso y cada metida de verga. De inicio vemos a la pareja conversando en el salón. Él lleva camisa azul verdadero, pantalón gris y zapatos negros, no es muy guapo pero está bueno. Ella un elegante vestido largo y entallado, negro y con rayas blancas en los costados, no tiene zapatos y está sentada de lado con las piernas recogidas en el sofá. En la mesa de centro se observa, y esto es muy importante, en primer plano un adorno piramidal amarillo; atrás, en la mesita esquinera, un objeto parabólico morado. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Hay un diálogo pero no interesa, dirán cualquier cosa superflua.
2 Ya en la recámara, vemos un primer plano de ella, parece una pornostar MILF que de verdad gusta porque podría ser yucateca real, cabeza de lec, güera, frondosa, medio dziponcita, con tremendo culote. En sendas mesitas de noche floreros con girasol y dos gerberas violáceas y una púrpura. Empiezan a besarse con ternura y furor, destacando los labios purpurinos de ella que, al cerrar los ojos hace resaltar sus párpados en sustitución de las flores moraditas. La primera prenda que sale de su posición es la camisa, luego los zapatos haciendo evidente el error de continuidad y después el pantalón dejando ver una hermosa trusa amarilla con vivos en el elástico y las costuras de color morado. Cuando le baja el vestido vemos una exquisita lencería violácea con las líneas de los dobladillos negras. El lienzo que sirve como edredón es rojo con textura de terciopelo, la cabecera y los burós de la cama negros absolutos y la iluminación cálida. Una imagen de la trusa junto al brasier, ambos en respectivas posiciones todavía, alcanza un preclimax plástico. El candor del cuerpo de ella, coloreado de rosa por el furor wagneriano, encima del terciopelo rojo dibuja el paroxismo cuando cierra los ojos y sonríe de placer. 50 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
3 Un dj mezcla Hunter de Björk con el Bolero de Ravel. La paleta cromática de las ropas interiores destaca sobre el fondo dividido simétricamente con el rojo abajo y el negro arriba.
4 Ella tiene, además del rico culote que ya dijimos, tetas de tamaño regular y, lo más hermoso y por lo tanto perfectas: paraboloides. Un close-up del calzón deja ver por la transparencia del encaje la raya del trasero. En segundo plano las flores resaltando la amarilla. Más tarde, cuando ella rebote con la mayor de las confianzas veremos las nalgas con hoyuelos de una discreta celulitis expresar un paisaje emocional, así como los muslos carnosos y un ligero abultamiento en el vientre maravilloso. La rubia cabellera con tonos castaños, lacia y con fleco.
5 Recordaremos la paleta de colores sobre el lienzo bicolor, añadiendo las flores en la esquina superior derecha. Luego, cuando los huevos rebotar hagan sobre el ano, él babeará como perro.
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6 Un juego zoom-in-zoom-out nos dejará ver un Clásico de la Literatura sobre la mesita de la izquierda, bonita edición de cubierta iluminada. Los párpados y los mofletes coloreados por la gloria de van Gogh y la lencería escogida por la de Mondrian.
7 Para recalcar que esto es vil ficción incluiremos un error de fotografía: el lente de una cámara cruzará el encuadre por la esquina inferior derecha. Los cuerpos desnudos son exhibidos en la magnificencia de su voluptuosidad, el de ella sobré el de él. El dj introduce con la cabalgata de las valkirias e in crescendo Bachelorette.
8 Cuando él esté arriba, el pene adentro y las lenguas entrelazadas parecerá que un lustro dura un orgasmo, siempre y cuando haya amor, una orquesta sinfónica y aparatos electrónicos.
9 La lámpara con luz cálida y el libro sobre el buró, el terciopelo rojo, la cabecera negra, las curvas parabólicas, redondeces exquisitas. Ella es caucásica, rubia y castaña, los ojos marrones, 52 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
mide 155 centímetros de altura, 85 de busto, 66 de cintura y 91 de caderas, pesa 48 kilogramos, todo natural, tiene un aire mediterráneo y anacrónico. All is full of love. El azul claro le sienta de maravilla, sin embargo, no lo consideraremos para esta ocasión.
10 Incendio de arrebol, onomatopeya de placer.
11 Resaltaremos el reloj en el pulso derecho de él, analógico, correa y todo lo demás negro con excepción del dial blanco; así como las discretas perlas en orejas y unos puntos blancos en manos y rojos en los pies de ella. Lo anterior sólo para dar a entender la idea de que se poseen porque se aman.
12 Daremos la sensación de que un camión de la basura pasó y los lixiviados inhibieron por escaso momento la libido. Harán algunos gestos y ademanes con sentimiento y elegancia y continuarán de vuelta, lentamente, rayando en la obstinación pero lejos de la monotonía. Ahora la brisa que se mete por la ventana norte los refresca. Se viran sobre el eje de las abscisas para las últimas terminaciones y ella vuelve a darle play al Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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disco más chingón de aquella banda alemana de música electrónica surgida en la escena krautrock y fundada en 1967 por Edgar Froese todo esto para dar la sensación de la falta de aire. Luego vendrá, otra vez, el furor wagneriano y cabalgará la valkiria tropical pintada de van Gogh para concluir con el Liebestod de Isolda pintado de Mondrian. Lo importante no es hacer que los colores combinen, sino que se atraigan.
Pd: De verdad deseo que estés plena como una niña. Ya sabes que soy un maldito egoísta y en el fondo sólo quiero verte feliz para sentirme bien. Tu sonrisa es el triptófano de mi serotonina. Pd2: Por estos días mi favorita de los Beatles es Everybody's got something to hide except me and my monkey, pero ahora escucho en mi mente a Joe Cocker: You are so beautiful… to me. Besos de jamón serrano y queso parmesano. Gilberto.
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Cinco para las tres, o para las diez Un panal de abejas no requiere adornos. Al piso de adoquines hexagonales por donde ando le hace falta uno. Yo lo que necesito es amor. Todo mundo tiene vida pública, privada, íntima y secreta. Quizá el amor sí es universal, pero hay tantos prejuicios. Yo prefiero la estática, si acaso la dinámica controlada. Y no soy una cerda fascista de mierda. Me gusta el equilibrio, el balance, la imaginación y la fantasía. Quiero conquistar la sencillez, hacerme un Bob Cut, vestir de púrpura y amarillo, escuchar música rara, mostrar más las piernas, esperar con paciencia los minutos que faltan para las tres de la tarde o para las diez de la noche. Las escaleras y los pasillos son de blanco inmaculado. El sonido es recto, ortogonal y obstinado. De pronto miro hacia el techo y me veo pequeñita y ridícula. Entonces las paredes se vuelven curvas y voluptuosas. Siento un escalofrío que me excita. Creo que la única forma de no perder el tiempo es disfrutar el espacio. La libertad es un asunto individual y la sencillez de cultura. Partir de dichos asuntos para comprender el alma de un pueblo. La importancia del ser está en la configuración de su espacio secreto, íntimo, privado y público. Las formas abiertas permiten la imaginación y la fantasía. Formar y colorear. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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En el mero fondo el karma no es más que una cuestión de orgullo, la esperanza de que el acaso brinde una revanchita pírrica o, peor todavía, un premiecito fatuo. Los religiosos tienen pecados que jamás confiesan. Los libres no necesitan moral. Hay delitos sin culpa y crímenes impunes. Nada se paga pero algunas acciones redimen. Las almas son propias, mas hay quienes las ganan y quienes la entregan. Todos tienen algo que ocultar excepto yo y mi mono. Ahora sé de todo esto. Hay cosas que se tienen que decir, pero no se pueden, cosas de la moral y la conciencia. Algunos sueños son curiosos, en ellos puedes decir lo que no se puede. El punk es una nostálgica necesidad pero hay que ponerse abstractos. Miro lo escrito en el espejo y en el fondo mi reflejo sentado en una silla vacía. La juventud es un ave peregrina sin dinero para souvenirs. Los monos no hablan alemán, inglés, ruso ni francés, pero los pájaros cantan. Ya es de noche y camino en busca de las formas puras, encuentro mi sombra con el corazón afuera. Y mi corazón afuera de mi sombra es radiante y de colores que iluminan el reloj que pronto marcará las diez. Volteo y veo una rubia hermosa de cabello corto y en short, corriendo descalza sobre la arena y con los brazos abiertos al cielo, a las nubes y al sol.
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Pd: Recuerdo cuando me dijiste que para que Nietzsche te salve, primero Wagner tuvo que haberte roto la madre, si no es que jodido la vida por completo. Pd2: Todos tienen algo que ocultar excepto yo y mi mono. Pd3: Por cierto, ¿estás haciendo una porno esnob… ó? Ya mero vuelo de regreso. Mientras, no comas nada. Besos y abrazos eternos. Senta Peregrina.
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Lo único Un día antes tomé las últimas dos copas de vino que por vez primera cambié de mi acostumbrado Cabernet-Sauvignon por Cabernet-Malbec. Y había llegado a la conclusión que Sac Nicté (llamémosle así por el momento) me gustaba muchísimo. Fue entonces, el mero día del que te estoy contando, que iba a estrenar mis nuevos tapetes del salón. Así que después de almorzar Potaje en casa de mis padres caminé al supermercado para comprar otra botella del mencionado vino. De vuelta lo metí en el refrigerador y me dediqué a sacudir, barrer, trapear y volver a barrer con esmero. Cuando todo estuvo geométricamente en su lugar me fumé un buen toque de mariguana y me fui al cuarto de baño de la recámara. Algo que nunca hago es dejar una prenda donde sea, sin embargo, ése día dejé colgada una camiseta en el respaldo de una silla del comedor. Me metí en la tina y la música de la radio estaba chingona. Pero yo ya sabía que me iba a poner a pensar en la princesa Sac Nicté. Recuerdo que mientras iba a por el vino decía que eso era amor y no mamadas de orgullo social o intelectual. Amor es que cuando pienses en ella se te haga agua la verga y no le eches la culpa a la pobre primavera. Así que me puse un momento 58 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
bajo el chorro de la tina de manera que me masajeara un poco el ano y el periné. Entonces ya estaba bien intoxicado y para no perder el tiempo, como si así importara, me dediqué a pensar en ella y a jalar y a jalar. La tina ya estaba llena y el agua un poco fría. Vi las líneas y las texturas a través del espejo, también los juegos posibles de la escala de grises e imaginé todo voluptuoso y colorido. Vi composiciones, me percaté de mi temperatura, la música seguía chingona, las luces estaban poca madre, la Geometría bendita sea y yo jale y jale con una y otra mano. Pero cuánta belleza en este espacio; confieso que me distraje varias veces, pero pensaba casi todo el tiempo en la princesa de Mayapán. Entonces recapacité en la situación de que, claro, aquella era la mejor puñeta de mi vida. Miré frente de mí y me encontré en el reflejo del cromado rebosadero de la tina. Se veía todo chingón, en el circulito de cromo veía una imagen de un hombre en una tina, con el agua chingona, masturbándose. Amor es que sea la mejor puñeta de tu vida, todo lo demás es dogma y, como tal, debe morir. Yo soy la Serpiente Negra de Chichén Itzá, o sea Canek, el príncipe y rey Canek todo poderoso nada más y nada menos. No es culpa mía ni de Nietzsche, ni mucho menos de la pobre prima-
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vera, en todo caso es culpa de don Antonio Mediz Bolio, que cada vez que leo la parte precisa del que es el Libro más hermoso que he leído en mi vida y que es La Tierra del Faisán y del Venado, me pone romántico. Así que Sac Nicté y Canek un día visitarán la sagrada ciudad ancestral de Mayapán. Blanca Flor es el nombre de mi amor y yo soy la Serpiente Negra. Entonces Canek y Sac Nicté, la Serpiente Negra y la Blanca Flor, transitarán el interno camino del alma hasta Maní, donde todo termina, donde todo pasa y donde todo renace. Y de sus cenizas resurgirán porque así tiene que ser. Pd: Lo único que quería decirte es que te echo de menos, pero creo que me la jalé. Vuelve pronto. Gilberto.
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Una cita enorme Si algo recomiendo a los espíritus nobles es que dejen la lectura del insignificante libro que tengan enfrente, o lo que sea que estén haciendo, y busquen en la red los Ensayos de Montaigne. Por fortuna tengo algunas citas en mi libreta que siempre me acompaña: "Parece que nada hay a que la naturaleza nos haya encaminado tanto como al trato social. Aristóteles asegura que los buenos legisladores han cuidado más de la amistad que de la justicia. El último extremo de la perfección en las relaciones que ligan a los humanos reside en la amistad; por lo general, todas las simpatías que el amor, el interés y la necesidad privada o pública forjan y sostienen son tanto menos generosas, tanto menos amistades, cuanto que a ellas se unen otros fines distintos a los de la amistad considerada en sí misma… Más aún, el amor no es más que el deseo furioso de algo que huye de nosotros… luego se convierte en amistad, es decir, en el acuerdo de ambas voluntades, se borra y languidece; el goce ocasiona su ruina, como que su fin es corporal y se encuentra sujeto a saciedad. La amistad, por el contrario, más se disfruta a medida que más se desea; no se alimenta ni crece sino a medida que se disfruta, como cosa
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espiritual que es, y el alma adquiere en ella mayor figura practicándola… Si pudiera fundamentarse y establecerse una asociación voluntaria y libre, de la cual no sólo las almas participaran sino también los cuerpos, en que todo nuestro ser estuviera sumergido, la amistad sería más cabal y más viva… En el amor griego, justamente condenado y aborrecido por nuestras costumbres, si el furor se apoderaba de un alma grosera, los medios que ésta ponía en práctica para el logro de su fin eran las riquezas, los presentes, los favores, la concesión de dignidades y otras bajas mercancías; si la pasión dominaba a un alma generosa, los medios que ésta empleaba eran generosos también; consistían entonces en discursos filosóficos, enseñanzas, en una palabra, ejemplos todos de valor, prudencia y justicia. El amante procuraba imponer la gracia y belleza de su alma, acabada ya la de su cuerpo, esperando así fijar la comunicación moral, más firme y duradera. Cuando este fin llegaba a sazón pues lo que no exigían del amante en lo relativo a que aportase discreción en su empresa, exigíanlo en el amado, porque este necesitaba juzgar de una belleza interna de difícil conocimiento y descubrimiento abstruso, entonces nacía en el amado el deseo de una concepción espiritual por el inter-medio de una belleza espiritual también. Ésta era la principal; la corporal era accidente y secundaria, al contrario del amante. En suma, 62 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
era el suyo un amor que acababa en amistad; idea que no se aviene mal con la definición estoica del amor, según Cicerón: el amor es el deseo de alcanzar la amistad de una persona que nos atrae por su belleza". Por cierto, y sin venir a cuento, Montaigne también dice que "Crisipo incluía en sus obras, no ya sólo pasajes, sino libros enteros de otros autores, y en una incluyó la Medea de Eurípides. Apolodoro decía de este filósofo que, suprimiendo lo prestado, en sus obras no quedaría más que el papel en blanco". Pd: Me gusta llevarme contigo. Pronto nos veremos de nuevo. Peregrina.
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Chen leló — Atención a clientes, buenas tardes, le atiende Alma Contreras. ¿Con quién tengo el gusto? — Buenas tardes. Con Carlos Ortiz. — Mucho gusto joven Ortiz. ¿En qué puedo servirle? — Es que mi módem está negociado, o sea no sirve, no prende ni nada. A Carlos le gustó que le dijera joven y no señor, pues todavía lo era. Y es que hacía todo por sentirse chavo a pesar de arañar los cuarenta y haberse por fin separado en serio de su esposa y parcialmente de su hija. Quería bailar y rocanrolear, no pensaba en proyectos a largo plazo y soñaba con cautivar y seducir porque sí a las chavas de veinte a treinta y tantos. Tras varios días hundido en la melancolía y otros en la ira, bebiendo con la soledad y soportando la inmundicia de la vida, sintió una tenue alegría entrar por su oído izquierdo, detenerse un pequeño instante en su pecho y alojar su mariposeo en malparado estómago. La raya perfectamente recta y horizontal de los últimos tiempos de pronto se transformó en una leve sonrisa. — Muy bien joven Ortiz. Si me permite unas preguntas para brindarle una mejor atención y 64 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
posteriormente unas sencillas pruebas técnicas de su módem. — Claro que sí. Dígame. — Para futura información, ¿me podría proporcionar un correo electrónico? — Es: Ce-O-A- Dobleele- Veinticinco- ArrobaKameil- Punto- Com. — Gracias joven Ortiz. Algún número fijo distinto del que me habla. — Mmm. Triple nueve, uno sesenta y cinco, cero cuatro, treinta y dos. — Un número de teléfono celular, por favor. — A ver, es noventa y nueve, noventa y dos, cero cinco, quince, cincuenta y dos. — Muchas gracias joven Ortiz. ¿Me podrías proporcionar el modelo de tu módem? Se encuentra en la parte de atrás del mismo. — Claro. A ver, es Te, Hache, Once, Equis, Tres, Ocho. — Ok. Para fines técnicos ¿me podría indicar si en su computadora usa sistema operativo Windows o Mac? — Windows. Con el humor que tenía hasta entonces, Carlos hubiera bufado y contestado de mala gana, Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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cuestionando groseramente que por qué tanta pregunta y petición de datos cuando lo único que le interesaba era que le solucionaran el problema que le impedía conectarse a internet. A estas alturas de la llamada ya estaría increpando a la señorita y exigiéndole que se dejara de protocolos inútiles y que se limitase a resolver la situación con prontitud, pues no tenía tiempo para perder con estupideces y así por el estilo. Pero el timbre de la voz de la chica de atención a clientes le producía una serenidad inexplicable, la cadencia de las palabras puestas en su oído lo mecían en un vaivén de gustosa calma. Sólo la palabra Windows, pronunciada por él con dejo culposo, le hizo sentirse miserable otra vez, recordar la basura que era y arrastrar de nuevo su autoestima. Pero de vuelta la dulce voz continuó. — ¿Y éste es XP, Vista 7 o Windows 8? — Vista 7. — Gracias. Vamos a verificar brevemente el estado de su módem mediante unas sencillas pruebas, por favor. — Sí, dígame. — Presione el botón para apagar y encender el módem e indíqueme si hace alguna señal. — Nada, no enciende ni una lucecita. Sospecho que fue por la tormenta de anoche. 66 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Llovió tremendo, con rayos, truenos, vientos y relámpagos. Carlos había ido al teatro para mirar un montaje experimental sobre textos de García Lorca, Poeta en Nueva York. Los cuerpos casi desnudos de hombre y mujer, las voces que caen y se levantan, lamentos que exigen y loas que suplican. Ay, Federico, mira este mundo, mira esta humanidad; ay, Federico, mira este país, mira esta sociedad —pensó mientras condujo con apuro para llegar antes que la lluvia a su casa suburbana. Solamente prendió una luz que medio iluminaba y sacó una lata de cerveza. Bebió casi la mitad en la primera empinada y se puso ropa de dormir. En esa habitación de la soledad halló el rincón donde, según él nunca se había sentado, hasta ahí llevó una silla del comedor, se acomodó mirando la pared, como castigado, y se dedicó a escuchar la tormenta lo mismo que a beber y llorar. — Muchas gracias. Ahora, verifique por favor que el conector de corriente esté bien conectado en el toma corriente, y que la terminal del cordón esté bien insertada en la parte posterior del módem, es decir, que ambos extremos del cable estén perfectamente conectados en su posición. — Ya está enchufado bien de los dos lados y nada. — Muy bien. Le voy a suplicar que desconecte el cable de alimentación del módem y lo conecte Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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en otro contacto de la casa, uno del que tenga plena certeza que funciona correctamente. Quizá tenga que desconectar algún aparato para hacer esta prueba, por favor. — Ok. Ahorita lo jan checo. Es que tengo que moverme un poco. — Claro que sí. Yo le espero. Miró alrededor de la sala en busca de un toma corriente libre. Pretendió actuar de prisa para volver pronto al auricular. Todos los contactos estaban ocupados. Con cierta desesperación separó los cables del módem y lo llevó un par de metros junto al sofá, el mismo sofá que le causaba culpa cuando le mostraba la mugre de sebos y sudores, suyos y de Gloria, y las manchas de semen y la viva imagen de la última vez que cogieron como demonios, la última que él chupó y desplegó la noche con genuflexiones, doxologías y la luz prendida, la maldita última vez que se metió con todo y nada más en fatales minas, cuánto ha. Ya ni una amante, ya ninguna posibilidad y sin embargo no la odiaba. Arrimó el mueble, desenchufó una lámpara y conectó el aparato sabiendo que no encendería pero siguiendo las instrucciones con delicadeza militar, como quien cumple al pie y gustoso los nimios caprichos de la mujer amada. — Nada. Lo conecté en otro lado y no jala. 68 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
— Muchas gracias joven Ortiz. Vamos a proceder a remplazar su módem. Para ello tenemos dos opciones. Una es que usted acuda a cualquier tienda Télfex, llevando el módem en mal estado y su cargador, así como una identificación y el número de orden que le estoy generando en este momento. La otra opción es que se lo envíe por paquetería en un plazo no mayor a setenta y dos horas. — Yo puedo pasar a una tienda Télfex. — Perfecto. ¿Tenemos dónde anotar, joven Ortiz? — Permítame un momentito, por favor. — Claro que sí. Yo te espero. ¿Cómo dijo que se llamaba? —se preguntó. Me gusta mucho cómo me habla esta chava — divagó mientras corría tres metros en busca de una pluma y un papel. De pronto fue otra vez el adolescente tímido que se emocionaba de más porque la bonita del salón le coqueteaba. Mientras buscaba dónde anotar el teléfono de aquella jovencita su ego se desbordaba. De repente volvió a ser el pinche Carlos que se creía el más carita y más chingón de la secundaria porque aquella chava medio güera, medio flaca, de tetas chicas pero nalgona y muy guapa era ya su noviecita. Encontró un lápiz y un tríptico informativo del INEGI para tomar nota con pueril nerviosismo. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Apenas pasaron pocos segundos pero creyó que tendría que pedir perdón por la tardanza. A una chica tan guapa no se le hace esperar. Le urgía volver a su lado, seguir escuchándola y refugiarse en la dulce calma de su presencia, de su voz y de sus brazos, de su dulce compañía y de sólo eso, nada más. — A ver, dime. — Su número de orden es el cero, treinta y dos, uno cuarenta y cinco, noventa y dos. Lo verificamos: cero, tres, dos; uno, cuatro, cinco, nueve, dos. — Es correcto. — Bien, joven Ortiz. A partir de este momento, aunque a esta hora ya deben estar cerradas, puede acudir a cualquier tienda Télfex con su módem en mal estado, una identificación y su número de orden para que le proporcionen uno nuevo. ¿Hay algo más en que pueda servirle? — No señorita, chen leló, o sea sólo eso, digo eso es todo. Eres muy amable. Es la primera vez que hablo a Télfex y me atienden tan bien y tan amablemente. Muchas gracias. — Entonces, gracias por hablar a Télfex. Fue un placer atenderle y le recuerdo que estamos para servirle. — Gracias. Creo que si te sigo escuchando 70 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
me puedo enamorar de ti. De veras que eres muy amable y pareces linda persona. Te felicito y te agradezco. — Hasta pronto joven Ortiz. — Hasta pronto… ¡¿cómo dijiste que te llamas?! — Alma. — Hasta pronto, Alma. — Baaai. — Baaai. Colgó el teléfono, se sentía muy bien. Miró los dígitos garabateados y sonrió. Mañana le llamo, pensó y echó a reír en voz alta, pero no en burla de sí mismo, sino de alegría por ver su inocencia recuperada. ¿Y si fuera ella quien le llamara a la casa, le mandase un e-mail o mensaje al celular? Carlos abrió una cerveza y tomó casi la mitad en la primera empinada, encendió el estéreo en la estación retro de la FM y se alegró más al escuchar esa quijotesca y wagneriana canción de los Beatles. Se tendió en el sofá por todo lo largo y con las piernas arriba, un tanto flexionadas y bastante abiertas. Volvió a beber mirando al techo. Cerró los ojos y suspiró por Alma. La chica de atención a clientes le había alegrado así nomás. ¿Y si de verdad más tarde su teléfono sonara, o si mañana encontrase un Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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mensaje y nuevo contacto en la bandeja de entrada? A fin de cuentas, él sólo deseaba escuchar esa voz, quizá descubrir su mirada y perder la calma en su sonrisa, cuando mucho rozarle un brazo y reír con ella. Sólo eso y nada más. Total, él era solamente un hombre con una enfermedad venérea y un alma bella y pueril. Pd: Sabes que también me encanta tu amistad. Vuelve bien, amada amiga mía. Gilberto.
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Mi primera selfie A las doce en punto del mediodía miro a un hombre solitario esperar el tren para volver. Una mujer de avanzada edad corre como puede hacia el andén arrastrando su equipaje. El hombre continúa sentado. Una muchacha que va ligera se despega de la taquilla y entra en la cafetería. El hombre no se percata de nada y a nadie sonríe. La estación parece una catedral con sus cúpulas y sus mármoles. El hombre reflexiona y al fin levanta la cara. Una pantalla digital anuncia la próxima salida. El hombre sólo lleva consigo una mariconera con lo indispensable, parece que ha perdido u olvidado las maletas. A las doce en punto del mediodía miro a un hombre solitario ponerse de pie para volver. Por los hijos del Rock and Roll y sólo por hoy no hay que lavarse los dientes ni tomar las medicinas, sino mascar chicle y tomar la calle, salir al sol e ir a la playa, enfrentar al mar y darle la espalda. Es verdad que Salomé, de Strauss, es sublime; pero también es cierto que Salomé, de Chayane, enloquece a la muchedumbre. Las circunstancias, como el azar y las disposiciones ajenas, alteran los planes. Una copa de vino, un helado de chocolate y una taza de café. Ya quiero comer contigo en Maní. Por los hijos del Rock and Roll y sólo por hoy, hay que rodearse de Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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viejos y poner la mirada en tierra firme. En la playa una pareja quita una porción del horizonte; a la izquierda un hombre y una mujer dan de comer a su bebé en la carriola mientras comparten una cerveza; al otro lado un hombre, un niño y una mujer forman parte del horizonte que alguien mira desde atrás y más arriba. La fortuna es un centavo tirado en la calle, los sueños caminar con alguien por la ciudad semivacía al pasar la medianoche, ebrios. Ayer alguien se dirigió a mí y me preguntó: ex-quiusmi us-ted es de a-quí? Solamente sonreí y contesté que no. Hoy de nuevo en el banco-farola que se ha vuelto de siempre, un extraño interrumpió mis pensamientos. Me dijo que no estaba en contra de los migrantes pero que nosotros, los europeos, teníamos la culpa por haber llevado tractores a sus países. Yo permanecí callada y con desconfianza apenas respondí con gestos. Me contó que alguna vez formó parte de una pandilla que se hacía pasar por policías y se dedicaba a joder a los burgueses, hasta que un día uno de verdad lo detuvo por un lío de tránsito y, aunque pudo salir avante, optó por pasar a otra cosa. Siguió contándome algunas anécdotas y de repente preguntó con asombro ¿no sabes quién es Jordi Puyol? No, respondí. ¿No llevas mucho tiempo aquí? No. Pues tienes pinta de llevar toda la vida aquí, remató con su gran risa chimuela. 74 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Por fin decidí quitar una selfie de mi vida. Me pregunto cómo me ven los demás y comprendo a van Gogh. Creo que es hora para dejar de buscar lo buscado, de paso matar a los ídolos, romper paradigmas, cagarse en los íconos, renovar ideales, sopesar realidades, conservar fantasías, adoptar sencillez, contemplar la belleza. Confieso, y no es pecado, que me da mucha lata la geometría analítica y nunca pude con el cálculo. En un bar alguien me dijo que corazón viene de con- razón; no sé si es cierto pero suena bonito.Todos somos faroles. Una corrección: los errores no cuestan ni son rentables; es más, no son errores (porque en el fondo así quisiste que fuera). Un tanto de azar y otro de voluntad, de eso se trata la vida. Encontré una rubia sentada en el pequeño muelle, observando la unión del mar con el cielo. Calculé la distancia para sentarme de tal suerte de salir en la misma situación pero yo en primer plano y en segundo ella como punto de fuga. Miré también la unión del mar con el cielo que por la redondez del planeta saldría en la foto. Acomodé la bufanda y encendí mi arrebol para que atrajera los azules eternos. Extendí el brazo derecho como bandera y el celular en la mano. No sonreí para que no se sepa cómo estoy, aunque sí dónde. No sonreí con tal de parecer pensativa, interesante, incluso nostálgica. Y la Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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quité. Mi primera selfie,como me veo: calculada, geométrica, armada, racional, reflexiva, perfecta y, en suma, pretenciosa. Seguí llenando mis pulmones de Barcelona y despidiéndome de ella. Ahora sé que el asunto se trata de venirse para volver. Entré al bar donde había estado algunas noches y esta vez la chica de la barra conversó conmigo. Cuando me dijo que se llama Andrea tuve una sensación inefable. Le pedí que me quitara una foto y le di el aparato. Andrea lo tomó con ambas manos y lo acercó a mi rostro. Sonreímos juntas y yo me sentí de maravilla. Quitó la foto y es mi auténtico retrato, donde el entorno y el contexto no importan. Soy yo, espontánea, natural, con la sonrisa honesta y los ojos hinchados de puro gusto, emocionada, comunicativa, exultante, conmovida, abierta, despeinada, imperfecta y, en suma, como me ven los demás. Pd: Pasado mañana a primerísima hora salgo para allá. Ya vuelvo y muero por verte. Te amo. Peregrina.
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Eres un esnob Te voy a revelar un secreto sobre ti, sobre tu historia y sobre aquello que crees que eres. Y al final te pediré que no te importe, con la esperanza de que así sea, pues verás que no tiene algo de malo y además hace que te sientas un poco feliz. ¿Recuerdas aquella vez un tanto casual, azarosa, inducida por una valkiria que según tú cambió tu vida, en que comenzaste a escribir? Bien. Antes que todo, debes saber que desde siempre estos cultivos, conspiraciones dicen algunos, son planeados, nacen y empiezan su ejecución en los círculos, redes, centros, colectivos y demás grupúsculos y sectas que sirven a la Gran Logia de Verdaderos Escritores. Pero calma, ya verás que esta pequeña conspiración, que en nuestra tierra yucateca se conoce como cultivo, no es en esencia maligna, sino más bien lúdica y que al final trae beneficios, aunque medio mundo no entienda lo vanguardista del asunto. Todo comenzó en aquel taller literario al que asististe por recomendación, empujón más bien, de aquella que luego concluirías fue como la semidiosa escandinava que no quiso darte un beso y así cambió tu vida con un giro. ¿Qué te dijeron en aquel taller? No los demás entusiastas diletantes como tú, sino el escritor que dirigía y Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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facilitaba dicho taller. ¿Qué te decía? Que tus cuentos eran muy buenos, que tenías estilo y eso era lo principal y más importante a la hora de querer hacer literatura. ¿Recuerdas la vez que te dedicó su novela con mucho afecto para un colega, compañero de letras, y añadió que nunca dejaras esa pasión tan tuya por el arte de la narrativa? Por aquel entonces no estabas muy seguro pero comenzaste a creértelo. El cultivo había dado inicio y sólo era cosa de que tú dieras el siguiente paso. Entonces tu inocente valkiria, no la puedes llamar malvada, te dio más empujoncitos y tus verdaderos y pocos amigos, inocentes también, por no decir ingenuos, te motivaron con palmaditas y genuinos halagos. Compilaste cuentos y armaste un libro que sometiste a concurso y, ¿qué dictaminó el jurado para darte el premio? Entre otras cosas, que tu obra es auténtica narrativa yucateca contemporánea y que tienes un estilo poco usual. En este punto debo agregar un par de comillas a eso de "poco usual", pues tales palabras son paradigmáticas del tipo de claves y señales que los cultivadores van lanzando para que continúe su juego. Conociste a los miembros del jurado (¿ahora los ubicas en algunas sectas?) y te felicitaron con gran entusiasmo que hasta hicieron sentirte uno de ellos. Te dijeron que defendieron tu obra con 78 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
uñas y dientes y que todos, unánimemente, resolvieron premiarla por sus intrínsecos y auténticos valores literarios. El director editorial de la casa convocante (escritor y miembro también) sabe que así funciona la cosa y de los diez libros premiados uno debe ser elegido para la broma. Así que accedió a publicar tu ópera prima y se desdobló en halagos hacia ella. Si ahora que lo sabes leyeras la colección completa de libros premiados, te darías cuenta de que el tuyo realmente sobresale por algo. Has dicho en entrevistas que ése libro es el más importante pues fue el que te hizo creer que de verdad eras escritor, que te tomaban en serio. Recordarás ahora las palabras del texto de contraportada que de manera explícita dice que es un libro para morirse de risa, olvida por favor las palmas y las flores hacia tu humor en la línea de Ibargüengoitia o, mejor aún, no olvides eso pero cuestiónalo ya que oyes lo que te estoy diciendo. Ponle comillas, ironízalo, ¿por qué tu brillante ingenio y tu estilo poco usual causan tanta risa? Por cierto, ubica también al corrector editorial que jugó y jugaría su parte importante. El libro salió y los reflectores te iluminaron. Oficialmente ya eras un escritor. ¿Qué dijeron la prensa y la crítica? Revisa las notas y los artículos. ¿Entiendes ahora? Así funciona el cultivo, te lo vas creyendo y tus Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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parientes y amigos no pueden advertirte porque no saben mucho de literatura contemporánea y, además, como te ven realizado celebran contigo y comparten tu orgullo. La valkiria que te cambió la vida ya no está, así trabajan estas divinidades, cuando no te dan el beso fatal que te lleve al Valhala eterno, te cambian la vida y se van a otra cosa. Entonces creíste que no importaba que no tuvieras amor si tenías literatura. Ay, mi pobrecito amigo. Pero no hay bronca, te recuerdo que al final verás que no importa. Publicar un segundo libro. Claro, hay que reafirmarse. Y para ello te motivaron tus nuevos amigos escritores y artistas de todo tipo, estos últimos de manera un tanto inconsciente pues en el fondo no saben mucho de letras y en cierta medida también creen que eres un autor raro, exquisito, único y refrescante. Le pediste al corrector de estilo de tu primer libro que hiciera el texto de contratapa del segundo. ¿Ya me vas creyendo? Reflexiona sobre las entrevistas, las invitaciones a encuentros, conferencias y mesas panel de escritores. Tu nombre ya suena en algunas ciudades del país e incluso fuera de él. Tu tercer libro se publicó en el extranjero y nadie cuestionó que haya sido más un acuerdo comercial que literario. Tranquilidad y autoestima, así ha funcionado siempre y en casi todos los casos (esto ya es 80 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
pura especulación mía) los cultivados terminan superando a los cultivadores. Piensa que ya tú mismo perteneces a la Verdadera y Única Red Colectiva Central Hiperbólica de Escritores Meridanos, y que ahí no eres el único que no sabe que fue cultivado, bueno, ahora ya lo sabes y puedes mirar a varios de tus hermanos literarios. Además, por fin llegaron los premios gordos, los que dan fama y dinero. También vinieron las groupies, verdaderas fans que saben que cogerse un escritor tiene valor curricular. ¿Vas viendo que hacia el final no importa? Un par de secretos más que sólo sabemos los miembros de la Gran Logia de Verdaderos Escritores, y esto para que mires alrededor, reflexiones, compruebes y termines de creerme: sólo descendientes directos de Verdaderos Escritores pueden ser Verdaderos Escritores, y, adicionalmente, únicamente aquellos que comienzan muy jóvenes, casi niños, logran serlo. Un par de favores te voy a pedir: no vuelvas a leer tu obra pasada, pon tu concentración y empeño en la futura. ¿Ves que al final no importa que te hayan cultivado hasta el punto que te lo creyeras, que no hay pedo con que lo sigas creyendo, y que no pasa nada si por ahí no te entienden pero detrás vienen cosillas buenas? Nunca olvides que la función del cultivo no es engañarte, sino complacer tu deseo de ser engañado. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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En fin. No me hagas mucho caso. Tan sólo soy tu conciencia enferma. Te dijeron los críticos y estudiosos que no escribieras puñetas fallidas con apariencia de cursilerías ni mucho menos lo contrario. Por otra parte, ¿podrías decirme cuál es tu mito fundacional, tu experiencia mítica? Recuerda que en realidad tú no estudiabas mucho en la primaria, de hecho nada. Pero un día, cuando estábamos en tercero A, exacto, los aplicados, soñaste que te bañabas en la lluvia con aquella niña del salón, y claro, acabaron todos mojados, te vaciaste de puro magín y sin meter las manos. Luego ella salió con que le gustaban los futbolistas y ese año tú acabaste de tercer goleador. Concurso de oratoria, ahí sí te la peló la niña. Promedio para cenar con el gobernador, igualmente. Salieron de sexto con diez. Ella se quedó con el futbolista que ganó campeón de goleo y tuvo que repetir el último grado. Aquí debería ir un punto y aparte pero propongo un salto de sección. Su shortito de mezclilla y sus popotitos, sus rizos y las pecas y los lentes y la sonrisa con media lengua de fuera. El plan era dedicarle unas imágenes, pero me he quedado sin palabras. Recuerdo el día en que la viste en la parte de arriba de aquella tienda departamental proburguesa, embarazadamente bella y mascullaste, lo que sea que eso signifique, algo que no escuché 82 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
bien o no recuerdo. Y maldijiste el día en que te dio su número de teléfono en aquella discoteca y yo me lo aprendí y prometí no olvidarlo y cuando desperté ya no me acordaba. Siempre dices que sólo con ella nos apendejamos. Al principio te gustaba su amiga y luego la amiga de su amiga, pero fue la vez en que dio un discurso en la semana del simposio cuando decidiste imprimir una foto para pegarla en la primera vista de la mañana. Ella decía que para hablar contigo necesitaba una enciclopedia a la mano. Ni la próxima centauro en casa de la verga. Soportó tu wagnerismo y tu análisis socio-político y económico de Star Wars. A la distancia, es justo decir que a ella sólo le faltaba y le sigue faltando la cosa de leer a Ibargüengoitia. Nunca pero sí. Pendejamente pero sí. Y todavía ayer gritaste su nombre muerto de miedo y sus brazos no estaban. La onda es que la neta nada que ver, pero ya ves, la cosa está buena y lo mejor es el vaso de agua en horas como esta, en donde buscarla de modo virtual para maldecirle chantajes con puntos suspensivos me recuerda que las palabras me faltan para llenar las líneas en las cuales, según la fórmula, se debe dibujar esta, por así decirlo, elucubración sin fundamento, afirmación que sería por demás estúpida y dado que nos hemos aproximado saltaremos. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Está bien. No seguiré con estas ridículas cursilerías de muy mal gusto. Actualmente un hombre no debe pretender a una mujer bella pues resulta políticamente incorrecto, hazme el rechingado pinche favor cerdo machista que cosificas a la mujer y únicamente la mira cual objeto sexual. ¿Y qué coños quieren? Con Wagner estás condenado a morir de amor y vas a sufrir en el camino; con Nietzsche el eterno rechazo te conduce a la misoginia pero vas a supervivir. Pues bien, Wagner ha muerto, Nietzsche ha muerto y Woody Allen goza de muy buena salud. Claro que por supuesto que se trata de decir lo que nadie quiere escuchar y de mostrar lo que nadie desea mirar y así reírse mejor. Sabes que somos posmodernos metacontemporáneos pero no se lo digas a nadie. Es un juego y algunos cayeron y seguirán cayendo. Sólo recuerda aquellas nalgas redondísimas, los pequeños senos y su risa metafísica. El cuerpo a todo dar y la cara más bonita. La belleza vulgar y los fuegos fatuos. La arquitectura pretenciosa de bajo presupuesto en el mercado financiero. Si no te acuerdas, yo te ayudo pero en realidad no importa. La finta, el albur y la burla. La seducción descarada por encima de la mesa. La redención a través del amor contra el patológico sentimentalismo. Ahora pasemos a otra cosa. Por el principio, suelen decirle a uno cuando no sabe por donde 84 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
comenzar. Y yo te preguntó nuevamente para qué sirve la Facebook. Tu pretenciosa respuesta es que para estar al tanto de lo que te gusta, es decir, la cultura, el arte, la ciencia, la información y demás ocios inútiles. Y neta que sí sirve para tales fines y, por otra parte, para que uno se exhiba y pretenda ser visto por los demás. Tú tienes razones para escribir y para usar ésa red, una común es para llamar la atención pues cuesta mucho soportar la invisibilidad y (como dijo un admirado escritor que no voy a citar para que esto no parezca lo que de verdad es) el dolor de no ser visto por los demás. Dolores pendejos de personas débiles, con baja autoestima y malas vibras, dicen por allá y agregan frases motivacionales propias de gente miserable que lee a Paulo Coehlo. Sabes que la soledad es un invento, al menos una parte de ella, lo feo es el abandono, la indiferencia ni se diga y del rechazo peor sí hablamos. A los quince uno va rechazando gente y su ego se infla con ello, dos décadas después cada imparable recibido, cada batazo de jit conectado por todo el terreno de juego duele en el alma. Y sin embargo uno aprende a perderle miedo al ridículo, para eso sí ayudan las redes sociales como Facebook, y los libros sirven para verle la cara a todos, total no son tus amigos de verdad, a esos no los engañas ni los vas perdiendo sistemáticamente porque sí te agarran la onda.
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Basta de chechoneos, te digo de vez en cuando. Y es que tú no te deprimes, eso es para los ordinarios, lo tuyo es el esplín, propio de faroles como nosotros. Ya se me olvidó lo que te quería decir. Vienen a la mente imágenes de las performances feisbukeras que has hecho, bien sabes a qué me refiero, en aras de llamar la atención, por la urgencia de Likes, buscando aprobación efímera. Es difícil salir a la calle con la sonrisa fingida, por eso te resguardas en tu casa, porque tu casa eres tú y quien la conoce sabe cómo es por dentro. Entonces el gusto por el espacio de una galería y una biblioteca domésticas va en aumento, al igual que los placeres de los alcoholes, las hierbabuenas y las aguas purificadas en la sala de recreo audiovisual. De pronto uno acumula odio por lo que más desea. En este punto recuerda, no sé si ocurrió en realidad, estabas muy pedo, la vez que una preciosa mujer te mostró su calzoncito blanco sentada frente a ti con su marido a un lado. Si eso pasó seguro estaba más ebria que tú, jamás le dirías, ni siquiera por Facebook, ¿para qué sirve Facebook? Hace más de un año terminaste de escribir un libro. Claro que ni lo van a comprar ni lo van a leer, es, como este dictado de tu conciencia, otro intento por llamar la atención, por no ser tan invisible de tanto no ser visto por los demás. 86 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Leíste por allá (tampoco voy a revelar la fuente) que uno intenta dar lástima cuando no puede obtener amor. Y tú lo intentas, lo has intentado y lo seguirás haciendo porque tienes mucho miedo. No miedo al ridículo, como ya dije, sino el único verdadero y más grande miedo de toda la historia: el miedo a la muerte. "Yo no me tiré del barco, me tiraron, y nadie parece tener ganas de salvarme". El pedo es que no sabes nadar, otra cosa hubiera sido que te tirasen del tren, seguramente te hubieras roto el cuerpo pero continuarías caminando, o arrastrado, mas te aventaron al puto océano y te estás ahogando y los Likes no bastan. ¿Y qué pretendo con todo esto? No lo sé, no se puede pensar claro en este estado. Aquí sí voy a insertar de rebote una cita muy esnob: Tal vez, como insinúa Sartre, Baudelaire no era "más que aquel solitario que tiene un miedo terrible a la soledad", el sólito soltero, el huraño arrepentido, que si bien nunca lo confiesa, "aspira a un hogar, a una familia". Exacto, ni sé qué onda con Sartre ni con Baudelaire, sólo estoy faroleando ¿O no será que en el fondo anhelas la vida vulgar de la gente ordinaria? Lo único que quieres ya es ver el Super Bowl, que gane Peyton Manning y celebrar borracho, farolear que sigues al mariscal de los Broncos
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desde que aquel era colegial. Celebrarás tanto que las lágrimas rodarán por tus mofletes horribles y de tanta alegría te irás cansado a la cama. Cuando despiertes, no al otro día sino al siguiente, aturdido, cagándote de frío y con el pene parado, te darás cuenta de que ya es mediodía y, al no ver a nadie junto a ti, ni a Virgilio ni a Beatriz, entrarás en la Facebook para mirar fotos de bellas bateadoras, antorchas de fuego fatuo y una que otra demostración de hipocresía. Puede que todo pase, los Likes nunca sean suficientes y el odio alguna vez no triunfe. Despierta, coño.
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Debrayes peregrinos Escribo de noche. Debo dormir pero no puedo, mañana tengo que estar lista a las seis de la mañana, caminar, subir al Metro, tomar un tren, agarrar un camión y abordar el avión. Ver el espectáculo del anochecer hemisférico. Llegar a Cancún y volver a la realidad. Esperar horas por un autobús que me lleve a Mérida, y llamarte para que vayas por mí en la madrugada. Vamos directo a casa, quiero montarte, agarrar tu pene y meterlo en mi vagina, desde ya mojada, y venirme otra vez, que me chupes la teta, que ya tú sabes me prende más, que chupes mi quesito como me gusta y que metas tu cara entre mis nalgas. Ya me di cuenta y quiero volver. Vine para querer volver y ahora me vengo de pura imaginación. Quería perderme en esta ciudad, asimilarme a este país. En cambio, encontré mi individualidad y asimilé la libertad. Dicen que cuando amas una ciudad a la cual no puedes regresar, lo que más extrañas es el gusto de su comida, así como cuando amas a una persona a la cual no puedes volver, lo que más añoras es el sabor de su sexo. Pero siempre se puede regresar a una ciudad y allá estará ése sabor.
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Guardo en mi memoria una imagen hermosa pero terrible. Íbamos en el carro de regreso a Mérida, la vez que fuimos a pasear a Valladolid. Yo manejaba y tú a mi lado. Dijiste qué bonitos se ven esos árboles. Yo pensaba lo mismo y pasamos a cien kilómetros por hora debajo de sus ramas. Contesté que sí y seguimos un rato en absoluto silencio. Esa noche, luego de dejarte en tu casa, y ya en la mía, cansada como estaba pero contenta, traje a mi mente la imagen y me pareció terrible por difícil de soportar. Allá estaban ésos árboles, uno a cada lado de la carretera, queriendo abrazarse y sin poder hacerlo, estirando sus brazos por encima del inconstante pero eterno pasar de los vehículos. Ahí se quedó aquel par de seres con la voluntad mutua de juntarse y fundir sus cuerpos en un abrazo nada más y sin poder hacerlo. Y siguen ahí con la esperanza, quizás, de que por fin un rayo los parta o, tal vez, un huracán los derribe y arranque de la tierra para siempre o, cuando menos, a un desesperado campesino le urja la leña. Imagina lo terrible de tenerse en frente y contemplarse uno al otro, compartiendo el paso de los días con sus amaneceres y sus ocasos y muriéndose de las malditas ganas. Qué bonita imagen pero qué terrible. Qué pobres las personas que quieren amarse y no lo hacen por cualquier cosa que se los impide.
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A veces, escapar de la conciencia no es tan difícil como huir del horizonte; en ocasiones, una burbuja pequeño burguesa es más asfixiante que una soga de prejuicios morales alrededor del cuello. No hay que pasar por el mar si se pone tormentoso. Soñé con un barco en el mar y la lealtad en la tierra, abrí los ojos y miré el cielo, escuché el crash del tiempo roto y me dieron ganas de reír y caminar. Salí de mí para deconstruirme y poder construirme nuevamente. La ruta es la derrota de un viaje, el camino que se toma para un propósito. La Geometría da orden y el Color la Libertad. No tengo certeza de nada, soy una niña. A veces la luna es hermosa y falla lo que nunca falla. Uno hace lo que siempre hace y no deja de buscar lo que ha buscado siempre. En las copas mundiales de futbol nunca gana quien tiene la obligación moral de hacerlo. A veces uno bebe demasiada cerveza y mira cómo falla lo que ya sabía que iba a fallar. A una niña le gusta su maestro pero no tanto. Algunos ven que otra vez España se corona con gol de Iniesta pero no es así. Algunos tienen miedo y nunca recuperan su valentía, a otros alguien se las devuelve gratis. Holanda es campeón del mundo y otros sueños errantes. A veces alguien se enamora tanto que se mata, a veces alguien va en solitario a la ópera. El otro día leía el periódico y una persona me Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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pidió que le leyera su horóscopo, me dijo Capricornio; bajé la vista y le leí Acuario y se fue contenta. Aún le temo un poco al punto y aparte pero acá voy incluso a saltar la línea.
Alocarse. Hallar en la oscuridad una fuente de luz. Buscar en los íconos. Atravesar las épocas y romper la circularidad, el puto eterno retorno. Pensar en las restas y desordenar un poco. Leer comportamientos, buscar el balance. Encontrar el blanco y el negro. Inclinar un tanto la vista e ir afuera de día. Hacer del esnobismo una liturgia. Buscar a la luna sonriente y encontrar al payaso otra vez. Tratar de romper las líneas. Encontrar el encuadre perfecto. Pensar en el movimiento. Estar donde nunca se ha estado. Encontrar la armonía en los cuerpos. Mirar al cielo como yerba seca. No esperar a la primavera. Comparar a la luna con una farola. Tronarse los dedos por ver lo que sigue. La oscuridad sólo puede ser negra. El amarillo debe volver y volver a ser niño. Volverse más pretencioso y descubrir qué tanto se era. Pasar por ser simio. Enamorarse de los amigos. Abstraerse y cagarse de risa. Mirar lo que ven los otros. Volver de nuevo a la esencia. Usar símbolos y jugar con las formas. Hacerlo todo en colores. Poner las cosas en orden con acierto inconsciente. Cortar las curvas con rectas. Erotizar las imágenes siempre. Cruzar lo natural 92 Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
con lo cierto. Pensar en metidas de verga. Mostrar satisfacción por lo hecho. Tener harto cuidado con los Gibichungos. Buscar afuera del sueño. Conversar en soledad y columbrarse. Masturbarse sin meter las manos. No jugar a la semiótica idiota. Ir a por otra cerveza.
Apostar por algunas palabras sueltas: Peripecia. Comida. Jazz. Arquitectura. Ocio. Amistad. Orden. Belleza. Percepción. Narrativa. Alcohol. Magín. Libertad. Placer. Estudio. Amor. Adaptación. Renacimiento. Romanticismo. Modernidad. Pasión. Geometría. Sustancia. Conexión. Respeto. Comunicación. Comida. Bebida. Amor. Ortografía. Análisis. Metrología. Diseño. Creación. Artesanía. Dinero. Producción. Ciencia. Confort. Higiene. Control. Seguridad. Iluminación. Premonición. Amor. Reposo. Sentimiento. Justicia. Virtud. Emoción. Benevolencia. Conocimiento. Expresión. Registro. Pretensión. Deseo. Intoxicación. Cultura. Alma. Color. Contemplación. Belleza. Comida. Pasado. Amor. Enfoque. Conciencia. Solidaridad. Valentía. Ritmo. Armonía. Profundidad. Tecnología. Memoria. Repetición. Repetición. Repetición. Siguiente. Convivio. Innovación. Paz. Comida. Inefabilidad. Amor. Espontaneidad. Instinto. Honestidad. Cálculo. Autenticidad. Comprometimiento. Electricidad.
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Furor. Drama. Veracidad. Ficción. Locura. Pasión. Amor. Hogar. Radio. Comedia. Reconocimiento. Compañía. Agua. Gasolina. Negro. Cuadro. Blanco. Azul. Círculo. Rojo. Triángulo. Amarillo. Belleza. Ortogonal. Amor. Volición. Tolerancia. Aceptación. Analgesia. Ventilación. Tránsito. Comida. Belleza. Placer. Recreo. Futbol. Academia. Rock. Simposio. Redención. Amor. Arrebol. Presencia. Precaución. Estética. Expectativa. Probabilidad. Estadística. Esperanza. Expresionismo. Sinrazón. Conrazón. Corazón. Apariencia. Moda. Sueño. Tensión. Violencia. Inestabilidad. Inquietud. Subconsciencia. Desolación. Angustia. Amor. Estilo. Gusto. Escultura. Imagen. Palabra. Significado. Comida. Palabra. Amor. Palabra. Discurso. Acústica. Construcción. Industria. Amor. Odio. Respeto. Retrato. Actuación. Lenguaje. Vanidad. Exactitud. Burla.Rrebohlusión.
Apostar por algunas imágenes rotas: Un listón rosa encima de dunas marrones de seda, y la seda desparramándose sobre una alfombra. Cuatro calaveras encima de hojas de papel periódico. Un hombre inventando una mujer en un laboratorio romántico. El mapa de una ciudad moderna. Marilyn Monroe a todo color. Un montón de cosas que no se quieren pero se
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tienen. Arquitectura para tragar luz. Más dunas de seda y muchas calaveras. Roberto Bolaño en escala de grises, su pose mamona y su cara de idiota. Lindsay Lohan desnuda de cuerpo entero y a todo color. Una mujer anónima pero bellísima de mirada intimidante. Los restos de un churro de mariguana. Cuatro libros de arte ordenados en el suelo. Un vaso fucsia dentro de una cubeta azul del cielo. Charlie Chaplin en escala de grises y su cara de triste. Un mapa de una ciudad moderna con las luces prendidas. Marilyn Lohan en un afiche. Unas palabras que dibujan líneas. Una pieza mecánica formada por dos cilindros concéntricos entre los que se intercala una corona de bolas o rodillos que pueden girar libremente. Una rubia de tetas hermosas y trasero increíble. Un poco de drama y una guapa que llora. La mano de un hombre trazando formas con reglas. Un dedo en la comisura de labios carnosos insinuando placer. Tres calaveras sobre el azul del cielo. Una güera con estilo besando a un moreno. La rubia según el invento y un secreto en la mirada. Una musa gozando la libertad escuchando una canción en su mente. Líneas rectas y bloques ortogonales para una imagen moderna. Un placer fácil junto a otro imposible. Muchas calaveras en cajitas de colores. Un hombre ordinario en escala de grises oyendo la misma canción en su mente. Una braga sexy cayendo en la alfombra junto a un listón
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rosa. Siluetas que confunden blanco y negro. Una escala numĂŠrica y rombos de sobrios colores. Un cuadro rosa, uno amarillo y otro naranja que se funden. Placeres fĂĄciles, imposibles y los que caben en medio. Senta, Peregrina
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Aprender a morir Senta, peregrina errante, está cómodo el tren de alta velocidad, ¿qué no? Sí, sí, apenas dormitaste unos minutos y saliste con algo de oscuridad en la mañana. Caminaste a la estación del metro y llegaste con buen tiempo a BarcelonaSants, esperaste sin desayunar y aguantando las ganas de un café. Pero no te duermas, coño, disfruta el viaje a Madrid, no te pongas los audífonos, mejor escucha La Balada de Senta conmigo. ¿Ves aquel barco en el mar? ¿Oyes el viento cómo brama y silba entre las jarcias? ¿Miras una mujer sin destino, sin descanso y sin paz? ¿Escuchas a la niña que juega con un barquito de papel en su cabeza? ¿Y la ves correteando sobre la arena como hablando con el cielo? ¿Miras a la muchacha que, con mirada pueril y sentada en la playa, contempla el horizonte? Quizá piensa que soñar es la magia de la soledad, que el sueño es la evasión de la realidad. Abre tu libreta y empuña la pluma pues vas a diagramar la voz de tu conciencia.
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1 Hay dos caminos: 1) amar a la vida y 2) no temer a la muerte. Piensa en un plano cartesiano, traza sĂłlo el cuadrante superior derecho. Sobre el eje de las abscisas se tiende hacia el amor a la vida (horizontales, coĂąo, acostadas). Sobre las ordenadas (verticales o paradas) hacia no temer a la muerte:
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2 Si te hubiera ido bien, si te hubieran encaminado para no temer a la muerte, hubieras sido una niĂąa curiosa, contemplativa; una joven estudiosa, racional; hoy serĂas una mujer sabia y vivirĂas bien; en suma, una mujer plena:
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3 Además por ése camino estarías por encima de la moral y tus virtudes empezarían con la integridad de ánimo.Hacia la plenitud tendrías muy alta estima de la justicia, la libertad y el deleite:
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4 Pero te encaminaron hacia el amor a la vida y, para colmo, por debajo de la moral. No fue tu culpa, así sucedió y ya está. Te fuiste por la costumbre (que es la madre de todas las vulgaridades), el confort, la sujeción y el arraigo, las obligaciones, la servidumbre voluntaria (que no es otra cosa que la esclavitud moderna ¿eh? Sabes a que me refiero, sirvienta), y finalmente los placeres (cortos y fatuos frente al plus ultra del deleite):
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5 Y hoy, en vez de ser una mujer en plenitud, eres una mujer en crisis, una persona que busca el éxito superfluo en el amor a la vida. Ridícula crisis. ¿Y por qué? No seas mamona:
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6 Pero apenas es mediodía. Puedes reflexionar y hallar tu verdadera virtud, aquella que no puedes ni siquiera nombrar, y comprender a cabalidad el significado de la palabra benevolencia (con su dejo moralino todavía). Puedes hacer conciencia (hazme caso) y encontrar la integridad de tu ánimo para poder aspirar a la plenitud. Reflexiona, coño. Haz conmigo lo que quieras. El chiste es estar de acuerdo con uno mismo sin chingar a los demás:
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7 Debes desandar el camino del placer fatuo, la servidumbre aceptada, las obligaciones absurdas, las sujeciones y lazos, el confort y las costumbres. Debes estar más allá de la moral y transitar por la curiosidad pueril, la contemplación de tu alma, el estudio, la razón y la sabiduría. Debes comprender lo que realmente significa el buen vivir. Acceder a virtudes elevadas como la justicia, la libertad y el verdadero deleite, alcanzar la plenitud. Estudia, coño. El único modo de ser libre es menospreciar la muerte:
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8 Y ya que tu verdadera virtud (o vicio) es inefable, ubícala en el cuadrante cartesiano y señálala con un punto (lo que no se puede decir se muestra). Por último, recuerda que satisfacción para nada es lo mismo que confort y vuelve a cantar esa canción de los Rolling Stones. Comprende la conjugación de satisfacer (como se ilustra en la figura) y déjate de pendejadas:
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Peregrina
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S E ACAB Ă“
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CONTENIDO
Senta
1
¿Qué crees?
20
Espejito, espejito
22
Magnificencia de la farolez
27
Un pintor
31
No se lo digas a nadie
35
Una bailarina
38
Geometría y buen gusto
45
La sicalipsis now
49
Cinco para las tres, o para las diez
55
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Lo Ăşnico
58
Una cita enorme
61
Chen lelĂł
64
Mi primera selfie
73
Eres un esnob
77
Debrayes peregrinos
89
Aprender a morir
97
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Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
de Rígel Solís Rodríguez Esta Edición se imprimió en Mérida, Yucatán, en septiembre de 2016, bajo el cuidado de la Catarsis Literaria El Drenaje. Para su distribución en formato PDF por la internet o para su impresión por encargo.
Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
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Rígel Solís Rodríguez (Mérida, México, 1979) Narrador naíf. Se graduó de ingeniero industrial por el Instituto Tecnológico de Mérida. No ha recibido becas, premios ni reconocimientos que lo legitimen como escritor. Ha publicado los libros Cuentos de Sexo, Drogas y Rock and Roll (Editorial Dante, 2011), Debrayes Culturosos del Kaskep (Edición de autor, 2012) y Nuevetrusas (novela, Ediciones Oblicuas 2014). Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes
Todo viaje no es más que otro viaje hacia dentro de uno mismo, y Senta Peregrina tiene que dejarlo todo para hallar desde la mirada, las letras, las lecturas y la reflexión sobre los otros, el ser que habita en ella misma. Gilberto no es más que el oblicuo espejo en el que Senta se mira, dialoga, se construye y deconstruye, detrás de cada una de las historias en que los dos debrayan; porque la literatura, el lenguaje, la música, la pintura, al igual que el teatro, la danza, el arte todo, no son más que pulsos de comunicación entre los seres humanos con el afán de transformarse, readecuarse al círculo que es la vida. Y es con base en estas reflexiones por las que Senta Peregrina nos conduce, como se apunta el viaje introspectivo que es esta novela; la segunda que Rígel Solís Rodríguez lanza al mar de los lectores. Desde estas reflexiones somos pasajeros de este viaje intimista, para descubrirnos a nosotros, y recordar al mismo tiempo, con Nietzche, que cada quien tendrá su propio vaje, su propia búsqueda, para alcanzar su destino. Rígel Solís Rodríguez, con esta novela, brinda la oportunidad de volver a darnos cuenta, que nada es imprescindible en el camino que nos lleva a mirarnos por dentro; nos invita a trazar rutas propias para nuestros propios viajes. Zarpemos pues... Adán Echeverría. Peregrina. Un viaje al alma y otros lugares comunes