Coahuila: la reforma, la intervención y el imperio

Page 1

La R e f o r m a , ervencion y El Imperio


CoahuĂ­la El Gobierno de la Gente


Coahuila: La Reforma, La Intervenciรณn y El Imperio

ร scar Flores Tapia


© Gobierno del Estado de Coahuila ® Consejo Editorial del Estado ® Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas

Coahuila: La Reforma, La Intervención y El Imperio Óscar Flores Tapia Producción

Victoria 608 cuarto piso Saltillo, Coahuila Primera edición: 1967. Gobierao de Coahuila Segunda edición: 1980, Universidad Autónoma de Coahuila Tercera edición: 1989, Editorial Provincia Cuarta edición: 2006, Gobierno de Coahuila/Consejo Editorial del Estado/ Colegio Coahuilense de Investigaciones Históricas

Impreso en Saltillo, Coah.. México


PROFR. HUMBERTO MOHEIRA VALDÉS GOBERNAIWR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO

Lie. ÓSCAR PIMENTEL GONZÁLEZ SECRETARIO DE GOBIERNO

PROFR. JESÚS ALFONSO ARREGLA PÉREZ PRESIDENTE DEL COLEGIO COAHUILENSE DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

PROFR. ARTURO BERRUETO GONZÁLEZ

DiRECTOR DEL CONSEJO EDITORIAL


Presentación

& i arrojamos una mirada al pasado reciente, nos sorprenderá, sin duda, el vigor con que los mexicanos han afrontado el reto para construir las instituciones que le han dado forma a la nación. Los hechos que se ponen como fundamento, se corresponden perfectamente con los nombres que aparecen en íos índices de la historia, cuyo desenvolvimiento ha exigido lo mejor de cada uno de ellos en el terreno de las armas. Pero pasados los eventos que exigieron la participación en los campos de batalla, surgió la necesidad de emprender otra tarea, tan esencial como aquélla: comprender los procesos de formación de las estructuras de este país, desde una perspectiva histórica objetiva para aprehender la historia y asimilarla en su dimensión exacta. Esta tarea ya no correspondía realizarla al hombre de armas sino a uno distinto, dotado de cualidades especiales para otro tipo de lucha, capaz de enfrentar desafíos desde la trinchera intelectual para estudiar, reflexionar e interpretar la historia.


Y surgió este nuevo hombre. Y un hecho irrefutable de su quehacer, resultante de la exposición del pensamiento en tomo a estos temas, es que suele estar afectado por un enérgico matiz nacional, situación por demás, que no representa obstáculo alguno para que mantenga una idea ajustada a la realidad que aborda. Esto es importante porque durante la medianía del siglo XX, los intelectuales coahuilenses penetraron en zonas más profundas de los acontecimientos históricos más cercanos a nuestro entorno. Iniciaron entonces un esfuerzo comprensivo de los fenómenos que tenían qué ver con los procesos constructivos de nuestra nación. Es el caso de Óscar Flores Tapia, un hombre que supo labrarse, con una actitud ejemplar ante la vida, un universo intelectual cimentado en el esfuerzo sin descanso y con una disciplina férrea, sin claudicaciones, lo logró. Y desde ese sitio, conquistado a pulso, se interesa por los asuntos de la historia, sobre todo con aquellos que tienen qué ver con los caminos que siguieron los que forjaron esta nación. Tres momentos cruciales; La Reforma, La Intervención y El Imperio, sirven al autor de este trabajo quien los toma como motivos e hilos conductores para dar rienda suelta a un ejercicio de análisis e interpretación de una parte de la historia de México, y que tanto atañe a los coahuilenses por los vínculos que se establecieron en tales eventos.


La acotación es importante porque el libro constituye, en buena medida, un reconocimiento y un homenaje para los coahuilenses que contribuyeron a ia defensa de México. El estudio, además, pone de manifiesto que su actuación permitió orientar el rumbo de una nación que estaba en vías de ser construida. Coahuila: La Reforma, La Intervención y El Imperio, de Óscar Flores Tapia, es una valiosa aportación intelectual que nos aproxima a un conocimiento más profundo de uno de los episodios clave de nuestra historia. Por eso, en el marco conmemorativo del Bicentenario del natalicio de Benito Juárez, el Gobierno del Estado que me honro en presidir, por conducto del Consejo Editorial, publica esta obra en el entendido de que su contribución a la comprensión del periodo histórico al que alude, es esencial para los mexicanos en general y para los coahuilenses en particular. Profr. Humberto Moreira Valdés Gobernador Constitucional de! Estado


Prefacio _tl/l autor de este libro, editado por primera vez el año de 1966, es un raro ejemplo del hombre que ha logrado elevarse a pulso y con singular energía, desde los estratos sociales más humildes hasta los más altos niveles políticos y culturales. Historiador y maestro por vocación, ha sufrido, desde sus mocedades, la angustiosa y punzante inquietud que provocan, en ciertas almas, los hechos históricos maliciosamente deformados, y ha sabido rebelarse contra una historia "saturada de mentiras consagradas como verdades". Dada la magnitud de los temas tratados, que a más de un siglo de distancia siguen siendo de palpitante actualidad, este ensayo no pretende abarcar el todo, sino los aspectos sobresalientes de la Reforma, la Intervención y el imperio, constituyendo, sin embargo, una valiosa contribución histórica, porque nos da una visión cabal, a grandes rasgos, de aquella época luminosa, llena de dramáticas alternativas, que sirve de marco al triunfo de la Revolución de Ayutla, y en la que, más tarde, como ha dicho Justo Sierra, ''la República luchó para vivir y agonizó vencida". No se trata de una relación escueta y fría de hechos históricos de relieve; el autor emite con honradez juicios críticos

11


de alto valor, encaminados a separar la leyenda de la historia y a destruir la prevalencia de los hechos falsificados, tarea que corresponde al criticismo histórico, Encontramos aquí una maciza descripción de aquella etapa de nuestra historia, en la que sufrimos el zarpazo de la ambición extranjera y fuimos víctimas de nuestras propias luchas políticas internas, que allanaron el camino de la Intervención. Frente a las figuras siniestras de los Judas, el historiador nos descubre, con mano magisterial el perfil de los héroes, muchos de ellos ignorados. Imprime a los hechos un aliento vital, los anima con su soplo y en sus manos la historia es creación. Lamentablemente vivimos en un mundo de mentiras convencionales, en el que los pueblos y los hombres tienen sed de verdad. Por eso el historiador debe apoyar sus juicios en la realidad y en los valores culturales. Ni la fantasía, ni la opinión indocta, ni la pasión política o sectaria, deben presidir sus investigaciones y sus juicios; de otra manera se caería en errores inevitables. El ignorante podrá ofrecemos, a lo sumo, un relato ameno, pero no una verdadera historia. "Para conoceros a vosotros mismos -decía ei creador del Positivismo-, conoced la historia". Recorre, lector, estas páginas con interés. Encontrarás en ellas no una mera relación de hechos inanimados, de ruinas y cadáveres, sino algo vivo y palpitante. La historia viene a ser

12


en este libro "presencia de almas". Verás surgir de estas páginas, escritas con apasionado acento, los perfiles vigorosos de don Juan Antonio de la Fuente, increpando al jefe de la Cancillería francesa, con palabras justicieras que recogió la historia y que resultaron proféticas; de Andrés S. Viesca, el héroe de Santa Isabel, donde se quebró la columna vertebral de los ejércitos imperiales; de Ignacio Zaragoza, con su profunda fe en la victoria de las armas republicanas; de Victoriano Cepeda y sus legionarios gorras prietas; y de Juárez, "el gran representante de nuestro derecho", que como dijo el Nigromante, enseñó al mundo que México ha tenido siempre un refugio para todos los perseguidos, un altar para todos los dioses y un sepulcro para todos los tiranos. De estas páginas surge inmaculado, el nombre del coahuilense Miguel Blanco, y también la figura contradictoria y enigmática del traidor Santiago Vidaurri, que soñó crear la República de la Sierra Madre, y que hizo valer su poderosa infiuencia ante el Constituyente de 1856, hasta lograr que el estado de Coahuila se anexara al de Nuevo Léon, situación humillante para los coaliuilenses, que se prolongó hasta el año de 1868, en el que, a iniciativa del presidente Juárez, nuestro estado recupera la plenitud de su autonomía y nace de nuevo a la vida constitucional con el nombre de Coahuila de Zaragoza. Destacan, asimismo, las figuras heroicas del coronel Jesús González Herrera y don Juan de la Cruz Borrego que, en unión de un grupo de patriotas, recibieron de don Benito, a

13


su paso por Matamoros, la peligrosa encomienda -que-supieron cumplir-, de custodiar, en la Cueva del Tabaco, los Archivos de la Nación, hasta la caída del Imperio. Este valioso libro es el fruto de una vocación auténtica. El género histórico es manejado por Óscar Flores Tapia -miembro prominente del Colegio de Investigaciones Históricas-, con soltura y propiedad, y dada la importancia de su contenido, el Consejo Editorial de la Universidad Autónoma de Coahuila, lomó el acuerdo de reeditarlo, para que forme parle de la colección que habrá de constituir la Biblioteca Universitaria. Su publicación es un acierto, porque hará resplandecer la verdad histórica sobre temas polémicos de indudable trascendencia, y contribuirá, sin duda alguna, a fortalecer el patriotismo de los mexicanos".

Felipe Sánchez de la Fuente

Del prólogo de la segunda edición publicada por la UA de C.

14


La Reforma


Plan de Ayulla y Plan de Monterrey.- Radicales y moderados en EEUU.- Vidaurri ocupa a Monterrey y ataca al Gral. Güitián en Saltillo.- El loco proyecto de la República de la Sierra Madre.- ¿Era don Santiago hijo de Pedro el Prieto y de una india tarancahuasa?Soldado presidial en el Alomo de Parras.

ü l V. de marzo de 1854 el corone! D. Florencio Villarreal proclamó en Ayutla, población del estado de Guerrero, el plan revolucionario destinado a combatir la dictadura del general don Antonio López de Santa Anna: cuya presencia en el poder ya era intolerable. Las injusticias, las persecuciones, los destierros, la supresión de la libre manifestación de las ideas, el desenfreno, el despilfarro, el caudillaje y como corolario, la desvergonzada venta de "La Mesilla" a los Estados Unidos, despertó las adormecidas iras nacionales. Los señores Lie. D. Benito Juárez, D. Melchor Ocampo, D. José Mata, D. Ponciano Arriaga y otros ilustres liberales, desde hacía tiempo se encontraban en Nueva Orleans, donde habían organizado una Junta Revolucionaria cuya finalidad era el derrocamiento del tirano. Se afirma que fueron los revolucionarios citados los que dieron forma a los planes de Ayulla y de Monterrey; que los enviaron, el primero a D. Ignacio Comonfort y el otro a Santiago Vidaurri, a Nuevo León. Los revolucionarios del sur inmediatamente lo adoptaron; el pseudo liberal de Nuevo León habría de pensarlo largamente. En una carta enviada de Río Grande el 20 de agosto de 1854 17


por D. José Ma. Mata a D. Melchor Ocampo que se encontraba en Brownsville, entre otras cosas le decía:. Bien poco puedo decir a usted respecto al asunto a que vine. Correos uno tras otro he enviado a Monterrey excitando a las personas de aquella ciudad a que lancen el primer grito, con la seguridad de que serán secundados por toda esta parte de la frontera; pero aquellos señores deben ser muy prudentes, pues hasta hoy no he podido tener una respuesta decisiva, que por momentos estoy esperando. Días más tarde, el 26 del mismo mes, el Dr. Mata volvía a escribir a Ocampo: Por la vía de Camargo he recibido noticias de que el Saltillo se ha pronunciado; no sé hasta qué punto sea digna de fe la noticia, pero si fuere cierta, me parece que será un aguijón excelente para estimular a los de Monterrey. Mientras el sur se encendía con la revolución y en su favor se pronunciaban Santos Degollado y Epitacio Huerta; Juan José de la Garza en Tamaulipas, y en Nuevo León no se decidían, en Coahuila había una especie de indiferencia, como que aún sufría las consecuencias de la reciente Invasión Americana y la pérdida del territorio texano. Esta indolencia cívica habría de prolongarse todavía un año más hasta mayo de 1855 cuando Vidaurri, en vez de adherirse al Plan de Ayutla, proclamó el Plan Restaurador de la Libertad que tenía de diferencia con el de Ayutla, el detalle de que, mientras aquél había sido formulado por los liberales moderados, entre los que figuraba Juárez, el Restaurador de la Libertad era obra de los radicales Ocampo, Mata y Arriaga. 18


Proclamado el Plan Restaurador, Vidaurri invitó a los estados de Coahuila y Tamaulipas para que unidos a Nuevo León, si lo consideraban conveniente, formaran un solo y compacto gobierno que les permitiera luchar contra los bárbaros y contra todos aquellos que pretendieran combatir los principios salvadores y de libertad sostenidos por aquel documento. Una vez que ocupó Monterrey, donde se le nombró gobernador, Vidaurri se dirigió al Gral. Valentín Cruz, gobernador y comandante militar de Coahuila, pidiéndole que acompañado de la oficialidad a sus órdenes, abandonara la ciudad de Saltillo. El Gral. Cruz, informado por el gobierno de Santa Anna del envío de una brigada al mando del Gral. Güitián, para someter a Vidaurri hizo preparativos para resistir. El día 22 de juHo de 1855, en el rancho de las Varas, a inmediaciones de la ciudad de Saltillo, tuvo lugar el combate entre las tropas santanistas y los primeros chícanos de la frontera que comandaban Vidaurri, Juan Zuazua y el joven capitán Ignacio Zaragoza que en premio al valor desplegado en ese combale, allí mismo le fue otorgado el rango de coronel. El combate del rancho de las Varas señaló la participación de Coahuila en la gran contienda nacional, pues aunque algunos municipios de la frontera, Monclova, principalmente, se habían adherido al Plan de Monterrey, la capital permanecía sin dar color, La razón era obvia: al norte del país apenas si llegaban noticias de los acontecimientos registrados en el sur, a! grado que a raíz del pronunciamiento del Gral. y Lie. Juan José de la Garza, en Tamaulipas, por el Plan de Ayutla, según un testigo de aquel magno suceso que 19


en cierta forma señaló el fin de la dictadura de Santa Anna, el Plan de Ayutla no era conocido ni en extracto, aunque bastábales saber que el jefe de (a revolución lo era D. Juan Álvarez el último insurgente, y en el Plan se proclamaban como principios los de libertad y reformas. Entonces pues, es de suponerse que a Saltillo apenas si llegaban vagas informaciones sobre la revolución; y por otra parte, existía el hecho de que la plaza estaba en poder del gobernador y comandante militar que siendo como era, santanista consumado, cumplía al pie de la letra las disposiciones de Santa Anna para que se persiguiera a los desafectos, a los sospechosos y a los que murmuraran en contra del gobierno, haciéndose acreedor a la pena de muerte cualquiera persona que tuviera en su poder un ejemplar del Plan de Ayutla. Después de su triunfo militar, Vidaurri ocupó la ciudad de Saltillo y convocó a los habitantes a secundar el Plan de Monterrey, con lo que los saltillenses estuvieron tan de acuerdo, que cuando se trató de nombrar gobernador propusieron que tal cargo lo aceptara el propio Caudillo de la Frontera, como empezó a llamársele al gobernador de Nuevo León. Su nombramiento como gobernador de Coahuila agradó mucho a Vidaurri, ya que se avenía bien con sus propósitos de crear con Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, una sola entidad bajo su mandato. Entre los cargos que siempre se le hicieron a Vidaurri, figura aquél de que pretendía la creación de una República de la Sierra Madre, cargo que muchos historiadores han negado. 20


Sin embargo existe una carta enviada por Vidaurri a su amigo D. Juan Zuazua el 12 de julio de 1858, a raíz de la toma por Zuazua de la plaza de San Luis Potosí, en la que además de hacerle presente su gran alegría por el triunfo sobre el enemigo, entre otras cosas le decía: Basta de charla Juan: cuando estoy de vena corre mi pluma con la rapidez de una bala Sharp; la toma de San Luis me tiene loco de gusto. Esta plaza interesante me va a servir para establecer la República de la Sierra Madre, si llega el remoto caso en que triunfen los puros de oriente de los puros del norte.

Los acontecimientos en el sur se desarrollaron vertiginosamente. Una a una fueron cayendo las poblaciones en poder de los partidarios del Plan de Ayutla. El conocimiento del documento, sus principios políticos, los ideales sociales que proclamaba y el propósito firme de señalar nuevas orientaciones al país, iban sumando entusiastas voluntades. Santa Anna, convencido de que ya nada tenía que hacer en México, tomó el rumbo del exilio el 3 de agosto de 1855. En Coahuila la cosa no marchaba muy bien. El error cometido por los saltillenses, que imprudentemente o por cobardía pusieron en las manos ambiciosas de Vidaurri sus destinos políticos, lo estaban pagando a muy caro precio. Cualquier saltillense que mostrara desagrado por los actos del gobernador o por el nombramiento de ciudadanos de Nuevo León para ocupar cargos administrativos en Coahuila, que no por insignificantes eran menos ofensivos para la dignidad de los saltillenses, despertaba las furias del ensoberbecido

21


cacique. Mas a pesar de ello, el descontento y la oposición crecían como se puso de manifiesto cuando el 23 de septiembre de 1855, don José María Aguirre encabezó un movimiento reconociendo el Plan de Ayutla. La indignación de Vidaurri no tuvo límites, sobre todo porque él, que seguía normando sus acciones de acuerdo con su propio Plan, se vio obligado a reconocer el 26 de octubre del mismo año, un mes después de que lo hicieron los saltillenses, el de la victoriosa Revolución de Ayutla. Vidaurri es a no dudarlo uno de los tipos más contradictorios de la vida pública mexicana. Orgulloso y violento, presto amenaza furioso o humilde dobla la rótula ante los poderosos si ello reporta beneficio a sus proyectos. Los biógrafos del cacique neolonés afirman que nació en Lampazos pero descendiente de una familia de Santa Rosa, hoy ciudad Melchor Múzquiz, del estado de Coahuila; e inclusive lo hacen descender del gobernador don Francisco Vidaurri y Villaseñor que desempeñó el cargo en Monclova del 8 de enero al 23 de julio de 1834, cargo que por cierto tuvo que abandonar cuando fue desconocido por el Cabildo Abierto celebrado por el ayuntamiento de Saltillo que, con el apoyo de las fuerzas militares, designó en su lugar a D. José María Goríbar. Sin embargo, en el norte de Coahuila circula una leyenda que, más por curiosidad, que por representar un testimonio histórico, nos permitimos incluir en este trabajo. Cuentan que allá por el año 1798, durante una incursión realizada por la Compañía Presidial de Santa Rosa en contra de los bárbaros, entre los indios capturados figuraba una indiecita 22


cuya edad sería de unos doce a catorce años: llevada a Santa Rosa, fue entregada a una acaudalada familia que la acogió con simpatía, la bautizó e inclusive la enseñó a leer y escribir. Dos o tres años después, la india, convertida en guapa mujer, fue solicitada en matrimonio por un vecino de Santa Rosa conocido por Pedro el Prieto; la mano de la india le fue concedida y con ella procreó algunos hijos, uno de los cuales, Santiago, fue encomendado a un alarife -albañil- para que le enseñara los secretos de la cuchara y la plomada. El muchacho pronto aprendió el oficio y en calidad de "maestro" de obras, pasó a trabajar en la finca Calvillos propiedad de la famiha Sánchez Navarro; sin embargo, como en la medida en que crecía se revelaran los instintos de su raza, lo que hizo que se considerara un peligro su presencia en Múzquiz, fue enviado como reemplazo a la Compañía Presidial del Álamo de Parras, de donde poco después partió en misión de servicio a Béjar. La citada compañía pasó más tarde a Monterrey y como hubiese cumplido su tiempo, el joven se separó del servicio mihtar, yéndose a residir a Saltillo en donde logró el empleo de escribiente en un juzgado. Es a partir de entonces, dice la leyenda, que el "maestro" Santiago, hijo de Pedro Prieto y una india tarancahuasa, empezó a firmar con el apellido Vidaurri.

23


Convocatoria para el Congreso Constituyente.- Saltillo nombra diputado al Lie. Juan Antonio de la Fuente- El gdxmador Vukmrri decreta la anexión de Coahuila a Nuevo León.-José MaAguirreproclama en SdtiÜoel PtandeAyutla-La oratoria satírica de Ignacio Ramírez el Nigromante.

c

on fecha 17 de octubre de 1855 el C. presidente de la Repúbhca, Gral. D. Juan Álvarez envió al ministro de Relaciones Exteriores Lie. D. Melchor Ocampo, la Convocatoria para el Congreso Constituyente, de conformidad con la Base 5". del Plan de Acapulco que modificó, aunque no substancialmente, al de Ayutla. En la Convocatoria se establecía cuáles eran los estados y territorios que deberían elegir representantes; entre los primeros, figuraba el estado de Coahuila. Nuestra entidad tuvo como representantes a los ciudadanos José María Viesca y Montes que llevaba como suplente a D. Simón de la Garza y Meló; D. Miguel Blanco, cuyo suplente lo era D. Simón Blanco y el Lie. Juan Antonio de la Fuente que tuvo como suplente a D. Francisco de Paula Ramos. Los primeros cuatro fueron electos por las poblaciones del norte y Parras; el Lie. De la Fuente y De Paula Ramos, por Saltillo. Al enviarse ios expedientes al Constituyente, las primeras credenciales de Coahuila aprobadas el II de abril de 1856 correspondieron a los diputados por Saltillo; las de Garza y Meló y Miguel Blanco, el 19 del mismo mes y año. Ya para entonces Vidaurri había planteado el problema de la incorporación: el 19 de febrero de 1856 expidió un decreto por el que, sosteniendo que era producto de la expresada voluntad de sus pueblos, Coahuila pasaba a formar parte de 25


Nuevo León, exceptuándose a los de Saltillo y Ramos Arizpe, por haberse opuesto a ello. Vidaurri comunicó lo anterior al Gobierno de la República, que según le contestó el ministro Lafragua, después de dar cuenta de aquel acto al Exmo. presidente Comonfort, tenia el sentimiento de informarle que el Primer Magistrado no podía aprobar el decreto porque conforme al Plan de Ayutla debía subsistir la división territorial. El problema, planteado de esa manera, pasó al Congreso Constituyente que conoció del mismo durante la sesión celebrada el 11 de marzo. El gobierno federal había enviado el expediente a los constituyentes, con la nota de que Vidaurri protestaba acatar la resolución que una vez discutido el caso, dictara la asamblea, mas como el Constituyente acordara reservar el asunto de la incorporación hasta cuando tuviese que tratar sobre la división territorial, dejando al gobierno la facultad de disponer lo más conveniente, en uso de esas facultades y en lo previsto en el Plan de Ayutla, el gobierno de Comonfort acordó disponer del decreto de Vidaurri, restituir su soberanía al estado y nombrar gobernador de Coahuila al jefe político de Saltillo, que lo era el Lie. D, Santiago Rodríguez. Vidaurri movilizó inmediatamente a sa^ gentes y poco después enviaba al Congreso las actas de lo'municipios, con excepción de Saltillo y Ramos Arizpt, apoyando la anexión a Nuevo León. Antes de continuar adelante, conviene apuntar cómo, a cien años de distancia, el arbitrario acto de Vidaurri ha continuado

26


y sigue siendo motivo de polémicas. Hace dos años (1964) con motivo del centenario de la separación de Coahuila de Nuevo León, decretada por el presidente Juárez el 26 de febrero de 1864 durante su estancia en Saltillo, se suscitó una controversia en que se examinó a la luz del hecho, y del derecho, la validez del decreto de Juárez. Primero veremos la argumentación esgrimida por los amigos y partidarios de Vidaurri para anexar Coahuila a Nuevo León; luego nos referiremos a la defensa que hizo el Lie. Juan Antonio de la Fuente y los que repudiaban la conducta de Vidaurri y, finalmente, a la que, a cien años del atraco, tratan de justificarlo. Durante la sesión verificada por el Constituyente e! 21 de mayo de 1856, la Comisión Especial nombrada para tratar el asunto de la incorporación, presentó un dictamen en el que, después de hacer una serie de falsas consideraciones, enfocó el problema desde diversos ángulos, aunque siempre buscando salvar su responsabilidad. Principió por sostener que aunque ilegítimo el decreto, ya no era eso lo que estaba a discusión, sino si en verdad lo de unir Coahuila a Nuevo León era voluntad del pueblo de Coahuila, para terminar proponiendo que una comisión, formada por dos representantes para cada Distrito, uno del Congreso y el otro del Gobierno, se trasladaran a Coahuila para presidir reuniones donde comprobaran cuáles eran los deseos de los coahuilenses. Vidaurri, taimado como era, sobre todo cuando convenía a sus planes, desde que supo que Aguirre se había pronunciado en Saltillo por el Plan de Ayutla, se apresuró a enviar una 27


carta a don Juan Álvarez en la que, en tono suplicante, pero no por eso menos amenazador, le pedía que no se desnaturalizara la revolución dejando a los pueblos a merced del sable; que le enviaran recursos o por lo menos no le quitaran los que ya tenía y que se remitieran armas; que no mandaran a! norte comandantes generales, ni empleados de ninguna clase "por que esto lo hemos de impedir con las armas" y, sobre todo, que diera crédito a todo lo que él le dijera sobre cuestiones políticas. En la sesión del día 30 de mayo se desató la tempestad. Después que el Dip. Barrera, miembro de la Comisión, defendió el dictamen presentado en la sesión anterior, sosteniendo que la proclamación del Plan de Ayutla por D. José Ma. Aguirre había sido consecuencia de intrigas políticas con la mira de debilitar a Vidaurri que había consumado la revolución en la frontera, solicitó la palabra el Lie. Juan Antonio de la Fuente. Empezó diciendo el Lie. De la Fuente que aunque se demostrara que Coahuila era un pueblo de conservadores, eso no sería razón para que se le despojara de sus derechos; pero que lejos de ser así, los coahuilenses habían tenido gran parte en la consumación de la Independencia, abrazado con entusiasmo el sistema federal y durante la guerra contra los americanos realizado grandes sacrificios; pero, que pueblo civilizado, se opuso con energía que se victimara a los prisioneros texanos, de la misma manera como salvó a unos veinticinco hombres de Nuevo León que cayeron prisioneros de las tropas de Santa Anna, cuya muerte parecía inevitable. A continuación hizo un examen sobre las teorías de la Comisión en relación con la libre voluntad de los pueblos. 28


manifestando que de aceptarse el estado natural a que vuelven después de una revolución que todo lo destruye, para construir sobre sus escombros un nuevo estado social, podría darse el caso de que en un pueblo se proclamara la anexión a Estados Unidos. ¿Entonces -se pregunta- dónde está la Patria? ¿Dónde la sociedad? Para contestar a De la Fuente solicitó la palabra el Dip. Ignacio Ramírez el Nigromante, aquel que hiciera su aparición en la vida pública de México con su espectacular afirmación de la inexistencia de Dios, don Ignacio, hombre culto, liberal, era particularmente afecto al escándalo; gustaba que las gentes mojigatas, al verie cruzar por las calles de la capital, se persignaran y exclamaran, como lo hacían las beatas de Rávena cuando cruzaba por sus calles el Dante: "He allí a un hombre que viene de! infierno". Poco o nada sabía Ramírez de la situación en la frontera, pero dado como era, al sarcasmo y a la ironía, afirmó que Coahuila contaba a la sazón con unos cincuenta mil habitantes esparcidos en una extensión territorial considerable: sin agricultura, sin comercio, sin los recursos que son el poder de los pueblos; y que hombres que vivían en aduares, subsistiendo con lo poco que les daba la naturaleza, no podían constituir grandes entidades políticas. Refiriéndose a lo dicho por el Lie. De la Fuente, que negó el derecho natural, manifestó que si el Dip. saltillense buscaba el pacto social en la Independencia, bien podía ir a buscarlo en la conquista y que entonces se encontraría con que ni Moctezuma ni Ahuizótl dominaron en Coahuila y que por lo 29


tanto no sabría en virtud de qué derecho, aquel territorio pertenecía a la República Mexicana; agregó que si quería fundarse en el tiempo de la dominación española, como era probable que aquellas tierras hubieran sido conquistadas por frailes, tendría que recurrir al Papa para saber lo que se había de hacer con Coahuila. La verborrea satírica de el Nigromante no encontró eco entre los diputados, ya que en realidad todas sus intervenciones divertían, pero no convencían a la asamblea que reía, como ríen los públicos de las payasadas de sus mimos favoritos. El Nigromante que lo sabía, acudió entonces a una desesperada invocación: que no olvidara el Congreso que si Vidaurri deponía la espada ante el Ministerio que le exigía respetar la soberanía de Coahuila, quien quedaba desarmado era el Congreso. Solicitó la palabra al Lie. Ezequiel Montes, ministro de Justicia y, apuntando que no se ocuparía de cuestiones personales, ni del héroe cuya espada para nada necesitaba el Congreso, se refirió al dictamen de la Comisión que parecía haber confundido los principios democráticos con lo que llamaba derecho natural; y después de sostener que nunca había visto un pueblo en tal situación, citó el pasaje en el que Cicerón pinta a los hombres vagando como brutos por las selvas, dominados por la fuerza y no por la razón; y en seguida habló del fragmento donde Horacio se refiere al género humano antes de la invención del lenguaje: mudo, torpe y en estado de guerra, para preguntarse luego: ¿Qué tiene de común este estado con el que se ha encontrado en Coahuila? Aquí vemos un pueblo civilizado, con leyes, con

30


autoridades, con instituciones, con religión, con vínculos sociales. En seguida sostiene que Coahuila -los pueblos que Vidaurri afirma que libremente así lo determinaron- no ha tenido derecho para agregarse a Nuevo León sin consultar más que a su voluntad, porque la democracia no se funda en la absoluta libertad de las minorías, como pretende la Comisión, sino en que las minorías sucumban a las mayorías y, cuando el Plan de Ayutla que aseguró la existencia de todas las entidades políticas ha sido aceptado por toda la nación, pretender que Coahuila puede modificarlo es tan absurdo como defender que, adoptada una resolución por el Congreso, la minoría que haya estado en contra, que puede ser de cinco diputados, tenga derecho a dar una ley. Siguió en uso de la palabra el ministro Lafragua, quien afirmó entre otras cosas, que el gobierno no podía reconocer la unión de los dos estados porque a ello se oponía el Plan de Ayutla; y que no podía tampoco reconocerlo por razones de conveniencia pública, porque tenía datos para asegurar que las actas de los pueblos no eran espontáneas ni libres; que las poblaciones que no se habían sometido al gobierno de Nuevo León reconociendo la incorporación de Coahuila, habían sido molestadas por el Sr. Vidaurri, quien después de destituir a las autoridades y mandar reducir a prisión al prefecto de Monclova, estaba distribuyendo armas en otros pueblos y había convocado a una junta de comisionados en Monterrey, lo que probablemente daría como resultado un nuevo acto de desobediencia al gobierno. En la sesión del 31 de mayo habló el Sr. Manuel Z. Gómez, diputado de Nuevo León, expresando que como se había 31


hablado tanto de coacción y de terror, juzgaba conveniente aclarar que esa situación no provenía del asunto de la incorporación, sino de sentimientos personales por no haber tomado parte los saltillenses en la revolución contra Santa Anna; que al ser ocupada la ciudad de Saltillo por Vidaurri, el propio Dip. Gómez y el Lie. Garza, gobernador de Tamaulipas, lograron persuadirlo de que ofrecía grandes inconvenientes la incorporación; que el Sr. Vidaurri se negó a ser gobernador de Coahuila, rogando a los principales vecinos que nombrasen para el cargo a un coahuilense, pero todos se negaron e insistieron en que él se encargara del mando. Más adelante dijo que reducido el presupuesto estatal a cuarenta mil pesos anuales, no podía cubrirlo ni en una mitad, por lo que había tenido que vender sus terrenos baldíos. Finalmente volvió otra vez a la tribuna el ministro Lafragua, para informar que D. Santiago Rodríguez no había sido nombrado gobernador, sino encargado muy interinamente del gobierno, así como que se le había recomendado establecer la capital del estado en Monclova. Después de todas las aclaraciones anotadas, se procedió a la votación sobre la validez del dictamen de la Comisión, el cual fue declarado sin lugar a votar por una mayoría de 57 contra 35 votos. El día 11 de junio de 1856, la Comisión respectiva presentó el proyecto, en el artículo 49 que se refiere a De las partes integrantes de la Federación y del Territorio Nacional, señaló entre ellas al estado de Coahuila. Sin embargo, no sería sino hasta el 4 de julio cuando volviera a abordarse el 32


asunto de la incorporación. El tono de los discursos fue el mismo; por un lado el temor de que Vidaurri -temor no infundado, desde luego-, violento como era, se viera "obligado a cometer uno de los más grandes crímenes que puedan manchar a un mexicano". ¿Temían acaso, los señores diputados, como lo expresó el diputado Olvera, que Vidaurri, de quien se decía traía en mente la formación de lá República de la Sierra Madre, siguiera adelante con sus proyectos? ¿Acaso, algo peor, como lo de Texas? Porque una cosa sí es cierta: Vidaurri era capaz de eso y más, como bien lo demostró cuando, habiendo entrado el imperio de Maximiliano en la recta fina!, vino a unírsele traicionando a la República, lo que nos lleva a pensar que de no haber ocurrido aquella traición posiblemente ni el estado de Coahuila le quitan. En la sesión del 11 de septiembre se dio segunda lectura a la proposición de los diputados Mata y Ruiz, por medio de la cual solicitaron la aprobación del acto de gobierno que declaró nulo el decreto de Vidaurri anexando Coahuila a Nuevo León. La minoría del Congreso, que repudiaba la anexión manifestó que no debía atenderse a la fusión de los dos estados y que ese asunto sólo debía tratarse cuando cesara la actitud hostil del gobernador de Nuevo León. Al efecto, es conveniente consignar cómo Vidaurri, indignado por la actitud del gobierno que desconoció la legalidad de la incorporación se dispuso a la pelea. Principió por ordenar a los diputados que le eran adictos -entre ellos a Simón de la Garza y Meló, que en una de las sesiones había 33


expresado que a pesar de ser representante por Coahuila, jamás había pisado la entidad, con excepción de haber pasado por Saltillo cuando de Monterrey se dirigía a la capital de la República-, que se retiraran inmediatamente del Congreso. Además tomó entre otras medidas, la de enviar emisarios a otros estados con el fin de solicitar respaldo contra el gobierno de Comonfort, siendo uno de éstos al de Durango donde en Cuencamé, el 14 de septiembre, hubo un levantamiento con las siguientes exigencias: Anexión de Coahuila a Nuevo León, regreso de D. Juan Alvarez a la Presidencia de la República, revocación del Estado Orgánico por el que se regía la nación y expedición inmediata de la Constitución; que se suprimieran las alcabalas y se respetara la independencia de los estados en su régimen interior para nombrar autoridades y reformar su entidad política, que se dispusieran gastos suficientes para la lucha contra los salvajes en la frontera y que se encomendara esta tarea al Gral. Vidaurri. Por el tono de aquel absurdo documento era fácil advertir la mano de Vidaurri, pero el gobierno, en vez de hacer caso a sus pérfidas maquinaciones, procedió a contestarle en la única forma en que la dignidad y el decoro lo exigían. No iba a ser la palabra venenosa de el Nigromante, pretendiendo atemorizar a los diputados, la que guiara a la acción de Comonfort. Se giraron órdenes para que dos brigadas, una bajo el mando de Rosas Landa y la otra de Echegaray, fueran a bajarle los humos al cacique, en tanto que se disponía que el coronel Guadalupe García protegiera las aduanas fronterizas.

34


La sangre no llegó al río. Cuando Rosas se acercaba a Saltillo en auxilio de Garza, que se había movilizado de Tamaulipas rumbo a Monterrey, Vidaurri desplegó la bandera blanca. El cacique que amenazaba al gobierno nacional con recibir con las armas a sus enviados, cuando vio que sus bravatas no eran tomadas en cuenta, pidió paz. El 7 de noviembre -ya para entonces en la Constitución aprobadafigurabaCoahuila y Nuevo León como un solo estado- se dirigió a Rosas Landa doliéndose de agresiones y del peligro que entrañaba para el país que se dividiera en fracciones encarnizadas, sobre todo estando, como ya estaban preparados -afirmaba- los filibusteros texanos para invadirla. Más adelante, como no queriendo la cosa, le dijo a Rosas que de insistir en sujetar a Nuevo León por la fuerza, no sólo ése, sino otros estados los perdería México infaliblemente. Rosas Landa accedió a platicar con los emisarios nombrados por Vidaurri, cuyo descaro llegó al grado de pedirie que se retirara con sus tropas a Malehuala. Se pasó por alto la solicitud del cacique, pero no obstante ello, el 18 de noviembre, en la Cuesta de los Muertos, se firmó el tratado por el cual Vidaurri volvía a la obediencia del gobierno nacional, continuaba la unión de los estados de Nuevo León y CoahuÜa, hasta en tanto no se consultara a los pueblos de si estaban de acuerdo con tal unión, con excepción de los de Saltillo y Ramos Arizpe que seguirían gobernándose de por sí hasta en tanto no se expidiera la Constitución; se otorgaba un subsidio a Nuevo León de ocho mil pesos mensuales, para combatir a los comanches; y se autorizaba que Vidaurri siguiera controlando, como lo venía haciendo, las aduanas fronterizas. Tota! que Vidaurri, zorro como un indiajo, le 35


comió el mandado a Rosas Landa y de ya perdido que estaba, no sólo recuperó el poder, sino obtuvo una victoria que no se esperaba.. Por supuesto, inmediatamente se dirigió a los diputados manifestándoles que habiéndose arreglado satisfactoriamente los problemas, podían continuar desempeñando su comisión como representantes del estado de Nuevo León y Coahuila. La decisión continuó en el seno del Congreso. Los esfuerzos se redoblaron por parte de quienes repudiaban y quienes apoyaban la anexión; pero la suerte de Coahuila estaba echada: los consütuyentes, por temor a Vidaurri, por desagrado al gobierno o por falsa información, sancionaron al atentado. En la sesión del 15 de septiembre, el Gral. Ampudia, para "no faltar a su conciencia ni a su honor" dijo que por haber residido mucho tiempo en la frontera conocía cuál era la situación; que en el Saltillo, desde la plaza pública se veían por las noches grandes hogueras en sus cercanías y que al preguntar sobre qué era aquello, le respondían: "los aduares de los comanches". D. Miguel Blanco, diputado por Monclova, pero de los nombrados de acuerdo con Vidaurri, sostuvo que la idea de la incorporación no era nueva; que ya en 1812, Ramos Arizpe había solicitado en las Cortes de Cádiz la formación de una sola entidad con Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; que aquello no se logró en 1824, gracias a que el padre Mier se opuso, como en 1847 se opuso al proyecto de unión de los dos estados propuesto por Aguirre, el gobernador de Nuevo León D. Agapito García; que sin embargo, la realidad de

36


ahora es otra, ya que en Coahuila se estaba disminuyendo la población al grado que en seis mil leguas cuadradas, sólo había esparcidos unos cincuenta mil habitantes. Lafragua, ministro de Gobernación, dio respuesta a Blanco, asegurando que en caso de que fuera voluntad de los pueblos, la incorporación, como era indudable que la rechazaba Saltillo, el gobierno opinaba que Río Grande y Monclova se agregaran a Nuevo León, en tanto que Saltillo y Parras se organizaban como territorio bajo la tutela del gobierno general. En la sesión del 26 de noviembre se dio la primera lectura al dictamen de la Comisión de División Territorial para la Constitución. En el mismo se incluía a Coahuila y Nuevo León como un solo estado. Todavía en la sesión del día 2 de enero de 1857, se dio lectura a un ocurso de ciudadanos saltillenses que solicitaban que Saltillo se erigiese en territorio, o se anexase a Zacatecas o a San Luis Potosí. El Congreso ya no hizo caso; entre Vidaurri y los saltillenses lo tenían hasta el copete. E! día 5 de febrero de 1857 la Constitución fue firmada por el presidente Comonfort y los diputados que previamente fueron señalados. Por Nuevo León y por Coahuila, lo hizo Simón de la Garza Meló, aquel que jamás había estado en Coahuila y que a Saltillo sólo conocía de paso.

37


Gral: Florencio ViilarreaL.. "proclamรณ el plan revolucionario destinado a combatir la dictadura de Santa Anna ".

38


Gral. Antonio Lรณpez de Santa Anna... "su presencia en el poder resultaba ya intolerable".

39


Ponciano Arriaga... "con otros ilustres liberales dio forma a los planes de Ayutlay Monterrey ".

40


Ignacio Comon/orĂ­... "dio el increĂ­ble Golpe de Estado al unirse a los conspiradores".

41


Santiago Vidaurri... "uno de los tipos mĂĄs contradictorios de la vida pĂşblica mexicana ".

42


Gral. Juan Zuazua... "el aguerrido comanchero. General de Generales ".

43


Tesis del Profr. ViUarelh sobre la incorporación de Coahuila al estado de Nuevo León.- La idea de la anexión desde el siglo XVI.- Los tlaxcaltecas y sus relaciones con los vecinos de Saltillo.- ¿Con la anexión se cumplía con la voluntad de los coahuilenses?- El Chantre Ramos y las acusaciones del Padre Mier.

l i e m o s visto la pasión con que tanto los partidarios de la anexión, como los que a ella se oponían, lucharon por la realización de sus propósitos. Dijimos al iniciar este capítulo de la historia coahuilense que, a cien años de distancia, aquel episodio del siglo pasado (XIX) aún despierta polémicas. Y en efecto, durante el simposium organizado para establecer cuál fue la contribución de Coahuila al triunfo de la Reforma (1854-1861) y posteriormente a la victoria de la República (1862-1867) contra la Intervención, el profesor Ildefonso Villarello, miembro de la Academia Nacional de Historia, presentó el trabajo correspondiente a! tema "La Anexión de Coahuila a Nuevo León", en el que expresó textualmente la siguiente tesis: ...Pudiera parecer que el acontecimiento que se enuncia en el título de este lema fuera directa consecuencia del movimiento iniciado en el sur por los revolucionarios del Plan de Ayutla, porque tal vez alguien considere que el Gobernador de Nuevo León, D. Santiago Vidaurri aprovechó la ocasión de adherirse al movimiento antisantanista para consumar sus propósitos de erigirse en arbitro de la Frontera, ya que de acuerdo con lo establecido en el Plan de Ayutla, siendo el jefe militar más importante en la región, a él correspondía hacerse cargo del gobierno de esos lugares.

45


Al parecer ésta era la opinión que quisieron infundir en el Congreso Constituyente de 1856-1857, quienes defendieron la independencia del Estado de Coahuila; y en los discursos del Lie. Juan Antonio de la Fuente, diputado por parte de Coahuila opuesta a la anexión, puede verse que su propósito era demostrar la arbitraria medida del Gobernador de Nuevo León, como violatoria a la opinión popular de nuestro Estado. Sin embargo, un estudio siquiera sea somero de la situación política de Coahuila, no sólo durante el periodo de México Independiente, esto es, de 1824 en que se erigió el Estado de Coahuila y Texas, hasta 1857 en que se consagró la unión de Coahuila a Nuevo León en el Código Fundamental de la República, sino desde la Época Colonial, podría quizá explicar las razones de adhesión de los pueblos del norte de Coahuila al decreto del señor Vidaurri sumando Coahuila a Nuevo León. En efecto, puede considerarse que más que una consecuencia de la Revolución de Ayutla, la anexión de Coahuila a Nuevo León fue la culminación de circunstancias existentes desde el siglo XVI, cuando la Nueva Vizcaya y el Nuevo Reino de León dieron lugar a la división de! territorio de Coahuila y a la separación administrativa de lo que fue la Nueva Extremadura, de la porción sur dependiente de la Nueva Vizcaya. Y debe observarse que la mayor parte de la población del norte del actual Estado de Coahuila, estaba más vinculada con el Nuevo Reino de León, tanto por su procedencia, como por el origen de sus autoridades, que con La Nueva Vizcaya, que en verdad muy pocas veces se preocupó de las condiciones de ese territorio septentrional. Basta recordar las condiciones de la fundación de las ciudades, pueblos y misiones del Norte de Coahuila, para encontrar la razón de lo afirmado anteriormente. Someramente señalamos algunos hechos:

46


1.- La primera fundación de que se tiene noticia, al norte del paralelo 26°, fue hecha por don Luis de Carvajal y de la Cueva, en la llamada Nueva Almadén, establecida hacia 1585 en el sitio de la actual Monclova; y el mismo D. Luis de Carvajal y de la Cueva había sido el fundador del Nuevo Reino de León, en virtud de sus Capitulaciones con el Rey Felipe 11. 2.- Posteriormente, después del intento fallido de Pedro de Velada, también procedente del Nuevo Reino de León, el Gobernador de este Reino, D. Martín de Zavala, que había firmado Capitulaciones con el monarca español, por las cuales heredaba el "cuadrilátero" de Luis de Carvajal y de la Cueva, hizo nuevo intento, a mediados del siglo XVII, de repoblar la antigua Nueva Almadén, con gente del Nuevo Reino de León. 3.- Abandonada aquella población, después de los regocijados incidentes a que se refiere en este punto el veraz cronista Alonso de León en su Historia de Nuevo León con noticias sobre Coahuila y Nuevo México, fue hasta 1673 cuando nuevamente se intentó la repuebla del norte de la actual Coahuila con el nombramiento de D. Antonio Balcárcel Rivadeneira Sotomayor como gobernador de la Nueva Extremadura, designado por la Audiencia de la Nueva Galicia y los esfuerzos misioneros de Fray Juan Larios y sus compañeros, que si es verdad que recibieron alguna ayuda de la gente de Saltillo, no puede decirse que haya sido el empeño de los habitantes de esta Villa de Santiago, ni de sus autoridades, lo que promovió la fundación de la Ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe en el lugar de la antigua Nueva Almadén, sino al contrario, por celos jurisdiccionales la estorbaron y provocaron su ruina, según se ve en la correspondencia de Balcárcel con el Gobernador Echeverz y Subiza. 47


4.- Fracasado el intento de Balcárcel, fue el Gobernador del Nuevo Reino de León, D. Alonso de León -no el cronista-, quien por órdenes del Virrey de la Nueva España, fundó la Villa de Santiago de la Monclova, y los pueblos de Nadadores, La Candela y otros; y si se observa cuidadosamente, podrá verse que el origen de la mayor parle de los pobladores, no sólo de esa ciudad, sino de las que hacia el norte se fueron estableciendo a partir de 1689 en que se hizo la fundación de Santiago de la Monclova, procedían del Nuevo Reino de León; y aun los tlaxcaltecas que procedentes de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, habían ido para fundar las misiones, tenían interés en estar separados de los vecinos de Villalongín, el antiguo pueblo de San Esteban de Nueva Tlaxcala, de unirse al Estado de Nuevo León, en los albores de la vida independiente del estado de Coahuiltejas, poco antes de que el Congreso de esta entidad descartase el cambio de la Capital del Estado de la Ciudad de Monclova. Lo dicho anteriormente no justifica el decreto del 19 de febrero de 1856 por el cual el señor Vldaurri sumó Coahuila a Nuevo León; pero explica las razones que tuvieron los pueblos del norte del Estado para adherirse a dicha anexión. En apoyo a esta opinión anotamos ios siguientes informes: 1.- El territorio actual de Coahuila, estuvo dividido desde 1577, en que se hizo la fundación de Saltillo, según el testimonio de Don Luis de Valdés, Gobernador de Nueva Vizcaya, hasta el 27 de julio de 1787 en que se agregaron a la Provincia de Coahuila, que se extendía al norte del paralelo de 26°, las jurisdicciones de Saltillo y Parras, que hasta esa fecha habían pertenecido al Reino de la Nueva Vizcaya.

48


2.- Ya hemos dicho que la ocupación y conquista de lo que fue la Provincia de Coahuila, se inició con la expedición de Carvajal hasta la Nueva Almadén; que se repitió con la frustrada de Pedro Velada y el fracaso de la ocupación de Maleo de Arredondo enviado por las autoridades de Saltillo y el establecimiento de Martín de Zavala, Gobernador del Nuevo Reino de León. 3.- La ¡expedición de D. Francisco de Urdiñola hasta el río de Sabinas en 1607 no fue de conquista y colonización sino punitiva, según se sabe. 4.- Cuando, resulta la querella por razones de jurisdicción entre e( Nuevo Reino de León y la Nueva Vizcaya, hizo su entrada a Coahuila Fray Juan Larios. recibió ayuda del Capitán Francisco de Elizondo. Justicia Mayor y Capitán a Guerra de la Villa de Santiago del Saltillo, y este mismo lo acompañó en su viaje ai norte durante el mes de enero de 1674. Pero este mismo Elizondo, cuando el primer Gobernador de Coahuila, D. Antonio Balcárcel, requirió su ayuda, en vez de proporcionársela, le opuso múltiples dificultades de acuerdo con el Teniente de gobernador de la Nueva Vizcaya, Echeverz y Subtza. 5.- Fracasada la fundación de Nuestra Señora de Guadalupe, el nuevo establecimiento con el nombre de Santiago de la Monclova se hizo sin relación con la gente de Saltillo y de la Nueva Vizcaya, pero con pobladores procedentes del Nuevo Reino de León, como el propio gobernador D, Alonso de León; y con éstos y sus descendientes se hicieron las siguientes fundaciones hacia el norte de nuestro territorio. 6.- La breve unión de Coahuila y Texas a principios del siglo XVín, no incluyó la jurisdicción sur, esto es, Saltillo y Parras, las que siguieron dependiendo de la Nueva Vizcaya, y aunque algunas personas salieron de la Villa de Saltillo a las expediciones hacia el norte de Coahuila y de Texas, lo hicieron en calidad de soldados al mando de las autoridades de Coahuila, procedentes de Nuevo León.

49


7.- Santa Rosa María del Sacramento, hoy Ciudad Melchor Múzquiz, San Juan Bautista del Río Grande, hoy Guerrero, tuvieron sus primeros habitantes de las poblaciones fundadas en el Centro del Territorio actual de Coahuila, Monclova, y San Buenaventura, vinculadas estrechamente con las autoridades y gente de Nuevo León. 8.- La Provincia de Coahuila, ya reunidos los territorios de la antigua Nueva Extremadura y los £)epartamentos de Saltillo y Parras, continuó desde 1787 hasta la consumación de la Independencia Nacional, como unidad administrativa, con capital y autoridades en Monclova. 9.- Saltillo y Parras eran los centros de población más importantes por el número de sus habitantes y actividades económicas y siempre celosas de la categoría política de Monclova, de menor población e importancia económica, y sin embargo, de superior categoría política. 10.- Al iniciar su vida independiente el Estado de Coahuila y Tejas, por la poderosa influencia del Chantre Ramos Arizpe, Saltillo se constituyó en Capital del Estado. Pero muy pronto se expidió decreto por la Legislatura Coahuiltejana, en 25 de septiembre de 1828, declarando Capital del Estado a Monclova. La resistencia de los saltillenses impidió el cambio de los poderes de aquella Ciudad y fue necesario otro decreto, de 9 de marzo 1833 para que Monclova volviese a ser la Capital. 11.- Las pugnas entre Saltillo y Monclova agravadas por la actitud prosantanista de Saltillo y la intromisión de tas autoridades militares adictas al General Presidente, habían llegado al extremo de la rebelión de los saltillenses, diputados y pueblo, contra las autoridades del Estado residentes en Monclova, y aun el Departamento de Saltillo había solicitado del Congreso General, autorización para unirse a otros estados, según se puede ver en el dictamen aprobado por el Congreso General en su sesión del 22 de mayo de 1835, cuando

50


los ataques a las autoridades liberales y profederalistas de Coahuiltejas eran más violentos por parte del comandante militar Gral. Coss. 12.- El atropello a la soberanía del Estado por parte de la autoridad militar, hirió proñjndamente a los ciudadanos del norte; del Estado, y la complacencia de tos saltillenses con tales actos, predispuso contra ellos a los pueblos del norte y por vejaciones a los Viesca, también al pueblo de Pairas. 13.- Entre las personas afectadas por los acontecimientos que dieronfinal Estado de Coahuiltejas, pueden mencionarse, además de los Viesca, a los Vidaurri, Elguézabal y Múzquiz de Santa Rosa, hoy Melchor Múzquiz; a los Cantú, Blanco, Borrego y Falcón de Monclova; a los Madero, Cervera Ramón y Rosas de San Juan Bautista y Rosales y Gigedo, todos emparentados y ampliamente relacionados con gente de Nuevo León, con quienes realizaban sus negocios. 14.- Las autoridades de Saltillo, cuando había tenido esta Ciudad el Gobierno en sus manos, habían sido los mismos que durante la Colonia habían servido al Gobierno Español, como D. Juan Ignacio de Arizpe y D. José María de Letona, al parecer emparentado con el Virrey Venegas; y naturalmente eran partidarios del centralismo y de los procedimientos de los gobiernos de Bustamante y de Santa Anna. Por su lado, los de Monclova y en general los del norte, hombres de frontera, liberales, partidarios del federalismo por convicción y por conveniencia nacida de su experiencia durante la administración colonial, eran enemigos de los procedimientos del Gobierno centralista. Por ello estos últimos en publicación del 24 de marzo de 1835, juzgaban que la situación del Estado estaba a merced de la "voluntad caprichosa de un osado, ambicioso e intrigante comandante general, comprado por los aristócratasrevoltososde Saltillo, que ha intentado obstmir y se ha atrevido a interferir en los procedimientos del ejecutivo y el Congreso, expidiendo despóticas y

51


arbitrarias órdenes a sus subalternos para oponerse por la fuerza de las arnaas a la promulgación de las leyes y decretos que no le agradan. El verdadero secreto de este asunto radica en la existencia de un insidioso plan para centralizar la República, que se está gestando desde hace mucho tiempo entre los militares, y hasta ha estallado en San Juan de Ulúa, y no i^scansa en sus propósitos de colocar al Estado en una situación tal en que no pueda defenderse contra estas abominables usurpaciones". Eso dijeron y era verdad; y si los resultados no hubieran sido los desastrosos de la pérdida de una gran parte de nuestro territorio, el juicio de los historiadores hubiera sido diferente sobre la actitud del Gobernador y los diputados coahuilenses. 15.- Poco o nada se hizo por los pueblos del Estado de parte de las autoridades de Saltillo, el abandono de que se quejaban los téjanos, era el mismo de que hablaban los del norte de Coahuila; los atropellos de las guarniciones eran los mismos en Coahuila que en Tejas; la incuria del Gobierno General era visible en todas partes; y todo esto fomentaba la predisposición de los ciudadanos del norte de Coahuila contra el gobierno centralista y contra sus aliados, los saltillenses. Y el propio Lie. Juan Antonio de la Fuente, que tan brillantemente defendió la soberanía de Coahuila en el Constituyente de 1856-1857, había sido víctima de esas condiciones, en su destierro en el pueblo de Venado, del Estado de San Luis Potosí, no obstante su carácter de diputado al Congreso General. 16.-Todo lo anterior nos inclina a concluir que las actas de los pueblos de Coahuila solicitando la anexión a Nuevo León, impugnadas en las sesiones del Congreso por el Lie. Juan Antonio de la Fuente, no fueron levantadas bajo presión, sino resultado de la amistad y simpatía de esos habitantes para quienes consideraban partidarios a sus mismas ideas.

52


Es cierto que D. Santiago Vidaurri, pariente de uno de los últimos gobernadores de Coahuiltejas, se íq)rovechó de las circunstancias antecedentes y del momento propiciado por la Revolución de Ayutla, para la realización de sus propósitos y el ejercicio de sus inclinaciones de poder y mando; pero eso fue posible porque el consenso de la mayor parte de la población de Coahuila lo permitió. El juicio de arbitrario que ha recaído sobre el decreto del 19 de febrero de 1856 anexando Coahuila a Nuevo León, merece nueva consideración y vistos los antecedentes, podemos decir que corresponde al pensamiento expresado por el propio señor Vidauni en su carta al Congreso Constituyente, al decir: "Después de suprimida la libertad política y natural por más de dos años, aprisionado el pensamiento y todas las garantías del hombre en sociedad, después que los pueblos, acordándose que son soberanos, quebrantaron sus cadenas y pusieron las bases de su nuevo ser, la instalación de un Congreso Nacional, emanación de tantos sacrificios como ha costado la conquista de los principios de la libertad y orden, es para México como la aurora de su felicidad, porque significa nada menos que la representación de todos los derechos y la expresión de su voluntad para regirse políticamente como más cuadre a ella y a su futuro bienestar". Dijimos al principio que la anexión de Coahuila a Nuevo León no había sido una consecuencia directa de la Revolución de Ayutla, y creemos que ha podido verse que efectivamente no lo fue. Sin embargo, la Revolución de Ayutla, la Guerra de Reforma y la extranjera contra el Imperio, tuvieron su consecuencia en Coahuila, al realizar la unión de todos los coahuilenses, del Norte y del Sur, alrededor del ideal republicano, que nos premió con el decreto del Presidente Juárez, expedido en Saltillo, el 26 de febrero de 1864 por el que se devolvió a esta entidad su soberanía, ratificado por el de 20 de noviembre de 1868, con los que surgió a la vida política el actual Estado de Coahuila de Zaragoza.

53


A!_ anexarse Coahuila a Nuevo León, creemos que se cumplía la voluntad de la mayoría de los pueblos del Estado, que era contraria a la de Saltillo. Lástima que, quien fue reivindicador en 1856, se haya cegado hasta el punto de olvidar los intereses de la Patria en 1864. A ésta, al parecer sólida argumentación sólo nos resta recordar que en la sesión del Constituyente efectuada el 15 de septiembre de 1856, D. Luis García Arellano, diputado de Tamaulipas y defensor de la Independencia y soberanía de Coahuila, manifestó que mucho se había hablado de que el pensamiento de la unión -de Nuevo León y Coahuila- no era nuevo, y que el mismo Ramos Arizpe la había promovido en las Cortes de España, así como que más tarde, concluida la paz con los Estados Unidos, había reaparecido en una proposición presentada a la Legislatura de Coahuila; pero que la idea de Ramos Arizpe databa de medio siglo y él mismo la había abandonado en 1824, logrando como presidente entonces de la Comisión de Constitución, la separación de ambos estados; que, cuando por esto el Dr. Mier, el famoso centralista acusaba de inconsecuente a Ramos Arizpe, aquel hombre eminente contestó que era preciso distinguir los tiempos. Por otra parte, debemos insistir en una cosa: no fue la voluntad de la mayoría de los pueblos del estado la que puso el gobierno en manos de Vidaurri, sino la cobarde complacencia del grupo de saltillenses que llamados por él para que eligiesen gobernador, queriendo congraciarse con el victorioso caudillo lo nombraron tutor de sus destinos políticos.

54


El Golpe de Estado de Comonfort.- Vidaurrí ofrece a Juárez luchar en favor de la Constitución.- Se inicia la guerra contra los conservadores.- Ocupación de San Luis y nombramiento de Aguirre como gobernador del estado.- Don Luis de Cepeda, el rico de entonces.- La acción de Paso de Carretas y D. Miguel Blanco.

t-Á día 17 de diciembre de 1857, el presidente Comonfort, contando con la colaboración de Payno, Silíceo y Juan N. Navarro, dio el increíble Golpe de Estado al unirse a los conspiradores que encabezados por D. Félix Zuloaga, proclamaron el Plan de Tacubaya por el que se desconocía la Constitución, se dejaba en el poder a Comonfort y se disponía que tres meses después, a partir de esa fecha, se convocara a un Congreso extraordinario con objeto de formar una Constitución que fuera conforme con la voluntad nacional. Comonfort lanzó un manifiesto de apoyo al Plan de Tacubaya y mandó poner en prisión al Lie. Benito Juárez que figuraba en su gobierno como presidente de la Suprema Corte, cargo que representaba además el de Vicepresidente de la República; don Juan Antonio de la Fuente, que formaba parte del gabinete como ministro de Relaciones, al enterarse de lo que se proponía Comonfort, había renunciado desde días antes al Ministerio. El 11 de enero de 1858 Zuloaga desconoció a Comonfort y éste, arrepentido de su traición, lo primero que hizo fue poner en libertad a Juárez, que ese mismo día, acompañado de un grupo de diputados salió de la capital dirigiéndose a 55


Guanajuato, donde permaneció hasta mediados de febrero en que se trasladó a Guadalajara, a donde arribó el día 14 del citado mes para allí instalar su gobierno. Mientras esto acontecía, en el estado de Nuevo León y Coahuila se hacían aprestos para la lucha. Vidaurri dirigió una carta al presidente Juárez felicitándolo por la actitud asumida por el Indio Sublime en defensa de la Constitución, y al mismo tiempo para participarle que en breves días, al frente de mil hombres se dirigiría a San Luis Potosí; además rencoroso como era, agregaba que si no salía antes a campaña, debíase a que aún sufría las consecuencias de la guerra contra Santa Anna, y de la que tuvo que sostener contra Comonfort cuando el asunto de la incorporación de Coahuila a Nuevo León. Para el día 1°. de febrero, según anotó en su diario el coronel Manuel Valdés, las tropas del norte se encontraban en San Juan de la Vaquería, pero las vanguardias ya habían llegado a Bocas, cerca de San Luis Potosí, plaza esta última que ocuparon el día 13. En este ejército que iba a luchar por el imperio de la Constitución figuraban connotados coahuilenses. El coronel Ignacio Zaragoza, nacido en la Bahía del Espíritu Santo del territorio texano, cuando aún pertenecía a México y formaba parte del estado de Coahuila y Texas, era uno de sus jefes y el más aguerrido. Por supuesto que los resentimientos vidaurrístas seguían en pie. La carta a Juárez no era sincera. El coronel Valdés, grande admirador de Vidaurri, quien le encargaba asuntos delicados, tales como los de obtener préstamos, hizo una anotación en su diario el 10 de marzo consignando que:

56


La verdad desnuda es que en el actual gobierno no se puede poner mucha fe, y muchos de sus actos públicos se pueden citar para probar que nunca será nuestro amigo. El nombramiento que para el Ministerio de Hacienda acaba de hacer en la persona de Juan Antonio de la Fuente, es un agravio y un insulto que se le hace a Nuevo León y Coahuila.

¿En qué consistía el agravio? Desde luego, la opinión de Valdés no era sino la del gobernador, como acontece con los funcionarios inferiores que atentos al criterio que sustentan sus superiores, en la primera oportunidad que se les presenta para opinar sobre determinado asunto, del que ya escucharon la opinión del jefe, no hacen sino repetirla. Este tipo de lacayos se encuentran en todos los gobiernos, algunos tan indignos como aquel al que habiéndole preguntado un gobernador qué horas eran, no tuvo empacho en contestar: "Las que usted desee, señor Gobernador". Otra anotación, hecha dos días después por el mismo Corl. Valdés, dice que ha corrido la voz de que sería nombrado ministro de Relaciones el Lie. Juan José de la Garza; que esa versión no auguraba nada bueno para la frontera, ya que Garza era enemigo de Nuevo León y Coahuila. En realidad, Juan José de la Garza había sido de los inconformes, como bien lo dejaron asentado los diputados de Tamaulipas en el Constituyente, cuando se elevó a cláusula constitucional la incorporación de Coahui la a Nuevo León; y porque no había aceptado sujetarse al dominio de Vidaurri que, al igual que a Coahuila, le tenía echado el ojo a Tamaulipas para su loco proyecto de la República de la Sierra Madre.

57


En los últimos días del mes de enero de 1858 salieron a campaña las primeras tropas del Ejército del Norte. Las comandaba el propio Gral. D. Santiago Vidaurri y como su segundo, el aguerrido comanchero D. Juan Zuazua. La meta era San Luis Potosí, plaza que estaba en poder de José Ma. Alfaro. El día 13 de febrero, después de un combate que duró trece horas, y durante el cual se destacaron por su bravura los hombres de la frontera de Coahuila, hicieron su entrada a San Luis las tropas norteñas. La primera providencia de Vidaurri al ocupar la plaza fue nombrar gobernador de San Luis a D. José María Aguirre. A muchos de los cercanos colaboradores de Vidaurri sorprendió aquello, pues como se recordará, los tropiezos del gobernador de Nuevo León con el gobierno de Comonfort, se debieron ai hecho de que Aguirre proclamó el Plan de Ayutla un mes antes de que lo hiciera Vidaurri. Pero, precisamente a causa de su enemistad con Aguirre, lo nombraba gobernador; ignoraban que era una forma de sacarlo de Saltillo, donde la oposición al cacique fronterizo se mantenía en pie. Durante la estancia de Vidaurri en San Luis, que se prolongó del 13 de febrero al 11 de marzo, en que emprendió el retomo a la frontera poco o nada de notable ocurrió. El 15 de febrero llegó a San Luis el Gral. Miguel Blanco con cien hombres de Monclova, y el día 20, al recibirse noticia de que Vidaurri había sido electo una vez más gobernador de Nuevo León y Coahuila, hubo repiques, bailes y corridas de toros. Tal como lo dejamos asentado en el párrafo anterior, el día 11 de marzo Vidaurri abandonó San Luis. Le seguía una


pesada impedimenta compuesta en su mayor parte de carruajes ocupados por familias adineradas, que para escapar de los horrores de la guerra, aceptaron la invitación que les hizo el gobernador para trasladarse a Monterrey, en demostración de agradecimiento por las fiestas con que halagaron su vanidad en los días en que estuvo en la capital potosina. De honores iba cargado, pero escaso de dinero; por lo menos eso se desprende de la comisión que confirió al coronel Manuel Valdés, en Aguanueva, para que se adelantara al Saltillo a fin de agenciar un préstamo de quinientos pesos para socorrer a las fuerzas de la frontera de Coahuila. Saltillo estaba muy pobre, por lo que el préstamo sólo pudo obtenerse con D. Luis de Cepeda, que por entonces era el rico de la población, propietario de terrenos dentro y fuera de la ciudad que se extendían desde la falda de Zapalinamé, hasta las estribaciones del Cerro del Pueblo; los terrenos donde años más tarde se trazó la Alameda fueron donados por D. Luis y, en más de una ocasión, como consta en la correspondencia de Zaragoza y Vidaurri, el héroe pudo conseguir lo que necesitaban sus tropas gracias al desprendimiento del potentado sallillense. El caudillo conservador Gral. Miguel Miramón llegó con sus tropas a Zacatecas el lOde abril, el 12 salió con rumbo a San Luis y el 17, al tratar de forzar el paso en Puerto de Carretas, hizo contacto con las fuerzas del norte que mandaba el coronel Zuazua. Aquí es preciso hacer una serie de pertinentes aclaraciones. La acción de Puerto de Carretas fue considerada por los conservadores como una victoria, 59


pero la verdad es que en esa acción registraron pérdidas muy superiores a las que tuvieron los liberales; y, si como luego se verá, el coronel Zuazua no se amedrenta, el resultado pudo ser distinto; tanto, que posiblemente la cruenta guerra allí hubiese terminado. Pero, vayamos por partes. Para llegar a San Luis Potosí, Miramón tenía que cruzar a cualquier precio por el Puerto de Carretas. La vanguardia liberal en el mencionado paso, la cubrían las tropas de los coroneles José Silvestre Aramberri y Lie. Miguel Blanco; el primero mandaba el regimiento de rifleros de Nuevo León y el segundo, que llevaba como alférez a Ildefonso Fuentes, el regimiento rifleros de Monclova. El encuentro fue terrible; las cargas de Miramón y sus hombres se estrellaron contra los valientes soldados fronterizos. El coronel Zuazua recorría el campo animando a sus soldados; los conservadores caían cegados por el fuego de los liberales. Pero cuando ya el triunfo estaba a la vista, inexplicablemente empezaron a desfilar en retirada las fuerzas norteñas que cubrían el ala izquierda. Zuazua fue a indagar la causa, pero ya no regresó ni con la razón. Todavía se sostuvieron Aramberri y Blanco cuatro horas más, hasta que convencidos de que habían sido abandonados decidieron retirarse también. Dejemos la palabra al coronel Blanco -pág. 12 de Rectificaciones Históricas, J. S. Ponce de León, impresor, Callejón de Santa Clara No. 6, letra A, 1871, México- para que nos relate el suceso: Fuimos a dormir al rancho de Bocas, distante cosa de tres leguas. Allí vino el Coronel Zuazua, de la hacienda del mismo nombre, a donde había hecho alto con las fuerzas 60


que se habían retirado. Entonces, referidas por él mismo, supimos las causas de esta retirada. Instruyendo al mayor general de la División -jefe de Estado Mayor- de cómo habfa de hacerse el movimiento y presentarse la batalla, este jefe hizo la reflexión de que era muy expuesta ta empresa que íbamos a acometer, por nuestra inferioridad al enemigo en número y armamento, (que) venía fuerte (en) cuatro mil hombres y doce piezas de artillería, mientras que nosotros no pasábamos de mil quinientos, sin una pieza de artillería; pero desvaneció sus temores el coronel en jefe manifestándole que el terreno escogido para la batalla, estaba bien estudiado y era favorable, que el enemigo iba a sufrir una sorpresa que debía desconcertarle y desmoralizarlo, y todo esto contribuir a su derrota, no obstante su superioridad material; que en todo evento podíamos retirarnos sin peligro, ganando mucho aun en este caso, contra la moral del enemigo, para lo cual iríamos todos bien montados y sin embarazos de ninguna clase... Desgraciadamente el mayor general no conocía a fondo el espíritu de ios hombres de la frontera ni la táctica de la guerra del desierto, que en aquella ocasión se nos brindaba con todas las ventajas para un triunfo más espléndido que el que se obtuvo, pues era la primera vez que mandaba fuerzas de la frontera. Le parecía que se había hecho mucho rechazando dos veces a! enemigo, causándole pérdidas considerables de muertos, heridos, prisioneros y dispersos y que no debía exponerse tanto bien conseguido, por lo que creyó llegado el caso de la retirada; que se resolvió retirarse con todas las fuerzas que estaban a su alcance, esperando que todos seguirían el movimiento... Supimos también de! coronel en jefe, que cuando se dirigió a las fuerzas que se retiraron lo hizo con intención de volverlas a sus posiciones; pero que después le pareció peligroso hacerlas ejecutar un cambio brusco de movimiento en aquellas circunstancias, y consideró preferible seguir el que llevaban para no exponer lo ganado, esperando que también haríamos otro tanto.

61


Zuazua, en el parte que rindió a Vidaurri sobre aquella ... gloriosa jomada, en que a porfía se distinguieron todos los ciudadanos que componen la sección que me honro mandar no puedo dejar de hacer una mención especial del Sr. Coronel del segundo regimiento D. José Silvestre ArambeiTÍ, porque sus servicios en esta vez han sido de los de más mérito y del Sr. Coronel de! 3°. Lie. D. Miguel Blanco, que con el regimiento de su mando defendió bizarramente el flanco derecho de mi campo, arrollando al enemigo que en número de 800 hombres se le echó encima con la mayor obstinación, y persiguiendo (al enemigo) hasta ponerlo en completa dispersión.

Por cierto que las rectificaciones escritas por el Gral. Blanco, tuvieron como origen los errores en que incurrió D. Juan de Dios Arias en su Reseña histórica de la formación y operaciones del Cuerpo del Ejército del Norte, cuando en un afán de aumentar las glorias guerreras del Oral. Escobado -frescos aún los laureles de Querétaro-, afirmó que en la acción de Puerto de Cartelas, librada al principio de la Guerra de Reforma, el vencedor de Maximiliano había cubierto con su regimiento la derecha de la línea de batalla. Blanco, con apego a la verdad y por el honor de Coahuila, hizo la rectificación en los siguientes términos; ...el historiador -Arlas- cuando habla de funciones de armas del primer Ejército del Norte, hace mención solamente de las fuerzas de Nuevo León olvidándose de las de Coahuila que también concurrieron a todas. Esto, que para otros no tendrá importancia alguna, sí !a tiene para mí que, hijo de Coahuila, no debo dejar pasar esta omisión que lo pudiera hacer aparecer como sin

62


participación en las glorias de la Guerra de la Reforma. En la función de armas de Carretas, acaecida el 17 de abril de 1858, cubrió el ala derecha de la línea de batalla el regimiento de rifleros de Monclova, del que yo era Coronel, y al que no había ingresado todavía el teniente coronel Escobcdo.

63


Zuazua ocupa Zacatecas y manda fusilar a Landa.~ "Conozco a los mexicanos como si tos acabara de desensillar".-Métodos de Vidaurri para reclutar soldados y arbitrarse fondos.- ios dos Migueles Blanco crean una confusión histórica. ~ Si Vidaurri no recibe a cañonazps a Juárez-..- Palabras de D. Santiago Rodríguez,

iVliramón arribó a San Luis, Zuazua, que dio la impresión de que se retiraba hacia el norte, dejando la atención del enemigo a cargo de Zayas y Zaragoza, marchó con rumbo a Zacatecas que estaba en poder de Mañero. El día 27 de abril, el viejo comanchero de Lampazos, a la cabeza de tres mil hombres y llevando como jefes a Blanco y Aramberri, después de un cómbate de diez horas ocupó la plaza, haciendo prisioneros a los jefes conservadores Mañero y Antonio Landa que, como se recordará, fue el que estuvo a punto de asesinar al presidente Juárez en Guadalajara. Mañero y Landa fueron fusilados tres días después de su captura. La situación cada vez se tomaba más sangrienta. Miramón abandonó San Luis para ir a atacar Guadalajara, plaza que abandonada por Degollado, ocupó ei día 23 de junio; pero el 30 del mismo mes, la plaza de San Luis, que había estado bajo la comandancia de Osollo -muerto de fiebre el 8 del mismo mes- cayó en poder del Ejército del Norte. La victoria de San Luis llenó de euforia a Vidaurri. En la carta enviada a Zuazua el 12 de julio, con tal motivo, así lo demuestra; pero además demuestra cuál era su verdadera condición como caudillo y como liberal:

65


Yo muy contento, la toma de San Luis mucho bueno. Te felicito a lo yankee, porque esas gallinas de México me llaman ayankado para dar valor a su causa y desacreditar la mía. Mas, qué importa; tú vas adelante, y tan adelante, que para que no me dejes atrás pienso empujarte hasta Querétaro avanzando yo a San Luis donde fijaré mi cuartel general. Cuando el ejército, el clero y la afeminada juventud de México -los polkos de la época de Santa Anna- te vean a sus puertas, temblarán como la hoja en el árbol agitado por el viento. Ya difundiste el terror, Juan, y hasta los puros juaristas, gente que por menguada no es de mi devoción, se posternarán a tus plantas pidiéndote gracias y mercedes en nombre de la libertad. Tus cinco víctimas de Zacatecas: Mañero, Drechi, Aduna, Landa y Gallardo, serán cinco fantasmas que entre Carretas y Monterrey se levantarán para impedir el paso de la reacción. Conozco a los mexicanos como si los acabara de desensillar; perdona lo vulgar de la frase, la uso por lo significativa y por ser tu refrán favorito. Ya vi el decreto que expediste para tranquilizar a los potosinos. La ciudad maldita, Juan, cuenta en su seno muchos egoístas que no son puros ni conservadores, sino personistas y nada más. Tengo aquí multitud de cartas de esos hombres y ¿qué te figuras que piden? Que les asegure que sus casas no serán saqueadas, bajo cuya garantía se declararán constitucionalislas. ¿Podías imaginarte semejante petición? Sin embargo, como en política de todo deben aprovecharse los que estamos llamados a regir los destinos de un gran pueblo, les he contestado que te pasaré una nota acompañándote la lista de los individuos cuyas casas deben respetarse. Tú harás de ella el uso qué te parezca, después nos serviremos de sus capitales para consolidar nuestro gobierno. Los préstamos que impusiste en Zacatecas pidiendo la bolsa o la vida te allanaron el camino a San Luis; y te lo allanarán también en Guanajuato y a donde quiera que te presentes. Ya saben cuál es tu temple; sigue pidiendo dinero o cabezas y te aseguro que

66


reuniremos más de sesenta millones de duros. Como no todos los que tienen qué perder se resuelven a tomar las armas para defender sus propiedades, se han dado tal amilanada con tus degüellos, que risa da leer las cartas suplicatorias que de todos lados se me dirigen, ofreciendo cada cual según sus proporciones el dinero que necesite. Las cosas marchan, Juan; no aflojes garrotazo y adelante.

En la misma carta, el cacique de Nuevo León le cuenta cómo hace él para reclutar soldados: Yo recinto gente aquí poniendo presos a los niños y a las mujeres; ocurren sus padres o sus hermanos a saber de ellos y si son de buena edad, pongo libres a los niños y a las mujeres y paso inmediatamente por caja a sus deudos. Observa igual conducta en el interior y no dudes que antes de un mes has levantado cincuenta mil hombres. Con ese ejército puedes acercarte a la orgullosa capital, que desdeña mi presencia, pero que la sufrirá de grado o por fuerza.

Otros consejos, con idéntica filosofía imparte Vidaurri a su segundo, pero al final de su carta, le encarece no mostrarla ni a Aramberri; que una vez leída la coloque como munición en su carabina y la dispare sobre el primer enemigo que se le atraviese. "Así -dice- quedará mi secreto siempre oculto en el pecho de un revolucionario". El contenido de la carta, los temas que trata, son tan absurdos, que a primera vista parece la invención de un enemigo político. Pero si comparamos su redacción, las ideas en general, con la que envió de San Luis al Gral. Miguel Blanco el 10 de septiembre, tanto el tono como las instrucciones que en ella figuran son de la misma factura que las enviadas

67


a Zuazua. A Juan, que es su íntimo, su incondicional, su socio, en una palabra, le dice que siente haber insultado a! ejército y al clero y haber difundido el terror entre todos los propietarios, pero que, después de todo, ello no importa, ya que no busca gloria, sino "dinero, dinero y más dinero". A Blanco, en la carta a que nos referimos, le reitera que lo que él necesita -Vidaurri- son recursos, recursos y más recursos. Miguel Blanco era abogado, nativo de Monclova; su padre, don Víctor Blanco, se había distinguido en la política del país luchando por la Independencia; en 1821 era alcalde de la villa de Monclova y del 30 de mayo de 1826 al 27 de enero de 1827, fue gobemadordeCoahuilay Texas; y según consta en un laudo dictado por Santa Anna en 1834, había sido senador y en la época mencionada era diputado suplente. En un informe rendido por don Víctor sobre la lucha que sostenían sus fuerzas con los indios asaltantes de pueblos, menciona entre los heridos, en un encuentro que tuvo lugar en las inmediaciones del Saltillo el lOde enero de I840,asu hijo mayor. Su hijo mayor no era otro que Miguel, que si bien estudió y se recibió de licenciado, no fue menos la experiencia que adquirió como comanchero en los desiertos de! norte de Coahuila. Precisamente, esa experiencia obtenida en la lucha contra los bárbaros, habría de ser decisiva para los norteños en la Guerra de la Reforma primero, y más tarde en la Intervención, cuando los temibles legionarios, acostumbrados a la lucha cuerpo a cuerpo en el África, vinieron a toparse con los fronterizos, acostumbrados a su vez, a la lucha personal contra los salvajes.


Por testimonios aportados por D. Daniel Menchaca, ilustre historiador monclovita, sabemos que Miguel Blanco, luchó contra los invasores estadounidenses en 1846, y que al proclamarse el Plan de Ayutla por Comonfort, y meses después el Plan de Monterrey por Vidaurri, Blanco, que figuraba con el grado de coronel en la Guardia Nacional de Monclova, se sumó al gobernador de Nuevo León que una vez que aceptó el cargo de gobernador de Coahuila, para tratar los asuntos correspondientes a esta última entidad, lo nombró secretario de Gobierno. El mismo historiador, al trazar los rasgos biográficos de Blanco, entre sus fuentes de consulta nos da el relato de Baltasar de Hoyos, alférez que figuró en las fuerzas de Monclova. Por cierto que en la parte relativa, dice que De Hoyos desempeñó el empleo de secretario del coronel Blanco desde su salida de Monclova el 16 de marzo de 1858 hasta el 8 de febrero de 1859. La fecha de salida de Monclova es inexacta: el coronel Manuel Valdés, que andaba con Vidaurri era, además, primo de Blanco, en su diario anotó el día 15 de febrero de 1858: "Llegó el coronel Blanco esta tarde con cien hombres de la frontera de Coahuila". Don Miguel Blanco, fue hombre patriota y culto; su adhesión al Plan Restaurador de la Libertad, de Vidaurri y su aceptación de la Secretan'a General de Gobierno para los asuntos de Coahuila, se ajustaban a su credo liberal; pero su condición de hombre civilizado pronto chocaría con la ensoberbecida vanidad del cacique de Nuevo León.

69


Tenía la creencia de que los planes de D. Santiago Vidaurri, general en jefe del ejército del Norte, entrañaban miras de ambición personal de parte de este señor, y no quería yo servir de instrumento a su elevación, mucho menos a precio de sangre, es decir, por medio de la guerra; así es que cuando abrimos la de Reforma, me hice el propósito de ponerme fuera de su dependencia en la primera oportunidad que se me presentara [escribió años más tarde el Gral.'Blanco].

La carta de Vidaurri, a que ya nos hemos referido, en donde le ordena, con despótica insolencia que regrese a su lado; y el desastre de Ahualulco, que de la misma manera que la acción de Puerto Carretas pudo haber acelerado el triunfo de la Reforma, esta derrota ignominiosa la retardó, decidieron de una vez por todas la conducta de Blanco. El desastre de Ahualulco se debió a Vidaurri, escribiente afortunado y audaz, era ignorante estratega de las cosas de la guerra. El mismo corone! Valdés -cuyo diario hemos seguido en muchos detalles aclaratorios- no pudo soportar las "genialidades" de su admirado gobernador y así lo escribió el día 29 de septiembre; Los responsables de la derrota son el Sr. Vidaurri, y su segundo en jefe D. Eduardo M. Cerdán. A la cabeza de los que abandonaban el campo, iba Vidaurri. El Sr. Vidaurri, con ios que le acompañaban, van a matacaballo aunque todos sabemos que nadie nos sigue.

La carta particular que personalmente, con el coronel Antonio de Santiago envió Vidaurri al Gral. Blanco, aparte de su tono majadero, contiene instrucciones indignas de un liberal. Está 70


fechada el 10 de septiembre en San Luis Potosí; es decir, 19 días antes de la derrota en Ahualulco. En ella le dice; Espero no volver a tener otro disgusto con la separación de usted a tan larga distancia, sin mi consentimiento. Ya oficialmente digo a usted lo que ha de hacer con la Sección que pongo a sus órdenes y espero que no se asuste ni ande con consideraciones y lenidad. Se necesitan recursos, y sólo recursos para acabar de una vez con la reacción; y para obtener eso que se necesita, debe usted aprehender a todo el que de cualquier manera se haya declarado en contra de la Constitución y a los ricos, y hacerlos marchar pie a tierra para la frontera, diciéndoles que esto se hace para castigarlos por lo que han hecho, para tener garantías contra la matanza que hacen los reaccionarios, y para obligar a éstos a dar paz a la República sin más efusión de sangre. No debe usted hablarles cosa alguna de préstamo -dice más adelante- ni decirles que contribuyan para la guerra; lo que sí debe hacer, es que reducidos a prisión, hacer que al día siguiente se pongan en camino y pie a tierra sin consideración de ninguna clase y sin hacer caso de lloros y súplicas, Esa conducta hará que ofrezcan a usted rescate y entonces calculando usted por las proporciones de cada uno, exigirá lo que deba para alcanzar la libertad; pero siempre poniendo plazos cortos y manifestándose inflexible. De otra manera nada habremos hecho y vale más retiramos a nuestras casas. Repito a usted que sólo necesitamos recursos y muchos, por lo menos para dos meses y usted es el que los ha de proporcionar y, pronto; el medio para ese objeto ya se lo doy, la ejecución le corresponde a usted así como el presentar el resultado, que no es difícil si como le digo de oficio, cumple aun con escrúpulos mis instrucciones, pues de San Juan de los Lagos, de León y Guanajuato, hay mucho de dónde sacar

71


el entredicho en que estuvo el preclaro monclovense durante un siglo, desaparece; el traidor, condenado a un año de prisión fue el Miguel Blanco yucateco; el Miguel Blanco coahuilense jamás dejó de ser un patriota. Muchos se preguntarán el por qué Blanco no acompañó a Juárez en su viaje a Coahuila. Sencillo: en primer lugar no era un adocenado; en segundo, ai llegar a San Luis, iba enfermo; y en tercero, la razón más valedera a un juicio, es que iban a penetrar a territorio dominado por Vidaurri, de quien haciendo caso omiso de sus órdenes terminantes, Blanco se había separado. Lo cierto es que Vidaurri sólo dejó de tener poder hasta después que el presidente Juárez decretó la separación de Coahuila de Nuevo León, pero no debe olvidarse que al llegar el jefe de la nación a Saltillo y presentársele un grupo de ciudadanos solicitando la independencia de Coahuila de Nuevo León argumentando lo sospechoso de la conducta del gobernador del estado, el Primer Magistrado manifestó que primero iría a Monterrey para aclarar el punto principal, que era e! de aquella conducta. O lo que es lo mismo, que si Vidaurri en vez de secuestrar la artilleria de Doblado y recibir a Juárez hostilmente lo recibe con las atenciones y los honores debidos a su dignidad de Presidente de la República, es posible que hasta la fecha Coahuila continuaría formando parte del vecino estado de Nuevo León. La participación del pueblo de Coahuila en la Guerra de Reforma fue impresionante. Como que olvidó sus agravios para consagrarse a la defensa de la Constitución que no obstante que había sido el argumento legal para despojar al estado de su independencia, comprendía que la Carta Magna, 74


fechada el 10 de septiembre en San Luis Potosí; es decir, 19 días antes de la derrota en Ahualulco. En ella le dice; Espero no volver a tener otro disgusto con la separación de usted a tan larga distancia, sin mi consentimiento. Ya oficialmente digo a usted lo que ha de hacer con la Sección que pongo a sus órdenes y espero que no se asuste ni ande con consideraciones y lenidad. Se necesitan recursos, y sólo recursos para acabar de una vez con la reacción; y para obtener eso que se necesita, debe usted aprehender a todo el que de cualquier manera se haya declarado en contra de la Constitución y a los ricos, y hacerlos marchar pie a tierra para la frontera, diciéndoles que esto se hace para castigarlos por lo que han hecho, para tener garantías contra la matanza que hacen los reaccionarios, y para obligar a éstos a dar paz a la República sin más efusión de sangre. No debe usted hablarles cosa alguna de préstamo -dice más adelante- ni decirles que contribuyan para la guerra; lo que sí debe hacer, es que reducidos a prisión, hacer que al día siguiente se pongan en camino y pie a tierra sin consideración de ninguna clase y sin hacer caso de lloros y súplicas. Esa conducta hará que ofrezcan a usted rescate y entonces calculando usted por las proporciones de cada uno, exigirá lo que deba para alcanzar la libertad; pero siempre poniendo plazos cortos y manifestándose inflexible. De otra manera nada habremos hecho y vale más retirarnos a nuestras casas. Repito a usted que sólo necesitamos recursos y muchos, por lo menos para dos meses y usted es el que los ha de proporcionar y, pronto; el medio para ese objeto ya se lo doy, la ejecución le corresponde a usted así como el presentar el resultado, que no es difícil si como le digo de oficio, cumple aun con escrúpulos mis instrucciones, pues de San Juan de los Lagos, de León y Guanajuato, hay mucho de dónde sacar

71


y por lo menos espero que se proporcione usted medio millón. Le repito que no se asuste, ni tenga consideraciones, ni atienda a las súplicas y lloros.Blanco no esperó ni un minuto más. Comunicó su decisión al Lie. D. Simón Guzmán, gobernador del Estado de México, de que aceptaba la sugestión que se le había hecho días antes para atacar la capital de la República y, acompañado de los jefes Escobedo, de la brigada de Rifleros, Marcucci, de la artillería y de los jefes Pinzón, Pueblita y León, atacó a la capital los días del 14 al 17 de octubre en que se retiró no por haber sido rechazado, sino por no haber recibido la ayuda económica y personal que los liberales capitalinos habían ofrecido prestar en el momento mismo en que se presentaran las tropas constitucionalistas. Y es que los liberales de la capital, como los revolucionarios de 1910 y 1913 y los izquierdistas de la época, han sido y son de la misma estirpe: ¡de café! Blanco no volvió a Monterrey. Se fue a operar con D. Santos Degollado, distinguiéndose por su valor y prudencia y sobre todo por su probidad, a pesar de la tonta acusación de que fue objeto cuando, de acuerdo con Epitacio Huerta mandó fundir los candelabros de la Catedral de Morelia. Más tarde lo encontramos, en 1862, desempeñando la cartera de ministro de Guerra. Fue Blanco quien recibió el parte del Gral. Zaragoza anunciando la victoria de Puebla y cuando el presidente Juárez en 1863 abandonó la capital, con rumbo a la frontera, entre sus acompañantes se contaba al Gral. Blanco. Por cierto que como no siguiera en compañía del Presidente, sino que se fue a Tamauíipas y posteriormente a

72


Zacatecas, ciudad que defendió a principios de 1867, al lado de Miguel Auza; y como después del Sitio de Querétaro, al ser requeridos por el Gral. Porfirio Díaz para que se presentasen ante su cuartel todos aquellos que hubiesen desempeñado algún cargo durante el Imperio, entre los qUe se presentaronfigurabaun Gral. Miguel Blanco, hizo suponer a muchos, entre ellos a mi ilustre amigo el historiador Daniel Menchaca, de Monclova y por ende, paisano de Blanco, que el citado Hberal reformista y republicano insobornable, había servido al Imperio durante ese periodo que va de 1864 a 1867. La verdad sobre el asunto es la siguiente: Que había dos Miguel Blanco; el uno, hermano gemelo del Oral. Santiago Blanco, exministro de la Guerra de Santa Anna, yucateco de origen e ingeniero artillero de profesión; el nuestro, nativo de Monclova, abogado de profesión y el que, entre sus galardones miles, contó con el haber participado en el propio Sitio de Querétaro, como lo atestigua su hoja de servicios en la cual, folio 150, hay la siguiente anotación: "Queda plenamente comprobado que el Gral. Miguel Blanco no reconoció, ni prestó directa ni indirectamente servicio alguno a la Intervención y al Imperio". Sin embargo, la circunstancia de llamarse igual que el yucateco intervencionista -y bravo para los centavos, como lo comentó Maximiliano en su diario- hizo que durante un siglo pesara sobre su memoria esclarecida la duda de si habría sido traidor a la República. El historiador Menchaca, a que me he referido, en el Simposium de Historia celebrado recientemente y que dio lugar a este relato, manifestó que no se explicaba ni había podido encontrar justificación alguna a la actitud claudicante del Gral. Blanco, y que le parecía sencillamente absurda su determinación de reconocer el Imperio. Ahora,

73


el entredicho en que estuvo el preclaro monclovense durante un siglo, desaparece; el traidor, condenado a un año de prisión fue el Miguel Blanco yucateco; el Miguel Blanco coahuilense jamás dejó de ser un patriota. Muchos se preguntarán el por qué Blanco no acompañó a Juárez en su viaje a Coahuila. Sencillo: en primer lugar no era un adocenado; en segundo, al llegar a San Luis, iba enfermo; y en tercero, la razón más valedera a un juicio, es que iban a penetrar a territorio dominado por Vidaurri, de quien haciendo caso omiso de sus órdenes terminantes, Blanco se había separado. Lo cierto es que Vidaurri sólo dejó de tener poder hasta después que el presidente Juárez decretó la separación de Coahuila de Nuevo León, pero no debe olvidarse que al llegar el jefe de la nación a Saltillo y presentársele un grupo de ciudadanos soHcitando la independencia de Coahuila de Nuevo León argumentando lo sospechoso de la conducta del gobernador del estado, el Primer Magistrado manifestó que primero iría a Monterrey para aclarar el punto principal, que era el de aquella conducta. O lo que es lo mismo, que si Vidaurri en vez de secuestrar la artillería de Doblado y recibir a Juárez hostilmente lo recibe con las atenciones y los honores debidos a su dignidad de Presidente de la República, es posible que hasta la fecha Coahuila continuaría formando parte del vecino estado de Nuevo León. La participación del pueblo de Coahuila en la Guerra de Reforma fue impresionante. Como que olvidó sus agravios para consagrarse a la defensa de la Constitución que no obstante que había sido el argumento legal para despojar al estado de su independencia, comprendía que la Carta Magna, 74


en su parte fundamental representaba el pensamiento y la voluntad de la nación. Y además, porque guardaba como un tesoro de invaluable valor cívico, las palabras pronunciadas por el integérrimo D. Santiago Rodríguez cuando, al dejar el gobierno como consecuencia de la aprobación por el Constituyente de la incorporación a Nuevo León, recomendó a los coahuilenses: Confiad en el tiempo, en la justicia de vuestra causa y en el esfuerzo legal para hacerla triunfar; los motivos que han obrado en su contra son efímeros y si tenéis unión y en vuestros corazones permanece indeleble el sentimiento de independencia de la patria, al fin la obtendréis; porque os servirá de apoyo la conveniencia de la República y porque el pueblo que quiere ser libre lo es.

75


Ignacio Zaragoza y "sus" hermanos Anacleto R. Falcan y Gregorio Galindo.- ¿Julián Quiroga era hijo natural de Santiago Vidaurri?- Dos acuerdos del Ayuntamiento de Saltillo.- El Lie. De la Fuente autor de la Ley de Libertad de Cultos.- "Más vale una guerra que dos".El oro del clero en la Reforma.

J-/S a través de hombres representativos queCoahuila hace acto de presencia en aquella cruzada. En ella participaron Miguel Blanco, al que ya nos hemos referido en capítulo anterior; también brindó su concurso Ignacio Zaragoza que viera la luz primera en Bahía del Espíritu Santo, cuando esa población texana, junto con el territorio de Texas, formaba parte del estado de Coahuila y Texas. La biografía del indómito chicano es toda una lección de patriotismo y cada año se le recuerda por su gesta extraordinaria cuando a su voz, los soldados mexicanos rompieron el sortilegio de invencibles que envolvía a los soldados del ejército francés al que se consideraba el primero en el arte de la guerra y, por su bravura, en el mundo. Ignacio Zaragoza fue e! segundo de los nueve hijos del matrimonio formado por el veracruzano capitán Miguel Zaragoza Valdés y la bella joven nativa de Béjar doña María de Jesús Seguín.' Nació en el punto mencionado el 24 de marzo de 1829 y cuando estuvo en edad de cursar estudios, ' Entre las leyendas que corren por la frontera del norte de Coahuila, figura la de que Zaragoza era hijo de un francés apellidado Renier, el cual al morir dejó en la orfandad a dos hijos: Ignacio y Anacleto; que el primeroftieadoptado por el

77


fue enviado a Matamoros y después al Seminario Conciliar de Monterrey que abandonó para acompañara su señor padre que fue destinado a Zacatecas. Eran los días de la Invasión Americana; Ignacio, todavía un niño, eleva solicitud para ser encuadrado como cadete en el Regimiento de Húsares "deseoso de contribuir en alguna manera a la defensa de su cara Patria que la ve hoy en peligro". En 1848 vuelve la familia a Monterrey. Ignacio Zaragoza se emplea en el comercio de D. Felipe Sepúlveda. Ya no vestirá más la sotana negra ni la banda celeste del Seminario, pero tampoco habrá de conformarse con su nuevo destino. "Ni Minerva ni Mercurio estaban señalados para presidir los destinos del joven Zaragoza" dice el historiador regiomontano Israel Cavazos Garza. Y agrega: "Marte se hallaba al acecho". En 1851 -afirma el maestro Federico Berrueto Ramóningresa Zaragoza a la Guardia Nacional de Nuevo León; y en 1852, el 12 de marzo, al celebrarse la elección para nombrar oficiales y sargentos del Batallón de la Guardia Cap. Zaragoza y el segundo por un señor de apellido Falcón. El Prof. José de la Luz Valdés, recogió otra versión que asegura que el coronel Gregorio Galindo, que fue gobernador de Coahuila, también era hermano de Ignacio Zaragoza; y el maestro Federico Berrueto Ramón, su principal biógrafo, comentaba con el autor de este trabajo que en efecto, el héroe del 5 de Mayo era físicamente distinto a sus hermanos y que en cambio, como lo sostienen los parientes de D. Anacleto R. Falcón (la R. de Renier), entre ellos el Oral. Roberto SÍUer Falcón, e! parecido entre Ignacio y Anacleto era asombroso. 78


Nacional Sedentaria de Monterrey, se le designa capitán de la Primera Compañía de Fusileros. Al proclamar Vidaurri en mayo de 1855 el Plan Restaurador de la Libertad, Zaragoza se une con sus fuerzas al movimiento. Dos meses después, el 23 de julio del propio año, al terminar el combate librado por las fuerzas de Vidaurri contra las del Gral. Güitián en el rancho de las Varas, en las afueras del Saltillo, Zaragoza es ascendido al grado de coronel. La carrera de militar de Zaragoza es fulgurante. Toma parte en casi todas las acciones libradas por el Ejército del Norte y cuando después del desastre de Ahualulco de Pinos regresaron a Monterrey las derrotadas tropas de Vidaurri y se organizó el batallón derifleroscon el que Quiroga derrotó a Joaquín Miramón en Rincón de Romos, con él iba Zaragoza. Este batallón, puesto después bajo su mando, habría de realizar feliz campaña por la región del Bajío empujando al enemigo hasta Guadalajara, lo que le valió que el 8 de marzo de 1859 Degollado confiriera a Zaragoza el grado de general de Brigada. Un incidente provocado por el coronel Julián Quiroga durante su estancia en Galeana, donde en medio de orgías alcohólicas afirmaba que pronto echaría del gobierno al Gral. Vidaurri, y la negativa de Degollado para capturar a Quiroga y enviarlo, como le pedía Vidaurri, a Monterrey para castigarlo, despertaron la cólera del cacique norteño. Sucede que Quiroga, ante el temor de ser aprehendido por gente de Vidaurri en San Luis, a donde se le había ordenado marchar, en vez de cumplir la expresada orden tomó el rumbo de Zacatecas. Con ese motivo Vidaurri le escribió a Zaragoza.

79


En la misma forma como en su oportunidad trató a Blanco, pretende hacerlo ahora con él. Le imparte instrucciones, con la recomendación de que haga lo que le ordena aunque lo considere "contrario a sus convicciones y sentimientos". Zaragoza no tiene que pensarlo mucho; él más que nadie, conoce a Vidaurri al que respeta como su jefe; pero considerando que el gobernador de Nuevo León, antepone a los intereses de la causa y de la patria misma, sus odios contra los liberales y su ambición personal que siempre lo llevaron a cometer tanto desatino, no duda un solo momento. Sin embargo, más para impedir que sus violencias dañaran el movimiento de Reforma, que para sincerarse por no obedecer sus inaceptables instrucciones, Zaragoza se traslada a la Sultana del Norte. Tratará de convencer a Vidaurri de lo inconveniente que resulta disputar con el jefe del Ejército Federal don Santos Degollado, por qué no se le permite a él saciar su venganza con Quiroga.^ Cuando arriba a Monterrey, Zaragoza se encuentra con la novedad de que el gobernador ha expedido con fecha 5 de septiembre, un decreto disponiendo que todas las fuerzas de Nuevo León y Coahuila que se encontraban en campaña, fueran concentradas en Monterrey. Por esa orden descabellada Degollado destimye a Vidaurri y designa al coronel J. Silvestre Aramberri para ocupar la Gubematura y Comandancia Militar de Nuevo León y Coahuila; al mismo tiempo, comisiona a Zaragoza, para hacer Otra leyenda asegura que Quiroga era hijo natural de Vidaurri y que para evitar fiíera castigado, posiblemente ñisilado, fue que exigió su envío a Monterrey.


cumplir esta disposición. Y lo hizo: el 25 de septiembre extendió pasaporte a Vidaurri para abandonar la Cd. de Monterrey y el país, a la vez que comunicó a todas las poblaciones del estado las medidas que había tomado en bien de la causa nacional. En la sesión celebrada del día 26 de septiembre de 1859 por el ayuntamiento de Saltillo, se dio cuenta con la circular de Zaragoza por la que daba a conocer la destitución de Vidaurri y el nombramiento de Aramberri para sustituirlo. D. Eugenio de Aguirre, alcalde primero de Saltillo, al informar al cabildo lo anterior, manifestó que debido a los vmculos oficiales y pereonaies que lo ligaban con el Gral. Vidaurri, se eximía de expresar su opinión sobre el asunto; pen? elregidorJuan Valdés Ramos, de las confianzas del alcalde, sí la expresó: dijo que ni Zaragoza ni Degollado tenían derecho para imponer gobernador y que proponía que el ayuntamiento rechazara los actos que comunicaba Zaragoza. La propuesta de Ramos fue bizarramente aprobada. Ignoramos qué circunstancias obraron, lo cierto es que al día siguiente 27 de septiembre, otro era el panorama político. En una nueva sesión del ayuntamiento presidida por D. Jesús García de León y con la participación del pueblo, "para nivelar la opinión de los saltillenses en tan grave negocio", don José María Carrillo solicitó que el pueblo y las autoridades respaldaran a Zaragoza y reconocieran a Aramberri como gobernador. "El año de 1859 -dice el maestro Federico Berrueto Ramónfue para el México liberal el año de las grandes definiciones, pero también el de los más peligrosos apremios del exterior". En efecto, después del intento de Landa de asesinar a Juárez en

81


Guadalajara, acompañado de sus ministros se embarcó el Primer Magistrado en Manzanillo el 14 de abril de 1858 cotí destino a Veracruz vía Acapulco-Panamá-La Habana y Nueva Orleans. Arribó al heroico puerto jarocho el 4 de mayo y estableció allí su gobierno. Todo el resto del año de 1858 lo consagró el presidente Juárez a organizar la administración y, sobre todo, a dirigir la lucha contra la reacción; pero un año después en juho de 1859, expide las Leyes de Reforma. A su lado, apoyándolo con su consejo y su adhesión está D. Juan Antonio de la Fuente, ministro de Gobernación. Más tarde, cuando un amigo personal del presidente Juárez, D. Miguel Castro, le aconseja suspender las Leyes de Reforma, contestará el Benemérito: No se puede derogar ni una letra de esas leyes porgue sería atentar contra la Reforma; el nombre del Señor Fuente se inmortalizará por el enorme servicio que con su trabajo ha prestado a sus compatriotas.

Y así ha sido. El pueblo de México recuerda con devota admiración a todos los que al lado de Juárez vivieron la gran epopeya; recuerda a De la Fuente, cuya sabiduría y civismo le permitieron señalar al país los caminos de su destino histórico, de su verdadera independencia espiritual. Juan Antonio de la Fuente desde la más temprana edad dio muestras de una clara, despierta inteligencia. Vio la luz primera bajo los límpidos cielos saltillenses el 3 de junio de 1814, y cuando murieron sus padres, don José Antonio de la Fuente y doña Victoriana de Cárdenas, Juan Antonio, que

82


contaba a la sazón siete años de edad, quedó al cuidado de su tío D. Ignacio, hombre laborioso, pero de penuria tal que le impedía educar al chico; por ello, tal vez, quiso que su sobrino aprendiera el oficio de sastre, colocándolo para tal objeto en una sastrería. Pero el destino del muchacho era otro: dos buenos vecinos, los señores D. José Siller y D. José Ma. Valle, que habían advertido en Juan Antonio los signos del talento, lo tomaron bajo su cuidado; lo llevaron con D. José María Valdés, párroco lugareño para que le enseñara las principales letras y en su oportunidad, al Seminario Conciliar de Guadalajara, posiblemente con el deseo de que se consagrara al sacerdocio; mas De la Fuente, después de cursar tres años de medicina, en 1837 terminó la carrera de abogado. Vuelto a la ciudad nativa, el joven abogado se dedicó a asuntos de su profesión. Por esa época no debe haber habido muchos litigios, pero tampoco había muchos abogados. En 1848 se hizo un censo para saber cuántos abogados había en Coahuila y la lista apenas si llegó a nueve: Miguel de la Garza y Garza, Francisco de Paula Ramos, Juan N. de Arizpe, Policarpo Velarde, Antonio Valdés Carrillo, Miguel Blanco, Jesús González, Rafael de la Fuente y don Juan Antonio de! mismo apellido. Que el Lie. De la Fuente destacó entre sus colegas, no hay duda. Apenas tres años después de vuelto al sotar de sus mayores, se le nombró diputado al Congreso Nacional; fue allí, donde más por sus convicciones que por su juventud, se dio a conocer políticamente. Santa Anna, cuya administración fue criticada por el diputado saltillense, ordenó su expulsión del Congreso y de la ciudad de México.

83


Al proclamarse el Plan de Ayutla, el Lie. De la Fuente, junto con Andrés y José María Aguirre se adhirió a la Revolución. Para ellos, el liberalismo no constituía una simple empresa política; sino que, hombres de su tiempo, en el liberalismo encontraban lo más avanzado del pensamiento universal. Designado diputado por Saltillo al Congreso Constituyente, mientras duró su ejercicio como legislador, sus intervenciones en aquella asamblea de gigantes fue importantísima. Polemista formidable, profesionista culto y patriota apasionado, su voz siempre era esperada como punto de orientación para las mayorías que, no por serlo, eran menos preparadas intelectual y culturalmente; pero que no obstante ello, había hombres cuyo talento y cultura resplandecían, como Arriaga, Degollado, Guillemio Prieto, Ramírez, León Guzmán y el joven patriarca de la Reforma don Francisco Zarco. La expedición de las Leyes de Reforma toma en encarnizada la guerra entre liberales y conservadores. Durante su discusión en Veracruz, mientras ios liberales moderados opinaban la inconveniencia de expedirlas porque, argumentaban: Si ahora la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma dadas en tiempos de Comonfort, especialmente la de desamortización de bienes eclesiásticos, tienen envuelta la República en una guerra y conflagración universal ¿qué será, echando nuevo combustible? Ahora -agregabansegún el estado que guardaban las cosas, hay esperanzas de que triunfen nuestras armas y se restablezca el orden constitucional y cuando hayan transcurrido tres o cuatro años» se haya consolidado el orden constitucional y conquistado la opinión piíblica en pro de las Leyes de

84


Reforma, entonces será tiempo de dar dichas leyes; pero si se dan ahora, se exacerbará la guerra, nos arrollarán, se perderá todo y el partido liberal quedará reducido a la nulidad.

A lo anterior, el presidente Juárez, que contaba con el apoyo de los liberales radicales De la Fuente, Ocampo, Ramírez, Lerdo de Tejada y Manuel Romero Rubio, respondía: Más vale una guerra que dos. Yo confío en que la guerra terminará pronto y se restablecerá el orden constitucional; y si el dar las Leyes de Reforma se aplaza para tres o cuatro años, entonces se suscitará una nueva guerra, tan cruda como la presente, y la República, en vez de una guerra, sufrirá dos, con los grandísimos males consiguientes a ellas. Que ahora sea la guerra por la Constitución y las Leyes de Reforma dadas antes, y también por la nacionalización de bienes eclesiásticos y demás leyes que faltan.

Tenía razón Juárez. El valor de los bienes del clero era entonces de 45 millones de pesos, pero de fines del siglo XVIII a mediados del XIX entregó al virreinato para frustrar la independencia, a Iturbide y Santa Anna para crear la oligarquía y a Miramón para luchar contra la Constitución de 1857, una suma igual a ciento cincuenta millones de pesos. Cierto que cuando se publicó en junio de 1856 la Ley Lerdo sobre la desamortización de bienes eclesiásticos, tales bienes no eran ni había tantos curas como ahora, pero sí existían I 500 templos, 1 069 curatos, 144 conventos de monjes, 158 conventos de monjas, 178 colegialas en los conventos de monjas, 1 000 criados a su servicio, amén de miles de sacerdotes.

85


Te Deum para el siervo Miguel.- Muerte de Juan Zuazua en la hacienda de San Gregorio.- El Plan de Galeana y la condena a muerte de Lázaro Garza Ayala- Los saitillenses piden perdón y les sale el tiro por la culata. Don Victoriano Cepeda, profesor de latines y filosofía en el Colegio Josefina.

J-/a guerra se recrudece. En las iglesias los Te Deum en honor y plegaria por el triunfo de Miramón se multiplican. A fines de 1859, en Guadalajara le fue ofrecido uno, tan ridículo, que hubo de decretar Leonardo Márquez pena de muerte para los que con ese motivo se rieran. Don Agustín Rivera, polígrafo y sacerdote, liberal como el que más y autor de Anales de la Reforma y del Segundo Imperio, transcribe la crónica del famoso Te Deum: Se dirigieron -Miramón, Almonte y su comitiva- por entre una valla de tropa a la Santa Iglesia Catedral, donde recibieron a S.E. bajo vara y palio, una comisión de! venerable cabildo eclesiástico, que hizo entrar por la puerta mayor, honor que sólo se dispensa a los Presidentes de la República. Al atravesar la nave principal de la iglesia y caminando hacia el altar, el coro cantó los siguientes versículos: "Puse mi protección sobre el Poderoso y exalté al elegido de mi pueblo". "Encontré a David mi siervo, lo ungí con mi óleo santo, porque mí mano lo auxiliará". "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, porque mi mano lo auxiliará".

En seguida, según el padre Rivera, mientras Miramón se hincaba frente al altar mayor, se escuchó la siguiente salmodia: 87


Preste: 5a/va, Señor, a nuestro Presidente. Coro: Que espera en ti, ¡Oh Dios Mío! Preste: Envíale, Señor, auxilio de lo alio. Coro: Y desde Sión protégelo.

Se lucha en todo el país. Los soldados fronterizos, con excepción de Zuazua que ha vuelto de los Estados Unidos con Vidaurri, que ha logrado nuevamente ser elegido gobernador, se baten como leones. Zaragoza se pone a !a cabeza del ejército constitucionalista y marcha al sur de Jalisco; días más tarde pondrá sitio y tomará Guadalajara. Miguel Blanco participa en las expediciones a la Hda. del Jaral, ocupa la plaza de San Miguel de Allende el 10 de abril y el 2 de noviembre la de Guadalajara; marcha sobre Querétaro y el 13 de noviembre libra combate en Estancia de las Vacas. Por su parte, Victoriano Cepeda asiste a las siguientes acciones: el 9 de febrero en Rincón de Romos, el 27 de! mismo mes en Cuesta de Aguilar, el 28 a la toma de Guanajuato y el 14 de marzo a la batalla de Calamanda; el 2 de abril ataca la Garita de San Cosme y el U participa en la batalla de Tacubaya; el 23 de noviembre en la batalla de Estancia de las Vacas. Son los primeros meses de 1860. En el estado de Nuevo León y Coahuila se efectúan elecciones las que, como se supondrá, fueron favorables a Vidaurri. Pero no todo es miel sobre hojuelas. Los nuevos diputados no son amigos del gobernador y, para librarse de ellos, que pretenden desaforarlo, trata de disolver el Congreso; los diputados se

88


refugian en Galeana donde Vidaurri no tiene simpatías y se levanta un acta desconociéndolo. Alma de aquel movimiento es el joven abogado don Lázaro Garza Ayala al que secundan connotados saltillenses. Se aseguraba que el pronunciamiento contaba con el apoyo de Zaragoza, Blanco y Aramberri y, algo debe haber habido de eso. Vidaurri que contaba con Zuazua y con Julián Quiroga, que ya se había congraciado con el cacique, se dispuso a batirlos. Dos columnas de 1000 hombres salen de Monterrey con ese fin. El 30 de julio la columna de Zuazua se adelanta a Ramos Arizpe, mientras él y Vidaurri se quedan a dormir en la hacienda de San Gregorio, cercana a Ojo Caliente a mitad del camino Saltillo-Monterrey. Los pronunciados de Galeana no estaban desprevenidos; habían comisionado al teniente coronel Eugenio García para que observara los movimientos del enemigo, por lo que al darse cuenta que los jefes se habían quedado resguardados únicamente por una escolta de veinte hombres, entre la una y las dos de la mañana, sin hacer el menor ruido, cayeron sobre ellos, muriendo a los primeros disparos el Gral. Zuazua y salvándose inexplicablemente el gobernador de Nuevo León y Coahuila. Si juzgamos, por la fanática lealtad que Zuazua profesaba a Vidaurri, sobre el destino que esperaba al bravo comanchero, tenemos que admitir que el crimen de San Gregorio lo salvó para la historia. Zuazua había sido el primero en luchar al lado de Vidaurri pero, más que por adhesión a los principios liberales o en defensa de la Constitución, para servir a los torvos intereses de su amigo. Es posible, que de la misma manera como io hizo cuando Vidaurri tuvo que abandonar 89


el gobierno y el país a causa de su deserción en horas de supremo peligro para la causa de la Reforma, también lo hubiese seguido cuando víctima de sus pasiones, que lo llevaron a morir como traidor, por la espalda y a los compases de una murga callejera, se sumó a los enemigos de la Patria. La muerte de Zuazua exacerbó la violencia de Vidaurri. El Lie. Lázaro de la Garza Ayala, que formaba parte del complot para derrocario, fue aprehendido en Parras cuando levantaba adhesiones al Plan; llevado a Saltillo fue juzgado y condenado a muerte. De la Garza Ayala era muy querido en Saltillo y en razón de ello, un grupo de ciudadanos solicitó al ayuntamiento -no ajeno al complot- interviniera para que se perdonara la vida al abogado. En un extenso escrito, en el que para mover la piedad del cacique, sólo faltó que lo llamaran Dios, sohcitaron clemencia. Vidaurri, que sabía que al fusilar a De la Garza fortalecería la decisión de sus enemigos para derrocarlo y posiblemente para matarlo, después de una serie de considerandos, acordó perdonarle la vida. Los saltillenses no cabían de gusto. Creyeron que habían amansado a la fiera y, como muchos de sus familiares habían tomado parte en el asunto de Galeana, que al fracasar los había obligado a huir o esconderse, quisieron apretar la mano. Nuevamente se dirigieron al gobernador para manifestarie: que haciendo pocos días de haber elevado su voz en solicitud de gracia para el joven licenciado Lázaro Garza Ayala, que había sido sentenciado a la última pena "por un íntegro e imparcial Consejo de Guerra", pena que magnánimemente había perdonado, y que aunque hasta la fecha ninguna


detención se había efectuado, pedían que "dejando correr un velo sobre lo acontecido", dictara un acuerdo para que los responsables de haber secundado el movimiento de Galeana, que estaban ocultos o andaban fuera del país, pudieran volver al lado de sus familiares. Las instancias del ayuntamiento de Saltillo no tuvieron éxito. Vidaurri ignoraba quiénes eran los directamente comprometidos en el plan, así que la petición del ayuntamiento saltillense casi equivalía a una denuncia. Don Manuel García Rejón, secretario general de gobierno de Nuevo León y Coahuila, devolvió el ocurso petitorio al ayuntamiento, con la anotación de que el gobernador disponía que en el propio pliego se anotaran los nombres de las personas que estaban escondidas o andaban fuera del país, con la relación de sus datos personales, los de sus familiares, profesión u oficio y bienes que poseían. El señor alcalde había recibido copia del acta de Galeana desde el día 5 de agosto; por lo tanto, si es que no estaba también comprometido, sí sabía quiénes lo estaban, empezando por D. Dionisio García Carrillo que desempeñaba el cargo de recaudador de Rentas. El alcalde se asustó y, de la misma manera que en el moderno concepto de la ciencia política las "metidas de pata" son consideradas "estado de mala salud", el alcalde saltillense en vez de la lista requerida, envió su renuncia suplicando su inmediata aceptación, precisamente "por motivos de salud". Pero Vidaurri ya tenía el asunto entre sus manos. El intento de derrocarlo y la muerte de Zuazua, lo habían hecho precavido, pero no tanto; así es que aceptó la renuncia del alcalde comunicándole que 91


empezaría a surtir efectos una vez que hubiese cumplido con el mandato de enlistar a los fallidos conspiradores. La lista enviada por el alcalde, salvo el nombre de D. Dionisio García Carrillo, cabeza visible del grupo oposicionista, consignaba ocho o diez personas, todas sin oficio ni beneficio, pobres de solemnidad y de conducta censurable; únicamente D. Salvador Gil y Guillermo del Bosque, eran personas de bien, pero no de bienes, pues solamente Gil contaba con un capital de ciento cincuenta pesos. Son los últimos días del mes de diciembre de 1860. A todo lo largo del año se ha peleado con denuedo. Ambos partidos, el liberal y el conservador, buscan el exterminio del contrario: el liberal, para erradicar todos los males que la patria ha venido padeciendo desde la Colonia; el conservador con el deseo de mantener vivos los privilegios políticos y religiosos, el saqueo de la riqueza nacional y la explotación de las clases humildes de la nación. Los liberales contaban con la lucha que sostenían, con el propósito firme de dar nuevos rumbos al país; los conservadores, con el dinero del clero y la ayuda extranjera. Para ambos, la lucha era una lucha a muerte, una lucha por su supervivencia. Por ello, quizá, Miguel Miramón, el joven Macabeo de los conservadores, puso toda su fortuna militar a todo o nada, en una última y desesperada jugada: el 22 de diciembre de 1860, en los llanos de San Miguel Calpuialpan, enfrentó el total de su ejército conservador a las huestes liberales que repuesto de una enfermedad, ya comandaba otra vez el Gral. Jesús González Ortega. Era la batalla decisiva 92


de la Guerra de los Tres Años. Miramón al frente de ocho mil hombres y 30 cañones, fue al encuentro de González Ortega que, con once mil soldados y 44 piezas de artillería, se dirigía a buscar a Miramón. En esa batalla que señaló el término de la Guerra de Reforma, participaron los más famosos generales de uno y otro bando. Con Miramón iban Leonardo Márquez, el sanguinario Tigre de Tacubaya; Miguel Negrete, que más tarde, en la lucha contra los invasores se puso a las órdenes de Juárez, salvándose para la historia; el Gral. Vélez, el Gral. Cobos, 57 generales conservadores, en total. Con González Ortega iban el bravo chicano Ignacio Zaragoza, el brillante militar liberal Leandro Valle, el Gral. Aramberri, jefe del Ejército del Norte, José Justo Alvarez y Epitacio Huerta. Al lado de ellos, también estuvieron los coahuilenses Gral. Miguel Blanco y teniente coronel Teófilo Martínez Ancira, Ildefonso Fuentes y Victoriano Cepeda, el héroe y maestro saltillense que consagrado a la enseñanza, sólo abandonaba las aulas del Colegio Josefino, y años después las del Ateneo Fuente, cuando la patria en peligro demandaba el sacrificio de sus hijos. Don Victoriano Cepeda es uno de los más esclarecidos valores saltillenses. Hijo de don Antonio Cepeda y de doña Mana de Jesús Camacho, nació en Saltillo el 22 de marzo de 1826. Sus estudios primarios los realizó en la misma ciudad y los secundarios y de preparatoria en Monterrey donde su tío, el cura liberal don Cristóbal Cepeda, impartía matemáticas, materia en la cual era muy entendido, ya que inclusive llegó a escribir obras para su enseñanza. Victoriano fue enviado a estudiar, posiblemente para sacerdote a 93


Guadalajara. No existe testimonio documental de que haya terminado carrera alguna, pero sí de que se aplicó en matemáticas y filosofía, pues para los años de 50 y 51 lo encontramos impartiendo matemáticas y latinidad en el Colegio Josefino -antecedente inmediato en la educación superior, del Ateneo Fuente-- que estaba bajo la dirección del ilustre padre y eminente educador don Manuel Flores Gaona. Posteriormente, a partir de 1853 tuvo a su cargo la cátedra de filosofía en la que, si no era el único, sí el mejor como consta de las instancias que los padres de familia hicieron e! 20 de diciembre de 1858 ante el gobernador Vidaurri para que el Profr. Cepeda, que había dejado sus cátedras para alistarse como capitán de la 1'. compañía del batallón que organizó en Saltillo el coronel Gabino San Miguel para cooperar en el Ejército del Norte a la defensa de la Constitución, regresara a sus antiguas labores magisteriales. Después del desastre de Ahualulco, Cepeda había regresado a Coahuila, encontrándose en esa fecha en villa de Parras como comandante de las fuerzas allí acantonadas. Con fecha r . de febrero de 1859, el gobernador de Nuevo León y Coahuila dio respuesta a la demanda. En el propio pliego, que firmaban los señores Feliciano Morales, Tomás Méndez, Melchor Lobo, Natividad Cantú, Salvador Gil y otros connotados ciudadanos, Vidaurri anotó de su puño y letra el acuerdo para que, "en obsequio a la solicitud de los padres de familia de Saltillo, el Comandante Victoriano Cepeda abandone su cargo militar y se restituya a la enseñanza". Pero no hubo tal; dos días después, el secretario de Gobierno 94


don Ignacio Galindo, informó a los interesados "para que puedan solicitar otra persona, que se encargue de la cátedra expresada", en el sentido de que el gobernador revocaba su acuerdo anterior. Seis días después, el 9 de febrero, don Victoriano Cepeda se batía en Rincón de Romos. No sería sino hasta después de la batalla de Calpulalpan en la que participó honrosamente, cuando Cepeda volvía a Saltillo; a sus cátedras y a desempeñar la Recaudación de Rentas. A las armas, hasta 1862 cuando la Patria, ya invadida, reclamaba una vez más para su salvación el concurso de todos sus hijos. Uno de los momentos de más intensa emoción, vividos por los habitantes de la ciudad de Saltillo, se registró el 5 de marzo de 1862, día en que salió con destino a Puebla, para incorporarse al Ejército de Oriente que mandaba Zaragoza, el Batallón 1er. Libres de Coahuila bajo el mando del teniente coronel Victoriano Cepeda. Serían las doce del día cuando empezó a desfilar aquel cuerpo de 450 plazas que se había organizado en el antiguo Mesón del Huizache que estaba ubicado en la calle del Huizache -hoy Morelos-, Al frente iba la Banda de Música del Batallón, dirigida por el Profr. Nazario Valdés; ia seguía su comandante don Victoriano Cepeda. La participación de aquellos valientes quedó escrita en las páginas de la historia. Con valentía fronteriza se batieron en Cholula y San Lorenzo y sólo cuando el hambre, la peste y la falta de pertrechos hicieron inútil el sacrificio y obligaron a la rendición a los sitiados en 1863, los bravos saltillenses retomaron al terruño. 95


Casa que habitó e! Benemérito durante su estadía en Saltillo, hoy convertida en Recinto Juarisía.

96


La Intervenciรณn y El Imperio


El presidente Juárez reloma al Palacio Nacional.- Las pretensiones de González Ortega.- Asesinatos de Ocampo, Degollado y Valle.- Que Vidaurri andaba en ¡ratos con Leonardo Márquez- Las reclamaciones extranjeras.- De la Fuente razona, advierte y profetimLa Convención de Londres y los EEUU.

ü l 11 de enero de 1861 hace su entrada triunfal a la capital de la República el presidente Juárez. Pero si la victoria liberal de Calpulalpan ha decidido nuevos rumbos al país, la paz no se ha logrado en forma total. En distintas regiones operan restos de fuerzas conservadoras que si bien tienen significación de meras gavillas, constituyen un serio problema para el presidente Juárez que a los problemas creados por tres años de guerra, ahora tiene que agregar los que se desprenden de las ambiciones políticas. La revolución ha triunfado, pero como acontece en todos los movimientos populares donde se destacan tales o cuales ciudadanos, ellos o sus amigos, casi siempre estos últimos, principian a urdir la forma de adueñarse del poder. En la Guerra de Tres Años el partido liberal tuvo muchos héroes y, al triunfar sobre los conservadores, muchos aspirantes a la Presidencia. Admira la reciedumbre de Juárez para enfrentarse a tantas dificultades. El primero en adoptar una actitud intransigente fue el héroe de Calpulalpan D. Jesús González Ortega; luego vendrían los terribles crímenes cometidos por Lindoro Cajigas y Leonardo Márquez, en las personas de los ilustres liberales Melchor Ocampo, Santos Degollado y Gral. Leandro Valle. En el norte del país, Vidaurri, fracasadas sus ambiciones de poder, más que intrigar, se encamina hacia la 99


meta de su destino; la traición. Sin otra intención que la de que se le mantenga como cacique indisputable de Nuevo León y Coahuila, conspira en contra del Gobierno Nacional en favor de Comonfort e inclusive pretende mezclar en sus aventuras políticas al integérrimo don Juan Álvarez. El historiador Ignacio Álvarez, autor de Estudios sobre la Historia General de México, afirma que de no llegar Comonfort a Monterrey, Vidaurri ya en tratos con Márquez, se le hubiese unido para combatir a Juárez. Eran muchos y variados los problemas que Juárez tenía que confrontar; mas como se ve, si eran lamentables las actitudes temperamentales de González Ortega, las veleidades de Vidaurri y el doloroso sacrificio de Ocampo, Degollado y Leandro Valle, el más grave de todos era el crimen monstruoso que un grupo de descastados urdían en Europa para traicionar a México. La decisión de Juárez de consagrar el producto líquido de las rentas a satisfacer las más urgentes necesidades y la suspensión por el término de dos años de los pagos de las deudas contraídas en convenciones extranjeras, dio ocasión para que los traidores, que desde 1840 proponían la creación de una monarquía para México, redoblaran sus esfuerzos en tal sentido. La destitución de José Manuel Hidalgo, que desempeñaba el cargo de secretario de la Legación Mexicana en Madrid y el acuerdo de borrar del escalafón militar e! nombre de Juan N. Almonte, los convirtieron, al lado de Manuel Gutiérrez de Estrada, en los más entusiastas gestores de un imperio 100


para México, con Femando Maximiliano de Habsburgo como Emperador. El monto de la deuda extranjera se componía de la siguiente manera: inglesa, $69'994,542.54; francesa, incluido el crédito negociado por Miramón con el suizo Jecker, patrocinada indebidamente por el ministro francés Dubois de Saligny: $2'800,762.03; española: $9'460,986.29; deuda de la que como se observa, Francia reclamaba una parte menor comparada con Inglaterra y España. En el horizonte republicano de México se perfilaba la gran amenaza. Para conjurarla, el gobierno de Juárez tomó medidas supremas. Una de ellas, enviar al Lie. Juan Antonio de la Fuente a Europa, para exponer la verdad de la situación porque atravesaba el país. Al efecto, con fecha 30 de abril se le expidieron las credenciales como representante de México en Francia e Inglaterra y se le impartieron instrucciones precisas pero, confiando siempre en que "por cuantos medios le sugiera su talento y el conocimiento íntimo que tiene del estado de nuestra hacienda" procurara ya por el gobierno de Napoleón, de la reina de Inglaterra o de los acreedores, se obtuvieran prudentes esperas para el cumplimiento de los compromisos, Las gestiones del coahuilense ilustre fueron inútiles en cuanto a lograr que Napoleón suspendiera sus amagos sobre México; es más, ya para entonces, atizaba su ambición de plantar su bandera en América, había decidido sentar en el trono de México al archiduque Femando Maximiliano que ocupados sus ocios en hacer versos y soñar, al lado de su 101


bella esposa Carlota Amalia, en su Castillo de Miramar" situado en las riberas del Adriático, vio en el Imperio Mexicano la suprema aventura. El 4 de septiembre de 1861 el Lie. De la Fuente dio cuenta a Juárez del resultado de su entrevista con el ministro de Napoleón Mr. Thouvenel, la cual sólo duró escasos tres minutos, pues el ministro asentando que no era nada personal, manifestó que no escucharía las explicaciones que en nombre del gobierno de México tenía el propósito de dar. Al mismo tiempo, le anunció: hemos dado nuestras órdenes, de acuerdo con Inglaterra, para que una escuadra compuesta de buques de ambas naciones, exija del gobierno mexicano cumplida satisfacción; vuestro gobierno sabrá, por nuestro Ministro y nuestro almirante, cuáles son las demandas de Francia.

A las anteriores palabras el Lie. De la Fuente dio cumplida y digna respuesta: "Después de las palabras que usted me ha dirigido, no debo instarle ni un momento para que me escuche, ni hay motivo para continuar esta conversación. Con el permiso de U". Y se retiró... Pero no se retiró amedrentado o lloroso. Con la patriótica indignación de quien sabe que se fragua artero ataque contra su patria, le queda aún el recurso de prevenir a Napoleón, cual !a dignidad lo exije. La palabra que fustigara con energía los desmanes de Vidaurri, azota ahora el rostro del tirano. Se nos echa en cara -le dice- las revoluciones de México ¿Por qué no decir de otras más desastrosas y sangrientas?

102


¿Acaso por los enormes males que las ocasionaron y la inmensidad de beneficios que produjeron? Yo tengo la convicción de que pocas naciones han recibido tal cúmulo de mates como los mexicanos con la dominación extranjera, y pocas las repúblicas que han tenido que sostener tan crueles combates como la nuestra contra las clases privilegiadas. Con nuestras revoluciones hemos consumado la Independencia nacional, la libertad de los esclavos, la destrucción de la oligarquía clérigo-militar que multiplicaba las sediciones y amenazaba sin cesar la existencia de la República, y hemos conquistado la libertad de conciencia, el matrimonio civil, la mejora en la condición de los extranjeros, la libertad política y la elevación y fraternidad de razas que por tanto tiempo mantuvo el gobierno español en un estado de degeneración abyecta. Contamos con instituciones republicanas, México las ama y para conservar la República ha hecho y está dispuesto a hacer todo género de sacrificios. ¿Cuál es la causa para atropellar a México? ¿Nuestra debilidad que no es tanta como la de España en tiempos de Napoleón I? México, señor Emperador, podrá ser conquistado, pero no sometido; ni se le conquistará sin que antes dé pruebas del valor y las virtudes que le niegan. México no quiso por rey ni a su propio libertador, México que acaba de alzarse victorioso en una revolución contra los restos de la oligarquía que pesaba sobre su democracia, a ningún precio aceptará una monarquía extranjera. Crearla será difícil, sostenerla lo será más todavía. La empresa será ruinosa y terrible para nosotros, pero lo será también para sus promovedores. México es débil sin duda, comparado con las potencias que invaden su territorio, pero tiene la conciencia de sus derechos ultrajados, el patriotismo se multiplicará con la profunda convicción de que sosteniendo con honor esta lucha peligrosa, podrá preservar el hermoso continente de Colón del cataclismo que lo amenaza. Por lo demás, México nada tiene que

103


temer si la providencia proteje los derechos de un pueblo que los defiende con dignidad. Yo os aconsejo» señor Emperador, que no luchéis contra mi Patria; mi Patria es invencible. El día 31 de octubre de 1861 se firmó en Londres la Convención Tripartita por medio de la cual, las potencias reclamantes se comprometieron a enviar a las costas de México fuerzas de mar y tierra combinadas para exigir el pago de la deuda, aunque haciendo la salvedad -Art. 2°.que no se emplearían medidas coercitivas "y no ejercer en los negocios interiores, influencia alguna capaz de menoscabar el derecho que tiene la nación mexicana, para escoger y constituir libremente la forma de su gobierno". Para hacer cumplir el Convenio fueron designados como Comisarios por parte de Inglaterra Sir Charles Wyke y comodoro Dunlop; por parle de Francia el conde Dubóis de Saligny y el almirante Jurién de la Graviére; y por parte de España, don Juan Prim, conde de Reus y marqués de los Castillejos. Invitados por los signatarios de la Convención para participar en la acción contra México, los Estados Unidos tuvieron la gallardía no sólo de negarse, sino de manifestar que si bien, como lo suponían las partes contratantes, tenían agravios contra México, preferían mantener la política tradicional recomendada por el padre de la patria que les prohibía entrar en alianza con las naciones extranjeras; que siendo México un país vecino de los Estados Unidos, y poseyendo, en cuanto a algunas de sus más importantes instituciones, un sistema análogo al suyo, además de profesarle grandes sentimientos

104


de amistad, tomaban grande interés en su seguridad, su bienestar y su progreso. Asimismo les dijo el secretario de Estado Wiliiam Seward: Está autorizado el infrasquito a probarles a los señores Enviados, para que lo comuniquen a los soberanos de España, de Francia y de la Gran Bretaña, que los Estados Unidos se interesan seriamente en la prosperidad de la República Mexicana; que han dado amplios poderes a su ministro acreditado cerca de aquel gobierno, para que haga un Tratado destinado a auxiliarle, y que pondrá en situación de satisfacer las justas reclamaciones de los soberanos citados, y apartar por este medio la guerra que quieren emprender contra México.

Las cartas están echadas. El 8 de diciembre fondea en Veracruz la escuadra española; y el 6 y el 8 arribarán, respectivamente, las de Francia e Inglaterra. Ese mismo día desembarca el Gral. Prim y el 9 tendrán los Comisarios extranjeros la primera reunión.

105


Gral. Leonardo Mรกrquez... "decretรณ pena de muerte para los que se rieran".

106


Grai Miguel Miramรณn... "el joven Macabeo de los conservadores'

107


Lie. Juan Antonio de la Fuente... "no se retirรณ amedrentado o lloroso'

108


7

Grai Santos Degollado... "el Santo de la Reforma'

109


Gral. Manuel Doblado... "negociar hasta encontrar justa soluciรณn a los punios reclamados ".

110


Gral. Ignacio Zaragoza.

111


Don Justo Sierra ¡raza el retrato lírico de un héroe.Uegada de Almonte y desacuerdo entre los Comisarios.Carta del Gral. Prim a Napoleón.- Zaragoza, jefe del Ejército de Oriente.- Fusilamiento de Robles Pezuela.¡Las armas nacionales se han cubierto de gíoria!¡Murió a la hora justa!

ÍZ/n los primeros días de diciembre Zaragoza renunció a la Secretaría de Guerra y el día 21, después de despedirse de su esposa gravemente enferma, marchó con sus tropas de la División de San Luis para incorporarse al Cuerpo de Ejército de Oriente, que había sido puesto bajo el mando del Gral. José López Uraga. Un joven, Justo Sierra, de nombre, que presenciaba el desfile, más tarde trazaría una vivida impresión de aquel suceso; Allá iban los jóvenes soldados de la Patria; los habíamos visto partir y, lleno el corazón de doloroso entusiasmo, nuestros labios adolescentes prorrumpían en gritos de odio y de ira, digno saludo a aquellos espartanos resueltos a morir. Entre ellos descollaba una figura eminentemente civil, a pesar de sus simples y austeros arreos militares; todos le mirábamos profundamente como si no hubiésemos volver a verlo. ¿Quién era ese hombre? Era el que no había dudado, era el que creía, era la fe, era la Patria. Se llamaba Zaragoza, venía impasible y sereno como una estatua de bronce, del fondo de esa noche de horrores genésicos que se llamó Guerra de Reforma; encarnaba el evangelio republicano sin transacciones, el credo reformista sin curvas, era un rectilíneo. Entró en la gran luz de nuestra historia al través de los círculos dantescos de hierro y fuego de! sitio de Guadalajara, severo

113


y frío, trazando en ese combate y en esa victoria el esbozo heroico de la operación militar gloriosamente reproducida por el vencedor del 2 de abril. En aquellas horas sombrías él dominaba, no por el genio, sino por el alma, a los veteranos y a ios jóvenes combatientes de aquellas épicas luchas; era su mirada tranquila y profunda, una brújula para Degollado, para el valor inquieto y brillante de González Ortega y para la risueña y ardorosa intrepidez de Valle. Era de la raza de los que habían muerto en las Termopilas. Su nombre era un feliz augurio para los pueblos que se defienden: se llamaba Zaragoza.

A mediados de enero el presidente Juárez nombra general en jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente al Oral. Zaragoza y el 19 de febrero los Comisarios extranjeros y el Gra!. Doblado, ministro de Relaciones, firman los preliminares de La Soledad por los que se comprometen, México y los representantes de Francia, España e Inglaterra, a negociar hasta encontrar justa solución a los puntos reclamados. El r . de marzo desembarca en Veracruz el Gral. Juan N. Almonte y desde luego entrevista a Prim para informarle que será establecida la monarquía con Maximiliano como emperador. Prim muestra su desacuerdo y el 17 escribe a Napoleón para decirie que si bien algunos ricos admitirán al monarca al saber que viene apoyado por los soldados franceses, nada harán por sostenerio el día en que ese apoyo llegue a faltarle y que el monarca, elevado por el emperador de los franceses caerá, como caerian otros poderosos de la tierra el día en que el manto imperial dejara de cubrirlos y escudarlos.

114


La llegada de Almonte entusiasmó a los reaccionarios que de inmediato desenvainaron las enmohecidas tizonas para ponerías al servicio de los invasores de la patria. El día 20 de marzo, cuando se dirigía a Veracruz, fue hecho prisionero en Tuxtepec el Gral. Manuel Robles Pezuela. Entre los documentos que se le recogieron había una carta que le había escrito Santiago Vidaurri ofreciéndole, que acompañado de Comonfort, deseaba hablar con él acerca de la Intervención. No hubo juicio. Los traidores, como las alimañas, deben ser exterminados sin compasión. Zaragoza inmediatamente lo mandó fusilar el día 23 en San Andrés Chalchicomula. La situación cada día era más triste. La buena voluntad de los representantes de España e Inglaterra fue saboteada por el francés. El día 6 de abril, el Gral. Prim escribe una carta a don José de Salamanca, ministro de España en Francia, en la que entre cosas interesantes sobre México, le dice que al escribirle, lo hace con la esperanza de que por medio de sus buenas relaciones en París contribuya a evitar el cataclismo que amenaza a las fuerzas invasoras y que el tiempo se encargará de probar; que los representantes de Napoleón han emprendido una política que será fatal para la Francia, porque se han empeñado en destruir el gobierno de Juárez que es un gobierno constituido de hecho y de derecho; que los soldados de Francia son extraordinariamente bravos, pero "los vencedores de cien batallas serán vencidos o no podrán conservar las posiciones que conquisten"; que la próxima junta-de los Comisarios será el día 9 y, por desgracia, la última; y que, a más tardar quince días después, los franceses atacarán el Chiquihuite. "Lo que sucederá después -agrega-

115


sólo Dios lo sabe, pero de seguro no será mucho bueno y si mucho malo para Francia". En efecto, la reunión anunciada por Prim al ministro de Isabel en París, fue la última. A fines de abril las fuerzas inglesas y españolas abandonaron el territorio patrio. El conde de Laurencez, que había llegado a Veracruz con nuevos contingentes para hacerse cargo de las operaciones militares invasoras, inició el 19de abril el ataque contra los mexicanos; el 28 se combatió en las Cumbres de Acuitzingo, ordenando Zaragoza la retirada hacia Puebla donde, de acuerdo con el plan esperaría al enemigo; días antes, desde Chalchicomula había dirigido una proclama de soldados en la que les decía: Valor amigos míos, no os preocupe luchar con una nación que tiene el nombre de guerrera; los libres no reconocen rivales, y ejemplos mil llenan las páginas de la historia de pueblos que han vencido siempre a los que pretenden dominarlos. Tengo una fe ciega a nuestro triunfo: en el de los ciudadanos sobre los esclavos: muy pronto se convencerá el usurpador del trono francés que ya pasó la época de las conquistas; vamos a poner la primera piedra del grandioso edificio que librará a la Francia del vasallaje a que la han sujetado las bayonetas de un déspota.

El día 4 de mayo llegaron las fuerzas a Amozoc. Laurencez que había dirigido un presuntuoso mensaje a Napoleón, afirmando que al frente de sus soldados ya se consideraba dueño de México, esa noche celebró una junta de guerra a la que asistieron, además de sus generales y Almonte, el príncipe Bibesco; concluida la reunión, se despidió con estas fanfarronas palabras: "Hasta mañana, señores: en Guadalupe''.

116


Era el 5 de mayo de 1862. Antes de que despuntara el alba, el Gral. Zaragoza que recorría sus líneas acompañado del Gral. Lázaro Garza Ayala y su ayudante el coronel Teófilo Martínez Ancira, dirigió a sus soldados las siguientes palabras: Nuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra Patria. Leo en vuestras frentes la victoría; tengamos fe; j Viva la independencia nacional! ¡Viva la Patria!

Todo estaba dispuesto para la defensa. Las tropas de Negrete ocuparían los fuertes de Loreto y Guadalupe; las de Berriozábal, la plaza de San José; las de Porfirio Díaz y Francisco Lamadrid, se colocarían en los Remedios; la brigada de Michoacán al mando del Gral. Rojo, en la plazuela de San Francisco; el batallón fijo de Veracruz, en las inmediaciones y los Rifleros de San Luis, bajo la comandancia del coronel Salazar, en el hospitalito; el Regimiento de Caballería del coronel Antonio Alvarez y el Escuadrón del coronel Solís, en lugares cercanos a los fuertes; el resto de las tropas, al mando del Gral. Santiago Tapia, cuidarían el centro de la ciudad. A las nueve horas cinco mil soldados franceses iniciaron el ataque a la ciudad de Puebla. Tres columnas se lanzan impetuosas contra las tropas mexicanas. El combate se generaliza; el estruendo de artillería es espantoso; los zuavos se arrojan buscando claros por donde escalar los cenros para apoderarse de los fuertes; por uno y otro lado se multiplican los prodigios de valor; cerca de las piezas de artillería de 117


Zaragoza, se ha plantado la bandera del segundo de zuavos; una bala derriba al francés, pero la toma inmediatamente un alférez que también cae acribillado; un viejo zuavo la recoge y momentos después, abrazado a ella, también se desploma muerto. Zaragoza, sereno, sin los signos de la desesperanza, mueve sus soldados con precisión. A las cuatro de la tarde, el orgulloso Laurencez ordena la retirada. Los mejores soldados del mundo han sido vencidos. ¡Se ha colocado la primera piedra! En la capital, donde el presidente Juárez aguarda el resultado de la batalla, existe gran ansiedad. Llega el Gral. Miguel Blanco, secretario de la Guerra y sube a la tribuna. Se dirige a los representantes populares y da lectura al parte rendido minutos antes por el Gral. Zaragoza: "Las armas nacionales se han cubierto de gloria; el ejército francés se ha portado con mucha bizarría, sus jefes con torpeza". El 10 de mayo el Gral. Blanco envía una comunicación a Zaragoza, manifestándole que habiendo llevado al presidente Juárez las medallas y cruces pertenecientes a individuos del ejército invasor, que había remitido: Su noble cofazón no pudo menos de enternecerse contemplando la intensa y muy justa pesadumbre que debe haber causado a los dueños de aquellas condecoraciones, distintivo y premio debido al valor heroico, su pérdida en un lance de armas no de menos valor individualmente por parte de ellos, sino por los azares de la guerra que también merece respeto y consideración el valor desgraciado. En consecuencia -concluía el Gral. Blanco- se ha servido disponer, y tengo yo la satisfacción de comunicarlo a usted para su cumplimiento, que todas las condecoraciones que

118


en el calor del combate arrancaron nuestros soldados a los bravos vencidos, heridos o prisioneros, les sean devueltas en nombre y como testimonio de consideración ai valor del Ejército de Oriente y de la generosa nación mexicana.

Los franceses se replegaron a Drizaba donde permanecieron cerca de un año hasta que pudieron contar con mayores fuerzas. Zaragoza, por su parte, después de un viaje a la ciudad de México en donde se le ofreció un homenaje, volvió al lado de sus valientes soldados. Infortunadamente cuando recorría sus campamentos, en uno de ellos, enfermó de tifo; rápidamente fue trasladado a Puebla para su atención, pero ya no había remedio: en la ciudad de su triunfo más señalado, muñó el 8 de septiembre, "a la hora justa, cuando no quedaría tiempo sino para la gloria". Si alguna vez un pueblo ha sentido la muerte de un héroe ha sido el de México. Los héroes que escalan el heroísmo luchando por la libertad y la defensa de la patria, que son los máximos héroes, nunca alcanzan a ceñir vivos los laureles de la gloria conquistados, porque, casi siempre es el sacrificio, la sangre y la muerte, lo que consagra sus hechos. Zaragoza, en cambio, pudo vivir su espléndido triunfo; pero modesto como era, cuando se enteró de que se proyectaba una suscripción nacional para obsequiarle una espada de oro, humildemente recomendó a quienes organizaban tal homenaje, que más de su agrado sería que el dinero que se pensaba invertir en la compra de aquella espada se destinara a los hospitales militares que tanto lo necesitaban.

119


Así era Zaragoza, modesto y respetuoso. Durante una crisis ministerial, el presidente Juárez que en mucho apreciaba la discreción y prudencia del ilustre coahuilense, le dirigió una carta consultándole su opinión sobre las personas que a su juicio consideraba más adecuadas para ocupar las secretarías en el gabinete. Zaragoza era esencialmente militar, pero hombre de claro y elevado entendimiento, facultad indispensable al pensador, al estadista y al político, no podía negarse acudiendo al concept-o castrense de que los militares no deben opinar en política, a obsequiar los deseos que, más que el Presidente de la República, era su amigo D. Benito Juárez quien lo solicitaba. Por otra parte, Zaragoza venía como apuntara bellamente Justo Sierra, del fondo de aquella noche de horrores genésicos que se llamó la Guerra de Reforma y por ende, mejor que nadie conocía a los que, como de él más tarde dijera D. Justo Sierra: no habían dudado. Opino porque llame usted a su lado a los señores don Francisco Zarco y D. Juan Antonio de la Fuente, cuya ilustración, conocimientos y patriotismo le son a usted conocidos, así como a la nación. Ambos han dado pruebas evidentes de su saber: el señor Zarco, a pesar de la grita que se levantó contra él, supo desempeñar dignamente su puesto, en medio de mil dificultades diplomáticas. El señor De la Fuente, ha sido tal vez el único ministro extranjero que ha dirigido a un Gobierno una nota en que defiende a su país con tanta energía como la que él tuvo en la que dirigió al emperador de Francia. lÉsas son las razones porque creo que esos dos ciudadanos harían bien en el gabinete.

120


La muerte de un héroe de tantas virtudes tenía que ser nacionalmente sentida, sobre todo en un momento en que encamaba la bravura, la decisión de morir por la patria del pueblo mexicano. Oigamos lo que de su muerte escribió su biógrafo más apasionado, el maestro coahuilense Federico Berrueto Ramón: Murió en pie de guerra como convenía a la hidalguía de su nombre. Sin aras y sin dioses, sin capitulaciones ante el deber, sin manchas deshonrosas y sin hurtarle el cuerpo a las duras campanas, se marchó de la vida con las manos limpias de ventajas personales, cuando México veía en él su más legítima esperanza. Se desplomó desde el zenit; murió a la hora justa; no quedaría tiempo sino para la gloria.

El 11 de septiembre de 1862, a los tres días de su muerte, el presidente Juárez lo declaraba Benemérito de la Patria y que Puebla, escenario de su espartana voluntad, se le llamara en lo sucesivo; "Puebla de Zaragoza". Años más tarde, al aprobarse constitucionalmente el decreto del presidente Juárez separando a Coahuila de Nuevo León, nuestra entidad también se honraría honrando al héroe, al adquirir su nuevo nombre; "Coahuila de Zaragoza".

121


Propósitos colonialistas de Napoleón Tercero.- Un discurso de Julio Favré en la Cámara Francesa.Gallarda respuesta de González Ortega al insolente Forey.- Capitulación de Puebla y evacuación de la ciudad de México.- El presidente Juárez traslada su gobierno a San Luis.- "Jamás halló a su paso un traidor o un asesino ".

L-^urante el mes de octubre desembarcan en Veracruz, con considerables fuerzas los generales Bazaine, Casíagny, Neigre y Donay; el día 24 del mismo mes llega el Gral. Elias Federico Forey, nombrado por Napoleón general en jefe de la expedición francesa. Para la fecha, las fuerzas invasoras sumaban más de veinte mil efectivos, amén de los que al mando de los conservadores se habían unido al ejército invasor para sojuzgar a México. La humillación inferida por el ejército mexicano al mando de Ignacio Zaragoza a las águilas francesas, había obligado, como lo había predicho el Gral. Prim, al emperador de ios franceses, a multiplicar sus elementos de guerra. Aparte de la satisfacción de sus ambiciones coloniales, sus deseos de meter la mano en América cuya prosperidad "no es indiferente a Europa, porque ella alimenta nuestras fábricas y hace vivir nuestro comercio"; de! compromiso de exaltar al trono de México, con el título de emperador a Femando Maximiliano; y dizque evitar que los Estados Unidos se apoderaran "de todo el Golfo de México y que desde allí domine las Antillas y la América del Sur y sea la única dispensadora de los productos del Nuevo Mundo", estaba la idea de la revancha. En el Parlamento francés se habían

123


escuchado voces como las de Julio Favré que refiriéndose a los Convenios de la Soledad y al ataque de Laurencez, expresó: Sólo me permitiré decir en nombre de mi país, que los sentimientos caballerosos esenciales a su carácter, se concilian poco con semejantes actos, y que no es el talento de eludir los tratados por lo que Francia se distingue en la historia. La guerra, señores, es siempre para los pueblos una extremidad cruel; pero, permitida, con todo cuando se trata de rechazar una invasión, de vengar un insulto, o de acudir en auxilio de un aliado. Mas cuando se emprende para imponer a una nación invadida un gobierno que ella repugna, es un atentado. ¡Cómo la Francia ha podido cubrir con su bandera una acción semejante!... En cuanto a mí, no conozco principio más sagrado que e! del amor patrio, el respeto a la nacionalidad y el horror profundo a toda especie de intervención extranjera. Ignoro el porvenir reservado de Francia; pero si apareciese en la frontera un libertador, escoltado por las tropas de Austria o de Rusia, éste es quien yo me lanzaría como un enemigo y creería un deber sagrado derramando hasta la última gota de mí sangre, para oponerme a que ese insolente auxiliar pisase el suelo de la patria, profanándolo. La suerte de Napoleón estaba echada; Zaragoza no había hablado en vano cuando dijo: "Vamos a poner la primera piedra del grandioso edificio que librará a la Francia del vasallaje a que ia han sujetado las bayonetas de un déspota". Como consecuencia de la muerte de Zaragoza, el presidente Juárez creó el Ejército del Norte cuyo mando confirió al Gral. Comonfort que había sido perdonado ante la promesa de defender a México, y el de Reserva, que confió a Manuel

124


Doblado; el Cuerpo de Ejército de Oriente quedó al mando de González Ortega que, aunque hombre valiente, patriota y decidido, en las horas supremas siempre oponía a las realidades de la República las inlriguillas propias de su primitiva profesión. No vamos a referimos a los problemas creados por González Ortega a Zaragoza, pero tampoco dejaremos de decir que debido a su engreimiento, más que a su torpeza, impidió a Zaragoza ejecutar un plan que hubiese destrozado a los invasores; fue en el Cerro del Borrego, que por indolencia o indisciplina González Ortega no tomó como le había ordenado Zaragoza, donde se perdió esa magnífica oportunidad. González Ortega, ya jefe del Ejército de Oriente, tuvo un gesto magnífico cuando Forey, creyendo exaltar su vanidad, le escribió una carta invitándolo a la defección. González Ortega era intransigente, pronto a los arrebatos pero jamás un traidor a su patria; político y aspirante a la Presidencia, en muchas ocasiones trató de que Juárez se retirara del poder para ejecutarlo él pero de eso a que pudiera aliarse al enemigo de México, había un insalvable abismo. La contestación de González Ortega fue gallarda, a pesar de que en ella se vuelve a poner de manifiesto su ego: ... haciendo abstracción del cariño que en lo personal tengo al actual Presidente de la República Mexicana, que no estoy enganchado en e! servicio del ejército de mi país, ni vivo ni he vivido jamás de la profesión de un soldado, ni tengo coacción alguna para obrar de determinada manera, bajo la presión del Gobierno de México; ciudadano Ubre

125


e independiente, como los hay en las repúblicas, he venido de centenares de leguas a ofrecer, en una clase subalterna, mi espada y cuanto valgo al gobierno mexicano, porque ese gobierno es el que se han dado los pueblos de la República, única fuente de autoridad entre nosotros [más adelante le da una severa lección al decirle] ¿Qué !e parecía al Gral.Forey que yo, al dirigirle una comunicación atenta y comedida, insultara en ella al gobierno de Napoleón Tercero? ¿Vería impasible y con indiferencia mis frases, sin embargo de que por mi parte habría algo de justicia cuando está invadido por las tropas francesas el suelo que me legaron mis padres y en el que he visto la primera luz? Dejo que V. E. me responda como caballero, como soldado y como francés [finalmente] Devuelvo a V. E. la nota citada y la proclama que a ella me acompañó, porque no quiero que documentos de esta clase existan en mi archivo de una manera oficial. El día 16 de marzo de 1863, al frente de treinta mil soldados, veintidós mil franceses y ocho mil mexicanos imperialistas cuyos comandantes eran Leonardo Márquez y Juan Vicario, Forey puso sitio a Puebla que defendía González Ortega con veintidós mil hombres. Dos meses duró el sitio, hasta que agotado, sin parque y sin víveres, el Ejército de Oriente se vio precisado a capitular la mañana del 17 de mayo. Muy lamentable fue esa capitulación, pero era materialmente imposible sostener más el sitio; los soldados mexicanos, con heroísmo sin igual, apenas si podían con la mochila y el fusil, y la lucha a sable hubiese sido un sacrificio inútil; por eso, tal vez ni siquiera se pretendió romper el sitio. El sitio de Puebla, más que una deirota, fue un triunfo para los mexicano"s; su resistencia admirable, heroica, fue

126


aplaudida por todos los estrategas del mundo e inclusive, durante el proceso que se le siguiera al mariscal Bazaine por traición tres años después de la rendición de la plaza fuerte de Metz, el fiscal militar al interrogar al que fuera jefe de la expedición francesa en México, le preguntó si no había aprendido de los defensores de Puebla cómo se defiende una plaza cuando están de por medio el honor y el patriotismo. La ocupación de la ciudad de Puebla por los franceses, y la entrada de Forey, suceso que tuvo lugar el 19 de mayo para asistir al solemne Te Deum que la clerecía poblana ofreció en su honor, determinaron al presidente Juárez a abandonar la capital de la República la noche del 31, con destino a San Luis Potosí. El conde de Kératry, que formaba parte de la Expedición Francesa, escribiría más tarde: Lo que debía llamar ante todo la atención de un general observador, era que Juárez no había sido arrojado por la población de la capital. Eljefe del Estado cedía la plaza a la fuerza, pero sin compromiso. En su retirada llevaba consigo el poder republicano, pero no lo dejaba caer de sus manos. Estaba encorvado, pero no abdicaba: tenía la obstinación del derecho. Esto fue, durante cinco años, el secreto de la fuerza de inercia del viejo indio, al retirarse de pueblo en pueblo, sin hallar jamás a su paso un traidor o un asesino.

Entre otros sucesos lamentablemente ocurridos durante ese año, se cuenta la emboscada y muerte del Gral. Ignacio Comonfort, que desempeñaba la cartera de Guerra en el gabinete del presidente Juárez. El 11 de noviembre, mientras se dirigía en carroza descubierta de San Miguel a Celaya,

127


acompañado de un sobrino suyo y escoltado por un reducido número de soldados, fue atacado por más de doscientos imperialistas que mandaba el coronel Sebastián González Aguirre.

128


La Asamblea de Notables ofrece el trono a Maximiliano.Exigencia del Archiduque.- Juárez emprende su viaje al norte del país.- Saltillo tributa entusiasta recepción al Indio Sublime.- Los saltillenses ofrecen vida y hacienda en la defrnsa de la Patria y piden la independencia de Coahuila.- Conducta de Vidaurri.

Uurante su estancia en San Luis Potosí el presidente Juárez forma nuevo ministerio; en él figura, una vez más, en la cartera de Relaciones, el coahuilense Lie. Juan Antonio de la Fuente. Un mes después, el 10 de julio, la Asamblea de Notables en la que figuran obispos, militares, conservadores, viejas pelucas y Santiago Blanco, el Gral. yucateco exministro de Santa Anna y hermano gemelo de Miguel Blanco, ingeniero artillero, teniendo como testigos a Forey y Saligny; sentados bajo dosel, votaron ei establecimiento de la monarquía, ofrecieron la corona imperial a! archiduque Fernando Maximiliano y acordaron solicitar de la benevolencia del emperador de los franceses Napoleón III, para que en caso de que Maximiliano no aceptara el trono, les indicara otro principe católico. El emperador de Francia premió los esfuerzos de Forey por servirle, con el bastón de mariscal, por lo que el jefe de la Expedición tuvo que abandonar el país, quedando en su lugar el Gral. Bazaine. La Comisión mexicana encargada de ofrecer a Maximiliano el trono de México, compuesta de diez vocales y un secretario, llegó a Miramar. Fue el gestor Manuel Gutiérrez de Estrada quien pronunció el discurso ofreciendo la corona, 129


discurso que contestó el propio Maximiliano manifestando que sólo la aceptaría cuando le presentaran los votos de la generalidad del país. La Comisión se trasladó a Francia donde agradecieron al emperador Napoleón su interés por apoyar un nuevo orden en México; de allá partieron a Roma a entrevistar al Papa, con el mismo motivo. Para cumplimentar el deseo de Maximiliano, el ejército francés aceleró sus operaciones en lodo el país, principalmente hacia la frontera norte. El día 3 de diciembre, el ministro de Gobernación de la Regencia se dirigía a los prefectos políticos bajo su control manifestándoles que "siendo muy interesante remitir a Europa en el próximo paquete francés el mayor número de actas de adhesión al Imperio" a precisa vuelta de correo o aprovechando el regreso del extraordinario que llevaba esa comunicación, mandaran las actas de las ciudades por duplicado, en la intehgencia de que no deberían esperar a recoger las firmas ya que bastaba con que fueran suscritas por las autoridades políticas, por los representantes del clero, por los ayuntamientos que directamente representaban a los pueblos, por los tribunales y jueces y por todos los empleados del gobierno. Al mismo tiempo que se expedían las instrucciones para que el pueblo manifestase "su voluntad" de llamar a Maximihano, el ejército francés al mando de Bazaine, Douay, Castagny y Mejía avanzaban hacia el norte del país; a su paso iban recabando "democráticamente", con el argumento de los sables de los coroneles Berthelín, Dupín y el conde La'Hayrie, las actas con la expresión de "la voluntad" de la nación. Los pueblos que se negaban, eran incendiados, sus 130


hombres asesinados y violadas sus mujeres. La Intervención fue terrible, pero las guerrillas comandadas por los citados coroneles, rebasó los límites de lapesadilla. El conde Kératry que formó parte de la Contraguerrilla de Dupín, nos dejó este comentario: Parecía en esta guerrilla que todas las naciones del mundo se habían dado cita; se codeaban franceses, griegos, españoles, mexicanos americanos del norte y del sur, ingleses, piamonteses, napolitanos, holandeses y suizos. Casi todos estos hombres habían dejado su patria para correr tras una fortuna siempre fugaz. No sabían lo que era la disciplina esta partida de aventureros; oficiales y soldados se emborrachaban bajo la misma tienda de campaña, los tiros de revólver eran muchas veces el toque de diana.

Ante la proximidad de! enemigo, que una a una iba tomando todas las poblaciones del Bajío, dispuso Juárez salir de San Luis Potosí rumbo a Saltillo el día 20 de diciembre de 1863; se detuvo en la Villa de Catorce durante unos días a fin de conocer los resultados de la acción que libran'an el día 27 las tropas de Negrete, Alcalde y Chilardi, contra las de Tomás Mejía que había ocupado la plaza de San Luis el día 25. El día 30 de diciembre de 1863, el secretario de Gobierno de Nuevo León dirigió una comunicación al alcalde 1°. de Saltillo D. Pedro Pereira, manifestándole que el Primer Magistrado de la Nación se dirigía a esa ciudad, disponía se averiguase lo que hubiera de cierto en tal rumor, con el fin de que, de acuerdo con el comandante militar de la plaza se recibiera como correspondía a su dignidad al jefe de la nación.

131


El alcalde inmediatamente dio respuesta a la comunicación citada, informando que cerciorado de que el Primer Magistrado de! país se dirigía a Saltillo, ya procedía a realizar los preparativos para que a su arribo se le tributaran homenajes y para que la recepción correspondiera al alio carácter que representaba, lamentando tan sólo la carencia de recursos que, por otra parte -dijo-, serían suplidos por la sencillez y buena voluntad. Al mismo tiempo, el alcalde dio a conocer al secretario de Gobierno, para que así lo hiciera saber al gobernador, el programa que consistía en: I".- Bienvenida al Señor Presidente Juárez en la Hacienda de Buenavista por parte del Alcalde y dos Regidores. 2°.Excitación al vecindario para que adornen los frentes de sus casas con cortinas y colgaduras. 3°.- Discurso de bienvenida a cargo del Lie, Manuel Gómez Cárdenas. 4".Colocación de bandas de música en la garita que se encuentra a la entrada de la ciudad y en la casa donde se alojará el ilustre huésped.'

La recepción tributada a Juárez fue imponente. Eran las doce horas del día 9 de enero de 1864, cuando el Presidente, acompañado de una numerosa comitiva en la que figuraban Francisco Zarco, Guillermo Prieto y Lerdo de Tejada, hicieron su entrada a la antigua ciudad de Urdiñola. Hombres, mujeres y niños formando una compacta multitud, acompañaron al Presidente, viva encamación de la República, hasta la casa del alcalde Pereira que se encuentra en las actuales calles de Juárez y Bravo donde se alojaría. Apenas ' La casa donde vivió Juárez en Saltillo era la casa habitación del alcalde Pereyra. Años después la habitó el obispo Garza Zambrano desde entonces fue llamado "El Obispado". Ahora en la citada finca se aloja el "Recinto de Juárez" y el Archivo Histórico.

132


instalado el Primer Magistrado, empezó a recibir comisiones, siendo la primera la integrada por representativos saltillenses que en nombre de la ciudad y del pueblo de Coahuila, ofrecieron vida y hacienda en defensa de la patria; y al mismo tiempo, solicitaron que como un acto de justicia que venían reclamando desde 1856, librara a Coahuila del yugo que le venía imponiendo Santiago Vidaurri cuya conducta, en los momentos tan cruciales que vivía la patria, era sumamente sospechosa. Al declarar la separación de Coahuila de Nuevo León -agregaron- el entusiasmo coahuilense no tendrá límites y sus servicios en favor de la causa nacional serán mucho más importantes y benéficos. El gobierno, si no conocía, sí sospechaba de la pérfida conducta de Vidaurri. Todos y cada uno de los actos del cacique norteño así lo demostraban. Su ausencia de la recepción tributada al Presidente de la República en el estado que gobernaba, era inconcebible, a menos que como ya se suponía, estuviera esperando el momento o el pretexto para traicionar a la patria. Desde la época de la Reforma Vidaurri venía disfrutando de los productos fiscales de las aduanas fronterizas, por lo que el gobierno, tanto para cortarle las alas, como para arbitrarse fondos que mucho necesitaba, dispuso que las rentas federales pasasen a la Tesorería de la Nación. Vidaurri se opuso a esa disposición^ manifestando que de hacerlo, ello traería la ruina al estado; y en la misma comunicación, no en forma velada sino abierta, hablaba de la necesidad de nuevos hombres, profiriendo de paso abiertas 133


y formales amenazas en contra del gobierno. La respuesta dada por e! administrador de la Aduana de Piedras Negras, a Iglesias, ministro de Hacienda, en el sentido de que no entregaba los fondos y que sólo obedecía órdenes del gobernador Vidaurri, derramó el vaso. El señor Juárez era extremadamente prudente, toda atención, y les manifestó que conocía el problema y la justicia que les asistía, pero que antes de dictar acuerdo alguno sobre el asunto, primero iría a Monterrey a tratar con el gobernador el punto principal, esto es, el de su conducta; que aplazaba su resolución y que en su oportunidad todos los puntos planteados serían resueltos. El señor Juárez era extremadamente prudente. Precisamente el día de su llegada a Saltillo, también habían hecho su arribo los señores Juan Ortiz Careaga y el Gral. Nicolás Molina, enviados por Doblado y González Ortega para pedirle que como medio de negociar con la Intervención, renunciase a la Presidencia; días después lo entrevistaba otra comisión para hacerle la misma petición en nombre de Vidaurri. Para aclarar los puntos, principalmente los que se referían a la conducta de Vidaurri, Juárez se trasladó de Saltillo a Monterrey el día 10 de febrero; el 12 llegó a la capital regiomontana, siendo recibido como lo dejó escrito D. Guillermo Prieto y al que, por haber sido testigo presencial, consideramos la voz más autorizada para expresar lo sucedido:

134


La defección de Vidaurri -Lecciones de Historia Patria, página 672, edición de 1886- estuvo embozada en un principio, y el señor Doblado, que se había confiado en él ciegamente, daba toda clase de garantías de su comportamiento. En ese concepto, partió el señor Juárez a Monterrey en unión de Lerdo, Iglesias, Suárez Navarro, Benigno Arriaga, el autor de estas Lecciones y otras personas del gobierno; Vidaurri, con acompañamiento tumultuoso, fue al lugar en que el señor Juárez estaba. La entrevista fue fría y llena de majestad por parte de Juárez. Un hijo de Vidaurri (Indalecio), sacando su pistola, rompió toda contestación y declaró el motín. Lerdo había previsto el desenlace y tenía listo el coche: con suma precipitación subieron a él el mismo Lerdo, Juárez, Iglesias, Suárez Navarro y, en la calle, Prieto. Entonces se desencadenó el populacho y siguió al coche, haciendo disparos. El coronel Guiccione con unos cuantos hombres y haciendo prodigios de valor, detuvo a la multitud enfurecida. El atentado contra el presidente Juárez fue celebrado por Vidaurri y sus amigos con repique de campanas, salvas de artillería y otras demostraciones de regocijo. Y como para que no quedara duda del camino que había tomado, el gobernador dio a la publicidad una carta circular en la que insultaba al gobierno y a la camarilla que, según el traidor, pretendía introducir la desmoralización en todo el estado. Al mismo tiempo, prevenía a las autoridades de la entidad, que no obedeciesen al gobierno de Juárez, se aprehendiese a sus agentes y se desconociese su autoridad.

135


Expedición del Decreto separando a Coahuila de Nuevo León.- Nombramiento de Gobernador y Comandante Militar al Grai Andrés S. Viesca.- Pan de pulque y atole en el merendero de Chona.- Cuantioso donativo de Petriía del Bosque pora gastos de la campaña.

ü l día 14 de enero de 1864, Juárez regresó a Saltillo. Los sucesos de Monterrey le habían aclarado la conducta de Vidaurri que, por otra parte, siempre había sido ostentosamente enemiga. Inmediatamente de su llegada a Saltillo, mandó que el Gral. Cortina, que estaba en Matamoros; Patoni en Durango y González Ortega, en Zacatecas, enviaran tropas para someter al gobernador. La ciudad de Saltillo hervía de entusiasmo. A Vidaurri lo habían soportado, pero jamás respetado. Los mismos pueblos de la frontera lo habían repudiado desde 1859, cuando atendiendo sólo a sus caprichos, había saboteado la Reforma ai ordenar el retiro de las fuerzas del norte de la lucha contra los enemigos de la Constitución. El coronel Manuel Valdés a quien hemos referido al principio de este relato histórico, en su diario donde tan minuciosamente consignó los sucesos más importantes acaecidos del 27 de febrero de 1858 a junio de 1859 en que fue hecho prisionero en Duro, Dgo., por Domingo Cajén y luego fusilado en octubre en Chihuahua, el U de enero de 1860, estando en Monterrey, hizo la siguiente anotación: "Llegó el Gral. Blanco de Monclova y dice que ya Vidaurri perdió el voto de Coahuila". El día 25 de febrero -escribió un cronista- atendiendo a los reclamos de la multitud que se encontraba en la plaza

137


principal, salió el señor Juárez, que se encontraba en la casa del señor Arizpe con sus ministros y los republicanos que lo acompañaban. Entonces el señor Zarco pitíió permiso para tomar la palabra y una vez que hubo subido a una silla, que de la misma casa del señor Arizpe se le consiguió, pronunció un discurso pintando los suñimientos de la patria, los peligros que se avizoraban, la pérdida de su soberanía y la necesidad de que todos los mexicanos se unieran para defenderla; tos saltillenses empezaron a gritar: ¡Armas, armas! y en ese momento, como respondiendo a una inspiración, Francisco Zarco se colocó frente al estrado presidencial y con voz elocuente pidió al Presidente Juárez la independencia de Coahuila. Esa misma tarde se formó un batallón de jóvenes nombrándose comandante del mismo al coronel D. Victoriano Cepeda, que ese mismo día salió a campaña para perseguir a Santos Pinilla, administrador de la hacienda de la Soledad que personalmente había asesinado al gobernador de San Luis Potosí don Francisco de P. Villarreal. El día 26 de febrero el presidente Juárez expidió el Decreto por el que Coahuila recobraba su soberanía: Primero.- El Estado de Coahuila reasume su carácter de Estado Libre y Soberano entre los Estados Unidos separándose del de Nuevo León al que se había incorporado. Segundo.- El Estado de Coahuila comprenderá su antiguo territorio con arreglo al Art. 47 de la Constitución General de la República. Tercero.- Esta Ley se comunicará a las Legislaturas de los Estados para la ratificación a que se refiere la fracción III del Art. 72 de la Constitución.

138


El Decreto en cuestión sería ratificado debidamente el 18 de noviembre de 1868 cuando, habiéndose cumplido con los requisitos señalados por el citado ordenamiento constitucional, Coahuila quedó definitivamente erigido con el nombre de "Coahuila de Zaragoza".' Como primera providencia el presidente Juárez designó gobernador y comandante militar de Coahuila al Gral. Andrés S. Viesca, que se encontraba en Parras. Algunos historiadores han sostenido que tal designación se hizo en favor del Lie. Manuel Gómez Cárdenas, pero existe el documento en el archivo del R. Ayuntamiento de Saltillo por el que, con fecha 6 de marzo, el Lie. Lerdo de Tejada decía al alcalde de Saltillo: Habiendo sido nombrado Gobernador y Comandante Militar de Coahuila el C. Andrés S. Viesca, ha llegado ayer ya a esta capital y a las cuatro de la tarde de mañana hará ante el C. Presidente de la República la protesta de ley para quedar en posesión de su cargo.

En efecto, posteriormente el Lie. Gómez Cárdenas desempeñaría la gubematura del 6 al 30 de mayo, el Gral. Manuel Quezada del T. al 9 de junio; del 9 de junio al 5 de octubre el Lie. Juan Antonio de la Fuente y de esta última fecha de 1864 al 7 de abril de 1865 el coronel Gregorio Galindo.

' El citado Decreto fue elevado a la categoría de precepto constitucional a gestiones del Dip. Antonio García Carrillo.

139


Posteriormente el mismo Gral. Viesca ocupó la gubematura del 7 de abril de 1865 al 21 de febrero de 1867 y luego, tras un interinato que cubrió el Lie. De la Fuente del 21 de febrero al 16 de marzo, volvió a hacerse cargo del gobierno del 17 de marzo al 15 de diciembre del propio año de 1867, salvo el interinato que desempeñó el Lie. Antonio García Carrillo del 17 de agosto al 2 de septiembre. Desde el día 15 de febrero Bazaine había escrito a Vidaurri invitándolo para que se adhiriese al gobierno representado por la Regencia y la Expedición Francesa; Vidaurri, en vez de rechazar aquella invitación, dispuso que se abriera una votación para que los pueblos manifestaran cuáles eran sus sentimientos: si deseaban la paz o la guerra. Su actitud, antes sospechosa de simpatizar con la Intervención, ahora se hacía patente. El presidente Juárez, al darse cuenta de que las verdaderas intenciones de Vidaurri no eran otras que las de hacer tiempo mientras avanzaban las fuerzas invasoras, declaró que consideran'a cómplices de traición y quedarían sujetos en sus personas y sus bienes todos aquellos que de cualquier modo favorecieran la solicitud del cacique nuevoleones. A partir de ese momento la traición que había venido madurándose desde la época de la Reforma, hizo presencia con el ataque que una fuerza vidaurrista, en combinación con el enemigo, pretendió hacer sobre Saltillo. Al verse perdido, zorro como era, todavía intentó Vidaurri entrar en arreglos con el gobierno y al efecto envió una comisión formada por los generales Basadre y Pedro Hinojosa; el Presidente no permitió siquiera que llegaran a Saltillo, disponiendo que, desde la villa de Ramos Arizpe dijeran los comisionados lo que tuvieran qué decir. La 140


propuesta de Vidaurri no podía ser más risible; pedía que se olvidara IcTocumdo entre el gobierno general y el del estado; que a nadie se persiguiera por ese motivo y que se dejara en libertad a la oficialidad y tropa para seguir en servicio o retirarse, Juárez ni siquiera tomó en cuenta las pretensiones de Vidaurri, por lo que éste, que sólo esperaba la oportunidad para unirse al enemigo, abandonó la ciudad de Montenrey el 25 de mareo dejando a Julián Quiroga al mando de una fuerza que fue batida el día 2 de abril en Villaldama por los saltillenses de Victoriano Cepeda, y en cuya acción, el antiguo maestro del Colegio Josefino, logró recuperar la artillería que Vidaurri había secuestrado al Gral. Doblado. Muchos fueron los actos de gobierno de Juárez en Saltillo. Durante todo ei día se ocupaba de los asuntos oficiales y recibía comisiones que venían a entrevistarle procedentes de todo el país. Al pardear el día, acompañado de Guillemio Prieto, Zarco y otros de sus compañeros, caminaba por las calles saltillenses, sencillamente, sin que su alta investidura le descompusiera el paso. Gustaba de llegarse hasta el merendero de Chonita, que estaba frente al actual Santuario de Guadalupe, para comer pan de pulque con atole; sus amigos -me contaba Lolita, hija de Chonita, a la que conocí ya ancianita- prefen'an un buen plato de enchiladas con pulque almendrado. A veces, por las noches, tibias noches saltillenses, el Patricio disfrutaba de las serenatas que a diario se efectuaban en los Portales recién construidos al lado norte de la Plaza Independencia. El pueblo vitoreaba al Presidente y en ocasiones obligaba a los señores Zarco, Prieto, Iglesias o a cualquiera otro de los eminentes republicanos que le acompañaban, a dirigirle la palabra. En una de estas ocasiones, según lo refiere el maestro Félix Neira Barragán en un artículo publicado por la Revista Cultural Casa de Coahuiki, de la Cd. de México: 141


la respetable dama doña Petra del Bosque visiblemente emocionada, con palabras entrecortadas, sencillas pero elocuentes, puso en manos del Presidente Juárez y de su propio peculio, la entonces fabulosa suma de Cuarenta mil pesos en oro, para ayuda de la defensa nacional.

Es posible, que de esa suma entregada por la noble dama, el Presidente haya retirado los $24,000.00 veinticuatro mil pesos que remitió a nuestros compatriotas que fueron hechos prisioneros en el Sitio de Puebla, los cuales estaban confinados en Francia, y entre los cuales se encontraba el teniente coronel Pablo D. Mejía. Por ahí, traspapelada entre viejos infolios anda una anécdota que revela en su forma más simple el profundo respeto del presidente Juárez por la ley. Durante su estancia en Saltillo, su hijo Benito Juárez Maza, a la sazón un jovenzuelo de 13 ó 14 años trabó amistad con otros chicos de su edad que vivían por el rumbo de San Luisito, uno de los barrios más antiguos de la ciudad. Los muchachos de San Luisito -una especie de rebeldones de la época- la traían trabada con los del "Andrajo", como le decían al "Barrial", con los que continuamente se enfrentaban a piedrazos. Benito, al lado de los de San Luisito, participaba en aquellos combates campales. Cuenta que un día no llegó Benito a lá hora acostumbrada a la casa que habitaba el Benemérito, por lo que doña Margarita, alarmada, pidió a su esposo mandara a buscar al chico. Así lo hizo el Primer Magistrado y poco después se le 142


informaba que su hijo estaba prisionero de la pandilla del "Andrajo" que encabezaba Francisco Sánchez Uresti. -Y exigen, señor Presidente: -díjole el comisionado- que se pague como rescate, una navaja.., -Bien -respondió el procer, al tiempo que desprendía de una cadenita una pequeña navaja- si ésta es la ley, no queda otro remedio que cumplir con ella. Francisco Sánchez Uresíi fue padre de don Adolfo Sánchez Ramos, catedrático de matemáticas en e! Ateneo por mucho tiempo, fue quien heredó la navaja de Juárez.

143


Distinto amanecer en la Sultana del Norte.- Viaje del Primer Magistrado a Saltillo para presidir una ceremonia.- Tabachinski era republicano y comanchero- Fusilamiento de Bruno Lozano y José María Ugaríechea.- "Hoy nació en el Saltillo Antonio Juárez Maza ".- Rumbo a Chihuahua, por el desierto.

T2i\ dfa 3 de abril de 1864 se trasladó el presidente Juárez a Monterrey. La recepción que se le tributó fue grandiosa, espontánea; el pueblo, libre de la tiranía de Vidaurri, mostró su liberalismo acendrado. Allí en la capital regiomontana recibió la noticia de que Maximiliano había aceptado la corona de emperador y el día 22 la carta que a bordo de la fragata "Novara" le escribió el archiduque invitándolo a ir a México para conferenciar con él sobre "la paz y la felicidad del pueblo mexicano". El día 5 de Mayo de 1864 la celebración del segundo aniversario de la batalla de Puebla alcanzó en Saltillo extraordinaria brillantez. El presidente Juárez, cuya familia estaba en la capital coahuilense, llegó desde el día 4 para descubrir la placa que daría el nombre de Zaragoza a la calle que actualmente lo ostenta; ese mismo día, también se haría !a declaratoria de inauguración de los Portales de la Independencia.' Los Portales de la Independencia fueron derribados "por estorbosos y sobre todo por carecer de significación histórica", según declararon las autoridades municipales -Ayuntamiento 1952-1954- que cometieron el atentado. Los actuales fueron construidos cuando se remodeló el palacio de Gobierno -1975-1981- y la Plaza Independencia. 145


Entre los emigrados -dice una vieja crónica- se encontraban los distinguidos oradores don Francisco Zarco y don Guillermo Prieto, los cuales pronunciaron discursos tan elocuentes y conmovedores, que arrancaron de los corazones de! pueblo que los escuchaba, expresiones de entusiasmo, lágrimas de ternura, de amor y patriotismo.

El presidente Juárez retomó el día 7 a Monterrey y con su acostumbrado laconismo anotó en su diario personal el 18 de mayo: Que se comunique a los generales D. Antonio Álvarez y D. Ignacio Peña que están dados de baja por el Gral. López Uraga; que el primero entregue el regimiento de carabineros al Tte. coronel Tabachinski y que. el Gral. Berriozábal informe con vista de la comunicación la orden de dicho Gral. López Uraga. El día 28 del mismo mes, el propio Juárez anotó: "Orden al Comandante Militar del Saltillo para que remita preso a don Antonio Álvarez" y dos días después, el 30 de mayo, otra más: "5^ recibió parte de la fuga de Tabachinski con el cuerpo de Carabineros. Orden al Comandante Militar de Coahuila para la persecución del tránsfuga ". El día 2 de junio ordenó Juárez a Negrete se trasladara al Saltillo para arreglar las diferencias surgidas entre el Gral. Quesada, comandante militar y los capitanes Bruno Lozano y José Ma. Ugartechea; el día 3 dispuso la prisión de los referidos capitanes y el día 4,

146


con presencia a los informes que dio -Negrete- sobre los sucesos de aquella ciudad, se acordó en Junta de Ministros que se libre orden esta noche por extraordinario al Comandante Militar del Punto, para que proceda a la ejecución de los cabecillas Bruno Lozano y José Ma. Ugartechea.

¿Qué razones mediaron para que Juárez acordara la baja de un general tari ameritado como Alvarez que en la batalla del 5 de Mayo de 1862 en Puebla, había mandado en jefe la Primera Brigada de Caballería, designara en su lugar a Tabachinski y ordenara días más tarde, la ejecución de los capitanes Bruno Lozano y José María Ugartechea? Lo ocurrido fue lo siguiente. El día 15 de mayo el presidente Juárez recibió una solicitud del Gra!. López Uraga, jefe del Ejército del Centro, para que fueran dados de baja los generales Alvarez y Peña, alegando que los generales mencionados habían desobedecido sus órdenes de trasladarse a Oaxaca. Juárez -¡fusílalo, después viriguas!- a! acceder a la petición de Uraga, despertó la indignación del Gral. Alvarez que manifestó al Presidente que jamás había desobedecido órdenes y que era falso que Uraga le hubiese dado orden alguna; que por lo que se refería a su traslado a Saltillo, lo había hecho por instrucciones del Gral. Berriozábal. El Presidente contestó que al ordenar la baja lo había hecho a solicitud de un jefe superior, pero que de inmediato se procedía a averiguar lo que hubiese de verdad en el asunto, y al efecto autorizaba al Gral. Alvarez para que aportase los 147


testimonios correspondientes. Sólo que mientras el presidente Juárez dictaba aquel acuerdo, Álvarez justamente dolido por lo que consideraba y era una injusticia, en declaración pública dijo en Saltillo que López Uraga en su edicto manifiesta lo que le hiere y es: que yo no debía haberme venido a presentar al Supremo Gobierno, sin duda por que creyó este señor que yo venía a denunciar el nuevo juego de prestídigiíación que está preparando a la legalidad.

La declaración de Álvarez molestó al gobierno y como consecuencia de ello "por el daño que puede ocasionar a la causa con sus acusaciones" se ordenó la inmediata prisión del general, orden que se cumplió el día 30 según el parte que al respecto rindió el teniente coronel Pablo Gómez. La prisión y envío a Monterrey del Gra!. Álvarez suscitó las protestas de sus subordinados. Algunos, como Tabachinski -¡Cuando veas las barbas de tu vecino corlar echa las tuyas a remojar!- huyeron hacia el campo imperialista; otros, como Bruno Lozano y José Ma. Ugartechea se quedaron, aunque más les hubiera valido largarse también, ya que fueron fusilados e! día 4 de junio. El Gral. Álvarez fue reivindicado cuando, días después el Oral. López Uraga reconoció al Imperio. ¡Lástima que no se haya podido resucitar a Lozano y a Ugartechea! Álvarez era nativo de Guadalajara y desde la edad de 17 años servía en el ejército. Como Portaguión, asistió a!

148


combate de La Angostura en 1848 y al proclamarse el Plan de Ayutla en 1854, fue de los primeros en unirse.a la revolución. Por lo que se refiere a Tabachinski, su porte y apellido extranjero -era rubio como Maximiliano- hicieron que durante un siglo se creyera que había sido de los invasores. Pero no hay tal; Tabachinski era mexicano, posiblemente de Veracruz. E! 12 de mayo de 1813 ingresó a la Guardia Nacional, su despacho esiáfirmadopor D. José Ma. Tomel, siendo enviado al norte del país bajo las órdenes del Gral. Adrián Woll que era comandante en Tamaulipas. Acá en el norte se hizo comanchero. El 31 de diciembre de 1857, el presidente Comonfort le expidió despacho como capitán de Caballería y el 23 de noviembre de 1861, el Gral. Zaragoza lo ascendió a teniente coronel, grado con que participó en la batalla del 5 de Mayo en Puebla. A fines de 1862, el presidente Juárez autorizó se le hiciera un préstamo de 150 pesos para la reposición de sus caballos y el 20 de agosto de 1863, encontrándose en Celaya con el Cuerpo de Carabineros de a Caballo, solicitó una licencia para someterse a curación debido a que, decía: "se me ha quebrantado mi salud en la campaña contra el enemigo extranjero". El quebrantamiento de su salud, según el certificado firmado por el Dr. Joaquín R. Bolaños, era afección pulmonar y reumatismo articular. La licencia, por cuatro meses, le fue concedida por el Gral. Porfirio Díaz cuyo cuartel estaba en San Juan del Río. Tales fueron las consecuencias de las intrigas del traidor López Uraga.

149


El presidente Juárez anotó en su diario el día 4 de junio, haber mandado llamar al Gral. Miguel Blanco que, como ya hemos dicho, durante el viaje al norte se había separado, enfermo, yéndose a Tamaulipas. En el mismo diario, otra anotación dice que recibió contestación de Blanco y que, en atención a las razones que le da para no venir luego, le vuelve a escribir para decirle que lo haga en cuanto pueda y sea prudente hacerlo. El día 13 de junio Juárez anotó sencillamente: "Hoy nació Antonio Juárez Maza". Como lo dijimos antes, la famiüa de Juárez estaba en Saltillo, en donde debido a su estado de gravidez y las incomodidades que suponía el viaje a Monterrey doña Margarita prefirió esperar para dar a luz. El día 27 de junio arribó a Monterrey el Gral. González Ortega y durante la entrevista que sostuvo con el Presidente, le aconsejó que buscara una transacción con Julián Quiroga, ofreciéndose para entablar pláticas con el rebelde. Juárez autorizó a González Ortega, a condición de que cualquier arreglo que se hiciera, fuera sobre la base de no acceder a nada que repugnara con el decoro y dignidad del gobierno. El día 31 dio González Ortega cuenta con su cometido: que Quiroga manifestaba que estaba dispuesto a defender la independencia, y que si le daban garantías y recursos, publicaría un manifiesto reconociendo al gobierno; que pedía se le pagaran los perjuicios que había sufrido, que se levantara el estado de sitio y que se separaran del mando todos los jefes que no fueran del estado. Juárez dijo a González Ortega que comunicara a Quiroga que e! gobierno estaba dispuesto a darle garantías, con tal de que se sometiese lisa y llanamente. \ 150


y sin exigir condición alguna. Quiroga no sólo no aceptó la proposición del Presidente, sino que engallado, redobló sus exigencias. Acorde con su profesión de abogado, todavía insistió González Ortega en un arreglo, pero sin resultados. El día r . de agosto Juárez ordenó al Gral. Carvajal se dispusiera a batir a Quiroga, pero esa misma noche se le presentó un tal Dimas Villarreal portador de una comunicación por la que Quiroga se ponía a las órdenes del gobierno. Juárez aceptó sus servicios y desde luego ordenó que se le proporcionaran dos mil pesos, armas y municiones. En tanto todo esto acontecía, el ejército francés extendía sus tentáculos hacia el norte del país. El coronel La' Hayrie ocupó Durango el día 4 de julio y Castagny, procedente de San Luis Potosí, llegó a "El Venado" el 9 de agosto. Juárez decidió abandonar la ciudad de Monterrey y, entre otras medidas, dispuso el envío de su familia a los Estados Unidos, nombrar gobernador de Nuevo León al Gral. Pedro Hinojosa y como su segundo a Julián Quiroga, con autorización para reasumir el mando "en el ca^o de que falte el primero por renuncia, enfermedad o por alguna otra comisión que le dé el Gobierno ". La familia fue escoltada hasta Matamoros por una fuerza de González Ortega, a pesar del interés que tenía Julián Quiroga de ser él quien la escoltara. El 13 de agosto Juárez hizo la siguiente anotación en su diario: "Escribía Quiroga dándole las gracias por la buena disposición que tenía para escoltar a mi familia". No lo sabemos, pero el día 15 de agosto cuando abandonó el Presidente la ciudad de Monterrey, para dirigirse al estado de Chihuahua, lo hizo entre los disparos de la gente de Quiroga que, una vez más traicionaba a Juárez y a la República. 151


V

La ruta escogida era la de Saltillo, Parras y La Laguna, pero al llegar a Santa MarĂ­a, como se supiera que las fuerzas imperialistas estaban en las goteras del Saltillo, dio vuelta la enorme y pesada caravana para seguir a Mesillas y, probablemente a Monclova, para luego atravesar el desierto. Sin embargo, considerando los peligros que ello implicaba, se optĂł por regresar por el camino lateral que, sin pasar por Saltillo, conduce directamente al Ă lamo de Parras, hoy Viesca.

152


La emperatriz Carlota.

153


Gral. Porfirio Díaz-•• "colocó a sus hombres en Los Remedios'

154


Coronel Dupín... "rebasó los límites de la pesadilla'

155


Una calesa negra y once carretas tiradas por bueyes llegan a El Gatuno.- D. Jesús González Herrera y Juan de la Cruz Borrego, guardianes del Archivo de la Nación.- Juárez sugiere un nombre para El Gatuno: Hidalgo-Tormento y muerte de los hermanos Arreguín y martirio de Marino Ortiz-

C/l día 4 de septiembre arribó el presidente Juárez a El Gatuno. La maestra Rosario Fernández, en el folleto Pueblo Héroe publicado en 1964 para conmemorar el centenario del paso del Presidente por ese lugar nos dice: En el centro de la vasta planicie, como una duna alzada por el viento, emerge el poblado: de la misma tierra, del mismo color, de bajas techumbres. Los hombres batieron su limo y arena con agua, formaron adobes secados al sol y construyeron su morada, hace siglos. Arquitectura perfecta dentro del paisaje. Tierra y hombres engañan a primera vista, como si en su seno fuera incapaz de germinar semilla alguna. Seco y callado, el hombre nos parece impenetrable, con la rudeza de sus monosílabos, cuando llega a hablar. Pero la tierra es limo que por milenios fue asentándose en el fondo de la laguna desaparecida poco a poco; limo cargado de materias orgánicas, que esperan sólo el riesgo para henchir la llanura de verdor. Y el hombre, cuando se llega a hallar el camino de su corazón, es venero de sensibilidad, de simpatía humana, de amor. La calesa negra, tirada por una pareja de muías, rodaba por el único y polvoriento camino -el camino real- que unía a la capital de la República con el norte. Venía de El Saltillo. La precedía un puñado de hombres de a caballo, armados, bajo el mando del Gral. Meoqui. Tras la calesa se movían lentamente once carretas liradas por bueyes. La rara caravana avanzaba rumbo al norte. Dentro del 157


camiaje con vestido negro, el mismo que usaba en el Palacio Nacional y, con la misma serena dignidad con que presidía las reuniones de sus ministros, venía Juárez, viva encamación de la República. Se detuvo allí para dar descanso y pienso a los animales, para enjugarse el sudor y sacudir el polvo del camino; y lo hace precisamente allí, en "El Gatuno", porque el Presidente, en años anteriores, había recibido en el Palacio Nacional a tres hombres de la región -D. Darío L. Orduña, D. Leonardo Ibarra y D. Sabino Reyes- que habían ido en comisión a pedirle justicia contra los desmanes del terrateniente español Leonardo Zuloaga que apoyado por Vidaurri, les había arrebatado los once sitios de ganado que tes cediera el gobierno federal. Después del almuerzo camina el señor Juárez bajo una enramada que había frente a la casa de la familia Reyes, donde se hospedó; las manos a la espalda, los ojos clavados en el suelo, preocupado: se detiene de pronto, y pide que llamen a! Coronel González Herrera; tiene un encargo que hacerle: necesita un hombre capaz de cumplir una misión de importancia suma, de vida o muerte. Se ausenta don Jesús y al rato regresa con el hombre. Alto, barbado, de complexión atlética, se llama Juan de la Cruz Borrego y es agricultor de la región. Fue en poder de Juan de la Cruz Borrego, que fungió de jefe del gnipo formado por Ángel Ramírez, Julián Argumedo, Vicente Ramírez, Cecilio Ramírez, Andrés Ramírez. Diego de los Santos, Epifanio e Ignacio Reyes; Telésforo y Gerónimo Reyes; Mateo Guillen, Francisco, Julián y Guillermo Caro; Jerónimo Salazar, Pablo y Manuel Arreguín, que quedó en custodia el Archivo de la Nación que iba en aquellas once carretas.

1S8


Los guardianes del preciado tesoro lo colocaron en la gruta del Tabaco y ni un solo momento lo abandonaron. Guando los franceses y sus aliados supieron que en algún lugar estaba escondido, capturaron y asesinaron a los hermanos Pablo y Manuel Arreguín; pero ni los halagos ni !os tormentos lograron que confesaran. A Manuel lo descuartizaron, le arrancaron las uñas de pies y manos yfinalmentelo colgaron; a su hennano lo acribillaron a tiros. A Marino Oitiz, antes de colgarlo le desollaron las plantas de los pies y lo hicieron caminar sobre carbones encendidos; le quemaron las partes nobles de su cuerpo y sólo cuando vieron que era inútil la tortura, que jamás hablaria, lo ahorcaron. Triunfante la República, el propio Juan de la Caíz Borrego entregó al enviado del gobierno el Archivo de la Nación que e! presidente Juárez había puesto bajo su cuidado. Cuenta también la profesora Fernández una anécdota: charlando el Beneméñío con los vecinos de El Gatuno les manifestó que ese nombre no era muy adecuado para el poblado, que lo cambiaran. Los vecinos estuvieron de acuerdo yrogaronal Primer Magistrado la sugestión de un nombre; Juárez sugirió Hidalgo. Desde entonces El Gatuno se llama Congregación Hidalgo, nombre que nunca cambiarán, porque ése lo puso el presidente Juárez. Antes de continuar el Indio Sublime su marcha hacia el norte, dictó entre otros importantes acuerdos, los de dotar a los campesinos de Matamoros con 18 sitios divididos en 352 lotes de 113 hectáreas cada uno, que forman el cuadro de Matamoros; elevar a la categoría de Villa el poblado y ascender al grado de general a D. Jesús González Herrera.

159


Bajo el monumento erigido al Patricio en la dudad de Matamoros, descansan los restos de Juan de la Cruz Borrego y Marino Ortiz. ¡ Hemioso homenaje a quienes en las horas de prueba, como buenos coahuilenses supieron cumplir con su deber! Aunque algunas personas lo niegan, a los peticionarios de tierras de Matamoros los apodaban los Tulises. Es más: cuando Leonardo Zuloaga mandó a su capataz de la hacienda de Hornos D. Pablo Mier, que llevaba como ayudantes a Simón Santoyo y Urbano San Miguel, encabezando un grupo de gente armada para arrojar a los colonos de la anrigua vega de Marrufo, que habían fundado en Matamoros, como es sabido fueron recibidos a tiros los Tulises a cuyo frente estaba el entonces coronel Jesús González Herrera. En esa mala acción que iban a cometer los esbirros de! hacendado, quedaron en el campo Mier, Santoyo y San Miguel, así como algunos de sus hombres. Zuloaga, temeroso de un ataque, se trasladó inmediatamente con su familia a Parras, desde donde solicitó la protección de Vidaurri. El gobernador destacó una fuerza al mando del Gral. Pedro Hinojosa, quien ordenó se quemara el naciente poblado y tomando prisioneros a los principales vecinos, los envió a pie a Monterrey. Entre los prisioneros iban Darío Orduña, Leonardo Ibarra y Sabino Reyes. Tulises de Matamoros que de todos son asombro, ya les quemaron sus casas les quedaron los escombros.

Decía el corrido de la época.

160


¿Quiénes y por qué les decían los Tulises'? Lo contaremos: A principios de 1859 una guerrilla conservadora puso en libertad a todos los presos de la cárcel de Teúl, Zacatecas, los cuales formaron tres gavillas: una al mando deEutimio Serratos, otra al de Mucio Aquino, apodado el Pájaro Azul y la otra al de Francisco Valdés apodado el Cucaracha; el jefe supremo de los Tulises lo fue Manuel Fernández. Por ser de Teúl, los llamaban Tulises. ¿Eran los Tulises, bandidos de camino real? Indudablemente que muchos sí; entre los cuidadores del Archivo de la Nación, por lo menos uno de ellos, Vicente Ramírez, era reconocido salteador de caminos y la famosa "Cueva del Tabaco" la guarida donde escondía el producto de sus correrias. Fue Ramírez el que sugirió ese lugar para conservar el Archivo. Ahora bien; de los Tulises unos se afiliaron al partido libera!, lo que demuestra que más que maleantes, eran perseguidos; los que eran maleantes siguieron siéndolo al afiliarse al partido conservador; los otros, ios que se sumaron a la lucha por la causa de la patria, purificaron su alma y su conciencia. Y hasta se me ocurre pensar: ¿No seri^an esos campesinos el primer núcleo agrario de la Comarca Lagunera? ¿Y el cargo de ladrones, no sería igualmente, el epíteto que aún en estos tiempos los grandes terratenientes aplican a los agraristas? El 4 de septiembre, mientras el gran indio con !a majestuosa serenidad que siempre lo acompañó en las horas más dramáticas de su vida luminosa, confiaba la historia documental de su gobierno a los campesinos coahuilenses, dos siniestras figuras, las de Vidaurri y Julián Quiroga -ei 161


traidor por costumbre- se sumaban al imperio de Maximiliano en Salinas, Victoria. Por la hacienda de Santa Rosa -asiento de la hoy próspera ciudad de Gómez Palacio- Juárez y sus acompañantes se internaron en territorio duranguense. Allí, en Santa Rosa, a iniciativa del general Donato Guerra y mediante la cooperación de los propietarios y vecinos de! lugar se organizó una fuerza republicana para dar escolta al gobierno en su peregrinación hacia el norte. El día 7 de septiembre continuó Juárez a Mapimí; allí pernoctó, para seguir después por Aviles a Noria Pedriceña, donde el 1*5 se celebró, modesta pero emocionadamente, el aniversario de ia proclamación de la Independencia nacional. Al día siguiente, 16 de septiembre llegaron los republicanos a la hacienda del Sobaco, organizándose una ceremonia en la que el orador fue e! poeta Guillermo Prieto. El 17 por la mañana, un grupo de vecinos de Nazas se presentaron al presidente Juárez, invitándolo para que se trasladara a aquel lugar, aceptando el Primer Magistrado y decidiendo aguardar allí hasta conocer e! resultado de las acciones que se desarrollaban entre las tropas de González Ortega y Patoni y las invasoras e imperialistas comandadas por el coronel Martin. El combate tuvo lugar en el Cerro de Majoma, con resultados adversos para los republicanos, pues aunque a los primeros disparos murió el jefe francés, el comandante Japy del 2°. de zuavos lo reemplazó en el mando y logró apoderarse del 162


cerro x decidir en su favor la pelea. Informado Juárez de la derrota sufrida en Majoma, emprendió e! viaje al norte por La Zarca y Río Florido. Lo acompañaban Lerdo, Iglesias, Prieto y De la Fuente. A fines de octubre llegó Juárez a Chihuahua. Las noticias no podían ser más desalentadoras; López Uraga ya servía al Imperio; García de la Cadena y otros muchos republicanos abandonaban la lucha y se retiraban a la vida privada; González Ortega, el vencedor de Calpulalpan, en una entrevista con Juárez, en Monterrey, le había manifestado -según quedó anotado en el diario del procer oaxaqueñoque ya estaba cansado, que no tenía fuerzas para continuar -¿en pos de la Presidencia?- y que a juzgar por los medios con que contaba e! Imperio y la Intervención, toda lucha era inútil. Al hacer la anotación en su diario, Juárez acotó: "Lo veo muy desmoralizado". Tal era la situación para los liberales, para el gobierno y para la República.

163


Escobedo y Naranjo ocupan Laredo y marchan sobre Piedras Negras.- El cruel Tahachinski perece a manos de Pedro Agüero.- Brincourt avanza y Juárez se retira a Paso del Norte.- Con camellos se mantiene la comunicación, por el desierto, con el resto del país.Maximiliano da crédito al embuste sobre la huida de Juárez.

J-ja llegada de ios franceses a territorio coahuilense dispersó pero no desorganizó las fuerzas republicanas. Los grupos armados se consagraron a hostilizar al enemigo. El día 7 de febrero de 1865 los coroneles Mariano Escobedo y Francisco Naranjo ocuparon la villa de Nuevo Laredo y el 5 de marzo se presentaron frente a Piedras Negras, plaza que no pudieron tomar debido a que llegaron las fuerzas de Florentino López, de Monterrey y Tabachinski, de Saltillo, en auxilio de ios imperialistas. Como las fuerzas imperialistas eran superiores en número y en armamento, Escobedo se retiró por el antiguo camino a Lampazos pei^eguido por López; Naranjo se dirigió a Gigedo, perseguido por Tabachinski que, para reponerse "al fin que mañana, voy y lo saco a cabeza de silla junto con el Santo Niño de Peyotes ",' se quedó a descansar en la villa de Nava. Días más tarde, el 4 de abril, el terrible José Tabachinski exrepublicano que tanto se parecía a Maximiliano y cuya crueldad era sólo igualada por los franceses Dupín y Berhelír, los que incendiaron Ozuluama, degollaron niños y hombres y violaron las mujeres, salió a cumplir su promesa: sacar a Imagen venerada por los habitantes de Gigedo -hoy V. Unión.

165


Naranjo de Gigedo y junto con él arrastrar al Santo Niño de Peyotes. Pero ya lo esperaban los republicanos y entonces... Dejamos la palabra a D. Manuel Aguirre Gutiérrez; Tabachinski. Recuerdo que en mi niñez, a todos los que oía pronunciar ese nombre, decían: Tabachíc o Tabachín. Era posiblemente austrohúngaro o polaco. Conocí al corone! Pedro Agüero y también conocí y tuve amistad con D. Juan Castillón y su esposa Beatriz Castilión hija del coronel Tirso Castillón. El coronel Agüero había sido herrero de oficio e inventó un freno para caballos, todavía en la actualidad muy famoso: el freno pateño, También fabricaba machetes, a los que daba temple y filo finísimos. En 1907 me encontré con el coronel Agüero en Castaños, donde poseía una propiedad rural y le pedí me contara sobre la muerte de Tabachinski de que había oído en mi niñez. Así habló el coronel Agüero: -"No me acuerdo de la fecha, pero fue allá por 1865 en que operaba Naranjo con su fuerza, a la que yo pertenecía, desde Lampazos hasta Monclova, Nava y Rosales. Ya nos habíamos dado dos agarrones con el Tabachín y las dos veces nos derrotó. Un día, cuando recibimos una remesa de pertrechos, juntamos más gente, completando como unos ochenta hombres y empezamos a torear al Tabachín, para llevarlo al arroyo de Gigedo. Antes de agarrarnos, nos pusimos de acuerdo mi compadre Tirso Castillón y yo para ver cuál de los dos se agarraba con él y hasta nos echamos «la grande» para el que lo dejara ir. 166


El tal Tabachín era rubio, tenía la barba como Maximiliano, era cruel y sanguinario y a todos los prisioneros que hacía los colgaba dizque para no gastar parque. Et Tabachín entró muy bonito hasta donde quedaríamos presentarle combate, tocándome la suerte de agarrarme con él; de un machetazo le desprendí el brazo que voló con todo y e! machete que usaba. Al sentirse herido, volteó su caballo y emprendió la huida; lo seguí, pero mi penco metió las manos en un tuzero y dio una voltereta y... se me fue aquel chivato; pero a mi compadre Tirso no se le fue; él estaba muy pendiente, de lo que estaba sucediendo, se le pegó, le dio alcance y lo mató". Hasta aquí lo relatado por e! coronel Agíiero en presencia de los señores José Inés Cantú y Miguel Ramírez -dice don Miguel Aguirre-. Ahora contaré lo que me dijo don Juan Castillón: Mi suegro, el coronel Tirso Castillón decía que al perseguir al Tabachín, lo acompañaban dos chinacos, uno de ellos nativo de Nava y que a! huir el Tabachín lo alcanzó, lo lazó y lo arrastró un buen trecho; que al caer, don Tirso le arrancó la cabeza, depositándola en un morral; que al encontrarse con D. Pedro Agüero, después del combale, tartamudeando le dijo; -"Co,.. co... co... compadre; se me fue; a lo que respondió mi suegro sacando la cabeza de Tabachinski del morral: -"Pero a mí no compadre..."

Hasta aquí la versión de los coroneles. En Villa Unión -antes Gigedo- existe un pequeño monumento que perpetúa aquel hecho sangriento. El nombre del Chinaco de Nava -que decía Agüero-, fue Espiridión Peña. El distinguido 167


maestro don Federico Berrueto Ramón, con quien comentaba sobre aquel episodio, me decía que su abuelita recordaba y a su vez le decía que la muerte del exrepublicano traidor, había sido un milagro del Santo Niño de Peyotes, pues José Tabachinski había prometido que junto con Naranjo, lo arrastraría a cabeza de silla. Todavía a principios del presente siglo, el 4 de abril, fecha en que fue la batalla de Gigedo se organizaba una ceremonia. A la misma asistían Espiridión Peña, al que apodaban el Pillín, Perfecto Flores, Pedro Paredes y Camilo Larrañaga, nativos de Gigedo y participantes en ese hecho de armas. En cuanto a Pedro Agüero, fue uno de los más valientes chinacos de la Reforma y contra la Intervención; al lado de D. Victoriano Cepeda tomó parte en todas las acciones en que peleó el digno maestro coahuilense. Cuentan que era diestro con el machete, arma que él mismo fabricaba y cuyas características eran: un lomo como de pulgada, un temple especial y un filo... Que cuando terminaba un combate, cualquiera diría que el coronel Agüero había nadado, con ropa, y todo, en un pozo de sangre. Las actividades de los repubHcanos se redoblaron con la llegada de Escobedo a territorio coahuilense. El general Negrete, que se encontraba en San Femando, Tamaulipas, logró reunir un numeroso contingente para atacar Saltillo, ciudad que estaba en poder de Olvera y López. El 9 de abril ocupó Saltillo el general Negrete y el 13 a Monterrey. Ante tan grave situación, Bazaine trazó un plan para destruir a Negrete. Formó tres columnas con instrucciones de dirigirse

168


a Saltillo: la primera, al mando de Brincourt se dirigiría por el camino de Parras; la segunda, comandada por el coronel Jeanningros, saldría de San Luis, y la tercera, a las órdenes de Tomás Mejía, avanzaría desde Matamoros. Por su parte, el Gral. Negrete había puesto la división de Infantería bajo el mando de Escobedo, y la caballería, de León Guzmán. El día 22 de mayo Guzmán se situó en Aguanueva; el 25 la infantería ocupó posiciones en Buenavista y la Brigada de Coahuila se colocó en Aguanueva. Ese día se supo que había llegado a La Ventura la columna de Jeanningros compuesta de 1 500 hombres de las tres armas; Naranjo se colocó a la vanguardia y Aguirre, con la Brigada de Coahuila, en el Cerro de la Cruz. El día 31 avanzó Jeanningros hasta San Juan de la Vaquería y el día T. de junio, a las siete de la mañana, atacó a las avanzadas republicanas que conforme al plan establecido, empezaron a replegarse hasta La Angostura. En ese lugar estaba toda la fuerza mexicana, oculta y en silencio; cuando los tuvieron a tiro de fusil, rompieron el fuego, lo que obligó a los franceses a retirarse, siendo perseguidos por Treviño. Jeanningros permaneció en Punta de Santa Elena en espera de Brincourt que venía por el camino de Parras, por lo que temiendo Negrete ser cogido a dos fuegos, con esa fuerza y la columna procedente de Matamoros, la noche del 6 al 7 de junio de 1865 abandonó sus posiciones. Por acuerdo de Negrete una brigada a las órdenes de Escobedo marcharía a San Luis; y el resto de las fuerzas, debidamente distribuidas en guerrillas quedarían en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila para mantener viva la resistencia al invasor. Negrete se retiró, por el rumbo de Monclova con destino a Chihuahua, donde se encontraba el Gobierno Nacional 169


El mismo día 7 de junio los republicanos fueron atacados por el Regimiento de Lanceros de México, pero gracias a la resistencia que opuso ia Brigada de Coahuila, la retirada se hizo en orden. La toma de Richmond y por ende, la terminación de la guerra civil en los Estados Unidos, vino a complicar la situación en México. El Emperador, en su afán de alcanzar e! reconocimiento del gobierno norteamericano había venido trazando planes que iban desde favorecer a los estados segregacionistas del sur, hasta las negociaciones más absurdas. Afortunadamente el gobierno norteamericano se mostró siempre inflexible y se negó a tratar con Maximiliano. Al morir Lincoln y ascender al poder el señor Johnson, suponiendo que la situación podía cambiar, el archiduque le envió una carta en ese sentido, pero el nuevo mandatario se negó a recibirla manifestando que su gobierno no reconocía más gobierno en México que el del presidente Juárez. La única forma -pensaron los consejeros de Maximiliano, entre los que ya figuraba Vidaurri- de alcanzar el reconocimiento del Imperio por parte de los Estados Unidos, es echando a Juárez del país. Con ese fin se acordó la formación de dos grandes ejércitos: el primero, con matriz en San Luis, compuesto de las divisiones 3^ y 5'. controtaría los estados de San Luis Potosí, Coahuila y Nuevo León. Al frente de la misma quedó el Gral. Douay; la segunda, con matriz en Durango, tendría su control a los estados de Durango, Zacatecas, Chihuahua, Sonora y Sinaloa. Su jefe seria Castagny. El T. de julio de 1865 avanzó Brincourt hacia 170


Chihuahua con instrucciones precisas de arrojar a Juárez del territorio nacional. El plan era que para octubre, mes en que iniciaba sus labores el Congreso norteamericano! al no estar ya Juárez en el país cesara todo motivo para negar el reconocimiento al imperio de Maximiliano. Las tropas de Brincourt marcharon sobre Chihuahua. Contaban con dos escuadrones de Cazadores de África, y cuatro secciones de artillería, con un tota! de 2 500 hombres. La proximidad del enemigo obligó al presidente Juárez a abandonar la ciudad de Chihuahua rumbo a Paso del Norte. Los obstáculos que encontró Brincourt en su expedición, más que militares fueron naturales. Con mucho trabajo pudo cruzar el Nazas el día 8 de julio; luego el 22 quedó estacionado por la crecida del Conchos. Las noticias eran inciertas en uno y otro bando. Juárez estableció su gobierno en Paso de! Norte y nombró nuevo gabinete, con Ignacio Mejía como secretario de Guerra. Las guerrillas coahuilenses no se daban reposo, pero sin embargo, lo retirado que quedaba Paso del Norte hacía imposible toda comunicación; los caminos reales estaban vigilados, la única comunicación sería por el desierto. Y fue a través del desierto que Juárez pudo mantener abierta la línea de comunicación con la frontera y con todo el país. "Los decretos de Juárez -dice el ilustre don Agustín Rivera- desde su rincón de Paso del Norte, eran obedecidos fielmente por los republicanos, hasta en los más lejanos territorios de Tamaulipas, Yucatán y Guerrero".

171


La línea de comunicación que tenía Juárez con el país parece cosa de novela. Dijimos que la única zona que estaba libre de la vigilancia, porque, sencillamente no era necesaria, era el desierto. Si en esta época, a cien años de distancia, con carreteras, medios de transporte rápido, vituallas adecuadas y sin tener atrás la amenaza de un fusil, cruzar el desierto sigue siendo una peligrosa aventura, imaginemos lo que sería entonces. Fue el coronel juarista D. Jesús Carranza, de Cuatrociénegas, Coahuila y padre de Venustiano Carranza, cuya energía habría de ser sólo comparable a la del presidente Juárez, quien ideó el medio. Adquirió en los Estados Unidos, de una partida de cien traídos para el desierto texano, tres hermosos camellos. Con esos resistentes animales, don Jesús cruzaba el desierto de Ocampo para llevar y traer correspondencia republicana y, especialmente en Coahuila y Nuevo León donde operaban Escobedo, Viesca, Naranjo y Treviño. Todavía hace algunos años se conservaba en un lugar de Cuatrociénegas la osamenta de un camello. El 21 de septiembre de 1865 el general Aymard, que estaba en Mazatlán envió a Bazaine un parte oficial manifestando que "Juárez ha cruzado la frontera por Paso del Norte y se dirige a Santa Fe". Otros partes similares, procedentes de distintos lugares afirmaban lo mismo. Bazaine lo comunicó a su vez a Maximiliano y éste dando crédito al embuste, el día 3 de octubre con una proclama dirigida a los mexicanos, dio a conocer la terrible ley penal que había de costarle la propia vida.

172


En la proclama, Maximiliano decía que: La causa que con tanto valor y constancia sostuvo D. Benito Juárez ha ya sucumbido, no sólo a la voluntad nacional, sino ante la misma ley que este caudillo invocaba en apoyo de sus títulos. Hoy, hasta la bandera en que degeneró dicha causa ha quedado abandonada por la salida de su jefe dei territorio patrio.

Más adelante amenazaba con inflexible castigo y que todos los que fueran cogidos con las armas en la mano serían tratados como criminales y bandoleros. La ley consignó una serie de causas para ser condenado a la última pena: A ios que auxilien a los guerrilleros, con dinero u otro género de recursos; los que les dieren aviso o consejos; los que proporcionaran armas, víveres o cualquiera útiles de guerra; los que ocultaran a los guerrilleros en sus casas, etc. La salida de Juárez del territorio nacional, si bien resultó una mentira no por eso se derogó la Ley de 3 de Octubre. En los últimos meses de 1865 se juzgaron en los tribunales, conforme a la referida ley, más de cincuenta casos.

173


Viesca medita y expone un plan a Escobedo para atacar las plazas de Sallillo o Monterrey- Toma de Parras y batalla de Santa Isabel.- ¡Idefonso Fuentes y sus Rifleros de Moiiclova.- Muere el conde Brian y su caballo va a abonar tierras de Castaños. - Ley de Educación yfundación del Ateneo Fuente.

J-zas fuerzas republicanas jamás desmayaron en la pelea. Cierto que muchos jefes, algunos de los que se habían cubierto de gloria en Puebla, primero con la victoria en 62 y más tarde en 63 con la defensa extraordinaria que hicieron en la plaza mencionada, se retiraron a la vida privada, abandonaron el país o se pasaron al enemigo; pero si eso era lamentable, no indicaba que la República hubiese sido derrotada. A fines de 1865 el general Andrés S. Viesca, gobernador y comandante mihtar de Coahuila, se dirigió a! general Mariano Escobedo, virtual jefe del Ejército del Norte, para exponerle un plan que consistía en reunir un fuerte número de tropas, con el fin de atacar las plazas de Saltillo o Monterrey que estaban fuertemente guarnecidas por tropas de rojo pantalón, como eran llamados los famosos zuavos. Escobedo aprobó el plan, y para su ejecución, comisionó a los coroneles Francisco Naranjo y Jerónimo Treviño que estaban en Cerralvo y Villa Aldama, para que se unieran al general Viesca el T. de febrero de 1866 en la hacienda de Anhelo, Coahuila, que se encuentra situada entre Saltillo y Monclova. Viesca, con la Brigada de Coahuila abandonó Monclova para acudir a la cita concertada, pero al llegar a Anhelo, se 175


encontró con un extraordinario enviado por Treviño y Naranjo, portador de pliegos en donde le decían, que por órdenes del general Escobedo no efectuarían el movimiento acordado; e inclusive le aconsejaban, que dada la fuerza del enemigo en los lugares citados, lo mejor era replegarse otra vezaMoncIova. Juzgando que sin la colaboración de Treviño y Naranjo era expuesto llevar adelante su idea de batir al enemigo, Viesca retrocedió hasta Castaños. Sin embargo, como cuando anunciara su decisión de enfrentarse al invasor había recibido todo género de cooperación de parte del pueblo de Monclova. Viesca no quiso regresar a esa ciudad con la noticia, que sería desalentadora, de que su plan se había frustrado. Así es que después de meditarlo, dio orden de marchar rumbo a Parras. Oigamos al propio general Viesca relatar el desarrollo de su feliz campaña que, como se sabe, con la batalla de Santa Isabel fue decisiva para el triunfo de la República; La campaña debió emprenderse por las fuerzas de mi mando en combinación con las de los ciudadanos Gral, Mariano Escobedo y coroneles Gerónimo Treviño y Francisco Naranjo; pero esa combinación no pudo llevarse a efecto porque al primero de dichos jefes se le presentaron dificultades que no pudo vencer, y consideraciones que sin duda no pudo abandonar, aunque no las conozco plenamente. La consecuencia inmediata de esto, hubiera sido la suspensión inmediata de todo movimiento de mi parte; pero que no me fue posible prolongar más ese estado de inacción, cuando para ello me colocaba en la dura alternativa de ver destruidos algunos de los elementos de

176


guerra con que contaba la fuerza de La Laguna, la cual no abandonaba el pensamiento de volver a sus pueblos, incendiados a la vez por el enemigo, me veía obligado a resolver el difícil problema de recursos, y para esta solución tenía que redoblar los mil gravámenes que han pesado y pesan por cerca de un año, sin interrupción, sobre los pueblos de esta frontera y por último, tenía que resignarme a ver desaprovechadas las oportunidades favorables que ha estado presentando, para obrar ventajosamente sobre la línea enemiga, la situación general de estos estados y la particular de las fuerzas francesas y traidoras. Manifesté estas razones detenidamente al C. Genera! Escobedo, indicándole que no podía aplazarse el tiempo de obrar y que en consecuencia yo me dirigía decisivamente sobre la plaza de Parras, con objeto de que si el éxito no era favorable por este rumbo, obrando simultáneamente por el lado de Monterrey y Saltillo, viésemos las ventajas que podíamos sacar del desconcierto en que forzosamente debía entrar el enemigo, al ver amagadas dos plazas de su línea. Hecha esta manifestación y con la consecuencia que me dictaba el deber, marché sobre Parras como punto objetivo, y del resultado de estas operaciones, es de lo que voy a informar a usted (Parte al Ministro de la Guerra, el día 28 de febrero de 1866).

Del parte aludido, del cual hemos insertado la nota explicativa, tomamos los siguientes párrafos: Ocupé pues, la plaza sin disparar un tiro, e! día 11 de! corriente, y el 12 a las 11 del día se presentaron Campos (Máximo) y Francisco Treviño a una legua de la población, con una fuerza de 8CX) hombres de infantería y caballería poco más o menos.

177


Aunque yo no contaba sino con trescientos cincuenta hombres escasos, tomé desde luego la firme resolución de batir al enemigo sin ver su número, y teniendo sólo presente el entusiasmo de mi tropa y del pueblo que se me presentó espontáneamente, aunque no pude utilizar sus servicios por falta de armas. Después que ciento cincuenta hombres de la fuerza de la Laguna, al mando de su Comandante en Jefe C. Jesús González Herrera, salieran a encontrar al enemigo entre tanto ei resto de 1 a fuerza ocupaba sus puestos en espera del verdadero ataque en la plaza. Verificada esta salida, se rompieron los fuegos inmediatamente; y aunque al principio fue rechazada la caballería enemiga, cargó después toda su fuerza con tai ímpetu, que la de González Herrera, muy inferior en número, tuvo que replegarse a la plaza en algún desorden, abandonando en la confusión consiguiente dos piezas de montaña que llevaba y dos cajones de parque de que se aprovechó el enemigo en el acto, después de matar al capitán Ciriaco Ocampo y Teniente Ángel, del mismo apellido que servían dichas piezas. Fue preciso entonces hacer salir el 1er. Cuerpo de Parras, a proteger la retirada de caballería de la Laguna; y en efecto, ante la bizarría y denuedo con que cargó dicho cuerpo ya en las calles de la población, el enemigo fue detenido y rechazado tres veces que cargó, en los momentos mismos en que se necesitaba reorganizar la caballería de la Laguna. Los fuegos se avivaron y el ataque se sostuvo con denuedo por nuestra tropa en todos los puntos que fueron amagados, dando por resultado que el enemigo fue rechazado en todos ellos las cuatro veces que intentó sus ataques, y que a las cinco y media de la tarde se retirara llevándose tan sólo parte de sus heridos en unos carros sin poder contener la gran dispersión de sus restos desmoralizados.

178


Más adelante, informa el Gral. Viesca que el enemigo, que se había retirado a San Lorenzo, al aproximarse los Rifleros de Monclova al mando del teniente coronel Ildefonso Fuentes, se retiró definitivamente rumbo a la Laguna. Entre los cuerpos y jefes que se distinguieron, el general Viesca menciona a los Rifleros del Saltillo, el Cuerpo T. Ligero de Parras y los tres Escuadrones de la Laguna; y los jefes Victoriano Cepeda, Pedro Agüero, Emiliano Laing, Florentino Carrillo, Miguel Villanueva, Miguel Ruiz Contreras, Gregorio Chávarri, Femando Chapman y Mariano Agundis. En la proclama enviada al pueblo de Parras e! día 13 de febrero, Viesca dijo, entre otros importantes conceptos: "He venido para combatir el aparato ridículo del Imperio que han osado levantar las bayonetas extranjeras en el suelo que sirvió de cuna al ilustre Zaragoza". El día 16 del propio mes de febrero, el general Viesca resolvió abandonar la plaza de Parras, dirigiéndose a la Laguna en persecución de Máximo Campos; acampó en el rancho El Burro y desde ese lugar rindió el parte oficial de la acción al ministro de Guerra "suplicándole dar conocimiento del mismo al C. Presidente de la República y felicitarlo por el glorioso hecho de armas que ha tenido lugar en Parras, precursor de otros más importantes". Como en efecto así sucedió: el día 27 de febrero los coroneles Treviño y Naranjo enviaron aviso a Viesca, que había informado a Escobedo del resultado de su expedición, que estaban camino de Parras. Inmediatamente ordenó Viesca que sus fuerzas, divididas en dos columnas se dirigieran a 179


Parras para reunirse con la brigada de Caballen'a de Treviño y Naranjo. Ya entrada la noche llegó Viesca a la hacienda de Santa Isabel, a donde habían arribado aquéllas desde en la tarde y, cuestión elemental en la guerra, tomado posiciones, designado avanzadas, etc. Tan luego como llegó Viesca a la hacienda, el coronel Treviño dio parte de novedades al general que, vistas sus inteligentes disposiciones militares, las aprobó en forma total. El coronel Treviño recibió instrucciones de colocar en los lugares más convenientes las fuerzas de la brigada de Coahuila. Así, por ejemplo, en la primera línea fueron apostados los Rifleros de Monclova y de Saltillo, que mandaban el teniente corone! Fuentes y el coronel Victoriano Cepeda, respectivamente. Dos horas después de haber llegado a Santa Isabel se escucharon los primeros tiros. Serían las tres de la madrugada del día 1°. de marzo y... dejemos otra vez la palabra a Viesca: Al principio creí que no pasarían de fuegos parciales de las avanzadas, pero a poco se recibió parte formal de que una fuerte columna enemiga se lanzaba sobre nuestras posiciones. En el acto acordé la resistencia con el coronel Treviño, y muy pronto tuve el gusto de ver que estábamos listos para el combate. Entre tanto, nuestra fuerza avanzaba compuesta de cuarenta hombres al mando del bizarro Teniente Coronel Comandante de Escuadrón C. Joaquín Garza Leal, resistía denodadamente el empuje de doscientos quince franceses y más de cuatrocientos traidores.

180


Replegada a nuestras posiciones la fuerza del C. Teniente Coronel graduado Comandante Garza Leal, sin.pérdida de tiempo emprendió el enemigo un ataque brusco y obstinado con dos columnas de infantería, sobre nuestro centro y por el ángulo izquierdo de la posición, lanzando a la vez una tercera columna de caballería con el designio de doblar nuestra retaguardia. El combate quedó empeñado itimediatamente y nuestros bravos opusieron una resistencia vigorosa, logrando rechazar casi simultáneamente las columnas enemigas, y ponerlas en vergonzosa fuga, dejando el campo sembrado de muertos y heridos, abandonando sus trenes y quedando prisioneros el resto de los franceses y considerable número de traidores en la persecución tenaz que les hicieron los cuerpos Legión del Norte, Supremos Poderes y Lanceros de Parras.

Para terminar el parte oficial, el general Viesca hace cumplido elogio de los coroneles Jerónimo Treviño, Francisco Naranjo y teniente coronel Antonio Pérez Villarreal que se distinguiera en la carga a la bayoneta cuando el enemigo, momentos antes de su fuga, a paso de carga y lleno de osadía había trepado hasta más de la mitad del Cerro de la Cruz. El coronel Treviño, en el parte rendido al general Viesca dice que cuando el enemigo avanzó con la mayor intrepidez, fue recibido por los fuegos del escuadrón de Monclova al mando del teniente coronel Ildefonso Fuentes, que el combate se generalizó y el enemigo dirigió un fuerte ataque sobre el ángulo izquierdo de la línea mexicana, pretendiendo flanquearla por la izquierda con su caballería, al mismo tiempo que una columna de infantería se dirigía hacia la derecha; que el ataque principal fue contestado bizarramente por la brigada de Coahuila y la del coronel Naranjo, habiendo

181


mandado cargar a las fuerzas mandadas por el teniente coronel Garza Leal, teniente coronel Pablo Gómez, teniente coronel Emiliano Laing, coronel Salvador Fernández de la Cavada, teniente coronel Ruperto Martínez y coronel Pedro A. Gómez. Los lacónicos partes militares no son la exacta descripción de los acontecimientos. Los franceses y los traidores que los acompañaron en esta acción, casi fueron exterminados. Ochenta y un franceses y aproximadamente el doble de traidores, quedaron supervivientes. Hubo un momento durante el encuentro a sable, que los franceses fueron arrojados a la barranca que se conoce como "Barranca de los Franceses". Los mexicanos ante la imposibilidad de seguirlos a la hondonada, empezaron a lanzarles piedras y tierra para, vivos, darles merecida sepultura. El parte francés dijo lo siguiente: que por unos viajantes mexicanos se supo que fuerzas liberales procedentes de Santiago de la Monclova se habían apoderado de la plaza de Parras; que inmediatamente se envió una fuerza al mando del comandante conde De Brian para restablecer la autoridad imperial; que durante la noche del 28 de febrero salió el citado comandante, de Parras, con las compañías 3". y 4". del 2°. Batallón, compuesto de ocho oficiales, 177 legionarios, 250 auxiliares (mexicanos) y 150 jinetes de la Guardia Rural. Que como a las tres de la mañana del día T. de marzo, el comandante Brian colocó a sus tropas frente a Santa Isabel, a saber: a la izquierda del Cerro de la Cruz los fusileros; en el centro, la infantería auxiliar y a la derecha la 4". compañía; a retaguardia los jinetes mexicanos, los servicios médicos y

182


la intendencia. La Tercera Compañía quedó en reserva. El comandante De Brian está con los fusileros. A las tres de la mañana el cometa francés tocó "a la carga". Las órdenes han sido definitivas; arrollar todo lo que se encuentre al frente; los fusileros tomarán el cerro, el resto se echará sobre la hacienda. Los legionarios avanzan como demonios. La batalla de Santa Isabel, si no de grandes contingentes, sí fue de las más importantes si no la más de las desarrolladas en 1866, durante la guerra de Intervención. Señaló el principio de la reconquista de la patria, porque con ella se abrió la brecha, que ya nadie cerraría, por la que los ejércitos republicanos ascenderí'an hasta el altiplano a sitiar Querétaro, derrotar a Maximihano y poner fin al Imperio. En esa batalla no se pidió, ni se dio cuartel; todos eran valientes, con excepción, quizá de los "auxiliares" de Máximo Campos que al ver cómo rodaban las cabezas francesas emprendieron la huida. En la pelea fue herido el comandante De Brian y cuando apoyado en el hombro del sargento Racle trataba de ganar la ambulancia, fue alcanzado por jinetes republicanos que mataron al sargento y remataron al comandante. Las pérdidas consignadas por los franceses fueron las siguientes: 102 muertos, entre ellos seis oficiales, de los cuales uno fue el jefe y otro, el Dr. Rusthego; y ochenta y un prisioneros, de los cuales cuarenta estaban heridos. El genera! Bazaine, al recibir noticia de lo ocurrido, dispuso que por ningún motivo las fuerzas imperialistas deberían 183


abandonar las grandes líneas de operaciones que se habían fijado, a distancias mayores de cinco leguas de sus plazas, a menos de que existiese una orden precisa para ello; y en cuanto a las guerrillas republicanas, se encomendaría su persecución a las tropas conservadoras y a las compañías auxiliares a fin de impedir que las fuerzas francesas se agotaran en encuentros de detalle, estériles desde el punto de vista militar. El presidente Juárez, por conducto del ministro de la Guerra, general Ignacio Mejía, dijo a Viesca: Esta función de armas, fruto de la acertada combinación que usted había meditado y del imperio y actividad con que la llevó a cabo, es de mucha importancia en las operaciones de la frontera y tendrá grande influencia en el buen éxito de los sucesos posteriores.

Contrastando con !a conducta seguida por los franceses, sobre todo después de la expedición de la Ley del 3 de Octubre de 1865 por parte de Maximiliano, el general Viesca ajustó la suya a las más elementales leyes de la guerra, de la nobleza y de los más altos sentimientos humanos. Después del combate, al rendir parte Treviño de los prisioneros franceses, y manifestarle que desde luego los iba a pasar por las armas, Viesca se opuso terminantemente. En cambio, a los traidores prisioneros, a los que luchaban contra su propia patria, a ésos los mandó fusilar en el acto. La correspondencia entre Viesca y el general Douay, comandante de la Primera División de Infantería del Ejército Expedicionario, habla mucho en elogio de Viesca. El día 14 184


de junio .envió Douay a Viesca una carta pidiéndole aceptar: Mis agradecimientos por el apresuramiento con que procuró usted hacer llegar al señor Subteniente Montier, los doscientos pesos que les envié por conducto de usted para él y sus compañeros de cautividad. El general Douay, verdadero caballero y Viesca, patriota esclarecido, iniciaron negociaciones para el canje de prisioneros. El tono de la correspondencia es sencillo, distinto ai que usaba Bazaine, por ejemplo. Por cierto que si no llegó a realizarse el canje, como eran los deseos de ambos y aun de! propio gobierno de la República, que con la fuerza de la razón y el derecho sabía que se acercaba la victoria final, el culpable fue el mariscal Bazaine. La conducta observada por el general Viesca no fue olvidada por los oficiales franceses. En 1884, siendo gobernador y comandante militar de París el general Saussier, que con el grado de comandante formó parte del Cuerpo Expedicionario y el cual estuvo en Saltillo de guarnición, participando inclusive en las negociaciones entre el gobernador de Coahuila y el general Douay, invitó a Viesca al acto que el Ejército Francés le rindió al jefe coahuilense por su magnanimidad y humano comportamiento para con los prisioneros de Santa Isabel. Antes de continuar con nuestro relato, es conveniente agregar unas cuantas palabras en relación con la batalla de Santa Isabel. A fines del siglo pasado se suscitó una polémica debido a que el general Jerónimo Treviño, queriendo reverdecer laureles,

185


se atribuía toda la gloria obtenida en aquella importante acción de armas. El general Viesca respondió a Treviño recordándole cómo al arribar a Santa Isabel, procedente de la Laguna tuvieron una reunión todos los jefes: A propósito de la conferencia que tuvimos todos los jefes aUí reunidos -le escribió- es el caso recordar que usted quería retirarse, alegando razones dignas de ser tomadas en cuenta, pues nos hallábamos en circunstancias difíciles, a causa de los movimientos efectuados por los franceses, que del Saltillo y de Durango venían sobre nosotros. Con este motivo, recuerdo que usted definió la situación diciendo que estábamos dentro de "un círculo de hierro", palabras textuales que fueron repetidas por el Coronel Naranjo. Lo que siguió a la determinación de quedarnos, como afortunadamente se hizo, ya está aclarado; sólo me resta insistir en lo tocante a los prisioneros, que no fue usted quien los puso en libertad, ni yo tampoco, pues me quedé con ellos y conmigo siguieron después de levantado e! campo. Usted ordenó que los franceses se fusilaran inmediatamente, pero habiéndome opuesto bajo mi más estrecha responsabilidad, se consideraron como prisioneros de guerra, todo lo cual determinó que el General Douay tratara conmigo lo concerniente al canje por prisioneros republicanos, como consta en comunicaciones publicadas desde hace mucho tiempo y en las que me hace el honor de tratarme con una caballerosidad militar poco acostumbrada por los jefes franceses, tanto más satisfactorio para mí, cuanto que me reconoció como beligerante y como general del Ejército de la República. Por si hubiese duda sobre quién fue el verdadero héroe de la batalla de Santa Isabel reproducimos a continuación la carta

186


que el Gral. Naranjo envió al Gral. Viesca el 18 de octubre de 1883. El Gral. Naranjo era en esa época secretario de Guerra. Mi antiguo y querido amigo: Perdida la atención en el cúmulo de asuntos que constituye la cosa pública, el gobierno ha cometido con usted una injusticia en la que me toca la mayor parte, puesto que conozco a usted mucho mejor que cualquier otro hombre del mismo gobierno; esa injusticia consiste en haber olvidado, en una época en que se procura atender a todos los buenos hijos de la patria, a usted que ha demostrado tan largamente y en épocas de prueba, ser tan bueno como el mejor de ellos. El señor Presidente ha querido reparar tal injusticia y me ha ordenado dar a usted de alta en el ejército, en su clase de General Coronel, con residencia en Farras, y percibiendo su haber en Jefatura de Hacienda de Coahuila; tengo pues, el gusto de adjuntar a esta carta las comunicaciones respectivas. Al mismo tiempo me permito rogar a usted, por nuestra antigua amistad, que se sirva aceptar esta disposición del señor Presidente, puesto que ella representa no el más mínimo favor, sino apenas una reparación de la injusticia cometida con usted, injusticia que no hubiera durado tanto tiempo, si venciendo su genial modestia y desinterés, se hubiera servido indicarme de cualquier manera, que existe todavía nuestro antiguo jefe de la Batalla de Santa Isabel.- F. Naranjo.

El día 14 de agosto entraron a Saltillo las victoriosas fuerzas de Viesca. En la proclama dirigida a los habitantes de la capital del Estado, dijo:

187


Coahuilenses, habéis inmortalizado el nombre de fronterizos: él ós honra, pero también ós impone arduos deberes. Lo estoy seguro que no lo dejaréis humillar jamás. Un sólo esfuerzo todavía, compatriotas, y ós mostraréis a la altura de vuestros grandiosos antecedentes, volando a proteger los esfuerzos de nuestros hermanos del interior para hacer mil veces pedazos el yugo del bastardo emperador. ¡Habitantes de la capital! Yo conservaré grabado en mi corazón el hermoso desbordamiento de vuestro júbilo que presencié a mi llegada a vosotros. Coahuilenses todos: me enorgullezco de serlo, recordando cuánto habéis hecho por la lit>ertad y por mi persona como jefe vuestro. Aún nos falta mucho por hacer, y lo haremos, porque sois a un tiempo una de las más puras glorias y una de las más preciosas esperanzas de la Patria.

Viesca era nativo de Parras, donde nació el 29 de noviembre de 1827. Fueron sus padres D. Andrés de la Viesca y Montes y doña María de Jesús Bagues quien llevóse a vivir con ella a su hijo a su hacienda de Río Florido, en Chihuahua, hasta la edad de 14 años en que volvió a Parras. La formación cultural de Viesca fue autodidacta, pero tenía tal pasión por saber, que formó una importante biblioteca. El mismo Viesca empastaba sus libros y existe uno, Las palabras de un Creyente del Abate Lamennais, en cuya cubierta puede leerse en la parte interior y de su puño y letra: "Empastó Andrés S. Viesca". Para quien estudie e! pensamiento y la fuerza moral que sostuvo a los hombres de la Reforma y de la República en 188


los aciagos años de la Guerra de Reforma y de la Intervención Francesa, le bastará leer las anotaciones que Viesca hizo en el ejemplar a que me he referido, transcribiendo las reflexiones del Abate en relación con la misión verdadera del soldado. En las páginas que los encuadernadores llaman de "cortesía" del libro, hizo Viesca en 1853, un año antes de la proclamación de! Plan de Ayutla, las siguientes transcripciones manuscritas: Cuando después de una larga seca, una dulce lluvia cae sobre la tierra, bebe ésta con ansia el agua del cielo que la refresca y la fecunda. ¿Quién se acercaba a Cristo para oír su palabra? El pueblo. ¿A dónde vas, joven soldado? Voy a combatir porque todo no sean la presa de algunos, porque se levanten las cabezas caídas y por sostener las rodillas que se flaquean. Voy a combatir para dar a los que los opresores han echado en hondos calabozos, el aire que falta a sus pechos y la luz que buscan sus ojos. Voy a pelear por la justa, por la santa causa paran los pueblos y les impiden abrazarse como hijos de un mismo padre, destinados a vivir unidos en un mismo amor. Voy a pelear por la justa, por la santa causa de los pueblos, por los sagrados derechos del género humano. Voy a combatir por Dios y los altares de la Patria; porque todos tengan un Dios en el Cielo y una Patria en la tierra.

Casado con doña Felicia Gutiérrez y Viesca, que era su prima, emparentó con don Juan Antonio de la Fuente, casado con doña Guadalupe; tuvo un único hijo, el señor Andrés Ludovico Viesca Gutiérrez.

189


Junto con don José Ma. Aguirre y D. Juan Antonio de la Fuente, se pronunció por el Plan de Ayutla y en 1858 formando ya en el Ejército del Norte, combatió en Puerto de Carretas. En 1860 tomó parte en la toma de Parras, y en 1865 en la batalla de La Angostura. En su hoja de servicios se asienta que sirvió a la Patria durante 43 años, dos meses y un día, no considerándose en este tiempo el comprendido durante su gestión como gobernador de Coahuila, senador y otras comisiones. A! triunfo de la República, Viesca volvió a ocupar la gubematura, siendo de destacarse entre los nobles aciertos de su administración, la expedición de la Ley Reglamentaria de la Instrucción en el Estado de Coahuila que además de las normas a que se sometería la educación primaria, secundaria y superior prevenía la fundación del Ateneo Fuente. La ley fue publicada el día 11 de julio de 1867, disponiendo que el Ateneo abriera sus puertas el T. de noviembre. Días más tarde, el 28 de julio, un decreto adicional dispuso la extensión educativa a las zonas rurales, quedando a! cuidado de los ayuntamientos que en las haciendas y congregaciones comprendidas en cada municipio, se establecieran escuelas de educación primaria, por cuenta de los copartícipes o dueños, así como que: En los ranchos que distaren más de una legua de los pueblos, congregaciones o haciendas, los propietarios crearán escuelas en cada uno de ellos o en alguno que por su situación sirva de centro a los demás,

190


Retirado a la vida privada en su querida villa de Parras, donde todavía se le recuerda por la infinita ternura de su alma y el amor a los niños, a los que congregaba todas las tardes a la salida de la escuela alrededor de su banca de la placita Hidalgo para contarles relatos de hadas, pasó Viesca sus últimos años. Anciano y enfermo, fuese a vivir a Torreón donde, a cuarenta y dos años de la batalla de Santa Isabel, murió el 5 de marzo de 1908.

191


Se inicia la reconquista de la Patria,- Batalla de Santa Gertrudis.- El Gral. Cepeda marcha con sus Gorras Prietas al sur- En Cedral, Agüero deja tendido de un machetazo al conde De la Hayrie.- Abanderamiento del Batallón de Coahuila.- Juárez a punto de ser capturcdo en Zacatecas.

A partir de la batalla de Santa Isabel la situación para los intervencionistas empezó a ser difícil, Escobedo se movió con sus tropas y después de tomar la Villa de Catorce el í". de abril, atacó a ios franceses en Matehuala de donde se retiró al saber que una fuerza enemiga se aproximaba; dos días después, atacaba a Tula; Jeanningros que había vuelto a Monterrey, recibió orden de marchar sobre Montemorelos, en tanto Douay se dirigiría de Saltillo a Galeana, y la guerrilla del coronel Dupín avanzaría sobre La Soledad, en un intento de destruir a Escobedo cada vez más fuerte. Como el plan de los invasores se frustra, se formó una columna que salió de Monterrey rumbo a Matamoros para proteger un convoy de pertrechos que procedente de ese lugar iba destinado al interior. El día 16 de junio de 1866 en Santa Gertrudis, cerca de Matamoros, Escobedo atacó el convoy que formaban doscientos carros, escoltados por una fuerza integrada por mil mexicanos imperialistas y trescientos austriacos. La derrota inñigida por los republicanos al enemigo fue total. Además de la pérdida de todo el material de guerra, sufrieron la de 251 mexicanos y 145 austriacos muertos; 121 mexicanos y 45 austnacos heridos y 858 mexicanos y 143 austriacos prisioneros. Como resultado de la derrota de Santa Gertrudis, Mejía que estaba en Matamoros capituló. Juárez, que seguía en Paso 193


del Norte, se trasladó a Chihuahua, a donde llegó el 17 de junio. Para ver la forma de enfrentarse a la situación, el mariscal Bazaine emprendió el camino hacia el norte. El día 10 de julio llegó a San Luis, encontrándose con que el camino a la frontera estaba completamente cortado. Para hacer llegar un despacho al general Douay que se hallaba en Monterrey, hubo de utilizarse un escuadrón entero. En vista de tales circunstancias, se resolvió la evacuación de las tropas extranjeras que estaban en Monterrey. El día 26 de julio se retiró la última columna francesa y el 5 de agosto fue evacuada la plaza de Saltillo; las tropas que estaban en Durango al mando de Casiagny, se retiraron a León el día 5 de agosto y el 7 del mismo mes, los republicanos ocupaban la plaza de Tampico, El día 5 de agosto las tropas francesas al mando del general Douay y los imperialistas traidores de Máximo Campos y Julián Quiroga. abandonaban Saltillo por la loma de Arizpe, en tanto las de Victoriano Cepeda, en medio de repiques y el regocijo popular, hacían su entrada a la ciudad. Al siguiente día llegaron las fuerzas de Pedro Martínez y poco después las del Ejército del Norte al mando de Escobedo, entre las cuales se encontraban las de Viesca y Treviño. Don Victoriano Cepeda y sus Gorras Prietas sólo permanecieron tres días en Saltillo, saliendo al sur a perseguir a los franceses, con los que trabó combate en Cedral. En esta acción, el coronel Pedro Agüero -entonces capitán- dejó tendido, de tremendo machetazo ai coronel francés conde De la Hayrie.

194


El mensaje de Juárez a Viesca, enviado en respuesta a! parte de la batalla de Santa Isabel, que decía: Con la toma de Parras y derrota de las fuerzas imperialistas en dicha plaza, rompió usted la línea del enemigo en estos Estados de la frontera Norte. El triunfo de Santa Isabel es un hecho brillante y glorioso para México, y especialmente para usted y todos sus valientes subordinados que a él concurrieron. Estos hechos, no lo dudo, levantarán vigorosamente el espíritu público a favor de la causa nacional, Ise cumplía con la mayor exactitud]. En efecto, de todas las regiones del país un fervor republicano se manifestaba en las victorias sobre los soldados invasores e imperialistas mexicanos. Antillón, que estaba en Piedragorda levantó otra vez la bandera republicana y Ángel Martínez derrotaba en Guadalupe a Refugio Tánori y al capitán Lamberg el día 4 de septiembre y Porfirio Díaz se fugó el día 20 del mismo mes, escalando la tapia del cuartel en que se encontraba prisionero en Puebla, en el antiguo convento de los jesuitas. La fuga de Díaz causó verdadera sorpresa; utilizando una cuerda, trepó los altos muros, burlando la vigilancia de los centinelas. Un fiel soldado republicano de nombre Julián Martínez, ya tenía caballos listos para huir, por lo que al amanecer del día 21, Díaz ya se encontraba en Cocula entre los catorce hombres que mandaba Bemardino García. Tanto !a autoridad militar de Puebla, como los prefectos políticos del rumbo, recibieron órdenes terminantes; capturar, a como diese lugar a Porfirio Díaz; se ofreció una cuantiosa prima a quien lo entregara, pero como bien lo expresó Kératry refiriéndose a Juárez y ahora podía aplicarse a Díaz: no hubo un traidor o un puñal asesino que se interpusiera en su camino.

195


El 3 de octubre, ya al frente de 700 hombres, el general Díaz derrotaba en Miahuatlán a un ejército de 3 000 hombres que mandaban el general Oronoz y el coronel Testard; y el 18 del mismo mes obtenía otro sonado triunfo en La Carbonera al despedazar materialmente a los 1 500 soldados austriacos, polacos y húngaros que mandaba un coronel austriaco. El gobierno imperialista estaba tan desmoralizado, que a no ser por la decisión de Carlota, esposa del Emperador, de ir a suplicar a Napoleón, que había decidido retirar las tropas galas en noviembre de 1866, marzo y noviembre de 1867, para que no abandonara el Imperio creado por él mismo; y al Papa, con el ofrecimiento de que todos los problemas de la Iglesia senan resuellos, Maximiliano hubiese abdicado. Pero su esposa primero, y luego los conservadores que lo habían traído a México, lo impidieron, pronunciando prácticamente con esa determinación, la sentencia de muerte que se ejecutó en Querétaro. En tanto todo eso acontecía en el campo imperialista, las fuerzas republicanas del norte se disponían a asestar el golpe final. El día 10 de enero de 1867 en la Plaza de Armas de Saltillo tuvo lugar una ceremonia emocionante; el abanderamiento del Batallón Primero Ligero de Coahuila que ese mismo día partiría rumbo al sur. La Bandera había sido bordada por las manos de las bellas señoritas Refugio Carbajal, Mariana Rodríguez, Dolores García y Luisa López del Bosque. En el lugar de honor, dice D. José de la Luz Valdés, rodeado de una compacta muchedumbre encontrábase el Gobernador del Estado que lo era el Gra!. Viesca,

196


vencedor de Santa Isat>el; el Gral. Mariano Escobedo y el Lie. Juan Antonio de la Fuente, así como muchos militares y civiles que presenciaron el abanderamiento. Tomcí en sus manos la enseña el Gral. Viesca y la entregó al Coronel Honorario del Cuerpo, Gral. Escobedo. quien a su vez por conducto del Jefe efectivo de la corporación Tte. Coronel y Dr. Ismael Salas, la dio al abanderado, el joven Adrián Valdés, a quien le cupo el honor de llevar esta Bandera a los campos de batalla y de sacrificar por ella la existencia en aras de la Patria.

Los sucesos se aclaran. A fines de noviembre, en una reunión de Maximiliano con los ministros y consejeros de Estado, el Emperador les solicitó opinión sobre si consideraban que como tínico medio para poner término a la crisis porque estaba atravesando el Imperio, era llegado el momento de devolver al pueblo mexicano la misión que le había confiado. La votación fue casi unánime porque no hubiese abdicación, ya que sólo dos votos, los de Silíceo y Cortés Esparza, fueron porque se aceptara. El día 14 de enero de 1867, una nueva junta verificada en la ciudad de México, y a la que asistió Bazaine, se determinó por una votación de 26 contra siete votos, que Maximiliano continuara al frente del Imperio. Acuerdo estúpido, si tomamos en cuenta que ese mismo día el Gral. Corona ocupaba Guadalajara; Escobedo, San Luis; Juárez establecía su gobierno en Zacatecas y en Veracruz se embarcaba el primer contingente de franceses rumbo a su patria. E! día 25 de enero Tomás Mejía abandonó San Luis para refugiarse en Querétaro; el día 26 Miramón tomó Zacatecas

197


por sorpresa, estando a punto de tomar prisionero a Juárez. El golpe había sido planeado de tal manera, que cuando supo Maximiliano que había capturado la plaza, le envió a decir que al hacer prisionero a Juárez y a los miembros de su gobierno, ios juzgase conforme a la Ley del 3 de Octubre, pero sin ejecutar la sentencia de muerte. Es incuestionable que Maximiliano, en caso de haber sucedido así, hubiese capitalizado en su favor el perdón de la vida del jefe republicano. El día r . de febrero tuvo lugar la célebre batalla de San Jacinto, así llamada por haberse desarrollado en terrenos de la hacienda de tal nombre. En esa acción fueron hechos prisioneros Joaquín Miramón y 139 franceses de la sección Gendarmes de la Emperatriz; infinidad de muertos y heridos y más de quinientos prisioneros. El día 3 todos fueron pasados por las armas. El día 4 tuvo lugar el combate en La Quemada entre fuerzas de Severo del Castillo y republicanas comandadas por Anacleto Herrera y Cairo. De ese lugar, Miguel Miramón y Severo del Castillo, se fueron a Querétaro. El 13 de febrero salió Maximiliano para Querétaro, a donde llegó el 19 acompañado por su secretario Blassio, su ministro de Gobernación García Aguirre, y por los generales Leonardo Márquez y Santiago Vidaurri, así como por el coronel Julián Quiroga. El día 21 hizo su arribo Ramón Méndez, con cuyas tropas y las que ya se encontraban allí, Maximiliano reunió un ejército de nueve mil hombres.

198


A principios de marzo hace su entrada a San Luis Potosí el presidente Juárez. Desde la capital potosina fungirá como director de escena en el acto final del drama imperial. Mucho ha sufrido el Indio Sublime, pero con la resignación que su raza viera a los corceles de la conquista hollar el suelo de la Patria, él ha sabido sobrellevar todos los infortunios. Dice el maestro Berrueto que al iniciarse la lucha contra los invasores, solamente dos hombres jamás dudaron: Juárez y Zaragoza. Es cierto. La historia de ese periodo que comprende desde la llegada de las fuerzas extranjeras a México y el Sitio de Querétaro, jamás la vivió igual personaje alguno de la historia universal. Era el invasor, con todo su poden'o, que venía a arrebatamos la Patria, y mientras unos carecían de la fe que mueve montañas, otros andaban siempre detrás de la Presidencia, exaltada su ambición por los políticos que nunca faltan a los triunfadores; o bien, quienes, con su conducta negativa, tanto daño hicieron en esas horas de prueba: los que sin ser partidarios del Imperio, sin aliarse a los invasores, pero con la moral de la Patria en derrota, se convirtieron en meros espectadores de la gran tragedia.

199


Los republicanos ponen sitio a la ciudad de Querétaro."Combate del Cimalario" y heroísmo de Hipóliio Charles.- Muere el joven Adrián Valdés, abanderado del Batallón de Coakuila. - Rendición, proceso y muene de Maximiliano.- Al son de Los Cangrejos, fusilan a Vidaurri.- Retorno a la frontera.

El día !4 de marzo de 1867.25 000 republicanos pusieron sitio a la ciudad de Querétaro donde el Imperio decidió quemar sus últimos cartuchos. Los mandaba en jefe el integérrimo soldado reformista de Galeana don Mariano Escobedo y, como segundo el general Ramón Corona. Allí estaban Aureliano Rivera, Nicolás Regules, Miguel Blanco. Miguel Auza, Ignacio Cepeda, Hipólito Charies, Victoriano Cepeda, Florencio Antillón, Antonio Carbajal, Jerónimo Trevifio, Francisco Naranjo, Silvestre Aranda, Juan N. Méndez y Sostenes Rocha. En el campo imperialista, que tenía al propio archiduque Maximiliano como general en jefe estaban Miguel Miramón, Leonardo Márquez, Tomás Mejía, García Arellano, Ramón Méndez y Santiago Vidaurri. Dos meses exactamente duró el sitio; los imperialistas, con excepción de Márquez y Vidaurri, que lograron salir de Querétaro a la capital, para agenciar recursos, permanecieron encerrados dentro de los muros del convento queretano. El día 27 de abril los sitiados estuvieron a punto de romper el sitio, Miramón, Méndez, Moret y el coronel Ormachea, en una carga tremenda lograron apoderarse de El Cimatario, arrebatando a los republicanos 20 cañones y haciendo cerca de 500 prisioneros. De haber logrado escapar, es indudable que la guerra se hubiera prolongado. Ya durante las reuniones

201


celebradas para tratar sobre la abdicación de Maximiliano, Miramón había ofrecido organizar un ejército para sostener el Imperio; y lo hubiera cumplido: Miramón era intehgente, valeroso y la mejor carta militar con que contaban los conservadores. Precisamente en El Cimatario vuelve a multiplicarse la decisión de los coahuilenses. La desesperada acometida de los sitiados fue parada en seco gracias al valor desplegado por los Cazadores de Galeana que mandaba el corone! Juan C. Doria y como segundo el teniente coronel Hipólito Charles. El general Sostenes Rocha en unas notas escritas en 1878 en París sobre algunos aspectos del sitio, dice: Encontré cerca del acueducto al General Escobedo, con su estado mayor; manifestaba la mayor agitación e inquietud cuando me dirigí a él para tomar sus órdenes. -General -me dijo-, Corona ha perdido su posición y se le han dispersado nueve mil hombres, En nombre de la patria -prosiguió con voz conmovida- vaya usted a reconquistarla o morir gloriosamente. -Mi General, le respondí; sabremos cumplir con nuestro deber. Con el permiso de usted.,. -Espere usted -añadió el General (Escobedo)-; he mandado al campo a Cazadores de Galeana, se ha batido muy bien rechazando a la caballería enemiga, pero creo que en este momento debe venirse replegando ante las fuerzas superiores, que salen de la Casa Blanca: tome usted dicho cuerpo, todos los que encuentre al paso y llévelos al combate, y como lo espero, cúbranse de gloria.

202


-Al llegar sobre la ceja principal de la falda del Cimatario -sigue diciendo el general Rocha- observé que Cazadores de Galeana se retiraba al trote largo, un tanto desordenado, pues materialmente venían quemándolos a balazos las secciones desplegadas en tiradores, que como antes dije, cubrían la cabeza de la columna enemiga. Me dirigí al Corone! Etoria, jefe del cuerpo, ordenándole una evolución, pero aunque este caballero era muy pundonoroso y honrado, careciendo de aquel valor indispensable sobre todo para los soldados de caballería, en aquellos críticos momentos estaba fuera de sí y no pudo comprenderme. Sin más miramiento y como el caso lo exigía, llamé a su segundo en jefe, teniente coronel Hipólito Charles cuyo valor me era bien conocido desde nuestra gloriosa campaña del Norte, le ordené que desplegara en tiradores prontamente otras dos secciones, que hiciera alto y frente a! enemigo, que mandara ejecutar un fuego rápido para contenerlo algunos minutos que mis tropas necesitarían para llegar y entrar en la línea y por último, como ya mi división gozaba de una buena reputación entre todas las fuerzas de sitio, para reanimar el valor de Cazadores, les dirigí la palabra diciéndoles: "Muchachos, ya vienen cerca sus hermanos de la 1'. División..."

Momentos después sorteaban la crisis y Rocha mandaba cargar ¡A la bayoneta! ¡A ellos! Con la contraseña de los de Galeana, mandó al clarín tocar a degüello y a una sola voz, la del soldado de Ramos Arizpe, Hipólito Charies, la tropa se precipitó resuelta y compacta contra las fuerzas del adversario, con sus armas embrazadas y la bayoneta calada. Don Carlos Pereyra, el ilustre historiador saltillense considerado como uno de los más importantes de habla española, dejó escrito este párrafo:

203


El Sitio de Querétaro tuvo dos días grandes: el 24 de marzo y el 27 de abril. Ese día es el de Hipólito Charles. La historia oficial que con frecuencia es la historia convencional, ha velado el nombre de! héroe que hizo un triunfo de una derrota y recibió la ovación de 32 000 republicanos. En mi bibliografía de Hipólito Charles, preparada por el Gral. Raymundo Salas Loyo, del Archivo de la Secretaría de la Defensa Militar, se asienta en el prólogo de su hoja de servicios: Hasta la fecha, por ignoradas razones, ni la patria ni la providencia nativa han hecho debida justicia al preclaro y aguerrido general Hipólito Charles, que viera la luz en la Villa de Ramos Arizpe, del Estado de Coahuila. A continuación dice que a mediados de 1860, cuando los reaccionarios y traidores pugnaban por crear el segundo Imperio, el bravo mihtar organizó de su peculio un grupo armado para auxiliar a las fuerzas federales, incorporándose a la Guardia Nacional de Nuevo León y Coahuila con el grado de capitán 1°. con que fue asignado a las fuerzas que mandaba el general Lázaro Garza Ayala "en las cuales permaneció -dice la Defensa- hasta el T. de marzo de 1864 en que fue ascendido al grado de comandante". Por este dato, se infiere que Charles estuvo en la batalla del 5 de Mayo en Puebla, ya que en esa ocasión Lázaro Garza Ayala fungió como Cuartel Maestre del Cuerpo de Ejército de Oriente que mandaba Zaragoza. Por los datos consiguientes que proporciona la citada Secretaría, tomados del expediente militar que sobre Charles

204


allífigura,estamos en condiciones de afirmar que a las órdenes de Escobedo-que lo ascendió a teniente coronel en diciembre de 1866- tomó parte en las acciones con que este jefe republicano fue modelando la victoria fina! con su poderoso Ejército del Norte; Santa Gertrudis, San Jacinto, etc. El general Charles nació en 1837 en Ramos Arizpe, Coahuila y falleció en la capital de la República el 23 de noviembre de 1906. Durante el sitio, las fuerzas del Norte se cubrieron de gloria. A don Victoriano Cepeda y sus famosos Gorras Prietas les tocó cubrir la linea de San Gregorio, una de las más peligrosas y de las que, por lo tanto, reclamaban extraordinario valor de sus defensores. El general Rocha dice que la División de Caballería fue puesta al mando de Naranjo y la componían tres brigadas: la 1". con Legión del Norte, de Carabineros de Lampazos y 3". de San Luis, al mando del coronel Loera; la 2". la componían los cuerpos T. de Parras y 4°. de San Luis Potosí, a las órdenes del coronel Emiliano Laing y la 3'. con los cuerpos T. y 2°. de Rifleros de Coahuila y Exploradores de Frontera, la mandaba el coronel Victoriano Cepeda "Jefe algo maniático y atrabiliario pero muy valiente y entendido". El 6 de mayo, durante el combate que sostuvieron los jóvenes del Escuadrón Ligero de Coahuila, fue muerto su abanderado el joven Adrián Vaidés, hijo de D. Timoteo Vaidés y sobrino del coronel Manuel Vaidés a quien nos hemos referido ampliamente al tratar sobre la Guerra de Tres Años.

205


La familia Valdés era de Arteaga. Según informes de D. Luis González Rodríguez, con ella emparentado, salió de la citada villa encabezada por el hermano mayor José Luis para ir a establecerse en Nadadores; el único que se quedó en Saltillo fue el hermano menor de nombre Timoteo, padre que fue de Pacífico Valdés que ejerció de notario, Adrián que como abanderado del Escuadrón Ligero de Coahuila fue muerto en el Sitio de Querétaro y de Napoleón, que fuera ventajosamente conocido como oficial del Registro Civil y que a su vez fuera padre del notario Prudencio Valdés de Anda. El día 15 de mayo de 1867 Maximiliano rindió su espada. La República había triunfado una vez más de sus enemigos. El 20 de junio, el general Porfirio Díaz ocupó la ciudad de México e hizo prisioneros a los generales que habían servido al Imperio. Entre ellos figuraron los hermanos Santiago y Miguel Blanco, ambos yucatecos que fueron condenados a cuatro y un ano de prisión, respectivamente. En la memoria que recogió los trabajos presentados durante el Congreso de Historia -Estudios sobre la Historia de Sinaloa- entre otros aparece el que se refiere a los gobernadores que, desde su creación como estado ha tenido dicha entidad. Entre los gobernadores, encontramos, que fue ei 52*". gobernador, del 20 de julio de 1854 al 27 de octubre de 1855, el general Miguel Blanco y que, entre otras obras realizadas por su gobierno se recuerdan la construcción de un cuartel y una batería en el Puerto de Mazatlán. En esa fecha, el Lie. y Gral. Miguel Blanco de Monclova ni siquiera se había alistado en la Guardia Nacional. 206


El día 28 de junio, en la plazuela de Santo Domingo fue fusilado el general Santiago Vidaurri a los acordes de una murga que tocaba el corrido republicano Los Cangrejos. Se cumplía de esta manera un destino trazado por la ambición, la intemperancia y la ausencia de verdadero patriotismo. El 23 de agosto de 1867 regresó a Saltillo el ejército triunfador. En el periódico Estado de Coahuila se publicó la crónica de la recepción inolvidable que la capital coahuilense brindó a los héroes. La crónica transcrita por el profesor José de la Luz Valdés, está concebida en los siguientes términos: Cuando regresó de aquella gloriosa campaña el Ejército del Norte, hizo su entrada a Saltillo el bizarro cuerpo de Coahuila. Entonces se presentaron las escenas más tiernas de entusiasmo patriótico, de efectos sublimes y heroicos que apenas puedan describirse, y cuyas escenas no las podrá borrar nunca el tiempo, porque son eternas e inmortales como lo son los sentimientos que las produjeron. A las cuatro de la tarde la capital de nuestro Estado estaba profusamente engalanada; las puertas y ventanas adornadas con vistosas colgaduras, el suelo regado de flores naturales y desde la Plaza Independencia hasta la salida del sur, la calle principal ostentaba coronas y lazos de fresco laurel, bandas con los colores del pabellón nacional, arcos triunfales y multitud de personas en los balcones y azoteas esperando pasaran los triunfadores de Querétaro para arrojar a su paso flores y guirnaldas y agasajos de todas clases, como testimonio de admiración a los que habían dejado sus hogares para ir al campo del honor a salvar las instituciones y la libertad de su Patria. El bello sexo de Saltillo fue el que se distinguió más en

207


estas demostraciones de verdadero regocijo patriótico, del más ardiente júbilo popular que rayaba en patético entusiasmo. La Columna desfiló en medio de las más vivas aclamaciones de placer, bajo una lluvia de flores arrojadas de los balcones, ventanas y azoteas, hasta llegar a la plaza principal en donde una comisión de más de treinta señoritas obsequiaron a los jefes y oficiales con presentes de flores y coronas en nombre de la ciudad. En el Portal de la Independencia se había preparado una tribuna y muchos asientos para ofrecerlos a los jefes principales recientemente llegados; ahí se encontraban el General en Jefe, los Gobernadores de Coahuila y Nuevo León, los comisionados de la recepción y los jefes y oficiales de la columna que formaban un hermoso cuadro que jamás se olvidará. En el fondo de ese cuadro se colocaron los abanderados de Coahuila y Nuevo León, cruzando sus pabellones como el símbolo de la amistad más pura y la fraternidad más duradera que juntos habían compartido los sufrimientos y las glorias de la campaña. El Licenciado Antonio García Carrillo con la elocuencia que le era característica siempre, pero principalmente en aquel momento de regocijo, hizo uso de la palabra y conmovió el ánimo de aquel entusiasta auditorio. En seguida, el señor Gobernador del Estado, el patriota y distinguido general coahuilense Andrés S. Viesca, con verdadera efusión recordó a aquellos intrépidos soldados los episodios de la campaña, sus heroicos esfuerzos, sus proezas de abnegación y patriotismo y terminó felicitando a la patria por el triunfo glorioso que tan espléndidamente había alcanzado. Ocupó la tribuna el señor General Mariano Escobedo, el vencedor de Maximiliano, el generah'simo de las fuerzas 208


que salieron triunfantes en Santa Gertrudis, en San Jacinto y por último, en Querétaro. Con la elocuencia natural del que habla con los sentimientos, con el corazón, habló de Coahuila, en sus esfuerzos en la lucha nacional, haciendo grandes elogios de la conducta de sus hijos y principalmente de los que formaban parte del Batallón Ligero de Coahuila cuya oficialidad había sido un modelo de disciplina, valor y abnegación. Recordó que ocho meses antes había recibido de manos del señor Gobernador la Bandera de aquel cuerpo, como su Coronel, y dijo que ese pabellón había flameado en varias batallas y presidido importantes combates en que la República venció a! enemigo extranjero y sus aliados; recordó también que las delicadas manos de unas señoritas de esta capital habían bordado aquel estandarte, alrededor del cual se agrupaban los patriotas y jóvenes que habían preferido las tempestades y sufrimientos de la guerra a las dulzuras de una paz ignominiosa, y concluyó depositando la corona que había recibido, en la Bandera de Coahuila, entregando ésta al Teniente Coronel Doctor Ismael Salas, quien hizo la propuesta solemne de conservar ilesas las glorias adquiridas en la última campaña y de volverla a empuñar en caso de peligrar la independencia nacional. La ilustre Bandera del Batallón Ligero de Coahuila se encuentra en el Museo Nacional de Artillería a donde fue conducida con todos los honores. Como en su oportunidad lo dejamos asentado, el general Escobedo había sido nombiado "Coronel Honorario" del Batallón Ligero de Coahuila; como lo había sido iguabnenle, del de Nuevo León el general Andrés S. Viesca, en obsequio de la proposición del general Anacleto Henera y Cairo que la presentó en testimonio de la solidaridad íratemal que, indepenáaitenxnte de la disputa política a causa de Vidauni, siempre existió entre los dos pueblos de ia írantera.

209


Viesca: Poco antes de abandonar el territorio coahuilense. Juรกrez habitรณ esta casa.

212


que salieron triunfantes en Santa Gertrudis, en San Jacinto y por último, en Querétaro. Con la elocuencia natural del que habla con los sentimientos, con el corazón, habló de Coahuila, en sus esfuerzos en la lucha nacional, haciendo grandes elogios de la conducta de sus hijos y principalmente de los que formaban parte del Batallón Ligero de Coahuila cuya oficialidad había sido un modelo de disciplina, valor y abnegación. Recordó que ocho meses antes había recibido de manos del señor Gobernador la Bandera de aquel cuerpo, como su Coronel, y dijo que ese pabellón había flameado en varias batallas y presidido importantes combates en que la República venció al enemigo extranjero y sus aliados; recordó también que las delicadas manos de unas señoritas de esta capital habían bordado aquel estandarte, alrededor del cual se agrupaban los patriotas y jóvenes que habían preferido las tempestades y sufrimientos de la guerra a las dulzuras de una paz ignominiosa, y concluyó depositando la corona que había recibido, en la Bandera de Coahuila, entregando ésta al Teniente Coronel Doctor Ismael Salas, quien hizo la propuesta solemne de conservar ilesas las glorias adquiridas en la última campaña y de volverla a empufiar en caso de peligrar la independencia nacional. La ilustre Bandera del Batallón Ligero de Coahuila se encuentra en el Museo Nacional de Artillería a donde fue conducida con todos los honores. Coino en su oportunidad lo dejamos asentado, el general Escobedo había sido nombrado "Coronel Honorario" del Batallón Ligero de Coahuila; como lo había sido igualmente, del de Nuevo León el general Andiés S. Viesca, en obsequio de la proposición del general Anacleto Herrera y Cairo que h pesCTtó en testimcdo de la solidaridad fraternal que, independientemente de la disputa política a causa de Vidauni, siempre existió entre los dos pueblos de la írontera.

209


Francisco Zarco... "con voz elocuente pidiรณ al presidente Juรกrez la independencia de Coahuila".

210


AndrĂŠs S. Viesca... "hizo ante JuĂĄrez la protesta de ley como gobernador de Coahuila ".

211


Viesca: Poco antes de abandonar el territorio coahuilense, Juรกrez habitรณ esta casa.

212


Entrada de la Cueva del Tabaco, donde estuvo el Archivo de la Naciรณn.

213


í-fi^É' -'ia^--''^i^

T^ij¿ • ^^\ "rf'j*»-

i

Cueva del Tabaco, municipio de Maiamoros.

214


Gral. Sostenes Rocha... "sabremos cumplir con nuestro deber"

215


Coronel Pedro Advíncula Valdés Wincar.- Zaragoza.General, licenciado Miguel Blanco.- General Hipólito Charles.- General Victoriano Cepeda.- Coronel Ildefonso Fuentes.- Coronel Pedro Agüero.- Coronel Teófilo Martínez Coronel Pablo D. Mejía-Escobedo, G. Ortega y J. Quiroga.

A n t e s de finalizar este modesto trabajo, resultado del Simposium de Historia de Coahuila celebrado en Saltillo los días 19, 20 y 21 de enero de 1966, queremos rendir el más ferviente homenaje de admiración a los coahuilenses que tanto contribuyeron en nombre de Coahuila a la defensa de México, entre los que figura Pedro Advíncula Valdés, el famoso comanchero Wincar, como le llamaban los indios ante la dificultad de pronunciar su nombre y el cual sirvió a las (órdenes de Escobedo, Treviño y Naranjo. Advíncula Valdés asistió al sitio de Puebla en 1863 y después de la campaña de guerrillas que culminó con la organización del poderoso Ejército del Norte por el general Escobedo, tomó parte en el sitio y ocupación de Querétaro. Wincar era originario de Piedras Negras donde debe haber nacido en el año de 1837, ya que como lo tiene anotado su expediente en la Defensa Nacional, el 24 de febrero de 1875, al contraer nupcias con la señorita Luisa Brain, manifestó tener 38 años de edad. Los padres de Wincar fueron D. Casimiro Valdés y doña Clara Laurel. Falleció este digno republicano el 13 de agosto de 1887 a consecuencia de una vieja herida que sufrió en el combate que sostuvo en 1872 en el rancho de San Matías contra las fuerzas del coronel Rosalío Rubio que se había sublevado contra el gobierno 217


del presidente Juárez. En 1901, al solicitar una pensión la viuda de Wincar, manifestó tener un hijo de 14 años de edad que llevaba el mismo nombre de su padre; Pedro A. Valdés. Zaragoza.- Nació el 24 de marzo de 1829 en Bahía del Espíritu Santo del estado de Coahuila y Texas. Sus padres fueron el Cap. Miguel Zaragoza Valdés y doña María de Jesús Seguín. Alistado en la Guardia Nacional de Nuevo León, participó en la Guerra de Tres Años. AI triunfo de la República fue secretario de Guerra y al ser invadida la República por las fuerzas inglesas, francesas y españolas, se le nombró jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente. El general 2^agoza mandó en jefe a las fuerzas republicanas que atacadas en Puebla por los franceses, obtuvieron la sonada victoria del 5 de Mayo de 1862. Como consecuencia de grave enfermedad, murió el general Zaragoza en la misma ciudad que consagrara con su triunfo, el 8 de septiembre del propio año. Licenciado Miguel Blanco.- Vio la primera luz en la ciudad de Monclova en el año de 1816. Hijo del señor don Víctor Blanco y doña Francisca Múzquiz, desde temprana edad acompañaba al autor de sus días en sus incursiones contra los comanches. Hizo estudios y se recibió de abogado; fue secretario del gobierno de Vidaurri -antes de la anexión, cuando los saltillenses imprudentemente pusieron en las

218


manos del cacique el gobierno de Coahuila- y diputado en el Constituyente 1856-57. Comandando una sección del Ejército del Norte, Blanco tomó parte en la Guerra de Tres Años, siendo notable su ataque a la ciudad de México en octubre de 1858. Al triunfo de la Reforma fue nombrado gobernador del Distrito Federal, magistrado de la Suprema Corte de Justicia, director general de Fondos de Instrucción Pública del 31 de enero al 2 de mayo de 1863; ministro de Guerra y Marina del 3 al 6 de mayo de 1862. Entre las condecoraciones que se le concedieron figuran la Barra distintivo por la Guerra de Reforma y la del Sitio de Querétaro. Falleció el general Blanco el 10 de abril de 1900 en la ciudad de México, "a consecuencia de viejas heridas de guerra", dice la hoja de servicios del ameritado e infortunado general cuyo único pecado durante cien años fue el de llamarse Miguel Blanco, es decir, igual que el hermano gemelo de Santiago Blanco y de quien el propio Maximiliano recibiera el siguiente informe: "General D. Migue! Blanco. Muy reaccionario como su hermano gemelo D. Santiago. Ambos murmurarán porque no se les ha dado empleo; es de cortos alcances". General Hipólito Charles.- Nació en Ramos Arizpe, en 1837. Los datos sobre su actuación pueden verse en el capítulo de este relato que se refiere al Sitio de Querétaro. La hacienda de Hipóhto, en el municipio de General Cepeda, fue propiedad de Charles. Desempeñó el cargo de gobernador 219


en tres ocasiones: del 4 de diciembre de 1876 al 8 de octubre de 1877; del 27 de diciembre de 1877 al 4 de diciembre de 1879 y del 4 de marzo al 4 de diciembre de 1880. Su hija, la virtuosa pianista saltillense Ana Ma. Charles, casó con el ingeniero Alfredo Robles Domínguez. Falleció en la ciudad de México el 23 de noviembre de 1906. General Victoriano Cepeda - Nació en Saltillo el 22 de marzo de 1826. Fueron sus padres D. Antonio Cepeda y Aguirre y doña María de Jesús Camacho. Cursó sus estudios en Saltillo, Monterrey y Guadalajara y desempeñó el empleo de profesor de latinidad,filosofíay matemáticas en el antiguo Colegio Josefino. En 1851 contrajo matrimonio con la señorita Dolores García, prima hermana del licenciado Antonio García Carrillo, que fuera padre del ilustre literato D. José García Rodríguez. Como militar, su participación en la Guerra de Reforma o de Tres Años y contra el Imperio, fue destacada. Valiente hasta la temeridad, durante la Reforma tomó parte en las acciones de Ahualulco, Rincón de Romos, Cuesta de Aguilar, toma de Guanajuato, batalla de Calamanda, ataque a la Garita de San Cosme, combate de Tacubaya, batalla de Estancia de las Vacas y batalla de Puente de Calderón; en la lucha contra la Intervención yellmperio,enCholulaen 1863, durante el Sitio de Puebla, la Cruz y San Lorenzo; en la toma de Parras en 1864; en las acciones de Pueblillo, Bustamante y Monterrey en abril del propio año; en Villaldama contra el infidente Vidaurri; en Paso de Cabras y sobre Matamoros en 1865; en la toma de Parras, al lado de Viesca y luego en la 220


batalla de Santa Isabel en 1866; en Santa Gertrudis, Saltillo y Cedral en 1866, en la Quemada y Sitio de Querétaro en 1867. Triunfante la República, ei general Cepeda regresó a Saltillo, a tiempo para formar parte de la primera Directiva de Estudios del Ateneo Fuente; los otros miembros fueron D. Antonio García Carrillo, Lie. Francisco de Paula Ramos, Dr. Ramón Fernández, Lie. Miguel Gómez Cárdenas y Lie. Antonio Valdés Carrillo, que fungió como Presidente. En siete ocasiones desempeñó el cargo de gobernador y en 1874 se retiró del servicio militar, yéndose a vivir a Patos -ahora villa de Gral. Cepeda- donde estableció un pequeño comercio. En 1884 se le extendió despacho de general de brigada. Murió en Villa de Guadalupe, D.F., el 23 de noviembre de 1892. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Saltillo el 22 de noviembre de 1909 para ser reinhumados al siguiente día en el Panteón Santiago, en el XVII aniversario de su fallecimiento. Ildefonso Fuentes.- Nació este modesto soldado de la República en la villa de Castaños el día 24 de marzo de 1829. Sus padres fueron don Manuel Fuentes y doña Catarina de Hoyos. Cursó sus estudios primarios en Monclova, con el maestro don José Silva. Inició su carrera militar en el regimiento de Rifleros de Monclova bajo las órdenes del licenciado Miguel Blanco y asistió al combate de Saltillo en 1855 cuando las fuerzas de Vidaurri derrotaron a las santanistas. Como soldado de la Reforma, bajo las órdenes de Blanco, participó en todas las acciones en que estuvo este jefe: desde la de Paso de Carretas hasta la de Atequiza e 221


Irapuato. Era tan valiente don Ildefonso Fuentes, que en el combate de Estancia de las Vacas fue herido doce veces. Durante la lucha contra la Intervención y el Imperio en la batalla de Santa Isabel fue quien con sus Rifleros de Monclova, sostuvo la primera acometida de los franceses; y fue a partir de ese momento que los extranjeros ya no se repusieron. ¿Fue personalmente Ildefonso Fuentes quien en lucha personal diera muerte al conde Brian? Es posible, ya que al terminar aquella sangrienta batalla, el general Viesca, "porque se lo había ganado", hizo entrega del caballo que montaba el jefe francés al teniente coronel Ildefonso Fuentes. "Por cierto -dice don Manuel Aguirre Gutiérrez- que ese caballo vino a abonar tierra con sus huesos a Castaños". En esa misma batalla, el alférez Mariano Ávila, nativo de Monclova, dio muerte y arrebató la banderola o guión al abanderado francés. Don Ildefonso Fuentes participó en el Sitio de Querétaro. En la sociedad mutualista que lleva su nombre, de la ciudad de Monclova, se conserva el diploma que con fecha 5 de agosto de 1867 le expidió el presidente Juárez "como justo tributo al mérito y valor del C. Ildefonso Fuentes, que en la clase de Teniente Coronel de Caballería, combatió contra el ejército francés y sus aliados". El día 2 de agosto de 1874 murió Ildefonso Fuentes en su tierra natal, Castaños.

222


Andrés S. Viesca.- Nació en Parras e! 29 de noviembre de 1827 y falleció en Torreón, Coahuila, el 5 de marzo de 1908 (véase e! capítulo correspondiente a la batalla de Santa Isabel). Coronel Pedro Agüero.- Era nativo de la hacienda de Patos (villa de General Cepeda). De oficio herrero, tomó parte en la Guerra de Reforma contra la Intervención y el Imperio. El famoso "freno pateño" que aún se usa, es de su invención. Él mismo fabricaba sus machetes en cuyo manejo era diestro. En abril de 1865 luchó personalmente con el famoso Tabachinski y en 1866, cuando las tropas republicanas se dirigían al sur, trabó combate personal con el famoso conde De la Hayrie al que dejó tendido de tremendo machetazo, dado con uno de aquellos que tenían una pulgada de lomo y que él mismo fabricaba. Coronel Teófilo Martínez Ancira.- Nativo de Saltillo, al formarse la Guardia Nacional se dio de alta en la de Nuevo León como simple soldado, pero debido a su arrojo en la lucha contra los bárbaros, pronto alcanzó las tirillas de sargento. Martínez Ancira siempre militó al lado de Zaragoza, distinguiéndose en el Sitio de Guadalajara y sobre todo en el de Puebla el 5 de Mayo de 1862, fungiendo como ayudante del estratega coahuÜense. Muerto Zaragoza, Martínez Ancira siguió luchando contra los invasores; en Santa Bárbara y en Tantajuquita, en lucha personal con el sanguinario coronel Dupín, fue herido. Curado de sus heridas, a las órdenes de Escobedo tomó parte en todas las acciones en que este jefe participó: Matamoros, Santa Gertrudis, San Jacinto y finalmente en el Sitio de Querétarp. 223


General Jesús González Herrera.- Nació en la hacienda de Hornos en el año de 1832. Empleado de Leonardo Zuloaga, el terrateniente lagunero, se separó del mismo para servir a la causa de la Reforma. Durante la Intervención y la lucha contra el Imperio, González Herrera prestó grandes servicios a la patria. En 1864, cuando el presidente Juárez tuvo que cruzar el desierto rumbo a Chihuahua y Paso del Norte, González Herrera le dio escolta y recomendó a Juan de la Cruz Borrego para que fuese guardián del Archivo General de la Nación que, como ya dejamos asentado, quedó fielmente resguardado por los Tulises matamorenses en la Gruta del Tabaco. En I8Ó6 participó decisivamente en la batalla de Santa Isabel y en la toma de Parras por el general Viesca. Fue ascendido a general por el presidente Juárez en El Galuño el 4 de septiembre de 1864. Víctima de una emboscada, murió González Herrera en la hacienda de la Concha, en 1876. Teniente coronel Pablo D. Mejía.- Nativo de San Buenaventura, nació en 1820. En su hoja de servicios encontramos que con el grado de subteniente, era ayudante del general Valentín Cruz, gobernador y comandante militar en Coahuila en 1855. Hecho prisionero por las tropas de Vidaurri, pasó a formar parte del Estado Mayor del coronel Zuazuadel 12de agosto de 1855 al 11 de noviembre de 1858 y luego al activo de la División del Norte. Del 13 de febrero de 1862 al 17 de mayo de 1863 militó en el Batallón de San Luis; participó en la batalla del 5 de Mayo en Puebla y más 224


tarde en el sitio de la ciudad donde fue prisionero y deportado a Francia. Regresó at país e inmediatamente se unió a las fuerzas del general Francisco Antonio Aguirre y nías tarde al Batallón Ligero de Coahuila, concurriendo con tal corporación al sitio y ocupación de la plaza de Querétaro. La República ha recuperado su independencia. El presidente Juárez, que con tanto estoicismo mantuviera en alto la Bandera nacional, se ha instalado otra vez en el Palacio Nacional. Todos han vuelto a sus tareas, sólo los que sueñan con el poder no descansan. Como el general González Ortega que en las horas cruciales que vivió la Patria, cuando más urgente era el reclamo de un patriotismo acendrado, descuidó lo fundamental en su terco afán de suceder a Juárez.

Todavía en vísperas de la victoriafinal,en enero de 1867, se había presentado en Zacatecas exigiendo se le reconociera como Presidente de la Repúbhca. El general Miguel Auza lo aprehendió y junto con el general Patoni los mandó a Saltillo, de donde fueron enviados a Monterrey para ser juzgados. Puestos en libertad en enero de 1868, González Ortega arrepentido de sus andanzas pubhcó un manifiesto de apoyo a Juárez y en 1871 le dio abiertamente su respaldo para la reelección presidencial. González Ortega se fue a radicar a Saltillo, donde por las tardes gustaba disfrutar del clima tibio y de la charla de sus amigos en la Plaza Independencia. Así vivió el héroe de Calpulalpan y del Sitio de Puebla hasta el 22 de febrero de 1881 en que falleció, en su domicilio que estaba situado en 225


la esquina de las calles de Juárez e Hidalgo, en la casa de dos pisos que todavía se levanta frente al Casino de Saltillo. El general Escobedo, héroe indiscutible de la República, triunfador en el Sitio de Querétaro, nativo de Galeana, N. L., desempeñó diversos cargos una vez concluida la campaña militar; en 1872 fue llamado por Lerdo de Tejada a la Secretaría de Guerra y cuando triunfante la sublevación porfirista Lerdo tuvo que abandonar el país, también lo hizo el general Escobedo. En 1878 el vencedor de Maximiliano inició un movimiento revolucionario y al efecto lanzó un manifiesto fechado en Guerrero, Coahuila; de allí se trasladó a Cuatrociénegas, donde sin secundar sus andanzas guerreras, fue ocultado por don Jesús Carranza, con quien lo unía estrecha amistad. Un coronel Cisneros que le perseguía de cerca, sabedor de la amistad con don Jesús, cateó su casa en busca de Escobedo y como no lo encontrara se lo llevó detenido. Cuando Escobedo lo supo, se entregó a Cisneros, con la única condición de que pusiera en libertad a su amigo. En las inmediaciones de Cuatrociénegas existe una poza a la que se conoce como "Poza de Escobedo" por haber sido ese lugar donde permaneció oculto. Conducido prisionero a la capital, se le internó en Santiago en donde permaneció algún tiempo, reingresando al servicio militar en 1880. Don Mariano Escobedo nació en Galeana el 16 de enero de 1826 y murió en Tacubaya, D.F., el 22 de mayo de i902, siendo inhumado su cadáver en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

226


Julián Qiiiroga.- Nació en Salinas Victoria, N.L., en 1830. Después de la derrota de Maximiliano, a cuya causa se había adherido junto con su jefe (y posiblemente su padre) Santiago Vidaurri, se trasladó a los Estados Unidos donde permaneció hasta 1871 en que regresó al país para unirse a las fuerzas que se habían pronunciado en contra del presidente Juárez. Luchando al lado de Jerónimo Treviño puso sitio y se apoderó de la plaza de Saltillo. En 1872 se acogió a la amnistía decretada por el gobierno, pero con la poca visión con que siempre participó en la política, se unió a las fuerzas del general Carlos Fuero que batieron a don Porfirio en Icamole, donde por cierto, vencido el héroe del Dos de Abril, lloró de rabia. Meses después, el 11 de enero de 1877, fue fusilado Julián Quiroga en Monterrey concluyendo así una vida de deshonor y de traiciones. Concluido nuestro trabajo, sólo nos resta decir cómo, a cien años de distancia, la perspectiva del tiempo, en vez de disminuir, agiganta la estatura de aquellos patriotas que ai lado de Juárez el Inquebrantable, cumplieron plenamente con su deber, honor y orgullo que a los coahuiíenses nos alcanza por De la Fuente, Zaragoza, Blanco, Cepeda, Charles y por todos aquellos que tuvieron el privilegio de vivir y luchar en las horas iluminadas de la Patria, por la dignidad y la Independencia de México.

227


Bibliografía

México a través de los Siglos, t.V. Memorias de la Guerra de Reforma, Gral. M. Valdés, SMGE, 1913. Rectificaciones Históricas, Gral. Miguel Blanco, 1871. Folleto del Gobierno deN.L, Selec. de S. Roe!. Historia del Constituyente, F. Zarco. Ensayos Biográficos de Ocampo, Degollado y Valle, D. Muñoz Pérez. Anotaciones manuscritas del Gral. Andrés S. Viesca, 1853. Pueblo Héroe, Profra. Rosario Fernández, 1964. Historia de Durango. A. Ochoa Reina, 1958. Historia de La Laguna, E. Guerra, 1932. Historia de Sinaloa, Estudios. Compendio de Historia de México, Pérez Verdía. Correspondencia Privada Mata-Ocampo, 1959. Temas y Figuras de la Intervención, SMGE, 1963. Epistolario Zaragoza-Vidaurri, SMGE, 1962. Correspondencia Juárez-Zaragoza, SMGE. Benito Juárez, Documentos, discursos y correspondencia, selección de Jorge L. Tamayo, tomos I y ü, 1964. Juárez y Terrazas, Feo. Almada. Juárez el Impasible. H. Pérez Martínez, 1945. Estudios sobre la Historia Gral. de México, I. Álvarez. Anales de la Reforma y el Segundo Imperio, Agustín Rivera. Los Principales Episodios del Éitio de Querétaro, Gral. S. Rocha. 229


La Legión Extranjera en la I. Francesa, Gral. M. Plénette y Cap. J. Castaingt SMGE. Obras completas, Carlos Pereyra. La Escuela Normal de Coahuila. M. Alessio Robles. Zaragoza, Biografía, F. Bemieto Ramón. Homenaje al ilustre Gral. V. Cepeda. C. de O. "V.C.-1909" Revista Casa de Coahuila. Breves Noticias Históricas sobre el Desarrollo de la Educación en el Antiguo Estado de Coahuila y Texas, Villarello. Compendio de la Historia de México, M. Payno, 1870. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo de Cancelados. Juárez, Pere Foix, Méx-, 1951. Historia Militar, La Intervención Francesa en México^ Oral. Jesús de León Toral, Méx., 1962. Coahuila y Texas en la Época Colonial, V. Alessio Robles. Mariano Escobedo, Biografía, Israel Cavazos. Reseña Histórica de la Formación y Operaciones del Cuerpo de Ejército del Norte durante la Intervención Francesa, Juan de Dios Arias.

230


ÍNDICE Prefacio

Ij

La Reforma Plan de Ayuíla y Plan de Monterrey.- Radicales y moderados en EEUU.- Vidaurri ocupa a Monterrey y ataca al Gral. Guitián en Saltillo.- El loco proyecto de la República de la Sierra Madre.- ¿Era don Santiago hijo de Pedro el Prieto y de una india tarancahuasa?- Soldado presidial en El Álamo de Panas.

j7

Convocatoria para el Congreso Constituyente.Saltillo nombra diputado al Lie. Juan Antonio de la Fuente.- El gobernador Vidaurri decreta la anexión de Coahuila a Nuevo León.- José Ma. Aguirre proclama en Saltillo el Plan de Ayutla.- La oratoria satírica de Ignacio Ramírez et Nigromante

25

Tesis del Proft. Villarello sobre la incorporación de Coahuila al estado de Nuevo León,- La idea de la anexiÓQ desde el siglo XVI.- Los tlaxcaltecas y sus relaciones con los vecinos de Saltillo.- ¿Con la anexión se cumplía con la voluntad de los coahuilenses?- El Chantre Ramos y las acusaciones del Padre Mier.

45

Et Golpe de Estado de Comonfort.- Vidaurri ofrece a Juárez luchar en favor de la Conslitucit^.- Se inicia la guerra contra los c(mservadores.- Ocupación de San Luis y nombramiento de Aguirre como gobernador del estado.- Don Luis de Cepeda, el rico de entonces.- La acción de Paso de Carretas y D. Miguel Blanco

55

Zuazua ocupa Zacatecas y manda fusilar a Landa"Conozco a los mexicanos como si los acabai-a de desensillar".- Métodos de Vidaurri para reclutar soldados y arbitrarse fondos.- Los dos Migueles

231


Blanco crean una confusión histórica.- Sí Vidaurrí DO recibe a cañonazos a Juárez...- Palabras de D. Santiago Rodríguez.

65

Ignacio Zaragoza y "sus" hermanos Anacleto R. Falcón y Gregorio Galindc- ¿Julián Quiroga era hijo natural de Santiago Vidauni?- Dos acuerdos del Ayuntamiento de Saltillo.- £1 Lie. De la Fuente autor de la Ley de Libertad de Cultos.- "Más vale una guerra que dos".- El oro del clero en la Refonna Te Deum para el Siervo Miguel.- Muerte de Juan Zuazua en la hacienda de San Gregorio.- El Plan de Galeana y la condena a muerte de Lázaro Garza Ayala.- Los saltiilenses piden perdón y les sale el tiro por la culata.- Don Victoriano Cepeda, profesor de latines y filosofía en el Colegio Josefíno

87

La Intervención y El Imperio El presidente Juárez rettxna al Palacio Nact<ma].- Las pretensiones de González Ortega.- Asesinatos de Ocampo, Degollado y Valle.- Que Vidaum andaba en tratos con Leonardo Márquez.- Las reclamaciones extranjeras.- IDe ia Fuente raztxia, advierte y profetiza.La convención de Londres y los EEUU.

99

Don Justo Sierra traza el retrato lírico de un héroe.Ltegada de Almonte y desacuerdo entre los Comisarios.- Carta del Gral. Prim a Napoleón.Zaragoza, jefe del Ejército del Oriente,- Fusilamiento de Robles Pezuela.- ¡Las armas nacionales se han cubierto de gloria!- ¡Murió a la hora justa!

]|3

Propósitos colonialistas de Napoleón Tercero.- Un discurso de Julio Favré en la Cámara Francesa.Gallarda respuesta de González Ortega al insolente Foiey.- Capitulación de Puebla y evacuación de la ciudad de México.- El presidente Juárez traslada su gobierno a San Luis.- "Jamás halló a su paso un traidor o un asesino"

123

232


La Asamblea de Notables ofrece el trono a Maximiliano.- Exigencia de! Archiduque.- Juárez emprende su viaje a) norte del país.- Saltillo tributa entusiasta recepción al Indio Sublime.- Los saltillenses ofrecen vida y hacienda en la defensa de la Patria y piden la independencia de Coahuita.Conducta de Vidaurri

129

Expedición del Decreto separando a Coahuila de Nuevo León.- Nombramiento de Gobernador y Comandante Militar al Gral. Andrés S. Viesca,- Pan de pulque y atole en el merendero de Cbona.Cuantioso donativo de Petrita del Bosque para gastos de la campana

137

Distinto amanecer en la Sultana del Norte.- Viaje del Primer Magistrado'a Saltillo para presidir una ceremonia,- Tabacbinski era republicano y comanchero.- Fusilamiento de Bruno Lozano y José María Ugartechea.- "Hoy nació en el Saltillo Antonio Juárez Maza",- Rumbo a Chihuahua por el desierto

145

Una calesa negra y once carretas tiradas por bueyes llegan a Ei Gatuno.- D. Jesús González Herrera y D. Juan de la Cruz Borrego, guardianes del Archivo de la Nación.- Juárez sugiere un nombre para El Gatuno: Hidalgo.- Tormento y muerte de los hermanos Arreguín y martirio de Marino Ortiz.

157

Escobedo y Naranjo ocupan Laredo y marchan sobre Piedras Negras.-El cruel Tabachinslci perece a manos de Pedro Agüero.- Brincouit avanza y Juárez se retira a Paso del Norte.- Con camellos se mantiene la comunicación por el desierto, con el resto del país.Maximiliano da crédito al embuste sobre la huida de Juárez

'65

Viesca medita y expone un plan a Escobedo para atacar las plazas de Saltillo o Monterrey.- Toma de Parras y batalla de Santa Isabel- Ildefonso Fuentes y sus Rifleros de Monclova.- Muere el conde Brian y su caballo va a abonar tierras de Castaños.- Ley de Educación y fundación del Ateneo Fuente

175

233


Se inicia la reconquista de la Patria.- Batalla de Santa Gertrudis.- El Gral. Cepeda marcha con sus Gorras Prietas al sur. En Cedral, Agüero deja tendido de un machetazo al conde De la Hayrie.- Abanderamieoto del Batallón de Coahuila.- Juárez a punto de ser capturado en Zacatecas Los republicanos ponen sitio a la ciudad de Querétaro.- "Combate del Cimatario" y heroísmo de Hipólito Charles,- Muere el joven Adrián Valdés. abanderado del Batallóu de Coahuila.- Rendición, proceso y muerte de Maximiliaao.- Al son de Los Cangrejos, fusilan a Vidaurri.- Retomo a la

193

frontera

201

Coronel Pedro Advíncula Valdés Wincar.Zaragoza.- General, licenciado Miguel Blanco.- Gral. Hipólito Charles.- Gral. Victoriano Cepeda.Coronel Ildefonso Fuentes.- Coronel Pedro Agüero,Coronel Teófilo Martínez Ancira.- Gral. Jesús González Herrera.- Teniente coronel Pablo D. Mejía.- Escobedo, G. Ortega y J. Quiroga

217

Bibliografía

229

234


Coahuila: La Reforma, La Intervenciรณn y El Imperio ร scar Flores Tapia

Editado por el Consejo Editorial del Estado y el Colegio Coahuilense de Investigaciones Histรณricas e itnpreso en los Talleres Grรกficos del Estado Cuarta ediciรณn, junio de 2006 El tiraje fue de 1 000 ejemplares


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.