EL CONFLICTO SOBRE LA EDUCACIÓN ADAPTADA A LA VIDA BARRY M. FRANKLIN CARLA C. JOHNSON
Las más importantes alternativas organizativas, son el agrupar algunas asignaturas en un grupo de campos amplios de conocimiento, como es el caso de los estudios sociales y las ciencias; el agrupamiento de los contenidos alrededor de una variedad de problemas de la vida funcional, y la organización del currículo teniendo en cuenta los intereses y las necesidades de los niños. Había un grupo de alternativas al alcance de los educadores. Otras opciones organizativas el uso de campos amplios de conocimiento, problemas funcionales de la vida, y los intereses y necesidades de los niños. El currículum escolar debe derivarse de las necesidades, intereses, y habilidades de los niños más que de las disciplinas del conocimiento. La enseñanza debía requerir menos lectura y escritura por parte de los estudiantes, emplear materiales que los ayudara a enfocarse en lo concreto y no en lo abstracto, y apoyarse más en el uso de materiales audiovisuales, además de viajes al campo y otras experiencias fuera de la escuela. A los estudiantes se les debía de permitir un contacto más amplio con los profesores para capacitarlos a la vez que un mayor período de tiempo dedicado a la orientación. Y lo que es aún más importante, el currículum debía ser organizado de acuerdo con los problemas de la vida más que de acuerdo con las asignaturas. Las asignaturas académicas, por su lugar predominante, fueron las mejores bases para un currículum que podría tanto preparar a ciudadanos adecuados y atentos. La tarea del currículum fue la de trasmitir a los estudiantes el contenido y los métodos de las disciplinas académicas tradicionales en formas similares a las que los eruditos de estos campos del conocimiento los empleaban. La meta de la educación para estos reformadores no era el ajuste social sino más bien el desarrollo intelectual. Se descuidaba la enseñanza de las disciplinas académicas, particularmente las ciencias, la matemática, y las lenguas extranjeras, y promovía en su lugar la enseñanza de habilidades de la vida cotidianas y evidentes de por sí que carecían de contenido intelectual. También ignoraban el papel de la escuela en el adiestramiento intelectual y favorecían la inclinación por sus intereses más inmediatos. Esto promovía los convencionalismos en vez de la originalidad y recompensaba la participación en vez del aprovechamiento. Según Bruner, la noción de estructura era la llave para el desarrollo intelectual en el sentido de que sus componentes, que variaban de disciplina en disciplina, hacían a una asignatura más comprensible, desarrollaban la memoria, promovían la transmisión de entrenamiento, y vinculaban el conocimiento elemental de una asignatura a un conocimiento más avanzado en el mismo campo.